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| Perseverando hasta vencer | 2002-02-12 | 1 | Miami | Florida | US | 00:54:53 | false |
Muy buenas noches, amados hermanos y amigos reunidos aquí en Miami, Florida; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Reciban saludos de mi esposa Erica y también de mi niña América y también de Yahannah Gabriela. Nuestro hermano Bermúdez no pudo estar; pero saludos de parte también de nuestro hermano Bermúdez.
En el día de ayer partió nuestro amado hermano Oscar Cardona, quien es un héroe de la fe y perseveró fiel sirviéndole a Cristo y trabajando en Su Obra todos los días de su vida, desde que dio su vida a Cristo.
Reciban mis más sinceras condolencias sus familiares: su esposa Rosa, su madre Martha, su hermano Edwin y su hija Eila, y también su suegra doña Cristina, y también para doña Delia (su tía), y demás familiares; y que Dios consuele sus almas con Su Palabra de promesa que nos enseña que él está vivo en el Paraíso y está allá junto a su padre que había partido hace muchos años también; por lo tanto él regresará pronto para estar nuevamente con nosotros.
El Apóstol San Pablo enseñándonos acerca de lo que es la partida de los hijos de Dios (o sea, la muerte del cuerpo físico), nos enseña algo muy, pero que muy, importante, lo cual no podemos ignorar en estos momentos así que nos traen tristeza; pero hay algo que nos alegra el alma y nos consuela, y es lo que Cristo ha prometido.
Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, verso 12 en adelante, dice... verso 14 en adelante, dice: “Porque si creemos que Jesús murió...” Aún poquito antes:
“Tampoco queremos, hermanos (el 13)...
Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen (o sea, acerca de los que han partido), para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza.
Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.
Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.
Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.
Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.”
Estas son palabras de consuelo para estos momentos por los cuales pasan todas las personas cuando parte un ser querido.
Ahora, vean que hay una esperanza muy grande para los familiares de los creyentes en Cristo: y es que ellos no están muertos, solamente el cuerpo físico; pero ellos en un cuerpo angelical teofánico están viviendo en el Paraíso, y esperan el momento de la resurrección para regresar a la Tierra en un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, y entonces en el nuevo cuerpo, el cual es jovencito también, no habrá muerte, será un cuerpo para vivir por toda la eternidad. Por lo tanto cuando regresen, entonces nos llenarán más de gozo porque vendrán en cuerpos glorificados.
Ahora, vean el consuelo para nosotros es que ellos están en el Paraíso esperando la resurrección. Por eso en Proverbios, capítulo 14, verso 32, dice (dice el rey Salomón):
“Mas el justo en su muerte tiene esperanza.”
La esperanza del justo en su muerte es que va al Paraíso y vive en el cuerpo angelical y espera hasta la resurrección en donde Cristo lo resucitará en un cuerpo glorificado.
Así que la esperanza para el justo no se pierde cuando su cuerpo físico muere, sino que continúa con él. Por eso cuando los santos que estaban en el Paraíso en la ocasión en que el Rvdo. William Branham los visitó antes de su partida final, le dijeron: “Nosotros aquí ni comemos ni dormimos ni nos cansamos, nosotros aquí estamos esperando por la Venida del Señor, y El nos resucitará y entonces regresaremos a la Tierra en cuerpos y entonces comeremos.”
Porque en el cuerpo glorificado se puede comer, como Cristo cuando resucitó pudo comer con Sus discípulos pescado y también de un panal de miel, y en otra ocasión asó un pescado, tenía un pescado asado mientras los discípulos estaban pescando y lo vieron con un pescado al fuego asándolo. Vean, sabía cocinar.
Así que, vean ustedes, en el nuevo cuerpo se puede comer también; pero será un cuerpo eterno y jovencito para toda la eternidad.
En este cuerpo que tenemos nuestra vida es temporal, estamos aquí con y por un propósito divino: para que recibamos a Cristo como nuestro Salvador, le sirvamos todos los días de nuestra vida perseverando en Cristo; es para así obtener el perdón de nuestros pecados, y obtener la salvación, y perseverar en Cristo, en Su Iglesia, en Su Cuerpo Místico de creyentes, perseverar sirviéndole todos los días de nuestra vida.
