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Nuestra redención está cerca 2007-08-01 1 Montevideo UY 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Leemos un pasaje bíblico en San Lucas, capítulo 21, versos 25 al 28, donde nos dice:

Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;

desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.

Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.

Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “LA REDENCIÓN ESTÁ CERCA.” “NUESTRA REDENCIÓN ESTÁ CERCA.”

Cristo dice que cuando nosotros veamos comenzar estas cosas, cuando estas cosas comiencen a suceder, y ya hemos visto que señales en el sol, en la luna, en las estrellas y en la Tierra angustia de las gentes, confundidas por el bramido del mar y de las olas, confundidas por los maremotos, tsunamis, por terremotos también y por todas estas cosas. ¿Ven? Ya eso comenzó hace años.

Y ahora, Él dice que cuando nosotros veamos que comienzan a suceder estas cosas, levantemos nuestras cabezas porque nuestra redención está cerca, la redención está cerca.

Cristo en la Cruz del Calvario nos redimió; y cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, es bautizada en agua en Su Nombre y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, la persona o en la persona, se materializa la redención, obtiene la primera parte de la redención, que es la redención espiritual, en donde el ser humano ha obtenido el nuevo nacimiento, ha obtenido una transformación interior y ha entrado al Reino de Dios y ha obtenido por consiguiente un cuerpo angelical, del cual en el libro de los Hechos nos habla cuando nos muestra lo que sucedió a San Pedro, el cual estaba preso y al otro día lo iban a matar, pero el Señor le apareció en una luz, le habló y lo libertó de la cárcel, lo sacó fuera a la calle.

Y luego Pedro continuó caminando hasta la casa donde estaban orando por él, que era la casa de Juan Marcos, y cuando llegó tocó la puerta y una joven llamada Rode fue a abrir la puerta, y cuando vio que era Pedro, cuando oyó que era Pedro, de gozo no abrió la puerta sino que regresó a donde estaban las personas en la casa, y les dijo: “Es Pedro el que tocó a la puerta, es Pedro.” Y ellos le dicen: “Rode, estás loca, no es Pedro, es su ángel.” [Hechos 12:13-15]

¿Y qué es el ángel de Pedro y qué es el ángel de cada persona creyente en Cristo? Es el cuerpo angelical que recibe cuando obtiene el nuevo nacimiento; y por consiguiente cuando la persona muere, muere a esta dimensión terrenal, o sea, su cuerpo físico, pero la persona sigue viviendo en ese cuerpo angelical, va a la dimensión de ese cuerpo angelical, a la sexta dimensión que es el Paraíso, y vive ahí donde no hay tiempo, donde no hay noche, donde todo es luz, y donde ni se cansan ni comen ni trabajan, no sienten sueño, no sienten hambre, porque en ese cuerpo angelical o espiritual, el cuerpo de los ángeles, no hay esas necesidades que tenemos en este cuerpo de carne.

En ese cuerpo angelical era que Cristo le aparecía en el Antiguo Testamento a Sus Profetas y ellos lo llamaban el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová. Y ellos decían, cuando lo veían, decían: “He visto a Dios cara a cara.” “Pero a Dios nadie le vio jamás.” (Dice San Juan, capítulo 1, verso 18).

Y entonces, ¿qué era lo que ellos estaban viendo? El cuerpo angelical donde estaba Dios, llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová. En palabras más claras, un hombre de otra dimensión, un hombre de la sexta dimensión que hablaba con los Profetas y que los ayudaba en todos los momentos difíciles, un hombre que no tenía un cuerpo de carne sino de otra dimensión, y entonces usaba los cuerpos de carne de esos hombres llamados Profetas. A través de ellos hablaba al pueblo hebreo, por eso eran ungidos esos Profetas por el Espíritu Santo que es ese Ángel del Pacto. Un espíritu es un cuerpo de otra dimensión.

