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| La Señal Eterna | 2002-02-21 | 2 | El Mirador | San Nicolás de los Garza | Nuevo León | MX | 01:02:39 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión aquí en Mirador, San Nicolás, República Mexicana. Reciban un saludo de mi esposa Erica y de mis niñas América y Yahannah Gabriela. Para esta noche, leemos en el libro del Profeta Isaías, capítulo 55, verso 8 en adelante, donde dice:
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.
Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.
Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,
así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso.
En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla, abra nuestro entendimiento y nos abra las Escrituras en esta ocasión, en el Nombre de nuestro amado Señor Jesucristo. Amén.
Para esta ocasión el tema es: “LA SEÑAL ETERNA.”
“LA SEÑAL ETERNA.”
Encontramos a través del Antiguo Testamento que Dios dio tanto a Adán y también, por ejemplo, a Noé y a Abraham y a Moisés, señales. Por ejemplo a Abraham le dio la circuncisión como señal, la cual tenían que realizar para todos los niños varones al octavo día, y era la señal del pacto; toda persona, todo varón tenía que ser circuncidado al octavo día para poder entrar al pacto de Dios del Antiguo Testamento, y era al octavo día que tenían que ser circuncidados conforme a lo ordenado por Dios a Abraham.
Y encontramos que la circuncisión correspondiente al Antiguo Testamento es tipo y figura en el Nuevo Testamento del bautismo del Espíritu Santo, en donde el Espíritu Santo realiza una circuncisión interior en el corazón de las personas. Por eso Dios dijo: “Circuncidaos vuestros corazones, no vuestra carne sino vuestro corazón.” Nos está hablando del bautismo del Espíritu Santo.
Y ahora, en el Antiguo Testamento los que fueron circuncidados, fueron en el tipo y figura bautizados por el Espíritu de Dios, vean, entraron al pacto de Dios.
Y en el Nuevo Testamento ninguna persona puede entrar al Nuevo Pacto bajo la Sangre de Cristo, el Pacto Nuevo que Cristo ha establecido en el Nuevo Testamento para estar bajo la Sangre del Nuevo Pacto, bajo la Sangre de Cristo, y sus pecados ser quitados, excepto aquellos que reciben a Cristo como nuestro Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, son bautizados en agua en Su Nombre, y así es invocado el Nombre del Señor Jesucristo sobre las personas en el bautismo, y Cristo les da Su Espíritu Santo, y así las personas obtienen el nuevo nacimiento y obtienen el cuerpo angelical, y así tienen el Sello del Dios vivo, son sellados con el Sello del Dios vivo.
Por eso San Pablo dice en el capítulo 4, verso 30 de los Efesios, de la carta a los Efesios: “No contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de redención.” Vamos a leerlo como está aquí, capítulo 4, verso 30 de Efesios, dice:
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.”
¿Y cuál es el Día de la Redención? El día de la redención del cuerpo es el día de la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y la transformación de nosotros los que vivimos; y cuando obtengamos nuestra transformación, cuando obtengamos el cuerpo nuevo, habremos obtenido la redención del cuerpo, de la cual habla San Pablo también en Romanos, capítulo 8, versos 19 en adelante, dice:
“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.
Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;
porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;
y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”
Eso será la transformación nuestra, en donde obtendremos el cuerpo glorificado, eterno, inmortal e incorruptible, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, el bautismo del Espíritu Santo son las primicias del Espíritu. Por eso vean en Efesios, capítulo 1, dice San Pablo, verso 13 al 14:
“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.”
Las arras es el pronto pago, es lo primero que se obtiene.
Y ahora, lo primero que Dios nos da en el Programa de Redención es el cuerpo teofánico, angelical, al recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, ser bautizados en agua en Su Nombre, en donde es invocado el Nombre del Señor Jesucristo sobre nosotros, y entonces Cristo nos da Su Espíritu Santo y obtenemos el bautismo del Espíritu Santo y obtenemos el nuevo nacimiento y obtenemos el cuerpo angelical, porque donde hay un nacimiento tiene que haber un cuerpo; y con el nuevo nacimiento obtenemos el cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión, igual al cuerpo angelical de Cristo.
El cuerpo angelical de nuestro amado Señor Jesucristo es llamado: el Angel de Jehová o Angel del Pacto del Antiguo Testamento, en el cual está el Nombre de Dios.
Y ahora, nosotros recibimos el Bautismo del Espíritu Santo y recibimos esa señal eterna, y recibimos el cuerpo teofánico, un cuerpo para toda la eternidad, pero de otra dimensión, de la sexta dimensión; y después recibiremos el cuerpo físico glorificado que también es eterno para toda la eternidad. Por lo tanto, ahí tenemos como cuerpo angelical una señal eterna, un cuerpo angelical eterno, y como cuerpo físico tenemos una señal eterna, el cuerpo físico glorificado que hemos de recibir, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, por consiguiente el bautismo del Espíritu Santo para nosotros es una señal eterna, que nos da testimonio de que hemos entrado a eternidad, nuestra alma ha entrado a eternidad en el Programa de Redención de Cristo, el Programa de Redención que nos retorna a Dios y nos coloca de nuevo en eternidad.
