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El Rebaño de Dios 2001-03-21 1 Buenos Aires AR 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados hermanos y amigos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Para lo cual quiero leer en San Juan, capítulo 10, versos 1 al 16, donde dice Cristo:

De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador.

Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.

A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca.

Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.

Mas al extraño no seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.

Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.

Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.

Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.

Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.

Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa.

Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas.

Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,

así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.

También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Para esta ocasión el tema es: “EL REBAÑO DE DIOS.” O sea, el Rebaño del Buen Pastor.

Cristo compara a todos los hijos e hijas de Dios con ovejas, y el mismo Cristo se compara, se tipifica con la Puerta de las ovejas y también con el buen pastor; y el redil o rebaño, Redil del Señor o Rebaño del Señor, es Su Iglesia, que tiene a todos los hijos e hijas de Dios en Su Seno.

Ahora, podemos ver que Cristo siendo el Buen Pastor, dio Su vida por las ovejas (o sea, dio Su vida por todos los hijos e hijas de Dios). Este Rebaño de ovejas de Dios, las cuales le fueron dadas a Cristo para que Cristo les dé Vida eterna, son del Cielo.

Así como el pueblo hebreo es la heredad terrenal de Dios; como dice la Escritura, que Israel es la heredad de Dios, pues es la única nación, que como nación es la Nación de Dios aquí en la Tierra. Así también la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Israel Celestial, es la heredad celestial de Dios, y esa heredad es la que le ha sido dada a Cristo, esa heredad de ovejas.

Así como Dios comparaba al pueblo hebreo, a la nación hebrea con un rebaño de ovejas, también compara al Israel Celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, la compara con un rebaño de ovejas. Y así el Salmo 23 tiene un significado muy grande, tanto para el pueblo hebreo como nación, como también para la Iglesia del Señor Jesucristo.

El pueblo hebreo como nación, y la Iglesia del Señor Jesucristo, y cada miembro del pueblo hebreo y cada miembro de la Iglesia de Jesucristo en este planeta Tierra, en esta dimensión terrenal, ha estado pasando por un tiempo de tinieblas y sombra de muerte en esta dimensión terrenal. “Pero aunque ande en un valle de tinieblas y de sombra de muerte no temeré mal alguno, porque Tú estarás conmigo.” Dice la Escritura.

Ahora, vean el Salmo 23, donde dice verso 1 en adelante:

Jehová es mi pastor; nada me faltará.”

¿Ven? Aquí Dios se representa en un Pastor, y representa a Sus hijos en ovejas, tanto el pueblo hebreo como Su Iglesia.

En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará (esas aguas de reposo es el Espíritu Santo).

Confortará mi alma;

Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

Aunque ande en valle de sombra de muerte,

No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;

Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;

Unges mi cabeza con aceite (el aceite es el Espíritu Santo también); mi copa está rebosando.

Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,

Y en la casa de Jehová moraré por largos días (o sea, por toda la eternidad.).”

Y ahora, la manada de ovejas, llamado el Rebaño de Dios o el Rebaño del Señor Jesucristo, ese Rebaño Celestial es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, veamos cómo San Pablo nos dice en Efesios, capítulo 2, versos 19 al 22, dice:

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios (miembros de la Familia de Dios, como hijos e hijas de Dios, como ovejas de Su Rebaño).

edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,

en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;

en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”

Y ahora, somos templo de Dios como individuos, para Dios morar en Espíritu Santo en nosotros, en nuestras almas.

Y el Rebaño del Señor como Cuerpo Místico de creyentes, que es la Iglesia de Jesucristo, es un Templo Espiritual para Dios morar en Espíritu Santo en ese Templo Espiritual (que es Su Iglesia), morar en el alma de cada uno como individuo, y morar en la Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes, a través de sus diferentes edades o etapas en donde Dios, Cristo en Espíritu Santo estuvo en medio de Su Iglesia de edad en edad en el Mensajero de cada edad.

En el Antiguo Testamento estuvo en el Atrio, porque de Adán hasta Cristo corresponde al Atrio de la Casa de Dios; y de Cristo hasta el Rvdo. William Branham estuvo en el Lugar Santo, Dios, Jesucristo en Espíritu Santo, en cada Mensajero de cada edad, así como estuvo en cada Mensajero del Antiguo Testamento.

