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| El manantial de la paz | 2007-12-10 | 1 | Tegucigalpa | Francisco Morazán | HN | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones. Que la paz de Dios sea sobre cada uno de ustedes.
Tomando las palabras de Cristo en San Juan, capítulo 14, verso *27, leemos:
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
Habéis oído que yo os he dicho: Voy, y vengo a vosotros. Si me amarais, os habríais regocijado, porque he dicho que voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo.
Y ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“EL MANANTIAL DE LA PAZ.”
Jesucristo deja Su paz a los creyentes en Él antes de partir de esta Tierra al Cielo.
Y ahora, la paz de Dios por medio de Cristo la ha dejado a los creyentes en Él, para lo cual toda persona que desea tener la paz de Dios en su alma, necesita venir a Jesucristo porque Él es el manantial de la paz, Él también es el Agua de Vida eterna, y Él también es la fuente del Agua de la Vida eterna. Él mismo se identifica a la mujer samaritana en el capítulo 4 de San Juan, el verso 14 donde, dice:
“Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”
Esta fuente de Agua que salta para Vida eterna, la da Jesucristo nuestro Salvador. Veamos cuál es esa Agua de Vida eterna, capítulo 7 de San Juan, versos 37 al 39, en el último y gran día de la Fiesta de los Tabernáculos Jesús allá en el templo se puso en pie y clamó a gran voz, y dice:
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”
Y ahora, Cristo aquí se presenta como la fuente del Agua de la Vida eterna, Cristo así se presenta como la fuente del Espíritu Santo, porque el Agua que Cristo daría a todos los que tienen sed, es el Espíritu Santo, pues en aquellos momentos todavía no había llegado el Espíritu Santo, pero más adelante llegaría, y llegó el Día de Pentecostés. El Agua que Él daría, sería un río de Agua, de su interior correrán... dice:
“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él...”
Y ahora, Cristo es la fuente del Agua de la Vida eterna, y por consiguiente Él es el manantial del Agua de la Vida eterna, y esa Agua de Vida eterna que es el Espíritu Santo, nos trae la paz.
También encontramos en el libro del Apocalipsis, capítulo 21, verso 5 en adelante (5 al 7) dice:
“Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.”
Y ahora, aquí Cristo promete dar de la fuente del Agua de la vida a todo aquel que lo recibe como único y suficiente Salvador, el cual por consiguiente tiene sed del Agua de la Vida eterna, pues quiere vivir eternamente, y para eso se requiere tomar del Agua de la Vida eterna, que es el Espíritu Santo que Cristo daría a todos los que le recibirían como único y suficiente Salvador.
Cada persona en este planeta Tierra se encuentra como el rey David cuando estuvo en una guerra contra los filisteos, y ya estaba él cansado y tenía sed, y dijo: “¿Quién me diera tomar un trago, tomar un trago del pozo de Belén?” Y fueron unos valientes, y trajeron a David agua del pozo de Belén.
Y ahora, Cristo es Cristo es nuestro Belén, y de Cristo que también es el pozo, la fuente, el manantial del Agua de Vida eterna, todos podemos tomar para saciar nuestra sed, obtener la Vida eterna porque Cristo es la fuente del Agua de la Vida eterna, Cristo es la fuente del Espíritu Santo.
Y ahora, veamos también lo que dice para los que toman del Agua de la Vida eterna:
“El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.”
Y ahora, somos adoptados como hijos e hijas de Dios todos los que tomamos de la fuente del Agua de la Vida eterna. En el capítulo 22 también del Apocalipsis, verso 16 al 17, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.
Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”
Por cuanto Dios le dio al ser humano libre albedrío, cada persona tiene la decisión de tomar o no tomar del Agua de la Vida eterna. Para obtener la Vida eterna por cuanto Cristo es la fuente, hay que venir a Cristo, la fuente del Agua de la Vida eterna, recibiéndole como único y suficiente Salvador, reconociendo Su Primera Venida y Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, y así al recibirlo, Él nos recibe en Su Reino, somos bautizados en agua en Su Nombre y Él nos da el Agua de la Vida eterna que es Su Espíritu Santo, y así nos da el nuevo nacimiento, o sea, produce en nosotros el nuevo nacimiento.
Recuerden que Cristo dijo a Nicodemo en San Juan, capítulo 3, versos 1 al 6: “De cierto, de cierto, te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.” Nicodemo estaba interesado en entrar al Reino de Dios y preguntó: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer?” Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.”
Nacer del agua, es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, y nacer del Espíritu, es nacer del Espíritu Santo, recibir el Espíritu Santo y así obtiene la persona el nuevo nacimiento, así nace en el Reino de Dios, así como para estar viviendo en esta Tierra usted tuvo que nacer; el que no nació, no está en esta Tierra.
