30 KiB
| title | date | activity | place | city | state | country | duration | public | youtube | translations | files |
|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| El Día del Perdón | 2005-10-02 | 2 | Brasília | Distrito Federal | BR | 00:00:00 | false |
Pastor Pablo César, Pastor Eliel; Evangelista Albertina; y demás pastores presentes; y también a todos ustedes presentes: muy buenas noches; y a todos los que están a través de internet o del satélite.
Y que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo.
Para esta noche leemos en Levítico, capítulo 23, verso 26 al 29, donde nos dice:
“También habló Jehová a Moisés, diciendo:
A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.
Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.”
“EL DÍA DEL PERDÓN.” Ése es nuestro tema para esta ocasión.
Dios dio al pueblo hebreo diferentes fiestas, las cuales el pueblo efectuaría durante diferentes fechas del año. Tenemos la Fiesta de la Pascua; también tenemos otras fiestas, como la Fiesta de las Trompetas; también tenemos la Fiesta de la Expiación; y también tenemos la Fiesta de los Tabernáculos; y así por el estilo. En todas estas fiestas Dios está representando el Programa que Él llevará a cabo.
Por lo tanto, estas fiestas son muy importantes para el pueblo hebreo. La Fiesta de la Pascua señalaba un evento histórico que había sido realizado en medio del pueblo hebreo, mientras estaba en Egipto. Fue sacrificado el cordero pascual y la sangre de ese cordero pascual fue aplicada en el dintel y los postes de las puertas de los hogares hebreos; y el cordero que había sido sacrificado fue asado y colocado dentro de los hogares hebreos; y durante la noche de la pascua estaban comiendo el cordero pascual; cada familia sacrificaba un cordero; o sea, que el padre de familia venía a ser sacerdote sacrificando un cordero para colocar la sangre en el marco de la puerta de sus hogares para la protección de los primogénitos de la familia.
Sin esa sangre colocada en el marco de las puertas de los hogares hebreos durante la noche de la pascua, perecía el primogénito del hogar, si no estaba esa sangre allí. Y la revelación de cómo escapar de la muerte que vendría sobre Egipto en la noche de la pascua, no la tenía el faraón, no la tenían los sacerdotes del faraón, no la tenían los sacerdotes de la religión pagana de Egipto.
¿Y quién tenía la revelación de cómo escapar de la muerte en la noche de la pascua? La tenía Moisés y la pasó al pueblo hebreo.
Por lo tanto, el pueblo hebreo sabía cómo escapar de la muerte, sabía cómo preservar la vida de sus primogénitos.
Y ahora, esa fiesta, encontramos que fue establecida en medio del pueblo hebreo en memoria de lo que sucedió. Pero esa fiesta también apuntaba al futuro, porque vendría un Cordero sin mancha, sin pecado, para morir y Su Sangre ser aplicada en el corazón de cada persona.
Por lo tanto, ese Cordero Pascual, dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 5, verso 7, que es Cristo. “Porque nuestra Pascua, la cual es Cristo ya fue sacrificada,” (dice San Pablo).
Y ahora, vean ustedes, la Fiesta de la Pascua tipifica a Cristo muriendo en la Cruz del Calvario, para la Sangre de Cristo ser aplicada acá en el corazón de cada creyente en Cristo; y la Sangre de Cristo estar también en la Casa de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; estar ¿dónde? En la Puerta; y la Puerta es Cristo.
Por lo tanto, la Sangre, es la señal para librar a los Primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero: es la Sangre de Jesucristo derramada en la Cruz del Calvario. Por eso el Profeta Juan el Bautista cuando vio a Jesús en el capítulo 1 de San Juan, dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.”
Y ahora, podemos ver que esa fiesta señalaba a Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario; y así encontramos las diferentes fiestas establecidas en medio del pueblo hebreo. Tenemos la Gavilla Mecida, que también representa a Cristo resucitado y presentado ante Dios, como el primero que llegó a madurez: Él es las primicias.
Por lo tanto, vean ustedes que aquellas fiestas son tipo y figura del Programa que Dios llevaría a cabo.
