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| La paz del alma | 2007-05-10 | 2 | Bogotá D.C. | Cundinamarca | CO | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, miembros del poder judicial, autoridades políticas, abogados y demás autoridades presentes; y también todos los hermanos y amigos presentes y los que están a través del satélite Amazonas o de internet.
Que las bendiciones del Eterno sean sobre todos ustedes, y en esta ocasión nos abra las Escrituras y nuestro entendimiento para comprender el Programa Divino. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Para esta ocasión leemos en San Juan, capítulo 14, verso 27, donde dice:
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.”
Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra.
“LA PAZ DEL ALMA.”
El ser humano siendo trino, siendo alma, espíritu y cuerpo, es a imagen y semejanza de Dios, porque Dios es trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo; por eso lo más que se parece a Dios es el ser humano, y lo más que se parece al ser humano es Dios.
Y ahora, el ser humano, luego de la caída, ha estado buscando la paz de su alma. La persona puede obtener una educación universitaria, obtener un gran título, o puede convertirse en una persona multibillonaria, y si no tiene la paz en su alma, de nada le sirve. En palabras más claras: todos los millones de pesos o de dólares que pueda tener, solamente son papeles que tienen unos signos y unos números que dicen cuánto es el valor de ellos, pero que no es la paz ni produce la paz.
Solamente hay uno que dice que hace la paz, y por consiguiente ése es el único que le puede dar la paz al alma del ser humano. No hay una persona en la Tierra que pueda darle la paz al alma de una persona, pero hay uno que dijo en Isaías que Él hizo la paz, Él la hizo y por consiguiente Él la otorga a aquel que viene a Él. Él es el que dijo en Isaías 45, versos 5 en adelante:
“Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste,
que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone (o sea, desde el Medio Oriente hasta el continente americano, desde el Oriente hasta el Occidente), que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo,
que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto.”
Y ahora, el que quiere la paz, ya sabe a quién ir, al que hace la paz: a Dios. Para obtener la paz hay un Programa Divino, así como para obtener la paz temporal una nación con otra, hacen pactos políticos, económicos, militares y así por el estilo, para no tener conflictos las unas con las otras [corte de luz]... la carretera al pasar por una parte alta, miraran a la ciudad de ustedes y supieran que sería destruida y el templo y los templos también, de dolor ustedes también llorarían por lo que le vendría a vuestra ciudad; así sucedió con Jesús, diciendo [San Lucas 19:42-44]
“Diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.
Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán,
y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.”
Los ignorantes, sean naciones como individuos, pagarán caro siempre su ignorancia, y no podrán decir que no sabían. El ignorante no debe ser ignorante, debe estudiar, debe conocer las cosas que corresponden a su tiempo.
Y aquí el pueblo hebreo tenía que saber lo que estaba prometido para su tiempo; la promesa era para Israel, que después de las sesenta y dos semanas y siete semanas anteriores, que eran semanas de años, lo cual significaban cuatrocientos ochenta y tres años, luego el Mesías aparecía en la Tierra.
Cuatrocientos sesenta y tres años hasta la Venida del Mesías Príncipe, y moriría para quitar el pecado, moriría como la Expiación por el pecado conforme a Daniel, capítulo 9 y también Isaías, capítulo 53, verso 10: pondría Su vida en Expiación por el pecado; o sea, que el Mesías en Su Primera Venida tenía que morir como el Sacrificio de Expiación por el pecado de todo ser humano, para que todos tuvieran la oportunidad de recibirlo como Salvador, ser limpiados con Su Sangre de todo pecado, ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir de parte de Dios el Espíritu de Cristo y obtener así el nuevo nacimiento, y tener la paz de Dios en su alma, en su corazón; ese es el Programa Divino para obtener la paz del alma que viene del Cielo, de Dios, y que es la paz imperecedera.
