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Los pacificadores bienaventurados 2007-03-18 1 Villahermosa Tabasco MX 00:00:00 false

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes aquí en Villahermosa, Tabasco, República Mexicana; y también los que están a través del satélite Amazonas o de internet participando de esta actividad.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y nos alimente nuestra alma con Su Palabra en esta ocasión. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

En estos días, el día 15 y 16 tuvimos las actividades del Primer Gran Forum Internacional por la Paz, Tabasco 2007 (el cual fue un éxito) en donde un grupo de embajadores de diferentes países estuvo presente tomando parte y fue de mucho beneficio para la ciudad de Villahermosa y para todo el Estado de Tabasco. Se dio a conocer en este gran Forum Internacional de la Paz, que Villahermosa y todo el Estado de Tabasco quieren la paz, como también toda la humanidad quiere la paz.

Yo agradezco y aprecio la participación que tuvo el Estado de Tabasco representado en la persona de su honorable gobernador, el químico Andrés Rafael Graniel Melo de este Estado de Tabasco, al cual ustedes escucharon hace algunos minutos. También agradezco la presencia de ustedes allá en ese Forum (todos los que estuvieron allá). De parte de AMISRAEL mi agradecimiento.

Para esta ocasión leemos en el capítulo 5 de San Mateo, versos 1 al 12, donde nos dice:

Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.

Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:

Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.

Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Tomando el verso 9, del cual tomaremos el tema, leemos:

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.”

LOS PACIFICADORES BIENAVENTURADOS.”

Hay una bendición grande para los pacificadores, y de entre todos los pacificadores, el mayor es nuestro amado Señor Jesucristo, el cual ha enseñado que todos seamos pacificadores: una persona que lucha por la paz entre las personas, y entre los pueblos.

La humanidad ha tenido muchos pacificadores de los cuales el más grande ha sido nuestro amado Señor Jesucristo, el cual en estas bienaventuranzas muestra lo que será y cómo será Su Reino cuando sea establecido por Él en este planeta Tierra. Siendo que Jesucristo es el pacificador por excelencia, Él tendrá en Su Reino una cultura de paz, para que así pueda imperar el amor entre los seres humanos y entre las naciones.

Por cuanto el fruto de la justicia es la paz, como dice Dios a través del profeta Isaías, en el capítulo 32, verso 17, podemos ver que ese Reino del Señor Jesucristo será un Reino de justicia.

Vean aquí en el capítulo 11, nos dice (hablando del Mesías príncipe que ha de venir):

Saldrá una vara del tronco de Isaí (o sea, un descendiente de Isaí), y un vástago retoñará de sus raíces.

Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.

Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos;

sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío.

Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura.”

Aquí nos muestra que este Príncipe, el cual es el Mesías y el cual es el Príncipe de paz, será el que establecerá la Justicia divina en la Tierra; y por cuanto el fruto de la justicia es la paz, habrá un Reino de paz, tendrá una cultura de paz, la cual será enseñada a todos los seres humanos. Por eso en ese mismo capítulo 11, verso 9, dice:

No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.”

Y ahora, la Tierra va a ser llena del conocimiento de Dios, y por consiguiente habrá esa enseñanza que dará el conocimiento de Dios y todos conocerán a Dios, conocerán las leyes divinas, y conocerán que Dios es un Dios de paz y que Su Reino es un Reino de justicia y de paz. Habacuc también dice en el capítulo 2, verso 14:

Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar.”

O sea, que habrá una enseñanza de parte de Dios, la cual será el Evangelio del Reino; y a través del Evangelio del Reino la humanidad tendrá una cultura de paz, la cual obtendrá en y de la enseñanza del Evangelio del Reino de Dios; y por consiguiente habrá prosperidad, habrá salud, habrá comprensión y amor en los corazones de todos los seres humanos. Tenemos que recordar que la paz es lo que asegura el futuro de los pueblos, las naciones y los individuos. Sin paz hay violencia, hay guerra, y hay tristeza y ausencia de la felicidad.

Por lo tanto, la garantía del amor, la justicia, la prosperidad y la felicidad para los pueblos y naciones y lenguas e individuos, es la paz; y por consiguiente tienen que existir pacificadores en la Tierra que promuevan la paz para todos los individuos en todos los niveles. Jesús es el Príncipe de paz, de la paz imperecedera.

