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|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| La redención del ser humano | 2008-02-03 | 1 | São José dos Campos | São Paulo | BR | 00:00:00 | false |
Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, y también todos los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones. También un saludo para los ministros que están aquí presentes y también para los que están en otras naciones.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también y nos hable en esta ocasión directamente a nuestras almas, y nos abra el entendimiento para comprender. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén
Para esta ocasión leemos en Romanos, capítulo 8, versos 18 al 25, donde dice:
“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.
Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;
porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;
y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “LA REDENCIÓN DEL SER HUMANO.”
Para poder comprender nuestro tema: “LA REDENCIÓN DEL SER HUMANO,” necesitamos comprender qué es el ser humano: El ser humano fue creado por Dios a Su imagen y semejanza, y por consiguiente es la corona de la creación de Dios; siendo el ser humano a imagen y semejanza de Dios, es trino porque Dios es trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo; y por consiguiente el ser humano es alma, espíritu y cuerpo. Lo más grande es su alma. Así como Jesucristo dijo: “El Padre mayor es que yo.” [San Juan 14:28] Por lo tanto, lo más grande es Dios, el Eterno.
Y ahora, en el ser humano lo más grande es su alma. El ser humano es un templo espiritual para Dios morar en él; y la parte más importante para Dios morar es su alma, y por consiguiente, representa el Lugar Santísimo del Templo celestial de Dios, y también del tabernáculo que construyó Moisés y del templo que construyó el rey Salomón.
El ser humano como templo espiritual, tiene atrio, que es su cuerpo; tiene lugar santo, que es su espíritu, y tiene lugar santísimo, que es su alma. Por eso es que cuando Jesús estuvo en la Tierra frente al templo, allí en Jerusalén, Él dijo: “Destruyan este templo y en tres días yo lo levantaré.” Todos pensaban que estaba hablando del templo físico allí presente; pero la Escritura dice que Él estaba hablando de Su cuerpo, porque Su cuerpo es el Templo humano donde Dios estaba habitando en toda Su plenitud en aquellos días.
Y ahora, podemos ver porqué Jesús podía hablar en esa forma. Eso está en el capítulo 2, verso 19 en adelante [San Juan]:
“Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.
Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?
Mas él hablaba del templo de su cuerpo.
Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho.”
Y ahora, el Templo humano era el cuerpo de Jesús. Así todo ser humano es un templo espiritual para morada de Dios en Espíritu Santo dentro de la persona. Por eso se da la oportunidad a las personas que reciban a Dios en Espíritu Santo dentro de ellas; por medio del programa de redención que Dios ha llevado a cabo, se hace posible la morada de Dios en Espíritu Santo dentro del ser humano.
La redención del ser humano es lo más importante, porque en toda la Creación lo más importante que Dios ha creado es al ser humano, es la corona de la creación; por eso cuando vino Dios en forma visible en medio de la raza humana, era un hombre, era en un cuerpo humano llamado: “Jesús.” Esa es la semejanza física de Dios tangible y visible a la vista humana, en medio de la raza, allá en medio del pueblo hebreo, cuando apareció; en Él moraba la plenitud divina, en Él moraba el Padre y el Espíritu Santo. Ahí estaba la manifestación de la trinidad divina: Padre, Hijo y Espíritu Santo; y en usted y en mí está la manifestación trina del ser humano: alma, espíritu y cuerpo.
Ahora, el ser humano perdió la bendición de la gloria de Dios. San Pablo dice que el ser humano fue destituido de la gloria de Dios; por lo tanto, perdió la imagen y la semejanza física y eterna que Dios le había dado al ser humano; y solamente quedó para el ser humano vida temporal; un espíritu del mundo, o sea, de la dimensión de las tinieblas, de la dimensión del reino de las tinieblas, y un cuerpo físico sujeto a esta dimensión terrenal, que está controlada por el reino de las tinieblas.
Pero ahora encontramos el alma de los seres humanos presa en el reino de las tinieblas y necesita redención, necesita ser restaurada el alma de los seres humanos al Reino de Dios para tener ¿qué? La Vida del Reino de Dios, que es eterna; y por consiguiente obtener un espíritu del Reino de Dios, un espíritu con Vida eterna y un cuerpo físico eterno también; y solamente se puede obtener en el Reino de Dios, para lo cual el ser humano necesita la redención, necesita volver a la Vida eterna, y por consiguiente al Reino eterno de Dios, que es el único lugar donde hay Vida eterna; porque la Vida en ese Reino divino es eterna.