Y para el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular, estará en el Lugar Santísimo de Su Templo Espiritual, que es Su Iglesia en este Día Postrero, en este tiempo final, en donde la Iglesia de Jesucristo, así como fue subiendo de edad en edad, sube en este tiempo final a la Edad de la Piedra Angular, en donde Cristo en Espíritu Santo estará en medio de Su Iglesia manifestado en Su Angel Mensajero, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.

Y esa es la forma en que de etapa en etapa las ovejas del Rebaño de Dios han estado escuchando la Voz de Dios, la Voz de Cristo por medio del Mensajero ungido por Dios con Su Espíritu, a través del cual Jesucristo en Espíritu Santo ha estado hablándole a Su Rebaño, y hablándole por consiguiente al alma de cada una de Sus ovejas.

Y la Voz de Cristo, el Buen Pastor, por medio de cada Angel Mensajero, ha llegado hasta el alma de cada oveja del Rebaño de Dios; porque lo que habla Cristo en Espíritu Santo por medio de cada Angel Mensajero, es una Palabra para el alma de cada una de Sus ovejas; por eso el Mensaje para cada tiempo, para cada edad, dado por Cristo en Espíritu Santo a través del Mensajero de cada edad, ha llegado hasta el alma de cada oveja del rebaño de Dios. Y de etapa en etapa, Cristo, el Buen Pastor, ha estado llamando y juntando a Sus ovejas. El dijo:

También tengo otras ovejas que no son de este redil (San Juan, capítulo 10, verso 16 en adelante. Otras ovejas que no son del redil hebreo, son de entre los gentiles); aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”

Y por eso es que Cristo envió a Pedro a la casa de Cornelio, un centurión gentil, y Pedro les predicó el Evangelio, y el Espíritu de Dios vino sobre las personas que escuchaban la predicación del Evangelio y recibieron a Cristo como su Salvador, lavaron sus pecados en la Sangre de Cristo y fueron bautizados en Su Nombre, y así se abrió la puerta para los gentiles.

Pedro teniendo las llaves del Reino de los Cielos, teniendo la revelación de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, abrió la Puerta del Reino de los Cielos, abrió a Cristo (que es la Puerta), para que entraran por Cristo, recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, entraran por esa Puerta al Rebaño de Dios, al Rebaño de Jesucristo, y fuesen pastoreadas por el Buen Pastor de etapa en etapa.

Así que la Voz del Buen Pastor se estaba escuchando por medio de San Pedro, y a través de los demás Apóstoles, y después por medio de San Pablo, y después por medio de cada Angel Mensajero de cada edad; y así la Voz de Cristo en Espíritu Santo manifestado en el Mensajero de cada edad, ha estado llamando y juntando las ovejas de Su Rebaño de etapa en etapa, entre los gentiles es que más ovejas tiene el Rebaño de Dios; y entre los gentiles también hay muchos hebreos que han entrado al Rebaño del Señor, como ovejas del Señor.

Encontramos que Cristo comenzó a llamar a Su Iglesia, a Su Casa, a Su Rebaño, en el este, allá en el medio oriente en la tierra de Israel, y ese llamado se ha ido moviendo de la tierra de Israel a Asia Menor, donde San Pablo fue el Mensajero en la primera edad de la Iglesia entre los gentiles, de Asia Menor a Francia, de Francia a otros lugares del mismo Europa. Vean ustedes, pasó de Asia Menor a Europa. En Europa encontramos que ha tenido cinco etapas o cinco edades con cinco Angeles Mensajeros.

Cuando se movió de Asia Menor a Europa, se movió a Francia donde tuvo a Ireneo como Mensajero, y de Francia y Hungría donde cumplió la segunda edad, donde tuvo a Martín, y luego se movió a Irlanda y a Escocia donde tuvo a Colombo.

Y luego se movió a Alemania donde tuvo a Lutero, y luego se movió a Inglaterra (eso fue para la quinta edad), y luego para la sexta edad se movió a Inglaterra donde tuvo a Jhon Wesley, y luego para la séptima edad se movió a Norteamérica, donde tuvo al Rvdo. William Branham para la séptima edad de la Iglesia gentil.

