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|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| Tiempo de transformación | 1978-02-19 | 1 | Cayey | PR | 00:00:00 | false |
Muy buenos días, amados hermanos, Dios nos continúe bendiciendo en esta hermosa mañana, en que podemos congregarnos para adorar a Dios y oír Su gloriosa Palabra.
Vamos a buscar en nuestras Biblias, vamos a leer en el Evangelio según San Lucas, capítulo 9; comenzaremos en el verso 27 del capítulo 9 de San Lucas. Y dice así la Palabra:
- “Pero os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios.*
- Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar.*
- Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente.*
- Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías;*
- quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén.*
- Y Pedro y los que estaban con él estaban rendidos de sueño; mas permaneciendo despiertos, vieron la gloria de Jesús, y a los dos varones que estaban con él.*
- Y sucedió que apartándose ellos de él* (Moisés y Elías), Pedro dijo a Jesús: Maestro, bueno es para nosotros que estemos aquí; y hagamos tres enramadas, una para ti, una para Moisés, y una para Elías; no sabiendo lo que decía.
- Mientras él decía esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube.*
- Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd.*
- Y cuando cesó la voz, Jesús fue hallado solo; y ellos callaron, y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto”.*
Oremos a Dios: Dios Eterno, ante Tu presencia estamos en esta mañana, y Te rogamos, oh, Dios, Tú estés en medio nuestro manifiesto. Y que Señor, en esta mañana, oh, Dios Eterno, Tú mires hacia nosotros; perdona nuestras faltas, nuestros errores. Y te rogamos, oh, Dios, Tu bendición en esta mañana.
Habla a nuestros corazones y edifícanos, oh, Dios Eterno. Te lo ruego en el Nombre del Hijo de David. Amén, amén.
Son las 11:00 u once menos cinco, por ahí. Bueno, esperamos de parte de Dios que en ese tiempito que tenemos, Dios nos dé algunas cositas. Vamos a ponerle como tema a la plática de esta mañana: “TIEMPO DE TRANSFORMACIÓN”.
Encontramos que el Señor Jesucristo allá, cuando Él fue a encontrarse con Moisés y Elías, cuando Él fue a ser transformado o transfigurado delante de los discípulos que Él habría de llevar arriba, encontramos que Él estuvo hablando con ellos, en el capítulo anterior, lo encontramos acá, en el Evangelio según San Mateo, como leímos allá, pero acá está más explicado, lo que Él había hablado con ellos de 6 a 8 días antes de subir arriba, al Monte.
Encontramos que el Señor habló con ellos y les dijo:
- “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.*
Y acá, en el verso 28 sigue diciendo…, eso es allá en el capítulo 16, verso 27; y 28 sigue diciendo:
- “De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino”.*
Ahora, vean ustedes que el Señor dijo:
- “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre* (¿y cómo vendrá? Con Sus Ángeles; con Sus Ángeles, los cuales son: Moisés y Elías), y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
Por eso el Sexto Sello es el sello de juicio, es sello para hacer juicio, para que cada cual reciba el pago de sus obras. Y nos dice o les dice a ellos que, “algunos de los que estaban allí no habrían de gustar la muerte, hasta (¿qué?)… hasta que hubieran visto al Hijo del Hombre viniendo en Su Reino.”
Ahora, estando la Venida del Reino en lo literal, o estando en el futuro todo eso, y algunos de los que estaban allí tenían la promesa de que algunos no habrían de morir hasta que vieran la Venida del Reino de Dios y al Hijo del Hombre viniendo en el Reino de Dios, para ellos poder ver la Venida del Reino y ver al Hijo del Hombre viniendo en Su Reino, encontramos que entonces, el Señor Jesús tenía que tomar a esos discípulos que no habrían de ver muerte y que habrían de ver el Reino de Dios antes de morir, tenía que tomarlos y transportarlos al futuro en una visión; porque a través de visión o de visiones, los hombres de Dios del pasado vieron el presente que nosotros vivimos.
Por lo tanto, cualquier persona del pasado que quisiera ver las cosas que Dios habría de hacer en el futuro, entonces Dios tenía que transportarlo al futuro, porque en Dios no hay tiempo, Dios es eterno; y Dios puede tomar a una persona y sacarlo de tiempo - de tiempo y materia. Entonces si lo saca de tiempo, entonces lo mete a eternidad, y estando en eternidad puede lo mismo mirar para atrás y ver todo el pasado; mirar el presente que se está viviendo en ese tiempo, y mirar para el futuro y ver el futuro, porque él es colocado por Dios, es colocado en eternidad.
Entonces, eso fue lo que pasó a través de todos los tiempos en cada uno de los profetas: ellos vieron lo mismo para atrás, lo mismo el presente de aquellos días o el futuro, ellos lo vieron de esa manera. Dios los transportó en visión para ver todo; y ellos entonces de la manera que Dios les mostraba, ellos entonces daban a conocer lo que habían visto, y al darlo a conocer entonces, eso venía a ser una Palabra, una Palabra ahora escrita, porque entonces era escrita, pero eso estaba en el futuro para cumplirse.
Y luego, encontramos que a través de los tiempos lo que se ha venido viendo manifiesto en la Tierra, no es otra cosa sino el cumplimiento de lo que los profetas de Dios vieron en el pasado cuando fueron transportados en visión para Dios hablarle todas esas cosas que ellos hablaron. O sea, en este tiempo no estamos viendo nada que no esté hablado en la Palabra de Dios.
Todo es el cumplimiento de lo que ya fue previsto, ¿ve? Fue previsto, o sea, fue visto antes de acontecer. Pero ahora nosotros estamos viviendo la realidad en este tiempo de lo que fue visto cientos o miles de años atrás. Así ha pasado en todos los tiempos, antes de acontecer las cosas, fueron mostradas por Dios a los profetas de Dios, y entonces luego lo que se cumple es lo que ya Dios dijo que había que cumplirse.
En este caso, y en este tema que tenemos delante de nosotros en esta mañana: “TIEMPO DE TRANSFORMACIÓN”, todo lo que se ha de cumplir, ya está hablado, ya fue mostrado y está escrito en la Palabra de Dios todo lo que se va a cumplir.
Por lo tanto, encontramos que ya tenemos la Escritura profética, la Palabra profética que anuncia el tiempo de transformación. Y a través de la Palabra profética podemos ver todos los pormenores que estarán manifiestos en ese tiempo de transformación.
Nos llama mucha la atención este tema de la transformación, porque es realmente lo que nosotros estamos esperando; estamos esperando la transformación de nuestros cuerpos; y tenemos que ver con detenimiento todos los ángulos de la transformación y el tiempo en que la transformación está señalada para acontecer.
Encontramos que siempre que algo literal va a acontecer, primero vemos que en lo espiritual todo eso acontece, y luego de eso, de lo que aconteció en lo espiritual —que no se veía—, luego lo literal que es lo que se ve, entonces se materializa alrededor de eso que ya sucedió en lo espiritual.
Ahora, vean ustedes este tema: “TIEMPO DE TRANSFORMACIÓN” o “EL TIEMPO DE TRANSFORMACIÓN”, lo podemos ver allá en la transformación o transfiguración, allá en la cima del monte, cuando Jesús ascendió con tres discípulos.
Encontramos que poco tiempo antes Él les habló de lo que habría de acontecer o de lo que ellos habrían de ver.
Encontramos que allí Dios les estaba mostrando a ellos lo que habría de acontecer en este tiempo final; por lo tanto, entonces, no pierdan eso de vista, porque aquello es el orden de Su Venida en este tiempo final, la cual ha sido anunciada por todos los profetas de Dios; todos ellos han hablado de Su Segunda Venida más que de la Primera Venida. Y ellos señalan la Segunda Venida como León, pero la Primera Venida como Cordero, naciendo de la virgen.
Ahora, vean ustedes que algunos de los que estaban allá no habrían de morir; señala también que alguno de los del tiempo final no habrían de morir. Y dice que unos 6 días después, San Lucas dice, que, como 8 días, o sea... usted sabe, cómo somos nosotros, así también eran ellos. O sea, que ellos no eran personas... usted sabe, que estaban: “Bueno, el Señor en tal día y a tal hora dijo tal cosa (y la apuntaban), y después tal día y a tal hora se cumplió lo que Él dijo”. O sea, que ellos eran personas comunes y corrientes.
Y ellos estaban disfrutando lo que se estaba viviendo en aquellos días, y ellos no se preocuparon mucho por estar pendiente a la hora, el día exacto y eso, y entonces, pues son como nosotros, eran como nosotros que nos preguntan quizás:
—“¿Y cuándo sucedió tal cosa?”.
— “Bueno, hace como dos o tres años”.
— “¿Y qué día fue?”.
—“Bueno, eso fue más o menos de... el fin de semana”.
—“¿Y cómo a qué hora?”.
— “Bueno, eso fue más bien, quizás de 1:00 a 5:00 de la tarde”.
Bueno, porque usted sabe, nosotros pues nos dejamos llevar por... si ya almorzamos, ya entonces puede medir de abajo, y si no habíamos comido todavía (o cenado), fue entre el almuerzo y la comida, entonces eso es de 1:00 a 5:00 de la tarde más o menos, que todavía estaba de día; usted sabe la forma común y corriente de medir el tiempo, de las personas comunes y corrientes, pues son así; nosotros no somos tan... usted sabe, estrictos en medir exactamente el horario, más o menos en esas cosas así. Pero en lo que no somos más o menos, es en cuanto a la Palabra; en cuanto a la Palabra queremos ser exactos.
Ahora fíjese, dice que:
** [San Mateo 17:1-3] “Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte a un monte alto;
- y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos* (como la nieve o) como la luz.
- Y he aquí, les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Él.”*
Encontramos algo muy importante ahí, y es que el Señor señala el tiempo de la Venida del Hijo del Hombre. Él lo mostró allá subiendo a un monte alto, a la cima del monte, y luego allí transfigurándose o transformándose delante de ellos; y cuando eso sucedió, allí estaban Moisés y Elías.
Usted puede ver entonces, todos estos datos —que son muy importantes— porque todo eso así será en el tiempo de la Venida del Hijo del Hombre en gloria.
No son todos los discípulos los que subieron con Él, sino que de entre todos, Él escogió los que habrían de subir.
