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|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| Jesucristo, nuestra única esperanza | 2009-04-02 | 2 | San José | CR | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes, y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes, y en esta noche nos permita entender Su Palabra, para así tener la esperanza de gloria, que es Jesucristo nuestro Salvador.
Aprecio y agradezco mucho también el respaldo que le han estado dando al proyecto de La gran Carpa- Catedral de Puerto Rico. Y también el respaldo que le han estado dando a AMISRAEL.
Apreciamos mucho vuestras oraciones y todo otro respaldo que le han estado dando.
En el pasaje que leyó el misionero, doctor Miguel Bermúdez Marín, tenemos el verso 27 de ese mismo capítulo 1 de Colosenses, que dice:
"A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria."
El Señor Jesucristo es la esperanza de gloria. El Señor Jesucristo, la única esperanza, por consiguiente, la única esperanza de la humanidad. La esperanza de gloria.
Cristo vino a la Tierra para llevar a cabo un Programa Divino que había sido interrumpido en el Huerto del Edén, cuando Dios colocó a Adán allí, y le dio una compañera, la cual sacó de Adán cuando tomó de su costado y le formó una compañera, porque no era bueno que el hombre estuviera solo en este planeta Tierra; pero la compañera que le dio estaba en Adán.
Y ahora, en el Programa Divino estaba que el ser humano fuera eterno, fuera inmortal y fuera joven para toda la eternidad; el ser humano fue colocado aquí en la Tierra con Vida eterna, y estaba en una etapa de prueba en donde, si obtenía la victoria en contra del maligno, que vendría a tentarlo y a tratar de sacarlo del Programa de Dios, entonces Adán, y por consiguiente Eva, serían adoptados en la Vida eterna y entonces ya no tendrían más problemas en sus vidas.
Adán tenía el Título de Propiedad del planeta Tierra, y Dios había colocado a Adán sobre el planeta Tierra; Adán era el gobernante del planeta Tierra; animales, aves, peces, todo fue dado a Adán; pero Adán y Eva pecaron y Dios les había dicho que no comieran del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que lo hicieran, ese día morirían, o sea, que perderían la vida.
Encontramos que Adán y Eva pecaron, y siguieron viviendo. Adán vivió 930 años, y nos preguntamos: ¿Pero se cumpliría lo que Dios le dijo a Adán? Hay dos formas en que pueden ustedes comprender esto que Dios le había dicho. Una: Adán, por cuanto tenía Vida eterna, cuando pecó, murió a la Vida eterna, y solamente le quedó vida temporera.
El otro punto de vista para comprender, es que delante del Señor un día es como mil años y mil años como un día, nos dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8; y el Salmo 90, verso 4. Cuando Dios nos habla de un día delante de Él, para el ser humano son mil años. Por eso se nos habla del día milenial, un día de mil años, ese milenio que el Mesías Príncipe tendrá, en el cual gobernará, no solamente sobre el pueblo hebreo, sino sobre todas las naciones; Su Trono estará en Jerusalén y Su Reino será el Reino de Dios en la Tierra, el cual es nada menos que el Reino de David.
Él fue el que por decreto divino (David) heredó el Reino de Dios y fue confirmado como rey, y por consiguiente el Mesías Príncipe vendrá y se sentará en el Trono de David como Hijo de David; por eso es un descendiente del rey David, porque la dinastía de David heredó el Reino de Dios cuando lo heredó David.
Por eso se nos habla en Primera de Reyes, capítulo 28, versos 4 en adelante; y Primera de Reyes también, capítulo 29, versos 22 en adelante, que Salomón se sentó en el trono de David, su padre. Y nos dice que se sentó en el trono de Jehová sobre Israel. Y también dice que se sentó en el trono del reino de Jehová sobre Israel. Es que el Trono de Dios en la Tierra es el Trono de David, y el Reino de Dios en la Tierra es el Reino de David.