Y ahora, por eso El vino a buscar y a salvar ¿qué? Lo que se había perdido, ¿qué se había perdido? Las ovejas del Señor, esas almas de Dios escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, que son de Dios, por lo tanto son hijos e hijas de Dios.
Y ahora, el Programa de Redención es para los que pueden ser ¿qué? Redimidos, pueden ser restaurados a la eternidad.
Ahora, está al alcance de toda persona, pero no toda persona lo recibe. Cristo dijo: “El que es de Dios, la Voz de Dios oye.” Oye la Voz de Dios dándole a conocer el Programa de Redención, para entrar en el Programa de Redención y ser restaurada la persona a la Vida eterna. Pero los demás, los que no están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, pues no pueden ser redimidos, ¿por qué? Porque no estaban en eternidad. Una cosa que es redimida es una cosa que estaba en manos de su dueño original, luego se perdió y luego es restaurada a su dueño original. También algo que estaba en un lugar, fue sacado de ese lugar, y después es redimida, o sea, vuelta al lugar de origen.
Y ahora, Cristo en una ocasión a personas que no querían escucharlo les dijo: “Ustedes no pueden escuchar, porque ustedes no son de mis ovejas.” Y les dijo: “Ustedes son de vuestro padre, el diablo.” Dijo a ellos. Pero a Sus ovejas, a los hijos de Dios, dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.”
Ahora, podemos ver que los que son de Dios reciben una señal eterna: el bautismo del Espíritu Santo como señal, así como en Egipto, en la ocasión en que Dios iba a traer la plaga o juicio de muerte sobre los primogénitos, Dios dijo a Moisés: “Dí al pueblo que tomen para sí un cordero de un año cada familia, lo tomarán el día diez, lo tendrán hasta el día catorce, y el día catorce lo sacrificarán en la tarde; la sangre de ese cordero pascual la colocarán en el dintel y los postes de las puertas de los hogares hebreos; y la carne la asarán al fuego y lo colocarán dentro de las casas y la comerán durante la noche.” Mientras la muerte estará llegando a los hogares de los egipcios, y muriendo los primogénitos egipcios, los hebreos estarían comiendo la carne del cordero pascual, y la sangre estaría ¿dónde? Aplicada en la puerta, en el dintel y los postes, los postes y dintel de la puerta del hogar de cada familia hebrea.
Y ahora, por cuanto el cordero pascual en el Nuevo Testamento ¿es quién? Jesucristo nuestro Salvador. San Pablo nos dice: “Nuestra Pascua (o sea, Cristo), ya fue sacrificada nuestra Pascua.” Por lo tanto, Cristo siendo nuestra Pascua, el cual fue sacrificado, esto lo dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 5, verso 7, donde dice:
“Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.”
Y ahora en el Nuevo Testamento ya no hay que estar guardando la pascua, como se guardaba en el Antiguo Testamento, el día 14 sacrificaban la pascua, y durante la noche del día quince... porque en el Antiguo Testamento en medio del pueblo hebreo los días comenzaban a la caída del sol, o sea, que todavía había luz, pero luego venía la noche, la noche es primero y después venía el día. Por eso en Génesis, capítulo 1, dice: “Fue la tarde y la mañana el primer día.” Y después dice: “Y fue la tarde y la mañana el segundo día;” y así por el estilo.
La tarde que es el comienzo de la noche, vean ustedes, es primero y después la mañana, y luego al amanecer en la mañana comienza el día con luz.
Y ahora, encontramos que el pueblo hebreo sacrificaba la pascua en la tarde, asaba el cordero pascual, lo colocaba dentro de sus hogares, la sangre colocada afuera en el dintel y los postes de los hogares, y luego se comían durante la noche el cordero pascual allá en Egipto en la noche de la pascua. Los primogénitos en esos hogares estaban seguros, ¿por qué? Porque la sangre del cordero pascual estaba aplicada, y era la señal: “Veré la sangre y pasaré de vosotros (dice Dios), la sangre será por señal.”
Esa sangre del cordero pascual allá en el Antiguo Testamento tipifica la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, el cordero pascual allá representa a Jesucristo siendo sacrificado, y eso es lo único que preserva la vida de las almas de Dios, de los hijos e hijas de Dios, que son los Primogénitos de Dios escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, los protege de la muerte espiritual y luego también de la muerte física eterna.
