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title: 'La Expiación'
date: 1975-10-05
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city: Ponce
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country: PR
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…capítulo 25, verso 8 al 13. Vamos a leer con relación al año del jubileo; y dice, empezando en el verso 8, dice \[Levítico, RVV-1909\]:
*“Y te has de contar siete semanas de años, siete veces siete años; de modo que los días de las siete semanas de años vendrán á serte cuarenta y nueve años.*
*Entonces harás pasar la trompeta de jubilación en el mes séptimo á los diez del mes; el día de la expiación haréis pasar la trompeta por toda vuestra tierra.*
*Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra á todos sus moradores: este os será jubileo; y volveréis cada uno á su posesión, y cada cual volverá á su familia.*
*El año de los cincuenta años os será jubileo: no sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni vendimiaréis sus viñedos:*
*Porque es jubileo: santo será á vosotros; el producto de la tierra comeréis.*
*En este año de jubileo volveréis cada uno á su posesión”.*
Oremos al Señor en esta mañana. Vamos a orar todos: Padre nuestro que estás en el Cielo, Dios Eterno, he aquí en esta mañana ante Tu presencia estamos. Dios Eterno, Te rogamos que en esta mañana Tú hables a nuestros corazones y nos edifiques a todos, nos enseñes lo que debemos de saber, de modo que crezcamos hasta que muy pronto ya lleguemos a la estatura de un Hombre perfecto. Habla a nuestros corazones, enséñanos Tu Palabra que Tú revelaste a través de Tu manifestación en carne, enséñanosla en esta mañana, oh, Dios Todopoderoso. Tú eres nuestro Maestro, y Te pedimos que Te manifiestes como Maestro en esta mañana enseñándonos lo que ya revelaste a través de Tu manifestación en carne. Te lo pido todo en Tu Nombre Eterno y glorioso el Hijo de David. Amén, amén.
Hemos visto en esta mañana la lectura que tuvimos, que nos habla el Señor que habrían siete fiestas, y después de esas siete fiestas habría una Santa Convocación, y esa Santa Convocación duraría un año completo.
Esas siete fiestas que se llevarían a cabo, esas siete fiestas se llevarían a cabo, cada una de ellas, sería al finalizar seis años, el año número siete sería un año de fiesta. Y así por el estilo habrían siete semanas equivalentes a siete tiempos (que cada tiempo de esos estaba compuesto por siete años), o sea, que cada siete años había una grande fiesta, y ese año de grande fiesta era el año número siete.
Entonces, fíjese cómo Dios se mueve en el siete, porque siete es: completación, en el siete se completa todo el Plan de Dios, y en el siete se termina todo. Y cuando termina en el siete todo entonces comienza el 8 que es: eternidad, o sea, se entra a eternidad. Y fíjese usted encuentra que seis días trabajó Dios y el séptimo descanso, ¿ve?
Entonces así también encontramos que Dios le estableció al hombre que seis días trabajase y el séptimo era sábado, era reposo; porque el séptimo estaba señalando el tiempo de reposo que Dios tomó en cuanto a Su trabajo en la Obra. Y encontramos que luego, no solamente cada seis días, el séptimo día era de reposo, sino que también después, cada seis años, después el séptimo año, seis años de trabajo, y el séptimo año no había trabajo, ¿ve? El séptimo año se comía de lo que la tierra daba automáticamente, porque en el sexto año la tierra habría de multiplicar todo el fruto y ya en el séptimo año se comería de lo que se sembró en el sexto año. ¿Ve?
Entonces era un tiempo de fiesta, y así por el estilo habían siete fiesta que tenían que ser llevadas a cabo. Siete fiestas importantes Dios le estableció al pueblo de Israel, las cuales el pueblo de Israel tenía que celebrar.
Por ejemplo: empezaba con la primer fiesta, y esa primer fiesta comenzaba cuando hubieran terminado los primeros seis años, entonces el año número siete era un año de fiesta, la primer fiesta establecida por Dios.
Luego terminado ese año número siete, y luego se comenzaban seis años más de trabajo; y cuando se terminaban esos seis años más de trabajo, entonces empezaba el año número siete, era un año de fiesta también.
Luego terminaba ese año de fiesta, o sea, la segunda fiesta (era un año completo), entonces empezaba los otros seis días o seis años de trabajo, y después llegaba el año número siete, y ese año número siete entonces era la tercer fiesta.
Después terminaba ese año de fiesta y comenzaba otra fiesta, y así por el estilo, hasta que se efectuaba la última fiesta, que era la fiesta de los tabernáculos, ¿ve usted?
Entonces la fiesta de los tabernáculos era la séptima fiesta; la fiesta número siete era la fiesta de los tabernáculos. Y luego de esa fiesta de los tabernáculos, la cual, también es la número siete, representa ¿qué? Representa la fiesta de Laodicea, o sea, la fiesta de la edad de Laodicea, la fiesta en la Palabra. Y también como es la número siete representa también la fiesta milenial, o sea, representa el Milenio; porque el siete siempre es descanso, y es tiempo de una grande fiesta.
Entonces, luego que terminaba la fiesta número siete (que era la fiesta de los tabernáculos) ¿qué pasaba? No empezaban entonces seis años más para después empezar el otro séptimo año otra fiesta; ahí seguida que terminaba la fiesta número siete, que era la fiesta de los tabernáculos, cuando ese año terminaba, el otro año que le seguía era año de jubileo. O sea, que cuando se celebraba la séptima fiesta, ese año de séptima fiesta, de la fiesta de los tabernáculos, seguida el próximo año era otro año de fiesta, era el único tiempo en que venían dos años de fiestas corridos. ¿Ve usted?
Eso mostrándonos ¿qué? Que seguida que terminara la fiesta de la edad de Laodicea empezaba seguidamente la fiesta o la Santa Convocación, el cual sería un tiempo de convocar al pueblo a una Santa convocación, en la cual el pueblo, todo el pueblo, quedaba libre totalmente, y todas las propiedades correspondientes al pueblo retornaban automáticamente a él.
Así pasaba en el pueblo de Israel, cuando llegaba el tiempo del jubileo, el año del jubileo, que eso era seguidamente… después de la fiesta de los tabernáculos, empezaba el año de jubileo. Entonces todas las propiedades que las personas habían empeñado o que por alguna causa habían caído en las manos de otros, o las habían vendido, de alguna forma ya no las tenían en sus manos, cuando llegaba el año del jubileo ¿qué pasaba? Automáticamente esa propiedad retornaba libre de todo agarre, quedaba libre totalmente para el dueño.
O sea, que el dueño automáticamente recibía su propiedad, no importaba los años que hiciera que el otro hombre la tuviera; podía ser 49 años, o 40 años, pero en el año 50 quedaba libre y la volvía a coger. El que la tenía, que no era de él, no podía decir: “Yo te doy la mitad nada más”. No, le pertenecía completa, porque esa era su heredad, la cual la había perdido en una forma u en otra: o la había perdido por malos negocios, o la había perdido por venderla, o en alguna forma no estaba en sus manos; pero regresaba automáticamente porque era la heredad que Dios le había dado a Su pueblo.
Entonces también los que eran esclavos regresaban libres totalmente en el año del jubileo al escuchar la trompeta cuando sonará, al escuchar la trompeta, no de la fiesta de los tabernáculos; todavía en los en la fiesta de los tabernáculos las gentes, los esclavos seguían siendo esclavos, y las propiedades todavía quedaban en las manos de aquellos que la tenían, pero todavía no regresaban a su dueño original. Pero cuando terminaba la fiesta de los tabernáculos, entonces, ahí mismo empezaba la fiesta de la Gran Convocación, el año del jubileo donde era tocada otra trompeta; no la trompeta de los tabernáculos, sino la trompeta de la Santa Convocación. Y cuando se tocaba esa trompeta, la cual era tocada en el mes ¿qué? En el mes séptimo (según leímos), en el mes séptimo era tocada esa trompeta, si… dice:
*“Entonces harás pasar la trompeta de jubilación en el mes séptimo á los diez del mes; el día de la expiación haréis pasar la trompeta por toda vuestra tierra.”*
¿Ve usted? El mismo día de la expiación se tocaba la trompeta; la trompeta y la expiación se tocaba, se llevaba a cabo el mismo día.
