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|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| La Paz sea contigo | 2007-05-13 | 1 | Bogotá D.C. | Cundinamarca | CO | 00:00:00 | false |
Shalom para todos los amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas, o a través de internet o algún otro medio de comunicación. Un cordial saludo al pastor, Reverendo Wilsón Rueda de la Iglesia: “Vida y Libertad;” y también a todos los ministros, los pastores que se encuentran presentes en esta ocasión.
Para esta ocasión leemos en Salmo 122, versos 6 en adelante las palabras del rey David que dicen:
“Pedid por la paz de Jerusalén;
Sean prosperados los que te aman.
Sea la paz dentro de tus muros,
Y el descanso dentro de tus palacios.
Por amor de mis hermanos y mis compañeros
Diré yo: La paz sea contigo.
Por amor a la casa de Jehová nuestro Dios
Buscaré tu bien.”
Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita comprenderla.
“LA PAZ SEA CONTIGO.” SHALOM SEA CONTIGO.
En estos tiempos de tantos conflictos a nivel mundial y también nacional y también en muchos hogares, el anhelo del alma, del espíritu y del cuerpo de cada ser humano es la paz. Pero no solamente es un anhelo, es una necesidad, por lo cual todos están responsabilizados a trabajar para que la familia humana obtenga la paz.
La paz es tan importante, que no importa las riquezas que tenga una persona, si no tiene la paz, no puede ser feliz.
Por lo tanto, todos necesitamos la paz, y viene del Cielo. Es una palabra que viene del Cielo. En una ocasión el Ángel Gabriel cuando le apareció al profeta Daniel y Daniel estuvo muy temeroso, el Ángel le dijo: “La paz sea contigo.” Le habló palabras de paz, y eso quitó el temor de Daniel; y las palabras del Ángel fortalecieron a Daniel.
La paz está en el idioma celestial, viene del Cielo, y encontramos que en medio del pueblo hebreo cuando se saludan, se dicen: “Shalom (paz).” Esa palabra es muy importante para el pueblo de Dios del Antiguo Pacto, del Antiguo Testamento y también del Nuevo Testamento.
La paz está incluida en la bendición que el sumo sacerdote daría al pueblo de Israel. En Números, capítulo 6, versos 22 al 27, le dice Dios a Moisés lo que tiene que hacerle saber al sumo sacerdote Aarón, que era su hermano, y a los hijos de Aarón. Dice:
“Jehová habló a Moisés, diciendo:
Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel, diciéndoles:
Jehová te bendiga, y te guarde;
Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia;
Jehová alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz.
Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.”
Esta palabra contiene un valor que no puede ser contado por las matemáticas, ni puede ser comprado (el significado de esa palabra) con dinero. Dios es el que hace la paz y el que da la paz a Su pueblo. Para que el ser humano tenga paz en medio del pueblo hebreo, el sumo sacerdote bendecía al pueblo y en esa bendición estaba la petición: “Y ponga en ti paz.”
Y ahora, ¿cómo el ser humano puede tener la paz de la cual habla aquí Dios al profeta Moisés y también habló el rey David, cuando dijo: “Y diré yo: la paz sea contigo.”? Todas las cosas en la vida están dentro de un programa, y todo lo que existe tiene una fórmula. Por lo tanto, necesitamos conocer esa fórmula para obtener cada cosa que nosotros deseemos; y por cuanto el alma de todo ser humano anhela la paz, como también las naciones y sobre todo Israel, el cual tiene de todo, menos la paz. Siendo su capital Jerusalén, la ciudad de paz, y sin embargo no tiene la paz.
En una ocasión un embajador, amigo personal mío, estuvo dictando una conferencia en una universidad y hablaba acerca de Israel y decía que Israel tenía de todo, menos la paz; y en otra ocasión dijo que cuando el templo fue destruido por el general romano Tito, la presencia de Dios se fue de Jerusalén; y por consiguiente si se fue la presencia de Dios, se fue el que daba la paz a Israel; pero algún día regresará la presencia de Dios, conforme a las profecías de Ezequiel, capítulo 34, versos 22 al 26, y también Ezequiel, capítulo 37, versos 15 al 28, lo cual será en el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra, en donde estará el Mesías Príncipe sentado en Su Trono en la ciudad de Jerusalén, la cual será, no solamente la capital de Israel sino de toda la humanidad; por eso el Mesías príncipe, que es llamado: “El príncipe de paz,” en Isaías, capítulo 9, traerá la paz para Jerusalén, para todo Israel y para el mundo entero; por eso es el deseado de todas las naciones.
