26 KiB
| title | date | activity | place | city | state | country | duration | public | youtube | translations | files |
|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| Nuestra redención está cerca | 2009-04-27 | 2 | Heroica Matamoros | Tamaulipas | MX | 00:00:00 | false |
Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas en el canal WSS, y también los que están a través de internet en diferentes naciones. Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes.
Estuvo el licenciado Benjamín Cruz Alfaro hablándoles en esta tarde, ¿verdad, Miguel? En la actividad de ahora, ¿ya les diste a conocer todo? ¿Ya les hiciste saber todo? Bueno, ya escucharon al licenciado Benjamín Cruz Alfaro, sigan esas recomendaciones, esos consejos, y sigan también las recomendaciones del gobierno, del Departamento de Salud y cuídense, y por estos días el saludo que sea de boca, no de abrazos y besos, ni de dar la mano, ya que tienen que cuidarse en estos días, tanto ustedes en la República Mexicana como en todas las naciones.
Protéjanse ustedes y a su familia, y estén alertas; cualquier síntoma, vayan inmediatamente al hospital más cercano o al lugar de salud más cercano que ustedes tengan, y así, pues estarán ustedes cooperando en favor de ustedes mismos, de su familia y de toda la comunidad.
También hay un medicamento, se llama: “Tamiflú,” y si el médico se lo receta, entonces deben usarlo; creo que no se consigue sin receta médica, tiene que ser con receta médica y aun con receta médica es difícil conseguirlo, o a menos que el gobierno reparta gratuitamente ese producto en los diferentes centros de distribución como hospitales y lugares que el gobierno tenga para ese propósito.
Este es un tiempo muy importante, es un tiempo en el cual estamos teniendo la antesala a lo que ha de venir. Para el mundo las plagas, los juicios de la gran tribulación, y para los hijos de Dios, los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, la antesala a la Cena de las Bodas del Cordero y también al glorioso Reino milenial de Cristo, y estando en esta antesala, tenemos que ser cuidadosos y vigilar cualquier cosa que nos pueda hacer daño a nosotros o a nuestros hijos, para así pasar esta etapa lo más tranquila posible.
No sabemos qué otras cosas puedan venir; ya ha venido el problema económico, y encima del problema económico están viniendo estos problemas de salud, y no sabemos cómo vaya a moverse este tiempo en todos los aspectos de la raza humana.
Una cosa si sabemos, y es que Cristo dijo: “A vosotros es dado conocer los misterios del Reino de los Cielos,” es que estamos ya a la puerta de una bendición muy grande para la Iglesia del Señor Jesucristo, de lo cual Cristo habló en San Lucas, capítulo 21, versos 25 en adelante, donde dice:
“Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;
desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.
Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.
Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.
También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles.
Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca.
Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.”
En estos dos pasajes, Cristo nos da las señales que anteceden a nuestra redención. La redención será nuestra transformación, esa es la redención del cuerpo, la adopción del cuerpo como hijos e hijas de Dios, en donde obtendremos el cuerpo eterno y glorificado.
Y las otras señales mencionadas aquí para la Venida del Reino y establecimiento del Reino de Dios en la Tierra, del cual Cristo dijo que orando pidieran la Venida del Reino: “Venga tu Reino, hágase tu voluntad como en el Cielo, también en la Tierra.” (San Mateo, capítulo 6, verso 10).
Las señales para eso son la higuera y todos los árboles: la higuera reverdeciendo y todos los árboles, las demás naciones, las cuales vendrían (las demás naciones) a venir a ser naciones libres y soberanas, Estados libres y soberanos. Israel es la señal máxima, la nación que como señal está mencionada como la higuera que reverdecería; y todo eso sería señal de que el Reino de Dios está cerca.
Vamos a ver aquí: “NUESTRA REDENCIÓN ESTÁ CERCA,” el Reino de Dios está cerca.
