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| Israel, el reloj de Dios | 2009-05-24 | 2 | Santiago de Cali | Valle del Cauca | CO | 00:00:00 | false |
Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes, y los que están a través del satélite Amazonas en el Canal WSS y también los que están a través de internet en diferentes naciones.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes, y que en esta ocasión nos hable directamente a nuestra alma abriéndonos las Escrituras. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Para esta ocasión leemos un pasaje bíblico que se encuentra en el Evangelio según San Mateo, capítulo 24, y dice de la siguiente manera; capítulo 24, versos 30 en adelante:
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.
Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.
De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.
Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.
De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo mi Padre.
Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre.
Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca,
y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Tomamos el verso 32 al 33, donde nos dice:
“De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.
Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas.”
“ISRAEL, EL RELOJ DE DIOS.”
En esta parábola, para Cristo hablar acerca de Israel y lo que estará sucediendo con Israel en el tiempo final, toma la higuera como tipo y figura, como símbolo del pueblo hebreo.
Israel, encontramos que perdió el templo en el año 70 de la era común o era cristiana, conforme a las profecías dadas por Jesucristo. Y esas profecías eran de acuerdo a Daniel, capítulo 9, verso 25 al 26, dice:
“Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.”
Jerusalén fue destruida, el templo también fue destruido, conforme a como estaba aquí en la profecía de Daniel, dada por el Ángel Gabriel al profeta y gobernador Daniel.
Para que esta profecía se cumpliera tenía que el Mesías venir en la semana número setenta en Su ministerio terrenal, y morir en ese tiempo como el Sacrificio de Expiación por el pecado, para quitar el pecado del mundo. Como también en Isaías estaba profetizado en el capítulo 53, verso 10, donde dice:
“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.”
El Mesías Príncipe tenía que poner Su vida en Expiación por el pecado de Su pueblo, por el pecado del ser humano, para así el pueblo hebreo y todas las naciones, tener el Sacrificio de Expiación por el pecado, con el cual somos limpios de todo pecado y somos reconciliados con Dios.
Ahora, el mismo Cristo habló de que Él vino por las ovejas perdidas de la casa de Israel, o sea, de las tribus perdidas, de las diez tribus del reino del Norte, que corresponden a las diez tribus que le fueron dadas al rey Jeroboam.
Él ha prometido en Jeremías, capítulo 31, versos 31 al 36, hacer un nuevo Pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. Y cuando Cristo en la última Pascua o la víspera de la Pascua estuvo comiendo con Sus discípulos, dice, dándole el pan a Sus discípulos luego de bendecirlo: “Comed, esto es mi cuerpo.” Y luego dando la copa de vino luego de bendecirla, dice: “Tomad, tomad de ella todos, esta es la sangre, mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada.” Aquí les está hablando del nuevo Pacto que Dios haría con la casa de Israel y con la casa de Judá.
Y ahora, desde la muerte de Cristo en adelante se abrió la Dispensación de la Gracia, y encontramos que Dios se tornó a los gentiles para recuperar los descendientes de las tribus perdidas de la casa de Israel, y colocarlos dentro del nuevo Pacto; por eso el Cristianismo ha estado lleno de descendientes hebreos desde su comienzo; comenzó con hebreos descendientes de la casa de Israel y de la casa de Judá.
Y entre los gentiles estaban perdidos los descendientes de la casa de Israel, del reino del Norte, porque fueron esparcidos por todas las naciones, pero Dios conoce a Sus ovejas, y Él dijo que juntaría Sus ovejas. Por eso Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi voz y me siguen, y yo las conozco, y yo les doy vida eterna.” (Capítulo 10 de San Juan).
Ahora, encontramos que durante estos dos mil años de Cristo hacia acá, se ha estado llevando a cabo en el Programa Divino una labor en favor de los descendientes de las tribus perdidas, de las diez tribus perdidas del reino del Norte (o sea, de la casa de Israel), y por esa causa encontramos que el pueblo hebreo ha tenido muchos problemas durante estos dos mil años: perdieron el templo, la ciudad fue destruida por el general romano Tito Vespaciano con su ejército, y así sucedió porque así estaba en la profecía de Daniel, capítulo 9, verso 21 al 27.
