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| El nuevo Pacto | 2007-07-03 | 1 | Rio de Janeiro | Rio de Janeiro | BR | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual leemos en Jeremías, capítulo 31, versos 31 al 34, donde dice:
“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.
No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.
Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“EL NUEVO PACTO.” Ese es nuestro tema para esta ocasión.
Muchas personas miran al pueblo hebreo y miran los sacrificios que ellos efectuaban en el Antiguo Testamento, y algunos piensan: “Me gustaría haber estado en aquellos días;” pero estos días son mejores que aquellos, porque estos días que comenzaron en los días de Jesucristo, con la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, son los días del nuevo Pacto que Él prometió hacer con la casa de Israel y con la casa de Judá.
Cuando Jacob bendijo a los hijos de José: a Efraín y a Manasés, colocó la mano derecha sobre la cabeza de Efraín (por lo tanto la bendición mayor sería para Efraín) y la mano izquierda sobre la cabeza de Manasés.
Manasés representa al pueblo hebreo, o sea, representa a los judíos, y Efraín representa la Iglesia del Señor Jesucristo. Por lo tanto la bendición mayor es para la Iglesia de Jesucristo.
Y ahora, dice la Escritura:
“Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza.”
Eso está en el capítulo 48, verso 18 en adelante [Génesis]:
“Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo (Manasés viniendo a ser un pueblo, representa a los judíos, viniendo a ser un pueblo grande), y será también engrandecido (o sea, que el pueblo hebreo será bendecido, está tipificado en Manasés); pero su hermano menor será más grande que él (por lo tanto, representando Efraín a la Iglesia de Jesucristo, será mayor que el pueblo hebreo), y su descendencia formará multitud de naciones (o sea, que la Iglesia representada en Efraín y todos los descendientes de Efraín, será mayor que el pueblo hebreo).
Y los bendijo aquel día, diciendo: En ti bendecirá Israel, diciendo: Hágate Dios como a Efraín y como a Manasés. Y puso a Efraín antes de Manasés.”
Y aquí en el Nuevo Pacto encontramos que Dios puso a Israel antes que a Judá. Israel son las diez tribus que forman el reino del Norte, y Judá las dos tribus que forman el reino del Sur.
Veamos aquí algo muy importante, quizás lo veamos sin mucha explicación. Dice que ese Pacto que hará con la casa de Israel y con la casa de Judá... pero ahora vean, en el capítulo 37 de Ezequiel, nos habla del palo de José en la mano de Efraín y del palo de Judá, y todas las tribus, las dos tribus.
Y ahora, ahí nos habla de Israel y también nos habla de Judá, los dos reinos, y la promesa es que Dios los salvará de sus rebeliones.
Ahora, encontramos que aquí también coloca a Israel primero en algunas partes de la Escritura, y después a Judá. También lo vemos que lo invierte en algunos momentos, pero ahora la promesa es en Jeremías, que Dios hará con ellos un nuevo Pacto.
Y ahora, encontramos que las diez tribus fueron esparcidas por el mundo entero, y por cuanto el pueblo hebreo ha sido representado en ovejas y Dios en el buen Pastor, el mismo Cristo llama a esas ovejas de las diez tribus: las ovejas perdidas de Israel.
Encontramos que el ministerio de Cristo se llevó a cabo principalmente entre las diez tribus, y los discípulos del Señor Jesucristo eran de las diez tribus, exceptuando alguno como Judas Iscariote y quizás algún otro.
Y ahora, encontramos que el ministerio de Cristo vino a ser manifestado en la tierra de Zabulón y Neftalí, camino del mar al otro lado del Jordán, camino de los gentiles, Galilea de los gentiles.
Ahora miren aquí en el capítulo 31 de Jeremías, dice:
“Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová.”
La casa de Israel, el reino del Norte y ahora no dice aquí: “De Judá.” Dice:
“Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.”
¿Y qué pasa con Judá? Lo de Judá está cerca.