Entonces vemos que esta Santa Convocación comienza con ¿qué? Comienza con una expiación.
Ahora veamos que ese tiempo de jubilación es un tiempo glorioso, es un tiempo grande. Y fíjese en el Antiguo Testamento, allá está el tipo, y si en el tipo era glorioso, en lo real… que lo real es lo espiritual, lo real… lo material, pues es grande y es glorioso, pero después fíjese, terminado el tiempo del jubileo y todo el mundo recibía su propiedad, y después algunos volvían más tarde y las volvían a vender; y tenían que esperar entonces 49 años más, para cuando viniera el año número 50, volviera a retornar su propiedad nuevamente a su dueño original.
Pero todo esto son las sombras de las cosas espirituales que Dios habría de hacer en el futuro, porque había un pueblo de Dios, el cual recibió una herencia; y ese fue Adán allá en el Edén. Pero él perdió su herencia y su herencia cayó en las manos del diablo, el cual no es el dueño original de esa herencia. Y toda la Tierra y todo lo que poseía Adán cayó en las manos del diablo. Pero toda esa propiedad tenía que retornar algún día de nuevo a las manos de los hijos de Dios.
Ahora vemos, que todo el poder y la autoridad tenía que ser regresado ¿en qué tiempo? En el año del jubileo, era que regresaba todo de nuevo a su dueño original.
Eso es una introducción para que no pierdan el hilo hacia donde nos vamos a dirigir.
Ahora vea que cuando llegara el tiempo en lo espiritual de ese tremendo jubileo, o sea, del año del jubileo, eso sería ¿cuándo? Eso sería en el tiempo en que la séptima fiesta terminase. Porque se contaban ¿cuánto? Se contaban siete sábados; y esos siete sábados lo que tipificaban eran siete edades de la Iglesia.
Se lo voy a buscar por aquí, porque no queremos ir adelante sin primero probar las cosas. Vamos a… seguida. Vamos a seguir ahí a la par buscando esas cosas, porque yo creo que el Señor nos tiene algo, lo cual vamos a… vamos a ver con detenimiento en esta mañana. Vamos a chequear por aquí, la página 37, del mensaje titulado: *La Fiesta de las Trompetas,* página 37 \[31\], dice:
*“227 Luego en Levítico, ¡cuán perfecta está aquí la interpretación con la Palabra! Porque, ¿ven?, siguiendo inmediatamente, el jubileo pentecostal seguía al día de la expiación; el orden del tiempo de la fiesta. Entre la fiesta pentecostal, a la expiación, el sonido de las trompetas para la expiación, estaba la fiesta pentecostal, el período largo de tiempo. Miren, había un período largo de tiempo entre la fiesta pentecostal, al llamado de la - de la tromp-...el sonar de las trompetas, que las - las trompetas sean sonadas; un período largo de tiempo. Francamente, eran cincuenta días, desde la - desde la - desde la fiesta de pentecostés a la fiesta de la expiación, eran cincuenta días. Ahora, cincuenta días son exactamente siete días de reposo.*
*228 Y siete días de reposo son los siete años de la iglesia, las Edades de la Iglesia* (o sea, las siete edades de la Iglesia)*”.*
¿Ve usted? Todo esto tipificando lo que habría de venir a el pueblo del Señor a través de las edades de la Iglesia. Vea usted que todo esto se mueve y tiene un doble cumplimiento. Vea usted que después que el sacrificio fue llevado allá en la Cruz del Calvario, 50 días después ¿qué pasó? Vino el Día de Pentecostés, porque pentecostés es: cincuenta.
Ahora vea que esos 50 días, o sea, después que el Señor murió y resucitó, después de esos 49 días, el día número 50 fue que vino ¿qué? El bautismo del Espíritu Santo. ¿Ve usted?
Ahora vea esto, porque 50 quiere decir: pentecostés, es jubileo, tiempo de jubileo. Y ese jubileo de esa Pascua que fue efectuada o que fue sacrificada allí en la Cruz del Calvario, luego este jubileo pentecostal, con el mensaje pentecostal de las edades de la Iglesia predicando la expiación, predicando la muerte y resurrección de Cristo, esa fiesta fue llevada a cabo a través de las edades de la Iglesia. Y durante las siete edades de la Iglesia hubieron siete fiestas especiales, en las cuales el pueblo de Dios se regocijaba; fueron efectuadas siete fiestas conforme a como era establecido en la Ley.
Así que lo que pasó en la primera dispensación literalmente, siete fiestas literales, en donde se llevaba a cabo de parte del Señor cada seis años, el séptimo año era un año de fiesta; así también en las edades de la Iglesia, cada una de las edades de la Iglesia tipificó un sábado. Porque era un día de fiesta en el cual el pueblo de Dios se regocijaba en esa fiesta de parte del Señor, donde la Palabra de Dios era manifiesta a través del mensajero que Dios tenía para cada edad.
Entonces eran siete fiestas especiales que ocurrían en ¿cuánto? En un lapso de tiempo de 49 años; en un lapso de tiempo de 49 años, siete de esos años eran siete años de fiesta; y el intervalo era cada seis años, aparecía un año de fiesta. Cuando terminó el año número 49, o sea, la fiesta número siete, que era la fiesta de los tabernáculos, seguidamente empezaba ¿qué? La Santa Convocación, en donde el pueblo era llamado a una Santa Convocación y en donde era llevado a cabo la expiación. Escuche bien eso.
Entonces era un tiempo de jubileo, era un tiempo para obtener de nuevo todo lo que se había perdido para ser libres todos y para regocijarse en Dios; tipificando todo eso lo que Dios habría de hacer con su pueblo en lo espiritual, y que todo lo que había perdido su pueblo, que lo perdió allá en el Huerto del Edén, cuando Adán y Eva pecaron, todo lo que ellos perdieron, sería recuperado, sería restaurado ¿cuándo? En el Año del Jubileo, ese Año del Jubileo sería, no la séptima fiesta. No, porque la séptima fiesta era la séptima edad. Entonces la octava fiesta era la fiesta de jubileo, y la octava fiesta es la Edad de la Palabra, o sea, el año ocho o la fiesta número ocho, y 8 es eternidad. ¿Ve usted?
Entonces esa fiesta de jubileo lo que estaba señalando era eternidad, que llegaría el tiempo en que se entraría a un jubileo glorioso en el cual todo aquel que entraré a esa fiesta de jubileo, a esa santa convocación estaría entrando a eternidad; y entonces estaría obteniendo las cosas que Adán y Eva perdieron, las cuales le pertenecían a Él y le pertenecían a usted, pero que hizo un mal negocio allá. Y entonces es como que si su papá, que tiene una gran finca, y tiene propiedades, y si era un mal negocio, entonces cuando usted llega a la edad de heredar ¿qué pasa? Usted no hereda nada porque él hizo un mal negocio.
Pero si fue un mal negocio, porque lo engañaron, y el título de propiedad no fue obtenido por el que lo engañó, sino que quedó guardado, entonces es llevado a la corte, y entonces es reclamada esa propiedad y tiene que ser entregada. ¿Ve usted? Porque si no tiene el título de propiedad no es de ellos; aunque hayan hecho el negocio que hayan hecho, si el título de propiedad no está en las manos, no hay propiedad, no se puede reclamar nada.
Y el Título de Propiedad, cuando Adán hizo un mal negocio y el diablo lo engañó a Adán y Eva, el Título de Propiedad no podía caer en las manos sucias del diablo; el diablo no pudo agarrar el Título de Propiedad, porque el Título de Propiedad es la Palabra, el Título de Propiedad es el Libro de la Vida. ¿Ve usted? Entonces, Adán tampoco podía tomarlo.
¿Ve usted que dos querubines fueron puestos para que el Árbol de la Vida no fuera tocado? Ni lo podía tocar Adán ni lo podía tocar el diablo, ¿ve? Porque era el Árbol de la Vida. Entonces el Árbol de la Vida ¿es quién? Cristo, y Cristo es la Palabra; entonces nadie podía comer de ese Árbol de la Vida, porque todavía no estaba hecho carne para morir y luego comer.