Y por medio de esos Mensajeros la Voz de Cristo, la Voz del Buen Pastor estuvo llamando y juntando a Sus ovejas en el Rebaño de Dios, el Rebaño de Jesucristo.

Y luego del Rvdo. William Branham, el séptimo Angel Mensajero a través del cual estuvo la Voz de Cristo, el Buen Pastor llamando a Sus ovejas, ¿dónde más va a llamar Cristo ovejas, o se acabó ya el llamado de Cristo, se acabaron ya las ovejas de Cristo en esta Tierra? No. Entonces viene el llamado de Cristo, la Voz de Cristo, así como fue subiendo de edad en edad, y fue hablando por medio de cada Angel Mensajero, sube a la Edad de la Piedra Angular, donde dice: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”

¿Cómo va Cristo a hablar estas cosas que deben de suceder pronto, después de las que ya han sucedido en las siete edades? Pues tiene que ser por medio del instrumento que sea Su Voz, para el llamado de Sus ovejas. Dice el mismo Cristo en San Mateo 24, verso 31:

Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos.”

Por lo tanto, los escogidos van a ser llamados y juntados en el Día Postrero, primeramente los escogidos, las ovejas del Rebaño de Dios de entre los gentiles, y serán colocados en el Rebaño del Señor, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular; y luego serán llamados y juntados ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, y serán colocados en el Rebaño de Dios, en la Edad de la Piedra Angular, porque ya las demás edades pasaron.

Y así es como Cristo, el Buen Pastor y la Puerta del Rebaño, llama y junta las ovejas de Su Rebaño. Las ovejas de Su Rebaño son los que oyen la predicación del Evangelio, reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, son bautizados en Su Nombre y reciben el Espíritu Santo, y así obtienen el nuevo nacimiento, y así obtienen un cuerpo teofánico angelical de la sexta dimensión, y así son reconocidas esas personas, como ovejas del Rebaño de Dios, del Rebaño de nuestro amado Señor Jesucristo, el Buen Pastor, y son pastoreadas con el Alimento Espiritual de la Palabra pura para la edad que les toca vivir. Ese es el Alimento para las ovejas: la Palabra revelada para su edad.

Y ahora, todo esto ocurre en el Rebaño de Dios, el Rebaño de nuestro amado Señor Jesucristo.

Y ahora, podemos ver que hay una bendición grande en ser parte del Rebaño de nuestro amado Señor Jesucristo. Esta forma en que Cristo habla de los hijos e hijas de Dios que recibirían a Cristo como su Salvador, lavarían sus pecados en la Sangre de Cristo, serían bautizados en Su Nombre y recibirían el Espíritu Santo, y así nacerían en el Rebaño del Señor (o sea, en la Iglesia del Señor Jesucristo); esa forma sencilla es para que todos podamos comprender estos misterios del Reino de los Cielos; porque esta forma sencilla es conocida por los seres humanos, porque aquí en la Tierra hay ovejas, hay pastores, hay rebaños, y hay una puerta donde está la entrada para las ovejas a ese redil.

Y ahora, en esta forma sencilla, Cristo revela cosas celestiales, como también le enseñó a Nicodemo con cosas terrenales las cosas celestiales; pero no le podía explicar las cosas celestiales en términos celestiales, sino en términos humanos, los cuales eran conocidos por Nicodemo.

Cuando le dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios (o sea, no lo puede entender, no lo puede ver, no lo puede comprender).”

Nicodemo pensó en términos humanos, y le dice: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo...?” Eso significa que Nicodemo ya estaba avanzado en edad, porque sino le hubiese dicho a Cristo: “¿Cómo puede un joven nacer de nuevo?” Pero ya era una persona avanzada en edad, era el maestro de Israel; por lo tanto, tenía bastantes años, porque para llegar a esa posición se tiene que luchar mucho, y se tiene que haber estudiado mucho, para llegar a ser una persona tan importante en medio del pueblo hebreo.