Lo que Dios ha dicho por medio de Su Espíritu que ha de suceder, así siempre sucedería, así ha estado sucediendo, y las cosas que corresponden a este tiempo final para suceder, las cuales están en la Palabra profética, sucederán también.
Para este tiempo final la promesa es que serán llamados y juntados los escogidos que estarán viviendo en este tiempo final, en el tiempo de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles.
Los ministerios de los dos Olivos son los que serán manifestados por el Espíritu de Dios, y llamarán y juntarán ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu. El Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, con el Espíritu Santo, será el que llamará y juntará ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, conforme al libro del Apocalipsis, capítulo 7, verso 2 en adelante. Y también Apocalipsis, capítulo 11, donde aparecen los dos Olivos con el poder de Dios sobre todas las cosas, sobre la naturaleza. Y en Apocalipsis, capítulo 7 aparece el Ángel con el Sello del Dios Vivo, o sea, con el Espíritu Santo.
Todo eso está prometido para ser manifestado en este tiempo final, en donde la higuera reverdecería.
Encontramos que Israel es la higuera de la cual habló Cristo en este pasaje profético de San Mateo, capítulo 24, versos 32 al 33, y también en San Lucas, capítulo 21, versos 27 al 31, donde dice:
“Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.
Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.”
Cuando comencemos a ver todas estas señales siendo cumplidas, Cristo dice: “Levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca.” O sea, la redención del cuerpo, que es la transformación de los vivos creyentes en Cristo nacidos de nuevo, y la resurrección de los muertos en Cristo que van a ser levantados, resucitados en cuerpos inmortales, cuerpos incorruptibles, cuerpos glorificados y jóvenes para vivir por toda la eternidad en y con esos cuerpos.
Ahora, dice:
“También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles (o sea, mirad a Israel y a todas las naciones).
Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca.”
Hemos visto a Israel brotando como un Estado libre y soberano, así también para el tiempo en que estemos viendo estas cosas, dice que el verano está cerca. Hemos estado viendo las naciones surgiendo como Estados libres y soberanos, incluyendo a Israel, la higuera:
“Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.”
Cuando dice: “El verano está cerca,” significa: “El Reino de Dios está cerca,” el Reino que será restaurado al pueblo hebreo, el cual es el Reino de David que es el Reino de Dios en la Tierra. Y conforme a la profecía de Ezequiel, capítulo 37, versos 15 al 29, Dios va a juntar al reino del Norte con las diez tribus, y al reino del Sur con las dos tribus: la tribu de Judá y la tribu de Benjamín, y va a unificar las doce tribus para restaurar el Reino de David en la Tierra, que es el Reino de Dios terrenal.
Por eso Cristo en San Mateo, capítulo 6, verso 10, dice (10 en adelante), que orando pidamos la Venida del Reino de Dios a la Tierra, para que sea hecha la voluntad de nuestro Padre, como se hace en el Cielo, sea hecha la voluntad de Dios también en la Tierra.
Ese Reino que está prometido que vendrá, el Reino de Dios, será el Reino del Mesías, Reino que el Mesías establecerá en la Tierra, y eso para el pueblo hebreo será la restauración del Reino de David, que es el único Reino que tiene promesa de Dios de ser restaurado en la Tierra, y de gobernar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Por eso es que en Isaías, capítulo 9, nos dice, verso 6 al 7:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro (y el principado sobre su hombro); y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.”
El Mesías es el Príncipe de Paz, y por eso es el único que podrá traer la paz para Israel y para toda la humanidad. Pero mientras llega ese momento se trata de que haya paz en las naciones por medio de pactos, de convenios entre gobernantes de diferentes naciones; lo cual está bien. Dice:
“Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”
O sea, que será una Obra divina, una Obra de Dios, será el cumplimiento de lo que Dios ha prometido, será el cumplimiento de las profecías bíblicas relacionadas a la restauración de Israel y Reino de Dios en la Tierra como el Reino de David, porque ese es el único Reino que por decreto divino será restaurado y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, y entonces la paz la recibirá Israel y todas las naciones.