En San Mateo, capítulo 24, versos 13 al 14, dice Jesús:
“Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”
“PERSEVERANDO HASTA VENCER.” Ese es nuestro tema para esta ocasión.
Cada persona está llamado a recibir a Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y recibir el Espíritu Santo y obtener así el nuevo nacimiento y nacer en el Reino de Cristo, nacer en medio de la Iglesia de Jesucristo, y perseverar ahí en la Iglesia del Señor Jesucristo sirviendo a Cristo todos los días de su vida, y esperando cada día el cumplimiento de las promesas de Cristo para cada creyente; y cada día se cumplen promesas en la vida de los creyentes.
Dios nos provee cada día un nuevo día, el sol, nos provee agua, nos provee alimentos. ¿Ven? Y todo esto se cumple conforme a la Escritura que dice:
“No he visto justo desamparado, ni su simiente que mendigue pan.” [Nota - Salmos 37:25]
¿Ven? Dios provee para Sus hijos.
Y hay otras promesas, como la transformación nuestra y la resurrección de los muertos en Cristo, la cual también estamos esperando, y entonces ya cuando recibamos el cumplimiento de esa promesa, ya físicamente seremos eternos también.
Ahora, en lo espiritual somos eternos al recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, y ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo, así recibimos Vida eterna y recibimos el cuerpo angelical, y hemos obtenido entonces el nuevo nacimiento.
Ahora, necesitamos también la Vida eterna física, la cual El nos dará cuando nos dé el cuerpo físico glorificado.
Ahora, estamos en esta Tierra con y por un propósito divino: para que estemos en Su Cuerpo Místico de creyentes, que es Su Iglesia, perseverando todos los días de nuestra vida.
Cristo dice en San Lucas, capítulo 9, verso 62:
“Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.”
Por lo tanto, cuando comenzamos en el camino de Cristo es para llegar a la meta final que es nuestra transformación, que es recibir el cuerpo glorificado.
Ahora, en esa trayectoria, vean ustedes, recibimos el nuevo nacimiento y recibimos un cuerpo angelical primero y así nacemos en el Reino de Cristo, nacemos en una dimensión invisible, que es la sexta dimensión, de la cual es el cuerpo angelical que recibimos de parte de Cristo; pero también tenemos la promesa de un cuerpo físico, glorificado y eterno y jovencito, el cual vamos a recibir.
Por lo tanto, hemos puesto nuestra mano en el arado y seguimos adelante perseverando todos los días de nuestra vida, hasta que recibamos el cuerpo eterno.
Pero si alguno parte del cuerpo físico no tiene problema, va al Paraíso a vivir, allí no hay problemas como los hay acá, y allí continúa perseverando y esperando la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados, para luego regresar acá a la Tierra y estar con nosotros de nuevo y ser un testigo de la resurrección; y luego nosotros cuando los veamos a ellos resucitados, entonces nosotros seremos transformados.
Y así habrá millones de personas con cuerpos glorificados y eternos y jovencitos iguales a nuestro amado Señor Jesucristo; esas son personas que han estado perseverando en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia de Jesucristo, desde que recibieron a Cristo como su Salvador, y tienen la promesa de Vida eterna, reciben Vida eterna espiritual primero, y cuando seamos transformados entonces tendremos Vida eterna física también. O sea, que es una doble porción de Vida eterna: la espiritual en cuerpo angelical, y luego la física cuando nos dé el cuerpo físico eterno; toda persona necesita ambos cuerpos.
Ahora, cuando la persona nace en la Tierra, vean, recibe un cuerpo físico, mortal, corruptible y temporal, y dentro de ese cuerpo recibe un espíritu del mundo; por lo tanto la persona necesita nacer de nuevo, porque ha recibido un espíritu del mundo y ha recibido un cuerpo temporal, por lo tanto no tiene Vida eterna la persona, necesita recibir Vida eterna; y la única forma de Vida eterna la tiene Jesucristo nuestro Salvador.
