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El Libro de la Redención 2009-04-22 1 Ciudad Juárez Chihuahua MX 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual leemos en el libro del Apocalipsis, capítulo 5, versos 1 en adelante para tener el cuadro claro.

Este es un evento que estará sucediendo en el Cielo muy pronto, por lo cual es muy importante saber sobre este evento, lo que va a significar para la Iglesia del Señor Jesucristo y para la humanidad, este evento en el Cielo. Dice:

Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.

Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?

Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.

Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.

Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.

Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.

Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.

Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;

y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;

y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

EL LIBRO DE LA REDENCIÓN.”

Este Libro sellado con siete Sellos es un Título de Propiedad, o el Título de Propiedad de toda la creación, es un Libro que ha estado en la mano de Dios eternamente, luego fue entregado a Adán, pero por cuanto él pecó, regresó a la diestra de Dios, y en este pasaje aparece en la diestra de Dios; es por consiguiente un Libro abstracto el cual tiene que materializarse, concretarse en la manifestación del Programa Divino de etapa en etapa.

En ese Libro está todo el Programa Divino que va a concretarse para existir por toda la eternidad. En ese Libro están escritos los nombres de los que vendrían a ser los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, por consiguiente esos serán los primogénitos escritos en el Cielo en este Libro, desde antes de la fundación del mundo, son los nombres de los primogénitos, los primeros en los cuales Dios pensó.

Por eso es que en la Escritura el mismo Jesús habla de nuestros nombres escritos en el Cielo. Recordamos cuando Él ordenó a Sus discípulos ir a predicar el Evangelio y a sanar enfermos en aquellos días mientras Él estaba sobre la Tierra, y ellos fueron predicando el Evangelio del Reino, anunciando que el Reino de Dios estaba cerca y sanando a los enfermos; y cuando regresaron con éxito de la misión que le había sido encomendada a ellos, le dicen al Señor gozosos: “Aun los espíritus se nos sujetan en Tu Nombre,” Cristo les dice: “No os gocéis de que los espíritus os sujetan a vosotros en mi nombre, gozaos de que vuestros nombres están escritos en el cielo.”

Es que Dios ha hecho como normalmente los padres de familia hacen cuando piensan tener un niño en su hogar, y sobre todo los recién casados, ya están planificando, casi siempre tener un niñito y una niñita, y el esposo o el novio ya ahí cuando se casa, quiere que el primero sea el varoncito, y ya escogen el nombre, y algunas veces ya escogen dos nombres: uno para varón y otro para niña.

Y si nosotros siendo humanos y estando limitados, cuánto más Dios, Dios es el que ha escogido el nombre que va a tener eternamente cada uno de Sus hijos, ¿y qué pasará con el nombre que tenemos acá en la Tierra? Si no concuerda con el que Dios escogió, pues va a ser cambiado. Recuerden que esto de cambiar los nombres es normal en el Programa Divino.

A Abraham le añadió unas letras, el nombre de Sara también fue cambiado, y encontramos que también el nombre de Jacob fue cambiado por Israel, y el de Simón por Pedro, y así por el estilo; y dice también el mismo Señor Jesucristo que Él tiene un Nombre nuevo, así que esto es normal en el Programa Divino. Dice:

Y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”

Eso está por ahí por Apocalipsis, capítulo 2, verso 17, y hasta el Señor Jesucristo dice que Él ha recibido un Nombre nuevo.

Ahora, con ese Nombre nuevo es que Él va a reinar en Su Reino Milenial, y con ese es que va a venir el cumplimiento de Su Venida a Su Iglesia y de Su Venida para el glorioso Reino Milenial, porque ese Nombre tiene que ver con el Reino.

Ahora, no vamos a explicar mucho quizás en esta ocasión acerca del Nombre nuevo, pero recuerden que ese también está ahí en ese Libro sellado con siete Sellos, está ahí bajo el séptimo Sello, porque el séptimo Sello es la Venida del Señor, y todo tiene que concretarse, hacerse una realidad lo que está escrito en ese Libro sellado con siete Sellos.

Siendo el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, el Título de Propiedad de la Vida eterna, quien lo tenga, vean el tesoro que tiene; y por cuanto al pecar Adán en el Huerto del Edén, perdió el derecho a tener ese Título de Propiedad porque no podía vivir eternamente a causa de haber pecado, regresó a la diestra de Dios y ahora es el segundo Adán el que obtuvo el derecho a ese Título de Propiedad, para lo cual Él ha estado redimiendo con Su Sangre en Su Sacrificio Expiatorio, a todos los escritos en el Libro de la Vida del Cordero.

Recuerden que ese es el Libro de la Vida del Cordero y por eso es entregado al Cordero que es Cristo, el cual es también el León de la Tribu de Judá.

