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| Los Hijos de Dios | 2005-06-01 | 3 | Cartagena | Bolívar | CO | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes aquí en Cartagena, República de Colombia; es una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. También un saludo a todos los que están a través de internet o del satélite en esta ocasión, para también con ustedes compartir unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios.
Para esta ocasión leemos en San Juan, capítulo 1, versos 9 al 18, donde dice:
“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo.
Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.
Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “LOS HIJOS DE DIOS.”
Este tema: “LOS HIJOS DE DIOS,” aunque se ve sencillo, es un tema que ha traído discusiones bíblicas grandes, porque todos los seres humanos reclaman ser hijos de Dios. Pero no todos los seres humanos son hijos de Dios, conforme a las palabras de nuestro amado Señor Jesucristo, el cual dijo a unas personas que estaban en contra de Él, allá en el capítulo 8 de San Juan, versos 39 en adelante, dice:
“Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais.
Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham.
Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios.
Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió.
¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.
Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.
Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis.
¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis?
El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.”
Esto deja establecido que hay hijos de Dios e hijos del maligno; y la forma en que son identificados ambos, los hijos de Dios y los hijos del maligno, es que los hijos del maligno no escuchan la Voz de Dios, y los hijos de Dios escuchan la Voz de Dios. Cada uno escucha la voz de su padre.
Es como los niños: usted coloca un niñito o una niñita en un lugar, y viene una persona que no es su padre y lo llama: “¡Ven acá!” Y el niño no va. Pero viene el papá: “¡Ven acá hijo!” Y enseguida va corriendo, oye la voz de su padre.
Así es con los hijos de Dios: oyen la Voz de Dios a través de Jesucristo nuestro Salvador. Pero los hijos del maligno no oyen la Voz de Dios, porque no son de Dios; pero oyen la voz de su padre el maligno. Tan simple como eso.
Por lo tanto, los hijos son identificados con el padre, porque oyen la voz de su padre.
Y ahora, encontramos que los hijos de Dios al escuchar la Voz de Dios en el tiempo que les toca vivir, los cuales reciben la Palabra de Dios para su tiempo, y son confirmados como hijos e hijas de Dios, y colocados en el Cuerpo Místico de Cristo.
Estas son las personas que escuchan la predicación del Evangelio de la Gracia en el Nuevo Testamento, y por consiguiente al escuchar la predicación del Evangelio de la Gracia, el Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, dan en su corazón testimonio de que creen en Cristo de todo corazón, pues nació la fe de Cristo en su alma, creen en Su Primera Venida, creen en la muerte en la Cruz del Calvario (de Cristo como el Sacrificio de la Expiación por sus pecados); y luego cuando llega el momento de dar testimonio público, pasan dando testimonio público recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador.
¿Por qué? Porque han escuchado la Voz de Dios, la Voz de Cristo, que es la predicación del Evangelio de Cristo en la edad que les toca vivir.
Por lo tanto, los hijos e hijas de Dios son identificados porque oyen la Voz de Dios: el Evangelio de nuestro amado Señor Jesucristo.
Vean acá en San Juan, capítulo 10, verso 25 al 30, dice:
“Jesús les respondió...”
Vamos un poquito antes, capítulo 10 verso 22 en adelante dice:
“Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno,
y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.
Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;
pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.”
Y ahora, Cristo aquí les dice a estas personas abiertamente que ellos no son de Sus ovejas, ellos no son de las ovejas que el Padre le dio a Jesucristo para que las busque y les dé Vida eterna, ellos no son de esas ovejas que van a recibir Vida eterna; porque solamente las ovejas del Padre que son dadas a Cristo, son las que recibirán la Vida eterna, porque esos son los hijos e hijas de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, ¿desde cuándo? Desde antes de la fundación del mundo.
Esos son los hijos e hijas de Dios que Adán y Eva tenían que traer a existencia. Esos son los hijos e hijas de Dios que tenían que venir por la descendencia de Adán y Eva, hijos de Dios con Vida eterna. Pero ahora vienen por medio del Segundo Adán y de la Segunda Eva. El Segundo Adán es Jesucristo y la Segunda Eva es la Iglesia del Señor Jesucristo: vienen a manifestación en esta Tierra.
Y ahora vean, cuando Dios creó al ser humano lo creó a Su imagen y semejanza; primero le dio la imagen, que es el cuerpo angelical; y después le dio la semejanza física, que es el cuerpo de carne creado del polvo de la tierra.
Y luego cuando Dios envió a su Hijo Unigénito al mundo, ya le había dado el cuerpo angelical, que es llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová. Así es como Dios trae Sus hijos. Y luego le dio ¿qué? El cuerpo físico de carne.
Y ahora, esa misma trayectoria es para todos los hijos e hijas de Dios. Primero los hijos e hijas de Dios que son almas vivientes, son hijos e hijas en su alma. Dios les da el cuerpo angelical como el cuerpo angelical de Jesucristo, cuando reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador, y lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, y son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en ellos el nuevo nacimiento.
Siempre que hay un nacimiento, un cuerpo ha nacido. Si en un hogar sale la noticia que nació, que hubo un nacimiento, que nació un niño, toda persona que va quiere ver el niño. Pero si no le pueden mostrar el niñito que nació, no van a creer que hubo un nacimiento.
¿Entonces que se puede decir de eso? Que hubo mas bien un nacimiento mental, pero no hubo nada en la realidad. Y si el nuevo nacimiento y en el nuevo nacimiento, no se obtiene un cuerpo angelical, no se obtiene un cuerpo (el cual es angelical) como el cuerpo angelical de Cristo, entonces no hubo un nuevo nacimiento.