Cristo dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” San Juan, capítulo 14, verso 6; y en San Juan, capítulo 11, también Cristo hablando a Marta (la hermana de Lázaro), le revela cosas muy importantes con relación a los creyentes en Cristo.
Vean, en el capítulo 11, verso 23 en adelante, dice Jesús:
“Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.”
¿Por qué ella sabía que en el Día Postrero Cristo iba a resucitar a Lázaro? Porque Cristo ya en San Juan, capítulo 6, versos 39 en adelante había dicho:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”
Todos los que el Padre le ha dado a Cristo para darles salvación, no se perderá ninguno de ellos, sino que Cristo los resucitará en el Día Postrero; y el Día Postrero es el Séptimo Milenio de Adán hacia acá. “Porque un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día.” Así lo dice el Salmo 90, verso 4, que es un Salmo del Profeta Moisés, y también lo repite el Apóstol San Pedro en Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8.
Y ahora, por eso, vean ustedes, Cristo aquí nos hace la promesa que a los creyentes en El, a los cuales El le da Vida eterna, los resucitará en el Día Postrero (esto es para los que partan); y los que queden vivos hasta ese momento en que Cristo resucite a los creyentes que han partido, entonces transformará a los que estén vivos en ese tiempo.
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
¿Ven? Es para los que creen en Cristo: la Vida eterna y la resurrección en el Día Postrero.
Ahora continuemos con San Juan, capítulo 11, verso 25 en adelante, dice... podemos ver porqué Marta sabía que Cristo iba a resucitar a Lázaro en el Día Postrero; y eso que ella creyó todavía está en pie.
Pero Cristo iba a llevar a cabo una resurrección no para que siguiera viviendo Lázaro eternamente, sino una resurrección para que luego de esa resurrección viviera un tiempo más.
Con esa resurrección que iba a realizar a Lázaro, iba a dar un ejemplo de lo que El va a hacer en el Día Postrero; El es la resurrección y la vida, y por lo tanto El va a resucitar a todo creyente en El que ha partido, y a los que están vivos los va a transformar en ese tiempo.
Ahora, Cristo tenía que resucitar obligatoriamente a Lázaro por una causa, ¿saben cuál es? Que si Cristo no resucita a Lázaro entonces Lázaro no podía pertenecer a la Iglesia del Señor Jesucristo, porque la Iglesia del Señor Jesucristo nació el Día de Pentecostés; y Lázaro había muerto antes del Día de Pentecostés, por lo tanto El iba a dar un ejemplo (con la resurrección de Lázaro) de lo que Cristo va a hacer en el Día Postrero.
Ahora, Lázaro ya tenía cuatro días, por lo tanto ya estaba su cuerpo en estado de corrupción, pero vean ustedes, eso es tipo y figura de los muertos en Cristo que no importa que tengan dos mil años aproximadamente de haber muerto, o tengan mil años, o tengan cien años, o tengan un año, o tengan cuatro días, o tengan el tiempo que tengan; para Cristo no hay ningún problema, Cristo va a dar un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible, a los creyentes en El que han partido y a nosotros que estamos vivos, si permanecemos vivos hasta ese momento también nos va a dar un nuevo cuerpo, va a transformar nuestro cuerpo físico.
Así que no importa que hayan partido los santos en edades pasadas y en nuestro tiempo también algunos, El los va a resucitar. Ahora, vean lo que Cristo dice:
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.”
Vean, los creyentes en Cristo aunque mueran físicamente, volverán a vivir físicamente; y aunque esté muerto físicamente hasta ese momento de la resurrección, aun con todo y eso lo que murió fue el cuerpo físico pero su alma y su espíritu teofánico no muere, están viviendo en el Paraíso (que es otra dimensión) en un cuerpo parecido al cuerpo que tenían pero de otra dimensión y jovencito, porque allá no hay viejos ni tampoco niños, lo que hay son jóvenes.