Este es un tiempo de mucha confusión a nivel mundial, y se requiere que haya pacificadores, los cuales son bienaventurados, y tendrán una bendición muy grande en el Reino de Dios. Los pacificadores tienen la promesa grande de parte de Dios de que van a recibir una bendición, una bendición tan grande que es llamada como sigue, dice:

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.”

Y ahora, si serán llamados hijos de Dios, tienen que nacer de nuevo, por lo cual escucharán la predicación del Evangelio de Cristo, lo recibirán como Salvador, serán bautizados en agua en Su Nombre, Cristo los bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y obtendrán el nuevo nacimiento, así nacen en el Reino de Dios como hijos e hijas de Dios; y llevan el mensaje de la paz, el mensaje para pacificar a individuos como a naciones, para que se detengan los conflictos, se paren las guerras y el ser humano pueda alcanzar la paz y la felicidad para esta generación y para las generaciones por venir, y puedan vivir en paz, en amor y en prosperidad todas las familias de la Tierra.

Por lo tanto, esa bendición de ser llamados hijos de Dios, es para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también. Miren aquí cómo dice Cristo en San Juan, capítulo 1, verso 11 al 13:

A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron (o sea, vino al pueblo hebreo, Su pueblo, y ellos no lo recibieron, no recibieron a Cristo).

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

Estas son las personas que menciona Jesucristo aquí, que son los hijos e hijas de Dios. Les es dada potestad de ser hechos hijos de Dios. En Primera de Juan, capítulo 5 también hay un pasaje muy importante que nos dice de la siguiente manera y lo vamos a leer porque tiene un valor muy grande para los seres humanos. Capítulo 5, verso 12, dice:

El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”

Y ahora vean, estas personas reciben esa bendición tan grande de ser hechos hijos e hijas de Dios y por consiguiente tener la Vida eterna, pues la Vida eterna es lo más grande que un ser humano puede tener. No hay otra cosa más importante que la Vida eterna.

También dice en otros pasajes de la Escritura que somos llamados hijos de Dios, y esto es una bienaventuranza, pues ser hijos de Dios es la cosa más grande que una persona puede ser; pues la persona es hijo del Ser más grande y más importante del Universo, hijo del creador de los Cielos y de la tierra. En el capítulo 3 de Primera de Juan, también dice (verso 1 al 2):

Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.

Amados, ahora somos hijos de Dios (no es que vamos a ser, es que somos hijos de Dios, “ahora somos hijos de Dios”), y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es.”

Y ahora, toda persona creyente en Cristo nacida de nuevo es un hijo o una hija de Dios, y todavía no se ha manifestado lo que hemos de ser, todavía no tenemos el cuerpo físico, eterno, joven, inmortal, incorruptible, y todavía no estamos en el Reino literal de Cristo reinando con Él; pero todas esas cosas son para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también.

Todo hijo e hija de Dios es el que ha nacido de nuevo del Agua y del Espíritu, y por consiguiente ha nacido en el Reino de Dios; así como para vivir en este reino terrenal tuvimos que nacer, nacer de nuestros padres terrenales. Y para ser del Reino celestial, tenemos que nacer del Padre celestial, de Dios.

Por lo tanto, toda persona que quiere, no solamente ser llamado hijo de Dios, sino ser un hijo de Dios, necesita a Cristo, porque Dios por medio de Cristo ha estado creando una nueva raza de hijos e hijas de Dios, pues Jesucristo es el Segundo Adán; y la descendencia de Cristo, el Segundo Adán, son todos los creyentes en Él nacidos de nuevo, los cuales forman la Iglesia del Señor Jesucristo desde su comienzo hasta su final, hasta que se complete Su Iglesia; y así se habrá completado la Familia de Dios, los hijos e hijas de Dios, se habrá completado la realeza del Reino celestial, para luego ser establecido ese Reino celestial en esta Tierra, y el Mesías Príncipe gobernar, reinar y traer la paz imperecedera para la humanidad.

Y todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, tendremos un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Cristo; y en ese Reino estaremos como Reyes, como Sacerdotes y como Jueces; porque todos los hijos e hijas de Dios, las personas nacidas de nuevo son hijos de Dios por medio de Cristo, esa es la descendencia de Cristo, esa es por consiguiente la casa de David, la familia de David, la dinastía de David, el tabernáculo de David que ha estado siendo restaurado y que son los miembros de la realeza del Reino celestial que vendrán con el Mesías Príncipe para establecer el Reino aquí en la Tierra. Y en ese Reino estarán en el nivel más alto, el de la realeza.