Ahora, siendo el Libro del Cordero, para tomarlo tiene que terminar Su labor de Intercesor como Sumo Sacerdote en el Cielo y convertirse en el León de la Tribu de Judá, o sea, en el Rey de reyes y Señor de señores, para hacer Su Obra de Reclamo de todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa, y entonces Él, con ese Título de Propiedad que Él tomará, entonces traerá la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y jóvenes, pues Él es el segundo Adán y por consiguiente por medio de Él Dios está trayendo a existencia una nueva creación de seres con Vida eterna.

Para lo cual primeramente tienen que pasar por la dimensión espiritual en donde obtienen el cuerpo angelical al recibir a Cristo como Salvador y obtener el nuevo nacimiento y así obtienen un espíritu del Cielo, de la sexta dimensión, de Dios, reciben el Espíritu Santo y así tienen el cuerpo angelical; igual que Cristo antes de venir a la Tierra en cuerpo de carne, tenía Su cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová o Ángel de Dios que aparece en el Antiguo Testamento, en quien estaba, está y estará eternamente el Nombre de Dios.

Así también cada primogénito escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, o sea, en este Libro sellado con siete Sellos, tiene que pasar por esa etapa en donde obtiene el cuerpo angelical para luego obtener el cuerpo físico glorificado; porque nuestra venida a esta Tierra encontramos que fue en la permisiva voluntad de Dios, pero con el propósito de que hagamos contacto con Cristo y obtengamos la Vida eterna.

Por lo tanto, al venir a esta Tierra obtuvimos un espíritu del mundo y un cuerpo del mundo, temporero, así también ha sido en el campo espiritual; por eso es que el nacimiento que hemos obtenido es para vivir temporeramente en esta Tierra como peregrinos pasando por esta dimensión terrenal, pero para hacer contacto con la Vida eterna a través de Cristo, el cual dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” (San Juan, capítulo 14, verso 6).

También San Pedro y San Juan nos hablan de que estamos aquí para obedecer, ¿obedecer qué? El Evangelio de Cristo, la Palabra de Dios y ser rociados con la Sangre preciosa de Cristo, ¿para qué? Para ser limpios de todo pecado, para ser redimidos, ser regresados al Reino de Dios. Por eso es que Cristo predicando dijo en San Lucas, capítulo 19, verso 10:

Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”

Y ahora, todo lo que está en el Libro de la redención, que es este Libro de los siete Sellos, tiene que ser redimido por Cristo nuestro Salvador, porque Él vino para reconciliar, reconciliar todo lo que se había perdido, eso es lo que nos dice en la Escritura tanto en Efesios como en Colosenses.

Y por consiguiente, si Él vino a reconciliar con Dios el mundo visible y el mundo invisible, entonces ese Libro de la redención que contiene todo lo que va a ser reconciliado con Dios, es el Libro más importante, es el Libro que contiene todo lo que va a ser eterno y lo cual va a ser redimido.

Miren, aquí en Colosenses, capítulo 1, verso 20, dice:

Y por medio de él (o sea, por medio de Cristo) reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.”

"Haciendo la paz," hace la paz del ser humano con Dios por medio de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, ahí está el misterio de la paz del ser humano con Dios.

Y ahora, Él reconcilia las cosas que están en la Tierra y las que están en los Cielos también; por lo tanto, este Libro es el más importante que hay en los Cielos, a tal grado que cuando fue pedido que se presentara una persona para tomar el Libro y abrir este Libro, romper los sellos y abrir así el Libro, no fue hallado ninguno digno ni en el Cielo ni en la Tierra ni debajo de la Tierra.

Pero Juan el Apóstol lloraba mucho por esa causa, porque si no se hallaba una persona digna de tomar el Libro y abrir Sus Sellos, todo estaría perdido y todo regresaría a como era antes de la creación.

Juan lloraba mucho porque toda la creación estaba en peligro si no aparecía uno digno de abrir ese Libro, y ese Libro no podía ser abierto hasta que fuera redimido hasta el último elegido de Dios, hasta el último escogido, hasta el último primogénito escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, o sea, escrito en ese Libro.

Y esos escritos en ese Libro de la Vida del Cordero son los primogénitos de Dios que formarían la Iglesia del Señor Jesucristo. Algunas personas han pensado y algunos han dicho: “Tanto tiempo, tantos siglos que están predicando que viene el Señor, ¿y no ha venido? Tanto tiempo que también dicen que viene el fin del mundo, ¿y no ha venido?”

