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| Despertando a la realidad | 2009-02-22 | 1 | São Paulo | São Paulo | BR | 00:00:00 | false |
Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios.
Y el sábado en la reunión a nivel internacional estaré con ustedes, ministros, los cuales estarán reunidos cada cual en su país y en el lugar correspondiente, donde tengan la reunión de ministros en cada país; pues se llega el ciclo que se cumplió por allá por el ‘63 cuando apareció aquel grupo de Ángeles en el Cielo, formada por siete Ángeles; y estaremos hablando acerca de ese misterio que fue visto en el Cielo.
Para esta ocasión leemos en Efesios, capítulo 5, verso 14 en adelante, que dice el Apóstol Pablo:
“Por lo cual dice:
Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“DESPERTANDO A LA REALIDAD.”
Todo ser humano está llamado a estar despierto al Programa Divino, conociendo el Programa de Dios para el tiempo en que está viviendo, conociendo las señales que fueron predichas que estarían sucediendo, las cuales estarían indicando las cosas que corresponden para ese tiempo.
Por ejemplo, en San Mateo, capítulo 16, verso 1 al 4, Jesucristo hablando en esa ocasión, cuando vinieron a Él fariseos y saduceos:
“Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del Cielo.
Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles.
Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! Que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis!”
Las señales que indican el tiempo en que las personas están viviendo, aparecen en el Cielo y en la Tierra, porque todo lo que Dios va a hacer en la Tierra, primero lo muestra en el Cielo.
Vean ustedes, Dios le dijo a Abraham que mirara al Cielo, era una noche estrellada, y le dice: “Mira al Cielo y cuenta las estrellas, si las puedes contar; así será tu descendencia.”
Y ahora, la descendencia de Abraham, los hebreos, estarán representados en las estrellas del Cielo. También nos dice en otras ocasiones el mismo libro del Génesis, acerca de estas estrellas del Cielo, siendo aplicadas a la descendencia de Abraham, en Génesis, capítulo 15, verso 5, que fue el que les cité; y también el capítulo 22, verso 17, dice que multiplicará Su descendencia como las estrellas del Cielo.
Y también en una ocasión hubo un joven que tenía como 17 años, pero era un profeta, y tenía sueños y la cosa es que él los podía interpretar, él se los contaba a sus hermanos, y sus hermanos se ponían molestos con él. Sus hermanos no soñaban tan bueno como lo que él soñaba.
También, vean ustedes, en una ocasión les contó de unos manojos o mazos de trigo o de cebada, que habían colocado sus hermanos, como en el campo que colocan esos paquetes de trigo o alguna otra hierba, las colocan paradas, como cuando usted pasa por áreas de campo, usted ve eso; también el pasto que cortan para el ganado, lo colocan también en paquetes; y ahora él tuvo un sueño en donde sus hermanos habían colocado cada uno el paquete de trigo o de cebada, y también él colocó el suyo y los de sus hermanos se inclinaron hacia el de él; o sea, se cayeron hacia el de él. Y se lo cuenta a sus hermanos, y sus hermanos entendieron: “¿Acaso hemos de nosotros de venir a ti a servirte, a adorarte? ¿Vas tú a reinar sobre nosotros?”
También les contó otro sueño, había visto en sueños la luna, el sol y once estrellas, cada uno de esos hermanos de José estaba representado en una estrella. Y Jacob estaba representado en el sol, el padre de José; y la luna era la madre de José, la cual ya había partido.
Y ahora, lo cuenta a sus hermanos y también a su padre, y sus hermanos entonces le aborrecían aún más. Ellos no eran espirituales. José era un hombre espiritual, aunque era joven, y esos sueños venían de parte de Dios, él era el primogénito, y por lo tanto tenía una bendición de primogenitura, y era profeta como su padre Jacob. Y su padre Jacob meditaba sobre esos sueños que su hijo estaba teniendo. Y le dice: “¿Acaso hemos de venir ante ti, tu madre y yo y tus hermanos, para postrarnos delante de ti? ¿Qué sueños son esos que estás teniendo?” Pero meditaba sobre sus sueños, su padre. José los creía.
Recuerden que la vida es un sueño. No es que estamos dormidos, estamos despiertos. Pero miren, ¿qué es un médico? ¿O un ingeniero? Es lo que él soñó aunque estuviera despierto. Él soñó ser médico y tomó el camino correcto para ser médico, para hacer realidad ese sueño que él tenía de ser médico. Y el que quería ser ingeniero, tenía el sueño de ser ingeniero, y tomó el camino correcto y lo hizo realidad.
