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| El motivo de nuestra existencia | 2005-10-01 | 1 | Brasília | Distrito Federal | BR | 00:00:00 | false |
Pastor Oswaldo Pereira dos Santos, presidente de esta Iglesia; pastor Vilarindo, presidente del consejo de pastores del Distrito Federal; pastor Josimar, representante de la Vicegobernadora: Maria de Lourdes Abadía; General Roberto Miranda Uchoa, Secretario Nacional Antidrogas, representante del gobierno del Brasil; Pastor Marcos Barbosa, representante del Senador Paulo Octávio; Pastor Natanael, Vicepresidente de “Desafio Jovem de Brasília;” Pastor David Anael; pastor Max; pastor Ubirací Rey; y demás pastores.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto sean sobre todos ustedes, y les use cada día más y más en Su obra.
Y a usted pastor Galdino Moreira hijo, homenajeado en esta noche por sus ochenta años que ha cumplido, y por los 33 años en el “Desafio Jovem.” Que Dios lo bendiga grandemente, y mis felicitaciones por las labores hechas en favor de la humanidad, del pueblo Brasilero y demás naciones a donde ha llegado con su trabajo.
Usted ha hecho algo muy importante, y es que ha fusionado las labores con las del Reino de Cristo; y en este movimiento de “Desafio jovem,” lo ha fusionado con el Reino de Cristo, para llevarlos al Reino de Cristo, para que sean restaurados no solamente aquí en la Tierra, sino que sean restaurados a la Vida eterna.
Que Dios lo bendiga con esa labor que ha llevado a cabo; y mis felicitaciones por sus labores en el Reino de Cristo, y en todas las demás labores que ha llevado a cabo, las cuales ha fusionado en el Reino de Cristo.
Buenas noches a todos ustedes y a todos los que están aquí presentes y los que están a través de internet o del satélite en otras naciones.
Para esta ocasión leemos la Escritura en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 2, donde nos dice el gran Apóstol San Pedro:
“Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,
elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.”
Nuestro tema para esta ocasión es: “EL MOTIVO DE NUESTRA EXISTENCIA.”
La humanidad ha tenido la angustia existencial, porque no sabe de dónde ha venido, no sabe porqué está aquí en la Tierra y no sabe hacia dónde va después que terminen sus días aquí en la Tierra. Es necesario que sepamos el motivo de nuestra existencia aquí en la Tierra, y entonces la angustia existencial se va.
El Apóstol Pedro nos dice aquí que hemos sido elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer; obedecer ¿qué? La Palabra de Dios, el Evangelio de Jesucristo; y ser rociados con la sangre de Jesucristo.
Podemos ver que el que obedece a Dios al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, y recibe a Cristo como Salvador, es rociado con la Sangre de Jesucristo, y es limpiado de todo pecado, y es bautizado en agua, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento, y la persona nace a la Vida eterna en el Reino eterno de Dios.
Por eso Dios dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia.” Eso lo dijo Dios por medio de Jesucristo en *San Mateo, capítulo 6, versos 33.
Por lo tanto, todo ser humano necesita saber el motivo de su existencia aquí en la Tierra.
Estamos por una temporada aquí en la Tierra, y algunas personas piensan que no tiene sentido vivir en la Tierra, estudiar, hacerse de una profesión, gastar mucho dinero y después que la persona está bien, morir; es que no han comprendido el motivo de su existencia en este planeta Tierra.
El motivo es que nosotros hagamos contacto con la Vida eterna, lo cual ocurre cuando escuchamos la predicación del Evangelio de Cristo. Por eso Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
¿Y qué misterio hay en la predicación del Evangelio de Cristo? Hay un misterio. Por eso el Apóstol Pablo nos habla del misterio del Evangelio.
En el Antiguo Testamento, encontramos en Levíticos, capítulo 23, versos 26 al 29, la ordenanza divina de la fiesta de la expiación, en la cual el macho cabrío por Jehová era sacrificado, y el pueblo que arrepentido de sus pecados pedía perdón a Dios por sus pecados, quedaba perdonado y quedaba cubierto con la sangre de ese sacrificio, y quedaba reconciliado con Dios, porque era ese el día del perdón y de la reconciliación de la persona con Dios para vivir un año más. ¿Y por qué un año más? Porque los animales no tienen alma, y por consiguiente no son perfectos, y su sacrificio no es un sacrificio perfecto.