Primero nacemos espiritualmente, nacemos al obtener el cuerpo angelical; al recibir el Espíritu Santo se obtiene el cuerpo angelical, igual al cuerpo angelical de Jesucristo. Como sucedió con Cristo: antes de tener Su cuerpo físico, tuvo Su cuerpo angelical; y Adán antes de tener su cuerpo físico tuvo su cuerpo angelical. Ése es el orden para venir a existencia los hijos e hijas de Dios.
Ahora, encontramos que luego Dios le dio a Adán un cuerpo físico creado del polvo de la tierra, un cuerpo de carne; y a Jesús, a Cristo, Dios le dio, al Ángel del Pacto, Dios le dio un cuerpo físico de carne, el cual nació a través de la Virgen María; fue creado por Dios en el vientre de María.
Por lo tanto, ése es el orden para venir a existencia, a Vida eterna, todos los hijos e hijas de Dios. Por causa de que Adán y Eva pecaron en el Huerto del Edén, y ellos tenían que traer a existencia con Vida eterna a todos los hijos de Dios, pero por cuanto pecaron entró la muerte a la raza humana; entonces todos los hijos e hijas, y los nietos y bisnietos y tataranietos de Adán y Eva han sido mortales, han recibido un espíritu del mundo y han recibido un cuerpo físico mortal. Por lo tanto, han venido sin Vida eterna, solamente con una vida temporal.
Y ahora, encontramos que el Segundo Adán vino y murió por nosotros en la Cruz del Calvario, y ha estado trayendo con Vida eterna hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios; así como hemos nacido en la Tierra en este reino terrenal pero con vida temporal.
Ahora, Cristo por medio de Su Espíritu Santo produce el nuevo nacimiento y nacemos en el Reino de Dios con Vida eterna.
Cristo dijo a Nicodemo en el capítulo 3, versos 1 al 6, que el que no nazca de nuevo, el que no naciere de nuevo, el que no naciere del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios. Nacer del Agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, y nacer del Espíritu es nacer del Espíritu Santo.
Por lo tanto, por medio de ese nuevo nacimiento como producto, como fruto del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo, viene el nuevo nacimiento, nacemos como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo en donde obtenemos un cuerpo de la sexta dimensión, un cuerpo de la dimensión del Reino de Cristo, un cuerpo angelical como el cuerpo angelical de Jesucristo, llamado “el Ángel de Jehová.”
Miren ustedes la ocasión en que San Pedro estuvo preso y vino el Ángel del Señor y lo libertó, y lo sacó hasta la calle; y luego San Pedro cuando se encuentra en la calle se da cuenta que no era una visión, ni era un sueño, sino que era una realidad.
Algunas veces ha sucedido en la biblia que personas se han encontrado con el Ángel del Señor, el Ángel de Jehová, y no se habían dado cuenta que estaban con el Ángel de Jehová. Como le pasó a Pedro, y como le pasó a Manoa y a su esposa: que no sabían que ese personaje que estaba con ellos y que les profetizó, les dijo que iban a tener un hijo, y que le pusieran por nombre el nombre que ya les había sido indicado y que no le dieran ni vino ni sidra.
Vean, Manoa y su esposa no sabían qué personaje era el que estaba con ellos, pero sabían que era un varón de Dios. Pero luego que el Ángel subió en la llama de fuego, que estaba consumiendo el sacrificio que Manoa había ofrecido a Dios, se dio cuenta que era el Ángel de Jehová. Y dijo: “Vamos a morir (le dice a su esposa), porque hemos visto cara a cara a Dios.”
¿Y cómo es posible que diga que vio cara a cara a Dios, cuando lo que vio fue el Ángel de Dios, el Ángel de Jehová? Porque el Ángel de Jehová es el cuerpo angelical de Dios, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, el cual es llamado “el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto,” en el cual estaba, está y estará eternamente el Nombre de Dios. Y luego cuando se hizo carne, allí estaba el Nombre de Dios. Y por eso dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.”
Por lo tanto, vean ustedes, Manoa y su esposa estaban viendo a Jesucristo en Su cuerpo angelical, estaban viendo al Ángel de Jehová, y por consiguiente estaban viendo a Dios velado en Su Ángel y revelado a través de Su Ángel. Ése es el cuerpo angelical de Dios, esa es la imagen del Dios invisible, Cristo en Su cuerpo angelical. Y la semejanza física del Dios invisible es Cristo con Su cuerpo físico de carne, el cual ya está glorificado.
Y ahora, Cristo, vean ustedes, dijo ciertas palabras que ahora las podemos comprender.
Vean, Manoa y su esposa cuando vieron al Ángel de Jehová, luego se dieron cuenta... no sabían que era el Ángel de Jehová, pero cuando sube en la llama de fuego... allá está en el capítulo 13 del libro de los Jueces. Cuando sube en la llama de fuego se dan cuenta que es el Ángel de Jehová; y no sabían primero que era el Ángel de Jehová.
Que Dios nos permita comprender estas cosas, para comprender que en cada edad Cristo ha enviado uno de Sus Ángeles; cada Ángel Mensajero y los miembros de la Iglesia de Jesucristo de cada edad, no se dieron cuenta que tenían en medio de ellos al Ángel enviado de Jesucristo para la edad correspondiente.
Y que Dios nos permita en nuestro tiempo comprender estas cosas para cuando veamos la promesa de Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, que dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias,” comprendamos eso para nuestro tiempo, y comprendamos que es enviado para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto, y escuchemos la Voz de Cristo a través de Él.
Así como Cristo a través de cada Ángel Mensajero estuvo hablándole a Su Iglesia; era la manifestación de Cristo en medio de Su Iglesia en cada edad. Cristo en Su Ángel Mensajero correspondiente a cada edad, hablándole a Su Iglesia, dándole el Mensaje correspondiente a cada edad. Para el Día Postrero será a través del Ángel del Señor Jesucristo que estará en medio de la Iglesia de Jesucristo en carne humana, como estuvo cada Ángel Mensajero correspondiente a cada edad.
