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El día de salvación 2007-05-15 1 Quito Pichincha EC 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual leemos en Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 1 en adelante, dice:

Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios.

Porque dice:

En tiempo aceptable te he oído,

Y en día de salvación te he socorrido.

He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

EL DÍA DE SALVACIÓN.”

“EL DÍA DE SALVACIÓN,” el día de redención para el ser humano: judíos y gentiles que estarían viviendo en ese tiempo o día de salvación, que es la Dispensación de la Gracia, o sea, el día de la gracia, en donde toda persona tendría a su alcance la salvación de su alma y por consiguiente la Vida eterna.

El ser humano es alma, espíritu y cuerpo. Lo más importante del ser humano es su alma, porque el ser humano es alma viviente, y tiene un cuerpo espiritual llamado espíritu, y tiene un cuerpo físico de carne para vivir en esta Tierra. Si muere su cuerpo físico, sigue viviendo en el cuerpo espiritual; y la persona al ser alma viviente vive dentro del cuerpo espiritual de otra dimensión.

Ahora, la Escritura dice: “El alma que pecare, esa morirá.” La muerte del cuerpo físico trae tristeza al ser humano, a sus familiares, pero con todo y eso la persona sigue viviendo en otra dimensión, pero si muere su alma, deja de existir eternamente.

Ahora, aquí nos dice San Pablo que en tiempo aceptable, dice:

En tiempo aceptable te he oído,

Y en día de salvación te he socorrido.

He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.”

El tiempo aceptable en donde Dios acepta a toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador. La persona obtiene el perdón de sus pecados al recibir a Cristo y confesar a Cristo sus pecados, arrepentido de sus pecados es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, y así es como obtiene la salvación y Vida eterna y queda reconciliado con Dios y obtiene la paz de Dios por medio de Cristo.

Por eso es tan importante saber el tiempo que vivimos en el Programa Divino. Estamos viviendo por dos mil años en el día de salvación, en la Dispensación de la Gracia en donde todo ser humano puede obtener la salvación y Vida eterna, en donde todo ser humano es redimido por medio del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, donde derramó Su Sangre, la Sangre que nos limpia de todo pecado.

Cuando termine este tiempo llamado día de salvación, el tiempo o día de la Dispensación de la Gracia, ya las personas no tendrán más oportunidad de obtener la salvación y Vida eterna, ya se habrá completado el Programa Divino de salvación para los individuos.

Por lo tanto, es importante que todo ser humano sepa el tiempo en que está viviendo conforme al Programa Divino; desde la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario se abrió el día de salvación para judíos y gentiles.

Cristo al morir en la Cruz del Calvario efectuó así el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados como estaba prometido en Isaías, capítulo 53, verso 10, que es un pasaje mesiánico el cual el Mesías cumpliría. Dice:

Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.

Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.”

Esto en el Antiguo Testamento, está hablando del Mesías que ha de venir y que va a poner Su vida en Expiación por el pecado, para que así todo ser humano tenga el Sacrificio de Expiación y pueda obtener la redención, pueda obtener la salvación y Vida eterna por medio de Cristo.

Por eso San Pablo en Romanos, capítulo 5, versos 6 en adelante nos muestra el amor de Dios y Su manifestación por el ser humano, que es la prueba más grande del amor. Vean, lo que es la prueba más grande del amor de Dios hacia el ser humano:

Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”

Ahora vean, Dios muestra Su amor por nosotros y hacia nosotros, “en que siendo aún pecadores Cristo murió por nosotros,” esa es la prueba del amor de Dios más grande que ha sido dada a la familia humana, al ser humano. Por eso San Juan, capítulo 3, verso 16, dice:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

La Vida eterna el ser humano solamente la puede obtener por medio de Jesucristo, recibiéndole como único y suficiente Salvador al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo (el Evangelio de la Salvación), del Evangelio de la paz, y recibirlo como único y suficiente Salvador. Sigue diciendo San Pablo:

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.”

Por consiguiente no tendremos que ir al juicio final para ser juzgados, porque ya el juicio por el cual teníamos que pasar, lo pasó Cristo por nosotros, y murió por nosotros en la Cruz del Calvario.

