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Atentos a la Palabra profética 2008-09-21 1 Villahermosa Tabasco MX 00:00:00 false

Muy buenos dí­as, amados amigos y hermanos presentes, ministros presentes también y personalidades de las diferentes esferas de la sociedad, y también a todos los que están en diferentes naciones a través del satélite Amazonas o de internet, viendo y escuchando esta actividad que se está llevando a cabo aquí­ en Villahermosa, Tabasco, República Mexicana.

Aprecio y agradezco mucho este reconocimiento que me ha sido otorgado por el reverendo Andrés Cruz Gallego, presidente de la Iglesia "La Voz de la Piedra Angular," en México.

Muchas gracias y que Dios les bendiga y que toda composición sea de ayuda, de bendición para el alma de todas las personas; solamente han sido de 4 a 5 nada más, pero las he hecho con todo mi corazón para que sean de bendición para todos los creyente en Cristo de todos los grupos religiosos y para los que también todaví­a no han recibido a Cristo, también sean de bendición e inspiración.

Para esta ocasión leemos en Segunda de Pedro, capí­tulo *1, verso 19, donde dice:

"Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el dí­a esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;

entendiendo primero esto, que ninguna profecí­a de la Escritura es de interpretación privada,

porque nunca la profecí­a fue traí­da por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espí­ritu Santo."

"ATENTOS A LA PALABRA PROFÉTICA."

Conforme al consejo del apóstol Pedro, estamos llamados a estar atentos a la Palabra profética, o sea, a la profecí­a bí­blica, porque no es una palabra humana sino que es una Palabra divina que ha venido por el Espí­ritu de Dios a los profetas que Él ha enviado en diferentes tiempos; y es para el ser humano la profecí­a divina como una antorcha que alumbra en lugar oscuro.

Este mundo se encuentra en oscuridad, porque se encuentra en la etapa de noche para el reino de los gentiles; y por consiguiente solamente hay una luz que les alumbra el camino y es la Palabra profética.

En la Palabra profética encontramos que los pensamientos divinos están expresados, o sea, que la Palabra profética por consiguiente es el pensamiento divino, el cual da a conocer las cosas que han de suceder.

¿Quiere usted saber las cosas que han de suceder? Están en la Palabra profética. Todas las cosas que han sucedido, por ejemplo, la venida de Juan el Bautista, la encuentra en la Palabra profética: en Malaquí­as, capí­tulo 3, verso 1; también encuentra la Venida del Señor dos mil años atrás, también está en la Palabra profética de Malaquí­as, capí­tulo 3, verso 1, y también Isaí­as, capí­tulo 7, verso 14 donde dice:

"He aquí­ que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (que traducido es Dios con nosotros)."

Eso serí­a Dios visitando a Su pueblo Israel, y por consiguiente a la raza humana; también dice que: "... un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable , Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Prí­ncipe de paz." (Isaí­as, capí­tulo 9, verso 6 al 7).

Y también el Ángel Gabriel trayendo esa Palabra profética a la virgen Marí­a, le dice en San Lucas, capí­tulo 1, verso 30 al 36: "Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y será llamado Hijo de Dios," y también le dice que le pondrá por nombre Jesús, y también le dice que Dios le dará el Trono de David su Padre y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y Su Reino no tendrá fin.

Todo eso lo encontramos en la Palabra profética. Ya se cumplió esa Palabra profética en cuando a la venida de ese niño que nació a través de la virgen marí­a, y ahora falta que Él reciba el Reino de David y se siente en el Trono de David, y reine sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones y traiga la paz a Israel y a todas las naciones.

A través de la Palabra profética tenemos luz para saber las cosas que han de suceder y también saber las que están sucediendo y comprender también las que ya han sucedido en el pasado, las cuales ya son historia, pero que tenemos la base en la profecí­a de que esas cosas iban a suceder.

Es que a Dios no se le escapa nada, Dios por medio de los profetas, ha dado a conocer las cosas que han de suceder. Eso es la profecí­a: lo que es anunciado de antemano, las cosas que van a suceder siendo anunciadas por medio del Espí­ritu de Dios a través de los diferentes hombres o profetas.