Ahora vea, que todo eso que Adán y Eva perdió, y todo eso que a usted y a mí nos pertenecía como hijos de Dios, todo eso sería restaurado nuevamente a los hijos de Dios. ¿Cuándo? En el Año del Jubileo; y el Año del Jubileo tipifica la Edad de la Palabra, la Edad de la Piedra Angular. Porque el año del jubileo era el año de fiesta número 8, y el número 8 es eternidad (porque solamente hay siete días en la semana). Entonces cuando se entra al 8, se entra eternidad.
Ahora vea que estamos en ese tiempo de expiación, estamos en este tiempo de jubileo; y ese jubileo comenzó hace algún tiempito (vamos a verlo aquí), el año, o vamos a decir: el Año o la Edad o la Fiesta del Jubileo, y la Trompeta del Jubileo fue tocada. ¿Quién la tocó? La tocó Malaquías 4:5, la tocó el séptimo ángel; porque cuando él estuviera tocando ¿qué? la trompeta, ¿qué trompeta estaría tocando él? Él estaría tocando la Trompeta del Jubileo; y cuando estuviera tocando la Trompeta de Jubileo todos los misterios serían ¿qué? Consumados, no habrían más misterios, y entonces toda la propiedad de los hijos de Dios, toda la herencia de ellos regresaría a sus manos. ¿Ve usted?
Entonces vea, en la página 90 y 91 del libro de *Los Sellos,* dice… “Y miré…” Vamos a ir un poquito antes, porque esto fue tremendo lo que pasó. Mire, lo que ha pasado es más grande de lo que usted se puede imaginar \[página 89\].
*“139. …Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro animales y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero, teniendo cada uno arpas, y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos.*
*140. Ahora, esos son los que están bajo el altar, que han orado desde hace mucho; ellos han orado por la redención, por la resurrección; y ahora vemos estos ancianos vaciando las oraciones, porque ahora tenemos representante, tenemos un Pariente en el Cielo que se ha presentado para reclamar lo Suyo.*
*Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y nos has redimido para Dios (¡Fíjense!) con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.*
*141. Ellos querían volver* (¿quiénes? los que estaban allá, querían volver)*, y aquí vemos que a la verdad vuelven para ser reyes y sacerdotes. ¡GLORIA A DIOS! Me siento tan glorioso hasta poder hablar en lenguas. Fíjense: Aquí parece que no tengo suficiente idioma para alabarle; necesito otro idioma que ni conozco.*
*Y miré, y oí voz de muchos ángeles...*
*142. Escuche qué grande jubileo estaban teniendo cuando vieron ese Cordero venir y tomar el Libro de la Redención, entonces sus almas clamaron. Veremos esto más adelante. Todos se postraron y los ancianos vaciaron las oraciones de los santos. ¿Por qué? Allí estaba un Pariente en representación nuestra. Ellos cayeron sobre sus rostros y cantaron un cántico, diciendo: Tú eres digno porque fuiste inmolado. Ahora fíjense bien en estos ángeles.*
*Y miré, y oí voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los animales, y de los ancianos; y la multitud de ellos era de millones de millones,*
*Que decían en alta voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza.*
*143. Qué jubileo tan tremendo hay en el Cielo cuando el Cordero sale del puesto de Intercesor para venir aquí para reclamar lo Suyo. Lo que posiblemente sucedió con Juan es que vio su nombre escrito allí. Cuando estos Sellos fueron abiertos, él se contentó mucho. Escuchelo que dice:*
*Y oí a toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y que está en el mar, y todas las cosas que en ellos están, diciendo: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la bendición, y la honra, y la gloria, y el poder, para siempre jamás. (¡Amén, amén, amén y amén!)*
*Y los cuatro animales decían: Amén. Y los veinticuatro ancianos cayeron sobre sus rostros, y adoraron al que vive para siempre jamás.*
*144. Esto sí que fue un jubileo* (¿ve? esto sí que fue un jubileo) *y un tiempo muy tremendo cuando aquel Cordero salió. ¿Ve usted? El Libro de los misterios aún en el Cielo está sellado* (está hablando aquí en *Brecha* antes de abrir los Sellos)*. Usted dice: ¿Está mi nombre? No sé, ojalá. Y si su nombre está es que fue escrito allí antes de la fundación del mundo. Pero la primera cosa que representaba aquella redención fue el Cordero que fue inmolado desde antes de la fundación del mundo. Y Él tomó el Libro (¡GLORIA!), lo abrió y le quitó los sellos y lo envió a la Tierra a Su séptimo ángel, para revelarlo a Su pueblo. Allí lo tiene usted. ¿Qué sucedió? Los gritos, las alabanzas, los aleluyas, los glorias a Dios porque uno fue hallado digno...*
*145. Y allí estaba Juan, quien había estado viendo todo esto, dijo: Oí toda criatura en el cielo, la tierra y en el mar alabando a Dios, diciendo: ¡Amén, alabanzas, honra, sabiduría y poder sean para Él, Quien vive eternamente!*
*146. ¡Qué tiempo tan maravilloso fue cuando fueron abiertos los Sellos! Debió haber sido que Juan miró hacia adentro y vio más allá de la cortina del tiempo, y dijo: Allí está Juan. Él estaba tan contento que dijo que podía oír todas las criaturas clamando en el cielo, en la tierra, y en el mar: ¡Amén, alabanzas, gloria, sabiduría, poder, fortaleza y riquezas sean para Él! ¡Amén! ¿Por qué fue así? Cuando la revelación vino, que el Cordero, el Redentor, nuestro pariente, había vuelto del Trono, donde era Mediador, y había vuelto aquí para tomar Su posesión. Escuche bien las palabras de este himno:*
*Ya pronto el Cordero tomará Su Novia…”*
Vamos a dejarlo por aquí. Ah, mire, vamos a darle un poquito más. Dice:
*“146. …Oh, el Maestro nos llama Venid a la cena (alimentarnos con la Palabra. Oh, hermanos, me hallo sin palabras para alabarle). Podemos venir a la mesa del Señor a toda hora, (Eso es por ahora, pero cuando Él sale de allí, entonces no habrá alimento) Él alimentó a la multitud y convirtió el agua en vino. A los hambrientos llama ahora: Venid a la cena* (¿ve usted?)*.*
*147. Él fue Quien dijo: “El que creyere en mí, las obras que yo hago también él las hará.” ¡Oh hermano, qué cosa! El que prometió estas cosas en los últimos días, el que dijo estas cosas y que está ahora en el tiempo de la revelación de estas cosas, cuando se están dando a conocer, Él dijo: “Venid a la cena.” ¡Oh hermano, no deje que se le escape esto!...”*
Es el tiempo de la Gran Cena espiritual para comer la carne del Hijo del Hombre. Es el tiempo glorioso de la Gan Edad, la Edad de la Palabra. Es el tiempo de Jubileo.
Cuando los Sellos, cuando el Cordero tomó los Sellos y los abrió ese fue el momento en que el gran … \[corte de audio\]... comenzó. Jubileo para todos aquellos que estaban en el Cielo y para todos los hijos de Dios en la Tierra, en el Cielo y en todas partes.
Es el tiempo del Jubileo, no de la séptima edad, sino el tiempo de la Edad de la Palabra donde todos los misterios son abiertos y donde hay una Cena servida para todos los escogidos; cenar la Palabra genuina, verdadera de Dios.
Es el tiempo más glorioso para todos los hijos de Dios. Es el tiempo en que todo lo que perdió Adán nuevamente es restaurado a su lugar original. Él reclama todo lo que habíamos perdido.
Es un tiempo de Jubileo y el tiempo de Jubileo, en ese tiempo con el sonar de la trompeta todos hacían una reclamación, porque era el tiempo de reclamo; era el tiempo de reclamo para que todo volviera su lugar original allá en la Ley; y acá también en el tiempo de reclamo, en donde Dios reclama todo lo que pertenecía los hijos de Dios, lo reclama para ellos, y lo ponen la mano de ellos.
Dios con el año de jubileo allá en la Ley, con eso Dios reclamaba toda propiedad. La reclamaba ¿para quién? Para los dueños originales, y los demás tenían que soltar eso si no era de ellos. Y también proclamaba la liberación de todos los esclavos en ese año; porque la trompeta proclamaba todo eso. Cuando era oída esa trompeta, automáticamente llegaba este momento y decía esas cosas. Todo el mundo entendía lo que esa trompeta estaba diciendo.
