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La brecha 1977-01-23 1 Servicio de Carpa Cayey PR 00:00:00 false

Muy buenos días, amados hermanos. El Señor nos siga bendiciendo en esta hermosa mañana en que podemos congregarnos para adorar a nuestro Dios y oír Su gloriosa Palabra.

En esta mañana vamos a buscar en nuestras Biblias, vamos a buscar en el libro de Apocalipsis, capítulo 5…; dice la Palabra del Señor:

“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.

Y vi un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y de desatar sus sellos?

Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.

Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.

Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.

Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.

Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.

Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;

y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;

y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.

Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones,

que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.

Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por (todos) los siglos de los siglos.

Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos”.

Oremos al Señor: Dios Eterno, he aquí ante Tu presencia estamos. Te damos gracias por Tus bendiciones, oh, Dios, y te rogamos que en esta mañana hables a nuestros corazones. Dios Eterno, te lo ruego en el Nombre del Hijo de David, Rey de reyes y Señor de señores. Amén y amén.

En esta mañana vamos a hablar sobre el tema: “LA BRECHA”. Ese será el tema para esta mañana: “LA BRECHA”.

No tenía ni tema ni mensaje para esta mañana; estaba muy preocupado, pero ya ha venido abriéndose el cuadro. Solamente tenía algunas notas que durante la noche pues había estado recibiendo de parte del Señor, pero no sabía cómo ni bajo qué tema habría de hablar; pero ya pues el Señor ha ido abriendo el cuadro, y creo que el Señor nos ayudará; y esperamos que Él nos ayude en esta mañana.

El tema será: “LA BRECHA”. Y la lectura que tuvimos en esta mañana es la lectura en donde nos deja ver este tema de “LA BRECHA”.

Para ir rapidito a lo que tenemos para esta mañana, vamos a leer en la página 17 del mensaje titulado “Revelación, capítulo cinco, parte II”, página 17[1]; y dice así Dios a través del cuarto Elías:

“79 Ahora, encontramos aquí entonces, que en este primer comienzo del capítulo que hallamos… el capítulo 5 es solo un poste de unión (que fue el capítulo que leímos)…”.

O sea, un poste de unión, una brecha, que une ¿qué? Que une una cosa con la otra. Dice:

“[79] … es solo un poste de unión, es un gancho de diamante que une la última edad de la Iglesia, del capítulo 3. El capítulo 4 dice que Juan fue arrebatado al Cielo. Y el capítulo 5 está preparando para esto… donde ustedes pasaron a través de siete edades de la Iglesia, entonces Juan es levantado en el capítulo 4. Y en el capítulo 5, Él está estableciendo una escena aquí para la apertura de los Siete Sellos. Como Él hizo (entiendan bien) en el primer capítulo de Revelación, abriendo el camino para las siete edades de la Iglesia (allí Él se para (en el primer capítulo) en los siete candeleros de oro, y Su parecer es como una piedra de jaspe y sardio). Y Él está preparándose para aquellas siete edades de la Iglesia.

80 Ahora Él está preparándose para la apertura de esos Siete Sellos de redención. ¿Ven? Esto es lo que es el capítulo 5”.

Ahora, vea usted, entonces… Sigue diciendo:

“Esa es la razón por qué me gusta leerlo, y entonces tomarlo desde allí, y hablar de ello y dar las otras partes de las Escrituras; es porque no es verso por verso, algo que está ocurriendo, está preparándose por algo que va a suceder”.

¿Vio usted algo ahí? El capítulo 5 es algo que es una brecha que está preparándose para algo que va a suceder.

Así como en el capítulo 1 de Apocalipsis, cuando el Señor es visto allá en Apocalipsis, capítulo 1, Él es visto en medio de los siete candeleros con siete estrellas en Sus manos. Entonces, ¿qué es eso? Lo que está ocurriendo ahí ¿es qué? La brecha, o algo preparándose ¿para qué? Para lo que ha de venir: las siete edades de la Iglesia que han de venir. Entonces aparece (¿cómo?) en medio de los candeleros con siete estrellas en Sus manos. ¿Y eso qué representa? Eso representa (¿qué?) la Obra que Él va a llevar a cabo en esa segunda dispensación, y que estará usando siete estrellas, que son los siete mensajeros de las siete edades.

Y Él es visto en el capítulo 1, Él es visto ahí, y es visto ahí lo que Él ha de hacer en las siete edades de la Iglesia.

Ahora, vea usted que el capítulo 1 de Apocalipsis es la brecha ¿de qué? De las siete edades de la Iglesia, de las siete edades. Y entonces, el capítulo 5 de Apocalipsis es la brecha ¿de qué? Es la brecha de lo que Dios hará después que han terminado las edades de la Iglesia.

Ahora, vea usted que en las edades de la Iglesia Él es visto parado entre los candeleros con siete estrellas en Sus manos, y Su aspecto, Su parecer es como una piedra de jaspe y de sardio. ¿Ve? Pero luego, en el capítulo 5, Él es visto no parado, sino sentado en un trono, y Él es visto también con los colores del arco iris.

Ahora, vemos que durante las siete edades de la Iglesia Él estuvo parado en las siete edades de la Iglesia, caminando de una edad a otra con y a través de cada uno de los mensajeros, y teniendo los colores del arco iris (este color).

Entonces, en cada edad y a través de cada mensajero encontramos que un color del Pacto de Dios era manifiesto; y entonces, bajo el Mensaje de cada mensajero, el pueblo que recibía ese Mensaje entraba en el Pacto de Dios y recibía vida eterna; entraba en el Plan de la Redención, entraba en el Plan que Dios había establecido.

Pero vea usted que solamente recibieron las primicias del Espíritu, o sea, las arras de salvación o las arras de la redención, o sea: los primeros frutos.

Pero encontramos que hay un tiempo señalado donde se recibirá no las arras (porque ya eso fue el Día de Pentecostés que se recibió), sino que hay un tiempo donde se recibirá (¿qué?) la plenitud de Dios; y eso entonces tiene que ser en otro tiempo de Pentecostés. No puede ser el Día de Pentecostés, porque ya eso sucedió hace casi dos mil años. Entonces tiene que ser (¿qué?) el Año de Pentecostés.

Entonces, vemos que las primicias se reciben el Día de Pentecostés, y la plenitud se recibe el Año de Pentecostés.

Con las primicias se entra al Plan de la Redención, y la persona es redimida en su interior; y entonces, al entrar ahí entonces entra con su fe y esperanza genuina de que un día ha de resucitar.

Entonces, fíjese que la persona entra en el Plan de Redención, pero aún el Plan de Redención todavía no está completado en el individuo, porque aún su cuerpo no está redimido. Aunque la persona ha entrado en el Plan de Redención y ha sido redimida la persona, aún el cuerpo de carne no está redimido, sino que tiene que descansar en el sepulcro hasta el Día de la Redención, el día en que entonces ha de tener un cuerpo redimido.

Un cuerpo redimido es un cuerpo ¿qué? Fíjese, redimir es volver otra vez al principio. O sea que tendrá un cuerpo no venido por el sexo, sino un cuerpo redimido, un cuerpo eterno, un cuerpo en el cual no tendrá enfermedades; un cuerpo que es como realmente debió de ser el que usted recibió, pero no lo tuvo de esa manera.

Por lo tanto, entonces, al tener un cuerpo redimido será un cuerpo transformado: un cuerpo vuelto otra vez a como el primero tuvo ese cuerpo, a como el primer hijo de Dios tuvo ese cuerpo; porque redimir es volver otra vez (¿a dónde?) a lo original, al principio.

Entonces, si los hijos de Dios de este tiempo han de tener un cuerpo redimido, entonces tendrán que tener un cuerpo igual al primer cuerpo del primer hijo de Dios.

Bueno, entonces hacia allá es que van a ir estos cuerpos terrenales que nosotros tenemos; o sea que vamos hacia el comienzo, hacia el lugar correspondiente de cada hijo de Dios.

Ahora, el capítulo 5 de Apocalipsis es la brecha de lo que ha de venir; así como el capítulo 1 de Apocalipsis es la brecha de las siete edades de la Iglesia. Bueno, entonces es el camino o la brecha que une una cosa con la otra.

Ahora, vemos entonces que Apocalipsis 5, siendo esa brecha, es entonces lo que une el pueblo escogido de este tiempo final, que ha salido de la Edad de Laodicea, que ha salido de las edades de la Iglesia, que ha salido de la segunda dispensación; Apocalipsis 5 los une ¿con qué? No con las edades porque ya terminaron; de ahí es que son sacados. Entonces los une ¿con qué? Con algo eterno; los une con una edad eterna, la cual edad está prometida para los hijos de Dios.

Nos saca de una edad pasajera, de una edad temporera, de una edad que conforme a la profecía termina en el 1977: la Edad última de Laodicea.

Entonces, si termina la Edad de Laodicea en el 77, ¿para dónde va a coger el pueblo escogido? Tiene que coger para un sitio eterno, para una edad eterna; y esa Edad Eterna es la edad que ha sido prometida por el Señor, en la cual habrán escogidos que entrarán a esa edad.

Ahora, vea usted que lo que hay entre la séptima Edad de Laodicea y la Edad Eterna ¿es qué? Apocalipsis 5. Eso es la brecha, y ahí es que entonces los escogidos son sacados de tiempo, de una edad de tiempo, temporera, y son pasados a una edad eterna. Entonces, ya sabemos entonces que la barrera del tiempo pues será rota.

Entonces, veamos aquí esta Edad Eterna que nos es prometida aquí: en la página 4 del mensaje titulado “La estatura de un hombre perfecto” [2], dice:

“31 Estamos acercándonos a Los Siete Sellos. Acabamos de estudiar Las Siete Edades de la Iglesia*. Y este mensaje de enseñanza ayuda a aparejar a todo aquel que es redimido por la Sangre del Señor Jesús, y que estará en aquella edad de la Iglesia, la Edad Eterna de la Iglesia, al fin de los Sellos”.*

¡Oh! ¿Y cuándo empieza la Edad Eterna de la Iglesia?, ¿y cuándo es que se puede entrar a la Edad Eterna de la Iglesia? Después de la apertura de los Sellos. ¿Ve? Entonces…, vemos que ahí dice [62-1014M “La estatura de un Varón perfecto”]:

“[31] … ayuda a aparejar a todo aquel que es redimido por la Sangre del Señor Jesús, y que estará en aquella edad de la Iglesia, la Edad Eterna de la Iglesia, al fin de los Sellos”.

Ahora, vea usted que hay un pueblo predestinado para estar en una edad eterna. Para estar en una edad eterna entonces hay que salir fuera de una edad temporera; y las edades de la Iglesia, las siete edades de la Iglesia, son edades temporeras.

Por eso comenzó la Edad de Éfeso, ¿y qué pasó? Terminó, y comenzó la otra edad; luego terminó esa edad y comenzó la tercera edad; luego terminó la tercera edad y comenzó la cuarta edad; terminó la cuarta, comenzó la quinta; terminó la quinta, comenzó la sexta; terminó la sexta, comenzó la séptima; y al terminar la séptima, entonces ¿qué hay? Una edad eterna donde no habrá fin, que es la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad Eterna.

Y entre la Edad de Laodicea y la Edad Eterna ¿qué está? Apocalipsis 5: la brecha…; es la brecha que une a los escogidos que salen de la séptima edad, los une a la Edad Eterna, los lleva a la Edad Eterna.

Entonces ya usted vio que Apocalipsis 5 es esa brecha.

Y dice [61-0618 “Apocalipsis, capítulo cinco, parte II”]:

“80 Ahora Él está preparándose para la apertura de esos Siete Sellos de Redención”.

Entonces, usted puede ver que Apocalipsis 5 es la preparación para la Edad Eterna; así como Apocalipsis 1 fue la preparación (¿para qué?) para las siete edades de la Iglesia. Con Apocalipsis 1, ahí entran las siete edades de la Iglesia; y con Apocalipsis 5 entra (¿qué?) la Edad Eterna de la Iglesia.