Ahora, podemos ver algo muy importante. Vean, les dije de Pedro en la cárcel, cuando ya él fue libertado y fue colocado por el Ángel del Señor ya en la calle, Pedro se despierta a la realidad; porque Pedro había estado dormido cuando el Ángel lo tocó. Y como había estado dormido y lo despertó todavía estaba, usted sabe, como algunas personas que quedan todavía medios dormidos. Y comienza a ver al Ángel y comienza a ver esa luz, y dice: “Bueno, yo estoy teniendo una visión; esto es una visión o es un sueño.”
Y siguió al Ángel que le ordenó lo que tenía que hacer, y se abrían las puertas y Pedro pensaba que estaba en una visión o en un sueño; y cuando ya el Ángel lo deja en la calle y ahora no ve la presencia del Ángel, se da cuenta que es la realidad. ¿Y qué va hacer él ya en la calle? Irse antes que se lo lleven de nuevo dentro de la cárcel, porque después que el Ángel lo liberta no va a ir adentro a preguntar: “Bueno, esto... ¿quién me sacó fuera?” Le van a decir: “No sé quién te sacó fuera, pero sé quién te va a meter dentro de nuevo.”
Por lo tanto, él se fue donde estaban orando por él, toca a la puerta en la casa de Marcos. Y cuando los que estaban allí orando por Pedro en la noche, escuchan, y una joven llamada Rode va a abrir la puerta. Y recuerden, que así como en las ciudades que hay mucho riesgo de robos de asaltantes, tienen en la puerta del frente de la verja y también en la puerta de la casa en muchos lugares una ventanita pequeña que miran (porque por ahí no se le pueden meter dentro), miran primero a ver a quién le van a abrir la puerta. Y si es una persona a la cual deben abrirle la puerta, le abren la puerta, sino le preguntan: “¿Qué usted desea?” O si no, ven, le cierran la ventanita en la cara y el hombre se tiene que ir.
Pero cuando Rode va a ver quién está tocando la puerta, y ve que es Pedro y escucha la voz que ella conocía, que es la voz de Pedro, y lo ve (estaba oscuro pero ve que es Pedro), regresa, de gozo no abre la puerta, regresa a los que están orando y les dice: “¡Es Pedro el que está llamando a la puerta!”
Ellos le dicen: “Rode estás loca.” Ellos sabían que habían llevado a Pedro preso y que lo iban a matar. Y ellos estaban orando por Pedro ¿para qué? Para que Dios lo libertara. Y Dios había escuchado la oración. Y como Pedro también tenía la promesa que no... en la forma que iba a morir; por lo tanto, Pedro sabía que no iba a morir en esa ocasión.
Por lo tanto, Pedro estaba tranquilo allí durmiendo en la cárcel.
Y ahora, cuando ya está libertado regresa o va donde estaban orando por él, para reunirse con los hermanos, los creyentes; y ahora no le quieren abrir la puerta.
Sigue Pedro insistiendo y Rode diciéndole a ellos: “¡Es Pedro!”
Y ellos le dicen: “No es Pedro, es su ángel,” le están enseñando a Rode que cada persona tiene un ángel, un cuerpo angelical, un cuerpo teofánico angelical como el cuerpo angelical de Jesucristo.
El cuerpo angelical de Jesucristo es llamado el Ángel de Jehová; y el cuerpo angelical de Pedro es llamado el ángel de Pedro. O sea, que el nombre que se le da al ángel es el nombre de la persona. Cuando tengamos el nuevo nombre, pues será llamado del nombre nuevo que será el nombre eterno.
Ahora, vean aquí, vamos a ver dónde está este gran evento del libro de los Hechos (por aquí si Miguel me ayuda, para que lo tengan claro), capítulo 12, dice:
“Habiendo...”
Vamos a leer aquí la historia, para que así nos demos cuenta que hay un mundo espiritual, invisible, que está a favor de todos los creyentes en Cristo. Dice 5 en adelante del Libro de los Hechos, capítulo 12, dice:
“Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él.”
Cuando un hijo de Dios está en problemas, la Iglesia hace oración por ese hijo de Dios.
“Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche...”
¿Ven? En esa misma noche Herodes lo iba a sacar, ¿qué iban a hacer? Matarlo.
“Y cuando Herodes le iba a sacar (¿o sería por la mañana?)...”
Pero ahora vean:
“Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel.”
O sea, que hubo unos guardias dentro de la celda amarrados con cadenas con Pedro, para que no se les escapara. Pedro tenía que arrastrar con esos guardias, si se quería ir; y otros estaban en la puerta, de guardias también. Serían unos cuatro: dos dentro y dos afuera.
“Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos.
Le dijo el ángel: Cíñete, y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto, y sígueme.
Y saliendo, le seguía; pero no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, sino que pensaba que veía una visión.
Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por sí misma; y salidos, pasaron una calle, y luego el ángel se apartó de él.
Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos esperaba.”
El pueblo judío esperaba la muerte de Pedro, Herodes iba a matarlo.
“Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando (estaban orando por Pedro).
Cuando llamó Pedro a la puerta del patio, salió a escuchar una muchacha llamada Rode.”
Vean, no era la puerta de la casa, era la puerta del patio. La puerta de la verja, como están en diferentes casas, principalmente en las ciudades, que hay un portón para los autos y hay una puerta también para las personas que vienen caminando que no van a entrar en el garage de la casa.
“Cuando llamó Pedro a la puerta del patio, salió a escuchar una muchacha llamada Rode,
la cual, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no abrió la puerta, sino que corriendo adentro, dio la nueva de que Pedro estaba a la puerta.
Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel!”