También tenemos la Fiesta de las Trompetas: esa Fiesta de las Trompetas se efectuaba el día primero del mes séptimo de cada año en medio del pueblo hebreo; y en esa fiesta era congregado todo el pueblo al son de trompetas. Y de esa fiesta no hay mucha explicación, pero hay un misterio grande en esa fiesta. Esa fiesta prepara al pueblo para el Día de la Expiación, en esa fiesta se da a conocer al pueblo lo que ha de venir, y prepara al pueblo para que se arrepienta de sus pecados y esté preparado para el Día de la Expiación, para obtener el perdón de sus pecados y ser limpios de todo pecado con la Sangre de la Expiación.
En el tiempo del Antiguo Testamento la sangre del macho cabrío de la expiación solamente cubría el pecado, pero no lo quitaba, ¿por qué? Porque los animales no tienen alma, y no son perfectos esos sacrificios de animalitos. El espíritu del animal no puede venir al creyente, pero señalaba que algún día vendría un Sacrificio Perfecto que sería efectuado y la Sangre de ese Sacrificio limpiaría al ser humano de todo pecado y sería reconciliado con Dios cada persona que creería en ese Sacrificio de Expiación.
Ese día diez del mes séptimo de cada año es el Día de la Expiación del macho cabrío por Jehová; y por consiguiente es el Día del Perdón, y por consiguiente es el Día de Reconciliación para el ser humano vivir un año más. Así era en el Antiguo Testamento: quedaba reconciliado por un año, para vivir un año. Pero el que no se arrepentía de sus pecados, creyendo en ese Sacrificio de Expiación por el pecado, pues no quedaba perdonado, y por consiguiente el juicio divino venía sobre la persona. “Porque la paga del pecado es muerte.” [Romanos 6:23] La persona no quedaba perdonado y por consiguiente los pecados no quedaban cubiertos con la Sangre de la Expiación, y tenían que morir, Dios los cortaba del pueblo.
Y ahora, tenemos un Sacrificio Perfecto de Expiación por nuestros pecados para obtener el perdón de nuestros pecados y ser limpios de todo pecado y ser reconciliados con Dios para vivir eternamente en el Reino de Dios. De esto es que nos habla el Apóstol San Pablo en Romanos, capítulo 5, verso 6 al 11, cuando dice:
“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles , a su tiempo murió por los impíos.
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”
El Amor de Dios es mostrado a nosotros en que Cristo murió por nosotros. Dios envió a Su Hijo al mundo para morir por nosotros en la Cruz del Calvario.
San Juan 3:16
Para eso es que Dios dio a Su Hijo Jesucristo a la humanidad: para que muriera por nosotros en la Cruz del Calvario y así fuera ese el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados. Y en Jesucristo se cumplió ese Sacrificio de Expiación por los pecados; y ahora no necesitamos sacrificar un animalito por nuestros pecados, ya fue sacrificado Jesucristo, el Hijo de Dios; en lugar de nosotros morir, murió Él por nuestros pecados en la Cruz del Calvario, para que nosotros podamos tener Vida eterna.
Por lo tanto, estamos en el tiempo más glorioso de la historia de la raza humana. La raza humana tiene un Sacrificio de Expiación por sus pecados, que fue efectuado en la Cruz del Calvario dos mil años atrás: para los hebreos y para los gentiles también.
Cristo murió, no solamente por los hebreos, sino por los gentiles también, por todo ser humano. Por lo tanto, todo ser humano puede acercarse a Dios con el Sacrificio de la Expiación por sus pecados, y ser aceptado delante de Dios. Sigue diciendo San Pablo:
Romanos 5:9
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo (¿cómo hemos sido reconciliados con Dios? Por la muerte de Jesucristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados), mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”
Y ahora, ya el ser humano no puede ser reconciliado con Dios para vivir un año más, sacrificando un animalito como se hacía en el Antiguo Testamento conforme a Levítico, capítulo 23, verso 25 al 29.
Ahora, Dios no acepta aquel sacrificio, porque aquello era solamente el tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, el Sacrificio Perfecto. Cuando llegó lo que es Perfecto, lo que era en parte, lo que era el tipo y figura fue quitado.