Estamos hablando de dos cosas: la redención nuestra del cuerpo, y también el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra. El Reino de Dios que será establecido, que vendrá y será establecido en la Tierra, es la restauración del Reino de David, al cual el Mesías príncipe es el heredero.
Por eso el Ángel Gabriel le dice a la virgen María que ella va a tener un hijo, va a concebir y que le ponga por nombre Jesús, y que será llamado Hijo de Dios, y Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre Israel para siempre. Ese es el Reino que va a ser restaurado.
¿Y cómo podemos conciliar el Reino de Dios con el Reino de David? Es que el Reino terrenal de Dios es el Reino de David, y el Trono terrenal de Dios es el Trono de David, conforme a Primera de Crónicas, capítulo 28, verso 5 en adelante, donde dice... esto fue cuando David fue a proclamar a su hijo Salomón como rey sobre Israel, y sentarlo en el trono, su trono, el Trono de David. Dice:
“Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel”
El Trono del Reino de Jehová sobre Israel, es el Trono de David, es la única nación que por decreto divino tiene el Trono terrenal, del Reino terrenal de Dios, y también es la única nación por consiguiente que tiene el Reino de Dios. Ese es el Reino que va a ser restaurado, y ese es el Trono, el Trono de David que va a ser restaurado en el cual el Mesías Príncipe se sentará y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Y es en ese Reino que Dios traerá la paz para Israel y para todas las naciones.
Bajo el reino de los gentiles o imperio de los gentiles, la paz no será traída a Israel y a la raza humana, excepto una paz temporera que está profetizada por San Pablo en Primera de Tesalonicenses, capítulo 5, versos 1 al 10, en donde el apóstol dice: “Porque cuando digan paz y seguridad, entonces vendrá repentinamente destrucción sobre ellos.” Pero dice: “Sobre ellos (o sea, sobre el mundo).” Pero dice: “Pero vosotros no estáis en tinieblas para que aquél día os sobrecoja como a ladrón (o como ladrón); vosotros sois hijos de luz, hijos del día, no os ha puesto Dios para ira.”
No hemos sido colocados en esta Tierra, y sobre todo en la Iglesia del Señor Jesucristo, para la ira que Dios derramará sobre la Tierra durante la etapa de la gran tribulación que durará tres años y medio, sino que Dios nos ha puesto para salvación; y por consiguiente, para en el Día Postrero, ser transformados y los que ya partieron, creyentes en Cristo, ser resucitados en cuerpos eternos para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, para ir a la fiesta más importante que se haya llevado a cabo en el Cielo. Es la fiesta más importante: la Cena de las Bodas del Cordero.
Y ahora, veamos también en Primera de Crónicas, capítulo 29, versos 22 al 23, y dice:
“Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.
Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel.”
¿En que trono se sentó el rey Salomón?:
“Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre...”
El Trono de Jehová Dios, el Trono del Dios de Israel. El Trono de Dios está en el Cielo pero el Trono terrenal de Dios está en la Tierra, y es el Trono de David. El Reino de Dios está en el Cielo, y desde Su Reino y desde Su Trono celestial gobierna, reina sobre toda la creación visible e invisible.
Pero el Trono terrenal de Dios, es el Trono de David, por eso David fue colocado sobre ese Trono, porque David y Salomón son tipos y figuras de Cristo; y el Reino de David es tipo y figura del Reino de Dios en la Tierra; o sea, que por esa causa el Reino de David será restaurado y entonces el Hijo de David estará gobernando sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Será un reino mundial porque el Hijo de David es también Hijo del Hombre.
Como Hijo de David Él es el heredero al Trono y Reino de David; pero como Hijo del hombre, Él es el heredero al planeta Tierra completo, a todo lo que perdió Adán y Eva; y como Hijo de Abraham Él es el heredero a la realeza; como Hijo de Dios es el heredero de los Cielos y de la Tierra.
Vea, en cada título de Hijo que tiene, tiene una herencia: heredero de los Cielos y la Tierra, como Hijo de Dios; heredero del planeta Tierra, como Hijo del Hombre; heredero del Trono y Reino de David, como Hijo de David; y heredero de la realeza, como Hijo de Abraham.