Y ahora, Nicodemo comienza a pensar en su mente: “¿Cómo puede hacerse esto?” Porque Nicodemo estaba interesado en el Reino de los Cielos o Reino de Dios. Como toda persona que lee la Biblia y que cree en la Biblia, está interesado en el Reino de Dios, en el Reino de los Cielos.

Y ahora, Nicodemo quiere saber cómo puede hacerse esto de nacer de nuevo, porque es algo nuevo para Nicodemo lo que Cristo le está diciendo. Pero de lo que Cristo le está hablando, es lo mismo que hablaron los Profetas del Antiguo Testamento en otros términos, como en alguno de los Profetas dice: “Yo les daré un nuevo corazón y un nuevo espíritu, les daré un corazón de carne; quitaré el corazón de piedra.”

¿Ven? Todo eso está hablando del nuevo nacimiento. También les dice: “Yo haré un Nuevo Pacto con la casa de Israel.” Nos está hablando de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, en donde Cristo derramaría Su Sangre para perdón de nuestros pecados, para quitar nuestros pecados, y para establecer así un Nuevo Pacto; y la Sangre de Cristo es la Sangre del Nuevo Pacto.

Y ahora, de todo eso fue que hablaron los Profetas del Antiguo Testamento; aunque no dieron explicaciones, sino que profetizaron.

Y ahora, en el Nuevo Testamento Cristo es el que hace posible el cumplimiento de esas profecías; un Nuevo Pacto sería establecido por el Mesías, y la Sangre derramada del Mesías, sería la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre que quitaría el pecado del ser humano; no lo cubriría, sino que lo quitaría.

Y ahora, la sangre de animalitos no se requería bajo el Nuevo Pacto, sino una sola sangre: la Sangre de Jesucristo, el Cordero de Dios. Ya no más animalitos para sacrificios, ya cualquier otro animalito que sacrificaran no estaba tipificando a Jesucristo; pero los que fueron sacrificados antes del Sacrificio de Cristo, sí representaron a Jesucristo, nuestro Salvador. De seguro esos animalitos los volveremos a ver, porque fueron un tipo y figura de Cristo.

Ahora, podemos ver que bajo el Nuevo Pacto, Cristo llama y junta las ovejas de Dios, los hijos e hijas de Dios del Cielo, y forma así Su Rebaño, que es Su Iglesia.

Ahora, continuando con Jesús y Nicodemo, Nicodemo le pregunta a Jesús... eso está en el capítulo 3 de San Juan, verso 1 en adelante (verso 1 al 6), le pregunta: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo, entrar en el vientre de su madre y nacer?” Jesús le dice a Nicodemo cómo es posible obtener el nuevo nacimiento, dice:

De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.”

¿O sea, que lo que nace del espíritu, qué es? Otro espíritu. ¿Lo que nace de la carne, qué es? Otro cuerpo de carne. ¿Ven?

No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.

El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.”

Ahora, podemos ver aquí que Cristo le está hablando del nuevo nacimiento a Nicodemo, pero está usando términos humanos, está usando como tipo y figura el nacimiento natural que hemos obtenido en esta Tierra. Pero ahora se requiere un nuevo nacimiento, se requiere nacer del Espíritu de Dios, del Espíritu Santo. ¿Y lo que nace del Espíritu, qué es? Espíritu; entonces obtenemos un cuerpo teofánico espiritual de la sexta dimensión.

Siempre que hay un nacimiento, un cuerpo tiene que nacer; si es un nacimiento del espíritu, pues tiene que surgir un cuerpo espiritual, si es un nacimiento por medio de un cuerpo teofánico, pues tiene que surgir un cuerpo teofánico, que eso es lo que viene muy pronto para las ovejas del Rebaño de Dios; pero las ovejas del Rebaño de Dios primero obtienen el nuevo nacimiento, y así nacen como ovejas del Rebaño de Dios.

Y ahora, eso es la primera etapa para todas esas personas que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Todas esas personas que pertenecen al Israel Celestial, pasan por esta Tierra, para en este valle de tinieblas y de sombra de muerte, recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en Su Nombre, recibir Su Espíritu Santo y así obtener el nuevo nacimiento, nacer del Espíritu de Dios, y así nacer en el Rebaño de Dios, y así confirmar nuestro lugar en el Rebaño de Dios, confirmar nuestro lugar en la Vida eterna, en el Rebaño de Dios; porque ahí es donde confirmamos nuestro lugar, porque ahí está la Puerta a ese Rebaño, y ahí está el Pastor de ese Rebaño (que es Cristo), y ahí está la Vida eterna para todas esas ovejas del Señor.