Aquel sacrificio solamente era un tipo y figura de un Sacrificio Perfecto que sería efectuado por el Mesías Príncipe cuando viniera en medio del pueblo hebreo, para morir como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.
Si con aquel sacrificio de aquel macho cabrío, la persona quedaba perdonada, y quedaban cubiertos sus pecados con esa sangre, y quedaban reconciliados con Dios para vivir un año más y obtener las bendiciones de Dios, ¿cómo será con el Sacrificio Perfecto realizado en la Cruz del Calvario por nuestro amado Señor Jesucristo? La persona queda perdonada y limpiada de todo pecado con la Sangre de Cristo.
La Sangre de Cristo no cubre el pecado, sino que quita el pecado. Juan el Bautista predicando dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” [San Juan 1:29]
Usted no puede ir a la farmacia o al supermercado para pedir un detergente o un blanqueador, para bañarse y quitarse los pecados. Solamente hay un blanqueador y es la Sangre de Jesucristo derramada en la Cruz del Calvario. No hay otra forma en que el ser humano pueda ser limpio de sus pecados.
Por lo tanto, todos necesitamos entender el motivo de nuestra existencia en la Tierra, es para que nosotros obedezcamos al Evangelio de Jesucristo, lo recibamos como nuestro único y suficiente Salvador, pidamos perdón a Cristo por nuestros pecados, seamos bautizados en agua en Su Nombre y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y quedemos perdonados y reconciliados con Dios para vivir eternamente en Su Reino.
Ese es el motivo de nuestra existencia en este planeta Tierra. Si la persona no comprende el motivo de esa existencia en este planeta Tierra y muere, perdió la oportunidad gloriosa que Dios le dio para obtener la Vida eterna, y para poder volver a vivir, no en un cuerpo mortal, sino en un cuerpo inmortal e incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, y ser joven para toda la eternidad.
Los conquistadores españoles estaban buscando la fuente de la juventud, pero no la consiguieron; pero hay una fuente de la juventud, esa fuente de la juventud está aquí prometida en el libro del Apocalipsis. Apocalipsis, capítulo 21, verso 5 en adelante, dice:
“Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.”
Y va a hacer nuevo un cuerpo para nosotros, nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado igual al cuerpo glorificado de Jesucristo.
Jesucristo está tan joven como cuando ascendió al Cielo, y lo vamos a ver cuando estemos transformados y vayamos con Él a la Cena de las Bodas del Cordero y a la Casa de nuestro Padre Celestial, a la Fiesta más grande prometida para todos aquellos que han comprendido el motivo de su existencia en la Tierra y han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador. Continúa diciendo:
“Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.”
Hay una Fuente de agua de Vida eterna, y toda persona acá en su alma tiene el anhelo de vivir eternamente y tiene sed de tomar del Agua de la Vida eterna.
El salmista decía: “Mi alma tiene sed del Dios vivo.” [Salmo 42:2] Por lo tanto, todos queremos de esa Agua de Vida eterna, que se encuentra en la Fuente, hay una Fuente de Agua de Vida eterna. También Apocalipsis, capítulo 22, verso 17, dice:
“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven.”
Esto es bajo la predicación del Evangelio de Cristo, el Espíritu Santo y la Iglesia del Señor Jesucristo proclamando el Evangelio de Cristo, están dando a conocer que hay una Fuente de Agua de Vida eterna para que vengan a tomar del Agua de la Vida eterna.
“Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”
¿Y dónde está, y cuál es esa Fuente de Agua de Vida eterna? El Señor Jesucristo hablándole a la mujer samaritana en el capítulo 4, verso 14 [San Juan], le dijo a la mujer samaritana:
“...mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”
Y ahora, el que da el Agua de Vida eterna es Jesucristo. Vamos a verlo hablando más claramente en San Juan, capítulo 7, verso 37 al 39, donde dice (esto fue en el gran día de la Fiesta de los Tabernáculos)... dice así:
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.”
