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El que oye y entiende 2001-07-10 1 El Paso Texas US 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes aquí en el Paso, Texas de Norteamérica; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Para lo cual quiero leer en la parábola del sembrador, en el capítulo 13 de San Mateo, versos 9 en adelante, luego de Jesús dar esa parábola sin explicarla, dice:

El que tiene oídos para oír, oiga.

Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?

El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.

Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.

De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:

De oído oiréis, y no entenderéis;

Y viendo veréis, y no percibiréis.

Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,

Y con los oídos oyen pesadamente,

Y han cerrado sus ojos;

Para que no vean con los ojos,

Y oigan con los oídos,

Y con el corazón entiendan,

Y se conviertan,

Y yo los sane.

Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.

Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.

Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:

Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.

Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;

pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.

El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.

Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.”

Nuestro tema para esta ocasión es: “EL QUE OYE Y ENTIENDE.”

Porque todos queremos oír la Palabra del Reino y entenderla, porque para eso es que viene la Palabra del Reino a nosotros: para que la oigamos y la entendamos.

Nuestro tema es: “EL QUE OYE Y ENTIENDE.”

EL QUE OYE Y ENTIENDE.”

Cristo, nuestro Salvador, colocó en cuatro grupos a los que escucharían la predicación del Evangelio, escucharían la predicación del Reino.

• Colocó a un grupo de personas tipificados como el terreno junto al camino, que son los que escuchan la Palabra y no la entienden, y viene el malo y saca lo que fue sembrado en el corazón de esas personas.

• Luego, el segundo grupo son aquellos tipificados aquí en la Escritura en el terreno de pedregales, de piedras, los cuales al momento reciben la Palabra con gozo, pero no tienen raíz; y cuando le llega la etapa de prueba, le llega la etapa de aflicción o persecución por causa de haber recibido la Palabra...

En palabras más claras: en su casa, entre su familia, o entre el trabajo, le critican porque recibió el Evangelio, y le dicen: “¿Ahora te metiste a la religión?” Y se mofan de él algunos, o lo tratan mal luego de ahí en adelante en el trabajo o en la casa; porque si en la casa no son creyentes, no son cristianos, pues entonces lo van a criticar, se van a mofar de él. Y hasta si es un hombre, hasta su propia esposa va a mofarse de él, va a tratarlo mal, y así por el estilo; o si es la esposa la que recibe el Mensaje, el esposo puede tratarla mal o mofarse de ella, o sus hijos, o en el trabajo, o sus amistades.

Y entonces si esa persona es de las que está tipificada como terreno de pedregales, de piedra, no tiene raíz, por lo tanto, cuando le llegue ese momento de prueba, se apartan de Cristo, dicen: “Yo no sabía que me iba a venir así, las cosas me iban a venir así en mi hogar, y en el trabajo, y con las amistades.”

Ahora, esas personas pierden la bendición de Cristo, no producen fruto, más bien se apartan, son de corta duración, son de corta duración dentro del cristianismo, dentro del pueblo de Dios.

• Luego están los que están representados en otro grupo, en el grupo que recibe la Palabra cuando la escucha, el grupo llamado el grupo de espinos, donde hay espinos, un terreno de espinos, dice:

El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra.”

Por lo tanto, el afán de este siglo y los engaños de la riqueza son espinos en la vida cristiana de esa persona, y están con tantos afanes terrenales, en las cosas terrenales en sus negocios, en las riquezas terrenales, y dicen que no tienen ni tiempo para ir a escuchar la Palabra y para adorar a Cristo, y se hace la persona, aunque escuchó el Evangelio, se hace una persona que no produce el fruto de Cristo, de la Palabra que recibió. Por lo tanto, no lleva el fruto de creyente que tiene que llevar.

Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.”

Vean, la buena tierra es aquél que oye y entiende; de los anteriores en ningún momento se dijo que escucharon y entendieron, habían escuchado pero no dice en ningún momento Cristo que ellos entendieron.

• Pero ahora, la buena tierra son aquellos que oyen la Palabra y la entienden, y por consiguiente permanecen en el Reino de Cristo, permanecen en el Cuerpo Místico de Cristo, y llevan fruto en abundancia, unos a ciento por uno, otros a sesenta por uno, y otros a treinta por uno.

Ahora, podemos ver que para que la Palabra del Reino correspondiente para cada etapa del Cuerpo Místico de Cristo, pueda llevar a el fruto a ciento por uno, a sesenta por uno o a treinta por uno, tiene que ser sembrada la Palabra del Reino en buena tierra. Pero todos escuchan la Palabra; uno son tierra junto al camino (terreno junto al camino), otros son terreno de pedregales, y otros son terreno llenos de espinas, llenos de todos esos espinos que ahogan la Palabra; pero otro terreno es buena tierra.

Ahora, si podemos nosotros conocer cuál es la buena tierra, entonces aprovechamos sembrando en buena tierra y aprovechamos mejor el tiempo.

Ahora, toda persona tiene la oportunidad de escuchar la predicación de la Palabra, pero los que son buena tierra, son los que permanecen fieles a Cristo y llevan fruto en abundancia; y la voluntad del Padre es que llevemos mucho fruto, conforme a San Juan, capítulo 15, donde Cristo dice que El es la Vid verdadera, y el Padre (Su Padre) es el Labrador, y El dice: “Y vosotros sois los pámpanos.”

Esa palabra Pámpanos no sé si ustedes la entienden, pero pámpanos de una planta de uvas, son las ramas de esa planta de uvas, que surgen del tronco que crece y va echando ramas, diferentes ramas. O sea, la Vid es Cristo, los pámpanos son las ramas.