Por lo tanto, necesitamos la redención para ser restaurados a la Vida eterna. Para esa redención Dios mostró en el Antiguo Testamento los tipos y figuras; por ejemplo, para la redención del pueblo hebreo, o sea, para ser restaurados a su tierra donde ellos vivían, pero luego habían salido de su tierra para vivir en Egipto, y allí fueron cautivados, vinieron a ser esclavos, el faraón los esclavizó por cuatrocientos años, pero la promesa era que Dios los libertaría luego de cuatrocientos años de esclavitud, para lo cual se llevaría a cabo un programa de redención.
Y Dios envió a un hombre llamado Moisés, al cual ungió con Su Espíritu. En palabras más claras, en el cual estaba Dios con Su cuerpo angelical, llamado: “el Ángel del Pacto.” Y a través de ese cuerpo de carne llamado Moisés, obró la redención de Israel; o sea, la restauración de Israel, la liberación y restauración de Israel a su tierra, donde se habían criado, la tierra que Dios le dio a Abraham, a Isaac y a Jacob como heredad.
Y ahora, hemos visto que para la noche de la víspera de la pascua fue sacrificado un cordero por cada familia, para la protección de la vida de los primogénitos de cada familia; y su sangre aplicada en el dintel y los postes de sus hogares, de las puertas de sus hogares: eso era lo único que salvaría la vida de los primogénitos. Algo sencillo, pero era el Programa Divino, porque eso tipificaba (el cordero tipificaba) al Mesías y la sangre que Él derramaría para la protección o salvación de los primogénitos escritos en el Cielo en [el Libro de] la Vida del Cordero. Allá en el Cielo, están registrados los nombres de todos los escogidos de Dios, de todos los primogénitos de Dios.
Y ahora, podemos ver el porqué aquel sacrificio de un corderito, funcionó para evitar la muerte de los primogénitos hebreos. Pero los egipcios no tenían la revelación de cómo escapar de la muerte (los primogénitos de los egipcios); ni siquiera lo creían, ellos no tenían esa revelación, era una revelación divina dada a Moisés para el pueblo hebreo para la salvación de los primogénitos hebreos, para evitar la muerte de los primogénitos.
Y para evitar la muerte de los primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, que vendrían a formar la Iglesia de Jesucristo, moriría el Mesías Príncipe como el Cordero de Dios y quitaría el pecado, y así evitaría la muerte de los primogénitos, de todos los escogidos de Dios. Por eso Juan el Bautista cuando vio a Jesús dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” [San Juan 1:29] Lo presentó como el Cordero, y por consiguiente lo presentó como el Sacrificio que se efectuaría en favor de los hijos e hijas de Dios, que son los primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Y ahora, continuando con la redención, la redención de Israel llevada a cabo por Dios libertándolos de la esclavitud en Egipto y llevándolos a la tierra prometida, podemos ver que la redención de Israel pertenece a Dios, Él es el Redentor de Israel, de Israel como pueblo y también es el Redentor para cada ser humano que entra al programa de redención establecido por Dios; y por consiguiente entra al Reino de Dios; porque el único Reino que tiene un programa de redención es el Reino de Dios, es el programa para regresar al Reino de Dios y por consiguiente regresar a la Vida de ese Reino, que es la Vida eterna.
Todo eso fue representado también en el sacrificio de la expiación que se llevaba a cabo en medio del pueblo hebreo, allá en el templo, primero en el tabernáculo y luego en el templo; o sea, durante la trayectoria de Israel por el desierto se efectuaba ese sacrificio en el tabernáculo el día diez del mes séptimo de cada año; y el sumo sacerdote sacrificaba, él mismo, el macho cabrío de la expiación y llevaba la sangre en una vasija dentro del lugar santísimo, y esparcía con su dedo siete veces sobre el propiciatorio; y luego que él concluía sus labores de ese día y salía al pueblo, el pueblo regocijado glorificaba a Dios.