Durante ese Reino del Mesías habrá paz en medio de la familia humana, y por esa causa es que nos dice la Escritura que el lobo y el cordero estarán juntos sin peligro. Isaías, capítulo 11, verso 6 en adelante, dice:
“Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará.
La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja.”
Y ahora, podemos ver que la paz llegará no solamente al ser humano sino a los animales también, porque el Reino del Mesías será de paz, tendrá una cultura de paz y las guerras ya no tendrán lugar, no habrá una cultura de guerra sino de paz y no violencia. El Mesías príncipe es el deseado de todas las naciones, porque todas las naciones desean un rey, un gobernante, que les traiga la paz, la prosperidad, la felicidad, el amor entre todos los ciudadanos de su país. La raza humana tiene la esperanza en la Venida del Mesías.
Ahora, la Venida del Mesías ha estado siendo anunciada por miles de años, y para que el Mesías venga y establezca Su Reino, ha tenido que llevarse a cabo un Programa Divino, en donde el ser humano obtendría la paz de Su alma. En el Antiguo Testamento, en el capítulo 23, versos 26 al 29 de Levítico, nos muestra cómo el ser humano era reconciliado con Dios en el tiempo del Antiguo Testamento. Dice:
“También habló Jehová a Moisés, diciendo:
A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.
Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.
Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”
Aquí tenemos el Programa Divino para el ser humano ser reconciliado con Dios en el Antiguo Testamento, lo cual era tipo y figura de la reconciliación del ser humano con Dios por medio del Sacrificio de Expiación que sería llevado a cabo por el Mesías Príncipe, conforme a Isaías, capítulo 53, verso 10, donde dice (todo el capítulo 53 de Isaías corresponde al Mesías, es un pasaje mesiánico)... Dice:
“Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.
Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.”
Aquí nos habla de la Venida del Mesías para expiar la iniquidad, para quitar el pecado del mundo, y así llevar la iniquidad de Su pueblo. En Daniel también, en el libro del Profeta Daniel nos habla también de la Venida del Mesías y de la muerte del Mesías. En el capítulo 9, versos 22 en adelante (para que todos disfrutemos esta conversación de un ser angelical hablando con una persona que era gobernador allá en Babilonia: Beltsasar, o sea, Daniel), dice:
“Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento.
Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.
Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.
Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.”
En este pasaje nos muestra que el Mesías príncipe morirá, pero no por sí mismo, o sea, que Él no se quitará la vida, sino que le van a quitar la vida. Su muerte será con el propósito de poner fin al pecado y expiar la iniquidad. Por eso cuando Juan el Bautista fue enviado para preparar el camino al Señor, Él tenía que reconocer y presentar ante el pueblo aquél al cual él le estaba preparando el camino; y todo tenía que ser en el tiempo correspondiente para la Venida del Mesías.
En el Antiguo Testamento tenemos la promesa de la Venida del Mesías, y algunas veces hay personas que confunden el doble propósito de la Venida del Mesías, y lo que es la parte primera de la Venida del Mesías y lo que es la segunda parte de la Venida del Mesías; porque la Venida del Mesías tiene dos partes. Por eso se le llama a la primera parte: la Primera Venida de Cristo, y a la segunda parte se le llama en medio del Cristianismo: la Segunda Venida de Cristo.
En la primera parte o primera Venida del Mesías, Él se presentaría para tomar el pecado de Su pueblo, morir como el Sacrificio de Expiación por el pecado, y así quitar el pecado. Por eso es que Juan el Bautista cuando vio a Jesús en San Juan, capítulo 1, estuvo muy feliz al verlo y al ver que vino para estar en una actividad en donde Juan predicaba y bautizaba en el Jordán. Y dice el capítulo 1 de San Juan, versos 25 en adelante, dice:
“Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?
Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis.
Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.
Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.”
Y ahora, tenemos a Juan el Bautista presentando a Jesús como el que quitaría el pecado del mundo, y por consiguiente, esa presentación significa que Jesús tiene que morir como el Sacrificio de Expiación por el pecado de Su pueblo y de toda la humanidad. En San Mateo también nos dice que Él va a quitar el pecado de Su pueblo, Él va a llevar, Él va a salvar a Su pueblo de sus pecados dice el Ángel a José, cuando le apareció en una ocasión en que José pensaba dejar a la virgen María en forma reservada. Dice en el capítulo 1, verso 18 en adelante de San Mateo:
“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.
