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title: 'Levantados para servir'
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date: 2000-07-26
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activity: 1
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city: San José
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country: CR
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Muy buenas noches, amados amigos y hermanos reunidos aquí en San José, Costa Rica; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
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Me acompañan mi esposa Erica y mi niña América, a quienes ustedes ya vieron y quienes les saludaron también; también nos acompaña José Benjamín Pérez aquí en la cámara; y también, pues como han visto está también nuestro hermano Bermúdez, a quien nosotros estamos acompañando en este recorrido.
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Para esta ocasión leemos en San Mateo, capítulo 8, verso 14 en adelante, donde nos habla acerca de Pedro, su casa, su hogar, y la suegra de Pedro allí estaba en la casa de Pedro; pues Pedro era casado; pues si tiene suegra, pues tiene que ser casado, ningún soltero, pues tiene suegra; y por lo que se ve, pues Pedro y su suegra, pues se llevaban bien; parece que la suegra, pues se portaba bien y ayudaba a su hija (la esposa de Pedro), y de seguro, pues pelaban, escamaban, mucho pescado, porque Pedro era pescador; o sea, que de seguro en todas esas labores, pues ella colaboraba. Porque una suegra que no está haciendo nada en la casa de su hija y su \*yerno; si es joven, si no está muy anciana, pues no es de ningún beneficio en el hogar. Donde la persona esté debe estar sirviendo, debe estar trabajando, no estar de vago para que los demás lo mantengan.
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Bueno, ahora vamos a ver aquí, capítulo 8, verso 14 en adelante de San Mateo, dice:
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“*Vino Jesús a casa de Pedro, y vio a la suegra de éste postrada en cama, con fiebre.*
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*Y tocó su mano, y la fiebre la dejó* (no dice que dijo algo Jesús, sino que solamente tomó su mano y la fiebre huyó de Jesús, porque Jesús había tomado la mano de la suegra de Pedro; huyó de Jesús y por consiguiente huyó también de la suegra de Pedro)*...*
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*Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía.*
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*Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos;*
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*para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias.*
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*Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado* (o sea, como Pedro tenía lancha y eran pescadores y vivían cerca ahí del lago de Galilea —que le llaman también el mar de Galilea—, pues se fueron al otro lado del mar de Galilea)*.”*
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Bueno, nuestro tema para esta ocasión es: **“LEVANTADOS PARA SERVIR.”** Tomado de este verso 15, donde dice:
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“*Y tocó su mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó, y les servía* (servía a Jesús)*.”*
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Dios levanta a la persona para que le sirva. Por lo que se ve, Jesús visitaba la casa de Pedro y allí le servían; como también visitaba la casa de Jacobo y Juan. ¿Y por qué visitaba la casa de Jacobo y Juan? Porque eran sus primos; porque Salomé, la madre de Jacobo y Juan, es hermana de la virgen María, por consiguiente es tía de Jesús según la carne.
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Y vean ustedes, Jesús fue por ese territorio donde tenía familiares según la carne, y lo trataban muy bien y le servían, le lavaban Su ropa, le preparaban comida y le tenían lugar para dormir también.
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Y ahora, Jesús, estos recorridos, no hacía como algunos jóvenes que cuando terminan su temporada de clase se van a la casa de sus tíos, a otro lugar, a otra ciudad, o al campo, para estar de vagos; sino que iba por todos esos lugares y por los hogares de Sus familiares, pero iba sirviendo, iba predicando, iba sanando los enfermos y así por el estilo. Y las personas que Lo recibían también servían a Jesús; o sea, que era un vida de trabajo y servicio a Dios y a su prójimo; amando a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo.
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Y ahora, Dios levantó a la suegra de Pedro para que le sirviera.