En ese día el sumo sacerdote hablaba el Nombre de Dios, el Nombre que nadie podía hablar, pero el sumo sacerdote estaba autorizado para hablarlo en ese día, el Nombre que le fue revelado a Moisés en el capítulo 3, verso 13 al 15, del Éxodo; y también en el capítulo 6, verso 1 al 3, del Éxodo también.
Y ahora, el pueblo que esperaba al sumo sacerdote (que lo esperaba al terminar las labores de ese día), cuando veía al sumo sacerdote, se regocijaba, Dios había aceptado el sacrificio de expiación que el sumo sacerdote presentó ante Dios, y eso significaba que las personas que se habían arrepentido de sus pecados y habían pedido perdón a Dios, Dios había aceptado en lugar de ellos, ese sacrificio de expiación.
Y ahora, ellos no tenían que morir, habían obtenido el perdón y por consiguiente vivirían un año más, y eso tenían que hacerlo cada año; el que no se arrepentía de sus pecados, moriría durante ese año, porque había perdido el derecho a la vida. Así también es en el Programa de Redención para Vida eterna: toda persona que en el tiempo que le toca vivir en la Tierra no se arrepiente de sus pecados y no recibe a Cristo como su Salvador... lo cual significa que el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario la persona lo ha aceptado como representación suya, o sea, en lugar de la persona morir, tiene un Sacrificio que murió: el Sacrificio de Cristo. Murió en lugar mío. ¿Y de quién más? En lugar suyo también. Y por consiguiente, por la fe en Cristo tenemos un Sacrificio en nuestro lugar. Él llevó, tomó y llevó nuestros pecados, por consiguiente murió por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también.
Y ahora, nosotros tenemos el derecho a vivir eternamente en el Reino de Dios, tenemos el derecho a ser restaurados a la Vida eterna con el Mesías Príncipe en el Reino de Dios. Para ser restaurados a la Vida eterna tenemos un Programa de Redención llevado a cabo por Cristo en la Cruz del Calvario. El Mesías Príncipe ha llevado a cabo el Programa de Redención, para así que el ser humano pueda ser redimido, pueda ser sacado del reino de las tinieblas y restaurado al Reino de Dios. De esto fue que habló el apóstol Pablo en Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante cuando dice:
“Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz.”
Hay una herencia divina, la herencia de los santos en luz, la herencia de los escogidos de Dios, la herencia de los hijos e hijas de Dios. Dice:
“...el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas (o sea, nos ha libertado, ¿de dónde? Del poder del reino del maligno, nos ha libertado del reino de las tinieblas como libertó al pueblo hebreo del reino del faraón. El faraón representa al maligno, al diablo; y el imperio o reino del faraón representa al reino de las tinieblas, al reino del maligno, al reino de la quinta dimensión)... el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”
Y ahora, Cristo, o Dios por medio de Cristo, por medio del Programa de Redención llevado a cabo por Cristo en la Cruz del Calvario, nos libertó del reino de las tinieblas, nos libertó del reino de la quinta dimensión y ahora nos ha trasladado a otro reino: al Reino mejor, al Reino de Jesucristo, el Hijo de Dios, que es el Reino de Dios, el Reino eterno en donde la Vida es eterna. El único reino que hay con Vida eterna es el Reino de Jesucristo, porque ese es el Reino de Dios heredado por Jesucristo.
Y ahora, hemos sido trasladados al Reino de Jesucristo y por consiguiente hemos sido restaurados a la Vida eterna. Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6.
Toda persona quiere entrar al Reino de Dios para vivir eternamente, porque la Vida ahí en ese Reino es eterna, y por consiguiente juventud eterna. Cuando nos pasan los años y ya pasamos de cincuenta años, nos preocupamos, ¿por qué? Porque sabemos que ya quedan pocos días de vida en la Tierra, porque este tiempo no es como en el tiempo de Adán, Set, también Enoc, Matusalén y Noé, que vivían ochocientos y novecientos años; cuando ellos tenían cincuenta años eran unos jovencitos, estaban comenzando a vivir, todavía les faltaban setecientos u ochocientos años y algunos hasta novecientos años: estaban comenzando a vivir.