Los sueños son para hacerlos realidad. Algunas veces se les olvidan los sueños a las personas, y hacen otra cosa. Pero recuerden, el sueño que usted tenga, si usted trabaja en pro de esos sueños, creyéndolo, se le hará realidad, y le toca a usted trabajar. Así es en todas las cosas en la vida del ser humano.
Miren los políticos: sueñan en ser un político, sueñan en ser un diputado, trabajan y lo logran; sueñan en ser un senador, trabajan y lo logran; sueñan en ser un presidente, trabajan y logran ser un presidente.
Veamos en diferentes naciones cómo ha sucedido: algunas veces las personas piensan: “Esa persona no puede llegar a ser presidente.” Y sin embargo muchos logran ser presidentes, aunque algunas personas no crean que ése puede ser presidente, y por eso no votan a favor de él. Pero los que creen en el sueño de esa persona, en lo que él desea hacer y cree que puede hacer, ése sueño que él tiene contagia a otras personas que creen que sí, que esa es la persona correcta para ser el presidente o ser senador, o ser diputado. Siempre la persona encontrará otras personas que le ayudarán para la realización de esos sueños.
Y ahora, miren a José, un joven del campo, y teniendo esos sueños de parte de Dios y creyéndolos, y por consiguiente se tenían que hacer una realidad, Dios obraría para que se hicieran una realidad, y por consiguiente José iba a tener una trayectoria en su vida, misteriosa para él, pero él iba a saber que Dios iba a estar guiando su camino, para llegar a la materialización de lo que él vio en sueños.
En el sueño, digamos, que estaba el tipo y figura, y por lo tanto era algo abstracto, pero se concreta trabajando, y Dios guiándolo en su camino, y en cada etapa de su vida él sabía que todo iba a obrar para bien. Por eso cuando ya logró estar como primer ministro en el reino del faraón, y aparecen sus hermanos y se postran delante de él sin saber que es José, porque estaba vestido como un egipcio; y de seguro su cabeza la tenía rasurada y su vestimenta y todas las cosas, y sus hijos vestidos como egipcios, porque eran por parte de madre, egipcios, y lo que hablaban era egipcio; y José también, aunque también sabía hebreo.
Y ahora, miren ustedes cómo surgen en la vida de una persona que está elegida por Dios para un propósito, cómo surgen las cosas en su vida, cosas que no las pueden entender las demás personas. Pero cuando ven todo materializado, dicen: “Verdaderamente aquellos sueños y aquellas cosas que él decía, eran verdad,” porque algunas personas, si no ven, no creen.” Pero José estaba viendo esos sueños, lo que vendría a ser la realidad de su vida en Egipto como príncipe.
Así es en la vida de todas las personas. Muchos de ustedes nacieron en cierto estado (ciudad o estado), y ahora están ustedes acá, algunos de ustedes viviendo acá en San Pablo; y otros quizás nacieron en San Pablo y están viviendo en otro lugar. Usted no se puede explicar eso, pero sabe que Dios está con usted. Lo importante es que Dios esté con nosotros donde quiera que nosotros estemos.
Ahora, hemos visto a José, el cual despertó a la realidad de esos sueños, y a través de la Escritura nos dice: “Despiértate tú que duermes, levántate de entre los muertos y te alumbrará Cristo.”
¿Y por qué nos dice: Levántate de entre los muertos? No estamos literalmente en un cementerio, ni tampoco en una tumba, en un cementerio, ¿y por qué dice: levántate de entre los muertos? Es que cuando Adán y Eva pecaron, el ser humano murió, murió a la Vida eterna, y por consiguiente la raza humana está muerta a la Vida eterna, y por eso llama a las personas a despertar de entre los muertos, de entre los que están muertos a la Vida eterna, para que Cristo les alumbre y les dé por consiguiente la Vida eterna, porque Él es la luz que alumbra a todo hombre, la luz de la Vida, para darle la Vida eterna y por consiguiente eso es la resurrección espiritual a la Vida eterna.
Cristo dijo: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida (o sea, la Vida eterna).” Y entonces estará despierto a la Vida eterna, aunque la humanidad esté muerta a la Vida eterna. Cristo dijo: “El que oye mi Palabra y cree al que me envió, tiene Vida eterna, y yo le resucitaré en el Día Postrero.” Esas personas han despertado a la realidad; y por consiguiente han tenido una resurrección a la Vida eterna, y por consiguiente han entrado al Reino eterno de Cristo, que es el único reino que tiene Vida eterna.
Tenemos que despertar también por consiguiente a la realidad de las profecías correspondientes a este tiempo. Por ejemplo, tenemos la promesa del Día del Señor. El Apóstol Juan en el libro del Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, dice que fue en el espíritu al Día del Señor, y escuchó por detrás de él una gran Voz como de Trompeta que decía: “Yo soy el alfa y omega, el primero y el último.”