Por eso estarán como el gabinete de gobierno de ese Reino, gobernando con Cristo como Reyes; y en la parte espiritual o religiosa son Sacerdotes según el Orden de Melquisedec; como también Cristo, el Mesías, es el Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec del Templo celestial. Y por cuanto va a ser establecido el Reino de Dios en la Tierra, ese Reino celestial tendrá en la Tierra a todos esos miembros de la realeza celestial, por consiguiente tendrá todo ese Orden de la realeza y tendrá también la realeza del sacerdocio, que es la de Melquisedec, del Templo celestial, y por consiguiente va a estar aquí en la Tierra establecida esa línea sacerdotal, de la cual Cristo es el Sumo Sacerdote.

Por lo tanto, el Reino del Mesías Príncipe, la realeza del Reino celestial estará en la Tierra y estará gobernando con Cristo, porque Cristo es la cabeza de esa Familia de Dios; y estará el Orden celestial siendo establecido en la Tierra, el Orden celestial del sacerdocio del cual somos sacerdotes y Cristo es el Sumo Sacerdote; y también el Poder Judicial, el Orden del Poder Judicial del Cielo va a estar establecido en la Tierra, y Cristo es el Juez supremo en Su Reino de ese Orden Judicial. Él es el que juzgará a los vivos y a los muertos.

Y ahora, todo el Orden celestial va a ser establecido en ese Reino terrenal, que será el Reino de David restaurado en medio del pueblo hebreo. Ese Reino se extenderá sobre el planeta Tierra y gobernará sobre todas las naciones. Habrá un Rey sentado sobre el Trono de David, y habrá Reyes en las diferentes naciones que gobernarán, reinarán, bajo la Corona del Rey de reyes y Señor de señores, del Mesías Príncipe que estará sentado sobre el Trono de David en Jerusalén. Tan simple como eso.

Y por cuanto Cristo es el Pacificador por excelencia y todos los creyentes en Él son pacificadores, por consiguiente tendrá una cultura de paz y no violencia, ese Reino. Ahí es donde la humanidad alcanza la cúspide de la felicidad. No hay felicidad sin paz. Por lo tanto, habrá felicidad porque habrá paz; y habrá paz porque habrá justicia, porque Cristo es el Príncipe de la Justicia. Él es el Juez supremo de la Corte Suprema del Cielo y también de ese Reino que será establecido.

La Escritura nos dice, Pablo hablándonos nos dice en el libro o epístola de Corintios (Primera de Corintios), capítulo 6, dice [verso 2 al 3]:

¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?

¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?”

Y ahora, no solamente los santos, los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, van a juzgar al mundo, sino que también a los ángeles que pecaron contra Dios. ¿Y por qué van a juzgar al mundo los santos? Porque pertenecen al Poder Judicial del Cielo, que será establecido en este planeta Tierra; y por consiguiente tendrán la facultar de juzgar. Vean aquí también en el capítulo 20 del Apocalipsis, dice del verso 4 al 6:

Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar...”

O sea, que ahí estarán los santos, los hijos e hijas de Dios como Jueces en esa Corte del Reino del Mesías; o sea, que la posición de un creyente en Cristo nacido de nuevo, de un hijo o hija de Dios, es la más alta en el Cielo y en la Tierra; a todo lo que Jesucristo es heredero somos también nosotros coherederos. Él es el Sumo Sacerdote, nosotros somos Sacerdotes de ese Orden de Melquisedec, juntamente con Él. Él es Rey, nosotros somos Reyes también con Él; Él es Juez supremo, nosotros somos Jueces también con Él; Él es el Príncipe de paz, el Pacificador más grande que ha pisado este planeta Tierra, nosotros somos pacificadores también.

Él nos enseña la paz por medio de Su Evangelio: el Evangelio de Cristo ha colocado en medio de la cultura de todas las naciones, una cultura de paz; y por consiguiente por medio de la enseñanza del Evangelio se trae esa cultura de paz al corazón de cada ser humano y al corazón de los pueblos y de las naciones; o sea, a los líderes de los pueblos y de las naciones, que es el corazón de ellos; sus reyes, sus presidentes y demás autoridades de gobierno.

