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La fiesta de la pascua 2010-05-28 1 São José dos Campos São Paulo BR 00:00:00 false

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes, y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones.

Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando al proyecto de la Gran Carpa Catedral, a la obra misionera y evangelística, y también a Amisrael. Que Dios les bendiga y les recompense grandemente, y para el Reino Milenial tengan grandes tesoros en el Reino de Cristo.

Para esta ocasión, no sé si ya les dijeron dónde habrá actividad que se transmitirá, el culto del domingo, se estará teniendo la actividad en San Pablo, en el Club Militar, donde en otras ocasiones hemos estado. No sé si ya el doctor Ian del Corto les había dado a conocer la actividad del próximo domingo, pero para refrescar la memoria y los que estén aquí, pues la verán a través del satélite y los que estén allá, pues estaremos personalmente viéndonos allá; y los que están en otras ciudades y naciones, pues por internet estarán viendo y escuchando, excepto aquellos que irán personalmente también.

Esperamos grandes bendiciones para el domingo próximo, que Dios nos abra las Escrituras en el estudio bíblico que siempre tenemos los domingos; y que, también, cuando es en público o en un lugar auditorio, entonces lo combinamos con un Mensaje evangelístico y estudio dominical, o sea, estudio bíblico.

Para esta noche tendremos un pasaje importante que tiene que ver con nuestra vida presente y futura, y se encuentra en Primera de Corintios, capítulo 5, verso 7 al 8:

“Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.

Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad”.

Por cuánto dice San Pablo que nuestra Pascua es Cristo, entonces nuestro tema es: “LA FIESTA DE LA PASCUA”.

En las fiestas hebreas están contenidas todas las cosas que Dios llevaría a cabo. Estas fiestas hebreas son una conmemoración a eventos pasados, eventos importantes; y luego son un memorial, o sea, un recordatorio de todos esos eventos importantes que Dios mandó a conmemorar, a recordar.

Como todas las naciones tienen sus fiestas: la Fiesta de la Independencia, la fiesta de tal evento importante, o sea, la Fiesta de la Conquista de ese país o de ese territorio, y así por el estilo hay un sinnúmero de fiestas conmemorativas en todos los países. O sea, todas esas fiestas conmemoran un evento importante. Así son las fiestas del pueblo hebreo.

Entonces, cuando se está en una fiesta hebrea, como también en una fiesta de un país, en donde el gobierno da libre a todos sus empleados. Y en la mayor parte de las fiestas importantes de cada país, en la escuela, en las oficinas de gobierno, en los bancos, o sea, la empresa privada también (en su mayoría) conmemoran esas fiestas, excepto en algunas ocasiones en que el comercio no las celebra, porque es un día de comercio favorable para ellos.

Y ahora, las fiestas hebreas son muy importantes, y uno tiene que saber esa fiesta qué está conmemorando y por qué lo está con memorando; de otra forma, la persona está en una fiesta y no sabe de qué se trata.

Hay fiestas en donde se conmemora algo que las personas no están alegres, porque está recordando algo donde hubo mucha tristeza; pero hay otras donde se está conmemorando algo que le trajo felicidad, regocijo, y la Fiesta de la Pascua es una de ellas.

Se conmemora el sacrificio del cordero pascual en Egipto, que trajo la salvación de los primogénitos en la noche en que Dios visitaba a Egipto y todos los primogénitos en Egipto murieron, excepto los que tenían la sangre del cordero pascual aplicada en las puertas de sus hogares.

Los hijos primogénitos que estaban allí, y el padre de familia (si era primogénito también) estaban seguros, porque Dios vería la sangre del cordero pascual y pasaría sin entrar para traer la muerte a los primogénitos hebreos.

Por lo tanto, cada familia conmemora no solamente la liberación, sino la preservación de la vida de los primogénitos del pueblo hebreo que estaban viviendo en aquel tiempo, y por tener la sangre del cordero pascual aplicada en las puertas, dintel y los postes de las puertas de los hogares hebreos, no murieron aquella noche. Una noche de muerte no tocó la vida de los primogénitos hebreos.