Digo la muerte física eterna porque cuando el ser humano muere físicamente, si no tiene a Cristo no tiene esperanza de vivir eternamente, de ser resucitado en un cuerpo glorificado para vivir eternamente. Pero el que es un creyente en Cristo nacido de nuevo, aunque esté muerto vivirá. “El que cree en mí.” Dice Cristo: el que cree en El no morirá eternamente.
Y ahora, podemos ver que nos protege de la muerte espiritual y de la muerte física, la muerte física para siempre, de la cual no se podrán levantar los que morirán, será la muerte en el lago de fuego, donde en cuerpo, espíritu y alma, serán destruidos todos los que en el juicio final sean condenados y echados al lago de fuego, esa es la muerte segunda. Pero la muerte segunda no tiene potestad sobre los redimidos por el Señor Jesucristo. ¿Ven? Nos protege de la muerte segunda, y la muerte segunda matará el espíritu y alma también, y el cuerpo también. Pero Cristo, vean, nos ha librado de la muerte.
Y ahora, El nos ha dado Vida eterna. “El que oye mi Palabra y cree al que me envió tiene Vida eterna, y no vendrá a condenación, más pasó de muerte a vida, a Vida eterna.” Y tiene la señal de la sangre aplicada en la puerta y los postes y dintel de su corazón; ¿y cómo está aplicada ahí? Por medio del Espíritu Santo que está ahí, porque la vida de la Sangre es el Espíritu Santo, la persona teniendo el Espíritu Santo tiene la Sangre de Cristo aplicada en su alma, esa es la señal para la persona, la señal que lo protege y lo libra de la muerte, de la muerte espiritual y de la muerte física en el lago de fuego.
Ahora, tener el Espíritu Santo es tener la señal, por lo tanto la muerte espiritual no puede llegar a esa persona. La muerte espiritual ha estado pasando por la Tierra, pero los que tienen la señal, el Espíritu Santo, no han sido tocados por la muerte espiritual. ¿Recuerdan allá en Ezequiel, capítulo 9, cuando Dios envió unos varones y entre ellos hubo uno que estaba vestido de lino blanco con un tintero en su cintura? Veamos Ezequiel, capítulo 9, dice capítulo 9, verso 1 en adelante:
“Clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir.
Y he aquí que seis varones venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte, y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lino, el cual traía a su cintura un tintero de escribano; y entrados, se pararon junto al altar de bronce.
Y la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano,
y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella.
Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia.
Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo.”
Ahora, este varón vestido de lino con el tintero de escribano en su cintura, que recibió la orden para ir por la ciudad y sellar en la frente a los que clamaban a Dios, vean, colocar sobre la frente de los que clamaban a Dios una señal, ése es el Espíritu Santo, el cual desde el Día de Pentecostés en adelante ha estado sellando en la frente a todos los que han clamado a Dios arrepentidos de sus pecados, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, esas personas han sido selladas con el Espíritu Santo para recibir el Espíritu Santo; éste varón, que es el Espíritu Santo los ha sellado.
Y ahora, vean ustedes, cuando vino la destrucción sobre Jerusalén, no fueron destruídos los que tenían la señal en la frente, los que tenían el Espíritu Santo no fueron destruídos. Cristo había dicho a Sus discípulos: “Cuando ustedes vean a Jerusalén cercada de ejércitos llegó el tiempo de su destrucción, por lo tanto el que esté fuera de la ciudad no entre a ella, y el que esté dentro salga de ella, váyase.” Y cuando los discípulos vieron eso en el año 70 o un poquito antes, porque la ciudad estuvo rodeada por unos... ¿cuántos años Miguel? ¿Como dos años?... Casi tres años estuvo rodeada por el general romano Tito con su ejército, dándole la oportunidad a los que quisieron salir de la ciudad y dándole oportunidad a los ciudadanos de Jerusalén que se entregarán, pero ellos pensaban que Dios los iba a ayudar, lloraban en el templo y los sacerdotes también, pero Dios no les ayudó, porque ya la sentencia Cristo la había dado sobre Jerusalén: que sería destruida porque no conoció el tiempo de su visitación, de la visitación de Dios en carne humana en la persona de Jesús; rechazaron a su Rey; y cuando se rechaza a nuestro Dios, se rechaza la bendición que El trae, y por consiguiente viene el juicio divino sobre la persona o sobre la ciudad.
Cristo había dicho sobre Jerusalén: “No quedará piedra sobre pierda que no sea destruida.” Cuando le mostraron los edificios del templo y todos aquellos edificios, Cristo dijo: “No va a quedar piedra sobre piedra que no sea derribada, destruida.” Y así sucedió en el año 70 cuando el general romano Tito destruyó a Jerusalén.
Pero los que tenían el sello de Dios, los que habían sido sellados en sus frentes, los que habían sido sellados por el Espíritu Santo, que habían recibido el Espíritu Santo, vean, no fueron tocados, escaparon de esa destrucción.
