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|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| La señal del Mesías | 1975-01-26 | 1 | Ponce | PR | 00:00:00 | false |
San Lucas 1:27-43
"Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer.
La mujer samaritana le dijo:¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.
Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.
La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?
¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?
Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
Jesús le dijo: Vé, llama a tu marido, y ven acá.
Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.
Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.
Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Le dijo la mujer : Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.
Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.
En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella?
Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?
Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.
Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come.
El les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis.
Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer?
Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. ¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.
Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega.
Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega.
Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.
Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho.
Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días.
Y creyeron muchos más por la palabra de él,
y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.
Dos días después, salió de allí y fue a Galilea."
Vamos a orar en esta mañana:
Padre nuestro que estás en el Cielo, Dios eterno, he aquí venimos a Ti en esta mañana y te damos gracias por Tus bendiciones, Señor. Gracias por esta bendición de poder estar aquí en esta mañana adorando y glorificando Tu Nombre glorioso; y Padre celestial, gracias porque podemos adorarte y glorificarte a Ti en espíritu y verdad en esta mañana. Y ahora, Señor, he aquí estamos deseosos de oírte a Ti hablar en esta mañana a nuestros corazones, Te rogamos hables a nuestros corazones, unge nuestros oídos para oír, y nuestros corazones para recibir Tu Palabra.
Padre, en Tus manos estamos todos; habla a Tu pueblo en esta mañana, Padre celestial, lo que necesitamos oír en esta mañana. Padre, te lo pido en el Nombre eterno tuyo. Amén, amén.
En esta mañana vamos a ponerle un tema sencillo al mensaje de esta mañana, vamos a ponerle como tema: "LA SEÑAL DEL MESÍAS."
Como hemos leído en esta mañana, hemos visto que el Señor Jesucristo caminó por toda Palestina; y caminando por toda Palestina, estuvo haciendo la señal del Mesías en todo Palestina, la estuvo haciendo frente a las multitudes que se congregaban para oírle, la estuvo haciendo individualmente con muchas personas; y cada vez que el Señor hacía la señal del Mesías, muy pocos creían, la mayoría, cuando veían la señal del Mesías manifestada, lo que decían era: "¡Este es Beelzebú, este es un samaritano y tiene demonios, este es un adivino!"
Entonces vemos que en una ocasión, aquellos líderes religiosos, cuando vieron la señal del Mesías manifiesta, comenzaron a hablar en contra, en contra de lo que ellos estaban viendo, y el Señor les dijo a ellos: "Toda blasfemia, toda cosa que hablaren en contra del Hijo del Hombre, les será perdonada; pero toda blasfemia en contra del Espíritu Santo, no les será perdonada, ni en este siglo ni en el venidero." [San Mateo 12:31-32].
¿Cuándo fue que el Señor les llamó la atención en cuanto a esto? Cuando ellos vieron la señal del Mesías manifiesta delante de ellos, y comenzaron a decir, a hablar en contra de esa señal, señalando que aquello era el diablo, que aquello era Beelzebú, que aquello era más bien o telepatía, o era adivinación, o cualquier cosa.
La señal del Mesías es revelar los secretos de los corazones de la gente, porque el Mesías no es otra cosa sino la Palabra encarnada. "Y en el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios, y la Palabra era Dios; y la Palabra se hizo carne." San Juan, capítulo 1. Entonces, Hebreos *4:12 nos dice:
"Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón."
La Palabra discierne los pensamientos y las intenciones del corazón humano; y sí la Palabra se encarna en alguna persona, esa Palabra encarnada es el Mesías; porque el Mesías siempre es Dios manifestado en carne humana. Recuerde: el Mesías siempre es Dios hecho hombre, hecho carne; y si la Palabra que discierne las intenciones y los pensamientos del corazón está en un hombre en su plenitud, entonces esa Palabra que está dentro de ese hombre puede discernir los pensamientos y las intenciones del corazón de la gente.
Por eso el Señor podía discernir los pensamientos y las intenciones del corazón de las gentes: porque Él era la Palabra en carne humana.
Ahora, fíjese, el Señor, encontramos que en una ocasión le preguntaron al Señor, aquellos fariseos y saduceos le preguntaron al Señor, le dijeron: "Mira, si tú eres el Mesías dínoslo ya, dínoslo ya y no nos confundas más, todo el pueblo está confundido, los religiosos también; habla claramente, dílo, si tú eres dílo."
Fíjese, la gente siempre actúa de la misma manera; la gente viene y quiere saber, y quiere que el que habla, que hable claramente, pero si habla claramente, después lo rechazan. "Sí tú eres, dínoslo ya; queremos saber si eres o no eres, porque los rumores que hay es que disque tú eres el Mesías, dicen unos, y otros dicen que no; si eres, tú mismo habla claro y dílo." El Señor les dijo: "¿Qué? ¡Si ya se lo es dicho y no habéis creído! ¿Cuántas veces les he dicho yo eso, y no habéis creído?"
Y comenzó a hablarles ciertas cosas, y entonces cuando habló claro dice que tomaron piedras para apedrearlo, ¿por qué? Porque siendo hombre se hacía Dios; y no era de esa manera, era que siendo Dios se había hecho hombre.
Muchas veces cuando la gente ven la Palabra encarnada, creen que es el hombre que se está haciendo Dios, y no es así; es que la Palabra, que es Dios, se encarnó en un hombre, entonces la Palabra, Dios, se hizo hombre. Entonces, si habla en forma parabólica, la gente se hacen los que no entienden, y si habla claro, la gente lo rechazan.
Bueno, siempre en cualquier forma que sea hablado, el que va a rechazar rechazará siempre, el incrédulo nunca puede creer, aunque se lo muestren claramente; por eso también, en una ocasión, el Señor estaba por cierto lugar y vinieron a Él, después del Señor haber hecho tantas señales y milagros, haber partido los panes y los peces, y haberlos multiplicado, después le dicen al Señor:
-"¿Qué señal tú haces para creamos en ti? ¡Haznos una señal!"
¿Qué señal sería la que ellos querían que el Señor hiciera? El Señor les dijo: "Esta generación mala y adulterina, señal pide, más señal no le será dada, sino la señal de Jonás; como estuvo Jonás tres días y tres noches en el vientre de la ballena así el Hijo del Hombre estará tres días y tres noches en el corazón de la Tierra." [San Mateo 12:39-40].
Bueno, fíjese en esto ahora: Dios no tiene que complacer el gusto de nadie; Dios no es un payaso para payasear delante de usted, cuando usted le dice: "¡Haz esto!" Enseguida hacerlo. "¡Haz esto, yo creo en ti, haz esto y yo creo en ti."
¡No! Él ya tiene en Su Palabra ordenado, establecido, las cosas que Él hará cuando se manifieste, y Él no hará nada más que lo que está establecido que Él hará; y usted o cree cuando Él hace lo que Él prometió que haría o no cree; pero Dios no va a complacer a nadie. Usted cree si es creyente, y usted no cree si no es creyente, un incrédulo nunca puede creer.
Siempre que una persona trata de que Dios le complazca, y que haga las cosas como él quiere, y que le muestre, le enseñe tal y tal cosa para creer, tenga cuidado: esas no son actuaciones de creyentes; y si usted es un creyente y está con esas malas costumbres, echélas a un lado, porque le hacen daño. Usted sométase al plan de Dios, y crea las cosas como están establecidas en la Palabra de Dios, y no esté esperando que el Señor haga algo diferente a lo que Él prometió para complacerlo a usted.