El dueño de esclavos, oía y entendía que hasta ahí llegó la esclavitud para que ellos esclavos que él tenía; el dueño de una propiedad que no era de él, sino que la había comprado, la había alquilado o se la había ganado, la había empeñado, cuando oía esa trompeta del jubileo sabía que hasta ahí llegó él con esa finquita. ¿Ve usted? Y el dueño original sabía qué había llegado el tiempo de obtener nuevamente lo que le pertenecía.
Y cuando los Sellos fueron abiertos, ahí el diablo cuando oyó que los Sellos fueron abiertos, supo que hasta ahí llegó él, y que no tiene ningún agarre y ninguna autoridad de lo que le pertenece a los hijos de Dios, sino todo que ha regresado nuevamente a los hijos de Dios. Todo el poder que perdió Adán, el Título de Propiedad regresó a las manos de los hijos de Dios.
¿Y cuál es el Título de Propiedad? El Título de Propiedad es el Libro de la Vida del Cordero, es la revelación de los Sellos, es la Palabra; y la Palabra pura y completa ha regresado nuevamente a los hijos de Dios. ¿Y cómo ha regresado? Todo el poder está en la Palabra. ¿Ve usted?
Ahora lo que necesitamos es ¿qué? Lo que necesitamos es fe, y fe es revelación. Entonces lo que necesitamos es tener revelación, tener conocimiento de cómo usar esa propiedad; todo ese poder que nos ha sido restaurado nuevamente a nosotros y que actualmente aún, aún encontramos que no solamente en la Tierra, sino aún en el Cielo tiene poder y autoridad este grupo de escogidos que ha entrado a la Santa Convocación, porque todo le ha sido restaurado.
Entonces vemos que todo lo que perdió Adán, ya lo tenemos nosotros. Con la apertura de los Sellos, porque los Sellos la Palabra, es el Título de Propiedad; y cuando la Palabra fue abierta, cuando los Sellos fueron abiertos ¿qué pasó? Nos fueron entregados a nosotros, toda la Palabra; tenemos toda la Palabra y tenemos todo el poder.
Ahora lo que necesitamos es conocer cómo usar todo ese poder. No lo vaya a usar para mal, no usarlo para lucirse, no usarlo incorrectamente, sino usarlo de la manera correcta. Y para usar una cosa de la manera correcta, hay que saber las leyes establecidas por Dios de cómo usar lo que Dios nos ha dado. ¿Ve usted?
Entonces el Señor en este tiempo nos está enseñando como usar todo lo que nos ha sido restaurado. Toda la propiedad nos fue restaurada; el Título de Propiedad nuevamente lo tenemos ahora, la Palabra.
Adán tenía la Palabra, tenía el Título de Propiedad antes de pecar; por eso Adán podía decirle a los árboles: “Pásate de aquí, allá”, y se pasarían. ¿Ve usted? Podía decir la Palabra y la naturaleza le obedecería.
Pero cuando él perdió el Título de Propiedad, cuando él perdió la Palabra, entonces ya de ahí en adelante, desde que pecó, de ahí en adelante él le podía decir al árbol: “Pásate”, y no se pasaría, ¿ve? De ahí en adelante ya Adán no tenía la Palabra para usarla.
Y solamente la Palabra estaba en porciones en los profetas de Dios. Como encontramos Moisés podía hablarla, y ocurría, porque en él estaba, pero en lo demás no estaba. Estaba en algunos otros profetas como Elías; la hablaba y ocurría, ¿ve? Pero las demás gente no estaba.
Pero después vino Cristo y en Él estaba la plenitud, lo que Él dijera ocurría: porque Él tenía ¿qué? El Título de Propiedad en Su mano, y Él era la Palabra, Él era el Título de Propiedad.
Entonces, Él vino a restaurar ese Título; y acá cuando la apertura de los Sellos, entonces nos pone el Título de Propiedad ¿dónde? En las manos. El pagó el precio allá y acá hace la reclamación, y entonces nos pone el Título de Propiedad en nuestras manos.
Ahora miren en la página 83, dice \[*Los Sellos*\]:
*“118. Ahora Él tiene el acta del título de la redención en la mano. La mediación ha cesado. Recuerde, por todo este tiempo ha estado en la mano de Dios, pero ahora está en la mano del Cordero. Fíjense bien: El título de la redención de toda la Creación está en Su mano y Él ahora ha venido para reclamarlo todo para la raza humana. No lo reclama para los ángeles, sino para los humanos, a quienes fue dado originalmente* (allá en el tiempo de Adán)*, para volverlos a ser hijos e hijas de Dios, volviéndolos al Huerto de Edén y todo lo que perdieron: los árboles, los animales y toda la Creación. ¿No le hace esto sentirse gozoso? Yo pensaba antes que estaba cansado pero ahora ya no. A veces pienso que estoy envejeciendo hasta donde no podré predicar más, luego veo algo como esto y pienso que soy joven de nuevo.*
*119. Esto me transforma, porque sé que hay Alguien allá esperándome* (¿ve usted?)*. Hubo Uno que pagó el precio que yo jamás podría pagar. Correcto. Él lo hizo por mí y por usted y por toda la raza humana, y ahora viene para reclamar los derechos que ha redimido. ¿Para quién los está reclamando? No para Sí mismo, sino para nosotros. Él es uno de nosotros; es nuestro semejante. Él es mi Hermano, mi Salvador, mi Dios, es mi Redentor semejante. Él es mi todo, porque sin Él, ¿qué era yo? O sin Él, ¿qué podría ser? Entonces Él es mi TODO. Y allí está como nuestro semejante y ha estado intercediendo por nosotros para reclamar Sus derechos por lo que hizo por nosotros”.*
¿Ve usted? Entonces todos los derechos son reclamados, todo lo que fue perdido por Adán y Eva allá en el Edén, todo eso es reclamado, y entonces es el tiempo más glorioso para todos los hijos de Dios, porque hemos regresado nuevamente a nuestro lugar original, hemos regresado nuevamente a tener el Título de Propiedad en nuestras manos.
Y no tenemos que envidiarle nada a lo que tenía Adán, a lo que tenía Moisés, a lo que tenía Elías, porque ellos hablaban la Palabra y se cumplía, ahora usted tiene la Palabra. Ahora la Palabra nos ha sido restaurada nuevamente y todo el poder está ¿dónde? Está donde está la Palabra; y si la Palabra está en usted, ahí está todo el poder.
Ahora para que funcione el poder de la Palabra que está en usted, lo que tiene que salir de los labios tiene que ser la Palabra, no la idea suya, sino la Palabra. Y ahora el Señor nos está enseñando cómo tiene que todo funcionar para que pueda entonces ocurrir lo que sea hablado.
Ahora está moviéndose en una etapa espiritual y la Palabra hablaba está siendo hablada, y se está cumpliendo en el campo espiritual; pero ya pronto va a venir también para ser hablado y que se cumpla en el campo acá físico. Y después también los dos profetas allá en Israel van a hablar la Palabra literal, para que se cumpla literalmente, y van a venir plagas también. Tienen autoridad sobre todas las cosas; y van a hablar la Palabra para que la gente, cualquier persona que trate de matarlos o hacerle daño, hablan la Palabra y mueren también. ¿Ve usted?
Entonces vemos que el pueblo de Dios, los escogidos han regresado nuevamente a su posición original de hijos e hija de Dios.
Estamos en ese tiempo glorioso de jubileo, donde todo ha regresado, y el Libro nos ha sido puesto en nuestra mano: el Libro de la Vida del Cordero, lo cual es ¿qué? Lo cual es la revelación de los Sellos; lo cual estaba sellado, lo cual nadie podía saber, lo cual nadie podía entender; el Libro, el Título de Propiedad es la Palabra. ¿Tiene usted la Palabra? Tiene usted el Libro, ¿ve usted?
Entonces, vea que estamos en ese tiempo glorioso, un tiempo maravilloso, un tiempo de jubileo; y en ese tiempo de jubileo y en ese tiempo glorioso, ese mismo día que se tocaba la expiación… \[corte de audio\]... habla de expiar, de arreglar, de quitar, todo lo mal que hay en las personas delante de Dios.