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Y ahora, miren ustedes este misterio de cuando Dios levanta la persona, siempre es para que le sirva. Veamos el caso del pueblo hebreo en el capítulo 4 del Exodo, verso 22 al 23, dice... verso 19 para tener el cuadro claro, dice:
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“*Dijo también Jehová a Moisés en Madián: Vé y vuélvete a Egipto, porque han muerto todos los que procuraban tu muerte.*
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*Entonces Moisés tomó su mujer y sus hijos, y los puso sobre un asno, y volvió a tierra de Egipto. Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano.*
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*Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo.*
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*Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.*
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*Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito.”*
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Y ahora vean cómo Dios aquí dice que va a matar al primogénito del faraón; pero también el Angel de Jehová quiso matar al hijo de Moisés. Y ahora, ¿por qué? Porque Moisés siendo judío y sabiendo que tenía que ser circuncidado él y su familia; Moisés estaba circuncidado, pero los hijos de Moisés no estaban circuncidados; un descuido familiar religioso muy grande que por poco le cuesta la vida al hijo de Moisés —quizás a los dos hijos.—
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Y ahora, en cuanto a las cosas de Dios no podemos descuidarnos en la familia, tenemos que estar sirviendo a Dios todos en la familia, y estar bajo el Nuevo Pacto todos en la familia, para que vengan no juicios, sino bendiciones sobre todos en el hogar.
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Vean, iba a venir la muerte sobre los hijos de Moisés, en la familia de Moisés iba a venir la muerte, ¿por qué? Porque no estaban bajo el Pacto de Dios para aquel tiempo. Y ahora estamos viendo que ellos tenían que ser circuncidados, y eso le fue dado a Abraham primero para entrar al Pacto con Dios. Pero ahora estamos bajo un Nuevo Pacto, bajo la Sangre del Nuevo Pacto que es la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo, para estando bajo el Nuevo Pacto servir a Cristo, servir a Dios.
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**O sea, que todos en la familia tienen que estar bajo el Nuevo Pacto para que sea bendición para la Obra de Dios, para que todos sirvamos a Dios, y para que vengan las bendiciones de Dios para todos en la familia.**
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Ahora, miren cómo Dios hablando del pueblo hebreo dice: “Israel es mi hijo, mi primogénito; deja ir a mi hijo para que me sirva.” Y ahora Dios va a libertar al pueblo hebreo y le ordena a faraón que lo deje ir (¿para qué?) Para que sirva a Dios.
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Y ahora, este caso de Israel siendo libertado para servir a Dios, por el desierto y luego en la tierra prometida, es tipo y figura de lo que sucede con el Israel Celestial.
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Toda persona que pertenece al Israel Celestial es toda persona que tiene su nombre escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo; por lo tanto ha venido a este planeta Tierra a un mundo e imperio que pertenece al maligno, al diablo, a satanás, a ese arcángel que también se le llama lucero o luzbel, que se rebeló en contra de Dios.
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Y cuando cada persona que tiene su nombre escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero es enviado a este planeta Tierra, su alma nace en este planeta Tierra en un cuerpo mortal, corruptible y temporal y recibe un espíritu del mundo y así se halla en un reino, en un imperio, llamado el imperio de las tinieblas, el imperio o reino del diablo, y se encuentra como estaba el pueblo hebreo en Egipto.
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Y por cuanto el pecado entró a la raza humana por un hombre, por Adán, y por cuanto él es la representación de la raza humana, cuando él pecó todos pecaron, toda la descendencia de Adán y Eva están contaminados con el pecado. Y por cuanto todos pecaron, todos están destituidos de la Gloria de Dios \[Romanos 3:23 —Editor\], perdieron el derecho a la Vida Eterna, perdieron el derecho a recibir un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y perdieron el derecho a recibir un cuerpo eterno, inmortal e incorruptible, para vivir para siempre en este planeta Tierra.
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Por eso se nace, se vive y luego se muere; así es el ciclo para el ser humano que viene a esta dimensión terrenal; pues recibe un espíritu del mundo cuando nace en esta Tierra y recibe un cuerpo mortal en la permisiva voluntad de Dios, por eso se encuentra en esclavitud como el pueblo hebreo en Egipto, y se encuentra en esclavitud en el Reino del maligno, el imperio del diablo, de satanás; pues el diablo es el príncipe de las tinieblas, y él es el que gobierna los reinos de esta Tierra.
