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La quinta recompensa (Tercera parte) 1977-03-04 1 Servicio de Carpa Cayey PR 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados hermanos, el Señor nos continúe bendiciendo a todos en esta hermosa noche en que podemos congregarnos para alabar y glorificar al Señor y oír Su gloriosa Palabra.

Vamos inmediatamente a buscar nuestras Biblias, en Apocalipsis, capítulo 3, verso 5. Y dice así la Palabra del Señor:

“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.

Oremos al Señor: Dios Eterno, he aquí ante Tu presencia estamos, te damos gracias por Tus bendiciones, gracias por esta bendición de poder estar aquí en esta noche, para alabar y glorificar Tu Nombre Eterno y para oír Tu Palabra para esta hora en que vivimos, para esta Edad Eterna en la cual estamos viviendo y a la cual Tú nos has traído. Dios Eterno, en Tus manos estamos en esta noche, habla a nuestros corazones y perfecciónanos. Te lo pido en el Nombre del Hijo de David. Amén, amén.

Esta partecita número cinco, o sea, la recompensa número cinco, que es la recompensa de la cual Dios le habla a la edad de Sardis, es, la más tiempo que nos ha tomado, nos ha tomado ya tres mensajes; porque habla de las vestiduras blancas, eso nos tomó un mensaje; luego habla del nombre en el Libro de la Vida, eso nos tomó otro mensaje, y habla de la confesión del nombre delante de los ángeles y delante del Padre Celestial.

En esta noche vamos a hablar entonces sobre este tópico: “LA CONFESIÓN DEL NOMBRE DELANTE DEL PADRE Y DELANTE DE LOS ÁNGELES”.

Vamos entonces a leer aquí en la Palabra, para entonces tener una idea más clara de lo que se trata esta confesión. Página 321 y 322 [318] del libro de Las Edades de la Iglesia, dice:

“147. Y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. ¡Se está pasando la lista en el cielo!

Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir? Todos los días de mi edad esperaré, hasta que venga mi mutación.

Aficionado a la obra de tus manos, llamarás, y yo te responderé.

Job 14:14 - 15

148. El Gran Pastor está llamando a sus ovejas por sus nombres individuales. La Voz creadora de Dios las está llamando del polvo de la tierra, o está cambiando sus átomos, aunque todavía no habían dormido”.

Escuche bien eso. Aquí habla de un grupo que no ha dormido, y entonces lo que hace, no los está llamando entonces del polvo de la tierra, porque ya han muerto, sino dice, fíjese:

“La Voz creadora de Dios las está llamando (¿A quién? A las ovejas) del polvo de la tierra (las que están muertas, los que han muerto en las edades de la Iglesia), o está cambiando sus átomos, aunque todavía no habían dormido”.

Entonces, de los que no habían dormido ¿quiénes son esos? Entonces la Voz Creadora de Dios, entonces ¿está haciendo qué? Está entonces cambiando sus átomos, aunque todavía no habían dormido. Entonces, sigue diciendo:

“Es el Rapto. Es la gran Cena de matrimonio del Cordero y Su Esposa”.

Ahora, mire de lo que se trata entonces esto: “Y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”. O sea que ahí hay algo más profundo de lo que uno se puede imaginar.

Entonces, como ya hemos hablado en otras ocasiones: los primeros que participan de esas promesas, son los que estén vivos en este tiempo final en que nosotros estamos viviendo, los cuales, los que han sido predestinados, no tendrán que ver muerte, porque ellos entran a eternidad espiritualmente, y luego eso espiritual, a través de la Palabra que reciben, eso que reciben a través de la Palabra, se va materializando, se va encarnando en ellos, y entonces ¿qué pasa? Entonces los átomos que componen su cuerpo físico, entonces han de ser cambiados, y entonces al ser cambiados los átomos del cuerpo, entonces ¿qué tiene? Entonces tendrá un cuerpo eterno, un cuerpo que no será el mismo cuerpo que vino a través del sexo. ¿Por qué? Porque ha sido cambiado en sus átomos.

Yo de eso no sé, pero Dios habla a través del cuarto Elías de estas cosas; y sabemos que vamos a ser transformados, cambiados, y este cuerpo terrenal que tenemos será absorbido por la vida. Entonces, si este cuerpo va a ser absorbido, va a ser transformado, entonces los átomos de los que estamos compuestos, de lo que están compuestos estos cuerpos ¿serán qué? Cambiados, y entonces tendremos un cuerpo cambiado o transformado.

Ahora fíjese, es en este tiempo en el cual Dios está confesando Su Nombre delante de Su Padre y delante de Sus ángeles. ¿El Nombre de quién? El nombre de los vencedores. Y los primeros entonces, ya usted sabe, que son los escogidos de este tiempo, los primeros de los cuales es hablado, y de los cuales y en los cuales se efectúan estas bendiciones que están escritas aquí.

Bueno, fíjese, es el tiempo ¿de qué? Es el tiempo entonces, el tiempo…

Ahora, cuando se habla de tiempo, algunas veces algunas personas piensan es en un minuto o en una hora, en lo literal, y no se dan cuenta que cuando la Palabra de Dios habla de un tiempo o de una edad o de una dispensación, eso puede estar compuesto de un sinnúmero de años. ¿Ve?

Por ejemplo, el primer día de la semana en términos espirituales, el primer día de la semana, cuando Dios en el primer día hizo lo que hizo allá en Génesis, aquel día equivalía en los días nuestros, equivalía a mil años; pero delante de Dios eso era un día. Y así por el estilo usted encuentra que la Palabra nos dice: “Un día delante de Dios es como mil años, y mil años como un día” [Salmo 90:4, 2 Pedro 3:8].

Así que el tiempo del rapto no es un momento de un minuto o de una hora literal, sino que el tiempo del rapto es un tiempo; y en ese tiempo es que ocurre el rapto, ocurre la resurrección, y ocurre todo lo que no ocurrió en las edades pasadas de la Iglesia. Entonces ese tiempo de rapto no es otro tiempo sino el tiempo de la Edad de la Piedra Angular, es la Edad o tiempo de resurrección y de rapto.

Es el tiempo entonces más grande de todos los tiempos, porque es el Día del Señor; es el día domingo, en términos espirituales, es el día Octavo, es el día Eterno, y el Señor es Eterno. Por lo tanto, ese es Su día, Su día Eterno, en el cual todos aquellos que entran a ese día y reciben la Palabra que hay para ese día, ¿qué es lo que están recibiendo? Una Palabra eterna, que el que la recibe y come ese Alimento, entonces recibe ¿qué? Vida eterna. Está entrando ¿a qué? A eternidad.

Déjeme ver si puedo conseguir, déjeme ver si puedo conseguir algo aquí muy importante que nosotros debemos de tener en cuenta siempre, porque es algo que tiene que ver con lo que está sucediendo en esta hora en la cual nosotros estamos viviendo. Se relaciona al Mensaje de este tiempo y a la persona que entra al Mensaje y lo entiende; nos es dicho que el que entra al Mensaje y lo entiende, entonces esa persona, esa persona entraría a eternidad sin darse cuenta. Déjeme ver, página 122 del libro de Citas, página 122, déjeme ver…, página 122 aquí: “Si alguno entra al Mensaje y lo entiende, esa persona entraría (¿a qué?), esa persona sin saberlo entraría a eternidad, esa persona sin saberlo recibiría fe de rapto”.

Dios a través del hermano Branham dice:

“1092 - Estoy esperando el tiempo de la operación del Espíritu De Dios en estos últimos días en que vivimos; para otro llenamiento del Espíritu Santo en la Iglesia para una fe de Rapto, poco antes de que venga, y todo se está acomodando en su debido orden para esto”.

Ahora, déjeme ver si encuentro algunos lugares más, en los cuales podamos tener el cuadro más claro; déjeme ver cuál es la cita correspondiente ahí. Estoy buscando aquí donde él dice... Citas, página 105, párrafo 910. (Y esto lo predicó en el mensaje titulado: “¿Por qué clamas? ¡Habla!” en el 1963. Y dice así):

“910 - Yo creo, que si alguien entrara de lleno a este Mensaje y no lo entendiera o mejor dicho, que lo entendiera al venir a él de lleno, eso casi lo lanzaría en Rapto hacia la eternidad sin saberlo. Solamente al entrar de lleno a lo que nosotros sabemos, entendemos y hemos visto”.

Al entrar ¿de qué? De lleno, y entenderlo. Porque si no lo entiende, está en un mensaje lo cual no entiende, por lo tanto, no puede recibir ¿el qué? El beneficio que hay para esa persona. Es como tener la Biblia, y la persona no saber leer; entonces tiene la Biblia ahí, pero al no saber leer, al no entenderla, pues no puede gozarse en las bendiciones que hay escritas ahí. Y así es en lo espiritual.

Entonces, encontramos que si alguna persona entra de lleno al Mensaje y lo entiende, eso lo lanzaría ¿a qué? A rapto y a eternidad. Entonces, fíjese lo importante de estar de lleno en el Mensaje, entrar de lleno a Él y entenderlo.

Bueno entonces, este es el tiempo más grande de todos los tiempos, porque es el tiempo en que el Mensaje está en medio del pueblo, y ahora Dios nos permite saber lo que significa eso que ha sido hablado. Y en forma sencilla Él nos permite oír lo que eso significa, y entonces al nosotros recibirlo, al nosotros entenderlo, eso se encarna dentro de nosotros; y a medida que se va encarnando, ¿qué está pasando dentro de cada uno de los hijos de Dios? Algo está pasando dentro de ellos: la Palabra se está materializando, se está haciendo carne, y la carne se está volviendo ¿qué? Palabra. Y cuando todo ese proceso haya concluido, entonces usted tendrá ¿qué? Un nuevo cuerpo, un nuevo cuerpo, y usted estará plenamente en eternidad sin poder morir.

Ahora, vea usted está Escritura que hemos tenido. Vamos a seguir aquí en esto. Dice [Las Edades]:

“148. El Gran Pastor está llamando a sus ovejas por sus nombres individuales, tiempo de Él llamar a Sus ovejas. La Voz Creadora de Dios las está llamando (¿de dónde?) del polvo de la tierra o está cambiando sus átomos, aunque todavía no habían dormido. Ese es el rapto. es la Gran Cena del Matrimonio del Cordero y Su Esposa.

\149. Pero el rapto no es la única ocasión en que se pasa lista. Allí en la segunda resurrección, en el juicio del gran Trono Blanco, nombres serán confesados ante el Padre y Sus ángeles”.

Ahora, vea que después del Milenio, en el Juicio final, va a pasarse lista, y nombres van a ser confesados allá en el Juicio final, y entonces va a haber personas que van a ser, a recibir ¿qué? Vida eterna, porque no la tenían; pero por alguna causa, o eran del grupo de las vírgenes fatuas, o fueron del grupo que les hicieron bien a los escogidos (algo de eso), entonces por alguna causa de esas, entonces esas personas van a ser llamadas, sus nombres van a ser confesados, y van a recibir vida eterna en aquella ocasión, como hablábamos en la última ocasión. Ahora, dice: “No solamente en el Rapto es la única ocasión en que se pasa lista”.

Oh, entonces para el rapto hay un pase de lista. Para el rapto hay un pase de lista, y son llamados ¿quiénes? Los que están señalados para ser raptados, los que están escritos en el Nombre de la Vida del Cordero; y entonces son llamados, fíjese, del polvo de la tierra, o sea, los que durmieron a través de las edades. Y los que estén vivos, entonces serán cambiados en sus átomos, entonces la composición de la cual está compuesto ahora su cuerpo, no será la misma composición en que… de la cual estará compuesto el cuerpo que usted tendrá después que sea transformado.

Ahora, vamos a ver entonces, fíjese, nos habla de que va a haber un pase de lista ya después del Milenio, pero nos habla que para el rapto hay un pase de lista.

Entonces esto vamos a verlo con un poco de detenimiento, ya que no nos interesa tanto a nosotros los que estamos aquí, a los predestinados, a los que están escritos en el Libro de la Vida del Cordero, no les interesa tanto el pase de lista que va a haber allá después del Milenio; el que les llama la atención es el que va a haber acá antes de comenzar el Milenio.

Entonces en ese pase de lista…, vamos a verlo aquí, vamos a ver cómo es ese pase de lista. Aquí en la página 86, en la página 86 del mensaje de Los Sellos, o del libro de Los Sellos, aquí nos habla de ese pase de lista. Vamos a verlo, página 86, los últimos dos párrafos, dice:

“128. Ahora, los sellos fueron abiertos en la última edad de la Iglesia para revelar estas verdades. El Cordero abrió los sellos y se los reveló a Su Iglesia para así recoger Sus súbditos para Su Reino, Su Novia (Sus súbditos para Su Reino, que son ¿quién? Su Novia). ¿Ve usted? ¡Oh, mire! Él ahora quiere traer Sus súbditos a Sí mismo. ¿Cómo lo hará? Del polvo de la tierra, de las profundidades de la mar, de los abismos y de todas partes donde fueron colocados, de las regiones de tinieblas, del paraíso y dondequiera que se encuentren; Él llamará y ellos responderán. ¡AMÉN Y AMÉN! Él llamará y ellos responderán.