Y a ese Reino y a ese Trono es heredero el Mesías Príncipe; por esa causa cuando el Ángel Gabriel estuvo hablando con la virgen María en el capítulo 1 de San Lucas, versos 30 al 36, le dice a ella que va a tener un hijo, va a concebir y le pondrá por nombre Jesús; y le dice que será llamado Hijo de Dios y que Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre Israel para siempre y su reino no tendrá fin. Es que el Trono de Dios en la Tierra, es el Trono de David y el Reino de Dios en la Tierra, es el Reino de David.
La dinastía de David es la heredera a ese Trono y a ese Reino; y Cristo es descendiente del rey David, o sea, un descendiente del rey David, uno de la dinastía de David es el heredero al Trono y Reino de David, y por consiguiente al Trono y Reino de Dios en la Tierra.
Por eso es que dice el mismo Cristo en San Mateo, capítulo 25, versos 31 al 46: "Cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, entonces reunirá delante de Él, serán reunidas delante de Él, todas las naciones." Y como el pastor hace, que coloca las ovejas a un lado y los cabritos a otro, dice que el Hijo del Hombre, cuando se siente en el trono de su gloria (que es el Trono de David) colocará a Su derecha a las naciones ovejas (así como hace el pastor), colocará las ovejas a su derecha (esas son las naciones ovejas que han ayudado a los hijos de Dios), y colocará a su izquierda los cabritos; o sea, naciones representadas en los cabritos, que fueron las naciones que no ayudaron a los hijos de Dios; más bien muchas los persiguieron. Por eso dice que cualquiera que escandalizare a uno deestos pequeñitos, le sería mejor colocarse, amarrarse una piedra de molino en su cuello y tirarse al mar.
Ahora, hemos llegado a un tiempo muy difícil para la familia humana, en donde todas las profecías del Antiguo Testamento dadas por el Espíritu de Dios a través de los profetas y dadas por el Espíritu de Dios a través de Jesucristo y los apóstoles, han estado siendo cumplidas; y si leemos lo que nos dice el mismo Cristo, el cual no ha fallado ni una de Sus profecías, la mayoría están en pleno cumplimiento, algunas se han cumplido, hay otras que están cumpliéndose y otras que están en proceso para ser cumplidas.
Ahora, vean esta profecía del mismo profeta Jesús. San Lucas, capítulo 21, versos 25 al 28, donde dice:
"Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas..."
Recuerden que en Génesis dice que Dios colocó el sol, la luna y las estrellas como y para señales de los tiempos para el ser humano; por eso cuando sale el sol, usted dice: "Está de día." También cuando usted ve la luna grande, usted dice: "Estamos en luna llena." Y cuando la ve pequeñita, va poniéndose más pequeña, entró en esa etapa de menguante, o sea, está menguando, y así por el estilo; y cuando usted ve nubes oscuras en el cielo, usted dice: "Va a llover." ¿Ve? Porque las cosas que van a suceder en la Tierra, son mostradas en el Cielo, porque esa es la primera Biblia.
Por ejemplo en los tiempos de Adán, de Abel, de Set, de Enoc, de Noé y de todos éstos hombres y también de Abraham, no tenían una Biblia así como tenemos nosotros; después, más adelante tuvieron todo esto del Antiguo Testamento en libros que se enrollaban, rollos le llamaban. Y cuando no tenían la Biblia escrita, ellos miraban al Cielo, que es la primera Biblia y leían ahí lo que Dios dice ahí en las estrellas.
Vean, la Biblia escrita habla de la descendencia de Abraham; y la Biblia celestial, el Cielo con sus estrellas, nos habla también de la descendencia de Abraham, pues Dios, cuando habló con Abraham, le dijo: "Mira las estrellas y cuéntalas si las puedes contar." O sea, que le mostró en una noche estrellada todo ese firmamento luminoso, en donde se ven esas galaxias y lo que se ven son puntitos de luz, y cualquiera de esos puntitos, estrellas y luceros, muchos de ellos, o la mayoría, son más grandes que el planeta Tierra.