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¿Recuerdan que a Cristo le dijo que todos los reinos eran de él y a quien él quería los daba? Y le dijo a Jesús que si postrado lo adoraba le daría todos los reinos, y vendría a ser Cristo el césar, porque el reino de los gentiles estaba en la etapa de las piernas de hierro. Y si Jesús aceptaba, ese imperio o reino del césar continuaría para siempre, pues tendría un hombre perfecto como el rey, el césar, y el diablo estaría en El, en Jesús, si Jesús aceptaba la proposición que el diablo le hizo. Pero Jesús le dijo: “Apartate de mí satanás, al Señor Tu Dios servirás.”
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Y ahora, encontramos que el diablo gobierna los reinos de esta Tierra, pues los reinos de esta Tierra están sometidos al reino o imperio de las tinieblas, o sea, que están sujetos a la quinta dimensión, y el diablo es el príncipe de las tinieblas.
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Vean cómo Cristo habla acerca del diablo en San Juan, capítulo 12, veamos cómo Cristo habla aquí para que tengamos un cuadro claro. Capítulo 12, verso 31, dice:
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“*Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera.”*
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¿Quién es el príncipe de este mundo? El diablo.
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También en el capítulo 14, verso 30 de San Juan, dice:
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“*No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.”*
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Luego dice:
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“*Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago. Levantaos, vamos de aquí.”*
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Luego en el capítulo 16, verso 11 de San Juan también dice:
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“*y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.”*
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Luego también en San Lucas, capítulo 10, vean quién es el príncipe de este mundo, porque el mundo está sujeto al reino de las tinieblas. Y vean en San Lucas, capítulo 10, verso 18, lo que el Señor Jesucristo dice aquí:
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“*Y les dijo: Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.*
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*He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.*
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*Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos.”*
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El motivo de regocijo nuestro es que nuestros nombres están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y eso nos identifica a nosotros, nos identifica como hijos e hijas Dios, nos identifica como los elegidos de Dios escritos en el Cielo desde antes de la fundación del mundo, en el Libro de la Vida del Cordero, y por consiguiente ni uno de ellos se perderá; ésas son las ovejas de Cristo que el Padre le dio, para que les dé Vida Eterna, para que los liberte como libertó al pueblo hebreo, el pueblo hebreo señalado ahí por Dios, dándole testimonio Dios a Moisés diciéndole: “Israel es mi hijo, mi primogénito.” Para que le diga eso al faraón.
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Y ahora, los Primogénitos de Dios del Cielo, del Israel Celestial, son los escogidos de Dios que tienen sus nombres en el Cielo, escritos en el Libro de la Vida del Cordero; pero vienen a este planeta Tierra que está sujeto a la quinta dimensión, que está sujeto al reino, al imperio, del diablo; y el diablo es el príncipe de este mundo.
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Y vean ustedes, hemos tenido que venir a este lugar, a esta dimensión terrenal, y hemos aparecido como esclavos del pecado aquí en la Tierra; pero tenemos un Libertador, el mismo que libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, es el que liberta a cada hijo de Dios perteneciente al Israel Celestial.
