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El Tiempo de la Redención 2009-03-11 2 Zihuatanejo Guerrero MX 00:00:00 false

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual leemos un pasaje bíblico en San Lucas, capítulo 21, versos 25 en adelante, donde nos dice Jesucristo en este sermón profético:

Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;

desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.

Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.

Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.

También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles.

Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca.

Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

EL TIEMPO DE LA REDENCIÓN.”

De eso es que nos habla Cristo aquí, cuando nos dice:

Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.”

EL TIEMPO DE LA REDENCIÓN.”

El tiempo de la redención es el tiempo de la restauración de todas las cosas, es el tiempo en que Dios va a llevar a cabo la redención física del cuerpo de todos los creyentes en Él, así como ha llevado a cabo la redención espiritual del alma de los creyentes en Cristo, a los cuales y en los cuales ha producido el nuevo nacimiento.

Y ahora, cuando nos habla aquí de esta redención, se refiere a la redención del cuerpo de la cual el apóstol Pablo en Romanos, capítulo 8, nos habla de la siguiente manera. Capítulo 8, verso 18 en adelante, dice:

Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.

Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;

porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;

y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”

La adopción de los hijos de Dios, esa manifestación de los hijos de Dios es la redención del cuerpo, en donde Cristo va a resucitar a todos los muertos creyentes en Él como Él lo prometió, para el Día Postrero, y a los que estén vivos creyentes en Cristo nacidos de nuevo, los va a transformar. Cristo dijo en San Juan, capítulo 6, versos 39 en adelante:

Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

Es para el Día Postrero que es el séptimo milenio de Adán hacia acá, que Cristo va a resucitar a todos los creyentes en Él que ya han muerto físicamente, y a los que estén vivos en ese tiempo, los va a transformar, y entonces todos tendrán cuerpos eternos, inmortales, jóvenes y glorificados, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, el cual está tan joven como cuando subió al Cielo.

Por eso también en San Juan, capítulo 11, cuando Cristo fue a resucitar a Lázaro, dice aquí en el capítulo 11, verso 22 en adelante. Dice:

Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.”

Eso le dice Marta a Jesucristo cuando ya Lázaro llevaba cuatro días de muerto, ya estaba sepultado:

Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.

Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.”

Marta sabía que Lázaro su hermano siendo un creyente en Cristo temeroso de Dios, iba a resucitar en el Día Postrero que es el séptimo milenio de Adán hacia acá, así como el séptimo día de la semana que es el sábado, es el día postrero (el último día de la semana), el séptimo milenio es el Día Postrero delante de Dios, el día milenial. “Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día,” eso lo dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 y el Salmo 90, verso 4.

Y ahora, ya hemos visto cuál es el Día Postrero. También la Escritura nos dice en Joel, capítulo 2 que Dios va a derramar de Su Espíritu sobre toda carne, ¿cuándo? En los postreros días, así dice Dios por medio del profeta Joel, en el capítulo 2; y luego, el Día de Pentecostés encontramos a Dios derramando de Su Espíritu Santo sobre todos aquellos creyentes que estaban reunidos unánimes el Día de Pentecostés.

Vean aquí, capítulo 2, verso 14 en adelante del libro de los Hechos, esto fue el Día de Pentecostés. Dice:

Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.

Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.

Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:

Y en los postreros días, dice Dios,

Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,

Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;

Vuestros jóvenes verán visiones,

Y vuestros ancianos soñarán sueños;

Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días

Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.

Y daré prodigios arriba en el cielo,

Y señales abajo en la tierra,

Sangre y fuego y vapor de humo;

El sol se convertirá en tinieblas,

Y la luna en sangre,

Antes que venga el día del Señor,

Grande y manifiesto;

Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”

Y ahora, San Pedro aquí está mostrando que Dios había prometido que derramaría de Su Espíritu Santo sobre toda carne en los días postreros, y ahora está derramando de Su Espíritu Santo sobre toda carne que creía en Cristo como Salvador, y está Pedro diciendo que esos son los días postreros que ya comenzaron.

También el apóstol Pablo en Hebreos, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

Y ahora, San Pablo también dice que Dios ha hablado por medio de Su Hijo en... dice: “En estos postreros días,” o sea, en aquellos días San Pablo ya muestra que ya aquellos días eran los días postreros.