¿Dónde lleva la planta de uva el fruto, las uvas? En las ramas.

Así que, por eso Cristo dice que El es la Vid, nosotros los pámpanos, y el Padre (Su Padre) es el Labrador.

Vean, capítulo 15 de San Juan, verso 1 en adelante:

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.

Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.”

Cristo no quiere personas sin fruto en Su Reino.

Ahora, el que no lleva fruto será cortado, quitado, y echado al fuego: “Mas vosotros...” dice:

...y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.”

Vean, cuando una persona lleva fruto, Dios se alegra (Dios es el Labrador y Cristo es la Vid), se goza, y Cristo inyecta de Su vida más en esa rama para que lleve más fruto, y el Padre lo limpiará, quitará muchas cosas que le estorban para que pueda llevar más fruto.

Ahora, vean cómo Dios se agrada en que llevemos mucho fruto. Lo mismo que una persona que tiene una finca, y en su finca tiene una plantación de plantas de uva, entonces cuando a su plantación lleva mucho fruto, pues se goza; así también Dios.

Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.

Permaneced en mí, y yo en vosotros.

Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.

Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.

En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos.

Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.”

Ahora, vean cómo Cristo nos habla con palabras hermosas y verdaderas, y representa, se representa El en la Vid verdadera, representa a Dios en el Labrador, y representa a Su Iglesia en las ramas que producen el fruto, y nos representa a nosotros como individuos también en las ramas.

Y ahora, en la Iglesia del Señor Jesucristo como las ramas de la Vid, el fruto son los hijos e hijas de Dios de cada edad; en los escogidos como individuos, pues son el fruto de Cristo a través de ellos en la Obra de Cristo, tanto en su vida personal reproduciendo a Cristo en sus vidas, y siendo instrumentos de Cristo en sus vidas cristianas, para trabajar en la Obra de Cristo y Cristo obrar por medio de ellos.

Así como las ramas es la vid verdadera, la que inyecta en sus ramas la vida, es la Vida del Espíritu Santo a través de las ramas para producir el fruto; y es la Vida de la Vid, el Espíritu Santo, a través de los creyentes, para producir el fruto de Cristo en la vida de cada creyente como individuo.

Y ahora, en la parábola que estamos estudiando acerca del sembrador, en el cuarto grupo, que es el que oye la Palabra y la entiende, y lleva fruto a ciento por uno, a sesenta por uno y a *treinta por uno, podemos ver que la Palabra de Cristo es para entenderla.

Si la persona no entiende, ¿cómo va a producir fruto si no sabe lo que significa, lo que está hablado por Dios en Su Palabra?

Ahora, conociendo en la Voz de Cristo, entendiendo Su Palabra, entonces nosotros podemos llevar mucho fruto en el tiempo que nos toca vivir. Y el Cuerpo Místico de Cristo como Iglesia puede llevar mucho fruto, muchos hijos e hijas de Dios en la edad que le corresponde a través de las diferentes etapas de la Iglesia, así ha sido de etapa en etapa en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ahora, ¿cómo vamos a oír la Voz de Cristo? De etapa en etapa Cristo ha estado en Su Iglesia manifestado a través del Angel Mensajero correspondiente a cada edad, hablándole a Su pueblo, al Israel Celestial, que es Su Iglesia; así como estuvo en el Israel terrenal, el pueblo hebreo, hablándole al pueblo hebreo.

Y ahora, ¿cómo le hablaba al pueblo hebreo Dios? Por medio del Angel del Pacto, el Angel de Jehová, el cual le aparecía a los Profetas y le revelaba a los Profetas Su Palabra, y ungía a esos Profetas, y a través de esos Profetas se manifestaba y le hablaba al pueblo hebreo; y eso que era hablado, era la Palabra de Dios, la Palabra del Angel de Jehová; y el Angel de Jehová es Cristo en Su cuerpo angelical, Su cuerpo teofánico.

Y ahora, podemos ver que es por medio de Cristo, el Angel del Pacto, que Dios siempre ha hablado. Cuando habló al comienzo, vean ustedes, fue por medio de Cristo, para llevar a cabo la Creación: “En el principio creó Dios los Cielos y Tierra.” ¿Cómo lo hizo? Hablando por medio de Cristo, el Angel del Pacto.

Vamos a ver unas Escrituras con relación a la Creación, y así comprenderemos cómo fue que Dios llevó a cabo la Creación del Universo completo. En San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.”

El Verbo es el Angel del Pacto, el Angel de Jehová; y en el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, el cuerpo angelical de Dios, estaba Dios en toda Su plenitud. Por lo tanto, por medio de Su cuerpo teofánico estuvo hablando Dios, y llevando a cabo toda la Creación. Vamos a continuar:

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.”

¿Ven? Todas las cosas fueron hechas por el Verbo que era con Dios y era Dios, ¿por qué? Porque en el Verbo, que es el cuerpo angelical, cuerpo teofánico de Dios, estaba Dios en toda Su plenitud; ése es el Angel del Pacto, al Angel de Jehová, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, Su cuerpo teofánico, es el mismo que libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto.

Por eso Jesús podía decir en San Juan, capítulo 8, verso 56 en adelante:

Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”

¿Cómo era Jesús antes que Abraham fuese? Pues era el Angel del Pacto, el Angel de Jehová, el Verbo que era con Dios y era Dios, porque Dios estaba en El.

