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| Servicio de Santa Cena | 2009-04-10 | 2 | Cayey | PR | 00:00:00 | false |
Cristo es nuestra Pascua, así como el cordero pascual que el pueblo hebreo sacrificó en Egipto, y colocó la sangre de ese cordero en la puerta, en el dintel y los postes de sus hogares; cada padre de familia hizo un sacrificio con un corderito (de un año) y lo comieron durante la noche, y al otro día fue el tiempo para la salida.
Cristo estaba representado allá. La sangre de los corderitos era para la preservación de la vida de los primogénitos en los hogares hebreos; y la Sangre de Cristo, el Cordero de Dios, es para la preservación de la vida, de la Vida eterna, para todos los primogénitos escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.
Y ahora, lo que allá se efectuaba año tras año como un memorial de un evento histórico que ocurrió, pero que todo aquello después vino a ser tipo y figura de Cristo y Su Sacrificio como el Cordero de Dios para la preservación de la Vida eterna de todos los hijos e hijas de Dios. Ahora tenemos lo que aquellos tipos y figuras estaban prometiendo, estaban apuntando: ahora tenemos al verdadero Cordero de Dios, que es Jesucristo nuestro Salvador; ahora tenemos la verdadera Pascua, la Pascua nuestra, que es Cristo, el cual fue sacrificado por nosotros en la Cruz del Calvario.
Y hemos conmemorado, recordado, aquel Sacrificio de Cristo nuestra Pascua, allá en la Cruz del Calvario. Hemos recordado también que Él nos mantiene limpios de todo pecado.
En el lavatorio de pies recordamos que Él siempre nos mantiene limpios, cuando vamos a Él para que nos perdone nuestras faltas, errores y pecados que hayamos cometido, y caminamos hacia adelante sin detenernos en el camino del Señor, caminamos en Cristo, que es el camino; y mantenemos la comunión con Dios a través de Cristo, a través del cual Dios nos ha reconciliado.
Por lo tanto, reconciliados con Dios por medio de Cristo tenemos paz para con Dios, estamos en paz con Dios, y por eso las bendiciones de Dios por medio de Cristo son para todos ustedes y para mí también.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y adelante en el camino de Dios, el camino cristiano, sabiendo que nuestro futuro está asegurado con Cristo en Su Reino, para vivir por toda la eternidad.
Dejo nuevamente al misionero reverendo Miguel Bermúdez Marín con nosotros.
“PALABRAS DE CIERRE EN SERVICIO DE SANTA CENA.”