Y ahora, el Espíritu Santo es el que sella, es ese varón vestido de lino, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical.
Y ahora, Cristo ha estado en medio de Su Iglesia llamando, juntando y sellando a todos los escogidos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, sellándolos con el bautismo del Espíritu Santo, que es el Sello del Dios viviente, sellados con el Espíritu Santo para el Día de la Redención, para el día en que Cristo resucitará a los muertos creyentes en El, cuerpos glorificados, y nos transformará a nosotros los que vivimos.
Por lo tanto, con la señal, una señal eterna, el bautismo del Espíritu Santo, viviremos entonces por toda la eternidad. Esa señal eterna colocada en nosotros nos garantiza que vamos a vivir eternamente, nos garantiza que hemos sido perdonados de nuestros pecados, y que hemos obtenido el nuevo nacimiento y que hemos obtenido el cuerpo angelical, y que vamos a recibir también el cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.
Ahora, el Espíritu Santo, el Angel del Pacto, el Angel de Jehová, tiene un Nombre Eterno. Cuando Moisés se encontró con el Angel de Jehová, el cual es el mismo Dios en Su cuerpo angelical, el cual es Jesucristo en Su cuerpo angelical; Dios en Cristo en el cuerpo angelical de Cristo, le ordenó a Moisés ir a Egipto para libertar al pueblo hebreo.
Cristo a través de Moisés iba a libertar al pueblo hebreo, Cristo, el Angel del Pacto lo iba libertar, pero iba a usar a un hombre llamado Moisés. Moisés le dice: “Yo voy ahora al pueblo hebreo y les digo: el Dios de nuestros padres o de vuestros padres, Abraham, Isaac y Jacob, me envía a vosotros.” Vean, vamos a leerlo aquí directo para que lo tengamos, claro tal y como está aquí, en el Exodo, capítulo 3, verso 13 al 14:
“Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?
Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.”
Cuando vamos al original encontramos que esta traducción que han hecho aquí en el original significa: Y H W H, ese es el Nombre de Dios, el cual está en el Angel de Jehová. Por eso el Angel de Jehová le dijo cuál era Su Nombre. En el Exodo, capítulo 23, verso 20 en adelante, dice:
“He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”
¿Dónde está el Nombre de Dios? En el Angel de Jehová, que es el cuerpo angelical de Dios, y por consiguiente es el cuerpo angelical teofánico de Jesucristo. Dios está en Jesucristo en Su cuerpo angelical, y por medio de El creó los Cielos y la Tierra, y por medio de El llevó a cabo la liberación del pueblo hebreo, fue el mismo Angel de Jehová que le había aparecido a Jacob, y Jacob se agarró del Angel y no lo dejaba ir, y el Angel le dijo: “Suéltame que tengo que irme, ya raya el alba.” Pero Jacob no lo soltaba, el Angel lo hirió en la cadera y en el muslo, y se encogió el tendón de Jacob, y después caminaba cojo, pero no soltó al Angel de Jehová.
Y el Angel le pregunta: “¿Cuál es tu nombre?” Y Jacob le dice: “Jacob (que significa suplantador).” Y el Angel le dice: “No se dirá más tu nombre Jacob sino Israel, porque has luchando con Dios y con los hombres y has vencido.” Vean, luchó con Isaac, luchó con Esaú, luchó con su suegro, y venció en todo momento; y ahora luchó con el Angel de Jehová y venció también, por lo cual recibió un cambio de nombre, de Jacob a Israel, Israel: príncipe con Dios, un vencedor.
Los vencedores son los que reciben ese cambio de nombre, reciben una bendición con ese cambio de nombre.
Y ahora, encontramos que ese Angel de Jehová es Cristo en Su cuerpo angelical, en quien está toda la plenitud de Dios.
Y ahora, el Angel de Jehová se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo y dijo: “Yo he venido en nombre de mi Padre.” Y no lo recibieron, dijo: “Y no me recibís.” También dijo Cristo en San Juan, capítulo 12, verso 28: “Padre glorifica Tu Nombre.” Y Dios dijo: “Lo he glorificado y lo glorificaré otra vez.” Lo glorificó en Su Primera Venida y lo glorificará en Su Segunda Venida. En ese Nombre que Dios le dio a Moisés está contenido el misterio del Nombre de Dios para la Primera Venida de Cristo y para la Segunda Venida de Cristo.
Ahora, encontramos que es en el Angel de Jehová que está el Nombre de Dios, y ese Nombre es una señal eterna, un Nombre Eterno. Por lo tanto, si es un Nombre Eterno es una señal eterna. Y cuando estuvo Cristo en la Tierra, estaba una señal eterna allí manifestándose: la Venida del Mesías, en donde estaba el Nombre de Dios para Redención.