Ahora, vean ustedes que Cristo, nuestro Salvador, antes de tener Su cuerpo de carne existía. es el Angel del Pacto del Antiguo Testamento, el Angel de Jehová. Por eso es que Dios dice en Exodo, capítulo 23, versos 20 en adelante, hablando de Su Angel, que es Su cuerpo angelical, Su cuerpo teofánico, dice:

He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”

¿Dónde está el Nombre de Dios? En Su cuerpo angelical, que es el Angel de Jehová o Angel del Pacto; así como el nombre de cada persona lo tiene su cuerpo espiritual, y también su cuerpo de carne.

Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.

Porque mi Angel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir.”

Vean, el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, guió al pueblo hebreo, fue el mismo Dios en Su cuerpo angelical guiando al pueblo hebreo, fue Cristo, y en Cristo el Angel del Pacto, Dios, guiando al pueblo hebreo, el cual también los había libertado.

Y ahora, podemos ver que nuestro amado Señor Jesucristo es el Personaje más grande de toda la Biblia, porque es el mismo Dios que se ha manifestado en Su cuerpo angelical, en el Antiguo Testamento; y en el Nuevo Testamento se manifestó en Su cuerpo de carne, que El creó en el vientre de María y nació en Belén de Judea.

Por lo tanto, fue Dios el que murió en la Cruz del Calvario, pero sin embargo Dios no murió. ¿Y cómo fue que Dios murió y sin embargo no murió? Porque lo que murió fue el cuerpo de carne de Dios llamado Jesús, y fue resucitado al tercer día, y fue glorificado, resucitó glorificado y ascendió al Cielo y se sentó en el Trono de Dios; la primera ocasión en que se sienta un hombre en el Trono de Dios en el Cielo, con un cuerpo pero glorificado.

Y ahora, podemos ver que Jesucristo es el Personaje más grande de todos los tiempos, es nada menos que el Verbo que era con Dios y era Dios, y se hizo carne y habitó en medio de la raza humana, para poder llevar a cabo la Obra de Redención del ser humano.

Y ahora, podemos ver porqué Jesús decía: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.”Y también decía: “El Padre y Yo una cosa somos.”

Y ahora, podemos ver que nuestro amado Señor Jesucristo es el Personaje más grande de la historia bíblica, porque es Dios hecho hombre, hecho carne; así como usted y yo estamos hechos carne, ¿por qué? Porque estamos viviendo en un cuerpo de carne.

Y Dios estuvo viviendo en toda Su plenitud en un cuerpo de carne llamado Jesús, era Dios caminando en medio del pueblo hebreo, era Emanuel —que traducido es Dios con nosotros.— Isaías, capítulo 7, verso 14, ése fue el niño, el hijo de la virgen que nació y le fue puesto por nombre, por Dios en el Antiguo Testamento le fue dicho que sería su nombre: Emanuel —que traducido es Dios con nosotros.—

Y luego el Arcángel Gabriel le dijo a la virgen María que le pusiera por nombre Jesús, porque Jesús significa Salvador o Redentor, y eso es Dios con nosotros para llevar a cabo la Obra de Salvación, de Redención.

Y ahora, continuemos aquí leyendo, donde dice:

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan (o sea, Juan el Bautista).

Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.

No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.

Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo (¿y cómo venía a este mundo? Venía en carne humana, porque se hizo carne).

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.”

Vean, ¿por quién fue hecho el mundo? Por el Verbo que era con Dios y era Dios, el cual se hizo carne y lo conocimos por el nombre de Jesús. Continuamos leyendo, dice:

A lo suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron (ellos lo rechazaron).

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios (esto es por medio del nuevo nacimiento).

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”

Y aquí nos muestra que el Verbo que era con Dios y era Dios, se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo, era nada menos que el Verbo que era con Dios y era Dios, que creó el Cielo y la Tierra, que creó todas las cosas, ahora hecho hombre en medio de la raza humana, en medio del pueblo hebreo.

Por eso encontramos a San Pablo hablándonos en Hebreos, capítulo 1, acerca... hablándonos de Cristo, y nos dice... vamos a ver, capítulo 1, verso 1 al 3, dice:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

¿Ven? ¿Por quién fue que hizo el Universo? Por medio de Su Hijo, Jesucristo, por medio de Cristo en Su cuerpo teofánico; por medio del Angel de Jehová, el Angel del Pacto, que es el cuerpo teofánico de Dios, el cual es Cristo en Su cuerpo teofánico, Dios creó el Universo completo:

el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas por la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”

Y ahora, habiendo Cristo llevado a cabo la purificación de nuestros pecados por medio de Sí mismo, o sea, por medio de Su propio cuerpo que fue sacrificado en la Cruz del Calvario, luego que fue sacrificado, murió, fue sepultado, resucitó al tercer día glorificado, y se sentó en el Trono de Dios en el Cielo.

Y ahora, podemos ver quién es nuestro amado Señor Jesucristo: es el mismo Dios que vino en forma de hombre en un cuerpo de carne, para llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y así realizar todo el Programa de Redención, para reconciliarnos con Dios y restaurarnos a la Vida eterna; pues nuestros nombres están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, por lo cual no podemos perdernos.

Y por consiguiente El tenía que venir a la Tierra para salvar lo que se había perdido, lo que había sido sacado de eternidad, a causa de la caída del ser humano en el Huerto del Edén, para restaurarlo a eternidad con Dios, y reconciliar a todos los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, reconciliarnos con Dios.