Entonces, ¿qué son los días postreros delante de Dios? Ya han transcurrido dos mil años y todavía estamos en los días postreros, así como para nosotros el jueves que es el quinto día de la semana, el viernes que es el sexto día de la semana, y el sábado que es el séptimo día de la semana, son los días postreros de la semana, los últimos tres días de la semana.

Y por cuanto para Dios un día es como mil años, y mil años como un día, delante de Dios son días mileniales, por lo tanto, en los días de Jesús comenzaron los días postreros, o sea, los tres milenios postreros: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.

Cuando Cristo tenía de tres a siete años de edad comenzó el quinto milenio y por consiguiente comenzaron los días postreros, comenzó el primero de los días postreros delante de Dios; o sea, comenzó el primero de los milenios postreros.

Y ahora, ya han transcurrido dos mil años de Cristo hacia acá, que son delante de Dios dos días, dos días mileniales.

Y ahora, conforme al calendario gregoriano ya hemos entrado el séptimo milenio de Adán hacia acá, y por consiguiente hemos entrado al Día Postrero delante de Dios, hemos entrado al séptimo milenio delante de Dios. Y Cristo dijo para los creyentes en Él: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero,” o sea, en el séptimo milenio de Adán hacia acá Cristo va a resucitar a todos los muertos creyentes en Él, los cuales se encuentran en el Paraíso, y luego va a transformar a todos los creyentes que estén vivos en la Tierra, y así les va a dar un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.

Por esa causa es que tenemos que comprender qué son los días postreros y cuál es el Día Postrero. Ya estamos en el Día Postrero delante de Dios, o sea, el milenio postrero, y así como Cristo dijo: “El Señor es el Hijo del Hombre, es Señor del sábado,” o sea, del Día Postrero de la semana, así también el Señor Jesucristo es Señor del Día Postrero delante de Dios, o sea, del séptimo milenio para Él establecer Su Reino milenial en ese tiempo, para resucitar a los muertos creyentes en Él y a los vivos creyentes en Él transformarlos y darles por consiguiente un cuerpo eterno y glorificado, y así obtener la redención del cuerpo, que es nuestra glorificación, que es nuestra transformación para los que vivimos, en donde obtenemos un cuerpo eterno, y para los muertos en Cristo la resurrección en cuerpos eternos.

Eso es la redención del cuerpo, la adopción de los hijos e hijas de Dios en y con cuerpos eternos y glorificados, y eso es para ser llevado a cabo en un tiempo, en el tiempo de la redención que es el séptimo milenio de Adán hacia acá, y que corresponde a la etapa de la Edad de la Piedra Angular de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, hemos llegado a ese tiempo de redención, ese tiempo para Dios restaurar todas las cosas, y por consiguiente hemos llegado al tiempo del cual San Pablo habló en Efesios, capítulo 4, verso 30, cuando dijo:

Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.”

Es un día delante de Dios, y por cuanto delante de Dios un día es como mil años, es el séptimo día milenial, el séptimo milenio de Adán hacia acá.

Ahora, no sabemos en qué año de ese séptimo milenio va Cristo a resucitar a los muertos creyentes en Él y transformar a los vivos creyentes en Él, pero Él lo va hacer en algún momento, luego que hayan entrado a Su Cuerpo Místico de creyentes todos los hijos e hijas de Dios, todos los que están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.

Por lo tanto, estamos en un tiempo muy importante en el Programa Divino, Él dijo: “Cuando ustedes vean que comienzan a suceder estas cosas, viéndolas ustedes, levantad vuestras cabezas porque vuestra redención está cerca.” O sea, la transformación de nuestros cuerpos para los que vivimos, y para los muertos en Cristo la resurrección en cuerpos eternos.

Y también dijo o dio a ellos una parábola diciendo: “De la higuera aprended la parábola, cuando ya sus ramas se enternecen y sus hojas brotan, sabéis que el verano está cerca, así también cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios.”