Y ahora, la persona cuando ha recibido a Cristo como Salvador y ha sido bautizada en agua en Su Nombre, arrepentido de sus pecados, y Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, esa persona ha nacido de nuevo, ha nacido del Agua y del Espíritu, del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo, y por consiguiente ha nacido a una nueva vida, a la Vida eterna en el Reino eterno de Cristo, ha entrado al Reino de Cristo.

Así como nosotros para aparecer en este reino físico en el que vivimos, tuvimos que nacer; el que no nació, pues no ha vivido en esta Tierra, y para vivir en el Reino de Dios, entrar al Reino de Dios, hay que nacer en el Reino de Dios del Agua y del Espíritu, del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo.

Por eso Cristo ordenó a Sus discípulos, luego de resucitado, a ir por todo el mundo y predicar el Evangelio a toda criatura, “el que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (Dijo Jesús en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).

Y ahora, ya la redención espiritual la han recibido todos los que han recibido a Cristo y han recibido Su Espíritu y por consiguiente han nacido de nuevo, han nacido en el Reino de Cristo, ya tienen redención espiritual.

Pero les falta la redención física, que será la transformación de nuestros cuerpos, en donde obtendremos un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, del cual habló San Pablo en Filipenses, capítulo 3, versos 20 al 21, cuando dice:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos...”

¿Y por qué nuestra ciudadanía está en los cielos, si nosotros hemos nacido en esta Tierra y tenemos ciudadanía del país en el cual hemos nacido? Porque usted nació en esta Tierra en un país, usted tiene ciudadanía terrenal de ese país; pero también el que ha nacido de nuevo del Agua y del Espíritu, tiene ciudadanía del Cielo porque el nuevo nacimiento es del Cielo, ha nacido en el Reino de Dios y por consiguiente tiene su ciudadanía de la nueva Jerusalén, la Jerusalén celestial:

...de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo (¿de dónde lo esperamos? De la nueva Jerusalén, de la Jerusalén celestial);

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra...”

Va a transformar este cuerpo físico en el cual vivimos a los que estarán vivos y son creyentes en Cristo nacidos de nuevo, los transformará en Su Venida, y a los muertos en Cristo los resucitará en cuerpos glorificados y eternos, como el cuerpo que tiene Jesucristo glorificado, y entonces seremos todos jóvenes, seremos inmortales y tendremos en nosotros todo el poder de Dios.

Todo ese poder de Dios que está en Cristo, también lo tendremos nosotros para toda la eternidad, y estaremos con Cristo en Su Reino como Reyes, como Sacerdotes y como Jueces, por consiguiente como el Gabinete de Su Reino. Sigue diciendo:

... para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya...”

¿Ven? Él nos va a transformar para que seamos, “para que nuestro cuerpo sea semejante al cuerpo de la gloria suya,” para que nuestro cuerpo sea un cuerpo glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo.

En ese cuerpo es que Él llevará a todos los creyentes en Él en el arrebatamiento o rapto del cual habla la Escritura, para ir a la Cena de las Bodas del Cordero, a la Casa de nuestro Padre celestial, para estar en la fiesta más importante que se haya llevado a cabo en el Cielo. Sigue diciendo (ahora, ¿cómo lo va hacer?) Dice:

...por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

O sea, que Él tiene el poder para realizar esa transformación. Así como tuvo el poder para realizar la transformación espiritual, tiene el poder para realizar la transformación física de nuestros cuerpos, y eso es la redención del cuerpo, esa es la redención de la cual Él dice: “Vuestra redención está cerca.” En palabras más claras: “Vuestra transformación está cerca.” Esa es la adopción también.

Vean, aquí en Romanos, capítulo 8 también nos habla de esa redención y nos dice verso 20 en adelante. Dice:

Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;

porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;

y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”

La adopción, la adopción como hijo o hija de Dios, es la redención de nuestro cuerpo, la glorificación de nuestro cuerpo, para tener un cuerpo glorificado como el que tiene Jesucristo nuestro Salvador, de lo cual también habló en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 en adelante, dice:

Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.”