Luego vino la liberación, pero tuvieron también siete días comiendo panes sin levadura, pero ya habiendo salido de Egipto o estando viajando, llevaban los panes sin levadura, la masa no se había leudado.

Y ahora, esa es la parte histórica de la pascua, y también de la Fiesta de los Panes sin Levadura, que seguían a la Fiesta de la Pascua. La parte conmemorativa, luego se hacía todos los años y así conmemorando la liberación del pueblo hebreo.

Ahora, la Fiesta de la Pascua, vimos ya el sentido histórico que se cumplió en Egipto, vimos la conmemoración que anualmente se hace en medio del pueblo hebreo y que el mismo Jesucristo guardaba, celebraba la Fiesta de la Pascua, iba a Jerusalén con José y María para la Fiesta de la Pascua [San Lucas 2:41-52]. Ahí tenemos a Jesús siendo una persona que conmemoraba la Fiesta de la Pascua.

Luego en Su ministerio terrenal, en la noche que fue entregado, Él estuvo comiendo la Pascua con Sus discípulos, o sea, que el mismo Cristo conmemoraba la Pascua con Sus discípulos.

Y la última Pascua, que también fue la última cena que Cristo tuvo con Sus discípulos, Él tomando el pan dio a Sus discípulos y dijo: “Comed, esto es Mi cuerpo” [San Marcos 14:22, San Lucas 22:19]. San Pablo en el capítulo 11, de Primera de Corintios dice: “Este es Mi cuerpo que por vosotros o por muchos es partido”. Esto está en el capítulo 11, verso 23 en adelante de Primera de Corintios:

“Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan;

y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí”.

San Mateo, capítulo 26, verso 26 al 29, también Jesucristo ahí dice: “Comed, esto es Mi cuerpo”; y también, luego toma la copa de vino y da gracias al Padre, y dice: “Tomad de ella todos, porque esta es Mi Sangre del Nuevo Pacto que por muchos es derramada para remisión de los pecados”. Y San Pablo, hablando de lo mismo dice, continuamos en el capítulo 11 de Primera de Corintios, verso 25 al 26:

“Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre…”.

Está hablando de un Nuevo Pacto. Jeremías, capítulo 31, versos 31 al 36, dice que Dios hará un Nuevo Pacto con la Casa de Israel y con la Casa de Judá, y dice: “No como el pacto que hice con vuestros padres, porque ellos invalidaron Mi pacto”.

Ahora está hablando de un Nuevo Pacto, y Cristo dice: “Esta es la Sangre, Mi Sangre del Nuevo Pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados”. La Sangre de Cristo es la Sangre del Nuevo Pacto, es la Sangre del Pacto eterno, dice San Pablo en Hebreos, capítulo 13, verso 20 al 21.

“Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.

Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga”.

Y ahora la parte profética de la pascua que se llevó a cabo en Egipto, y que luego conmemora el pueblo hebreo todos los años en la fecha que se llevó a cabo la pascua allá en Egipto, en la parte profética señala que se va a llevar a cabo un evento igual al que se llevó a cabo en Egipto, y aquello es el tipo y figura de algo que va a suceder.

Aquel cordero pascual tipifica al Mesías, al Cordero de Dios. Juan el Bautista en San Juan, capítulo 1, verso 29 al 36, cuando vio a Jesús dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.

Y ahora, está presentando al Cordero de Dios para un Nuevo Pacto, el cual tiene que ser crucificado, tiene que ser sacrificado, como fue sacrificado el cordero pascual en los hogares hebreos, cada hogar sacrifica un cordero de un año, sin defecto y aplicó la sangre de ese cordero en el dintel y los postes de las puertas de los hogares hebreos, ¿para qué? Para la preservación de la vida de los primogénitos que estaban en esa casa la noche de la pascua. Y todo eso es tipo y figura del Cordero de Dios, el Cordero Pascual que es Cristo, muriendo en el tiempo correcto.