129. Él viene para llevarse Sus súbditos”.

¿Para qué viene? Para llevárselos, entonces viene para llevárselos, entonces viene ¿a qué? A llamarlos. Ahí tiene usted el pase de lista. Entonces los llama de donde quiera que estén. A los que murieron en las edades de la Iglesia que están en el Paraíso, pues los llama, y a los que están vivos también los llama, y entonces los transforma. ¿Ve?

“129. Él viene para llevarse Sus súbditos. Él reveló Sus secretos y ellos lo reconocieron. Luego para ese tiempo, el tiempo no será más, ya se acabó, ha terminado. Bien, ahora, Él deja el Trono donde ha estado como Cordero Intercesor, para ser el León, un Rey para traer el mundo a juicio, el cual ha rechazado Su Mensaje”.

Ahora entonces, vea usted, que cuando Él deja de ser un Intercesor, un Cordero, y se convierte en León, entonces es que Él viene con el Libro, con el Título de Propiedad, el Libro de Redención; y en el Libro de Redención, en ese Libro con el cual Él viene, el cual está sellado con Siete Sellos, pero que Él abre ese Libro; en ese Libro lo que hay conforme a lo que Dios nos ha dado a conocer a través del cuarto Elías, lo que hay en ese Libro escrito ¿son qué? Nombres. Los nombres por los cuales Él estuvo haciendo intercesión, los nombres por los cuales Él murió, derramó Su Sangre y con Su Sangre los limpió de todo pecado.

Ahí están los nombres de los redimidos; por lo tanto, Él viene, toma el Libro, abre Sus Sellos, y entonces ¿qué es lo próximo que Él hace? Entonces desciende como León de la tribu de Judá ¿para qué? Para rugir como León de la Tribu de Judá, llamar a Sus escogidos.

Entonces fíjese, el Libro cuando Él desciende, el Libro lo trae abierto; entonces encontramos que Él llama a Sus escogidos, los llama de dondequiera que estén. Él los llama ¿desde dónde? Desde ese Libro. Está pasando lista para el rapto; es el pase de lista en el tiempo del rapto.

Entonces, ahora fíjese, los hijos de Dios ¿son qué? Genes de Dios, y Él es la Palabra; por lo tanto, los hijos de Dios son la Palabra.

Entonces en ese Libro no tiene que estar el nombre terrenal suyo ahí escrito, y que se le diga: “Fulano de tal, fulano de tal, ven”. No, no. Él no está llamando de esa manera; más bien… [CORTE DE AUDIO @23:05]… Dios es la Palabra, y los escogidos son la Palabra. Entonces la Palabra cuando es abierta, entonces los escogidos se ven en la Palabra.

Entonces cuando ellos se ven ahí, ellos siendo la Palabra, entonces el nombre de los escogidos, su nombre es el Verbo de Dios, la Palabra de Dios; entonces ellos responden a su nombre, ellos responden al llamado de su Padre celestial. ellos responden al llamado que Dios está llevando a cabo ¿para qué? Para ser trasladados. Pero antes tienen que ser llamados y luego transformados, y luego trasladados literalmente. pero en lo espiritual primero tenemos que pasar por todo ese proceso por el cual hemos de pasar literalmente.

Primero pasamos por el proceso en lo espiritual: somos llamados, somos resucitados en lo espiritual. Los que estábamos en las denominaciones, en la séptima edad, que era la última denominación, pues entonces recibimos una resurrección espiritual: resucitados de los sepulcros denominacionales. Luego encontramos que... fíjese, estábamos en un cuerpo ¿cómo? En un cuerpo muerto, en un cuerpo podrido, en un cuerpo… en el cuerpo de la Edad de Laodicea.

Luego entonces somos transformados y entonces nos encontramos en un nuevo cuerpo; nos encontramos en un nuevo cuerpo de creyentes, y entonces somos miembros de ese nuevo cuerpo de creyentes. Un cuerpo de creyentes, el cual es un cuerpo nuevo. por lo tanto, fuimos transformados espiritualmente; ese cuerpo de creyentes fue transformado, y ahora entonces “las cosas viejas pasaron y todas fueron hechas nuevas” [2 Corintios 5:17].

Entonces, estamos en un cuerpo, en un nuevo cuerpo de creyentes, el cual es un cuerpo de creyentes eternos. ¿Ve? Por lo tanto, entonces todas las cosas que tienen son eternas: un orden de adoración Eterno, un Nombre de Dios Eterno, y todas las cosas son eternas, una Edad Eterna. ¿Por qué? Porque las cosas que correspondían a las edades de la Iglesia, pues terminaron, y entonces hemos sido llamados, hemos respondido a nuestro nombre, y luego hemos sido raptados espiritualmente; raptados, sacados de esta Tierra de Laodicea, la edad de Laodicea, a una nueva Tierra, que es la Edad de la Piedra Angular.

Por eso fue que Dios le dijo a Juan: “Sube acá” [Apocalipsis 4:1]. ¿Cuándo? Cuando las edades de la Iglesia terminaron, entonces Dios, la Voz de la Piedra Angular, la Voz que estaba allá arriba, le dijo a Juan: “Sube acá”. Era una voz ¿de qué? De trompeta. Una Voz como de trompeta que le dijo: “Sube acá”.

Ahora en las edades de la Iglesia cada mensajero, cada mensajero sonó la trompeta en cada edad, y llamó en cada tiempo, pero eso fue en las edades de la Iglesia; pero arriba entonces, hay una Gran Voz de Trompeta, la Gran Trompeta suena arriba en la Edad de la Piedra Angular. En las otras edades lo que sucedió fue que sonó la trompeta de cada fiesta, de cada edad de la Iglesia; a través de cada mensajero vino un Mensaje, y luego se declaró una guerra espiritual.

Ahora, usted observe, que con los escogidos las cosas es en lo espiritual. Con los 144.000 y allá con el pueblo de Israel, las cosas son en lo literal. Entienda usted bien eso para que entonces, entonces no se confunda.

Entonces vemos que cuando en cada edad suena una trompeta a través de cada mensajero, entonces se declara ¿qué? Una guerra espiritual.

Ahora, cuando para Israel suenen cada una de las trompetas, entonces la guerra que se declara para ellos es en lo literal. ¿Ve? Cada trompeta para el pueblo de Israel habla de algo literal, de guerras literales. Pero cuando se trata de los gentiles, cuando se trata del pueblo de Dios a través de las edades de la Iglesia, entonces la cosa es en lo espiritual. Guerras espirituales hubieron a través de las edades de la Iglesia.

Ahora, veamos aquí en la hora en que estamos nosotros, y veamos que después de las edades de la Iglesia, entonces ya el Señor no puede hablar más aquí en la Tierra (hablando en términos espirituales); la Tierra representa la Iglesia, porque la Iglesia es la Tierra en términos espirituales, y entonces ya no puede haber más mensajeros aquí en la Tierra; o sea, en las edades terrenales de la Iglesia, porque ya el último de los mensajeros, el séptimo mensajero, el cuarto Elías: vino, lo rechazaron, y se fue. Así que ya no hay más mensajeros, ya no hay más ángeles para las edades de la Iglesia.

Entonces ya el Señor no puede hablar más en la Tierra, o sea, en la Iglesia; y la última es la edad de Laodicea, no puede hablar más ahí.

Por lo tanto, entonces, ¿dónde estará el Señor situado para hablar? Él estará situado, no en las siete edades de la Iglesia, no en la edad de Laodicea; por lo tanto, entonces, cualquier persona que quiera oír la Voz de Dios en este tiempo en que vivimos, no la podrá oír allá entre los luteranos, allá en la edad luterana, ni en la edad wesleyana, ni tampoco en la edad pentecostal, porque ya Él no está hablando ahí. Él estuvo hablando a través del séptimo mensajero, del cuarto Elías, pero ni le hicieron caso.

Por lo tanto, entonces, encontramos que él habló el Mensaje que correspondía para la edad, y luego lo rechazaron; y luego entonces Dios le permitió que, en la trompeta, la séptima trompeta que él estaba sonando, porque a él le correspondía sonar el Mensaje de la séptima edad, ahí mismo cuando terminó de dar el Mensaje de la séptima edad, luego en la séptima trompeta, en esa séptima trompeta que estaba sonando, empezó a sonar la Gran Trompeta.

O sea, ¿qué es eso? La Gran Trompeta del Año del Jubileo comenzó a sonar, pero nadie la entendía, nadie sabía de lo que se trataba lo que estaba predicando, lo que estaba sonando. ¿Ve? Creían que era la misma trompeta, sonando la misma melodía que había estado sonando desde que comenzó su ministerio. Pero, aunque era la misma trompeta, no era la misma música; la hoja de música había sido cambiada, y entonces comenzó a tocar ¿qué? Comenzó a tocar la música o la melodía de la Fiesta del Año del Jubileo.

Entonces, encontramos que eso lo comenzó a sonar, podríamos decir, desde el 63 para adelante. Por eso del 63 para adelante, encontrarnos que muchos no entienden ni pueden poner en concordancia todo lo que predicó con lo que predicó del 63 para atrás. Pero es que no entienden, no entienden en sí, que del 63 para atrás, cuando él hablaba de las cosas que habló desde el 63 para adelante, él estaba señalando lo que vendría del 63 en adelante: lo que vendría con el cuarto Elías, y lo que vendría con el quinto Elías y el segundo Moisés.

De ahí, del 63 para adelante, abiertamente él comenzó a tocar esa Gran Trompeta. No ya tocando la melodía de la edad pentecostal, sino tocando la melodía de la Edad de la Piedra Angular; pero nadie entendía.

Bueno, es más bien, que la gente que le escuchaba, las personas que le escuchaban, pues no habían subido a la Edad de la Piedra Angular, ellos como individuos; aunque la Novia como grupo había sido subida, pero como individuos la gente estaba todavía metidos en la Edad de Laodicea, y todos creían que se estaba viviendo en la Edad de Laodicea, y no sabían nada de la Edad de la Piedra Angular, y del Mensaje que correspondía a la Edad de la Piedra Angular, y de la melodía que tenía que tocarse en la Edad de la Piedra Angular. Por lo tanto, entonces, no se dieron cuenta del cambio que hubo de la edad de Laodicea a la Edad de la Piedra Angular.

Al no darse cuenta del cambio, entonces pasó por desapercibido lo que Dios hizo, y entonces se cumplió lo que dijo el cuarto Elías: “Ahora malinterpretan, malentienden el Mensaje, no lo entienden; pero después que yo me vaya, entenderán”. Por lo tanto, entonces, después que él se fuera era que se podría entender el Mensaje; después que él se fuera, era que se podía entender el sonido de la Gran Trompeta, que fue sonada ¿dónde? En la misma séptima trompeta, pues él estaba sonando la séptima trompeta de la edad pentecostal.

Pero cuando terminó la edad pentecostal delante de Dios, Dios no le dijo: “Siéntate, y deja de trabajar”. Le dijo: “El tiempo para la edad pentecostal se acabó, ha sido vomitada de mi boca”. Por lo tanto, entonces ¿qué hizo Dios? Su mensajero fue echado fuera de la edad pentecostal, por lo tanto, estaba fuera.

Por lo tanto, entonces, la música que estaba tocando de ahí en adelante, no era una música para la edad pentecostal. ¿Ve?

La edad pentecostal no se puede sujetar a esa música, porque es contraria a lo que es el Mensaje para la edad pentecostal. El Mensaje de la edad pentecostal fue ¿cuál? La restauración de los dones. Pero en el Mensaje del Año del Jubileo, en el Mensaje de la Edad de la Piedra Angular, nos es dicho a través del apóstol San Pablo allá en Corintios, en la carta a los Corintios, nos dice: “Ahora en parte conocemos, en parte profetizamos, pero cuando venga lo que es perfecto, lo que es en parte será quitado” [1Corintios 13:9].

Por lo tanto, entonces, en la Edad de la Piedra Angular lo que hay es lo que es perfecto, la correcta Palabra, la correcta interpretación de la Palabra. Lo que es perfecto es Dios, y Dios es la Palabra. Por lo tanto, entonces, lo que es en parte, es en la edad de Laodicea. ¿Ve? Pero en la Edad de la Piedra Angular no puede haber nada en parte, todo tiene que ser completo.

Ahora, vamos a ver si lo que yo les dije, que la Gran Trompeta sonó, o suena o comenzó a sonar en la misma séptima trompeta a través del séptimo mensajero comenzó a sonar. Vamos a ver. Dice en el libro de Los Sellos, página 85, dice:

“124. Note que cuando Él tomó el Libro, el acta del título, estaba sellado. Retenga eso bien en la mente. Ahora abre los sellos de los misterios para revelarlos y traerlos a todos Sus súbditos redimidos. Ahora cuando llegamos a esto en el estudio de los Sellos vamos a ver aquellas almas bajo el altar clamando: Señor, ¿hasta cuándo? ¿hasta cuándo? Y aquí está como Mediador sobre el altar, diciendo: Un corto tiempo más, porque hay otros que tienen que sufrir como ustedes. Pero ahora Él viene de ese lugar en el último sello; ya no es Mediador sino Rey”.