Aunque haya guerra en la Tierra, el creyente en Cristo nacido de nuevo tiene la paz acá, aunque no haya paz en la Tierra, pero acá si la hay, porque Cristo es nuestra paz; y si está aquí, tenemos aquí a Cristo que es nuestra paz.
No importa los problemas que el planeta Tierra tenga, la paz de Dios por medio de Cristo está acá en el alma del creyente en Cristo nacido de nuevo.
Y ahora, continuamos leyendo lo que a continuación dice San Pablo en Su carta a los Efesios, capítulo 2, donde nos dice [verso 14]:
“Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación.”
De judíos o hebreos, y de gentiles a hecho un pueblo que es llamado la Iglesia del Señor Jesucristo, ese es un pueblo celestial, el pueblo de los hijos e hijas de Dios, es la Familia de Dios, la descendencia de Dios que han nacido en el Reino de Dios al nacer del Agua y del Espíritu como le dijo Cristo a Nicodemo, cuando le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” [San Juan 3:5]
Nacer del Agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, del Evangelio de la Paz; y nacer del Espíritu es nacer del Espíritu Santo, al recibirlo luego de ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y así la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido del Cielo y por consiguiente ha nacido en y a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, así como para estar viviendo en este planeta Tierra tuvimos que nacer, tuvimos que nacer a través de nuestros padres terrenales. Y el que no nació, pues no vivió, no vivió en esta Tierra o no vive en esta Tierra.
La persona tiene que nacer para vivir en esta dimensión terrenal; y para vivir en la dimensión del Reino de Dios que se encuentra en la esfera espiritual, tiene que nacer de nuevo. Recuerden que Jesucristo es el Segundo Adán, y la Segunda Eva es la Iglesia del Señor Jesucristo, a través de la cual Jesucristo ha estado reproduciéndose en hijos e hijas de Dios.
Todos los miembros de la Iglesia de Jesucristo nacidos de nuevo, son los hijos e hijas de Dios, son descendientes de Dios por medio de nuestro amado Señor Jesucristo, esa es la Familia de Dios, la Familia de la fe, y por eso todos pueden decir a Dios: “Padre nuestro.”
Y ahora, esas son las personas que tienen la paz de Dios en su alma, la han recibido de Dios por medio de Jesucristo, porque Él es nuestra paz.
Y ahora, nos encontramos en la esfera espiritual en el Reino de Dios, del cual Jesucristo es el Rey, Él es el Rey de reyes y Señor de señores, Él es el Rey de la dimensión de Dios, es el Rey de la dimensión de los Ángeles, y es el Rey venidero que establecerá ese Reino de Dios en este planeta Tierra.
Y ahora, tenemos la paz de Dios en nuestra alma. La Tierra tendrá un tiempo en que obtendrá también esa paz de Dios, y también físicamente recibiremos esa paz de Dios cuando nuestros cuerpos sean transformados, sean glorificados y entonces no tendremos conflictos físicos en nuestro cuerpo.
En la actualidad por cuanto todavía no se ha efectuado la redención del cuerpo, que es la transformación de nuestro cuerpo en donde obtendremos un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el de Jesucristo, y joven para toda la eternidad, del cual nosotros podemos decir: “Que venga pronto,” porque si no viene pronto, continuaremos poniéndonos viejos, y al que se pone viejo lo espera la tumba; y no quisiéramos llegar a ese lugar, excepto de visita en algunas ocasiones.
Pero si no ocurre pronto esa resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos y glorificados y jóvenes y la transformación de nosotros los que vivimos, nos espera el sepulcro, pero con la fe de que Él nos va a resucitar; pero yo deseo que llegue pronto el cumplimiento de esa promesa de resurrección para los muertos en Cristo y de transformación para nosotros los que vivimos.
Esa promesa se cumplirá cuando algunos preguntarán: “Cuándo será ese momento? Porque hace miles de años que se ha estado diciendo que Cristo va a resucitar a los muertos creyentes en Él y va a transformar a los que estarán vivos en ese momento.”