El cordero pascual que se sacrificó allá en Egipto murió en la víspera de la pascua, porque en la noche ya la muerte pasaría por Egipto, morirían todos los primogénitos, excepto aquellos que tendrían la sangre aplicada en sus puertas y el cordero pascual dentro de sus hogares asado en fuego; no podía ser hervido en agua, tenía que ser pasado por fuego, lo que llamamos asado, y tenían que estar comiendo ese cordero. Esa era la última cena en Egipto, la última pascua.

Y ahora vean, Cristo en una ocasión dijo: “El que no coma Mi carne y bebe Mi Sangre, no tiene vida permaneciente ente en sí” [San Juan 6:51-56], o sea, no tiene vida eterna, lo que tiene es una vida temporera que se le va a terminar en algún tiempo, pero no tiene vida permaneciente, no tiene vida eterna en sí, en la persona no tiene la vida eterna, lo que tienes una vida temporera.

Pero para la preservación de la vida está el Cordero, el Cordero Pascual que es Cristo, el cual murió, Él dijo en San Juan, capítulo 10, verso 14 al 18: “Yo soy el Buen Pastor; y el Buen Pastor Su vida da o pone por Sus ovejas”.

Y también Él dice: “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo Mi vida (¿por quién?), pues por las ovejas, para volverla a tomar (para resucitar de nuevo), tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre”, o sea, que Él vino a la Tierra con una comisión divina, un Programa Divino para llevarlo a cabo y Él es la persona principal en ese Programa, el que tenía que llevarlo a cabo para establecer un Nuevo Pacto.

¿Y cómo un hombre que aparece en la Tierra y viene a ser un carpintero, un obrero de la construcción, va a establecer un Nuevo Pacto? Es que el que no sabe quién es Jesucristo, no comprende por qué Él vino para establecer un Nuevo Pacto.

Porque algunas personas piensan: “Nació en Belén de Judea, es un hombre que nació en la Tierra”, el velo de carne nació en la Tierra, pero el que estaba dentro de Él, es eterno, es el Ángel del Pacto, el que le dio la Ley al pueblo hebreo allá en el Monte Sinaí.

En Malaquías, capítulo 3, verso 1 al 2, cuando nos habla de la Venida del Mesías, dice que enviará delante de Él un mensajero, uno que le preparará el camino (y ese fue Juan el Bautista): “Y vendrá a Su Templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el Ángel del Pacto a quien deseáis y vosotros”, o sea, vendría el Señor, Dios el Padre, y el Ángel del Pacto a quien desea el pueblo hebreo y toda nación.

¿Y cómo vendría y en qué vendría? Vendría en un cuerpo de carne que tenía que nacer en la Tierra, y dentro de ese cuerpo de carne estaría Dios-el Padre y el Ángel del Pacto, o sea, Dios-el Padre con Su cuerpo angelical que es el Ángel del Pacto, y estaría dentro del cuerpo de carne que nacería allá en Belén de Judea a través de una virgen judía, descendiente del rey David, tan sencillo como eso.

Por eso Jesús decía: “El Padre y yo una cosa somos”, y también decía… (eso está en San Juan, capítulo 10, verso 30). Él decía: “El Padre y yo una cosa somos”, y decía también: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”, capítulo 14, verso 6 en adelante de San Juan.

Y ahora, Jesús cuando Felipe le dice: “Muéstranos al Padre, y nos basta”, Jesús le dice: “¿Tanto tiempo que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? ¿No crees (dice)…? El que me ha visto a mí ha visto al Padre, ¿no crees que el Padre mora en mí, y que yo estoy en el Padre, y el Padre está en mí?”. Ese es el misterio de Dios-el Padre y de Cristo, del cual habla San Pablo en Colosenses, capítulo 2, verso 2 al 3, en donde están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.

Es que algunas personas no saben que Jesucristo es la persona más importante del Cielo y de la Tierra, y que Dios está en Jesucristo; tanto en el cuerpo angelical de Jesucristo, que es el Ángel del Pacto, como también el cuerpo físico estaba y está, y Su cuerpo físico ya está glorificado y joven para toda la eternidad.

Y ahora sabiendo quién es Jesucristo, entonces podemos tomar en serio el Programa de la Redención, podemos tomar en serio la Pascua, podemos tomar en serio esta importante Fiesta de la Pascua que está establecida en la Escritura.