Y ahora, encontramos que en la Segunda Venida de Cristo también habrá una señal eterna en medio de la raza humana: la Segunda Venida de Cristo y el Nombre Eterno de Dios. Por eso Cristo dice en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12:
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá fuera; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”
Y ahora, Cristo ha prometido escribir Su Nombre Nuevo sobre el Vencedor.
Encontramos que luego de la venida de Juan el Bautista, vino Cristo y obtuvo la victoria, y ascendió al Cielo victorioso y recibió un Nombre Nuevo.
Y ahora, han transcurrido siete etapas o edades de la Iglesia, y para el Día Postrero estará en la Tierra el Angel del Señor Jesucristo, al cual Cristo le dará la gran victoria en el Amor Divino, saldrá victorioso, ése es sobre el cual Cristo escribirá el Nombre de nuestro Dios, Nombre de la ciudad de nuestro Dios y Su Nombre Nuevo.
Recuerden que allá el que recibió un Nombre Nuevo cuando ascendió al Cielo victorioso fue Cristo, y El fue el Angel Mensajero de la dispensación sexta, la Dispensación de la Gracia, y estuvo en la Tierra en la etapa de la Edad de la Piedra Angular, después del séptimo Mensajero de la séptima edad de la Iglesia hebrea, que fue Juan el Bautista; después de Juan vino Jesús, el cual vino en el Nombre de Su Padre, y cuando ascendió al Cielo victorioso recibió un Nombre Nuevo.
Y ahora, para el Día Postrero será el que estará en la Edad de la Piedra Angular como el Mensajero de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular, es que obtendrá la victoria en el Amor Divino en el Día Postrero, y sobre El Cristo escribirá el Nombre de nuestro Dios, que es el Nombre Eterno de Dios, Nombre de la ciudad de nuestro Dios, y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo. Lo mismo que el Padre hizo con Jesús, vean, es lo que Jesús hace con el Vencedor, con Su Angel. También dice:
“Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.” [Nota - Apocalipsis 2:17]
Por lo tanto un hombre va a recibir esa Piedrecita blanca y ese Nombre Nuevo, porque esa Piedrecita blanca, que es la Segunda Venida de Cristo viene con un Nombre Nuevo. ¿Y quién entenderá ese Nombre? Pues aquél que lo recibe, aquél sobre el cual Cristo escriba Su Nombre Nuevo, será el que entenderá el misterio del Nombre Nuevo de la Piedrecita blanca en Su Segunda Venida, y la Piedrecita blanca es la Segunda Venida de Cristo, es la Piedra no cortada de manos que vio el Profeta Daniel en el capítulo 2 de su libro, cuando le interpretó el sueño al rey Nabucodonosor.
Y ahora, el misterio de un Nombre Nuevo, vean, viene desde el Antiguo Testamento.
Y ahora, un Nombre Nuevo como señal eterna.
Vean, ahora hemos estado viendo la señal eterna desde los diferentes ángulos: como un Nombre Eterno, también como el Espíritu Santo, como el cuerpo angelical de cada creyente, y como el cuerpo físico glorificado, y también una señal eterna como un Mensaje eterno, que es el Mensaje de Cristo para este tiempo final. Y encontramos que si continuamos mirando todos los ángulos de lo que es eterno, al ver esas cosas eternas son señales eternas.
El Profeta Isaías, dice: “Yo y mis hijos son por señal.” Ahora, si son dados por señal, entonces ahí vemos una señal eterna, y Jesucristo y Sus hijos son por señal eterna, porque son eternos.
Las personas al ver a Jesucristo y al ver a los hijos de Dios por medio de Jesucristo, están viendo una señal eterna de una raza eterna con Vida eterna. Así podemos continuar mirando a través de la Escritura y ver que todo lo eterno al ser manifestado es una señal eterna para los seres humanos; y los que pueden ver esa señal eterna, esa señal eterna y creer, estarán recibiendo las bendiciones de esa señal eterna siendo manifestada.
Y ahora, encontramos que en una ocasión el Rvdo. William Branham iba viajando de un estado a otro estado de la nación americana, y mientras iba manejando en su automóvil, Dios le dijo: “Te voy a mostrar una señal perpetua o eterna.” Y le dijo: “Mira hacia esa montaña, hacia ese monte, esa cordillera.” Y él miró y vio esa cordillera con las diferentes montañas, y estaban en la parte de arriba llenas de nieve. Y él mira y dice: “Yo no veo ninguna señal perpetua, eterna, ahí en esa montaña.”
El Señor le dice: “¿Cuántos montes o cuántas lomas tiene esa montaña?” El las cuenta y dice. “Siete.” Le dice: “¿Cuántas letras tiene tu nombre?” ¿Ve? Ahí le está mostrando una señal perpetua en un monte, en donde está un nombre. Y ahora le dice: “Sobre todo el monte esta ahí escrito.”