El que no tiene a Cristo como único y suficiente Salvador, tendrá que enfrentarse al juicio final y dar cuenta por sus pecados, porque lo único que quita el pecado del ser humano es la Sangre de Jesucristo; y si no ha recibido a Cristo, entonces los pecados de la persona permanecen en ella y tendrá que responder ante Dios por sus pecados en el juicio final.

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”

La reconciliación del ser humano con Dios es por medio de Cristo y Su Sacrificio efectuado en la Cruz del Calvario, lo cual fue tipificado en el Antiguo Testamento en el capítulo 23, versos 26 al 29 de Levítico, en donde el día diez del mes séptimo de cada año se efectuaba la expiación, ofreciendo a Dios un sacrificio por el pecado, un macho cabrío que era sacrificado para el pueblo ser reconciliado con Dios.

Y ahora, todo aquello era tipo y figura de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario, el que moriría en Expiación por nuestros pecados y quitaría nuestros pecados y nos justificaría delante de Dios, quedaríamos como si nunca en la vida hubiésemos pecado.

Y ahora, podemos ver que todo ser humano necesita a Cristo como único y suficiente Salvador en este día, tiempo, dispensación de salvación, que es la Dispensación de la Gracia. Y por cuanto todos necesitamos a Cristo como único y suficiente Salvador, como nuestro Redentor, por esa causa es que Cristo dijo a Sus discípulos:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

El que no crea, será condenado en el juicio final y será echado al lago de fuego en alma, espíritu y cuerpo, y dejará de existir, será quemado en alma, espíritu y cuerpo, y por eso dejará de existir.

Pero aquellos que han recibido a Cristo como único y suficiente Salvador al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, creer en Él y arrepentidos de sus pecados recibirlo y ser bautizados en agua en Su Nombre, Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y les da la salvación y Vida eterna, y así esas personas han obtenido la salvación y vivirán eternamente con Cristo en Su Reino.

Vean también lo que nos dice en el capítulo 5 de Segunda de Corintios, versos 14 al 21:

Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron.”

Así que, cuando Cristo murió, nosotros estábamos muriendo con Cristo en la Cruz del Calvario. Cuando Cristo fue sepultado, estábamos siendo sepultados con Él. Cuando Cristo resucitó, estábamos resucitando con Él. Así como Leví estaba en los lomos de Abraham, cuando en el capítulo 14 del Génesis, Abraham diezmó a Dios, y todavía Leví no había nacido; no había nacido Jacob y tampoco había nacido Isaac, pero todos estaban en los lomos de Abraham.

Y así también todos los hijos e hijas de Dios estaban en Cristo, que es el Segundo Adán, el cual se representó en el grano de trigo que caería a tierra, que moriría para llevar mucho fruto, muchos hijos e hijas de Dios. Capítulo 12, verso 24 de San Juan:

Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.”

El grano de trigo es Cristo, y al morir Cristo, luego el Día de Pentecostés nació la planta de trig,o producto de Cristo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; y comenzaron allí a nacer de nuevo hijos e hijas de Dios, nacer en el Reino de Dios, allí estaban naciendo muchos granos de trigo; y luego ha continuado así de etapa en etapa, hasta este tiempo en el cual vivimos, en donde yo nací como un grano de trigo en la planta de trigo, la Iglesia del Señor Jesucristo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Por eso la vida que estaba en Cristo, que es el Espíritu Santo, pasó a la planta de trigo, y de la planta de trigo a los granos de trigo; no se puede obtener el nuevo nacimiento a menos que sea a través de Cristo en Su Iglesia. Así como una persona no puede ser hijo de papá y mamá, a menos que nazca a través de papá y mamá.

Así que, podemos ver que todos estos granos de trigo que nacen en la planta de trigo (la Iglesia), es la familia de Cristo, son hermanos y hermanas de Jesucristo, Cristo dijo: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Aquellos que hacen la voluntad de mi Padre, aquellos que oyen la Palabra de Dios, esos son mis hermanos y mi madre.”