Cristo dijo: “Y Yo les doy vida en abundancia.” Vida en abundancia, eso es Vida eterna, vida que nunca se acaba.

Y ahora, Cristo usando esos términos humanos explica o muestra las cosas celestiales. Pero Cristo preguntó:

Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?

Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?”

Un gran teólogo como Nicodemo, un hombre tan importante como Nicodemo, un doctor en divinidad, un doctor en teología religiosa, ¿y no sabía esto del nuevo nacimiento?

De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio.

Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?”

Ahora, si Cristo viene hablándole a Nicodemo de las cosas celestiales en términos celestiales, mucho menos iba a entender; si Cristo le explica esto del nuevo nacimiento en términos celestiales, en donde le muestra que cuando la persona ha nacido en la Tierra, ha nacido en el reino de las tinieblas, desde la caída todo ser humano que nace en la Tierra, nace en el reino de las tinieblas y obtiene un cuerpo mortal, corruptible y temporal a causa de la caída en el Huerto del Edén: “Por cuanto todos pecaron, todos están destituídos de la gloria de Dios.”

¿Y cómo todos pecaron, si fue Adán y Eva los que pecaron? Pero en Adán y Eva están representados todos los seres humanos que vendrían a la Tierra, y la paga del pecado es muerte. Todo eso está en Romanos, capítulo 3, verso 23, ahí está donde dice. “Por cuanto todos pecaron, todos están destituidos de la gloria de Dios.” Y en Romanos 6:23, dice que la paga del pecado es muerte.

Y ahora, a causa del pecado allá en el Huerto del Edén, el ser humano aparece en la Tierra en cuerpo mortal, corruptible y temporal, y obtiene un espíritu del mundo cuando nace, el cual es un espíritu de la quinta dimensión, un espíritu del mundo que lo inclina hacia el mal. Pero tiene que nacer de nuevo.

El primer nacimiento según la carne, pues nació en el reino de las tinieblas; con el segundo nacimiento, que es el nuevo nacimiento, nace en el Reino de Luz, que es el Reino de Jesucristo.

Y ahora, al nacer de nuevo recibimos un espíritu del Cielo o un espíritu de la sexta dimensión, que es la dimensión de la Palabra, la dimensión de la teofanía, y por consiguiente somos trasladados, nuestras almas son trasladadas al Reino de Luz de Jesucristo.

En Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante, dice:

Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz (¿ven? De la herencia de los santos en luz):

el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”

Y el Reino de Su amado Hijo, el Reino de Jesucristo, es un Reino de luz, para los hijos de luz.

Y ahora, el Reino de Jesucristo es el Rebaño de Dios; el reino de las tinieblas es el rebaño del diablo, del maligno. Por eso también Cristo representó el Rebaño de Dios y el rebaño del maligno: en el trigo el Rebaño de Dios, y en la cizaña el rebaño del maligno. ¿Ven? Siempre Cristo usando parábolas, usando cosas que la gente ya conocían acá en la Tierra, para hacer comparaciones de las cosas celestiales con esas cosas terrenales, para que las personas pudieran comprender; porque si les hablaba en términos celestiales ni los teólogos iban a comprender.

Miren aquí, Nicodemo siendo el maestro de Israel y no comprendía, y Cristo le dice: “Y qué si te hablo cosas terrenales y no entiendes, ¿cómo será si te hablo las celestiales?

Ahora, la manada o Rebaño de Dios, que es este Rebaño de ovejas de Cristo, del Redil de Cristo, de la Iglesia de Jesucristo, en términos celestiales es el Poderoso Ejército de nuestro amado Señor Jesucristo.

Y ahora, vamos a ver esto que parecía tan sencillo, el Rebaño de Dios comparado, comparados los hijos de Dios con ovejas, en el capítulo 19 del Apocalipsis, versos 1 al 16, dice:

Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.

Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios.

Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.”

Ese Ejército Celestial es la manada pequeña, el Rebaño pequeño de Dios, es la Iglesia del Señor Jesucristo compuesto por los hijos e hijas de Dios nacidos de nuevo, este es el Ejército del cual la Escritura nos habla, con el cual y del cual dice que Cristo vendrá.

Ahora, este Rebaño pequeño, vean ustedes, aunque es pequeño, es el pueblo celestial más importante de los Cielos y de la Tierra, pero Cristo lo presenta en forma sencilla, como El también es sencillo.

Ahora, miren aquí en Judas (y no el Iscariote, porque ese no escribió nada; excepto los números quizás que podía escribir, acerca del dinero que se echaba al bolsillo para él). Ahora Judas, capítulo 1 (tiene un sólo capítulo), verso 14 al 15, dice:

De éstos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares.”

¿No dijo Cristo, que si Su Reino fuera de esta Tierra, El pediría al Padre, y el Padre le daría, ¿cuántas legiones (Miguel), de Angeles? Doce, o más de doce legiones de Angeles. Y aquí vean ustedes, viene con Sus santas decenas de millares:

Para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él.”

Esas decenas de millares de santos, de Angeles, son los miembros del Rebaño del Señor Jesucristo. En Daniel también, capítulo... en Daniel también habla... Daniel, capítulo 7, versos 9 en adelante, dice:

Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente.

Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían (ahí tenemos los millares de millares de nuevo, que son los miembros del Rebaño de Dios, de la manada pequeña: son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo), y millones de millones asistían delante de él (esos son los que van a ser juzgados; pero los millares de millares, que son los miembros de Su Rebaño pequeño, son los que con Cristo juzgarán).”

San Pablo dice: “¿No saben ustedes que los santos juzgarán al mundo y aun a los ángeles?” ¿A cuáles ángeles? A los ángeles caídos que se rebelaron contra Dios, cuando el diablo y sus ángeles se rebelaron contra Dios; esos ángeles del diablo van a ser juzgados.

Y ahora, dice:

El Juez se sentó, y los libros fueron abiertos.”

Ahí tenemos la manada o Rebaño de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ahora, podemos ver en el Cielo, que ese Rebaño de Dios es lo más importante que Dios tiene, es el Rebaño de Dios, del cual Cristo es el Buen Pastor; y ese Rebaño de Dios en la Tierra está representado en un Rebaño de ovejas.

Y ahora, podemos ver que ese Rebaño de Dios, es lo más grande que Cristo tiene, que Dios tiene en el Cielo y también en la Tierra; porque el que es de arriba, sobre todos es.

Y ahora, si Cristo siendo de arriba, y viniendo de arriba del Cielo es sobre todos los seres humanos, el Rebaño pequeño de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, el Israel Celestial es sobre el Israel terrenal y sobre todas las naciones: “Cual el Celestial, tales también los celestiales.”

Y ahora, podemos ver que ese Rebaño de Dios es un Rebaño Celestial, es un Pueblo Celestial. Nuestras almas han venido de la séptima dimensión, de la dimensión de Dios, y han tenido que pasar por esta dimensión terrenal.

Aunque hemos obtenido en la Tierra un espíritu del mundo (o sea, un cuerpo espiritual del mundo o de la quinta dimensión) y un cuerpo físico, mortal, corruptible y temporal, hemos venido para hacer contacto con la Vida eterna, y obtener un cuerpo teofánico de la sexta dimensión (o sea, celestial), y obtener luego un cuerpo físico, eterno, inmortal y glorificado, el cual obtendremos cuando Cristo termine Su Obra de Intercesión en el Cielo, y se levante del Trono del Padre.

Esto será cuando haya entrado al Cuerpo Místico de Cristo, al Rebaño de Dios, haya entrado hasta la última oveja de ese Rebaño, y haya así obtenido su nuevo nacimiento; luego Cristo se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos (en Apocalipsis, capítulo 5), lo abrirá en el Cielo, y reclamará todo lo que El ha redimido con Su Sangre Preciosa, resucitará a los muertos creyentes en El.