Encontramos también la parte que Él hizo: se transformó, se transfiguró delante de ellos, y que eso ocurrió como 6 días, unos 6 días después. Lucas dice como 8 días.
Bueno, fuera lo que fuera, después que el Señor vino en Su Primera Venida, después de eso, Él también anunció Su Segunda Venida. Y encontramos que un tiempo después de las edades de la Iglesia, al terminar las edades de la Iglesia, encontramos que es el tiempo de subir a la cima del monte, y ahí arriba no suben todos, no suben todos los discípulos del Señor, no suben todos los cristianos, no suben todos los de las edades; solamente encontramos que dice que de entre todos ellos Él sacó a 3 y los subió arriba.
Por lo tanto, de entre todos lo que pertenecieron a las edades de la Iglesia, de entre ellos, Él saca un grupito pequeño; y recuerde que el 3 habla de perfección, porque Dios se perfecciona en 3. Ese número 3, los 3 discípulos nos está hablando de un grupo perfecto o de un grupo que llegará a perfección; porque subirá arriba, y entonces son sacados de entre el grupo. Y ahí encontramos entonces a Jesús subiendo con ellos a la cima de la montaña, y el resto se quedó abajo. Y al subir arriba, entonces Jesús se transformó, se transfiguró delante de ellos; y cuando lo hizo, allí estaban Moisés y Elías con Jesús.
Encontramos que nos dice San Lucas, le quise leer lo que dice San Lucas, porque dice... entonces dice:
- “… la apariencia de su rostro se hizo otra…”,* se hizo otra **[San Lucas 9:29].
Ahora fíjese, muchas personas están esperando la Segunda Venida del Señor, esperando que el Señor venga, y cuando venga pues sea el mismo rostro, la misma persona literal que ellos vieron allá, el mismo cuerpo literal con el mismo rostro. Esperan ver el mismo rostro y todo eso, y el mismo cuerpo; pero aquí nos dice que:
- “… la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente.*
- Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías;*
- quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén.”*
Ahora, ustedes pueden ver entonces, el tiempo de la partida de Jesús hacia Jerusalén, ¿cuándo era el tiempo de hablarse de eso? ¿Cuándo era el tiempo para aparecer Moisés y Elías en la escena? El tiempo era cuando Jesús tomó de todos Sus discípulos, tomó solamente a tres, los subió arriba y entonces allá arriba se transformó, se transfiguró, y allí aparecieron Moisés y Elías; Moisés y Elías aparecieron allí, y ¿estaban cómo? Dice que ellos allí estaban rodeados de gloria, Moisés y Elías estaban allí rodeados de gloria.
Encontramos entonces, que todo eso que fue mostrado allá en el monte de la transfiguración, encontramos que ese es el orden de la Venida del Señor, y ese es el orden para la ida del Señor hacia Jerusalén.
Encontramos que antes de ir a Jerusalén, apareció Moisés y Elías, y allí estaba el Señor con Moisés y Elías en la cima del monte, solamente con tres que Él había sacado, que Él había escogido para subirlos arriba; y de lo que se hablaba arriba en la cima del monte era de la ida del Señor a Jerusalén.
Así también, obligatoriamente tiene que ser la Venida del Señor; porque el orden, ¿el orden señala qué? El orden es el plano, ¿que seguirá qué? Que seguirá Dios para hacer lo que Él ha prometido que ha de hacer.
Por lo tanto, encontramos que el Señor fue transfigurado, fue transformado, el Señor allí se hizo otro, se transfiguró; y dice que Su rostro vino a ser otro. Luego, encontramos Sus vestiduras transformadas también.
Ahora, recuerde que ese orden es el orden de Su Segunda Venida; siendo el orden de Su Segunda Venida, cualquier persona que conozca ese orden, cualquier persona que conozca ese plano que está ahí por obligación, entonces tendrá que estar vigilando la Segunda Venida del Señor, conforme a como fue mostrado en ese lugar.
Y también encontramos que hay promesa para algunos no ver muerte y ellos han de ver todas esas cosas, no verán muerte hasta que vean la Venida del Hijo del Hombre en Su gloria. La Venida del Hijo del Hombre con Moisés y Elías, porque ese es el orden de Su Segunda Venida: viniendo el Señor con Moisés y Elías. Y Moisés y Elías estaban rodeados de gloria.
Por lo tanto, entonces, vemos que es una escena de gloria, una escena gloriosa, y en un ambiente glorioso y en un ambiente de gloria, en el cual el Señor viene en Su Segunda Venida, y los que son subidos arriba, a la cima del monte con Jesús —porque Él es el que los invita—, recuerden que Él fue el que los invitó, Él fue el que se los llevó para allá arriba; ellos estaban abajo y Jesús estaba abajo.
Así que, vean ustedes que el que estaba abajo con ellos fue el mismo que subió con ellos y los escogió a ellos para subir allá, y después que está allá es que Él muestra - es que Él se muestra glorificado y hace que aparezcan allí Moisés y Elías; pero abajo, abajo Él no hizo o no dejó que los demás vieran a Moisés y Elías. ¿Ve usted?
Entonces, encontramos que en las edades de la Iglesia, en ningún tiempo Jesús a través de ninguno de los mensajeros pasados, en ningún tiempo Él se dio a conocer como Él promete hacerlo en la cima del monte; y tampoco en ningún tiempo pasado, Él dejó que vieran a Moisés y a Elías. Tampoco en ningún tiempo pasado Él dejó que conocieran o vieran, o escucharan sobre Su partida hacia Jerusalén para cumplir las cosas que estaban escritas acerca de Él.
Él en ningún tiempo atrás dejó ver abiertamente esas cosas, ni dejó tampoco ver a Moisés y Elías hablando con Él de Su partida, hablando con Él de las cosas que tenían que ser cumplidas allá en Jerusalén.
Por lo tanto, esa conversación nadie más la podía oír, solamente esa conversación, y esas cosas que tenían que ser cumplidas allá, solamente iban a ser oídas en la cima del monte y no todo el mundo iba a oír esas cosas, sino aquellos que fueran escogidos y subidos arriba; y entonces allá arriba era... era la reunión en la cumbre.
Una reunión en la cumbre muy importante para el cumplimiento de todas las cosas que debían de ser cumplidas en Jerusalén. Pero recuerde que cuando hay una reunión, una reunión en la cumbre, no todo el mundo va a una reunión de esa clase.
Por ejemplo: en la política, encontramos que cuando se dice que va a haber una reunión en la cumbre, eso... Mire, hay muchísimos países, y hay muchísimos políticos y hay muchísimos gobernadores y hay muchísimos presidentes y hay muchísimos reyes, pero cuando se dice una reunión en la cumbre, no importa quiénes sean esas personas, solamente están allí los que sean escogidos para estar allí; el resto, sean los que sean, no están invitados para estar ahí.
Y así pasa en esta gran reunión de la cumbre; en esta reunión en la cumbre, en la cima del monte, el Señor fue el que escogió los que habrían de estar allí. Y nos trae a la memoria esa reunión en la cumbre, nos trae a la memoria las Palabras que dijo el Señor: “No me escogisteis vosotros a mí, más Yo os escogí a vosotros [San Juan 15:16].
Así que, allí el Señor fue el que escogió a los que habría de subir; no fueron ellos los que dijeron: “No, no, yo quiero subir hacia allá”. Es más, ¿saben una cosa? Los que fueron escogidos para subir, no sabían con lo que se iban a encontrar allá arriba, ellos no sabían las cosas que iban a suceder allá arriba; y como siempre el Señor hacía... bueno, usted sabe, Él se iba a orar para aquel sitio, para aquel monte; bueno, imagínese, quizás los que... cuando el Señor escogió a aquellos discípulos para subir allá arriba, quizás los otros dijeron: “Bueno, estamos libres hoy”.
Bueno, quizás ellos pensaron: “Bueno, ahora no nos toca a nosotros entonces estar allá arriba orando con el Señor, porque cuando nos toca ir con el Señor, y nos toca orar o algo, algunas veces tenemos que vigilar con Él; así que, estamos acá abajo, así que hoy le toca orar mucho a Pedro, Jacobo y Juan con el Señor”.
Pero el Señor quería mostrarles algo y tenía que llevárselos, y se los llevó de una manera reservada; de una manera tan reservada, que Él no les dijo a qué iba a subir para allá arriba, Él no les dijo nada; imagínese si les dice algo, quizás todo el mundo hubiera querido subir hacia allá arriba, pero quizás la cosa se veía en esa ocasión, como que los que iban a subir para allá arriba, no iban a estar tan en buenas condiciones, o en buena situación como los que se iban a quedar allá abajo.
Bueno, imagínese subir esa cuesta por ahí para arriba, cansarse, así que... y después tener que bajar, si iban a bajar; pero si se quedaban en esa noche allá arriba, no se iban a vigilar para bajar por la mañana; así que cualquiera pensándolo bien prefiere quedarse abajo, ¿verdad?
Bueno, encontramos que fue el Señor el que los escogió a ellos, ellos no fueron los que escogieron subir allá arriba, Él los escogió porque Él había dicho unos cuántos días atrás: “Algunos de ustedes (algunos de ustedes), no van a gustar la muerte hasta que vean al Hijo del Hombre, viniendo en gloria en Su Reino” [San Mateo 16:28]. Hasta que vean al Hijo del Hombre viniendo en gloria, viniendo glorificado.
Por lo tanto, entonces encontramos que eso fue lo que fue mostrado allí; ellos lo vieron cambiado. Entonces encontramos que allí arriba, bueno el Señor estaba allí con aquellos tres discípulos en esa noche, se transfiguró delante de ellos. Al transfigurarse también aparecieron allí Moisés y Elías; y allí estaban hablando, ¿quiénes eran los que hablaban? Jesús, Moisés y Elías, Moisés y Elías le estaban hablando al Señor acerca de la ida a Jerusalén y de las cosas que tenían que cumplirse allá.
Los discípulos eran los observadores, los oyentes, los cuales fueron invitados para oír y ver todas aquellas cosas que estaban oyendo y viendo allí.