Y ahora, el Reino de Dios va a ser establecido también en el séptimo milenio de Adán hacia acá. Por lo tanto, al estar viendo estas señales manifestadas en medio de la raza humana, señales en el sol, en la luna, en las estrellas y en la Tierra angustia de la gente por el temor y la expectación de las cosas que han de suceder a causa de los problemas climáticos, a causa del calentamiento global y a causa también de los problemas económicos y de las guerras y de más problemas que tiene la raza humana, por todas esas cosas la humanidad tiene temor.

Los padres de familia tienen temor por causa del problema económico que está azotando todas las naciones porque piensa: “Y cómo voy yo a sostener, a mantener mi familia, si el problema económico sigue afectando a todas las naciones.” Y hay temor de lo que pueda suceder negativo a todos los seres humanos, a los padres de familia y por consiguiente a nuestras familias que son las que sufrirían esos problemas económicos.

Y también los problemas del medio ambiente a causa del calentamiento global y otros problemas que surgirán como productos de esos problemas mayores. Pero viendo que estas son las señales que Cristo dio para que estemos con nuestras cabezas levantadas al Cielo, buscando y sirviendo a Dios por medio de Cristo, y esperando nuestra transformación y esperando también la resurrección de los muertos en Cristo; entonces, para nosotros es motivo para estar alertas esperando el cumplimiento de todas las bendiciones que Él ha prometido para los creyentes en Él.

Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.”

O sea, para ese día milenial, ese séptimo milenio, hemos sido sellados con el Espíritu para ese día de redención, para ese tiempo de redención, de redención del cuerpo. Ya nuestros cuerpos físicos han tenido muchos problemas a través de nuestra trayectoria y se van poniendo viejos, y aun los jovencitos saben que llegará el tiempo en que también ellos llegarán a la edad de ancianos, y la única solución es que Cristo transforme nuestros cuerpos, y para los muertos creyentes en Él, que los resucite en cuerpos glorificados.

Y ahora, eso será, dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo *15, verso 49 en adelante, para un tiempo en específico llamado también el día de la redención o tiempo de redención, dice:

Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.”

O sea, así como hemos traído la imagen de Adán, traeremos también la imagen de Cristo, el hombre celestial.

Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.

He aquí, os digo un misterio:...”

Esto es un misterio, el Reino de Dios, así que veamos:

...No todos dormiremos (o sea, no todos vamos a morir); pero todos seremos transformados.”

Ahí está una promesa de una transformación para todos los creyentes en Cristo

En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta (a la final trompeta, la trompeta es la Voz de Dios hablándole a Su pueblo); porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.”

Ahí está la promesa divina para todos los creyentes en Cristo, una resurrección para los muertos en Cristo y una transformación física para los que están vivos, y será a la final trompeta, o sea, al mensaje final de Dios con el cual van a estar siendo llamados y juntados todos los escogidos de Dios, pues dijo Cristo que el Hijo del Hombre enviará Sus Ángeles con gran Voz de Trompeta y juntarán a Sus escogidos, desde un extremo del Cielo hasta el otro extremo del Cielo.

O sea, que habrá un mensaje de gran Voz de Trompeta que estarán trayendo los ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre, que son los ministerios de los dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías repitiéndose en este tiempo final, para con ese mensaje de gran Voz de Trompeta llamar y juntar a todos los escogidos de Dios, primeramente a los escogidos de en medio del Cristianismo y después los escogidos de en medio de los judíos, y de en medio de los judíos habrá ciento cuarenta y cuatro mil escogidos, doce mil de cada tribu, y por cuanto son doce tribus, doce mil por doce, son ciento cuarenta y cuatro mil escogidos de las doce tribus de los hijos de Israel.

Así que, al tiempo de la trompeta final o gran Voz de Trompeta, al tiempo de ese mensaje final con el cual son llamados y juntados los escogidos, ese es el tiempo en que Cristo va a llevar a cabo la redención del cuerpo de los creyentes en Él que están vivos, transformándolos y dándoles por consiguiente un cuerpo eterno y glorificado, y a los que murieron los va a resucitar en cuerpos eternos y glorificados.

