30 KiB
| title | date | activity | place | city | state | country | duration | public | youtube | translations | files |
|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| El Dios de Bet-el | 2007-06-29 | 1 | Goiânia | Goiás | BR | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes países. También un saludo para los hermanos en el Paraguay, que están reunidos en esta noche en una vigilia llamada: “La Noche de Israel.” Que Dios les bendiga grandemente a ustedes allá en el Paraguay, y también los que están en Puerto Rico y en otras naciones; y también a Miguel allá en San Pablo: que Dios te bendiga Miguel y todos los que están reunidos allá también.
Para esta ocasión leemos en el Génesis, capítulo 31, versos 11 al 16:
“Y me dijo el ángel de Dios en sueños: Jacob. Y yo dije: Heme aquí.
Y él dijo: Alza ahora tus ojos, y verás que todos los machos que cubren a las hembras son listados, pintados y abigarrados; porque yo he visto todo lo que Labán te ha hecho.
Yo soy el Dios de Bet-el, donde tú ungiste la piedra, y donde me hiciste un voto. Levántate ahora y sal de esta tierra, y vuélvete a la tierra de tu nacimiento.
Respondieron Raquel y Lea, y le dijeron: ¿Tenemos acaso parte o heredad en la casa de nuestro padre?
¿No nos tiene ya como por extrañas, pues que nos vendió, y aun se ha comido del todo nuestro precio?
Porque toda la riqueza que Dios ha quitado a nuestro padre, nuestra es y de nuestros hijos; ahora, pues, haz todo lo que Dios te ha dicho.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “EL DIOS DE BET-EL.”
En este pasaje que leímos de Génesis, capítulo 31, en el verso 13 Dios dice a Jacob: “Yo soy el Dios de Bet-el.” Bet-el significa: “Casa de Dios.” “Bet,” es casa, y “El,” es Dios: Casa de Dios.
Cuando Jacob iba a Padan-aram le apareció Dios en sueños, vio una escalera Jacob, y ángeles de Dios que subían y bajaban por ella, y en la cúspide de la escalera vio a Dios sentado, y le dijo Dios... esto fue cuando Jacob iba para Padan-aram; pero antes de salir de la tierra de Israel tuvo que dormir durante una noche y ahí le apareció Dios. Fue en el lugar que se llamaba: “Luz,” ahí fue donde él tuvo esa experiencia hermosa. Dice capítulo 28, verso 12 en adelante, del Génesis:
“Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella.
Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia.
Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente.
He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.
Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía.
Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo.
Y se levantó Jacob de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, y la alzó por señal, y derramó aceite encima de ella.
Y llamó el nombre de aquel lugar Bet_el, aunque Luz era el nombre de la ciudad primero.
E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir,
y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios.
Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti.”
Y ahora, esta experiencia hermosa que tuvo Jacob en este lugar llamado Luz primero, pero que Jacob le puso por nombre Bet-el, pues dijo: “Este es un lugar terrible, no es otra cosa que Casa de Dios y puerta del Cielo.” Por eso le puso por nombre Bet-el, que significa: “Casa de Dios.”
Y ahora, Dios más delante le dice: “Yo soy el Dios de Bet-el,” el Dios, el Señor, la cabeza, el Padre de Familia de Su Casa, de la Casa de Dios, de la Familia de Dios.
Y ahora, Jacob sabe que Dios está con él, Jacob fuera de su tierra estaría acompañado por Dios, Dios lo cuidaría de todo peligro. Vean ustedes, también nos habla en otros lugares acerca de Bet-el, a donde luego Dios lo envía cuando ya está de regreso en la tierra prometida.
Ahora vean, Dios le habla de que en él y su simiente serán bendecidas la gente y por consiguiente él será de bendición, bendición no solamente para su descendencia sino para otras tierras, las familias de la Tierra. “Y todas las familias de la Tierra serán benditas en ti y en tu simiente,” dice capítulo 28, verso 14 del Génesis; y también en el capítulo 35, verso 9 en adelante, Dios le dice a Jacob:
“Apareció otra vez Dios a Jacob, cuando había vuelto de Padan_aram, y le bendijo.
