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| El Amado en el Cielo | 2001-07-19 | 2 | MX | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para saludarles y pedirle a Cristo Sus bendiciones sobre cada uno de ustedes.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Angel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y nos abra el corazón en esta noche, nos hable directamente a nuestra alma, nos abra las Escrituras y nos enseñe en esta noche Su Palabra. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Reciban saludos también de mi esposa Erica, y también de mi niña América, los niños, los Cachorritos, los Cachorritos del León de la tribu de Judá.
Para esta noche tenemos la lectura en Daniel, capítulo 10, verso 4 en adelante, donde dice:
“Y el día veinticuatro del mes primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel.
Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz.
Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud.
Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó de ellos un gran temor, y huyeron y se escondieron.
Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno.
Pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra.
Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.
Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.
Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.
Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.
He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días.
Mientras me decía estas palabras, estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido.
Pero he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza.
¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento.
Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció,
y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.
El me dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá.
Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “EL AMADO EN EL CIELO.”
Daniel, éste Profeta de Dios que pertenece a la tribu de Judá y era de la descendencia real, siendo un príncipe tenía una posición muy importante, y era también un hombre sabio y era un Profeta, y lo que conlleva que era un hombre con las dos conciencias juntas, por lo cual podía ver en otras dimensiones y podía oír la Voz de Dios y de Sus Angeles, aunque otras personas podían estar presentes y no ver nada ni escuchar nada, como sucedió en esta ocasión, donde dice en el capítulo 10, verso 7 que leímos, dice:
“Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo.”
¿Ven? Está Daniel viendo en otra dimensión allí personajes de otro mundo, de otra dimensión; pero los que estaban con él allí no vieron nada, ¿por qué? Porque este misterio de ver en otras dimensiones es como estar viviendo en esta Tierra y usted que tiene vista, decir: “Yo estoy viendo tal cosa.” Y que usted esté en medio de una multitud de personas ciegas, y ellos decir: “Pues yo no estoy viendo nada, no existe lo que tú dices, porque yo no veo nada.” Pero es que no tienen ojos para ver, pero usted tiene ojos para ver.
Y ahora, Daniel siendo un Profeta tenía las dos conciencias juntas, por lo tanto tenía ojos espirituales para ver en otra dimensión (en esa sexta dimensión); y los otros que estaban con él allí, no tenían las dos conciencias juntas, por lo tanto no tenían ojos espirituales para ver con el espíritu en otra dimensión.
Y ahora, podemos ver la diferencia que hay entre un Profeta y el resto de las personas: un Profeta viene con las dos conciencias juntas, el resto de las personas vienen con las dos conciencias separadas. Y ahora, Daniel vio y escuchó.
Y ahora, esta gran visión, vean ustedes, está siendo manifestada donde hay muchas personas, pero sólo Daniel las está viendo.
Ahora, las demás personas se asustaron, por lo que ellos sintieron allí o vieron quizás un resplandor fuerte y algún trueno, pero Daniel vio y escuchó.
Ahora, encontramos que Daniel cayó como dormido o como muerto, pero la mano de Aquél que tenía semejanza de hombre, le tocó y también le habló; y mientras escuchaba Daniel las palabras se fue recobrando luego, y Daniel, vean ustedes, nos dice:
“Pero oí el sonido de sus palabras...” Dice:
“Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno.
Pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra.
Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.
Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.”
Y ahora, vean ustedes, Daniel recobró las fuerzas mientras este varón que hablaba con él, el cual aquí fue el Arcángel Gabriel, porque Gabriel fue enviado de la presencia de Dios a Daniel, a causa de las oraciones de Daniel. Y el Arcángel dice: “Desde que tú pusiste tu corazón para entender, tu oración fue escuchada.” Dice:
“Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.”
En respuesta a la oración de Daniel, Dios le envió un Arcángel con la revelación divina, y vino para revelarle a Daniel lo que sería de su pueblo (el pueblo hebreo), las etapas por las cuales pasaría; y también para revelarle al Profeta Daniel un sinnúmero de cosas. Pero ahora le va a hablar a Daniel acerca de lo que está escrito en el Libro de la Verdad.
Y ahora, le muestra aquí, que Gabriel estuvo peleando contra el príncipe de Persia, y nadie le ayudó sino el Arcángel Miguel, que es el príncipe que está por los hijos de Israel, por los hijos del pueblo de Daniel.
Ahora, la nación hebrea tiene como príncipe de otra dimensión al Arcángel Miguel.
En el reino de los gentiles encontramos que cada una de esas etapas por las cuales pasa el reino de los gentiles, está dirigida por un príncipe de las tinieblas.
Y ahora, el Arcángel Gabriel pelea en contra del príncipe espiritual que dirige el reino allá de Persia, y luego entrará el príncipe de Grecia; esos príncipes espirituales se han manifestado por medio de esos reyes del reino de los gentiles.