Por eso es que el Mesías Príncipe prometido en las Escrituras es el deseado de todas las naciones, porque todas las naciones y todos los individuos desean la justicia, la paz y como meta: la felicidad; todos deseamos ser felices, queremos la felicidad, y por consiguiente reconocemos que el único que podrá traer la felicidad para la raza humana es el Mesías Príncipe en Su Reino mesiánico.
Su Capital estará en Jerusalén, Su Trono estará en Jerusalén en medio del pueblo hebreo, y desde ahí gobernará sobre todas las naciones, será un Imperio mundial. Y la paz cubrirá a todas las naciones, todos los seres humanos tendrán paz en ese Reino, y las armas de guerra serán convertidas en herramientas de trabajo; y así viviremos en el Reino del Mesías felices y agradecidos a Dios por ese Reino divino que el Mesías establecerá. El Trono del Mesías y Su Reino estará conectado directamente con el Trono de Dios celestial, y el Reino celestial de Dios. Tan simple como eso.
Y ahora, con Israel en su tierra como un Estado libre y soberano, tenemos la señal de la higuera a la vista de nosotros y de todos los seres humanos.
El reloj de Dios está marcando la hora en el Programa Divino para la redención de Israel como pueblo, como nación, pues Dios trata con el pueblo hebreo como nación. Y ver a Israel establecido en su tierra como un Estado libre y soberano, con su propia moneda, sus propias leyes, su propio gobierno, nos señala que el Reino de Dios está cerca, el verano está cerca, el Reino de Dios está cerca, el Reino que será restaurado en la Tierra, el cual estaba manifestado en el tiempo del rey David y del rey Salomón.
Por eso es que en la Escritura de Primera de Crónicas, capítulo 28, cuando el rey Salomón fue colocado sobre el trono, dice en el capítulo 28, verso 5 en adelante del libro de Crónicas, dice el rey David:
“Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel.”
El Trono del Reino de Dios sobre el pueblo hebreo, es el Trono de David, conforme a las palabras del rey David. Luego también en este mismo libro de Primera de Crónicas, capítulo 29, verso 22 en adelante, dieron por segunda vez la investidura al rey Salomón, lo invistieron nuevamente. Dice:
“Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.
Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel.”
Aquí podemos ver en el trono en que se sentó el rey Salomón, el Trono de Dios en este planeta Tierra; se sentó en lugar de su padre David, el cual estaba sentado en el Trono terrenal de Dios, al cual le llamamos el Trono de David.
Israel es la única nación en este planeta Tierra que ha tenido el Trono de Dios terrenal y ha tenido el Reino terrenal de Dios; no hay otra nación que haya tenido tal privilegio, tal bendición, solamente Israel.
Por eso es que ha tenido tantas luchas, tantos problemas. Dios le dijo al profeta Moisés en el Éxodo, capítulo 4, hablando de Israel cuando estaba el pueblo hebreo como esclavo allá en Egipto, y Dios envió a Moisés para libertar al pueblo hebreo, le dice que le diga al faraón de la siguiente manera, capítulo 4, verso 22 del Éxodo:
“Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.”
El único pueblo primogénito de Dios terrenal, es Israel. Y por consiguiente las bendiciones de la primogenitura para el hijo primogénito como nación, son bendiciones terrenales y celestiales. Por eso tiene el derecho a recibir el Reino de Dios terrenal y Trono terrenal de Dios, que es el Trono de David, con el Reino de David, para tener en su territorio el Reino más importante que está prometido que será establecido en esta Tierra, o restaurado: el Reino de Dios.