Déjeme ver si puedo ir un poquito más adentro en esto. Página 80 del libro de Los Sellos dice:

“102. Juan estaba llorando. ¿Qué iba a suceder ahora? El anciano dijo: Juan, no llores más, porque aquí viene el León. Él es el que prevaleció. Pero cuando Juan miró, él vio el Cordero ensangrentado que había sido inmolado. Cualquier cosa que ha sido muerto está lleno de sangre, como cuando le cortan el pescuezo u otra cosa, y entonces está lleno de sangre. Aquí venía este Cordero inmolado, y ¿para qué se presentó? Para hacer Su reclamo sobre la redención. ¡Amén! Oh, hermano, ¿no tiene usted el deseo de alejarse solo a un rincón y llorar por un rato? Aquí venía un Cordero todavía sangrando. Allí estaba Juan y todos los patriarcas, pero no había ninguno que podía hacer la Obra. Entonces salió el Cordero y Sus días de intercesión habían cesado, los días de mediación; y entonces es cuando este Ángel aparecerá”.

¡Je! Mire la relación que hay entre ese Ángel y la aparición (¿de quién?) del Cordero viniendo como León. Por eso es que ese Ángel cuando aparece, cuando habla… Dice: “Cuando hubo hablado, siete truenos emitieron sus voces”[Apocalipsis 10:3]; cuando hubo hablado; y dice que habló como cuando ruge un león.

Ese Cordero, cuando aparece, entonces ¿es qué? Apocalipsis 10, rugiendo como un león. Dice [Los Sellos]:

“[102]. … entonces es cuando este Ángel aparecerá. Espere hasta que lleguemos a los Sellos mismos, y Él dirá: El tiempo no será más. Entonces entra a la media hora de silencio; y fíjense bien las cosas que sucederán durante esa media hora del Séptimo Sello, Dios mediante”.

¿Ve? Algo sucede. “Las cosas que sucederán durante esa media hora de silencio”. ¿Y eso es cuándo? Cuando el tiempo no será más. ¿Qué tiempo?

El tiempo de las edades de la Iglesia terminó. Entonces, cuando aparece ese Ángel…, entonces, al aparecer ese Ángel es el tiempo ¿de qué? Es el tiempo del reclamo, de la reclamación. ¿Reclamar qué? Reclamar todo lo que ha sido redimido.

Entonces el Libro de la Redención es tomado, y es reclamado todo lo que ha sido redimido con la Sangre de Jesucristo.

Ese tiempo de reclamo no es el tiempo de las edades de la Iglesia.

Cuando llegue ese tiempo de reclamo, entonces ese Ángel, ese Ángel Fuerte, que es el León de la tribu de Judá… Apocalipsis 10:1-6 y Apocalipsis 5 es lo mismo; entonces es el mismo Ángel. Lo que pasa es que aquí lo vemos cuando Él se levanta para tomar el Libro, y lo toma, y está cerrado; y luego, en Apocalipsis 10, lo vemos cuando ya el Libro está abierto. Ya cuando está abierto es entonces el tiempo para darlo a conocer. ¿A quién? A los escogidos.

Ahora, encontramos entonces que en ese tiempo de la aparición de ese Ángel es el tiempo cuando el tiempo de intercesión ha terminado, es el tiempo en que las edades de la Iglesia han terminado; entonces el Ángel, una de las cosas que anuncia es (¿qué?) que el tiempo ha terminado, que las edades de la Iglesia terminaron. Esa es una de las cosas que Él revela, esa es una de las cosas que Él anuncia, esa es una de las cosas que Él dice con juramento: “Y juró que el tiempo no es más”[4], levantando su mano. ¿Ve usted?

Entonces, al aparecer con el arco celeste alrededor de Su cabeza, entonces aparece ¿con qué? Con un Pacto, con un Pacto completo. ¿Para qué? Para entonces el pueblo de Dios que vive en ese tiempo entrar en ese Pacto eterno, en ese Pacto completo.

Porque durante las edades de la Iglesia solamente encontramos que el pueblo estaba bajo el Pacto de Redención, pero solamente tenían una porción de ese Pacto, una porción.

Y sabemos que tenía, del arco iris, cada edad tenía la mitad del arco iris, y en esa mitad solamente había un color del arco iris; por lo tanto, cada edad —a través del Mensaje que recibió— tenía un color, y estaba bajo ese Pacto.

Pero vean ustedes que, al entrar en ese Pacto, al recibir el Mensaje de su tiempo, sus cuerpos no pudieron ser transformados. ¿Por qué? Porque no tenían un Pacto completo; tenían solamente una porción para cada edad.

Al terminar las edades, luego entonces aparece Apocalipsis 10, y ahí entonces aparece ¿qué? No un mensajero de las siete edades de la Iglesia, sino un mensajero de una edad eterna, de una edad celestial; un mensajero celestial.

Y así como Cristo estuvo en cada mensajero de cada edad, pero en una porción, Cristo estará en ese mensajero de esa Edad de la Piedra Angular en toda Su plenitud; entonces no será el velo de carne, sino que será Cristo velado en carne humana.

Entonces no es motivo para poner la vista en el velo de carne, porque en sí el que viene con ese Pacto es Cristo, pero tiene que hacerlo a través de carne humana. Entonces, así como Cristo obró en las edades de la Iglesia a través de cada mensajero, Él obrará en esta Edad de la Piedra Angular.

Y cuando… Fíjense, en cada edad, cuando los escogidos de cada edad recibieron el Mensaje correspondiente para ese tiempo, estaban listos para ¿qué? Para morir, para descansar; porque lo último de cada escogido, luego de recibir el Mensaje para cada edad, lo último era acostarse a descansar. ¿Por qué? Porque no podía ir más adelante.

No podía estar esperando la transformación estando vivo, ¿por qué? Porque no era tiempo para eso, por causa del Mensaje que ellos habían recibido.

Por eso fue que cuando el apóstol San Juan quiso escribir lo que los Truenos hablaron, no le fue permitido. ¿Por qué? Porque no había razón para ser dado a conocer, porque no era el tiempo del pueblo escogido recibir eso; porque al recibir eso, le daría fe de rapto; y al darle fe de rapto, teniendo fe de rapto, entonces serían transformados; y no era tiempo para eso.

Por lo tanto, entonces era tiempo para descansar. Por lo tanto, con lo que recibieron, entonces ellos ya estaban listos a recibir todo el Mensaje de aquella edad. En cada edad había que recibirlo todo (lo correspondiente para ese tiempo); y entonces estaban listos para ¿qué? Para descansar, esperando entonces el día de ¿qué? El Día de Redención.

Ahora, vea usted que ellos en cada edad fueron sellados. ¿Cómo? Cada mensajero venía con el Mensaje, traía el Mensaje, la gente lo recibían, y el mensajero con el Mensaje, con la revelación, sellaba el grupo, sellaba a cada uno de los escogidos; y eran sellados con el Espíritu Santo hasta el Día de la Redención, o sea, eran sellados ¿hasta qué?

¿Cuál es el Día de la Redención? El Día de la Redención es el día en que todo regresa a su estado original. Entonces el Día de la Redención es el día en que todo ha de regresar a su Dueño original; y todo estará en la condición original que Dios predestinó para que todo estuviera, y que el diablo interrumpió, pero fue por un corto tiempo. Pero cuando llega ese tiempo de redención, el Día de Redención…

Ahora, usted piensa y sabe y se da cuenta que ese Día de Redención no se refiere al día en que el Señor murió en la Cruz del Calvario; porque allí Él nos redimió, y ese fue un día glorioso de redención. Pero el Día de Redención que habla aquí la Biblia es el día en que nuestros cuerpos han de ser transformados, en que nuestros cuerpos han de ser redimidos, han de regresar a lo original; en que nuestros cuerpos estarán en una condición transformada: a un cuerpo que no puede pecar, a un cuerpo que no se puede enfermar, a un cuerpo eterno que no puede morir; y si no puede morir, entonces ¿qué pasa? Entonces pues no vamos a morir.

Y si no vamos a morir, entonces ¿qué vamos a hacer para irnos de aquí? Porque no podemos irnos de esta dimensión a través de la muerte. ¿Por qué? Porque no habrá muerte.

Ahora, recuerde, estoy hablando de cierto tiempo en donde ya no puede usted morir. Eso será cuando usted haya recibido todo el Mensaje correspondiente para este tiempo; o sea, cuando la última Palabra usted la haya oído, entonces ahí ya usted no podrá morir.

Bueno, todavía nos faltan algunas cositas, ¿verdad? Todavía entonces, si nos faltan algunas cositas, entonces alguno se nos puede ir adelante; pero esperamos que cada uno se porte bien.

Yo creo que esto que Dios ha estado haciendo en el corazón de cada uno de ustedes, y cómo cada uno de ustedes, sin nadie obligarlos, sino que ustedes lo han visto a través de la Palabra que ha estado viniendo: ustedes han visto la oportunidad que Dios ha dado para arreglar todas las cosas, y entonces todo eso nos ayuda para no tener que partir. ¿Ve? Todo eso nos ayuda, porque cualquiera puede ser llevado antes de tiempo.

Pero hay un pueblo predestinado, un grupo de escogidos, que no se va a ir, no porque no quiera irse; no se van a ir ¿por qué? Porque reciben toda la Palabra correspondiente para esa Edad Eterna.

Y entonces ¿cómo se van a ir? La única forma entonces para poderse ir de esta dimensión sería entonces (¿qué?) pasando a la otra dimensión; es la única forma. Porque a través de morir literalmente: no podrán morir. ¿Por qué? Porque entraron ¿a qué? Entraron en ese Día de Redención, que es el Año del Jubileo.

Hay siete edades, siete días; pero después de las siete edades, de los siete días de la Iglesia…

Las siete fiestas del Antiguo Testamento; después de eso venía ¿qué? Venía un octavo día o una octava fiesta o un octavo tiempo, el cual era (¿qué?) el año del jubileo. Ese era el año 50, en donde todo regresaba a su dueño original y a su condición original. Ahí era entonces que el esclavo podía ser libre, y nunca más volvería a ser esclavo. ¿Ve? Era entonces (¿qué?) redimido. También todas las propiedades de los hijos de Dios regresaban a su dueño original[5]. Era tiempo de ¿qué? De redención.

Ahora, para las ciudades amuralladas y los habitantes de allá: ellos no podían oír esa trompeta. ¿Ve? Para poderla oír había que salir fuera de las ciudades amuralladas. Pero había redención para todos los que pudieran oírla, pero dentro de las ciudades amuralladas no se podía oír; cualquiera que viviera en esas ciudades, para poder ser libre, tenía que salir fuera de ella.

Bueno, en el Año del Jubileo no es como fue en las edades de la Iglesia. En las edades de la Iglesia usted puede ver que hubo oportunidad para fiestar en cada edad de la Iglesia, y Dios le dio oportunidad a cada edad de la Iglesia aun después de haberse desviado un poco; Dios los llamó a cuenta, pero quisieron seguir en sus denominaciones.

Pero ya en el Año del Jubileo Dios no trata con ninguna de las edades de la Iglesia; la última es la Edad de Laodicea, y Dios no trata con ella.

Por lo tanto, entonces cualquier persona que quiera ser redimida, cualquier persona que quiera entrar al Año del Jubileo, que quiera entrar a la Santa Convocación: no se puede quedar en ninguna denominación, tiene que salir de ella.

Tiene que salir de la Edad de Laodicea, que es la última edad; y esa edad termina en el 77, y estamos en el 77.

Ahora, vea usted que el 77 es (¿qué?) el año que termina la Edad de Laodicea, y también es el año ¿de qué? Es el Año del Jubileo: es el año del jubileo número 70 de los judíos, y es también el Jubileo de la ida de la Novia, dice Dios a través del cuarto Elías[6]. Y si eso quiere decir lo que uno a simple vista ve que dice, pues ya usted sabe lo que va a pasar, y sabe lo que está pasando también.

Ahora, entonces encontramos el tiempo en que estamos viviendo.

Vemos que el capítulo 5 de Apocalipsis es la brecha entre ¿qué? Entre la última edad de la Iglesia y ¿qué? Y la Edad Eterna de la Iglesia; es la brecha entre el Mensaje de las edades de la Iglesia pasadas y el Mensaje eterno, que corresponde a este tiempo en el cual nosotros vivimos; es la brecha entre las edades temporeras y la Edad Eterna.