¿Quién es el Alfa y Omega? ¿Quién es el primero y el último? El Señor Jesucristo. Él es el Todopoderoso, y por consiguiente Juan escuchó la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia en el Día Postrero, o sea, en el Día del Señor.
Vean, aquí en el capítulo 1, verso 8 del Apocalipsis, dice:
“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.”
Y ahora, para el Día del Señor tenemos grandes promesas, tenemos la promesa de la gran Voz de Trompeta, que es la Voz de Cristo identificándose como el Alfa y Omega, como el principio y el fin; o sea, primero y último, el Todopoderoso. Recuerden que Él dijo en San Mateo, capítulo 28, verso 16 al 20: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.” Él es el Todopoderoso.
¿Y entonces Dios se quedó sin poder? No, porque Dios está en él, es Dios con todo Su poder en Jesucristo.
Y ahora, el Día del Señor a través de la Escritura del Antiguo Testamento y del Nuevo testamento leemos acerca del Día del Señor, y nos preguntamos cuál es el Día del Señor. El Apóstol Pedro nos dice en su segunda carta, capítulo 3 acerca del Día del Señor; y también nos dice: “Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día.” Cuando nos habla del día del Señor, siendo que un día delante del Señor es como mil años, se está refiriendo a un día milenial, el cual está representado en el séptimo día de la semana, el cual para el pueblo hebreo es el día de descanso, de reposo, para ser dedicado a Dios. El Señor Jesucristo dijo: “Porque el Hijo del Hombre es Señor del sábado.” Y siendo Señor del sábado y el sábado representa al día del Señor milenial, el Señor es Señor de ese día milenial, siendo que el día séptimo, sábado de la semana, representa al día del Señor milenial.
El séptimo milenio de Adán hacia acá es ese día milenial del Señor, donde también será abierta una nueva dispensación, un día, un séptimo día milenial para una séptima dispensación, y para un pueblo que tendrá la paz y la felicidad en ese nuevo reino que estará establecido en la Tierra. Eso será en el Reino del Mesías príncipe prometido en Isaías, capítulo 9, verso 6 al 7, del cual nos habla de la siguiente manera, y lo vamos a leer para que tengan el cuadro claro de las cosas que Dios estará llevando a cabo en el Día del Señor:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”
O sea, que será una obra de Dios el establecimiento de ese reino del Mesías, y es un proyecto divino en favor del pueblo hebreo, en favor de todo el Medio Oriente y en favor de todo ser humano. Será el Reino donde habrá justicia social y donde habrá paz y como meta la felicidad para la familia humana. Todo eso está prometido para ser realizado en el Día del Señor.
Ahora, antes de ser establecido el Reino, también está la profecía que habla del juicio divino que ha de venir sobre la raza humana y que tomará tres años y medio, esa etapa de juicio divino sobre la raza humana. Pero los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, antes de que comience esa etapa llamada: “La gran tribulación,” van a ser transformados, y los que murieron, creyentes en Cristo, van a ser resucitados en cuerpos eternos, y entonces todos con cuerpos inmortales estaremos una temporada corta aquí en la Tierra, de treinta a cuarenta días, en donde la manifestación del poder de Dios estará en toda su plenitud en medio de Su Iglesia, en medio de los que van a ser llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Y después ya van con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, para la gran fiesta que está señalada para ser llevada a cabo en el Cielo, la cual es llamada: “La Cena de las Bodas del Cordero.” O sea, la recepción de las bodas de la unión de Cristo y Su Iglesia.
Esa es la fiesta más grande que se haya llevado a cabo en el Cielo, y van a estar allí los que fueron convidados y aceptaron la invitación, la cual escucharon cuando escucharon la predicación del Evangelio de Cristo. Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma, creí y lo recibí como mi Salvador, ahí recibí la invitación para ir a la Cena de las Bodas del Cordero, fui convidado y acepté la invitación, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. Por lo tanto, nos vamos a ver en la Cena de las Bodas del Cordero muy pronto.
Tenemos que estar despiertos, todos los que estén despiertos Cristo les estará alumbrando. “Despiértate tú que duermes, y te alumbrará Cristo,” te estará alumbrando con la Palabra revelada para así tener el conocimiento de todo lo que debes saber con relación al Programa Divino, y sobre todo al Programa Divino correspondiente a este tiempo final.
Siendo que hemos hablado acerca de la descendencia de Abraham, la cual Dios representó en las estrellas del Cielo, veamos una profecía que dice en Números, capítulo 24, verso 17.
“Saldrá ESTRELLA de Jacob.”