Y ahora, recordamos las palabras de Cristo, que orando pidamos la Venida del Reino de Dios. Y también... San Mateo, capítulo 6, verso 10; y también que cuando veamos la higuera: el pueblo hebreo reverdecer, el pueblo hebreo ser establecido como una nación libre y soberana, un Estado libre y soberano con sus propias leyes, sepamos que el verano está cerca, o sea, que el Reino de Dios está cerca.
La restauración del Reino de Dios en el planeta Tierra está muy cerca, porque el reloj de Dios, que es Israel, está marcando la hora, la hora para la Venida del Reino de Dios, en el cual el Mesías Príncipe se sentará en el Trono de David y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
El pueblo hebreo está esperando la Venida del Mesías, el Cristianismo está esperando la Venida del Mesías, y muchas religiones están esperando la venida de un hombre que gobierne sobre todo el planeta Tierra, ese es el Deseado de todas las naciones: el Mesías Príncipe.
Por lo tanto, las palabras de Cristo, que cuando veamos que comienzan a suceder todas estas cosas: levantemos nuestras cabezas porque nuestra redención está cerca.
Para los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, la redención para ellos será la transformación de sus cuerpos, para así tener un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado; y para los creyentes que murieron en edades pasadas, y algunos de nuestro tiempo, la resurrección en cuerpos eternos.
Esa es la redención para los creyentes en Cristo, la redención física, que está prometida en Romanos, capítulo 8, versos 17 al 31, y en Efesios, capítulo 4, verso 30, donde dice:
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.”
Eso es para el Día del Señor, en donde Él obrará, realizará la redención del cuerpo, que será la glorificación de nuestros cuerpos, para que todos tengamos un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Cristo nuestro Salvador. De eso es que nos habla San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58, y también Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versos 13 al 17, y todo eso será a la final Trompeta.
En el tiempo de la gran Voz de Trompeta, en el tiempo en que se está predicando el Evangelio del Reino. Cristo dijo en San Mateo, capítulo 24, verso 14:
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”
Cristo predicaba el Evangelio del Reino, eso lo muestra el libro de San Mateo, Evangelio según San Mateo, capítulo 4, verso 11 al 23. Pero luego de la muerte de Cristo se comenzó a predicar el Evangelio de la Gracia, pero volverá a predicarse el Evangelio del Reino bajo los ministerio de los dos Olivos, de Moisés y Elías; y el pueblo hebreo, la higuera, sería impactada por el ministerio de los dos Olivos, escuchará el mensaje de la gran Voz de Trompeta, ese mensaje con el cual serán juntados, llamados y juntados todos los miembros de las doce tribus de Israel, de entre los cuales llamará y juntará, y sellará ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu. Esta es la misma gran Voz de Trompeta o Trompeta final o gran Trompeta, de la cual habla la Escritura en Isaías, capítulo 27, verso 12 al 13, y dice:
“Acontecerá en aquel día, que trillará Jehová desde el río Eufrates hasta el torrente de Egipto, y vosotros, hijos de Israel, seréis reunidos uno a uno.
Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén.”
Esa gran Trompeta es la gran Voz de Trompeta, de la cual San Pablo habla en Primera de Corintios, capítulo 15, donde nos dice que “a la final trompeta, porque será tocada la trompeta y los muertos en Cristo resucitarán primero incorruptibles (o sea, en cuerpos glorificados, eternos, inmortales y jóvenes), y nosotros los que vivimos seremos transformados.” Son promesas para ser cumplidas en el tiempo en que estemos viendo la higuera reverdecer, en que estemos viendo a Israel, Israel como una nación libre y soberana.
Israel, el Estado de Israel está hecho una realidad y está marcando la hora para la Venida del Señor, está marcando la hora para la restauración del Reino de Dios en la Tierra, está marcando la hora para la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, porque Israel es el reloj de Dios. Y Cristo dijo que: “Cuando veamos que comienzan a suceder todas estas cosas, levantemos nuestras cabezas porque nuestra redención está cerca (nuestra transformación).”