En la reconciliación obtenemos la Adopción Espiritual al recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en Su Nombre en Agua, y recibir Su Espíritu Santo, recibimos el nuevo nacimiento, y recibimos un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión, y quedamos en el Reino de Cristo, que es Su Iglesia con Vida eterna, y quedamos con un cuerpo teofánico angelical eterno también, un cuerpo angelical, como el cuerpo angelical de nuestro amado Señor Jesucristo.

Por eso le dijo Cristo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, que era necesario nacer de nuevo, nacer del Agua y del Espíritu: porque el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.

Y ahora, vean cómo Cristo nos coloca en el Reino de Dios, que es Su Iglesia, Su Reino.

En Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante, dice San Pablo:

Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;

el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,

en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”

Y ahora, así como Cristo, el Angel del Pacto, libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, ahora Cristo ha estado libertando al Israel Celestial, del reino de las tinieblas, del reino del diablo, y del faraón del reino de las tinieblas, que es el diablo, nos ha estado libertando de etapa en etapa, a todos los que están inscritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y los ha estado colocando ¿dónde? En Su Reino, el Reino de Cristo. Nos ha libertado, nos ha sacado del reino de las tinieblas, y nos ha colocado en el Reino de Luz, que es el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

En la liberación del pueblo hebreo fue tipificada la liberación del Israel Celestial, fue tipificada la liberación que Cristo realizaría con Su Sacrificio en la Cruz del Calvario.

Vean, para la liberación del pueblo hebreo en la víspera de la pascua, se sacrificó un cordero pascual, su sangre fue colocada en el dintel de los hogares hebreos, para librar de la muerte a los primogénitos que estaban en esos hogares; durante la noche se comieron el cordero pascual y en la mañana fueron libertados.

Y ahora, podemos ver que ese cordero pascual representa a Cristo. San Pablo dice que Cristo es nuestra pascua, el cual ya fue sacrificado; nuestra pascua ya fue sacrificada, el cual es Cristo siendo sacrificado en la Cruz del Calvario, para la preservación de la Vida eterna de todos los Primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Y ahora, dónde tienen que estar colocados los Primogénitos de Dios para evitar la muerte, así como para evitar la muerte de los primogénitos hebreos que estaban en Egipto, tenían que estar en los hogares donde estaba aplicada la sangre del cordero.

Y ahora, ¿cuál es la casa donde tienen que estar los Primogénitos de Dios? ¿Cuál es la casa donde está la Sangre del Cordero de Dios aplicada? Es la Iglesia del Señor Jesucristo. Es ahí donde tienen que estar todos los Primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

Por eso son llamados y juntados ¿dónde? En la Casa de Dios, para que ahí estén comiendo la Carne del Hijo del Hombre, comiendo la Carne del Cordero pascual. Cristo dijo: “El que no coma mi Carne y beba mi Sangre, no tiene Vida permaneciente en sí.”

Y ahora, podemos ver dónde son colocados los escogidos de Dios, los Primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Por eso son llamados de etapa en etapa, de edad en edad, a través de la predicación del Evangelio; y cuando escuchan la predicación del Evangelio, ese Mensaje es colocado en el corazón, en el alma, de las personas por el Espíritu Santo.

Es el Espíritu Santo el que lleva al alma de la persona esa Palabra, que es predicada en el tiempo en que las personas están viviendo; y siente la persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, siente el llamado de Dios, y Dios le abre el entendimiento de su alma y de su mente, y entonces comprende que necesita a Cristo, que Cristo lo está llamando, y entonces viene compungido de corazón a Cristo, y es bautizado en el Nombre del Señor Jesucristo al arrepentirse de sus pecados, y es lleno del Espíritu Santo, y es colocado así en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Casa de Dios.

Ese es el lugar donde está la Voz de Cristo de etapa en etapa, y donde El llama y junta a Sus hijos, Sus ovejas, Sus escogidos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo. Esos son los Primogénitos de Dios escritos en el Cielo, esos son los primeros en los cuales Dios pensó, estaban en Dios y Dios pensó manifestarlos en la forma de personas en cuerpos físicos.

Y ahora, a causa de que la raza humana cayó en el Huerto del Edén hemos tenido que venir en estos cuerpos físicos, mortales, corruptibles y temporales, para hacer contacto con Cristo y Su Programa, y ser restaurados a la Vida eterna, obtener el perdón de nuestros pecados y ser restaurados a la Vida eterna, para luego a medida que vayan siendo colocados en el Cuerpo Místico de Cristo los escogidos, se vaya completando el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, los hijos e hijas de Dios, los Primogénitos de Dios en la Casa de Dios, que es la Casa de los Primogénitos de Dios.

Y cuando se complete el número de los escogidos en la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, ya estarán todos con Sus cuerpos teofánicos angelicales; porque cuando recibimos el Espíritu de Cristo, recibimos un cuerpo nuevo, teofánico, espiritual, un cuerpo angelical, somos colocados en la Iglesia de Cristo como nuevas criaturas, obtenemos así el nuevo nacimiento, y luego perseveramos sirviendo a Cristo hasta que El termine de completar Su Iglesia.

Y cuando termine de completar Su Iglesia entonces se levantará del Trono del Padre, donde El está haciendo Intercesión por cada persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, entonces se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos, lo abrirá en el Cielo, y reclamará a todos los que El ha redimido con Su Sangre, los resucitará a los muertos en Cristo de las edades pasadas, y algunos de los nuestros que han partido, y a nosotros nos transformará; y así todos tendremos un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, con Vida eterna, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, será un cuerpo jovencito que representará de 18 a 21 años de edad.