¿Se habrá equivocado alguna persona, algún predicador al decir eso? No, ha estado correcto en decir que viene el fin del mundo, que viene el fin del siglo y que viene el Señor y que los muertos en Cristo van a resucitar primero y los vivos en Cristo van a ser transformados; ha sido la paciencia de Dios como en los días de Noé, esperando que entren al Arca de salvación: a Cristo, hasta el último escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, porque Cristo no puede salir del Trono de Intercesión en el Cielo, hasta que haya hecho la intercesión por el último escrito en el Libro de la Vida del Cordero, o sea, en la sección de los primogénitos de Dios, y por consiguiente Él ha estado allá en el Cielo haciendo intercesión y manteniendo limpios con Su Sangre a todos los que ya lo han recibido como su único y suficiente Salvador.

Así que, no ha llegado el juicio divino de la gran tribulación sobre la Tierra ni la resurrección de los muertos en Cristo ni la transformación de los vivos, no por causa de que le falte más motivos a la humanidad para ser juzgados y condenados, sino porque faltan algunos elegidos, escogidos, primogénitos escritos en el Cielo en este Libro de los Siete Sellos que todavía no han recibido a Cristo como Salvador, y por consiguiente no han recibido su redención. Ese ha sido el motivo, y por consiguiente ha sido la paciencia de Dios esperando que entre hasta el último escogido de Dios al redil del Señor. Cristo ordenó a sus discípulos a ir por todo el mundo predicando el Evangelio a toda criatura, “y el que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere será ¿qué? Condenado.” Es que en la predicación del Evangelio de Cristo, siendo la Voz de Cristo y por medio del Espíritu de Cristo siendo predicado el Evangelio, Cristo está llamando y juntando Sus ovejas, Sus elegidos en Su redil que es Su Iglesia. Tan simple como eso es el programa de Cristo el Buen Pastor llamando y juntando Sus ovejas en Su redil.

Ahora, Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna.” No todas las personas van a escuchar la Voz de Cristo, solo las ovejas del Señor, las cuales el Padre le dio para que las busque y les dé Vida eterna.

Hubo personas en los días de Jesús que no creían, y a las personas que puedan pensar: “Si tal mensaje es de Dios ¿por qué no creen toda la gente?” Por lo mismo que no creyeron en los días de Jesús: porque no todos son ovejas del Señor. Él dijo a aquellas personas que no creían: “Ustedes no creen, porque ustedes no son de mis ovejas,” eso está en San Juan, capítulo 8 y capítulo 10. En el capítulo 8 dice, verso 47 en adelante:

El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.”

Esa es una Palabra dura, pero si es la verdad no importa que suene dura; para los que son de Dios, suena bien, los que oyen la Voz de Cristo pueden decir: “Yo creo, yo escucho la Voz de Cristo porque yo soy de Dios.”

Los que protesten por estas palabras, son aquellos que están identificados como los que no escuchan la Palabra de Dios y no quieren que se diga que no son de Dios. El que es de Dios, la Palabra de Dios oye.

Ahora, veamos otra Escritura en San Juan, capítulo 10, verso 25 en adelante, dice:

Jesús les respondió...”

Vamos a ver la pregunta que le hacen, capítulo 10, verso 22 en adelante, dice:

Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno,

y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.

Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.

Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;

pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.”

Ya se lo había dicho en otras ocasiones:

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre uno somos.”

Ahora, en este pasaje encontramos que Cristo dice que hay personas que no son de Dios, que no son de las ovejas de Dios, y que hay otros que son de las ovejas de Dios, que son de Dios. Hemos escuchado muchas veces a personas que dicen: “Todos son hijos de Dios, todos los seres humanos,” pero Cristo dice que hay hijos de Dios e hijos del diablo, Cristo dice en la parábola del trigo y de la cizaña, que la cizaña son los hijos del malo y que el trigo son los hijos del Reino. San Mateo, capítulo 13, versos 30 al 43. Y en San Mateo también tenemos un pasaje muy importante en donde Cristo nos dice en el capítulo 15, verso 13 las siguientes palabras, y vamos a leer esto porque es muy importante. Capítulo 15, verso 13, dice:

Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada.”

Cuando lo juntamos con la parábola del trigo y la cizaña, ¿qué planta no plantó nuestro Padre celestial? Él no plantó la cizaña, dice Cristo que fue el diablo el que plantó la cizaña; ¿qué plantó entonces Dios? El trigo. Por lo tanto, la explicación de la parábola del trigo y de la cizaña vean lo que nos dice, capítulo 13, verso 37 en adelante, dice:

Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.

El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.

El enemigo que la sembró es el diablo (el que sembró la cizaña); la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.”