Ahora, ahí están: la primera etapa, la segunda etapa, y la Tercera Etapa. Eso nos muestra que hay un misterio en la primera etapa, segunda etapa y Tercera Etapa que gira alrededor de un nombre, de una señal eterna. Y no vamos a explicar mucho para que no se interrumpa todo el Programa de esa Tercera Etapa, porque la primera y segunda etapa, fue interrumpido porque salieron, surgieron imitadores que aprendieron mucho cuando él mostró públicamente las señales que Dios le dio para él usar y manifestar.
Pero fue dicho que de la Tercera Etapa nadie sabía nada, y que nadie entendería nada de esa Tercera Etapa, por lo tanto no habrá imitadores en esa Tercera Etapa. Esa Tercera Etapa tiene que ver con la carpa gigante que él vio llena, en donde estaba ministrando otra persona, y cuando tenía, cuando estaba ministrando para sanidad para los enfermos, nadie lo veía, pues estaba dentro de un cuartito pequeño, ahí entraban los enfermos y salían por la otra puerta ya sanados; paralíticos, personas en camillas, personas con muletas y así por el estilo, luego salían empujando la camilla (si iban camilla), o llevando las muletas en alto (si iban con muletas), y así por el estilo.
Y el Rvdo. William Branham en visión vio todo lo que estaba pasando en ese lugar, y no era él el que estaba ministrando, él vio como el Espíritu Santo se había movido para ese lugar, y le estaba hablando a otra persona y estaba llevando a cabo todas esas maravillas. De esa Tercera Etapa depende todo lo que fue visto en la Carpa, y aun depende la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.
Y en una ocasión el Angel le dijo: “¿Recuerdas el Nombre que tú buscabas cuando tuviste la visión o sueño de la carpa?” ¿Ven? Hay un nombre ahí. El estaba buscando el nombre que él vio. ¿Sería que vio algo como se ve en las oficinas?, cuando uno llega a la oficina del médico y mira, y uno dice: “¿Quién será el médico aquí?” Cuando mira en el escritorio hay un nombre escrito: “Ah, si es el médico fulano de tal, ahí lo dice.” ¿Sería algo así lo que él vio? ¿O sería que fue hablado el nombre por la misma persona o por otra persona ahí cuando estaba ahí?
Recuerden que en el lugar santísimo en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón, estaba el Nombre de Dios allí, estaba en medio de los dos querubines de oro, pues lo portaba el Angel de Jehová que estaba allí en la Columna de Fuego manifestándose, y cuando entraba el sumo sacerdote, también llevaba el nombre escrito en su frente. ¿Ven?
Y Cristo, que es el Varón con el tintero en su cintura, es el que sella en la frente a los escogidos de Dios. En Apocalipsis, capítulo 7, el Angel que viene con el Sello del Dios vivo, viene para llamar, juntar y sellar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, los llama, los junta, y los sella en su frente, y en Apocalipsis, capítulo 14, aparecen sobre el Monte de Sion con el Cordero y con el Nombre del Padre y del Cordero escrito, ¿dónde? En su frente. ¿Ven?
Ahora, vean que hay un misterio ahí con una señal eterna de un Nombre Eterno. Es un Nombre Eterno, y el único nombre eterno es el Nombre de Dios. No hay otro nombre eterno, sino el Nombre de Dios. Por lo tanto, el Nombre de Dios es una señal eterna. Por eso Cristo dice: “Glorifica Tu Nombre, Padre.” Y Dios dice: “Lo he glorificado y lo glorificaré otra vez.” Por lo tanto, para este tiempo final será glorificado el Nombre de Dios nuevamente, en la Primera Venida fue glorificado y en la Segunda Venida será glorificado también.
Ahora, podemos ver que eso es una señal eterna, fue glorificado cuando vino en carne humana, y fue colocado en un hombre, llamado Jesús. Para el Día Postrero será glorificado de nuevo, Cristo dice: “Yo escribiré sobre el Vencedor el Nombre de mi Dios, Nombre de la Ciudad de mi Dios, y Nombre, y mi Nombre Nuevo.” ¿Ven? Hay un misterio ahí para ser glorificado el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo, que es el mismo Nombre Eterno de Dios y Nombre de la Ciudad de nuestro Dios.
Y ahora, eso es una señal eterna, para la Iglesia y para todos los seres humanos aunque no entiendan.
Ahora, la señal eterna como el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, la señal eterna como Jesucristo, la señal eterna como el Espíritu Santo, la señal eterna como el Nombre Eterno de Dios, la señal eterna como la Iglesia del Señor Jesucristo, la señal eterna como cada redimido por la Sangre de Cristo, los cuales han recibido Vida eterna, por lo tanto en la Tierra viviendo son una señal eterna, como individuos, son seres eternos, son inmortales, son almas inmortales aunque viven en cuerpos mortales, pero recibirán un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.