Todos los creyentes en Cristo están llamados a esperar ese gran evento en el tiempo que les toca vivir en esta Tierra, no importa que se cumpla más adelante. Por eso en el tiempo de los apóstoles y más adelante estaban esperando la Venida de Cristo y la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de los vivos.
Y ahora, la pregunta es: ¿Por qué se ha predicado tanto de ese tema y todavía no ha ocurrido? Sencillamente porque no puede ocurrir hasta que el último escogido de Dios escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, sea llamado por medio del Evangelio de Cristo y colocado en el Cuerpo Místico de Cristo, o sea, sea redimido, reciba esa redención espiritual y sea colocado por consiguiente en el Reino de Dios, que es el Reino de Cristo que está en la esfera espiritual.
Esa ha sido la causa, porque no se puede perder ningún hijo o hija de Dios. A Dios no se le pierde ninguno de Sus hijos, son parte de Él. Por lo tanto, a través de las diferentes etapas del cristianismo han estado siendo llamados y juntados todos esos hijos de Dios que han venido a la Tierra como almas vivientes para vivir en cuerpos físicos, mortales, temporales, pero con la esperanza de que habrá una resurrección en cuerpos eternos y glorificados.
Por lo tanto, esta etapa que vivimos en estos cuerpos es realmente una visita a esta Tierra por un tiempo, para que comprendamos que estamos aquí con un y para un propósito divino: para ser rociados con la Sangre de Jesucristo y obtener la redención.
El que no entiende el motivo de su existencia en la Tierra, tendrá las mismas consecuencias que tuvo Jerusalén. “Pero el que es de Dios, oye la Voz de Dios,” dijo Jesucristo [San Juan 8:47]. Y Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco como el Padre me conoce, y yo les doy Vida eterna.” [San Juan 10:27-28]
Jesucristo es el único que le puede dar Vida eterna al ser humano. La exclusividad de la Vida eterna la ha dado Dios a Jesucristo, por lo tanto, todo ser humano que viene a este planeta Tierra necesita a Jesucristo.
Jesucristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra; no es un ignorante, es una persona que conoció, que conoce y conocerá toda la sabiduría de Dios, el hombre más sabio que ha pisado este planeta Tierra. Por eso cuando estuvo en Jerusalén frente al templo, dijo: “He aquí uno mayor que el templo.” [San Mateo 12:6]. Y también dijo: “He aquí uno mayor que Salomón.”
No ha pisado este planeta Tierra ningún hombre mayor que Jesucristo, ni el mismo Adán, existió antes de la creación de este planeta Tierra; aquí lo dice San Pablo en Colosenses, capítulo 1, donde fue leído al principio por el doctor Camilo. Dice capítulo 1, verso 15 en adelante de Colosenses:
“El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.”
¿Y qué es la imagen del Dios invisible? La imagen del Dios invisible es el cuerpo angelical de Dios llamado en el Antiguo Testamento, el Ángel de Jehová.
Un espíritu es un cuerpo pero de otra dimensión. Por eso es que cuando apareció el Ángel de Dios, el Ángel de Jehová a los Profetas del Antiguo Testamento, hablaba en primera persona en algunas ocasiones, como Moisés en el capítulo 3 del Éxodo cuando le dijo: “Yo soy el Dios de tu padre,” o sea, Dios de Amram el padre de Moisés, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, así le habló el Ángel de Jehová. ¿Por qué? Porque el Ángel de Jehová es el cuerpo angelical de Dios, donde Dios mora.
Y ahora, ese Ángel le apareció a Jacob también, y Jacob luchó con Él y no lo soltaba, y el Ángel le dijo: “Suéltame porque ya amanece.” O sea, tenía que irse, y Jacob le dijo: “No te soltaré hasta que me bendigas.” [Génesis 32:26] Y así es que como tenemos que agarrarnos de Dios, agarrarnos hasta recibir la bendición de Dios.