Ahora, para oír y ver esas cosas tan gloriosas que estaban viéndose allí, lo cual representaba y mostraba lo que acontecería en el tiempo futuro, en el fin del tiempo, entonces una invitación como esa era una invitación de privilegio, eran privilegiados aquellos que fueron invitados allí; y con ser tres discípulos que fueron invitados, eso entonces, como Dios se perfecciona en tres, entonces eso muestra que ellos mostraban, señalaban a un grupo que subiría allá arriba, a un grupo que estaría colocado como grupo en perfección, un grupo escogido de parte de Dios para ese propósito.
Por lo tanto, encontramos que después, ¿quiénes fueron las columnas allá en el tiempo primitivo? Pedro, Jacobo y Juan; los que subieron arriba, esos mismos fueron después los que eran las columnas allá.
Por lo tanto, lo que dijeran Pedro, Jacobo y Juan allá en el tiempo de la Iglesia apostólica, eso era lo que se hacía allá, porque ellos fueron las personas escogidas por Dios para ser las columnas del templo; ellos fueron los que subieron a la cima del monte, ellos fueron los que vieron todas esas cosas que ellos vieron, y ellos mismos dicen: “Porque nosotros oímos la Voz.” ¿Ve?
Así que, eso no es un escogimiento de las personas: el subir allá arriba a la cima del monte para ver y oír esa reunión de la cumbre. En la cual se trata el caso del cumplimiento de las profecías con relación a Jerusalén.
Bueno, vemos que pasados unos siete días de las edades de la Iglesia, encontramos que viene el tiempo para el Señor venir en Su Reino, el Hijo del Hombre venir en Su Reino, el Hijo del Hombre glorificado, el Hijo del Hombre transformado, el Hijo del Hombre cambiado; porque Dios, es Dios en morphe, Él es el mismo siempre, lo único que Él hace es: se cambia, se transforma, se cambia de máscara; y entonces cuando Él lo hace, entonces sigue siendo el mismo Dios, pero para cumplir otra parte de Su Programa, del Plan que Él tiene para llevar a cabo aquí en la Tierra.
Podemos ver entonces que todo aquello nos muestra lo que en este tiempo tiene que suceder conforme a la Palabra.
Ahora, ¿cuántos de los que se quedaron abajo, cuántos vieron lo que pasó arriba? Ninguno. Más bien cuando el Señor bajó con Sus tres discípulos que habían subido, los encontró llenos de problemas, los encontró llenos de incredulidad. Lo que ellos obtuvieron allá abajo fue incredulidad. Por eso le preguntaron al Señor después: “Bueno, Señor, ¿y cómo nosotros no le pudimos echar fuera ese espíritu lunático a ese joven?” El Señor les dijo: “Por vuestra incredulidad” [San Mateo 17:15]. ¿Ve?
Por lo tanto, entonces, sabemos el privilegio de los que suben arriba, pero sabemos también las condiciones que rodean a todos los que se quedan abajo. Podemos ver entonces, que en el tiempo final encontramos que llega el tiempo de subir a la cima del monte, subir a la parte de arriba, en donde está señalada una reunión en la cumbre, en donde Jesús se transforma, donde Jesús se muestra a ellos glorificado, en donde Jesús se cambia de rostro, ¿ve? Porque lo que nos muestra Lucas es que Su rostro vino a ser otro.
Entonces, encontramos que a cada lado de Él estaba un hombre o un profeta; encontramos que a cada lado de Él estaba uno —uno era a un lado: Moisés, y al otro lado Elías— y hablando con Él. O sea, el ministerio de Moisés y Elías, fue el ministerio allí que estaba operando para mostrarle a Jesús, al que tenía que ir a Jerusalén, mostrarle ¿qué? Mostrarle todo lo relacionado a su ida a Jerusalén, mostrarle las Escrituras que tenían que ser cumplidas, mostrarle todo el plan con relación a la ida a Jerusalén.
Encontramos que allí estaban: Pedro, Jacobo y Juan, y ellos fueron llevados allí como testigos de lo que estaba siendo mostrado allí; entonces ellos vieron a Jesús glorificado, ellos vieron a Jesús transformado, ellos vieron a Jesús cambiándose de rostro, cambiándose de físico, con Sus vestiduras resplandecientes; y ellos vieron también el ministerio de Moisés y Elías; lo vieron antes de ir a Jerusalén. Vea usted bien eso, porque todo eso es lo que tiene que ser visto por aquellos que son invitados a subir a la cima del monte.
Ellos suben a la cima del monte, no por voluntad propia de ellos o no por escogimiento propio de ellos, sino que ellos suben a la cima del monte, porque ellos son invitados para subir, y al ser invitados para subir, entonces ellos aceptan la invitación y ellos suben detrás del que les dice: “Suban conmigo acá arriba, que Yo les voy a mostrar algunas cosas”. Más nadie sabía lo que iba a suceder; pero Él se los llevó para allá arriba, Él les dijo: “Vamos allá arriba, vamos a la cima del monte”.
Entonces la cima del monte fue que Él les dio a conocer todas esas cosas; fue en la cima del monte que Él les dejó ver a Moisés y Elías, fue en la cima del monte que Él les dejó ver todas esas cosas y ellos oyeron a Moisés y Elías, ellos vieron y oyeron el ministerio de Moisés y Elías, hablando todas las cosas con relación a las cosas que tenían que cumplirse en Jerusalén.
Y para este tiempo hay muchas promesas que tienen que cumplirse en Jerusalén, hay muchas promesas que tienen que cumplirse entre los hebreos, hay muchas promesas que tienen que cumplirse en esta hora, y conforme a la Escritura hay muchas cosas que nosotros estaremos viendo en este tiempo. Todo lo que los discípulos vieron allá en la cima del monte, lo tenemos que ver nosotros.
Por lo tanto, luego que ellos vieron aquellas cosas, vieron a Moisés y a Elías, vieron a Jesús cambiado, luego dice que desaparecieron Moisés y Elías, y solamente quedó Jesús. ¿Qué nos muestra eso? Que luego de ver a Moisés y Elías, luego de ver el ministerio de Moisés y Elías, luego desaparece eso, y entonces el pueblo lo que estará viendo es a Jesús nuevamente sobre la Tierra; pero vean que ellos vieron Su rostro cambiado. O sea, ellos verán nuevamente a Jesús pero con otro rostro.
Ellos estarán viendo, ¿qué? La Segunda Venida del Señor; ellos sabrán que el ministerio de Moisés y Elías fue el ministerio que estuvo ahí, uno a cada lado, y ellos entonces pudieron ver todas esas cosas; pero luego ya ellos no estarán viendo las cosas o el ministerio como el ministerio de Moisés o el ministerio de Elías, ellos más bien estarán viendo las cosas como la Segunda Venida del Señor, y en la Segunda Venida del Señor, el Señor en Su Venida es acompañado con el ministerio de Moisés y Elías. Pero es la Venida del Señor en gloria, la Venida del Señor en Su Reino.
Entonces, ¿ese es tiempo de qué? Tiempo de transformación; por eso es que el que los subió hacia arriba, después se transformó; y después de transformado, entonces los discípulos pudieron ver a Moisés y Elías, y luego entonces vieron quién fue bien, el que los subió, y vieron lo que era en sí el ministerio de Moisés y Elías para los judíos.
Ahora, vean ustedes que ese fue el tiempo, el tiempo después de Él haber dicho, y de Él haber prometido que algunos verían Su Venida o la Venida del Hijo del Hombre en gloria... [CORTE DE AUDIO @42:50]...
...Por lo tanto allá fue mostrado todo eso.
Encontramos que a través de las edades de la Iglesia, bueno, todos en las edades de la Iglesia esperaban ver la Venida del Señor en gloria, en Su Reino, esperaban ver la Venida del Hijo del Hombre, pero no todos podían ser escogidos para ver, porque solamente algunos serían escogidos; y los que serían escogidos, serían aquellos que saldrían de abajo, de la edad de Laodicea, y subirían arriba, a la cima del monte, para ser espectadores, ser testigos de lo que ellos habrían de oír y de lo que ellos habrían de ver.
Ahora, vean que la invitación vino de parte del que habría de transformarse y de parte del que habría de mostrarle a Moisés y a Elías. Encontramos entonces, que algunos de los del tiempo final, cuando se estuviera viviendo en la última edad, la edad de Laodicea, cuando esa edad hubiera llegado a su fin, entonces habrían algunos que serían tomados y subidos arriba, a un nuevo lugar, o sea, a la cima del monte. Y la cima del monte es arriba, a la Edad de la Piedra Angular; y ahí, estando en la cima del monte, ahí, entonces ellos verían todas esas cosas: ellos verían el Séptimo Sello, porque el Séptimo Sello es la Segunda Venida del Señor con Moisés y Elías conforme al orden de Su Venida; entonces, ¿ellos verían qué? La Venida del Señor en gloria, verían el Séptimo Sello, que es la Venida del Señor, lo cual nunca antes había sido dado a conocer al público, nunca había sido revelado al público, para el público poder entender la manera exacta en que el Señor se presentaría en gloria a Sus escogidos.
Encontramos que ese fue el gran misterio que nunca fue dado a conocer, porque ese misterio estaba escondido en los Truenos, los Siete Truenos contienen el misterio del Séptimo Sello, los Siete Truenos contienen el misterio de la Segunda Venida del Señor; y en esos Siete Truenos está el contenido de todo ese misterio de la Segunda Venida del Señor; está escondido también el misterio del Nombre Nuevo, está escondido también el misterio de la fe para el rapto, está escondido también el misterio de la transformación; está escondido ahí, todo lo que no fue hablado al público o públicamente al pueblo de Dios en las edades pasadas.
Por lo tanto, entonces tenemos que entender que ese tiempo, cuando el pueblo esté viendo esas cosas, el pueblo estará viviendo en el tiempo de transformación.
Por lo tanto, en ese tiempo de transformación, entonces tiene que estar ocurriendo una transformación; y si estamos esperando una transformación física de estos cuerpos mortales, entonces estando en ese tiempo de transformación, esa transformación tiene que moverse primero en lo espiritual, tiene que haber una transformación espiritual para luego poder haber una transformación física de nuestros cuerpos terrenales.