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Y dice que Su Iglesia es Su Pueblo Primogénito Celestial; por lo tanto cada escogido de Dios escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero es un Primogénito; por lo tanto, siendo un Primogénito, Cristo lo liberta para que le sirva, lo liberta del imperio del faraón que es el diablo, y del Egipto espiritual, que es el reino del diablo. El es el que lleva a cabo esa liberación y así nos liberta del pecado y del mundo, y nos coloca, nos traslada del reino de las tinieblas al Reino de Luz, que es el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
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Colosenses, capítulo 1, verso 13 nos dice... San Pablo en su carta a los Colosenses, capítulo 1, verso \*4, dice: *“Habiendo oído de vuestra fe en Cristo...”* Vamos a ver lo que nos dice... vamos a comenzar en el verso 9 para que tengamos el cuadro claro. Capítulo 1, verso 9 al 14, dice:
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“*Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual* (¿Ven que Dios no quiere, ni San Pablo quiere, que nosotros seamos unos ignorantes en cuanto a las cosas espirituales? Sino que estemos llenos de conocimiento y de inteligencia, que cada día sepamos más acerca de las cosas de Dios)*,*
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*para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra* (o sea, trabajando en Su Obra y produciendo fruto, fruto en nuestra vida como individuos, y llevando fruto en cuanto a trabajo en la Obra del Señor, y viviendo una vida agradable a Dios. Y todo eso lo hace Cristo en nuestra vida, si nosotros nos rendimos a El para servirle todos los días de nuestra vida)*, y creciendo en el conocimiento de Dios* (o sea, que cada día usted debe saber más de Dios; por lo tanto cada día usted debe estar leyendo las Escrituras, y también leyendo los Mensajes, para que pueda decir: ‘Hoy he aprendido algo nuevo.’ Y si cada día usted logra eso, en el año usted habrá aprendido 365 cosas nuevas que no sabía. ¿Ven cómo en un año se puede aprender mucho? Pero eso es solamente aprendiendo cada día algo nuevo. ¿Y qué si aprendemos en cada día 2 ó 3 ó 4 cosas nuevas?)*;*
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*fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria* (eso es fortalecidos con el poder de Cristo por medio de la manifestación de Su Espíritu Santo)*, para toda paciencia y longanimidad* (para que así seamos pacientes, no personas desesperadas)*;*
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*con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz* (vean la herencia de los santos en Luz, hay una herencia para los santos en Luz, y El nos ha hecho aptos para participar de esa herencia, pues somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús, Señor nuestro, somos herederos de todo lo que pertenece a Dios; por lo tanto, toda la creación que pertenece a Dios, a ella nosotros somos herederos y coherederos con Jesucristo nuestro Salvador, porque El es el Hijo de Dios, heredero de los Cielos y de la Tierra, y nosotros coherederos con El, coherederos con El de los Cielos y de la Tierra también; y coherederos de cosas físicas y cosas invisibles también, y cosas espirituales)*;*
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*el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas* (¿Ve? Nos ha librado de la potestad de las tinieblas, así como Dios, el Angel de Jehová, libertó al pueblo hebreo de la potestad del imperio del faraón; y ahora Cristo nos ha libertado, nos ha librado de la potestad del imperio del maligno, del príncipe de las tinieblas, y nos ha libertado y nos ha sacado del reino de las tinieblas, ¿y qué ha hecho?)*... el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”*
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Y ahora, el Reino de Su amado Hijo es un Reino de Luz. El Reino de Luz de Jesucristo es el lugar donde El nos ha colocado.
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Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo siendo el Reino de Luz, es el lugar donde Cristo ha estado resplandeciendo, por medio de cada ángel mensajero de edad en edad, y ha estado lleno de Luz ese Reino, ese Cuerpo Místico de creyentes de edad en edad. Siendo un Templo Espiritual, como hubo lámparas, un candelero con siete lámparas en el lugar santo, así ha habido un candelabro o candelero con siete lámparas, que son las siete edades de la Iglesia con el ángel mensajero, encendido en el fuego del Espíritu Santo, alumbrando en cada edad; ha sido Cristo, el Espíritu Santo, por medio de cada ángel mensajero, reflejado, alumbrando en Su Iglesia, en Su Reino de Luz.
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Y ahora, hubo un hombre en cada edad, el cual pudo encender la Luz de su edad, pues en él se encendió el Espíritu Santo y así se alumbró cada edad con el fuego del Espíritu Santo resplandeciendo por medio del mensajero de cada edad; por lo tanto, cuando se apagaba una luz, o sea, cuando se iba un mensajero y se apagaba esa luz... recuerden que Cristo también habló, por ejemplo, de Juan el Bautista, cuando dijo acerca de Juan el Bautista, dijo: “Juan era antorcha (o sea, era una luz), una lámpara que ardía, y ustedes quisieron caminar a su luz.” Pero cuando Juan fue preso y luego lo decapitaron, la luz se apagó.