Y ahora vea, que al finalizar la séptima edad, en la Edad de la Palabra, que es la Edad de la Piedra Angular, que es el Año del Jubileo o el Tiempo de Jubileo, como hemos visto, encontramos que tenía que haber una expiación. Esa expiación en este tiempo es el primero que llegaba a madurez, de una gavilla sería mecida; una gavilla fue mecida allá y otra Gavilla mecida acá.
Aquella gavilla fue la expiación para aquel tiempo; y luego se predicó de la expiación, de aquella gavilla para el pueblo. Pero sería otra gavilla mecida en este tiempo, y entonces en esta Edad de la Palabra se predicaría de lo que esa Gavilla llevó a cabo en este tiempo final. Y fue llevada a cabo en el tiempo final en la Edad de la Palabra, o sea, el Tiempo de Jubileo. Esa Gavilla no es otra cosa, sino, Dios manifestado en carne. El primero que llegaba a la madurez, o sea, el primero que llegaba a tener la plenitud de Dios en su cuerpo.
Ahora encontramos que la primera gavilla fue la expiación para el pueblo, por el pecado del pueblo, para limpiarnos con Su Sangre de todo pecado, y Su Espíritu vino a cada uno de los escogidos a través de las edades de la Iglesia, y habitó en cada uno de los escogidos como primicias.
Pero vea, que la misma Palabra nuevamente tenía que venir; y la Palabra vino y vino en el tiempo de jubileo, vino en el 1963; vino y entonces ¿qué pasó? Nos dice hermano Branham en el mensaje titulado *Yo Acuso A Esta Generación…* quizás a esto lo toquemos así nada más, así por encima, dice en el mensaje titulado *Yo Acuso A Esta Generación,* página 23. Fíjese, la expiación es la expiación de la Palabra, la Palabra es la expiación del pueblo de Dios. Dice:
*“Ciertamente mantiene a la congregación lejos de Dios; y si algo sucede allí y se habla de ello en la congregación, ellos lo condenan desde la plataforma, desde el pulpito y dice: Eso es fanatismo, manténgase lejos de ellos; haciendo así ellos crucifican a Jesús”.*
Haciendo así ellos crucificaron a Jesucristo en el 1963 y son tan culpables como aquellos individuos en aquel día. Esa es una declaración terrible, pero es la verdad.
*“Eso es exactamente lo que ellos hacen hoy. Y sobre este fundamento, sobre este fundamento de crucificar a Cristo, sobre el fundamento de tomar la Palabra y alejarla del pueblo, eso es exactamente lo que ellos estaban haciendo allá. la misma Palabra que Dios estaba reflejando a través de Su propio Hijo para probar que Ella era. y Aquel al que ellos proclamaban amar, el Jehová que se había manifestado así mismo en las Escrituras, haciendo exactamente lo que Él dijo que haría, exactamente lo que Dios dijo que Él haría y lo reflejó ante ellos.*
*Por el amor de Su iglesia, grupos y cosas como esas ellos condenan al Príncipe de vida. Yo condeno al mismo grupo hoy, y los acuso como culpables ante Dios por la Palabra de Dios que ellos están haciendo la misma cosa. ¡Esta generación es acusada!”*
¿Ve usted? ¿Cuándo crucificaron la Palabra? ¿Cuándo fue efectuada esa expiación de la Palabra? La primera para lavarnos de todos nuestros pecados fue allá en la Cruz del Calvario, la primer crucifixión. Y en la segunda expiación, en la segunda crucifixión, que ocurrió en el 1963; porque fue en ese año en que los Sellos fueron abiertos, en que la Palabra fue abierta, y cuando la Palabra fue abierta, la cual Palabra es Dios manifestado en carne, hecho carne, y esa Palabra fue abierta para el público, estaba sellado allí en aquella persona en aquel cuerpo, pero fue abierta públicamente y eso fue crucificado por las denominaciones. Esta generación es culpable de haber crucificado a Cristo por segunda vez, han crucificado por segunda vez ¿a qué? A la Palabra; y esto lo han hecho desde el púlpito, hablando mal en contra de la Palabra de Dios manifiesta en esta hora final. Ellos crucifican la Palabra. Dice:
*“Su segundo Calvario es aquel donde Él recibe Sus heridas de lanza contra la Palabra; eso es lo que lo traspasa a Él. ¿Quién es Él? Él es la Palabra. ¿Desde dónde Él es traspasado más duramente? Desde los púlpitos, en los lugares santos, tal como fue entonces”.*
¿Ve usted? Entonces... ¿ve usted? Ellos han crucificado ¿qué? Han crucificado la Palabra, y ellos al crucificar la Palabra… fíjese aquí lo dice también:
*“Ahora yo los declaro culpable, y los reto y los acuso ante Dios, que con manos inicuas, egoístas y denominacionales han crucificado la Palabra de Dios antes el pueblo. Y los declaro culpables, listos para el juicio”.*
Ahí lo tiene. Lo crucificaron, Él es la Palabra y la Palabra se hizo carne hoy. Esta fue la segunda crucifixión y fue en el año del jubileo, en la fiesta del jubileo, en que fue hecha esta expiación.
Fíjese en aquella ocasión fue crucificada la Palabra, y el cuerpo donde estaba la Palabra, el cuerpo de la Palabra, la carne de la Palabra, fue crucificado en una cruz literalmente. Y ahora, la Palabra que estaba en un cuerpo hoy manifiesta (en el cuerpo del hermano Branham), en esta ocasión no tuvieron que crucificar el cuerpo literal, ponerlo en una cruz literal, porque ya eso lo habían hecho con el primer cuerpo. Ahora en esta ocasión, ellos crucifican la Palabra que está en ese cuerpo, ¿ve usted? Y haciendo eso ellos, blasfeman al Espíritu Santo, ¿ve usted?
Entonces con esta expiación, con este sacrificio, con esta segunda crucifixión, para los que fueron culpables y son culpables de esta crucifixión, para ellos no hay oportunidad, no hay perdón.
¿Quiénes fueron los que crucificaron al Señor? Los que crucificaron al Señor allá en el Calvario, fueron los últimos que vivieron de la edad de la Ley, ¿ve usted? Los últimos que vinieron de la Dispensación de la Ley, fueron los crucificaron la Palabra; fueron los de la Ley: los fariseos y saduceos le crucificaron.
Entonces vemos que los que crucifican la Palabra hoy, los que la han crucificado ¿quiénes son? Los últimos que han vivido de la Dispensación de la Gracia, que son ¿qué? Los de Laodicea. Laodicea, los de Laodicea crucifican la Palabra.
Entonces, vemos que para ellos no hay oportunidad, porque los que le crucifican cruzan la línea y blasfeman el Espíritu Santo. Pero para el pueblo escogido del Señor hay una grande bendición, cuando puede creer y puede aceptar y recibir esa Palabra que fue crucificada.
Porque vea que la sangre… cuando crucificaron la Palabra en el Calvario, entonces para el pueblo de Dios fue de grande bendición, porque por creer en esa Palabra que fue crucificada literalmente, creyendo en Él, se recibía vida; el que creyere en Él no sería condenado y por Su Sangre derramada sería limpiado de todo pecado, y entonces el Espíritu que estaba en Él venía a la persona. Esas mismas cosas ocurren para el pueblo escogido del Señor en esta segunda crucifixión; se recibe ese mismo beneficio, pero en el sentido espiritual. Vea usted eso.
Entonces, fíjese, allá entonces se comenzó a proclamar el Mensaje de la Palabra que había sido crucificado, la Palabra que se había encarnado y la habían crucificado, y entonces el beneficio que había al recibir aquella Palabra, la cual había sido crucificado allá en Jerusalén en una Cruz.
Entonces se predicó el arrepentimiento y la remisión de pecados ¿en el nombre de quién? En el Nombre de aquella Palabra que se había hecho carne; y entonces se bautizaba a todo el que creía, se bautizaba en agua en el Nombre de la Palabra, en el Nombre de la Palabra que fue crucificada en la Cruz del Calvario. Porque en Su Nombre sería predicado el arrepentimiento y la remisión de los pecados.