El planeta Tierra, solamente es un punto en el universo; pero es el planeta más importante de todos los planetas, es el planeta que tiene la promesa de parte de Dios de que será el lugar de morada de Dios, donde Dios tendrá Su Trono; el Trono de Dios que está en el Cielo va a estar conectado directamente con este planeta Tierra. Dice que la nueva Jerusalén que estará establecida en la Tierra, el Trono de Dios y el Trono del Cordero, estarán aquí en la Tierra, y por esa causa será el centro del universo; y para decirlo en palabras más sencillas: será la capital del universo.
Por eso los problemas son aquí en el planeta Tierra y por eso hemos sido colocados en este planeta Tierra para pasar por esta etapa de prueba, así como Adán fue colocado en esa etapa de prueba; allí estaba el árbol de la Vida, el cual es Cristo, el Ángel del Pacto, y estaba el árbol de la ciencia del bien y del mal.
Y ahora, cualquier persona puede decir: "Ya el problema de Adán fue el problema de Adán" Exactamente, ahora el problema lo tienen los seres humanos, el presente. Pero está el árbol de la Vida, para que todo aquel que de él coma, viva eternamente; por eso el mismo Cristo hablando dijo: "Yo soy el pan de vida." Y nos dice... vamos a leerlo para que sepamos bien cómo lograr ser restaurados a la Vida eterna, la Vida que perdió Adán y Eva allá, pero que ahora es restaurada al comer del Árbol de la Vida, al comer del árbol de ciencia del bien y del mal, perdieron la Vida eterna, al comer del Árbol de la Vida, que es Cristo, obtenemos la Vida eterna. Dice Cristo en San Juan, capítulo 6, de la siguiente manera, en el verso 50:
"Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera.
Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo."
Sigue diciendo:
"Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros (o sea, no tienen la Vida eterna).
El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.
Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.
Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.
Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente."
Y ahora, podemos ver que la única esperanza de Vida eterna es el Señor Jesucristo, no hay otra esperanza de Vida eterna; porque Jesucristo es el árbol de la Vida eterna, el cual le da Vida eterna al que lo recibe como su único y suficiente Salvador.
La humanidad está en una etapa de su trayectoria muy, pero que muy difícil. Estábamos leyendo hace unos minutos atrás, San Lucas, capítulo 21, verso 25, en adelante. Vamos a repetir un poquito aquí, dice:
"Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas."
Las personas confundidas, con angustia, a causa del bramido del mar y de las olas, por estos maremotos y tsunamis que han estado ocurriendo; y esa angustia, la angustia, es porque no saben qué va a suceder y con tsunamis que arrope toda la costa de un país, la vida de las personas de ese país termina, la vida de las personas que viven en las costas; por lo tanto, es angustia por causa de que se acercan a la muerte, angustia por la muerte. Sigue diciendo:
"Desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas."
Y ese pasaje cuando lo toma San Pablo en Hebreos, capítulo 12, lo muestra en una forma muy clara en donde nos da a conocer lo que va a ocurrir en medio de la raza humana en el tiempo final; por lo cual hay motivos para estar en temor en este tiempo en el que vivimos. Vean aquí en Hebreos, capítulo 12, versos 25, en adelante, dice San Pablo:
"Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos (el que amonesta desde los Cielos es el Espíritu Santo durante la Dispensación de la Gracia).
La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo."
Ahí tenemos una explicación clara de las profecías que Cristo estaba dando en San Lucas, capítulo 21, versos 25 en adelante. Para este tiempo final los Cielos van a ser estremecidos por Dios, hablando Su Palabra, es la Voz del Espíritu de Dios:
"Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles.
Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;
porque nuestro Dios es fuego consumidor."