Usted busque la Palabra, vea lo que la Palabra prometió que sería hecho, y crea cuando Dios haga eso que está prometido, no esté buscando que Dios le busque la vuelta a usted. No, mejor busquéle usted la vuelta a Dios, y la única vuelta que Dios tiene es la de la Palabra. ¡Busque a Dios en la Palabra, y lo encontrará! ¿Usted quiere ver a Dios manifestado? En todos los tiempos Dios ha estado manifestado. ¿Y cómo lo podrá conocer? Por la Palabra, porque Él cuando se manifiesta hará solamente lo que Él dice en Su Palabra; Él no hará otra cosa.
Entonces, vemos que el Señor había hecho las señales que estaba llamado a hacer, pero cuando le vinieron a exigir otras señales, u otra señal más, la cual no estaba establecida que Él debía hacer, Él no la hizo, y le dijo que no sería hecha, sino que la única que faltaba por serle dada sería la señal de Jonás. ¿Por qué? Porque esa señal estaba ahí en la Biblia.
El Señor decía: "Que Él no hacía nada sino lo que veía del Padre hacer." Así que, Dios no hace nada a menos que sea lo que Él ha establecido en Su plan; si Él ha establecido en Su plan que solamente diez señales serían hechas en este siglo, solamente diez señales serían hechas; y usted querer una señal número once para usted creer, Dios no la va a complacer a usted.
Entonces, cuando usted está buscando algo que Dios no ha prometido que Él va hacer, o una señal o algo, si usted insiste en buscarla, como Dios no la da, entonces esa que usted quiere el diablo la va a dar o va a haber una perversión; y entonces cuando usted vea eso que usted quiere, lo va a ver del otro lado, y lo va a seguir, y va a ver esa señal que usted quiere ver, ¿dónde? En medio de los falsos ungidos, en medio de una perversión del diablo; y entonces como usted lo que quería era ver eso, y para creer no importa lo que hubiera que creer, entonces usted cree cualquier cosa porque vio una señal que usted quería.
¿No es así que todas las religiones están enredadas? ¿No es así que la gente se enreda buscando señales? No podemos estar buscando señales sino reconociendo las que están en la Biblia que serían hechas, y reconocer a Dios en este tiempo en que estamos viviendo.
Ahora, fíjese, muchas personas dicen: "Bueno, tengo tal o tal enfermedad, o tal o tal cosa, yo voy a ir allá; si yo me sano, pues esos tienen la verdad, o yo voy a ir allá, si aquel predicador ora por mí y me sano, ese tiene la verdad." Y siguiendo ese ritmo, hay miles y millones de personas engañadas.
Y ahora, yo no sé si ustedes han leído que en Puerto Rico en estos días, se estaría llevando a cabo una conferencia de esas carismáticas, donde los católicos también están hablando lenguas y están sanando enfermos. ¿Y ahora qué? No son los pentecostales solamente. Y ahora los que buscan señales, ahí tienen más señales, ¿por qué? Porque este es el tiempo en que muchas señales serían manifiestas para que todo aquel que no ha creído a la verdad, crea a la mentira y sea condenado; sí, a la verdad le siguen señales, pero las señales establecidas en la Biblia, no señales que no están establecidas en la Biblia, sino las de la Biblia.
Y las señales... si usted supiera cuál es el propósito de las señales, las señales: sanidad divina y todas estas cosas; es lo mismo que los pescadores hacen cuando van a pescar, que le ponen una carnada al anzuelo, lo tiran porque ellos están interesados en ese pececito que está ahí porque ellos lo necesitan.
Y nosotros como hijos de Dios, somos peces del Señor, pero no solamente podemos ser peces sino tenemos que ser pescados; y cuando Él tira el anzuelo (ustedes han leído en los mensajes del hermano Branham), cómo el Señor le mostró toda la forma en lo espiritual de Dios pescar a Sus hijos. ¡Pescarlos! ¡Sacarlos! Del mundo, sacarlos de todo sistema religioso, de toda cosa, sacarlos y traerlos a la Palabra, al lugar que les corresponde. Entonces, el profeta recibió la lección de cómo es que se hace este trabajo.
La sanidad divina, y todas estas señales, es la carnada para atraer la atención de los hijos de Dios, para que sean agarrados por la Palabra de Dios, porque después que un pecesito pica la carnada, y la agarra bien y se la traga, ¿qué pasa? Se encuentra con que el anzuelo, lo agarró, y no se puede zafar, entonces es llevado, ¿a dónde? A la casa, a la casa donde tiene que ir. Y así también son los hijos de Dios; los hijos de Dios han estado en este mar, en este mundo, aquí nadando por acá y por allá, pero llegó el tiempo del Señor pescar todos Sus hijos para llevarlos a Su hogar, a Su casa, donde hay una fiesta para ellos.
Entonces, fíjese: cuando Dios fue a crear los Cielos y la Tierra, ¿con qué los creó? Con la Palabra, habló la Palabra y fueron creadas las cosas; y si Dios viene a buscar a Sus hijos para llevárselos a su hogar, ¿con qué viene a buscarlos? ¿Con qué viene a tomarlos y a llevarlos? Con la Palabra, porque todas las cosas por la Palabra fueron hechas, y Dios no hace nada a menos que sea por Su Palabra.
Entonces, vemos que cuando llega el momento del Señor buscar a Sus hijos, Él viene y al anzuelo, al anzuelo le pone la carnada, que son las señales, los milagros; entonces es tirado... Pero recuerde que el que tira ese anzuelo es el mismo Señor a través de alguien; entonces, cuando lo tira, los que son hijos de Dios, enseguida corren para ver lo que se está moviendo, y el que es hijo lo agarra y se lo traga; pero entonces, ¿qué pasa? Se queda enganchado en el anzuelo que es la Palabra, y ya no le interesa la carnada, sino que ahora se quedó agarrado con el anzuelo. Entonces el Señor viene, lo toma y le dice: "Tú eres un hijo mío, y de esta manera fue que yo te tuve que sacar de allá, de donde estabas para traerte a mi casa, a mi embarcación."
Ahora, fíjese, el Señor obra de esa manera.
Ahora, sabemos también que hay muchos imitadores, y cuando ven y conocen la forma de pescar, vienen también y le ponen su carnada a su clase de anzuelo allá, para pescarlos con palabra pervertida; entonces, le ponen la carnada que son las señales también, y al ponerle la carnada muchos vienen y pican, y son agarrados en una cosa que no es lo correcto.
Ahora, en este tiempo es un tiempo de recogimiento, es un tiempo que todo ser humano está siendo recogido espiritualmente, entonces, usted o es de un lado, o es de otro.
Y recuerde que solamente usted encuentra que hay tres clases de creyentes, en esta Tierra hay solamente tres clases de creyentes, número uno: los creyentes verdaderos, esos solamente reciben y se agarran bien de la Palabra de Dios; también están los creyentes manufacturados, esos son los creyentes intelectuales, y esos creyentes en cualquier momento pueden ser confundidos, pueden ser engañados por causa de que ellos no saben diferenciar, no conocen bien la Palabra en lo espiritual, o sea, no la conocen por revelación, sino por el intelecto. Al conocerla por el intelecto, entonces puede venir cualquier persona, cualquier predicador con su intelecto desarrollado más que el de esa persona, y puede, por el intelecto desviarlo, confundirlo, convencerlo de cualquier cosa que no es lo correcto. Por eso el cristiano intelectual, es un cristiano que corre mucho peligro, es un cristiano que en cualquier momento puede ser engañado si no se cuida.