¿Cuándo es que Él viene, y dónde es que Él viene, y en qué es que Él viene? En el Séptimo Sello. Ahí es que Él viene. Él viene en el Séptimo Sello ¿cómo qué? Como León de la tribu de Judá, no como mediador, sino como el León de la tribu de Judá. Por eso cuando desciende en Apocalipsis 10, ¿cómo desciende? Rugiendo como león. Desciende rugiendo, y cuando ha rugido, siete Truenos hablaron sus voces. ¿Ve?

Sigue diciendo:

“Y ¿qué hace? Si es el Rey, entonces tiene que tener súbditos, y Sus súbditos son aquellos que ha redimido. Y ellos no pueden venir ante Él hasta que Él tome los derechos de la redención. Y ahora Él sale de Su posición de Mediador, de donde la muerte nos entregó a la tumba, Él ahora viene con los derechos (¡Amén!); y aun aquellos que están vivos y han quedado hasta ver Su Venida (Hasta ver ¿qué? Su Venida, conforme ¿a qué? Al orden de Su Segunda Venida), no estorbarán a aquellos que duermen, porque la trompeta de Dios sonará, en la última trompeta (¿Dónde será que sonará la Trompeta de Dios?), cuando el último sello es abierto, cuando el séptimo ángel haya dado su Mensaje (Cuando él haya dado su Mensaje, ¿ve? No cuando lo está dando o antes de darlo, sino cuando él haya dado su Mensaje, en palabras más claras, después que él ha dado su Mensaje), entonces sonará la última trompeta; y los muertos en Cristo resucitarán, y nosotros que estamos vivos, que hayamos quedado, seremos arrebatados juntos para recibir al Señor en el aire. Él ahora se presenta para reclamar Su posesión”.

Ahora, ¿se dio usted cuenta que es en la Séptima Trompeta que suena la Gran Trompeta? ¿Ve usted? Entonces, ¿si se dio usted cuenta también de la bendición que hay para nosotros que estamos vivos en este tiempo cuando veamos Su Venida? Entonces esos escogidos que están escritos en el Libro de la Vida del Cordero, no tendrán necesidad de morir, sino que ellos entrarán a eternidad sin ver muerte.

Bueno, aquí entonces tenemos que entender que es en la séptima trompeta que suena la Gran Trompeta; y el cuarto Elías comenzó, comenzó a tocar esa Gran Trompeta. Él la comenzó a tocar y nadie entendía de lo que estaba hablando, pero fíjese aquí en páginas 46 y 47 del mensaje titulado: “Fiesta de las Trompetas”, por lo tanto, aquí nos debe hablar bastante de las trompetas, ¿verdad? Si es la Fiestas de las Trompetas, ahora escuche lo que dice. Fíjese:

“El Cordero llevará a Su Novia para estar siempre a su lado (Es un himno que está cantando). Toda la multitud del cielo será reunida. ¡Oh! será una vista gloriosa, todos los santos en blanco, sin mancha, y con Jesús festejarán eternamente. Amén. Venid y cenad, el Maestro llama. Venid y cenad. Amen. ¡Qué día en que vivimos! Y ahora, corra, gente, corra por su vida.

Noten ahora, en conclusión, el ministerio como el séptimo ángel (escuchen bien), el ministerio como el séptimo ángel, estos dos testigos estarían debajo de esa Sexta Trompeta (Debajo de la sexta Trompeta), justo antes de la Séptima Trompeta hablar (Ahora fíjese, bajo la Sexta Trompeta, justo antes de la Séptima). Ahora recuerden, y les dije que yo devolvería esta gran Trompeta. Y dijo, Él dijo: ¿Qué haría Él aquí en Isaías? Él dijo que a la Gran Trompeta tocaría. La gran Trompeta, no Trompetas ahora, fiesta de las Trompetas. Hay dos de ellos, Moisés y Elías, para llamar las Trompetas; sino que debajo de la Gran Trompeta, la Venida del Señor, para anunciar a José volviendo. ¿Ven? Todas las naciones se reunirán en Jerusalén. ¡Amén! Se encuentra eso en el libro de Isaías 18. Y en Isaías 27:12 y 13 es donde Él toca esa Trompeta, y todas las naciones reconocerán que Israel está en su patria, Dios con ella. Entonces la Novia vendrá para estar con el Novio, y el Novio con la Novia, y entonces el gran Milenio; después que el mundo entero sea destruido por poder atómico, y habrá nuevos cielos y nuevo mundo, vivirán para siempre. Miren justamente debajo de... Ahora, noten el ministerio de Moisés y Elías. Ahora, ¿todos lo entienden? Déjenme decirlo otra vez. El ministerio de Moisés y Elías entre la Sexta y Séptima Trompeta, serán dos profetas, Israel siempre creía a sus profetas”.

Ahora, vean ustedes que la Gran Trompeta, la Gran Trompeta es sonada, y es la Gran Trompeta ¿de qué? La Gran Trompeta que está prometida que será sonada para la gran fiesta del Año del Jubileo. Esa gran Trompeta la tuvo en las manos el séptimo ángel, el séptimo mensajero, comenzó a tocarla; y luego dice: “La tengo que pasar hacia adelante”. Usted entiende ahí de lo que se trata, usted entiende que él está hablando que la tiene que pasar hacia adelante; y luego comienza a hablar ¿de qué? Comienza a hablar de Apocalipsis 11; o sea, comienza a hablar de Moisés y Elías, que tendrán que tocar la Trompeta del Año del Jubileo.

Ahora, vamos a ver aquí, página 458 y 459 de Los Sellos, nos dice:

“112. Entonces entre el Sexto y Séptimo Sello cuando Él llama a esta gente (Vea usted, entre el Sexto y Séptimo Sello, lo mismo que estábamos leyendo acá), los cuales fueron mencionados por Jesucristo en Mateo 24:31. Cuando la Trompeta suena, será la Trompeta de los dos testigos (¿quiénes son? Moisés y Elías) de la edad de la gracia para los judíos. Suena una Trompeta... Ahora veámoslo más claro acá en Mateo 24:31: Y enviará sus ángeles (no es solamente uno, sino dos) con gran voz de Trompeta. ¿Qué es? Cuando Dios habla, se oye el sonido de Trompeta”.

Entonces cuando se dice que está sonando la Trompeta, ¿es qué? Dios hablando. Y es Dios hablando a través ¿de qué? De carne humana.

“Cuando Dios habla, se oye el sonido de Trompeta. Siempre ha sido así la Voz de Dios llamando a la batalla. Dios está hablando. Estos dos ángeles vienen con el sonido de la Trompeta”.

De la Trompeta, que es la Gran Trompeta, que es la Trompeta del Año ¿de qué? Del Jubileo. Del año de la liberación, para proclamarle ¿qué? El año de la liberación, para proclamarle libertad. ¿Por qué? Porque con ese ministerio es que ellos son liberados.

Entonces ¿de dónde les llegará a ellos el Libertador que les tocará esa Gran Trompeta? Dice: “Porque de Sion saldrá o viene el Libertador” [Isaías: 59:20]. Entonces Sion ¿es quién? La Novia. Entonces el Libertador para los 144.000 sale de en medio de la Novia; pero de la cima, de la cima de la Pirámide.

“Y noten bien: Pero en los días de la voz del séptimo ángel suena la Trompeta. En los días de la voz del primer ángel sonó la Trompeta. En los días de la voz del segundo ángel sonó una Trompeta; y así fue cuando Él mandó a cada uno.

113. Pero cuando fueron anunciados los Sellos, estaban todos juntos en una gran escena divina para llamar un grupo de gente, y hubo el sonido de una sola Trompeta; y fueron abiertos los Siete Sellos. Él está reuniendo Sus judíos escogidos de los cuatro ángulos de la Tierra (¿Qué está reuniendo? Sus judíos escogidos de los cuatro ángulos de la Tierra).

114. Como hemos visto, El habló de los Seis Sellos, pero no dijo nada del Séptimo Sello. Vemos en Mateo 24:32 que Jesús entra a hablar en parábolas relacionadas al tiempo del llamamiento (¿de qué?) de los judíos escogidos”.

Cuando le toca hablar del Séptimo Sello, comienza a hablar en parábolas, ¿de qué? Del Séptimo Sello. Entonces comienza a hablar del llamamiento de los judíos. ¿Y cómo es el llamamiento de los judíos? A través de Moisés y Elías. ¿Y cómo viene el Séptimo Sello? ¿Qué es el Séptimo Sello? La Segunda Venida del Señor. ¿Y cómo viene? Con Moisés y Elías. ¿Y cómo Él llama a los 144.000? Con Moisés y Elías.

Entonces cuando el Señor tiene que hablar del Séptimo Sello, comienza a hablar en parábolas del Séptimo Sello, comienza a hablar de los 144.000, del llamamiento a los 144.000, lo cual es ¿con quién? Lo cual es efectuado a través de Moisés y Elías; y entonces el Señor en Su Segunda Venida viene con Moisés y Elías, porque ese es el orden de Su Segunda Venida.

Entonces cuando los judíos vean a Moisés y Elías, ellos le reconocerán ¿cómo? Como su Mesías. ¿Sabía usted eso? ¿Sabía usted que lo que los judíos están esperando es la Venida del Mesías? Y ellos cuando están esperando su Mesías, ellos dicen que cuando su Mesías venga, ¿será qué? Un profeta.

Entonces ¿qué es lo que los judíos están esperando? Un profeta. ¿Y qué es lo que Dios dice que le va a enviar a ellos conforme a Apocalipsis 11? Un profeta con un doble ministerio. Mírenlo aquí, página 41de Los Sellos, dice… (digo, de “Fiesta de las Trompetas”, página 41, dice):

“Esto será la trompeta, la fiesta será rechazada, entonces su Mesías dado a conocer. Noten, ellos conocerán a su Mesías cuando le vean. Él viene en poder esta vez; el que ellos buscaron. El viene en poder para la Novia gentil, y los judíos van a reconocerle a Él”.

¿Para quién viene en poder Él? Para la Novia gentil. ¿Para qué? Para raptarla. ¿Para qué más? Para poder llevar a cabo lo que Él prometió que llevaría a cabo. Que la Palabra sería encarnada en cada uno de los escogidos, como individuos, para entonces poder ser convertidos esos escogidos en la Palabra hecha carne; y entonces luego alrededor de esa Palabra, ser entonces ¿qué? Cambiados o transformados. Entonces, para eso es que Él viene. Y entonces encontramos que Él viene ¿con qué Con los Truenos, para darles la fe para el rapto a los escogidos, a la Novia gentil. Viene para revelarle Su Nombre Nuevo, viene para darle a conocer lo que todavía no había sido dado a conocer públicamente. ¿Ve? Entonces dice:

“El viene en poder para la Novia gentil, y los judíos van a reconocerle a Él. Y entonces la Biblia dice: ¿Dónde recibisteis esas heridas? Él dijo: En la casa de mis amigos.’”.

Bueno, yo creo que podíamos parar ahí esto.

Ahora, recuerden bien, que cuando el Señor viene, recuerden que Él es Espíritu, recuerden que es el mismo que estuvo con Israel en el desierto; es el mismo Pilar de Fuego que guio al pueblo de Israel, es el mismo luego que se hizo carne en Jesús de Nazaret, y luego Él dijo: “Salí del Padre y vuelvo al Padre, salí de Dios y vuelvo a Dios” [San Juan 16:28].

“Y luego cuando partió, luego regresó como era antes; regresó como había estado con el pueblo de Israel en el desierto”.

Regresó así de esa manera el día de Pentecostés, y luego cuando va camino a Damasco (Pablo, camino a Damasco, Saulo de Tarso camino a Damasco) persiguiendo a los cristianos, aquella misma Luz le aparece a Saulo de Tarso y le dice:

—“¡Saulo! ¡Saulo! ¿Por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón”.

Y él le dice:

—“¿Quién eres, Señor?”.

Aquella Luz le dice:

—“Yo Soy Jesús, a quien tú persigues”.

Ahora vea usted que Él estuvo en medio del pueblo en aquellos tiempos; pero vea usted en aquellos tiempos Él nunca estuvo encarnado en toda Su plenitud en ninguno de los ministros de aquel tiempo; solamente había una porción de Dios en cada uno de ellos: en el apóstol Pedro, en cada uno de los demás apóstoles; en el apóstol Pablo, en cada uno había la porción que correspondía para aquel tiempo.

Si aquella edad de los apóstoles hubiera continuado sin meterse el error en medio de ellos, de seguro el apóstol Pedro hubiera llegado a obtener la plenitud de Dios; de seguro el apóstol Pedro hubiera llegado a ser la Palabra hecha carne en toda su plenitud, y entonces le hubiera podido engendrar un Hijo a la Novia, a aquella Novia que tenía allí. ¿Ve? Pero no lo era.

Por lo tanto, entonces tenía que tratar a aquella Novia, la tenía que tratar como la Novia del Señor, pero no como Esposa. ¿Ve? Entonces con lo que había en él, solamente como una Novia era que podía tratar a aquel grupo de creyentes.