Cuando ustedes vean a los Ángeles del Hijo del Hombre que son enviados con gran Voz de Trompeta para juntar a los escogidos, conforme a San Mateo, capítulo 24, verso 31, de los cuales Cristo fue el que dijo esto, cuando ustedes vean eso, es que se ha llegado al fin del siglo, al tiempo para la cosecha, y por eso tienen que aparecer los Ángeles del Hijo del Hombre, que son los ministerios de los dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías conforme a Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 en adelante; y también Zacarías, capítulo 4, verso 1 al 14.

Y tienen que aparecer ¿dónde? En la Iglesia del Señor Jesucristo, porque en la visión que tuvo el profeta Zacarías, encontramos que estaban los dos Olivos allí en donde estaba el candelero o candelabro con las siete lámparas, y un vaso en donde estaba el aceite, de donde el aceite iba a las siete lámparas, y hubo allí dos ramas de olivo y también habla de dos árboles de olivo; o sea, que nos habla de esas dos ramas de olivo que por sí o de sí vierten aceite como oro, y estaba una a un lado y la otra al otro lado del candelero o candelabro, y de ahí era que venía el aceite, y el aceite representa el Espíritu Santo, el aceite de oliva que recibía el candelabro en sus siete lámparas.

Y ahora, continúa diciendo Jesús:

De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo (la cizaña, los hijos del malo).

Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,

y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.”

Van a ser echados en la gran tribulación.

Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre.”

Y ahí los justos que son tanto los escogidos de Dios, los primogénitos, van a resplandecer en el Reino del Padre celestial, van a resplandecer como el sol. Recuerden que Cristo también dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida,” y luego en otra ocasión dice... eso es San Juan, capítulo 8, verso 12, y en otra ocasión dice a Sus discípulos: “Vosotros sois la luz del mundo,” y también dice: “Vosotros sois la sal de la tierra.” Y eso es Cristo en Su Iglesia manifestándose, alumbrando, resplandeciendo a través de Su Iglesia.

Y ahora, los justos en el Reino de nuestro Padre celestial, Reino que va a ser establecido en la Tierra, van ahí a resplandecer como el sol, van a estar en cuerpos glorificados y van a estar gobernando con Cristo por el milenio y por toda la eternidad.

Esas personas creyentes en Cristo nacidas de nuevo, forman la Iglesia del Señor Jesucristo, son los primogénitos escritos en el Cielo en este Libro sellado con siete Sellos, que es el Libro de la Vida del Cordero, y por eso es entregado al Cordero de Dios, que es Cristo, el cual se convierte en el León de la Tribu de Judá, en Rey de reyes y Señor de señores.

Estas personas creyentes en Cristo que forman la Iglesia del Señor a través de todas las etapas de la Iglesia del Señor, son el gabinete de Cristo para reinar con Cristo, y por consiguiente son Su gabinete para asistirlo en la parte política, en la parte religiosa y en la parte judicial. Por eso son Reyes (tiene que ver con la política), son Sacerdotes (tiene que ver con la parte religiosa), son Jueces, porque dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 6, versos 1 al 5. “¿No saben ustedes que los santos juzgarán al mundo y aun a los ángeles?

¿Por qué? Porque los santos, los escogidos son los miembros de la corte judicial, del poder judicial de Cristo en Su Reino, son los de la esfera más alta en el Reino de Cristo, son Sus hermanos más pequeños, y por consiguiente son los miembros de la familia de Cristo, son los hijos e hijas de Dios.

Así como Cristo es el Hijo de Dios, todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo son hijos e hijas de Dios, los primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, o sea, en este Libro sellado con siete Sellos.

Para que ocurra la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, Cristo tiene que completar Su Iglesia porque no se puede perder ni uno de estos pequeñitos, de estos elegidos, de estos primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Así como sucedió en Egipto la noche en que murieron los primogénitos de los egipcios, ninguno de los primogénitos hebreos que tenía la sangre del Cordero aplicada en el dintel y los postes de la puerta del hogar de cada familia hebrea, ninguno de los primogénitos allí, murió.

Así también ninguno de los primogénitos en la casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, ninguno morirá, la segunda muerte no tiene poder sobre ellos, porque la Sangre de Cristo está aplicada en sus corazones; y en la Iglesia que es la casa de Dios, está aplicada en la puerta, allí está la Sangre de Cristo, y la puerta es Cristo. O sea, que la Sangre de Cristo nos libra de la muerte espiritual y también nos librará de la muerte física, ¿cómo? Cuando seamos transformados ya la muerte física no tendrá poder sobre nosotros, y los muertos en Cristo cuando resuciten, ya nunca más morirán.

