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La profecía viva 2008-09-07 1 Cayey PR 00:00:00 false

Muy buenos dí­as, amados amigos y hermanos presentes aquí­ en Puerto Rico, y también los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones.

Un cordial saludo al doctor Miguel Bermúdez Marí­n, allá en El Salvador. Que Dios te bendiga Miguel, y a todos los ministros y hermanos que están allá reunidos contigo; y también un saludo muy cordial para el doctor Salomón Cunha y su esposa, la doctora Kélita Machado de Cunha, allá en Goiania-Goias, República del Brasil.

Que Dios te bendiga Salomón y Kélita y a todos los hermanos y hermanas allá reunidos en este domingo de escuela dominical, que se lleva a cabo allá en el Brasil y también en todas las naciones; pues es el domingo el dí­a que resucitó Cristo, y por esa causa el Cristianismo dedica ese domingo para escuchar la Palabra de Cristo, de Dios, y alabar y glorificar a Dios en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y que Dios bendiga a todas las congregaciones, y a todos los ministros en todos los paí­ses que me están escuchando en esta ocasión.

Aprecio y agradezco mucho el respaldo que le están dando a Puerto Rico, y al proyecto que tiene "La Carpa Corporation" con la construcción y compra de terrenos para La Carpa-Catedral, que han mandado a fabricar para beneficio y bendición de todos los seres humanos, y de todas las naciones, donde esperamos que la gloria de Dios esté manifestada para bendición de todos los seres humanos; y se estará transmitiendo también desde ese lugar a todas las naciones a través de satélite, a través de internet y a través del satélite Amazonas, y demás medios de comunicación.

En estos dí­as ya les tocaba dar la segunda parte del pronto pago, y todaví­a no la tienen completa, pero esperamos que con el esfuerzo de todos la puedan tener en estos dí­as ya completa para darla, por lo cual aprecio mucho vuestro respaldo, vuestra colaboración de todos los ministros, de todas las naciones y sus congregaciones, los cuales han estado trabajando en esta labor de Puerto Rico; están y continuarán trabajando hasta que vean levantada esa Carpa- Catedral que será de mucha bendición para todas las iglesias, para todas las naciones, y para todos los cristianos y para todos los seres humanos. Yo también respaldo ese proyecto que está llevando a cabo Puerto Rico, y estoy brazo a brazo con Puerto Rico, con "La Carpa Corporation" de Cayey, Puerto Rico, en ese proyecto.

Que Dios los bendiga a todos los ministros y sus congregaciones, que en todos los paí­ses están colaborando fuertemente para ese proyecto divino. Y Miguel, muchas gracias también a ti, que has estado trabajando fuertemente para que se haga realidad ese proyecto de La Carpa-Catedral, se haga realidad muy pronto.

Para esta ocasión leemos en Segunda de Pedro, capí­tulo 1, versos 15 en adelante, donde dice el apóstol Pedro (Segunda de Pedro, capí­tulo 1, verso 15 en adelante), dice:

"También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas.

Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magní­fica gloria una voz que decí­a: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia.

Y nosotros oí­mos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo (o sea, en el monte de la Transfiguración).

Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el dí­a esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;

entendiendo primero esto, que ninguna profecí­a de la Escritura es de interpretación privada,

porque nunca la profecí­a fue traí­da por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espí­ritu Santo."

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: "LA PROFECÍA VIVA."

Para que podamos comprender nuestro tema: "LA PROFECÍA VIVA," veamos lo que es una profecí­a divina, cómo viene una profecí­a de parte de Dios.

Dios habló a Abraham que su simiente serí­a esclava en una tierra ajena, pero después de cuatrocientos años, Dios los libertarí­a con mano fuerte, con mano poderosa, o sea, serí­a a la fuerza, por lo cual los juicios divinos caerí­an sobre esa nación. Y dice: "Y yo castigaré esa nación." Vamos a leerlo aquí­, para que tengamos el cuadro claro, en el capí­tulo 15 del Génesis, verso 13 en adelante, dice:

"Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí­, y será oprimida cuatrocientos años.

Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza.

Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez.

Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí­."

Y ahora, Dios estableció el tiempo en que libertarí­a a la descendencia de Abraham que iba a ser esclava en una tierra ajena, la cual serí­a Egipto, aunque aquí­ no lo dijo; pero cuando se cumplió esta profecí­a, cuando esta profecí­a vino a vida, descubrimos que la nación en la cual ellos serí­an esclavos era Egipto.

Y también encontramos que para ese tiempo, todaví­a el hijo prometido de Abraham, el cual Dios le habí­a prometido, todaví­a no habí­a nacido, y ya Dios le está hablando de los problemas que va a tener su descendencia, porque Dios conoce todas las cosas; y por cuanto hay un Programa Divino que se llevarí­a a cabo con Abraham y su descendencia, pues ya todo está trazado en el Programa Divino.

Por lo tanto, Dios habla de antemano lo que va a suceder, y eso es la profecí­a. Es lo que Dios dice que va a suceder dándolo a conocer de antemano. Vean cómo es que viene la profecí­a; ya vimos que la profecí­a es la Palabra de Dios, es Dios hablando las cosas que van a suceder.

Pero ahora veamos en Zacarí­as cómo es que viene la profecí­a. Zacarí­as, capí­tulo 7, verso 11 al 12, hablando del pueblo hebreo, dice:

"Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oí­dos para no oí­r;

y pusieron su corazón como diamante, para no oí­r la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espí­ritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos."

Y ahora, aquí­ está el secreto de cómo es que viene la Palabra profética, viene de parte de Dios, dice:

"...pusieron su corazón como diamante, para no oí­r la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espí­ritu..."

