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| Un pueblo reconciliado con Dios | 2001-08-26 | 2 | Cayey | PR | 00:00:00 | false |
Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual quiero leer en Segunda de Corintios, capítulo 5, versos 14 al 21, donde dice:
“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;
y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;
que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “UN PUEBLO RECONCILIADO CON DIOS.”
Con la caída del ser humano en el Huerto del Edén, el ser humano se convirtió en enemigo de Dios; pero ahora por medio de Cristo el ser humano obtiene la reconciliación con Dios, es reconciliado con Dios el ser humano, Dios perdona sus pecados, y entra el ser humano a un Nuevo Pacto en donde se encuentra reconciliado con Dios y en paz con Dios. Por eso es que San Pablo dice: “Os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.”
Esta reconciliación del ser humano con Dios fue reflejada en el Antiguo Testamento en la fiesta del día de la expiación, donde dice en el capítulo 23 de Levítico, versos 26 en adelante:
“También habló Jehová a Moisés, diciendo:
A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.
Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.
Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.
Y cualquiera persona que hiciere trabajo alguno en este día, yo destruiré a la tal persona de entre su pueblo.
Ningún trabajo haréis; estatuto perpetuo es por vuestras generaciones en dondequiera que habitéis.
Día de reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde guardaréis vuestro reposo.”
Este día de la reconciliación o este día de la expiación aquí, el día diez del mes séptimo de cada año en medio del pueblo hebreo, tipifica la reconciliación que por medio de Cristo: el macho cabrio de la expiación aquí, el día de la reconciliación, el día de la expiación.
Ahora, Cristo es el Sacrificio por el pecado para nosotros ser reconciliados con Dios como individuos, y el Israel Celestial, el pueblo Celestial escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, ser reconciliado con Dios como Cuerpo Místico de creyentes; porque este pueblo Celestial es la Iglesia del Señor Jesucristo, es la Jerusalén Celestial, y el Israel Celestial que es reconciliado con Dios por medio de Jesucristo, nuestro Salvador.
Para eso vino Cristo dos mil años atrás y murió en la Cruz del Calvario: para reconciliarnos con Dios. Por lo tanto, toda persona está llamada a ser reconciliada con Dios por medio de Jesucristo, nuestro Salvador.
Dice: “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;
que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.”
Por eso las enseñanzas apostólicas le dan a conocer al ser humano el Programa Divino de la reconciliación del ser humano con Dios. En el Antiguo Testamento era en un día: el día diez del mes séptimo, el día de la expiación para efectuarse la reconciliación del pueblo hebreo con Dios, lo cual se realizaba cada año, el día diez del mes séptimo; y cada persona como individuo tenía que afligir su alma delante de Dios.
Ahora, este día de la reconciliación actualizado, cumplido en el Programa de Dios, para la reconciliación del ser humano con Dios, lo ha llevado a cabo Jesucristo, nuestro Salvador. Por lo tanto, desde la muerte de Cristo en adelante la raza humana ha estado viviendo en el Día de la Expiación, y ha tenido la oportunidad todo ser humano que ha vivido en la Tierra de ser reconciliado con Dios y pertenecer al pueblo reconciliado con Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
El pueblo hebreo como nación, encontramos que no está reconciliada con Dios la nación hebrea, ya no tiene templo, no tiene el día de la expiación, el día en que se lleva a cabo la reconciliación, ya no se puede llevar a cabo porque no tiene templo ni tiene el sacrificio del macho cabrío; por lo tanto el pueblo hebreo ha estado como enemigo de Dios, y por consiguiente ha estado bajo el juicio de Dios.
Ahora, cuando entregaron a Cristo para ser crucificado, y pidieron la muerte de Cristo, y dijeron: “¡Crucifícale, crucifícale!” Y dijeron también: “Su Sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos.” La Sangre de Cristo ha estado siendo demandada de manos del pueblo hebreo, de los hijos del pueblo hebreo, por consiguiente han estado bajo el juicio divino y no lo saben. Todas esas persecuciones que le han venido, esas masacres, en donde Hitler por poco los extermina, todo eso ha sido el juicio divino cayendo sobre el pueblo hebreo.