Quiero leer, quiero leer por aquí en el mensaje titulado “Cristo el Misterio de Dios Revelado”, página 39 y 40, fíjese, encontramos el mismo proceso que Dios usa una vez, siempre lo sigue usando cuando va a hacer esas mismas cosas, por el mismo proceso que pasó Jesús... [CORTE DE AUDIO @47:20]... que pasa el Cuerpo Místico del Señor, que es Su cuerpo, que es su Novia; y por el mismo proceso nosotros como individuos también tenemos que pasar.
Ahora, vean que el Señor luego de tener un ministerio glorioso, luego de eso, Él fue juzgado, fue condenado a muerte, fue crucificado y luego fue sepultado. Luego de eso, encontramos que Él mientras estuvo sepultado, mientras estuvo Su cuerpo sepultado, encontramos que Él en el cuerpo teofánico bajó a la quinta dimensión, y entonces allá a las almas encarceladas…, Él bajó al infierno y a las almas encarceladas allá les predicó, les dio testimonio y les mostró que aquél del cual los profetas habían hablado, del cual Noé había hablado y todos los demás hombres de Dios habían hablado, Él les mostró que aquello, que aquellas gentes no habían creído, estaba cumplida y que Él era aquella persona del cual los profetas habían hablado.
Luego encontramos que pasó al Paraíso, al seno de Abraham, y allí estaban aquellos hombres de Dios, aquellos profetas de Dios, que habían hablado de la Venida del Señor, que habían hablado de la Primera y Segunda Venida del Señor, los cuales habían señalado a través de los sacrificios de los corderos, que ellos creían en la Venida del Mesías como el Cordero de Dios para hacer un sacrificio perfecto.
Encontramos que cuando Job lo vio, él dijo: “Éste es el cual yo había visto en visión, Éste es del cual yo dije: mi Redentor vive, y aquí está, yo sabía que Él aparecería, yo sabía que después que yo muriera, nuevamente yo habría de resucitar, yo vería a mi Mesías, yo vería a mi Redentor” [Job 19:25].
Y cuando Daniel lo vio, él dijo: “Esta es la piedra no cortada de manos que yo vi salir de la montaña, Este es Él” [Daniel 2:34].
¿Y cómo diría Abraham? ¿Y cómo diría cada uno de ellos? Abraham diría: “¡Este es Melquisedec! Este es el Rey de Salem. Este es el Rey de la ciudad que yo salí a buscar, Este es el que me dijo que saliera de mi tierra y de mi parentela; y me lo encontré en una ocasión allá cuando terminé la batalla y gané la batalla, cuando regresaba me encontré con Él, y ahora me vuelvo a encontrar con Él. ¡Este es Melquisedec! Del cual yo les hablaba a ustedes”.
¿Y cómo dirían los demás? ¿Cómo diría el salmista? [Audio inaudible] dijo mucho en los Salmos, “el vendría a ser la rosa de Sarón, este es el lirio de los valles” [Cantares 2:1]. Entonces Salomón diría así, y David en sus salmos... Bueno, los dos eran unos hombres que eran profetas y eran poetas también; o sea que sus profecías venían en una forma poética, de tal manera que ellos podían presentar todas estas profecías de una manera poética tan hermosa, que algunas personas piensan que Salomón en Cantares estaba hablando de una relación y de unos amores terrenales, cuando está hablando más bien proféticamente del amor de Dios y de todas estas cosas.
Bueno, encontramos que Salomón lo tuvo que tipificar todo para que se pudiera entender.
Encontramos que también el salmista mostró sus profecías de una manera poética muy hermosa; y cuando llegó allí Jesús, cuando Él llegó allá al Paraíso, Él no llegó con el cuerpo terrenal que tenía cuando estuvo aquí en la Tierra, el cuerpo terrenal estaba allá en la tumba. Él llegó allá en el cuerpo teofánico, en el cuerpo que en algunas ocasiones había aparecido a algunos de aquellos santos profetas y patriarcas del pasado.
Por lo tanto, cuando llegó, Él no era una persona desconocida allá, Él era una persona desconocida acá en esta Tierra cuando vino en cuerpo humano; pero cuando Él pasó allá al Paraíso de Abraham, allá pues, allá Él era bien conocido y todos le estaban esperando y todos le conocían allí.
Y Él entonces cuando llegó allí les dijo: “Bueno muchachos, ya la hora de salir de aquí ha llegado, ha llegado la hora de ustedes volver nuevamente y tomar sus cuerpos, para entonces irnos a otra dimensión. Así que llegó la hora, vayámonos de aquí”.
Y por la mañana se oyeron las noticias de que habían salido; por la mañana se oyeron las noticias de que muchos de los santos que habían resucitado estaban apareciendo a muchas personas allá en Jerusalén, estaban apareciéndoles y estuvieron así en ese ambiente por unos cuarenta días.
Y el Señor también, que fue la cabeza de los que resucitaron, también estuvo apareciendo en un lapso de tiempo de cuarenta días, apareció a lo menos, a los menos unas 8 veces.
Así que, ellos estaban en ese ambiente glorioso, y los discípulos estaban también muy contentos, porque había resucitado el que ellos esperaban que resucitase, aunque ellos estaban muy desanimados cuando ya llegó el día sábado, o cuando ya llegó el día domingo y no... y lo que había eran rumores según ellos.
—“Bueno, hemos oído los rumores de que Él se levantó de los muertos”.
Eso fue cuando estaban caminando hacia Emaús, y Jesús le apareció a aquellos dos, que iban de camino a Emaús, entonces Él empezó a platicar con ellos y entonces ellos comenzaron a decirle lo que les pasaba.
— “Bueno, ¿tú no sabes que... tú no sabes, tú eres extranjero aquí, tú eres un turista? ¿No sabes lo que ha pasado aquí en Jerusalén? Que Jesús de Nazaret un varón aprobado de Dios, en el cual nosotros hemos creído, le tomaron preso, le condenaron, le crucificaron, y hoy es el tercer día, y nosotros esperábamos que resucitase hoy domingo, que resucitase después de tres días, porque Él dijo, Él dijo que después de tres días Él habría de levantarse, pero ya hoy es el tercer día, y ya estamos por la tarde, y no lo hemos visto. Estamos muy desilusionados; estábamos en Jerusalén, pero ahora vamos hacia otro lugar, hacia Emaús, porque hemos estado allí todo ese tiempo y no lo hemos visto. Solamente nos asombraron unas noticias que oímos de unas mujeres, de unas mujeres que están en el Mensaje, oyeron la noticia, oímos unas noticias de que Él había resucitado, de que ellas lo habían visto, ustedes saben, pero no sabemos nada más. Así que, no le prestamos mucha atención a lo que ellas han dicho; y quizás si Él hubiera resucitado nos hubiera aparecido a todos nosotros ya”.
Bueno, entonces el Señor comenzó, usted sabe, a citarles las Escrituras, a citarles todas las promesas que estaban señaladas para ese tiempo, a citárselas todas y a condenarle la incredulidad de ellos:
—“Era necesario que tal cosa se cumpliera, que Él fuera tomado preso, que Él fuera acusado, que fuera condenado, que fuera azotado, que fuera crucificado, porque así está en la Escritura”.
Y todas esas cosas el Señor se las citaba a aquellos dos discípulos. Imagínese, y ellos, cuando oían esas Escrituras y todas esas cosas, y ellos habían estado viviendo esa historia, ellos habían estado viendo el cumplimiento de todo eso, ellos después dicen:
—“Bueno, con razón ardía nuestro corazón, estaba, había un fuego dentro de nosotros cuando Él nos hablaba, o sea, que lo que nos hablaba, eso llegaba allá adentro y nos revolvía, y después nos decía incrédulos”.
Bueno, la cosa es que después que termina Él de censurarle toda su incredulidad, pues ya es por la tardecita; y al ser ya por la tarde, entonces encontramos que ellos llegan al sitio donde van a llegar, y el Señor (dice) como que hizo que se iba a ir de ellos, ¿ve? Hizo como que iba a seguir de largo, y ellos le dijeron:
—“Mira, ya está oscureciendo, hay muchos ladrones por ahí, y en estos días imagínate con todo esto que ha pasado la cosa está peligrosa, es tiempo de apretura, de persecución, tú sabes, así que quédate con nosotros esta noche, duerme acá y después mañana por la mañana, sigues tu camino”.
Bueno, Él simuló, hizo aguaje como que se iba a ir, pero era para que ellos lo invitaran; usted sabe que algunas veces las personas, pues hacen como aguaje que... pero es más bien para que entonces la otra persona lo invite.
Bueno, eso pasa algunas veces…, algunas veces, usted sabe, para decirles más claro: cuando llega la hora de almuerzo o de la comida, usted sabe que si usted tiene a alguien en su casa o alguien ha ido con usted hasta su casa, y él sabe que es la hora y tiene el hambre, pues él hace como que:
—“Bueno me voy, tengo mucha prisa”.
Pero la prisa no es, usted sabe cuál es la prisa, la prisa es que lo inviten, entonces pues:
—“No, no, quédate para... quédate con nosotros y almuerza”.
Eso es lo que estaba esperando, más bien que usted lo hiciera, digo en la mayoría de los casos; en otros casos pues, usted sabe, realmente la persona quiere irse y si se pone a comer se le hace tardísimo. Pero cuando no tiene realmente prisa o tiene el tiempo suficiente, realmente lo debe invitar antes que se quiera ir.
Bueno, al Señor no lo habían invitado, imagínese, no lo habían invitado, había estado caminando muchísimo rato con ellos, y Él pues si no lo invitaban iba a seguir; pero Él deseaba quedarse un ratito más con ellos, porque Él no tenía problema en irse después, tenía buena transportación; no había ningún peligro para Él, pero Él quería quedarse un poquito.
Bueno, y aceptó la invitación, y cuando aceptó la invitación, llegó después la hora de comer algo; cuando llegó esa hora de comer algo, entonces allí estaban todos los alimentos allí, y cuando partió el pan dando gracias, allí entonces los discípulos, esos dos discípulos se dieron cuenta que era Él.
Eso mostrando que en el partimiento del Pan en Su Segunda Venida se conocería quién era Él; pero que a través de los tiempos pasados y a través del tiempo donde ya Él comenzó a orar, de ahí para adelante estuvo en el cuarto Elías, en el hermano Branham, y no se daban cuenta la gente que estaba ahí, no se daban cuenta que Él estaba ahí manifiesto; porque fue después del tercer día, después del tercer día fue que entonces supieron lo que estaba pasando.