Ahora, el Señor, a través de las siete edades de la Iglesia, estuvo haciendo la Obra de ¿qué? La Obra de Redentor Semejante. Él estuvo en esas siete edades de la Iglesia intercediendo por Rut; estuvo intercediendo por ella. Y recuerden…

¿Cuántos recuerdan la historia de Rut? (No sé pronunciar, algunas veces se me zafa parte de la pronunciación —aunque tengo una hija que se llama también así— de ese nombre Rut). Encontramos que esa historia de Rut mostraba (¿qué?) la historia de la Novia del Señor pasando a través de las siete edades de la Iglesia. Encontramos entonces que, a través de las siete edades de la Iglesia, Ella (Rut) estuvo pasando por diferentes etapas.

Ahora, vamos a ver, de las etapas que hay aquí, vamos a ver las etapas por las cuales ella pasó, y entonces veremos la etapa donde Rut se encuentra en este día en el cual nosotros estamos viviendo.

Fíjese, las etapas por las cuales ella pasó son cuatro etapas, por las cuales Rut tiene que pasar. Estas etapas son… En la página 22 del mensaje “Revelación, capítulo cinco, parte II”, página 22 en adelante, nos dice Dios a través de Elías… Esto es tremendo. Déjenme leerles un poquito antes. Tiene que ver con Apocalipsis 10, ¿sabe? Por eso vamos a leerlo un poquito antes. Dice[7]:

“98 Toda la naturaleza está esperando por su maestro. Y el maestro son los hijos de Dios a quienes les fue dada esta Tierra. Ahora, Dios tendrá Sus cielos, por supuesto, pero esto fue dado al hombre (esta Tierra fue dada al hombre). Y el Pariente Redentor vino para redimirnos de nuevo a lo que perdimos. ¡Qué hermoso! ¡Vaya! Yo solo pienso… “Un Cordero Redentor”.

99 Cuando el trabajo esté terminado, tendremos todas las cosas de nuevo. ¿Qué clase de cosas? Tenemos (o tendremos) todo poder. Tenemos vida eterna. Tenemos salud eterna. Tenemos juventud eterna. Tenemos poder eterno”.

¿Y cuándo sucederá eso? Cuando la Obra del Redentor Semejante haya terminado, la Obra de Intercesión haya terminado. Entonces viene (¿qué?) la restauración de todas las cosas a su lugar original; y entonces todas las cosas les son restauradas (¿a quién?) a los hijos de Dios. Todo el poder le es restaurado a los hijos de Dios, la vida eterna le es restaurada a los hijos de Dios; por lo tanto, tendrán todo poder para hacer lo que tengan que hacer.

¿Tendrán qué? Vida eterna; por lo tanto…; vida eterna estando sobre nuestros pies. ¿Y qué es eso?

¿Y los otros no tuvieron vida eterna en las edades? Sí la tuvieron, pero sus cuerpos no habían sido redimidos. Por lo tanto, ellos tuvieron esa vida eterna, y ellos potencialmente la tenían en sus cuerpos, pero tenían que esperar el tiempo en que esa vida eterna se manifestaría en sus cuerpos, y no morirían esos cuerpos; y entonces, sería ¿cuándo? Cuando ellos resucitasen. Entonces resucitarían y no morirían más.

Pero habría un grupo de escogidos vivos aquí, en los cuales la restauración sería llevada a cabo, y a ellos les sería restaurado todo lo que perdió Adán allá. Todo lo que perdió el primer hijo les sería restaurado a los hijos de Dios que estarían viviendo en este tiempo, y entonces todo el poder sería restaurado a ellos.

La vida eterna sería restaurada a ellos; por lo tanto, entonces no tendrán que morir, los cuales entran en esa restauración que ocurre (¿cuándo?) en el Año del Jubileo, que es el año 50: el año de la restauración de los hijos de Dios a su lugar original.

Dice: “Tenemos entonces (¿qué más?) salud eterna”. Por lo tanto, entonces ¿dónde estarán las enfermedades entonces? Entonces no podrán haber enfermedades en ese cuerpo transformado.

Entonces, ¿qué más tenemos? ¿Qué más ha de tener el grupo de escogidos de ese tiempo cuando se cumpla en ellos todo lo que se tiene que cumplir, y reciban hasta la última Palabra del Mensaje de esa Edad de la Piedra Angular? ¿Qué más tendrán? Tendrán juventud eterna. Así que son los únicos que —estando algunos jóvenes y otros viejitos, ancianos ya— de momento, en esa edad, todos volverán a ser jóvenes.

Así que el joven no se puede reír del anciano, ni el anciano del joven tampoco. Porque el anciano… Fíjese, el joven mira al anciano y puede pensar: “Ya está viejito, ya pronto se va”, y puede decir él: “Yo estoy jovencito”; pero él no podrá pensar de esa manera en este tiempo. Y el anciano no podrá pensar del joven y decir: “Los jóvenes no tienen ninguna capacidad. Ya yo estoy viejo y he adquirido mucha capacidad, mucha experiencia”; los ancianos no podrán pensar de esa manera por causa del Mensaje que habrá en esa Edad de la Piedra Angular.

Será un Mensaje que madurará a los jóvenes de tal manera que tanto el anciano como el joven tendrán madurez en la Palabra, a tal grado que ninguno de los dos tendrá ventaja el uno sobre el otro. ¿Ve usted?

Así que los años no tendrán ninguna importancia en ese tiempo, ya que por la edad que la persona tenga no será que alcanzará madurez, sino que será a través de la Palabra de esa Edad Eterna.

Así que vemos entonces que ni el joven puede mirar al anciano para pensar mal de él, ni el anciano mirar al joven para pensar mal de él. O sea que todos estaremos en la misma posición, y las mismas ventajas las tendremos todos.

Bueno, entonces encontramos que sigue diciendo aquí… Vamos a seguir leyendo (se nos pasa el tiempo). Sigue diciendo:

“¡Oh, somos eternos con el Eterno! Y entonces, todos estamos esperando por ese tiempo que viene, esperando y gimiendo, esperando”.

¿Ve? Entonces, ¿de qué se trata ese tiempo? Se trata del tiempo de adopción. Porque toda la naturaleza y los hijos de Dios y todo gime esperando ¿qué? Esperando la adopción de los hijos de Dios.

Sigue diciendo:

“100 Y este séptuple Libro de siete planos de redención nos ha sido traído, eso es lo que este Libro contiene. Ahora, vamos a pasar al capítulo 10 donde este poderoso Ángel proclama algo… y Él tenía un Librito que Juan tenía que comer”.

Ahora, ya nosotros sabemos lo relacionado a este Ángel poderoso que desciende del Cielo y proclama algo, predica algo. Su Mensaje o Su proclama es algo muy importante, lo cual Juan tenía que comer. Y Juan representa (¿qué?) a la Novia, a la Iglesia verdadera del Señor.

“100 … y Él tenía un Librito que Juan tenía que comer. Y cuando lo hizo pasar a su vientre y era amargo, pero en sus labios era dulce.

101 Cuando usted tiene que digerirlo, entonces esto llega a ser amargo, todos están contra usted…”.

Ya usted sabe lo que viene para el grupito que come lo que ese Ángel le da a comer, lo que ese Ángel trae en el Librito abierto. Dice:

“… todos están contra usted, todos están diciendo: Tú eres un santo rodador, tú eres eso*,* esto y lo otro*. ¿Ve usted? Usted está fuera de sí* (o sea, le van a decir que están ¿qué? Pues loco; lo mismo que dijeron de Jesús). Así que eso es difícil para digerirlo; pero cuando usted está testificando de Su gloria, es dulce en sus labios”.

Cuando está usted testificando, diciendo de eso, pues es algo dulce. ¿Ve? Diciendo de eso que usted comió, de ese Pan, de ese Mensaje que usted se ha estado comiendo: eso es dulce, decir de eso; pero las consecuencias (¿ve?), o sea, la amargura que le viene por causa de usted creer o comerse ese Mensaje, el Mensaje de la Edad de la Piedra Angular; las consecuencias o la amargura ¿cuál es? La apretura, la persecución, el “qué dirán” de los demás, el “qué dirá” de su familia, sus parientes, qué dirán las demás religiones, qué dirán en ese tiempo en que ha de venir; bueno: que estamos locos. ¿Ve? Que es una herejía y que es un grupo de herejes que se ha levantado, así como decían allá con el grupo de escogidos que Dios levantó el Día de Pentecostés.

¿Qué decían? Que eran unos herejes, que estaban locos, y así por el estilo. Eso fue lo que la religión organizada de aquel tiempo hizo, y eso es lo que volverá a hacer la religión organizada de este tiempo, que será (¿qué?) los de la segunda dispensación, que se han quedado en la segunda dispensación y no han pasado a la tercera.

Eso le pasó a los que se quedaron en la primera dispensación y no pasaron a la segunda. ¿Qué dijeron de aquellos que se estaban comiendo el Alimento de aquella hora gloriosa de la segunda dispensación? Dijeron: “Esta gente están locos, están llenos…”. Decir que una persona está loca es decir que una persona está ¿qué? Está llena o poseída de un espíritu malo, un espíritu inmundo, un espíritu de la quinta dimensión, y que está poseído ¿de qué? De un espíritu religioso de la quinta dimensión.

Porque hay espíritus de la quinta dimensión: hay espíritus malos, demonios que obran en la carne de la gente, trayéndoles enfermedades; pero hay espíritus que obran en el aspecto espiritual, y eso entonces lo que le traen ¿qué es? Lo que le traen entonces es algo espiritual. Es la Palabra pervertida, y eso lo hace un espíritu pervertidor. Entonces no tiene nada que ver con la parte física, ni traer una enfermedad física, sino que lo que trae es un cáncer espiritual. ¿Ve? Una enfermedad espiritual.

Ahora, sabemos que si Dios puede hacer milagros en lo literal y sanar un cáncer literal, puede también echar fuera un cáncer espiritual. ¿Ve?

Ahora, vea usted, un cáncer espiritual es más malo que un cáncer literal. Usted dice: “¿Más malo? Si una persona con un cáncer en su cuerpo físico, un cáncer lo que hace es matar a la persona”. Eso mismo hace un cáncer espiritual: matar a la persona si a tiempo no se echa afuera ese espíritu que está produciendo ese cáncer.

¿Ve usted? La persona puede tener el cáncer, sin embargo, la persona no es el cáncer; pero si se echa fuera de la persona el cáncer, entonces la persona no muere de cáncer. ¿Ve? Hay que echar fuera el espíritu que produce ese cáncer.

Y entonces, al ocurrir eso, ¿qué pasa? Entonces automáticamente el cuerpo…; y podríamos hablar del Cuerpo de Cristo, el Cuerpo de Cristo con cáncer. ¿Qué le parece eso?

Entonces, siendo sacado ese espíritu que produce el cáncer, siendo echado fuera, entonces el tumor… ¿Qué viene a ser ese tumor o ese cuerpo de ese cáncer? Ese cuerpo de ese cáncer viene a ser (¿qué?) cualquier falsa enseñanza o falsa doctrina, metida en el Cuerpo de creyentes.

Entonces, al salir el espíritu, ser echado fuera, entonces ¿qué sucede? Entonces el corazón del Cuerpo de Cristo comienza a ¿qué? A bombear la Sangre, y a bombear. Eso sucede ¿cuándo? Eso sucede en cierto tiempo. ¿Ve? Después de dos o tres días, ya entonces, después —de ahí para adelante, por el tercer día—, de ahí para adelante comienza el corazón a hacer ese trabajo. ¿Por qué? Porque ese cuerpo donde estaba ese espíritu de cáncer - entonces ese cuerpo, ese tumor está pudriéndose. Entonces está corrompiéndose, y entonces el corazón comienza a bombear la sangre; y la sangre recoge toda esa infección, la pasa nuevamente por el corazón, y va siendo purificado ese cuerpo, y ese lugar que estaba afectado va siendo limpiado. Porque ese es el trabajo que hace el corazón con la sangre.

Es como cuando usted en su casa, pues si está sucia coge agua y empieza —o con la manguera o con cualquier cosa— a echar agua y a sacarla fuera. Entonces, ¿qué está haciendo? Limpiando la casa.

Entonces eso es lo que hace el corazón con la sangre: va limpiando (¿qué?) la casa, que es el cuerpo donde usted vive; y entonces, haciendo eso, va desapareciendo toda esa cosa que no debe de estar ahí.

