15 KiB
| title | date | activity | place | city | state | country | duration | public | youtube | translations | files |
|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| Palabras a las damas | 2000-10-19 | 3 | Ibarra | EC | 00:24:22 | true |
Muy buenos días, amadas hermanas, Damas del Reino de los Cielos; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo espiritual alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Así como en el tiempo de Moisés hubo damas que trabajaron en la Obra de Dios correspondiente a aquel tiempo, y fueron de grande ayuda en toda la labor que se llevó a cabo en aquel tiempo; entre las cuales estuvo Miriam o María, hermana de Moisés y Aarón.
Y miren ustedes, si Moisés tenía 80 años y ella era mayor que Moisés, ¿cuántos años tendría ella entonces? O sea, que aunque era ya una anciana de más de 80 años, cuando cruzaron el mar rojo, fue ella la que tomó el pandero y comenzó a glorificar a Dios, y junto a ella (se unieron con ella) un grupo de damas, mujeres y jóvenes, cantando y glorificando a Dios por la victoria que Dios les había dado, cantando la gloria de Dios, lo que Dios había realizado, dándole gloria a Dios por lo que El había realizado. O sea, que no hay edad para servir a Cristo.
Y vean ustedes, las damas, no importa la edad que tengan, pueden servir a Cristo, glorificar a Cristo y trabajar en Su Obra junto al Mensajero que Dios les envía para cada edad o cada dispensación.
También encontramos que en los días de los profetas sirvieron a Dios, y estuvieron al lado del Mensajero de su tiempo algunas damas muy fieles a Dios. Y hasta encontramos que alimentaron a Elías en una ocasión, una viuda.
Y en otra ocasión encontramos a otra dama que no tenía niños, y ya era (o sea, el esposo de ella avanzado en edad) - y era estéril ella; y siempre que Eliseo pasaba por cierto lugar donde ella vivía, ¿Sunem era Miguel? [El Hno. Miguel responde: “Sunem.” —Editor]. Esa dama parece de una buena posición económica y social en ese sitio; siempre cuando veía que Eliseo pasaba por ese lugar, lo invitaba ella y su esposo (el esposo de ella), a que se quedaran, a que fueran a comer, que fuera a comer Eliseo con su siervo a la casa de ella.
Y en una ocasión ella le dice a su esposo: “Mira, éste es un varón de Dios, el que pasa por esta ciudad cada cierto tiempo, vamos a hacerle una cabañita, un lugarcito, cosa que cuando él pase la próxima vez por este lugar, le tengamos un lugar donde él se quede con su siervo, le tengamos aquí una cama para él y otra para el siervo, y también le tengamos agua, y así por el estilo, todo bien arregladito; para que así él se sienta cómodo, esté cómodo, porque de seguro sufre mucho viajando tanto, y después quizás no tenga dónde descansar bien.”
Y le prepararon todo así, y cuando él pasó en una ocasión, la próxima ocasión que pasó, le tenían todo eso arreglado y le ofrecieron al Profeta Eliseo ese lugarcito, le dijeron: “Aquí está la llave, este es tu lugar para ti y tu siervo, cuando pasas por este lugar, esta es tu casa, y aquí estamos para servirte mi esposo y yo.” Le dice de seguro la mujer, la dama, que amaba a Dios y servía a Dios, y trabajaba en la Obra de Dios.
Y vean ustedes, reconoce al Profeta que Dios tiene para ese tiempo, y trata de tenerle todas las comodidades que el Profeta no podía conseguir por sí mismo, porque él ni se preocupaba por esas cosas.
Y ahora, entra el profeta, le ofrecen el lugar, entra el Profeta y se siente muy contento y muy cómodo, y le dice a su siervo: “Mira, ¿qué haremos por esta mujer, esta dama sunamita que tan bien se ha portado conmigo, y han hecho todo esto para mí?” Y el siervo de Eliseo le dice: “Mira, no tiene hijos, ellos dos viven solitos; o sea, son ricos, tienen una buena propiedad, una buena casa, viven bien, pero no tienen hijos.”