Entonces vemos, que aquella misma Luz, aquel Pilar de Fuego, aquel Jesús que le apareció a Saulo de Tarso, prometió que regresaría a la Tierra en el día final. Y al regresar, entonces regresaría en el tiempo cuando el tiempo sería como el tiempo de Sodoma y Gomorra.

Entonces encontramos que, en el tiempo de Sodoma y Gomorra, Él se hizo un cuerpo de carne y estuvo en él, y le apareció a Abraham.

Y luego de estar con Abraham, y Sara estaba preparando allí la comida, y le prepararon comida; luego siguió caminando hacia Sodoma y Gomorra, pero Abraham siguió con Él. Y luego le reveló entonces otras cosas a Abraham, cosas que Sara no escuchó. Le reveló a Abraham sobre la destrucción de Sodoma y de Gomorra. Que eso ¿muestra qué? La destrucción del mundo gentil en este tiempo.

Luego descendió a Sodoma y Gomorra. Porque Él dijo que habría de descender a Sodoma y Gomorra; y Él descendió a Sodoma y Gomorra. ¿Quién? Dios en carne humana.

Entonces ese mismo Dios dijo que Él regresaría en este tiempo final; por lo tanto, al Él regresar, entonces se tiene que encarnar.

Entonces, donde primero Él efectúa esa encarnación es en el cuarto Elías; y comienza a discernirle los pensamientos del corazón ¿a quién? A la Sara espiritual, que es la Iglesia. Por eso entonces se viraba de espalda, y le decía a la Sara espiritual, que es la Iglesia, los miembros de esa Sara espiritual, le decía: “Usted se llama fulano de tal, vive en tal sitio, su problema es tal y tal y tal…”. De espaldas ¿a quién? A la congregación, de espaldas a esa carpa.

Bueno, entonces, encontramos que todo eso lo hizo, y lo probó de que era exactamente lo mismo que hizo en el tiempo que le apareció a Abraham.

Luego, la próxima vez… porque ya el cuarto Elías…, el ministerio del cuarto Elías no se fue; lo que se fue, fue el velo de carne donde estaba ese ministerio. Por lo tanto, entonces, la Palabra se tiene que volver a encarnar en otro velo de carne; y entonces al encarnarse ese mismo espíritu ministerial del cuarto Elías en otro velo de carne, entonces viene a ser el ministerio por quinta vez, el ministerio de Elías por quinta vez. Y luego viene también ¿con qué? Con el ministerio del segundo Moisés.

O sea que entonces, en la próxima ocasión que se encarna el Señor, lo hace en una doble porción, en una doble porción de lo que había en el cuarto Elías. Entonces, toda cosa que no fue hecha por el cuarto Elías, entonces en ese otro ministerio tiene que ser hecho, porque no hay otro ministerio después de ese ministerio de Apocalipsis 11. Después del ministerio de Apocalipsis 11 se acabaron los profetas. En palabras más claras: ese es el Benjamín de los profetas. Por eso viene con una doble porción.

¿Lo quiere ver por aquí? Yo nunca me había puesto a hablar esto, hasta que, usted sabe, ha venido todo esto.

Fíjese, ¿quién es el Benjamín siempre? El último de la familia. Y el último de la familia de los profetas, ¿cuál es? El último de la familia de los profetas es Apocalipsis 11, es el último; por lo tanto, es el Benjamín.

Ahora, recuerde que los 144.000 son el Benjamín de Dios. Y recuerde que cada grupo en cada edad está representado en su mensajero. Entonces ¿quién representa a los 144.000? ¿Quién representa al Benjamín de Dios, a los 144.000? Moisés y Elías. Moisés y Elías, entonces es el Benjamín de Dios, el Benjamín de los profetas; es el último profeta que Dios engendra o crea a través de la Palabra. Y por ser el último, mire lo que le pasó a Benjamín. Página 13 [10] del mensaje titulado: “El Tercer Éxodo” párrafo 74 [71] en adelante dice:

“Noten ahora, lea la historia de José cuando usted pueda; nació como último de sus hermanos…”.

Ahora, escuche bien esto: Nació como último de los hermanos; pero recuerde, mientras José estuvo allá con su papá, él era el último, él era el último; José era el último mientras estuvo al lado de su papá. Pero, usted sabe, que después que lo echaron fuera de Palestina, y entonces estaba por Egipto, entonces apareció el último, que era hermano de padre y de madre de José; y entonces el último ya no era entonces José, sino que era Benjamín.

Bueno, ahora vean ustedes, dice:

“… nació como el último de sus hermanos, el penúltimo (¿Ve? El penúltimo, José era el penúltimo de sus hermanos). La mente espiritual captará eso ahora mismo. Él no era el último hijo, Benjamín era el último; pero en la excomunión, vigile (en la excomunión), José y Benjamín eran hermanos de padre y madre, y los únicos dos que eran hermanos (los únicos dos que eran hermanos. Bueno…). Benjamín nunca recibió el reconocimiento hasta que él se encontró con José, y él era superior al resto de ellos. A Benjamín le fue dada una doble porción de cada cosa que José dio (Bueno…)”.

Ahora, déjeme ver por aquí, por aquí hay más; déjeme ver qué puedo conseguirles por aquí. “Revelación, capítulo cuatro, parte II”, página 30 dice… yo creo que podríamos comenzar un poquito antes; al final de la 29, dice:

“Ahora, sobre aquellas, la primera piedra. La primera, ¿cuántos saben quién fue el primer hijo? ¿Cuál fue su nombre? Rubén. Correcto. ¿Quién fue el último? Benjamín. Eso es correcto, la piedra natal de Rubén era Jaspe, la piedra natal de Benjamín era sardio. Él fue para considerar como Rubén y Benjamín el Primero y el Ultimo, el que era, que es, y que ha de venir. El que era, Él era el Alpha: A en el alfabeto Griego. Omega: Z en el alfabeto Griego. Él era el Primero y el Ultimo, Él era de Benjamín a Rubén, de Rubén a Benjamín. ¡Oh, vaya! Allí Él estaba mirando como piedra sardio y como Jaspe. Él estaba sentado en su Trono. ¿Les gustaría a todos ustedes verlo sentado en Su Gloria? Tornémonos a Apocalipsis 21:10, bien rápido, y sólo tomen una mirada a Él aquí. Bien, Apocalipsis 21:10 al 11:

Y llevome en Espíritu a un grande y alto monte, y me mostró la gran ciudad, la santa Jerusalén, descendiendo del cielo de Dios,

Teniendo la gloria de Dios (teniendo la gloria de Dios). Y sus luces eran semejantes a una piedra preciosísima, de jaspe, resplandeciente como el cristal.

Su Luz. ¡La Luz! ¿Quién es la Luz? Y la Ciudad no tenía necesidad del sol, porque el Cordero es la Luz de esto. Piedra de jaspe, sardio. La Gloria de Dios es Jesucristo, la Gloria de Jesucristo es Su Iglesia. Y Él era el Primero. ¿Qué fue El? Él era el principio del tiempo, Él es el fin del tiempo (Él era el principio del tiempo, y Él es ¿qué? El fin del tiempo). Él era el Primero de los patriarcas, Él es el Ultimo de los patriarcas. Él era la primera Iglesia, la primera que estaba en Él... Él era el Espíritu que estaba en la Iglesia de Éfeso, Él es el Espíritu de la Iglesia en Laodicea. Él es el Primero y el Ultimo, de A a Z, el Primero y el Ultimo. ¡El que Era y el que ha de venir, la Raíz y el linaje de David!”.

¿Y qué es eso, la Raíz y linaje de David? León de la tribu de Judá. ¿No es eso lo que es dicho en Apocalipsis? Dice: “No temas Juan, porque he aquí el León de la Tribu de Judá”. Entonces, ¿Él es qué? La Raíz y linaje de David.

Déjeme ver si lo puedo conseguir aquí rápidamente, para que ustedes puedan ver de qué se trata todo esto, mírelo. Dijo Apocalipsis 5, verso 5, dice:

“Y uno de los ancianos me dijo: No llores: He aquí el león de la tribu de Judá (León de la tribu de Judá), la raíz de David (León de la tribu de Judá, la Raíz de David), ha vencido para abrir el Libro, y desatar sus Siete Sellos”.

Y aquí dice:

“¡Él era el que era, y el que ha de venir, la raíz y linaje de David!”

¿Y qué es eso? El León de la Tribu de Judá, la Estrella de la Mañana. Y de eso hablamos no hace mucho. La estrella ¿de qué? De seis puntos o de seis picos, la Estrella de David*.*

“¿Él es qué? La Estrella de David o la estrella de la Mañana. Él es ese Mensajero, el Lirio del Valle, la Rosa de Sharón. ¡Oh!, hay cuatrocientos y algo de títulos en la Biblia que pertenecen a Él. Sólo piénselo. ¡Lo que Él era! Y todavía Él era el humilde Señor Jesús que nació en un pesebre para las alabanzas de Dios.

Algo que es humilde, obsérvelo porque eso es correcto. Algo que es grande, es una camisa almidonada, así que no preste atención a ello. ¿Ve? Es un montón de viento, y no es nada. ¡Correcto! Ahora, Él estaba para ser mirado como jaspe y piedra de sardio.’”.

Bueno, aquí podemos ya ir concluyendo, porque esto tiene bastante tela para cortar (como decimos nosotros), y debemos de dejarlo quietecito ahí, hasta ahora; ya pues, el Señor nos dio eso, vamos a dejarlo quietecito.

Él es Alfa y Omega: Rubén y Benjamín, entonces jaspe y sardio. Cada piedra tiene un significado, entonces a cada piedra tener un significado, entonces de acuerdo al significado de cada piedra, es entonces lo que sucede.

Ahora, en cuanto a la Venida del Señor, Él en Su Segunda Venida se manifiesta de esa manera doble: brillando o dejándose ver como sardio, como jaspe y sardio, como el Primero y el Último; y entonces al dejarse ver de esa doble manera, entonces se deja ver en un doble ministerio, o con un doble ministerio. Entonces Él se deja ver como el Redentor y como el Reclamador. Se deja ver como el Pariente Redentor. Ahora, recuerde que Él es el Señor.

Ahora, recuerde que en Su Primera Venida usó un velo de carne, y recuerde que para Su Segunda Venida tendrá que usar otro velo de carne; pero el Señor es el mismo siempre, porque Él no cambia.

Entonces, Aquel que estuvo allá en el desierto, aquella Luz, aquel Pilar de Fuego que guio al pueblo de Israel, Aquel que le habló a Moisés, aquella Luz que le habló a Moisés, luego estuvo dentro de Moisés, estuvo entonces ¿haciendo qué? Estuvo velado en Moisés, y entonces hablaba a través de Moisés; hablaba a través de carne humana. Entonces encontramos que Dios dijo: “Yo pondré mi Palabra en tu boca (o en tus labios) [Éxodo 4:12]”.

Entonces luego, más adelante encontramos, que ese mismo Pilar de Fuego se hizo carne en Jesús de Nazaret, y vino ¿a ser qué? Vino a ser Dios hecho carne; porque “en el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios, y la Palabra se hizo carne” [San Juan 1:1]. Por lo tanto, entonces lo que fue visto, fue la gloria de la Palabra, y dice: “Y vimos Su gloria como la gloria del unigénito del Padre” [San Juan 1:14].

Ahora, encontramos, que la gloria de Dios fue vista manifestada a través ¿de qué? De carne humana.

Ahora, conforme a la Palabra de Dios, todo el pueblo de Dios desea ver a Jesús glorificado. Y recuerde que Jesús es ese Pilar de Fuego. Él es Jesús.

Ahora, recuerde que ese mismo Jesús, allá en el Antiguo Testamento no fue conocido por el nombre de Jesús; Él tenía un nombre que nadie conocía. Aun el nombre Jehová, eso no aparece en los originales, ese es un nombre compuesto. Pero el nombre, el Nombre de Dios nadie lo pudo pronunciar en el Antiguo Testamento; por lo tanto, entonces ese es un Nombre desconocido que nadie conocía, el cual Nombre encontramos que es el Nombre Eterno de Dios.

Y que cuando el Señor Jesucristo murió fue enterrado, descendió en el cuerpo teofánico, descendió al infierno (en ese cuerpo fue que descendió al infierno), fue allá y les predicó a las almas encarceladas; luego pasó al Paraíso (en el cuerpo teofánico también), se trajo a todos los que estaban allá en el Paraíso, y luego vino y tomó nuevamente el cuerpo de carne, el cuerpo que habían enterrado allí. Y entonces encontramos que luego se levantó; y cuando Él se levantó ¿qué pasó con Él? Mire lo que pasó con Él. Dice [Los Sellos 131]:

“131. Y ahora Jesús: Su Nombre sobre la Tierra fue Jesús el Redentor, porque fue el Redentor cuando estuvo sobre la Tierra; pero cuando conquistó el infierno…”.

Usted sabe que Él fue en el cuerpo teofánico allá, y los conquistó, y se trajo ¿qué? Las llaves del infierno; o sea que desarmó y le quitó las llaves al diablo, lo desarmó allá. Y dice:

“… (y) conquistó el infierno y la muerte”.