Hay muchas personas que dicen: “Yo creo en Dios, y yo creo en Jesucristo a mi manera.” Pero usted no puede creer a la manera suya. Jesucristo dice: “El que cree en mí, como dice la Escritura.” Usted tiene que creer en Jesucristo como dice la Escritura. Sigue diciendo Jesucristo que de su interior correrán ríos de agua viva.
Es el Agua de la Vida eterna que correrá del interior de aquellos que toman del Agua de la Vida eterna. Sigue diciendo:
“Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él.”
El Agua de Vida eterna que corre por el interior de aquellos que creen en Cristo, como dice la Escritura, es el Espíritu Santo.
“Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”
Y ahora, hemos visto que el Agua de la Vida eterna no es agua literal, es el Espíritu Santo, y Cristo dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido.” [San Lucas 4:18] Y estuvo enumerando las cosas para las cuales había sido enviado.
Y ahora, Jesucristo podía decir que el que viniera a Él y creyera en Él, Él le daría del Agua de la Vida eterna. ¿Por qué? Porque Jesucristo es la Fuente del Agua de la Vida eterna. Hablando con Nicodemo, el cual estaba interesado en el Reino de Dios, le dijo a Nicodemo en el Capítulo 3 de San Juan:
“De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del agua y del espíritu, no puede ver el reino de Dios (no puede entrar en el Reino de Dios).”
Y ahora, nacer del Agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, la persona escucha la predicación del Evangelio de Cristo y va a conocer el misterio de la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, y nace la fe de Cristo en su alma. “Porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios,” dice el Apóstol San Pablo en Romanos, capítulo 9. “Y por consiguiente con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.” [Romanos 10:10]
La persona escucha la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, descubre que está creyendo en Cristo, descubre que hay un Sacrificio de Expiación por sus pecados y cree de todo corazón, y luego tiene el privilegio y la oportunidad de dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador; y por consiguiente la persona ha obedecido el Evangelio de Jesucristo, la Palabra de Dios, para recibir la bendición de la salvación y Vida eterna.
Ahora, hemos visto lo que es nacer del Agua.
La persona cree en Cristo como Salvador y es bautizado en agua en Su Nombre, y luego Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego; y fue bautizado con Espíritu Santo y Fuego: eso es nacer del Espíritu, y la persona ha nacido a una nueva vida, a la Vida eterna.
Así como usted y yo para estar aquí presentes tuvimos que nacer; el que no nació no está en la Tierra, y no ha sido contado como un ser viviente que disfrutó de las cosas de esta vida terrenal.
Por lo tanto, así como tuvimos que nacer, nacimos a una vida temporal, para tener la oportunidad de obtener un nuevo nacimiento, un nuevo nacimiento a una Vida eterna en el Reino eterno del Dios Creador de los Cielos y de la Tierra: esa es la única forma en que una persona puede entrar al Reino de Dios.
Cristo dijo a Nicodemo: “No te maravilles de que te dije: os es necesario nacer de nuevo.” [San Juan 3:7]
Toda persona que quiere vivir eternamente con Cristo en Su Reino, tiene que nacer de nuevo. Todos los que vivirán eternamente con Cristo, han nacido de nuevo, han nacido a una nueva Vida, a la Vida eterna.
En este nuevo nacimiento, la primera parte es espiritual, y usted entra espiritualmente al Reino de Dios; y luego la segunda parte es la Adopción nuestra: la física; porque ya hemos obtenido la Adopción espiritual al recibir el Espíritu Santo y hemos obtenido una transformación interior. Pero nos falta la Adopción física que es la redención del cuerpo, lo cual será para los que ya han partido pero que son creyentes en Cristo, será la resurrección de ellos en cuerpos eternos y glorificados y jóvenes.