Pasando por el Paraíso Cristo, descendiendo Cristo de la séptima dimensión descenderá a la sexta dimensión, y ahí recogerá a todos los santos que han partido, los cuales están en la sexta dimensión en cuerpos teofánicos, y los traerá a esta dimensión dándoles un cuerpo glorificado, resucitándolos en cuerpos glorificados creados por Cristo; y nosotros los veremos cuando ellos resuciten, y entonces nosotros seremos transformados y tendremos también un cuerpo glorificado, y así el Rebaño de Dios será glorificado, estará perfecto en todo; y será un Rebaño perfecto en cuerpo espiritual, porque será en cuerpo teofánico, y será un Rebaño perfecto en cuerpo físico, porque será un cuerpo físico, glorificado, eterno, inmortal e incorruptible, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo.

Tal Jesucristo (el Celestial), tales también los celestiales (los miembros del Rebaño de Dios).

Y ahora, podemos ver que las cosas celestiales, los hijos e hijas de Dios, este Israel Celestial pasan por esta dimensión terrenal, nuestras almas, para cumplir un propósito divino.

Pero vean ustedes, no hay posibilidad de que se pierda ni siquiera uno de los miembros de esta manada pequeña, de este Rebaño pequeño. ¿Por qué? Porque el mismo Cristo lo aseguró, el mismo Cristo en San Juan, capítulo 10, dice (capítulo 10, verso 27):

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás (¿ven que no hay posibilidad de perecer?)... y no perecerán jamás ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre uno somos.”

¿Por qué? Porque el Padre estaba en El (en Jesús); por lo tanto, el que le dio las ovejas estaba en El, y Cristo murió, dio Su vida, para darle vida a todas esas ovejas del Rebaño de Dios.

Así que, ser parte del Rebaño de Dios, lo cual es ser parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, es el privilegio más grande que un ser humano puede tener, eso lo identifica como un hijo o una hija de Dios, eso lo identifica como una persona venida del Cielo. Así como Cristo vino del Cielo, cada una de estas ovejas ha venido del Cielo, Cristo dijo: “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.”

Y ahora, podemos ver de dónde es este Rebaño de Dios: es del Cielo, es ese pueblo celestial que pasa por esta dimensión terrenal para Cristo cumplir un Programa con ellos, y darle Vida eterna a cada uno de los miembros de ese Rebaño de Dios.

A causa de la caída todos se perdieron, pero Cristo dijo: “Yo he venido (¿para qué?) a buscar y a salvar lo que se había perdido.” El diablo se apoderó aparentemente, de todas esas almas aparentemente; pero Cristo vino a redimirlas, a volverlas a Dios, a restaurarlas a Dios.

Aparentemente el diablo había tenido éxito al hacer que nacieran en su reino; pero por medio del nuevo nacimiento que Cristo produce en los creyentes en El, hemos sido trasladados del reino del maligno al Reino de Jesucristo; y ahora, estamos en el Rebaño de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, el Rebaño de Jesucristo, en el Redil de nuestro amado Señor Jesucristo.

Y ahora, la bendición es tan grande para estas ovejas del Rebaño del Señor Jesucristo, que no podemos hacer o decir otra cosa, sino: “¡Gracias a Dios por nuestro amado Señor Jesucristo, el Buen Pastor, que vino y dio Su vida por todos nosotros!”

Y ahora, podemos estar conscientes que somos ovejas de Su Rebaño, y estamos en los pastos frescos de Su Palabra siendo alimentados, y tomando del Agua de la Vida: de Su Espíritu Santo, para vivir con Cristo por toda la eternidad, para vivir con Cristo, el Buen Pastor.

Hemos entrado por la Puerta (que es Cristo), hemos entrado a Su Redil, a Su Rebaño, y ahora, Cristo pastorea nuestras almas en Su Rebaño. El pastorea en los pastos frescos de Su Palabra, de la revelación divina, nuestras almas, y así nos alimenta y nos fortalece, y nos llena de fuerzas para vivir este tiempo terrenal, con la fe puesta en Cristo nuestro Salvador.

EL REBAÑO DE DIOS.”