Cuando los magos fueron a Jerusalén en los días que nació Jesús, en Jerusalén siendo la Ciudad del Rey, la Ciudad de Dios, donde estaba el templo de Dios y donde estaba el Nombre de Dios, porque Jerusalén es la única ciudad del mundo llamada la Ciudad de Dios, la Ciudad del Rey, y donde únicamente se dice que estaba el Trono de Dios, porque el Trono de Dios es el Trono de David, y la única nación de la cual se dice que ha tenido el Reino de Dios, es Israel, porque el Reino de Dios dice en Primera de Crónicas, capítulo 28 y el capítulo 29, que el Reino de Dios es el Reino de David, y cuando Salomón se sentó en el Trono, dice la Escritura que se sentó en el Trono de Dios y también dice: “Se sentó en el Trono del Reino de Dios sobre Israel.”
El Reino de Dios terrenal es el Reino de David, el Trono de Dios terrenal es el Trono de David. El pueblo hebreo ha tenido ese privilegio y bendición, y Jerusalén ha tenido el privilegio de tener el Trono de Dios, que es el Trono de David y también ser la Capital del Reino de Dios en la Tierra, por decreto divino.
Por consiguiente es la única ciudad del mundo que por decreto de Dios es la Capital del Reino de Dios en la Tierra, y por consiguiente es la ciudad eterna terrenal, porque es la Ciudad de Dios, aunque haya tenido muchísimos problemas, eso no quita el decreto divino de que esa es la Ciudad del Rey, la Ciudad de Dios, la Capital del Reino de Dios en la Tierra. Por es Jesús dijo: “No juren ustedes por Jerusalén, porque es la Ciudad de Dios, la Ciudad del Rey.”
Y ahora, cuando Jesús nació los magos fueron a Jerusalén, porque ellos habían visto una estrella en el cielo, ellos eran estudiosos de las constelaciones, digamos astrólogos con mezcla de astronomía, en ese tiempo en donde estaba todo junto, y entonces ellos sabían que cuando Dios va a hacer en la Tierra algo, lo muestra en el cielo primero.
Por eso Jesús también dice: “Las señales de los tiempos,” las señales se ven en el cielo y por eso Jesucristo también dijo: “Habrá señales en la luna, el sol y las estrellas.” Esas señales están señalando también cosas que en la Tierra estarán sucediendo.
Ahora, aquellos magos llegaron a Jerusalén clamando: “¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque Su estrella hemos visto en el Oriente.” Ellos vivían en Ur de los Caldeos, por ese territorio y estaban mirando hacia la tierra de Israel, o sea, mirando de Este a Oeste; ellos viviendo en el Este, quedaban al Este de Israel, ellos en el Este vieron la estrella en el cielo, y esa era la señal del Mesías, la estrella del Mesías.
Si Dios la mostró en el cielo, entonces en la Tierra tenía que estar en la tierra de Israel, salieron buscándolo, no lo encontraron en Jerusalén y entonces obtuvieron la noticia de Miqueas, la cual le dieron los escribas, que de Belén de Judea tenía que salir, surgir el que sería Señor sobre el pueblo de Dios. Esa fue la explicación que le dieron a Herodes los escribas, estando los escribas, el rey Herodes y los magos allí.
Y entonces Herodes les dice: “Vayan ustedes a Belén de Judea, busquen al niño, al Mesías, al Rey de Israel, lo adoran y después regresan y me dicen dónde está.” Pero él tenía malas intenciones, él no quería que otro rey surgiera.
Y ahora, ellos (los magos) salieron para encontrar al Mesías, y lo encontraron. El Señor Jesucristo habla acerca de la señal del Hijo del Hombre en el Cielo, por lo tanto, en el Cielo, Cristo nos muestra que aparecerá en el tiempo final una señal que estará dando testimonio de la Venida del Hijo del Hombre.
Y ahora, siendo que la descendencia de Abraham está representada en estrellas, en los días de Jesús, vean ustedes, aquella estrella que vieron los magos representaba al Mesías.
Y ahora, en el libro del Apocalipsis, Jesucristo dice: “Yo soy la estrella resplandeciente de la mañana.” Cristo es la estrella, la estrella humana, no el tipo y figura, no el planeta que lo representa, no esa estrella de la mañana, que es Venus, sino la estrella de carne, la estrella que habla, la estrella que ama la gente, la estrella que establecerá un Reino en la Tierra, ese es el Mesías Príncipe.
Y ahora, Él dice en el Apocalipsis, capítulo 22, verso 16: “Yo soy la estrella resplandeciente de la mañana,” una de las simiente de Abraham, uno de los descendientes de Abraham, siendo que todos los descendientes de Abraham son estrellas, uno de esos descendientes es la estrella de la mañana.