Por lo tanto, estemos con nuestras cabezas levantadas a las cosas de Dios, sirviendo a Dios de todo corazón, preparados para la redención del cuerpo, o sea, para nuestra transformación. Nuestra redención está cerca. Y el Reino de Dios, la restauración del Reino de Dios en la Tierra, que será la restauración del Reino de David, también está cerca.
Por lo tanto, estemos preparados, bien agarrados de Cristo, el Ángel del Pacto, como se agarró Jacob del Ángel y no lo soltó hasta que recibió de Él la bendición. Eso está en Génesis, capítulo 32, versos 24 al 32.
“ISRAEL, EL RELOJ DE DIOS.”
Mirando el reloj de Dios, sabemos que estamos en el tiempo correcto para la redención de nuestros cuerpos, o sea, la transformación de nuestros cuerpos, y la resurrección de los muertos en Cristo. Y para la restauración del Reino de Dios en la Tierra, que será la restauración del Reino de David; y por consiguiente, estamos en el tiempo para la Venida del Rey, del Príncipe de Paz, el Mesías que el pueblo hebreo está esperando y también el Cristianismo está esperando.
Si alguna persona todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, sepa que es muy tarde en el reloj de Dios. El reloj de Dios está marcando la hora final. Pero todavía Cristo está en el Trono del Padre como Sumo Sacerdote haciendo intercesión por cada persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador; pero algún día Él va a terminar Su labor de Sumo Sacerdote, se va a levantar del Trono del Padre y entonces será el León de la Tribu de Judá, el Rey de reyes y Señor de señores, para hacer la Obra de Reclamo, reclamar todo lo que Él ha redimido con Su Sangre.
Por lo tanto, necesitamos estar redimidos por la Sangre de Cristo. Necesitamos, antes que se cierre la puerta de salvación, necesitamos haber recibido a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Para lo cual tenemos unos minutos para que puedan venir a los Pies de Cristo para orar por ustedes en esta ocasión, ustedes que todavía no han recibido a Cristo como Salvador.
Hemos visto la hora que es en el reloj de Dios: la hora final, la hora para Su Venida, la hora para la venida del Reino de Dios, la hora para la restauración del Reino de Dios en la Tierra. Por lo tanto, necesitamos todos recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que faltan por venir, queremos todos estar preparados con nuestras miradas puestas en las cosas celestiales, las cosas de Dios, nuestra mirada puesta en Cristo nuestro Salvador, para que Cristo los reciba en Su Reino, los perdone y con Su Sangre los limpie de todo pecado.
Cristo tiene mucho pueblo en esta nación, tiene mucho pueblo en esta ciudad, y los está llamando; y tiene mucho pueblo en toda la América Latina y en todas las naciones, y los está llamando en este tiempo final.
Es más tarde de lo que la humanidad se imagina, porque en el reloj de Dios, que es Israel, está marcando la hora final, está marcando la hora de Su Venida para la Venida del Señor.
Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad y los está llamando. Todos queremos estar preparados en esta hora final, todos queremos entrar al Reino del Mesías, todos queremos entrar al Reino de Dios, pues todos queremos vivir eternamente. Y solamente podemos entrar al Reino de Dios por medio de Cristo. Él dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” San Juan, capítulo 14, verso 6. Y también Cristo nos dice en San Juan, capítulo 11, cuando fue a resucitar a Lázaro, hablando con Marta, le dice a ella, capítulo 11, verso 23 en adelante de San Juan:
“Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.”
¿Y cuál es el Día Postrero? Así como el sábado es el día postrero de la semana, es el séptimo día de la semana, por cuanto un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día, nos dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 y también el Salmo 90, verso 4, delante de Dios un día es como mil años. Y ahora, el día del Señor, el día de la Venida del Señor, es el séptimo milenio de Adán hacia acá, ese es el Día Postrero delante de Dios. Por eso Marta le dice:
“...Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.”