El mismo apóstol Pablo nos dice que Dios habló a los padres por medio de los profetas, esa es la forma de Dios hablar a Su pueblo, y a la raza humana: por medio de hombres que son llenos del Espí­ritu de Dios e inspirados por el Espí­ritu de Dios. Vean, en Hebreos, capí­tulo 1, versos 1 al 3, dice:

"Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros dí­as nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo."

Así­ como Dios habló en el Antiguo Testamento por medio de los profetas, luego habló por medio de Jesucristo, Su Hijo, y por esa causa en los mensajes o sermones del Señor Jesucristo, encontramos un sinnúmero de profecí­as de las cuales algunas ya se cumplieron y otras están en proceso de cumplimiento.

Por ejemplo, habló acerca de la destrucción de Jerusalén y del templo, y dijo a Sus discí­pulos: "Cuando ustedes vean a Jerusalén cercada de ejércitos, sabed que el tiempo ha llegado." ¿El tiempo para qué? Para la destrucción de Jerusalén: "El que esté en Jerusalén, salga de Jerusalén, y el que esté fuera de Jerusalén no entre a Jerusalén." ¿Por qué? Porque habí­a llegado el tiempo para la destrucción de Jerusalén, y nadie desea estar ni debe estar en un sitio que va a ser destruido.

Ya eso se cumplió conforme a las palabras de Cristo, Él habí­a dicho también hablando del templo, que no serí­a dejada piedra sobre piedra que no fuera derribada. Cuando el general Tito Vespasiano entró a Jerusalén en el año 70 de la era Cristiana, destruyó a Jerusalén y también el templo que allí­ estaba, y se cumplió así­ la Palabra profética hablada por Dios a través de Jesucristo.

Estos hombres llamados profetas, tienen algo muy especial, y es que tienen las dos conciencias juntas y estando despiertos pueden estar viendo en otra dimensión y pueden oí­r la Voz de Dios, pueden ver ángeles y así­ por el estilo, y por eso la Palabra de Dios viene a esos profetas y ellos la comunican al pueblo.

Veamos en Zacarí­as, donde nos da una descripción muy clara de cómo es que funciona la Palabra profética, cómo viene; dice el capí­tulo 7, versos 11 al 12 de Zacarí­as, dice:

"Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oí­dos para no oí­r;

y pusieron su corazón como diamante, para no oí­r la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espí­ritu."

O sea, que Dios enví­a Su Palabra por medio de Su Espí­ritu a los profetas, y los profetas inspirados por el Espí­ritu de Dios hablan a pueblo esa Palabra, y por consiguiente eso es así­ dice el Señor, así­ dice Dios.

Ahora, vimos el mecanismo del mundo espiritual, que es usado para que venga la Palabra profética; por eso se dice también que el Espí­ritu Santo habló por medio de los profetas, porque es Dios por medio de Su Espí­ritu hablándole a los profetas, y luego hablando a través de esos profetas; o sea, que Dios entra en esos hombres y habla a través de ellos. Así­ es como viene la Palabra profética a la humanidad, así­ es como de antemano son dados a conocer los eventos que han de suceder en medio de la raza humana.

Vean, en el capí­tulo 10 del libro del profeta Daniel, encontramos un cuadro claro de cómo funcionan estas cosas espirituales y también de la intervención divina en el mundo polí­tico. Dice en el capí­tulo 10, verso 11 en adelante, dice el Ángel Gabriel a Daniel:

"Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando."

Y tiembla cualquiera delante de este Ángel poderoso: Gabriel. Cuando le apareció a la virgen Marí­a, ella también se turbó, y él le dijo: "Marí­a, no temas."

"Entonces me dijo: Daniel, no temas..."

Vean a Daniel también le dice. "No temas," y no es que ellos eran miedosos, si le aparece a usted, usted también estarí­a temblando y estarí­a lleno de temor, y él tendrí­a que decirle a usted: "No temas."