Así que, el gobierno del reino de los gentiles se lleva a cabo desde otra dimensión: desde la quinta dimensión, la dimensión de las tinieblas. Por eso el trono del reino de los gentiles, de cada una de sus etapas, es el trono de Satanás, del diablo.
Ahora, en cada ocasión en que tiene que venir un cambio, se resiste el príncipe espiritual que está gobernando a través del príncipe humano, del rey; y los Arcángeles Gabriel y Miguel pelean, luchan, y entonces ocurre el cambio, ahí podemos ver la influencia que hay desde la dimensión de Dios, para que haya estos cambios de etapas del reino de los gentiles.
Para este tiempo final, también el Arcángel Gabriel y el Arcángel Miguel pelearán para el cambio que habrá del reino de los gentiles, el reino en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, donde el anticristo, el hombre de pecado, estará gobernando.
Y el diablo estará encarnado en el anticristo, el hombre de pecado, los Arcángeles Gabriel y Miguel pelearán para que ese reino termine y comience el glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo. Por eso encontramos en Apocalipsis, capítulo 11, verso 15 en adelante, lo siguiente:
“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.
Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,
diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.
Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.
Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo.”
Y ahora, podemos ver que el reino de los gentiles llega a su final en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, que es la etapa del reino del anticristo, del hombre de pecado; y ahí estarán los Arcángeles Miguel (conforme a Apocalipsis, capítulo 12), peleando, también el Arcángel Gabriel, para dar así lugar a que el reino del anticristo sea quitado, y por consiguiente el reino de los gentiles sea quitado y dé lugar al glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, podemos ver la intervención de los Arcángeles Gabriel y Miguel en estos cambios de imperios del reino de los gentiles, y también podemos ver cómo intervendrán en este tiempo final para el cambio del reino de los gentiles al Reino de Dios, al Reino de Cristo.
Ahora, este Profeta Daniel es muy amado en el Cielo, sigue siendo muy amado en el Cielo.
Daniel estaba bajo el pacto correspondiente al Antiguo Testamento, y él estaba cubierto con la sangre que de los sacrificios que se efectuaban en el Antiguo Testamento, y aunque estaba entre los gentiles, él era un creyente en Dios y tenía sus pecados cubiertos con la sangre de los animalitos, porque él creía y realizaba esos sacrificios por el pecado. Por lo tanto, era un hombre que no tenía a la vista de Dios pecados, porque estaban cubiertos con la sangre de esos sacrificios, y por consiguiente es muy amado en el Cielo.
Y toda persona que ha creído en Cristo como su Salvador, ha lavados sus pecados en la Sangre de Cristo, ha sido limpio de todo pecado, y es muy amado en el Cielo.
“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” [Nota - San Juan 3:16]
Y así el amor con que Dios nos ha amado nos ha provisto el Sacrificio por el pecado, para que sean quitados nuestros pecados y el Amor de Dios sea manifestado en nosotros.
Vean, cómo San Pablo en Efesios, capítulo 2, nos habla palabras hermosas y de un significado muy grande para nosotros, dice:
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),
y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,
para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;
no por obras, para que nadie se gloríe.
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” [Nota: Efesios 2:4-10]
Y ahora, podemos ver este gran misterio del Amor de Dios hacia nosotros, en que aun siendo pecadores El nos amó y envió a Cristo para quitar nuestros pecados. Aun siendo pecadores, vean ustedes, todo lo que Cristo hizo por todos nosotros.
Y ahora, veamos lo que dice en Romanos, capítulo 5, verso 5 en adelante, dice:
“Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.
Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”
Y ahora, Dios ha mostrado su Amor para con nosotros, que aun nosotros siendo pecadores, Dios envió a Cristo, Dios envió a Cristo para morir por todos nosotros, Cristo murió por nosotros por Amor.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” San Juan, capítulo 3, verso 16.
El que en El cree no es condenado, mas el que no cree ya ha sido condenado.
Ahora, vean cómo es mostrado el Amor de Dios a través de Cristo Jesús.
Cuando la persona rechaza a Cristo como su Salvador, ha rechazado el Amor de Dios. Cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador, ha recibido el Amor de Dios, y por consiguiente ha recibido la salvación, la Vida eterna, y será librado de la ira, del lago de fuego que vendrá sobre todos los pecadores.
Pero Cristo por cuanto nos limpió con Su Sangre, pues la segunda muerte (que es el lago de fuego) no tiene que manifestarse contra nosotros; pero el que no cree ya es condenado, y por consiguiente será juzgado en el juicio final, será condenado y echado al lago de fuego, que es la segunda muerte, y es la ira de Dios contra el ser humano, para quitarlo, extirparlo de la vida, y que sea como si nunca existió en la vida.