El cristiano intelectual está tipificado en las vírgenes fatuas; el cristiano verdadero, genuino está tipificado en las vírgenes prudentes, pero ambos son vírgenes. Ambos son del mismo material, la única diferencia que hay es que unos tienen la revelación del mensaje aquí, en la cabeza, y otros la tienen acá. Entonces, cuando usted tiene el mensaje en la cabeza, usted lo que tiene es un conocimiento intelectual del mensaje, y eso lo único que produce es cristianos intelectuales, o sea, vírgenes fatuas.
Entonces, también la predicación intelectual de la Palabra de Dios lo único que produce son cristianos intelectuales, o sea, vírgenes fatuas; pero está el grupo escogido, el grupo predestinado, el grupo de creyentes verdaderos, lo cuales lo que tienen es revelación de Dios en el alma, en el corazón, y ellos mientras la revelación espiritual de la Palabra, mientras no es predicada, cualquier persona, cualquier predicador intelectual, puede algunas veces confundirlos un poquito, puede algunas veces hacerlos mirar hacia esa predicación intelectual, y pueden seguir esa predicación intelectual; esa Palabra, en lo intelectual siendo la misma Palabra de Dios, en lo intelectual mientras, mientras llegue el momento en que aparezca la Palabra siendo traída en revelación de lo alto.
Ahora, siempre el verdadero creyente tiene que seguir la Palabra, si no está la Palabra por revelación pues tiene que seguirla en lo intelectual, en lo que llega la revelación, pero siempre estará esperando algo, siempre sabrá que hay algo más, además de lo que puede oír en lo intelectual, y de lo que puede percibir en lo intelectual; él sabrá que hay algo más, él sabrá que hay un significado espiritual ahí en la Palabra, el cual él algún día sabrá. Y él estará esperando siempre eso y cuando lo halle, es como dice el profeta: cuando los chinos llegaron a los Estados Unidos, ellos no sabían inglés, y entonces los chinos, unos de los trabajos principales de ellos (en los Estados Unidos) ha sido las lavanderías, o sea, los "Laundry."
Y ellos como no sabían inglés, no podían preparar sus libretas y todas esas cosas que requiere una lavandería, entonces ellos empezando allá, en los Estados Unidos, lo que hacían era que tenían papelitos; supongamos que tenían un papelito así, o más pequeño, entonces cuando la gente traía las ropas, ellos tomaban la ropa, le hacían así (lo picaban), y le decían: "Aquí está su ticket, aquí está su contraseña de que usted tiene la ropa aquí; tenga, cuando venga a buscar la ropa lo trae, y entonces lo confrontamos con este otro cántico que tenemos nosotros acá, y si une, ése es el suyo."
Bueno, así también es lo espiritual. Fíjese: el Señor es la Palabra, el Mensaje de la hora es la Palabra, el Mensajero de la hora es la Palabra, pero la simiente de Dios, los escogidos también son la Palabra; al usted ser la Palabra, usted tiene, ¡la otra mitad! Y al tener la otra mitad, tenerla ahí en el corazón, cuando aparece algo, usted viene, lo junta y lo chequea: "¡Ah, sí! ¡Esto es eso mismo!"
Ahora, vemos que el que no tiene contraseña ya para chequear, pues tiene que aceptar cualquier cosa, pero el que sí tiene, bueno, no acepta cualquier cosa sino que él recibe lo que es correcto.
Ahora, vemos también que está el otro grupo que es el grupo de los incrédulos, el grupo de los incrédulos no creerán nada, por más señales que vean ellos no pueden creer, ellos solamente siguen cualquier cosa que Dios hace, lo siguen como curiosos, porque ellos pues desean ver y son como la gente dice: "Ver para creer." Pero cuando ven, como no tienen la simiente ahí, pues no pueden creer, por más que vean no pueden creer; y por eso fue que aquella gente que le pedían señales al Señor, por más que vieran no podían creer, vieron muchísimas cosas y mientras más veían, más mal hablaban acerca del Señor.
Por eso, lo más importante para los hijos de Dios es la Palabra.
Ahora, hablando acerca de la Señal mesiánica o la Señal del Mesías, el Mesías ya sabemos que es Dios hecho carne, la Palabra hecha carne, la Palabra en toda Su plenitud dentro de un hombre, cuando la Palabra se mete dentro de un hombre, esa Palabra dentro de ese hombre es el Mesías; entonces, cuando es manifestado sobre la Tierra, el Mesías está sobre la Tierra en carne humana, porque el Mesías es el Ungido; la Palabra ungida para ese tiempo es el Mesías.
Ahora, la señal que la Palabra ungida, que la Palabra encarnada, la señal que Él da, y que lo identifica como el Mesías, es el discernir los secretos del corazón de la gente. Por eso el Señor podía decirle a Pedro: "Tú eres Simón, hijo de Jonás." [San Juan 1:40-42]. Le dijo cómo se llamaba él, y le dijo cómo se llamaba su papá que había muerto hacia tiempo; también a Natanael le dijo: "Cuando tú estabas debajo de la higuera yo te vi." [San Juan 1:43-51]. ¿Ve? Porque Él era la Palabra y Natanael estaba allá conforme al profeta. Natanael allá estaba orando debajo de la higuera, él estaba orando y estaba orando por la Venida del Mesías, él estaba esperando al Mesías.
También encontramos a la mujer Samaritana, cuando el Señor estuvo hablando con ella, y el Señor entonces, cuando ella quiere tomar de esa Agua de Vida Eterna, el Señor le dice [San Juan 4:5-42]: **"Ve, y busca a tu marido." Ella le dice: **"No tengo marido." **Él dice: "Bien has dicho, has dicho la verdad, porque cinco maridos has tenido y el que ahora tienes (el número seis), no es tu marido." Cuando ella escucha eso, ella le dice: **"Señor, pareceme que eres profeta." Ella sabía que esa era una señal de profeta, entonces ella sabiendo que esa era una señal de profeta, ella también aunque estaba en esa condición triste, ella estaba esperando la Venida del Mesías, y por eso enseguida, cuando ve esa señal manifiesta dice: "Pareceme que eres profeta."
-"Nosotros sabemos que cuando el Mesías venga, el Mesías ha de venir y sabemos que cuando él venga, él nos declarará todas las cosas."
Eso mismo que estaba haciendo el Señor declarándole todas las cosas de ella, le estaba declarando que había tenido cinco maridos, y que el que ahora tenía no era el de ella; sabemos que cuando el Mesías venga nos va a declarar todas las cosas. En palabras acá, entre nosotros: "Pareceme que tú eres profeta, porque eso de decirme todas estas cosas de mi vida pasada, eso es una señal de profeta, y nosotros sabemos que el Mesías va a venir, y yo estoy esperando el Mesías, y sé que cuando el Mesías venga, una de las cosas que él va hacer es revelarnos los secretos de los corazones, y cuando él lo haga, ése será Él; y cuando un hombre lo haga así como tú lo estás haciendo conmigo, ese será el Mesías."
El Señor le dice: "Yo soy, que hablo contigo." Ella reconoció la señal mesiánica, que es revelar los secretos del corazón de la gente, y cuando ella le reconoció, el Señor le dijo: "Bien has dicho, estás en lo correcto porque yo soy el Mesías."
Cuando una persona puede identificar al Mesías por la señal Mesiánica, entonces el Señor le dice: "Sí, yo soy, que hablo contigo."
Ahora, sin embargo, los líderes religiosos de aquel tiempo, no pudieron identificarlo a Él cuando hizo esa señal también delante de ellos, más bien la identificación que ellos daban de Él que era beelzebú que era samaritano que era un loco, que era un adivino y cosas así, cuando era más bien la Palabra discerniendo los pensamientos y la intenciones del corazón.