Ahora, vamos a ver lo que San Pablo dice en Hebreos, capítulo 8, dice verso 8 en adelante:
“Porque reprendiéndolos dice:
He aquí vienen días, dice el Señor,
En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto.”
Y ahora, esto habla del nuevo Pacto, por lo tanto el Pacto antiguo es dado por viejo. Eso está en el verso 13 de este mismo capítulo 8:
“Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.”
Eso es como el ser humano, cuando lo dan por viejito ya, está próximo a morir, está próximo a desaparecer.
Y ahora, hay un Nuevo Pacto y es llamado por el mismo San Pablo en Hebreos, capítulo 13, verso 20 al 21:
“Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno.”
¿Por la sangre de qué Pacto? No del Pacto antiguo, sino del nuevo Pacto que es el Pacto eterno. Dios dijo que haría con la casa de Israel y con la casa de Judá un Nuevo Pacto. Desde la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario el nuevo Pacto comenzó, de eso fue que habló Cristo en San Mateo, capítulo 26, versos 26 en adelante, en la última cena, dice:
“Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;
porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”
Y ahora, la Sangre del nuevo Pacto, del Pacto eterno, es la Sangre de Jesucristo que fue derramada en la Cruz del Calvario, el Pacto que Él dijo que hará con la casa de Israel y con la casa de Judá; y hemos visto aquí que bajo este nuevo Pacto están todas las bendiciones de Dios.
Muchas personas quieren recibir la bendición de Dios, no solamente una, sino todas las bendiciones de Dios; y está al alcance de todo ser humano toda bendición de Dios bajo el nuevo Pacto, porque toda bendición está bajo la Redención.
Toda cosa buena está bajo la Redención, todas las bendiciones de Dios: la salvación del alma, la salud, la Vida eterna, el perdón de pecados, todo está bajo la Redención y por consiguiente bajo este nuevo Pacto que fue realizado por Cristo en la Cruz del Calvario, porque Su muerte es el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, para regresarnos a Dios, para reconciliarnos con Dios.
No hay otra forma en que el ser humano pueda regresar a Dios, el mismo Cristo dijo: “Yo Soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” Es por medio de Cristo, como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, que regresamos a Dios, somos reconciliados con Dios y por consiguiente somos restaurados a la Vida eterna en el Reino eterno de Dios, que es el Reino de Jesucristo.
Por lo tanto, bajo el nuevo Pacto están todas las bendiciones que todo ser humano desea; todo ser humano desea vivir eternamente, todo ser humano desea tener un cuerpo eterno, todo ser humano desea la salud, todo ser humano desea todas las bendiciones de Dios.
Y están bajo el nuevo Pacto, a la disposición de toda persona que con fe al creerlas se convierten en una realidad, para lo cual usted necesita saber que hay un nuevo Pacto en donde usted recibe el perdón de sus pecados y es limpio con la Sangre de Jesucristo y por consiguiente es reconciliado con Dios y restaurado a la Vida eterna, donde están todas las bendiciones de Dios, porque en el Reino de Dios es que están todas las bendiciones de Dios. Ese es el Camino de regreso a Dios y Su Reino: es Jesucristo, Él ha sido puesto por Pacto al pueblo.
Y ahora, el nuevo Pacto ha dado por viejo al primero y ha quedado establecido el nuevo Pacto para la casa de Israel y para la casa de Judá.
Vean, San Pablo continúa hablando, y ahora, de ese Nuevo Pacto el Sumo Sacerdote es el Señor Jesucristo, Él es Sumo Sacerdote no del templo que construyó Salomón o del tabernáculo que construyó Moisés, sino del Templo que está en el Cielo. Y el Pacto, es el nuevo Pacto, y la Sangre de ese nuevo Pacto, es la Sangre de Cristo. Vean aquí, en este otro pasaje de San Pablo en la carta a los Hebreos, nos dice capítulo 10, vamos a ver, verso 12 en adelante, dice:
“Pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,
de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;
porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.
Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho:
Este es el pacto que haré con ellos
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en sus corazones,
Y en sus mentes las escribiré,
añade:
Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.
Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.”
Por lo tanto, no hay más sacrificio, porque ya fue hecho el Sacrificio por el pecado en la Cruz del Calvario por nuestro amado Señor Jesucristo; bien dijo Juan el Bautista cuando vio a Jesús: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Eso está en San Juan, capítulo 1, versos 29 en adelante, y en San Mateo, capítulo 1, el Ángel le dice a José de la siguiente manera, en el verso 21 en adelante, dice:
“Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”
Y ahora, miren cómo ya el Ángel le está diciendo lo que será la trayectoria de la vida del niño Jesús: es para salvar a Su pueblo de sus pecados, por medio del Sacrificio que Él efectuaría en la Cruz del Calvario, todo eso estaba tipificado en el Antiguo Testamento, tanto en el cordero pascual que sacrificó el pueblo hebreo, cada familia sacrificó y colocó su sangre en la puerta, en el dintel y los postes de las puertas de sus hogares, para librar de la muerte al primogénito de cada familia.
Y para librar de la muerte, de la segunda muerte a todos los primogénitos escritos en el Cielo, el Cordero de Dios que es Jesucristo, tenía que morir, y también en el sacrificio del macho cabrío el día diez del mes séptimo de cada año, que era el día de la expiación, tenía que ser sacrificado el macho cabrío por Jehová en lugar del pecador. Todo eso se cumplió en Cristo, porque aquello era el tipo y figura pero Cristo era la realidad.
Y ahora, todo lo del pacto antiguo era el tipo y figura, la sombra de lo que vendría más adelante, por lo tanto, lo antiguo da testimonio de lo nuevo que vendrá.
Y ahora, tenemos el nuevo Pacto, ya Dios no rige a Su pueblo por el Pacto antiguo, sino por el nuevo Pacto, y toda persona que quiere acercarse a Dios, tiene que hacerlo de acuerdo al nuevo Pacto; y para que nadie trate de acercarse a Dios por medio del antiguo Pacto en donde se efectuaba el sacrificio de expiación por el pecado en el templo, pues ya no hay templo y por consiguiente no hay sacrificio por el pecado.
Pero hay un Sacrificio por el pecado en el Templo celestial, donde está la Sangre de ese Sacrificio que es la Sangre de Cristo, y donde está el Sumo Sacerdote que es Jesucristo, Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec del Templo eterno, y por consiguiente el Pacto eterno que tiene la Sangre del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, es el nuevo Pacto por el cual nos acercamos a Dios y por el cual obtenemos la bendición del perdón de los pecados y obtenemos la bendición de la salvación y Vida eterna; y por consiguiente somos reconciliados con Dios, somos retornados al Reino de Dios con Vida eterna y con la paz de Dios en nuestra alma.
La paz solamente la puede traer el Príncipe de Paz que es el Mesías Príncipe, al corazón del ser humano y en Su Reino la traerá a Israel y a todas las naciones, porque Su Reino cuando sea establecido en la Tierra, ya pasa a la parte física para Israel y todas las naciones.
Por lo tanto, todos los seres humanos para ser reconciliados con Dios necesitan entrar al nuevo Pacto establecido por Dios a través de Cristo, en donde Dios por medio de Cristo estaba reconciliando consigo mismo al ser humano.
El nuevo Pacto es lo más grande que Dios le ha dado a la familia humana, y lo ha hecho por medio del Mesías Príncipe al cual ha puesto por Pacto para el pueblo.
Nadie se puede acercar a Dios, a menos que sea a través de Jesucristo bajo el nuevo Pacto, no es solamente decir: “Yo sé que Jesucristo existió, yo sé que Jesucristo fue un Profeta, yo creo que Él es el Hijo de Dios.” Todo eso está bien, pero la persona tiene que entrar al nuevo Pacto establecido por Dios a través de Cristo, para poder obtener el perdón de sus pecados, ser limpiado de todo pecado con la Sangre de Cristo, ser bautizado en agua en Su Nombre y recibir el Espíritu de Cristo y obtener el nuevo nacimiento y por consiguiente obtener la Vida eterna.