Por lo tanto, la muerte física en la actualidad para los creyentes en Cristo es como echarse un sueño uno por algunas horas, y después ser despertado, y cuando la persona despierta y se mira en el espejo, dice: “Me veo como nuevo, porque descansé,” y así también será para los creyentes en Cristo cuando resuciten y se miren en el espejo, dirán: “Estoy como nuevo.” y es que estará como nuevo, un cuerpo nuevo y glorificado. Y los creyentes en Cristo que estén vivos y sean transformados, se mirarán en el espejo y dirán: “Aunque no descansé estoy como nuevo;” no es que está como nuevo, es que está nuevo en un cuerpo eterno y glorificado.

Yo espero pronto mi transformación, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. Es bueno ir al Paraíso donde están los santos que ya han partido, pero ya cuando ya uno está allá no puede trabajar acá, acá hay mucho trabajo y como decía San Pablo: “Deseo, mi deseo es estar en la presencia del Señor (o sea, partir), porque si mi casa terrestre se deshace, tengo un edificio no hecho de manos,” o sea, el cuerpo angelical, ¿para qué? Para estar en la presencia allá del Señor, o sea, estar en el Paraíso, pero dice: “Pero prefiero permanecer con ustedes por causa de ustedes,” porque había mucho trabajo por hacer.

Y ahora, por causa de ustedes; y ustedes, por causa también de todos los demás hermanos y por causa del trabajo que hay para hacer, yo digo: “Prefiero continuar con ustedes hasta mi transformación.”

Y como ya está muy cerca nuestra transformación, entonces esforzándonos un poquito más cada día y cuidándonos, cuidando nuestra salud y trabajando en la obra del Señor y pidiéndole al Señor: “Señor, úsame en Tu obra y ayúdame y dame fuerza,” como fue hecho con Daniel, cuando quedó debilitado el Ángel Gabriel lo fortaleció.

Que así Dios nos fortalezca a todos por Su Espíritu y nos ayude a permanecer en pie trabajando en Su obra hasta nuestra transformación, nos ayude para estar en pie delante del Hijo del Hombre, como dice San Lucas, capítulo 21, versos 34 al 36, para trabajar en Su Obra en este tiempo final.

Ahora, el Título de Propiedad es Cristo el que lo toma allá en el Cielo y lo abre, y luego en Apocalipsis, capítulo 10 desciende del Cielo Cristo el Ángel Fuerte, clama como cuando ruge un león, ¿por qué? Porque ya no es un Cordero, no viene balando como un cordero, sino clamando como un león, y cuando ha clamado como un león, siete Truenos emiten Su voz.

Así como Cristo durante las siete etapas o edades de la Iglesia ha estado Cristo, el Cordero de Dios clamando, clamando como Cordero de edad en edad por medio de los mensajeros de cada edad, a través de los cuales habló el mensaje del Evangelio de la Gracia.

Para el Día Postrero cuando haya tomado el Libro de la redención, el Libro de los siete Sellos y lo haya abierto en el Cielo, lo trae a la Tierra y clama como cuando ruge un león, y siete Truenos emiten Sus voces; es la Voz de Cristo ya hablando Su mensaje como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Y Su Voz clamando como cuando ruge un león y siete Truenos emitiendo Sus voces, es el Evangelio del Reino siendo proclamado en forma consecutiva, siete Truenos consecutivos se escuchan cuando el León, Cristo, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo clama como cuando ruge un león y siete Truenos emiten Sus voces, emitieron Sus voces, dan el mensaje, el mensaje que cubre siete etapas en forma consecutiva, Cristo hablando en forma consecutiva, y por consiguiente tendrá un instrumento a través del cual hablará en forma consecutiva, como tuvo un instrumento en cada edad de la Iglesia para hablar a través de cada uno de ellos.

Allá no fue en forma consecutiva en un solo hombre, sino a través de diferentes mensajeros, el mensajero de cada edad de la Iglesia, y eso fue la Voz de Cristo, el Cordero de Dios en cada edad para el pueblo y para toda la humanidad. Pero ahora en el tiempo final Cristo clamando como cuando ruge un león, dándonos Su mensaje del Evangelio del Reino para Su Iglesia, para el pueblo hebreo y para toda la humanidad.

Por lo tanto, el mensaje del Evangelio del Reino es el que corresponde a la Dispensación del Reino, para el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra y para traer la enseñanza de Dios para toda la humanidad, y con ese mensaje la humanidad recibirá toda la revelación divina correspondiente a la Dispensación del Reino, “y la Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, de la gloria del Señor, como las aguas cubren el mar (o la tierra).” Vamos a leerlo aquí, eso está en Habacuc, capítulo 2, verso 14 dice:

Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar.”

Y en Isaías, capítulo 11 también nos habla sobre esto, y vean aquí dónde es que podemos ver localizada esta promesa. Capítulo 11 de Isaías, verso 9 dice:

No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte (eso nos está hablando del Reino de Cristo, Reino Milenial); porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.

Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa.

Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que Jehová alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar.

Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra.”

Ahora, miren todo lo que estará sucediendo en ese tiempo en que estará siendo proclamado el Evangelio del Reino, lo cual será Cristo como León de la Tribu de Judá clamando como cuando ruge un león y siete Truenos emitiendo Sus voces, y así es como viene el Evangelio del Reino: en medio de la Iglesia surge, y pasa al pueblo hebreo y a toda la humanidad.

Este es el evento más grande prometido para este tiempo final, bajo este evento es que los muertos en Cristo van a resucitar y los vivos van a ser transformados, será en este entrelace dispensacional de la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia.

Por eso es que también, vean aquí el profeta Daniel nos dice lo que el Ángel le dijo a Daniel, lo que el Arcángel Gabriel le dijo, dice en el capítulo 12, verso 1:

En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo...”

El Arcángel Miguel está de parte de los hijos del pueblo hebreo, es el Ángel guardián del pueblo hebreo, el Ángel guardián con toda su hueste celestial:

...y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro.

Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.”

Nos habla de una resurrección que va a ocurrir en el tiempo en que el Arcángel Gabriel se va a levantar.

Y ahora, podemos ver que estamos viviendo en un tiempo muy importante, un tiempo glorioso en que de un momento a otro se completará la Iglesia del Señor Jesucristo, entrará hasta el último escogido en la Iglesia y luego Cristo se levantará del Trono del Padre, concluirá Su labor de intercesión y se convertirá en el León de la Tribu de Judá, en Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, para reclamar todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa; traerá la resurrección de los muertos en Cristo, y la transformación de los vivos será también llevada a cabo luego *que los muertos en Cristo sean resucitados.

Todo eso está en el Programa Divino establecido para cuando Cristo haya tomado este Título de Propiedad abstracto, el cual Él ha estado concretando, Él ha estado realizando, cumpliendo.

Y ahora, encontramos que luego que Él lo abre en el Cielo y lo traiga a la Tierra en Apocalipsis 10, lo entregará a un hombre para que se lo coma, así como lo entregó en visión a Juan el apóstol como tipo y figura de lo que Él hará en este tiempo, para que se lo coma y profetice sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.

Por lo tanto, el mensaje final para todos los pueblos, naciones y lenguas, lo traerá el que se estará comiendo el Título de Propiedad, el Libro de la Vida del Cordero, el Libro de la redención. Por consiguiente Dios tendrá en la Tierra un profeta mensajero dispensacional, al cual el Ángel Fuerte le dará el Libro para que se lo coma; o sea, que pondrá en su boca la Palabra para que se la coma y luego profetice, como hizo con el profeta Ezequiel en el capítulo 2 y capítulo 3 de su libro.

Y ahora, podemos ver dónde vamos a encontrar la Palabra de Dios para el tiempo final, vemos dónde vamos a encontrar el mensaje del Evangelio del Reino para la Dispensación del Reino: saliendo de la boca que Dios tenga en el tiempo final, saliendo del mensajero de la Dispensación del Reino, séptimo mensajero dispensacional y último mensajero dispensacional.

Por lo tanto, este es el tiempo más importante de todos los tiempos. Hemos llegado a una edad o etapa paralela a la de Noé, a la de Abraham en el tiempo de su vida, porque él fue un profeta dispensacional, el profeta con el mensaje de la promesa; hemos llegado por consiguiente a un tiempo paralelo al tiempo de Lot, que vivió en el tiempo de Abraham; y Cristo dijo que la Venida del Hijo del Hombre, la manifestación del Hijo del Hombre será como en los días de Noé y como en los días de Lot.

La humanidad está en esa condición, y también hemos llegado al tiempo en que Cristo está o estará haciendo como hizo en el tiempo en que Él estuvo en la Tierra; encontramos por ejemplo, que allá envió un precursor: Juan el Bautista, para introducirlo en Su primera Venida, introducirlo ¿con qué? Con su mensaje, el mensaje de Juan fue lo que introdujo a Cristo en Su primera Venida.

Y para el Día Postrero se estaría viviendo como en los días de Juan y de Jesús, ya la parte de Juan fue cumplida con el precursor de la segunda Venida de Cristo, el reverendo William Branham, y después corresponde a la parte que se cumplirá como fue cumplida en el tiempo de Jesús, tiene que aparecer el precursado en medio del Cristianismo, en medio de la Iglesia del Señor (como apareció el precursor y el precursado en medio de la Dispensación de la Ley y en medio allá del Judaísmo y en medio de los judíos).

En medio de los gentiles tiene que aparecer el precursor (y ya apareció) de la segunda Venida de Cristo y la Venida del Señor, del Ángel del Pacto en medio de la Iglesia, y por consiguiente eso estará marcando el tiempo final, el fin del tiempo, la Dispensación del Reino siendo introducida, la introducción al milenio, y marcando el fin del reino de los gentiles.

