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| El paso del Jordán | 2005-10-30 | 1 | São Paulo | São Paulo | BR | 00:00:00 | false |
Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes, y los que están través de internet o del satélite en otras naciones; es una bendición grande para mí estar con ustedes en esta ocasión.
Para esta ocasión leemos en Josué, capítulo 1, versos 1 al 3, donde dice:
“Aconteció después de la muerte de Moisés siervo de Jehová, que Jehová habló a Josué hijo de Nun, servidor de Moisés, diciendo:
Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y pasa este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel.
Yo os he entregado, como lo había dicho a Moisés, todo lugar que pisare la planta de vuestro pie.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “EL PASO DEL JORDÁN.”
El pueblo hebreo es el pueblo creado por Dios, la nación creada por Dios. Dios los libertó de la esclavitud en Egipto, y los llevó a la tierra prometida, para establecerlos allí como una nación libre y soberana.
Ahora, el pueblo hebreo siendo el pueblo de Dios, la nación creada por Dios, su trayectoria es muy importante, es muy significativa. En el pueblo hebreo se reflejan cosas muy importantes.
Ahora, el pueblo hebreo en Egipto esclavizado, tipifica a todos los hijos e hijas de Dios esclavizados en el Egipto espiritual; y el Egipto espiritual es el mundo y el mundo del maligno perteneciente a la quinta dimensión; ese mundo invisible que las personas no pueden ver, pero que es el mundo que gobierna esta dimensión terrenal.
Ahora, encontramos que desde que el ser humano pecó, toda la herencia del ser humano pasó a las manos del diablo, o sea, de Satanás, y por consiguiente todo quedó preso en el reino de las tinieblas.
Y ahora, de ese reino de las tinieblas es que Dios va a libertar a todos los hijos e hijas de Dios, y eso está tipificado en Dios libertando al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto. Egipto representa el reino del maligno, de las tinieblas; ese reino de Egipto está tipificando eso. El faraón representa al diablo, a Satanás. Los hijos de Israel representan a todos los hijos de Dios.
Y ahora, lo que sucedió allá físicamente, va a suceder en el mundo espiritual.
Y ahora, encontramos que el pueblo hebreo representa a todos los hijos e hijas de Dios. Moisés tipifica a Cristo.
Y ahora, el pueblo hebreo ya luego de la muerte de Moisés tiene que seguir adelante y pasar a la tierra prometida al otro lado del Jordán. El Jordán representa la muerte. Josué representa al Espíritu Santo.
Ahora vean, luego que Moisés, que tipifica a Cristo, murió, quedó Josué. Luego que Jesús murió, quedó el Espíritu Santo para guiar al pueblo al otro lado del Jordán, y establecerlos en la tierra prometida. Israel representa la Iglesia del Señor Jesucristo. Los capitanes representan a los ministros (pastores y demás ministros). Luego el arca tipifica la Palabra, Cristo, el Ángel del Pacto.
Y ahora, Cristo, el Ángel del Pacto, el Verbo, la Palabra, estaría siendo cargada en los hombros de los sacerdotes descendientes de Leví por la línea de Coat.
Y ahora, la Palabra tiene que ser llevada por los Sacerdotes de Dios, los ministros de Dios, los Mensajeros de Dios.
Ahora, siendo que el paso del Jordán es muy importante, tanto en aquel tiempo como para este tiempo en el campo espiritual. Veamos, Dios por medio de Cristo, el Ángel del Pacto, así como libertó al pueblo hebreo por medio del Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es Cristo en Su cuerpo angelical, en el cual moraba, mora y morará Dios eternamente.
Dios libertó al pueblo hebreo por medio de Su Ángel usando al Profeta Moisés como instrumento; y así ahora para el Nuevo Testamento encontramos al Ángel de Jehová manifestado en carne humana en la persona de Jesús de Nazaret, era nada menos que el Ángel de Jehová, el Verbo que era con Dios y era Dios, hecho carne en medio del pueblo hebreo. “Y aquel Verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros.” dice San Juan, capítulo 1, verso 14.
Y ahora, el Verbo hecho carne tiene en el velo de carne el nombre de salvación, que es Yeshua, lo cual es “Josué,” y lo cual en español es “Jesús.” Yeshua es en hebreo.