Ahora, podemos ver que Dios nos amó eternamente, y Su Amor lo expresó a través de Cristo, enviándolo para morir por cada uno de ustedes y por mí también, por cada persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida.
Por lo tanto, somos como Daniel: muy amados en el Cielo. Fuimos tipificados también en Juan el Apóstol, el cual tuvo la misma experiencia del Profeta Daniel.
En Apocalipsis, capítulo 1 encontramos a Juan el Apóstol teniendo la misma experiencia. Dice Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 en adelante:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.”
Encontramos que Daniel recibió la revelación de las cosas que sucederían con el pueblo hebreo, y aquí Juan recibe la revelación de las cosas que sucederán con la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Israel Celestial.
“Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,
y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.
Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego (vean, y el Personaje que vio Daniel tenía Sus ojos como llama de fuego también);
y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.
Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;
y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.
El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.”
Y ahora, así como le fue revelado al Profeta Daniel todas estas cosas que sucederían con el pueblo hebreo en los postreros días, ahora aquí a Juan el Apóstol le es revelado todas las cosas que sucederán con el Israel Celestial, la Iglesia del Señor Jesucristo, en los postreros días que comenzaron en el tiempo de Jesús y los Apóstoles; porque los postreros días delante de Dios para los seres humanos son los milenios postreros, que son quinto milenio, sexto milenio y Séptimo Milenio.
En los días de Jesús y Sus Apóstoles había comenzado ya el quinto milenio, por lo tanto, habían comenzado los Días Postreros. Por eso San Pablo en Hebreos, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice que aquellos eran los Días Postreros, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
Dios habló por medio de los Profetas, y luego dice Pablo: “En estos postreros días ha hablado por Su Hijo (o sea, por Jesús).” Señala que aquellos días en que Dios estaba en Cristo manifestándose y hablándole a las personas, eran los postreros días, porque ya era el quinto milenio de Adán hacia acá; y el quinto milenio es el primer milenio de los milenios postreros, que es el primero de los Días Postreros delante de Dios.
Así como los días postreros de la semana son jueves (que es el quinto día), viernes (que es el sexto día), y sábado (que es el séptimo día), para los seres humanos el Día Postrero es el Séptimo Milenio que está representado en el séptimo día de la semana (o sea, está representado en el sábado).
Y así como el sábado era día de reposo, de descanso, el Reino Milenial es un Reino de descanso para la Iglesia del Señor Jesucristo; ya no tendrá que estar luchando y trabajando como lucha y trabaja en la actualidad, pues ya estaremos con el cuerpo nuevo, y estaremos como Reyes y Sacerdotes reinando con Cristo.
Ahora, hemos visto que el Profeta Daniel siendo muy amado en el Cielo, tuvo la misma experiencia que más adelante tuvo Juan el Apóstol, el amado de nuestro amado Señor Jesucristo; y tanto en Daniel como en Juan el Apóstol estamos representados todos nosotros.
*Daniel estaba cubierto con la sangre del pacto del Antiguo Testamento, y Juan el Apóstol estaba cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Jesucristo; y nosotros estamos cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto: la Sangre de Cristo, y estamos dentro del Nuevo Pacto, y por consiguiente somos muy amados en el Cielo.
Y ahora, los dos amados de Dios: Juan y Daniel, tuvieron la misma experiencia. Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo que como Cuerpo Místico de creyentes, es la Iglesia amada de Jesucristo, estaría pasando por todas estas etapas que pasaron Daniel y Juan, y estarían viendo estas mismas cosas, y le estaría dando inteligencia, entendimiento, Dios a Su Iglesia.
Para el tiempo de Daniel Dios le envió al Arcángel Gabriel, para darle sabiduría y conocimiento a Daniel de todas estas cosas que iban a suceder. Y le fue dicho a Daniel en diferentes capítulos, que él era muy amado y le fue dicho por el Arcángel Gabriel que él le mostraría a él (a Daniel) lo que estaba escrito en el Libro de la Verdad.
Y ahora, a la Iglesia del Señor Jesucristo ha venido el Espíritu Santo de etapa en etapa, dándole a conocer por medio de cada Angel Mensajero las cosas que ella debe conocer en cada edad.
Y para este tiempo final viene el Espíritu Santo, como vino el Arcángel Gabriel a Daniel viene el Espíritu Santo a la Iglesia del Señor Jesucristo, para darle a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, dice Cristo con esa Voz de Trompeta:
“Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”
Así como le fue mostrado a Daniel las cosas que sucederían con el pueblo hebreo, el Israel terrenal; y también las cosas que sucederían con el reino de los gentiles.