Pero en este tiempo, a los cincuenta años no están comenzando a vivir, están comenzando a despedirse de sus hijos y de sus nietos; por eso cuando llegan a esa edad algunos ya están despidiéndose de sus nietos y de sus hijos, y diciéndoles: “Ya me quedan pocos días en la Tierra.” Y algunos arreglan lo que tienen, hacen testamentos, para que después los hijos no se pongan a pelear unos con otros por la herencia, porque ya al llegar a los cincuenta años ya están despidiéndose de esta Tierra.
Ahora, en el Reino de Cristo, que es el Reino de Dios, el cual ha heredado Cristo, la Vida es eterna. A esa vida y a ese Reino es que son restaurados en el Programa de Redención todos aquellos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, que han venido a este planeta Tierra y se han encontrado en el reino de las tinieblas sin haber escogido entrar al reino de las tinieblas.
Pero cuando escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, despierta la fe, despierta su alma, nace la fe de Cristo en su alma, descubren que no son de este mundo sino que son del Reino de Dios y por un problema que hubo en el Huerto del Edén, allá cuando Adán y Eva pecaron, ocasionó que al aparecer en este tiempo (los que les toca vivir en este tiempo, como a los que les tocó vivir en otros tiempos), aparecen en esta Tierra en un reino que no es el nuestro, no es el Reino de los hijos de Dios sino que es el reino de las tinieblas, pero el Programa de Redención fue establecido con la muerte de Cristo en la Cruz de Calvario para todos los hijos e hijas de Dios, para todos los hijos de luz, para todos los hijos del Reino de Dios; y por consiguiente al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en el alma y despiertan a la realidad y reciben a Cristo como único y suficiente Salvador, son bautizados en agua en Su Nombre, Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en ellos el nuevo nacimiento, han nacido del Agua y del Espíritu y por consiguiente han entrado al Reino de Dios.
Nacer del agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, el Evangelio de la paz, el Evangelio de nuestra salvación, y por consiguiente la persona luego recibe el Espíritu de Cristo y ha entrado al Reino de Dios. Para nosotros aparecer en esta Tierra en este reino terrenal que corresponde a las tinieblas o al reino del maligno, ¿cómo logramos entrar a este reino terrenal? Naciendo. El que no nació, no vivió en esta Tierra.
Y ahora, para entrar al Reino de Dios tenemos que nacer también del Agua y del Espíritu; y al entrar, hemos obtenido nuestra redención espiritual, y ya tenemos Vida eterna porque entramos al Reino eterno de Dios, que es el Reino de Cristo, Reino que está en la esfera espiritual. La esfera espiritual es la más importante.
Y ahora, vean ustedes, así como cuando Adán y Eva fueron colocados en el Reino de Dios, la Escritura dice que Dios creó al hombre a Su imagen.
Ahora, en el Programa estaba crear al hombre a Su imagen y semejanza; primero, dice la Escritura que fue hecho el hombre o creado el hombre a imagen de Dios, o sea, cuerpo angelical obtuvo el ser humano. Así como Dios tiene Su cuerpo angelical llamado: “El Ángel del Pacto” o “Ángel de Dios.” Ese es la imagen de Dios: el Ángel del Pacto, ese cuerpo espiritual o angelical.
¿Y saben quién es ese Ángel del Pacto? Aquél que dijo: “Antes que Abraham fuese, Yo soy.” [San Juan 8:58] Y antes de Abraham, ¿qué era, quién era Cristo? ¿Cómo era Cristo? Era el Ángel del Pacto, era el Verbo que era con Dios y era Dios, y aquel Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Eso es lo que dice San Juan, capítulo 1, verso 1 al 18. Era el Verbo, el Ángel del Pacto hecho hombre en medio de la raza humana. El cuerpo de carne es la semejanza física de Dios; el cuerpo angelical es la imagen de Dios.
Y ahora, Dios le dio al ser humano Su imagen, un cuerpo angelical. No sabemos cuánto tiempo vivió Adán en ese cuerpo angelical. Dios creó al ser humano varón y hembra (eso fue en el cuerpo angelical); pero cuando lo colocó en la Tierra luego, para trabajar en la Tierra, ya le dio el cuerpo físico; pero antes tenía el cuerpo angelical solamente; y por consiguiente aparecía en la Tierra, guiaba a los animales, a las aves y a los peces, como lo hace Dios en Espíritu Santo en medio de Su pueblo. Pero luego cuando le dio el cuerpo físico, ya entonces podía trabajar el campo y comer de los frutos del campo.