También dice que no se avergüenza de llamarlos hermanos, eso está en Hebreos, capítulo 2: “En medio de la congregación te alabaré (dice).” Por lo tanto, todos los creyentes en Cristo son hijos e hijas de Dios, los nacidos de nuevo, y por consiguiente son hijos del Segundo Adán, o sea, son hijos de Dios por medio de Jesucristo que es el Segundo Adán, y esa es la familia con Vida eterna que ha estado siendo creada por medio de la Palabra creadora del Evangelio de Cristo, han estado naciendo del Agua, de la Palabra, el Agua del Evangelio, y del Espíritu Santo, han estado naciendo en la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo.

Por eso le dijo Cristo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, versos 1 al 6: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.”

Es importante que todos escuchen la predicación del Evangelio de la paz, del Evangelio de nuestra salvación, para que nazca la fe de Cristo en su alma, crean y den testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como Salvador en el día de salvación, que es la Dispensación de la Gracia, la cual comenzó allá con el muerte de Cristo y todavía estamos en la Dispensación de la Gracia.

Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en mi alma, creí, dí testimonio público de mi fe en Cristo, recibiéndolo como mi único y suficiente Salvador y fui también bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo me bautizó con Espíritu Santo y Fuego y produjo en mí el nuevo nacimiento, me dio la Vida eterna, nací en el Reino eterno de Cristo en el día de salvación, en la Dispensación de la Gracia en la cual todavía estamos.

Este es el día en que Dios ayuda a toda persona que recibe a Cristo como Salvador, este es el tiempo aceptable delante de Dios, en que Dios acepta a toda persona que recibe a Cristo como Salvador, este es el día de salvación, el tiempo de salvación y Vida eterna, el tiempo en que Cristo ha estado buscando Sus ovejas y colocándolas en Su redil con Vida eterna.

“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” Dice en San Lucas, capítulo 19, verso 10. O sea, que vino a buscarme a mí y a salvarme a mí. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también, porque este es el día de salvación, el día aceptable delante del Señor.

Si hay alguna persona que todavía no ha venido a los Pies de Cristo en este día, dispensación del salvación, puede hacerlo en estos momentos y yo estaré orando por usted presentándolos a Jesucristo.

Los que están a través del satélite Amazonas o de internet, también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en esta oración, y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo. Vamos a dar unos minutos para que así puedan pasar acá al frente y venir hacia los Pies de nuestro amado Señor Jesucristo.

Es un asunto de salvación y Vida eterna recibir a Cristo como único y suficiente Salvador en este tiempo, en esta Dispensación de la Gracia que es el día de salvación, día de salvación para judíos y gentiles, tiempo de salvación y Vida eterna, día en que el ser humano puede asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.

Los más importante para el ser humano es la vida, y sobre todo la Vida eterna:

Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Dice Jesucristo en San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28).

El propósito de nuestra existencia en esta Tierra es que obtengamos la salvación y Vida eterna para que vivamos con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. Este es el tiempo, el día de la Dispensación de la Gracia, el día de redención para el ser humano, día de salvación, de redención para todo ser humano, para así asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.

La Vida eterna es lo más grande que un ser humano puede recibir de parte de Dios a través de Jesucristo, ninguna otra persona le puede otorgar a usted la Vida eterna. Dice en Primera de Juan, capítulo 5, nos habla de la salvación, y nos dice capítulo 5 de Primera de Juan, verso 10 en adelante:

El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”

La Vida eterna que Dios le ha dado al ser humano está en Jesucristo, y por eso se predica, por eso se predica el Evangelio de Cristo, el Evangelio de la salvación, para que todas las personas vengan a los Pies de Cristo y reciban la salvación y Vida eterna, en el día de salvación que es la Dispensación de la Gracia.

No podemos terminar nuestros días en esta Tierra sin antes haber recibido a Cristo como Salvador y tener segura la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Luego que el ser humano muere, si no recibió a Cristo, pues no tiene Vida eterna y por consiguiente no puede ir al Cielo. Vean, dice:

El que tiene al Hijo, tiene la vida (tiene ¿qué vida? La Vida eterna); El que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”

Aunque esté vivo físicamente, no tiene la Vida eterna que es lo más importante, se conformó con una vida temporal que se le va a terminar y no sabe cuándo se le acabará:

Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”

Y ahora, la buena noticia para los creyentes en Cristo es que tenemos Vida eterna, la hemos obtenido a través de Jesucristo nuestro Salvador.