Vean, ellos tenían conocimiento de que cada creyente en Cristo tiene un ángel, llamado “el Ángel de Jehová que acampa en derredor de los que le temen y los defiende.” Ese ángel lleva el nombre del mismo dueño de ese ángel, de ese cuerpo angelical. Cada creyente en Cristo nacido de nuevo tiene su ángel, llamado también por algunos: “Su ángel guardián.” Ese ángel le protege, le cuida, pertenece a otra dimensión. Cuando la persona muere físicamente, va a vivir al Paraíso en ese cuerpo angelical.
Ése es el ángel que recibe la persona cuando nace de nuevo; nace de nuevo y por consiguiente recibe un cuerpo angelical. ¿Ven lo sencillo que es todo?
No puede decirse que una persona nació de nuevo y no recibió un cuerpo de otra dimensión (angelical). Todos los hijos e hijas de Dios nacen como hijos e hijas de Dios primero en la sexta dimensión. Así como Adán obtuvo su cuerpo angelical, que es la imagen de Dios, a imagen de Dios; porque Dios dijo: “Hagamos al hombre conforme a nuestra imagen, a nuestra imagen y semejanza. Conforme a nuestra imagen y conforme a nuestra semejanza.” [Génesis 1:26]
La imagen es el cuerpo angelical y la semejanza es el cuerpo físico.
Y ahora, todo hijo de Dios toma ese camino también.
Cristo, vean, antes de aparecer en la Tierra en un cuerpo de carne, tenía Su cuerpo angelical. Por eso Cristo podía decir: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy.”
¿Cómo era Jesucristo antes de Abraham? Era el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto que la aparecía a los Profetas, le aparecía a los Jueces, y así por el estilo. Le apareció a Moisés, le apareció a Abraham, le apareció a Noé, le apareció a Adán también, era el que hablaba con Adán; era Dios dentro de Su cuerpo angelical, dentro de Su Ángel: el Ángel de Jehová. Por eso dice: “Mi Nombre está en mi Ángel.”
Por eso cuando ellos supieron que Pedro estaba tocando la puerta, dijeron: “No es Pedro, es su ángel.” O sea, en palabras más claras: “Es Pedro, pero en su cuerpo angelical.”
Hay países en donde muchas personas dicen que han visto personas o familiares que ellos conocen, los han visto pasar y se les han desaparecido frente a ellos. Y han dicho: “Fulano de tal murió porque lo vimos pasar en su cuerpo espiritual.” Es que cada persona tiene un cuerpo espiritual, ése es el Espíritu de la persona, un espíritu es un cuerpo de otra dimensión.
El mundo de los espíritus es el mundo de los cuerpos espirituales; el mundo de los ángeles es el mundo de los cuerpos angelicales. El mundo de los espíritus de los Profetas es el mundo de los cuerpos angelicales.
Por eso es que algunas veces en el mundo de los espíritus, en el mundo de los ángeles, hay ángeles o espíritus que son llamados: “Ángeles,” porque en el cuerpo angelical todos aparecen como ángeles, están en cuerpos angelicales.
Pero luego encontramos que algunos de esos personajes son espíritus de Profetas, espíritus de Mensajeros, espíritus que estarán manifestados en la Tierra en cuerpos físicos, cuerpos de carne.
Por lo tanto, tenemos que comprender estas cosas, para poder comprender todo el Programa Divino correspondiente a nuestro tiempo.
Por ejemplo, hablando del Ángel de Jehová, encontramos que era Jesucristo en Su cuerpo angelical; y cuando se hizo carne, era un hombre en esta dimensión, pero antes de hacerse carne era un hombre en otra dimensión. Y a través de ese hombre en otra dimensión, fue que Dios creó los Cielos y la Tierra.
También nos habla de los hijos e hijas de Dios que serán como los ángeles, que no se casan ni se dan en casamiento. Para cuando ya estemos transformados y vivamos con Cristo en Su Reino, no vamos a estar teniendo bodas, a estar teniendo casamientos, y a estar teniendo hijos, porque seremos como los ángeles: estaremos con nuestro cuerpo angelical y nuestro cuerpo físico glorificado; y estaremos en una posición más alta que la de los ángeles.
Ahora, también vean, encontramos al Ángel del Señor Jesucristo, así como Dios el Padre, Jehová, dice:
“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”
¿Dónde estaba el Nombre de Dios? En Su Ángel. Luego cuando el Ángel se hizo carne, hombre de esta dimensión, dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.” Y ese Ángel era nuestro amado Señor Jesucristo en Su cuerpo angelical, en el cual estaba Dios. Y cuando se hizo carne, también Dios estaba ahí en toda Su plenitud y estará eternamente en Él.
Y ahora, en la misma forma en que Dios hizo con Su Ángel, con el Ángel del Pacto, con Jesucristo, a través del cual se manifestaba en el Antiguo Testamento. “Porque a Dios nadie lo ha visto jamás, sino que el Unigénito Hijo que está en el Seno del Padre Él le declaró, le dio a conocer, le ha dado a conocer.” [San Juan 1:18]
Y ahora, encontramos que luego que estuvo en la Tierra, Él decía siempre que iba a sentarse a la Diestra de Dios. Y cuando murió y resucitó y ascendió al Cielo, ¿dónde se sentó? A la Diestra de Dios.
Jesús conocía el plan de Dios, el Programa de Dios. Él sabía que se iba a sentar allá en el Trono Celestial, y que todo Poder y Autoridad le iba a ser dada en el Cielo y en la Tierra; y es la primera ocasión en que un hombre con un cuerpo físico pero glorificado se sienta en el Trono Celestial. Ése es el Trono de Dios, desde el cual Dios gobierna toda la Creación.
Pero ahora en ese Trono Dios sentó a Jesucristo Su Hijo, y Dios por medio de Cristo gobierna el Universo completo. No es que Dios se quedó sin Poder; es que Dios estando en Cristo, a través de Jesucristo gobierna el Universo completo. Fue a través de Jesucristo, Cristo el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que Dios creó los Cielos y la Tierra.