Ahora, fíjese, podemos ver que, en el partimiento del pan, y el Pan es la Palabra, ahí es que se conoce; porque si Él era la Palabra allá, tiene que seguir siendo la Palabra en todos los tiempos; y si Él trajo la Palabra allá, tiene que traerla siempre.
Por lo tanto, cuando hay un cambio de dispensación, encontramos que el cambio de dispensación lo hubo allá y Él vino para hacer un cambio de dispensación cuando vino en Su Primera Venida, y lo hizo y la gente ni se dio cuenta.
Encontramos que en este tiempo, es un tiempo de un cambio de dispensación, y entonces encontramos que el cambio de dispensación lo tiene que hacer Él, porque Él es el que sabe cómo hacer los cambios de dispensaciones en cada tiempo.
Estamos en tiempo de transformación, tiempo de cambio.
Por lo tanto, si estamos esperando una transformación física para nuestros cuerpos, entonces esa transformación tiene que moverse en lo espiritual primero. Encontramos que eso tiene que ser de esa manera.
Encontramos la muerte, sepultura y resurrección del Señor, y de esa misma manera también el Cuerpo Místico del Señor, que es Su Novia, tuvo que morir, luego ser sepultada, sepultado ese cuerpo y luego resucitar.
Encontramos, que allá en Nicea comenzó la cosa, luego en Nicea allí murió, en las edades del oscurantismo, allí fue sepultado, y luego, tres días después de su sepultura, encontramos que es el tiempo de la resurrección.
Encontramos entonces, que el Señor resucitó domingo, no sábado, sino domingo; encontramos que sábado, el sábado representa la edad pentecostal, después de la edad pentecostal, es la resurrección de la Novia del Señor; entonces la resurrección de la Novia del Señor cae en domingo.
Encontramos, que el mismo Espíritu que estaba en Jesús antes de morir, fue el mismo Espíritu que lo resucitó, lo trajo a vida nuevamente; encontramos que el mismo Espíritu de Dios que estuvo en la Iglesia allá en el principio, en la Iglesia apostólica, encontramos que ese mismo Espíritu, es el mismo Espíritu que tiene que resucitar a la Novia del Señor.
Encontramos que es como fue el caso de Lázaro, que Lázaro resucitó al cuarto día; la resurrección de Lázaro nos muestra la resurrección de la Novia. Encontramos que tres días estuvo muerto, pero en el cuarto día Jesús apareció y resucitó a Lázaro.
Encontramos que en la edad luterana estaba muerta la Novia, en la edad wesleyana también, en la edad pentecostal también; pero al terminar la edad entecostal, que es el tercer día, viene el cuarto día que es el tiempo o la etapa, o la edad de resurrección, que es el tiempo de ser levantados, levantado ese cuerpo de creyentes.
Ahora, vean ustedes que es tiempo de resurrección después de la edad de Laodicea.
Por lo tanto, entonces, encontramos que al terminar la edad de Laodicea, entonces encontramos que comenzó a moverse el Espíritu de vida, el Espíritu de Dios, para traer ¿qué? La resurrección del Cuerpo Místico del Señor.
Ahora, ¿y dónde estaba primero antes de resucitar? Pues estaba a través de esos tres días, estaba dando testimonio allá en ese tiempo denominacional; estuvo moviéndose en ese denominacionalismo, pero estuvo moviéndose y dando testimonio el Espíritu de Dios en ese tiempo a través de cada mensajero.
Ahora, encontramos que en el cuarto día se levanta esa Novia, en ese tiempo de resurrección... Ahora, déjeme leer por aquí, porque esto es lo mismo, lo mismo del tiempo en que Jesús subió arriba a la cima del monte, y se transfiguró delante de ellos. O sea, en palabras más claras: subir a la cima del monte en lo espiritual, lo cual es subir a la Edad de la Piedra Angular, es lo mismo que hizo Jesús: subió a la cima del monte allá y se transfiguró delante de ellos.
Entonces aquí, en esta mañana vamos a ver la transfiguración del Cuerpo Místico del Señor como grupo de creyentes, como el Cuerpo Místico del Señor; y después, más adelante, veremos la transformación de nuestros cuerpos terrenales.
Ahora, vean ustedes que lo que será transformado, ¿será transformado qué? Algo terrenal transformado a algo celestial, a algo de otra dimensión.
Por lo tanto, encontramos que en las edades de la Iglesia, cada edad de la Iglesia vino a ser un cuerpo de creyentes, pero era un cuerpo de creyentes terrenal, porque las edades fueron edades terrenales, ¿ve?
Por lo tanto, fue un cuerpo de creyentes, pero un cuerpo terrenal, ¿ve? Edades terrenales. Pero ese cuerpo terrenal tiene que ser transformado a un cuerpo celestial, a un cuerpo de creyentes, pero pertenecientes a una edad o a una dimensión celestial.
Ahora, vamos a ver esto, dice [“Cristo es el misterio de Dios revelado”]:
- “Muy bien, toda la Biblia es toda la revelación de Jesucristo, dándose El a conocer a cada edad. (Vea usted que la misma Biblia es la revelación de Jesucristo, Él dejándose conocer en cada edad). Él se dio a conocer en los días de Lutero, como un fundamento; la iglesia, el pie, las piernas. (O sea de abajo hacia arriba).
- Como Él lo hizo con el Rey Nabucodonosor; ¿recuerdan Uds. cómo él soñó esos sueños, y vino de la cabeza hacia abajo? ¿Ven? Ahora El viene de los pies hacia arriba. ¿Ven? En el reino Babilónico El mostró todos aquellos Antiguos Testamentos, El vino de la cabeza hacia abajo, hasta que Él llegó al grado que Dios mismo llegó a ser carne al pie de la escalera”.*
** Él de arriba, bajó; pero ahora en este tiempo de abajo, Él sube. Él vino de la cabeza primero, a los pies; y cuando vino de la cabeza a los pies, fue cuando se hizo carne, ¿ve? Cuando se hizo carne, fue que Él descendió hasta abajo, hasta los pies.
Pero ahora, Él viene de los pies hasta la cabeza; cuando viene a la cabeza, ¿viene a ser nuevamente qué? La Palabra hecha carne.
- “Ahora aquí en el Nuevo Testamento* (aquello fue en el Antiguo Testamento), El mismo se vuelve a traer otra vez hacia arriba, a la Cabeza de nuevo, la Cabeza de oro, para ser coronado. (¿Por quién? Por los santos). ¿Ven? Miren. ¿Lo captan?
- ¿Ven?, Dios estaba en el principio, y El siguió descendiendo, a través de los profetas* (Él lo que hacía era bajando a través de los profetas) y así sucesivamente, hasta que Dios mismo llegó a ser humano como nosotros, completamente al pie de la escalera, un bebé nacido en un pesebre; odiado, rechazado, despreciado, y un nombre malo, y todo lo que Él era. Luego El empezó a subir, ¿ven?, y desde los pies El comenzó a edificar a la Iglesia, la Novia, regresando, de regreso; y ahora llegando a la Piedra de Corona, donde todo se une y forma el gran Cuerpo transfigurado de Jesucristo”.
¿Hace qué? Hace un gran cuerpo transfigurado de Jesucristo. En el tiempo de Lutero, el Cuerpo Místico del Señor no fue visto transfigurado; o sea, el Cuerpo Místico del Señor que es el grupo de creyentes de ese tiempo, no se veía transfigurado; tampoco en la edad de Wesley, tampoco en la edad pentecostal, ¿por qué? Porque se veía un cuerpo de creyentes, un cuerpo terrenal, porque las edades fueron edades terrenales.
Por lo tanto, era un tiempo terrenal, edades terrenales, y los escogidos de ese tiempo estaban metidos en un cuerpo terrenal o en una edad terrenal. Pero cuando se sigue subiendo de los pies y se llega hasta la cabeza, cuando se llega a la cabeza, a la edad de la cabeza, que es la Edad de la Piedra Angular, cuando se llega ahí, los que son subidos ahí, entonces ese grupo que es subido ahí entonces ahí es visto un cuerpo de creyentes, un cuerpo transfigurado.
Entonces el grupo de escogidos de este tiempo, el grupo que está arriba, en la Edad de la Piedra Angular, está transformado o transfigurado — transformado o transfigurado—; escuche bien eso. Por lo tanto, ni es, ni se parece al cuerpo de creyentes del tiempo de Lutero, ni al de Wesley, ni al de la edad pentecostal, ¿por qué? Porque fue transformado o transfigurado, y Su rostro fue cambiado.
Ahí tiene usted la transformación o transfiguración del Cuerpo del Señor, de la Novia del Señor como grupo.
Ahora, cuando fue transfigurado el cuerpo del Señor allá y Su rostro fue cambiado…, ¿ve? Fue cambiado de cómo se veía primero a como se vio después.
Ahora, el rostro del Cuerpo del Señor, del Cuerpo Místico del Señor, de la Novia del Señor, es cambiado, es transfigurado y su rostro brilla como el sol en este tiempo. Y al ser cambiado, ¿qué pasó allá? Se vio ministrándole al Señor allá, se vio a cada lado, ministrándole Moisés y Elías, y hablándoles del viaje a Jerusalén. La Novia, con su rostro transformado, ¿ve? Otro rostro, otra cara, no como el rostro o la cara que fue vista en las edades de la Iglesia.
Bueno, espero que ustedes, pues puedan entender eso. El grupo de creyentes de este tiempo final que sube a la cima de la montaña no será visto como fue visto en las edades de la Iglesia, su rostro no será visto de esa manera; será visto transfigurado, transformado, pero por los que suben arriba; los que estaban abajo no vieron lo que pasó.
Ahora, allí entonces fue visto también Moisés y Elías, por lo tanto, ¿quién le estaba hablando a Jesús? Moisés y Elías. ¿Quién le estará hablando a la Novia transfigurada? El ministerio de Moisés y Elías estará en operación hablándole de las cosas que tienen que cumplirse allá en Jerusalén; y de las cosas que esa Novia, ese grupo de escogidos, tiene que hacer en Jerusalén. Porque la Novia le tiene que llevar el mensaje a los judíos, como los judíos se lo trajeron a los gentiles; los judíos le trajeron el mensaje de la segunda dispensación a los gentiles, y ahora los gentiles, la Novia gentil —no cualquier gentil, sino la Novia gentil— se lo lleva de vuelta a los judíos. Pero ¿cuál mensaje? El Mensaje del Evangelio del Reino; porque ella entonces, ¿le muestra qué? Ella entonces le muestra la Venida del Hijo del Hombre en gloria.