La Fiesta de la Pascua, en el sentido profético se cumplió en Jesucristo muriendo como el Cordero de Dios, quitando el pecado del mundo y la Sangre del Cordero de Dios siendo aplicada en la puerta de nuestro corazón, en el dintel y los postes de la puerta de nuestro corazón, para la preservación de nuestra alma, para la preservación de la vida de nuestra alma, para que podamos vivir eternamente. Sin Cristo el alma del ser humano está condenada a muerte en el lago de fuego, que es la segunda muerte, la muerte del alma.

Y ahora, viendo que la pascua o la Fiesta de la Pascua en el sentido profético se cumplió en Cristo, así como se celebra en medio del pueblo hebreo la Fiesta de la Pascua que conmemora la primera Fiesta de la Pascua que se llevó a cabo en Egipto, ahora los creyentes en Cristo conmemoran el cumplimiento profético de la Pascua que se cumplió en Cristo, siendo Cristo el Cordero pascual.

Y ahora conmemoramos, desde el Día de Pentecostés en adelante, el cristianismo nació el Día de Pentecostés y de ese tiempo en adelante, de los apóstoles, se ha estado conmemorando la Pascua que es Cristo, se ha estado con conmemorando nuestra Pascua, la Pascua de nuestra liberación siendo libertados del reino de las tinieblas y llevados al Reino de Cristo. Se conmemora la Pascua, la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario.

El pan en la Santa Cena tipifica el cuerpo de Cristo que fue partido por nosotros y el vino tipifica la Sangre de Cristo que fue derramada por nosotros en la Cruz del Calvario. Tan sencillo como eso; por lo tanto, Cristo cuando da el pan a Sus discípulos para que coman, tipifica Su cuerpo en el pan, y tipifica Su Sangre en el vino.

Y cuando las personas están tomando la Santa Cena, tipológicamente están comiendo el Cuerpo de Cristo y tomando la Sangre de Cristo, es un memorial. Están, por consiguiente, celebrando la Fiesta de la Pascua actualizada, cumplida proféticamente en Cristo nuestro Salvador muriendo en la Cruz del Calvario, tan sencillo como eso, para la preservación mía ¿y de quién más? De cada uno de ustedes. Es para la preservación de la vida, para que podamos vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

La muerte espiritual está matando millones de seres humanos, pero donde está la Sangre aplicada en el corazón de las personas, la muerte no puede tocarnos, la muerte espiritual no les puede hacer daño, tienen vida eterna.

Si aquel evento en Egipto del sacrificio del cordero pascual y la sangre aplicada en el dintel y los postres de los hogares hebreos, salvó de la muerte a los primogénitos, cuánto más la realidad, o sea, el antitipo, porque aquello fue el tipo y figura de Cristo.

Y ahora, ¿de dónde salió ese tipo y figura? De lo que Cristo habría de hacer en Su Primera Venida, ya está reflejándolo allá en el Antiguo Testamento, allá en medio del pueblo hebreo que estaba en Egipto.

Todas las fiestas hebreas conmemoran un evento histórico que ocurrió, y por consiguiente esa conmemoración es ordenada por Dios.

Hay otras fiestas que luego han sido añadidas, las cuales también tienen un fondo, trasfondo histórico, hay una conmemoración, y tienen también el elemento profético para ser cumplido más adelante. Así es la Fiesta de la Pascua.

Ahora la Pascua bajo el Nuevo Pacto, la llevamos a cabo conmemorada o la conmemoramos. La Pascua del Nuevo Pacto es la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, y hemos estado comiendo la carne y la sangre simbólicamente, al comer el pan y al tomar el vino en la Santa Cena, eso es tipológico, una conmemoración, un memorial.

Y creyendo en Cristo, creyendo en Su muerte, la muerte de Su cuerpo en la Cruz del Calvario y creyendo en Su Sangre derramada en la Cruz del Calvario como la Sangre que nos limpia de todo pecado, estamos comiendo también Su cuerpo, creyendo en Su cuerpo y Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de expiación por nuestros pecados; y estamos tomando Su Sangre, creyendo en Su Sangre, como la Sangre que nos limpia de todo pecado, la Sangre que redime al ser humano.