Vean, esto está aquí en Génesis, capítulo 1, dice:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.”
Y ahora, ¿cómo los creó? Dice Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas.”
¿Cómo hablaba Dios? Por medio de los Profetas.
“...en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
Dios constituyó Heredero de todo ¿a quien? A Jesucristo. ¿Y por medio de quién creó Dios los Cielos y la Tierra? Por medio de Jesucristo, por medio de Cristo en Su cuerpo angelical; y fue por medio de ese cuerpo angelical que Dios le apareció a los Profetas del Antiguo Testamento: a Adán, a Abel, a Set, a Enoc, a Noé, a Abraham. A Abraham le apareció en diferentes ocasiones y también a Moisés, y fue llamado “el Ángel de Jehová” o “Ángel del Pacto.”
Y ahora, encontramos que era Dios manifestado en esa teofanía, en ese cuerpo angelical; en diferentes ocasiones se manifestó y se materializó también, lo cual significa que Abraham vio el día en que Jesucristo se materializaría en la Tierra en carne humana; lo vio anticipadamente cuando Elohim con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel, se materializaron y comieron con Abraham, y luego fueron a Sodoma para una visita de investigación, para luego la destrucción de Sodoma y Gomorra y ciudades cercanas, ser efectuada.
Por lo tanto, podemos ver cómo fue que todo esto fue llevado a cabo.
Y ahora, para el tiempo final encontramos que Jesús dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Vean, en la misma forma en que Jehová Dios envió Su Ángel, el Ángel de Jehová en Su cuerpo angelical en todo el Antiguo Testamento. Por eso podía decir: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy.” Era antes que Abraham, era antes que Noé, era antes que Enoc, era antes que Set, era antes que Adán también.
Y ahora, en el Nuevo Testamento en la misma forma en que el Padre, Jehová Dios, hizo con Su Ángel, el Ángel de Jehová, ahora Jesucristo en el Nuevo Testamento dice que tiene un Ángel:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Ese Ángel ha estado en Su cuerpo angelical todo el tiempo en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, es el Ángel que apareció a Juan el Apóstol y le dio la revelación del Apocalipsis; es el Ángel que vino con la revelación de Jesucristo, así como en el Antiguo Testamento el Ángel que vino con la revelación de Dios el Padre, fue el Ángel de Jehová, Cristo en Su cuerpo angelical, a través del cual Dios se manifestaba en el Antiguo Testamento.
Pero ahora encontramos que en el Nuevo Testamento, Cristo dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
Por lo tanto, es a través de ese Ángel que Cristo se reveló a Juan, se manifestó a Juan, y le dio la revelación del Apocalipsis a Juan. Por eso ha sido dicho por muchos (incluyendo al Reverendo William Branham) que era, no la revelación de Juan sino la revelación de Jesucristo; era Cristo en Su Ángel hablándole a Juan y dándole toda la revelación de Cristo; o sea, que era Cristo velado y revelado en Su Ángel, aun el Ángel estando en Su cuerpo angelical. Y por consiguiente ahí ese Ángel estaba con el Nombre del que lo envió.
Y luego en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, Cristo dice:
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios.”
¿Dónde Dios escribió Su Nombre? ¿Dónde estaba el Nombre de Dios en el Antiguo Testamento? En Su Ángel.
¿Dónde tiene que estar entonces el Nombre de Jesucristo? En Su Ángel.
Porque Cristo en el Nuevo Testamento hace como hizo el Padre con Él; como hizo el Padre con Su Hijo Jesucristo, hace Jesucristo con Su Ángel.
Vean, vamos a ver si esto es así.
En Apocalipsis, capítulo 2, verso 26 en adelante...
Vean, recuerden que Cristo dijo en una ocasión: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.” ¿A quién le fue dado? Al Ángel de Jehová que se hizo carne y habitó en medio de la raza humana, y murió y resucitó y ascendió victorioso al Cielo, y se sentó en el Trono de Dios, y por consiguiente obtuvo todo Poder en el Cielo y en la Tierra; y en Él estaba el Nombre de Dios.
Ahora, veamos Apocalipsis, capítulo 2, verso 26 al 29, donde dice:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones.”
Y ahora, así como Cristo recibió autoridad, todo Poder en el Cielo y en la Tierra, ahora por cuanto Él tiene todo el Poder en el Cielo y en la Tierra, Él puede otorgar en la Tierra poder sobre las naciones a quien Él desee. ¿A quién Dios le otorgó poder, poder y autoridad en el Cielo y en la Tierra? A Su Ángel, el Ángel de Jehová.
Entonces, ¿a quién le tiene que otorgar Cristo poder, autoridad en la Tierra sobre todas las naciones? Tiene que ser paralelo a como sucedió con Él, tiene que ser a Su Ángel. Dice:
“...y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre.”
¿Ven? Como Él la recibió del Padre, así Él lo otorga al Vencedor.
“...y le daré la estrella de la mañana.”
¿Cuál es la estrella de la mañana? Cristo. Cristo es la estrella resplandeciente de la mañana.
Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”
Él es la Columna de Fuego, Él es el Ángel del Pacto, la Estrella resplandeciente de la mañana, el Lirio de los Valles, la Rosa de Sarón. Todo esto lo es nuestro amado Señor Jesucristo.
Y ahora, le será dado al Vencedor, ¿qué? La Estrella de la mañana; será este Vencedor del Día Postrero, el cual estará viviendo en el tiempo en que Cristo vendrá. Y ése es el Ángel que recibirá a Cristo en Su Segunda Venida, recibirá la Estrella resplandeciente de la mañana, recibirá el Ángel Fuerte que desciende del Cielo en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 al 11; y le será dado el Título de Propiedad, y por consiguiente recibirá autoridad sobre las naciones: el Título de Propiedad de la Vida eterna, el Titulo de Propiedad de toda la Creación.