Y para los que estamos vivos, si permanecemos vivos hasta ese momento, será nuestra transformación, en donde entonces seremos inmortales, jóvenes, con cuerpos glorificados igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
Ese es el propósito, la meta por lo cual nosotros hemos sido enviados por Dios a este planeta Tierra para vivir y escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, y recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para poder obtener la restauración a la Vida eterna, para poder obtener nuestro seguro de Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Yo aseguré mi futuro eterno con el único que me lo podía asegurar: con Jesucristo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.
Si alguno no ha asegurado su futuro eterno con Cristo y a través de la predicación del Evangelio de Cristo en esta noche ha comprendido el motivo de su existencia aquí en la Tierra, y la fe de Cristo ha nacido en su alma, y está creyendo en Cristo de todo corazón, bien puede dar testimonio público de su fe en Cristo recibiendo a Jesucristo como su único y suficiente Salvador.
Para lo cual puede venir acá al frente, para entregar su vida a Cristo completa, en alma, espíritu y cuerpo, para que Cristo salve su alma, para que Cristo le dé la salvación y Vida eterna, y así usted tenga asegurado su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno.
Si hay alguna persona que todavía no ha asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, puede venir, puede venir al frente y yo estaré orando por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y para que produzca en usted el nuevo nacimiento.
Y así usted tenga su futuro eterno asegurado con Jesucristo en Su Reino eterno, y así el motivo de su existencia aquí en la Tierra se cumpla plenamente en usted, y usted quede sellado por el Espíritu Santo en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, los que todavía no lo han hecho, pueden venir, los que están en otras naciones a través de internet o del satélite, también pueden venir a los Pies de Cristo en estos momentos, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado.
Ya no necesitamos sacrificios de animalitos por nuestros pecados, como se hacía en el Antiguo Testamento en medio del pueblo hebreo; ya para hebreos y para gentiles hay un Sacrificio de Expiación por nuestros pecados: el Sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario, para eso fue que Cristo vino a la Tierra y murió en la Cruz del Calvario, para salvarme a mí, salvarme a mí. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también.
Por eso Cristo no se avergonzó de nosotros, y no se avergonzó de morir en la Cruz del Calvario, sino que valientemente y reverentemente murió en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para así darnos el perdón, limpiarnos con Su Sangre de todo pecado y bautizarnos con Espíritu Santo y Fuego, y producir en nosotros el nuevo nacimiento, y así darnos la Vida eterna.
Dios nos ha dado Vida eterna. ¿Y dónde está la Vida eterna que Dios nos ha dado? Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 al 13, dice que Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Su Hijo; o sea, en Jesucristo. Para obtener la Vida eterna, tenemos que venir a Jesucristo, en donde Dios colocó la Vida eterna para que nosotros la recibamos a través de Jesucristo. “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en el Reino de Su Padre con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno según sus obras.” Eso está en San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28.
También Cristo dijo en San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33, las siguientes palabras, y vamos a leerlas. Cristo dijo:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”
Si le negamos delante de los hombres, Él nos negará delante del Padre Celestial que está en los Cielos, pero si le confesamos públicamente como nuestro único y suficiente Salvador recibiéndolo y entregándole todo nuestro ser: alma, espíritu y cuerpo a Jesucristo, Él nos confesará delante de nuestro Padre Celestial.
Por lo tanto, no hay otra cosa que podemos hacer para que Jesucristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial, sino confesarlo públicamente como nuestro único y suficiente Salvador, dando testimonio público así al recibirlo como nuestro Salvador.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que están aquí presentes y los que están en otras naciones escuchando a través de internet o del satélite.
Ustedes que están presentes, y los que están en otras naciones escuchando en estos momentos la predicación del Evangelio de Cristo, fueron traídos para escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, fue Dios quien los trajo, porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, ustedes son ovejas del Padre que son dadas a Jesucristo para que les dé la salvación y Vida eterna.
Por lo tanto, comprendan el motivo de vuestra existencia aquí en la Tierra, el nombre de ustedes está escrito en el Cielo. Ustedes han sido enviados a la Tierra para ser redimidos por Jesucristo y Su Sacrificio realizado en la Cruz del Calvario, para así obtener la Vida eterna.