O sea, que por la fe estamos comiendo la carne y bebiendo Su Sangre, y también en la Santa Cena estamos comiendo Su carne tipológicamente al comer el pan, y estamos tomando Su Sangre al tomar el vino, que es un memorial, que es tipo y figura del cuerpo de Cristo y de la Sangre de Cristo. Y es importante que todos lo entiendan para también llevar a cabo ese memorial.

Es muy importante, el mismo Cristo dijo que si sabemos estas cosas, somos bienaventurados si las hacemos. Es un memorial que recuerda la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario y Su Sangre derramada en la Cruz del Calvario por mí, y Su cuerpo muriendo por nosotros, llevando nuestros pecados. Tan sencillo como eso es la Fiesta de la Pascua bajo el Nuevo Pacto, la cual se conmemora en medio del cristianismo en todas las iglesias.

Ahora esa Pascua tiene un elemento profético también, pues dice que… vamos a ver cómo lo dice aquí, el verso 26 del capítulo 11 de Primera de Corintios, dice:

“Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga”.

O sea, que al tomar la Santa Cena estamos recordando. Un memorial es un recordatorio; y estamos recordando la muerte del Señor hasta que venga, o sea, que estamos anunciando que Él murió en la Cruz del Calvario, dando testimonio de eso, y murió por mí en la Cruz del Calvario.

Y cada persona también conmemora la muerte de Cristo, por usted, cuando toma la Santa Cena; y también está anunciando que Él vendrá, tan sencillo como eso. “La muerte del Señor anunciáis hasta que venga”.

Cuando se cumpla plenamente la Venida del Señor con todos los creyentes en Cristo que murieron físicamente, las cuales están en el Paraíso con cuerpos glorificados, o sea, cuerpos espirituales, cuerpos angelicales, luego Cristo resucitará a los muertos creyentes en Él, o sea, les dará un nuevo cuerpo físico, eterno, inmortal, glorificado y joven para toda la eternidad.

Cuando anunciamos la muerte del Señor, estamos anunciado algo que pasó y lo estamos conmemorando, y estamos anunciando Su Segunda Venida, que Él vendrá, y que Él vendrá ¿para qué? Vendrá con los creyentes que murieron físicamente, los resucitará en cuerpos eternos y glorificados y jóvenes, y a los que estén vivos los transformará; por tanto, anunciamos lo que pasó en Su Primera Venida y anunciamos lo que pasará en Su Segunda Venida. Y en las dos ocasiones en beneficio mío ¿y de quién más? De cada uno de ustedes también.

“LA FIESTA DE LA PASCUA”.

El Cordero de Dios, el Cordero Pascual, Jesucristo, Él llevó a cabo la profecía contenida en la Fiesta de la Pascua. Es histórica, es conmemorativa (o sea, simbólica) y luego es profética, y después se hace una realidad en Cristo, o sea, vuelve a repetirse lo que pasó allá, pero en otra escala, ya no como animalito sino como un hombre llamado Jesús o Yeshua.

Y ahora, estamos cubiertos con la Sangre de Cristo, protegidos de la muerte para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Si alguna persona está fuera de la Casa donde está la Sangre de Cristo, recuerde que los que estuvieron fuera de la casa donde estuviera la sangre aplicada, cualquier padre de familia o hijo, todo primogénito y todo el pueblo tenía que estar en sus hogares, en la casa. Era una noche de recogimiento espiritual para toda la familia, de meditación y de espera para la salida en el Éxodo; fuera de la casa había peligro.

Y ahora la Casa de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, tiene en su Puerta la Sangre del Cordero. Cualquier persona puede decir: “Pero, ¿dónde está la puerta?”. Cristo dijo:

“Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo…”.