¿Cree usted que Él conquistó la muerte? Cuando se levantó, pues la venció; si la venció, si se levantó, pues fue porque la venció.

Así que Él entonces ¿se trajo qué? La revelación o las llaves del infierno (de la quinta dimensión) y de la muerte. ¿Ve? Entonces, encontramos que supo cómo salir de la quinta dimensión y cómo salir también del sepulcro. ¿Ve usted?

Realmente esas llaves serán usadas para sacar a los muertos en Cristo que han sido muertos y murieron; están sepultados, están en la Tierra. Y también se necesitan esas llaves para el día del Juicio final sacar a todos los de la quinta dimensión, sacarlos fuera, para llevarlos al Juicio final.

Él sabe cómo hacerlo, no es que ellos quieran ir o no quieran ir; es que ellos tendrán que salir. Sigue diciendo:

“… pero cuando conquistó el infierno y la muerte, los venció y ascendió, entonces recibió un nuevo Nombre. Por esa razón es que gritan y hacen tanto ruido y no reciben nada. Será revelado en los Truenos”.

Fíjese, ¿y cuándo es que los Truenos emiten sus voces aquí en la Tierra? Cuando el Ángel Fuerte desciende rugiendo como un león, entonces Siete Truenos emiten sus voces; y cuando los Siete Truenos emiten sus voces —y los Truenos son la Voz de Dios—, Juan iba a escribir lo que los Truenos hablaron. ¿Ve? Lo que los Truenos revelaron, lo que los Truenos dieron a conocer, Juan lo iba a escribir. Si él escribe lo que los Truenos hablaron, entonces se hubiera sabido desde aquel tiempo públicamente, y estuviera escrito en el libro de Apocalipsis el Nombre Nuevo del Señor. ¿Ve usted? Pero le fue prohibido. ¿Por qué? Porque eso sería revelado cuando el Ángel Fuerte descendiera del Cielo.

Por eso es que el cuarto Elías, el cuarto Elías no pudo, abiertamente o públicamente, dar a conocer públicamente, el Nombre Nuevo del Señor; aunque lo sabía. Tampoco pudo dar a conocer públicamente el misterio del Séptimo Sello, o sea, la Segunda Venida del Señor; aunque sabía cuál era el misterio del Séptimo Sello.

¿Usted cree que lo sabía? Él dijo que el misterio del Séptimo Sello ¿es qué? La Segunda Venida del Señor; él lo dijo.

Entonces él sabía que el misterio del Séptimo Sello era la Segunda Venida del Señor, cuando Él viniera por Segunda vez en carne humana. Entonces él aun sabía cómo habría de venir. Pero cuando le tocó hablar sobre el Séptimo Sello tuvo que omitir todo eso, no lo podía decir en público; aunque ya en otras ocasiones había hablado de eso. y dijo: “Eso es un misterio, y será revelado en el tiempo en que el Señor aparezca nuevamente”.

¡Oh! ¿Pero no estaba en el cuarto Elías allí plenamente? Pero está prometido que en el quinto Elías y segundo Moisés también aparecerá nuevamente. Entonces…, y que, con la aparición del Señor con Moisés y Elías, ahí cumplirá Su Segunda Venida; y eso será el misterio del Séptimo Sello.

Ahora, vamos a ver si el cuarto Elías sabía cuál era el misterio del Séptimo Sello. Citas, página 42, párrafo 345, dice:

“345 Mateo 17… y después de seis días Jesús toma a Pedro, Santiago, y Juan... en una alta montaña aparte y fue transfigurado ante ellos: y su rostro brilló como el sol y sus vestiduras eran blancas como la luz. Él fue transfigurado. ¿Qué hizo? Se pasó dentro la transformación, hacia el día de Su Venida... Él los había llevado y Él fue transfigurado ante ellos, transformado, Sus vestiduras brillaron como el sol en medio de su fuerza y aparecieron con El Moisés y Elías. ¿En qué forma viene el Hijo del Hombre ahora? Y primero aparecerá, será Moisés y Elías. Ahora, fíjese, antes que Jesús vuelva a la tierra... Ahora, es poco antes de tiempo, pero el Espíritu de Elías volverá a la tierra y tornará los corazones de los hijos a los padres. La Biblia lo dice. Jesús lo vio aquí, los apóstoles lo vieron aquí, el orden de la Venida del Hijo del Hombre glorificado (Es la Venida del Hijo del Hombre glorificado) Él será glorificado y volverá. La primera cosa antes que lo vieron ¿Qué era? Elías. ¿Luego? Moisés; Israel volviendo hacia allá; los guardadores de la ley (¿Por qué? Porque cuando aparece, entonces tiene que ver con Israel, con los 144.000). Y luego el Hijo del Hombre glorificado. ¡Aleluya! ¿Ve el orden de Su Venida?”.

Ahora, ese es el orden de Su Venida, ese es el orden del Séptimo Sello; ese es el orden de la Segunda Venida del Señor con Moisés y Elías, y Él viene glorificado. Y entonces cuando Él viene, entonces Él da a conocer a través ¿de qué? De los Truenos, porque los Truenos son la Voz de Dios, entonces los Truenos ¿es qué? Los Truenos es nada menos que el Mensaje que Él nos dará cuando aparezca con Moisés y Elías.

Porque el Mensaje que será dado para la Edad de la Piedra Angular, será el Mensaje de los Truenos. ¿Ve?

Entonces, con ese Mensaje, que es el Mensaje de Dios rugiendo como León de la Tribu de Judá, la Raíz y linaje de David, la Estrella Resplandeciente de la Mañana, entonces con ese Mensaje que nos trae, y ese Mensaje que nos trae es el Mensaje del rugido del León.

Es el Mensaje que Juan quiso escribir y que le fue prohibido escribirlo; es el Mensaje a través del cual se conoce el Nombre Nuevo del Señor; es el Mensaje a través del cual se conoce el misterio del Séptimo Sello públicamente. Es el Mensaje con el cual también son llamados los 144.000. Es el Mensaje con el cual también es dado a conocer el misterio de las Trompetas, el misterio de las Plagas o las copas; es con ese Mensaje que todo eso será dado a conocer.

Déjeme ver por aquí, ya que les toqué eso ahí. Déjeme ver si puedo mostrárselos aquí. Página 20 y 21 [17] del mensaje titulado: “Revelación, capítulo cuatro, parte I”, nos dice, finalizando ahí nos dice:

“105 … Él había dejado la tierra, ¿entienden? Recuerden la Voz que le habló por detrás en los siete candeleros de oro, la obra estaba terminada. Y ahora esa misma Voz estaba hablando en el Cielo. ¿Qué era esto? Él había redimido a su Pueblo, su obra terrena había terminado, y Él estaba en gloria llamando a Juan: ¡Sube acá! ¡Amén! Eso me hace sentir como gritando en víspera de Año Nuevo”.

¡Oh! De Año Nuevo. Un Año Nuevo. ¿Qué año? Usted sabe que las cosas acá materiales o físicas tienen relación con las cosas espirituales; y aquí él está relacionando estas cosas espirituales, y este “sube acá arriba” que le fue dicho a Juan, es el “sube acá” que le es dicho al pueblo de Dios a un rapto espiritual, y luego será trasladado literalmente a la otra dimensión; pero lo más grande es el rapto espiritual: el “sube acá, que yo te mostraré las cosas que han de ser después de las edades de la Iglesia”. Entonces él dice: “Esto me hace sentir ¿cómo?

“Eso me hace sentir como gritando en víspera de Año Nuevo”.

¿Por qué? Porque el año viejo se estaba yendo. ¿Ve? Él estaba predicando este mensaje ¿dónde? Déjeme ver, en diciembre 31; aquí no dice si es por la noche o es por la mañana, pero déjeme ver… Él dice… no puedo ver si es de noche o de día, déjeme ver:

“Y creo que esa es la actitud de algunas gentes. Sumamente bello, de la hermana joven allá, esa estrofa última. Seguro que aprecio eso. Y nosotros entrando en la noche de Año Nuevo, no pienso que pudiesen cantar algo mejor, algo más apropiado para esta noche (Bueno, parece que era de noche).

2 Parece como que estamos empezando el año bien (Ahora más abajito dice):

Pero vamos a una tierra donde allá no habrá nada de eso (O sea, parece que es nada de problemas, nada de nevadas, y de nada de eso).

3 Esta noche es víspera de Año Nuevo. Y, desde luego, todo el mundo tiene un voto escrito y una promesa que ustedes van a hacer para el Año Nuevo, entonces como para pasado mañana estarán todos rotos. Y así, usted sabe, usted cambia una página nueva cada año, y entonces vuelve la mañana siguiente haciéndolo de nuevo”.

Bueno, ya vimos entonces que era de noche, según entendimos ahí. Entonces está en víspera de Año Nuevo; quizás serían ya, quizás serían de 9:00 a 10:00 de la noche. Y cómo se sentiría él viendo estas cosas naturales acá, como se estaría cambiando de un año a otro en una noche, y cómo él está pensando en términos espirituales, cómo se cambia de las edades terrenales, en la última edad de la Iglesia, que es la edad de Laodicea, la última edad donde el Espíritu de Dios habló, cómo se cambia de esa edad...

Recuerden que cada edad de la Iglesia está representada ¿en qué? En un año de fiesta, porque en el Antiguo Testamento había siete fiestas importantes que eran celebradas; y esas siete fiestas importantes representaban las siete edades de la Iglesia. Pero luego de esas siete fiestas, venía entonces el Año del Jubileo, que era el Año de la Santa Convocación. Entonces, fíjese, cada seis años, el séptimo año era una fiesta; luego pasaba de seis años más, y el otro año venía otra fiesta, y así por el estilo, hasta que llegaban a cuarenta y nueve años. El año cuarenta y nueve era la última fiesta de esas siete fiestas, y era la fiesta ¿de qué? Era la fiesta de los tabernáculos, que es la edad ¿qué? Que es la edad pentecostal.

La edad pentecostal está representada en la fiesta de los tabernáculos. Luego entonces, luego de las fiestas de los tabernáculos, que era el año cuarenta y nueve, luego corrido... Vea usted que en el año cuarenta y nueve se tocaba la trompeta de esa fiesta pentecostal, de la fiesta pentecostal, esa fiesta séptima; pero luego de eso, entonces venía el año cincuenta, y entonces se tocaba ¿qué? La trompeta del año cincuenta, que era la trompeta del Año del Jubileo, que es el verdadero pentecostés, porque pentecostés quiere decir: cincuenta.

Entonces encontramos que era el año de la liberación; por lo tanto, siendo el año de la liberación, todas las cosas retornaban a su dueño original.

Por lo tanto, entonces, aquí él viendo que se está en víspera de Año Nuevo, él está mirando a lo espiritual, viendo entonces ¿qué? Viendo entonces la finalización de la edad séptima, que es el año cuarenta y nueve, conforme a los cuarenta y nueve años, y luego viene el año cincuenta, que es el Año del Jubileo. O si usted quiere entonces hacerlo más corto, puede decir: “El año número siete de las siete fiestas, el año de fiesta número siete, era el año de fiesta de la edad de Laodicea, la edad pentecostal”.

Cada una de las edades estaba representado en un año de fiesta. Pero luego de esos siete años de fiesta venía ¿qué? El Año del Jubileo, que es el año cincuenta o el año ocho de los siete años festivos; y esos siete años festivos ocurrían en un lapso de tiempo de cuarenta y nueve años. Pero luego pegadito al último año de fiesta, pegadito a eso, venía ¿qué? El Año del Jubileo, que era el año número ocho o número cincuenta, la fiesta cincuenta; y venía junta, no había separación de tiempo entre una y otra —terminaba una, y comenzaba la otra.

Por eso en la Séptima Trompeta suena la Gran Trompeta; y por eso entonces el séptimo ángel dice: “Tengo que pasar esta Gran Trompeta (¿ve?), esta Gran Trompeta a otro”. Entonces tiene que venir otro para seguir tocando esa Gran Trompeta, para que se la suene a los judíos. ¿Ve?

Porque él no pudo ir a Palestina a tocar esa Gran Trompeta a los judíos, aunque trató. Pero él después dice, él después dice: “Es que eso le toca a Apocalipsis 11; por lo tanto, entonces yo, aunque tengo la Gran Trompeta para sonarla, la Gran Trompeta del Año del Jubileo, el Gran Mensaje del Año del Jubileo, solamente podré tocar un rato, y aun habrá melodías que no me es permitido tocar: como la melodía de tocar públicamente el misterio del Séptimo Sello, como la melodía de tocar públicamente el Nombre Nuevo del Señor, como la melodía de tocar públicamente el misterio de la fe de rapto”.

Y así por el estilo, encontramos que hubieron algunas partecitas de esa melodía que no le tocó a él tocarlas. Pero él dijo: “Yo tengo que pasar, les he dicho que tengo que pasar esta Trompeta, esta Gran Trompeta a otro”. Y sabemos que “ese otro” es el quinto Elías y el segundo Moisés; el cual, conforme a la Palabra, vimos que le toca esa Trompeta del Año del Jubileo, del año de liberación al pueblo hebreo; y son liberados o libertados 144.000.