Y le dijo Dios: Tu nombre es Jacob; no se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel será tu nombre; y llamó su nombre Israel.
También le dijo Dios: Yo soy el Dios omnipotente: crece y multiplícate; una nación y conjunto de naciones procederán de ti, y reyes saldrán de tus lomos.”
Y ahora, una nación: eso es Israel, y también dice: “Y conjunto de naciones procederán de ti, y reyes saldrán de tus lomos.” Hay una bendición grande que viene de Israel, de Jacob; pasó de Abraham a Isaac, de Isaac a Jacob; por lo tanto, Israel, que es Jacob, es para bendición para multitud de naciones y reyes que saldrían de él.
Ahora, el Dios de Jacob es el Dios de Bet-el, el Dios de Su Casa, de la Casa de Dios, de la Familia de Dios, el Dios de Israel y el Dios de toda la descendencia de Israel.
El Dios de Bet-el en Su trayectoria, lo encontramos desde el Génesis, capítulo 1, verso 1, creando los Cielos y la Tierra; lo encontramos a través del Génesis manifestándose en diferentes ocasiones; y luego lo encontramos revelándose en Su cuerpo angelical, que es llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová, en el cual le aparecía a diferentes personajes bíblicos desde Adán en adelante; también aparecía en una Luz y le hablaba (desde Adán en adelante) a los seres humanos. Y luego lo encontramos libertando al pueblo hebreo.
Ese es el Dios de Bet-el, ese es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Luego lo encontramos más adelante haciendo un Pacto con Su pueblo Israel en el Monte Sinaí.
Él se velaba y se revelaba a través de carne humana en los profetas, por eso ellos decían: “Así dice el Señor,” porque era el Dios de Bet-el en ellos, velado y revelado hablándole a Su pueblo; era Dios por medio de Su Espíritu, o sea, por medio de Su cuerpo angelical, que es llamado el Ángel del Pacto, velado en un cuerpo de carne, llamado un profeta, a través del cual le hablaba a Su pueblo.
Luego más adelante lo encontramos en un cuerpo de carne como Él prometió, cuando dijo: “Porque la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y se llamará Su Nombre Emanuel,” que traducido es: “Dios con nosotros.” (Isaías, capítulo 7, verso 14). Cuando Él cumplió esa promesa lo encontramos velado en un cuerpo de carne llamado Jesús, Yeshua, que significa: “Salvador,” y ahí encontramos a Dios en Su cuerpo físico que Él creó, a Dios en un cuerpo de un bebé que va creciendo hasta que llega a joven. Era Emanuel, el Dios de Bet-el con los seres humanos en medio del pueblo hebreo, para traer la bendición de la redención a Israel y por consiguiente a la familia humana.
Por eso Jesús decía. “El Padre y yo una cosa somos,” y también Él decía: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” También Él decía: “¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí?” Y también decía: “Las palabras que yo hablo, no las hablo de mí mismo, el Padre que mora en mí, Él hace las obras.” Eso está por el capítulo 14 de San Juan, verso 6 en adelante.
Encontramos en Jesús a Dios, el Dios de Bet-el, velado y revelado a través del cuerpo de carne llamado Jesús. Era el Verbo hecho carne, el Verbo que “era en el principio con Dios y era Dios y creó todas las cosas; por Él fueron hechas todas las cosas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” Eso está en San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante.
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros...” (San Juan, capítulo 1, verso 14).
Ese es el misterio grande de Dios en Cristo, el misterio del cual habla San Pablo en el capítulo 2, verso 2 al 3, en donde Él nos dice: “Para que conozcamos el misterio de Dios el Padre, y de Cristo.”