Por lo tanto, las autoridades tienen una responsabilidad muy grande y es de recibir una cultura de paz siendo enseñada a través del Evangelio de Cristo, para que todos seamos pacificadores y tengamos todos la bendición de ser llamados: “Hijos e hijas de Dios.” Toda persona necesita a Cristo para que Cristo produzca en el individuo el nuevo nacimiento, y así nazca en el Reino de Dios como un hijo o una hija de Dios.

El Reino de Dios se encuentra en la esfera espiritual, y por eso entramos en la esfera espiritual al Reino de Dios. Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” [San Juan 3:5] Estas mismas personas serán las que también entrarán al Reino de Dios físicamente con cuerpos eternos y glorificados para ocupar la posición de Reyes, Sacerdotes y Jueces.

Ahora, podemos ver todo lo que está aquí ligado a estas Palabras de Cristo cuando nos dice:

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.”

Toda persona quiere ser llamada: “hijo” o “hija de Dios,” ése es el anhelo del alma de todo ser humano, para lo cual necesita nacer de nuevo, nacer como un hijo o una hija de Dios en el Reino de Dios que es el Reino de Cristo; y por consiguiente necesita a Cristo. Yo lo recibí, fui bautizado en agua en Su Nombre arrepentido de mis pecados, y Él me bautizó con Espíritu Santo y Fuego, y produjo en mí el nuevo nacimiento; nací en Su Reino como un hijo de Dios.

Recuerden que siempre para la persona ser llamada: “un hijo,” tiene que haber nacido; a los que nacen es que se les llama: “hijos.”

Y ahora, se requiere nacer del Agua y del Espíritu para ser llamado: “hijo,” o “hija de Dios,” y tener la Vida eterna, que es otorgada por Dios a través de Cristo. Así como nuestros padres terrenales nos otorgaron la vida terrenal, pues no tenían Vida eterna, porque el ser humano la había perdido en el Huerto del Edén al pecar contra Dios. Pero ahora Dios por medio de Cristo nos otorga la Vida eterna, para lo cual lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador, y nos coloca dentro de un nuevo Pacto para así tener la paz de Dios y de Su Reino acá en nuestra alma.

Por eso Cristo dijo: “Mi paz os dejo, yo no os la doy como el mundo la da.” [San Juan 14:27] Es la paz de Dios, la paz del Cielo para todo ser humano. Todo ser humano quiere la paz del Cielo, la paz de Dios; y solamente la obtenemos a través de Jesucristo. Por medio de Jesucristo tenemos paz para con Dios. No hay otra forma para obtener la paz con Dios.

Así que toda persona necesita a Cristo para obtener la paz y ser un pacificador del Cielo llevando el mensaje de la paz. En Isaías, capítulo 52, verso 5 al 7; y Romanos, capítulo 10, nos dice en el verso 15, que son hermosos los pies del que sobre los montes anuncia la paz. Vamos a ver cómo lo dice San Pablo en el capítulo 10 de Romanos, verso 15, dice:

¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”

Y ahora, bajo la predicación del Evangelio de Cristo, el Mensaje anuncia la paz de Dios a través de Jesucristo; y son bienaventurados y son bendecidos los que anuncian la paz, los pies de los que anuncian la paz, pues tienen el calzado del Evangelio de la paz, el Evangelio de Cristo.

Ser un hijo de Dios es la cosa más grande que una persona puede ser, lo cual le garantiza la Vida eterna en y con Cristo en Su Reino eterno; y en adición todas esas bendiciones de ser Reyes con Él en Su Reino, ser Sacerdotes con Él en Su Reino, ser Jueces también con Él en Su Reino y ser por consiguiente los miembros de la realeza de ese Reino de Dios que será establecido en la Tierra y que llenará el planeta Tierra completo.

Todo pueblo, nación y lengua, pertenecerá a ese Reino del Mesías, y por consiguiente recibirán la justicia y la paz imperecedera.

LOS PACIFICADORES BIENAVENTURADOS.”

Eso es lo que son todos los creyentes en Cristo, los cuales son llamados: “hijos de Dios.” Cuando tengamos el nuevo cuerpo eterno, la labor será más fácil, porque en ese cuerpo eterno tendremos todo el poder de Dios manifestado; y por consiguiente en la labor que realizaremos quedará establecida la paz.