"Entonces me dijo: Daniel, no temas, porque desde el primer dí­a que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oí­das tus palabras (o sea, que Dios escucha la oración, pero vean esto aquí­)... fueron oí­das tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido."

Para Dios darle la contestación a las palabras, a la petición, a la oración de Daniel, Dios le envió al Ángel o Arcángel Gabriel, lo que ha sucedido en diferentes ocasiones con diferentes personas que han recibido algún ángel que Dios les ha enviado con la respuesta a su petición.

Lo mismo le pasó a Zacarí­as el sacerdote casado con Elisabet, una descendiente de Aarón que era estéril y ya estaba avanzada en edad, y Zacarí­as y ella habí­an orado a Dios por un niño, y el niño no llegaba.

Pero recuerden que nosotros oramos a Dios, y a Dios le corresponde la otra parte: dar la respuesta en el momento que Él decida, y mientras más tiempo tarde, más grande es la bendición que viene.

Y ahora, le aparece el Ángel Gabriel al sacerdote Zacarí­as en el templo, y le habla de un niño que va a tener él, el sacerdote Zacarí­as a través de su esposa Elisabet, la cual era estéril y también ya avanzada en edad; le dice que va a tener un niño y que va a ser grande delante de Dios y que va a ser profeta de Dios, y que va a venir con el "espí­ritu y virtud de Elí­as para tornar el corazón de los padres a los hijos," y así­ por el estilo.

Cuando Dios da un hijo que sea profeta delante de Dios, eso es grande, eso es grande delante de Dios y por consiguiente es un hijo grande ante Dios, porque viene con las dos conciencias juntas para escuchar de Dios y transmitirle al pueblo la Palabra profética.

Ahora, este Ángel Gabriel en este pasaje que estamos leyendo... lo del sacerdote Zacarí­as está en el capí­tulo 1 de San Lucas y también el caso de la virgen Marí­a está en el capí­tulo 1 de San Lucas.

Y ahora, este Ángel es el Ángel de la revelación divina, que tiene acceso al Libro de la Verdad, Libro que contiene todas las cosas que han de suceder. Dice:

"... y a causa de tus palabras yo he venido.

Mas el prí­ncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún dí­as; pero he aquí­ Miguel, uno de los principales prí­ncipes, vino para ayudarme, y quedé allí­ con los reyes de Persia."

Ahora vean, este Ángel tiene una intervención directa con el reino de Persia y con el reino de Grecia que ha de venir, porque llegó el tiempo para ese cambio de imperio en el reino de los gentiles; o sea, que este Ángel o Arcángel es muy importante delante de Dios, y tiene que ver con los cambios polí­ticos del reino de los gentiles, tiene que ver con estos cambios del imperio de los gentiles, del imperio babilónico al imperio medopersa, del imperio medopersa al imperio de Grecia, y del imperio de Grecia al imperio romano; y luego del imperio romano al reino del Mesí­as.

Todos esos cambios tiene el Ángel o Arcángel Gabriel que trabajarlos para que se lleven a cabo; y es un Ángel que lucha, que pelea, y cuando necesita ayuda, llama al Ángel o Arcángel Miguel para que le ayude con su poderoso ejército.

Por lo tanto, de ese Ángel y su labor dependen todas las naciones, así­ como Israel depende del Ángel o Arcángel Miguel, que es el Ángel, el prí­ncipe que está por los hijos de Israel, o sea, es el prí­ncipe o rey del mundo espiritual, del pueblo hebreo. Sigue diciendo:

"He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros dí­as..."

¿Ven? Es el Ángel que conoce las cosas que han de suceder, y es enviado para dárselas a conocer al Profeta Daniel, para que él las dé a conocer al pueblo.

"...porque la visión es para esos dí­as (¿para qué?); para los postreros dí­as.

Mientras me decí­a estas palabras, estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido.

Pero he aquí­, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí­ mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí­: Señor mí­o, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza.

¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento.

Y aquel que tení­a semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció (ese que tiene semejanza de hombre es el Arcángel Gabriel).

Y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.