Algunas veces las personas como que no pueden concebir que Dios, siendo tan amoroso, pueda destruir al ser humano; pues miren: lo hizo con el diluvio y solamente quedaron ocho personas que entraron al arca. Es que hay ciclos divinos en el Programa Divino, en los cuales uno de los ciclos es de gracia y misericordia para el ser humano, para que el ser humano busque a Dios y asegure su futuro eterno con Dios; y hay otros ciclos divinos, donde Dios llama a juicio al mundo, y Dios es el juez de todos, y por cuanto Dios es justo, trae un juicio justo sobre el ser humano y por consiguiente sobre la raza humana.
El diluvio fue un juicio justo; dice la Escritura que para aquel tiempo la Tierra estaba en completa violencia, o sea, el ser humano, la raza humana; y todo pensamiento del hombre era de continuo al mal, como está en este tiempo; pues Cristo dijo que: "Como fue en los días de Noé, así será el día en que el Hijo del Hombre se manifestará, se revelará." O sea, la Venida del Señor para este tiempo final es como en el tiempo al de Noé, un tiempo paralelo. Y por eso es que nos habla la Escritura de un tiempo de juicio divino que vendrá sobre la raza humana, al cual se le llama: "El tiempo de la gran tribulación," que durará tres años y medio.
Ahora, para Dios traer los juicios divinos sobre la raza humana tiene que terminar la Dispensación de la Gracia; en la Dispensación de la Gracia, por medio de Cristo entran al Reino de Dios los que reciben a Cristo como único y suficiente Salvador y son limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo; y son justificados, quedan como si nunca en la vida hubiesen pecado, ese es un tiempo de gracia de parte de Dios.
Pero cuando termine ese tiempo de gracia, entonces Cristo, el cual ha sido puesto por Juez de los vivos y de los muertos, Él como Juez ya no será el Sumo Sacerdote intercediendo por el ser humano, sino que será el Juez para todos los seres humanos que estarán viviendo en el planeta Tierra, y traerá el mundo a juicio y dictará el juicio divino sobre la raza humana y entonces vendrá, se materializará, el juicio que Él hable; como sucede en una corte, el juicio que se lleva a cabo, el juez dicta la sentencia y ya se ejecuta la sentencia que el juez haya dictado.
Así será con la sentencia que Cristo como Juez dicte sobre la raza humana, cuando Cristo cambie de Sumo Sacerdote a Juez, y eso va a ser muy pronto, porque muy pronto se va a completar la Iglesia del Señor Jesucristo, por la cual Cristo murió y por la cual Cristo está como Sumo Sacerdote en el Cielo haciendo intercesión por todos los que lo reciben como Salvador y Él con Su Sangre los limpia de todo pecado, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en esas personas el nuevo nacimiento, y así nacen de nuevo, nacen en el Reino de Cristo, nacen en el Reino de Dios, entran al Reino de Dios y por consiguiente entran a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, pero algún día se va a completar la Iglesia.
Cada persona que vendría a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero que es ese libro sellado con siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5; y cuando se complete ese número ya Cristo habrá hecho Su Obra de Intersección en el Cielo, y después viene la etapa del juico divino, juzgará luego a la raza humana.
Y a todos los que no le recibieron como Salvador, los juzgará desde el Trono divino, y el juicio divino caerá sobre la Tierra, y las personas que han estado diciendo por años, han estado hablando de que viene el juicio de Dios y no ha venido, gracias a Dios que no ha venido todavía; para todo hay tiempo, pero va a venir; pero mientras no ha llegado, hay gracia, misericordia de parte de Dios, hay esperanza para el ser humano y esa esperanza está en Jesucristo y por eso tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, mientras hay tiempo.