José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.
Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David (le dice: ‘José hijo de David,’ porque José era descendiente del rey David; aunque era un carpintero era de la familia real, era un príncipe)... José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”
El ser humano no puede comprar en el supermercado o en la farmacia un blanqueador con el cual quitarse sus pecados; solamente está establecido por Dios en Su Palabra la Sangre del Mesías para limpiar de todo pecado al ser humano. No hay otra forma en que el ser humano pueda ser libre de sus pecados. Por esa causa el Mesías príncipe fue anunciado para la primera parte de Su Venida que Él moriría en Expiación por el pecado; y así se haría una realidad lo que en el Antiguo Testamento era el tipo y figura cuando se sacrificaba el macho cabrío de expiación en medio del pueblo hebreo.
Ahora, en el Nuevo Testamento bajo la Dispensación de la Gracia, Israel y todas las personas, o sea, la familia humana, tendría el Sacrificio de Expiación por sus pecados para ser perdonados, ser limpios de todo pecado y ser reconciliados con Dios y obtener la paz para el alma, la paz de Dios para el alma del ser humano que tanto clama por paz.
Y ahora, veamos las palabras del mismo Jesucristo en San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29, esto fue en la última cena allá en Jerusalén, en la víspera de la pascua: durante la noche tomaron la cena:
“Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;
porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”
Y ahora, Cristo aquí trae la revelación de la reconciliación del ser humano por medio de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario para el ser humano obtener la remisión de sus pecados y ser reconciliado con Dios y obtener la paz con Dios. Por eso Cristo cuando estuvo con Sus discípulos, dice a ellos: “Mi paz os dejo, mi paz os doy. Yo no la doy como el mundo la da.” (San Juan, capítulo 14, verso 27).
Y ahora, la paz de Dios se obtiene conforme al Programa Divino por medio de Cristo y Su Sacrificio realizado en la Cruz del Calvario. Esa es la forma, y el camino para el ser humano obtener la paz de Su alma. Cristo dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida; y nadie viene al Padre sino por mí.” [San Juan 14:6] Por lo tanto, el camino de la paz de Dios para el ser humano es Cristo.
El Apóstol Pablo nos dice en su carta a los Efesios, capítulo 2, verso 14 en adelante, dice:
“Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación (y ahora, ¿quién es nuestra paz conforme a las palabras de San Pablo? Es Jesucristo),
aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz.”
Y ahora, podemos ver cómo ha sido hecha la paz de parte de Dios por medio de Cristo para el alma del ser humano.
“...y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo...”
Mediante la muerte en la Cruz del Calvario se ha llevado a cabo la reconciliación del ser humano con Dios. Todo ha sido hecho por Dios a través de Cristo; esa fue la parte más difícil, y le tocó a Dios; la parte más fácil le toca al ser humano: aceptar el Sacrificio de Expiación por sus pecados, llevado a cabo en la Cruz del Calvario, para obtener la reconciliación con Dios, y por consiguiente la paz de Dios en su alma. Sigue diciendo San Pablo:
“Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca;
porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.”
Y ahora Cristo vino y anunció las buenas nuevas de paz. Por esa razón es que al Evangelio de Cristo se le llama: El Evangelio de la Paz. San Pablo también hablándonos acerca del Sacrificio de Cristo en Romanos, capítulo 5, dice aquí algo muy importante, en donde muestra la manifestación más grande del amor de Dios hacia la familia humana. Dice capítulo 5, versos 6 en adelante de Romanos:
“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”
El ser humano sin Cristo está ante Dios como un enemigo de Dios. El ser humano para estar como un amigo de Dios, tiene que ser reconciliado con Dios por medio de Cristo y Su Sacrificio realizado en la Cruz del Calvario. Aún más dice San Pablo en Segunda de Corintios, capítulo 5, dice verso 17 en adelante:
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación (Dios nos ha reconciliado consigo mismo por medio ¿de quién? De Jesucristo, quien fue sacrificado en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación);
que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.”
