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| Rios de agua viva | 2010-07-05 | 1 | Riobamba | EC | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas y de internet en diferentes naciones; es un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final; para lo cual leemos un pasaje muy importante que se encuentra en San Juan, capítulo 7, versos 37 al 39, y dice así Jesucristo; esto fue en el último día de la fiesta de los tabernáculos, dice:
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”
Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “RÍOS DE AGUA VIVA.”
¿Quién es este hombre llamado Jesús que habla en esta forma, y qué significan Sus Palabras? Este hombre llamado Jesús es nada menos que el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, el cual le dio el Pacto al pueblo hebreo y le dio allá en el monte Sinaí la Ley, el mismo que le hablaba a Abraham el patriarca, y que le hablaba a Isaac, y le hablaba a Jacob, el mismo que le hablaba también a Noé, el mismo que le hablaba a Adán en el Huerto del Edén; porque ese Ángel del Pacto es nada menos que el Verbo que era con Dios y era Dios y creó Dios por medio de Él todas las cosas. El Verbo que era con Dios es el Ángel del Pacto, en palabras más claras es Cristo en Su Cuerpo angelical, por eso aparecía en diferentes ocasiones en forma de Luz, en forma de Fuego, una llama de Fuego, una Columna de Fuego, o una nube, o en forma de un hombre, un ángel, un hombre de otra dimensión.
Ese es Jesucristo en Su Cuerpo angelical, por lo cual Él decía en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58: “Abraham vuestro padre deseó ver mi día; y lo vio y se gozó. Le dicen los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham? Jesús les contesta: Antes que Abraham fuese, yo soy.”
¿Cómo era Jesucristo antes que Abraham? Era el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, era el Verbo, era el Cuerpo angelical de Dios, ese Cuerpo teofánico en el cual está el Nombre de Dios, estaba, está y estará eternamente. Él es antes de todas las cosas, Él y a través de Él fueron creadas todas las cosas, dice San Juan, capítulo 1, versos 1 al 20: “Y en Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.” Y estando la Vida en Él, entonces Él es la fuente de la Vida, de la Vida eterna, y por consiguiente Él tipifica el Espíritu Santo en agua, agua de Vida, y Jesucristo es la fuente del agua de la Vida eterna; por eso les invita a venir a Él: el que quiera, el que tenga sed venga a Él y beba del Agua de la Vida eterna.
Él siendo la fuente del agua de Vida eterna, fue tipificado en la roca que estaba en el Monte Horeb, la cual cuando el pueblo tuvo sed, Moisés la hirió con su vara por mandato divino y salieron aguas de esa roca para todo el pueblo, o sea, salió un río, un río de agua para el pueblo que estaba sediento; porque el ser humano sin agua se muere, y el ser humano sin agua espiritual del Espíritu Santo, muere eternamente.
Por lo tanto, el ser humano así como necesita agua literal para vivir, necesita el agua espiritual del Espíritu Santo para recibir la Vida eterna, porque esa agua que Cristo ofrece que es el Espíritu Santo, dice que esa agua salta para Vida eterna; por eso es que Cristo dice a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, cuando él viene a Jesús y le dice: “Señor, sabemos que nadie puede hacer estas cosas que Tú haces, si no está Dios con él,” o sea, él y otros miembros del Concilio del Sanedrín al cual pertenecía Nicodemo, José de Arimatea, Gamaliel y muchos otros sabían que nadie, ningún hombre podía hacer esas maravillas que Jesús hacía si Dios no estaba con él.
Y ahora, Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Espíritu, si no nacieres del Espíritu, no puedes ver el Reino de Dios.” Así como para nosotros ver este Reino terrenal en el cual vivimos donde vemos casas, edificios, automóviles, aviones, también vemos animales en el campo y así por el estilo, y vemos a otros seres humanos, todo esto es, ¿por qué? Porque nacimos en esta Tierra; y para ver el Reino de Dios hay que nacer de nuevo, nacer del Agua y del Espíritu dice Cristo a Nicodemo, cuando le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.”
Y ahora, se requiere nacer de nuevo, nacer del Espíritu Santo para ver el Reino de Dios y las cosas del Reino de Dios; el que no nazca de nuevo, no puede entrar al Reino de Dios y por consiguiente no puede vivir eternamente, la Vida en el Reino de Dios es eterna.
Y ahora, toda persona quiere vivir eternamente, no solamente eso, queremos aun vivir esta vida temporera, cuánto más la Vida eterna; para poder vivir esta vida temporera luego de nacer en esta Tierra, luchamos, trabajamos, comemos, dormimos y así por el estilo, porque queremos vivir, cuánto más la Vida eterna.
Todos deseamos vivir eternamente en un cuerpo eterno y glorificado, como el Cuerpo glorificado que tiene Jesucristo el cual está tan joven como cuando subió al Cielo, esa es la clase de cuerpo que Cristo ha prometido para todos los creyentes en Él nacidos de nuevo, o sea, para todos los que toman del agua Viva, el agua de la Vida eterna; para lo cual Cristo dijo a Sus discípulos:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Tan sencillo como eso es el Programa Divino para el ser humano; ya la parte importante la hizo Cristo, Él realizó el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados en la Cruz del Calvario.