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Por eso es que Juan siendo esa luz para la séptima edad de la iglesia hebrea bajo la Ley, cuando le dijeron acerca de Jesús: “Mira, Aquel del cual tu diste testimonio, a El ahora le siguen más personas que a ti, y bautiza más personas que tu (aunque Jesús no bautizaba sino Sus discípulos.” Juan dice: “A El le conviene crecer y a mí menguar.” ¿Ven? Juan siendo la luz para la séptima edad le convenía menguar; como la luz de la tarde, la luz del sol en la tarde le conviene menguar. ¿Y qué luz le conviene crecer? La luz de la mañana, va creciendo como la luz que va entrando poco a poco hasta que el día es perfecto.
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Y ahora, podemos ver que en la Iglesia del Señor Jesucristo hemos tenido siete mensajeros, a través de los cuales Cristo se ha manifestado, durante el tiempo de la noche de estas siete edades; pero hubo luz de edad: en edad, la luz de Cristo en el mensajero de cada edad.
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Y ahora, así como Juan el Bautista, el precursor de la Primera Venida de Cristo era una luz, una antorcha, una lámpara encendida y el pueblo quiso caminar a su luz; pero Cristo dijo: “Mas Yo tengo mayor testimonio que Juan.” También dijo Jesús: “Yo Soy la Luz del mundo.”
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Juan siendo la luz y la lámpara encendida con su grupo, esa edad con Juan era la lámpara de ese tiempo, la séptima edad, con la mecha metida dentro del aceite del Espíritu Santo, encendida esa mecha con el fuego del Espíritu Santo, alumbrando en aquel tiempo, y la gente quiso caminar a su luz; pero ahora Jesús tiene mayor testimonio que Juan; porque Juan fue la luz de la tarde, pero Jesús fue la Luz de la mañana de un nuevo Día que alumbraría de este a oeste; y por eso siendo una Luz mayor alumbraría desde la tierra de Israel hasta el occidente, como el sol que sale en el este y se pone en el oeste.
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Y ahora, la Luz de Cristo, Cristo siendo la Luz del mundo, con Su Primera Venida y Su Obra de Redención, resplandecería y alumbraría a la humanidad; y así millones de seres humanos verían la Luz de Dios y recibirían a Cristo como su Salvador, obtendrían el perdón de sus pecados y recibirían el Don del Espíritu Santo y obtendrían el nuevo nacimiento, y serían colocados en el Reino de Dios, serían libertados del reino de las tinieblas, del reino del príncipe de las tinieblas, y serían trasladados al Reino del amado Hijo de Dios, Jesucristo.
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Y ahora, todos los que son libertados como el pueblo hebreo fue libertado, Dios dice: “para que me sirvan... Israel es mi hijo, mi primogénito, deja ir a mi hijo para que me sirva.” También dice en Oseas, capítulo 11: “De Egipto llamé a mi hijo.” De Egipto Dios llamó a Su hijo primogénito Israel.
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Y del Egipto espiritual, del reino del príncipe de las tinieblas, del diablo, del príncipe de ese reino, ese príncipe que se rebeló en contra de Dios, ese arcángel lucero o luzbel o diablo o satanás, vean ustedes, de ese reino del diablo es que Cristo nos ha libertado, y nos ha trasladado del imperio, o reino de las tinieblas, a Su Reino de Luz, al Reino de Jesucristo. Por eso Cristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia.” Para así la persona ser trasladada del Egipto espiritual, del mundo y del reino del mundo, del reino del maligno, del príncipe de las tinieblas, y ser sacado de ahí y colocado en el Reino de Dios.
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Y ahora, en el Reino de Dios es que servimos a Dios; en el reino del maligno se sirve al maligno, en el reino de las tinieblas se sirve al príncipe de las tinieblas; en el Reino de Luz se sirve al Príncipe de Luz, a Jesucristo, quien dijo: “Yo Soy la Luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la Vida (de la Vida Eterna).”
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Ahora, podemos ver cómo es que Cristo nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y nos ha trasladado al Reino Suyo: es por medio de Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, la cual al recibirla nosotros, al recibir a Cristo como nuestro Salvador son perdonados nuestros pecados, somos bautizados en Su Nombre, y recibimos el Don del Espíritu Santo y así nacemos de nuevo, nacemos en otro Reino, en el Reino de Luz, el Reino del amado Hijo de Dios, Jesucristo nuestro Salvador.