Y entonces Eliseo le dice: “Dile que venga acá, llámala.” La llama y le dice: “Mujer, por este tiempo el año que viene tendrás un hijo.” Vean, una cosa sencilla.
Vean, el Profeta agradecido hablando bendición para quién ha hecho algo en favor de él.
Eliseo no tenía dinero con qué pagarle, no tenía con qué pagarle, pero dice: “Yo voy a pedir para ella una bendición de parte de Dios.” Un hijo, pues, es una bendición, y más cuando es dado de parte de Dios.
Y le dice: “Vas a tener un hijo el próximo año por este tiempo.” Y quizás ella pensaría: “Pero es que quizás no sabe que yo soy estéril, que no he podido tener hijos.” Quizás los médicos le habían dicho: “No puedes tener hijos, y ya con la edad que tienes mucho menos.” Y su esposo ya también mayor. Pero el Profeta lo dijo, y aunque lo entendiera o no el Profeta... “¿Qué es eso de que no puedes tener hijos? Si no hay ninguna cosa imposible para Dios.”
LO QUE ES IMPOSIBLE PARA LOS HOMBRES ES POSIBLE PARA DIOS. Lo importante era que el Profeta lo hablará. Y por cuanto ese era el Profeta de Dios para ese tiempo, era la boca de Dios. Y con la unción de Dios en él, hablando esa Palabra de bendición, era la Palabra de Dios creadora siendo hablada por carne humana, por medio de carne humana, por medio del Mensajero que El tenía para ese tiempo, y por lo tanto tenía que cumplirse.
Ella decía: “No haga burla de mí, mi señor.” No sé porqué diría eso. ¿Miguel por qué sería? Por la edad que tenía ya avanzada, y ya una señora de quizás de ¿cuántos años? ¿40 años, Miguel, tendría? Pongamos 40 años. Y ya embarazada así, que la vean las jóvenes: “¡Oye! ¿Pero qué pasó contigo? No tuviste niños cuando te casaste, y pasaron tantos años, ¿y qué es lo que te pasa ahora?.” Porque una mujer ya de 40, 50 ó 60 años embarazada, pues se ve un poquito rara; una joven, pues, es normal, pero una mujer ya muy mayor se ve rara.
Y ella, pues se sintió media tímida. “Quizás, ¿qué van a pensar ahora las personas?” Pero era por Palabra creadora de Dios que le iba a venir esa bendición.
Y si era imposible para una mujer mayor tener hijos, pues Dios la rejuvenecería por dentro si era necesario, pero iba a tener el niño; como también luego más adelante pasó con Elisabet, que también era mayor y su esposo era un sacerdote ya mayor también de edad, avanzados en edad.
Pero ella lo único que tenía que pensar era: “Bueno, mayor que yo era Sara, y tuvo un hijo.” Ya a los 90 años tener un hijo, pues eso fue un milagro grande, Dios la rejuveneció, ella servía a Dios junto a su esposo.
Y vean ustedes, las bendiciones de Dios vienen para aquellos que sirven a Dios. No es que uno está buscando a que Dios le dé cosas a uno, sino que uno ama a Dios, y uno ve la necesidad que hay en la Obra, y uno dice: “Esto hay que hacerlo, yo lo hago. Esto por aquí, hay que hacer en la Obra tal cosa, veo que hay necesidad de hacer esto y lo otro en la Obra, aquí estoy yo.” Y no está esperando que le den dinero ni nada, sino que busca de lo que tiene, y trabaja con lo que Dios le ha provisto.
Vean, para el tiempo también del Profeta Elías, Dios le dijo: “Vete allá... ¿a dónde era Miguel? [El Hno. Miguel responde: “Sarepta de Sidón.” —Editor] a Sarepta de Sidón, ve allá que yo tengo allá una mujer viuda (vean, Dios la tenía allá, o sea, es que era de Dios), una mujer viuda, la cual te alimentará.”