Así como hemos aparecido en la Tierra a imagen y semejanza de Adán, ahora Jesucristo siendo el Segundo Adán, tenemos la promesa que seremos a Su imagen y a Su semejanza, por lo tanto seremos personas inmortales, con cuerpos inmortales físicos como el de Jesucristo nuestro Salvador:

Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.”

O sea, que para heredar físicamente el Reino de Dios, tenemos que tener un cuerpo glorificado; con el cuerpo de carne no podemos obtener, no podemos heredar el Reino de Dios físicamente, ni tampoco podemos heredar la incorrupción física, porque este cuerpo es mortal, es corruptible, tiene que ser en un nuevo cuerpo en donde obtendremos la incorrupción y obtendremos la inmortalidad.

Ahora, él va a explicar el misterio, dice:

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados.”

Esa es la promesa de Dios. Ahora dice:

En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.”

Para los muertos en Cristo: resurrección en cuerpos glorificados; para los vivos en Cristo, creyentes en Cristo nacidos de nuevo: transformación física; y entonces todos seremos inmortales físicamente:

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.”

Es necesario que este cuerpo corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, o sea, sea vestido con un cuerpo nuevo el creyente en Cristo, un cuerpo eterno, un cuerpo glorificado, esa es la transformación, esa es la adopción, esa es la redención del cuerpo, de la cual Cristo dice: “Cuando ustedes vean que comienzan a suceder estas cosas, levantad vuestras cabezas porque vuestra redención está cerca.”

Por lo tanto, tenemos que tener nuestra mirada puesta en las cosas de Dios, sirviendo a Dios, estando preparados esperando esa transformación que Él ha prometido para los vivos en Cristo, y para los muertos, pues ya sabemos que es la resurrección.

La redención, NUESTRA REDENCIÓN ESTÁ CERCA, porque ya hemos estado viendo todas esas señales que Él dijo que estarían siendo manifestadas; por esa causa yo estoy esperando mi transformación, mi redención física. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Yo escuché la predicación de Su Evangelio y nació la fe de Cristo en mi alma, lo recibí como mi Salvador, fui bautizado en agua en Su Nombre, y Él me bautizó con Espíritu Santo y Fuego y produjo en mi el nuevo nacimiento, así entré al Reino de Dios, al Reino de Cristo, así obtuve una transformación interior, esa adopción espiritual.

Pero me falta la adopción física, la redención física, que será la transformación que Él ha prometido y que será a la Final Trompeta, al tiempo en que la Trompeta Final esté sonando y esté llamando y juntando a los escogidos del Día Postrero, porque es para el Día Postrero que Él prometió la resurrección de todos los creyentes en Él que hayan muerto.

Vean, aquí está en San Juan, capítulo 6, versos 39 en adelante, dice:

Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

Y luego ese mismo capítulo sigue hablando de la resurrección para el Día Postrero, y luego en la ocasión en que Cristo fue para resucitar a Lázaro, el cual es tipo y figura de los creyentes en Cristo que van a ser resucitados, los cuales como Lázaro vivieron en ese tiempo y murieron, pero Cristo los va a resucitar en el Día Postrero como resucitó a Lázaro.

Por eso fue que cuando le dijeron a Jesús, el cual estaba en otro lugar: “Lázaro, nuestro amigo está enfermo,” y Jesús no fue. Cualquier persona podía pensar: “Tanto que han ayudado a Jesús, lo reciben en ese hogar, le preparan comida, puede quedarse allá todas las veces que quiera, y ahora cuando está enfermo Lázaro su amigo, lo llaman y no va.”

Recordando que Lázaro representa a los creyentes en Cristo nacidos de nuevo que luego mueren, tiene Cristo que dejar que pasen todas esas cosas para hacer un ejemplo de lo que va a suceder en el Día Postrero.