Dios enví­a Su Palabra por Su Espí­ritu que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, que le apareció a Moisés en una llama de fuego, en una zarza, y le dijo: "Yo soy el Dios de tu padre (o sea, de Amram), el Dios de Abraham, de Isaac y Jacob." Ese Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, es el cuerpo angelical de Dios donde Dios moró, mora y morará eternamente.

Y ese es Cristo en Su cuerpo angelical, ese es el Mesí­as en Su cuerpo angelical. Todas las cosas por Él fueron hechas, por el Verbo, el cual es el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, el cuerpo angelical de Dios a través del cual Dios creó todas las cosas.

"En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Por Él fueron hechas (o sea, creadas), todas las cosas, y sin Él nada de lo que fue hecho (o de lo que fue creado), fue hecho sin Él. Sin Él nada fue hecho (o sea, que toda la creación fue efectuada a través del Verbo, que es el Ángel del Pacto, Cristo, la imagen del Dios viviente)."

Y en Deuteronomio, capí­tulo 18, nos dice de la siguiente manera, comenzando en el verso 15:

"Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis."

Eso le dice Moisés a su pueblo: "Dios levantará profeta como Moisés, y a él oiréis." La recomendación de Moisés para el pueblo es que escuchen a ese profeta que Dios enví­a. Ahora, vamos a ver porqué. Dice:

"Conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb (o sea, en el monte Sinaí­) el dí­a de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oí­r la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.

Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.

Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare."

Muchas personas dicen: "Yo quiero oí­r la Voz de Dios, quiero oí­r la Palabra de Dios." Aquí­ está la forma en que viene la Palabra de Dios para el pueblo. Dios coloca Su Palabra en la boca del profeta correspondiente al tiempo en que las personas están viviendo.

Para cada tiempo tiene un profeta mensajero el cual hace contacto con Dios y Dios hace contacto con él, y coloca Su Palabra en la boca de ese profeta. Él habla esa Palabra, la cual Dios respalda, y esa es la Palabra de Dios para ese tiempo, juntamente con lo que es la Palabra de Dios de edades o tiempos y dispensaciones pasadas; y así­ es como va viniendo más Palabra de Dios al pueblo de etapa en etapa, de edad en edad; pero toda sin contradecirse la una de la otra.

Y ahora, vean ustedes también el tiempo aquí­, lo que aquí­ dice:

"Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta."

O sea, que todo ser humano tiene una responsabilidad ante esa Palabra que Dios coloca en la boca de ese hombre, y ese hombre la habla al pueblo.

Un profeta es un hombre con las dos conciencias juntas, por lo cual puede pasar a otra dimensión, puede oí­r la Voz de Dios, y puede luego comunicarle al pueblo lo que escuchó de parte de Dios para el pueblo. También cuando le apareció el Ángel del Pacto a Moisés, Él le dice en el capí­tulo 4, verso 10 en adelante [Éxodo]:

"Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.

Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?

Ahora, pues, vé, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.

Y él dijo (o sea, Moisés): ¡Ay, Señor! enví­a, te ruego, por medio del que debes enviar."

Moisés se siente incapacitado para ser el mensajero que hable la Palabra de Dios, porque Moisés tení­a problemas para hablar; y él piensa en su hermano, el cual sabe hablar muy bien en público, y le dice: "Enví­a por medio del que debes enviar." O sea, "enví­a a buscar o busca al que debes Tú enviar." O sea, le está diciendo a Dios: "Tu no me debes enviar a mí­, debes enviar a otro que sepa hablar bien." Está evadiendo la responsabilidad que tiene ante Dios y ante al pueblo.

"Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí­ que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón.

Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.

Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios."

Así­ sucedió con Moisés y con Aarón; para Aarón, Moisés era Dios, en lugar de Dios; o sea, que Dios no le hablaba a Aarón, Dios le hablaba a Moisés y colocaba en la boca de Moisés Su Palabra para que él la hablara a Aarón; porque la Palabra viene al profeta, y siendo que ese es el orden, Aarón no podí­a decir: "Yo voy directo, no tengo necesidad de Moisés." Ese fue el problema que más adelante tuvo Aarón y Miriam la hermana de Moisés, que dijeron: "¿No ha hablado Dios también por nosotros?" Y Dios se enojó (eso fue cuando criticaron a Moisés también por la esposa que habí­a tomado, la cual era cusita, o sea, era de color, descendiente de Cus).

Y luego encima de eso, también dicen: "¿No ha hablado Dios también por nosotros?" No, Dios no habí­a hablado por ellos. Dios habí­a hablado a través de Moisés, y cuando Aarón hablaba, hablaba Moisés a través de Aarón, porque Moisés fue colocado en lugar de Dios para Aarón.

Siempre que una persona o más personas tratan de ocupar el lugar del mensajero que Dios enví­a para una edad o una dispensación, se buscan problemas con Dios, porque Dios es muy celoso en eso. Dios cuando enví­a un mensajero, un profeta, ese es el hombre al cual Dios le habla y luego él le habla al pueblo, y entonces la Palabra corre para todo el pueblo.

Ninguna otra persona puede decir: "No, yo voy a ir directamente a Dios para que Él me hable, no tengo necesidad de este hombre." Sí­, todos tienen necesidad de que ese hombre que Dios enví­a como profeta esté en contacto directo con Dios, para que Dios le hable, y él eso que Dios le hable lo pase al pueblo. Esa es la forma de Dios desde el principio y no la ha cambiado.