Y cuando El resucite a los creyentes en El que han partido y nos transforme a nosotros, tampoco van a haber niños ni ancianos, sino todos jóvenes, porque a los ancianos Cristo les dará un cuerpo joven, a los de mediana edad también les dará un cuerpo joven, a los jóvenes les dará un cuerpo joven pero eterno, y a los niños les dará un cuerpo joven y eterno; será un cuerpo que representará para toda la eternidad de 18 a 21 años de edad. Así que podemos decir: “Vale la pena permanecer perseverando hasta vencer.”
Ahora, el que pone su mano en el arado y mira hacia atrás no es apto para el Reino de Cristo, pierde la bendición que hay para los que perseveran hasta vencer.
Cuando la persona parte de aquí de la Tierra y ha estado sirviendo a Cristo, pues él venció, permaneció sirviendo a Cristo, permaneció en el Cuerpo Místico de Cristo, y por lo tanto obtuvo la victoria aunque su cuerpo haya terminado su existencia aquí en la tierra, y como es del polvo de la tierra nuestro cuerpo, pues vuelve a la tierra, pero el espíritu y el alma nuestra va a Dios.
Ahora, podemos ver lo importante que es servir a Cristo, no es un asunto como algunas personas piensan: “Yo me voy a meter a la religión.” Esto es un asunto de Vida eterna; y el que no recibe a Cristo como su Salvador ha rechazado la Vida eterna, por lo tanto no tiene derecho a vivir eternamente. Vean, esto aquí lo habla la Escritura en San Juan, capítulo 3, verso 12 en adelante, dice:
“Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?
Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo (y estaba allí en la Tierra).”
“Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” [Nota - San Juan 3:15]
El que cree en Cristo no se pierde, no pierde su alma, o sea, no pierde el derecho a vivir eternamente sino que mantiene ese derecho para vivir eternamente, confirma su lugar en la Vida eterna.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
El que no cree, pues su alma se perderá, dejará de existir, será echada en el lago de fuego, en donde su alma, su espíritu y su cuerpo serán destruidos, aniquilados; pero el que cree en Cristo no se perderá, su alma no se perderá sino que vivirá en un nuevo cuerpo por toda la eternidad.
“Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
El que en él cree, no es condenado...”
Por lo tanto no irá al juicio final para ser condenado y echado al lago de fuego, sino que ha recibido Vida eterna, sus pecados han sido perdonados, la persona ha sido justificada, ha quedado como si nunca en la vida hubiese pecado.
“...pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
Ahora, podemos ver que esto es un asunto de Vida eterna para la persona; si deja pasar el tiempo que Dios le ha dado para vivir en la Tierra y no recibe a Cristo como su Salvador, no importa que haya sido una persona multimillonaria en la Tierra, puede ser rico terrenalmente, pero es un pobre rico, porque no tiene riquezas en el Cielo, por cuanto no dio su vida a Cristo para que Cristo le diera Vida eterna a su alma.
Por lo tanto le sucede como al hombre rico: que cuando murió luego se encontró en el infierno, pero luego también murió Lázaro (el méndigo) y fue llevado por los Angeles al Seno de Abraham, al Paraíso.
¿Ven? Así que es mejor ser pobre y tener Vida eterna, tener a Cristo, y cuando muere la persona pues va al Paraíso.
¿De qué le sirvió al hombre rico tener tanta riqueza? De nada, porque miren, era tan pobre en el infierno que dijo a Abraham... porque en ese tiempo por cuanto Cristo todavía no había muerto, se podía ver del infierno al Seno de Abraham, y había entre esos dos lugares un grande precipicio, una grande sima.
Y el rico miró hacia el otro lado y vio a Lázaro en el Seno de Abraham, y dice: “Padre Abraham, envía a Lázaro con su dedo mojado en agua para que lo coloque en mi lengua, porque yo aquí estoy atormentado.”
Vean, tenía sed y no tenía ni para comprar un vaso de agua, y allí no hay agua para vender; pero en el Paraíso todo estaba bien, estaban con Abraham, el padre de la fe.