Y ahora, a cada persona le toca hacer su parte, que es escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, del Evangelio de la Gracia, del Evangelio de nuestra Salvación para que nazca la fe de Cristo en nuestra alma, creamos en Cristo y lo recibamos como nuestro único y suficiente Salvador, dando testimonio de nuestra fe en Cristo; para eso se predica el Evangelio de Cristo: para que toda persona tenga la oportunidad de tomar, de beber del Agua Viva, el Agua de la Vida eterna y así la persona nazca del Agua y del Espíritu, nazca del Evangelio de Cristo, y del Espíritu Santo.
Todo ser humano tiene la misma oportunidad, Dios le ha dado libre albedrío al ser humano para que haga la decisión más grande que un ser humano puede hacer en la Tierra y que le coloca en el Reino de Dios y por consiguiente en la Vida eterna, y es recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador y así tener asegurada la Vida eterna, tener asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno en donde todo será felicidad.
Por lo tanto, yo necesito a Cristo que es la fuente del Agua de la Vida eterna para que Él me dé el Agua que salta para Vida eterna, el Agua Viva; el Espíritu Santo. El Espíritu Santo produce en la persona el nuevo nacimiento, se nace de Dios por medio del Espíritu Santo y por consiguiente se nace en el Reino de Dios. Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo, y nació la fe de Cristo en mi alma, creí en Cristo y lo recibí como mi Salvador, fui bautizado en agua en Su Nombre y Él me bautizó con Espíritu Santo y Fuego y así me dio el Agua que salta para Vida eterna, el Agua Viva, el Espíritu Santo. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también.
Si hay alguna persona que todavía no ha tomado del Agua de la Vida eterna, no ha tomado de ese Río que es Cristo, el Río del Agua que salta para Vida eterna, puede hacerlo en estos momentos y estaremos orando por usted, Cristo es la fuente, es el Río, y el Espíritu Santo es el Agua de esa fuente, Agua de Vida eterna, Agua que entra, ríos de Agua Viva que corren por el interior de cada persona que cree en Cristo y lo recibe como único y suficiente Salvador. Esa es el Agua que le prometió a la mujer samaritana cuando le dice: “Si tú...” vamos a ver para que tengan el cuadro claro, capítulo 4, verso 10 de San Juan, dice:
“Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.”
Le dice Cristo a la mujer samaritana; y en este mismo capítulo 4, el verso 14 al 15, dice:
“Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
La mujer le dijo: Señor, dame esa agua,”
Y en esta noche todos los que todavía no han venido a la fuente del Agua de la Vida eterna que es Cristo, para que Cristo les dé de esa Agua, el Agua que salta para Vida eterna, el Espíritu Santo, pueden venir a los pies de Cristo en esta ocasión y estaremos orando por usted para que Cristo le dé del Agua de la Vida eterna, para que así usted pueda vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Si el cuerpo físico muere, habrá una resurrección en cuerpos eternos que Cristo ha prometió; pero para los que permanezcan vivos para ese tiempo, hasta ese tiempo, pues serán transformados y entonces tendremos también Vida eterna física en cuerpos eternos. Vean la promesa que hizo Cristo en San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, diciendo:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Esa es la promesa de Cristo para todos aquellos que vienen a Cristo, el cual es la fuente del Agua de la Vida eterna, y lo reciben como Salvador, y Cristo les da el Agua de la Vida eterna que es el Espíritu Santo. “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.” [Hechos 2: 38 - 39].
Por lo tanto, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que Cristo les reciba en Su Reino y les dé del Agua de la Vida eterna, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que están en otras naciones también, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que Cristo les reciba y les dé el Agua de la Vida eterna.
Cristo dijo en San Juan, capítulo 10, versos *27 en adelante: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y Yo las conozco y Yo les doy Vida eterna.” Es Vida eterna lo que nos da Cristo cuando lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador. “Mis ovejas oyen mi Voz, y me siguen,” escuchan el Evangelio de Cristo y siguen a Cristo y Cristo les da Vida eterna.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo. La Salvación y Vida eterna es para toda persona, y la recibe todo aquel que recibe a Cristo como único y suficiente Salvador. Dios nos ha dado Vida eterna, y esta Vida está en Su Hijo Jesucristo; y por consiguiente el que tiene al Hijo de Dios, a Jesucristo, porque lo ha recibido como Salvador, tiene la Vida eterna; el que no tiene a Cristo, no tiene la Vida eterna, lo que tiene es una vida temporera que se le va a terminar en algún momento y ni siquiera la persona sabe cuándo se le va a terminar la vida terrenal.
El propósito de estar viviendo en este planeta Tierra es para que escuchemos la predicación del Evangelio de Cristo, creamos, lo recibamos como nuestro Salvador y seamos limpios con la Sangre de Cristo y Él nos dé Su Espíritu y nos dé por consiguiente la Vida eterna, o sea, que estamos en esta Tierra para por medio de Cristo recibir la Vida eterna, ese es el propósito de nuestra existencia en este planeta Tierra.