Y ahora, el misterio de Dios el Padre y de Cristo, es que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo mismo al mundo, al ser humano, es el misterio de Dios en Cristo.
Dios es trino, por lo tanto, encontramos a Dios como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Una trinidad hay en Dios, y Dios hizo al ser humano a Su imagen y semejanza; por esa causa es que el ser humano también es trino, porque fue hecho a imagen y semejanza de Dios.
El ser humano es alma, espíritu y cuerpo, y Dios es Alma, Espíritu y cuerpo: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El cuerpo es Jesús, la parte física, cuerpo que apareció en la Tierra nacido a través de la virgen María y que murió en la Cruz del Calvario, fue sepultado y resucitó glorificado, y luego ascendió al Cielo y se sentó a la diestra de Dios; la primera ocasión en que un cuerpo glorificado se ha sentado en el Trono de Dios. Él lo había dicho, que se sentaría a la diestra de Dios, eso es sentarse en el Trono de Dios.
Y ahora, preguntamos: ¿y Dios, ya entregó el Trono del Cielo y ahora no está sentado Dios en Su Trono? Ha estado sentado en Su Trono manifestado dentro del cuerpo glorificado de Jesús, así como estaba sentado ante Su Trono en el cuerpo angelical, y ahora tiene un cuerpo físico pero glorificado y está sentado en el Trono celestial, y está como Sumo Sacerdote haciendo intercesión con Su Sangre, por cada persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, que lo recibe como único y suficiente Salvador.
El Trono celestial de Dios fue convertido en un Trono de misericordia al sentarse Cristo en ese Trono; y ahora, podemos ver al Dios de Bet-el, al Dios de Su Casa, la Casa de Dios, en Su Casa celestial, en Su Templo celestial y con Su Familia celestial sentado en el Trono celestial.
Y ahora, el mismo Dios de Bet-el estuvo en el tabernáculo que Moisés levantó en el desierto y estuvo sentado en el propiciatorio, que era el Trono de Dios en el tabernáculo, en el lugar santísimo.
Luego cuando fue construido el templo por Salomón, Dios estaba en ese templo dentro del lugar santísimo, sobre el propiciatorio, en medio de los querubines de oro y en medio de los dos querubines de madera de olivo cubiertos de oro. Todo eso es tipo y figura de lo que hay en el Cielo.
Y ahora, luego de la destrucción del templo por el General romano Tito, en el año 70 de la Era cristiana, Israel quedó sin templo y por consiguiente sin sacrificio de expiación por sus pecados, y por esa causa ha estado siendo perseguido a muerte por estos dos mil años que han transcurrido, porque sus pecados no tienen un sacrificio y por consiguiente no están cubiertos con Sangre de Expiación.
Y ahora, ¿dónde ha estado el Dios de Bet-el en estos dos mil años que han transcurrido? Ha estado en Su Casa, tanto en el Cielo como en Su Casa, Su Iglesia del Nuevo Testamento, en la cual ha estado manifestándose de etapa en etapa, de edad en edad, a través de Sus diferentes Mensajeros y en cada creyente en Cristo, trayendo a existencia una nueva raza con vida eterna.
Primero recibimos la vida espiritual al recibir el Espíritu de Cristo y obtener el nuevo nacimiento, y así obtenemos la vida eterna; y luego cuando recibamos el cuerpo físico eterno, obtendremos la vida eterna física en un cuerpo eterno y glorificado.
El Dios de Bet-el está en Su Casa. Bet-el: la Casa de Dios, que en el Nuevo Testamento es la Iglesia del Señor Jesucristo, el Dios de Bet-el está sentado en el Trono celestial con Su cuerpo glorificado, el cuerpo glorificado llamado Jesús.
Pero Él en Espíritu Santo, o sea, en Su cuerpo angelical, está en Su Iglesia, de edad en edad manifestado; y Su Iglesia ha estado pasando por diferentes etapas o edades durante el tiempo de la Dispensación de la Gracia, Su Iglesia, Su Templo espiritual.