La Palabra de la reconciliación es el Evangelio de Cristo, donde se muestra a los seres humanos el Programa de Reconciliación del ser humano con Dios, por medio del Sacrificio de Expiación llevado a cabo por Jesucristo en la Cruz del Calvario. Ya no se requiere, y Dios tampoco acepta, sacrificios de animalitos como se efectuaban en el Antiguo Testamento, ya fue hecho un solo Sacrificio perfecto en favor de la familia humana para la reconciliación del ser humano con Dios. No hay otra cosa que usted pueda hacer para ser reconciliado con Dios, solamente hay una y es aceptar lo que Dios hizo en favor de la familia humana.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” [San Juan 3:16]
Por lo tanto, el problema de la raza humana tiene una solución, y la ha dado Dios: Él ha reconciliado al ser humano consigo mismo a través del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario; y esto es para todo ser humano y todos los que reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador, como el Sacrificio de Expiación por sus pecados, es reconciliado con Dios, y entonces viene la paz de Dios al alma de la persona. No puede venir la paz de Dios al alma del ser humano, excepto a través de Cristo, recibiéndolo como único y suficiente Salvador.
Segunda de Corintios 5:20
“Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.”
El propósito de la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario y la predicación del Evangelio de Cristo es la reconciliación del ser humano con Dios, para que así tenga la bendición de la Vida eterna y por consiguiente la paz de Dios en su alma.
Sin Cristo el ser humano permanece con la angustia existencial, pero cuando recibe a Cristo, desaparece, porque entonces sabe de dónde vino, por qué está aquí y hacia dónde va cuando termine sus días aquí en la Tierra; sabe que va al Paraíso donde están los Apóstoles y donde están los diferentes mensajeros de Dios del Programa de la Dispensación de la Gracia, y sabe que resucitará en un cuerpo eterno y glorificado cuando Cristo complete Su Iglesia.
Y si permanece viva la persona en la Tierra y ocurre la resurrección de los muertos en Cristo y la persona es un creyente en Cristo nacido de nuevo y por consiguiente reconciliado con Dios, será transformado y entonces tendrá un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo; y esto está prometido para el tiempo de la final Trompeta, para el tiempo en que Dios estará llamando con la gran Voz de Trompeta a todos Sus escogidos, Sus hijos del tiempo final.
Por lo tanto, “reconciliaos con Dios.” Yo, al recibir a Cristo como mi Salvador, quedé reconciliado con Dios y ahora tengo la paz en mi corazón, la paz de Dios. Bajo el nuevo Pacto el ser humano obtiene la paz de Dios. Siempre hay un pacto y hay una reconciliación para el ser humano obtener la paz. Así es en el Programa Divino. Todos necesitamos la paz en nuestra alma. Sin paz no hay felicidad, sin paz no hay deseo de vivir, no hay deseo de superación.
Por lo tanto, todos por consiguiente necesitamos creer, aceptar el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados que fue realizado en la Cruz del Calvario por Jesucristo, el Hijo de Dios, en quien estaba por primera vez en la historia de la raza humana, a la vista de los que vivieron en aquel tiempo, la plenitud de la divinidad morando en un cuerpo de carne; allí tenemos la trinidad de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo a la vista de todos los seres humanos.
Dios estaba en Cristo reconciliando consigo mismo al mundo. Por lo tanto, el ser humano tiene a su alcance la fórmula para obtener la paz en su alma, la paz de Dios, para que venga del Cielo esa bendición: la paz para su alma, y viva aquí en la Tierra feliz y agradecido a Dios por el privilegio de vivir en este planeta Tierra.
Algunas personas no han comprendido el motivo de su existencia, pero el Apóstol Pedro nos dice cuál es ese propósito. Usted no escogió vivir en esta Tierra y mucho menos vivir en este tiempo; por lo tanto, usted entiende que hay un Ser que ha estado interviniendo para que usted esté viviendo en este tiempo en este planeta Tierra y en el país que está viviendo. Usted necesita comprender todo el propósito para el cual usted ha venido a la Tierra; y para comenzar necesita comprender lo que dice aquí San Pedro. Primera de Pedro, capítulo 1, verso 2 en adelante, dice:
“...elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo.”
El propósito para el cual estamos en la Tierra es para obedecer el Evangelio de Cristo, ser rociados con la Sangre de Cristo y ser por consiguiente limpiados de todo pecado y ser reconciliados con Dios, para así entrar al Reino de Dios y tener asegurado nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, que es el único Reino que tiene promesa de existencia eterna. Los reinos de este mundo son temporales, pero el Reino de Cristo es eterno.