Y esa es la clase de cuerpo que todo ser humano quisiera tener: un cuerpo que no se le ponga viejo, un cuerpo que no se arrugue, un cuerpo que no eche canas, un cuerpo que no muera, ése es el cuerpo que Cristo ha prometido para los que escuchan Su Voz y la entienden, y llevan fruto a ciento por uno, a sesenta por uno, o a treinta por uno.

Tenemos que llevar fruto, porque eso es lo que hace la buena tierra: sin que nadie lo obligue a llevar fruto llevan fruto, porque son buena tierra, y la Palabra ha sido sembrada en ellos.

Y ahora, para la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes hemos visto que ha pasado por diferentes etapas, y en cada una de esas etapas encontramos la buena tierra como creyentes, que son los escogidos de Dios de cada edad, que han escuchado la Voz de Cristo a través del Mensajero que Cristo envió, y han recibido ese Mensaje, y han llevado fruto porque han entendido el Mensaje.

También tenemos la buena tierra como territorio, fue el territorio donde se ha cumplido cada edad, el territorio que ha sido buena tierra, para ser colocados ahí los escogidos de Dios, los escogidos simiente de Dios, y donde se ha llevado el Mensaje correspondiente a cada edad.

Por eso cuando San Pablo quiso ir a cierto lugar por allá por Bitinia, el Espíritu Santo dice San Pablo que se lo impidió, ¿por qué? Porque los escogidos de Dios estaban en Asia Menor, en el territorio donde el Espíritu Santo le dijo a San Pablo que fuera, y le mostró a un varón macedonio que le decía en la visión: “Pasa a Macedonia y ayúdanos.” ¿Por qué? Porque allá estaban los escogidos de Dios en Asia Menor.

Y San Pablo quería irse rumbo al Este, cuando en la trayectoria del Programa de Dios y el llamado de Cristo de los escogidos, de la buena tierra, la trayectoria era del Este hacia el Oeste; por lo tanto tenía que ser de la tierra de Israel a Asia Menor, de Asia Menor a Europa, y de Europa a Norteamérica, y de Norteamérica a la América Latina y el Caribe.

Ahora, vean ustedes, cada edad ha tenido un territorio donde se ha cumplido cada edad, y ha tenido un pueblo en ese territorio; el pueblo de ese territorio es el que tiene la bendición, y personas de ese territorio pueden haberse ido a otros territorios; pero si son escogidos, hasta allá les llega el Mensaje.

Ahora, en la trayectoria de Cristo buscando Sus escogidos, hablando Su Mensaje de edad en edad por medio del Mensajero de cada edad, la Voz de Cristo ha sido escuchada por medio del Mensajero de cada edad, al cual ha venido la revelación de Dios para cada tiempo, y los escogidos de Dios han escuchado la Voz de Cristo a través del Mensajero de cada edad, han sido llamados, han sido recogidos, y colocados por consiguiente en el Cuerpo Místico de Cristo, en la edad que les ha tocado vivir.

Comenzó en la tierra de Israel en el tiempo de Jesús y los Apóstoles, pasó a Asia Menor a través del Apóstol San Pablo, luego pasó a Europa, a Francia y otros territorios a través de diferentes Mensajeros, que Cristo envió y usó en su recorrido de Este a Oeste, usó Sus Mensajeros; como San Pablo para la primera edad, Ireneo para la segunda edad; la primera edad se cumplió en Asia Menor, la segunda edad se cumplió en Francia.

La tercera edad para la cual envió a Martín, se cumplió en Francia y en Hungría, la cuarta edad para la cual envió a Colombo se cumplió en Irlanda y Escocia, la quinta edad para la cual envió al Rvdo. Martín Lutero se cumplió en Alemania, la sexta edad para la cual envió a Jhon Wesley se cumplió en Inglaterra, y la séptima edad para la cual envió al Rvdo. William Branham se cumplió en Norteamérica. En Norteamérica se cumplió la séptima edad de la Iglesia.

Vean cómo la Obra de Cristo en Su llamado de los escogidos que son la buena tierra, ha sido desde la tierra de Israel, Asia Menor, Europa, Norteamérica.

Y ahora, ¿dónde es el llamado final de Cristo para llamar y juntar Sus escogidos en Su Cuerpo Místico de creyentes? En el Oeste todavía, en el continente americano, en la parte de la América Latina y el Caribe, con latinoamericanos y caribeños.

Vean cómo el mismo Cristo por medio de cada Angel Mensajero ha estado hablando el idioma del pueblo en cada edad.

Y ahora, le ha tocado a los escogidos latinoamericanos y caribeños; y si alguno se ha movido de la América Latina y el Caribe a otros continentes, hasta allá les llega el Mensaje, ¿por qué? Porque si es un escogido, es un escogido donde quiera que esté; y ninguno de los escogidos se perderá. Por eso el Mensaje ha llegado también hasta ustedes, aunque están acá en Norteamérica. Pero no hay ningún problema, lo importante es que sean escogidos de Dios, que sean buena tierra.

¿Y cómo sabemos, cómo conocemos la buena tierra? Pues la buena tierra son aquellos que oyen la Palabra del Reino para su edad, y la entienden y llevan fruto. Por lo tanto, toda persona que ha recibo el Mensaje de Cristo en la edad que le ha tocado vivir por medio del Mensajero de su edad, es buena tierra, y ha entendido y ha llevado fruto, es buena tierra, como individuo es buena tierra para esa edad.