Bueno, sigue diciendo:

“131. Por esa razón es que gritan y hacen tanto ruido y no reciben nada. Será revelado en los Truenos”.

¿Ve usted? Entonces ya usted puede entender, ya usted puede entender entonces estas cositas; ya usted puede ver también que el cuarto Elías sabía cuál era el misterio del Séptimo Sello. ¿Hasta donde sabía? Él sabía más de lo que muchas personas hoy en día saben. Lo único que él no supo y no pudo entender, fue la parte que estaba en un idioma desconocido; esa parte trató, pero no la pudo entender. Pero él dijo: “Yo sé de lo que se trata; no pude entender lo que fue dicho, pero yo sé de qué se trata el asunto”.

Pero no lo pudo entender para darlo a conocer públicamente; le fue prohibido. Y aun le fue prohibido que hablara de lo que él sabía que se relacionaba esa parte última de la Tercera Etapa. Entonces él habló de ello, pero él trajo la Palabra, él trajo las Escrituras que tenían que ver con eso, y él lo mostró, pero sin hablar públicamente, sin hablar abiertamente.

Ahora, vemos entonces, vemos entonces que el cuarto Elías no pudo dar a conocer públicamente el misterio del Séptimo Sello, porque él dijo que los Truenos serían los que darían a conocer públicamente ese misterio.

Entonces vemos que con los Truenos entonces venía ¿quién? Moisés y Elías; tiene que venir con los Truenos para dar a conocer el misterio del Séptimo Sello, conforme a Apocalipsis 10, conforme a Apocalipsis 11, y conforme a lo que está prometido para este tiempo.

Ahora, ustedes pueden ver que la Venida del Señor es la Venida del Hijo del Hombre glorificado. Entonces cuando el Hijo del Hombre viene, ¿cuál es la pregunta? “Y cuando el Hijo del Hombre venga, ¿hallará Fe en la Tierra?” [San Lucas 18:8]. ¿Ve? Entonces, tiene que entonces el Hijo del Hombre restaurar la fe; y luego tiene entonces, el Hijo del Hombre mismo, que dar la fe para el rapto. ¿Por qué? Porque el pueblo esperando un rapto, una traslación, sin tener la fe para esa traslación, o sea la revelación, porque fe es revelación.

Ahora, entonces vimos cómo es que el Hijo del Hombre viene glorificado; viene glorificado con Moisés y Elías. Entonces ese es el deseo de todos: Verle a Él glorificado. Y desear verle a Él glorificado, es desear entonces ver a Dios manifestado conforme a Apocalipsis 11, conforme a Apocalipsis 10, conforme a Apocalipsis 19.

Y al ver eso, estamos viendo ¿a quién? Al Hijo del Hombre glorificado. Y entonces al ver al Hijo del Hombre glorificado, podemos oír la Voz del Hijo del Hombre; y entonces dice que “todos oirán la Voz del Hijo del Hombre” [San Juan 5:25]. ¿Ve usted? Todos oirán la Voz del Hijo del Hombre, y dice que los muertos oirán la Voz del Hijo del Hombre. Y dice que unos saldrán para vida eterna; eso es: primera resurrección; y otros para confusión perpetua. ¿Ve?

Entonces, vea usted entonces, que es con la Voz del Hijo del Hombre que ocurre la resurrección. Entonces fíjese: hay resurrección espiritual y hay resurrección física. Usted y yo no necesitamos una resurrección literal, porque aún estamos vivos, lo que necesitamos es una transformación.

Pero los que han descansado a través de las edades, que han muerto, necesitan una resurrección literal. Y la resurrección literal ocurre... El Hijo del Hombre es el que llama a los muertos en Cristo, conforme a la Palabra. Y así como llamó a Lázaro, es que Él lleva a cabo la resurrección, y Él la hizo en el cuarto día; entonces en el cuarto día espiritual es que Él lleva a cabo la resurrección. ¿Y cuál es el cuarto día espiritual? Primer día: la edad luterana, segundo día: la edad wesleyana, tercer día: la edad pentecostal, cuarto día: la Edad de la Palabra, la Edad de la Novia, la Edad de la Piedra Angular, la Edad de la resurrección. ¿Ve?

Entonces, ¿por qué el Señor dejó que murieran a través de las edades y no vino Él para evitar que murieran? Porque todo eso era para la gloria de Dios; pero al final Él aparece en el cuarto día, y entonces en el cuarto día es que Él lleva a cabo lo que Él prometió que llevaría a cabo.

Ahora fíjese, en señal y en tipo de que Él llevará a cabo esa resurrección literal, entonces produce una resurrección espiritual en aquellos que necesitan una resurrección espiritual. Y entonces para efectuar esa resurrección espiritual, Él hace lo mismo que hará para efectuar la resurrección literal: Él los llama por su nombre, Él comienza a pasar lista, porque Él viene con el Libro abierto; y lo que hay en el Libro son los nombres de los redimidos. Y Él entonces comienza a llamarlos, y al comenzar a llamarlos, dondequiera que se encuentren, ellos responderán a la Palabra del Hijo del Hombre; porque no es la Palabra de un ser humano, sino que es la Palabra de Dios, pero que tendrá que salir a través de labios humanos para poder ser oída a través de oídos humanos.

Déjeme buscar por aquí. Mire aquí, página 15 del mensaje titulado: “Ya salido el sol”, dice:

“95 Mecer la gavilla. ¿Qué era la gavilla? El primero que llegaba a la madurez, el primero que probó que era trigo, que probó ser una gavilla.

96 ¡Aleluya! Estoy seguro que ustedes ven acerca de lo que estoy hablando. Fue mecido sobre la gente, y la primera vez ahí surgirá para la Edad de la Novia (¿Para qué edad? Para la Edad de la Novia), para una resurrección fuera del tenebroso denominacionalismo. Será un Mensaje que toda la madurez de la Palabra ha regresado nuevamente en todo Su poder, y siendo mecida sobre la gente por medio de las mismas señales y maravillas que Él hizo en el pasado”.

Ahora, vea usted, para una resurrección espiritual, una resurrección saliendo fuera ¿de dónde? Del tenebroso denominacionalismo. Entonces fíjese, una resurrección de ahí al ser mecida la gavilla. ¿Ve? Entonces la gavilla era mecida ¿en qué día? En el día octavo, en el día octavo; representando eso ¿qué? La Edad octava o el Año del Jubileo.

Ahora, entonces podemos ver que lo que resucita espiritualmente al pueblo de Dios, a la Novia del Señor, lo que resucita espiritualmente a cada uno de nosotros como individuos, que nos resucita y nos saca fuera del sepulcro denominacional ¿es qué? La Voz del Hijo del Hombre, la Voz del Hijo del Hombre proclamando el Mensaje del Año del Jubileo. O sea, en palabras más claras: meciendo la gavilla. ¿Ve usted?

Y entonces no es otra cosa lo que nos saca de la Edad de Laodicea; es la Palabra, es el Mensaje, la Voz del Hijo del Hombre, conforme al orden de Su Segunda Venida; y Él viene conforme al orden de Su Segunda Venida para sacarnos de la edad de Laodicea, a nosotros como individuos, que estábamos creyendo que estábamos en la edad de Laodicea, y creyendo el mensaje de la edad de Laodicea, para vivir el Mensaje de la edad de Laodicea, cuando era tiempo para una nueva edad, una Edad Eterna, con un Mensaje Eterno. Y entonces nos dice: “Sube acá”. ¿Ve? Y así como llamó a Juan, llama a la Novia, y nos llama a nosotros como individuos; entonces nos llama por nuestro nombre. ¿Ve usted?

Entonces, si usted es un hijo de Dios, Él es la Palabra, y Su nombre es la Palabra, por lo tanto, los hijos de Dios son la Palabra, y Su nombre es la Palabra. ¿Ve usted?

Ahora, encontramos que eso es lo que Él lleva a cabo: una resurrección espiritual con los que están vivos, porque lo que necesitan es una resurrección espiritual; porque si no resucitan espiritualmente, entonces tendrán que morir literalmente, y entonces después es que pueden ser resucitados literalmente. Pero si Él puede resucitarlos espiritualmente, entonces todos esos que son predestinados, que son elegidos, que están en el Libro de la Vida del Cordero, no tendrán que morir físicamente si pueden resucitar espiritualmente. ¿Ve usted?

Entonces, encontramos que eso es lo que Él ha prometido hacer en este tiempo.

Ahora, usted y yo, ni usted ni yo cometamos el error que cometieron allá cuando el Señor vino en Su Primera Venida, que tropezaban en el velo de carne que Él preparó y predestinó y creó en el vientre de María para venir en Él.

Encontramos que el velo de carne no era Dios, pero en ese velo de carne estaba Dios. Él era Dios y no era Dios. Así entonces, nosotros tenemos que tener mucho cuidado siempre, porque de otra manera entonces confundiríamos una cosa con la otra, y haríamos una mezcla, una liga, en la cual lo que ocurriría con nosotros ¿sería qué? Nos confundiríamos, y entonces pensaríamos que el velo de carne es Dios, cuando no es Dios. ¿Ve?

Entonces para Su Primera Venida Él tenía un velo de carne, lo cual no era Dios, pero en él estaba Dios en toda Su plenitud. Para Su Segunda Venida, conforme al orden de Su Segunda Venida, Él tendrá un velo de carne, pero el velo de carne nunca será Dios; él no es Jesucristo, el velo de carne no lo es. Pero recuerde que “Jesucristo es el mismo ayer, hoy, y siempre” [Hebreos 13:8]. Es el mismo en la primera dispensación, en la segunda y en la tercera; es el mismo siempre.

Por lo tanto, Él, aquel que fue allá en medio del pueblo de Israel, aquella Columna de Luz, Él mismo es el que fue en las edades de la Iglesia, y Él es el mismo hoy; ese es Jesucristo, y Él tiene un Nombre Nuevo.

Entonces Él es Jesucristo, el cual ha prometido que se personificará en carne humana o que se velará en carne humana, para hacer lo que Él prometió que habría de hacer, conforme a Apocalipsis 10, Apocalipsis 11 y Apocalipsis 19. Entonces es ¿qué? Cuando... Eso se lo cito yo aquí, no tengo necesidad de decirlo yo mismo aquí, así en mis propias palabras, sino que lo pueden oír directamente del cuarto Elías. Dice página 256 de Los Sellos, dice:

“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la tierra…”.

¿Y eso es qué? Eso es Apocalipsis 19, y es Apocalipsis 10 también; porque en Apocalipsis 19, Él aparece sobre la Tierra; y en Apocalipsis 10, Él pone Su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra. Entonces en Apocalipsis 10, y Apocalipsis 19, y Apocalipsis 11, ¿es qué? El Señor descendiendo a la Tierra; pero Él es Espíritu. Por lo tanto, entonces al descender, entonces al descender a la Tierra, dice:

“… cuando nuestro Señor aparezca sobre la tierra, El vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.

¿Será qué? Emmanuel, será igual a Isaías 9:6, que decía: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, el principado sobre su hombro, y llamarase su nombre (¿cómo?) Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Príncipe de Paz”.

Entonces encontramos que eso ¿era qué? Emmanuel —Dios con nosotros. Emmanuel quiere decir: Dios con nosotros. Entonces, vea usted que cuando Él desciende, desciende sobre un caballo blanco; y eso no es un caballo literal, eso es sobre la Palabra pura, sin dogmas, credos y tradiciones, sobre el Mensaje de los Truenos. Viene cabalgando sobre el Mensaje de la Edad de la Piedra Angular. Es un Mensaje que no puede tener ligas, no puede tener nada de denominacionalismo, es un Mensaje completamente puro, que no se liga con nada.

Ahora, fíjese, entonces encontramos que cuando el Señor apareció la primera vez, tuvo que nacer, y nació de una virgen; y cuando nació, entonces fíjese, primero fue formado en el vientre de la virgen, y fue formado por la Palabra del Ángel, por la Palabra hablada; y el Espíritu hizo sombra sobre María, y entonces fue creado, no fue engendrado, sino creado en el vientre de María. Dios lo creó todo ahí.

Y cuando nació ¿fue qué? La Palabra hecha carne, fue entonces Dios en carne humana, aquel velo de carne que nació, aquel fue el velo de carne donde Dios habitó en toda Su plenitud; era Emmanuel —Dios con nosotros. ¿De dónde nació? ¿De qué nació? De una virgen. Cuando Él viene por Segunda vez ¿de dónde nace? Tiene que nacer, ¿de dónde aparece? De una virgen, la Novia. De ahí nace entonces…

Ahora, recuerde que lo que nació de la virgen fue el velo de carne allá. Dios no, porque Dios no tiene madre ni tiene padre, Él es Eterno. Pero el velo de carne en donde Dios estaba, nació de una virgen. El velo de carne donde Dios estará, donde el Señor aparecerá en Su Segunda Venida, nacerá de la virgen. ¿Ve?

Será o saldrá de ahí del vientre de la virgen. Y es ¿qué? Un velo de carne, un instrumento, el cual ha sido creado por la Palabra hablada; y a través de la Palabra hablada fue formado en el vientre de esa Novia, de esa virgen.