También en San Juan (todavía vienen más personas, por eso estamos dando tiempo en lo que llegan), capítulo 3 de San Juan, versos 35 al 36, dice:

El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano.

El que cree en el Hijo tiene vida eterna (¿cómo se obtiene la Vida eterna? Creyendo en Jesucristo el Hijo de Dios); pero el que rehúsa creer en el Hijo...”

El que rehúsa creer en Jesucristo, en el Hijo de Dios, vean lo que dice:

... pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida...”

O sea, no verá la Vida eterna, solamente se ha conformado con una vida terrenal que se le va a terminar en algún momento y después no podrá volver a vivir en esta Tierra y disfrutar en el Reino del Cristo, del Mesías, la vida y obtener la felicidad y la paz del glorioso Reino Milenial de Cristo y después por toda la eternidad:

... pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”

Por lo tanto, todos queremos más bien la Vida eterna. Usted no puede comprar la Vida eterna como tampoco pudo comprar la vida terrenal que usted tiene, nadie puede comprar la vida terrenal y mucho menos la Vida eterna, Dios nos otorga la Vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Salvador.

La exclusividad de la Vida eterna la tiene Dios por medio de Cristo, para recibir la Vida eterna de parte de Dios tenemos que recibir a Cristo que tiene la exclusividad de la Vida eterna.

Todavía hay más personas que vienen de camino: vamos a leerles un pasaje que nos da fe y esperanza y nos asegura que Dios por medio de Cristo nos da la Vida eterna, esto fue cuando Cristo fue a resucitar a Lázaro, y en el capítulo 11 de San Juan, versos 22* en adelante dice (Marta le dice):

Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.

Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.

Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.”

En el Día Postrero que es el séptimo milenio, que es el día del Señor y que es el milenio que comenzó hace siete años conforme al calendario de los gentiles.

Durante ese séptimo milenio, que es el día en donde Dios va a establecer el Reino a través de Cristo en la Tierra, es el tiempo también en que en algún año de ese nuevo milenio, resucitará los muertos creyentes en Él y a nosotros los que vivimos nos transformará.

Y entonces seremos eternos físicamente, entonces tendremos la redención del cuerpo, que será nuestra transformación, esa transformación en donde obtendremos un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.

Esa es la manifestación gloriosa de los hijos de Dios por la cual toda la creación gime a una esperando esa adopción, la redención del cuerpo de los hijos e hijas de Dios, para todos ser iguales a Jesucristo, con cuerpo como el de Jesucristo, glorificado y eterno y joven para toda la eternidad, y perfecto también.

Esa es la clase de cuerpo que yo necesito. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también para poder vivir con Cristo en Su Reino que Él establecerá en este planeta Tierra.

Durante la Dispensación de la Gracia el Reino de Cristo está en la esfera espiritual, en donde están naciendo hijos e hijas de Dios por medio de la predicación del Evangelio de Cristo y por medio del bautismo del Espíritu Santo, eso es nacer del Agua y del Espíritu, y luego van a resucitar los muertos creyentes en Cristo y nosotros los que vivimos vamos a ser transformados.

Yo voy a ser transformado y voy a tener un cuerpo joven, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el de Jesucristo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también, es para ustedes esa bendición, pues la promesa es que Él nos ayudaría en el tiempo de salvación, en el tiempo aceptable Él nos aceptó en Su Reino.

Él nos ha dado la salvación y Vida eterna y vamos a vivir con Cristo por toda la eternidad en Su Reino, como Reyes, como Sacerdotes y Jueces, o sea, como miembros del gabinete del Reino de Cristo, como personas de gobierno de ese Reino de Cristo.

Y ahora, podemos ver que todos necesitamos a Cristo y que Dios nos ha enviado a vivir en este planeta Tierra en estos cuerpos mortales, para ser rociados con la Sangre de Cristo al recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador, para así limpiarnos de todo pecado, ser bautizados en agua en Su Nombre y Él bautizarnos con Espíritu Santo y Fuego y producir en nosotros el nuevo nacimiento.

Todo esto es porque nuestros nombres están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, que es el Libro sellado con Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5 y también capítulo 10.