Esa es la promesa de parte de Dios para el tiempo de la redención, para el tiempo de la redención del cuerpo, para el tiempo de la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los vivos en Cristo, que estarán esperando en este tiempo final esa transformación.

Yo estoy esperando esa transformación, he visto las señales en el Cielo, en la Tierra y también en medio de las naciones y las guerras y todos esos problemas, que son señales que Cristo indicó que estarían cumpliéndose y que estarían identificando el tiempo de la redención para el cuerpo de los creyentes en Él.

Yo estoy esperando la transformación de mi cuerpo, porque este cuerpo que tengo se va poniendo viejo y si no soy transformado pronto, tiene que morir.

Ahora, por cuanto Él prometió para el tiempo de la redención la transformación de los vivos creyentes en Él y la resurrección de los muertos Cristo, y ya hemos visto las señales que identifican que este es el tiempo, entonces estoy esperando mi redención.

“Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestras cabezas porque vuestra redención está cerca,” esa es la promesa de Cristo, y tenemos que estar conscientes de que estamos en el tiempo para la redención de los creyentes en Él, la redención física que ya hemos visto que será la resurrección en cuerpos eternos de los creyentes que ya han muerto físicamente, y la transformación de los que estamos vivos.

Por cuanto yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma y lo he recibido como mi Salvador, estoy esperando la redención de mi cuerpo, mi transformación, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también, porque ustedes han creído en Cristo y estas son promesas de Cristo para los creyentes en Él.

Vean, San Pablo que es un conocedor de estos misterios divinos, dice en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos...”

¿Cómo va a estar nuestra ciudadanía en los Cielos, si hemos nacido en un país aquí en la Tierra? Así como tenemos la ciudadanía del país donde hemos nacido, los que han nacido de nuevo, han nacido del Cielo, han obtenido el nuevo nacimiento al creer en Cristo como Salvador y recibir Su Espíritu, y han nacido de nuevo del Agua y del Espíritu.

Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto te digo que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.”

Y ahora, todos los que han nacido de nuevo creyentes en Cristo, tienen su ciudadanía celestial, es del Cielo, la ciudadanía del nuevo nacimiento que han tenido, porque el nuevo nacimiento no es terrenal, es celestial.

Así que tenemos doble ciudadanía: la ciudadanía terrenal del cuerpo terrenal, pero la ciudadanía celestial del nuevo nacimiento, hemos nacido en el Reino de Dios.

Y ahora, vemos a continuación lo que sigue diciendo el apóstol.

...de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra (vean, Su Venida es para transformar nuestros cuerpos físicos de los que vivimos, y de los que ya murieron resucitarlos en cuerpos eternos)...”

...el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

Con ese poder que Él tiene para sujetar a Sí mismo todas las cosas, con ese poder Él va a resucitar a los muertos creyentes en Él en cuerpos eternos, y a los que vivimos, nos va a transformar, y entonces todos seremos a Su imagen y semejanza, eternos, jóvenes y glorificados, con cuerpos glorificados para toda la eternidad.

Esa es la promesa de Cristo para todos los creyentes en Él, y yo estoy esperando esa transformación, porque yo escuché la predicación de Su Evangelio, nació Su fe en mi corazón, dí testimonio público de mi fe en Cristo y lo recibí como mi único y suficiente Salvador, fui bautizado en agua en Su Nombre, y Él me bautizó con Espíritu Santo y Fuego y produjo en mí el nuevo nacimiento, he nacido del Cielo y ahora estoy esperando esas bendiciones de Cristo, esa transformación, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también, porque es una promesa para todos los creyentes en Cristo. Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Tan simple como eso.

Se predica el Evangelio para que toda persona tenga la oportunidad de escuchar el Evangelio de Cristo y que nazca la fe de Cristo en su alma, crea en Cristo y dé testimonio público de su fe en Cristo recibiéndolo como único y suficiente Salvador, y luego arrepentido de sus pecados, sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, y así es como entra al Reino de Dios, así es como nace del Agua y del Espíritu y entra al Reino de Dios, nace en el Reino de Dios.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, puede hacerlo en esta noche y estaremos orando por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en Su Nombre y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, y entonces tenga esta esperanza, la esperanza de la redención del cuerpo, la esperanza de recibir un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado que Cristo ha prometido para todos los creyentes en Él, y Él lo ha de dar en el tiempo de la redención, que es el Día Postrero, el séptimo milenio de Adán hacia acá, pero no sabemos en qué año.