Y ahora, tanto hebreos como gentiles tienen un Sacrificio de Expiación por sus pecados, y no hay otro sacrificio. Por lo tanto, Dios no acepta ni a hebreos ni a gentiles sin el Sacrificio de la Expiación por sus pecados. Para eso fue que Cristo vino a la Tierra y murió por nosotros en la Cruz del Calvario, para así nosotros obtener el perdón de nuestros pecados, ser limpios con Su Sangre de todo pecado, y ser reconciliados con Dios.
Por eso en San Mateo, capítulo 1, nos dice la Escritura del verso 18 en adelante. Dice:
“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.
José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.
Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.
Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”
El único que salva a Su pueblo de sus pecados es Jesucristo el Hijo de Dios.
Y ahora, podemos ver que no hay otro Sacrificio de Expiación por los pecados del ser humano. Cualquier persona puede ir a una farmacia o a un supermercado y pedir un detergente o un blanqueador, e ir a su hogar, e ir a la ducha, al baño, y echarse ese detergente o ese blanqueador, y con todo y eso, sus pecados permanecen en la persona; PORQUE SOLAMENTE HAY UN BLANQUEADOR QUE QUITA EL PECADO Y ES LA SANGRE DE JESUCRISTO NUESTRO SALVADOR. NO HAY OTRA COSA.
Por eso en el libro del Apocalipsis nos dice en el capítulo 1, lo cual es una buena noticia para todos nosotros. Vean lo que nos dice aquí: capítulo 1, verso 5 en adelante, dice:
“Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre...”
¿Quién nos lavó de nuestros pecados? Jesucristo, ¿con qué? Con Su Sangre.
“...y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre...”
Y ahora, miren lo que Cristo ha hecho: nos ha lavado con Su Sangre de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios Padre, Reyes y Sacerdotes.
Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 5, verso 9 en adelante, dice (y estos son los creyentes en Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo). Dice:
“Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación (esos son los redimidos por la Sangre de Cristo: los creyentes en Cristo cantando y dando gloria a Dios, y diciendo que Jesucristo es digno de tomar el libro sellado con Siete Sellos, porque Jesucristo fue el que murió por nosotros y con Su Sangre nos lavó, nos limpió de todo pecado);
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”
Reinaremos sobre la Tierra con Cristo en Su Reino Milenial, y ahí seremos Reyes y Sacerdotes y Jueces del Orden Celestial de Melquisedec, de ese Reino Celestial que va a ser establecido en este planeta Tierra. De ese Reino fue que Cristo habló cuando dijo que oráramos al Padre pidiendo la Venida del Reino: “Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad como en el Cielo también en la Tierra.”
Por lo tanto, ese Reino de Dios Celestial va a ser establecido en este planeta Tierra, y ése es el Reino del Mesías que gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones; y ahí estarán con Cristo, con el Mesías, Reyes y Sacerdotes y Jueces que han sido redimidos con la Sangre de Jesucristo: esos son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, esas son las personas que han nacido del Agua y del Espíritu, y por consiguiente han entrado al Reino de Dios; y esos son los que con Cristo gobernarán en ese Reino Mesiánico que será establecido muy pronto en este planeta Tierra.
Y ahora, podemos ver que en ese Reino van a estar todos los redimidos con la Sangre de Jesucristo, los cuales han sido reconciliados con Dios por medio de Jesucristo. Ahí yo voy a estar con Cristo en Su Reino. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también, es para todos los creyentes en Cristo redimidos con la Sangre de Cristo.
El Día del Perdón comenzó allá con la muerte de Cristo, y todavía estamos en el Día del Perdón, todavía estamos en el Día de Reconciliación con Dios, estamos en el tiempo aceptable delante del Señor, estamos en el Día de Salvación. San Pablo dice en Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 2 que este es el tiempo aceptable delante del Señor, este es el tiempo más glorioso de todos los tiempos, y este tiempo es la Dispensación de la Gracia, el Día del Perdón, el tiempo de Misericordia para los seres humanos.
Vean aquí lo que nos dice Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 2:
“Porque dice:
En tiempo aceptable te he oído,
Y en día de salvación te he socorrido.
He aquí ahora el tiempo aceptable;
he aquí ahora el día de salvación.”