Y entonces el corazón del Cuerpo de Cristo comienza a bombear la Sangre, y eso es (¿qué?) la Palabra, la Palabra sangrante; comienza a bombear la Palabra, y la Palabra comienza a pasar ¿por dónde? Por donde estaba ese cáncer, por toda esa cosa, y se lleva una porción ahora. Y quedó purificado ese cuerpo, y esa parte quedó purificada de esa partecita, pero que ya estaba - ya no tenía vida.

¿Ve? Ya esa falsa cosa o falsa enseñanza o falsa doctrina que había ahí ya no tenía espíritu; por lo tanto, no podía vivir en medio del Cuerpo de creyentes; pero no se puede quedar ahí porque molesta.

Esa cosa, aunque está muerta, aunque está ya en esa condición, vemos que entonces, al comenzar a corromperse, entonces el corazón bombea sangre, y entonces comienza a ¿qué? A purificar, a purificar el cuerpo, y comienza a sacar fuera eso que no debe estar ahí.

Entonces usted, a través de la Palabra, usted verá el corazón bombeando la Sangre, bombeando la Palabra, y pasando por todas esas cositas que estaban incorrectas en medio del Cuerpo de creyentes, y las coge; y entonces las saca fuera. Y entonces ¿qué pasa? “Bueno, yo antes creía tal y tal cosa, pero ya no”.

Con las cosas que han pasado… o con lo que la Palabra de Dios ha hecho, y con todo lo que la Palabra de Dios ha estado haciendo: ha estado sacando de cada uno de nosotros esas cosas. ¿Qué ha sido? Ha estado sacando ese cáncer de nosotros, porque ya había sacado el espíritu. ¿Ve? Todos entonces vamos siendo libertados de toda cosa que es incorrecta en medio del pueblo del Señor.

Entonces no estamos en contra de ningún hombre, sino más bien en contra de lo que… el Señor lucha es en contra del espíritu, el espíritu que produjo ese cáncer; y el espíritu entonces, sabemos que es un espíritu ¿qué? Un espíritu enviado por el diablo; es un espíritu anti-Palabra, anticristo.

Entonces viene Dios, saca ese espíritu; al sacar ese espíritu, pues ese cuerpo que está ahí metido…

¿Ve? Porque fíjese, un cáncer es producido por un, ustedes saben, algún rasguño o algo; una célula es dividida; entonces esa célula, al ser partida, entonces viene un espíritu de la quinta dimensión, viene un espíritu malo, y entonces se acomoda ahí en esa célula y trae una perversión. Entonces empieza a obrar en esa célula (como ustedes leyeron en el mensaje titulado “Demonología”), y entonces comienza a obrar en esa célula, y comienza a ser añadido célula sobre célula. ¿Por qué? Porque un espíritu —ya sea de cáncer o de cualquier otra enfermedad— se acomodó ahí en esa célula que fue (¿qué?) rota; en una célula rota se acomodó ese espíritu.

Una célula rota es una célula pervertida, es una célula dañada. Entonces ahí se acomodó, y ahí entonces, bajo una perversión, comienza entonces…

Porque el diablo no es creador ni los espíritus malos tampoco, sino que pervierten lo que Dios creó. Entonces, para poder traer una perversión tienen que romper algo original.

Y una célula de un hombre es una célula original, pero al ser rota en algún golpe o algo, entonces ahí, al ser rota… está rota; entonces, al ser rota, pues entonces es una perversión; es una célula, pero está pervertida; entonces ahí se acomoda el espíritu (ese malo), y comienza a formar en esa célula: célula sobre célula, célula sobre célula. Entonces viene a ser (¿qué?) algo muy diferente al resto de las células que usted tiene en el cuerpo. ¿Ve? Entonces en usted mismo hay un cuerpo contrario al cuerpo suyo.

El cuerpo suyo es un cuerpo que fue formado célula sobre célula, pero fue célula sobre célula: célula de hombre sobre célula de hombre, célula de hombre sobre célula de hombre. Pero ahora se forma otro cuerpo, y entonces viene célula sobre célula.

Si la clase de espíritu que se acomodó ahí es un espíritu de cáncer, entonces viene célula de cáncer sobre célula de cáncer, célula de cáncer sobre célula de cáncer, hasta que forma un tumor de cáncer, un cuerpo de cáncer.

Entonces los doctores hacen lo más que pueden, ellos hacen lo más que pueden; y hasta donde ellos saben están bien, hasta donde saben. Lo que pasa es que ellos pues no saben con relación a la vida que produce ese… la vida que está detrás de ese cuerpo ellos no la conocen; por lo tanto, entonces no pueden trabajar en la raíz de ese cáncer. Porque la raíz real de ese cáncer es el espíritu o la vida que está en ese cáncer, y entonces eso es un espíritu del diablo enviado ahí.

Y entonces, por eso es que una persona que ha padecido de cáncer, vienen y le sacan el tumor de cáncer, y al poco tiempo, por otro lugar, vuelve la misma cosa. ¿Ve? Entonces siempre se quedan algunas raíces o cosas así. O sea que no hay seguridad de que el caso quede resuelto por completo por causa de que el doctor, conforme a lo que sabe, pues él trabaja desde cierto ángulo.

Y el hermano Branham dice: “Gracias a Dios por la medicina, gracias a Dios por los doctores, gracias a Dios por la ciencia; gracias a Dios por todas estas cosas que hoy en día tenemos”[8]. Ahora, él dice: “Pero ellos no pueden trabajar (usted sabe) en el otro lado”. Ellos pueden trabajar en el cuerpo de ese cáncer, pero en el espíritu de ese cáncer: ellos no pueden hacer nada.

O sea que no hay medicina acá, literal, ¿para qué? Para echar fuera un demonio. Solamente lo que los doctores pueden hacerle es destruirle el cuerpo de ese demonio.

Y en algunos casos ellos logran destruirle el cuerpo a algunos espíritus. Por ejemplo, algunas enfermedades simples: logran destruirle el cuerpo en donde esos espíritus se meten. ¿Ve? Logran destruirle cierta cosa, y entonces el espíritu pues se queda sin cuerpo. ¿Ve? Logran destruir esos gérmenes (¿ve?), y entonces no permiten que formen un cuerpo grande que vaya a matar a la persona.

Bueno, déjenme ver si consigo por aquí algo más.

Pues este es un mensaje que realmente, si todo doctor leyera este mensaje y pudiera entender, sabría hasta dónde él podría llegar; y cuando no pudiera hacer lo que quiere hacer (porque conforme a lo que conoce solamente puede trabajar en contra de los cuerpos que forman esos espíritus, pero que no puede trabajar en contra del espíritu, de esa clase de espíritu del diablo que es enviado para traer esas enfermedades), entonces, pues usted sabe…

Usted sabe, el hermano Branham tenía muchos doctores íntimos, amigos de él, y que, por lo que vemos, habían doctores que sabían hasta dónde podían llegar.

Aun el hermano Branham dice que los mejores doctores que hay y la mejor clínica que hay es la clínica Mayo, de allá de Nueva York, y dice: “Y ellos mismos reconocen que ellos no pueden sanar a nadie”; y tienen una inscripción allá en la clínica que dice: “Nosotros no somos sanadores, sino que solamente ayudamos a natura” [9]. ¿Ve? Ellos ayudan la naturaleza, pero ellos no pueden sanar a nadie. ¿Ve usted? Solamente Dios es el único que puede sanar a la persona.

Y Dios ahora no puede sanar a nadie. ¿Sabe usted eso? Porque Él ya lo hizo allá en el Monte Calvario: allí Él lo sanó a usted. ¿Ve usted? La sanidad es suya.

Él ahora solamente… Cuando un espíritu toma a algún escogido de Dios, un espíritu de enfermedad, lo único que puede ser hecho es ¿qué? Echar fuera el espíritu. Y entonces el escogido, al saber el proceso de sanidad del cuerpo, sabe que Dios lo único que tiene que hacer es echar fuera el espíritu, como hizo con ¿qué? Como hizo allá con el árbol de higuera, con la higuera.

¿Qué fue lo que el Señor hizo? La maldijo. Y al maldecirla, ¿qué fue lo que sucedió allí? Echó fuera o mató la vida de aquella higuera; y se quedó igual: nadie oyó nada diferente. Y ellos se fueron a otro lugar, y cuando regresaron, los discípulos dicen: “Mira, la higuera que maldijiste se está secando de las raíces hacia arriba, de las raíces hacia las hojas. Las hojas ya se están poniendo amarillas y se le van a caer”[10].

Eso es lo que el Señor hace también con los escogidos del Señor: Cuando ellos son tomados por algún espíritu de enfermedad, por causa de algún descuido, entonces el escogido pues se chequea [se examina], y mira a ver dónde abrió la puerta para eso; y entonces, luego de eso…

Dice el hermano Branham: “Un espíritu de enfermedad (dice) no sale de la persona si hay algo que la persona no ha arreglado con Dios” []. Si hay algún pecado sin confesar, no importa cuántas veces se ore por la persona, cuántas veces se unja con aceite: ese espíritu se queda ahí. Así que, si no quiere arreglar las cosas, mejor que vaya (¿dónde?)…, y se tome alguna medicinita para que alivie la situación.

Porque puede aliviar y tratar de destruir el cuerpo que tiene esa enfermedad, pero el espíritu, la vida de esa enfermedad, no puede salir, a menos que todo esté arreglado. Cuando está todo arreglado, entonces no hay ningún impedimento, solamente hablar la Palabra, solamente decir la Palabra.

Lo que hacía el Señor: siempre decía: “Espíritu inmundo o espíritu de enfermedad o Satanás…”.

Porque fíjese, hoy en día se conocen los diferentes espíritus: son catalogados científicamente de acuerdo a la clase de cuerpo que ellos forman o que ellos tienen.

El espíritu de enfermedad que produce un tumor de tal forma, pues lo conocen como un cáncer de tal clase, como un cáncer de tal clase; pero si ese espíritu que está en la persona produce otra clase de cuerpo, pues es conocido por otro nombre.

Pero hay un solo nombre que es aplicable a todos esos espíritus de enfermedad, y el Señor a todos los llamaba por el mismo nombre. El Señor les decía: “¡Diablo o Satanás, sal de la persona!”. Así que no hay problema entonces para preguntar: “Bueno, ¿qué clase de enfermedad es la que tiene?”. Bueno, sea la que tenga, tenga el cuerpo que tenga —ese espíritu—, de todos modos es un espíritu enviado por el diablo.

Así que es sacado ese espíritu, y entonces la persona queda libre de ese espíritu; pero el cuerpo de ese espíritu todavía se queda ahí.

Y dice Dios a través del hermano Branham que la persona de momento, cuando se oró por él y se echó fuera ese espíritu, pues la persona se siente bien. ¿Ve? Y entonces dice que está dos o tres días que se siente lo más bien. Y el hermano Branham dice: “Es que ese espíritu de enfermedad, al salir de la persona (dice), entonces el cuerpo…”, ese cuerpo de ese espíritu, ese cuerpo comienza a encogerse; y al encogerse pues la persona (imagínese) comienza a sentirse mejor.

Él lo tipifica con una persona o un animal que se ha muerto: Cuando sale la vida de ese animal o de esa persona, dice que el cuerpo se encoge y baja de peso, entonces pesa menos; pero dice que después de cierto tiempo, como tres días casi, como 72 horas (porque a las 72 horas comienza ¿qué? Comienza la corrupción; un cuerpo a las 72 horas…); entonces comienza la corrupción a obrar, comienza a pudrirse todo ese cuerpo.

Y así también él dice que es el cuerpo de esos espíritus, ese cuerpo que es formado en las personas, en el cuerpo de las personas. Entonces él dice: “Cuando sale el espíritu, ese cuerpo se encoge y se pone más pequeño, y pierde peso; pero después comienza a hincharse”. Y entonces él dice: “Ahí es el problema con muchas personas: cuando comienza a hincharse”. Y luego… ¿Qué le pasa a un animal que se ha muerto? Se encoge primero, después comienza a hincharse, y después explota. ¿Ve?

Entonces dice el hermano Branham: “Ahí es que muchas personas tienen el problema”: de que después del espíritu inmundo haber sido sacado de la persona, se sienten bien, pero después, a cierto tiempo, comienzan a sentirse mal[11].