Entonces cuando nace, cuando sale, entonces, entonces ¿es qué? Cuando surge o cuando nace de esa virgen, entonces viene a ser Emanuel, o sea, viene a ser el velo de carne donde Dios estará. Entonces, ahí entonces será: “Dios con nosotros” a través de ese velo de carne, conforme a Apocalipsis 11; porque conforme a Apocalipsis 11, la Palabra estará, estará encarnada en Moisés y Elías, ellos serán la Palabra hecha carne.

Bueno, ya estamos concluyendo. No sé por dónde vamos aquí en la libreta; pero yo sé que en lo espiritual pues vamos bastante adelantados. Estamos llegando a un sitio donde debemos de llegar, en donde todo nos será hecho tan claro, pero seguirá gradualmente haciéndose tan claro para nosotros, que cada día veremos las cosas más sencillas, de una manera más sencilla, y sin sorprendernos tanto, como nos sorprendíamos en el principio. O sea que todo llegará a ser para nosotros tan natural, que más bien lo podremos entender gradualmente todo lo que Dios tiene para nosotros en esta hora a medida que Él seguirá dándonos a conocer Su Palabra. “Confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de Sus ángeles” [San Mateo 10:32].

Ahora fíjese, los escogidos de este tiempo final, los escogidos de este tiempo final, son los que tienen un nombre también, el cual es un nombre para adopción. Entiende usted bien eso. Y son los escogidos de este tiempo, de los cuales y a los cuales, y de los cuales Dios dice en Su Palabra: “Estos son mis hijos amados, a ellos oíd. Este es mi Hijo amado, el cual me ha nacido de mi Novia, a Él oíd. Este es mi Hijo amado, el cual me ha nacido de esta virgen, la Novia, con la cual me casé y a la cual le engendré este Hijo a través de la Palabra hablada”. No como el hijo que engendró Adán allá, sino de la manera que Dios hizo al primer y segundo Adán: por la Palabra hablada.

Bueno, entonces encontramos que ese Hijo, ese Hijo es el que ha de hablar. “A él oíd”.

Ahora, no se ha dado cuenta que Apocalipsis 11, ese Hijo que ha de hablar, ese Hijo que viene en el Nombre de su Padre, y que trae el Nombre de su Padre, y que proclama el Nombre de su Padre, ¿ese Hijo es el que puede interrumpir la naturaleza? Ese Hijo es el que puede decir lo que quiera decir, y tiene que ocurrir. ¿Por qué? Porque es en la cima del Monte donde es llevada a cabo la adopción, y es en la cima del Monte donde está Moisés y Elías con ese grupo de testigos que están ahí presente viendo lo que está pasando ahí.

Y entonces, entonces la Palabra de Dios, la Voz de Dios, dice: “Ese es mi Hijo amado, el cual engendré en mi Novia”, o más bien no es engendrar, sino “el cual creé por la Palabra Hablada en el vientre de mi Novia, a Él oíd”.

Ahora, recuerde que Moisés y Elías representan al grupo de escogidos que está acá arriba, porque cada edad es representada en su mensajero. ¿Ve? Entonces fíjese, todo lo que Dios hace con Su pueblo en una edad, encontramos que es el mensajero el que lleva el liderato, o Dios a través del mensajero.

Ahora, mire aquí mismo hablando de ese Hijo, hablando de ese Hijo como el grupo, ese grupo de escogidos que ha nacido del vientre de la Novia, ese Hijo que ha nacido, ese grupo de escogidos que forman parte de ese Hijo prometido. Fíjese lo que dice [Los Sellos 254]:

“106. Ahora, anoche vimos que venía con una grande espada para matar (¿quién? El anticristo venía con una grande espada para matar), y también vimos que él será muerto con la Espada —la Espada de la Palabra. La Palabra de Dios es una espada de dos filos que lo matará. Espere usted hasta que esos Siete Truenos pronuncien sus voces; y aquel grupo que en verdad puede tomar la Palabra de Dios y colocarla bien, entonces cortará y partirá; podrán cerrar el cielo, podrán hacer esto o aquello o lo que les plazca”.

Y ustedes saben que quien hace eso conforme a Apocalipsis 11, es Moisés y Elías; pero en Moisés y Elías todo el pueblo está representado. Así que, si lo hace Moisés y Elías, lo hizo el grupo que está con Moisés y Elías. ¿Ve usted?

Mire, se dice: “La Iglesia primitiva hizo tal y tal cosa, y tal cosa y tal cosa”. Y cuando usted lee en el libro de los Hechos, encuentra que Pedro hizo tal y tal cosa, y tal y tal cosa. Pero fue la Iglesia primitiva; pero el liderato de Dios, Dios estaba dirigiendo las cosas a través de un vaso que tenía allí.

Y en cada edad encontramos la misma cosa. Y en esta edad encontramos que todos tendrán el mismo poder. ¿Ve? Pero que Dios tiene Su liderato, el liderato de Dios; y entonces cada cosa la haremos conforme al orden que Dios tenga para nosotros actuar. Imagínese, las cosas que han de suceder, pues lo único que se necesita es que una sola persona la hable. ¿Ve usted? Entonces no todos tendrán que hablarla, aunque todos tengan el mismo poder.

Fíjese, es como la tubería de su casa: la tubería de su casa toda tiene agua, si es que no se va el agua, como pasa en casa; en casa pues pasa eso, y algunas veces la tubería no tiene agua, pero cuando hay, pues toda la tubería tiene agua, pero toda la tubería no tiene que estar botando el agua por cada sitio, tener un roto para botar agua; más bien el agua que va a salir por el fregadero, pues entonces la tubería tiene toda esa agua, pero hay una boca que está controlada por una llavecita, y por ahí es que tiene que salir la del fregadero, y a eso se le llama una pluma. Y para el baño también la misma cosa.

Así que todos nosotros tendremos el agua, pero habrá una boca por la cual saldrá la Palabra, y de la boca sale una Espada aguda de dos filos para herir a todas las naciones, y de Su boca sale la Palabra. ¿Ve? Como de la boca de Dios a la boca de Moisés, nos dice el cuarto Elías.

Por lo tanto, entonces, no todos somos boca. ¿Ve? Así que cada uno en el cuerpo, en ese Hijo que le ha nacido a la Novia, cada uno tiene un trabajo para llevar a cabo. Pero todos no somos manos; las manos tienen un trabajo para llevar a cabo ciertas cosas que se llevan a cabo con las manos; y así por el estilo, cada cosa tiene su función, cada parte del cuerpo tiene su función.

Por lo tanto, entonces, la Cabeza de ese Cuerpo ¿es quién? Cristo. La Cabeza de ese cuerpo es Apocalipsis 10, la Cabeza de ese cuerpo es Apocalipsis 19, la Cabeza de ese Cuerpo es Apocalipsis 11, la Cabeza de ese Cuerpo es el ministerio profético que está en ese Cuerpo.

Entonces, imagínese, todo el cuerpo actúa de acuerdo a como su cabeza le muestra que actúe.

Ahora, ¿cómo se verá un cuerpo sin cabeza? Un cuerpo sin cabeza es un cadáver; un cuerpo sin cabeza, no puede existir; un cuerpo sin un brazo, puede vivir, puede existir; un cuerpo sin una pierna, puede existir, pero un cuerpo sin cabeza, pues ya eso es imposible.

Bueno, entonces ya vemos la hora en que estamos viviendo, vemos todas estas cositas, vemos cómo Dios ha prometido en esta hora de rapto, en esta edad de rapto, Él ha prometido que nos raptaría, y espiritualmente nos ha estado raptando, y todavía está raptando, porque es la Edad del rapto, el tiempo del rapto. Por eso es que, si alguno viene en estos días, o viene de aquí a algunos días, todavía es tiempo de rapto. Todos los que están escritos en el Libro de la Vida, todos los que están ahí, tienen que ser llamados por la Voz de Trompeta, por la Voz del Hijo del Hombre, tienen que ser llamados por Cristo, porque Cristo mismo es el que hace el llamado del tercer éxodo.

Entonces tienen que ser llamados a subir acá arriba, a la Edad de la Piedra Angular. Y entonces al subir ahí arriba, es el lugar donde le es prometido, donde le son prometidas las bendiciones más grandes que jamás han sido prometidas. Es el lugar donde le es prometido que le sería mostrado ¿qué? Las cosas que han de ser después ¿de qué? Las cosas que han de ser después de las edades de la Iglesia.

Ahora fíjese, las plagas son después de las edades de la Iglesia. Las plagas que han de ser derramadas, o las plagas que han de ser habladas a existencia por Apocalipsis 11, vienen después de las edades de la Iglesia.

Ahora, déjeme ver por aquí, quiero leerles en dónde está esto hablado. Dice:

“Revelación, capítulo cuatro, parte I”

¡Guerra! Este es el desenlace de la gran batalla; la gente que rechazó el Mensaje de Dios, rechazó el Espíritu Santo, el mensajero de las siete Iglesias (Rechazó el Espíritu Santo, el mensajero de las siete iglesias; o sea el mensajero de las edades de la Iglesia ¿quién fue? El Espíritu Santo).

El que había rechazado este Mensaje de gracia, no le quedó nada; pero el juicio estaba preparado. Mientras Él estaba ahora preparándose (fíjese) mientras Él estaba ahora preparándose para derramar las plagas sobre la tierra…” Mientras Él, Dios se está preparando para derramar las plagas sobre la Tierra, ¿qué pasa en ese lapso de tiempo? Entre el fin de las edades de la Iglesia y el derramamiento de las plagas sobre la Tierra, ¿qué sucede? Mire lo que sucede.

“… mientras Él estaba preparándose para derramar las plagas sobre la tierra: Sube acá, y yo te mostraré lo que está preparado para acontecer. El rechazo de Cristo; impíos pecadores. Voy a derramar mi ira sobre ellos.

Vigile el desenlace. ¡Oh!, mientras seguimos a través de la noche, tendrán más de esto y más de esto todo el tiempo. No podemos obtenerlo todo aquí; tenemos que referirnos de lugar a lugar. Cómo eso ha de ser una cosa horrible para aquellos cuando suene la última Trompeta, y cuando sea peleada la última batalla, cuando el último sermón sea predicado, cuando el último himno sea cantado y estemos en pie ante el asiento de juicio de Cristo, les será preguntado: ¿Por qué no lo recibieron? ¿Qué hicieron con la vida que les di? Se les pedirá razón. Entonces ¿qué?”.

Ahora, vea usted que una de las cosas que usted puede ver que le son mostradas a los que suben arriba ¿es qué? Lo que ha de venir después de las edades de la Iglesia, lo que ha de venir para el mundo gentil; los que rechazaron el Mensaje de Gracia, y también lo que ha de venir para los escogidos. Todo le es mostrado cuando suben arriba a la Edad de la Piedra Angular. Ninguna persona que se quede abajo en la edad de Laodicea, ninguna de esas personas, podrá ver ni entender lo que Dios tiene ahí preparado para esos escogidos. De ninguna manera lo podrá entender, por lo tanto, entonces si no lo podrá ver o entender, entonces pues ya usted sabe que lo que ellos podrán ver y entender, será el juicio cuando caiga sobre ellos, pero ya no habrá oportunidad.

Pero para los escogidos es el llamado: “Sube acá”. Y eso ocurre antes de caer las plagas sobre la Tierra, antes de la ira derramarse en toda su plenitud sobre la Tierra, entonces ocurre el “sube acá,” entonces al subir ahí, usted puede ver ya que... entonces usted puede ver si antes de que ocurran los juicios, hemos de saber sobre esos juicios.

Bueno: “Sube acá y yo te mostraré las cosas que han de ser después de estas” [Apocalipsis 4:1]: los juicios que han de venir sobre los gentiles, las plagas (¿usted sabe?), las trompetas, todo eso que ha de acontecer después de las edades: Las Trompetas para los 144.000, el misterio del Séptimo Sello, que está fuera de las edades de la Iglesia; y todas esas cosas es mostrado ¿dónde? Es mostrado en la Edad de la Piedra Angular.

Ahora, los Sellos, fíjese, hemos recibido de parte del cuarto Elías la revelación ¿de qué? De las siete edades de la Iglesia, lo tenemos por aquí; también los Siete Sellos, aunque el Séptimo no abierto al público. Y él dijo: “No está abierto”.

Bueno, ya usted sabe entonces que falta algo que va ahí. Si no faltara algo que fuera ahí en los Sellos, entonces ni siquiera el Mensaje, y ni siquiera Apocalipsis 11, ni siquiera podía pasar por medio de los gentiles primero; ni siquiera se podía encontrar en medio de los gentiles. ¿Ve? Porque no tenía nada que hacer en medio de los gentiles.

Bueno, ahora tenemos las Edades y los Sellos. ¿Y qué falta? Pues las Trompetas y las Copas. ¿Ve?