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Así como hemos nacido según la carne en el reino de las tinieblas, por medio de nuestros padres terrenales, por medio del nuevo nacimiento hemos nacido en el Reino de Luz, el Reino del amado Hijo de Dios; y ahora pertenecemos al Reino de Jesucristo, el Hijo de Dios, ¿para qué? Para servirle con toda nuestra alma todos los días de nuestra vida.
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Así El nos ha levantado, nos ha resucitado a una nueva vida, nos ha levantado como dice en Efesios, capítulo \*5, verso 14:
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“*Despiértate, tú que duermes,*
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*Y levántate de los muertos,*
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*Y te alumbrará Cristo* (te alumbrará Cristo en el Reino de Luz)*.”*
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Cuando la persona está dormida, todo está en tinieblas para la persona, porque sus ojos están cerrados. Y cuando el ser humano no ha recibido a Cristo como su Salvador, él está dormido espiritualmente, por lo tanto está en tinieblas; pero la Voz de Cristo lo llama a despertar, como llamó a Lázaro de la tumba: “¡Lázaro ven fuera!” ¿Fuera de qué? Del sepulcro, del sepulcro de tinieblas. Y el reino del maligno es un sepulcro de tinieblas para los hijos e hijas de Dios; pero Cristo los llama a levantarse, a resucitar, para despertar a una nueva vida, a una nueva vida en un nuevo Reino, el Reino de Jesucristo, el Hijo de Dios.
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Por eso es que también la Escritura dice que Dios sacó a Israel de allá de la tumba, de Egipto, los libertó, los sacó de allá con mano poderosa; y con mano poderosa El ha estado libertando a todos los hijos e hijas de Dios, los Primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
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Y ahora, vean ustedes también lo que nos dice Dios, le dice Dios a Moisés y Moisés al pueblo hebreo, en el capítulo 19 del Exodo, verso 1 en adelante, vamos a ver... vamos a... verso 3 en adelante para no leer mucho, dice:
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“*Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel:*
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*Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí.*
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*Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.*
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*Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.”*
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Y ahora, a todos los que Cristo ha libertado del Egipto espiritual, del reino del maligno, del reino de las tinieblas, y los ha traído a Su Reino, al Reino de Luz, ahora los ha hecho Reyes y Sacerdotes, para ser un Reino de Sacerdotes y de Reyes, para servir a Cristo en Su Reino.
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Hemos visto que lo que Cristo haría con Sus escogidos, escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, que son los Primogénitos de Dios del Cielo, lo reflejó con los hebreos, con el pueblo hebreo que son - el pueblo hebreo \*es el pueblo primogénito de Dios, el primer pueblo, la primer nación, que Dios ha creado; por eso es el pueblo primogénito de Dios; las demás naciones no son primogénitas, sino que Dios tomó unos dos millones más o menos —aproximadamente— de Hebreos, que estaban esclavizados en Egipto, los libertó, los sacó, del horno de fuego allá donde estaban esclavizados y los llevó al Monte Sinaí, y estableció con ellos un Pacto, y los estableció como pueblo.
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Vean, un grupo de esclavos de unos dos millones de personas —entre hombres, mujeres y niños— Dios los constituyó un pueblo, una nación, dándole sus leyes, dándole su líder, su Profeta; dándole tanto el orden religioso como el orden político, social, económico, el orden también legal de justicia, y así por el estilo, lo constituyó un pueblo. Es el primer pueblo, la primer nación a la cual y con la cual Dios establece Sus leyes. Por lo tanto, vean ustedes, el Legislador fue Dios; pero tenía un Profeta al cual y a través del cual daba esas leyes; por eso también Moisés es llamado Profeta y legislador; y también él fue rey, porque Dios es Rey, y Dios estaba reinando por medio del Profeta Moisés.
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Ahora, podemos ver que ésa es la primer nación que Dios constituye como la nación primogénita. Durante el Reino Milenial Dios creará nuevas naciones, pero la primogénita será Israel; por lo tanto el Trono de Cristo, el Trono del Hijo de David, pues tiene que estar en la nación primogénita. Y luego durante la eternidad habrá más naciones; y así como Israel es la nación primogénita, y por consiguiente el Trono de Cristo tiene que estar en esa nación, y el gobierno para ser llevado (aquí) a cabo en la Tierra tiene que ser desde esa nación. Por eso el Mesías en Su Primera Venida tenía que venir por medio de esa nación.