Ahora vean, no le fue concedida la petición que hizo; luego nunca se había acordado de sus hermanos para que sirvieran a Dios, y ahora se recordó de sus hermanos y dice: “Envía a Lázaro allá a donde mis hermanos para que les dé a saber, les haga saber cómo es acá en el infierno para que ellos no tengan que venir acá.”
Estaban en la misma condición del hombre rico: estaban siempre en las cosas materiales y tenían una creencia superficial en cuanto a las cosas de Dios, pero no estaban firmes perseverando en el camino de Dios, estaban más bien con su corazón puesto en las riquezas, en las cosas terrenales, en los trabajos terrenales, pero no le estaban dando la importancia que tiene el Programa de Dios, las cosas de Dios.
Lo primero para el ser humano es la Vida eterna. No hay cosa más importante para el ser humano que la Vida eterna, y para eso es que hemos venido a esta Tierra: para obtener Vida eterna a través de Jesucristo, las demás cosas son las añadiduras de la vida.
Por lo tanto, tenemos que darle la importancia principal a lo que la tiene, que es la Vida eterna a través de Jesucristo, el cual es el Camino, la Verdad y la Vida. “Y nadie viene al Padre sino por mí,” dijo Jesucristo. O sea, que ninguna persona puede llegar a Dios, a menos que sea por Jesucristo, por lo tanto ninguna persona puede obtener Vida eterna, a menos que sea a través de nuestro amado Señor Jesucristo. Vean, continuamos aquí con San Juan, capítulo 11, donde dice... repito el verso 25 donde dice:
“Le dijo Jesús (a Marta): Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.”
Por lo tanto, para el creyente en Cristo la muerte física no es algo que será para siempre, porque Cristo lo va a resucitar en un cuerpo glorificado, y volverá a vivir físicamente con un cuerpo físico y jovencito para toda la eternidad. Por eso es tan importante recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo y así obtener el nuevo nacimiento.
Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios (no lo puede entender).”
Nicodemo siendo ya un hombre mayor de edad (anciano) le pregunta a Cristo: “Cómo puede hacerse esto, ¿puede el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer de nuevo?” Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.”
Y toda persona quiere entrar al Reino de Dios, se requiere el nuevo nacimiento, y para eso la persona necesita recibir a Cristo como su Salvador, ser lavados sus pecados en la Sangre de Cristo, ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y recibir el Espíritu Santo y así nace del Espíritu de Dios, nace como una nueva criatura en el Reino de Cristo.
Porque el nacimiento que tuvimos aquí a través de nuestros padres terrenales, fue un nacimiento en medio de una raza ya caída, la cual cayó en el Huerto del Edén cuando Eva pecó, y Adán luego también pecó y la raza humana cayó de la Vida eterna.
Por eso se nace aquí en la Tierra y se vive un tiempo y después la persona muere, porque estos cuerpos vienen en medio de una raza ya caída descendientes de Adán y Eva.
Pero ahora, el Segundo Adán, que es Jesucristo, tiene Vida eterna, y todos los que nacen por medio de Jesucristo obteniendo el nuevo nacimiento, obtienen Vida eterna, nacen para vivir por toda la eternidad.
Y la primera parte de ese nacimiento es espiritual, en donde se recibe el Espíritu Santo, se obtiene el nuevo nacimiento y se obtiene un cuerpo angelical de la sexta dimensión; y para el Día Postrero en adición Cristo nos dará el cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, y entonces estaremos como personas nuevas con cuerpos nuevos pertenecientes a una Nueva Raza descendientes del Segundo Adán, de Jesucristo nuestro Salvador.
Cristo está creando una Nueva Raza con Vida eterna, y la primera parte de esa creación es espiritual donde obtenemos un cuerpo angelical.
Siempre que hay un nacimiento tiene que haber un cuerpo que haya nacido. Con el nuevo nacimiento obtenemos un cuerpo espiritual angelical, igual al cuerpo de los Angeles, parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión: de la sexta dimensión.
Y luego para este tiempo final en algún año de este milenio que comenzó, El nos dará el cuerpo físico y glorificado, y entonces todos seremos iguales a Jesucristo: seremos a Su Imagen y a Su semejanza, y así el ser humano será restaurado a la imagen y semejanza de Dios; bendición que perdió con la caída en el Huerto de Edén.