Es que empieza entonces ese cuerpo a inflarse, a hincharse, ¿para qué? Para desaparecer, para explotar y desaparecer. Entonces es que comienza la corrupción de ese cuerpo que tenía ese espíritu inmundo, comienza entonces la corrupción a entrar, ¿para qué? Para entonces desaparecer. ¿Ve?

Porque la persona recibió sanidad, el espíritu de enfermedad se fue: quedó sana la persona, quedó libre; pero el cuerpo de ese espíritu se quedó ahí. Solamente ese cuerpo desaparece… después de las 72 horas empieza a desaparecer, a medida que la sangre va purificando eso que había ahí.

Entonces hay ese lapso de tiempo en que algunas personas piensan: “Bueno, ahora estoy peor que antes”, se siente peor; pero ya no tiene vida eso que usted tiene ahí. ¿Ve? Entonces el hermano Branham dice: “Ahí es que muchas personas fallan”.

Y aun puede ir donde el doctor, y el doctor decirle: “Está ahí, yo lo veo”; porque hasta ahí es que puede ver el doctor. ¿Ve? El doctor puede ver la parte física donde ese espíritu de enfermedad se estaba manifestando, pero el doctor no podía ver ni puede ver el espíritu que estaba en ese cuerpo. Por eso, esté o no esté, el doctor no lo puede ver; por eso el doctor con sinceridad le tiene que decir a la persona: “Está ahí”. Está ahí, y ahora pues la cosa se ha vuelto más grave: se ha hinchado el tumor, y es un momento de cuidado. Pero él no se da cuenta qué es lo que está pasando: está pasando por un proceso en donde gradualmente entonces ha de desaparecer.

Ahora, si una persona entonces no conoce este misterio… Yo creo que uno de los misterios que Dios nos permite saber es el misterio de sanidad divina, de cómo funciona la sanidad divina en las personas. Si usted lo conoce, entonces usted no tiene límites en cuanto a las cosas que Dios puede hacer en cualquier persona que esté necesitada de salud; no hay límites por causa de que usted sabe el mecanismo. Entonces Dios puede obrar.

Ahora, dice que si la persona pues luego de recibir sanidad, luego de ese espíritu salir; si la persona pues cuando empieza a sentirse peor, comienza a creer negativamente…; creer negativamente es (¿qué) dudar: no creer que fue sano. Dice: “Así como su fe lo echó fuera (porque el poder de sanidad está en la persona, ¿ve?)…”. Entonces, así como su fe lo echó fuera, luego su incredulidad lo vuelve a traer; y la cosa es que cuando lo vuelve a traer, dice que viene con siete espíritus peores que él; y las cosas postreras son peores que las primeras.

Así que yo en esta mañana les digo: realmente si uno no sabe, en este tiempo en que vivimos, si uno no conoce lo que es la sanidad divina y cómo funciona: es mejor entonces que se quede quietecito. Y cuando entonces sepa cómo va a moverse todo dentro de la persona, y saber que después que se echa afuera el espíritu inmundo, la persona va a sentirse peor —la mayor parte de las veces—; y esa es la señal más grande de que fue sanado, de que el espíritu salió… Eso es lo que dice el cuarto Elías, yo no puedo decir otra cosa. Entonces la persona tiene que estar consciente.

Ahora, escúcheme bien: el hermano Branham no le prohibió a ningún hermano ni hermana que después que él había orado por ellos, no les prohibió que les atendiera algún doctor, no les prohibió que estuvieran en alguna clínica.

Encontramos casos en que el hermano Branham oró por ellos, y oró también para la temporada que estarían en el hospital las personas. ¿Ve usted?

Así que no hay ninguna pelea entre la sanidad divina y la medicina.

Bueno, ¿usted cree que la medicina, los doctores podrían ayudar después que un espíritu ha salido, un espíritu de enfermedad ha salido del cuerpo de una persona? Depende cómo usted vea el cuadro, depende cuál sea su posición.

Si usted recurre a ellos creyendo que no fue sanado: él no le podrá ayudar. Porque vienen siete espíritus peores con el que se fue, y entonces la cosa va a ser peor para usted.

Pero si usted recurre conscientemente de lo que está pasando dentro de usted, y usted no va porque quiere ser sanado, sino que ya usted sabe que fue sanado; y si lo atiende algún doctor o está hospitalizado en algún sitio, y se ora por usted, usted no tiene que decir: “Yo me voy porque estoy bien”; no tiene que formar un escándalo. Usted sabe que Dios obró en el lado espiritual y echó fuera la parte espiritual, el espíritu de enfermedad, ese demonio; y el doctor puede seguir trabajando en el cuerpo de ese espíritu. Y a medida que la sangre va bombeando, el corazón va bombeando la sangre y purificando, aun la medicina hasta puede ayudar en la purificación: que sea más rápido el proceso de purificación.

Así que no se ponga a pelear con los doctores, no se ponga a pelear con la medicina; ellos pueden ayudar mucho, aun al pueblo de Dios. ¿Ve?

Imagínese, ¿por qué entonces el hermano Branham iba adonde los doctores y llevaba a su familia adonde ellos? ¿Ve?

Así que no somos fanáticos, sino que somos realistas, conocedores —por la gracia de Dios— de lo que es la Palabra de Dios.

Bueno, hay casos donde, cuando el espíritu sale, el espíritu inmundo sale, también desaparece el tumor o lo que sea, también desaparece el cuerpo de esa enfermedad; ya eso es un milagro, ¿verdad? Y si es un milagro, entonces cuando el doctor chequea, dice: “¡No hay ni seña, no hay nada!”. Entonces ya él no tiene nada que hacer ahí. Él dice: “Váyase, está dado de alta”. Ocurrió ¿qué? Un milagro ha ocurrido en usted. El mismo doctor le dice que ocurrió un milagro. ¿Ve?

Así que, entonces usted puede ver cómo trabaja Dios y cómo trabaja la ciencia médica: ellos trabajan con el cuerpo de la enfermedad, y el Señor trabaja con el espíritu que produce esa enfermedad.

Pero hay casos donde Dios viene y echa fuera el espíritu que produce la enfermedad, y hace desaparecer, lo pronuncia fuera de existencia, aun el cuerpo de esa enfermedad; y entonces pues ya usted no tiene ningún problema; no va a sentir ni siquiera que se ha puesto peor. ¿Ve? Porque ya eso fue un milagro. Ya no hay el proceso de que la sangre tiene que purificar eso, el corazón bombeando…; no, no hay nada de eso. ¿Ve?

Bueno, ya ustedes entienden sobre esas cositas.

Va a venir un tiempo en que no va a haber necesidad de que la persona tenga cierto grado de fe para recibir las cosas. “¿Qué usted ha dicho ahí?”. Va a haber cierto tiempo donde la fe perfecta estará operando de tal manera que aun, personas que van a recibir el beneficio, no tendrán que tener un grado de fe tan alto como el que se requeriría en otro tiempo para esa persona recibir ese beneficio; sino que solamente con la persona que Dios estará usando para hacer eso, la fe que Dios tendrá puesta en esa persona será suficiente para el beneficio de otras personas que no tienen ese grado de fe.

Y esto no lo digo yo de mí mismo, sino lo digo del cuarto Elías. En la página 32 y 33 del mensaje titulado “Fe perfecta”[12], dice:

“[217] (¿Por qué ha venido usted aquí? ¿Qué propósito tiene al estar aquí? ¿Quién es Él?); es Cristo identificándose como el Mesías, y hoy se identifica como el mismo Mesías de ayer, el mismo por todos los siglos.

218 El gran Sanador que está aquí es el mismo que dijo: Estas señales seguirán a los que creyeren. Pondrán sus manos sobre los enfermos y sanarán. Y si dijereis a este monte: muévete de aquí para allá, y no dudareis en vuestro corazón, antes creyereis. Ahora, si Él puede crear ardillas, las cuales no tienen la capacidad de creer; pero fue mi propia fe que hizo eso, fue mi fe en lo que Él me retó a que pidiera. Él me hizo el reto para que lo pidiera. Luego yo acepté el reto y en obediencia a Su Palabra lo pedí, ¡y allí aparecieron! Dios en el cielo sabe que eso es la verdad. Entonces ¿no puede también sanar a los enfermos? Si me puede elevar con la fe a este nivel aun para la gente, aun siendo que ellos no pueden subir a ese nivel…”.

¿Ve usted? Así que no va a haber problema. Por eso va a ser tan grande lo que Dios va a hacer.

El cumplimiento de la Visión de la Carpa, en el aspecto de sanidad divina, va a ser tan grande y tan poderoso…; porque no va a haber necesidad de que aun las personas que van a necesitar ese milagro, no va a haber aun necesidad de que tengan esa fe tan alta. ¿Por qué? Por esto que dice ahí: Porque el instrumento que Dios estará usando, Dios le dará una fe a un nivel tan alto, le subirá la fe a un nivel tan alto, que la fe de esa persona servirá para los demás. Eso es uno de los secretos de sanidad divina en la Visión de la Carpa.

Dice:

“[218] … aun siendo que ellos no pueden subir a ese nivel, si no lo pueden hacer, Él puede usar mi fe. Puede elevarme a ese lugar para subir por ustedes. Estoy creyendo y hablando por ustedes (creyendo y hablando por ustedes).

219 Yo soy su hermano, intercedo por ustedes, y trato en todo lo posible de mantenerlos ante Dios. Y estoy parado ahora mismo…”.

Ahora, mire: La fe a ese nivel alto, y para que pueda funcionar para otros, aunque los otros no tengan esa clase de fe, mire dónde él tiene que pararse. Entonces mire dónde estará parado el que tiene que estar parado para que esa fe perfecta pueda operar en el cumplimiento de la Visión de la Carpa para los milagros literales; milagros literales que han de ocurrir conforme a la Visión de la Carpa. ¿Dónde tiene que estar parado? Dice:

“219 Yo soy su hermano, intercedo por ustedes (intercesión por los demás), y trato en todo lo posible de mantenerlos ante Dios. Y estoy parado ahora mismo ante el Gran Trono Blanco (¿Dónde? No Trono de Misericordia. El Gran Trono Blanco) apuntando mi dedo hacia el sacrificio expiatorio, y declarando en Su Nombre que ya está la Obra consumada. Tiene que suceder. (¿Qué es eso? Sanidad divina por Reclamación. ¿Ve usted? ¿Y desde dónde? Desde el Trono Blanco). Sí, ustedes saben que ya ha sucedido, y yo también”.

Bueno, usted vio eso, ¿verdad, ahí? Muy sencillo, pero que el Señor nos viene abriendo el cuadro de cómo es que va a suceder todo lo que va a suceder, conforme a lo que está prometido que ha de suceder.

Entonces ya vemos la Visión de la Carpa cómo será, cómo se moverán las cosas, y que todo eso es ASÍ DICE EL SEÑOR, conforme a la Palabra de Dios.

Ahora, vamos a leer la página 32 y 33. Estábamos en la 30 y la 31, ¿verdad? No, 32 y 33 también, del mensaje “La fe perfecta”.

Ahora, vamos a la 32 y 33, pero de otro mensaje, el mensaje “Revelación, capítulo cinco, parte I”. Y aquí yo no voy a hacer mucha explicación, pero esto será de esta manera algún día, estando nosotros aquí vivos en la Tierra sin habernos ido de aquí. Dice[13]:

“161 Muchas veces buscamos a Dios, esperamos en Dios, y si Dios estaba en todas partes…”.

Ahora, ustedes vieron que la fe de las personas… va a llegar un tiempo que para las cosas que Dios va a hacer, aun la fe de las personas: no va a haber necesidad de que esté a un nivel muy alto.

Si la fe que va a ser usada no va a ser la fe de las personas, sino que va a ser la fe de alguien que va Dios a colocársela en un nivel tan alto que no hay nada imposible; entonces aun la fe será anulada. La fe de la gente: no va a haber necesidad ni que la tengan para Dios hacer lo que va a ser hecho. ¿Ve?

Entonces, fíjese, eso va a ocurrir.

Entonces no va a depender de la fe de la gente, sino de la fe que estará a un nivel que no va a haber nada imposible, en el cumplimiento de la Visión de la Carpa, a través de quien Dios esté obrando en ese tiempo; porque será a través de alguien.