Y ahora, cualquier persona puede pensar: "Bueno, ya en el Nuevo Testamento las cosas son distintas." Vamos a ver. En Hebreos, capí­tulo 1, verso 1 en adelante, dice San Pablo:

"Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas (¿cómo Dios le habló al pueblo? Por los profetas, es la forma de Dios de hablarle al pueblo),

en estos postreros dí­as nos ha hablado por el Hijo (o sea, por Jesucristo; y también era profeta; tení­a que ser profeta para Dios poder hablar a través de Él), a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo."

Y ahora, aquí­ nos muestra que Dios, por medio de Su Hijo Jesucristo, hizo el Universo, y fue constituido como Heredero de todo, de toda la creación.

"El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia (o sea, la imagen, el cuerpo angelical), y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí­ mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas."

Y ahora, Cristo está sentado a la diestra de Dios en el Cielo. La primera ocasión en que se sienta en el Trono de Dios una persona con un cuerpo, pero glorificado.

El Trono de Dios es en el Cielo, y allí­ es donde Dios eternamente se ha sentado con Su cuerpo angelical.

Pero ahora, luego que el Verbo, el Ángel del Pacto, se hizo carne y habitó en medio de los seres humanos conforme a San Juan, capí­tulo 1,verso 14, y luego que tuvo Su ministerio en la Tierra y murió como el Sacrificio de Expiación por el pecado allá en la Cruz del Calvario, y fue sepultado y resucitó glorificado, luego, cuarenta dí­as después de Su resurrección, subió al Cielo (glorificado Su cuerpo) y se sentó a la diestra de Dios, se sentó en el Trono de Dios.

Y ahí­ tenemos en Jesucristo la plenitud de la divinidad: Padre, Hijo y Espí­ritu Santo. En Él estaba el Padre que hací­a las obras, en Él estaba el Espí­ritu Santo que es el Ángel del Pacto, el cuerpo angelical, y por consiguiente ahí­ estaba la Trinidad divina; porque Dios es trino: Padre, Hijo y Espí­ritu Santo. En Dios hay una trinidad.

Y ahora, podemos ver porqué Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza: alma, espí­ritu y cuerpo. El ser humano también es una trinidad, porque Dios es una trinidad, en Él hay una trinidad.

Y ahora, podemos ver que así­ como el ser humano por medio de su espí­ritu manifestado en el cuerpo de carne obra, así­ Dios por medio de Su Ángel, el Ángel del Pacto, Su Espí­ritu manifestado en aquel cuerpo llamado Jesús, obraba en medio del pueblo hebreo.

Antes de eso, pues obraba a través de los cuerpos de carne de los profetas; en palabras más claras: en lo que se creó el cuerpo de carne llamado Jesús, usó cuerpos de carne llamados profetas en el Antiguo Testamento, o sea, cuerpos prestados en lo que tení­a el cuerpo de carne, con el cual Él permanecerí­a, lo glorificarí­a, y lo sentarí­a en Su Trono en el Cielo. A ningún profeta sentó en Su Trono en el Cielo, solamente a Jesucristo.

Y ahora, estamos viendo lo que es un profeta, y el profeta más grande de todos se llama: Señor Jesucristo. En el Cielo se sentó en el Trono de Dios un profeta llamado el Señor Jesucristo, y Él es el Rey de los Cielos y de la Tierra, heredero de los Cielos y de la Tierra.

Y ahora, el mismo Ángel del Pacto que en los profetas del Antiguo Testamento hablaba, profetizaba, daba a conocer las cosas que iban a suceder, y luego cuando se cumplí­an esas profecí­as que habí­an sido dadas (cuando se cumplí­an), era la Palabra viva, la Profecí­a viva, la profecí­a hecha una realidad. Era la Palabra viva, la Palabra viviente, la Palabra materializada, se habí­an concretado, o se habí­a concretado la profecí­a, se habí­a hecho una realidad; y en cada ocasión en que se hací­a realidad, eso era la Profecí­a viva.

Por ejemplo, tenemos Isaí­as, capí­tulo 7, verso 14, en donde nos dice que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y se llamará Su Nombre Emanuel, que traducido es: "Dios con nosotros." Cuando la virgen Marí­a dio a luz allá en Belén de Judea en un establo, cuando dio a luz aquel niñito, y le puso por nombre Jesús conforme a la orden del Ángel Gabriel, que es el Ángel que tiene acceso al Libro de la Verdad, y es el Ángel que anunció la Primera Venida de Cristo a la virgen Marí­a y también al sacerdote Zacarí­as, es el Ángel de las revelaciones divinas para los profetas y todo el pueblo y toda nación.

Es el Ángel que aparecí­a a diferentes profetas, también como al profeta Daniel. Es el Ángel que conocí­a todas las cosas. Y así­ como el Ángel o Arcángel Miguel es el Prí­ncipe del pueblo hebreo, el Ángel o prí­ncipe que está por el pueblo hebreo, o sea, que los defiende y que es su prí­ncipe del mundo espiritual, el Ángel Gabriel tiene que ver con todas las naciones y es el Ángel del conocimiento, de las revelaciones divinas.

Y ahora, este Ángel Gabriel tocó la Trompeta, o sea, dio el mensaje, anunció la Primera Venida del Mesí­as, y también anunciará la Segunda Venida del Mesí­as, sonará la Trompeta anunciando la Segunda Venida del Mesí­as. Ahí­ tendremos Voz de Arcángel; o sea, que estará interviniendo el Arcángel Gabriel para la revelación divina de la segunda Venida del Mesí­as.

Cuando fue anunciado que la virgen concebirí­a y darí­a a luz, y luego apareció el Ángel anunciándole a la virgen Marí­a que a través de ella vendrí­a el Mesí­as, cuando nació Jesús, allí­ estaba la Palabra viva llorando en un pesebre, y luego tomando leche y luego creciendo; la Palabra iba creciendo, el cuerpo de la Palabra, el cuerpo fí­sico iba creciendo, y allá tení­an la Palabra viva, lloraba, después aprendió a hablar, hablaba, y así­ por el estilo, y trabajaba también luego a medida que iba creciendo.