La Sangre está en la Puerta, la Sangre está en Cristo, en la Puerta. Cuando se entra a la Casa de Dios al recibir a Cristo, está o queda bajo la Sangre de Cristo, pasa por la Puerta (que es Cristo) a la Casa de Dios, a la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el nuevo Templo, un Templo espiritual; y cada creyente como individuo también es un templo; por lo tanto, la Sangre de Cristo está aplicada en la puerta del corazón de cada persona, o sea, en el alma de cada persona. Tan sencillo como eso.

Y ahora, la Sangre de Cristo está aplicada aquí en mi corazón, y está aplicada en la Iglesia del Señor, que es un Templo espiritual como Cuerpo Místico de creyentes. ¿Y en quién más está aplicada la Sangre de Cristo? En cada de uno de ustedes también.

Si hay una persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted, para que la Sangre de Cristo esté aplicada en el corazón vuestro por el Espíritu Santo, que es la Vida de la Sangre.

Vamos a dar unos minutos mientras pasan acá al frente para orar por usted, los que todavía no han recibido a Cristo como Salvador. Recuerden que es un asunto de vida eterna recibir a Cristo como Salvador, para que Él los coloque en Su Casa, Su Iglesia; y Su Sangre por el Espíritu Santo sea colocada en el corazón de usted.

Los que están en otras naciones también pueden venir a los pies de Cristo en estos momentos, para orar por usted, para que quede incluido en la oración que estaremos haciendo.

Lo más importante es la salvación de nuestra alma, porque lo más importante en la persona es el alma de la persona.

El ser humano fue hecho a imagen y semejanza de Dios. Encontramos a Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y Dios creó al ser humano a Su imagen y semejanza, por eso el ser humano es alma, que es lo más importante del ser humano; espíritu, que es un cuerpo espiritual; y carne o cuerpo físico.

Por eso es que Cristo dice… no dice: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su cuerpo?”, porque los buenos y los malos cuando les toca el tiempo de terminar su vida en la Tierra, mueren físicamente.

Tampoco dice: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su espíritu?”. El espíritu es un cuerpo, pero de otra dimensión; pero dice Cristo: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”. San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28.

Es que el alma de la persona es lo más importante que tiene, el alma es lo que en realidad es la persona, alma viviente.

Por eso ustedes han escuchado a muchos predicadores decir: “Dale tu alma, tu corazón a Cristo”, es así como se hace, dándole el corazón (que tipifica el alma), y se dice: “Dale tu corazón, tu alma a Cristo”, por eso la fe viene por el oír, por el oír la Palabra, el Evangelio de Cristo; y con el corazón, o sea, con el alma, se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación [Romanos 10:10].

Con el corazón, con el alma es que se cree. La persona no cree con el cuerpo, es con el alma; tampoco con el espíritu, el espíritu razona; el alma no razona.

El alma tiene un solo sentido, el espíritu tiene cinco sentidos, el cuerpo también tiene cinco sentidos, son canales o entradas a través de los cuales también el ser humano se comunica con las demás personas, o sea, con el mundo físico y con el mundo espiritual también, con las cosas que no se ven.

Pero cuando se trata del asunto de creer en Dios, el alma tiene el lugar más importante, porque con el alma… (también se dice con el corazón, porque el corazón tipifica el alma); no que el alma es el corazón, sino que lo tipifica.

Ahora con el corazón, con el alma se cree para justicia. Es que el único sentido que tiene el alma es el libre albedrío, y la persona al escuchar el Evangelio de Cristo o cree o no cree, porque el alma al tener ese único sentido: el libre albedrío, con el libre albedrío la persona cree o duda, cree o no cree. Tan sencillo como eso.

Y cuando la persona lo hace de todo corazón, desde lo profundo de su alma, está funcionando el libre albedrío, nadie lo obliga. Usted escucha, nace la fe de Cristo en Su alma y entonces da testimonio (porque cree en Cristo), da testimonio y lo recibe como Salvador. Tan sencillo como eso.

No es una cosa de decir: “Yo me voy a meter a la religión porque quiero ir al Cielo”; eso lo está diciendo de su mente, con los sentidos, o sea, está usando los sentidos del espíritu que usted tiene, del espíritu humano, pero no está usando el sentido del alma.