El Reino de Cristo está en la esfera espiritual, pero en el Reino Milenial del Mesías estará físicamente también, y Él será el Rey de Israel y sobre Israel, y de todas las naciones; y en ese Reino es que la humanidad recibirá físicamente la paz. Pero el ser humano en su alma tiene la oportunidad de recibir la paz, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador. Aunque haya conflictos, guerras, problemas, dificultades, en esta vida terrenal, el ser humano puede tener la paz de Dios en su alma por medio de Jesucristo nuestro Salvador.
Hay un Programa Divino por el cual estamos en la Tierra. Estamos pasando por esta etapa, pero hay una nueva etapa que será eterna, a la cual irán todos aquellos que habrán recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, y estarán en Su Reino físico como Reyes y Sacerdotes para Dios.
Por lo tanto, para todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo el futuro es glorioso. Esas personas sí tienen futuro. El futuro está en las manos de Jesucristo. Por lo tanto, toda persona que desea un futuro mejor para sí y para su familia, tiene la oportunidad de recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, para tener así un futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, y así vivir feliz en esta Tierra, dándole gracias a Dios por el privilegio de existir como ser humano y pertenecer por consiguiente a la familia humana, y tener acá en el alma la paz.
Cristo dijo a Sus discípulos (ya resucitado): “Paz a vosotros.”
LA PAZ SEA CON CADA UNO DE USTEDES. PAZ A VOSOTROS, SHALOM A VOSOTROS. LA PAZ SEA CONTIGO Y CONMIGO.
Si hay alguno que todavía no ha recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, y al escuchar la predicación del Evangelio de la paz, del Evangelio de la reconciliación, del Evangelio de la salvación y nació la fe de Cristo en su alma, ya está creyendo en Cristo; porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios, o sea, el Evangelio de Cristo. “Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” [Romanos 10:10]
Ahora tiene la oportunidad de confesar públicamente a Cristo como su único y suficiente salvador, para lo cual puede pasar al frente para rendir su vida a Cristo, recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Yo estaré orando por usted, presentándolo a Cristo en estos momentos.
Por lo tanto, pueden venir a los Pies de Cristo todos aquellos que escucharon y nació la fe de Cristo en su alma y no habían recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Hemos comprendido el porqué Jesucristo siendo el Hijo de Dios tuvo que morir, tuvo que morir por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también: para reconciliarnos con Dios.
Recibir a Cristo es un asunto de Vida eterna. Ninguna persona le puede ofrecer a usted la Vida eterna, solamente hay uno y Su nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Dios le ha dado la exclusividad a Jesucristo de la Vida eterna, y por consiguiente el que desea la Vida eterna, viene a Cristo.
El mismo Cristo hablando dice en San Juan, capítulo 10, comparando a los seres humanos con ovejas y Él comparándose con un pastor de ovejas, dice en el capítulo 10, verso 27 en adelante de San Juan:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna...”
Las personas que oyen la Voz de Cristo y sigan a Cristo, reciben la Vida eterna, Cristo les da Vida eterna. Ahí podemos ver que recibir a Cristo es más que pasar al frente, es un asunto de Vida eterna en donde Él nos otorga la Vida eterna. Por eso venimos a Cristo y lo recibimos como nuestro Salvador, para que Él nos dé la Vida eterna. Usted no encontrará otra persona que le pueda dar la Vida eterna.
Por lo tanto, todos necesitamos a Cristo. Pensar que existimos, estar conscientes de que existimos y comprender que hay la posibilidad de continuar existiendo por toda la eternidad, aunque nuestro cuerpo físico muera, la promesa es que Él nos dará un nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado como el suyo. Jesucristo está tan joven como cuando se fue al Cielo, no se ha puesto viejo, y ya hace dos mil años que se fue al Cielo. Esa es la clase de cuerpo que Él tiene para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también. Es una de las bendiciones que está en la redención.
Todos queremos continuar viviendo, todos queremos un futuro mejor que el que tenemos en la actualidad. Todos queremos asegurar nuestro futuro con Cristo en Su Reino eterno. Ahí es donde hay futuro: en el Reino de Cristo. Todavía continúan viniendo más personas a los Pies de Cristo, que como ustedes, quieren vivir eternamente y han comprendido que hay un Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano, para ser reconciliados con Dios.
No hay otra forma en que el ser humano pueda ser reconciliado con Dios. Y si no hay otra forma, pues no vamos a buscar o a inventar otras formas. Estamos conscientes de que la forma para la reconciliación del ser humano con Dios es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.