La Palabra viva, la Profecí­a viva, es el cumplimiento de ella, se hace vida, se hace realidad.

Y ahora, a través de las diferentes etapas del pueblo hebreo y del Cristianismo, la profecí­a se ha hecho viva a medida que se ha estado cumpliendo la profecí­a correspondiente a cada etapa del pueblo hebreo, y también a cada etapa de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Siempre que se cumple una profecí­a y podemos ver el cumplimiento de ella, estamos viendo la Profecí­a viva. Por lo cual le damos gracias a Dios cuando podemos ver la Profecí­a viva, la profecí­a hecha una realidad.

Tenemos por ejemplo las parábolas de Jesús, como la parábola del trigo y de la cizaña, y también la parábola del sembrador que sembró la buena semilla en el campo. En el capí­tulo 13, está esa parábola, y nos habla de la buena tierra y de la mala tierra; y la buena tierra, dice en el capí­tulo 13, verso 23, de la siguiente manera [San Mateo]:

"Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno."

Y ahora, aquí­ podemos ver que la Palabra del Reino es sembrada en el corazón de las personas, y las personas, los seres humanos están representados aquí­ en cuatro grupos, dice en el capí­tulo 13, verso 18 en adelante, dice:

"Oí­d, pues, vosotros la parábola del sembrador:

Cuando alguno oye la palabra del reino..."

¿Ven? La Palabra del Reino, en el Nuevo Testamento es el Evangelio de Jesucristo. Para la Dispensación del Reino es el Evangelio del Reino.

"Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón..."

¿Ven? En el corazón es que se siembra la Palabra. Y por lo tanto, ese corazón o es buena tierra o es mala tierra, mal terreno o buen terreno; y cuando alguno escucha la Palabra del Reino, el Evangelio, y no lo entiende, viene el malo y arrebata, saca de ahí­ lo que fue sembrado en el corazón.

"Este es el que fue sembrado junto al camino."

Personas que están representadas como ese terreno junto al camino; o sea, esas orillas de los caminos que no pertenecen a una finca, sino que ya eso es parte del camino, pero que está lleno de cualquier pasto porque no es para ser sembrado, o sea, es un terreno que no pertenece a un dueño de una finca.

"Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo (o sea, que no solamente ver que las personas reciben la Palabra con gozo, eso no quiere decir que ya entraron al Reino); pero no tiene raí­z en sí­ (mismo)."

O sea, que esa Palabra no se ha arraigado bien en su corazón. Vienen a ser personas que recibieron la Palabra con gozo y después asisten a la iglesia por ir a la iglesia en alguna forma, pero no están interesados en estudiar bien la Palabra, en aprender de ella, en que esa Palabra entre a su corazón y conocer la Palabra. No están interesados en aprender, solamente en ir a la iglesia pero sin buscar aprender las Escrituras, la Palabra de Dios.

"Pero no tiene raí­z en sí­, sino que es de corta duración (ahí­ están los que comienzan, están un tiempito y después se van. Esos son los terrenos de pedregales, de piedra), pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza."

Por algún problema que tengan de aflicción, alguien habla algo y se ofenden si mencionan su nombre, o se ofenden porque ven algo, o tropiezan por alguna cosa que ven o suceda, ya tropiezan y dicen: "No, yo no voy a seguir asistiendo, yo me voy." Terreno señalado como lugar de piedras, pedregales, en donde la Palabra no ha echado raí­ces, no está arraigada en el corazón de la persona esa Palabra.

Cuando venimos a Cristo, tenemos que pensar siempre que hemos venido a Cristo y hemos puesto la mano en el arado para mirar siempre hacia adelante, para caminar en las buenas o en las malas hacia adelante con Cristo.

"El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa."

No lleva fruto, están siempre ocupados en los negocios, en lo que le produce mucho dinero, en las riquezas, y en los afanes de este siglo, están siempre afanados y no tienen tiempo para servir a Dios. Esos no pueden producir el fruto correspondiente que Dios espera de ellos.

"Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno."

En esta persona podemos ver la Palabra, el Evangelio hecho carne, la profecí­a hecha una realidad, la parte de la profecí­a de la buena tierra. Podemos ver la profecí­a que señala al que oye y entiende la Palabra como la buena tierra, y podemos decir: "Éste es buena tierra, tiene un corazón llamado 'buena tierra,' donde fue sembrada la Palabra, él entiende la Palabra, él escucha la Palabra, la entiende y lleva fruto, fruto de cristiano." Trabaja en la Obra de Cristo también, y así­ por estilo se ve en él la profecí­a hecha una realidad, esa parte buena de la profecí­a, de la buena tierra.

Y en los otros se ve la Profecí­a viva de que lo identifica como mal terreno, como terreno de pedregales o terreno de espinos o terreno junto al camino. Siempre queremos que la profecí­a que habla bien de la persona, de los creyentes, sea la Profecí­a viva que podamos experimentar y los demás puedan ver en nosotros.

También tenemos la profecí­a en parábolas del trigo y la cizaña, que representa el trigo a los hijos del Reino, y la cizaña a los hijos del malo. Y podemos ver a través de la historia del Cristianismo esa profecí­a hecha una realidad viva en medio del Cristianismo. A través de la historia podemos ver el trigo y también la cizaña, los buenos y los malos.