Así como esa fe estaba a un nivel tan alto en el cuarto Elías, en el quinto Elías estará a un nivel que no va a haber nada imposible.

Eso es lo que dice Apocalipsis 11: que podrán cerrar los cielos, podrán hablar todo lo que quieran, y no va a haber nada imposible. Todo lo que sea hablado ocurrirá, que no tendrá que ver con la fe de la gente, sino con la fe de Apocalipsis 11.

La fe que tendrá Moisés y Elías será suficiente para hacer todo lo que tenga que ser hecho; y entonces los que necesiten que algo sea hecho, no tienen que preocuparse si tienen mucha o poca fe. Lo único que tendrán es que saber dónde está esa fe que tiene que operar para que ocurra lo que ellos necesitan que ocurra.

Y ahora aquí yo se los voy a leer.

Aun para salvación, fíjese, para salvación, para sanidad, para todo lo que Dios va a hacer: la fe que estará en Apocalipsis 11 hará todo lo que tenga que ser hecho, hasta traer las plagas. Así que no hay ningún problema.

Dice:

“161 Muchas veces buscamos a Dios y esperamos en Dios, y si Dios está en todas partes… y usted tuviera un grande…”.

Ahora, fíjese: “Y Dios está en todas partes”. Ahora, vean esto:

“[161] Bien, si Él tuviera un muy grande Trono establecido en alguna parte, todos creerían en Dios entonces. Si Dios pusiera un Trono grande aquí en alguna parte, se diría: Él se sienta en cierta ciudad y aquí Él está. Este es Dios, y usted vaya a Él. Él puede solamente [el hermano Branham suena sus dedos —Editor] (debe ser así) lo torna así*, pues todos le creerían; entonces la fe sería nula”.*

¿Ve? Porque entonces le creerían, y entonces la fe sería nula. ¿Por qué? Porque entonces no sería la fe de la persona, sino la fe de Dios obrando ahí en ese Trono.

“[161] Entonces la fe sería nula, no tendríamos que tener ninguna fe en ninguna manera, ¿ve? Eso sería así. Eso será en el Milenio (así va a ser en el Milenio. ¿Ve?) Pero ahora está llamando, tratando de hallar a estos quienes… Eso parece misterioso y oscuro ¿ve? Y usted no sabe cómo hacerlo; pero por fe lo creemos, lo creemos. Esa es la razón porque Él lo hizo. ¿Todos ven eso?

162 Ahora, si Dios se sienta en el Trono y dice: Pues aquí está… allí… allí está Dios. Él vive en cierto lugar, iremos allí. Y diremos: Querido Señor, Dios, ¿lo haría usted?.

Sí, Yo lo haré [El hermano Branham sopla —Editor]”.

Usted sabe, parece que está tipificándolo como cuando Él sopló y formó los cuerpos e hizo las cosas que tuvo que hacer. Entonces dice:

“[162] Sí, yo lo haré (y sopla). Eso sería (¿qué?) hecho, vea. Bien, por supuesto, eso es Dios. ¿Ve? ¡Vaya, podemos ver eso!. Así que allí no habría necesidad de fe, sería hecha nula. La fe no es buena cuando usted es positivo”.

¿Qué dice él? “Estamos pasando de lo negativo (¿a qué?) a lo positivo”.

Bueno, ahora usted vio que así también va a ser en el Milenio, ¿verdad? En el Milenio va a ser así: no es fe, la fe será nula. ¿Ve? ¿Por qué? Porque habrá conocimiento de las cosas. Y entonces, cuando uno tiene el conocimiento de las cosas, pues entonces ya la fe es nula.

Como dice el cuarto Elías en un mensaje, él dice: “Si usted pudiese explicar a Dios, entonces no tendría necesidad de fe. La fe sería nula”.

Entonces, vamos a ver… Vea usted que así será en el Milenio. En el Milenio será de esa manera. ¿Ve? O sea que será algo común y corriente, será algo natural para los hijos de Dios.

Por ejemplo, fíjese, para una persona un milagro o hacer alguna cosa, bueno, eso, pues si no conoce la forma en que es hecho: “Bueno, ¡eso es un milagro, eso es algo tremendo!”. Y para ella es hecho, y ella creyó que sería hecho, y ella tenía fe de que sería hecho. ¿Ve? Pero para una persona que sabe (¿ve?) y que conoce todo, pues ya eso es una cosa para él natural.

La dimensión de los ángeles será una cosa natural, común y corriente para los hijos de Dios. Sanidad divina para los hijos de Dios será una cosa común y corriente, para los hijos de Dios en este tiempo final en que estamos; será algo común para los hijos de Dios. ¿Ve?

Entonces, vea usted que en el Milenio entonces la fe será (¿qué?) nula. ¿Por qué? Porque será lo positivo. Entonces pues, fíjese, por ejemplo, cuando Dios hace algo, para usted es un milagro, y por fe usted recibe eso; pero para Dios eso es una cosa natural Él hacer eso. ¿Ve?

Entonces, lo que para los hijos de Dios, a través de las edades de la Iglesia, eran cosas que por fe ellos las recibían, eran cosas inentendibles: para el grupo de escogidos de este tiempo final serán cosas naturales para ellos; naturales en el campo espiritual, porque ellos entenderán, conocerán, el campo espiritual, y la forma en que son hechas.

Ahora, fíjese, ya usted está conociendo cómo es hecho el milagro de la sanidad divina. ¿Conocía usted eso antes como lo conoce en este siglo XX? Hoy en día es que usted conoce el mecanismo de cómo es que es echado fuera ese espíritu, y luego cómo es que ese cuerpo que tenía ese espíritu, cómo es que se va - se encoge, y después se hincha, y después se explota, se rompe; y empieza entonces el corazón a bombear la sangre y arreglarse todito.

¿Ve? Entonces, conociendo eso, usted es una persona que no tendría que ponerse a orar: “Señor, ¿Tú querrás sanarme o no querrás sanarme?”. Ya usted sabe que Él hizo eso para usted en la Cruz del Calvario, y también sabe cómo hacer para que eso se vaya de usted, y también sabe que antes de hacerlo debe darse un chequeíto para que se vaya de verdad; y también sabe los problemas que vienen después, pero que usted no tiene que tener ningún temor. Usted sabe lo que estará pasando en usted.

Y si fue sanado y no ocurrió nada de eso, de ese proceso, ¿qué fue? Entonces fue un milagro, fue un milagro lo que pasó. O sea que es un milagro que usted no pase por esa situación después que se ha echado fuera un espíritu inmundo, un espíritu de enfermedad. Es un milagro que usted no pase por eso. Si no pasa, pues fue que ocurrió un milagro. Y cuando ocurre un milagro, entonces el espíritu y el cuerpo del espíritu desaparecen de usted, del cuerpo donde estaban metidos.

Bueno, ya vieron entonces que esto será de esta manera en el tiempo del cumplimiento de la Visión de la Carpa, cuando esté abierto al público la Tercera Etapa.

Por eso es que podrán ver y recibir todos esos milagros, y aun podrán recibir (¿qué?) salvación. Podrán recibir perdón, podrán recibir las cosas buenas que quiere recibir, porque ya en el Trono de Misericordia: ya fue cerrado; por lo tanto, por más que busquen y oren, ya no está ahí.

Pero sabemos que habrá un Trono: el Trono Blanco, establecido, para todo lo que tenga que ser hecho, ser hecho. Y entonces no habrá necesidad de estar ayunando, orando tantos días para ver si Dios hace tal cosa, sino ir directo en la forma que Dios ha establecido, y entonces pues todo eso ocurrirá.

Ahora, fíjese en el Milenio las cosas cómo van a ser. Pero el Milenio es establecido antes de la gran tribulación, porque el Séptimo Sello introduce el Milenio.

Y el Séptimo Sello es (¿qué?) la Venida del Señor, y la Venida del Señor es con Moisés y Elías. Entonces, establecido lo que va a ser allá es establecido acá; por eso, entonces, como va a ser allá, lo veremos acá cumplido.

Mírelo aquí. Dice:

“Apocalipsis, capítulo cuatro, parte I”, pág. 26, párr. 130

¿Ve? Entonces, ¿qué fue lo que ellos vieron? El ensayo. Ellos vieron la introducción al Milenio, ¿y qué fue lo que ellos vieron? A Moisés y a Elías.

El Señor viniendo en poder en Su Reino, ¿qué era? Apareciendo Moisés y Elías en la escena, en el último tiempo. ¿Y eso es qué? El Señor viniendo en Su Reino en poder, en poder y gloria. Y entonces el Señor aparece glorificado al final del tiempo.

Por eso es que el Pilar de Fuego, para obrar, solamente tendrá a Moisés y a Elías en ese tiempo; y para establecer el Milenio tendrá a Moisés y a Elías, y a través de Moisés y Elías establece el Milenio. Y para dar una muestra de lo que será el Milenio tendrá a Moisés y a Elías en este tiempo, para mostrar lo que será el Milenio. ¿Ve?

Entonces, así será en este tiempo en que nosotros estamos viviendo, en esta Edad de la Piedra Angular. Así es el orden para recibir las bendiciones que Dios tiene para Su pueblo. Así será que Él obrará los grandes milagros que Él va a obrar.

¿No dijo el cuarto Elías que los pentecostales están buscando por esos grandes milagros?, ¿y que eso no será en las edades de la Iglesia, sino que será en la edad judía?, ¿y que eso será con Moisés y Elías?

¿Ve usted que es con Moisés y Elías que ocurrirán esos grandes milagros? ¿Ve usted? ¿Por qué? Porque con la fe que habrá en Moisés y Elías, que será una fe perfecta, entonces con esa fe que no tiene límites será hecho todo lo que está en la Palabra prometido que será hecho.

Y como muestra, ya vimos esa fe operando en el cuarto Elías. Y él dijo: “Esto es solamente una muestra. Esto es una muestra solamente. Esto es solamente (¿qué?) … esto es solamente el ensayo de lo que ha de ser”. Y si en el ensayo no había límites… No había límites en lo que podía ser hecho; en lo que había límite era en que como no era el tiempo para hacer todo lo que estaba prometido hacer en este tiempo, pues entonces solamente dio la muestra.

Dio la muestra con cinco casos principales (me parece que fue): creación de ardillas, resurrección de un pececito muerto…

Por lo tanto, ¿hay algo que tiene que ser creado? Ahí está el poder creativo con una fe perfecta para crear, ya sean cosas necesarias para el pueblo de Dios en el tiempo de la apretura…

Si hubiera la necesidad que hubo en el tiempo de Jesús, cuando se acabó el pan y se acabó la comida, y Él tuvo que multiplicar los panes y los peces: ahí estará el poder creativo para crear lo que haya que crear.

¿No fue eso también en el tiempo de Moisés? En un desierto había necesidad de comida. Allí estaba el poder creativo: y por la Palabra de Dios a través de Moisés vino ¿qué? Vinieron cosas creadas.

Ahora, fíjese, vinieron cosas creadas para el pueblo de Dios, para bendición del pueblo de Dios, pero vinieron cosas creadas para juicio del mundo: las plagas. ¿Ve usted? Así que no va a haber problema.

Pueden venir ardillas o cualquier otra cosa, o comida ya hecha, para no tenerla que hacer.

¿No ocurrió eso en el tiempo de Jesús? Por la Palabra… ¿Él no tomó aquellos pececitos y aquellos panes que ya estaban preparados, cocinados? Y cuando los multiplicó, no multiplicó panes y peces…; y cuando aparecieron no eran crudos, eran cocinados, era ya preparado. En la misma forma en que estaban fue la multiplicación. ¿Ve? Así que no habrá problemas para el pueblo de Dios.

Dice que en ese tiempo de apretura estaremos a merced de los elementos[14].

Ahora, usted sabe que Dios sabe juntar los elementos y hacer lo que Él quiera hacer. ¿Ve?

Así que, ¿qué es el pan?, ¿qué es la carne?, ¿qué son todas esas cosas? Pues son cosas, elementos, o cosas así, que son juntadas y forman tales cosas. ¿Ve? Y Dios es el que creó todo eso; por lo tanto, Él puede juntarlo y producir lo que Él quiera producir. ¿No produjo…?