Y el Ángel le dijo: “¿Cuál es tu nombre?” Él le dijo: “Jacob.” El Ángel le dijo: “No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido.” [Génesis 32:27-28] Allí estaba luchando con Dios, el cual estaba en Su cuerpo angelical, por eso en ese mismo capítulo 32, versos 32 en adelante Jacob dice que había visto a Dios cara a cara. Vean, aquí mismo lo dice, vamos a leerlo: verso 28 en adelante: [Génesis]
“Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.
Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí.
Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.”
¿Cómo es posible que estaba viendo a Dios cara a cara? Porque estaba viendo el cuerpo angelical de Dios, es como cuando una persona lo ve a usted o usted ve alguna persona, y le dice a otra: “Vi a fulano de tal en tal lugar,” pero lo que vio fue su cuerpo, a la persona en sí, a lo que es la persona en sí no la vio, porque la persona es alma viviente, pero está dentro de ese cuerpo de carne.
También Manoa en el capítulo 13 del libro de Jueces, dice que vio a Dios cara a cara y pensó que iba a morir él y su esposa por esa causa. En San Juan, capítulo 1, verso 18 dice que a Dios nadie le vio jamás, dice: “El unigénito Hijo que está en el seno del Padre, Él le declaró.”
Y ahora, lo que dijeron estas personas como Jacob, como Manoa el padre de Sansón y otras personas que habían visto a Dios cara a cara, ¿sería cierto o no? Ya que la Escritura dice que nadie jamás ha visto a Dios [Primera de Juan 4:12], y también Dios le dijo a Moisés: “No podrás ver mi rostro, porque no me verá hombre y vivirá.” [Éxodo 33:20]
Ambos tienen razón, lo que dice San Juan, capítulo 1, verso 18, que nadie vio a Dios jamás, que jamás nadie ha visto a Dios, dice que el unigénito hijo que está en el seno del Padre, Él le declaró. Era Dios, pero en Su cuerpo angelical, y Su cuerpo angelical es Jesucristo, en Su cuerpo angelical antes de venir a la Tierra en cuerpo de carne.
Luego cuando se hizo carne el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas, luego cuando se hizo carne fue llamado por el nombre de Jesús, que significa Salvador, Redentor, Él es Emanuel, conforme a Isaías, capítulo 7, verso 14 que significa: “Dios con nosotros,” Dios con nosotros en un velo de carne llamado Jesús.
Ahora, podemos ver que Jesús no es cualquier persona, es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, es nada menos que la única persona en donde la plenitud de la Divinidad se ha manifestado, en donde Dios ha estado manifestado, en donde hemos visto la Trinidad Divina: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por eso Él decía que el que hacía las obras era el Padre que moraba en Él.
Y ahora, miren ustedes a continuación aquí en el mismo capítulo 1 de Colosenses, verso 16 dice en adelante:
“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.”
Y ahora, por medio de Jesucristo fueron creadas todas las cosas. ¿Y para quién? Para Jesucristo. Dios por medio de Jesucristo creó todas las cosas, antes de Jesucristo tener Su cuerpo de carne. Dios en Cristo en Su cuerpo angelical, hablaba a existencia las cosas, y las cosas surgían, fue todo creado por el Verbo que era con Dios y era Dios, Dios dentro del cuerpo llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová.
Por lo tanto, Dios creó por medio de ese hombre llamado el Ángel del Pacto, todas las cosas, y ese Ángel del Pacto es Jesucristo en Su cuerpo angelical, que dio en Expiación Su cuerpo físico, Su cuerpo de carne en la Cruz del Calvario, para así que toda persona tenga el Sacrificio de Expiación por sus pecados y pueda ser limpio de todo pecado con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, y pueda obtener la paz del alma y pueda así tener seguro su futuro eterno.