Estamos satisfechos con ese Sacrificio y por eso lo hemos aceptado y hemos obtenido la seguridad de que viviremos eternamente con Cristo en Su Reino. San Pablo decía a los Corintios, en el capítulo 5, verso 7: “Porque nuestra Pascua, la cual es Cristo, ya fue sacrificada.” Así como lo que salvó de la muerte a los primogénitos de la familias hebreas en Egipto (cuando la muerte vino sobre los primogénitos en Egipto), lo que salvó los primogénitos de las familias hebreas fue la sangre del sacrificio del cordero pascual que efectuaron en la víspera de la Pascua y aplicaron en el dintel y los postes de los hogares hebreos.
Y ahora, la Sangre de nuestra Pascua, que es Cristo,la Sangre de Cristo ha sido aplicada en el corazón nuestro, en el dintel y los postes de la puerta de nuestro corazón, para así asegurarnos que viviremos eternamente con Él en Su Reino. Si vivir en estos cuerpos mortales por una temporada que en la mayor parte de los casos es menos de cien años, y decimos que es bueno vivir en estos cuerpos y luchamos por continuar viviendo (nadie quiere morir). Por eso comemos, dormimos y así por el estilo: para mantener la vida de nuestro cuerpo; y si es hermoso, agradable, bueno vivir en estos cuerpos, ¿cómo será en un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y joven para toda la eternidad, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo? No hay palabras para expresar lo maravilloso, lo hermoso, lo bueno que será, que va a ser vivir en el nuevo cuerpo que Cristo ha prometido dar a todos aquellos que creen en Él.
Todavía vienen más personas. Mientras llegan, les voy a leer un pasaje muy importante que nos llena de fe y esperanza en Cristo. Fue el caso de Lázaro, el cual murió, Lázaro, el hermano de Marta y María allá murió y ya llevaba cuatro días sepultado, y llegó Cristo. Marta le dice a Jesús. Capítulo 11, verso 21 en adelante, dice [San Juan]:
“Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. ”
Cuando una persona es creyente en Cristo y su familia es creyente en Cristo y muere alguno de la familia, tiene el consuelo de que la persona está en el paraíso en alma y espíritu, y en la resurrección Cristo lo traerá de nuevo y estará con nosotros.
“Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección...”
Y eso también lo saben todos los creyentes en Cristo: que sus familiares que mueren, van a resucitar.
“Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”
El que cree en Cristo aunque muera físicamente volverá a vivir en esta Tierra en un cuerpo eterno cuando Cristo lo resucite en cuerpo incorruptible, o sea, cuerpo inmortal, cuerpo glorificado como el cuerpo que tiene Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, la esperanza de un futuro perfecto y eterno es una realidad para los creyentes en Cristo, y por esa causa al estar reconciliados con Dios por medio de Cristo tienen la paz de Cristo en su alma.
Todavía vienen más personas que quieren tener la paz de Dios por medio de Cristo en Su alma, y que quieren asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Cristo es el único que nos asegura el futuro eterno. Usted no puede ir a una compañía de seguro y decirle: “Yo quiero un seguro de Vida eterna.” Esa clase de seguro solamente la tiene Jesucristo, y tiene un precio que usted no puede pagar. Pero como ni usted ni yo podíamos pagar ese precio, Él lo pagó por nosotros. Un seguro extendido por Cristo para toda persona que lo recibe como único y suficiente Salvador: el seguro de la Vida eterna. Usted no puede encontrar la Vida eterna fuera de Cristo.
Todavía vienen más personas, vamos a dar unos minutitos en lo que llegan y vamos a leer este otro pasaje. Dice capítulo 3, verso 35 al 36 de San Juan, dice:
“El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano.
El que cree en el Hijo tiene vida eterna...”
¿Qué beneficio obtiene la persona que cree en Cristo? La Vida eterna. ¿Y el que no cree en Cristo? Vamos a ver qué no tiene el que no cree en Cristo:
“... pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida (o sea, no verá la Vida eterna, no vivirá eternamente), sino que la ira de Dios está sobre él.”