Para el tiempo final dice Cristo que Él enviará Sus Ángeles, y ellos son los que harán la separación; y cuando eso sea visto una realidad estaremos viendo la profecí­a que habla de los Ángeles del Hijo del Hombre manifestados en medio del pueblo de Dios. ¿Y eso será qué? La Profecí­a viva, porque está en la profecí­a y se tiene que hacer una realidad, se tiene que hacer vida, tiene que venir a vida, a cumplimiento.

En el capí­tulo 13 mismo, vean aquí­ lo que nos dice en el capí­tulo 13, verso 44, también el capí­tulo 13, verso 47 en adelante (47 en adelante), dice:

"Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces;

y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera.

Así­ será al fin del siglo."

Ahora, vean lo que nos dice para el fin del siglo, o sea, para el fin de la Dispensación de la Gracia, para esos dí­as finales del Cristianismo o Dispensación de la Gracia.

"Así­ será el fin del siglo, saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos,

y los echarán en el horno de fuego; allí­ será el lloro y el crujir de dientes (o sea, los echarán en la gran tribulación)."

¿Enviará a quién? A los Ángeles. Lo mismo que dijo en la parábola del trigo y la cizaña, que enviará a los Ángeles, aquí­ también dice que enviará los Ángeles. Es una profecí­a que tiene que venir a vida, a realización, a materialización, a cumplimiento. También tenemos aquí­ en un solo verso una profecí­a muy grande, y está en esta parábola del tesoro escondido. Dice [San Mateo 13: 44]:

"Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo."

Aparentemente no dice mucho, pero el hombre es Cristo, el Mesí­as; el campo es el mundo entero con todas las naciones; y el tesoro escondido son las diez tribus del reino del Norte, son las diez tribus de Israel, del reino del Norte, que fueron desarraigadas de su tierra, fueron llevados a Asiria, y después de ahí­ fueron esparcidos por el mundo entero, y quedaron escondidas esas diez tribus y sus descendientes, quedaron escondidos en el campo, en el mundo. Y Cristo dice: "Yo no he venido, sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel, no he sido enviado, sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel." Eso está en San Mateo, capí­tulo 15, verso 24. Y en el capí­tulo 10, verso 5 al 6, dice:

"A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis,

sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado."

Aquí­ cuando nos habla de las ovejas perdidas de la casa de Israel, es del reino de Israel, del reino del Norte llamado también el reino de Efraí­n, compuesto por las diez tribus que le fueron dadas a Jeroboam un descendiente de Efraí­n, para que así­ se estableciera un reino con diez tribus, y le fueron dejadas dos tribus a Roboam, hijo de Salomón; le fueron dejadas la tribu de Judá y la tribu de Benjamí­n.

Ese reino de las dos tribus allá en el Sur, se llama el reino de Judá. Y el reino compuesto por diez tribus se llama el reino de Israel o reino de Efraí­n.

Y ahora, el tesoro escondido en el campo, encontramos que son esas ovejas perdidas, se perdieron en el campo, en el mundo, entre las naciones, fueron asimiladas (se asimilaron), ¿y quién las podrá encontrar? El Mesí­as Prí­ncipe es el único, y dice que ese hombre es el que las halla, es Cristo.

Y ahora, Él dijo también en San Juan, capí­tulo 10: "Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen; y yo las conozco, y yo les doy Vida eterna." [versos 27-28]. Y ahora, esas ovejas de la casa de Israel, ovejas perdidas de la casa de Israel, del reino del Norte, han estado en todas las naciones escondidas, perdidas para la vista de los seres humanos, pero a Dios no se le esconde nada, Él lo ve todo.

Y ahora, este hombre de gozo, va gozoso por ello, porque encontró ese tesoro, va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo. Cristo muriendo en la Cruz está dando Su vida. Y dando Su vida, al dar Su vida Él está comprando el mundo entero donde está el tesoro, donde están las tribus perdidas de la casa de Israel; y si al comprar el mundo, al comprar el mundo entonces tiene las tribus perdidas, tiene el tesoro que está en el campo.

La Escritura nos dice que Abraham serí­a heredero del mundo y por consiguiente su simiente; y ahora, Cristo muriendo, a precio de Su vida, compra el mundo completo y por consiguiente todo le pertenece a Cristo, y ahí­ tenemos el tesoro que estaba escondido, que son las tribus perdidas del reino del Norte.

Tribus perdidas y descendientes de esas tribus, que por millones han estado entrando al nuevo Pacto, al recibir a Cristo como único y suficiente Salvador y ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su espí­ritu, han estado entrando al nuevo Pacto, y por consiguiente han estado entrando al Reino del Mesí­as que está en la esfera espiritual; y luego estarán en el reino fí­sico cuando sea establecido en la Tierra, porque son parte, descendientes de esas tribus perdidas, son el tesoro que estaba escondido en el campo; y por cuanto Cristo compró el campo completo, el mundo completo al morir en la Cruz del Calvario, lo compró al dar Su vida, ese fue el precio.

Ahora, por cuanto todo le pertenece, el tesoro escondido le pertenece a Cristo. Es lo que harí­a cualquier hombre sabio: si descubre que en un terreno hay oro o hay diamantes, se queda calladito la boca (o petróleo), se queda callada la boca y vende todo lo que tiene y va y compra ese campo, y después entonces va a trabajar y va a sacar todo ese tesoro que hay ahí­, y va a ser un hombre muy rico. O sea, que al vender todo y hacer esa inversión en comprar ese campo, ha hecho el mejor negocio, y eso es lo que Cristo hizo al morir en la Cruz del Calvario.

Y ahora, estamos viendo la Profecí­a viva, la profecí­a hecha una realidad. Los descendientes de las tribus perdidas han estado apareciendo de etapa en etapa en medio del Cristianismo, han estado entrando al nuevo Pacto que Dios dijo que harí­a con la casa de Israel y con la casa de Judá; y después menciona solamente la casa de Israel.