Algún día el tiempo se acabará, eso es lo que dice el Ángel fuerte en Apocalipsis, capítulo 10, cuando levanta su mano al cielo y jura por el que vive por los siglos de los siglos, que el tiempo no es más; o sea, el tiempo de redención, el tiempo de misericordia termina y entonces ya la persona que no se interesó en recibir a Cristo como Salvador, ya no tendrá más oportunidad. Aun con una sola oportunidad que tenga la persona de oír el Evangelio y que no reciba a Cristo, ya es suficiente, ya ha tenido suficiente oportunidad para obtener la Vida eterna, y si no la recibió, luego lo otro que queda es el juicio divino. Son dos cosas: o Vida eterna o juicio divino.
Ahora miren, en San Lucas, capítulo 13, versos 22, en adelante, dice:
“Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén.
Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:
Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.
Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.
Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste.
Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad.
Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos.”
Ahora vean, viene esa etapa que va a ser también una realidad para la raza humana, pero queremos que cuando llegue ese tiempo, seamos hallados dentro del Reino de Dios como sucede con la parábola de las diez vírgenes de San Mateo, capítulo 25, versos 13 en adelante; cuando las vírgenes escucharon el clamor a medianoche: ¡He aquí viene el esposo, salid a recibirle! Se levantaron, y las que no tenían aceite dijeron a las que tenían aceite, o sea, las insensatas dijeron a las prudentes: “Dadnos de vuestro aceite porque nuestras lámparas se apagan.” Las prudentes dijeron: “Id vosotras a comprar a los que venden, para que no nos falte a nosotras y a vosotras.” Y mientras ellas iban a comprar, vino el esposo (esa es la Venida del Señor) y las que estaban preparadas, las que tenían aceite en sus lámparas que son las personas que han recibido el Espíritu de Cristo y por consiguiente han obtenido el nuevo nacimiento, entraron con Él a las Bodas y se cerró la Puerta.
Cuando vinieron las vírgenes insensatas, que representan a las personas que creen en Cristo pero que no han recibido el Espíritu de Cristo, tocaron la puerta, porque ya la puerta estaba cerrada y las vírgenes prudentes estaban allá con el Esposo dentro, y tocan la puerta diciendo: ¡Señor, Señor, ábrenos!” Él respondiendo les dice: “De cierto os digo...” Vamos a leerlo aquí para que lo tengan claro porque esto se convertirá en una realidad muy pronto. Capítulo 25, verso 10, en adelante de San Mateo:
“Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.
Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!
Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.
Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.”
Por lo tanto, tiene que ser para nosotros: “JESUCRISTO NUESTRA ÚNICA ESPERANZA.”
Él es nuestra única esperanza de gloria, Él es nuestra única esperanza de Salvación y Vida eterna, Él es nuestra única esperanza de un futuro eterno, de justicia, de paz y de felicidad en Su Reino; porque es el único Reino que tendrá todas estas cosas y tendrá las personas que van a disfrutar de todas estas cosas, viviendo felices por toda la eternidad.
“JESUCRISTO LA ÚNICA ESPERANZA DE GLORIA.”
“JESUCRISTO NUESTRA ÚNICA ESPERANZA.”
Él es la única esperanza para los que creen en Él y debe ser la única esperanza para todo ser humano, porque Él es el deseado de todas las naciones, porque todas las naciones desean tener un gobernante que sea el Mesías, que sea el Ungido de Dios, que venga con el Espíritu de Dios para que gobierne la nación; porque todos desean tener un gobernante perfecto, por eso todos desean la Venida del Mesías para que tome el gobierno mundial, gobierne sobre la raza humana con justicia, y traiga la paz y la felicidad a todas las familias de la raza humana.
Él es mi única esperanza. ¿Y de quién más? De cada uno de ustedes también; porque yo lo recibí como mi único y suficiente Salvador.
Si hay alguna persona que todavía no lo ha recibido como su único y suficiente Salvador, lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted para que Cristo también sea su única esperanza, su única esperanza de Vida eterna; porque no hay otra persona que nos pueda dar la Vida eterna, solamente hay UNO y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO.