Todo eso está profetizado y tiene que ser cumplido en este tiempo final; por lo tanto, el Libro misterioso en la diestra del que está sentado en el Trono, o sea, de Dios, siendo tomado por el Cordero, abierto en el Cielo y traído a la Tierra y entregado a uno hombre, será la señal más grande para toda la humanidad.

Pero cuando eso ocurra ya no habrá Sangre en el Trono de Dios y por consiguiente la redención habrá cesado, ya no habrá más Sangre para los que quieran venir a los Pies de Cristo, ya se habrá completado la Iglesia del Señor, y entonces ya lo que vendrá será la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los vivos en Cristo, los cuales recibirán la fe, la revelación para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, así como han recibido la fe, la revelación para obtener la salvación y Vida eterna, para recibir la Vida eterna por medio de Cristo, esa revelación la han recibido en el Evangelio de la Gracia, el Evangelio de Cristo como Cordero de Dios.

La revelación, la fe para ser transformados e ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, la recibiremos bajo la predicación del Evangelio del Reino como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores; es en el Evangelio del Reino que es presentado Cristo como León de la Tribu de Judá y como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, y por consiguiente es bajo la predicación del Evangelio del Reino que se estará revelando, presentando el misterio de la Venida del Señor como León de la Tribu de Judá, lo cual le dará la fe para ser transformados y llevados con Cristo, raptados para ir a la Cena de las Bodas del Cordero.

Como fue combatido el Evangelio de Cristo en tiempos pasados y aún todavía es combatido en algunas naciones, será combatido también el Evangelio del Reino. Pero la victoria siempre será del Señor. La bestia con los reyes que estarán con la bestia, dice que estará combatiendo en contra del que viene en el caballo blanco de Apocalipsis 19, y el que viene en ese caballo blanco es llamado el Verbo de Dios; o sea, es el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas, y luego se hizo carne y habitó en medio de la raza humana, el Verbo se hará carne nuevamente y estará en medio de la Iglesia del Señor y después en medio del pueblo hebreo, y eso será el Rey de reyes y Señor de señores escrito en Su vestidura, y el cual tiene un Nombre que ninguno conoce, sino Él mismo; por lo tanto el nombre no será Jesús, porque el nombre Jesús todos lo conocen como el Nombre del Salvador, del redentor. Es el Nombre nuevo del Señor.

El precursor de la Segunda Venida de Cristo hablando de la venida de ese Jinete del Caballo Blanco de Apocalipsis 19 dice que será el Verbo, la Palabra encarnada en un hombre, eso fue lo que dijo el precursor, eso es lo que precursó el precursor de la segunda Venida del Señor, así será cumplido. No se le puede quitar ni añadir, así lo dijo el Espíritu Santo por medio del precursor, así será cumplido; y ése será y ahí es donde estará el Libro de los siete Sellos, ahí es donde estará el Libro de la redención, y ahí es donde Cristo, el Ángel Fuerte colocará ese Libro de los siete Sellos, el Título de Propiedad, por lo cual grandes cosas va a hacer Cristo por medio del velo de carne que Él tenga en el tiempo final.

Será el Verbo, el Ángel del Pacto hecho carne en el Día Postrero, trayendo y colocando en el instrumento que Él tenga para ese tiempo para cumplir esa promesa, colocando ese Título de Propiedad y por consiguiente estará el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, por medio de ese velo de carne profetizando sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes; y esos son los ministerios de los dos Olivos que estarán profetizando sobre muchos pueblos, naciones y lenguas, estarán siendo operados por el Espíritu Santo en el velo de carne a través del cual esté manifestándose Cristo, el Ángel del Pacto.

Es un tiempo maravilloso, glorioso, para los escogidos de Dios, para los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, pero para el mundo es el tiempo más difícil de todos los tiempos.

Estamos todavía en una etapa del Programa Divino en la cual el Título de Propiedad todavía está en la diestra de Dios. Por eso se predica el Evangelio y se da la oportunidad que las personas vengan a los Pies de Cristo.

Ya yo lo recibí como mi Salvador y Él me ha dado Vida eterna en Su Reino, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.

Si hay alguno que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y yo estaré orando por usted en esta ocasión; para lo cual puede pasar acá al frente y oraremos por usted.

También los que están en otras naciones pueden venir a los Pies de Cristo si todavía no lo han hecho, para que Cristo les reciba en Su Reino; y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino.