Ella entonces lo que le va a llevar a Israel, ¿qué es? Lo que le va a llevar a Israel, el Mensaje que le va a llevar es el Mensaje con el cual la Novia le mostrará la Venida del Mesías, la Venida del Hijo del Hombre, lo cual Israel está esperando, entonces la Novia le va a mostrar lo que ellos están esperando.
Bueno, entonces esta Novia es presentada en la cima de la montaña, es presentada transfigurada, transformada; fue transformada de una denominación, ¿a qué? A la Palabra. Eso es una transformación; fue transformada de dogmas, credos y tradiciones a la Palabra. Entonces vino a ser la Palabra, porque en ella, en ella estaría la Palabra, la Piedra Angular, la cual ella estaba esperando.
Entonces, esa Voz que le habló, que habló allá, esa Voz dijo: “Este es mi Hijo amado, en el cual me complazco (¿qué?) morar, en el cual me complazco estar, con el cual me complazco caminar, a través del cual Yo hablo, a través del cual Yo camino; el portador de todo lo que Yo tengo que decir, es Este velo que tengo aquí. Este es mi Hijo amado en el cual me complazco morar”.
Por lo tanto, Dios identificó Su lugar en donde Él estaba y el lugar a través del cual Él trabajaba, y el lugar a través del cual Él hablaría, y el lugar al cual había que ponerle atención; eso muestra ¿qué? Eso lo único que muestra es que Dios confirmará, señalará y vindicará el grupo en donde el Señor en Su Segunda Venida estará manifiesto. Y Él en Su Segunda Venida identificará el grupo en donde Él estará.
Él no va a decir: “Yo estoy en el grupo luterano, metodista, bautista o pentecostal. Oigan a los pentecostales”. Bueno, si él está en los pentecostales, tiene que decir: “Oigan a los pentecostales”. Si el cuerpo de creyentes, si el cuerpo de creyentes del Señor en Su Segunda Venida son los metodistas, Él tendrá que decir: “Este es Mi cuerpo de creyentes, en el cual Yo estoy”.
Entonces, si Él está en ese cuerpo de creyentes, Él tendrá que ser un metodista, tendrá que ser el líder, la cabeza de los metodistas; y entonces Él hablará a través de ese grupo. O sea, que toda cosa que vaya a hacer, toda cosa que vaya a hacer el cuerpo de creyentes donde Él está, es el que se mueve para entonces que la Voz de Él sea oída en esta Tierra; porque el cuerpo es para eso: para moverse para todo lugar donde esa Voz tenga que ser oída.
Por eso fue que Dios dijo: “Este es mi Hijo amado en el cual me complazco morar [San Mateo 3:17]. ¿Ustedes quieren oírme? Para oírme tienen que oír a través de ese cuerpo. ¿Por qué? Porque todo lo que diga ese cuerpo es lo que Yo estaré hablando y dándole a conocer, para que salga a través de ese cuerpo que ha sido, y está transfigurado o transformado delante de ustedes”.
Por lo tanto, encontramos que ese es el orden, ese es el orden de adopción, ese es el orden de la Segunda Venida, ese es el orden para el que quiera oír la Voz de Dios en este tiempo. Hay una sola forma para oírla, ¿ve?
Por lo tanto, habrá entonces ¿qué? Habrá entonces un cuerpo de creyentes transformado, transfigurado, que no tendrá su rostro como en las edades de la Iglesia, sino que ha sido transformado, ha sido cambiado, y entonces verán otro rostro; el que quiera oírlo, verá que no será como fue en las edades de la Iglesia, verá que ha habido un cambio, y que entonces una fe que no había antes, entonces ha surgido; y el resto, los que se quedaron abajo, lo que están lleno es de incredulidad.
Ahora, encontramos que todas estas cosas son el orden de la manera en que Dios tiene que obrar; no es que quizás Él obre o no obre de esa manera, es que ya Dios mostró Su Plano de cómo Él obraría, y Él no puede salirse del plano que Él ha diseñado. Él lo que ha hecho es mostrarnos de antemano Su Plano de las cosas que Él estaría haciendo en este tiempo final; por lo tanto, todo está ahí en la Palabra.
Ahora, fíjese: una cosa es usted ser parte del Cuerpo Místico del Señor, del Cuerpo que ha sido transformado como cuerpo, que su rostro ha brillado como el sol, y otra cosa es usted ser transformado como individuo, su cuerpo ser transformado —eso es ya a lo último—; pero primero para usted ser transformado como individuo, su cuerpo, primero usted tiene que estar dentro de un Cuerpo de creyentes que haya sido transformado espiritualmente.
Entonces, hemos estado pasando por la Novia como Cuerpo de creyentes, ha estado pasando por esa etapa o por ese proceso de resurrección, de transformación y todas estas cosas. Y hemos estado viendo dónde nos encontramos.
Las mismas cosas que vimos allá en el Monte de la Transfiguración, son las mismas cosas que hemos estado viendo en esta hora en que estamos viviendo. Hemos estado viendo todas esas cosas con nuestros propios ojos.
Sabemos que ya pronto, lo próximo será que nuestros cuerpos sean transformados, porque entonces la misma Obra que Dios ha estado haciendo en Su Cuerpo, en Su Novia, es la misma Obra que Dios va haciendo en nuestros cuerpos terrenales; pero la cosa es de adentro hacia afuera. Hemos tenido que estar pasando también por una transformación espiritual nosotros como individuos.
Hemos sido transformados como individuos de un miembro de iglesia denominacional, de un miembro de alguna iglesia, ¿a qué? A miembros de la Palabra; carne de Su carne, huesos de Sus huesos, y espíritu de Su Espíritu. Hemos sido transformados; nuestra manera de pensar y de creer ha sido transformada, ha sido cambiada; hemos sido cambiados y transformados de una dispensación a otra dispensación, de un Mensaje a otro Mensaje nuevo, del Mensaje de la segunda dispensación al mensaje de la tercera dispensación... [CORTE DE AUDIO @1:25:28]...
...En una forma espiritual en nuestras vidas.
Ahora, usted ha podido estar viendo en la vida suya. ahora si Dios no hubiera estado operando ese cambio en usted, en su interior, ¿hubiera sido posible para usted que hubiera habido un cambio como el que ha habido en usted? Nunca hubiera sido posible, ¿por qué? Porque todas estas cosas que han estado aconteciendo son inconcebibles a la mente humana, pero son la Palabra de Dios prometida para esta hora. Y como Dios prometió hacer estas cosas en este tiempo, Él ha estado cumpliéndolas, y nosotros hemos estado viviendo en nuestra carne, en nuestro espíritu y en nuestra alma, la experiencia del cumplimiento de la promesa de Dios para esta hora; porque Dios vela por Su Palabra para ponerla por obra, o sea, para cumplirla en carne humana. Y nosotros somos testigos de lo que hemos visto y de lo que hemos oído.
A nosotros nadie nos puede contar de lo que nosotros hemos visto y oído, pero a nosotros nos toca contar lo que hemos visto y oído. Esto no le toca a ninguna de las edades de la Iglesia pasada, ¿por qué? Porque ya las edades terminaron. A los luteranos les tocaba decir ¿qué? Decir, predicar, practicar, creer, ¿qué? Lo que Lutero dijo.
Y a los wesleyanos le tocaba proclamar, anunciar, practicar, decir y creer lo que Wesley dijo. Y a los pentecostales, a la edad pentecostal, lo que le tocaba a ellos.
Pero nosotros que vivimos en esta Edad, nos toca la gran bendición, el gran privilegio de predicar, proclamar, anunciar, creer y vivir lo que en edades pasadas nadie pudo proclamar, lo que en edades pasadas los que supieron o vieron algo de esto, solamente lo vieron y no les fue explicado abiertamente, y los que vieron algo les fue prohibido hablar de esto, ¿por qué? Porque a nosotros nos ha tocado el privilegio de poder oír lo que los Truenos han hablado, porque los Truenos son la Voz de Dios, la Voz del Señor en Su Segunda Venida. Los Truenos son el Mensaje correspondiente a este tiempo en que vivimos; en palabras más claras: el Mensaje del Evangelio del Reino donde todas las cosas están abiertas al público para los que son predestinados para ver y creer, puedan ver y creer luego de oír lo que los Truenos hablan en este tiempo final.
Y nosotros tenemos la gran bendición de haber sido escogidos para ser los portadores y los proclamadores del Mensaje de los Truenos, del Mensaje del Evangelio del Reino. Es un privilegio grande para todos nosotros, el cual nos ha tocado a nosotros, es una responsabilidad grande también; y por este Mensaje y por este privilegio cada uno de nosotros estamos dispuestos a morir si tenemos que morir.
En esta hora nosotros sabemos que vienen días duros en lo literal, así como han habido días duros también en lo espiritual, mire: todos los momentos difíciles, todas las apreturas espirituales que usted ha pasado, todas las luchas y persecuciones que hemos tenido en lo espiritual, todas las batallas que hemos tenido en lo espiritual, todo eso viene en lo literal.
Ahora, en lo espiritual podemos decir que somos más que vencedores, porque después de todas estas luchas que hemos estado teniendo para llegar a donde hemos llegado, pues hemos llegado.
Ahora usted mira para atrás y dice: “Bueno, ¡por lo que tuvimos que pasar!”.
Y realmente hemos tenido que pasar por momentos duros en nuestras vidas, momentos difíciles, difíciles en todos los sentidos, pero viene una apretura literal (hasta donde sabemos) que el cuarto Elías nos dijo; pero si hemos vencido en lo espiritual, lo literal será más fácil para nosotros. Usted dice: “¿Más fácil?”. Será más fácil; las luchas espirituales son más difíciles.