Por eso en Oseas, dice la Escritura en el capítulo 6:
“Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.”
Todas esas etapas de aproximadamente dos mil años de juicio divino sobre el pueblo hebreo, ha sido a causa de que el pueblo hebreo rechazó a Cristo (la Expiación por el pecado, la Expiación para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios), y por consiguiente ha estado como enemigo de Dios el pueblo hebreo.
Vean ustedes, persiguió a Cristo, lo juzgó, lo condenó, y pidió la muerte de Cristo, luego persiguió a la Iglesia del Señor Jesucristo, y por consiguiente ha estado como enemigo de Dios el pueblo hebreo, y por consiguiente ha estado recibiendo los juicios divinos y no lo sabe. Sigue diciendo:
“Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.
Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra (o sea, que viene como la lluvia tardía y temprana).”
La lluvia de la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo es la lluvia tardía, y la lluvia temprana es la lluvia de la enseñanza de la Primera Venida de Cristo; con esas dos lluvias viene Cristo al pueblo hebreo revelándose para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios. Por lo tanto, el pueblo hebreo va a entrar a ese Día de la Expiación, el cual hemos estado viviendo desde la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, y por consiguiente Cristo ha estado en el Cielo, en el Templo Celestial, en el Lugar Santísimo allá en el Trono del Padre.
Como lo hacía el sumo sacerdote en el lugar santísimo con la sangre de la expiación del macho cabrío, ahora Cristo está en el Cielo con Su propia Sangre intercediendo por cada persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, para reconciliar a cada persona con Dios.
Y ahora, en esta reconciliación entra toda persona cuando recibe a Cristo como su Salvador afligido en su alma por haber pecado, y clama a Cristo por Misericordia y perdón de sus pecados, y lava sus pecados en la Sangre de Cristo, y es bautizado en el Nombre del Señor Jesucristo en agua, y recibe el Espíritu Santo, y obtiene el nuevo nacimiento, y obtiene el cuerpo angelical, teofánico de la sexta dimensión, y queda reconciliado con Dios.
Y ahora, esto es también lo que pasará con el pueblo hebreo, en donde ciento cuarenta y cuatro mil hebreos serán reconciliados con Dios. Dice en el capítulo... en el capítulo 12 de Zacarías, verso 10 en adelante, dice:
“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.
En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadad-rimón en el valle de Meguido.
Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y sus mujeres por sí;
los descendientes de la casa de Leví por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por sí;
todos los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres por sí.”
Esto será lo que estará pasando muy pronto en medio del pueblo hebreo, en donde ciento cuarenta y cuatro mil estarán afligiendo sus almas por Cristo, por haber pecado contra Cristo, y obtendrán el perdón de sus pecados y serán reconciliados con Dios.
En el capítulo 13, verso 1, dice:
“En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.”
Y así se abrirá la Misericordia de Dios para Israel, para ser reconciliado con Dios.
Por eso es que también el capítulo 14, verso 8 en adelante de Zacarías, dice:
“Acontecerá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno.
Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre.”
Todo esto nos habla de este gran tiempo en este Séptimo Milenio de Adán hacia acá y Tercer Milenio de Cristo hacia acá, donde Dios va a llamar ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu, y van a ser reconciliados con Dios.
Apocalipsis, capítulo 1 también nos habla de este gran evento, y nos dice capítulo 1, versos 7 en adelante (7 al 8):
“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron (o sea, el pueblo hebreo); y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.”
O sea, van a hacer lamentación los hijos de Israel, van a reconocer que rechazaron a Cristo en Su Primera Venida, y que pidieron su muerte, y por consiguiente han pecado ante Dios; pero van a arrepentirse de sus pecados y van a obtener Misericordia como pueblo, porque Dios trata con Israel como nación; por lo tanto ciento cuarenta y cuatro mil hebreos entrarán como nación, y obtendrán la reconciliación con Dios como nación.