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Y ahora vean todas las bendiciones que perdió Esaú cuando le vendió la Primogenitura a Jacob, y cuando luego Jacob también recibió la Bendición de Isaac (su padre), y luego mas adelante cuando el Angel de Jehová bendijo a Jacob cambiándole el nombre.
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Vean todos los beneficios que estaban en esa Bendición de la Primogenitura, la cual menospreció Esaú.
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Y ahora, siendo que el pueblo hebreo, Israel, representa el Israel Celestial, que son los hijos e hijas de Dios del Cielo, escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, el Israel Celestial está sobre el Israel terrenal, y el Israel Celestial es el que tiene la bendición, no solamente sobre el planeta Tierra, sino sobre el universo completo. Por lo tanto, con el Israel Celestial será que Cristo gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones aquí en la Tierra, y sobre todo el universo; es que somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús, Señor nuestro; por eso El nos ha trasladado del Egipto espiritual (como hizo con el pueblo hebreo) a la tierra prometida del Reino del Hijo de Dios, Jesucristo.
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Y nos colocará en el cuerpo nuevo también, que es la tierra prometida como cuerpo, y nos colocará luego que haya pasado la gran tribulación, nos colocará en este planeta Tierra de nuevo, en el glorioso Reino Milenial, que es como Reino la tierra prometida.
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Y ahora, podemos ver la bendición tan grande que hay en ser levantados por Cristo, para servirle a El con toda nuestra alma.
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Hemos visto que El nos ha levantado del Egipto espiritual, nos ha dado una resurrección espiritual, y nos ha colocado en Su Reino para que le sirvamos, para que seamos un Reino de Sacerdotes, porque El nos ha redimido con Su Sangre y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes.
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Y El nos ha colocado en Su Cuerpo Místico de creyentes, para que le sirvamos con toda nuestra alma, y así El nos use a todos nosotros por medio de Su Espíritu Santo y seamos instrumentos de Cristo. Será El en nosotros en ese servicio que le prestemos a El, que le ofrezcamos a El.
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**Cuando trabajamos en Su Obra estamos sirviéndole a El, cuando cantamos a Su Nombre estamos sirviéndole a El, cuando nos reunimos para tener las actividades le estamos sirviendo a El, cuando llevamos el Mensaje a las demás personas le estamos sirviendo a El. El está en cada uno de ustedes y en mí también, usándonos en ese servicio a Dios en Su perfecta voluntad.**
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Por eso El nos dice: “Id y predicad el Evangelio, llevad el Evangelio; todo el que creyere será salvo, más el que no creyere...” \[San Marcos 16:16 —Editor\] *“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”*
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¿Ven que hay un propósito al llevar el Mensaje? Es para que escuchen la Voz de Cristo, y crean los que están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, y reciban la salvación, la salvación del alma, para que no se pierda el alma de esa persona, sino que viva eternamente. “El que en El cree no es condenado, mas tiene Vida Eterna, más pasó de muerte a Vida.”
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\[San Juan 3:16 —Editor\] *“...de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”* Para que su alma pueda vivir eternamente en un cuerpo nuevo teofánico y un cuerpo nuevo físico y glorificado.
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Primero nos da el cuerpo teofánico cuando creemos en El como nuestro Salvador, lavamos nuestros pecados en Su Sangre, somos bautizados en Su Nombre y recibimos Su Espíritu Santo, y luego en el Día Postrero, que es el séptimo milenio, nos dará el cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual a Su cuerpo glorificado, para que vivamos eternamente físicamente también, pero en un cuerpo glorificado como el Suyo, y reinemos con Cristo por el milenio y por toda la eternidad, y para también poder ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo; porque nadie podrá ir si no tiene el cuerpo nuevo que El nos dará.