La imagen es el cuerpo angelical y la semejanza es el cuerpo físico glorificado. Por lo tanto los hijos e hijas de Dios, las almas de Dios, volverán a ser eternos no solamente en lo espiritual.
En lo espiritual ya somos al recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo y así obtener el nuevo nacimiento, ya tenemos Vida eterna; pero vamos a tener Vida eterna física también.
La vida en este cuerpo terrenal es tan corta que se nos pasan los años y llegamos a la edad de ancianos casi sin darnos cuenta; y cuando llegamos a una edad ya avanzada quisiéramos ser de nuevo como los jóvenes, como éramos cuando jóvenes, y buscamos los retratos, el álbum: “Así era yo.” Pero no puede darle para atrás para que el cuerpo físico que tiene vuelva a ser joven.
Pero el creyente en Cristo puede decir: “Yo era así como estoy en esta foto, y en el nuevo cuerpo que Cristo me va a dar voy a ser así también jovencito, y será para siempre. Ya no me voy a poner viejo como me pasa con este cuerpo, porque este cuerpo es temporal.”
Ahora, podemos ver el porqué Dios nos ha enviado a vivir en este planeta Tierra. Es en este planeta Tierra donde El está llevando a cabo Su Programa para que podamos obtener Vida eterna, y podamos ser a la imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.
Toda persona le gustaría ser como Jesucristo, y miren lo sencillo que es: recibiéndolo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en Su Sangre, siendo bautizados en agua en Su Nombre, y recibiendo Su Espíritu Santo y así obteniendo el nuevo nacimiento y obteniendo un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión, un cuerpo igual al de los Angeles, esa es la primer clase de cuerpo que recibimos; y después vamos a recibir el cuerpo físico glorificado.
Ese cuerpo angelical que hemos de recibir es como el cuerpo angelical del Angel de Jehová, porque el Angel de Jehová del Antiguo Testamento es nuestro amado Señor Jesucristo en Su cuerpo angelical. ¿Ven? Tuvo primero el cuerpo angelical de la sexta dimensión y después tuvo el cuerpo físico que nació a través de la virgen María, y luego cuando murió y resucitó, resucitó glorificado. ¿Ven?
Y ahora, El nos da el cuerpo angelical primero como el cuerpo angelical Suyo, y luego nos dará el cuerpo físico glorificado como Su cuerpo físico glorificado.
Ahora, para El ser glorificado, El perseveró en el Programa de Dios, El dijo: “En los negocios de mi Padre me conviene estar.” Y al final de Su ministerio, muerte, sepultura y resurrección fue glorificado.
Y al final de nuestra trayectoria después viene la glorificación; por eso es tan importante estar perseverando hasta vencer, siguiendo a Cristo nuestro Salvador en el tiempo que nos toca vivir, en la edad correspondiente a este tiempo y con la Palabra, el Mensaje correspondiente a este tiempo final.
Y así para cada creyente la esperanza de vivir eternamente nunca se quitará; él sabe que le toca vivir en este cuerpo terrenal una temporada: “Somos peregrinos (dice la Escritura) aquí en la Tierra,” así como lo era Abraham en la tierra de Israel, pero era también el territorio que Dios le prometió que le daría a Abraham y a su descendencia.
Y aquí estamos pasando una temporada como peregrinos, pero esta Tierra es la que El ha prometido que nos va a dar: “Los mansos heredarán la Tierra, les será dada la Tierra por heredad.” Y en esta Tierra estará establecido el Reino de Dios, ese Reino Milenial de Cristo, y Cristo dice: “No temáis manada pequeña, porque al Padre le ha placido darles el Reino.”
Así que vamos a recibir este planeta Tierra por heredad, porque este planeta Tierra es una heredad divina que Dios le dio a Adán, él perdió el derecho, y ahora será dada a todos los hijos e hijas de Dios para vivir eternamente en este planeta Tierra.