Y ahora, encontramos que con Su muerte en la Cruz del Calvario, Él llevó a cabo la Obra de Redención. Cuando Juan el Bautista vio a Jesús, dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” [San Juan 1:29] Para quitar el pecado tenía que morir; así como murió cada corderito de un año allá en Egipto, para la víspera de la pascua, para llevar a cabo la pascua, y para aplicar la sangre de ese cordero pascual en las puertas de los hogares hebreos, para que fueran librados de la muerte que vendría sobre los primogénitos de Egipto.
Y ahora, Jesucristo tenía que morir para librar a los Primogénitos de Dios, a los escogidos de Dios, los hijos e hijas de Dios, librarlos de la muerte, de la muerte espiritual; y de la segunda muerte, que es el lago de fuego.
Por lo tanto, Cristo vino para un propósito divino: para morir como Cordero de Dios y librar a los hijos de Dios de la muerte espiritual, para librar el alma de los hijos de Dios de la muerte. Por eso en San Juan, capítulo 11, versos 51 al 52, dice (esto lo dijo el sumo sacerdote Caifás):
“Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación.”
Y ahora, Jesucristo tenía que morir por la nación hebrea.
“...y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.”
Y ahora, Jesucristo moriría no solamente por la nación hebrea sino por todos los hijos e hijas de Dios que estaban dispersos, los cuales tenían que oír la Voz de Cristo, el Buen Pastor, para así ser recogidos en el Rebaño del Señor, en el Redil del Señor, y ser restaurados a la Vida eterna, y así ser libertados del reino de las tinieblas, del reino del maligno, todos los hijos e hijas de Dios; y ser colocados en el Reino de Dios, el Reino de Cristo, y por consiguiente obtener la Vida eterna. De esto le habló Cristo a Nicodemo cuando le dijo que era necesario nacer de nuevo, nacer del Agua y del Espíritu.
Cristo dijo: “El que no nazca del Agua y del Espíritu no entrará al Reino de Dios, no puede entrar al Reino de Dios.” [San Juan 3:5] Por lo tanto, se requiere un nuevo nacimiento para entrar al Reino de Dios. Por lo tanto, la persona al recibir a Cristo como su único y suficiente salvador, muere al mundo; y luego cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, la persona ha sido sepultada; y cuando lo levanta de las aguas bautismales la persona se ha levantado, ha resucitado a una nueva vida, a la Vida eterna. Todo eso simboliza el bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y ahora, la persona recibe el Espíritu de Cristo y ha entrado a la tierra prometida, y por consiguiente tiene Vida eterna, y ha obtenido un cuerpo angelical de la sexta dimensión; ya ha pasado el Jordán, y ha pasado de muerte a Vida eterna, porque escuchó la Palabra del Señor Jesucristo. “El que oye mi Palabra y cree al que me envió, tiene Vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida;” ya pasó el Jordán.
¿Quién pasó el Jordán? El Espíritu Santo con la persona, lo pasó por el Jordán al otro lado, lo pasó estando viva la persona; sin ver muerte física la persona tiene que pasar a la tierra prometida del bautismo del Espíritu Santo, para entrar al Reino de Dios.
Y ahora, siendo que la Redención tiene dos partes muy importantes: una se ha cumplido en lo espiritual; y ahora falta la parte física. Nuestro Josué es el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo, ha estado guiando la Iglesia del Señor Jesucristo, y ha estado pasando en el campo espiritual a millones de seres humanos al otro lado del Jordán, a la tierra prometida.
Y para este tiempo final cuando haya pasado a la tierra prometida hasta el último escogido de Dios, luego vendrá la parte física, que será la Redención del cuerpo, lo cual es la Adopción, lo cual es nuestra transformación, en donde nos dará el cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado. Y habrá un grupo de escogidos de Dios en la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales formarán el grupo de la Iglesia de Jesucristo del Día Postrero, de los cuales la mayoría pasarán a la tierra prometida del cuerpo nuevo y eterno; y los que murieron serán resucitados en cuerpos glorificados, y se encontrarán en la tierra prometida del cuerpo nuevo.