Cuando el sentido del alma es usado, usted sabe que eso salió de acá, no fue algo intelectual, fue una experiencia acá en el alma y usted sabe que Dios le habló directamente a su alma, y que nació la fe de Cristo y que ahora cree con toda su alma, su corazón en Cristo y da testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador.

Y así usted llega a recibir la bendición de la Pascua que es Cristo, nuestro Salvador; llega a recibir la salvación y vida eterna, y así llega a preservar la vida con Cristo en Su Reino eterno. Es la única forma de vivir eternamente: por medio de Cristo, es la única forma del ser humano poder acercarse a Dios.

El mismo Cristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí”. San Juan, capítulo 14, verso 6. No hay forma de llegar a Dios, a menos que sea a través de Cristo.

Hay personas que piensan que todos los caminos llevan a Dios, pero Cristo dijo que Él es el Camino, y Él dice: “Nadie viene al Padre, sino por mí”; por lo tanto, no hay más caminos: uno solo, y su nombre es Señor Jesucristo.

Ustedes recuerdan que en las ciudades hay calles, y tienen el nombre muchas veces de alguna persona y esa calle llamada de ese nombre, ese camino llamado de ese nombre, lo lleva a cierto lugar; pero el Camino que lleva al Cielo tiene un nombre: Señor Jesucristo. Tan sencillo como eso; y dice que es angosto.

En San Mateo, capítulo 7, verso 13 al 14 dice, que el Camino que lleva a la vida eterna es angosto y pocos son los que lo hayan. Y Él también dice que la Puerta es angosta, y Él es la Puerta también, y pocos son los que entran por ella, por esa Puerta que lleva al Cielo y por ese Camino que lleva al Cielo.

Ahora vamos a orar por las personas que han venido a los pies de Cristo, para entrar por la Puerta que lleva al Cielo (que es Cristo), y caminar por el Camino que lleva al Cielo, que lleva a la vida eterna, que lleva el Padre.

En todos los países pueden estar puestos de pie también, y si falta alguno por venir también a los pies de Cristo puede venir, y los niños de 10 años en adelante también pueden venir a los pies de Cristo. Recuerden que Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el Reino de los Cielos”.

Con nuestras manos levantadas al Cielo y nuestros ojos cerrados, repitan conmigo esta oración los que han venido a los pies de Cristo y están presentes, o en otras naciones o en otras ciudades:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació tu fe en mi corazón; creo en ti con toda mi alma, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de expiación por mis pecados y por los de todo ser humano.

Señor, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo en que podemos ser salvos, doy testimonio público de mi fe en ti y te recibo como mi único y suficiente Salvador.

Señor, reconozco que soy pecador, te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Me rindo a ti en alma, espíritu y cuerpo; sálvame, Señor, te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes lo han recibido como único y suficiente Salvador.

Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor lo más pronto posible”, pues Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; más el que no creyere, será condenado”. San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16.

El bautismo en agua es tipológico, la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado. El agua en el bautismo no nos quita los pecados, no nos limpia de pecado; es la Sangre de Cristo.

El mismo Cristo cuando Juan estaba predicando y bautizando en el Jordán, llegó Jesucristo para que Juan lo bautizara, entró a las aguas bautismales, y Juan le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por ti ¿y tú vienes a mí para que yo te bautice?”, y Jesús le dice: “Nos conviene cumplir toda justicia”, y entonces lo bautizó [San Mateo 3:13-17]. Si Cristo para cumplir toda justicia convenía que fuera bautizado, ¡cuánto más nosotros!

Y ahora, el bautismo en agua es un mandamiento del Señor, el cual ha estado siendo obedecido por los apóstoles y por todos los que han recibido a Cristo como Salvador; y millones de seres humanos que han recibido a Cristo, han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

El Día de Pentecostés San Pedro, en el capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 33 al 48, cuando está predicando y termina, le dicen los que estaban escuchando, que eran como tres mil personas o más, le dicen: “Varones hermanos, ¿qué haremos?”, le dicen a Pedro y a los apóstoles, porque había nacido la fe en Cristo, estaban creyendo: “¿Qué haremos?”, Pedro les dice:

“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas”.