Hemos comprendido el motivo de nuestra existencia aquí en la Tierra, y por esa causa ustedes están aquí presentes, y ustedes que están en otras naciones recibiendo a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, también han comprendido el motivo de vuestra existencia en la Tierra.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que están en otras naciones escuchando la predicación del Evangelio de Cristo.
Cuando se predica el Evangelio de Cristo, hay personas que al escuchar nace la fe de Cristo en su alma, creen de todo corazón en Cristo, pero cuando les corresponde dar testimonio público de su fe en Cristo, son tímidos y no se atreven pasar al frente, pero Cristo dijo: “El que se avergonzare de mí delante de los hombres, yo me avergonzaré de él delante de mi Padre que está en los cielos.”
Por lo tanto, no sea tímido para recibir a Cristo. Cristo no fue tímido para morir por nosotros en la Cruz del Calvario. Levántese, diga: “Yo he escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, ha nacido la fe de Cristo en mi alma, creo en Cristo de todo corazón y quiero vivir eternamente, por lo tanto paso al frente y doy testimonio público de mi fe en Cristo, y lo recibo como mi único y suficiente Salvador.”
Vamos a estar puestos en pie, para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos. Si todavía falta alguna persona por venir, venga, pues Cristo le ha llamado en esta noche.
Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, tu sabes que Él te ha llamado, tu sabes que Él te ha hablado directamente a tu alma y te ha dado a comprender el motivo de tu existencia en este planeta Tierra.
La meta es que obtengamos la Vida eterna, y vivamos eternamente con Cristo en Su Reino.
Si falta todavía alguna persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir para que quede incluida en esta oración que estaré haciendo.
Vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo, los que están aquí presentes y los que están en otras naciones, y los que han venido a los Pies de Cristo aquí en Brasilia, y también en otras naciones, repitan conmigo esta oración, con nuestros ojos cerrados.
Señor Jesucristo, vengo a Ti y creo en Ti de todo corazón, he escuchado la predicación de Tu Evangelio y nació tu fe en mi corazón, creo en Ti de todo corazón, creo que Tú eres el Hijo de Dios que has venido al mundo para morir en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados.
Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador, y reconozco que necesito un Salvador. Señor Jesucristo, reconozco que Tú eres mi único y suficiente Salvador.
Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo públicamente como mi único y suficiente Salvador.
Señor Jesucristo, salva mi alma, Te lo ruego, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado y bautízame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino eterno, quiero entrar en Tu Reino eterno, quiero vivir eternamente. En Tus manos encomiendo mi alma, me entrego a Ti en alma, espíritu y cuerpo. Salva mi alma, sálvame Señor. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y ahora, con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.
Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego luego que ustedes sean bautizados en agua en Su Nombre.
Y a vuestros familiares, Cristo también los traiga a Sus Pies y les dé también la salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Cristo viviendo por toda la eternidad.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes aquí reunidos para escuchar la Palabra del Señor. La Palabra del Señor nos ha hablado y nos ha abierto el misterio de porqué estamos viviendo nosotros aquí en este planeta Tierra.
Estamos aquí (para los que están a través de internet) en la Iglesia Bautista de Asa Norte en Brasilia.
Que Dios les bendiga a todos amables amigos y hermanos presentes, y los que están a través de internet o del satélite, y les bendiga a ustedes ministros aquí presentes, y les use grandemente en Su Obra en este tiempo final.
Y muchas gracias por haberme invitado, para compartir con ustedes estos momentos tan hermosos que hemos estado pasando.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos.
El Reverendo William Soto Santiago recibe el título de Benemérito de parte de la entidad: “Desafio Jovem de Brasília.”
Muy agradecido por este diploma de Benemérito que el “Desafio Jovem” me concede. Que Dios les bendiga grandemente y les siga usando grandemente en esa hermosa labor; y que muchas almas reconozcan esa labor; y a través de esa labor también vengan a los Pies de Cristo, para logar ser jóvenes eternamente en el Reino de Cristo.
“EL MOTIVO DE NUESTRA EXISTENCIA.”