El Atrio corresponde a los santos del Antiguo Testamento, desde Adán hasta Juan el Bautista. El Lugar Santo corresponde a las etapas de la Iglesia desde el tiempo de los apóstoles hasta el tiempo del séptimo ángel mensajero de la séptima edad de la Iglesia, representada en la Iglesia de Laodicea. Y luego el Lugar Santísimo corresponde a la Edad de la Piedra Angular, donde Dios por medio de Cristo, Dios por medio del Ángel del Pacto, de Su cuerpo angelical, de Su Espíritu Santo, completará Su Iglesia, completará Su Casa, completará Su Cuerpo Místico de creyentes, llamando y juntando los escogidos del tiempo final, con los cuales completará Su Casa, Su Familia.
La Familia, la Casa del Dios de Bet-el, el Dios de Bet-el que se hizo carne, que se hizo hombre y fue conocido por el nombre de Jesucristo, Él es el Dios de Bet-el, Él es el Dios de Su Casa; por eso San Pablo en Hebreos, capítulo 3, cuando nos habla de la Casa de Dios, vean lo que nos dice en el capítulo 3, verso 5 al 6 de Hebreos. Hebreos, capítulo 3, versos 5 al 6, dice:
“Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;
pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros.”
Y ahora, la Casa de Jesucristo, ¿cuál es? Su Iglesia, Su Iglesia es la Bet-el actualizada, la Casa de Dios, la Casa del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Dice:
“Si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.”
Y ahora, podemos ver cuál es la Casa de Dios en el Nuevo Testamento, podemos ver también dónde está el Dios de Bet-el, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Vean, también aquí en Efesios, capítulo 2, versos 19 en adelante:
“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.”
Miembros ¿de qué familia? Cuando nacimos en la Tierra hemos venido a ser miembros de la familia en que hemos nacido, y también hemos venido a ser miembros de la familia humana, de la raza humana; pero ahora con el nuevo nacimiento hemos venido a ser miembros de la Familia celestial, de la Familia de Dios, y por consiguiente miembros de la Casa de Dios, de la Casa del Dios de Bet-el, hemos venido a ser miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la Bet-el actualizada, la Casa de Dios, el templo de Dios, miembros de la Familia de Dios, hijos e hijas de Dios, miembros de la Casa de Dios, la Familia de Dios, la Bet-el actualizada.
“Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor.”
Va creciendo ¿para qué? Para ser un Templo, una Casa, ¿para quién? Para el Señor. Esa es la Bet-el donde el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob se encuentra desde el Día de Pentecostés.
“En quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”
Como individuos cada creyente en Cristo también es una Casa, una morada de Dios, un templo de Dios, un Bet-el, una Casa de Dios.
Ahora, hemos visto el Bet-el actualizado, la Casa de Dios actualizada; como individuos: cada creyente en Cristo nacido de nuevo; como Cuerpo Místico de creyentes: la Iglesia del Señor Jesucristo.
En una ocasión Jesús dijo: “Destruyan este templo, y en tres días lo levantaré,” Él estaba frente al templo allá en Jerusalén, y le dicen: “En cuarenta y seis años fue construido o levantado este templo, fue edificado, ¿y tú en tres días lo levantarás?” Mas Él hablaba del templo de Su cuerpo, porque en Él estaba Dios en toda Su plenitud. [San Juan 2:19-20] Por lo tanto, ese cuerpo físico era el templo humano de Dios, donde moraba el Dios de Bet-el en toda Su plenitud. Él era allí el Bet-el actualizado, el templo humano de Dios.
Así también es cada creyente en Cristo, es el Bet-el actualizado como individuo, donde mora Dios en Espíritu Santo; y la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes es el Bet-el actualizado, donde está el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, manifestado de edad en edad.
Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo y cada creyente en Cristo es Casa de Dios y Puerta del Cielo. Jacob dice: “Esto no es otra cosa sino Casa de Dios y Puerta del Cielo, y yo no lo sabía (dice Jacob).” [Génesis 28:17]
Esa es la situación de Israel, que no sabe que la Iglesia del Señor Jesucristo es la Casa de Dios y Puerta del Cielo, por donde entran todos los creyentes, porque ahí está el Dios de Bet-el, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, para llevar al Cielo a todos los creyentes en Cristo. Cristo llevaría muchos hijos a la gloria. Eso está en Hebreos, capítulo 2, verso 10 al 16.
Cristo hablando acerca de aquella escalera que vio Jacob, dice en el capítulo 1, verso 51 en adelante, esto está hablándole a Natanael:
“Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.”
Lo mismo que vio Jacob en sueño cuando vio aquella escalera que llegaba al Cielo, y a Dios en la parte alta de la escalera, y le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham y de Isaac.” Él es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Y ahora, esta escalera representa la Iglesia del Señor Jesucristo, y el lugar donde apareció esta escalera en sueños, se llamaba Luz y le fue puesto por nombre: Bet-el, Casa de Dios.
Y ahora, en el Nuevo Testamento no hay un templo en Israel, donde estaba el templo que construyó Salomón o el templo que fue restaurado por Zorobabel y Josué el sumo sacerdote, o el templo que construyó Herodes en cuarenta y seis años y que fue destruido.
Por lo tanto, no hay un templo allí en donde estaba el templo que construyó Salomón que Israel pueda decir: “Este es el templo de Dios.” Pero hay un Templo, hay una Casa de Dios, hay un Bet-el, Casa de Dios, Familia de Dios, donde Él es la Cabeza, el Señor de esa Casa; y esa es la Iglesia del Señor Jesucristo; ahí están Sus hijos, que son todos creyentes en Cristo.
En la trayectoria del Dios de Bet-el, lo encontramos en estos últimos dos mil años en Su Casa espiritual, que es Su Iglesia, lo encontramos en Su cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto, que es el Espíritu Santo en medio de Su Casa, en medio de Su Iglesia, manifestado de edad en edad a través del Mensajero de cada edad, hablándole a Su Iglesia.
Y por cuanto Su Iglesia es Su Templo espiritual, durante las diferentes etapas de Su Iglesia se ha estado viviendo en la etapa del Lugar Santo; y en este tiempo pasamos a la etapa del Lugar Santísimo que es construido con piedras vivas, así como ha sido construido con piedras vivas el Lugar Santo.
Por eso Pedro en Primera de Pedro, capítulo 2, verso 4 al 10, dice que somos piedras vivas, para ser edificados un Templo santo en el Señor, para morada de Dios en Espíritu.
Y ahora, la Casa de Dios, el Bet-el actualizado, ha llegado a la etapa del Lugar Santísimo, en donde Dios se manifestará en toda Su plenitud en este tiempo final, cuando se complete ese Templo, cuando se complete Su Iglesia; y entonces será glorificada Su Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes, y cada creyente en Cristo será glorificado, los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos glorificados y nosotros los que vivimos seremos transformados.
Dios ha dicho que glorificará la Casa de Su gloria. Eso está en Isaías, capítulo 60, donde Él dice que glorificará la Casa de Su gloria; por lo tanto, así como glorificó a Jesús, glorificó Su cuerpo físico, glorificará a cada creyente en Cristo, y entonces toda Su Iglesia como Cuerpo Místico estará glorificada.
Y ahora, así como Cristo dijo: “Glorificame, Padre,” Su Iglesia pide ser glorificada también; por consiguiente, en esa glorificación obtendremos la inmortalidad física, o sea, la vida eterna física, lo cual necesitamos nosotros.