Y encontramos, que entonces se traía la Palabra, los que creían eran bautizados en agua en Su Nombre, y entonces estaban listos para recibir el Espíritu Santo. “Porque el que creyere y fuere bautizado (entonces) sería salvo” \[San Marcos 16:16\]. “El que creyere y fuere bautizado”, eran los candidatos que estaban preparados para recibir el bautismo del Espíritu Santo.
Por eso: “Pedro les dijo: arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre del Señor Jesucristo” \[Hechos 2:38\], ¿para qué? Para perdón de vuestros pecados, para remisión de vuestros pecados, ¿y qué? “...y recibiréis el don del Espíritu Santo”.
¿Ve usted los pasos que había que seguir para recibir el bautismo del Espíritu Santo? Eso mismo pasos hay que seguirlos en este tiempo cuando la Palabra ha sido crucificada. En este tiempo la Palabra ha sido crucificada en sentido espiritual; por lo tanto, los beneficios que nosotros recibimos son beneficios espirituales, pero que después más adelante se reflejarán o se materializarán y abarcarán todas las cosas materiales también de beneficio para nosotros.
Ahora vea, se predicaba ¿qué? Arrepentimiento y remisión en el Nombre de la Palabra que fue crucificada; porque la Palabra tenía un Nombre; y se bautizaba a todos los que creían y entonces ellos recibían el don del Espíritu Santo.
La Palabra ha sido nuevamente crucificada, y la Palabra que fue crucificada en este tiempo tiene que ser predicada; y los que pueden creer en ella, entonces ¿qué pasa? Entonces son sumergidos también en un bautismo, en un bautismo en el Nombre de esa Palabra, la cual nosotros sabemos cómo se llamaba la Palabra que se hizo carne hoy.
Ahora vea que allá la Palabra fue crucificada literalmente, la carne donde vivió la Palabra; entonces el bautismo que se efectuaba era un bautismo literal en agua. Hoy en día la Palabra fue crucificada en forma espiritual, no la carne de la Palabra, sino la Palabra, ¿ve? El que estaba dentro de la carne. Por lo tanto, el bautismo corresponde ahora, el que corresponde ahora… el que correspondía en aquel tiempo era un bautismo en agua en sí, que simbolizaba lo que había pasado en el interior; pero ahora el bautismo que corresponde en este tiempo, es un bautismo en las aguas de la Palabra y en el Nombre de la Palabra. ¿Ve usted?
Entonces, allá encontramos que comenzaron a ser bautizados en las aguas en el Nombre de la Palabra, bautismo literal; pero lo mismo literal que se ha hecho, tiene que ser hecho en el Nombre de la Palabra literal que fue crucificada.
Pero en este tiempo estamos en que está siendo efectuado un bautismo espiritual en las aguas de la Palabra y en el Nombre de la Palabra, sumergiendo dentro del agua de la Palabra, sumergiendo a todos los que pueden creer en la Palabra que se hizo carne en este tiempo (la cual fue crucificada). Pueden creer en la Palabra que fue crucificada y que resucitó; no está muerta, esa Palabra está vivita, esa Palabra ha resucitado.
Por lo tanto, todo el que cree es bautizado, y entonces cuando es bautizado ¿qué pasa? Es bautizado en ese Nombre; pero esto es en una forma espiritual. Entonces cuando es bautizado en ese Nombre, es sumergido en esa Palabra, y en ese Nombre, y cuando se levanta ¿qué pasa? Se levanta una nueva criatura, hablando en términos espirituales. Vea usted eso.
Usted podría ser un bautista, metodista, un presbiteriano o un miembro de iglesia o lo que fuera, pero cuando ha sido sumergido en este tiempo en las aguas bautismales de la Palabra, cuando nos ha sido enseñada toda la Palabra o nos está siendo enseñada, entonces está haciendo sumergido en ese Nombre que trajo la Palabra. Y cuando se levanta, se levanta ¿qué? No se levanta un bautista, no se levanta un metodista, un presbiteriano, se levanta uno que tiene el Nombre con el cual fue sumergido en las aguas de la Palabra, ¿ve usted?
Entonces vemos que estamos en ese tiempo, y que para que pueda venir el bautismo del Espíritu Santo pleno, primero tiene que ser ¿qué? Tiene que ser bautizado, tiene que ser sumergido en las aguas de la Palabra. Porque el apóstol Pedro dijo: “Arrepentíos, arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre (¿de quién?) en el nombre del Señor Jesucristo para perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo”. ¿Ve usted?
Entonces tiene que ser sumergido ahora en ese tiempo la persona como individuo, tiene que ser sumergido ¿en qué? En las aguas bautismales de la Palabra, en el Nombre de la Palabra hoy, para poder recibir ¿qué? La plenitud del Espíritu Santo que está por llegar.
Entonces, cuando somos sumergidos en las aguas, entonces somos justificados ¿creyendo en quién? Creyendo en la Palabra que se hizo carne. Cuando creemos en la Palabra que se hizo carne y fue crucificada, entonces eso nos justifica. Y cuando Él nos justifica, entonces pasamos al otro proceso de santificación, a través de ser lavados con la Sangre de la Palabra, porque la Palabra fue crucificada, ¿ve? Entonces la Palabra sangró (hablando en términos espirituales, no sangre literal, sino Sangre espiritual), entonces cuando somos lavados con la Sangre de la Palabra, con la vida de la Palabra, estamos siendo lavados ¿de qué? Así como fuimos lavados con la Sangre de Cristo de todo pecado, pecado literal, ahora estamos siendo lavados con la Sangre, con la vida de la Palabra que fue crucificada, ahora estamos siendo lavados con esa vida de todo dogma, credos y tradición, porque todo eso es pecado, ¿ve? Entonces estamos siendo limpiados ¿para qué? Estamos siendo limpiados, purificados y todo espíritu de error, todo demonio y toda cosa tiene que salir de nosotros.
Entonces estamos siendo limpiados, santificados ¿para qué? Para el Espíritu Santo venir a morar dentro de nosotros plenamente.
Esta es la etapa más gloriosa de todas las etapas. ¿Por qué? Porque de esta etapa depende la otra; de esta etapa de purificación, de santificación, depende que venga el Espíritu Santo a morar en nosotros. Porque Él no entrará a ninguna casa sucia, Él no entrará a ninguna persona que tenga dogmas, credos y tradiciones. Todo eso tiene que ser quitado. Y entonces nos está santificando con la Sangre de la Palabra, ¿ve? Con la vida de la Palabra. Y ¿qué es eso? La vida de la Palabra.
Usted puede tener la letra de la Palabra, pero eso es la letra, la letra mata, pero la vida de la Palabra ¿qué es? La vida de la Palabra es el correcto entendimiento de lo que fue dicho.
Fíjese, las denominaciones tienen la letra de la Palabra, de la orden que el Señor dio: “Id, y bautizad en el nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo” \[San Mateo 28:18-20\]. Tiene la letra y eso para ellos es de muerte, no es de bendición. Pero Pedro tenía la vida de esa letra; la vida de esa Palabra la tenía Pedro; y la vida de esa Palabra era: bautizando en el Nombre del Señor Jesucristo. Esa era la vida la revelación, la vida de esa la Palabra.
Entonces los que recibían la vida de esa Palabra, ¿qué pasaba? Entonces al recibir la vida de esa Palabra, entonces podían luego recibir el Espíritu de Dios. Y así pasa hoy en día.
Por lo tanto, estando nosotros en ese proceso, tenemos que ser personas sencillas y humildes, y estar rendidos al Señor para que Él nos santifique totalmente a través de las aguas de la Palabra, a través de la Sangre de la Palabra, a través de la enseñanza correcta de esa Palabra que fue crucificada.
Ella fue crucificada, pero ahora nos está limpiando, ¿ve? Su Sangre, la vida de esa Palabra, la correcta enseñanza de esa Palabra, de esa revelación que fue traída, nos está limpiando de todo dogma, credo, de toda idea denominacional, de toda cosa que sacamos de allá de las edades, que no era correcto, nos está limpiando de todo eso; de toda cosa que usted aprendió allá en su denominación donde estaba, de todas esas cosas incorrectas, de eso nos está limpiando. Nos está quitando toda cosa que no corresponde a este tiempo; porque el mensaje de una edad pasada tiene que ser quemado, y el mensaje de la dispensación que pasó tiene que ser quemado para entonces poder estar en el nuevo Mensaje.