“Y el Señor añadía a Su Iglesia cada día los que habían de ser salvos”, y todavía sigue añadiendo a Su Iglesia los que han de ser salvos.

Pedro y los apóstoles bautizaron como tres mil personas, como resultado del primer Mensaje que Pedro predicó lleno del Espíritu Santo, el cual vino el Día de Pentecostés sobre los apóstoles; y allí se abrió la Dispensación de la Gracia, allí comenzaron a entrar a la Dispensación de la Gracia miles de personas, comenzaron a obtener el nuevo nacimiento y así ha sido durante estos dos mil años que han transcurrido.

Y algún día entrarán los últimos, y algunas veces yo he deseado que cuando reciban a Cristo como Salvador (las personas) y son bautizados en agua en Su Nombre, esos sean los últimos.

No es que no quiera que otras personas vengan más adelante, es que cuando se complete la Iglesia, entonces Cristo saldrá del Trono de Intercesión, donde está como Sumo Sacerdote, haciendo intercesión con Su Sangre por las personas que lo reciben como Salvador, y hay un número escrito en el Cielo que formarán la Iglesia y en este tiempo van a entrar los últimos, no sabemos en qué año; pero es en este séptimo milenio de Adán hacia acá, o tercer milenio de Cristo hacia acá.

Estamos en el Día Postrero, o sea, en el milenio postrero. No que después de este milenio dejará de existir la humanidad o dejará de existir el universo, no.

El séptimo milenio es el milenio donde entrarán los últimos elegidos de Dios a formar parte de la Iglesia, y luego Cristo saldrá del Trono de Intercesión y hará Su Obra de Reclamo como Rey de reyes y Señor de señores, y Juez de toda la Tierra, resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, cuerpos eternos, inmortales, como el cuerpo glorificado que Él tiene y joven. Y a los que estemos vivos nos transformará, y entonces tendremos vida eterna física.

Ya de ahí en adelante nuestro cuerpo físico ni se pondrá viejo, ni morirá; y los que estén viejos serán rejuvenecidos, y los que estén niñitos serán colocados como jóvenes en la glorificación, y ahí todos serán jóvenes en ese momento, todos listos para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Por eso estamos esperándolo y deseamos que sea lo más pronto posible.

Pero para eso tiene que entrar hasta el último escogido a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, por eso es que todavía no ha ocurrido la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.

Cristo está esperando hasta que entre hasta el último elegido, predestinado, escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, hasta que entre al Cuerpo Místico de Cristo, hasta que reciba a Cristo como Salvador y reciba el Espíritu de Cristo luego de ser bautizado, y entonces esté en lugar seguro: en el Cuerpo Místico de Cristo, que es Su Templo espiritual, y el Espíritu de Dios en cada persona, que como individuo es un Templo espiritual.

El bautismo en agua es tipológico, o sea, simbólico. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador muere al mundo, cuando la persona es sumergida por el ministro en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso.

Por eso es que, en el bautismo en agua, la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección, se identifica con la muerte de Cristo, con la sepultura de Cristo y con la resurrección de Cristo; y da testimonio que eso también ha sucedido en la persona, tipológicamente en el campo espiritual.

Por lo tanto, conociendo el significado, la tipología del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, bien pueden ser bautizados y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino eterno de Jesucristo, nuestro Salvador.

Los que están en otras naciones también pueden ser bautizados, y que Cristo también les bautice con Espíritu Santo y fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y también nos continuaremos viendo por toda la eternidad.

Hemos visto la bendición tan grande de LA FIESTA DE LA PASCUA cumplida en Cristo. Y ahora podemos recibir los beneficios de esa Fiesta que se materializó en Cristo nuestro Salvador, Jesucristo es nuestra Pascua.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, compartiendo estas verdades contenidas en las Sagradas Escrituras.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también.

Dejo al ministro, doctor Jean del Corto, para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y el ministro correspondiente en cada nación, lo dejo para que haga en la misma forma, para ser bautizados los que en otras naciones también han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, nuestra Pascua, sean sobre todos ustedes. Buenas noches.

“LA FIESTA DE LA PASCUA”.