Esos son los tipos y figuras por lo cual tenemos que entender que las profecías cuando nos habla de estrellas, que nos está hablando de seres humanos. Por eso en el libro del Apocalipsis, el Hijo del Hombre, Cristo, tiene siete estrellas en Su mano, y dice que son los ángeles, los mensajeros de las siete Iglesias, son personas representadas en estrellas.
¿Y saben ustedes una cosa? Cuando yo veo ahí en el libro del Apocalipsis, capítulo 1, versos 12 al 18, a Cristo, el Hijo del Hombre con siete estrellas en Su mano, yo estoy viendo lo que eso representa: siete ministros de las siete etapas de la Iglesia, que fueron también representados en los siete pastores, siete ministros que atendían las siete Iglesias de Asia Menor que están mencionadas ahí, las cuales son tipo y figura de la Iglesia de Jesucristo pasando por siete etapas entre los gentiles.
Y ahora, todos ven siete estrellas en la diestra del Hijo del Hombre, y también yo veo siete estrellas en una estrella mayor, porque el Hijo del Hombre, Cristo, es la estrella resplandeciente de la mañana, por lo tanto, podemos ver ocho también.
Cristo, el Hijo del Hombre, es esa octava estrella, Él siempre es esa octava estrella. Por esa causa para el Día Postrero para la etapa de la Edad de la Piedra Angular, para la cual hay grandes promesas divinas, en esa etapa es que el día del Señor, el séptimo día milenial comenzará y también la séptima dispensación, ahí es donde se entrelaza la Dispensación del Reino, que es la séptima dispensación, con la Dispensación de la Gracia, que es la sexta dispensación, y se entrelaza también el séptimo milenio con el sexto milenio.
Y por consiguiente es ahí donde saldrá la estrella resplandeciente de la mañana, y eso nos habla del Este, porque el sol sale por el Este, el día nace por el Este, la mañana comienza por el Este, y eso nos habla del pueblo hebreo, de Israel.
Y ahora, Israel, ¿saben lo que está esperando? Vamos a ver, en Oseas, capítulo 6, verso 1 al 3, dice:
“Venid y volvamos a Jehová (o sea, al Señor, al Eterno); porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.
Nos dará vida después de dos días (o sea, después de dos mil años porque eso son dos días delante del Señor); en el tercer día nos resucitará.”
O sea, después de estos dos días mileniales de Dispensación de la Gracia que han transcurrido de Cristo hacia acá, viene el tercer día milenial en el cual Dios los va a resucitar y por consiguiente van a ser resucitados en el Reino de Dios, en el Reino del Mesías, Dios los va a restaurar, va a restaurar el Reino de Dios, el Reino de David al pueblo hebreo, y el pueblo hebreo entrará a ese Reino del Mesías donde recibirá la justicia, la paz y la felicidad; la paz no la ha podido obtener en todos estos años que han transcurrido desde que fue declarado el Estado de Israel en el año 1948.
La paz verdadera, permanente, la dará Dios a Israel en el Reino del Mesías, el Príncipe de Paz que es el Mesías la traerá para Israel, para todo el Medio Oriente y para todas las naciones, y entonces la familia humana será feliz.
Por eso el Mesías Príncipe es el deseado de todas las naciones, y vendrá el deseado de todas las naciones, el Mesías Príncipe, el Príncipe de Paz, y Él es la estrella resplandeciente de la mañana, ese es el Ángel del Pacto, el que libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, la estrella de la mañana; y ese Ángel del Pacto es el Espíritu Santo.
Y ahora, en la profecía de Ezequiel, capítulo 38, verso 1 al 14; y luego capítulo 38, versos 15 al 29, nos habla de la restauración de Israel, para lo cual el Espíritu de Dios tiene que ser llamado para que entre a esos huesos secos que fueron unidos unos con otros, fueron colocados tendones y también piel, carne y piel, pero que les falta vida, espíritu, porque el cuerpo sin espíritu está muerto; les falta el Espíritu de Dios que regrese a Israel, porque ha estado entre los gentiles llamando y juntando de entre los gentiles un pueblo para Su Nombre.
Y así es como se ha formado la Iglesia del Señor Jesucristo: por medio del llamado del Espíritu Santo, que es el Ángel del Pacto, Cristo en Su cuerpo angelical, Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, llamando de entre los gentiles un pueblo para Su Nombre, pero tiene que regresar al Este, a Israel; y Él es la estrella resplandeciente de la mañana.