Y cuando llega, la mujer viuda lo que tenía era un puñadito de harina y un poquito de aceite, para hacer su última tortilla o dos tortillas, una para el niño y otra para ella, y ahí se acababa la comida, no había para tres tortillas, solamente para dos; y no había estufa, por lo tanto tuvo que ir a buscar unos dos leños, para encender un fuegito y allí asar esas tortillitas al fuego, para comérselas, y después dice ella: “morir.”
Algunas veces uno dice: “Voy a hacer tal trabajo en la Obra del Señor.” Y cuando llega no hay ni con qué comenzar.
Pero miren, ¿qué tenía la mujer viuda? La última comidita, y ésa era la que iba a alimentar a Elías. Si Elías llega a ser una persona que piensa humanamente, dice: “Pero esta no puede ser la mujer, porque Dios me ha dicho que me va a enviar a una mujer viuda que me va a alimentar. Y ahora, no tienen nada más que para ella y su niño la última comida, y se va morir. Y ahora, yo no voy a tener corazón de decírle que me dé de comer, cuando lo único que tiene es la última comidita para ella.”
Pero Elías siendo Profeta de Dios le dice... cuando ella le cuenta su situación, él le dice: “Dame un vaso de agua.” De seguro muy poca tenía también, porque era tiempo de sequía, la cual había venido por medio de la Palabra creadora de Dios, que había Dios hablado por medio del Profeta *Elías.
Y ahora, el que ordenó que no viniera agua, ahora está pidiendo agua. Y ella va a buscarle agua, y cuando sale a buscar agua para Elías, él le dice: “Y también me traes un bocado de comida, una tortita pequeña, haz una primero para mí.” Porque primero es Dios y Su Obra. “Primero para mí, hazme una ahí al rescoldo, y luego harás para ti y tu niño; y no escaseará la harina de la tinaja ni el aceite de la botija, hasta que Dios envíe de nuevo lluvia, agua sobre la Tierra, y venga fruto.”
Ahora... o sea, vea, lo que tenía, Dios por medio de la Palabra creadora en boca de Elías lo multiplicó, y comieron muchos días (como le dijo Dios a Elías que iba a ser), Elías, la viuda y el niñito.
Ahora, ¿cómo sería para ese niñito, el cual no tenía padre, y ahora, Dios coloca al lado de ese niñito a un Profeta? De seguro ese niñito tenía a Elías como padre o como abuelito, de seguro le cogió cariño Elías al niñito y el niñito también a Elías.
Ahora, vean ustedes cómo por la Palabra creadora viene la bendición de Dios, y la bendición de Dios es la que enriquece y no añade ¿qué? Tristeza, sino gozo al alma de la persona [Proverbios 10:22 —Editor]. No hay cosa más grande que una persona pueda hacer que servir a Dios, luego de recibir su Salvación.
Y ahora, como hubo en los días de Moisés y en los días de Elías, de Eliseo, y también en los días de Jesús, damas que sirvieron a Cristo... miren aquí a Cristo, también en los días de Jesús, dice en San Marcos, capítulo 15, versos 37 en adelante, cuando fue crucificado, dice... Marcos 15, verso 37 en adelante, allí cuando fue crucificado, dice:
“Mas Jesús, dando una gran voz, expiró.
Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.
También había algunas mujeres mirando de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé (Salomé, pues es la madre ¿de quién? De Jacobo y Juan. Y Salomé es la hermana ¿de quién? De la virgen María; por lo tanto Jacobo y Juan eran ¿qué de Jesús? Primos-hermanos. Y Juan era el discípulo amado, era el primo menor de Jesús por medio de Salomé, y fue a quien Jesús dijo que se encargara del cuidado de María),
quienes, cuando él estaba en Galilea, le seguían y le servían...”