"LA PALABRA PROFÉTICA," o "LA PROFECÍA VIVA," lo cual es la profecí­a siendo cumplida, siendo hecha una realidad. Para el tiempo final esos descendientes de esas tribus son llamados y recogidos conforme a las palabras de Cristo en San Mateo, capí­tulo 24, verso 31, donde dice:

"Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos..."

Todos los escogidos de las tribus perdidas, son los escogidos que en el tiempo final van a formar parte de los ciento cuarenta y cuatro mil, doce mil de cada tribu, esos son escogidos para venir a ser los que ocuparán una posición como los eunucos que los reyes tení­an en la antigí¼edad en sus palacios, para servir a la reina. Y por consiguiente, esos ciento cuarenta y cuatro mil estarán para servirle a la Iglesia Novia de Cristo, que es la Reina con Cristo para reinar con Cristo durante el milenio.

Esos ciento cuarenta y cuatro mil, doce mil de cada tribu de los hijos de Israel y de Judá, no son parte de la Novia, son como los eunucos para servir a la Iglesia Novia del Señor Jesucristo durante el reino milenial, y desde antes también porque durante la Dispensación de la Gracia ellos aparecen o estarán por ahí­, para hacer algo finalizando ya todo.

Pero de la casa de Israel, muchos de ellos pertenecen a la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales de etapa en etapa, de edad en edad han estado entrando al nuevo Pacto; y cuando estemos en el Reino Milenial veremos de cuántos descendientes de la casa de Israel se compone parte de la Iglesia Novia de Cristo; o sea, veremos, descubriremos qué por ciento de la Iglesia Novia de Cristo son descendientes de las tribus perdidas.

Pero eso lo veremos más adelante, también tenemos que pensar que de entre los gentiles o gentiles también han estado entrando al Cuerpo Mí­stico de Cristo. Aunque dice Hebreos, capí­tulo 2, versos 10 al 16, que Dios no socorrió a los Ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. Pero hay que dejar lugar para personas que no pertenecen al pueblo hebreo y que han recibido a Cristo como Salvador.

Y ahora, hemos estado viendo que la profecí­a se ha estado vivificando, viniendo a vida de edad en edad, y la profecí­a o profecí­as correspondientes a nuestro tiempo, para la etapa de la Iglesia en que vivimos, que es la Edad de la Piedra Angular, también hemos estado viendo que ella ha estado viniendo a vida, haciéndose una realidad.

Yo la he visto por muchos años haciéndose una realidad en el Cuerpo Mí­stico de Cristo en la etapa de la Edad de la Piedra Angular. De edad en edad se ha hecho vida la profecí­a, cuando Dios ha enviado al mensajero correspondiente a cada edad y al grupo correspondiente a esa edad. Así­ también es para nuestro tiempo.

Estamos viviendo en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, donde toda profecí­a correspondiente a la Iglesia de Jesucristo, a la Iglesia Novia, para este tiempo final se tiene que hacer una realidad, tiene que venir la profecí­a a vida, a cumplimiento. Y nosotros ver esa Profecí­a viva, "viva," o sea, esa profecí­a hecha una realidad.

Por ejemplo: tenemos que ver la profecí­a de la Visión de la Carpa, la tenemos que ver no solamente en letra, sino viva, hecha una realidad. Y por eso trabajamos, porque hay que trabajar para que se haga una realidad cada promesa, cada profecí­a que Dios ha dado para el tiempo en que la persona está viviendo.

Trabajar basados en las profecí­as correspondientes al tiempo en que uno vive, es un privilegio, es trabajar brazo a brazo con Dios, como colaborador de Dios.

Cristo cumplió la parte que tení­a que hacer para el tiempo en que Él vino, y del Dí­a de Pentecostés en adelante, le toca a la Iglesia del Señor Jesucristo cumplir la parte que le corresponde, así­ como Dios obró a través de Jesucristo, luego Dios por medio del mismo Espí­ritu que estaba en Cristo, ha estado obrando a través de Su iglesia.

Y todo lo que Dios harí­a después de la Primera Venida de Cristo, lo harí­a por medio del mismo Espí­ritu que estaba en Cristo, viniendo a Su Iglesia desde el Dí­a de Pentecostés y permaneciendo en Su Iglesia. Cristo dijo: "Yo estaré con vosotros todos los dí­as hasta el fin del mundo." San Mateo, capí­tulo 28, versos 16 al 20.

¿Y para qué Él estarí­a con los creyentes en Él hasta el fin del mundo? Para cumplir todo lo que Dios ha prometido hacer a través de Su Iglesia, por lo cual será Cristo en Su Iglesia obrando todo el tiempo, y usando diferentes mensajeros de edad en edad.

Estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos para las profecí­as del Dí­a Postrero ser traí­das a vida, y verlas vivas en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y ver también las profecí­as correspondientes al pueblo hebreo siendo traí­das a vida, a cumplimiento, a materialización. Por eso vemos un acercamiento del pueblo hebreo con el Cristianismo, porque hay profecí­as que hablan acerca de eso.

Y cosas que en otros tiempos no podí­an ser posibles, ahora están siendo posibles. Ustedes vieron en lo que se estuvo pasando por la pantalla, cosas maravillosas que están sucediendo, de las cuales podemos decir: "Esas son Profecí­as vivas correspondientes a nuestro tiempo." Y podemos decir: "Yo soy una Profecí­a viva en este tiempo final." ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también, no solamente yo, ustedes también son una Profecí­a viva en este tiempo final, son la Profecí­a viva en el tiempo final, son los miembros del Cuerpo Mí­stico de Cristo, de la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo final.