“El que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios,” dijo Cristo a Nicodemo en el capítulo 3, verso 1 al 6, el que no nazca del Agua y del Espíritu, de la predicación del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo.
Se requiere nacer de nuevo para entrar al Reino de Dios, el cual está en la esfera espiritual, así como para ver y tener esta vida terrenal tuvimos que nacer, nacer en esta dimensión terrenal, y para tener la Vida eterna, tenemos que nacer de nuevo en un Reino en donde la vida no sea temporal, sino eterna. Y solamente hay un Reino en donde la Vida es eterna, y es el Reino de Cristo. Fuera del Reino de Cristo no hay Vida eterna. Por lo tanto, tenemos que nacer en el Reino de Cristo, nacer de nuevo del Agua y del Espíritu, para lo cual Cristo dijo a Sus discípulos luego de resucitado en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
O sea, pierde la bendición de la salvación y Vida eterna, pero el que cree no es condenado, sino que obtiene la Vida eterna porque nace en el Reino con Vida eterna, que es el Reino de Cristo, es pasado, trasladado del reino de las tinieblas en donde la vida es temporal, al Reino de Cristo donde la vida es eterna y donde está el nuevo Pacto con la Sangre del nuevo Pacto, que es la Sangre de Cristo nuestro Salvador.
Por eso es tan importante entender que hay un nuevo Pacto, ya no dependemos del Pacto antiguo del pueblo hebreo, hay un nuevo Pacto para la casa de Israel y para la casa de Judá.
Y ahora, encontramos la casa de Israel que fue esparcida entre los gentiles, que ha estado entrando al nuevo Pacto, los descendientes de esas tribus del Norte han estado entrando al nuevo Pacto, y pronto entrará la tribu de Judá con las otras tribus, el reino del Sur.
Y luego por cuanto Dios trabaja con Israel como nación, Israel entrará al Programa de Dios como nación. Hay un misterio en todo esto, pero San Pablo dice que luego que haya entrado la plenitud de los gentiles, todo Israel será salvo. O sea, los ciento cuarenta y cuatro mil, doce mil de cada tribu, van a entrar.
Y ahora, permanecemos bajo el nuevo Pacto reconciliados con Dios todos los que han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador, y tenemos un Sacrificio: el Sacrificio del nuevo Pacto, el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario y Su Sangre en la presencia de Dios, como el sumo sacerdote llevaba la sangre de la expiación al lugar santísimo, no tenía que llevar el animal completo, sino que llevaba la sangre.
Cristo colocó ante la presencia de Dios en el Trono de Dios, que es el propiciatorio en el Cielo, así como el Trono de Dios en el tabernáculo y luego en el templo era el propiciatorio, ese era el Trono de Dios, donde Dios estaba en medio de los dos querubines de oro, y el sumo sacerdote esparcía con su dedo siete veces sobre el propiciatorio la sangre de la expiación, así también Cristo en el Cielo ha llevado Su Sangre como la Sangre de la Expiación, y mientras Él está en el Cielo la misericordia de Dios estará extendida hacia la raza humana, porque el Trono de Dios en el Cielo es un Trono de misericordia, donde Cristo está intercediendo por el ser humano, todo esto bajo el nuevo Pacto establecido por Dios a través de Cristo.
Cuando Él termine Su Obra de Intercesión en el Cielo, ese Trono se convertirá en un Trono de Juicio, pero todavía es un Trono de Gracia y Misericordia porque Cristo está en el Cielo en el Trono de Intercesión como Sumo Sacerdote, haciendo Intercesión por cada persona que lo recibe como único y suficiente Salvador.
Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en mi alma y lo recibí como mi único y suficiente Salvador, y obtuve la misericordia de Dios y entré al nuevo Pacto en donde recibí la Vida eterna. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador y por consiguiente no ha entrado al nuevo Pacto, puede hacerlo en estos momentos y yo oraré por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre, la Sangre del nuevo Pacto lo limpie de todo pecado.
Vamos a dar unos minutos en lo que vienen a los Pies de Cristo la personas que escucharon y no habían recibido a Cristo y nació la fe de Cristo en su alma, ahora tienen la oportunidad de dar testimonio público de su fe en Cristo. La fe viene por el oír la Palabra, el Evangelio. “Y con el corazón se cree para Justicia, pero con la boca se confiesa para Salvación.” (Romanos 10:10)
Por lo tanto, ahora es el momento de confesar públicamente a Cristo como único y suficiente Salvador. Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo.
Cristo en una ocasión dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” Y también dijo: “Si no fueseis como uno de estos niños, no entraréis al Reino de Dios.”
Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad, y los está llamando en este tiempo final; si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando, es el llamado de Dios por medio de Su Espíritu, para que entres al nuevo Pacto establecido por Dios y seas limpio de todo pecado con la Sangre del nuevo Pacto.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que están presentes, y los que están en otras naciones que no habían venido a los Pies de Cristo pueden hacerlo en estos momentos, porque ya la fe de Cristo nació en vuestro corazón, y ya el llamado ha llegado a lo profundo de vuestro corazón.
El nombre suyo está escrito en el Cielo, y por esa causa usted ha estado escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, el nombre suyo está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, y por esa causa Dios lo guió para que usted escuchara la predicación del Evangelio de Cristo, y escuchara que hay un Nuevo Pacto establecido por Dios a través de Cristo, al cual entramos y obtenemos la Vida eterna, somos reconciliados con Dios.
En las demás naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, y los que están aquí presentes y todavía no han pasado al frente, pueden pasar al frente para recibir a Cristo como único y suficiente Salvador.
Vamos a estar puestos en pie todos para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, para que Cristo les reciba en Su Reino bajo el Nuevo Pacto. Fuera del nuevo Pacto ninguna persona puede ser recibida por Dios en Su Reino. Él dijo que haría un nuevo Pacto, y ya lo hizo; y ahora lo que falta es que las personas entren al nuevo Pacto y obtengan la Vida eterna y sean colocados por consiguiente en el Reino de Dios con Vida eterna.
Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, y repitan conmigo esta oración los que han venido a los Pies de Cristo y están aquí presentes y también los que están en otras naciones y han venido a los Pies de Cristo. Repitan conmigo:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Palabra, de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano; creo en Tu Nombre, como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres en que podemos ser salvos.
Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Señor, me entrego a Ti, me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo, dando testimonio público de mi fe en Ti, Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Sálvame Señor, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego y sea producido en mí el nuevo nacimiento luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. En Tus Manos encomiendo mi alma Señor, sálvame, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y ahora, con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestra alma.
Y ahora, ustedes me dirán, por cuanto Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de ustedes.
Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados, y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Y ahora, pregunto al ministro si hay agua: hay agua, hay bautisterio. ¿Hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales también. ¿Hay vestidores de ropa? Hay lugar donde colocarse las ropas bautismales, hay personas que les ayudarán a llegar a los vestuarios o vestidores de ropa. ¿Hay ministros que les bautizarán? Hay ministros también que les bautizarán.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en donde ustedes se identificarán con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. La persona al venir a los Pies de Cristo muere al mundo. Y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente es sepultado. Y cuando lo levanta de las aguas bautismales, resucita a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
El bautismo en agua es tipológico, pero es un mandamiento de Cristo, y usted quiere cumplir el mandamiento de Cristo en cuanto al bautismo, por lo tanto, bien puede ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo nuestro Salvador.
Dejo aquí al ministro para que les indique hacia dónde caminar para colocarse las ropas bautismales y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo, en donde entramos bajo el Nuevo Pacto.
Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Muchas gracias.
“EL NUEVO PACTO.”