Por lo tanto, recibe autoridad; como cuando en una corte le otorgan el título de propiedad de una finca o de una casa, la persona obtiene el poder y autoridad de esa propiedad.
Ahora, veamos otro pasaje.
Ahora, vean, dice aquí mismo:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Vean, es el Espíritu Santo hablando. Pero, ¿por quién está hablando? Juan dice a través de quién es que está viniéndole a él toda esta revelación apocalíptica.
Apocalipsis, capítulo 19, versos 9 al 10:
“Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.
Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.”
Y ahora, él se postró a los Pies del Ángel que le mostraba estas cosas.
Vean Apocalipsis, capítulo 22 también, verso 6 en adelante, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas.”
¿Quién es el Dios de los espíritus de los Profetas? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de los espíritus de los Profetas, el Dios de los cuerpos angelicales de los Profetas.
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.
¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.
Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.”
¿Quién le mostraba a Juan todas estas cosas? El Ángel del Señor Jesucristo a través del cual estaba Cristo en Espíritu Santo hablándole a Juan.
Porque dice: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” Así lo dice en cada Mensaje a las iglesias en el capítulo 2, y capítulo 3 del Apocalipsis.
Y ahora, era el Ángel con el Espíritu Santo, el Ángel con Cristo en él manifestado, revelándole a Juan todas estas cosas.
Y ahora, veamos acá en el capítulo 3, verso 20 al 22 del Apocalipsis. Capítulo 3, verso 20 al 22, dice:
“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Y ahora, Cristo dice:
“Así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
En la misma forma en que Cristo vino a la Tierra y venció y ascendió al Cielo victorioso, y se sentó con el Padre en Su Trono; en esa misma forma Cristo envía Su Ángel, y ése es el Ángel que obtendrá la gran victoria en el Amor Divino, y se sentará con Cristo en Su Trono, el cual es el Trono de David en el Reino de David, que es el Reino de Dios en la Tierra siendo restaurado en medio del pueblo hebreo. Ése es el Ángel Mensajero en el cual Cristo colocará el Nombre, ¿qué Nombre? Vamos a ver qué Nombre. De Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, dice:
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Es una promesa, es lo que el Espíritu Santo ha dicho; y nosotros creemos a lo que el Espíritu Santo ha dicho. Era el Espíritu Santo hablando a través del Ángel del Señor Jesucristo a Juan el Apóstol todas estas cosas que fueron reveladas a Juan en el Libro del Apocalipsis, o que están contenidas en este libro llamado: “Revelación o Apocalipsis.”
Por lo tanto, es en el Ángel del Señor Jesucristo en el cual Cristo colocará el Nombre de Su Padre, el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios, o sea, el Nombre de la Nueva Jerusalén y el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo.
En la misma forma en que Dios colocó Su Nombre en Su Ángel Jesús, es en Jesús en Su cuerpo angelical y luego cuando se hizo carne dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.” Ése fue el Ángel de Jehová hecho carne, el cual obtuvo la gran victoria al morir y resucitar, y luego ascendió al Cielo victorioso y se sentó en el Trono de Dios.
Por lo tanto, en la misma forma en que el Padre hizo con Jesucristo Su Hijo, es que Cristo ha prometido hacer con el Vencedor. Y el Vencedor del Día Postrero tiene que ser un Ángel de Jesucristo, el Ángel del Señor Jesucristo. Así como Cristo ministró antes de estar en carne humana, ministró por miles de años en medio de la raza humana en Su cuerpo angelical, trayendo la Palabra de Dios; fue Dios a través de Su Ángel, el Ángel de Jehová, hablando por medio de los Profetas.
Y Cristo en Espíritu y Santo en la Dispensación de la Gracia ha estado en Su Ángel en medio de Su Iglesia hablando; le habló a Juan todas estas revelaciones apocalípticas.
Y luego en el Día Postrero estará en medio de la Iglesia en carne humana dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y por consiguiente abriéndonos toda esta revelación apocalíptica que está en símbolos, hablándonos de todas estas cosas que están aquí contenidas. ¿Y quién mejor que el Ángel de Jesucristo con el Espíritu de Cristo podrá conocer lo que él le dio a Juan, lo que le dijo a Juan en símbolos?
Por lo tanto, podemos ver ahí que esa es una bendición para todos los hijos de Dios que estarán viviendo en este tiempo final; y estarán recibiendo la fe, la revelación para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Ése es el único Ángel, el único Mensajero que podrá darle a conocer el misterio de la Segunda Venida de Cristo con Sus Ángeles, a la Iglesia del Señor Jesucristo. Ése es el único Ángel Mensajero que es un Profeta dispensacional, el único que podrá abrir el misterio del Séptimo Sello, el misterio de la Segunda Venida de Cristo.
Ése es el único Ángel Mensajero a través del cual, Cristo como el León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, estará clamando como cuando un león ruge y Siete Truenos emitiendo sus voces. Es a través de ese Ángel, el cual estará en carne humana en el Día Postrero, a través del cual Cristo estará clamando como cuando un león ruge, y Siete Truenos emitiendo Sus voces, y dando a conocer el misterio del Séptimo Sello.
Fuera de lo que Cristo estará hablando a través de ese Ángel, ninguna persona podrá conocer el misterio del Séptimo Sello, el Misterio de la Segunda Venida de Cristo, el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, lo cual es un misterio muy grande, pero que por medio del Espíritu de Cristo en Su Ángel está prometido para ser dado a conocer a la Iglesia del Señor Jesucristo, para que tengan así la fe, la revelación para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Así como dio la fe, la fe para obtener la salvación y Vida eterna, y obtener esa transformación interior, espiritual, y obtener el cuerpo angelical, la revelación de la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios muriendo en la Cruz del Calvario; eso fue la revelación ¿de qué? Fue la revelación de la Venida del Ángel del Pacto en carne humana, para llevar a la cabo la Obra de Redención. Él dijo: “Nadie sabe quién sea el Hijo.”