Por lo tanto, esperamos que sea (siempre esperamos), en el año que estamos viviendo esperamos que ocurra esa transformación; y si no ocurre en ese año, esperamos en el otro año y así hasta que en algún año ha de ocurrir, mantenemos nuestra fe firme en Cristo y en lo que Él ha prometido.

Daremos unos minutos para que puedan venir a los Pies de Cristo los que todavía no lo han hecho, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, sean bautizados en agua en Su Nombre y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

Por lo tanto, ustedes que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo, y estaremos orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino. Recuerden que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como único y suficiente Salvador.

Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco, y yo les doy Vida eterna.” la Voz de Cristo llamando Sus ovejas, es la predicación del Evangelio de Cristo, y las ovejas creyendo y recibiendo y siguiendo a Cristo, el buen Pastor, es las personas creyendo en Cristo y recibiéndolo como único y suficiente Salvador, y Cristo les da Vida eterna.

Es para Cristo darle Vida eterna que por medio del Evangelio los llama y los trae a Su redil. “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna.” Es para recibir la Vida eterna que venimos a los Pies de Cristo, recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador. Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando para darte la Vida eterna.

Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad, y los está llamando, y en toda la República Mexicana Dios tiene mucho pueblo, y los está llamando, y el Reino de Cristo se está llenando de mexicanos, y eso es bueno para la República Mexicana, están teniendo... la República Mexicana está teniendo representación en el Reino de Dios, esa representación son ustedes. Por lo tanto, es una bendición para la República Mexicana que haya tantas personas que reciben a Cristo como único y suficiente Salvador.

En las demás naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que queden incluidos en esta oración que estaremos haciendo por todos los que están recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador.

Recuerden que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo. Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”

Vamos a estar puestos en pie todos, y también en las demás naciones, para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión, para que Cristo les reciba en Su Reino. Con nuestras manos levantadas al Cielo y nuestros ojos cerrados, si falta alguna persona por venir, puede venir, y nuestros ojos cerrados los que están presentes y los que están en otras naciones y están recibiendo a Cristo como Salvador en estos momentos, repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu primera Venida y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio único de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano.

Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego y produzcas en mí el nuevo nacimiento.

Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente. Señor, me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo, sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon el Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en vuestra alma y lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.

Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, porque Él dijo: El que creyere y fuere bautizado, será salvo. ¿Cuándo me pueden bautizar?” es la pregunta de ustedes.

Por cuanto ustedes han creído en Cristo, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; el Señor Jesucristo fue bautizado, y recibió el Espíritu Santo cuando Juan lo bautizó en el Río Jordán, los apóstoles también fueron bautizados por Juan el Bautista, y todos los que oían a Jesucristo predicar y creían en Él, eran también bautizados por los apóstoles.

Y el Día de Pentecostés fueron bautizados como tres mil que escucharon y creyeron el Día de Pentecostés, y así ha sido todo el tiempo en medio del Cristianismo, y todavía sigue siendo en esa forma: se predica el Evangelio de Cristo, se da la oportunidad de que venga a los Pies de Cristo recibiéndolo como su único y suficiente Salvador, y luego son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en esas personas el nuevo nacimiento, y así nacen en el Reino de Dios y por consiguiente a la Vida eterna.

El bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo, pero el agua no quita los pecados, es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador la que nos limpia de todo pecado. En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Así que, conociendo que el bautismo en agua es tipológico, simbólico, y que en el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección, pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Dejo al ministro, reverendo Josué Villaseñor, para que les indique hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Hay agua? ¿Hay bautisterio? Hay bautisterio, hay también ropas bautismales y personas que les bautizarán. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

También dejo al ministro, la persona encargada en cada país, en la misma forma para que les indique a las personas que han recibido a Cristo en estos momentos en otras naciones, hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Continúen pasando todos una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

EL TIEMPO DE LA REDENCIÓN.”