Y Él obrarí­a a través, por medio de los miembros de Su Iglesia; todo lo que Dios por medio del Espí­ritu de Cristo harí­a, serí­a a través de Su Iglesia; y por consiguiente, el cumplimiento de todas esas profecí­as, las estarí­amos viendo vivas en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y de ahí­ saldrán esas bendiciones para todas las naciones y para el pueblo hebreo, para Israel.

La Iglesia del Señor Jesucristo es Sión espiritual y es la Jerusalén espiritual también, es el Monte de Sión, Jerusalén la celestial, o sea, son los miembros de la Jerusalén celestial.

Por lo tanto, hay grandes bendiciones proféticas para ser traí­das a vida en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y les voy a leer alguna para que usted vea, ya que estamos en ese tema, porque tenemos que para ver las Profecí­as vivas, tenemos que saber cuáles son, qué cosas Dios va a hacer. Por ejemplo, aquí­ en el "Libro de Citas," de mensajes del reverendo William Branham, nos habla algo muy importante en la página 2A [párrafo 11], dice:

"Él se levantó y ascendió, recibió un Nuevo Nombre que nadie conocí­a; entonces yo lo veo a Él viniendo en Su poder... Ahora, si esa fe puede venir en ese tiempo, ¿por qué no puede quedarse todo el tiempo?"

Luego dice el verso o párrafo 15 (al final), dice:

"¡El mismo Espí­ritu Santo que cayó en el dí­a de Pentecostés está aquí­ mismo para ustedes! Y el poder del Evangelio volverá a los judí­os en ese tiempo. Entonces allí­ habrá un avivamiento entre aquellos judí­os que llevarán miles y decenas de miles y ciento cuarenta y cuatro mil al Reino de Dios, serán sellados por el Ángel; y allí­ mismo, tan pronto como el ángel empiece a sellar a esos ciento cuarenta y cuatro mil la puerta de la Iglesia Gentil es cerrada y los judí­os llevan el Espí­ritu Santo a los judí­os. ¡Y ellos tendrán un avivamiento que barrerá al mundo entero! ¡Aleluya! Y el poder de Dios será manifestado entre los judí­os."

¿Ven? Hay una bendición grande para los judí­os. Y ahora, en el "Libro de los Sellos," aquí­ hay algo también (uso de referencia estos mensajes porque son de grande enseñanza para el Cristianismo), dice, hablando de Apocalipsis, capí­tulo 10, de ese Ángel Fuerte que desciende del Cielo, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, dice:

"Este libro sellado con siete sellos es revelado en el tiempo de los siete truenos de Apocalipsis 10 (estoy leyendo en la página 57 de esta versión en español del "Libro de los Siete Sellos," predicado por el reverendo William Branham en el año 1963). Demos lectura allí­ también para tener un mejor entendimiento antes de entrar más profundamente. Ahora, esto ya es el tiempo del fin porque dice así­:

'Y vi otro ángel fuerte descender del cielo, cercado de una nube, y el arco celeste sobre su cabeza...'

Ahora, si usted se fija bien, notará que esta persona es Cristo, porque aun en el Antiguo Testamento Él fue llamado el Ángel del Pacto; y Él ahora viene directamente a los Judí­os porque la iglesia ha llegado a su fin. Bien, ahora continuando:

'...y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.'

¿Recuerden el ángel de Apocalipsis capí­tulo uno? Este es el mismo. Un ángel es un mensajero, y él es un mensajero a Israel. ¿Ve usted? La iglesia está a punto de ser raptada, Él viene por Su iglesia."

Y ahora, el Ángel Fuerte, Cristo, el Ángel del Pacto que le apareció a Moisés y libertó al pueblo hebreo a través del profeta Moisés, es el mensajero a Israel y ahora viene por Su Iglesia, porque ha llegado el tiempo para la Iglesia recibir la fe para ser transformada y ser llevada con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Por lo cual este Ángel, que es Cristo, estará en medio de Su Iglesia en el tiempo final, y estará para revelarse en medio de Su Iglesia, hablarle a Su Iglesia, y darle la fe a Su Iglesia para ser transformada y llevada con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Es realmente un tiempo importante para todo el Cristianismo, un tiempo que todo el Cristianismo ha estado esperando, y no puede fallar en ver la Profecí­a viva, la profecí­a cumplida, la profecí­a hecha una realidad en el tiempo final.

El Ángel del Pacto, que es Cristo en Su cuerpo angelical, es el Mensajero a Israel, el cual viene por Su Iglesia, y por esa causa es que cuando los judí­os lo vean a Él en medio de Su Iglesia obrando, dirán: "Éste es el que nosotros estamos esperando." Pero Él no viene, sino por Su Iglesia para llevarla a la Cena de las Bodas del Cordero, en donde Cristo será coronado como Rey, en y para el reino terrenal. Como Rey, Hijo de David, para gobernar sobre Israel y sobre todas las naciones. Y Su Iglesia será coronada también, por eso no dejes que nadie tome tu corona. [Apocalipsis 3: 11]

Coronados, ¿por qué? Porque dice la Escritura que Cristo con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado, y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes; y si somos Reyes, entonces tenemos que ser coronados, como Cristo tiene que ser coronado para el Reino terrenal; para el Reino celestial ya está coronado, y está reinando como Rey en el Cielo, se sentó a la diestra de Dios y todo poder le ha sido dado. Pero ahora, Él tiene que ser coronado para Su Reino terrenal, y también yo, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también: reinaremos con Él.