Y ahora, en el libro del Apocalipsis encontramos que están las profecías de todas las cosas que han de suceder en los Días Postreros (o sea, en el quinto milenio, sexto milenio y Séptimo Milenio de Adán hacia acá); y para dar a conocer estas cosas que están aquí en símbolos, Dios le envió, Cristo le envió a Su Angel a Juan el amado.
Y para darle a conocer estas cosas a Su Iglesia en este tiempo final, vean ustedes, Cristo dijo con esa Voz de Trompeta:
“Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”
Y Apocalipsis 22, verso 6 dice la forma en que Cristo estará revelándonos todas estas cosas que deben suceder pronto, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”
Cristo envía Su Angel, Dios envía Su Angel a Su Iglesia, para dar a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
En el Angel del Señor Jesucristo viene el Sello del Dios Vivo (o sea, el Espíritu Santo), revelando a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto. No es una revelación personal del Angel de Jesucristo, sino que es la revelación de Jesucristo enviada por Cristo a través de Su Angel.
Como la envió a Juan, la envía a Su Iglesia, por el mismo Angel, el cual para el Día Postrero lo enviará a Su Iglesia en carne humana, y será el Angel Mensajero de la Iglesia de Jesucristo para el Día Postrero, dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. El viene ungido con el Espíritu Santo.
En Apocalipsis 22, verso 16, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Ese es el Enviado de Cristo. Cristo dijo en San Juan, capítulo 13, verso 21, de la siguiente manera, y leemos ese pasaje tan importante... capítulo 13, verso 20, dice:
“De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.”
Es que Cristo viene en Espíritu Santo en el que El envía, El viene en el Día Postrero velado y revelado en Su Angel Mensajero. Cristo viene en Espíritu Santo en Su Angel Mensajero, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, las revela a Su Angel, y Su Angel ungido con el Espíritu Santo las revela a la Iglesia del Señor Jesucristo; y esto es Cristo en Su Angel, revelándole a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto, eso es Cristo en Espíritu Santo hablando por medio de Su Angel todas estas cosas que deben suceder pronto.
Y ahora, esto es para la Iglesia amada del Señor Jesucristo en el Cielo, así como Daniel fue muy amado en el Cielo y sigue siendo muy amado en el Cielo, y Juan es el discípulo amado del Señor Jesucristo y sigue siendo el discípulo amado del Señor Jesucristo, la Iglesia del Señor Jesucristo es muy amada en el Cielo y sigue siendo muy amada en el Cielo, y seguirá siendo muy amada en el Cielo por Jesucristo, porque es Su Iglesia Novia. Por lo tanto es muy amada de Dios en el Cielo.
Y cada Angel Mensajero ha sido muy amado en el Cielo, y el Angel del Señor Jesucristo es muy amado en el Cielo, y seguirá siendo muy amado en el Cielo, y así también cada uno de ustedes es muy amado en el Cielo, y seguirán siendo muy amados en el Cielo.
“EL AMADO EN EL CIELO.”
Y ahora, así como Juan fue amado en el Cielo por Cristo, y cuando estuvo en la Tierra Cristo también lo amó, y Daniel fue muy amado en el Cielo.
Y ahora, ¿dónde están los que son amados en el Cielo? Pues aquí estamos en esta noche, dándole gracias a Dios por Su Amor manifestado a través de nuestro amado Señor Jesucristo.
Muy amados en el Cielo: Que las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y se complete pronto el número de los muy amados en el Cielo, en el Cuerpo Místico de Cristo, y Cristo se levante pronto del Trono del Padre, tome el Título de Propiedad, lo abra en el Cielo, y resucite los muertos en Cristo en Su Obra de Reclamo y nos transforme a nosotros los que vivimos, y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Muchas gracias por vuestra amable atención muy amados del Cielo.
Que todos continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo, nuestro Salvador, y será hasta otra próxima ocasión en donde nos veremos nuevamente, donde estaré nuevamente con ustedes, dándoles testimonio del Amor de Dios, el cual nos amó siendo aún nosotros pecadores, y envió a Jesucristo para morir por todos nosotros.
Dejo nuevamente con ustedes a nuestro amigo y hermano, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte en esta ocasión.
Y adelante perseverando en Jesucristo, nuestro Salvador, porque ustedes son muy amados en el Cielo.
No se aparten de ese Amor de Dios que tiene hacia ustedes y hacia mí también; y esto lo respondemos a Dios ¿con qué? Con Amor también, amándole a El todos los días de nuestra vida y siguiéndole todos los días de nuestra vida, y perseverando en El.
Bueno, ya por aquí tenemos a nuestro amigo y hermano Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte en esta ocasión.
Que Dios les bendiga, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones del que nos ha amado: de Jesucristo, nuestro Salvador.
“EL AMADO EN EL CIELO.”