Y Jesús se tarda unos días, y cuando ya le vuelven a hablar de Lázaro, le dicen que Lázaro ha muerto, y Jesús le dice a Sus discípulos: “Lázaro nuestro amigo, duerme.”

Y ellos piensan que es del sueño normal, y si duerme, pues va a despertar en algún momento, pero Cristo entonces les habla claramente y les dice: “Lázaro nuestro amigo, ha muerto, y voy a levantarlo, a resucitarlo.”

La tardanza de Cristo por unos dos mil años luego que se fue, y en que millones de seres humanos han recibido a Cristo y después han muerto físicamente, es porque Cristo ha estado en el Trono de Intercesión, haciendo intercesión por cada persona escrita en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, los cuales tienen que venir a los Pies de Cristo en el tiempo que les toca vivir en la Tierra, cada uno en su tiempo, en su edad; y la resurrección para los muertos en Cristo Él ha dicho que es para el Día Postrero.

¿Y qué es el Día Postrero? “Delante de Dios un día es como mil años, y mil años como un día,” dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 y también nos habla de esto el Salmo 90, verso 4.

Y ahora, los días postreros son los milenios postreros, por eso San Pablo y San Pedro hablaban en aquel tiempo de que estaban viviendo en los días postreros, los milenios postreros, que así como los días postreros de la semana son jueves, viernes y sábado (esos son los tres días postreros de la semana), y los tres milenios postreros son el quinto milenio en el cual Cristo tuvo Su ministerio, aunque nació de 4 a 7 años antes de comenzar el quinto milenio. Y el otro día postrero es el sexto milenio, y el último de los días postreros es el séptimo milenio de *Cristo hacia acá.

Y ya conforme al calendario gregoriano, estamos viviendo en el séptimo milenio y por consiguiente en el Día Postrero delante de Dios, en el milenio en que se va a completar la Iglesia de Jesucristo, y luego Cristo terminará Su Obra de Intercesión en el Cielo, vendrá para resucitar a Su Iglesia, a los miembros de Su Iglesia que han muerto y están en el paraíso, y Él los va a traer para darles un cuerpo eterno, y a los que están vivos los transformará, y todo esto es para el Día Postrero, para el séptimo milenio, milenio que ya ha comenzado.

Por eso es que aunque se anunciaba desde el día de los apóstoles hacia acá, se anunciaba que el Señor vendría, no podía ser en aquellos tiempos, porque ellos estaban viviendo (en el tiempo de los apóstoles) en el quinto milenio, que es el primero de los días postreros; y luego en el segundo de los días postreros, el sexto milenio que llegó hasta hace pocos años atrás, y ya entró el séptimo milenio y lleva siete años de acuerdo al calendario gregoriano; pero si le buscamos los años de atraso que tiene, tiene unos 29 ó 30 años de atraso.

Así que, estamos bastante entrados en el Día Postrero, en el séptimo milenio de *Cristo hacia acá, en el milenio en que Cristo completará Su Iglesia, se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad que es el Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, resucitará a los muertos en Cristo creyentes en Él en cuerpos glorificados, y a nosotros los que vivimos nos transformará.

NUESTRA REDENCIÓN ESTÁ CERCA.”

Hemos entrado al Día Postrero delante de Dios, que es el séptimo milenio.

Y ahora, estamos esperando nuestra redención, Cristo dijo: “Cuando ustedes vean suceder estas cosas, levantad vuestras cabezas porque vuestra redención está cerca.” O sea, vuestra transformación para los que están vivos, y la resurrección de los muertos en Cristo.

Tenemos que tener nuestra mirada puesta en las cosas de Dios. San Pablo decía: “Poned vuestra mirada en las cosas de arriba, no en las de la Tierra, en las cosas de arriba (o sea, en las cosas de Dios).” Tenemos que tener nuestra mirada puesta en las cosas de Dios y nuestro corazón en las cosas de Dios.