Y ahora, Cristo es el Ángel del Pacto, el cual es antes que Abraham y antes que Adán también. Pero luego se creó un cuerpo de carne en la virgen María, el cual nació en Belén de Judea y en el cual habitó Dios con Su cuerpo angelical. Ese cuerpo de carne es la semejanza física de Dios. Ahí vemos a Dios en toda Su plenitud, la trinidad divina: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Ahora, el ser humano primero recibe el cuerpo angelical al recibir el Espíritu Santo, luego de haber recibido a Cristo como Salvador y está en lugares celestiales con Cristo Jesús, en Su Reino, en el Reino de Cristo; ya tiene por consiguiente Vida eterna; pero su cuerpo físico (del ser humano creyente en Cristo) todavía no tiene Vida eterna, es mortal, es corruptible, se pone viejo, se debilita, se enferma, tiene muchos problemas, pero la promesa es que va a recibir la redención del cuerpo conforme a la promesa dada por Dios, de la cual habla San Pablo en la lectura que tuvimos de Romanos, capítulo 8, verso 21 al 23, donde dice:
“Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.”
O sea, toda la Creación volverá a ser eterna cuando los hijos de Dios obtengan su libertad, sean libertados físicamente, sean libertados de la parte física perteneciente al reino de las tinieblas y sean colocados en cuerpos físicos eternos, glorificados, con Vida eterna; entonces también la Creación va a obtener su liberación en cierto tiempo, y entonces obtendrá también la Vida eterna toda la Creación. Sigue diciendo:
“Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora (los terremotos, los maremotos, los volcanes y todos esos problemas que tiene el planeta Tierra, son dolores de parto, porque va a dar a luz, una nueva tierra para el Reino milenial del Mesías: está clamando por su redención el planeta Tierra);
y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu...”
Las primicias del Espíritu, el bautismo del Espíritu Santo y por consiguiente el cuerpo angelical; luego vamos a recibir el cuerpo físico pero glorificado y entonces tendremos la plenitud. Por lo tanto, nos falta una parte muy importante, pero ya tenemos las primicias, ya estamos sellados con el sello del Dios vivo para el día de la redención física, para el Día de la transformación para los vivos en Cristo y resurrección de los muertos creyentes en Cristo nacidos de nuevo; y entonces tendremos redención física, físicamente seremos eternos, inmortales, iguales a Cristo, y jóvenes como Él, y con el cuerpo que Él diseñó para nosotros desde antes de la fundación del mundo.
Así que si el cuerpo que tiene, tiene problemas, y no le gusta mucho a usted, no se preocupe, le va a gustar mucho el que Cristo va a tener para usted y para mí. No se ponga ahora a preocuparse de como va a ser el cuerpo que va a tener, va a ser transformado y por consiguiente será un nuevo cuerpo. Aunque no sepamos cómo va a ser, sabemos una cosa: que será perfecto porque será creado por Dios; y por consiguiente va a ser como Dios desea que usted y yo seamos en ese cuerpo nuevo.
Todo eso está en el Programa de Redención. Ya tenemos la redención espiritual y por consiguiente ya tenemos Vida eterna, nuestra alma tiene Vida eterna, y ahora nos falta la parte física y está prometido que será a la final Trompeta. Esa Trompeta final, o sea, cuando Dios esté hablando por última vez en medio de Su Iglesia y luego en medio del pueblo hebreo. Eso será el mensaje de la Trompeta final, el mensaje de la séptima Trompeta de Apocalipsis, capítulo 11, verso 15 en adelante; y eso es la gran Voz de Trompeta, con la cual Jesucristo dijo que enviará Sus Ángeles para juntar a Sus escogidos. Esa es la Trompeta de Dios o gran Voz de Trompeta. Esa también es la Trompeta de la Fiesta de las Trompetas, de Levítico, capítulo 23, verso 24.
En el tiempo en donde esté proclamándose el Mensaje de la gran Voz de Trompeta, que es el Mensaje del Evangelio del Reino para llamar y juntar a los escogidos de Dios, ese es el tiempo en que de un momento a otro la resurrección de los muertos en Cristo se llevará a cabo, y la transformación de los vivos en Cristo ocurrirá. Con el mensaje de la gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino serán juntados, llamados y juntados todos los escogidos de Dios de entre los gentiles y también de entre los judíos. Esa será la gran Trompeta de Isaías, capítulo 27, verso 13.