Mire, cuando usted vence, cuando usted sale victorioso en una lucha espiritual, después esa misma lucha viene en lo físico, y usted ha de vencer también; si venció en lo espiritual, vencerá en lo físico también; mire, en palabras más claras: las luchas físicas que se tienen, las luchas físicas que se tienen y las victorias o las derrotas físicas que se tienen, son el producto de victorias o derrotas espirituales que las personas han tenido. Porque primero, antes de una persona tener una derrota física, primero ha tenido una derrota espiritual, primero ha sido vencido espiritualmente y después es vencido físicamente.
Así que, usted puede ver que todo eso es el producto, lo físico es el producto de lo espiritual.
Estando nosotros en este tiempo de transformación y habiendo visto toda esta transformación espiritual que ha estado habiendo, entonces fíjese, vimos el Mensaje de la segunda dispensación transformado, entonces al verlo transformado, ¿qué viene a ser? Viene a ser entonces el Mensaje de la tercera dispensación, el Mensaje de la Edad del Evangelio del Reino. Entonces cuando las gentes lo miran, dicen: “Es otra cara, tiene otra cara”. Es que la cara que le ven es la cara transformada.
Pero fíjese, es el mismo Mensaje transformado, subido a una posición más alta, a una posición glorificada; y entonces cuando es subido a esa posición, entonces se ve lo mismo que se vio en el Monte de la Transfiguración; pero es la misma Palabra, pero en un estado transformado o glorificado.
Ahora, ¿cómo seremos entonces nosotros transformados y glorificados? ¿Cómo seremos? Por el mismo proceso que hemos pasado en lo espiritual, pasaremos en lo físico también, y seremos transformados físicamente; por eso usted encuentra que a medida que viene la Palabra seguimos hacia adelante en la perfección, como individuos vamos caminando hacia adelante y un día de estos el cuerpo de la Palabra, el cuerpo teofánico tendrá que venir a este, y tiene que haber una transformación; lo que Pablo decía que lo mortal será absorbido por lo inmortal, por el cuerpo inmortal.
Y eso es lo que el cuarto Elías dice que este cuerpo terrestre que tenemos nosotros, este cuerpo terrestre un día de estos va a ser transformado. Dice página19 del mensaje titulado “Cristo revelado en Su propia Palabra”. Dice:
-
- “Uds. ven estas pequeñas bolsas pasando por el aire, los llaman “platillos”, y demás. La gente tan Eso, pues, es mejor que dejemos eso en paz. “¿Oyen de todas estas personas que desaparecen?,* (o sea, aparecen y desaparecen), dicen Uds. No se oye de ellos; están parados allí, y no están allí. (Están y no están, ahora están, pero están en otra dimensión).
- De esa manera va a ser el Rapto.* (¿Ve usted como el Rapto ha de ser?). Uno de ellos se dejará venir hacia abajo, y este cuerpo terrestre se vestirá con un cuerpo celestial. Y ellos serán quedará piel, cabello, o huesos; será transformado en un momento de tiempo, dejándose venir del espacio y llevándose eso a Casa”.
Ahora, ya usted puede ver cómo será eso. Entonces cuando seamos transformados estos cuerpos transformados, absorbidos, eso que le llaman platillos voladores o carros de fuego, bueno eso tendrá que ver con nuestra transformación. Entonces desaparecerá de esta dimensión nuestro cuerpo, nuestro cabello, nuestros ojos, todo desaparecerá de esta dimensión, o sea, seremos transformados.
Ahora, vean ustedes que cuando Jesús estaba allá arriba y fue transformado o transfigurado, dice que Su rostro era otro —era un rostro de luz, y Sus vestidos también—; así también será con nosotros, al ser transformados, nuestros rostros, nuestro cuerpo será otro; al ser otro no será de esta dimensión. Entonces ya se habrán acabado todos los problemas, ahí es donde todo habrá terminado, todas nuestras luchas habrán terminado.
Y fíjese, el hermano Branham dice: “Y esa gente que desaparece, esa gente, esas personas que están y después no están”, el hermano Branham dice: “Pero están ahí, pero en otra dimensión”. O sea que lo que lo que haremos, ¿será qué? Seremos cambiados de esta dimensión a otra, pero estaremos ahí, aunque no en este cuerpo terrenal.
Por lo tanto, así será también con nuestro cuerpo terrenal, y eso ya está muy cerca. Cuando todo lo espiritual haya terminado de cumplirse, y ya por lo que vemos, ya todo ha ido moviéndose; así que, esperamos que de un momento a otro, de un momento a otro a medida que siga viniendo la Palabra, el Mensaje, obligatoriamente de un momento a otro tiene que venir nuestro cuerpo teofánico, tiene que hacer un cambio en estos cuerpos terrenales; tiene que este cuerpo terrenal ser absorbido, ser transformado. ¿Y todo esto dónde? Arriba, en la cima de la montaña.
Ahora, con esto no quiero decir que tenemos que irnos a una cima de la montaña literal; hace tiempo estamos en ella. No que me refiera a Cayey, sino que me refiero a la Edad de la Piedra Angular, que es la cima de la montaña. Y ahí, ahí estando ahí, hemos estado siendo transformados espiritualmente y hemos estado viendo toda esa transformación y hemos estado viendo el Mensaje siendo transformado, transformado el Mensaje de la segunda dispensación, ¿a qué? Al Mensaje de la tercera dispensación, al Mensaje del Evangelio del Reino.
Hemos estado viendo todo eso, y permaneciendo ahí arriba, seguiremos esperando hasta que nuestros cuerpos mortales sean transformados a cuerpos inmortales; si ha estado sucediendo en lo espiritual, obligatoriamente y automáticamente ocurrirá en lo literal también.
Ahora, escuche bien: si hemos tenido luchas espirituales para que viniera esta transformación espiritual que ha estado viniendo, tenemos que saber también que entonces habrán luchas, pruebas y persecuciones literales también que han de venir; porque están señaladas que han de venir esas pruebas, que ha de venir una apretura. Pero lo importante es, que eso para nosotros solamente será una señal de que ya de un momento a otro nos iremos de aquí.
Así que, no le tenga miedo a las pruebas; mire la bendición que hay detrás de todo eso. Y entonces si usted ve y está firme en la Palabra, si usted ha subido arriba, usted realmente pasará todas las pruebas por las cuales tenga que pasar, y al final de todo será transformación física también.
Así que, podemos ver todo eso, podemos darnos cuenta que todo eso se está moviendo a nuestro alrededor, y que ya pronto tendremos nuestros cuerpos transformados; y eso es uno de los deseos más grande que hay en nuestros corazones.
Imagínese si no somos pronto transformados, bueno, ustedes jóvenes, entonces algún día se tendrán que ver en los espejos, en el espejo se tendrán que ver como unos ancianos; digo, si es que la radiación de todas esas bombas atómicas no llega antes; si llega antes, entonces se verán peor.
Así que, realmente necesitamos una transformación; es lo que deseamos, lo que necesitamos, y lo que pedimos a Dios, que Dios lo haga pronto, pero que también tenemos que poner nuestra parte. O sea, la parte nuestra es: “Amén” a la Palabra, a toda la Palabra en todo momento; y caminar en esa Palabra en todo tiempo, sin apartarnos de ella ni a diestra ni a siniestra. Siga adelante porque el fin, el fin nuestro conforme a la Palabra es: glorificación.
Así que, ya estamos muy cerca, ya casi podemos sentir lo cerca que estamos, podemos ver todas esas cosas; ya la Novia como grupo, como Cuerpo Místico del Señor fue raptada —fue raptada— ****fue subida a otra dimensión; no a una dimensión terrenal, sino a una dimensión espiritual, a una dimensión celestial; a la dimensión ¿de qué? De la Edad de la Piedra Angular.
Pero nos falta a nosotros como individuos nuestros cuerpos ser pasados a una dimensión celestial, donde no habrá pecado, donde no habrá más diablo, donde no habrá más problema; y eso es lo que esperamos y deseamos que venga pronto, porque realmente lo necesitamos.
Realmente cuando uno se encuentra que los años han hecho mella en la vida de uno, uno sabe que la única esperanza para uno es que Dios nos ha prometido que tendremos un cuerpo nuevo, un cuerpo glorificado, un cuerpo de otra dimensión, que nunca se pondrá viejo y que tendrá de 18 a 21 años.
Así que, entonces no nos preocupamos por nuestros cuerpos terrenales en ese sentido; no nos preocupa que nos salgan canas o que se nos caiga el pelo, no nos preocupa nada de eso; o sea, no nos preocupa en el sentido de estar decepcionado en la vida (no, si eso no es ningún problema); al que se le ha caído el pelo, el que ha perdido su cabello, Dios nos dice por Su Palabra, que no ha perdido ni uno. “Ni un cabello de vuestra cabeza, parecerá” [San Lucas 21:18]. Por lo tanto, así Dios nos dice, así que está todo guardadito; y en el otro cuerpo usted verá lo bien que se ve.
Así que, no hemos perdido nada, todo ha sido ganancia; lo que pasa que por causa de estar en estos cuerpos y por causa de nuestros años, se han acortado en estos cuerpos, por causa de la alimentación y de todos los problemas que hay en esta Tierra; pues entonces hemos tenido todos esos problemas en nuestros cuerpos. Pero eso no será un problema para nosotros, porque nosotros miramos por encima de este cuerpo y vemos que tenemos otro cuerpo, el cual Dios nos ha prometido.
Por lo tanto, no tenemos problemas, todo está bien. Lo importante es que estemos en la Palabra ciento por ciento, bien parados ahí en ella; y entonces todas las promesas que están ahí en la Palabra son nuestras.
Así que, todo esto nos alienta, todo esto nos estimula; y cuando el diablo trata de apartarnos de la Palabra de Dios, trata de apartarnos de que amemos a Dios y sirvamos a Dios, nosotros viendo todo lo que Dios ha dicho de nosotros, viendo que Él ha dicho que somos Sus hijos, que Él nos ama y que Él es el que nos ha buscado a nosotros y nosotros le hemos reconocido, entonces el diablo no podrá apartarnos del amor de Dios.
Nosotros sabemos que somos de Dios, sabemos dónde estamos —estamos arriba en la cima del monte—. Dios nos ha permitido ver todo lo que hemos visto, lo que otros no han podido ver porque no han subido, pero que algún día nosotros seguiremos hacia adelante y veremos más cosas que no hayamos podido ver todavía; y cuando estemos en nuestros cuerpos glorificados, transformados, entonces podemos ver todo ese mundo espiritual, todas esas dimensiones de las cuales hemos oído en la Palabra de Dios.