Recuerden que el pueblo hebreo cuando pasó el Jordán llevaba los huesos de José. José pasó a la tierra prometida, su cuerpo (lo que quedaba de su cuerpo); y los muertos en Cristo van a pasar la tierra prometida, al otro lado del Jordán, cuando resuciten en cuerpos glorificados; y así todos estaremos en la tierra prometida del cuerpo eterno, inmortal, y glorificado; y por consiguiente estaremos en el Reino de Dios físicamente también.
Ya nuestro cuerpo físico no pertenecerá a esta dimensión terrenal, ni a este reino terrenal; sino que pertenecerá al Reino de Dios, que es el Reino de Jesucristo: será un cuerpo inmortal, incorruptible, glorificado, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, será un cuerpo joven para toda la eternidad. Ese es el cuerpo que yo estoy necesitando. Si tuviera ese cuerpo, en estos momentos, no tendría mi garganta afectada. Pero pronto voy a tener ese nuevo cuerpo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.
Y cuando seamos transformados, eso será el paso del Jordán estando vivos, eso será pasar el Jordán con nuestro Josué, con Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia.
Por lo tanto, seguimos a Cristo, a nuestro Josué. Él nos pasará al otro lado del Jordán, Él nos pasará de este mundo mortal al mundo inmortal, nos pasará físicamente también al darnos un cuerpo eterno y glorificado; y eso será para el tiempo de la Trompeta Final, de esa gran Voz de Trompeta, que es la Voz de Cristo, la Voz del Espíritu Santo, hablándole a Su Iglesia y llamándola (llamando a los escogidos) y colocándolos en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia del Señor Jesucristo. Y cuando complete Su Iglesia, entonces transformará a todos Sus hijos que estarán vivos en esta Tierra; y así pasaremos el Jordán, la muerte; y esta dimensión mortal la pasaremos estando vivos; y pasaremos de la dimensión mortal a la dimensión inmortal. Y ahí tendremos el cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado.
Hemos visto lo que es EL PASO DEL JORDÁN.
Y ahora, para una persona pasar de esta dimensión mortal a la dimensión inmortal físicamente, primero tiene que pasar espiritualmente de la dimensión mortal a la dimensión inmortal, para así llegar a la tierra prometida del bautismo del Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento y así nacer a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Ya yo pasé el Jordán de la muerte y he entrado a la tierra prometida del bautismo del Espíritu Santo en el Reino de Jesucristo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.
Si hay alguno que todavía no ha pasado el Jordán con nuestro Josué, con Cristo en Espíritu Santo, en medio de Su pueblo, de Su Iglesia, lo puede hacer en estos momentos recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador; Cristo le recibirá, le perdonará y con Su Sangre le limpiará de todo pecado, será bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo le bautizará con Espíritu Santo y Fuego y producirá en usted el nuevo nacimiento, y así usted habrá pasado el Jordán, el Jordán de la muerte. De ahí y por ahí habrá pasado al otro lado, a la tierra prometida, donde está la Vida eterna para usted en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Cristo ha estado pasando a través del Jordán a la tierra prometida millones de seres humanos a través de estos dos mil años que han transcurrido de Cristo hacia acá. Y todavía sigue pasando el pueblo que tiene la promesa de entrar a la tierra prometida.
Así como comenzaron a pasar el Jordán los hebreos: unos llegaron primero a la tierra prometida; otros, los que pasaron a lo último, llegaron último a la tierra prometida; pero llegaron. Así también los últimos que entrarán a la tierra prometida del Reino de Cristo, a la tierra prometida del bautismo del Espíritu Santo, están pasando en este tiempo final.
Por lo tanto, usted que no ha pasado todavía es uno de ellos, y Cristo lo está llamando para pasarlo a usted a la tierra prometida del bautismo del Espíritu Santo y colocarlo en Su Reino, el Reino de Dios.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que faltan por venir. Cristo tiene mucho pueblo reunido aquí en estos momentos, y aquí en la ciudad de San Pablo, y en toda la República del Brasil; y también en todas las demás naciones.
Por lo tanto, en las demás naciones donde están escuchando y viendo esta actividad, pueden también venir a los Pies de Cristo para pasar el Jordán estando vivos, pasar del reino de las tinieblas al Reino de Dios, y así obtener la Vida eterna. Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente salvador.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que faltan por venir, los aquí presentes y los que están en otras naciones a través de internet o del satélite.