Vamos a ver San Mateo, capítulo 11, verso 25 al 27, dice:
“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.”
Las escondió, escondió estas cosas, ¿qué cosas? El misterio de la Primera Venida de Cristo, el Misterio del Padre y de Cristo. ¿Las escondió de quién? De los sabios y entendidos en asuntos religiosos, las escondió del sumo sacerdote, de los teólogos de aquel tiempo, de los fariseos, de los saduceos, de los sacerdotes del Concilio del Sanedrín, que eran personas que tenían sus doctorados en teología, habían estudiado todos los misterios o todas esas Escrituras; y ahora estaba escondido de ellos el misterio de la Primera Venida de Cristo.
Y así estará escondido el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles para la ciencia religiosa humana, para la teología humana. Solamente por revelación divina será que podrán obtener esta revelación. Y ésa es la revelación que traerá el Ángel de Jesucristo, así como la revelación de la Primera Venida de Cristo la trajo ¿quién? Cristo, el Ángel de Jehová.
Vean, aquí dice:
“Sí, Padre, porque así te agradó.
Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.”
La revelación del misterio de Dios el Padre y de Cristo, del Hijo de Dios, ¿quién la tenía (esa revelación)? Jesucristo, el Hijo de Dios. ¿Y a quién sería dada? A quien Él quisiera darla. No sería dada esa revelación de la Primera Venida de Cristo por medio de la teología humana, no sería dada por medio del Concilio del Sanedrín, no sería dada por medio del sumo sacerdote, no sería dada por esos doctores en divinidad, sino por medio de un joven carpintero llamado Jesús.
Y ahora, ése era el Ángel de Jehová hecho carne en donde estaba el misterio de Dios el Padre y de Cristo; ése era el hombre donde estaba todo ese misterio. Y la revelación de ese misterio es el Evangelio de Cristo, en donde se expresa el misterio de la Primera Venida de Cristo y la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.
Y en el Evangelio del Reino estará contenido el misterio de la Segunda Venida de Cristo, el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles para el Día Postrero. Y solamente el Ángel del Señor Jesucristo tendrá esa revelación divina y la verterá en Su Mensaje, el Mensaje del Evangelio del Reino, con el cual dará a conocer todo este misterio a todos los escogidos de Dios, a todos los hijos e hijas de Dios, para así tener la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
La bendición grande es ser un hijo de Dios o una hija de Dios, pues está escrita la persona en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo; y escuchará la Voz de Cristo, el Evangelio de Cristo en el tiempo que le toca vivir, y lo recibirá como su único y suficiente Salvador y obtendrá el nuevo nacimiento, nacerá como un hijo o una hija de Dios en el Reino de Dios, y obtendrá por consiguiente el cuerpo angelical, y luego en el Día Postrero en adición obtendrá el cuerpo físico glorificado; y entonces todos seremos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.
Yo todavía necesito recibir el cuerpo físico glorificado, pero lo voy a recibir muy pronto. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.
Estamos escuchando la Voz de Dios en este tiempo final, y por consiguiente estamos recibiendo la revelación divina de este tiempo final. Toda la revelación divina para tener la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Por lo tanto, conscientes de que somos hijos e hijas de Dios recogidos en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia del Señor Jesucristo, damos gracias a Dios por Jesucristo a través del cual Él ha estado recogiendo a todos los hijos e hijas de Dios que estaban dispersos por el mundo.
Yo le doy gracias a Cristo por lo que Él hizo en el pasado y por lo que Él está haciendo en el presente, y le doy gracias a Dios por Jesucristo y por cada uno de ustedes también, los cuales están escuchando en este tiempo final la Voz de Cristo, la Voz del Ángel del Pacto, la Voz de Dios por medio del Espíritu de Cristo en medio de Su Iglesia en este tiempo final, como la escucharon los escogidos de Dios de edades pasadas.
Ahora somos hijos de Dios y todavía no se ha manifestado lo que hemos de ser. Eso significa: Ya somos, ya hemos nacido como hijos e hijas de Dios, hemos obtenido el nuevo nacimiento y todavía no se ha manifestado lo que hemos de ser, o sea, no se ha manifestado la inmortalidad física: la transformación nuestra, en donde seremos inmortales como Jesucristo nuestro Salvador, seremos inmortales físicamente y jóvenes para toda la eternidad; y estaremos como Reyes y Sacerdotes en ese Reino Milenial de Cristo y luego por toda la eternidad.
Somos el gabinete de Cristo, el gabinete de ese Reino y el gabinete de ese Orden Sacerdotal, y el gabinete de ese Poder Judicial donde Cristo es el Juez de los vivos y de los muertos.
Por lo tanto, somos los hijos e hijas de Dios que nos ha tocado vivir en este tiempo final. ¿Cómo sabemos que somos hijos e hijas de Dios? Porque Cristo dijo: “El que es de Dios, la Voz de Dios oye.”
Y estamos escuchando la Voz de Dios, la Voz de Dios por medio de Su Espíritu Santo en este tiempo final; y hemos respondido a Su Voz y lo hemos recibido como nuestro único y suficiente Salvador; y hemos sido bautizados en agua en Su Nombre arrepentidos de nuestros pecados, Él nos ha perdonado y con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado y nos ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y ha producido en nosotros el nuevo nacimiento. Hemos nacido a la Vida eterna en el Reino eterno de Cristo como hijos e hijas de Dios.
Por lo tanto, hemos visto: “El misterio de los hijos de Dios.”
Yo le doy gracias a Dios por permitirme estar entre todos ustedes: hijos e hijas de Dios.