Y los ciento cuarenta y cuatro mil, aunque van a morir durante la gran tribulación, van a resucitar al final de la gran tribulación para estar en el reino milenial de Cristo, sirviéndole a la Iglesia Reina Novia del Señor Jesucristo, que estarán con cuerpos glorificados los creyentes en Cristo.

Y allí­ vamos a ver más ampliamente la Profecí­a viva en el Reino milenial, y vamos a vernos el uno al otro y a decirnos: "Estás muy joven, representas de 18 a 21 años nada más." Y usted dirá: "Es que esto es la Profecí­a viva, lo que fue profetizado, hecho una realidad."Así­ será para mí­, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes que están aquí­ presentes y los que están también en otras naciones, y están conectados con el satélite Amazonas o con internet.

Por eso es tan importante que al escuchar el Evangelio de Cristo y nacer la fe de Cristo en nuestra alma, demos testimonio público de nuestra fe en Cristo recibiéndole como nuestro único y suficiente Salvador. Yo escuché Su Evangelio y lo recibí­ como mi único y suficiente Salvador, lo cual fue una bendición y privilegio grande para mí­, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.

Si hay alguna persona que todaví­a no ha recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y yo estaré orando por usted para presentarlo a Cristo. Vamos a dar unos minutos para que puedan venir a los Pies de Cristo los que todaví­a no lo han hecho y están aquí­ presentes o están en algún otro paí­s, y allí­ mismo donde se encuentran en otro paí­s, pueden venir a los Pies de Cristo, pasar al frente para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por ustedes.

Vamos a dar unos minutos para que también en todos los paí­ses tengan la misma oportunidad de venir a los Pies de Cristo, recibiéndole como vuestro único y suficiente Salvador; y le vamos a pedir a los que están en las cámaras que nos avisen cuando ya hayan pasado todos en los diferentes paí­ses, hayan pasado a recibir a Cristo.

Todaví­a en diferentes paí­ses están viniendo a los Pies de Cristo, pues Dios está llamando y juntando a Sus escogidos en este tiempo final, y la profecí­a se está haciendo viva, se está haciendo una realidad, pues Él dijo que en el tiempo final Él llamarí­a y juntarí­a a Sus escogidos, los escogidos para la Iglesia de Jesucristo, y los escogidos del pueblo hebreo también serán llamados y juntados, que son ciento cuarenta y cuatro mil.

Pero para la Iglesia, a través de todos los tiempos, han estado siendo llamados los escogidos que formarí­an la Iglesia del Señor Jesucristo. La Iglesia del Señor Jesucristo es lo más grande que Cristo tiene, es Su Novia, con la cual Él estará por el milenio y por toda la eternidad, es Su casa, Su familia, son los descendientes del Segundo Adán por medio del nuevo nacimiento.

Es importante recibir a Cristo para obtener el nuevo nacimiento y por consiguiente entrar al Reino de Dios, nacer en el Reino de Dios, el Reino de Cristo.

Vamos a estar puestos en pie para orar dentro de algunos segundos, todaví­a siguen pasando personas al frente en diferentes naciones, en México, Colombia, Venezuela también, todos los paí­ses están viniendo a los Pies de Cristo (en todos los paí­ses), pues Dios tiene mucho pueblo en toda la América Latina y El Caribe y en otras naciones, y los está llamando en este tiempo final; y muchos son parte del tesoro escondido en el mundo, o sea, en todas las naciones.

Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en diferentes paí­ses, para que así­ Cristo los reciba. Con nuestras manos en alto y nuestros ojos cerrados, repitan conmigo esta oración las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión en diferentes naciones:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón; creo en Ti con todo mi corazón, creo en Tu Primera Venida y creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano. Reconozco que soy pecador y necesito un Redentor, un Salvador. Doy testimonio público de mi fe en Ti y de Tu fe en mí­ y Te recibo como mi único y suficiente Salvador; me rindo a Ti en alma, espí­ritu y cuerpo.

Señor, salva mi alma Te lo ruego; perdona mis pecados y con Tu Sangre lí­mpiame de todo pecado, y bautí­zame con Espí­ritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí­ el nuevo nacimiento.

Señor, sálvame Te lo ruego. En Tu Nombre eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo todos, y en todos los paí­ses, repitan conmigo: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Y ahora, en todos los paí­ses, los que han recibido a Cristo como Salvador en estos momentos, preguntarán: "¿Cuándo me pueden bautizar? Pues quiero ser bautizado en agua en Su Nombre lo más pronto posible."

Por cuanto ustedes han creí­do y han recibido a Cristo como Salvador, bien pueden ser bautizados en agua en estos mementos. Y que Cristo les bautice con Espí­ritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. El bautismo en agua es simbólico, tipológico, el agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. Pero el bautismo en agua es un mandamiento de Cristo, el cual ha estado siendo obedecido por los apóstoles y por todos los ministros que han predicado el Evangelio de Cristo, los cuales han bautizado a todos los que han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando es levantado de las aguas bautismales, tipológicamente está siendo resucitado, resucitado a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, lo cual da testimonio de lo que ha sucedido en la vida de la persona que ha recibido a Cristo como Salvador; es un testimonio público de lo que ha sucedido en su vida.

Bien pueden ser bautizados en agua todos los que han recibido a Cristo en estos momentos. Y que Cristo les bautice con Espí­ritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento.

En cada paí­s dejo al ministro correspondiente, para que les indique hacia dónde dirigirse los que han recibido a Cristo como Salvador, para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Ha sido para mí­ un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión.

Dios les bendiga y les guarde a todos; y dejo al ministro correspondiente en cada paí­s, y aquí­ dejo al reverendo José Benjamí­n Pérez para continuar.

Dios les bendiga y les guarde a todos.

"LA PROFECÍA VIVA."