Es el Día de la Dispensación de la Gracia, ése es el Día del Perdón, de Salvación, de Reconciliación; y ya llevamos en ese día de la Dispensación de la Gracia dos mil años. Pero va a terminar ese día, cuando haya entrado la plenitud de los gentiles, dice San Pablo en Romanos, capítulo 11, versos 25 al 27; y luego todo Israel será salvo, luego se tornará Dios al pueblo hebreo y entonces entenderán, y entonces pedirán Misericordia a Dios. Eso está en Zacarías, capítulo 12 y capítulo 14 también; y verán al que traspasaron.
En Apocalipsis, capítulo 1, también nos habla de esto. Por lo tanto, ellos van a ver, van a comprender y van a recibir la Expiación por sus pecados, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Muchos hebreos ya han creído. Los mismos Apóstoles eran hebreos, y los que escucharon la predicación del Evangelio de Cristo a través de San Pablo el Día de Pentecostés, que fueron como tres mil personas, los cuales creyeron, fueron bautizados y fueron añadidos a la Iglesia, eran hebreos también que vivían en diferentes naciones, pero que habían venido a Jerusalén para esa gran fiesta.
Y luego encontramos que la Iglesia en su comienzo era de hebreos, compuesta por hebreos. Pero después pasó el Evangelio a los gentiles en la casa de Cornelio, cuando el Espíritu Santo envió a Pedro para predicarle el Evangelio de Cristo; y después a través de San Pablo pasó a Asia Menor, y el Evangelio se ha extendido en medio de los gentiles, conforme a como Cristo había ordenado, cuando dijo [San Marcos 16:15-16]:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Tan simple como eso. Es un asunto de Vida eterna escuchar y creer en el Evangelio de Jesucristo y recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador; y es un asunto de condenación no creer. Nos dice San Juan, capítulo 3, de la siguiente manera... y vamos a leerlo para que tengamos el cuadro claro aquí. Capítulo 3, verso 35 al 36, dice:
“El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano.”
El Padre Celestial ha entregado en las Manos de Su Hijo Jesucristo todas Sus ovejas. Por eso Cristo dice que las ovejas que Él tiene son las ovejas del Padre. Y ahora:
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”
El que cree en Jesucristo, el Hijo de Dios, tiene Vida eterna. El que rehúsa a creer en Jesucristo, el Hijo de Dios, no verá la Vida, no verá la Vida eterna, solamente tiene vida temporal que se le va a terminar en cualquier momento; y no sabe cuándo se le va a terminar; y si no asegura su futuro eterno con Cristo, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, no vivirá eternamente.
La Escritura dice:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (San Juan, capítulo 3, verso 16).
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
Ahora, podemos ver que el que no cree, ya está condenado; pero el que cree, no es condenado, sino que recibe la Vida eterna. Recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él nos dé la Vida eterna. “Porque Dios nos ha dado Vida eterna, y esta Vida está en Su Hijo, en Jesucristo.” Dice primera de Juan, capítulo 5, versos 10 al 13.
Y la buena noticia es que los creyentes en Cristo tienen Vida eterna. Esa es la buena noticia para los creyentes en Cristo: han sido perdonados y reconciliados con Dios por medio del Sacrificio Expiatorio de Jesucristo en la Cruz del Calvario.
La muerte de Cristo no fue una tragedia sino una bendición para la raza humana. La bendición más grande que la raza humana ha recibido, ha sido la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, porque ése es el Sacrificio de la Expiación por los pecados de todo ser humano. Para que todo aquel que en Él cree no ser pierda, mas tenga Vida eterna, queda reconciliado con Dios para vivir eternamente en el Reino de Dios; y así la persona tiene su futuro eterno asegurado con Jesucristo en Su Reino eterno.
Usted no puede comprar un seguro de Vida eterna en una agencia de seguros. Solamente hay UNO que tiene ese seguro, y es JESUCRISTO.
Por lo tanto, los que ya han venido a los Pies de Cristo para obtener el seguro de la Vida eterna, obtener la Vida eterna en el Reino eterno de Dios, están bien asegurados. No se preocupe si se acuestan a dormir y al otro día ya sus cuerpos físicos no están vivos.