Ahora, aquí podemos ver que no es solamente seguir a Cristo, sino seguirlo sirviéndole todos los días de nuestra vida. Esa es la forma correcta de seguir a Cristo. No es decir que uno es un seguidor de Cristo sin hacer nada en favor de Cristo.
“...quienes, cuando él estaba en Galilea, le seguían y le servían; y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.”
O sea, que hubo un grupo de damas, de mujeres que seguían a Cristo y le servían.
Por ejemplo, cuando tenían que cenar, pues no eran los hombres los que se iban a poner a cocinar; cuando había que lavar la ropa, pues no eran los hombres los que iban a lavar la ropa, o sea, que ellas colaboraban en todas esas actividades que se llevaban a cabo; quizás no en la forma que nosotros las llevamos a cabo en la actualidad, porque las costumbres allá, pues son diferentes, pero más o menos iban así.
Y como no tenían automóviles, pues de seguro iban en grupos: iba un grupo, una multitud siguiendo a Jesús de un sitio a otro, llegaban a un sitio, y ya parte del grupo que iba a estar en esa actividad ya iba con El, y se iban añadiendo y les predicaba, y así iban llevando a cabo las actividades. Y Dios iba proveyendo para las necesidades que iban teniendo durante todas esas actividades que Jesús llevaba a cabo.
Jesús tenía bastantes entradas por lo que vemos, tenía tesorero también; y se encargaban - El no se encargaba de bregar con esas cosas, sino que El tenía otras personas, entre los cuales estaba Judas Iscariote, que era una persona bien preparada; pero que desgraciadamente para él puso el corazón en las cosas del mundo, y puso el corazón en el dinero, las cosas terrenales, y el enemigo, el diablo, lo engañó y entró a él.
HAY QUE PONER EL CORAZON EN DIOS Y SU PROGRAMA.
Y ahora, vean ustedes, Jesús tenía las cosas ordenadas, no organizadas sino bien ordenadas, y iban de un lugar a otro. En algunas ocasiones quizás no podían ir todas las damas, familia y familiares de El, de allá de Galilea; pero iban entonces los Apóstoles. Pero en otras ocasiones, podían ir en algunos recorridos... por lo que vemos El daba esos recorridos, así como nosotros hacemos. ¿Verdad Miguel? Viajamos de un sitio a otro, así viajando.
¿Y cuántos son de aquí de Ibarra? Levanten la mano. ¿Ven? Dos o tres nada mas. ¿Cuántos son de Quito? ¿Ve? De Quito. ¿Cuántos son de Colombia? Miren de Colombia también hay, de México también.
Así que, para estas actividades han venido, para así tener este compañerismo espiritual alrededor del Programa de Dios. Así era en aquellos tiempos, y cada persona, pues trataba de encargarse de sus cosas, y las hermanas que iban, siempre estaban trabajando en la Obra, dice que le servían a Cristo.
Así que, todas pueden servir a Cristo trabajando en Su Obra todos los días de su vida, en el lugar donde viven, en la congregación donde están, y aun en las labores que se llevan en la comunidad, y en otras ciudades u otros lugares, y aun hasta otros países puede llegar la labor de las damas; estén o no estén en otro país, aun desde el país donde están, la labor que hacen puede llegar a otros países.
Así que, damas del Reino de Dios, adelante siguiendo a Cristo y sirviendo a Cristo todos los días de vuestra vida.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Angel del Pacto, sean sobre todas ustedes y sobre mí también, y les use grandemente en Su Obra en este tiempo final, y a mí también. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Dejo nuevamente con nosotros al Rvdo., nuestro amigo Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte y pasar ya al otro salón donde están esperando también, para allí estar nosotros en compañerismo con los que estén reunidos, ¿dónde va a ser Miguel? [El Hno Miguel responde — Editor]. De las maestras de los cachorritos, para allí compartir unos momentos espirituales alrededor de la Palabra de Dios con las maestras de los cachorritos.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“PALABRAS DE SALUDO A LAS DAMAS.”