Y así comenzará el Programa de Dios de la reconciliación de Dios con el pueblo hebreo; ya no tendrán que sacrificar un macho cabrío el día diez del mes séptimo, sino que ya está sacrificado el sacrificio por el pecado, el cual es Cristo, y por consiguiente lo recibirán y entrarán al Día de la Expiación para obtener el perdón de sus pecados, y obtener la reconciliación con Dios, y obtener así las bendiciones de Dios bajo el Nuevo Pacto, que es el pacto bajo la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y ahora, Dios comenzará a tratar con el pueblo hebreo como nación, al tratar con ciento cuarenta y cuatro mil hebreos. Y durante el Reino Milenial Dios comenzará a tratar con naciones, y entrarán al Reino Milenial.
Recuerden que en la parábola de San Mateo 25, versos 31 al 46, viene el juicio sobre las naciones, colocará a Su derecha a las ovejas y a Su izquierda los cabritos, y los juzgará; por lo tanto Dios va a hacer algo muy importante en el Reino Milenial, pues en el Reino Milenial entra el pueblo hebreo como nación, reconciliada con Dios la nación hebrea, y van a ser establecidas en la Tierra, van a nacer en la Tierra otras naciones, y tendremos a Israel como nación, como la nación primogénita de Dios; por lo tanto tendrá una doble porción de herencia, de bendición, y será la nación hebrea la que estará a la cabeza de todas las demás naciones, porque la nación hebrea es la nación primogénita de Dios, la primera nación creada por Dios.
Y por consiguiente estará la capital del Reino Milenial de Cristo, ¿dónde? En Jerusalén, y el Trono estará en Jerusalén, y el Trono es el Trono de David, en el cual Cristo se sentará y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones que entrarán al Reino Milenial. Y ahí tendremos naciones que serán creadas por Dios en el Reino Milenial.
Y por consiguiente estarán reconciliadas con Dios esas naciones que serán creadas por Dios, como fue creada la nación hebrea.
Ahora, encontramos que están también, o está también la nación celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, que como Iglesia es reconciliada con Dios, a través de Jesucristo, nuestro Salvador. Y por cuanto Cristo o Dios trata con los gentiles como individuos, y los coloca en Su Cuerpo Místico de creyentes, que es Su Iglesia, la nación celestial, el Israel celestial, el cual está siendo creado por Dios como la nación primogénita del Cielo; por lo tanto está sobre la nación terrenal de Israel; porque el que es de arriba es sobre todos en la Tierra, y por consiguiente la nación que es de arriba, del Cielo, que es la Iglesia de Jesucristo, está sobre todas las naciones terrenales, aun sobre el pueblo hebreo.
Y ahora, el Israel celestial es reconciliado con Dios al ser reconciliados los miembros del Israel celestial, o sea, los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo. Desde la muerte de Cristo en adelante estamos viviendo en el Día de la Expiación para la reconciliación de todos los escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo, para ser reconciliados con Dios y estar en paz con Dios, y poder recibir las bendiciones del Dios creador de los Cielos y la Tierra, y estar bajo el Nuevo Pacto que Cristo ha establecido, y estar cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo.
Cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo afligiendo su alma, afligido por sus pecados, recibe el perdón de sus pecados, es bautizado en el Nombre del Señor Jesucristo en agua, y luego recibe el Espíritu Santo y obtiene el nuevo nacimiento y obtiene el cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión, y ha quedado reconciliado con Dios, ha nacido de nuevo, ha nacido en el Reino de Dios, en el Reino de Jesucristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el pueblo reconciliado con Dios.
Para este tiempo final dice el Rvdo. William Branham en el Mensaje: “¿Cuál es la atracción en el Monte?” En la página 22 y 23, dice:
“EN LOS ÚLTIMOS DÍAS HABRÁ UNA REAL LLUVIA TEMPRANA Y TARDÍA SOBRE AQUEL PEQUEÑO GRUPO QUE VIENE CON EL EN ESE PEQUEÑO BURRITO MANSO Y HUMILDE, SIN DUDA NI DENOMINACIÓN, CLAMANDO: ‘¡HOSANNA AL REY QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR!’ ¿CUÁL ES LA CUESTIÓN HOY? ¿CUÁL ES LA ATRACCIÓN EN EL MONTE?”