¿Qué será de usted? Ha pasado al Paraíso a vivir en su cuerpo angelical, donde están los Apóstoles y todos los creyentes en Cristo de edades pasadas, y allí están muy felices esperando que Cristo complete Su Iglesia y se levante del Trono del Padre, del Trono de Intercesión, tome el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, lo abra en el Cielo, y haga Su Obra de Reclamo y resucite a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, y nos transforme a nosotros los que vivimos; y luego nos lleve con Él a la Cena de las Bodas del Cordero, a la Casa de nuestro Padre Celestial, a la Fiesta más grande que se haya llevado a cabo en el Cielo: la gran fiesta de la Cena de las Bodas del Cordero.
Esa es la Recepción de las Bodas del Cordero, y son bienaventurados los que son convidados a la Cena de las Bodas del Cordero, dice Apocalipsis, capítulo 19, versos 9 al 10. Yo soy bienaventurado porque he sido convidado a la Cena de las Bodas del Cordero, y acepté la invitación. Cuando escuché la invitación en la predicación del Evangelio de Cristo, y recibí a Cristo como Salvador, acepté la invitación y ya tengo la invitación, tengo la invitación para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
El traje o vestidura de ir a la Boda del Cordero y a la Cena de las Bodas del Cordero es el traje del bautismo del Espíritu Santo; y el que no tenga ese traje, pues no puede estar en las Bodas del Cordero ni en la Cena de las Bodas del Cordero. Y luego también nos dará el traje físico, la vestidura física que será el cuerpo nuevo, eterno y glorioso, el cuerpo glorificado.
Sin el cuerpo glorificado nadie puede subir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Pero por cuanto hemos sido convidados y hemos aceptado la invitación recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, podemos decir: “Yo estaré con Cristo en la Cena de las Bodas del Cordero en la Casa de nuestro Padre Celestial.”
¿Quiénes estarán allí en la Cena de las Bodas del Cordero? Todos los que hemos recibido a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Si hay alguno que todavía no había aceptado la invitación de la Cena de las Bodas del Cordero, recibiendo a Cristo como Salvador, lo puede hacer en esta noche, puede aceptar la invitación, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, recibiendo el Sacrificio de la Expiación por sus pecados, para que sea perdonado y con Su Sangre sea limpiado de todo pecado, y sea reconciliado con Dios para vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno.
Si hay alguna persona que ha escuchado, ha nacido la fe de Cristo en su alma y está creyendo en Cristo de todo corazón, ahora tiene la oportunidad de dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador, porque todavía estamos en el Día del Perdón, en el Día Aceptable delante del Señor. Este es el Día Aceptable, este es el Día de Salvación: la Dispensación de la Gracia, la cual todavía no ha terminado.
Por lo tanto, puede venir al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como su único y suficiente Salvador. Vamos a dar unos minutos para que puedan venir los que todavía no lo han hecho, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado.
Estamos en el Día del Perdón todavía, para obtener el perdón de nuestros pecados por medio del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Cristo tiene mucho pueblo aquí en Brasilia, y tiene mucho pueblo aquí presente. Por lo tanto, si alguno todavía no ha recibido a Cristo como Salvador puede hacerlo en estos momentos y yo estaré orando por usted en esta ocasión.
Los que están a través de internet o del satélite en otras naciones, también pueden venir a los Pies de Cristo, para dar testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como su único y suficiente Salvador.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, los que están en otras naciones y los que están aquí presentes en Brasilia, República del Brasil. Vamos a continuar esperando que lleguen los que faltan por venir a los Pies de Jesucristo para recibir el Sacrificio de la Expiación por sus pecados y obtener el perdón de sus pecados y ser limpios de todo pecado con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, y ser reconciliados con Dios y obtener la Vida eterna.
Es para obtener la Vida eterna que venimos a Cristo y lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador. No es por ser un religioso más, es por tener la Vida eterna, que es lo más importante que una persona puede recibir en su vida.
Continuamos esperando que lleguen todas las personas a las cuales Dios les ha hablado directamente a sus almas, para recibir a Cristo como su Salvador. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo en los diferentes países y también aquí en Brasilia, aquí en la Iglesia Bautista de Aguas Claras, en Brasilia, República del Brasil.
Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, ya Él te ha hablado directamente a tu alma, y tú sabes que Él te ha hablado; y Él te ha dado la fe, la fe de Cristo para creer en Él; y estás creyendo porque la fe es un don de Dios, y Él te ha dado ese don: la fe de Cristo para creer en Él y recibirlo como tu único y suficiente Salvador. “La fe viene por el oír la Palabra de Dios.” [Romanos 10:17] “Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” [Romanos 10:10]
Y ahora es el momento de confesar a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador para salvación, para obtener la Salvación y Vida eterna.
Cristo dijo en San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33, hablando de las personas que escucharían la predicación del Evangelio de Cristo, dice:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”
Si negamos a Cristo, entonces Él nos negará delante del Padre Celestial; si confesamos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador públicamente recibiéndolo de todo corazón, Él nos confesará delante del Padre Celestial: y eso es lo que todos queremos, para que el Padre Celestial nos dé la entrada a Su Reino eterno, y por consiguiente nos dé la Vida eterna, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno, vivir reconciliados con Dios por toda la eternidad.
Por lo tanto, es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. El que no lo recibe como Salvador, pierde la oportunidad y bendición de la Vida eterna.
Vamos a continuar esperando que lleguen los que faltan por venir, y también los que están en otras naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para que Cristo les reciba en Su Reino, perdone vuestros pecados y con Su Sangre les limpie de todo pecado y sean bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, y así usted nazca a una nueva vida, a la Vida eterna con Jesucristo en Su Reino eterno.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta noche. Si todavía falta alguno por venir, venga. Si alguna persona todavía no ha recibido a Cristo, puede venir para recibirlo, para que Cristo le dé la Vida eterna.
Estamos en el Día del Perdón, en la Dispensación de la Gracia todavía. Vamos a preparanos para orar. Los que están en otras naciones también vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo, vamos a cerrar nuestros ojos los que están presentes y los que están a través de internet en otras naciones, y vamos a orar. Repitan conmigo esta oración con nuestros ojos cerrados:
Señor Jesucristo, he escuchado la predicación de Tu Evangelio y ha nacido Tu fe en mi corazón; creo en Ti de todo corazón, creo que Tú eres el Hijo de Dios que has venido al mundo para morir en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados.
Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador, reconozco que necesito un Salvador.
Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.
Señor Jesucristo, Te ruego perdones mis pecados, y Te ruego me limpies con Tu Sangre de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Quiero nacer en Tu Reino eterno, quiero vivir eternamente, quiero nacer a la Vida eterna.
Señor Jesucristo, salva mi alma. En Tus Manos encomiendo mi alma. En Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo, Te lo ruego. Amén y amén.
Y ahora, con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Luego serán bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo aquí en la Iglesia cuando ustedes con el pastor se pongan de acuerdo para ser bautizados.
Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Y a vuestros familiares Cristo los traiga también a Sus Pies y les dé la salvación y Vida eterna para que estén con ustedes en el Reino eterno de Cristo, viviendo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “EL DÍA DE SALVACIÓN,” de “EL DÍA DEL PERDÓN,” que es el día de la Dispensación de la Gracia, de la cual llevamos ya dos mil años; y todavía no ha terminado el Día del Perdón, no ha terminado la Dispensación de la Gracia todavía.
Por lo tanto, hay oportunidad para recibir salvación y Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador.
Muchas gracias por vuestra amable atención, amables amigos y hermanos aquí presentes, y en los demás países; y los que están en otras naciones, en donde están diferentes ministros, y tienen bautisterios, allá también pueden ser bautizados en agua en estos momentos.
Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego.
Pastor Pablo César, Pastor Eliel; Evangelista Albertina, y demás pastores: aprecio mucho la invitación que me hicieron para estar con ustedes en esta ocasión.
Que Jesucristo, el Ángel del Pacto, les bendiga y les use grandemente en Su Iglesia, en Su Reino, todos los días de vuestra vida, y les use abriendo más congregaciones y también llevando el Evangelio por todos los lugares; y que vuestras iglesias sean aumentadas en número y en bendición del Cielo de parte de Jesucristo. Amén.
Dios les bendiga y les guarde a todos, y ahora dejo aquí al ministro, al pastor para continuar.
“EL DÍA DEL PERDÓN.”