Pueden venir a los Pies de Cristo los que todavía no lo han hecho y estaremos orando por usted; y los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en esta oración, y así tengan a Jesucristo como vuestra única esperanza.
Jesucristo está tan joven como cuando subió al Cielo, pues Cristo resucitó glorificado y por esa causa no lo reconocían Sus propios discípulos. Él está tan joven como cuando se fue; y esa es la clase de cuerpo que Él ha prometido para todos aquellos que lo tienen como su única esperanza.
Él dijo para los creyentes en Él que los resucitará en el Día Postrero; y el Día Postrero es el séptimo milenio de Adán hacia acá; pues les dije que un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día. El Día Postrero es el milenio postrero, y conforme al calendario gregoriano ya hemos entrado al séptimo milenio, ya llevamos nueve años, ese es el Día Postrero delante de Dios.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo en las diferentes naciones, y también los que están aquí presentes que todavía no lo han hecho. Recuerden que Jesucristo es nuestra única esperanza. Con todos los problemas que la familia humana tiene y que el planeta Tierra tiene, necesitamos tener una esperanza y Jesucristo es nuestra única esperanza.
El calentamiento global no nos promete bendiciones; lo que nos muestra es que vienen graves problemas para la familia humana. Con el calentamiento global se están derritiendo los polos y se está afectando el planeta Tierra. Y con el agujero en la capa de ozono que hay, están entrando los rayos del sol y afectando ciertos territorios; los rayos ultravioletas están afectando mucho la familia humana.
Con el derretimiento de los polos, el nivel de los mares está aumentando y están en riesgo las costas y las islas del planeta Tierra; y las profecías para el Día Postrero hablan de todas estas cosas.
Por lo tanto, tenemos que tener una esperanza segura y la única esperanza segura es nuestro amado Señor Jesucristo. Él dijo: “El que cree en mí, como dice la escritura, tiene vida eterna.” Y también nos dice la Escritura en San Lucas, capítulo 11: “El que vive y cree en mí, aunque esté muerto vivirá.” O sea, que tiene una esperanza de Vida eterna la persona creyente en Cristo.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que faltan por venir, los que están presentes y los que están también en otras naciones. Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que están viniendo a los Pies de Cristo. Este es un tiempo de buscar a Dios, aunque en todos los tiempos hay que buscar a Dios y se ha llamado el pueblo a buscar a Dios, pero este es el último tiempo en que las personas tendrán la oportunidad de buscarlo y encontrarlo.
Vean aquí en San Lucas, capítulo 21 (donde estábamos leyendo) les leo dos párrafos, dice, capítulo 21, versos 27 al 28 (nos detuvimos en el verso 26):
“ Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.
Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.”
La redención es la transformación de nuestros cuerpos, es la redención del cuerpo físico en donde obtendremos el cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo, y los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos, cuerpos glorificados y jóvenes para toda la eternidad; eso es a lo que se refiere nuestra redención, y el Día de nuestra Redención, por el cual dice San Pablo en Efesios, capítulo 4, verso 30: “ Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.”
El Día de la Redención es el ciclo divino en que Cristo resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y a los vivos creyentes en Él los transformará y entonces seremos eternos, inmortales y jóvenes para toda la eternidad, tendremos un cuerpo nuevo como el cuerpo de Jesucristo nuestro Salvador, Él es nuestra única esperanza de Vida eterna. Él es nuestra única esperanza de gloria. Él es nuestra única esperanza de esa glorificación que Él va a efectuar en nosotros. Vamos a ser glorificados conforme a la promesa de Cristo, así como Cristo fue glorificado, al recibir un cuerpo glorificado, ser transformado, glorificado, así vamos a ser glorificados los creyentes en Cristo.
Pueden continuar viniendo los que faltan por venir, para orar por todos los que han venido a los Pies de Cristo, en las demás naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, pues Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los cielos.”