¿Recuerdan ustedes aquella ocasión cuando el Señor está hablando con ellos y ellos con el Señor? Y el Señor les dice *[San Juan 8:34-59]: "Ustedes quieren apedrearme, no hizo esto Abraham." Ellos le dijeron al Señor: "Tú tienes demonios, porque nosotros no te queremos apedrear a ti." El Señor estaba leyéndoles el corazón a ellos, la intención que había en el corazón. ¿Ve usted? Ellos negaron que esa era la intención de su corazón, pero el Señor les dijo que sí, que esa era la intención del corazón de ellos.
Ahora, vemos que ellos no pudieron rendirse ni humillarse delante de la presencia del Señor al ver la señal mesiánica, la señal del Mesías, manifiesta en medio de ellos, sino que se pusieron a hablar mal, en contra de esa señal.
Y ahora, encontramos que muy pocos la reconocieron, y aceptaron que aquel hombrecito era el Mesías.
Fíjese la gente de aquel tiempo, los líderes estaban esperando que el Mesías fuese un hombre grande, un hombre importante, un teólogo, una persona que supiese mucho, pero cuando vino aquél joven de unos ... cuando apareció ese joven de unos treinta años de edad predicando... "¿De dónde tiene esta sabiduría? Con nosotros no ha estudiado, no ha ido al seminario nuestro. ¿De dónde tiene éste esta sabiduría? ¿Y no son sus padres José y María y sus hermanos Jacobo y Juan, y todo esto; y no están ellos con nosotros también?" Ellos conocían su familia según ellos, pero ellos no sabían ni reconocían que aquél era Dios en carne humana, ellos no reconocían que aquél cuerpo que ellos estaban viendo no había venido por el sexo, sino que había venido por creación divina; ni María ni José tuvieron nada que ver con el asunto.
Entonces, vemos que muy pocos reconocieron la señal del Mesías.
El profeta dice: "Que un por ciento muy pequeño sobre la Tierra supo que el Mesías estaba sobre la Tierra." Y aún en Palestina, un por ciento muy pequeño supo que el Mesías estaba sobre la Tierra. Encontramos (póngale como dos millones o tres que hubieron en Palestina en aquellos días), que de aquellos dos o tres millones que hubieron en aquellos días, ¡solamente ciento veinte reconocieron firmemente que aquél era el Mesías! Solamente ciento veinte personas los cuales fueron al Aposento Alto, solamente ellos supieron que el Mesías estaba sobre la Tierra.
Las religiones no lo supieron aunque lo vieron; las gentes que esperaban al Mesías, pero lo esperaban conforme a la interpretación religiosa de aquel tiempo, no supieron que el Mesías estaba allí; y cuando el Mesías estuvo allí, y lo vieron, más bien dijeron que aquel hombrecito, de unas ciento treinta o una ciento treinta y cinco libras, con cinco pies, cinco pulgadas como dice el profeta; lo que vieron en él no fue el Mesías, porque lo miraron a través de la interpretación intelectual que los líderes religiosos de aquel tiempo le habían dado a la Palabra de Dios; y como lo miraron con los ojos de los líderes religiosos no lo vieron, y vieron solamente lo que vieron los líderes religiosos: vieron a un hombre que más bien parecía un loco, un samaritano, un cualquiera menos el Mesías.
Entonces, como no podían decir que no eran hechos los milagros (los milagros que habían sido hechos), entonces le achacaban aquellos milagros y aquellas señales, se las achacaban al diablo en vez de reconocer que era Dios el que estaba haciendo aquellas cosas.
Entonces, vemos que es muy importante reconocer la señal del Mesías cada vez que es efectuada, porque cuando esa señal es efectuada, el Mesías está sobre la Tierra, cuando esa señal es efectuada y es vista a través de muchas ocasiones sin fallar, entonces Dios está en ese cuerpo de carne y sangre a través del cual está siendo hecha esa señal.
Ahora, recuerde que una cosa es tratar de adivinar y otra cosa es revelar los secretos del corazón de las gentes; una cosa es la Palabra en Su plenitud discerniendo los pensamientos de los corazones de la gente, y otra cosa es el don de discernimiento.
Ahora, vemos que muchos predicadores y evangelistas tienen diferentes dones, tienen el don de sanidad divina, y por eso pueden hacer las señales que hacen, los milagros que hacen; también algunos tienen discernimiento y a través de un don de discernimiento, pueden en muchas ocasiones decir ciertas cosas, pero nunca podrán estar ciento por ciento, en todas las ocasiones, revelando las intenciones de los corazones de las gentes. Eso solamente la Palabra en Su plenitud puede hacerlo.
Por eso cualquiera que se levante discerniendo y no tenga la Palabra en su plenitud, en alguna cosa falla; pero el Señor como era la Palabra en Su plenitud no falló en ningún momento. Y el profeta de la hora como era la Palabra en Su plenitud no falló en ningún momento; y el profeta dice (a un predicador que le dijo, un predicador que discernía a través del don de discernimiento), vino donde del hermano Branham y le dice: "Mire hermano Branham, yo he fallado en esto (o sea, el discernimiento), mientras he estado discerniendo me he dado cuenta que he fallado en algunas ocasiones." O sea, en algunas ocasiones cosas que dijo, tal o cual cosa, o de tal persona, o su nombre es tal. Como ha pasado que en muchas ocasiones que ustedes lo han visto en muchos predicadores...
-"O tiene tal o cual cosa, en algunas ocasiones." Ese predicador fue sincero con el hermano Branham y le dijo: "Y he descubierto que he fallado, el don me ha fallado en algunas ocasiones." O sea que realmente no ha revelado lo que es; entonces le dice... y más bien, que él había visto en el hermano Branham, el don en operación y que no fallaba, ¿y por qué en él había fallado?
Bueno, lo que pasa la Palabra, entonces al estar la Palabra, la Palabra no puede fallar, la Palabra es inmutable, y como no puede fallar, todo lo que él ha dicho era correcto, y el mismo hermano Branham le dice: "Si le falló una vez, no lo vuelva a usar."
¡Qué consejito para los predicadores que dicen o creen que tienen discernimiento! O que se ponen a discernir y que cada vez ven que falla, y vienen y empiezan a discernir, y a decir: "Usted se llama Fulano de tal, se llama María y resulta que se llama Juana, o tiene dolor de cabeza, puede ser que lo que tenga, es dolor en un brazo, o puede ser que no tenga nada." Pero si son sinceros no estarían con la *listeza de decir: "Bueno, es que lo va a tener, o eso es para otra próxima ocasión; no, sino que hay que ser sinceros delante de la Palabra del Señor, y reconocer la posición, cada cual la posición que le ha tocado en esta hora.
Ahora, hemos visto también en el profeta, hemos visto la señal mesiánica, hemos visto la señal del Mesías manifestada en este tiempo en carne humana, porque así estaba prometido que sería en este tiempo, Lucas 17:30, dice: "Como fue en los días de Lot, así será el día en que el Hijo del Hombre se manifestará."
¿Quién es el Hijo del Hombre? El Hijo del Hombre es la Palabra, es Cristo, es Dios. ¿Y cómo se manifestó en los días de Lot? Pues en los días de Lot se manifestó en carne humana, apareciéndole a Abraham, y dos Ángeles fueron allá, adonde estaba Lot, aquél que estuvo con Abraham; Abraham lo llamó Elohím, le llamó mi Señor, pero aquellos dos que estuvieron con Lot, aquellos dos fueron dos Ángeles, o sea Arcángeles. Y así como Dios estuvo en carne humana en aquellos días con Abraham, en carne humana literal, carne literal, aquellos dos Ángeles, o Arcángeles también estuvieron en carne humana literal.