Cristo dijo en San Juan, capítulo 11, verso 25 al 26:
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”
Nosotros decimos: ¡Amén! Lo creemos con todo nuestro corazón. Tenemos la promesa de que si creemos en Él, aunque físicamente muera nuestro cuerpo, no moriremos eternamente, sino que viviremos eternamente con Cristo en Su Reino.
Aquí tenemos otra promesa para todo el que escucha la predicación del Evangelio de Cristo, y cree en Cristo y lo recibe como su único y suficiente Salvador.
En San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, dice:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”
Cristo resucitará a todos aquellos que el Padre le dio para que les dé Vida eterna. Venimos a Cristo para que Él nos dé la Vida eterna, porque somos hijos e hijas de Dios. Sigue diciendo:
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
¿Cómo obtenemos la Vida eterna? Creyendo en nuestro amado Señor Jesucristo, recibiéndole como nuestro único y suficiente Salvador. Todos queremos la Vida eterna, todos queremos vivir con Jesucristo en Su Reino eterno con cuerpos eternos y glorificados; para lo cual recibimos a Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador.
En las demás naciones que están a través de internet pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que faltan por venir. Ustedes están escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida; y por esa causa Dios por medio de Su Espíritu les ha traído para escuchar la predicación del Evangelio de Cristo para que nazca la fe de Cristo en su alma, y crea en Cristo de todo corazón; porque la fe viene por el oír, el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo. “Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Eso está en Romanos, capítulo 9. Ahí lo encontrarán.
Y ahora, ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo por medio del Espíritu Santo, que les ha llevado a vuestra alma, a vuestro corazón, la Palabra. Nació la fe de Cristo en vuestra alma, en vuestro corazón. Usted está creyendo en Cristo de todo corazón; y ahora le corresponde dar testimonio público de su fe en Cristo, si todavía no lo ha hecho. Para lo cual tiene la oportunidad de hacerlo en estos momentos.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para dar testimonio público de su fe en Cristo, los que todavía no lo han hecho. Cristo dijo en San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.”
Cuando usted confiesa públicamente a Cristo como su Salvador, aquí presente y los que están a través de internet presentes en el lugar donde están escuchando, en el Cielo Jesucristo está delante del Padre presentándolos a ustedes, dando testimonio público delante de Dios y delante de los Ángeles, de ustedes como creyentes en Cristo.
“Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”
Por lo tanto, las personas que no dan testimonio público de su fe en Cristo, porque se avergüenzan de pasar al frente para confesar públicamente a Cristo como su único y suficiente Salvador, en el Cielo Cristo se avergüenza de esas personas, y niega que esas personas son creyentes en Cristo. Así sucede en el Cielo delante de nuestro Padre Celestial.
Por lo tanto, lo que está sucediendo aquí tiene un efecto grande en el Cielo. Por lo tanto, es importante que toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo y nace la fe de Cristo en su alma, dé testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como su único y suficiente Salvador, para que así quede asegurado en el Reino de Dios su futuro eterno. Todos queremos vivir eternamente.
Por lo tanto, este es el momento de dar testimonio público de vuestra fe en Cristo. También en el Cielo sucede algo muy importante mientras ustedes están aquí presentes. Cristo dijo: “Cuando un pecador se arrepiente, hay gozo en el Cielo.” [San Lucas 15:7] El Cielo, Dios, los Ángeles, Jesucristo todos allá están gozosos, ¿por qué? Porque ustedes han pasado aquí al frente para dar testimonio público de vuestra fe en Jesucristo, recibiendo Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.
Siempre que nace un rey hay gozo en ese reino. Cuando nació Jesucristo en la Tierra hubo gozo en el Cielo, y Ángeles de Dios aparecieron a los pastores cantando las glorias de Dios; y hubo gozo también en aquellos pastores.
Y ahora, hay gozo en el Cielo, ¿por qué? Porque hoy están viniendo a los Pies de Cristo ustedes, para nacer en el Reino de Cristo como Reyes, pues Cristo con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios, Reyes y Sacerdotes.
Por lo tanto, este es un momento muy importante en el Cielo y en la Iglesia del Señor Jesucristo. Este es un momento en que ustedes como Reyes del Reino de Cristo han venido a los Pies de Cristo para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado; ser bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y así ustedes nazcan del Cielo y en el Cielo, en el Reino de Dios como Reyes y Sacerdotes; aunque como bebés, pero son Reyes.