Algunas veces hay personas tímidas y les da timidez o vergüenza que lo vean viniendo a los Pies de Cristo, pues algunos piensan que venir a los Pies de Cristo es un asunto de uno meterse a una religión: No, venir a los Pies de Cristo y recibirlo como Salvador es un asunto de Vida eterna y es recibir a la persona más importante del planeta Tierra y del Universo completo, es recibir al Rey de reyes y Señor de señores; y ese es el privilegio grande que tienen todos los que reciben a Cristo como Salvador.
Si a una persona le dicen que: “Hoy viene a tu casa el presidente de la nación para que lo recibas.” La persona se pone muy contenta, muy feliz: “Voy a recibir al presidente de mi nación, me ha tomado en cuenta.” Y lo recibe con mucho orgullo, mucha felicidad; cuanto más al Rey de los Cielos y de la Tierra, al Rey de reyes y Señor de señores. Es un momento muy importante para la persona que recibe a Cristo y no solamente para ella, sino para el Cielo también, para los ángeles también, pues Cristo dijo que en el Cielo hay gozo, cuando un pecador se arrepiente; o sea, que es un motivo de gozo, de alegría, en el Cielo para los ángeles y para las criaturas celestiales y para todos los santos que ya han partido y están en el Paraíso, es motivo de alegría, de gozo, cuando una persona recibe a Cristo como único y suficiente Salvador. “Hay gozo en el cielo,” dijo Cristo.
Es que no es la voluntad de nuestro Padre que se pierda una de estas ovejas más pequeñas, dice Cristo en San Mateo, capítulo 18, versos 11 al 14: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” O sea, que vino a buscarme a mí y vino a salvarme a mí. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también. Y nosotros queremos la salvación, no luchamos en contra de Su Programa: “Sí Señor, sí Señor, Sálvame.” Como dijo Pedro cuando se estaba hundiendo; “Señor, sálvame que perezco.”
Sin Cristo, la persona perecerá, dejará de existir; pero el que permite que Cristo le salve, vivirá con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. Cristo es nuestra única esperanza, no hay otra esperanza, es nuestra única esperanza de Vida eterna, es nuestra única esperanza de gloria.
Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo; si falta alguno por venir, puede venir. Con nuestras manos levantadas al Cielo, nuestros corazones y mentes puestas en Dios, nuestros ojos cerrados los que están presentes y los que están en otras naciones, y por favor los que han venido a los Pies de Cristo, repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.
Señor, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo. Sálvame, Señor. Te lo ruego en el único Nombre de salvación, reconociendo que no hay otro Hombre en que los hombres podamos ser salvos; por lo cual, Señor, sálvame. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon el Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en vuestra alma, y lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.
Ahora me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible,” porque Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”
El bautismo en agua es tipológico, el agua no quita los pecados, es la Sangre de Jesucristo la que nos limpia de todo pecado. El bautismo en agua es un mandamiento del Señor. El Señor Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista y el Espíritu Santo vino sobre Él. Los apóstoles también fueron bautizados por Juan el Bautista, y todos los que escuchaban a Cristo y creían eran bautizados, los apóstoles los bautizaban; y el Día de Pentecostés, los que creyeron cuando Pedro predicó, fueron bautizados también en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y así ha sido siempre en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, así es en nuestro tiempo también.
Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, como Cristo resucitó para nunca más morir; resucitó a Vida eterna. Así también, cuando la persona es levantada de las aguas bautismales, está resucitando a Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Por lo tanto, al entender el simbolismo del bautismo en agua, pueden se bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Hay bautisterios, hay ropas bautismales, hay vestidores de ropa y ministros que les bautizarán; por lo tanto dejo al reverendo William Sibaja, para que les indique hacia dónde dirigirse cada uno de ustedes para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Continúen pasando todos una noche feliz, llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador, y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones, también pueden ser bautizados en estos momentos. Dejo también en cada nación al ministro correspondiente.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“JESUCRISTO NUESTRA ÚNICA ESPERANZA.”