Por lo tanto, se requiere el nuevo nacimiento, el cual al recibirlo, la persona ha obtenido el Espíritu Santo, el Agua de la Vida eterna, y ha obtenido un cuerpo angelical del Cielo, del paraíso, igual al cuerpo angelical de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y cuando muere un cristiano continúa viviendo en el Paraíso, llamado también el Cielo, en donde ya los trabajos terrenales han terminado, y vive allí sin tener que madrugar para ir al trabajo; no siente hambre tampoco porque en el cuerpo angelical no hay las necesidades que tenemos en este cuerpo de carne, y permanece joven en ese cuerpo angelical; y luego cuando llega el tiempo de la resurrección de los muertos en Cristo, la persona resucitará en un cuerpo eterno, inmortal, y glorificado y joven, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, para nunca más morir.
Esto porque la persona ha tomado de la fuente del Agua de la Vida eterna, ha tomado de ese manantial que está disponible para todo ser humano; por eso Cristo ordenó a Sus discípulos ir predicando el Evangelio a toda criatura, y dijo:
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Tan simple como eso.
Vean, las cosas grandes de Dios son sencillas para que las personas sencillas las puedan comprender, las puedan recibir y puedan obtener la bendición de Dios.
Y ahora, la salvación y Vida eterna, para obtenerla es la cosa más sencilla, pues si fuera difícil ninguna persona la podría obtener; lo difícil lo hizo Dios por medio de Cristo, muriendo Cristo en la Cruz del Calvario como el único Sacrificio de Expiación por nuestros pecados. Por lo tanto, la parte difícil le tocó a Cristo, la parte sencilla nos toca a nosotros en un acto de fe.
A través de la predicación del Evangelio de Cristo nace la fe de Cristo en nuestra alma, creemos en Cristo de todo corazón y damos testimonio público de nuestra fe en Cristo recibiéndole como nuestro único y suficiente Salvador, y así luego somos bautizados en agua en Su Nombre, Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en nosotros el nuevo nacimiento, nacemos en el Reino de Dios, el Reino de Cristo en y a la Vida eterna, y así hemos asegurado nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, porque hemos tomado del manantial de la Vida eterna, que es el mismo manantial de la paz, porque San Pablo dice en Efesios, capítulo 2, versos 14 en adelante:
“Porque él es nuestra paz (hablando de Cristo), que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación.”
Y si Cristo es nuestra paz conforme a las palabras de San Pablo, vean:
“Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,
aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz.”
Así es como Dios ha hecho la paz para todo ser humano, porque Dios es el que hace la paz. Dios ha hecho la paz con el ser humano por medio de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, para ser reconciliados con Dios y ser restaurados a la Vida eterna y por consiguiente al Reino de Dios.
Por fue que Cristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia.” ¿Para qué? Para entrar a él. Por eso le dijo a Nicodemo: “De cierto te digo que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.”
Todos queremos entrar para vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno, y ya tenemos las especificaciones para entrar al Reino de Dios: por medio del Evangelio de Cristo, por medio del Agua de la Palabra de Dios. El que no nazca del Agua, o sea, nacer del Evangelio de Cristo, y del Espíritu, o sea, recibir el Espíritu Santo, no puede entrar al Reino de Dios.
Pero el que escucha la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, y da testimonio público de su fe en Cristo y lo recibe como Salvador, y es bautizado en agua en Su Nombre y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, la persona ha entrado al Reino de Dios porque ha nacido en y a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en mi alma, y lo recibí como mi único y suficiente Salvador, fuí bautizado en agua en Su Nombre, y Él me bautizó con Espíritu Santo y Fuego y produjo en mi el nuevo nacimiento, y así nací en el Reino de Cristo y por consiguiente en y a la Vida eterna, y he obtenido la salvación y Vida eterna y la paz en mi alma. Pues Cristo también es el Príncipe de Paz conforme a Isaías, capítulo 9, verso 6 al 7, donde dice:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz (¿quién es el Príncipe de Paz? Jesucristo).
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”
Por lo tanto, esto es una Obra de Dios por medio de Cristo, el cual es el Príncipe de Paz, Él es Príncipe de Paz y por lo tanto, Él es la fuente de la paz para el alma de cada ser humano que vive en la Tierra, Él es el Príncipe de Paz y fuente de la paz para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también.
Por lo tanto, todos necesitamos venir a la fuente de la paz, al manantial de la paz que es Jesucristo, para obtener la paz de Cristo en nuestra alma y así comenzar una vida con paz en nuestro corazón.