Así que es un asunto de Vida eterna creer en Cristo y recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador. Todavía veo personas que vienen caminando, vamos a esperar unos segundos; los que están en otras naciones y que están a través de internet o del satélite Amazonas, en conexión con esta actividad, pueden también continuar viniendo a los Pies de Cristo para que sean incluidos en esta oración que estaré haciendo por todos.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. El deseo de Dios es que el ser humano viva eternamente y por esa causa envió a Jesucristo, Su Hijo, al mundo, para morir por mí y por cada uno de ustedes también, para que nosotros podamos vivir eternamente. Esa es la muestra máxima del amor de Dios, y que Dios envió a Su hijo al mundo para morir en expiación por nuestros pecados.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (San Juan, capítulo 3, verso 16)
Ya vamos a orar por las personas que han venido a los pies de Cristo. Todavía veo que vienen más personas. Es que Dios tiene mucho pueblo aquí en Bogotá y en toda la República de Colombia. Y podemos decir que se está llenando el Reino de Dios de colombianos. Pero no en forma indocumentada sino a través de Cristo. Esa es la forma de entrar al Reino de Dios, cualquier otra forma que el ser humano trate de usar para entrar al Reino de Dios, no es aceptada por Dios.
Si falta alguna otra persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir. Recuerde que la decisión más grande que el ser humano hace en su vida es una sola, las demás son pequeñas comparadas con la más importantes. O sea, de todas las decisiones importantes que el ser humano hace, hay una sola que coloca al ser humano en la Vida eterna, ¿cuál es? Recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. No hay otra decisión que el ser humano pueda hacer que lo coloque en la Vida eterna.
Por lo tanto, la decisión más grande que ustedes han hecho en su vida es recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. También yo hice esa decisión y fue la decisión más grande de mi vida. Y la decisión más grande de Dios para que el ser humano obtenga la Vida eterna, fue enviar a Su hijo Jesucristo al mundo para morir en la Cruz del Calvario. La que Dios hizo fue dolorosa, la que nosotros hacemos es maravillosa, trae gozo, trae paz, trae felicidad y el amor de Dios y la paz de Dios, a nuestra alma.
Dios sufrió para que nosotros podamos gozar de la Vida eterna. En las demás naciones a través del satélite Amazonas y del internet pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo; los que todavía no han venido pueden pasar en las demás naciones y también los que están aquí presentes que todavía no han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador. Y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo.
Ya vamos a orar. Si falta alguno por venir, puede venir. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo para orar y con nuestros ojos cerrados, los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Tu Primera Venida y en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano; creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos; reconozco que soy pecador y necesito un Redentor, un Salvador.
Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Sálvame, Señor, Te lo ruego, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado y bautízame con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Señor, sálvame, Te lo ruego. En Tu Nombre eterno y glorioso. Señor Jesucristo. Amén.
Y ahora con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestra alma, y han dado testimonio público de vuestra fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador. Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16)
Y ahora ustedes han creído y lo han recibido como único y suficiente Salvador, y ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestra alma.
Cuando Pedro predicó el Evangelio del Día de Pentecostés, en la mañana de Pentecostés, todos los que creyeron fueron bautizados. Y ahora le preguntaron a Pedro: “¿Qué haremos?”
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos (y para los que están cerca, o sea, para los que estaban allí, para los que están cerca, y para los que estaban lejos, los que estarían en otras naciones o en otras ciudades)...” [Hechos 2:38]
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en estos momentos en el Nombre del Señor Jesucristo como bautizaban los Apóstoles. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Pregunto al ministro si hay agua: hay agua, hay bautisterios. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Hay vestuarios o vestidores de ropa? Hay lugar donde están las ropas bautismales y ahí podrán llegar, hay personas que les ayudarán a llegar, se colocarán las ropas bautismales, ¿y hay ministros que les bautizarán? Hay ministros que les bautizarán. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo ustedes que están presentes, y los que están también a través del satélite Amazonas o por internet. Hay ministros también en donde ustedes se encuentran en otros países que les bautizarán.
En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador muere al mundo, cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado y cuando lo levanta de las aguas bautismales está resucitando, resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua, conscientes de lo que significa el bautismo en agua, recordando que el agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo. El bautismo en agua es tipológico, fue ordenado por Cristo como también la Santa Cena y el Lavatorio de Pies; son ordenanzas de Dios dadas a través de Cristo. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados.
Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad; y que la paz, shalom (el shalom), la paz de Dios sea contigo en tu corazón, desde ahora y para siempre.
Dejo al ministro aquí presente y a cada ministro en cada nación.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos. SHALOM.
“LA PAZ SEA CONTIGO.”