Lo más importante es la vida. Los trabajos, los estudios, las profesiones son importantes, pero una persona puede vivir si no está trabajando, también puede vivir si no tiene una profesión; pero una persona si pierde la vida no puede vivir, ya terminó su vida en esta Tierra y su profesión no se la puede llevar para el lugar donde va, por lo tanto, lo más importante es la vida, y cuánto más la Vida eterna.

Cristo nos asegura en Su Reino la vida, dándonos Vida eterna para vivir con Él por toda la eternidad en Su Reino que Dios le ha dado. Por cuanto la vida en Su Reino es eterna, los que nacen del Agua y del Espíritu entran al Reino de Dios y por consiguiente entran a la Vida eterna.

Todos tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, todos lo necesitamos a Él, Él es el único que puede darnos Vida eterna. “Mis ovejas oyen mi Voz, y yo las conozco y me siguen, y yo les doy Vida eterna.” Es para darnos Vida eterna que Él nos llama y nosotros lo recibimos y lo seguimos.

Ninguna otra persona en esta Tierra puede darnos la Vida eterna, solamente hay UNO y Su Nombre es Señor Jesucristo. Cuando estemos ya transformados con Cristo en Su Reino, nos daremos cuenta lo importante que fue recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador.

De todas las decisiones importantes que un ser humano hace en la Tierra, hay solamente una que es la más importante, y esa es la que coloca al ser humano en la Vida eterna, ¿y cuál es esa decisión? Recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. No hay otra decisión en la vida de una persona que lo coloque en la Vida eterna.

Por lo tanto, la decisión más grande que un ser humano hace en su vida, es recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. La Escritura dice que la fe viene por el oír, ¿el oír qué? La Palabra del Señor, el Evangelio de Cristo, y dice que “con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” (Romanos, capítulo 10 nos habla sobre esto).

También dice la Escritura en Hebreos, capítulo 3, verso 7; y Hebreos, capítulo 4, verso 7: “Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón.” Él te está llamando porque tu nombre está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, tú eres una oveja del Señor, por lo cual Él te guió para estar escuchando Su Evangelio, para llamarte a Su Redil.

Él te conocía desde antes de la fundación del mundo, desde antes de tú venir a esta Tierra ya Él te conocía, y colocó tu nombre en el Libro de la Vida, en este Libro misterioso del cual hemos estado hablando.

Él dijo que Él conoce Sus ovejas y que Él las llama por su nombre, es el llamado de Cristo acá en lo profundo del corazón de las personas, y cada persona sabe que el Señor Jesucristo por Su Espíritu le ha hablando directamente a su alma, y solamente puede decir una cosa: “Esto es lo que yo estaba esperando y lo he recibido en estos momentos, lo he recibido acá en mi alma,” y por consiguiente ahora tiene la oportunidad de, con su boca, dar testimonio de Cristo. Con la boca se confiesa a Cristo como único y suficiente Salvador, ¿para qué? Se confiesa para salvación.

Ya vamos a orar por las personas que han estado viniendo a los Pies de Cristo y están aquí presentes, y por las que están en otras naciones conectados a través del satélite Amazonas en el canal WSS y también por internet.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguno por venir, puede venir para que quede incluido en estos momentos en la oración que estaremos haciendo por los que han venido a los Pies de Cristo.

Algunas veces hay personas tímidas, y les da vergüenza o timidez que los vean pasar al frente para recibir a Cristo, pero es un privilegio grande recibir a Cristo, el Rey de reyes y Señor de señores, el Rey de los Cielos y de la Tierra, recibirlo acá en nuestro corazón para que Él entre y habite en nuestro corazón.

Con nuestras manos levantadas al Cielo y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración los que están presentes y los que están en otras naciones:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi alma, en mi corazón; creo en Ti, creo en Tu primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y produzcas en mí el nuevo nacimiento.

Señor, sálvame, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.

Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible, porque Cristo dijo: El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Ya creí, por lo tanto, quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible.”

Por cuanto ustedes han creído en Cristo, lo han recibido como Salvador, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo, Cristo mismo fue bautizado por Juan el Bautista, y los apóstoles del Señor fueron bautizados también por Juan el Bautista, y luego el Día de Pentecostés cuando Pedro predicó, creyeron como tres mil personas y fueron bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y así ha sido siempre en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Los que escuchan el Evangelio y creen recibiendo a Cristo como Salvador, luego son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo luego los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en las personas el nuevo nacimiento.

En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo, muere al mundo; cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan simple como eso es el simbolismo del bautismo en agua.

El agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo nuestro Salvador, pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor en el cual nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados conociendo el simbolismo del bautismo en agua. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.

Dejo al ministro para que les indique hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Dejo el ministro aquí presente, y también en cada nación dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos, y continúen pasando una noche feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador.

EL LIBRO DE LA REDENCIÓN.”