En Isaías 60 les había dicho, verso 7, que dice: “Y glorificaré la Casa de mi gloria.” Y ahora, hemos visto al Dios de Bet-el en Su trayectoria pasando por diferentes siglos y diferentes lugares, hasta llegar a Su Casa espiritual que es Su Iglesia. Cada etapa de Su Iglesia se ha cumplido en el territorio correspondiente.
Y ahora, ¿dónde localizaremos al Dios de Bet-el en este tiempo final? En Su Casa, en Su Iglesia, en Su Bet-el. Tenemos que localizarlo en la etapa de la Iglesia correspondiente a este tiempo, que es la Edad de la Piedra Angular. ¿Y en qué territorio? En el que se esté cumpliendo la Edad de la Piedra Angular, y tiene que ser en el continente americano, al cual pertenece Norteamérica, la América Latina y el Caribe.
En algún territorio tiene que cumplirse la Edad de la Piedra Angular, y por consiguiente ahí estará el Dios de Bet-el, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, ahí estará Él en Alma y Espíritu, o sea, el Dios eterno en y con Su cuerpo angelical manifestado, como estuvo manifestado en cada edad en el Mensajero de cada edad.
Por lo tanto, Dios en Espíritu Santo estará en este tiempo final en Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular, en el Mensajero correspondiente a la Edad de la Piedra Angular, hablándole a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto, y luego hablándole al pueblo hebreo también. Desde ahí es que le hablará en este tiempo a Su Iglesia y al pueblo hebreo también. No hay otra edad después de la Edad de la Piedra Angular, porque esa es una edad eterna.
Y ahora, esa es la Edad de la Cabeza, y Cristo es la Cabeza; esa es la Edad del Amor Divino, y Cristo es el Amor Divino manifestado; esa es la edad para Sus hijos e hijas estar viendo y escuchando al Dios de Bet-el hablándole directamente a nuestra alma y revelándonos todas estas cosas que deben suceder pronto, y llamando y juntando los escogidos del Día Postrero.
“EL DIOS DE BET-EL,” el Dios de Su Casa, el Señor de Su Casa, el Esposo de Su Iglesia, el Dios de Bet-el.
En Su trayectoria ¿dónde lo podemos localizar? En Su Bet-el actualizada, que es Su Iglesia. ¿Y en qué parte de Su Iglesia? ¿En qué etapa o edad de Su Iglesia? En la etapa final, que es la Edad de la Piedra Angular, y que es el Lugar Santísimo de ese Templo espiritual.
Ya la edad séptima o séptima etapa de Su Iglesia se cumplió en Norteamérica, y lo vimos manifestado a través del Mensajero de esa etapa, que fue el reverendo William Branham; y solamente nos queda del continente americano, del Oeste del planeta Tierra, la América Latina y el Caribe. Ahí tendremos que buscarlo y verlo velado y revelado en esa etapa o edad de Su Iglesia, que es la Edad de la Piedra Angular, hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto, y dándonos la fe, la revelación, para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
“EL DIOS DE BET-EL.”
Hemos visto quién es el Dios de Bet-el. Es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el cual se hizo carne y habitó en medio de la raza humana y fue conocido por el Nombre del Señor Jesucristo. Era el Verbo hecho carne, era Emanuel: Dios con nosotros, Dios en Alma, Espíritu y cuerpo manifestado en medio del pueblo hebreo, eso es Emanuel; y ese es el misterio más grande de todos los misterios, ese es el misterio de Dios y de Cristo que fue revelado, ese es el misterio del Dios de Bet-el.
Y es a ese Dios de Bet-el, el cual en Su cuerpo físico murió en la Cruz del Calvario y llevó a cabo la Redención, y nos reconcilió por medio de Su cuerpo físico que fue sacrificado como el Sacrificio de Expiación, es el que yo recibí como mi Salvador. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes.
Si hay alguna persona que todavía no lo ha recibido como Salvador, puede hacerlo en estos momentos y yo estaré orando por usted, para lo cual puede pasar al frente si se encuentra aquí presente; si se encuentra en otra nación, puede también pasar al frente para que quede incluido en esta oración.