Ahora vean, ¿en qué monte? El Monte de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, el Monte de Sion; viene un grupo con El, con Cristo en el Día Postrero, clamando: “¡Hosanna al que viene en el Nombre del Señor!” Un grupo que viene con El en este pequeño burrito manso y humilde, sin duda y sin denominación; un grupito que viene con El, un grupo que viene con El, sin duda y sin denominación, y viene con la lluvia temprana y tardía, o sea, viene con la lluvia de la enseñanza de la Primera Venida de Cristo y con la lluvia tardía de la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo.
No hay ningún otro grupo en este planeta Tierra en medio del cristianismo o del judaísmo que tenga la lluvia temprana y la lluvia tardía a la vez, solamente el grupo que viene con El en este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular.
El grupo que vino con Cristo en la primera edad, y San Pablo, en el cual estaba Cristo, vino con El en la lluvia temprana; pero no tenían la lluvia tardía de la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo, no tenían la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
El grupo que vino con Cristo en la segunda edad, en la manifestación de Cristo a través de Ireneo, vino con Cristo con la lluvia temprana, pero no tenían la lluvia tardía de la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo, sino solamente la lluvia temprana de la enseñanza de la Primera Venida de Cristo. Así fue de edad en edad: solamente vinieron con Cristo en la manifestación de Cristo a través del Angel Mensajero de cada edad con la lluvia temprana.
Pero ahora en el Día Postrero viene un grupo con Cristo en la manifestación de Cristo a través de Su Angel Mensajero, con la lluvia temprana de la enseñanza de la Primera Venida de Cristo y con la lluvia tardía de la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Y Ahora, ¿dónde está ese grupo que viene con El en este tiempo final, con la lluvia de la enseñanza de la Primera Venida de Cristo, como el Cordero de Dios quitando el pecado del mundo, y con la lluvia tardía de la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su obra de Reclamo? ¿Dónde está ese grupo? ¡Pues aquí estamos en este Día Postrero en el Monte de Sion, el Monte de Dios!
Y ahora, ¿cuál es la atracción en el Monte de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo? El grupo que viene con El, con la lluvia temprana de la enseñanza de la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios, y con la lluvia de la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá. Ese grupo es el pueblo reconciliado con Dios; así como el grupo de cada edad que vino con Cristo en la manifestación de Cristo en cada edad en el Mensajero de cada edad, fue el pueblo reconciliado con Dios de cada edad.
Y ahora, el pueblo reconciliado con Dios del Día Postrero, viene con la lluvia temprana y tardía, ¿en dónde? En el Monte de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, el Monte de Sion, el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo. Ahí es donde cayó la lluvia temprana y donde caería también la lluvia tardía: en el Monte de Dios, el Monte de Sion, sobre el grupo que viene con El en este tiempo final, en la manifestación de Cristo del Día Postrero a través de Su Instrumento, Su Angel Mensajero.
El grupo que viene con El, con Cristo en esa manifestación de Cristo en Su Angel Mensajero, trae, tiene, la lluvia temprana de la enseñanza de la Primera Venida de Cristo, y tiene la lluvia tardía de la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo. Y eso será el pueblo celestial reconciliado con Dios.
Y ahora, hemos llegado al tiempo en donde físicamente vamos a ser transformados, o sea, vamos a ser adoptados, vamos a ser cambiados, vamos a recibir nuestra liberación física, vamos a recibir nuestra Redención física, que es nuestra transformación; y el grupo que estará vivo en el Día Postrero, que recibirá su Adopción, su transformación, o sea, la Redención del cuerpo, es el grupo reconciliado con Dios que viene con la lluvia temprana y tardía en este tiempo final en y sobre el Monte de Dios, el Monte de Sion, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Vean dónde cae la lluvia temprana y tardía en este tiempo final.
Ahora, la lluvia temprana comenzó a caer allá en el Este, y ha estado cayendo desde el Este hasta el Oeste.
Y ahora, la lluvia tardía comienza a caer en el Oeste, y luego pasará al Este, al pueblo hebreo. Por eso es que en Oseas dice: “Vendrá a nosotros como la lluvia tardía y temprana.” Pero primero esa lluvia tardía y temprana cae sobre la Iglesia del Señor Jesucristo en este Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular.