El nacimiento de ustedes como Reyes produce gozo en el Cielo delante del Padre Celestial, delante de los Ángeles, delante de todas las huestes celestiales. Por lo tanto, este es un momento muy importante, para eso es que Jesucristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Ahí tenemos la bendición que hay para los que creen, y también tenemos la maldición que hay para los que no creen:
“...mas el que no creyere, será condenado.”
Nadie quiere ser condenado y echado al lago de fuego, nadie quiere dejar de existir. Todos queremos existir eternamente en el Reino de Dios, para lo cual necesitamos tener Vida eterna. Y el único que tiene Vida eterna y que tiene por consiguiente el privilegio de otorgar la Vida eterna a los seres humanos, es Jesucristo. Y venimos a los Pies de Cristo para que Él nos dé la Vida eterna: para eso es que recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Su Hijo, o sea, en Jesucristo. El que tiene al Hijo, tiene la Vida, la Vida eterna; mas el que no tiene el Hijo, no tiene la Vida, la Vida eterna; solamente tiene una vida temporal que se le va a terminar y no sabe cuándo se le va a terminar. Pero antes que se termine la vida suya, usted tiene la oportunidad de obtener la Vida eterna a través de Jesucristo.
Y cuando se le acabe la vida terrenal que es temporal, no tendrá ningún problema, irá al Cielo a vivir donde están los Apóstoles con cuerpos angelicales. Y cuando Cristo resucite a todos los creyentes en Él que han muerto físicamente, los resucitará en un cuerpo eterno y glorificado. Y ahí usted estará también, si ha recibido a Cristo como su Salvador. No importa que nuestro cuerpo físico muera después que hayamos recibido a Cristo como nuestro Salvador.
Por lo tanto, tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno.
Pueden continuar viniendo las personas que faltan por venir, y luego oraremos por todos los que han venido a los Pies de Cristo aquí en San Pablo y también con los que están en otras naciones.
Vamos ya a estar puestos en pie, vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos.
Los que están en otras naciones también serán incluidos en esta oración todos los que han venido a los Pies de Cristo. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo, y repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, he escuchado la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi alma, en mi corazón; creo en Ti de todo corazón, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados.
Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador y necesito un Salvador; y reconozco que Tú eres mi único y suficiente Salvador. Y doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.
Señor Jesucristo, recíbeme en alma, espíritu y cuerpo.
Señor Jesucristo, sálvame, salva mi alma. Señor Jesucristo, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso. Señor Jesucristo, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Quiero nacer en Tu Reino eterno.
Señor Jesucristo, Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer en la vida eterna. Te lo ruego en Tu Nombre, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y ahora, todos con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en vuestra alma, y lo recibieron como vuestro único y suficiente Salvador. Él dijo: “El que creyere,” y ustedes ya creyeron; “y fuere bautizado.”
Y ahora ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de ustedes. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en estos momentos.
Pregunto al Reverendo Oswaldo Aparecido Natale si hay agua: ¿Hay bautisterios? Hay bautisterios. ¿Hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales también. ¿Hay ministros que les bautizarán? Hay ministros también que les bautizarán. Son unos ministros que están vestidos de blanco; ellos son los que les bautizarán. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en estos momentos.
Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo.
En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo, se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. El bautismo es simbólico, es un memorial. Por lo tanto, nos identificamos con Cristo en Su muerte, en Su sepultura y en Su resurrección, cuando somos bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; luego de recibirlo como nuestro Salvador.
Que Cristo también traiga a Sus Pies a sus familiares y les dé la salvación y Vida eterna para que estén con ustedes eternamente en el Reino de Cristo. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Y ahora dejo al Reverendo Oswaldo Aparecido Natale para que les indique hacia dónde caminar para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Hay personas que les ayudarán a ir hasta los vestidores para colocarse las ropas bautismales. Así también es en los demás países y los demás lugares donde han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Por lo tanto, ustedes que están en otros países, que han recibido a Cristo, también pueden ser bautizados en estos momentos. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Amén.
Con nosotros el Reverendo Oswaldo Aparecido Natale.
“EL PASO DEL JORDÁN.”