Miren, lo que pasó con el cuarto Elías fue más grande que lo que pasó con Jesús cuando Él multiplicó los panes y los peces. Porque Jesús tenía con qué empezar: tenía panes y peces ahí; pero cuando el hermano Branham, con su fe, con la fe que tenía, y Dios le dijo que hiciera aquello (¿ve?), entonces él habló la Palabra, y sin tener nada para comenzar. No tomó polvo, no tomó un canto de madera, no tomó nada, sino que habló. Solamente con la Palabra ser hablada fue creada una ardilla acá; luego volvió y habló: otra ardilla allá. Y eso no lo hizo una sola vez, ¿sabe? Eso por seis veces como poco fue hecho.

Bueno, imagínese, ya con la primera muestra que Dios le dio, y lo retó y le dijo, pues ya le enseñó cómo hacerlo.

Cuando iba a cazar ardillas y no encontraba: “Bueno, no tengo ninguna”. Y el Señor entonces le decía: “Pues habla”. ¿Ve? ¿Cuál era el problema con él? “¿Por qué clamas?”.

—“Señor, me gustaría conseguir algunas ardillas. He estado cazando todo el día y no me aparece ninguna. Señor, dame algunas ardillas”.

—“¿Por qué clamas? ¿Por qué estás pidiendo? ¡Háblalas!, y tendrás lo que quieras tener”.

¿Ve? Entonces, así fue con Moisés, así fue con Elías. Fíjese, así fue con Moisés, así fue con Elías, y así será con Moisés y Elías otra vez. ¿Ve?

Entonces encontramos que eso es algo más glorioso de lo que usted y yo nos podemos imaginar. Así que no es motivo para rompernos la cabeza nosotros a… “Bueno, yo voy a tratar de esto, de lo otro, de lo otro”. Él ya ha hecho provisión, Él ya lo tiene todo preparado.

Ahora, lo que nosotros hemos visto en este tiempo es que Dios está obrando en nosotros para que nosotros estemos listos para lo que Él tiene para nosotros. Y entonces ha ido obrando de la manera que ha estado obrando, de tal manera que, sin nosotros darnos cuenta, ha estado pasando lo que pasó en aquellos tiempos, que vienen a ser tipos y figuras de este tiempo: que cada vez que Dios iba a hacer algo, Dios decía: “Santifícame al pueblo”.

Y esto que hemos estado viendo, yo he visto que es algo parecido a eso: entrando en una etapa en donde todo el mundo está siendo santificado, en donde todo el mundo está arreglándolo todo con Dios. ¿Por qué? No por miedo, sino porque todos queremos estar preparados para las bendiciones que Dios quiere darnos. Nadie lo haga por miedo, sino porque ama al Señor y está avergonzado de haber actuado mal.

Si usted no se avergüenza de haber actuado mal: no tiene de qué arrepentirse, no tiene nada que arreglar. ¿Ve? Pero solamente cuando uno se avergüenza de haber hecho las cosas mal, entonces es que uno se arrepiente.

Si usted cree que lo ha hecho bien, pues siga para adelante.

Usted, aunque diga que ha hecho tal y tal cosa, y tal y tal cosa, y no cree que lo ha hecho mal, usted no está arrepentido; y si no está arrepentido, ¿de qué hay que perdonarle? No hay perdón para eso, porque según usted no lo ha hecho mal, está bien; y si está bien para usted, pues Dios no lo puede perdonar; y si no lo puede perdonar, y está bien para usted y está mal para Dios, usted se queda con eso.

Y para usted… usted se ve bien, pero delante de Dios ¿cómo se ve? Y lo que cuenta no es cómo usted se vea a sí mismo, es cómo Dios lo ve a usted; y solamente a través del espejo de la Palabra es que usted se tiene que mirar, para verse cómo Dios lo ve a usted.

Entonces, chequéese [examínese] siempre, mírese bien; y haga una cosa: dese un chequeo siempre completo, de todo. Y si se le olvidan las cosas, mejor apúntelas, para que cuando vaya a arreglar algo, no tenga que ir hoy donde el hermano Adalberto a decir…, ir y arreglar algunas cosas que quiere que se ore por usted, y después mañana volver adonde él.

Porque, imagínese, ¡estamos deseosos de terminar!, para que la otra fase que viene, pues comience. Pero si comienza el pueblo estando mal delante de Dios: el Señor tiene bendición en una mano y juicio en la otra; y entonces, depende de cómo usted esté pues usted va a recibir.

Si está listo para recibir bendición, pues va a recibir bendición; pero si está listo para recibir juicio, pues lo que va a recibir es juicio. ¿No se ha dado usted cuenta que Dios nos ha dado este tiempo para prepararnos para recibir bendición? ¡Aprovéchelo!, porque cuando termine, pues entonces ya será demasiado tarde para recibir bendición, porque ya está entonces derramándose (¿qué?) juicio.

Bueno, pero sabemos que el grupo del Señor es un grupo entendido, es un grupo prudente, que sabe arreglar las cosas a tiempo, antes de que se le haga tarde.

Entonces, las cosas usted debe de hacerlas siempre de adentro hacia afuera. No de los sentidos de su espíritu, ni de los sentidos de su cuerpo, sino del alma, de adentro.

Fíjese, es mejor…

Todo va a ser arreglado, por supuesto. Es mejor uno arreglar las cosas, y no que el Señor se las arregle a uno. Es mejor uno ir a cuenta con el Señor, y no el Señor llamar a cuenta a uno. ¿Ve? Entonces es mejor uno, de adentro para afuera (de acá), uno saber quién es uno; porque al Señor le agrada que uno sepa que uno es nada, que uno es un fracaso desde el comienzo.

Cuando usted se cree que usted es algo es que usted tiene problemas con Dios. ¿Por qué? Porque Dios abate la altivez de los altivos, pero da gracia a los humildes[15]. ¿Ve?

Es como el caso del publicano y el fariseo: El fariseo se encontraba bien todo, y: “Mira, yo no quiero ser… no soy como este”. El otro, bueno, reconocía que él era todo lo que el fariseo decía más lo que el fariseo no sabía de él. Él también sabía…, lo reconocía.

Bueno, ¿quién salió justificado? Aquel que buscó misericordia cuando había tiempo de buscarla. El que se creyó que estaba bien salió (¿cómo?) condenado, pero el otro salió (¿cómo?) justificado.

Nunca usted espere que Dios sea el que le saque las cosas a usted, sino sea usted mismo el que las saque antes que Dios se las tenga que sacar. Porque cuando usted las saca, puede alcanzar misericordia; cuando Dios se las saca, entonces ya usted sabe que cuando Dios saca las cosas, después viene juicio.

Y yo creo que este tiempito que Dios nos ha dado es para ¿qué? Para nosotros sacar todo lo malo que haya en nuestro corazón.

Usted sabe que el hermano Branham siempre decía: “¡Señor, escudríñame!, escudríñame y déjame ver todo lo malo que hay dentro de mí, y saca de mí todo lo que hay malo. ¡Ayúdame, Señor! Yo quiero echar fuera de mí todo lo que está mal”. Esa es la posición para cada uno de nosotros en esta hora.

Luego, después de este tiempo, yo no sé, pero yo creo que… Desde el mes pasado el Señor nos ha estado dando esta bendición, y yo algunas veces he deseado, usted sabe, coger unas vacaciones en este tiempo en que estamos, en esta etapa, y dejar que ustedes, pues cada uno sea guiado por el Señor, y el Señor les escudriñe dentro del corazón y les permita ver todo lo que está mal. Pero ore al Señor para que Él le permita ver lo que está mal. ¿Y cómo se lo va a permitir ver? A través de la Palabra. Si a través de la Palabra usted ve que algo está mal, no se justifique usted mismo, está mal. Arréglelo de todo corazón.

Bueno, esperamos que ya pronto, ojalá que en este mes, pues a Adalberto se le hayan acabado las entrevistas, y todo haya terminado. Cuando eso lo veamos, yo creo que entonces veremos la otra fase moviéndose adelante.

Bueno, todo esto que ha sucedido ha sido la misericordia de Dios, como nos decía el hermano Adalberto el domingo pasado: “Es la misericordia de Dios”. Nadie podía hacer esto que el Señor está haciendo.

Si aquel día, aquel domingo, que a las 2:00 de la tarde terminamos, ¿recuerdan?, y que se leyó, y que se dio a conocer que la segunda fase de la última parte de la Tercera Etapa, la segunda fase estaba concluyendo, y concluyó allí; la otra fase estaba por comenzar.

Y ya usted sabe: la última fase trae bendición para los que estén preparados y juicio para los que no estén preparados; por lo tanto, entonces esa última fase está a la mano.

Si al otro día o si al otro culto hubiera comenzado abiertamente la otra fase, ¿qué hubiera recibido usted? (esa es la pregunta para usted), ¿bendición o juicio? Pero nos dio este lapso de tiempo en que yo creo que para mí ha sido una grande bendición.

Yo he estado arreglando todas las cosas malas que en mí hay y que hay en mi familia. Todo lo que hay fuera de lugar y que a través de la Palabra veo que está mal: he estado arreglándolo. No crean que son ustedes solos. Yo también quiero recibir bendición cuando comience la otra fase. Por lo tanto, yo he estado reconociendo las cosas que han estado mal en mí y en mi hogar, he estado arreglándolo todo.

Y espero que todo esté completamente arreglado cuando esta fase sea tomada, porque está a la mano; en cualquier momento puede comenzar, en cualquier momento, porque está a la mano.

Y una cosa que está a la mano… Es como yo decir: “Tengo estos libros a la mano, y ustedes pueden ver este libro que está detrás de mí porque está a la mano. Y si yo lo tomo y se lo muestro, ustedes lo pueden ver, pero si no lo tomo, aunque está a la mano, no lo pueden ver; pero si yo lo tomo y se lo enseño, pues lo pueden ver. Si lo escondo…”. ¿Ve?

Entonces está la Palabra correspondiente para efectuar esta fase final, la Palabra que tiene que ser usada. La porción de la Palabra o la parte de la Palabra que tiene que ser tomada y predicada para efectuarse esa fase final: está a la mano. Puede ser tomada y predicada, y entonces entramos de lleno a esa fase.

Yo creo que esto que les leí de la fe perfecta y de cómo funcionará la fe perfecta, y de que la fe perfecta en un solo hombre será suficiente para hacer todo lo que tenga que ser hecho para aquellos que verán lo que Dios puede hacer sin límites a través de esa fe perfecta; entonces yo creo que eso es una de las cosas que se estará moviendo. Y yo como que la veo en esta mañana moviéndose para entrar a esa fase.

Porque cuando el pueblo de Dios, o sea, los escogidos, luego las vírgenes fatuas y luego el mundo; cuando ellos vean eso que leímos ahí, cuando ellos lo puedan ver, lo puedan entender, lo puedan captar: ellos sabrán cómo y dónde conseguir lo que ellos quieren que Dios haga por ellos.

Creo que lo hice claro para entenderlo en esta mañana.

Y yo creo que eso tiene que ver con el tomar la última fase de la Tercera Etapa, la cual está a la mano. Y ya vemos entonces la Palabra correspondiente que tiene que ser hablada, predicada, para Dios poderse mover y hacer lo que Él prometió que hará en esa fase.

Recuerde que Dios no puede hacer nada a menos que primero sea hablado. Y esta es la Edad de la Palabra hablada. Todo lo que Dios hará será por la Palabra hablada; y para ser hablada, entonces necesita Dios (¿qué?) a través de qué hablar la Palabra, lo cual siempre ha sido y será velos de carne, llamados profetas; “porque no hará nada el Señor sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos los profetas”[16].

Por lo tanto, entonces, en esta mañana el tema es: “LA BRECHA”.

Y la brecha es algo que une una cosa con otra; o sea, es como un puente. Por lo tanto, entonces esa brecha nos pasa de un sitio a otro, de una etapa a otra, de una dispensación a otra, de una edad a otra; de la segunda dispensación a la tercera dispensación; de la Edad de Laodicea a la Edad de la Piedra Angular; de Trono de Misericordia a Trono de Juicio.