Por lo tanto, cuando veamos a Cristo, el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, moviéndose por el Este, recuerden, es la estrella de la mañana y por consiguiente estará rayando el alba, y así como Jacob estuvo luchando con el Ángel toda la noche en el capítulo 32, verso 24 al 32 del Génesis, y ya cuando estaba rayando el alba, el Ángel le dijo: “Suéltame porque raya el alba,” tenía que irse. Jacob le dice: “Yo no te soltaré, hasta que me bendigas.”
Y entonces el Ángel le pregunta: “¿Cuál es tu nombre?” Y él le dice: “Jacob.” – “No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado, has peleado, has luchado con Dios y con los hombres y has vencido, has prevalecido.”
Y estaba rayando el alba, todavía el sol no se veía, pero cuando está rayando el alba se está viendo la estrella resplandeciente de la mañana y se está viendo en un tamaño grande, ya las demás estrellas van dejando de verse y las que se ven, se ven pequeñitas, pero la estrella de la mañana continúa brillando, resplandeciendo. Y la estrella de la mañana es Cristo, Él dijo: “Yo soy la estrella resplandeciente de la mañana.
Es Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, por eso Él dice en Apocalipsis, capítulo 2, verso 28 que al que venciere, Él dice: “Le daré la estrella de la mañana.” ¿Qué le va a dar? El Espíritu Santo, Cristo en Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo en Apocalipsis capítulo 10, va a estar en el vencedor, ese es el Ángel de Apocalipsis, capítulo 7, que viene con el Sello del Dios Vivo, el ángel mensajero que recibirá el Sello del Dios Vivo, recibirá la estrella resplandeciente de la mañana, recibirá a Cristo en Espíritu Santo, el cual estará manifestándose en él y por consiguiente todos estarán viendo la estrella resplandeciente de la mañana en un nuevo día milenial, y un nuevo día dispensacional que estará rayando, que estará naciendo y que ya se estará viendo la claridad, anque todavía el sol no se vea, pero ya la claridad por el Este estará indicando que el sol está por salir.
Estaremos viendo la estrella resplandeciente de la mañana, Cristo en Espíritu Santo ya trayendo luz para el Este, para Israel; cuando ustedes vean eso, y los judíos se agarrarán de ese ángel mensajero en el cual estará el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, y por consiguiente se estarán agarrando del Ángel del Pacto en Su manifestación final, en la manifestación correspondiente al tiempo final, a la Edad de la Piedra Angular, al tiempo en que estará rayando un nuevo día dispensacional y un nuevo día milenial. Tan simple como eso.
Recuerden que las estrellas representan la descendencia de Abraham, las estrellas representan los miembros de la Iglesia de Jesucristo del Nuevo Testamento y también la Iglesia del Antiguo Testamento que es el pueblo hebreo.
Por lo tanto, estaremos viendo la estrella del Mesías, estaremos viendo algún descendiente de Dios por medio de Cristo, en quien estará Cristo en Espíritu Santo, será el Mensajero de Cristo, la estrella de Cristo, la estrella de Cristo donde estará Cristo, la estrella resplandeciente de la mañana resplandeciendo y por consiguiente esa será la señal de que un nuevo día está rayando, será la señal de que el nuevo día milenial, séptimo milenio, está rayando, está amaneciendo; ese es el milenio séptimo, donde Cristo establecerá el Reino de Dios en la Tierra, o sea, restaurará el Reino a Israel, el Reino de David lo restaurará al pueblo hebreo, y ese será el Reino de bendición no solamente para Israel sino para todo el Medio Oriente y para todas las naciones.
Los islámicos están esperando también que venga Jesús, porque ellos creen que Jesucristo volverá a la Tierra y que establecerá un Reino. Y con los que he conversado, y que está grabado también, líderes de mezquitas han dicho que también ellos van a estar en ese Reino.
Así que, algo grande se está preparando.
Para el pueblo hebreo, para el judaísmo, el Mesías Príncipe que traerá la paz a Israel, establecerá Su Reino en la Tierra, será un hombre que aparecerá en la Tierra, un mortal, y lo están esperando, y también están esperando a Elías que vendrá proclamando la paz imperecedera, o sea, la paz que el Mesías Príncipe va a traer en Su Reino, esa es la paz imperecedera.
Por lo tanto, también los judíos están esperando un hombre, y el Cristianismo está esperando al Mesías también. Así que, estamos en un tiempo muy importante, si no estás despierto espiritualmente, despiértate tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo; y los que están despiertos, no se duerman, recuerden la parábola de las diez vírgenes. Este es el tiempo de estar despiertos espiritualmente y con aceite en nuestras lámparas, o sea, con el Espíritu Santo, para así entrar con Cristo, con el Hijo del Hombre, con el Esposo a las bodas, y se cerrará la puerta. Que no nos tome ese momento en que la puerta se cierre, estando fuera, estando fuera, sino estando dentro.