El ser humano se ocupa de su futuro estudiando, obteniendo una buena profesión, obteniendo un buen salario, obteniendo una buena casa, y también enviando a sus hijos a estudiar en la escuela y en la universidad luego, para que tengan un futuro mejor; pero solamente eso es asegurando un futuro temporal, terrenal, que algunas veces ni pueden disfrutar, porque algunas veces en un accidente automovilístico o aéreo pierden la vida, y lo que adelantaron en sus estudios no lo pueden disfrutar.
La forma verdadera de asegurar el futuro es a través de Cristo, porque el futuro eterno es el importante; si usted no asegura su futuro eterno, no puede esperar vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Por lo tanto, la predicación del Evangelio de Cristo nos da la oportunidad de asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, que es el único Reino que tiene promesa de existencia eternamente. Él va a establecer Su Reino físicamente también en la Tierra, y ahí van a estar todos los que le han recibido como único y suficiente Salvador.
Yo voy a estar en ese Reino físico que Él establecerá en la Tierra y que es llamado el Reino de David, el Reino de David que será restaurado, eso será la Venida del Reino de Dios, de la cual y por la cual Cristo dijo que oraran diciendo: “Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad como en el Cielo, también en la Tierra.” [San Mateo 6:10]
Bajo ese Reino del Mesías se hará la voluntad en esta Tierra como se hace en el Cielo, y ahí estarán todos los que han creído en Él y lo han recibido como su único y suficiente Salvador, porque han asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.
Hemos visto que Jesucristo es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, es la persona en la cual moró, mora y morará eternamente Dios en toda Su plenitud, por eso Cristo podía decir: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” [San Juan 14:9]
Y ahora, yo puedo decir: “Yo aseguré mi futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno y tengo Su paz acá en mi corazón.” ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también, ustedes han obtenido la paz del alma que Dios por medio de Cristo les ha dado.
Si hay alguna persona que todavía no ha obtenido la paz del alma a través de Jesucristo, la puede obtener en estos momentos recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, para así asegurar su futuro eterno y vivir feliz, seguro y tranquilo, sabiendo que tiene asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno; eso es lo que le quita la angustia existencial al ser humano, no hay otra cosa que la pueda quitar.
Y ahora, si hay alguna persona que todavía no ha recibido la paz del alma a través de Cristo porque no lo ha recibido como Salvador, lo puede hacer en estos momentos y yo oraré por usted, puede pasar acá al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo.
Cuando la persona escucha la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo, y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación; por eso Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos; mas el que me negare delante de los hombres, yo le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.” [San Mateo 10:32] Si le negamos, Él nos negará; si le confesamos, Él nos confesará; todos queremos que Cristo hable en favor nuestro, nos confiese delante del Padre celestial.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que Cristo les dé la Vida eterna que es lo más grande que un ser humano puede recibir, y solamente la puede recibir a través de Jesucristo.
El privilegio más grande que el ser humano tiene en la Tierra es la oportunidad de obtener la Vida eterna a través de Jesucristo.
Toda persona tiene derecho a la Vida eterna a través de Jesucristo, toda persona tiene derecho a la paz eterna a través de Jesucristo, toda persona tiene derecho a la paz de su alma por medio de Jesucristo.
La raza humana, la familia humana todavía existe porque en lugar del ser humano que tenía que morir en los días de Jesucristo, Jesucristo tomó los pecados de la familia humana y murió en lugar de los seres humanos. Por esa causa es que todavía existe la familia humana y queremos que siga existiendo.
En la víspera de la salida del pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, por orden divina fue sacrificado un cordero pascual en cada hogar hebreo, y su sangre fue aplicada en el dintel y los postes de las puertas de los hogares hebreos, para la preservación de la vida de los primogénitos de cada uno de los hogares hebreos, para que continuaran viviendo, existiendo.