Ahora, mire lo que dice aquí el cuarto Elías. Dice página 23 del mensaje titulado: “Fiesta de las Trompetas”, dice:

“Ahora noten, las Trompetas, de las cuales hablamos, es un llamado a para reunirse, bien sea para una fiesta, para guerra, para una persona, algún día sagrado, o algo por el estilo…”

¿Se dieron cuenta de esto? Las Trompetas, las Siete Trompetas de Apocalipsis, de lo cual el hermano Branham quería siempre predicar, y que le fue dicho: “Ellas sonaron todas en el Sexto Sello; dice

“…o para un año de jubileo (todas las Trompetas ¿para qué? O para un año de jubileo), o para un año de jubileo, el anuncio de la venida de libertad, cuando ellos podrían regresar. Ahora, Podríamos tomar una mañana completa sobre esa sola cosa. Pero ahora, llegando a las trompetas…”.

Llegando a las Trompetas… Déjeme ver en qué fecha está hablando; está hablando en el 19 de julio del 64. Ya había predicado las Edades, había predicado los Sellos, y ahora ¿a dónde está llegando? A las Trompetas, y después de las Trompetas, las Copas; y entonces dice:

“Pero ahora, llegando a las trompetas, ustedes tienen la base ahora de los Sellos y de la Iglesia (O sea de los Sellos y las Edades, debe ser). Ahora, vamos a entrar a la trompeta”.

Bueno, entonces ya usted sabe que lo que preparó el terreno para las Trompetas, ¿qué fue? Las Edades y los Sellos.

Bueno, vamos a dejar eso por ahí quietecito, un día que hablemos más detalladamente podremos ver un poquito más ampliamente todo el cuadro de esta hora. Ya hemos visto que es en el tiempo este en el cual estamos que todas estas cosas serían dadas a conocer. Luego de subir arriba, la promesa es: “Y yo te mostraré las cosas que han de ser después de estas”.

Todas las cosas que han de ser después de las Edades de la Iglesia, no son dadas a conocer a nadie que no suba a la Edad de la Piedra Angular, que no suba arriba, que no sea raptado espiritualmente para poder ver u oír esas cosas.

Entonces los Truenos están después de los Sellos, porque Apocalipsis 10 está después de los Sellos.

Entonces las Trompetas están después de los Sellos. Apocalipsis 11 está después de los Sellos. ¿Ve? Está después de las edades de la Iglesia también.

Por lo tanto, entonces conocer Apocalipsis 11, conocer el Nombre Nuevo, conocer el misterio del Séptimo Sello, conocer todas estas cosas, conocer sobre las plagas que han de ser derramadas; y ya hemos conocido bastante de ellas. usted dice: “Pero no se nos ha predicado todavía un mensaje sobre las plagas”. Pero se les ha estado diciendo cómo vienen las plagas, se les ha estado diciendo que Apocalipsis 11 es el que habla a existencia todas esas plagas, todos esos juicios; y entonces se tienen que cumplir.

Y ahí habrá los siete ángeles que son los que derraman esas Copas o esas Plagas sobre la Tierra. O sea, que Apocalipsis 11 habla, y el Cielo completo se mueve, obedece o hace lo que habla Apocalipsis 11. Pero, ¿y por qué? Porque no será un hombre hablando, sino Dios a través de carne humana. Porque Él le dijo a Moisés: “Yo pondré mis Palabras en tu boca” [Éxodo 4:12, Jeremías 1:9, Isaías 59:21]. Y nuevamente viene Moisés en su segundo ministerio; por lo tanto, la Palabra de Dios estará en la boca de Moisés nuevamente para hablar todo lo que haya de hablar.

Pues, mire las cosas que habló allá: las plagas sobre Egipto. Todas fueron habladas, las habló, y después que las hablaba… pero él no las hablaba por sí mismo; él primero las captaba, las recibía; o sea, el pensamiento de Dios venía al corazón de Moisés; y entonces se abría para Moisés el cuadro, y él veía lo que tenía que hablar. ¿Ve? Entonces, él tenía entonces Así dice el Señor. Entonces iba, siendo él el transmisor de Dios (Moisés solamente era un transmisor), el que hablaba por ese transmisor era Dios.

Entonces, Moisés cuando ya tenía lo que tenía que hablarse, iba y hablaba esa plaga que le tocaba hablar, la hablaba a existencia, y después se iba, y nada acontecía, todo se quedaba igual; pero después de un rato empezaba todo a moverse alrededor de eso que fue hablado. Y cuando él dijo: “Vengan moscas”. Lo dijo, mire, diciendo: “Vengan moscas, ¿dónde están?”.

Se fue Moisés, y cuando se va, por allá sale una mosca volando, después sale otra, y al poco rato era montones de moscas lo que había. ¿Ve? Moisés no tenía que enseguida que habló, ver las cosas suceder; él era un transmisor. Y hablar la Palabra: eso es un hombre; hacer lo que esa Palabra dice: eso es Dios; cumplir esa Palabra eso es Dios el que lo hace.

Bueno, yo creo que estamos en un tiempo en que nosotros… Fíjese a través de muchos años hemos estado oyendo, a través de la Biblia hemos oído lo que Dios hizo a través de Moisés, a través de Josué; hemos oído lo que hizo a través de los diferentes instrumentos que Él usó. Hemos estado oyendo, pero en este tiempo yo creo que es un tiempo para estar viendo, para estar viendo a Dios obrando en este tiempo en usted y en mí, con ustedes y conmigo, con todos nosotros.

Bueno, fíjese, ustedes han oído lo que Dios hizo cuando oímos que Dios le dijo al hermano Branham que él iba a estar allá en Arizona, que se fuera allá a Arizona, y que siete ángeles le habrían de aparecer. Él lo dijo, y luego se fue y así fue. ¿Ve usted? Entonces oímos…

Ahora, todos nosotros no estábamos en esos días cuando él dijo que él habría de irse allá, porque Dios le había mostrado eso. Nosotros vinimos, cuando llegamos a oír, ya la historia completa, ya estaba cumplida, ya él lo había dicho y se había cumplido. Por lo tanto, entonces lo que nosotros hemos tenido, es que oímos lo que Dios hizo.

Pero no vaya muy lejos, todos ustedes oyeron cuando Dios nos permitió oír que habríamos de estar aquí en Cayey. Habíamos oído, pero ahora lo vemos; la misma cosa. No hay que irse muy lejos.

¿Por qué? Habíamos oído a través de toda la historia bíblica todas esas cosas que son narradas ahí, las cuales son verídicas. Cómo Dios hablaba a través de sus instrumentos y decía: “Tal cosa va a pasar”, y luego se veía cumplida; y la gente que oían eso, después lo veían cumplido. ¿Qué de hoy? Hoy nosotros estamos oyendo y viendo a la misma vez, y estamos oyendo también a través de la Biblia, a través de todos los mensajes que nos predicó el cuarto Elías, estamos oyendo todo lo que nos ha sido predicado, todo lo que nos ha sido prometido, y a la misma vez, gradualmente, estamos viendo todo lo que nos ha sido prometido.

Nos fue prometido y oímos que, en la Venida del Señor, cuando el Señor regresase, nos sería dado a conocer el misterio del Séptimo Sello, nos sería dado a conocer los Truenos, nos sería dado a conocer el Nombre Nuevo. Habíamos oído que Él haría todo eso.

Y hoy, ¿qué puede usted decir? Había oído, pero ahora veo. Había oído que el Señor tenía un Nombre Nuevo, pero ahora veo el Nombre Nuevo. Había oído que los Truenos emitirían sus Voces, pero ahora veo los Truenos. ¿Y qué usted ve? ¿Qué son los Truenos? La Voz de Dios. Y ahora veo la Voz de Dios. La Voz de Dios, el Mensaje de la Edad de la Piedra Angular. Había oído de Apocalipsis 11, había oído de Apocalipsis 10, había oído de Apocalipsis 19, había oído todo lo que nos fue prometido. ¿Ve?

Estamos saliéndonos un poquito de la línea, pero no de la Palabra.

Había oído que el Señor llamaría, pasaría lista, nos llamaría por nuestro nombre; pero ahora veo que nos ha llamado y nos ha subido a la Piedra Angular, nos ha raptado espiritualmente. ¡Bendito el Señor para siempre!

Es que estaba leyendo en estos días (anoche, me parece) estaba leyendo sobre

ese Mensaje. Imagínese, el corazón de uno se incendia en el Fuego del Señor, y uno ni se puede casi aguantar.

Bueno, hoy estamos viendo muchas cosas. Siendo del grupo de escogidos de este tiempo final, estamos viendo y recibiendo esta bendición, de que hemos oído nuestro nombre en esta hora, hemos sido llamados.

Fíjese, Dios, la Voz de Trompeta llamó a Juan, le dijo: “Sube acá”. ¿Pero no notó usted que no dijo: “Juan, sube acá”? ¿Ve? Pero llamó a Juan; y así también usted no ha tenido que oír literalmente el nombre terrenal que usted tiene, pero como usted es la Palabra, una simiente de Dios, pues entonces usted ha respondido al llamado de Dios. ¿Ve usted? Así que Él le ha llamado por su nombre. Usted es la Palabra y Dios es la Palabra, y Él le ha llamado por su nombre.

Bueno, Dios nos bendiga en esta noche.

No sé si terminamos acá lo que estábamos leyendo. Pero yo creo que ya podemos con esto concluir esto sobre esta recompensa número cinco, que fue hablada a la edad de Sardis. Pero como los últimos vencedores reciben la recompensa de todos los demás, pues esa recompensa, pues la recibimos nosotros también en esta hora; y estando vivos, y somos los primeros en recibir esa recompensa.

Bueno, nuestro nombre ha sido reconocido, ha sido confesado también, y estamos reconocidos, reconocidos delante de nuestro Padre Celestial, delante de los ángeles. Quizás aquí en la Tierra mucha gente no le conoce a usted, pero allá arriba, (allá arriba) allá arriba sí le conocen.

Yo iba a leer algo ahí, pero no recuerdo bien donde está.

Fíjese, cuando el Ángel vino a Daniel, cuando Gabriel vino a donde Daniel, él le dijo: “Daniel, muy amado” [Daniel 10:11]. O sea que Daniel era muy amado allá; quizás no era muy bien amado acá en la Tierra por algunos, pero allá en la otra dimensión sí que era bien amado; y realmente usted es bien amado allá. Y realmente allá en la otra dimensión sí que le conocen a usted; los ángeles de Dios le conocen a usted. Así que, imagínese entonces, qué regocijo debe usted tener.

Mire a los artistas, ¡oh! ellos desean que todo el mundo les conozca, la gente… y algunas personas también desearían que el mundo entero los conociera, pero usted sin desear nada de eso, el Cielo completo le conoce a usted.

Así que, y aun dice, que los ángeles de estos pequeñitos (y ustedes saben quiénes son los ángeles de estos pequeñitos, o sea, los cuerpos teofánicos), ese ángel suyo, dijo el Señor Jesucristo: “Sus ángeles miran el rostro de mi Padre cada día” [San Mateo 18:10]. Así que, mire usted, mire usted lo que es usted en el otro cuerpo.

Bueno, en este cuerpo, pues, quizás usted, algunos sean carpinteros, otros ebanistas, otros obreros de construcción en diferentes rangos, otros maestros, otros oficinistas en una cosa o en otra, unas enfermeras, otros enfermeros; quizás doctores, también (no muchos), pero de cada rama, en cada rama pues Dios tiene uno o dos. En donde menos tiene es en las ramas altas, tiene muy pocos; pero los tiene, como siempre los ha tenido; y con algún propósito pues Dios los pone, los coloca en esos lugares; y entonces eso muestra, eso muestra que aun de cualquier posición, y en cualquier posición, Dios puede tener hijos, y ellos no perderse ni uno de ellos.

Eso muestra que nadie los arrebata de Sus manos [San Juan 10:28], aunque sean pobrecitos o aunque sean ricos, aunque no hayan estudiado o aunque hayan estudiado. ¿Ve? Que nada estorba el Plan de Dios o que nada interrumpa el Plan de Dios, y que nada puede hacer que uno de los escogidos se pierda. No importa en la posición en que estén, porque si están en cierta posición es que Dios los puso en esa posición. Por eso usted, no desee la posición de otro, más bien agradézcale al Señor la posición que usted tiene.

El que Dios ha colocado en una posición pobre, pues imagínese, si le ponen unos cuántos millones en las manos, y un sinnúmero de automóviles o aviones, y un sinnúmero de cosas, y una casa grandísima, se vuelve loco, y no sabe ni qué hacer. ¿Ve? Entonces podrá estar una semana, y dice: “¡No, no, no, yo no quiero nada de eso, yo quiero volver a lo que era!”. ¿Ve? Así que cada uno en la posición en que Dios le puso, Dios lo ha equipado por dentro para que sepa cómo vivir en esa posición sin olvidarse del Señor.

Si trata de ocupar otra posición, pues ya está fuera de lugar. Ocupe esa, y sírvale en esa al Señor, porque hay algo que Dios quiere hacer a través de usted en esa posición en que le ha colocado a usted. No trate usted de ser diferente, no trate usted de ser raro, no trate usted de salirse de la posición en que Dios le ha colocado a usted.

Bueno, podríamos hablar muchísimo en cuanto a eso, pero no tenemos en esta noche, no tenemos suficiente tiempo (no he mirado el reloj todavía), pero ya estamos concluyendo. Así que, Dios nos bendiga y Dios nos guarde en esta noche.

“LA QUINTA RECOMPENSA. Tercera parte”.