Cristo con Su Iglesia establecerá la paz en este planeta Tierra, al establecer Su Reino. Y los miembros de Su Reino ¿dónde están? Son todos los creyentes en Cristo: ustedes y yo. Y todos ustedes que están a través del satélite Amazonas o de internet o a través de algún otro medio de comunicación, creyentes en Cristo nacidos de nuevo que llevan el Evangelio de la paz, el Evangelio de Cristo a todo ser humano, obedeciendo el mandato de Cristo que dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Y ahora, se ha predicado el Evangelio de Cristo y ha nacido la fe de Cristo en el alma de los que todavía no habían recibido a Cristo como Salvador, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios, o sea, el Evangelio de Cristo. Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” [Romanos 10:10]

Ahora llegó el momento en que usted que no había recibido a Cristo como Salvador, lo puede hacer confesándolo públicamente como vuestro único y suficiente Salvador; y así dando testimonio de la fe de Cristo en su alma. Vamos a dar unos minutos mientras llegan las personas que quieren dar testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como su único y suficiente Salvador; quieren ser llamados “hijos e hijas de Dios,” quieren nacer del Agua y del Espíritu, quieren nacer en el Reino de Cristo como hijos e hijas de Dios.

El que no nazca de nuevo, el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede ver y no puede entrar al Reino de Dios. Y todos queremos entrar y vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Pueden venir a los Pies de Cristo todos los que no lo habían hecho, estaré orando por ustedes para que Cristo les reciba en Su Reino y les dé la salvación y Vida eterna.

LOS PACIFICADORES BIENAVENTURADOS.”

Cada día se unen miles de personas o millones de personas a Cristo, y vienen a ser pacificadores bienaventurados, personas que obtienen la paz para con Dios a través de Cristo y la promueven, promueven esa paz llevando el Evangelio de Cristo; y son pacificadores activos extendiendo el mensaje de la paz, el mensaje de la paz para con Dios a través de Jesucristo nuestro Salvador. Eso es el Evangelio de Cristo, el mensaje que promueve la paz imperecedera de Dios a través de Cristo.

Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad y en todo el Estado de Tabasco y en toda la República Mexicana y los está llamando para colocarlos en Su Reino con Vida eterna. Es Vida eterna la que recibimos a través de Jesucristo, es la Vida de Dios, la Vida eterna, la misma vida que estaba en Cristo pasa a todos los creyentes en Cristo; y eso es la Vida eterna, la Vida de Dios, la Vida imperecedera.

Todavía continúan viniendo más personas a los Pies de Cristo, que como ustedes quieren la salvación y Vida eterna y vivir por consiguiente eternamente en un Reino de justicia, de paz, de armonía, de amor y felicidad; y ése es el Reino de Jesucristo que Él establecerá en la Tierra muy pronto cuando complete el número de Su Iglesia, el número de los escogidos, los cuales estarán con Cristo en ese Reino físico; así como lo están en Su Reino espiritual, así como entran a Su Reino espiritual luego entrarán al Reino físico con cuerpos eternos; y por consiguiente con Vida eterna.

La Vida eterna es lo más grande que un hombre puede recibir y tener. No hay otra cosa más grande que la Vida eterna, todos necesitamos recibir la Vida eterna y solamente la podemos recibir a través de Jesucristo. No hay otro Salvador, no hay otro redentor. Dios nos ha dado Vida eterna y esta Vida está en Su Hijo. Por eso se les da la oportunidad a las personas para que reciban a Jesucristo, el Hijo de Dios, y obtengan la Vida eterna.

Todavía continúan viniendo más personas, que como ustedes quieren recibir la Vida eterna a través de Cristo y obtener la felicidad eterna en el Reino de Cristo y vivir en paz estando aun en estos cuerpos mortales y luego en los cuerpos inmortales que Él nos dará.

Dios tiene mucho pueblo y la evidencia de eso es que ustedes están aquí, ustedes están aquí recibiendo a Cristo como Salvador, porque Dios tiene mucho pueblo en Villahermosa, en el Estado de Tabasco y en toda la República Mexicana, y los está llamando en este Día Postrero, en este tiempo final, llamándolos a Su Reino.

Estamos dando unos segundos más porque todavía vienen más personas de camino, que como ustedes han tenido la bendición de la fe de Cristo naciendo en sus almas y por consiguiente creyendo en Cristo y ahora están viniendo para dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como único y suficiente Salvador.

La decisión más grande que un ser humano pueda hacer es una sola, es recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, porque esa es la decisión que coloca al ser humano en la Vida eterna y por consiguiente en el Reino eterno de Dios. Ya vamos a orar. Todavía vamos a dar unos segundos en lo que llegan las personas que vienen de camino, vamos todos a estar puestos en pie para orar y damos unos segundos en lo que llegan las personas que faltan por venir.