El me dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el prí­ncipe de Persia; y al terminar con él, el prí­ncipe de Grecia vendrá."

¿Ven? Este Arcángel Gabriel tiene que ver con esas batallas del mundo espiritual para que haya, surjan esos cambios en el mundo polí­tico del reino de los gentiles, esos cambios de esos imperios que están representados en la cabeza de oro, representando al imperio babilónico; el pecho y los brazos de plata representando el imperio medopersa; el vientre y los muslos de bronce representando el imperio de Grecia; las piernas de hierro; y los pies de hierro y de barro cocido representando el imperio romano. Así­ lo tipificó Dios mostrándoselo a Daniel en una estatua gigante que él vio, con estas caracterí­sticas.

Y ahora, el Ángel Gabriel o Arcángel Gabriel tiene una posición muy importante en estos cambios de imperios, y por consiguiente para este tiempo final tendrá una actuación muy importante para que surja el cambio del reino de los gentiles al Reino del Mesí­as y por consiguiente estamos viviendo en un tiempo muy, pero que muy importante.

En la Escritura que tuvimos al principio, nos habla del lucero de la mañana; y cuando vean el lucero de la mañana, el cual es Cristo, el tiempo para un nuevo dí­a surgir, un nuevo dí­a milenial y un nuevo dí­a de reino, del Reino del Mesí­as, está cerca.

Ahora, continuando aquí­, dice, sigue diciendo el Ángel. Dice:

"Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad..."

Y ahora, hay un Libro en el Cielo que el Ángel Gabriel le llama el Libro de la Verdad, ahí­ está escrito todo lo que serí­a la historia de la raza humana, todo lo que serí­a la historia del reino de los gentiles, y todo lo que serí­a la historia del pueblo hebreo también y por consiguiente también de toda la humanidad; está en el Cielo, y este Ángel Gabriel tiene acceso a ese Libro. Y cuando Dios desea dar a conocer de antemano algo que va a suceder, lo enví­a al mensajero, al profeta que Él tenga para ese momento, para darle a conocer esas cosas:

"Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro prí­ncipe."

Y ahora, le dice aquí­ que un prí­ncipe lo ayudó en ese proyecto, en esa labor que tení­a que llevar a cabo para que terminara el reino medopersa y comenzar el reino de Grecia, y dice: "Ninguno me ayudó, sino Miguel vuestro prí­ncipe."

Y ahora, cuando dice Miguel vuestro prí­ncipe, ahora, él queda fuera porque el prí­ncipe del pueblo hebreo es el Ángel Miguel; el prí­ncipe que tiene que ver con los gentiles es el Arcángel Gabriel, por eso lo encontramos teniendo estas intervenciones para estos cambios de imperios. Y para la venida del Reino de Dios y el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra, el Ángel o Arcángel Gabriel va a tener mucho, pero que mucho trabajo; hay mucho trabajo para ese Ángel en la Tierra en este tiempo final.

Y ahora, hemos visto cómo es que viene la Palabra profética a los profetas de Dios, y de los profetas de Dios al pueblo, esa Palabra profética es llamada la profecí­a, que contiene las cosas que han de acontecer, las tiene ahí­ de antemano, son dichas de antemano, eso es la profecí­a.

Y ahora, las profecí­as que tienen que ver con el programa de Dios con Su pueblo, para la salvación y Vida eterna de seres humanos, es muy importante conocerla porque todos deseamos vivir eternamente.

Desde que el ser humano pecó en el Huerto del Edén, perdió la Vida eterna y solamente le quedó vida temporal, que a la mayorí­a de las personas se les termina antes de los cien años; el que llega a cien años dirí­amos que es un campeón, aunque llegue con un bastoncito, pero llegó.

Pero el ser humano tiene la oportunidad de recibir la Vida eterna, de acuerdo al programa de redención que Dios tiene para todos los seres humanos. Cristo dijo: "Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí­."

Por lo tanto, toda persona que quiere llegar a Dios y quiera vivir eternamente, ya sabe que hay un camino, es Cristo, y Él es la vida, la Vida eterna, y Él es la verdad, no hay otra verdad. También Él dijo: "Yo soy la puerta, el que por mi entrare, será salvo."