Esto fue hecho por creación, aquellos cuerpos fueron hechos por creación; el profeta lo explica de la siguiente manera, él dice que: "Dios vino y tomó del polvo, sopló he hizo un cuerpo para el Arcángel Gabriel, sopló he hizo otro para el Arcángel Miguel, y luego sopló he hizo otro para Él mismo, y se metieron en esos cuerpos, y siguieron caminando, y le aparecieron a Abraham, y comieron con Abraham y disfrutaron allí toda aquella fiestecita que Abraham les hizo; y Dios, a través de aquel cuerpo humano en el cual estaba, le discernió los pensamientos del corazón de Sara.
Abraham reconoció que aquél era Dios en carne humana, por eso le llamó Elohím; y luego aquellos otros dos Ángeles se fueron a Sodoma y Gomorra, aquellos eran Gabriel y Miguel, dos Arcángeles; fueron a Sodoma y Gomorra como Ángeles investigadores de juicio, y allí llevaron a cabo todo el trabajo que tenían que llevar a cabo.
Y en este tiempo, sería como fue en aquellos tiempos, entonces habrían tres mensajeros en este tiempo, tres mensajeros de carne y en uno de esos tres mensajeros, estaría Elohím, uno de los tres mensajeros sería Elohím, o sea, Dios en carne humana nuevamente, y sería conocido, ¿cuál de los tres sería Dios en carne humana nuevamente? ¿Cómo? Como fue conocido allá porque haría tal cosa, ¿qué fue lo que hizo allá? Discernió los pensamientos del corazón de Sara; y cuando Dios en carne humana estuviera en este tiempo manifestado, cuando el Hijo del Hombre se manifestase nuevamente, ¿cuál sería la señal que él daría? ¿Qué señal sería vista cada día en este tiempo? Discerniría el corazón de Sara. ¿Quién es Sara? Sara tipifica la Iglesia, discerniría el corazón de la Iglesia, de las gentes, de la Iglesia; le diría: "Usted se llama Fulano de tal, tiene tal o tal cosa." Así como dijo el Señor Jesucristo; y así como lo hizo Dios en carne humana, en los días de Abraham.
Ahora, luego de Abraham ver esa señal, luego de eso, ¿qué sucedió? Al poco tiempo, al poco tiempo Abraham y Sara, sus cuerpos, ¿fueron qué? Cambiados, ya ellos eran unos ancianitos, Sara tenía 89 años y Abraham tenía 99 años, unos viejitos ya, pero cuando ellos vieron esa señal manifiesta y sus nombres habían sido cambiados algunos días antes (el día antes), entonces, ¿qué sucedió? Sus cuerpos fueron transformados de viejos a jóvenes. Y cuando esto comenzó a suceder, Abraham y Sara se fueron a otro lugar. Fíjese: el cambio de nombre tuvo que venir, y ellos tuvieron que ver y reconocer que era Dios en carne humana para poder ser transformados; y tuvieron que tener un cambio de nombres ellos también, lo mismo que hemos estado viendo en este tiempo final.
Hemos visto a Dios en carne humana en nuestro tiempo, y todos aquellos que le han reconocido como Dios en carne humana, como el Hijo del Hombre manifestado en carne, porque el Hijo del Hombre no es otro sino Dios hecho carne, Dios en el profeta, entonces Dios apareciendo en esta Tierra como un profeta, o sea, Dios metido en un cuerpo humano, y entonces, ¿qué es lo que la gente ve? La gente ven un profeta, pero es el Hijo del Hombre Dios dentro de ese cuerpo humano, entonces siempre la manifestación de Dios en carne humana, cuando lo hace es conocido con el nombre de Hijo de Hombre.
Ahora, vemos que esta señal ha sido clara para nosotros, ha sido desplegada totalmente y cuando esto ha sucedido, ha ocurrido lo mismo que ocurrió en los tiempos pasados; fíjese, en los tiempos pasados a Abraham le fue cambiado el nombre y a Sara también, y vieron, reconocieron luego al otro día, Dios le apareció en carne humana, y de ahí para adelante comenzó una transformación de adentro para afuera, y a los poquitos días ya estaban bien jovencitos, es como... fíjese: para usted llegar a viejo, usted empieza por un "baby" [bebé], sigue creciendo, sigue creciendo, llega a joven, llegó entonces a lo más que se podía llegar, pero luego, ¿qué sucede? Empieza para atrás después, y entonces comienza a ponerse viejo, y para que usted se ponga joven otra vez, tiene que suceder algo en su vida, entonces de viejo tiene que empezar a rejuvenecer, hasta volver a joven.
Y esto fue lo que pasó con Abraham, Abraham y Sara después de estar viejos comenzaron a ponerse jóvenes, hasta que llegaron a una edad de dieciocho a veintidós años; imáginese después, cuando Abraham y Sara se fueron para otro sitio (cualquiera se va), se fueron para otro lugar caminando por allá, se mudaron de sitio; entonces el rey de Gerar, allá, se enamoró de Sara.
¿Qué rey se va a enamorar de una vieja de ochenta y nueve años? Era que ya estaba rejuvenecida y tenía la edad que representaba era de dieciocho a veinte y dos años, y era una mujer muy hermosa, muy bonita, y Abraham mismo reconocía que era muy bonita y Abraham le decía: "Mira, ahora el rey verá que tú eres una mujer hermosa, muy bonita, y me va a matar a mí para quedarse contigo, así que tú di que eres mi hermana, porque somos hermanos." Abraham y Sara eran hermanos de padre, pero hijos de madres diferentes, él no estaba mintiendo, en cierto sentido, pero en otro sentido sí; o sea, él estaba diciendo la mitad de la verdad, y decir la mitad de la verdad, siempre le trae problemas a uno, por poco pierde la mujer. Decir la mitad de la verdad, podemos perder cualquier cosa que Dios nos haya dado a nosotros; y luego tomó el regañito del rey: "¿Por qué no me dijiste la verdad?
Pero fíjese decir la mitad de la verdad, siempre trae problemas, por poco el Señor mata al rey. Sí, el Señor le apareció y le dijo:
-"Tú eres hombre muerto."
-"Pero, ¿y por qué Señor? ¿Qué mal he hecho, qué cosa fuera de lugar yo he hecho? ¿Qué, qué cosa fuera de lugar?"
-"Que has tomado la mujer de mi profeta."
-"¡Pero Señor...! ¿La mujer de Tu profeta?
-"Sí, Sara."
-"¡Pero ella es hermana de Abraham!"
-"Ella es su esposa (era hermana pero también era su esposa), así es que estás muerto."
Ahora, fíjese también usted, que aunque muchas veces nosotros cometemos nuestros errores, y debiéndole decir toda la verdad, algunas veces decimos la mitad de la verdad, pero con todo y eso Dios está a nuestro lado, y cualquiera que se levante y haga algo mal en contra de uno de estos pequeñitos... ¿Qué le dijo Dios a este rey? Eres hombre muerto, eres cadáver ya. Y eso le pasa a cualquiera que se levante en contra de cualquier escogido: es un cadáver, es hombre muerto. ¿No dice la Biblia? "Mejor le fuera, ¿qué? Amarrarse una piedra de molino en el cuello, y tirarse al mar, y ahogarse, antes de escandalizar a uno de éstos mis pequeñitos." [San Mateo 18:6].