Él es la simiente real, y por consiguiente todos aquellos que vienen por medio del segundo Adán, de Cristo, y entran al Reino de Dios por medio de nacer del Agua y del Espíritu, entran a la Vida eterna; y por consiguiente son Reyes y Sacerdotes, pertenecen a esa realeza celestial, y por consiguiente también pertenecen a esa realeza del Reino terrenal que Cristo tendrá en esta Tierra.
Por eso la Escritura dice que Cristo con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios, Reyes y Sacerdotes.” Y dice también: “Y reinaremos sobre la Tierra.” Otro pasaje dice: “Y reinaremos por mil años.” Eso está en Apocalipsis, capítulo 1, versos 5 al 6; Apocalipsis, capítulo 5, versos 8 en adelante; y Apocalipsis, capítulo 20, verso 4 al 6.
Y también en Primera de Corintios, capítulo 6, verso 1 en adelante, el apóstol Pablo habla acerca de los creyentes en Cristo, y dice que los santos juzgarán al mundo y aun a los ángeles. Por lo tanto, pertenecen también al poder judicial del Reino de Cristo, son nada menos que Jueces de ese poder judicial que tendrá Cristo en Su Reino; son Jueces, son Sacerdotes y son Reyes también, tres funciones también que tiene Cristo. Dice la Escritura que Dios ha puesto a Jesús como Juez de los vivos y de los muertos, eso está en el libro de los Hechos; y también en San Juan, capítulo 5, versos 21 en adelante.
“Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo.”
Y ahora, podemos ver que los creyentes en Cristo son el gabinete de Cristo, del Mesías, para el Reino que va ser establecido en este planeta Tierra, en lo que será para el pueblo hebreo la restauración del Reino de David.
Por lo cual antes de Cristo ascender, subir al Cielo, le preguntan Sus discípulos en el libro de los Hechos, capítulo 1, versos 1 al 10: “¿Restaurarás tú el reino a Israel en este tiempo?” Cristo les contesta: “No toca a vosotros conocer los tiempos y las sazones que el Padre puso en su sola potestad.”
Ellos estaban interesados en la restauración del Reino de David, para lo cual ellos estaban esperando al Mesías, pero no comprendían que tenía que surgir primero la etapa de la redención con la muerte del Mesías Príncipe, como el Sacrificio de Expiación por el pecado del pueblo hebreo y también de todos los seres humanos.
Y esa etapa fue cumplida dos mil años atrás, ellos no comprendían que la Venida del Señor tiene dos partes: Su primera Venida como Cordero y Sumo Sacerdote, y Su segunda Venida como León y Rey. Ya la primera fue cumplida.
Y ahora, para este tiempo final corresponde la segunda Venida de Cristo. Sin la Venida del Señor no habrá restauración del Reino de David, por consiguiente se requiere la Venida del Señor, y eso será cuando Él termine de reunir a todas Sus ovejas que el Padre le dio para que las busque y las salve, les dé Vida eterna.
Esas personas representadas en ovejas, tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, por eso Él dijo: “El que es de Dios, la Voz de Dios oye,” San Juan, capítulo 8, verso 47 y también dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y yo las conozco y me siguen, y yo les doy Vida eterna.” San Juan, capítulo 10, verso 27 al 30; y también San Juan, capítulo 10, versos 14 al 17.
Ahora, conociendo todo este programa y todos estos misterios del Reino de Dios, del Reino de los Cielos, podemos estar agradecidos a Dios, que nos ha tocado vivir en este tiempo final y que lo que dice San Pablo, que “lo que sufrimos no es de comparar con las glorias venideras que han de ser manifestadas en nosotros, no es de comparar la gloria venidera que ha de ser manifestada en nosotros, no es de comparar con los sufrimientos por los cuales pasamos en esta Tierra,” eso está en Romanos, capítulo 8, versos 14 al 31.