Y el territorio donde ha venido el Mensaje para cada edad, ha sido la buena tierra para esa edad; pero luego cuando termina esa edad ya no es buena tierra, sino que Dios busca otra buena tierra para otra nueva edad.

Y ahora, el Programa de Cristo llamando y juntando a Sus escogidos, llamando y juntando la buena tierra, colocando Su Palabra, colocando la Palabra del Reino, la buena tierra como individuos son latinoamericanos y caribeños.

Y es la América Latina y el Caribe que tiene la bienaventuranza de tener Sus hijos latinoamericanos y caribeños como buena tierra, para que la Palabra de Cristo correspondiente a nuestro tiempo sea sembrada en ellos, y produzca a ciento por uno, a sesenta por uno o a treinta por uno.

Y ahora, vean ustedes, tenemos que estar agradecidos a Cristo de ser latinoamericanos y caribeños. Pero también no somos egoístas, le dejamos espacio para que otros de otras naciones y continentes escuchen la Voz de Cristo y entren también si pueden creer, y entrar al Cuerpo Místico de Cristo. Pero si no entran, pues se llenará de latinoamericanos y caribeños, no importa dónde se encuentren, aunque la mayoría se encontrará en la América Latina y en el Caribe; pero habrá un grupo en Norteamérica también, y habrán en otras naciones también.

Ahora, podemos ver este misterio de la buena tierra, que son los escogidos de Dios, Primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, estos son los que oyen y entienden.

Y para oír, pues Cristo tiene que hablar, y para entender Cristo nos tiene que abrir el entendimiento en el alma, para entender acá, en el alma; y para eso El tiene que hablarnos, darnos Su revelación correspondiente a nuestro tiempo.

Tiene que Cristo hablar y llamar a Sus escogidos en cada edad, por consiguiente en este tiempo también El tiene que hacerlo, tiene que enviar un Mensajero para los latinoamericanos y caribeños, correspondiente a la Edad de la Piedra Angular; porque es con latinoamericanos y caribeños que Cristo está formando, creando, la Edad de la Piedra Angular, que es el Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Jesucristo, nuestro Salvador.

Y ahora, El Angel Mensajero para este tiempo final es el Mensajero más identificado en la Biblia, tanto en las parábolas de Jesús como también en el libro del Apocalipsis. En las parábolas de Jesús está identificado como los Angeles del Hijo del Hombre, que son enviados en el tiempo de la siega (o sea, de la cosecha), para llevar a cabo la cosecha de San Mateo, capítulo 13, versos 30 al 43.

Y también están representados esos ministerios en los Angeles del Hijo del Hombre, que son enviados para llevar a cabo la pesca milagrosa, sacar la red y recoger lo bueno en cestas y lo malo echarlo fuera, conforme a San Mateo, capítulo 13, versos 47 al 50. Cristo dice: “Así será en el fin del siglo, enviará el Hijo del Hombre a Sus Angeles.” O sea, que eso es lo que está prometido.

Ahora, estos ministerios, que son los ministerios de Moisés y Elías, los ministerios de los Angeles del Hijo del Hombre, son los ministerios de los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías. Estos ministerios estarán manifestados en carne humana en un Mensajero que Cristo enviará.

Ahora, éste será un Mensajero del tiempo en el cual nosotros vivimos.

El ministerio de Elías fue manifestado en Elías Tisbita por el Espíritu Santo, fue manifestado en Eliseo por el Espíritu Santo, fue manifestado en Juan el Bautista por el Espíritu Santo; por eso Jesús hablando de Juan el Bautista, dijo: “El es aquel Elías que había de venir.” En San Mateo Cristo identificó a Juan como el Elías que tenía que venir en aquel tiempo.

Ahora vean, en San Mateo, capítulo 11 dice Cristo (dice capítulo 11, verso 11):

De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.”

¿Cómo va a ser una persona que no sea un Profeta, mayor que Juan el Bautista (el más pequeño del Reino de los Cielos, el más pequeño de la Iglesia del Señor Jesucristo)? Es a causa de que Juan el Bautista aunque es un Profeta tan grande como Cristo lo señala aquí, pertenece al pueblo de los siervos, al pueblo hebreo; pero el más pequeño del Reino de los Cielos pertenece a la Iglesia del Señor Jesucristo, y la Iglesia del Señor Jesucristo está compuesta por los hijos e hijas de Dios.

¿Y quién es más grande: un siervo o un hijo o una hija de Dios? Un hijo o hija de Dios es más grande que cualquier siervo; por lo tanto el más pequeño es más grande que Juan el Bautista.

Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.

Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan.

Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir.”

Y se llamaba Juan. ¿Y cómo la gente pueden comprender este misterio de que la profecía bíblica decía que vendría Elías, y ahora cuando se cumple esa profecía bíblica de la venida de Elías, el que viene es Juan el Bautista? Viene Juan el Bautista, pero el ministerio que estaba en Juan el Bautista era el ministerio de Elías, operado por el Espíritu Santo. ¿Ven lo sencillo que es?

Cuando Dios promete enviar un Profeta que ya envió en el pasado, lo que El envía es el ministerio de ese Profeta en otro Profeta, viene otro hombre; como vino aquél, viene otro hombre con el Espíritu Santo, en el cual el Espíritu Santo opera aquel ministerio que había operado en aquel otro Profeta.

Luego para la séptima edad de la Iglesia tenemos la promesa de un Profeta Mensajero que restauraría la fe de los hijos a los padres apostólicos.