Así que, aunque cometamos errores, y cualquiera del mundo quiera aprovecharse para criticarnos o para hacernos daño, que tenga cuidado, que Dios está a nuestro lado, aunque con nuestros errores, eso no le da motivos a ellos para aprovecharse, para atacarnos a nosotros o para echar lodo, manchas sobre el Nombre del Señor o sobre nosotros. Dios vigila eso, y la Mano del Señor estará en contra de cualquiera que trate de aprovecharse de eso.
Ahora, fíjese, encontramos que cuando el Señor se manifestó en carne humana allá, hace dos mil años, y le apareció ahí en Palestina, a las gentes de Palestina, y hizo la misma señal que hizo en los días de Abraham, un grupito pequeño lo recibió; y luego, encontramos que comenzó a haber un cambio dentro de ellos, y luego encontramos que el nombre de ellos también fue cambiado, ya ellos pasaron a otra edad, a otra dispensación; Abraham y Sara cuando sus nombres fueron cambiados y vieron a Dios manifestado en carne, pasaron también a otra edad, pasaron de una edad de ochenta y nueve a noventa y nueve años, pasaron a una edad de dieciocho a veintidós años, pasaron a una nueva etapa, a una nueva dispensación en sus vidas.
Así también los discípulos, cuando vieron a Dios manifestado en carne, y le reconocieron y vieron la señal mesiánica allí manifiesta y la recibieron, y reconocieron ese Nombre que estaba en Él, entonces el nombre de ellos fue cambiado, y ya no eran más llamados como eran llamados los de la ley, sino ahora vinieron a ser llamados, ¿cómo? Cristianos. ¿Lo ve usted? Hubo un cambio en sus vidas, hubo una transformación por dentro, hubo una transformación espiritual, hubo una transformación en la Palabra, hubo un cambio de dispensación en sus vidas, y fueron cambiados, pasados de edad de tiempo, del tiempo de la Ley pasaron al tiempo de la Gracia, y ya cuando el tiempo de la Ley, ya era tiempo pasado, ya había llegado a su tiempo final.
Ya era algo viejo (ya me imagino el día), ya había llegado a su vejez, a su tiempo final, a su tiempo de morir la dispensación de la ley. Entonces, ¿qué sucedió? Ese grupo fue rejuvenecido y entró a una nueva vida, a una nueva dispensación, a comenzar una nueva vida, en la dispensación de la Gracia, nacieron de nuevo; eso sucedió en el Día de Pentecostés, allí ocurrió el nuevo nacimiento para ellos, en los espiritual como grupo y también como individuos, hubo el cambio en sus corazones.
Y ahora, está prometido que el Hijo del Hombre, se manifestaría en la Tierra en los últimos días, conforme a Lucas 17:30 como fue en los días de Lot.
Las tres veces que vemos a Dios manifestado en carne humana han habido tres cambios: transformación en lo literal en los días de Abraham, y cambio de nombre; transformación en lo espiritual en los días del Señor Jesucristo, y cambio también de dispensación, y cambio de nombre.
Y ahora, habiendo sido señalado lo que ocurrió en los días de Abraham, señalado que ocurriría en este tiempo, entonces hemos estado viendo que ha habido un cambio de nombre también en medio nuestro, ha habido un cambio de nombre y cambio de dispensación también; y hemos reconocido a Dios manifestado en carne hoy, y para los que le han reconocido, su nombre ha sido cambiado. Su nombre ha sido cambiado y ahora estamos en una nueva dispensación, y ha habido una transformación interior y viene una transformación exterior también, como la hubo en los días de Abraham, pero eso ocurrió cuando ellos recibieron el cambio de nombre y reconocieron a Dios manifestado en carne, y eso también es lo mismo hoy al reconocer a Dios manifestado en carne y llamarle por el nombre correcto.
Entonces, un cambio está moviéndose para nosotros; la transformación primero ocurre en lo espiritual, por dentro, y luego va manifestándose hasta que algún día vamos a ser jóvenes nuevamente. Quizás usted camine para atrás diez años, si tiene como veintiocho, pues va a caminar como diez años nada más para atrás; pero lo que pasa es que también, va a caminar para atrás en su cuerpo también, o sea, que de carne va a ser transformado a cuerpo glorificado.
Así que un cambio total volviendo hacia atrás, hacia lo original.
Ahora, veamos que por eso a nosotros no nos preocupa que las canas nos salgan por ahí, eso no es nada, eso lo único que nos ha estado haciendo, que por ahí es que está un cuerpo nuevo que el Señor tiene para nosotros, y que cuando éste se acabe, hay otro esperando por nosotros.
Mientras veamos que nuestras canas se acercan, eso nos enseña que debemos de estar cada día más cerca del Señor, porque el tiempo nos está llegando cuando seremos transformados; y entonces ya se acabaron los años, en el sentido de envejecimiento, ya no nos pondremos viejos nunca más.
Ahora, ver todas estas cosas, y ver lo glorioso del tiempo en que vivimos, eso nos estimula, eso nos da ánimo para seguir adelante, eso nos ayuda tanto en nuestra vida que no nos apegamos a las cosas terrenales, sino que nuestra fe y nuestro corazón, está puesto en esa Palabra, en esas promesas que están ahí, que no fallarán ni una de ellas.
Él prometió que enviaría al Mesías, en el día final. Él prometió que el Hijo del Hombre se manifestaría en este tiempo, Él prometió que en el tiempo de la tarde habría luz. El Señor cuando estuvo en carne humana, aquí en la Tierra hace dos mil años, el dijo: "Yo soy la luz del mundo." Y Él prometió que en el tiempo de la tarde nuevamente habría luz; y la luz de la tarde es la misma luz de la mañana, la luz de la mañana que salió allá en Palestina, ¿qué era? Dios en carne humana, Dios hecho hombre, y la luz de la mañana fue Dios en carne humana, fue el Mesías, que hizo la señal; todo fue vindicado allá. Cuando la luz de la tarde venga, ¿qué sería? Sería el Mesías nuevamente, sería Dios en carne humana nuevamente.
Ahora, sabemos que el hermano Branham como nuestro hermano, es nuestro hermano, pero el que estaba dentro de él, en toda su plenitud es el Señor, es el Hijo del Hombre manifestado en carne humana, es el Cristo, que hizo la señal del Mesías; por la señal que hizo, le podemos reconocer. Ahora, con esto no estamos diciendo, en ningún momento que el hermano Branham es el Señor Jesucristo, como persona, como nuestro hermano, no, sino que el que estaba dentro de él es el Señor Jesucristo; es el mismo Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, es el mismo Dios que le apareció a Abraham, es el mismo Dios que le apareció a los discípulos, el mismo Dios en medio nuestro hoy.
¿Qué fue lo que hizo tropezar al pueblo de Israel, cuando vino Dios en carne humana? ¿Qué fue? El velo de carne en el cual Él vino, que no le gustó a ellos, vino en un velo de carne sin educación, sin belleza física; y así, si usted comienza a examinar el velo de carne en el cual Dios vino manifestado en aquel tiempo, usted entonces encontrará que no había nada que pudiera llamarle la atención a las religiones de aquel tiempo; pero ellos en vez de haber seguido a las escrituras cuando ellos vieron que no había ningún atractivo, si hubieran ido a las escrituras, y hubieran visto que así es que estaba profetizado, Isaías 53 [verso 2] dice: "Que no había atractivo, apariencias en Él para que le deseásemos."