Eso era lo que había enseñado Jesucristo a Sus seguidores en San Juan, capítulo 6, versos 39 en adelante, cuando dice:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Y ahora, el Día Postrero es el último de los días postreros. Los días postreros delante de Dios son los milenios postreros, que son quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. Por eso el apóstol Pablo y también Pedro (San Pedro) nos dicen que en aquellos días de Jesús y en el tiempo en que el Espíritu Santo vino el Día de Pentecostés, eran ya los días postreros, porque había comenzado ya el quinto milenio, que es el primero de los milenios postreros: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio son los días postreros delante de Dios, son los milenios postreros delante de Dios.
Y ahora, ¿por qué la resurrección de los creyentes en Cristo del Día de Pentecostés hacia acá no ha sucedido? Porque esa es una promesa que Cristo hizo para realizar la resurrección de los creyentes en Él en el Día Postrero.
Y ahora, el Día Postrero siendo el séptimo milenio y conforme al calendario gregoriano ya estamos dentro del séptimo milenio, ya llevamos nueve años dentro del séptimo milenio.
Ahora, estamos en un tiempo muy importante en donde de un momento a otro Cristo va a resucitar a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y eternos y jóvenes, y a los que estemos vivos en ese momento, nos transformará, y entonces todos seremos inmortales, jóvenes, con cuerpos glorificados y eternos como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y así todos seremos a Su imagen y semejanza.
Cristo está tan joven como cuando subió al Cielo, no se ha puesto viejo, porque en el cuerpo glorificado la persona no se pone vieja. Nos ponemos viejos en estos cuerpos mortales porque son temporales, pero el cuerpo glorificado es eterno y por consiguiente no se pone viejo. Eso es lo que Cristo tiene para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también. Es una promesa de Cristo, Él mismo lo dijo y si Él lo dijo, Él lo cumplirá.
Ahora, Marta sabía que la resurrección para los muertos creyentes en Cristo es para el Día Postrero, o sea, para el milenio postrero.
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá (o sea, que habrá una resurrección para todos los creyentes en Cristo).
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
Le dijo: Sí, Señor...”
Ella le dice que sí, que lo cree, ¿y quién más lo cree? Todos nosotros también. Y le dice:
“...yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo (y yo también lo creo).”
Y ahora, todo aquel que vive en esta Tierra y cree en Cristo, no morirá eternamente. Por lo tanto, la angustia existencial que tienen los seres humanos se le va, porque sabe que si muere físicamente va al Paraíso, y luego en la resurrección, cuando Cristo efectúe la resurrección de todos los creyentes en Él, va la persona a resucitar en un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible, joven y glorificado. Eso es lo que Cristo tiene para los creyentes en Él. Eso es lo que Cristo tiene para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también.
Todavía continúan viniendo más personas que como ustedes quieren vivir eternamente. Ustedes están escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, y por consiguiente ustedes son ovejas del Señor, las ovejas que el Padre le dio a Cristo para que las busque y les dé Vida eterna, “porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” San Lucas, capítulo 19, verso 10; y San Mateo, capítulo 18, versos 11 al 14. “Porque no es la voluntad de nuestro Padre celestial que se pierda uno de estos pequeñitos,” uno de estos hermanos menores de nuestro amado Señor Jesucristo. La voluntad de Dios es que obtengamos la salvación y Vida eterna, y por consiguiente vivamos con Cristo por toda la eternidad en el Reino de Dios.
Los que están en otras naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo en estos momentos, para que queden incluidos en la oración que estaremos haciendo por todos los que están recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Lo más importante en la vida es asegurar nuestro futuro eterno. “¿Y cómo lo vamos a asegurar? No hay una compañía de seguro que nos asegure nuestro futuro eterno,” pero hay un hombre que nos asegura nuestro futuro eterno, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Es el único que nos puede asegurar nuestro futuro eterno, y nos asegura nuestro futuro eterno con Él en Su Reino eterno.
Vamos a estar puestos en pie, para orar por las personas que están viniendo a los Pies de Cristo. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene lugar para ustedes en Su Reino. Y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños. Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí; y no se lo impidáis; porque de los tales es el Reino de los Cielos.”