Y ahora, hemos visto que en esta forma tan sencilla de ovejas, redil, rebaño, puerta y pastor, Cristo está mostrando el Israel Celestial, Cristo está mostrando los santos del Altísimo del Cielo, Cristo está mostrando el Poderoso Ejército de nuestro amado Señor Jesucristo. Pero una cosa tan grande y poderosa que pertenece al Cielo, lo está mostrando en una forma tan sencilla, como un Rebaño de ovejas que pertenecen a Cristo, el Buen Pastor, al cual Dios le dio ese Rebaño.

Ahora, así como Cristo también es el Cordero de Dios, pero algún día será el León de la Tribu de Judá, Rey de reyes y Señor de señores y Juez de toda la Tierra. Algún día este Rebaño de ovejas de Dios, vendrán a ser en este planeta Tierra Reyes gobernando con Cristo, Sacerdotes ministrando las cosas religiosas en ese Reino en lo literal, y Jueces juzgando en ese Reino Milenial y después en el juicio final también. O sea, que algo tan sencillo, luego vean ustedes, en el Reino Milenial de Cristo, será el Rebaño más grande, el grupo de gente más importante de ese Reino, juntamente con el más importante de todos, que es nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, podemos ver cuál es el Rebaño de Dios: es la Iglesia del Señor Jesucristo, compuesta por todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo.

Y ahora ¿quiénes pertenecen a ese Rebaño de Dios? Pues todos nosotros que hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador, hemos lavado nuestros pecados en Su Sangre, hemos sido bautizados en Su Nombre, y hemos recibido Su Espíritu Santo y por consiguiente el nuevo nacimiento, y tenemos un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y pronto tendremos, recibiremos el cuerpo físico y glorificado de la dimensión celestial, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.

Hemos visto las grandes bendiciones que hay para el Rebaño de Dios, el Rebaño de Jesucristo, el Buen Pastor.

Y ahora, podemos, dándole gracias a Cristo, seguir adelante sirviendo a Cristo dentro del Rebaño de Dios, dentro de la Iglesia del Señor Jesucristo. Ahí es nuestro servicio y nuestra adoración a Dios, y ahí es donde perseveramos todos los días de nuestra vida.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Buen Pastor, sean sobre cada uno de ustedes, ovejas de Su Rebaño; y pronto se complete el Rebaño de Cristo, y pronto Cristo transforme nuestros cuerpos físicos y resucite a los creyentes en El de las edades pasadas, y todos tengamos un cuerpo glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, y pronto nos lleve de esta Tierra a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, a la Casa de nuestro Padre Celestial. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes, y continúen pasando todos una noche feliz, llena de las bendiciones de Jesucristo, el Buen Pastor.

Dejo nuevamente con ustedes a nuestro amigo y Hno., el misionero, Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte en esta ocasión. Y nos veremos nuevamente este mismo año, en la fecha que fue marcada por ahí: ¿octubre fue Miguel? Octubre, el mes de octubre; y nos veremos, pues en estos cuerpos o en el nuevo cuerpo. Si es en el nuevo cuerpo, pues nos veremos antes de esa fecha: si es en el nuevo cuerpo, pues nos veremos desde que tengamos el nuevo cuerpo.

Ahora, no sabemos en qué día, semana y mes y año, recibiremos el nuevo cuerpo, pero eso es una promesa segura para todos nosotros; y esperaremos en el Rebaño del Señor todo el tiempo que sea necesario, hasta que recibamos el nuevo cuerpo.

Y luego nos veremos, estando en el nuevo cuerpo entonces nos vamos a ver todos los días, todos los días nos veremos cuando tengamos el nuevo cuerpo.

Estando en este cuerpo es que tenemos que detenernos un poquito más, porque nuestro cuerpo no es omnipresente, y por eso tenemos que sacar días para un país y otros días para otro país. Pero cuando tengamos el nuevo, pues nos estaremos viendo todos los días.

Bueno, que Dios les bendiga, que Dios les guarde, y ya con nosotros por aquí, nuestro amigo y Hno., el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín. Mientras cantamos ese cántico que nos habla del Hombre que nos transformó, pasará nuestro amigo y Hno. Miguel Bermúdez Marín. Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

EL REBAÑO DE DIOS.”