Dios tiene mucho pueblo, muchos hijos en esta ciudad, en Riobamba, y los está llamando en este tiempo; y tiene muchos hijos en toda la República del Ecuador y los está llamando; habrá una representación muy grande del Ecuador en el Reino de Dios, en el Reino de Cristo; una representación los cuales estarán siempre orando por el Ecuador, orando por sus gobernantes y por todos los demás que están en posiciones de gobierno, o sea, presidentes, gobernadores, alcaldes y demás personas que están en posiciones de autoridad, ya sea política o ya sea judicial o sea académica su posición, estamos llamados a orar por los gobernantes y por todo el pueblo.
En el Cielo en estos momentos ¿saben ustedes lo que está sucediendo al estar los que están en el Cielo mirando hacia acá y viendo lo que está pasando? Hay gozo, Cristo dijo que cuando un pecador se arrepiente hay gozo en el Cielo, cuánto más con todos los que están viniendo a los Pies de Cristo en esta noche, por lo tanto el gozo en el Cielo es muy grande.
Todavía vienen más personas que como ustedes quieren tomar del Agua de la Vida eterna para vivir eternamente con Cristo en Su Reino. En las demás naciones pueden continuar viniendo también a los Pies de Cristo, tanto los que están presentes como los que están en otras naciones; los niños de diez años en adelante pueden también venir a los Pies de Cristo nuestro Salvador, pues ya tienen conocimiento, conciencia del bien y del mal.
Tenemos la oportunidad de obtener la Vida eterna recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador, y esa oportunidad ustedes la están aprovechando, es una oportunidad que la persona tiene mientras vive en la Tierra; cuando ya muere su cuerpo físico ya no hay más oportunidad para la persona decir: “Ahora quiero recibir a Cristo como Salvador,” ya se le pasó el tiempo.
La vida temporera que tenemos es muy importante, es muy buena, cuánto más la Vida eterna; la Vida eterna es lo más importante que hay para el ser humano, sin ella el ser humano no puede vivir eternamente, y todos queremos vivir eternamente.
Todavía vienen más personas que como ustedes quieren tomar del Agua de la Vida eterna; porque quieren vivir eternamente. Mientras vienen las demás personas, vamos a estar puestos en pie los que están presentes y los que están en otras naciones.
Dios le ha dado la exclusividad de la Vida eterna a Jesucristo, y por eso es que tenemos la oportunidad de recibirlo como nuestro Salvador para que Él nos dé la Vida eterna; por cuanto Él nos ha dado libre albedrío entonces a cada persona le corresponde la decisión, cada persona sin que Dios lo obligue y sin que lo obliguen, tiene la libertad de decir: “Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma, creo en Cristo y ahora doy testimonio público de mi fe en Cristo recibiéndole como mi único y suficiente Salvador.”
Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombre, Yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos; mas cualquiera que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre que está en los Cielos.” Y todos queremos que Cristo nos confiese delante del Padre celestial como creyentes en Cristo y en Su Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Todavía veo que vienen más personas, esperamos unos segundos mientras llegan y luego oraremos por todos los que han estado viniendo a los Pies de Cristo para tomar del Agua Viva, del agua de la Vida eterna, del Agua que salta para Vida eterna, o sea, el Espíritu Santo que Él ha prometido dar a todos los creyentes en Él.
Y ahora, con nuestras manos levantadas al Cielo y nuestros ojos cerrados los que han venido a los Pies de Cristo y están presentes o están en otras naciones, repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres en que podemos ser salvos; creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio único de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor; doy testimonio público de mi fe en Ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mi el nuevo nacimiento.
Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente. Sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador; por consiguiente ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, porque Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”
Aun el mismo Jesucristo cuando tenía cerca de treinta años, estaba Juan el Bautista también en la Tierra, y estaba predicando y bautizando en el Jordán a todos los que venían a él; y Jesús vino a Juan el Bautista, entró a las aguas del Jordán, y Juan le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí para que yo te bautice?” Y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia,” y entonces Juan lo bautizó. Si Cristo para cumplir toda justicia le convenía ser bautizado por Juan, cuánto más nosotros nos conviene ser bautizados.
Por lo tanto, siendo que el bautismo en agua es un mandamiento del Señor y Él desea que todos los que creen en Él y lo reciben como Salvador también sean bautizados, porque el bautismo en agua en el Nombre del Señor es un mandamiento Suyo y es simbólico, tipológico.
En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando es sumergido en las aguas bautismales por el ministro, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna, así como Jesucristo resucitó a Vida eterna, resucitó glorificado.
Por lo tanto, entendiendo el simbolismo del bautismo en agua que es a semejanza de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, bien pueden ser bautizados e identificados con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección; y que Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Dejo al ministro aquí presente para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y en cada país dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.
Continúen pasando todos una noche feliz, llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Dios les bendiga y les guarde a todos.
“RÍOS DE AGUA VIVA.”