Entonces estamos siendo purificados, purificados para la plenitud de Dios venir a nosotros.
Entonces lo que antecede a la plenitud es ¿qué? “Bautícese cada uno de nosotros en el nombre (¿de quién?) de Jesucristo”, el cual es el mismo ayer hoy y siempre, ¿ve?
Entonces ¿cómo se llama Jesucristo hoy? Él dice que tenía un Nombre nuevo, recibió el Nombre nuevo. Entonces hoy se llama de ¿qué? Del Nombre nuevo que Él recibió.
Entonces estamos siendo bautizados en ¿qué? En Su Nombre. ¿Y cómo estamos siendo bautizados? Siendo sumergidos en el agua de la Palabra, siendo enseñada; y cuando usted es metido en la enseñanza correcta de esa Palabra, usted está siendo bautizado; y cuando sale, entonces ¿qué pasa? Entonces usted va a recibir la plenitud del Espíritu Santo.
Vamos a pasar por aquí un poquito. Ya estoy terminando casi. Página 3 dice:
*“La señal es la prueba de que la Sangre ha sido aplicada, y que el precio requerido por Dios, Jesús lo pagó al derramar su propia Sangre. Él hizo eso. Luego de Su Vida vino el Espíritu Santo, y cuando la Sangre es aplicada a usted, luego el Espíritu Santo es la señal que el precio ha sido pagado.*
*Dios entonces lo ha recibido, y esa es la señal. Recuerden, esa es la señal”.*
¿Ve usted? La señal en la segunda dispensación era recibir ¿qué? El bautismo del Espíritu Santo, las primicias; pero primero tenía que la Sangre que Cristo derramó en la Cruz del Calvario ser aplicada y ser reconocida y santificar a la persona, y haber creído en Él. Y ahora que vamos a recibir la plenitud, entonces la Sangre de la Palabra, la vida de la Palabra tiene que ser aplicada. Entonces tiene que esa vida de la Palabra, esa Sangre de la Palabra limpiarnos a nosotros de todo pecado denominacional, todo dogma, credo, incredulidad de la Palabra, todas esas cosas para poder recibir la plenitud de Dios.
Porque ya en cuanto al pecado humano, ya fuimos limpiados con el primer sacrificio; ya fuimos limpiados en la Cruz del Calvario de todo pecado humano. Pero ahora, de todos los pecados denominacionales: dogmas, credos y tradiciones, para eso fue hecho y para eso ocurrió la segunda crucifixión; y ahora estamos siendo purificados, siendo preparados para la plenitud de Dios venir a nosotros.
Y eso ocurre ¿cuándo? En este Tiempo de Jubileo en el cual nosotros estamos viviendo.
Por lo tanto, estemos preparados, estemos listos, porque seguida que somos purificados de toda cosa que no es la Palabra, entonces cuando estemos listos y seamos la Palabra ciento por ciento, la Palabra en nosotros ciento por ciento, o sea, la enseñanza correcta de todo lo que fue revelado, la tengamos ciento por ciento, entonces el Espíritu de Dios viene en toda Su plenitud. Pero primero tiene que venir la Palabra siendo enseñada y siendo recibida; y después de usted recibe la señal en forma de enseñanza, en forma de Palabra, entonces después viene en forma de Espíritu. ¿Ve usted?
Este es un tiempo muy glorioso, muy importante para todos nosotros, en el cual nosotros tenemos que tener mucho cuidado, porque Dios está haciendo una Obra muy gloriosa; y muchos pueden (como dice el hermano Branham), muchos pueden llegar a la justificación y no recibir el bautismo del Espíritu Santo. Muchos pueden llegar a la etapa de santificación, pero no llegar al bautismo del Espíritu Santo.
Nosotros estamos en la etapa de santificación, ¿ve? Por lo tanto, tenemos que ser completamente santificados, para entonces entrar a la etapa de la plenitud de Dios viniendo en nosotros, que es el bautismo pleno del Espíritu Santo en nosotros; porque lo primero que recibimos fueron las primicias, como lo recibió San Pedro, San Pablo y los 120, ya eso nosotros lo recibimos; pero ahora nos falta ¿qué? La plenitud, que es otro bautismo: el bautismo pleno del Espíritu Santo, o sea, la doble porción; ya tenemos una porción, nos falta la otra. ¿Ve usted?
Entonces estamos en esa etapa gloriosa en la cual el diablo trataría de hacer que todo el mundo se quedará en justificación. “Si, creo en la Palabra hecha carne, está bien, más nada”. Pero hay que ser limpiados, lavados y purificados con la Sangre de esa Palabra, con la vida de esa Palabra con la enseñanza correcta de esa Palabra, ¿ve? Para que se ha quitado todo lo que no es y quede lo que es; todo lo que no agrada al Señor sea quitado y lo que agrada al Señor sea lo que esté en nosotros. Y entonces… ¿usted cree que si Él está agradado no va a entrar en nosotros? ¡Claro que entrará! ¿Ve usted?
Entonces, sabiendo que estamos en esta etapa, en este tiempo, tenemos que darle gracias al Señor por haber sido bautizados en las aguas de la Palabra, creyendo en la Palabra hecha carne, y siendo bautizados ¿para qué? Para el perdón de nuestros pecados, de dogmas, credos y tradiciones, pecados de incredulidad, pecados de tradición, todos esos pecados los cuales cometimos en las edades de la Iglesia.
Ahora, se nos ha pasado el tiempo. Es que este tema es muy grande, muy profundo; y de lo que tenía para hablar que el Señor me dio anoche, hemos preparado solamente el terreno.
Vamos a ver en este mensajito… ¿cuántos tienen este mensaje? Yo creo que todos lo tengan, porque ese mensaje pues hace tiempo que vino, y los que tienen el libro número 1, ahí a lo mejor está también este mensaje; ya el libro montado, ahí debe estar. Vamos a hacer una cosa: vamos durante la semana… es un mensaje cortitito. Vamos a leerlo este mensaje durante la semana, ustedes en sus hogares, porque este mensaje, a pesar de ser tan cortito, en este mensaje… fíjese, se titula *Sobre Las Alas De Una Blanca Paloma*; el hermano Branham el título este mensaje de esa manera, porque está relacionado con la sanidad que él recibió de la enfermedad que él tuvo por tantos y tantos años.
Entonces él estuvo por unos 40 años, estuvo enfermo (o 40 y pico), estuvo enfermo, y en el año 1965 fue que él quedó sano, cuando él vio la séptima palomita. Entonces sobre las alas de una blanca paloma venía el mensaje de sanidad divina para Él. ¿Ve usted?
Entonces, léase ese mensaje en sus hogares, porque vamos a entrar en este mensaje y vamos a ver lo que Dios tiene escondido en este mensaje. Hay algo ahí.
Esto de esta mañana ha sido una introducción, una preparación, para entrar a esto, lo cual vamos a ver con detenimiento; no vamos a tener prisa, ya no vamos a entrar hoy en esto, porque nos tomaría bastante tiempo. Tiene que ver con jubileo este mensaje; por lo tanto, vamos a tomarlo durante la semana, márquelo todo lo que pueda.
Usted lo que va a hacer es leer, para que cuando estemos predicando, sepa de lo que estamos hablando y de que usted ya lo leyó; de que yo lo tenga que estar buscando por acá donde dice eso, que si tengo que citar algo sin tener que buscar por acá, citarlo de memoria, ya usted diga: “Ya lo leí, y está es en tal página, por ahí, por ahí, sí eso es verdad, yo lo leí”, ¿ve? Porque es que esto es maravilloso, es algo glorioso lo que hay aquí en este mensajito tan sencillo como usted lo ve.
Ya usted va a ver lo que hay. Ahí tiene que ver con lo que hemos hablado en esta mañana; no se ponga a darle cabeza a tratar de descubrir lo que es, sino léalo, léalo, para que usted lo conozca bien, conozca la letra de ese mensaje, para en estos días conocer el significado de esa letra.