Por lo tanto, hay la oportunidad de entrar al Reino de Dios por esa puerta, para tener la Vida eterna. Esa puerta va a ser cerrada algún dí­a, pero mientras esté abierta hay oportunidad para todo ser humano, y todaví­a está abierta esa puerta. Cristo también dijo en San Juan, capí­tulo 6 de la siguiente manera, comenzando en el verso 39:

"Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el dí­a postrero.

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el dí­a postrero."

No hay otra forma de recibir la Vida eterna y de tener la promesa de ser resucitado en el Dí­a Postrero, si muere la persona, hay esperanza para los que mueren, si son creyentes en Cristo; Cristo dijo: "Y yo le resucitaré en el Dí­a Postrero." Esto es para los que creen en Cristo, que Él hizo esa promesa.

También hizo la misma promesa cuando fue a resucitar a Lázaro en el capí­tulo 11 de San Juan, versos 23 en adelante, le dice Jesús a Marta la hermana de Lázaro.

"Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.

Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el dí­a postrero."

Marta sabí­a que la resurrección de los creyentes en Cristo serí­a llevada a cabo en el Dí­a Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá; en algún año del séptimo milenio se llevará a cabo la resurrección de los muertos en Cristo:

"Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí­, aunque esté muerto, vivirá.

Y todo aquel que vive y cree en mí­, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

Le dijo: Sí­, Señor; yo he creí­do que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo (una verdadera creyente en Cristo y en lo que Cristo prometió)."

Y ahora, para todo creyente en Cristo la promesa es que si muere Cristo lo resucitará en el Dí­a Postrero, en algún año del séptimo milenio de Adán hacia acá, porque el séptimo milenio de Adán hacia acá es el Dí­a Postrero delante de Dios.

Y ahora, hay esperanza para el creyente en Cristo, porque ya recibió Vida eterna; y cuando se le acabe la vida temporal, tiene la Vida eterna y regresará a la Tierra en cuerpo eterno para vivir en el Reino de Cristo.

El que no tiene a Cristo, no tiene esta esperanza, se conformó con vivir 50, 70, 80, 90 ó 100 ó 110 años y no le interesó vivir eternamente con Cristo en Su Reino, por lo tanto, no va a estar en el Reino de Cristo, solamente estarán los que estarán interesados en estar en ese Reino de Cristo para vivir con Cristo por toda la eternidad, y esos son los creyentes en Cristo.

Y ahora, hemos estado viviendo durante estos dos mil años de Cristo hacia acá, en una etapa de noche para el mundo, pero de luz espiritual para los creyentes en Cristo. Este planeta Tierra va a recibir el Reino de Dios, y será en el séptimo milenio en donde Cristo establecerá Su Reino que será la restauración del Reino de David, y Él se sentará en el Trono de David porque Él es el heredero al Trono de David, y ese Reino del Mesí­as corresponde al ciclo divino de luz para la humanidad, y entonces se estará viviendo de dí­a en términos espirituales, porque las personas comprenderán, entenderán, "porque la Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Dios, como las aguas cubren el mar." [Isaí­as 11:9]

Y así­ será un tiempo de luz para la humanidad, ahí­ es donde Cristo juzgará a las naciones, unas entrarán a Su Reino y otras no entrarán a Su Reino, las que entrarán a Su Reino vendrán a estar bajo la corona del Mesí­as Prí­ncipe, y tendrán paz porque la paz saldrá de Jerusalén para todo Israel y para todo el Medio Oriente y para todas las naciones; será un imperio a nivel mundial, y la paz será establecida en ese Reino del Mesí­as.

No se adiestrarán más para la guerra: el Mesí­as Prí­ncipe siendo el Prí­ncipe de Paz, traerá la paz para toda la humanidad, por eso el pueblo hebreo está esperando la venida del Mesí­as, y también el Cristianismo está esperando la venida del Mesí­as.