Y después de aquí, pues el ir a otros planetas y a otras constelaciones y galaxias, será sencillo, porque tendremos el cuerpo glorificado.
Miren, Cristo ya con Su cuerpo glorificado, luego de resucitado ascendió al Cielo y fue a sentarse en el Trono de Dios, a la diestra de Dios en el Cielo; no tuvo que tomar un avión ni un cohete, porque en el cuerpo glorificado ya no hay problema de transportación, se puede ir a donde la persona necesite ir.
En esta Tierra, vean, El entraba con las puertas cerradas, donde estaban los discípulos entraba, aparecía, hablaba con ellos y después desaparecía; o sea, entraba a la dimensión terrenal, lo veían y después salía de la dimensión terrenal; y después cuando le tocó ascender al Cielo para ir a la séptima dimensión, ascendió en Su cuerpo glorificado.
Y Cristo ha prometido que va a llevarnos con El a la Casa de nuestro Padre Celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero; por eso necesitamos el nuevo cuerpo: el cuerpo glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador: para poder ir a la Casa de nuestro Padre Celestial, la séptima dimensión, donde va a estar llevándose a cabo la gran fiesta llamada la Cena de las Bodas del Cordero (o sea, la Recepción de las bodas de Cristo con Su Iglesia).
Va a ser en el Cielo esa Recepción, porque Cristo es del Cielo y Su Iglesia es del Cielo también. Vean, Su Iglesia es celestial y Cristo es el Hombre celestial también. En Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21 dice San Pablo:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos...”
¿Por qué? Porque la persona tiene ciudadanía del país en el cual nace. Nuestra ciudadanía terrenal es a causa de nuestro nacimiento aquí en este planeta Tierra, pero nuestra ciudadanía celestial es porque hemos nacido del Cielo al recibir a Cristo como nuestro Salvador, y ser bautizados en Su Nombre, y recibir Su Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento; ese nuevo nacimiento es del Cielo, celestial, por eso nuestra ciudadanía es celestial, del Cielo, somos ciudadanos de la Nueva Jerusalén.
“...de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”
Con ese poder que puede sujetar a Sí mismo todas las cosas, toda la Creación está sujeta a El por el poder que El tiene de parte de Dios. Con ese poder es que El nos va a transformar y nos va a dar un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.
Por eso los carros de fuego o platillos voladores están relacionados a la resurrección de los muertos en Cristo y a la transformación de nosotros los que vivimos.
Cuando Cristo fue resucitado estaban allí Angeles de Dios. ¿Ven? Y cuando ascendió al Cielo Angeles de Dios también estaban allí, le hablaron a los discípulos también.
Así que todo este misterio de los Angeles de Dios, los carros de fuego o platillos voladores, está ligado a todo el Programa Divino.
Vean, cuando Dios se llevó a Elías, se lo llevó en un carro de fuego (o sea, en un platillo volador). Cuando el tiempo de Moisés también estaban los Angeles de Dios, el Angel de Jehová, que es Cristo, el cual libertó al pueblo hebreo a través del Profeta Moisés, y vean, el Monte Sinaí después estaba lleno de Angeles; por eso la Escritura dice que Dios le dio al pueblo hebreo la Ley por comisión de Angeles.
Encontramos también que en el tiempo de Eliseo cuando los asirios rodearon, el ejército asirio rodeó la casa de Eliseo porque se lo querían llevar, Eliseo estaba lo más tranquilo, y el siervo de Eliseo le dice a Eliseo: “Mira mi señor, el enemigo nos ha rodeado, el ejército enemigo.” Eliseo le dice: “Son más los que están con nosotros que los que están en contra.”
Pero *el siervo de Eliseo por cuanto no era Profeta no tenía las dos conciencias juntas y no podía ver en otra dimensión (en la dimensión de los Angeles). Eliseo si podía ver, pero el siervo de Eliseo no podía ver.
Y Eliseo estaba lo más tranquilo, y luego vuelve el siervo de Eliseo y le dice: “Mi señor, está rodeada la casa, están los montes y todo el territorio lleno de los soldados enemigos.” Eliseo le dice: “Son más los que están con nosotros que los que están en contra.” ¿No dice la Escritura, el Angel de Jehová acampa en derredor de los que le temen y los defiende?