Y ahora, hemos visto lo que es la lluvia temprana, la lluvia de la enseñanza de la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios en Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y la lluvia tardía, la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Hemos visto también el pueblo reconciliado con Dios sobre el cual ha estado cayendo la lluvia temprana de edad en edad, y para el Día Postrero ese mismo pueblo reconciliado con Dios, en la Edad de la Piedra Angular, estaría recibiendo la lluvia temprana y también la lluvia tardía, la lluvia tardía de la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo se encuentra en la etapa del Lugar Santísimo de Su Templo Espiritual, y por consiguiente se encuentra en la etapa del occidente, o sea, del Oeste, que corresponde a la América Latina y el Caribe, corresponde al territorio del continente americano, la parte de la América Latina y el Cribe, porque en la parte norte del continente americano ya se cumplió la séptima edad de la Iglesia, y cayó la lluvia temprana sobre la séptima edad, como había caído la lluvia temprana sobre cada edad de la Iglesia.
Pero ahora en la Edad de la Piedra Angular, en la América Latina y el Caribe está cayendo la lluvia temprana y también la lluvia tardía de la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo.
Y ahora, este es el pueblo reconciliado con Dios, y cada miembro de ese pueblo celestial, cada miembro de la Iglesia del Señor Jesucristo está reconciliado con Dios espiritualmente, y pronto recibiremos esa Adopción, que es la Redención del cuerpo, y estaremos físicamente y totalmente en toda su plenitud reconciliados con Dios.
Por lo tanto, las bendiciones de Dios estarán físicamente también sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, en un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado. Esto es así porque pertenecemos a un pueblo reconciliado con Dios: el pueblo celestial de Dios, que es el Israel Celestial, la Nueva Jerusalén, la Jerusalén Celestial, la cual está bajo el Nuevo Pacto establecido por Cristo, y está cubierta con la Sangre del Nuevo Pacto.
Y ahora, cada miembro de la Iglesia de Jesucristo pertenece al pueblo reconciliado con Dios, y por consiguiente como individuos estamos reconciliados con Dios.
Y ahora, reconciliados con Dios tenemos las bendiciones de Dios, y no estamos como enemigos de Dios, sino como hijos e hijas de Dios; y así este pueblo tiene a Dios en su medio, caminando en su medio de edad en edad.
Vean, en Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 14 en adelante, dice:
“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos (o sea, que los jóvenes no se casen con jovencitas inconversas, incrédulas; y las jovencitas creyentes no se casen con jóvenes inconversos, o sea, incrédulos; sino que se casen creyentes con creyentes); porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?
¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? (O sea, que el creyente no tiene parte con el incrédulo, ni siquiera en unirse en matrimonio)... ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?
¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo:
Habitaré y andaré entre ellos,
Y seré su Dios,
Y ellos serán mi pueblo.
Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor,
Y no toquéis lo inmundo;
Y yo os recibiré,
Y seré para vosotros por Padre,
Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.”
Ahora, vean ustedes cómo pertenecemos al pueblo reconciliado con Dios, y somos hijos e hijas de Dios, por lo cual no os unáis en yugos desiguales con los incrédulos. El que lo ha hecho, pues lleve su carga, pues él mismo decidió unirse, por lo tanto se tiene que atener a las consecuencias de un yugo desigual.
Ahora, nosotros estamos en yugo con Cristo. El dijo: “Tomad mi yugo porque mi carga es ligera.”
Ahora, estamos enyugados con Cristo en nuestra vida cristiana en el Programa de la reconciliación del pueblo celestial con Dios. Y como individuos cuando un creyente va o desea casarse, debe buscar una creyente, y la creyente debe buscar un creyente, para que haga un yugo parejo y caminen en ese yugo, sirviendo a Cristo todos los días de su vida. En otra forma está en desacuerdo con Cristo la persona, aunque sea un elegido de Dios, y tendrá luchas en su vida cristiana; pero no se va a perder, sino que su vida será más difícil.