La Venida de Jesús fue una señal; la venida de todo hijo de Dios a la Tierra naciendo de nuevo en el Cuerpo Místico de Cristo es una señal también; como el Hijo de Dios es una señal en Su Venida, los hijos e hijas de Dios son una señal también. Vean, en Isaías, capítulo 7, verso 14, dice: “He aquí, el mismo Señor os dará ¿qué? Os dará señal.”
“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”
Y ahora, Cristo siendo una señal, una señal eterna que ha nacido a través de la virgen María, encontramos que también todos los hijos e hijas de Dios naciendo por medio del Espíritu Santo a través de la Iglesia de Jesucristo, la Iglesia está representada en María. Por lo tanto, así como Dios le dio a Adán una compañera para reproducirse, Dios le ha dado a Cristo una compañera, una Iglesia virgen para reproducirse en hijos e hijas de Dios.
Por lo tanto, todos los hijos de Dios nacidos de nuevo, nacidos en el Cuerpo Místico de Cristo, son una señal eterna también. La Escritura nos enseña que somos una señal para la raza humana. Vamos a ver aquí si encontramos el lugar donde el Profeta dice: “Yo y mis hijos somos dados por señal,” para leerlo tal y como fue dicho por Dios. Isaías 8:18, sí, aquí lo teníamos, dice:
“He aquí, yo y los hijos que me dio Jehová somos por señales y presagios en Israel, de parte de Jehová de los ejércitos, que mora en el monte de Sion.”
Para el pueblo hebreo Jesucristo y todos los creyentes en Cristo son por señal para el pueblo hebreo. Aunque ellos todavía no lo hayan comprendido, han estado viendo una señal, Cristo y Su Iglesia de edad en edad. Algún día lo van a comprender.
Y ahora, hemos visto este misterio de la señal eterna, la señal eterna como el Angel de Jehová en Su cuerpo angelical y el Angel de Jehová en Su cuerpo de carne llamado Jesús, y la señal eterna como el Nombre del Angel de Jehová en Exodo, capítulo 3, verso 13 al 14, “Y H W H,” y el Nombre Eterno en Jesús.
Luego la señal eterna, una señal eterna en Jesucristo y todos los creyentes en Cristo, Cristo y Su Iglesia; y una señal eterna: el bautismo del Espíritu Santo en cada uno de ustedes y en mí también; y el Espíritu Santo en medio de Su Iglesia de edad en edad en cada Angel Mensajero que ha sido enviado de edad en edad, y para el Día Postrero el último Angel Mensajero que Cristo envía a Su Iglesia, en donde el Espíritu Santo estará manifestándose y dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Y eso es una señal para la Iglesia y para el mundo entero, aunque el mundo no lo comprenderá y también es una señal para el pueblo hebreo, porque ahí estarán también los ministerios de los Dos Olivos, que son los ministerios que van a operar para el pueblo hebreo. “Y enviará Sus Angeles con gran Voz de Trompeta y juntarán a Sus escogidos, desde un extremo del Cielo hasta el otro.” Eso es una señal para la Iglesia y para el pueblo hebreo.
Van a ser llamados y juntados los escogidos de entre los gentiles primeramente en la Iglesia de Jesucristo y después ciento cuarenta y cuatro mil hebreos de las doce tribus de Israel, doce mil de cada tribu. Cuando los discípulos en el capítulo 24 de San Mateo, verso 3, preguntan a Cristo: “¿Cuál señal, cuál será la señal...?” Vamos a ver de qué señal le hablan aquí, capítulo 24, verso 3 de San Mateo, dice:
“Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”
Le preguntan a Cristo: ¿cuál señal, o cuándo serán estas cosas? O sea, la destrucción de Jerusalén. El les explica que cuando vean a Jerusalén cercada de ejércitos ha llegado el tiempo de su destrucción, y le preguntan qué señal habrá de Su Venida y del fin del siglo. Ya El había hablado de la señal del fin del siglo cuando El dijo en San Mateo, capítulo 13, versos... capítulo 13, versos 37 en adelante, cuando les explicó la parábola del trigo y de la cizaña, dice:
“Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.
El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.
El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.
De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.
Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles.”
Y ahí tenemos cuál será la señal del fin del siglo, y enviará Sus Angeles ¿para qué? Para recoger el trigo, pero también ese ministerio de los Angeles del Hijo del Hombre tienen que ver con la gran tribulación, en donde la cizaña va a ser quemada en el fuego. También en San Mateo, capítulo 13, verso 47 al 50, dice:
“Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces;
y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera.
Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos,
y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.”
Vean, los Angeles del Hijo del Hombre son la señal del fin del siglo, la señal del fin para el reino de los gentiles, que en este tiempo final estará en los pies de hierro y de barro y cocido, que es la etapa del reino del anticristo.