Y si aquí nosotros en esta Tierra con todas las limitaciones que tenemos, nosotros disfrutamos los momentos de nuestra vida, los disfrutamos bien, ¿cómo será cuando estemos allá en otra dimensión? Donde no habrán problemas, donde no habrá ninguna cosa terrenal como las hoy en día, allí sí que vamos a disfrutar de la vida.
Por tanto, nunca se aparte de la Palabra de Dios, nunca se aparte ni a diestra ni a siniestra. Nunca se salga fuera del camino, nunca se salga de la Palabra de Dios. Solamente en ella es que hay promesas de Vida eterna, solamente en ella es que hay promesa de una transformación para nosotros; esté rendido siempre a la Palabra, esté rendido siempre al Plan de Dios, a la voluntad de Dios y dele gracias a Dios por Él haberlo seleccionado a usted, haberlo escogido a usted para que fuera parte del grupo que subiría arriba a la cima del monte.
Dele gracias a Dios por todo lo que usted ha visto, y haga lo que no hizo, o hicieron allá en el monte —o lo que no hizo Pedro—, haga lo que él no hizo, y no haga lo que él hizo. ¿Sabe usted que Dios lo subió allá, el Señor lo subió allá para que ellos vieran y oyeran, y fueran testigos de lo que habían visto y oído?, y luego allá se pusieron ellos a dar opinión: “No, que esto debe ser así, que esto debe ser así, no que... debemos de hacer así, no que... aquí debemos quedarnos para siempre”.
Un sinnúmero de opiniones que se pusieron a dar allí, cuando allí habían - había un ministerio allí que estaba ministrando la Palabra y estaba oyéndose lo que se estaba diciendo allí; entonces en vez de ellos estar pendientes a todo lo que se hablaba, a lo que se oía allí para saber las cosas que iban a acontecer, y cómo Dios habría de cumplir aquellas promesas bíblicas que estaban allí con relación a Jerusalén y todas esas cosas, en vez de estar oyendo se pusieron a dar opiniones: “No, que debemos de hacer de esta manera, que de esta otra...”. Y fueron reprendidos, porque no debían de estar haciendo eso; si tuvieron el privilegio de haber subido allí, era para ser personas que estuvieran viendo y oyendo las cosas que estaban siendo habladas; y entonces ellos podían hacer después de acuerdo a lo que ellos oyesen allí arriba que debía ser hecho.
Por eso entonces, cualquier cosa que ellos debían hacer, cualquier cosa que ellos debieran de hacer, tenían que oírla, ¿cómo? Tenían que oírla a través de Aquel que se había transfigurado delante de ellos. Por eso la Voz dijo: “Este es mi Hijo amado en el cual me complazco morar”.
¿Dónde van a buscar a Dios? Estaba allí metido, ese era el lugar de morada de Dios; por lo tanto, cualquier cosa que Dios quisiera que ellos hicieran, Dios se la haría saber a través de Aquel lugar de morada de Dios.
Por lo tanto, entonces podemos ver esas cosas que están ahí para nuestra enseñanza, para nuestra admonición en esta hora en que vivimos, para que sepamos cuidarnos de no hacer lo que no debieron haber hecho allá, y de hacer lo que se debió haber hecho.
Por lo tanto, Dios nos hará saber lo que debemos hacer. Dios nos dirá cómo actuar en esta hora, Dios nos señalará cómo movernos en esta hora, Dios nos señalará cómo hacer todo el trabajo que haya que hacerse en esta hora. Las opiniones nuestras, aunque puedan tener mucho..., puedan ser razonables, mejor deseamos la dirección de Dios.
Por lo tanto, nos moveremos siempre conforme al Plan de Dios. Yo no haré nada a menos que sea por la dirección de Dios, ni tampoco deseo que ustedes hagan nada a menos que Dios no nos dirija a hacerlo de esa manera.
Así que, Dios nos hará saber cada cosa y cada paso que tengamos que dar en esta hora, y así no estaremos interrumpiendo el Plan de Dios, así no estaremos actuando en contra del Plan de Dios.
Así, le damos gracias a Dios por el privilegio que Dios nos ha dado de subir ahí arriba, de ver lo que hemos visto; y hemos estado viendo exactamente, hemos estado teniendo una visión con nuestros ojos abiertos. O sea, lo que fue visión para ellos allá, ahora se ha hecho realidad para nosotros acá.
Ahora usted no necesita tener visiones, ¿verdad? Porque ahora las visiones vienen a ser con los ojos abiertos, como decimos nosotros, con los ojos abiertos usted puede ver, lo que otros vieron en visión, usted lo puede ver ahora realizado, cumplido en esta hora.
Entonces podemos decir: estamos viendo visiones cumplidas, estamos viendo la visión hecha carne, hecha realidad en nuestros días. Por lo tanto, estamos como decía el hermano Branham, el hermano Branham dice: “Los profetas no tienen que dormirse para soñar”.
Ahora, lo que otros soñaron, y profetas de Dios en visiones o en sueños vieron estas cosas de este tiempo, ahora nosotros no tenemos que dormirnos para soñar sobre las cosas que Dios está haciendo en este tiempo; con nuestros ojos abiertos podemos estar viendo en otra dimensión o viendo la Obra de otra dimensión, de la dimensión de Dios; podemos estar viendo la Obra de la dimensión de la Palabra, la Obra de la dimensión de la Palabra la estamos viendo hecha realidad, hecha carne, hecha... cumplida en esta hora, como Dios prometió que Él habría de hacer en este tiempo.
Así que, imagínese no tenemos que dormirnos, Él dijo más bien:
- “Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo”* [Efesios 5.14].
¿Para qué? Para ver lo que fue prometido para este tiempo.
Bueno, gracias damos a Dios. Nosotros de nosotros mismos, ni usted ni yo hemos hecho nada; Dios lo ha hecho todo, y Él ha sido el que nos ha escogido a nosotros; no por lo bonito o por lo feo, o por lo alto o por lo bajito que nosotros fuésemos, sino porque Él desde antes de la fundación del mundo nos escogió para esta hora.
¿Qué si nos hubiera mandado a vivir en la hora de la primera edad o de la segunda edad o de la tercera edad? ¿Qué le parece a usted haber vivido en aquellos tiempos? Bueno, Dios lo hubiera enviado a usted con el equipo por dentro para resistir las pruebas y para recibir la Palabra para aquel tiempo; y nos hubiéramos dejado comer de los leones, nos hubiéramos dejado quemar, nos hubiéramos dejado hacer todas las cosas que le hicieron en aquel tiempo a los creyentes de aquel tiempo. Pero nos ha tocado este tiempo.
Todos desearon este tiempo, todos desearon el lugar que nos ha tocado a nosotros. Sin embargo, usted y yo no hicimos nada para este tiempo. Ahora, yo no sé por qué hay personas, algunas veces que desearían haber vivido en otro tiempo; este es el tiempo más grande de todos. Aún el hermano Branham hubiera deseado estar en estos días también; él estuvo viviendo el comienzo, pero el final, la continuación nos ha tocado a nosotros aquí.
Por lo tanto, estando en esta hora sea bien agradecido, dele gracias al Señor por lo que Él ha hecho por usted; y ahora, haga usted (y yo) lo que debemos hacer por el que nos escogió a nosotros, hacer todo lo que Él desee que nosotros hagamos. Él nos lo hace saber por Su Palabra.
Por lo tanto, sigamos adelante contentos, felices en la Palabra de Dios: “Porque las cuerdas nos han caído en lugares deleitosos y grande es la heredad que nos ha tocado a nosotros” [Salmos 16:6].
Si usted pudiera morir y encontrarse al lado de allá, usted después desearía volver para acá. Solamente poder mirar desde allá y entender y ver todas las cosas, porque allá en el otro cuerpo se entiende todo; entonces usted desearía volver para acá. Pero esperamos que, si alguno se va, a lo mejor no, no...lo dejamos que se quede allá. ¿Qué ve? Si no puede ver desde acá las cosas que debe ver, pues que las vea desde allá para acá y entonces sepa lo que se perdió.
Así que ustedes leyeron, ustedes leyeron ahí, en estos últimos dos mensajes que salieron en los libritos, que Dios puede llevarse a cualquiera, a cualquier hijo de Él, se lo puede llevar antes de tiempo. Así que, nosotros desearíamos más bien cumplir nuestro tiempo aquí; la única causa que nosotros - o el único momento en que nosotros desearíamos que el Señor nos llevase antes de tiempo, es cuando cualquiera de nosotros decimos: “Antes de fallarle a Dios, mejor que Dios nos lleve antes de fallar”. Así que, ese sería el único tiempo y el único momento en que mejor desearíamos que Dios nos lleve antes de fallarle.
Pero encontramos que la hora es muy importante, así que deseamos permanecer fieles a Dios en todo, no fallarle en nada; no fallar en Su Palabra, no fallarle en ningún momento y tener todo bien arreglado delante de Dios, ya que nos ha tocado la bendición que nos ha tocado. Queremos estar viviendo conforme a la edad y a la dispensación que nos ha tocado a nosotros.
Si estamos en una edad y dispensación perfecta, tenemos que llegar a una completa perfección; y aún nuestro cuerpo terrenal, llegará a una perfección al ser transformado; llegará a ser perfecto nuestro cuerpo, nuestro lugar de habitación.
** “TIEMPO DE TRANSFORMACIÓN”.**
Hemos entrado a ese tiempo y seguiremos viviendo en ese tiempo hasta que seamos transformados. Y cuando seamos transformados, nuestros cuerpos habrán pasado también a ser eternos, hemos entrado entonces con todo y cuerpo a eternidad.
Así que, estamos en ese tiempo de transformación. Tiempo de transformación no fue la edad luterana, ni la wesleyana, ni la pentecostal, sino la Edad de la Palabra, la Edad de la Piedra Angular.
** “TIEMPO DE TRANSFORMACIÓN”.**
Dios nos bendiga y Dios nos guarde.
** “TIEMPO DE TRANSFORMACIÓN”.**