Vamos a dar unos minutos para que puedan pasar al frente todos los que quieren recibir como Salvador al Dios de Bet-el que se hizo carne y murió en la Cruz del Calvario físicamente. Pero en Alma y en Espíritu Él no murió, solamente el cuerpo físico, y lo resucitó glorificado y está sentado en el Trono de Dios. El Trono de Dios en el Cielo es el Trono del Padre, y ahí está sentado el cuerpo físico y glorificado de Jesucristo.
Dios tiene mucho pueblo y los está llamando en este tiempo final. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo en esta noche, pueden continuar viniendo a los Pies del Dios de Bet-el, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob que se hizo carne y habitó en medio de la raza humana y fue conocido por el Nombre del Señor Jesucristo; ese es Emanuel: Dios con nosotros, y permanece con nosotros en Espíritu Santo desde el Día de Pentecostés.
Vamos a estar puestos en pie mientras continúan viniendo a los Pies de Cristo las personas que han escuchado y nació la fe de Cristo en sus almas.
El Dios de Bet-el para bendecir a la raza humana se hizo carne, habitó en medio de la raza humana y murió Su cuerpo físico en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, para reconciliarnos con Dios.
Dios estaba en Cristo reconciliando Consigo mismo al mundo, por eso tenía que morir ese cuerpo físico llamado Jesús, en la Cruz del Calvario, como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados.
Ya vamos a orar. En los demás países si falta alguno por venir a los Pies de Cristo, puede venir. Vamos ya a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, para orar. Con nuestros ojos cerrados repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, he escuchado Tu Palabra, he escuchado acerca del Dios de Bet-el y nació la Fe Tuya en mi corazón: Reconozco a Jesucristo como el Dios de Bet-el manifestado en carne humana llevando a cabo la Redención en la Cruz del Calvario.
Creo, Señor, en Tu Primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados.
Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador y necesito un Salvador. Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador. Te recibo como mi único y suficiente Salvador; perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero nacer en la vida eterna, quiero nacer en Tu Familia, quiero nacer en Tu Casa, en Tu Bet-el. Señor, sálvame, te lo ruego, en Tu Nombre Eterno y Glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Con nuestras manos levantadas al Cielo todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino porque ustedes escucharon la predicación de Su Evangelio, nació la fe de Cristo en Su alma, creyeron y dieron testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como Salvador. Él dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
(San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).
Ahora, ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, lo más pronto posible. Quiero cumplir Su mandato lo más pronto posible, ¿cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de lo profundo de vuestro corazón.
Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en estos momentos, ustedes que están aquí presentes y los que están en otras naciones y han recibido a Cristo como Salvador. Y que Jesucristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
“EL DIOS DE BET-EL.”
Y ahora, el bautismo en agua es tipológico. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado. Y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la vida eterna en el Reino Eterno de Jesucristo nuestro Salvador.
Por lo tanto, entendiendo el simbolismo del bautismo en agua en donde la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección, bien pueden ser bautizados.
Ahora, pregunto al reverendo Salomón Cunha, si hay agua: hay agua, hay bautisterios. ¿Hay ropas bautismales? También hay ropas bautismales. ¿Hay ministros que les bautizarán? Hay ministros que les bautizarán. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también y personas que les ayudarán a llegar a los vestidores de ropa.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, como hacían los apóstoles. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino de Jesucristo, el Reino del Dios de Bet-el.
Ustedes que están en otras naciones también pueden ser bautizados al recibir a Cristo en esta noche, en esta ocasión.
Continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino del Dios de Bet-el, en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Con ustedes el doctor Salomón Cunha para indicarles hacia dónde caminar y colocarse las ropas bautismales en estos momentos y ser bautizados.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos los presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en otras naciones.
Dios les bendiga a todos.
“EL DIOS DE BET-EL.”