Y ahora, encontramos que a través de toda la Biblia, cuando se nos habla del fin del siglo, del fin del tiempo, se nos habla de los Angeles del Hijo del Hombre. Por eso se nos habla también en Apocalipsis, capítulo 7, verso 12 en adelante, del Angel que viene con el Sello del Dios vivo, viene con el Espíritu Santo, para llamar y juntar y sellar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos. Y en Apocalipsis, capítulo 14, los encontramos ya llamados, juntados y colocados en el Monte de Sion con el Cordero y sellados en sus frentes con el Nombre de Su Padre y del Cordero escrito en Sus frentes.
En Apocalipsis, capítulo 11, encontramos los ministerios de los Dos Olivos, que son los ministerios de los Dos Olivos, que son los ministerios de Moisés y Elías, los cuales tocan la Séptima Trompeta, son los Dos Olivos, Moisés y Elías, los que tocan la gran Trompeta, la séptima Trompeta, esos ministerios son los que estarán en el Angel que viene con el Sello del Dios vivo, en donde el Espíritu Santo estará operando esos ministerios.
Por lo tanto, los Angeles del Hijo del Hombre son una señal, tanto para la Iglesia como para el pueblo hebreo y para el mundo completo, de que hemos llegado al tiempo final, que hemos llegado al tiempo de la siega, de la cosecha, en donde los escogidos serán recogidos y colocados en el Alfolí de Dios, pero la cizaña será echada en el fuego, en el horno de fuego que es la gran tribulación.
Y ahora, hemos visto todas estas cosas relacionadas a la señal.
Y ahora, tenemos nuestro tema: “LA SEÑAL ETERNA.”
Y ahora, tenemos el Espíritu Santo como la señal eterna en nuestras almas, en nuestros corazones, tenemos una señal segura, una señal segura de Vida eterna, de salvación, una señal que nos garantiza que hemos de vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. Y cuando tengamos el nuevo cuerpo tendremos la señal física de que no vamos a morir y de que no vamos a pasar por la gran tribulación, sino que vamos a ser llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, a la séptima dimensión, la Casa de nuestro Padre Celestial.
Por eso es tan importante conocer lo que es una señal, y lo que es una señal eterna.
El bautismo del Espíritu Santo es una señal eterna para ustedes y para mí, el cuerpo angelical teofánico es una señal eterna para ustedes y para mí, y el cuerpo físico glorificado, es una señal eterna para todos los que han de recibir ese cuerpo glorificado, porque es una señal eterna, porque no morirá sino que vivirá eternamente.
Y ahora, hemos visto este misterio de la señal eterna, desde diferentes ángulos.
Y ahora, hemos visto también y estamos viendo una señal eterna como edad, la Edad de la Piedra Angular.
Que las bendiciones de Cristo, el Angel del Pacto, sean sobre ustedes y sobre mí también, y pronto nos dé también la señal eterna del cuerpo nuevo y glorificado, y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “LA SEÑAL ETERNA.”
Y ya tenemos una señal eterna en nosotros: el bautismo del Espíritu Santo, y tendremos la señal eterna física del cuerpo glorificado.
Con nosotros nuevamente nuestro amigo y hermano, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para finalizar nuestra parte en esta ocasión. Nos veremos mañana Dios mediante en la actividad de la noche todos los que estén allá, y también la actividad del domingo en la mañana. En la noche no sé si tendrán el domingo actividad, ¿Miguel?. No sabemos... Así que la del domingo será hasta que Dios nos dé Palabra.
Vamos a dejar por aquí a nuestro hermano Bermúdez. Oren mucho por mí para que Dios continúe dándome Su Palabra revelada para ustedes en todos estos días que he de estar con ustedes aquí en la ciudad de Monterrey, y también para que me dé Su Palabra revelada para todo el tiempo que esté en la República Mexicana, y también para todo el tiempo que esté en este cuerpo en esta Tierra, que El me siga dando Su Palabra revelada.
Con nosotros nuevamente nuestro amigo y hermano Miguel Bermúdez Marín.
Les dije de un Mensaje eterno, ¿verdad? ¿No dice que hay un Angel que viene qué? ¿Predicando qué? El Evangelio ¿qué? Eterno. La predicación del Evangelio del Reino es una señal del Evangelio eterno.
Bueno, si continuamos hablando.... recuerden que habrá un Mensajero también que seguirá siendo el Mensajero dispensacional para toda la Dispensación del Reino y después seguirá siendo Mensajero también de Jesucristo por toda la eternidad.
Bueno, vamos a dejar quietecito eso ahí, porque sino nos tomará como una hora más, explicar un poquito acerca de ese misterio del Evangelio eterno y de un Mensajero con el Evangelio eterno.
Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde, y con nosotros nuestro amigo y hermano, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín.
“LA SEÑAL ETERNA.”