Y ahora, cuando se cumplió esa promesa fue la Venida del Espíritu Santo operando el ministerio de Elías por cuarta ocasión en el Rvdo. William Branham, y ése el es precursor de la Segunda Venida de Cristo, como Juan el Bautista fue el precursor de la Primera Venida de Cristo.

También tenemos la promesa de que Elías estará por quinta ocasión ministrando en la Tierra; eso será el espíritu ministerial de Elías en otro hombre, el Espíritu Santo obrando a través de otro hombre, y operando el ministerio de Elías nuevamente, por quinta ocasión.

Y solamente hay una persona prometida en la Escritura en el cual puede cumplirse esa promesa. También el ministerio de Moisés está prometido para ser manifestado en este tiempo final.

Cuando Cristo dice: “Y enviará Sus Angeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a Sus escogidos,” esos Angeles son Moisés y Elías, son los ministerios de Moisés y Elías, de los Dos Olivos, repitiéndose en este tiempo final.

Por lo tanto, tiene que haber un hombre en la Tierra, a través del cual se manifiesten esos ministerios, el Espíritu Santo pueda manifestar esos ministerios. También Cristo dijo en San Mateo, capítulo 16, verso 26 al 28:

Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”

Si una persona se convierte en un multimillonario en la Tierra pero pierde su alma, de nada le sirvió vivir en la Tierra, de nada le sirvió ser una persona. Porque lo más importante de la persona es su alma; y si pierde su alma, si su alma se pierde, dejará de existir, como si nunca en la vida hubiese existido, será echada en el lago de fuego, su alma, su espíritu y su cuerpo, viene a ser parte de los que pertenecieron o al grupo de los de junto al camino, o al grupo representado en pedregales, o al grupo representado entre espinos.

Y principalmente el grupo representado en terreno lleno de espinos, es el grupo que a causa de las riquezas y de los afanes de la vida, no producen el fruto del Reino.

Ahora, continuamos leyendo:

¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”

Pues no hay recompensa que pueda dar, porque la salvación nadie la puede comprar con dinero, ya Cristo compró la salvación con Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, fue a precio del Sacrificio de Cristo, que El compró nuestra salvación.

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obra (Sus Angeles son Moisés y Elías).”

Y ahora, la Venida del Hijo del Hombre con Sus Angeles es la promesa para la Iglesia del Señor Jesucristo, para este tiempo final.

Y ahora, en el Monte de la Transfiguración en el capítulo 17 de San Mateo, Cristo llevó a Pedro, a Jacobo y Juan, y les mostró la Venida del Reino, les mostró al Hijo del Hombre viniendo en la Gloria de Su Padre con Sus Angeles: Moisés y Elías.

Ese es el orden para la Venida del Hijo del Hombre para este tiempo final, con Sus Angeles, que son Moisés y Elías, como fueron mostrados allí; y en Moisés y Elías están representados los muertos en Cristo representados en Moisés; y los que serán transformados en este tiempo final, están representados en Elías, que fue arrebatado al Cielo sin ver muerte.

Y los santos creyentes que están vivos en este tiempo y permanezcan vivos hasta que se complete el Cuerpo Místico de Cristo, y Cristo resucite los muertos creyentes en El, entonces sin ver muerte seremos transformados y todos seremos llevados con Cristo al Cielo, a la Cena de las Bodas del Cordero, a la Casa de nuestro Padre Celestial.

Ahora, para este tiempo final, así como Cristo habló por medio de cada Mensajero en las edades pasadas, tiene que tener un Mensajero en quien coloque esos ministerios y a través del cual hable Su Palabra, Su Palabra de Gran Voz de Trompeta, y llame y junte a Sus escogidos en el Cuerpo Místico de Cristo, y después llamará a los escogidos del pueblo hebreo, que son ciento cuarenta y cuatro mil hebreos (doce mil de cada tribu), conforme a Apocalipsis, capítulo 7, verso 2 en adelante, y Apocalipsis, capítulo 14, verso 1 en adelante.

Pero primero tienen que ser llamados los escogidos de entre los gentiles, y ser colocados en el Cuerpo Místico de Cristo, porque esos son los Primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

Y este llamado para los escogidos del Día Postrero surge en la buena tierra como territorio, que es el continente americano en la parte latinoamericano y caribeño. Esa parte de la América Latina y el Caribe es la buena tierra como territorio, donde surge el llamado de Cristo, para que escuchemos Su Voz y entendamos Su Voz, Su Mensaje, y llevemos mucho fruto, a ciento por uno, a sesenta por uno y a treinta por uno.

Y Su Voz se extiende por todo el continente americano, pasa de la América Latina y el Caribe a Norteamérica y a otras naciones también, para llegar hasta el alma de todos los que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Por eso el Mensaje ha llegado a ustedes también: porque tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

Un escogido no se puede perder, Cristo dijo que Sus ovejas nadie las podía arrebatar de Su mano, dice: “El Padre que me las dio mayor que todos es; y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.”

Por lo tanto, todo escogido está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, es un Primogénito de Dios, y por consiguiente estaba en Dios desde antes de la fundación del mundo.

Así que, nosotros no recordamos nada de eso, pero a Dios no se le olvida nada. Por lo tanto Dios no se ha olvidado de ustedes, ni se ha olvidado de mí, El nos conoció desde antes de la fundación del mundo, y nos colocó en Su Programa de Redención, para escuchar Su Voz y entender Su Voz, Su Palabra, y llevar fruto a ciento por uno, otros a sesenta por uno, y otros a treinta por uno.