Y Jesucristo, dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 5, verso 7 que es nuestra Pascua, él dice: “Nuestra Pascua, la cual es Cristo, ya fue sacrificada.” ¿Para qué? Para la preservación de la vida de todos aquellos que lo reciben como su único y suficiente Salvador, para que puedan ser preservados para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Los egipcios no tenían ese conocimiento y por consiguiente no sacrificaron un cordero pascual, y cuando llegó el momento de la muerte de los primogénitos en Egipto a la media noche, murió el hijo primogénito del faraón y los hijos primogénitos de todos los egipcios y aun de los animales también (los primogénitos de los animales).
Pero los hebreos habían recibido la revelación de Dios a través de Moisés para la preservación de la vida de los primogénitos: el sacrificio del cordero pascual y su sangre aplicada en los postes y el dintel de las puertas de los hogares hebreos.
Y ahora, para la preservación de nuestra vida, para ser preservados para vivir eternamente, nuestra pascua la cual es Cristo, ya fue sacrificada en la Cruz del Calvario, para que así esta vida que tenemos aquí no sea la única que tengamos, sino que también tengamos la Vida eterna en un cuerpo nuevo y eterno.
Vamos a estar puestos en pie, y en las demás naciones también, pueden también continuar viniendo en las demás naciones todos aquellos que han escuchado y ha nacido la fe de Cristo en su alma y no habían recibido a Cristo como su Salvador, para que así queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por todos los que están aquí presentes y han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión.
También los niños de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo, Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también.
Si falta todavía alguna persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir. Vamos a orar con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, y nuestros ojos cerrados; los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio, el Evangelio de la paz, el Evangelio de salvación y nació Tu fe en mi corazón. Creo en Ti, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo, dado a los hombres en que podemos ser salvos.
Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, Redentor. Señor, salva mi alma, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente Contigo. Señor, sálvame, me rindo a Ti, me entrego a Ti en alma, espíritu y cuerpo, sálvame Señor. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.
Y con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, Cristo ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Él dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16).
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Ustedes me dirán: “Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo, creí, lo recibí como Salvador y ahora quiero ser bautizado en agua en Su Nombre, pues quiero cumplir Su mandato completo. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón.
Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en estos momentos. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, pregunto al doctor Camilo Montoya si hay agua, hay bautisterio: hay bautisterio. ¿Hay ropas bautismales? ¿Hay lugar dónde colocarse las ropas bautismales? Hay lugar también. ¿Hay personas que les ayudarán a llegar al lugar? También hay personas que les ayudarán y cuidarán de vuestras ropas también en lo que ustedes son bautizados. ¿Hay ministros también que les bautizarán? Hay ministros que les bautizarán.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en estos momentos. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, así como en el tiempo de los apóstoles, que cuando predicaban el Evangelio de Cristo y creían las personas, eran bautizadas en ese momento las personas.
Hubo un hombre que escuchó el evangelista Felipe cuando iba en su carro, y cuando vio un lugar con agua le dice a Felipe: “Aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado?” [Hechos 8:36] Y Felipe le hace algunas preguntas y él le dice, le contesta correctamente, y él le dice entonces que sí puede ser bautizado. Bajaron del carro y fue bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesús.
Pues la meta es que la persona llegue a obtener el nuevo nacimiento y por consiguiente entre al Reino de Dios, el Reino de Cristo.
Es como cuando la mujer está embarazada, la meta es que nazca el niño, y la meta es que nazcan los niños y niñas en el Reino de Dios por medio del Agua y del Espíritu, por medio de creer en Cristo al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, ser bautizados y recibir el Espíritu de Cristo, y así nacer como un bebé en el Reino de Cristo, y luego continuar creciendo en el Reino de Cristo.
Así que, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad. Y que la paz de Dios reine en vuestras almas.
Que Dios me los bendiga a todos y muchas gracias (a usted también), y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Dejo al doctor Camilo Montoya, para que a continuación les indique hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y los que están en otras naciones, también pueden ser bautizados en agua en estos momentos, los que han recibido a Cristo como Salvador, para lo cual dejo al ministro correspondiente de cada nación.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos.
“LA PAZ DEL ALMA.”