Por lo tanto, en esta vida pasamos por diferentes etapas, y eso nos enseña que no somos de este mundo, que somos del Reino de Cristo, del Reino de Dios, pero que estamos por una temporada viviendo en esta Tierra por un y para un propósito divino: para recibir a Cristo nuestro Salvador, ser lavados con la Sangre de Cristo y ser bautizados con Su Espíritu y así obtener el nuevo nacimiento, nacer en el Reino de Cristo, y así obtener la Vida eterna.
Al nacer en el Reino de Cristo, se nace a la Vida eterna porque la vida en el Reino de Cristo es eterna, y viene a ser la persona una nueva criatura, es una nueva creación, pertenece a una raza nueva con Vida eterna, así como para pertenecer a esta raza terrenal en la que nos encontramos, tuvimos que nacer, para lo cual tuvimos que ser engendramos físicamente en el vientre de nuestra madre por nuestro padre terrenal.
Y ahora, para nacer en el Reino de Dios, somos engendrados por el Espíritu de Cristo en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la segunda Eva, y nacemos ahí como hijos e hijas de Dios, y por consiguiente como miembros de la Familia de Dios, la Familia de Dios, la casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual también está tipificada en un templo, es el Templo espiritual de Cristo, el Templo espiritual de Dios, donde mora Dios en Espíritu Santo. Por eso Cristo dijo que Él estaría con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo, San Mateo, capítulo 28, versos 16 al 20.
Y ahora, estamos al final de la trayectoria de la Iglesia del Señor Jesucristo, antes de ocurrir la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, antes de esos dos eventos grandes, nos encontramos nosotros viviendo en este planeta Tierra. Estamos viendo ya las señales que Cristo dijo que serían vistas, y cuando estuviéramos viendo estas señales, Él dijo que levantemos nuestras cabezas, levantemos nuestras miradas, nuestras cabezas al Cielo, a las cosas de Dios, a las cosas de Cristo y sepamos que nuestra redención está cerca; o sea, nuestra transformación del cuerpo, y la resurrección de los muertos en Cristo.
Estemos preparados porque muchas cosas estarán sucediendo en este año y el año que viene, si todavía estamos aquí el año que viene. No sabemos en qué año vamos a ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, por lo cual tenemos que estar preparados; no sabemos si sea este año, el año que viene o el próximo año más arriba o sea en el año 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2015, o así por el estilo, no sabemos el año.
Pero sabemos que será en el Día Postrero, conforme al calendario gregoriano ya estamos en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio, pero no sabemos en qué año de ese séptimo milenio va o ocurrir la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los que estamos vivos, por eso tenemos que estar todos los días listos para nuestra transformación.
Así que, estamos esperando esa bendición tan grande, y en cuanto a los muertos en Cristo, todos los días ellos están listos para ser resucitados, o sea, que somos nosotros acá los que tenemos que estar ocupados y preocupados para siempre estar listos para nuestra transformación. Y nadie quiere ser el último en ser transformado, todos queremos ser el primero en ser transformado, yo también quiero ser el primero en ser transformado.
Así que, todos deseamos nuestra transformación, y Él dijo: “Cuando estas cosas sucedan, vuestra redención está cerca.” Estamos viendo todas estas cosas que Él dijo que estarían sucediendo.
Por lo tanto, está muy cerca nuestra redención, y está cerca también el Reino de Dios.
“Cuando estas cosas comiencen (o sea, cuando comiencen)
...Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos (eso es levantarse uno) y levantad vuestra cabeza (cuando uno levanta la cabeza mira hacia el cielo siempre), porque vuestra redención está cerca.”
La redención del cuerpo de la cual nos habla el apóstol Pablo en el capítulo 8 del libro o carta a los Romanos, donde nos dice en el verso 19 en adelante, dice:
“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.”
Esa manifestación de los hijos de Dios en cuerpos eternos, cuerpos glorificados.
“Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;
porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;
y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”
Esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo, que será nuestra transformación para tener un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible, joven y glorificado, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo. Y yo lo estoy esperando, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.
Si hay alguno que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, puede hacerlo en estos momentos para que también pueda estar esperando su transformación, su glorificación, la transformación del cuerpo para tener un cuerpo eterno y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, para lo cual puede pasar al frente y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino.
Vamos a dar unos minutos mientras pasan acá al frente las personas que han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestra alma, porque la fe viene por el oír la Palabra del Señor, y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación; o sea, se confiesa a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Los que están en otras naciones y todavía no han recibido a Cristo, pueden hacerlo en estos momentos pasando al frente allá donde ustedes se encuentran, para que queden incluidos en esta oración que estaremos haciendo.
Es tiempo de estar dentro del Redil del Señor Jesucristo, es tiempo de escuchar la Voz de Cristo y seguir a Cristo en el camino de la Vida eterna, que es Jesucristo nuestro Salvador. Dios tiene mucho pueblo aquí en la Ciudad de Matamoros, y los está llamando en esta ocasión, por lo cual si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando porque tú eres una oveja del Señor y tu nombre está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida. “Mis ovejas oyen mi Voz, y yo las conozco y me siguen.”
Por eso ya en tu corazón has escuchado la Voz de Cristo el Buen Pastor, y ahora, tienes la oportunidad de recibirlo como tu único y suficiente Salvador para seguirlo todos los días de tu vida hasta que seamos transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
También los niños de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo, pues ya tienen conocimiento del bien y del mal. También los que están en otras naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, y los niños también.
Queremos estar seguros en el Reino de Cristo, es el único lugar seguro.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguno por venir, puede venir. Cristo dijo:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” (San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33).
Jesucristo es la persona más importante de los Cielos y de la Tierra, y está sentado en el Trono de Dios, es el Rey de los Cielos y de la Tierra, y todo poder dice Él, dice: “Todo poder me es dado en el cielo y en la tierra,” y Él está en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo.
Así que, recibir a Cristo es recibir a la persona más importante de los Cielos y de la Tierra. Por eso el que se avergüence de Cristo, Cristo se avergonzará de él delante del Padre celestial, pero el que lo confiesa como su único y suficiente Salvador, Cristo lo confiesa delante del Padre celestial para así entrar al Reino de Dios.
Si falta alguno por venir todavía, puede venir, puede pasar al frente, los que están aquí, también de los que están en otras naciones. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, con nuestros ojos cerrados los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración que estaremos haciendo.
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el único Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero nacer a la Vida eterna y en la Vida eterna.
Señor, me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo, sálvame Señor. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en vuestra alma, creyeron y lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Ustedes me dirán: “Escuché la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma, creí y lo he recibido como mi Salvador, ahora deseo ser bautizado en agua lo más pronto posible, pues Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo,’ quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible.” Y la pregunta es: “¿Cuándo me pueden bautizar?”
Por cuanto ustedes han creído en Cristo, bien pueden ser bautizado en estos momentos. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
El bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo. Cristo mismo fue bautizado en agua por Juan el Bautista, y si Cristo fue bautizado, cuánto más nosotros necesitamos ser bautizados por cuanto Cristo dijo que el que creyere y fuere bautizado, será salvo.
Y ahora, en el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. El agua no quita los pecados, es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador la que nos limpia de todo pecado.
Pero en el bautismo en agua nos identificamos con Cristo y es un mandamiento del Señor Jesucristo. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Dejo al ministro correspondiente para que les indique hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y en cada país dejo al ministro correspondiente para hacer de la misma manera. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una noche feliz, llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Dejo al ministro aquí correspondiente con nosotros. Ya puede venir el licenciado Raúl Hernández Galván (Raúl padre).
Que Dios les bendiga y que Dios te bendiga Raúl, y nos continuaremos viendo en el Reino de Cristo por toda la eternidad.
“NUESTRA REDENCIÓN ESTÁ CERCA.”