Despiértate tú que duermes, y te alumbrará Cristo, y entonces podrás ver en este tiempo final la estrella resplandeciente resplandeciendo por el Este, eso será el Espíritu Santo resplandeciendo por el Este en Su manifestación correspondiente a este tiempo final.
Cuando ustedes vean a los judíos despertando, recuerden, estará rayando el alba. Sigue diciendo aquí en Oseas, les leí hasta aquí.
“Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.
Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová (o sea, al Señor)...”
O sea, que hay cosas que ellos no conocen todavía y tienen que proseguir para conocer las cosas que ellos todavía no conocen.
“...como el alba está dispuesta su salida (aquí lo tienen como el alba, como la mañana, y por consiguiente ellos verán que estará rayando el alba, se agarrarán bien del Ángel del Pacto, del Ángel que los libertó de la esclavitud en Egipto, que es el Espíritu Santo en Su manifestación final), y vendrá a nosotros como la lluvia...”
¿Y qué significa eso? Primero viene como el alba, resplandeciendo como el alba que está rayando y se ve un resplandor, una luz por el Este; si viene como el alba es como luz por el Este, en un nuevo día milenial y dispensacional.
Y ahora, dice:
“...y vendrá a nosotros como la lluvia (la Venida del Señor como una lluvia. Vamos a ver) tardía y temprana a la tierra.”
¿Y qué significa eso? Sencillo: vendrá a nosotros con el mensaje divino de la Lluvia Temprana predicando, proclamando el Evangelio de la Gracia, de la Dispensación de la Gracia; y como la Lluvia Tardía, o sea, con la enseñanza del Evangelio del Reino para la Dispensación del Reino; o sea, que será Su manifestación dentro de un mensaje dispensacional para la Dispensación de la Gracia y un mensaje dispensacional para la Dispensación del Reino para los judíos, en donde estará hablándoles del Reino de David que va a ser restaurado a Israel. Tan simple como eso.
Durante las diferentes etapas de la Iglesia que han transcurrido, solamente estaba la Lluvia Temprana de la enseñanza del Evangelio de la Gracia que gira alrededor de la primera Venida del Señor, pero la Lluvia Tardía gira alrededor de la enseñanza de la segunda Venida de Cristo, o sea, de la Venida del Mesías como Rey de reyes y Señor de señores, para restaurar el Reino de David.
Y ahora, antes de verse el sol, se estará viendo la estrella resplandeciente de la mañana, se estará viendo el Espíritu Santo trayendo luz por el Este, trayendo luz por el Medio Oriente para judíos y para todos los habitantes del Medio Oriente.
“DESPERTANDO A LA REALIDAD.”
Recuerden que el Señor dijo que vendrá como ladrón en la noche. Por lo tanto, ya rayando el alba será visto por el Este, o sea, moviéndose del Oeste al Este, que es lo que hace la luz del sol; el sol después que ha estado por el Oeste, regresa al Este para traer luz para el Este, lo cual es tipo y figura de Cristo, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, luego de traer luz en el Oeste, luego traerá luz para el Este, o sea, para el pueblo hebreo y todos los del Medio Oriente. Todo es sencillo en el Programa Divino, y tenemos que despertar a esta realidad.
Y ahora, si alguno todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, antes que la luz del Este que es Cristo en Espíritu Santo en medio de Su pueblo alumbrándonos el entendimiento y el corazón, antes de que se vaya para el Este, si alguno todavía no lo ha recibido como Salvador, tiene la oportunidad de recibirlo para que Cristo le reciba en Su Reino en estos momentos, para lo cual puede venir a los Pies de Cristo y estaremos orando por usted.
Pueden pasar acá al frente, y los que están en otras naciones también pueden pasar al frente en el lugar donde ustedes se encuentran, para que queden incluidos en esta oración que estaremos haciendo por usted.
Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando para darte Vida eterna. Él dijo: “Yo soy la puerta, y el que por mi entrare, será salvo.” Es un asunto de salvación y Vida eterna lo que recibimos al recibir a Cristo, es salvación y Vida eterna. Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo les doy Vida eterna.”
Es para recibir la Vida eterna que recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para lo cual usted tiene la oportunidad en estos momentos de recibirlo dando testimonio público de su fe en Cristo.