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Y ahora, podemos ver la importancia de ser levantados, para servir a Jesucristo nuestro Salvador. El nos levanta, nos sana espiritualmente de la lepra del pecado, para que le sirvamos, y también sana las personas físicamente para que le sirvan a El.
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En una ocasión hubo 10 leprosos que vinieron a El y de lejos le dijeron, le pidieron salud, sanidad, querían ser sanados. El les dijo: “Vayan al sacerdote y presentese a ellos para que los chequeen.” Y cuando fueron ¿qué sucedió? Por el camino quedaron sanos por la Palabra que Cristo había hablado.
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Y luego regresó uno, y era un samaritano, y vino a Jesús y postrado adoró a Jesús, y le dio gracias a Cristo por lo que había hecho, reconoció que era Cristo el que lo había sanado; aunque cuando habló la Palabra allí no vio nada, pero cuando iban de camino, vean, se fue materializando esa salud que ellos pidieron a Cristo, y los otros 9 no aparecieron, para darle gracias y gloria a Dios por lo que había hecho a través de Jesús.
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¿Y los otros 9 dónde están? ¿No eran 10 los leprosos que habían venido? ¿No fueron 10 los que recibieron la sanidad? Y ahora, ¿dónde están los otros 9? Vean, hay personas que buscan a Cristo para que los sane, y cuando reciben la sanidad después no vuelven mas a buscar a Cristo; vinieron buscando un beneficio físico, pero no vinieron interesados en servir a Cristo; eso se llama ser malagradecido a Cristo y no amar a Cristo.
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La persona que es agradecida y ama a Cristo, le sirve sin interés material; reciba o no reciba su salud, le sirve todos los días de su vida. Pero Cristo ha prometido sanar, no solamente espiritualmente, sino físicamente también; El ya lo hizo en la Cruz del Calvario, le toca a la persona aceptarlo, creerlo con toda su alma, y se materializará en la persona, así como se materializó en aquellos 10 leprosos.
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Cristo no puso Sus manos sobre ellos, y El no tiene que poner Su mano sobre ustedes para recibir la salud; aunque en algunas ocasiones Cristo puso Su mano sobre algunas personas, como sobre la mano de la suegra de Pedro, puso Su mano y quedó sanada; pero con los leprosos no puso Sus manos sobre ellos y quedaron sanados también, por la Palabra que Cristo habló quedaron sanados.
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**Por Su llaga fuimos nosotros sanados, curados, espiritualmente y materialmente también, nos sanó el alma y también el cuerpo; y ahora nos toca a nosotros creerlo con toda nuestra alma, y se materializará en cada uno de ustedes y en mí también.**
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Ahora, lo importante es saber que hemos sido levantados del Egipto espiritual, y hemos recibido una sanidad espiritual; por Su llaga hemos sido nosotros curados, tanto en lo físico como en lo espiritual, porque Su Sangre nos limpia de todo pecado, nos quita la enfermedad del pecado, la lepra del pecado; y así hemos sido levantados de esa enfermedad de la lepra del pecado para que le sirvamos.
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“**LEVANTADOS PARA SERVIR A JESUCRISTO NUESTRO SALVADOR.”**
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Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de que hemos sido levantados para servir a Jesucristo nuestro Salvador.
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“**LEVANTADOS PARA SERVIR.”**
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Mientras escuchamos el cántico que nos habla acerca del Hombre que nos transformó, pasará el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte en esta ocasión. Ya nos veremos nuevamente el próximo año —¿próximo año es verdad Miguel?—, para compartir con ustedes nuevamente unos momentos de compañerismo, de confraternidad alrededor de la Palabra de Dios, y así ver las bendiciones que El nos ha dado en Su Primera Venida, y las que estamos disfrutando, y las que nos daría o nos dará en Su Segunda Venida.
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Mientras escuchamos el cántico del Hombre que nos transformó, ya pasará el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte en esta ocasión.
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Que las bendiciones de Jesucristo, el Angel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y pronto Cristo termine Su Obra de Intercesión en el Cielo, resucite a los muertos en Cristo y nos transforme a nosotros los que vivimos y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
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“**LEVANTADOS PARA SERVIR.”**
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