En la Palabra profética está la promesa de la venida del Mesí­as, la profecí­a de antemano ya dice que vendrá el Mesí­as para establecer Su Reino, el Reino de Dios en la Tierra y traer la paz a la humanidad, a todas las naciones, así­ como ha traí­do la paz al alma de cada persona que lo ha recibido como único y suficiente Salvador.

La paz para el alma solamente Cristo la puede traer a la persona, y la paz para todas las naciones Cristo la traerá en Su Reino milenial cuando lo establezca en la Tierra; mientras tanto seguirán las guerras entre naciones y también guerras civiles en las naciones.

Pero aunque haya guerras en las naciones, puede la persona tener paz acá en su alma teniendo a Cristo, el Prí­ncipe de Paz en su corazón. Yo lo recibí­ como mi Salvador, luego de escuchar la predicación de Su Evangelio y nació la fe de Cristo en mi alma y lo acepté dando testimonio público de mi fe en Cristo, fui bautizado en agua en Su Nombre y Él me bautizó con Espí­ritu Santo y Fuego y produjo en mí­ el nuevo nacimiento, y me reconcilió con Dios y me dio la paz de Dios; ahora estoy en paz con Dios, paz para con Dios por medio de Jesucristo, y por consiguiente feliz, porque la meta de la paz es la felicidad; la paz es el camino, la meta: la felicidad.

Todas estas cosas están en la Palabra profética, la profecí­a contiene todas estas promesas divinas, las cuales usted y yo podemos disfrutar mientras vivimos en esta Tierra, y luego cuando terminen nuestros dí­as en estos cuerpos mortales continuaremos viviendo en el cuerpo angelical, y luego cuando Él nos dé el nuevo cuerpo glorificado viviremos eternamente en Su Reino.

Es importante estar atentos a la Palabra profética, la cual nos habla las cosas que han de suceder en este tiempo final, como habló las cosas que ya han sucedido en tiempos pasados. A través de la historia del ser humano se ha estado experimentando el cumplimiento de la profecí­a, de la Palabra profética, porque es la Palabra de Dios.

San Pedro nos recomienda que estemos atentos a la Palabra profética, porque no va a suceder nada a menos que no esté en la Palabra profética, pero lo que está en la Palabra profética tiene que cumplirse, porque los cielos y la Tierra pasarán, pero la Palabra de Dios no pasará, esa es la Palabra profética de la cual el Ángel Gabriel le habla al profeta Daniel, y él obtuvo esa Palabra profética del Libro de la Verdad, tiene acceso a ese Libro.

"ATENTOS A LA PALABRA PROFÉTICA." "ATENTOS A LA PROFECÍA."

Para este tiempo final la promesa es que serán llamados y juntados con gran Voz de Trompeta todos los escogidos de Dios, estarán escuchando el mensaje final de Dios que llegará a lo profundo del alma, del corazón de cada persona; estarán escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, del Evangelio de la Gracia, para recibir a Cristo como Salvador, y estarán también escuchando el Evangelio del Reino para ser preparados para tener la bendición de ser transformados si permanecen vivos hasta la resurrección; pero si mueren, saber que van a resucitar en la resurrección en el Dí­a Postrero como Cristo dijo, para tener un cuerpo igual al de Jesucristo, joven, eterno, inmortal y glorificado, para vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad.

Todo esto está contenido en la Palabra profética, a la cual hacemos bien en estar atentos, esa es la Palabra de Dios para mí­, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también.

Por cuanto en la Palabra profética está que obtendrí­an la salvación y Vida eterna muchas personas, millones de personas, y que se predicarí­a el Evangelio de Cristo, el cual dijo:

"Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado."

Por cuanto todo eso está en la Palabra profética, ahora nosotros tenemos la oportunidad como la tuvieron en otros tiempos de escucharla y de recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que así­ obtengan la salvación y Vida eterna los que todaví­a no la han recibido porque no han recibido a Cristo.

Ahora lo pueden recibir para que Cristo les dé Vida eterna, Él dijo: "Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen; y yo las conozco, y yo les doy Vida eterna." Esa es una Palabra profética que se ha estado cumpliendo en millones de seres humanos que han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, que es la Voz de Cristo llamando y juntando Sus ovejas en cada tiempo, en cada etapa de la historia de la raza humana.