Por lo tanto, todos los que tienen sus nombres en el Cielo escrito en el Libro de la Vida del Cordero, escucharían Su Voz, la predicación del Evangelio de Cristo, Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco como el Padre me conoce, y yo les doy Vida eterna.” Eso está en San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante y también en San Juan, capítulo 10, versos 14 al 18 y también en San Juan, capítulo 8, verso 47 dice:“El que es de Dios, la Voz de Dios oye.”

La Voz de Dios durante la Dispensación de la Gracia es el Evangelio de la Gracia siendo predicado a todos los seres humanos, esa es la Voz de Dios, el Evangelio de la Gracia, el Evangelio de la paz, el Evangelio de nuestra salvación, el Evangelio de Cristo, las buenas noticias de Cristo de salvación y Vida eterna para todos aquellos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, que escuchan Su Voz y lo reciben como único y suficiente Salvador.

El creyere y fuere bautizado, será salvo...” Por esto ustedes están aquí en esta noche luego de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, porque han creído en Cristo de todo corazón, nació la fe de Cristo en vuestra alma.

Si falta alguna persona por venir a los Pies de los que están aquí presentes o de los que están a través del satélite Amazonas o de internet, puede venir a los Pies de Cristo para que quede incluido en esta oración que estaré haciendo.

Vamos a estar puestos en pie por favor, para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo.

Vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, y los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración que estaré haciendo. Nuestros ojos cerrados (los que están en otras naciones también):

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados, creo en Tu Nombre, como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor.

Señor, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, me rindo a Ti, me entrego a Ti en alma, espíritu y cuerpo, sálvame Señor, Te lo ruego. Perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado y bautízame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento.

Señor, quiero nacer en Tu Reino, quiero nacer de nuevo, quiero entrar a Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo, sálvame Señor, Te lo ruego. En Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! (Amén) ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en vuestra alma y lo recibieron como vuestro único y suficiente Salvador. Él dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Esas son las palabras de Cristo, y también en el capítulo 24 de San Lucas, versos 46 en adelante, dice:

Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;

y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.”

El arrepentimiento y el perdón de los pecados Cristo ordenó que se predicase en Su Nombre, porque el ser humano no puede obtener el arrepentimiento y el perdón de sus pecados a menos que sea a través de Jesucristo nuestro Salvador, para entonces recibir la Vida eterna gratuitamente.

Ningún ser humano puede comprar la Vida eterna, Cristo dijo: “¿Qué recompensa dará el hombre por su alma?” no hay recompensa que pueda dar; solamente a través de Cristo podemos obtener la salvación y Vida eterna, porque Él es el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, Él es el único que puede perdonar nuestros pecados y con Su Sangre limpiarnos de todo pecado, ser bautizados en agua en Su Nombre y Él bautizarnos con Espíritu Santo y Fuego y producir en nosotros el nuevo nacimiento.

Ahora, luego de saber que Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, pues ya creí y lo recibí como mi Salvador. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo del alma de cada uno de ustedes. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en estos momentos. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en vosotros el nuevo nacimiento.

La pregunta de vuestra alma es la misma que hicieron el Día de Pentecostés un grupo de personas que escuchó a San Pedro predicando el Evangelio de la Gracia y ellos creyeron, nació la fe de Cristo en sus almas.

Vean, Pedro predicando el Día de Pentecostés en el capítulo 2 del libro de los Hechos, dice:

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

Como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas en aquel día y fueron añadidas a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, ustedes tienen la misma oportunidad que tuvieron aquellos que creyeron cuando San Pedro predicó.

Ahora, ustedes pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. El bautismo en agua no quita los pecados, es tipológico, pero es un mandamiento de Cristo y por consiguiente hay que efectuarlo. En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Cuando la persona es sumergida en las aguas bautismales, es sepultado tipológicamente. Y cuando es levantado de las aguas bautismales, la persona está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.

Pregunto al ministro aquí, doctor Antonio Chiariello: ¿Hay agua? Hay agua. ¿Hay ministros que les bautizarán? ¿Hay personas que les ayudarán a llegar a los vestidores de ropa y cuidarán también de vuestras ropas? Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino de Cristo.

Ustedes también que están en otras naciones, pueden ser bautizados en agua en estos momentos en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Cristo también les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

Dejo al doctor Antonio Chiariello, para que les indique hacia dónde caminar para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos.

EL DÍA DE SALVACIÓN.”