Bueno, y entonces, viendo todas estas cosas y lo que significa ese tema “LA BRECHA”, bueno, entonces tenemos que realmente estar preparados; porque después del mensaje “Brecha”…

Y fíjese, hemos estado en estos días pasados alrededor de ese tema “Dios en simplicidad”, y “Dios en simplicidad”; muchísimos mensajes de cierto tiempo para acá, que usted los junta y tiene el mensaje “Dios en simplicidad”. Y hoy hemos visto este tema sobre “BRECHA”, lo cual yo puedo observar y ver que ya entonces está a la vuelta de la esquina el pasar a esa nueva fase.

Y en esa nueva fase es que nosotros recibiremos todo lo que falta por nosotros recibir de parte de Dios, es que recibiremos el cumplimiento de la Visión de la Carpa, lo que falta de ella; también será el tiempo en que nuestros cuerpos serán transformados; será el tiempo también en que el grupo que tiene que salir de los gentiles, que verá lo que tiene que ver para salir de las denominaciones, para poder entrar al Año del Jubileo… Ellos están esclavos en las denominaciones, pero para oír esa Trompeta tienen que salirse; por eso el llamado es: “Salid de en medio de ella”[17]. Al salir, entonces podrán oír, ser libertados, y también…; y es en esa fase que viene ahora.

Y también es el tiempo en que serán libertados los 144.000. ¿No le dijo el Arcángel Gabriel a Daniel[18]: “En ese tiempo se levantará Miguel, el cual está por los hijos de tu pueblo, y será libertado tu pueblo”? ¿Ve? Es tiempo de ser libertados, es tiempo de liberación.

Y ahora, entonces esta nueva fase que se moverá será una fase de liberación, en la cual entrarán gentiles: serán liberados de las denominaciones; y en la cual entrarán (¿qué?) los 144.000 judíos.

Y nosotros seremos liberados de estos cuerpos mortales, y tendremos un cuerpo glorificado, un cuerpo transformado; y seremos luego liberados de esta dimensión terrestre y trasladados a la otra dimensión. Así que es tiempo de liberación, la cual nosotros vivimos.

Y esta nueva fase que se está moviendo, y que yo la veo muy cerca, la veo muy cerca; no sé si comience esa fase el viernes o el domingo. La cosa es que yo sé que va a comenzar.

Y no nos va a coger de sorpresa, porque ya en esta mañana tenemos el mensaje titulado “LA BRECHA”, que es lo que queda o lo que está entre una fase y la otra, entre una dispensación y la otra, entre una edad y la otra.

Así que estén listos, estén preparados, porque podría comenzar el viernes o el domingo que viene o el mes próximo; no sabemos cuándo comience. Ya usted debe haber tenido arreglado todo, todos sus problemas.

O sea, no se ha estado llamando al pueblo a que se confiesen, usted sabe, sino más bien lo que ha estado sucediendo es que Dios nos ha estado dando una oportunidad de arreglar todas las cosas.

Y nosotros como ministros (el hermano Adalberto y yo) lo que hacemos es (¿qué?) ser ayuda para ustedes, para…

Fíjese, si usted ha estado con esos problemas que tiene por tanto tiempo es que no ha sabido cómo resolverlos. Entonces usted los ve, y entonces usted no ha visto cómo resolverlos; y ahora ha llegado a esta hora… Entonces hay ministros preparados por Dios para entonces decirle a usted (al saber cuál es su problema, cuál es el caso): “La solución es esta, es esta, es esta; y si hay que orar por usted: orar por usted también”. Y entonces su caso queda resuelto de la manera bíblica, y entonces usted queda libre de esa carga que ha estado llevando por un día, por dos días, por un mes, por un año, por cinco años, o por veinte años. ¿Ve?

Y la cosa es que usted la siente: si la siente, pues lleva una carga que tiene que ser quitada de usted. No se quede con ella, ni tampoco espere a que comience esa otra fase, porque en esa otra fase no hay garantía de que pueda usted tener tiempo para arreglarlo; porque Dios nos ha dado el tiempo ahora.

Y le cueste lo que le cueste a usted, le cueste sentirse avergonzado, le cueste sentirse triste, o cueste lo que le cueste: es mejor que todo lo tenga arreglado, porque es para el beneficio suyo. Y tampoco se le obliga, sino se le hace saber las cosas que vienen, las cosas que Dios está haciendo y la oportunidad que Dios nos está dando.

Yo las estoy aprovechando. Yo lo estoy arreglando todo. ¿O es que acaso usted creía que yo no tenía nada que arreglar? A través de la Palabra yo he visto muchas cosas que tenía que arreglar, y las he estado arreglando; y espero que cuando esa fase tercera comience: tenerlo ya todo arreglado. ¿Ve?

Bueno, eso tiene usted y yo, cada uno que hacerlo de acá. No de su cabeza, no de los sentidos; si lo hace así perdió el tiempo, se engañó a usted mismo.

Así que en esta hora realmente necesitamos cada uno sinceridad con Dios y con nosotros mismos, con usted mismo. No se engañe usted mismo, porque lo que el hombre sembrare, eso es lo que va a cosechar[19]; así que no se engañe usted mismo, sino más bien sea sincero con usted.

Porque a Dios, usted no lo va a engañar; más bien se engaña usted mismo, y después, al final, descubre que el enemigo suyo fue, no el diablo, sino usted mismo; usted fue más malo con usted que el mismo diablo. Entonces después ni usted mismo se va a perdonar el haber hecho eso. Y si usted ni se lo va a perdonar, menos Dios se lo va a perdonar. ¿Ve?

Bueno, no sé cómo comenzar digo, cómo terminar; lo que no sé cómo comenzar es esa fase que está por comenzar; esa es la que no sé cómo entrar a ella, porque sé que es una fase muy importante, muy dura.

Y si hubiéramos entrado a ella, bueno, hubiera sido muy duro para muchos de ustedes, aun para mí hubiera sido muy duro; hubiera habido mucha tristeza para mí, en mi corazón, y para muchos de ustedes, y en medio de todos nosotros. Pero realmente tenemos que darle gracias al Señor por lo que Él ha estado haciendo.

Ese mensaje que Dios nos dio a través del hermano Adalberto el viernes pasado fue un mensaje maravilloso.

Y yo creo que usted ni la mitad de lo que significa este tiempo que Dios nos ha dado para arreglarlo todo, usted no entiende ni la mitad de lo que significa eso. Pero cuando haya comenzado la tercera fase de la tercera parte, cuando haya comenzado y hayamos entrado a ella de lleno: usted va a entender un poquito mejor lo que significaba este tiempito para nosotros. Y usted va a estar tan agradecido al Señor de este tiempito que, aunque usted…

Si usted no vigila bien, usted pensará: “Este tiempito es como un tiempo muerto, es como un tiempo muerto que nada nuevo aparece”. Es que lo nuevo que va a aparecer, que no es nuevo, pero será nuevo para nosotros: tenemos que estar preparados. Por lo tanto, realmente era mejor que no comenzara hasta no estar preparados.

Ahora, yo espero que este mes pues ya cada uno de ustedes (y que yo mismo) hayamos arreglado todo, porque Dios tiene más prisa que cada uno de nosotros.

Bueno, para el hermano Adalberto ha sido duro estos días, después de terminar los cultos aquí durante la noche: él ha salido de ahí a las 2:00 de la mañana algunas veces, o a las…; de 12:00 a 2:00 de la mañana. Y yo lo digo porque yo he estado ahí, yo no me he ido; he estado ahí, y después me he ido para Ponce, y he llegado por la madrugada. Y los domingos, después del culto de los domingos, él ha terminado por la noche, ha terminado de 7:00 a 10:00 de la noche.

Así que no es nada fácil para esta hora ayudarles a ustedes. Es duro. Pero sabiendo que es por el bien de todo el pueblo, y sabiendo que después de esto difícilmente haya otra oportunidad, haya otra ocasión, yo creo que han habido ministros dispuestos a ofrecer todo el tiempo para el beneficio de ustedes.

Aprovéchenlo bien este tiempo; y que cuando usted vaya, después no tenga que volver a ir por la misma cosa. ¿Ve? Y recuerde todo lo que va a hablar; apúntelo si lo tiene que apuntar, para que no le doble el trabajo innecesariamente al hermano Adalberto.

Así que, usted sabe, tenemos que ser conscientes en eso, y también no ser latosos, sino ir al grano: no le dé mucha vuelta al problema suyo, a presentarlo de esta manera, a ver si se ve mejor. Usted no podrá engañar al hermano Adalberto. ¿Por qué? Porque el problema no lo está tomando él, lo está tomando Dios. Él solamente…; y Dios está usando a Adalberto, al hermano Adalberto, para ayudarlo a usted.

Así que como único le puede ayudar es que usted hable abiertamente. Si no se avergonzó para cometer los errores y las faltas, ahora es tiempo de no tener vergüenza para confesar correctamente todo de la manera como fue, y aun la intención con la que lo hizo. ¿Ve? Así que el tiempo de avergonzarse de pecar contra Dios, de cometer las faltas, era el tiempo cuando usted la iba a hacer. ¿Ve?

Ahora no hay que estar teniendo vergüenza para uno ser franco y decir que uno falló delante de Dios, y de que lo quiere arreglar; eso es ser sincero, ser valiente, y eso le agrada al Señor.

¿Cree usted que le agrada o no le agrada? Busque todos los casos bíblicos, y usted verá que los que agradaron al Señor fueron aquellos que fueron sinceros y dijeron: “Señor, yo soy esto, he hecho esto, esto…; no soy digno ni que entres bajo el terrado de mi casa”. ¿Ve? Pero los que se justificaron: “Bueno, fue que…”, y echándole la culpa a otro, y echándole la culpa a otro, y justificándose, y: “Bueno, pero fue por esto”; buscando excusas. ¿Qué pasa? Ese nunca recibirá perdón de Dios. Ese nunca será justificado por Dios porque ya él se está justificando. ¿Ve? Pero “el que se humilla será ensalzado, el que se ensalza, será humillado”[20]. Por lo tanto, entonces yo creo que es una hora maravillosa.

Yo, en vez de hablarles de cosas bien profundas, de las cosas que han de venir, prefiero hablarles en estos días (mientras hay tiempo) de lo que significa este tiempo para ayudarles a aprovechar bien el tiempo en esta hora en que vivimos.

Aunque cualquiera de ustedes pueda pensar que lo que está viniendo, los mensajes que están viniendo pues son mensajes que no son muy profundos, que no habla de cosas muy grandes; pero para nosotros este tiempo es bien grande. Y como este tiempo es bien grande, esto es bien grande: lo que se le ha estado diciendo de la oportunidad y misericordia que Dios nos ha dado, que Dios ha tenido de nosotros, y tiempo que Dios nos ha dado en estos días.

Realmente yo me gocé en grande manera el viernes en la noche. No sabía lo que Dios nos iba a dar, pero me sentí dirigido pues a que él predicase.

Y para mí, el deseo mío sería que otro siempre predicase, usted sabe, y estar yo escuchando, ya que yo tengo un problema para predicar. ¿Sabe cuál es? El problema que yo tengo para predicar es que yo no sé preparar un mensaje, nunca lo aprendí, y nunca fui a seminarios para aprender esas cosas, y tampoco yo mismo me he dedicado a aprenderlo.

Así que dependo de que el Señor me dé lo que voy a predicar. Y cuando no tengo lo que voy a predicar, porque Él no me lo ha dado, no encuentro ni qué hacer; y al no encontrar ni qué hacer, no desearía ni pararme aquí sin tener algo para ustedes; y cuando lo hago, les he dicho a ustedes que dependemos del Señor, que Él no me ha dado nada, y algunas veces hasta el tema lo tenemos que escribir aquí mismo.

Pero Él nos ha ayudado en todos estos años y nos ha dado Su Palabra. Por lo tanto, yo no tengo de qué gloriarme de que yo les he dado algo: el Señor es el que nos ha dado toda la Palabra, todo el Mensaje que tenemos hasta esta hora. Y lo que falta del Mensaje de esta Edad de la Piedra Angular, nos lo va a dar Él también.

Yo no tengo nada para ustedes, pero Él sí tiene muchas cosas reservadas para todos nosotros.

Bueno, Dios nos bendiga en este día, Dios nos guarde y nos ayude en esta hora en que estamos viviendo. Y el tema: “LA BRECHA”.

Bueno, nuestro hermano Adalberto con nosotros.

“LA BRECHA”.

[Revisión diciembre 2022 - JR]


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