En medio del Cristianismo estará esa Trompeta sonando; en medio del Cristianismo hay millones de descendientes hebreos pertenecientes a las diez tribus perdidas de Israel, o sea, las tribus perdidas del reino del Norte, y también a las tribus del reino del Sur: tribu de Judá y tribu de Benjamín. Y también de la tribu de Leví, aunque no cuenta como tribu Leví (en cuanto a la herencia), pero es una tribu; son los que están a cargo de los asuntos religiosos con el pueblo hebreo, son los que tienen que ver con el templo y la Toráh para el pueblo hebreo, y sus enseñanzas.
Ahora, estamos viendo la importancia de la redención del ser humano. El ser humano que no entre al Programa de Redención no habrá confirmado su lugar en la Vida eterna y por consiguiente pierde el derecho a vivir eternamente.
Estamos en el tiempo del llamado final. Cristo dijo que Él llamaría a Sus ovejas por su nombre. Estamos en el tiempo en que todavía Él está llamando Sus ovejas, hasta que se complete Su Redil, hasta que se complete Su Iglesia; y cada persona confirma su nombre en el Libro de la Vida al recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, queda confirmado para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Por lo tanto, la redención del ser humano es lo más importante y por consiguiente le tiene que dar su primer lugar en su vida; tiene que entenderlo, porque de otra forma la persona no tiene futuro en esta vida terrenal, es solamente una vida pasajera; y si no aprovechamos para confirmar nuestro lugar en el Reino eterno de Cristo, se nos pasa el tiempo y la oportunidad de vivir eternamente.
Recordemos las palabras de Jesús de San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28, cuando dice:
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”
¿Ve? Lo más importante es el alma porque eso es lo que es en realidad la persona: alma viviente. ¿Y de qué le vale si gana todo el mundo y pierde su alma? De nada le sirvió vivir en la Tierra, trabajar y convertirse en una persona muy rica en la Tierra; cuando muere, no se puede llevar las riquezas que obtuvo. Pero si obtuvo la salvación, va al Paraíso a vivir y vivirá eternamente en el Reino de Dios. Lo más importante es la redención del ser humano para obtener la Vida eterna y por consiguiente ser restaurado al Reino de Dios.
Yo confirmé mi lugar en el Reino de Dios al recibir a Cristo como mi único y suficiente Salvador. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.
Si hay alguno que todavía no ha confirmado su lugar en el Reino de Dios, lo puede hacer en estos momentos y yo oraré por usted para que Cristo le reciba en Su Reino. Puede pasar acá al frente para recibir a Cristo como Salvador y así confirmar su lugar en el Reino de Dios. Puede pasar acá al frente para recibir la redención a través de Cristo nuestro Salvador, Él es nuestro Redentor, nuestro único Redentor; no hay otro Redentor, no hay otro Salvador, solamente hay UNO y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO.
Él es el Redentor para todo ser humano. Él ya hizo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario; y ahora nos toca a nosotros aceptar Su Obra de Redención para obtener la redención, y por consiguiente ser restaurados al Reino de Dios y a la Vida eterna, que es la Vida del Reino de Dios.
Dios tiene mucho pueblo en la República del Brasil y los está llamando en este tiempo, y también allá en Puerto Rico y también allá en Venezuela; también allá en la República Dominicana, también en la República de Haití, también las diferentes repúblicas del Caribe; también allá en Cuba Él tiene también muchos hijos y los está llamando en este tiempo final. También Él tiene muchos hijos allá en Venezuela, también tiene muchos hijos allá en Colombia, también tiene muchos hijos allá en el Ecuador y también en el Perú, y también en el Paraguay, también en Bolivia, también en la Argentina, también en Chile, también en Uruguay, también en Norteamérica, también en el África, también en Japón, también en China y en todos los países, todas las naciones que están sobre la Tierra; y los está llamando en este tiempo final con el Mensaje final de Dios.
Estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos. De un momento a otro se completará la Iglesia de Jesucristo y luego ocurrirá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los que vivimos, y entonces seremos eternos físicamente también, y será una nueva raza con Vida eterna: eso es lo que Dios está haciendo por medio de Cristo, el segundo Adán. Por medio de Adán tenemos una raza mortal, por medio del segundo Adán, que es Cristo, está siendo creada una nueva raza con Vida eterna.
Cuando seamos transformados veremos el cuerpo físico de esa nueva raza que será joven, y eterno y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo. Esa será la raza que gobernará el Universo completo; y será bendecido el pueblo hebreo y todas las naciones bajo la bendición de esa nueva raza que será creada físicamente, lo cual será la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos, y la transformación de los vivos en Cristo.
El Mesías Príncipe establecerá Su Reino en la Tierra y traerá la paz para Israel; y eso será la redención de Israel: entrará al Reino de Dios, al Reino del Mesías; y otras naciones que entren a ese Reino también tendrán su redención. Recuerden que la redención es en el Reino de Dios, entrar al Reino de Dios: eso hace que la persona esté redimida, ha sido restaurada al Reino de Dios, ha sido redimida por medio del Mesías Príncipe y Su Sacrificio efectuado en la Cruz del Calvario.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. En las demás naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino y así les restaure a la Vida eterna.
Vamos a pedirle a los que están en las computadoras que nos avisen cuando hayan pasado todos en los diferentes países. ¿Venezuela ya pasaron todos? En diferentes países, así como aquí han estado recibiendo a Cristo muchas personas, las cuales han estado escuchado la predicación del Evangelio de Cristo en esta ocasión. Ya todos están listos, vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo para obtener la redención que ya Cristo efectuó en la Cruz del Calvario con Su Sacrificio redentor.
Si falta alguna persona por venir, puede venir. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, y con nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión, repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, nació Tu fe en mi corazón y creo en Ti de todo corazón; creo en Tu Primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos; creo también en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano. Reconozco que soy pecador y necesito un Redentor; reconozco que Tú eres mi único y suficiente Redentor, Salvador, por lo cual doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Me entrego a Ti en alma, espíritu y cuerpo.
Señor, sálvame, Te ruego. Te ruego perdones mis pecados, y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Quiero entrar a Tu Reino, quiero vivir eternamente Contigo. Señor, sálvame, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado; porque ustedes lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador luego de escuchar la predicación de Su Evangelio. Él dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura, el que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere será condenado.” Tan simple como eso.
Y ahora ustedes me dirán: “Escuché la predicación del Evangelio de Cristo, creí y lo recibí como mi único y suficiente Salvador; y ahora quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en estos momentos. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
El bautismo en agua es simbólico, pero es una ordenanza del Señor Jesucristo, la cual ha estado siendo cumplida por los Apóstoles y por todos los ministros que han predicado el Evangelio, y por todas las personas que han recibido a Cristo como Salvador.
En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro sumerge a la persona en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Por lo tanto, el agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado. El bautismo en agua es un mandamiento del Señor, por lo cual es obedecido por los ministros y por todos los que reciben a Cristo como Salvador. El simbolismo del bautismo en agua es muy importante y es un testimonio de que hemos muerto con Cristo y hemos resucitado con Cristo a una nueva vida: a la Vida eterna.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
También ustedes que están en otras naciones, pueden ser bautizados en agua en estos momentos. Y que Cristo también les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro amado Salvador.
Para los que están en Bolivia, en Santa Cruz, que Dios les bendiga grandemente en la vigilia que han de tener; y me estaré comunicando con ustedes (o ustedes me estarán llamando) para unas palabras de saludo en esa vigilia que han de tener, la cual tendrán esta noche, por lo cual pido las bendiciones de Cristo para todos ustedes en esta noche.
Y ahora, pregunto al reverendo, doctor Gian del Corto: ¿Si hay agua? Hay agua. ¿Hay bautisterios? Hay bautisterios. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados ustedes que están aquí presentes y los que están también en otras naciones, pues en diferentes naciones también hay bautisterios, ropas bautismales y ministros que les bautizarán.
Dejo al doctor Gian del Corto para que a continuación les indique hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. La meta es nacer en el Reino de Dios, nacer de nuevo. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Que Dios les bendiga y les guarde y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
“LA REDENCIÓN DEL SER HUMANO.”