Ni apariencia física ni apariencia intelectual, no había ninguna apariencia de esas que las gentes religiosas desean ver en algún predicador; no había ninguna de esas apariencias sino que lo que había era, en cuanto a la forma de hablar, lo que había eran palabras toscas, palabras ásperas; imáginese, esas predicaciones del Señor Jesucristo, cuando decía... cuando hablaba acerca de aquellos que no estaban a favor de Él, o sea, cuando hablaba acerca de los incrédulos que habían allí, los cuales eran los líderes religiosos.
Cuando hablaba de esas denominaciones y sus gentes, Él decía, de sus líderes Él decía: "Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y las obras de vuestro padre, queréis hacer."
¿Qué pensarían los religiosos de aquel tiempo, y aquel pueblo? "¿Cómo puede ser este el Mesías hablando mal, en contra del sumo pontífice? Hablando mal de los sacerdotes, hablando mal de los ministros de este tiempo y diciéndole: hijo del diablo." ¿Qué usted cree de eso? ¿Quién podía creer que ese era el Mesías? Cuando estaba hablando de esa forma en contra de aquellos líderes; pero todo eso que estaba diciendo era la pura verdad.
Y cuando Dios se manifiesta en carne humana, lo que es hablado a través de esos labios, es la verdad y nada más que la verdad, aunque se lleve por el medio a hermanos sencillos, o hermanos no sencillos, aunque se lleve por el medio a hermanos o a ministros. ¡Esta es la verdad!
Así que, vemos que siempre tenemos que tener mucha cuenta, porque cuando la Palabra de Dios se manifiesta, cuando la Palabra de Dios es expresada a través de una persona donde la Palabra de Dios está en toda su plenitud, son muy pocos los que pueden resistir unas cuántas predicaciones, que vengan a través de un hombre, que tenga la Palabra de Dios en Su plenitud.
Y hemos visto a dos: hemos visto al Señor Jesucristo con la Palabra en Su plenitud, Él era la Palabra hecha carne, Él era la plenitud de Dios; también hemos visto al hermano Branham, donde estuvo la plenitud de Dios morando; y por eso usted, si usted lee uno de esos mensajes, cualquiera de los mensajes que lea, usted encontrará que en todos, o en casi todos los mensajes hay cosas duras ahí, que dan duro, en contra de toda cosa que está incorrecta.
Toda cosa que está en contra de la Palabra de Dios, la Palabra le da duro a eso, y lo pone en manifiesto de que eso no es de Dios. ¿Por qué? Porque es la Palabra, y la Palabra discierne los pensamientos y las intenciones del corazón de las gentes; y por eso muchas veces, las gentes ven las acciones de muchas personas, o muchos predicadores, y nadie puede saber porqué tal o cual predicador actúa de esa manera, o predica de esa manera; pero Dios sí sabe porqué. Y Dios es la Palabra, y la Palabra puede discernir y decir por usted, he dicho tal cosa, cual cosa de esa manera, y puede entonces abrir el cuadro completo, y dejar descubierto, ¿por qué tal cosa, o cuál cosa, es dicha o predicada, de tal o cuál manera? ¿Y por qué tal o cuál cosa, ha sido hecha de tal o cuál manera?
Por eso delante del Señor Jesucristo, las acciones de aquellos líderes religiosos estaban al descubierto, y toda acción de ellos y toda Palabra que ellos hablaron, estaba al descubierto delante del Señor, y el Señor entonces hablaba, y por eso al hablar, todo quedaba al descubierto y entonces las intenciones con las cuales fueron habladas o hechas esas cosas que aquellos líderes religiosos hacían o hablaban, quedaban al descubierto; y entonces, también quedaba al descubierto que no había simiente de Dios en el corazón de esa gente; por eso el Señor les llamaba, ¿cómo? Simiente de la serpiente, hijo del diablo.
Ahora, sabemos que una cosa es la Palabra en Su plenitud, y otra cosa es la Palabra en porciones. A través de las siete edades de la Iglesia, como también a través de la dispensación de la Ley, a través de esa dispensación estuvo la Palabra en porciones en los diferentes profetas del Señor; pero cuando vino el Señor Jesucristo, ya no había porciones de la Palabra allí, sino que lo que estaba allí era la Palabra en Su plenitud manifestada en ese cuerpo llamado Jesús de Nazaret; también en los siete mensajeros de las edades, encontramos que la Palabra de Dios estuvo en ellos en porciones, fue expresada a través de ellos en porciones, una porción de la Palabra en cada uno de ellos; pero cuando terminó el trabajo de esos siete mensajeros, luego tenía que venir la Palabra en Su plenitud manifestada en un cuerpo de carne.
Pero el Señor en esa ocasión, no tuvo que hacer otro cuerpo de carne en el vientre de alguna hermana nuestra, porque en aquella ocasión hubo que hacerlo por causa de que no había ningún cuerpo que no hubiera manchado todo el pecado, porque todos habían venido por el sexo, así que como venía a redimir, tenía que tener un cuerpo que no estuviese tocado con el pecado entonces tuvo que hacer uno; pero en este tiempo cuando Dios nuevamente tiene que venir en carne humana, cuando la Palabra se va encarnar nuevamente en este tiempo, ya hay cuerpos redimidos con la Sangre de Cristo, limpios de todo pecado; y usted está limpio totalmente de todo pecado a través de la Sangre de Cristo, como si nunca antes hubiera pecado.
Así que, ¿qué pasa? Cualquier cuerpo de los hijos de Dios de este tiempo, puede ser usado para Él venir en toda Su plenitud y manifestarse. Y Él tomó el cuerpo del séptimo mensajero, y en ese cuerpo, se manifestó en toda Su plenitud, y encontramos entonces, que Dios manifestado en el séptimo mensajero en toda Su plenitud, era Dios hecho carne, era la Palabra de Dios expresada a través de labios humanos, y por eso vemos que acontecían las cosas que acontecían; y podemos ver que era revelado el secreto de los corazones de las gentes, a través de ese instrumento, pero no era el instrumento el que lo hacía, era Dios a través del instrumento.
Ahora, vemos también que esto mismo está prometido para todos nosotros, para usted y para mí está prometido que la plenitud de Dios se meterá dentro de usted y dentro de mí, y entonces seremos la Palabra hecha carne en Su plenitud.
Actualmente somos la Palabra hecha carne, una porción de la Palabra, pero estamos creciendo y vamos creciendo cada día que vamos recibiendo la Palabra, porque nos convertimos en la Palabra a medida que la recibimos, y a medida que la vamos recibiendo la Palabra revelada, entonces vamos convirtiéndonos en la Palabra.
Por ejemplo, usted, el año pasado podía ser que fuese el 50% de la Palabra hecha carne, pero puede ser que ya este año, sea el 75% de la Palabra hecha carne, pero llegará un día en que será 100% la Palabra encarnada; y cuando esté 100% encarnada la Palabra en usted, entonces las mismas cosas que fueron hechas por el Señor Jesucristo y por el hermano Branham, digo: Dios a través de ellos, Dios la hará a través de ustedes, y a través de mí.
Ahora, vamos creciendo y mientras vamos creciendo, vamos comiendo la Palabra para convertirnos en la Palabra en toda Su plenitud.
Ahora, nosotros como grupo, todos juntos como grupo, somos la Palabra en toda Su plenitud en el sentido de que ya hemos recibido todo el mensaje del profeta, lo hemos aceptado como la Palabra, y como grupo, entonces somos la Palabra en Su plenitud, pero ahora falta como individuos, como individuos y entonces veremos que seremos transformados y raptados de esta Tierra porque el Señor cumplirá todo lo que está escrito acerca de nosotros: que seremos llenos de la plenitud, pues seremos llenos; está escrito acerca de nosotros que seremos transformados, pues seremos trasformados; está escrito acerca de nosotros que estaremos cierta cantidad de días aquí en la Tierra, y luego seremos raptados, pues así será de esa manera; está escrito de nosotros que estaremos en la gran Cena del Cordero, pues así será con nosotros. Todo lo que está escrito acerca de nosotros, será cumplido por el Señor.