Dios tiene mucho pueblo y los está llamando. Si oyes hoy Su Voz no endurezcas tu corazón, Él te está llamando para darte la Vida eterna y asegurarte tu futuro eterno con Él en Su Reino eterno.

Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, los que están aquí presentes y los que están también en otras naciones: niños, jóvenes, adultos, ancianos, todos los que no han recibido a Cristo lo pueden hacer viniendo a los Pies de Cristo en estos momentos; ustedes que están en otras naciones y también los que están aquí presentes.

La persona no sabe cuántos días le faltan por vivir en la Tierra, y por consiguiente tiene que asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, porque si la persona muere sin Cristo, no tiene esperanza de volver a vivir, no tiene esperanza de vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Todavía veo que vienen más personas, vamos a orar, pero vamos a dar unos segundos en lo que llegan y ya estaremos orando por todos ustedes.

El alma de cada persona tiene hambre y sed de Dios, tiene hambre y sed de oír la Palabra de Dios, tiene hambre y sed de Vida eterna, tiene hambre y sed de salvación y Vida eterna, pues todos queremos vivir eternamente. Y Dios hizo el Camino a la Vida eterna, el cual es Cristo. Él mismo dijo en San Juan, capítulo 14, verso 6:

Yo soy el camino, la verdad y la vida; y nadie viene al Padre sino por mí (o sea, que no hay otra forma de llegar a Dios, solamente a través de Cristo porque Él es el Camino).”

Para recibir la Vida eterna de parte de Dios tenemos que recibir a Cristo; es a través de Cristo que Dios nos da la Vida eterna. Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, y repitan conmigo esta oración las personas que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, tanto los que están aquí presentes como los que están en otras naciones. Con nuestros ojos cerrados repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón; creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos. Señor, reconozco que soy pecador y reconozco que en Tu Nombre está la bendición de la Vida eterna, porque no hay otro nombre bajo el Cielo en que podamos ser salvos.

Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti, creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Nombre y creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano; y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Me rindo a Ti, me entrego a Ti en alma, espíritu y cuerpo. Sálvame, Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso. Sálvame, Señor, bautízame con Espíritu Santo y Fuego y sea producido en mí el nuevo nacimiento.

Señor, sálvame, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado y bautízame con Espíritu Santo y Fuego, y sea producido en mí el nuevo nacimiento, y nazca yo a la Vida eterna Contigo en Tu Reino eterno. En Tus manos me encomiendo. Sálvame, Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y con nuestras manos levantadas a Cristo al Cielo, decimos: ¡La Sangre de Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en vuestra alma y lo recibieron como único y suficiente Salvador, dando testimonio público así de vuestra fe en Cristo.

Y ahora, por cuanto Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Ustedes me dirán: “Escuché la predicación del Evangelio de Cristo, creí y lo recibí como mi Salvador; y ahora quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible en el Nombre del Señor Jesucristo, ¿cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de vuestras almas. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en estos momentos. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, tanto ustedes que están presentes como los que están en otras naciones.

El bautismo en agua es simbólico. El agua no quita los pecados del ser humano, solamente la Sangre de Cristo es la que nos limpia de todo pecado. El bautismo en agua representa que usted se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección; o sea, representa que usted murió con Cristo, fue sepultado con Cristo y resucitó con Cristo; y ahora usted se identifica con Él en Su muerte, sepultura y resurrección. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego.

Pregunto al reverendo Andrés Cruz Gallego si hay agua: hay agua, hay bautisterios. ¿Hay ministros que les bautizarán? Hay ministros que les bautizarán también. También hay ministros que les bautizarán. ¿Hay también ropas bautismales? Hay ropas bautismales también a ambos lados. ¿Hay vestidores de ropa también? Hay vestidores de ropa donde colocarse las ropas bautismales. ¿Hay personas que les ayudarán a llegar también a los vestidores? También hay personas que les ayudarán; y también estarán cuidando de las ropas en lo que ustedes son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad.

Dejo aquí al reverendo Andrés Cruz Gallego para que les indique hacia dónde caminar para colocarse las ropas bautismales.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Cristo, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad.

Muchas gracias.

LOS PACIFICADORES BIENAVENTURADOS.”