Cristo no se avergonzó de nosotros para morir por nosotros en la Cruz del Calvario, por lo tanto, tampoco nosotros nos avergonzamos de Cristo para recibirlo como nuestro Salvador, recibir a Cristo es recibir Vida eterna, Cristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” Sin Cristo el ser humano no puede acercarse a Dios. Cristo es el eslabón entre el ser humano y Dios. Sin Cristo no puede llegar a Dios la persona. Es importante que comprendamos esto, para saber porqué necesitamos a Cristo, por medio de Cristo y Su Sacrificio Expiatorio en la Cruz del Calvario, somos reconciliados con Dios.
No podemos comprar un detergente o un blanqueador en el supermercado o en la farmacia para quitarnos los pecados. Solamente hay un blanqueador que quita los pecados, y es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. No hay otra cosa con la cual podamos ser limpios de todo pecado. Aquí en la misma Escritura lo dice en Apocalipsis, capítulo 1, verso 5 al 6, donde dice:
“Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre.”
Nos amó y con Su Sangre nos lavó, nos limpió de todo pecado.
“Y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre...”
Y ahora, todos los creyentes en Cristo han sido limpiados con la Sangre de Cristo de todo pecado y han sido hechos Reyes y Sacerdotes para Dios el Padre celestial. Somos descendientes de Dios, por eso es que podemos decirle a Dios: “Padre nuestro.” Si es Padre nuestro, somos hijos de Dios, y si somos hijos, somos descendientes de Dios. Por eso Jesús decía a los creyentes en Él que eran sus hermanos más pequeños y que no es la voluntad de Dios que se pierda uno de estos pequeñitos. Jesucristo es nuestro hermano mayor.
Es una bendición grande despertar a esta realidad de que somos descendientes de Dios, pues Dios nos hizo a Su imagen y semejanza. El ser humano es la corona de la creación. Vamos a estar puestos en pie, los que están en otras naciones también, en las demás naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo también, y también los que están aquí presentes y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, pues ya tienen conocimiento del bien y del mal.
Vamos a pedirle a los que están en las cámaras, que nos indiquen cuando en las demás naciones estén listos. ¿Ya te avisaron? ¿De qué país? ¿Y de Colombia? A ver si de Colombia nos avisan también.
Dios tiene mucho pueblo aquí en la Ciudad de San Pablo y en todas las ciudades de la República del Brasil, y en toda la América Latina; Dios tiene muchos hijos, y el Reino de Dios se está llenando de latinoamericanos, se está llenando de brasileiros, y eso es una bendición grande. Se está llenando también de mexicanos y de colombianos, de peruanos, de ecuatorianos, de bolivianos, de chilenos, de uruguayos, de paraguayos, de argentinos, de guatemaltecos, guatemaltecos están viniendo a los Pies de Cristo, salvadoreños también, también hondureños, también de Venezuela, Dios tiene mucho pueblo en Venezuela, también de Nicaragua, nicaragüenses, costarricenses también, panameños también, de todas las naciones latinoamericanas, muchos caribeños, muchos puertorriqueños también, muchos dominicanos, muchos haitianos están entrando al Reino de Dios, y de todas las demás islas del Caribe, cubanos y demás islas del Caribe, están entrando al Reino de Dios.
Es la llamada final de Dios y por consiguiente tenemos que despertar a la realidad. En Norteamérica también hay muchos hijos de Dios, también en el África y en otras naciones, en el Japón, en China, todas las demás naciones también tienen hijos de Dios, y Dios los está llamando en este tiempo final.
Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, con nuestras manos levantadas al Cielo y nuestros ojos cerrados los que están aquí presentes y los que están en otras naciones, y los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos; creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador.
Señor, me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo, dando testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Sálvame, Señor, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente. Sálvame, Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.
Ahora, ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en Su Nombre lo más pronto posible, quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo,” como los apóstoles bautizaban a las personas inmediatamente que creían. “¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de ustedes, por cuanto ustedes han creído en Cristo, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Vamos a ver si tienen bautisterio: tienen bautisterio aquí, tienen agua, tienen ropas bautismales y también tienen vestuarios donde colocarse las ropas bautismales. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una vida nueva: a la Vida eterna. El bautismo en agua no quita los pecados, el agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo, el bautismo en agua es tipológico, pero es un mandamiento del Señor. Él dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Por lo tanto, el bautismo en agua es necesario para toda persona que recibe a Cristo como Salvador, Juan el Bautista bautizó a Jesús y luego también los discípulos de Jesucristo fueron bautizados por Juan el Bautista, y luego los apóstoles bautizaban a todas las personas que recibían Cristo, y así ha sido hasta nuestro tiempo, sigue siendo en la misma forma.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.
Continúen pasando todos una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Dejo con nosotros al reverendo, doctor Oswaldo Aparecido Natale, para que les indique hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales.
Adelante pastor Oswaldo Aparecido.
“DESPERTANDO A LA REALIDAD.”