Ahora, Eliseo dice: “Señor, ábrele los ojos a éste para que vea.” Y cuando Dios le abrió los ojos y pudo ver en esa dimensión angelical que es la sexta dimensión, vio los montes llenos de carros de fuego y de a caballo, o sea, vio en la otra dimensión todas esas huestes celestiales que estaban protegiendo al Profeta Eliseo.
Y ahora vean ustedes: la Iglesia del Señor Jesucristo y cada miembro de la Iglesia, cada creyente en Cristo está protegido por huestes celestiales.
Son los Angeles de Dios los que cuidan a los hijos e hijas de Dios; por lo tanto somos ayudados para perseverar en Cristo, en el Cuerpo Místico de Cristo sirviendo a Cristo todos los días de nuestra vida.
Por lo tanto, cuando pasemos por etapas difíciles clamemos a Dios en el Nombre del Señor Jesucristo y seremos ayudados por Cristo; y si tiene que enviar un Angel o mil Angeles para nuestra ayuda El lo hará.
Por lo tanto tenemos la ayuda del Cielo, porque somos personas con la ciudadanía celestial al ser creyentes en Cristo nuestro Salvador.
Así que continuemos perseverando hasta vencer, hasta que nuestros días en este cuerpo terminen, ya sea que tengamos que dejar el cuerpo e ir al Paraíso, o seamos transformados y entonces obtengamos el nuevo cuerpo.
Seamos imitadores de aquellos que por la fe obtuvieron las promesas, se materializaron en ellos esas promesas, como Abraham, el cual recibió la promesa de tener un hijo y ya era anciano, y su esposa también anciana no podían tener hijos; pero Dios lo dijo y Abraham lo creyó, y permaneció firme creyendo hasta que recibió el cumplimiento de esa promesa.
También Jacob es un ejemplo vivo de lo que es una persona que persevera firme creyendo lo que Dios ha prometido. Jacob luchó por la Bendición de la Primogenitura hasta que la obtuvo, y hasta el Angel de Jehová, que es Cristo en Su cuerpo angelical se encontró con él, y Jacob se agarró de El y no lo soltó, hasta que lo bendijo. Y en la bendición el nombre Jacob fue cambiado por Israel. Este Angel de Jehová ya sabemos que es Cristo nuestro Salvador en Su cuerpo angelical. Ahora vean: Jacob luchaba por la bendición de Dios, y él venció.
Ahora, nosotros tenemos que estar agarrados de Cristo, que es el Angel de Jehová que bendijo a Abraham y que bendijo a Isaac y que bendijo a Jacob también. Tenemos que estar agarrados de Cristo nuestro Salvador, el Angel del Pacto, el Angel de Jehová, para recibir de El la bendición, recibir Vida eterna y esperar el cumplimiento de la promesa del cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.
Por lo tanto, adelante perseverando hasta vencer.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de cómo perseverar hasta vencer, hasta que obtengamos la bendición de Dios plena que será nuestra transformación, sera el cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.
Y entonces de ahí en adelante ya no habrá ni enfermedad ni muerte ni vejez para nosotros, seremos igualitos a Jesucristo con cuerpo angelical teofánico y cuerpo físico glorificado, ese es el plan de Dios a través de Jesucristo, un plan de Vida eterna para los creyentes en Cristo, es el plan de la creación de una Nueva Raza con Vida eterna.
Por lo tanto, adelante perseverando hasta vencer, y les veré luego cuando tengamos el nuevo cuerpo.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde; y dejo nuevamente al ministro aquí para continuar en esta noche.
Y que Dios me los bendiga grandemente a todos, y adelante perseverando hasta vencer. Vamos a vivir eternamente con cuerpos jovencitos y glorificados y perfectos, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.
Pasen todos muy buenas noches, y Dios me los continúe bendiciendo a todos.
“PERSEVERANDO HASTA VENCER.”