Sirviendo a Dios todos los días de nuestra vida glorificándole y esperando nuestra transformación; y si muere antes, no hay problema, resucitará en un cuerpo glorificado, o sea, lo vamos a esperar, pero jovencito y en un cuerpo perfecto, así que, nuestra redención está cerca. La redención nuestra está cerca.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo y está escuchando, recuerde, usted está escuchando ya sea que esté aquí o esté a través del satélite Amazonas o de internet en estos momentos (si estamos conectados con el satélite), recuerde, usted está escuchando porque el nombre suyo está escrito en el Cielo aunque usted no lo sabía, y Cristo lo ha traído para que escuche la predicación de Su Evangelio y nazca la fe de Cristo en su alma y crea de todo corazón en Cristo, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo. “Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para Salvación.” [Romanos 10:10]

Y ahora, usted tiene la oportunidad de recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, para recibir la redención espiritual y luego esperar la redención física, que será la transformación del cuerpo, o si muere, pues la resurrección en un cuerpo glorificado.

Vamos a dar unos minutos para si hay alguna persona aquí presente que no ha recibido a Cristo todavía, lo puede hacer en estos momentos y yo oraré por usted para que Cristo le reciba en Su Reino.

San Pablo dice en Hebreos, capítulo 3, verso 7 y Hebreos, capítulo 4, verso 7: “Si oyes hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón.”

No podemos poner el corazón duro, sino tierno para recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Usted sabe si la Palabra, el Evangelio al escucharlo llegó acá al corazón, si sabe que llegó allá, es que Cristo le habló directamente a su corazón por medio del Evangelio que ha escuchado en esta ocasión, y por consiguiente usted es un hijo de Dios y Él le está llamando.

“Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco y yo les doy Vida eterna.” ¿Para qué ordenó Cristo a Sus discípulos ir por todo el mundo predicando el Evangelio de Cristo? Para que escucharan la Voz de Cristo y siguieran a Cristo y Cristo darle Vida eterna a esas ovejas, a esas personas, porque esas son las ovejas que el Padre le dio para que las busque y les dé Vida eterna.

Si falta alguna otra persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir, pues para eso fue que Dios por medio de Su Espíritu le ha traído, para que así escuche el Evangelio de Cristo, que es la Voz de Cristo, y nazca la fe de Cristo en su alma y lo reciba como Salvador.

Tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. ¿Qué otra persona le puede asegurar su futuro eterno? No hay otra persona que lo pueda hacer: solamente hay uno, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Con nuestras manos levantas al Cielo y nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, creo en Tu Nombre, como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres en que podemos ser salvos.

Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, necesito un Redentor, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.

Señor Jesucristo, me rindo a Ti, me entrego a Ti en alma, espíritu y cuerpo, sálvame Señor, Te lo ruego. Perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer de nuevo, quiero entrar a Tu Reino eterno para vivir Contigo por toda la eternidad, sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.

Y ahora, lo próximo es el bautismo en agua del cual habló Cristo, y ustedes me preguntarán: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Pregunto al ministro: ¿Cuándo los pueden bautizar? ¿Hay agua aquí? Esta misma noche pueden ser bautizados o el día que sea asignado para eso, ya sea el domingo (si tienen bautisterios); y así pueden cumplir el mandato de Cristo que dijo: “El que creyere (y ya ustedes han creído) y fuere bautizado, será salvo.” Pero les falta ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, como hacían los apóstoles, para que así cumplan el mandato de Cristo, en donde la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección.

Cuando la persona recibe a Cristo, muere al mundo. Cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan simple como eso.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “NUESTRA REDENCIÓN ESTÁ CERCA.”

Y ahora, dejo al ministro aquí, para que les indique cuándo pueden ser bautizados, así que, dejo al reverendo Eduardo para que les indique qué día y en qué momento pueden ser bautizados.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

NUESTRA REDENCIÓN ESTÁ CERCA.”