Y ahora, los que todaví­a no han recibido a Cristo y nació la fe de Cristo en su alma, pueden dar testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como su único y suficiente Salvador, para lo cual pueden pasar al frente y yo estaré orando por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y le bautice con Espí­ritu Santo y Fuego luego que usted sea bautizado en agua en Su Nombre y produzca en usted el nuevo nacimiento.

Cristo en una ocasión dijo: "No es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños." No es la voluntad de Dios que se pierda una persona, la voluntad de Dios es que se salve, la voluntad de Dios es que reciba la Vida eterna por medio de Cristo.

La muerte de Cristo es el Sacrificio de Expiación por los pecados del ser humano, para que toda persona tenga la oportunidad de obtener el perdón de sus pecados por medio de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario.

En el tiempo de la ley, solo el pueblo hebreo tení­a un sacrificio de expiación, pero aquel sacrificio representaba el Sacrificio del Mesí­as que serí­a efectuado en Su primera venida, y con la muerte de Cristo ahora no solamente Israel, sino toda la humanidad tiene el Sacrificio de Expiación por sus pecados, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, para obtener el perdón de sus pecados, ser limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo, y ser colocados dentro del nuevo Pacto que Dios prometió que harí­a con la casa de Israel y con la casa de Judá.

Y ahora, entramos a un nuevo Pacto que ha sido establecido por Cristo, recibiéndolo como único y suficiente Salvador. Por esa causa en la última cena estando Jesús con Sus discí­pulos, tomó el pan, lo partió y dio a Sus discí­pulos, y dijo: "Comed, esto es mi cuerpo que por muchos es partido, este es mi cuerpo, comed de él todos." Y luego tomó la copa de vino y dijo: "Esta es la Sangre del nuevo Pacto que por muchos es derramada, tomad, bebed de ella todos."

Y ahora, Cristo ahí­ nos habla de un nuevo Pacto, el pan representa Su cuerpo y el vino representa Su Sangre.

Y ahora, hay un nuevo Pacto para todos los seres humanos que reciben a Cristo como único y suficiente Salvador, y quedan cubiertos con la Sangre del nuevo Pacto, que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Es efectivo para judí­os y para gentiles, para todo ser humano.

Con la muerte de Cristo fue establecido el Sacrificio para toda la humanidad, todos tenemos derecho a la Vida eterna por medio de ese Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, el cual ya estaba profetizado, estaba en la Palabra profética que eso se llevarí­a a cabo, porque todas las cosas del Programa Divino las cuales se llevan a cabo, primero están en la Palabra profética, están en la profecí­a, son habladas de antemano.

Todaví­a siguen viniendo a los Pies de Cristo más personas como ustedes, que desean entrar al nuevo Pacto, que desean recibir a Cristo como Salvador, porque nació la fe de Cristo en sus almas; y cuando nace la fe de Cristo en el alma, la persona da testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como único y suficiente Salvador, para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone, con Su Sangre le limpie de todo pecado, y lo bautice con Su Espí­ritu y produzca el nuevo nacimiento en la persona, y así­ sea colocado en el Reino de Cristo.

"El que no nazca del Agua y del Espí­ritu (dijo Cristo a Nicodemo), no puede entrar al Reino de Dios." (San Juan, capí­tulo 3, versos 1 al 6).

Todaví­a vienen más personas de camino que desean recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. En las demás naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que queden incluidos en esta oración que estaremos haciendo por ustedes.

Los niños de diez años en adelante, también pueden venir a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también, Él dijo: "Dejad a los niños venir a mí­ y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos."

Dios tiene mucho pueblo aquí­ en Villahermosa, en todo el Estado de Tabasco, y también en toda la República Mexicana, y en toda la América Latina, en todas las naciones y los está llamando en este tiempo final.

Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando para darte Vida eterna. Es para darte Vida eterna porque tu nombre está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, y Él te está llamando desde ese Libro que está en el Cielo, así­ como dijo el Ángel Gabriel a Daniel: "Yo te mostraré lo que está escrito en el Libro de la Verdad."

Y una de las cosas que está escrita en ese Libro es mi nombre, ¿y el nombre de quién más? El nombre de ustedes también. Cristo también habló del Libro Celestial, cuando Sus discí­pulos vinieron a Él luego de haber sido enviados por Cristo a predicar y a echar fuera demonios y a sanar enfermos, luego regresaron muy felices diciendo: "Aun los espí­ritus se nos sujetan en Tu Nombre." Cristo les dice: "No os gocéis de eso, de que los espí­ritus se sujetan a ustedes en mi Nombre, gozaos antes de que vuestros nombres están escritos en el Cielo," en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero. Eso es lo importante, que nuestros nombres están escritos en el Cielo, y Cristo, el buen Pastor llamarí­a Sus ovejas por Su Nombre, por el Nombre que está escrito en el Cielo. Ese llamado llega acá al alma y la persona no puede hacer otra cosa, sino dar testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como su único y suficiente Salvador.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Vamos a preguntar a los que están en la cámaras si ya en las demás naciones están listos. Ya vamos a orar por todos, en las demás naciones también pueden estar puestos en pie para orar por todos los que han recibido a Cristo como su Salvador en esta ocasión.

Todaví­a veo que vienen más personas de camino, es que Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad, y los está llamando, es que sus nombres están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida, es que son ovejas del Señor que el Padre le dio a Cristo para que las busque y les dé Vida eterna.

Vamos ya orar a Dios para que Cristo les reciba en Su Reino, a todos ustedes que han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestra alma. Con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados todos los que están presentes y los que están en otras naciones, los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón; creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano; creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres, reconozco que no hay otro Nombre en el cual podamos ser salvos.

Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Me rindo a Ti, me entrego a Ti en alma, espí­ritu y cuerpo. Te ruego salves mi alma, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espí­ritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí­ el nuevo nacimiento. Quiero nacer de nuevo, quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino. Señor, sálvame Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestra alma, y lo recibieron como vuestro único y suficiente Salvador. Él dijo:

"Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado."

Ustedes me dirán: "Escuché la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma y lo he recibido como mi Salvador, y ahora quiero ser bautizado en agua en Su Nombre, porque Él dijo: 'El que creyere y fuere bautizado, será salvo.' ¿Cuándo me pueden bautizar?" Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón.

Por cuanto ustedes han creí­do en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espí­ritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

El bautismo en agua es tipológico, pero es un mandamiento del Señor, en el cual nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Estábamos en Cristo y ahora nos encontramos en esta dimensión terrenal para obtener nuestra redención.

En el bautismo en agua la persona al ser sumergida, por cuanto ya al recibir a Cristo murió al mundo, luego al ser sumergida en las aguas bautismales por el ministro, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, para vivir con Cristo por toda la eternidad.

El agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo; el bautismo en agua es tipológico, pero es un mandamiento del Señor Jesucristo, el cual fue obedecido por los apóstoles y ha estado siendo obedecido por todos los ministros que han predicado el Evangelio de Cristo y han estado bautizando a todas las personas que han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador.

Por lo tanto, pueden ser bautizados conscientes del significado del bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, conscientes de que es tipológico y que en Él usted se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.

Y que Cristo les bautice con Espí­ritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad, en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.

Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Dejo al reverendo Andrés Cruz Gallego para que les indique hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y en las demás naciones dejo al ministro correspondiente para que haga en la misma forma.

Pasen todos muy buenas tardes.

Hoy 21 de septiembre es el dí­a internacional de la paz, y estaremos en una marcha a las 6:00 de la tarde, en el parque que está frente a la quinta Grijalva, y llegará a la plaza de árboles. Debemos estar media hora antes y se invita a todos los que deseen estar en esa marcha por la paz hoy, dí­a 21 de septiembre, dí­a internacional de la paz.

"ATENTOS A LA PALABRA PROFÉTICA."