En las demás naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, los niños también, los adultos, los jóvenes, los ancianos, porque todos necesitamos a Cristo.
Tenemos en todas las naciones también la oportunidad de venir a los Pies de Cristo en estos momentos, tenemos la pantalla aquí (no sé si tienen otra), solamente tenemos ésta, la estamos viendo aquí.
En las diferentes naciones también están viniendo a los Pies de Cristo en estos momentos, pues están conectadas a través del satélite Amazonas en el Canal WSS o por internet, y por consiguiente así como ustedes están aquí, en todos los países están reunidos, conectados con esta transmisión escuchando la predicación del Evangelio de Cristo y recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador.
Es el llamado final de Dios, el llamado de la hora final, el reloj de Dios: la higuera, el pueblo hebreo, Israel, está marcando la hora final. Pero en esta hora final es un privilegio venir a los Pies de Cristo, recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador.
Ya vamos a orar por las personas que están viniendo a los Pies de Cristo en esta ocasión. Vamos a preguntar a los que están en las cámaras, para que nos indiquen cuándo en la República Mexicana, en el Brasil, en Puerto Rico, en Venezuela, en el Perú, en Argentina, en Paraguay, en Bolivia, en Uruguay y demás naciones, están listos para la oración por los que están viniendo a los Pies de Cristo nuestro Salvador.
Venir a los Pies de Cristo y recibirlo como nuestro Salvador, es un asunto de Vida eterna. Pues Él dijo: “Mis ovejas oyen mi voz y me siguen; y yo las conozco y yo les doy vida eterna.” Venimos a los Pies de Cristo luego de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, para recibir la Vida eterna. No hay otra persona que nos pueda dar Vida eterna, solamente hay uno, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO.
La exclusividad de la Vida eterna la tiene Jesucristo, para otorgarla a todos aquellos que lo reciben como único y suficiente Salvador.
Si falta alguna persona por venir todavía, puede pasar al frente para que quede incluida en esta oración que estaremos haciendo por todos los que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador. Todavía vienen más personas, por lo cual estamos esperando unos segundos.
Recuerden que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, los que están presentes y los que están en otras naciones, y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, aquí presentes y en otras naciones, repitan conmigo esta oración que estaré haciendo por ustedes:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón. Creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos. Creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino.
Señor, me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo. Sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.
Ahora, ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible en el Nombre del Señor Jesucristo, pues Él dijo:‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.’ ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de ustedes que han recibido en estos momentos a Cristo como vuestro Salvador. Por cuanto ustedes han creído en Cristo, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Si Cristo para cumplir toda justicia fue bautizado por Juan el Bautista y también los apóstoles fueron bautizados por Juan el Bautista, cuánto más nosotros necesitamos ser bautizados. Los que creyeron el Día de Pentecostés también fueron bautizados por los apóstoles, y fueron añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo como tres mil personas.
El bautismo en agua es tipológico; el agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. Pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo.
En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado, y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Comprendiendo el simbolismo del bautismo en agua, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Escuchemos las personas que creyeron cuando Pedro predicó el Día de pentecostés. Capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 34 en adelante:
“Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”
Por cuanto Dios ha hecho a Jesús: Señor y Cristo, llamamos a Jesús SEÑOR JESUCRISTO.
“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Como tres mil personas vinieron a los Pies de Cristo cuando Pedro predicó, y luego fueron bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego y produjo en ellos el nuevo nacimiento, y fueron añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el redil del Señor. Y las ovejas son los que han recibido a Cristo como Salvador, y el buen Pastor es nuestro amado Señor Jesucristo.
Bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Que Dios les bendiga y les guarde, y dejo con ustedes al reverendo Mauricio Vivas, para que les indique hacia dónde dirigirse, y colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y en cada país dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.
Y nos veremos por toda la eternidad en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
“ISRAEL, EL RELOJ DE DIOS.”