Nosotros estamos viviendo en el tiempo en que todos podemos llevar fruto a ciento por uno, porque es la Edad de Oro de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, ¿cómo estarán escuchando los escogidos de Dios la Voz de Cristo, y entendiéndola? Apocalipsis, capítulo 22, verso *16, dice:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”

Es por medio del enviado de Jesucristo, así como fue en cada edad por medio del enviado de Cristo en cada edad, el Mensajero de cada edad, así también para nuestro tiempo: por medio este Angel Mensajero de Jesucristo es que Cristo estará hablándole a Sus escogidos, estará llamándolos y juntándolos en Su Cuerpo Místico de creyentes, en Su Iglesia, y está llenándonos del conocimiento de todas estas cosas que deben suceder en este tiempo final, y estará así llenándonos de entendimiento para poder entender.

Y ahora, hemos visto quién es el enviado de nuestro amado Señor Jesucristo para este tiempo final.

El Rvdo. William Branham hablando de este Angel dijo: “Este Angel es un Espíritu de Profeta, el cual le dio a Juan la revelación del Apocalipsis.”

Y si es un Espíritu de Profeta tiene que aparecer en la Tierra en carne humana, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y después en medio del pueblo hebreo.

En Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, dice Cristo con esa Voz de Trompeta, dice:

Y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”

Y ahora, ¿dónde vamos a subir para escuchar estas cosas que deben suceder después de las que ya han sucedido en edades pasadas? Vamos a subir a la Edad de la Piedra Angular; así como hubo que subir a cada edad cuando Cristo estuvo manifestado por medio del Mensajero de cada edad, hubo que subir a la edad donde estaba Cristo manifestado en el Mensajero.

Y ahora, es en la Edad de la Piedra Angular donde Cristo envía Su Angel, para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto. Por lo tanto, es a la Edad de la Piedra Angular donde hay que subir para escuchar la Voz de Cristo, y entender, y llevar fruto a ciento por uno, otros a sesenta por uno, y otros a treinta por uno.

En Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, nos dice por medio de quién El nos estará dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Dice:

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”

Hemos visto quién es el enviado de Cristo para mostrar a Sus siervos las cosas que han de suceder pronto: es el Angel del Señor Jesucristo. Ese Espíritu de Profeta tiene que venir en carne humana en el Día Postrero en medio de la Iglesia de Jesucristo, y por medio de ese Profeta Cristo en Espíritu Santo estará hablándonos Su Palabra, y estará llamando y juntando Sus escogidos, y llenándonos del conocimiento de Su Palabra, para que llevemos mucho fruto a ciento por uno, a sesenta por uno, o a treinta por uno.

Todos queremos llevar fruto a ciento por uno, y podemos llevar fruto a ciento por uno, porque estamos en la Edad más gloriosa de todas las edades.

Hemos visto: el misterio del que oye y entiende, el que oye y entiende la Palabra. Ese es el misterio de la buena tierra. Por lo tanto, nosotros como individuos somos la buena tierra al escuchar la Voz de Cristo en este tiempo final, y entender Su Voz, Su Mensaje, en este tiempo final, y por consiguiente, llevamos el fruto correspondiente a este tiempo final.

Nosotros como individuos, y también la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes, teniendo a los escogidos del Día Postrero, lleva el fruto del Día Postrero, lleva a los escogidos del Día Postrero, a la Iglesia del Señor Jesucristo, y las obras de Cristo prometidas para el Día Postrero son halladas en Su Iglesia en esta etapa final: la etapa de la Edad de la Piedra Angular, son halladas las obras de Cristo en la buena tierra como Iglesia y como edad, y en la buena tierra como individuos.

Por lo tanto, las obras de Cristo prometidas para este tiempo final están en ustedes, en mí, en la Iglesia del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular, y por consiguiente en la América Latina y el Caribe, y aquí también en Norteamérica y otros países, en y con los escogidos del Día Postrero.

Hemos visto: “EL MISTERIO DEL QUE OYE Y ENTIENDE LA PALABRA DEL REINO.”

Y al escuchar en esta noche este misterio, hemos entendido que somos los escogidos del Día Postrero, representados en la buena tierra, que estamos escuchando la Voz de Cristo y entendiendo Su Voz, Su Mensaje correspondiente a este tiempo final.

Por lo tanto, como buena tierra, adelante escuchando Su Voz, y entendiendo Su Voz, Su Palabra, Su Mensaje correspondiente a este tiempo final, y llevando mucho fruto.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Angel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y Cristo a través de ustedes produzca muchos frutos en sus vidas y en nuestra edad como Edad del Cuerpo Místico de Cristo; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo, y pronto Cristo se levante del Trono del Padre, tome el Título de Propiedad, lo abra en el Cielo, y reclame todos los que El ha redimido con Su Sangre Preciosa, y resucite a los muertos creyentes en El en cuerpos glorificados, y nos transforme a nosotros los que vivimos, y todos con cuerpos glorificados seamos llevados por Cristo y con Cristo, a la Cena de las Bodas del Cordero, a la Casa de nuestro Padre Celestial, a la séptima dimensión. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio del que oye y entiende la Palabra del Reino, la Palabra de Cristo.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Y será hasta una próxima ocasión en que nos volveremos a ver, ya sea en estos cuerpos mortales o en el nuevo cuerpo.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos.

Dejo nuevamente con ustedes al misionero, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte en esta ocasión.

EL QUE OYE Y ENTIENDE.”