Así que, viendo todas estas señales en medio nuestro manifiestas, hemos visto la señal del Mesías manifiesta allá, en los tiempos pasados, discerniendo los secretos del corazón de las gentes, la hemos visto hoy también en el profeta, y será vista nuevamente también en los escogidos, en la Esposa. ¿Por qué? Porque el profeta dice: "Que la esposa es la Mesías." Él es el Mesías y ella es la Mesías, porque el Mesías quiere decir "el Ungido" y ella es la ungida.
Así que, nos gozamos nosotros en saber que del grupo de los escogidos de Dios que han vivido sobre la Tierra por miles de años, el grupo más privilegiado de todos es el grupo de este tiempo porque es el grupo donde ocurrirá lo mismo que ocurrió en el cuerpo del Señor Jesucristo y en el cuerpo del hermano Branham. ¿Y qué fue lo que ocurrió en ellos? Que la plenitud de Dios se encarnó en esos cuerpos. Esto lo desearon los apóstoles, esto lo desearon todos nuestros hermanos del pasado, pero usted sin desearlo, ahora ha venido a darse cuenta que todas esas cosas eran para nosotros. Así que no fue elección suya ni mía sino que fue elección del Señor; y ahora que nos estamos dando cuenta cuál ha sido la elección que el Señor ha hecho para nosotros, y son el grupo que se sentará con el Señor ¡en Su Trono!
Mire, tenemos que estar más que agradecidos al Señor, tenemos que servirle al Señor lo más plenamente que podamos, esto que le ha tocado a usted y me ha tocado a mí, y le ha tocado al grupo de este tiempo, esto fue lo que Jacobo y Juan deseaban, y que la mamá de Jacobo y Juan vino donde el Señor, y le dijo:
-"Mira, Señor, tengo una petición para ti."
-"Dime mujer, ¿qué es?"
-"La petición que tengo es que en Tu Reino, mis dos hijos Jacobo y Juan, uno se siente a Tu derecha y otro a Tu izquierda." El Señor le dijo:
-"Eso no está de mi parte darlo, sino que eso es para aquellos para los cuales ha sido ordenado; eso ya está predestinado, y ese lugar..." Porque sentarse ahí es sentarse en el Trono de Dios, y ahí solamente se van a sentar los que han sido predestinados para sentarse ahí.
¿Usted sabe una cosa? Que los apóstoles, siendo hombres de Dios como lo han sido, ellos no estarán ahí en ese lugar; ellos se sentarán en doce sillas allá, dice que juzgarán a las doce tribus de Israel, y ellos serán un grupo... digo: los doce apóstoles, ellos tienen un lugar muy importante en el Reino de Dios, pero nunca se sentarán ahí en el Trono de Dios porque en ese lugar solamente se sientan los escogidos de este tiempo.
Así que vemos, que esto es una cosa grande lo cual Dios ha hecho para este grupo de escogidos de este tiempo; así es que debemos estar más que agradecidos al Señor, por lo que Dios ha hecho en este tiempo y saber que el grupo es tan pequeño y lo grande... luego de saber de que el grupo es tan pequeño, uno saber que está en ese grupo, eso es más grande todavía. Eso es algo grande y algo glorioso, y uno tener la evidencia de que uno, ¿es cómo? ¿Cuál es la evidencia? De que uno ha creído, esa es la única evidencia que hay, la evidencia es creer, si usted ha creído, pues usted tiene la evidencia.
Así que hemos visto: "LA SEÑAL DEL MESÍAS," manifiesta en medio nuestro como fue manifiesta en los días de Abraham, en los días de Lot.
Y cualquiera que hable en contra de esa manifestación de Dios en carne, y de las cosas que eran hechas a través de esa manifestación de Dios en carne, ¿sabe lo que está haciendo la tal persona que hable en contra? Está blasfemando el Espíritu Santo, porque este es el tiempo en que el Espíritu Santo se ha encarnado, y es Él que ha hecho todas estas cosas que ha hecho.
Por lo tanto, sabemos que es un peligro el que las personas vayan a cometer este grave error, porque después ya no tienen oportunidad. El Señor cuando habló acerca del que hablare en contra del Espíritu Santo estaría blasfemando, y no tendría perdón, ni en este siglo ni en el venidero, estaba hablando del tiempo este final, cuando el Espíritu Santo se encarnaría y haría las mismas cosas que hizo en el tiempo pasado; yo se lo voy a leer aquí del profeta y usted luego, si desea, si tiene el librito después lo busca allá: "Dios es su propio intérprete" predicado en el año 1964, en la página 10, dice:
"Aquí estaba un hombre, que nunca en su vida había visto a Simón Pedro, y aún así él dijo: 'Tú eres Simón, hijo de Jonás.' Ellos no habían tenido profeta por cuatrocientos años, y aquí ahora, había un hombre diciéndole quién era él, con razón él podía recibirlo, Pedro lo recibió, ¿por qué? Le hizo la señal del Mesías, el Señor la hizo y Pedro lo recibió, al mismo tiempo Felipe fue y encontró a Natanael debajo de un árbol y le trajo a Jesús. Jesús dijo: 'He aquí un verdadero israelita, en el cual no hay engaño.'Le dijo Natanael: '¿De dónde me conoces?'
Respondió Jesús y le dijo: 'Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.' Respondió Natanael y le dijo: 'Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.' Él sabía lo que era y no necesitaba ninguna interpretación, Jehová dijo eso. Allí también estaban parados, aquellos que no lo creían, ellos dijeron: 'Ese hombre es Beelzebú, él tiene alguna clase de truco, es un adivinador de la fortuna, o algo parecido.' Jesús les miró y dijo: 'A cualquiera que dijere alguna palabra en contra del Hijo del hombre, le será perdonado; pero al que hable en contra del Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.' Él estaba profetizando de nuestro día, de este día, el día en el cual veríamos esto repetido, porque Él es el mismo hoy y por los siglos."
El día que viéramos aquello que Él hizo allá, lo viéramos repetido, pues cuando cualquiera se levantase, y hablase algo en contra de esa manifestación de Dios en carne, y hablase algo en contra de lo que Dios estaría revelando y le llamase del diablo, o cosas así, ¡eso no tiene perdón! Ni en este siglo ni en el venidero. Por eso la Biblia dice: "Sea todo hombre, presto para oír y tardo para hablar, porque por las palabras habladas serás juzgado." [Santiago 1:19].
Así que, vemos que es algo muy delicado, y vemos también cómo muchas personas se atreven a abrir la boca, y hablar sin saber lo que hablan, y muchos hasta cruzan la línea y sus nombres son borrados, y pierden toda oportunidad de salvación cuando hacen eso.
Dios nos bendiga en esta mañana, Dios nos guarde, hemos visto**: "LA SEÑAL DEL MESÍAS,"** en medio nuestro, sabemos que el Mesías ha estado con nosotros, sabemos que el nombre del Mesías, es el Nombre eterno de Dios, y sabemos que el Mesías es Dios manifestado en carne, y sabemos que hay una Mesías y esa es la Esposa del Señor.
Vamos a estar puestos en pie en esta mañana, Dios nos bendiga, Dios nos guarde y nos ayude.