El ser humano al aparecer en esta Tierra ha venido con angustia existencial, porque no sabe de dónde ha venido, no sabe porqué está aquí en la Tierra y no sabe a dónde va cuando muere.
Pero cuando la persona ha tomado del manantial de la paz y del Agua de la Vida eterna, la persona obtiene la salvación y Vida eterna y entonces sabe que ha venido de Dios para vivir en esta Tierra y recibir a Cristo como Salvador, ser rociado con la Sangre de Cristo y limpiado de todo pecado, ser bautizado en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu y obtener la Vida eterna, ser así restaurado a la Vida eterna en el Reino eterno de Dios.
Y luego si muere, él sabe que va al paraíso donde están los apóstoles y todos los cristianos de edades pasadas que han muerto, y donde están los Ángeles de Dios. Y así la angustia existencial desaparece de la persona, para eso es que se requiere que la persona venga al manantial de la paz que es Cristo, el cual es también el manantial del Agua de la Vida eterna.
Ya yo vine y tengo la Vida eterna y tengo la paz en mi alma. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, puede hacerlo en estos momentos y yo estaré orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, puede pasar acá al frente para que quede incluido en la oración que estaré haciendo por todos los que estarán viniendo a los Pies de Cristo en esta noche.
También para los que están a través del satélite Amazonas en diferentes naciones y los que están a través de internet, pueden también venir a los Pies de Cristo en esta ocasión, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo.
La Escritura dice:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga Vida eterna.” (San Juan, capítulo 3, verso 16).
También sigue diciendo. “El que cree en el Hijo, tiene Vida eterna,” es Vida eterna lo que recibe la persona que viene a los Pies de Cristo y lo acepta como su único y suficiente Salvador, Él dijo en San Juan, capítulo 10, versos 27 en adelante:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna...”
Para obtener la Vida eterna las personas que están representadas en ovejas, oyen la Voz de Cristo que es el Evangelio de Cristo siendo predicado, nace la fe de Cristo en su alma y vienen a Cristo, rendidos a Cristo en alma, espíritu y cuerpo, y Cristo los recibe y les da la Vida eterna:
“Mis ovejas oyen mi voz, y me siguen, y yo les doy Vida eterna.”
Son palabras de nuestro amado Señor Jesucristo, todos deseamos la Vida eterna. Si esta vida terrenal que es temporal es tan buena, ¿cómo será la Vida eterna en un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y que no se pone viejo? Va a ser la cosa más gloriosa que haya sucedido en nuestra vida.
Cristo nos amó, nos ama y nos amará eternamente, por esa causa fue que Él murió en la Cruz del Calvario.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. Usted y yo podemos vivir en esta Tierra por una causa: porque tenemos vida dentro de nosotros, pero es vida temporal; y cuando se acabe esa vida temporal para poder volver a vivir en este planeta Tierra en un cuerpo físico, tenemos que primero recibir Vida eterna otorgada por Dios a través de Cristo, la cual Él da a todos los que lo reciben como único y suficiente Salvador.
Para vivir eternamente la persona tiene que tener Vida eterna, la cual viene de nuestro Padre celestial a través de Jesucristo, así como para vivir en esta Tierra en estos cuerpos mortales tenemos que tener vida temporal, la cual recibimos de nuestros padres.
Todavía vienen más personas que como ustedes quieren tomar del manantial de la Vida eterna y de la paz. En las demás naciones que están a través del satélite Amazonas o de internet, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba y les dé la Vida eterna.
Lo más importante para un ser humano es la vida, y sobre todo la Vida eterna. Por esa causa tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Cristo, el manantial de la Vida eterna, la fuente del Agua de la Vida eterna.
Todavía vienen más personas, vamos a estar puestos en pie, mientras llegan las personas estemos puestos en pie.
Hay algunas veces que hay personas un poco tímidas, y les da timidez o vergüenza que lo vean pasando al frente para recibir a Cristo como Salvador, pero Cristo no se avergonzó de usted, para morir por usted en la Cruz del Calvario, por lo tanto, usted tampoco se avergüence de Cristo, y mucho menos para recibir la Vida eterna a través de Cristo nuestro Salvador.
Si le ofrecen un bono, un cheque o dinero en efectivo de un millón de dólares, ¿usted se va a sentir tímido o avergonzado de ir a buscarlo? No, va muy feliz, muy contento a buscar ese gran premio.
Y para buscar el gran premio de la Vida eterna a través de Cristo, no podemos ser tímidos, no podemos avergonzarnos, sino estar felices de que Él tiene el premio de la Vida eterna para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también, es el premio de la Vida eterna el que Cristo tiene para todos los que vienen a Él y lo reciben como único y suficiente Salvador. ¿A qué otra persona usted puede ir para que le dé Vida eterna? No hay otra persona, solamente hay UNO, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO.
Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. Todavía vienen más personas de camino, estamos esperando que lleguen los que faltan por venir, pues Dios tiene mucho pueblo aquí en Honduras, y los está llamando en esta ocasión.
En todos los países Dios tiene mucho pueblo y los está llamando en este tiempo final, por lo tanto, en las demás naciones pueden continuar viniendo también a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino y les dé la Vida eterna, y así tengan asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.
Cristo hizo una pregunta muy importante para todo ser humano: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” ¿De qué le vale al ser humano convertirse en una persona rica y perder su alma? De nada le habrá servido vivir en esta Tierra. Aun con el dinero que haya ganado no puede decir: “Yo quiero pagar el precio de la salvación de mi alma.” No, hubo un precio que tenía que ser pagado, y ningún ser humano lo podía pagar, excepto Jesucristo, y lo pagó en la Cruz del Calvario muriendo por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también. El precio de nuestra salvación fue pagado en la Cruz del Calvario.
Y ahora, con la fe de Cristo en nuestra alma lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador, y Él nos da la Vida eterna. Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Su Hijo (o sea, en Jesucristo). El que tiene al Hijo, tiene la vida (o sea, tiene la Vida eterna), el que no tiene al Hijo, no tiene la vida, o sea, no tiene la Vida eterna, solamente tiene una vida temporal que se le va a terminar y no sabe cuándo se le va a terminar.
Es mejor asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno y obtener así la Vida eterna, para cuando se nos acabe la temporera tengamos la eterna. Pues todos queremos continuar viviendo por toda la eternidad. Por eso es que trabajamos y comemos, porque queremos continuar viviendo.
Pero no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios, por lo tanto, tenemos que comer la Palabra de Dios, y Cristo es la Palabra, el Verbo que se hizo carne, y por esa causa Él decía: “El que come mi carne y bebe mi Sangre, tiene vida permaneciente en sí (o sea, Vida eterna). Pero el que no come mi carne y bebe mi Sangre.” Él decía: “No tiene vida en sí.” O sea, no tiene en él la Vida eterna, lo que tiene es una vida temporal.
Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, si falta alguno por venir, puede venir. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo. En las demás naciones también pueden venir los que faltan todavía, y ya vamos a orar por todos dentro de algunos segundos.
Vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, y repitan conmigo esta oración que estaré haciendo por ustedes, los que han venido a los Pies de Cristo. Todos con nuestros ojos cerrados repitan conmigo esta oración, tanto los que están presentes como los que están en otras naciones:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu Nombre, como el único Nombre bajo el Cielo en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano. Doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Me entrego a Ti, me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo. Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mí el nuevo nacimiento.
Señor, me rindo a Ti, sálvame, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos. ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, por cuanto ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestra alma y lo recibieron como único y suficiente Salvador. Él dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).
Ustedes me dirán: “Ya escuché la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma y lo recibí como mi único y suficiente Salvador. Pero me falta ser bautizado en agua en Su Nombre. Lo cual quiero hacer lo más pronto posible.”
Y la pregunta de ustedes es: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han recibido a Cristo como Salvador, bien pueden ser bautizados en agua en estos momentos, en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
El Señor Jesucristo al recibirnos nos da la bendición de la Vida eterna. Ahora, cuando la persona recibe a Cristo muere al mundo; cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. El bautismo en agua es simbólico, tipológico, el agua no le quita los pecados a la persona, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo, el cual ha sido obedecido por los apóstoles y por todos los ministros que han predicado el Evangelio de Cristo y por todos los que han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador.
Por lo cual usted me dirá: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible.” Pregunto al ministro si hay agua: hay agua, hay bautisterios. Hay ropas bautismales también. ¿Hay ministros que les bautizarán también? También hay ministros que les bautizarán. ¿Y personas que les ayudarán a llegar a los vestidores de ropa? También hay personas que les ayudarán a llegar a los vestidores de ropa, para colocarse las ropas bautismales.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, como hacían los apóstoles y todos los ministros de diferentes tiempos. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Pasen todos muy buenas noches, y que Dios les bendiga grandemente. Dejo al ministro aquí correspondiente, y también al ministro correspondiente en cada país que está a través del satélite Amazonas o de internet en esta noche, para que... o en esta ocasión, para que también les indique hacia dónde dirigirse cada persona que ha recibido a Cristo como Salvador en estos momentos, para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Que Dios les continúe bendiciendo grandemente a todos ustedes. Pasen todos muy buenas noches.
Con ustedes el ministro aquí presente.
“EL MANANTIAL DE LA PAZ.”