Ahora, si está ya casado, pues no se va a divorciar, sino que tiene que seguir adelante si la otra persona quiere seguir adelante con el creyente o con la creyente, y si se divorcia por alguna causa, entonces Pablo dice que se quede sin casarse. Eso es lo que dice la Escritura, por lo tanto no le podemos ni añadir ni quitar a la Escritura.
Ahora, podemos ver la importancia de pertenecer al pueblo reconciliado con Dios. Ese es el pueblo que tiene las bendiciones del Cielo, las bendiciones de Dios, porque está reconciliado con Dios, y ése es el Israel Celestial, la Iglesia del Señor Jesucristo.
El Israel terrenal todavía no está reconciliado con Dios, y vean tantos problemas que tiene el pueblo hebreo, el Israel terrenal. Pero pronto va a ser reconciliado con Dios y va a tener un Reino Milenial de paz, de amor, de felicidad y de prosperidad, en donde Cristo, el Rey de Israel, gobernará sobre el pueblo hebreo, sobre el Trono de David, y sobre todas las naciones; y así entrará, el pueblo hebreo como el pueblo terrenal reconciliado con Dios, al Nuevo Pacto, y recibirá las bendiciones de Dios, ¿por qué? Porque estará reconciliado con Dios.
Pero mientras no esté reconciliado con Dios, no puede recibir las bendiciones de Dios; y así también es para todo ser humano: mientras la persona no esté reconciliada con Dios no puede recibir las bendiciones de Dios.
Pero la persona al recibir a Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, ser bautizado en Su Nombre en agua y recibir Su Espíritu Santo, ha quedado reconciliado con Dios, ha nacido de nuevo, ha nacido en el Reino de Dios, y está reconciliado con Dios y pertenece al pueblo reconciliado con Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, el Israel Celestial.
Por consiguiente, nuestra ciudadanía está ¿dónde? En los Cielos, pertenecemos al pueblo celestial reconciliado con Dios. Por lo tanto, todas las bendiciones de Dios le pertenecen a ustedes, ¿y a quién más? A mi también, ¿por qué? Porque somos un pueblo reconciliado con Dios.
Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes, dándoles testimonio de: “EL PUEBLO RECONCILIADO CON DIOS.” Es primero reconciliado el pueblo celestial, el Israel celestial, y después será reconciliado el Israel terrenal, y recibirá también las bendiciones de Dios.
“UN PUEBLO RECONCILIADO CON DIOS.”
Muchas gracias por vuestra amable atención, y que Dios les continúe bendiciendo a todos, y oren por mí para que Dios me use conforme a Su Programa, y siga Cristo trayendo a Su Iglesia, a Su Cuerpo Místico, más escogidos, personas escritas en el Cielo, para que sean reconciliadas con Dios y estén en el pueblo reconciliado con Dios, el Israel Celestial, la Iglesia del Señor Jesucristo.
Todavía nos queda trabajo en toda la América Latina y el Caribe y en muchas otras naciones, hasta que sea reconciliado con Dios hasta el último de los escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, que son los escogidos de Dios; y luego Cristo terminar Su Obra de Intercesión en el Cielo, y resucitar a los muertos en Cristo y a nosotros nos transformará en Su Obra de Reclamo, y obtendremos la inmortalidad física en el nuevo cuerpo que El nos dará. Esto será ¿por qué? Porque somos un pueblo reconciliado con Dios.
Vean las bendiciones que hay para ese pueblo reconciliado con Dios que tiene en este tiempo final la lluvia temprana y tardía cayendo sobre él, la lluvia temprana y tardía de la enseñanza de la Primera Venida de Cristo y de la Segunda Venida de Cristo cayendo sobre este pueblo reconciliado con Dios, al cual pertenecemos cada uno de nosotros.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde, y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo, nuestro Salvador.
Dejo nuevamente a Félix Caro con ustedes para continuar y finalizar en esta ocasión esta actividad, mientras cantamos el cántico que nos habla de Jesucristo, el Hombre que nos transformó.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos y derramando Sus bendiciones sobre cada uno de ustedes.
“UN PUEBLO RECONCILIADO CON DIOS.”