Yo anoche me gozaba con el Señor cuando Él… no sé ni cómo llegué yo a ese mensaje para ponerme a hojearlo, no sé cómo llegué a él, estaba buscando otras cosas y me tropecé ahí leyendo; y cuando me tropecé ahí con algunas cosas mientras leía, y quedó abierto delante de mí, entonces tuve que empezar a marcar y a marcar y a acomodar de otros sitios lo que se relaciona con este mensaje.
Así que va a ser algo bien sencillo, como ustedes han visto hoy que ha sido algo sencillo lo que el Señor nos ha permitido ver para nosotros. Así también es esto que vamos a tener en estos días; y estamos, estamos nosotros en espera, esperando la plenitud; y el Señor nos enseñará cómo estar listos para recibir la plenitud. Todo está en el Mensaje de la hora que está revelado.
Ahora Él nos enseñará a través de la enseñanza cómo estar preparados para recibir la plenitud. Yo creo que ya falta muy poco para recibirla.
Por lo tanto, estén con sus vidas consagradas, santificadas al Señor. Usted está siendo santificado en esta hora por la Sangre de la Palabra, por la vida de la Palabra, santificados por dentro, por fuera, su mente, todo su ser santificado por la Palabra. Por eso déjese santificar por la Palabra. Él está obrando en usted, la Palabra estaba obrando en usted, y cada vez que usted va a hacer algo fuera de lugar, esa Palabra, usted la recuerda, usted sabe: “Ah, pero aquí dice la Palabra así”, entonces usted actúa cómo debe de actuar, porque lo está santificando; le está quitando todo lo que no debe usted tener, para que usted solamente tenga y viva cómo debe vivir, de acuerdo a la Palabra de esta hora.
Así que, esté rendido a esa Palabra, para que esa Palabra lo santifique, para que esa Palabra lo prepare; porque es lo que lo prepara usted para recibir la plenitud.
Sea humilde, sea sencillo, esté lleno de amor. Sus hogares, póngalo de acuerdo a lo que usted sabe que Dios ha dicho a través de Su manifestación en carne del hermano Branham. Cuadre todo con la Palabra, vivan como deben de vivir, conforme a como usted sabe que Dios nos ha dicho por el hermano Branham. En sus hogares vivan y actúen como deben de actuar; estén preparados “santificaos” como dijo el Señor allá, porque mañana, mañana veremos la mano del Señor; en el mañana veremos la plenitud viniendo.
Por lo tanto, santifiquémonos todos en esta hora, cuadrándonos con la Palabra. No uno obligando a otro, sino, usted sabe lo que está esperando, y entonces usted sabe qué tiene que hacer, cómo prepararse a través de lo que Dios nos ha dicho para poder recibir lo que viene para los hijos de Dios.
Y todos ustedes quieren recibir lo que viene; y ya usted sabe cómo prepararse para lo que viene.
Así que aquí no obligamos a nadie a hacer esto de esta manera o de la otra, sino, está viniendo la enseñanza, y usted que ama el Señor y quiere recibir lo que viene, se rinde totalmente para que Él lo santifique por la Palabra. ¿Ve usted?
esté rendido al Señor en esta hora final en que estamos viviendo. Yo no deseo ni usted desea que venga la plenitud, y que cuando venga, usted no vaya a ser lleno. Usted desea ser lleno cuando llegue. Usted no desea esperar que… “Bueno, esto, yo… no importa que yo no soy del primer grupo que recibe la plenitud; después que yo vea un grupo o una persona que la haya recibido, después yo la recibiré”. Yo le voy a hacer una pregunta: ¿y qué, si los que la van a recibir la plenitud, todos la reciben a la vez y usted no la recibe entonces porque está esperando ser de otro grupo que la va a recibir después? ¿Ah? ¿Qué le parece eso?
Así que lo que uno tiene siempre que pensar es: “Yo estoy esperando la plenitud, y yo seré uno del grupo primero que la reciba. Porque estaré preparado para eso; no voy a estar descuidado, sino, arreglando mi vida, mi casa de acuerdo a la Palabra, a la enseñanza de esa Palabra revelada, para recibir la plenitud de Dios”.
No se tire para atrás, que si lo que viene, viene; lo que viene, viene para aquellos que están preparados. Para los descuidados, lo que viene, viene, y no lo verán, y no lo recibirán. Y es como ver un grupo recibiendo la plenitud y uno por no estar preparado, bueno… ¿Y cómo, y cómo me preparo? Eso es como las vírgenes fatuas viniendo a las prudentes a buscar aceite, a buscar ¿qué? A buscar la plenitud, a buscar el aceite del bautismo. “Yo quiero también recibir eso mismo (mm), quiero recibir la plenitud”. Ya es tarde; los que lo iban a recibir, ya la recibieron, ya recibieron del aceite, ya están listos para irse en el rapto; y el resto, de esta plenitud no se le puede dar a nadie.
Esto no es para darle, esto es para recibirlo. Y para recibirlo, cada uno individualmente tiene que estar preparado.
Bueno parece como que el Señor nos está abriendo la puerta para ver algunas otras cositas. ¿Ah? Cómo que van a venir a buscar aceite, a buscar la plenitud, y ya será muy tarde. Cuando la vean manifiesta en los que la van a recibir.
Así que cada uno esté preparado, cada uno esté rendido totalmente al Señor, para que Él le santifique.
Usted y yo, todos tenemos faltas, tenemos errores, cometemos faltas y errores, pero confiéselo al Señor, ríndase al Señor. “Señor, yo no quiero tener esto”. Entonces deje que esa Palabra, esa enseñanza se ha aplicado en su vida, y ríndase a esa Palabra para que se ha hecho en usted en su vida como dice esa enseñanza.
Así que, Dios nos bendiga en esta mañana, Dios nos guarde. Vamos a estar puestos en pie.
“LA EXPIACIÓN” es el tema de esta mañana o “EL AÑO DE LA EXPIACIÓN”, el año de la expiación, o sea, la edad de la expiación, la cual nosotros estamos viviendo, la cual es el Año del Jubileo el cual hemos entrado, la cual es esta Tercera Dispensación en la cual estamos: la Edad de la Palabra.
Vamos a cantar un corito y luego vamos a ser despedidos en oración (*Corito del Amén*). Es que nosotros estamos deseosos de estar allá; y depende de cómo nos portemos acá, depende de cómo dejemos que la Palabra obre en nosotros. No es usted, es la Palabra, la cual puede obrar en usted.
Vamos a cantar ese corito.
¡Gloria al Señor! ¿Está usted contento con la expiación nuestra? La expiación de la Palabra de esta hora, la cual fue crucificada, pero que ha resucitado, ¿la ha recibido usted? ¡Oh, bendito el Señor para siempre!
Esa Palabra nos has salvado de ¿qué? De la muerte denominacional. Nos ha resucitado en este tiempo final. Hemos resucitado con Cristo, la Palabra de esta hora final. Hemos resucitado del sepulcro denominacional, porque Él resucitó de ahí; de ahí salió Él y hemos salido nosotros también.
Vamos a inclinar nuestros rostros: Padre nuestro que estás en el Cielo, Dios Eterno, he aquí en esta mañana ante Tu presencia estamos. Te damos gracias por Tus bendiciones, oh, Dios eterno. Gracias por esta bendición de esta mañana, poder estar adorando y glorificando Tu Nombre Eterno y glorioso, y poder estar escuchando Tu Palabra gloriosa, oh, Señor. Gracias por este Mensaje titulado LA EXPIACIÓN o EL AÑO DE LA EXPIACIÓN.
Ahora Señor, ayúdanos para que esto que hemos oído, esté Señor hecho carne en nuestro interior; y que Señor, cada día que pase vayamos siendo Tu Palabra encarnada en un por mayor, hasta que por fin llegamos al ciento por ciento de la Palabra correspondiente para esta hora encarnada nuestras almas.
Señor deseamos recibir Tu plenitud, el bautismo de Tu Santo Espíritu en plenitud. Ya recibimos las primicias, pero queremos también la doble porción, Señor. Preparamos en esta hora por Tu Palabra, santifícanos por la Sangre de Tu Palabra siendo enseñada, siendo aplicada; y Señor, sigue obrando en nosotros.
Ahora, ve con cada uno de nosotros Señor, y cuídanos de todos los peligros del camino, oh, Dios Eterno… \[corte de audio\].
**“EL DÍA DE LA EXPIACIÓN”.**