Que Jesucristo les bendiga grandemente, y les dé todo lo que Él ha prometido para ustedes y para mí también.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador para ser manifestado en el Reino de Cristo como un hijo o una hija de Dios, y ha escuchado la Palabra de Cristo en estos momentos, y nació la fe de Cristo en su alma y está creyendo en Cristo, ahora puede dar testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como su único y suficiente Salvador. Para lo cual daré algunos minutos para que puedan venir a los Pies de Cristo y yo oraré por ustedes en esta noche en esta ocasión.
También por los que están a través de internet o del satélite en otras naciones, oraré por todos ustedes que recibirán a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, por lo cual también pueden pasar al frente, venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en esta oración.
Pueden venir a los Pies de Cristo para recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador. Ya los que están aquí presentes y los que están a través de internet o del satélite pueden venir a los Pies de Cristo para orar por ustedes. Pueden venir para dar testimonio público de vuestra fe en Cristo. Cristo dijo:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.”
Eso es lo que Cristo dijo. Y para los que no confiesan públicamente a Cristo, dice Cristo:
“Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”
Tan simple como eso.
Por lo tanto, ¿usted quiere que Cristo lo confiese delante del Padre Celestial? Confiese usted a Cristo públicamente como su único y suficiente Salvador, recibiéndole como su único y suficiente Salvador.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo para orar por ustedes en esta ocasión. Dios tiene mucho pueblo aquí en la Ciudad de Cartagena, Colombia, y en todas las ciudades de Colombia, y en toda la República de Colombia; y está llamando a todos Sus hijos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Ustedes están aquí presentes y los que están a través de internet también escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, y los está llamando porque Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.”
Por lo tanto, ustedes son ovejas de Cristo que le han sido dadas a Cristo por Su Padre Celestial, para que las busque y les dé Vida eterna. Es Cristo el que le ha estado buscando a usted para traerle a Su Redil y darle la Vida eterna, y así quede usted asegurado en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo.
Si hay alguno que es tímido y le da timidez o vergüenza que lo vean venir a los Pies de Cristo, levántese y diga: “Yo he escuchado y he creído en Cristo y paso al frente porque yo quiero vivir eternamente con Cristo. Por lo tanto, no me avergüenzo de Cristo, doy testimonio público de mi fe en Cristo y lo recibo como mi único y suficiente Salvador.”
Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Es Vida eterna lo que Él nos da. La lectura que les di está en San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33, cuando les leí:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.”
Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo.
Vean estas hermosas promesas que Cristo ha hecho. San Juan, capítulo 6, versos 39 en adelante, dice:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que vea al Hijo, cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
La resurrección en un cuerpo eterno y glorificado es para aquellos que han creído en Cristo y le han recibido como su único y suficiente Salvador.
En San Juan, capítulo 10, versos 27 al 30, dice:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre uno somos.”
Y ahora vean, el Padre le ha dado a Jesucristo esas ovejas para que escuchen la Voz de Cristo y Cristo les dé la Vida eterna. Es un asunto de Vida eterna escuchar la Voz de Cristo y creer y recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador.
Todos queremos vivir eternamente, para lo cual tenemos que tener Vida eterna; y para tener la Vida eterna tenemos que recibirla del que la tiene, que es Jesucristo. “Porque Dios nos ha dado Vida eterna y esta Vida está ¿en quién? En Jesucristo.” (Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 al 13).
La buena noticia para los creyentes en Cristo es que tenemos Vida eterna.
Por lo tanto, las palabras de San Juan, capítulo 3, verso 36 son claras, dice:
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”
El que rehúsa creer en Cristo el Hijo de Dios, no verá la Vida eterna sino que la ira de Dios está sobre él. Pero el que cree en Jesucristo, el Hijo de Dios, tiene Vida eterna. Es Vida eterna lo que Cristo le da a los que creen en Él. Y nosotros queremos la Vida eterna para vivir con Cristo en Su Reino eterno.
Por lo tanto, venimos a Cristo, que es la Fuente del Agua de la Vida eterna, para que nos dé la Vida eterna que tanto nuestra alma desea; y no la podemos conseguir ni en otra persona ni en otra cosa, solamente en nuestro amado Señor Jesucristo.
Todavía pueden continuar viniendo las personas que faltan por venir, para que queden incluidas en esta oración que estaré haciendo dentro de algunos segundos.
Los que están en otras naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo; y también los niños de diez años en adelante pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo.
Si falta alguna persona por venir que ya escuchó, nació la fe de Cristo en su alma, creyó en Cristo de todo corazón, ahora tiene la oportunidad, privilegio y derecho a dar testimonio público de su fe en Cristo, porque con la boca se confiesa para salvación.
Por lo tanto, se confiesa públicamente a Cristo como único y suficiente Salvador, recibiéndolo acá en el alma.
Todavía si falta alguna persona puede venir, de los que están aquí presentes en Cartagena, República de Colombia, y los que están en otras naciones a través de internet o del satélite.
Vamos a prepararnos para orar ya por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo. Y si falta todavía alguna persona por venir, puede venir aquí o los que están en otras naciones pueden también venir a los Pies de Cristo, pasar al frente para que queden incluidos en esta oración que haré dentro de algunos segundos.
Con nuestra manos levantadas a Cristo al Cielo, los que han venido a los Pies de Cristo para dar testimonio público de su fe en Cristo repitan conmigo esta oración, los que están aquí presentes, y los que están a través de internet, del satélite o de algún otro medio de comunicación.
Con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, decimos:
La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado cuando fue derramada en la Cruz del Calvario. Yo lo creo de todo corazón. Creo, Señor Jesucristo, en Tu Primera Venida, ha nacido Tu fe en mi alma.
Y, Señor Jesucristo, creo que Tu muerte en la Cruz del Calvario fue el Sacrificio de la Expiación por mis pecados. Y doy testimonio público de mi fe en Ti, reconociendo que soy pecador y que necesito un Salvador.
Señor Jesucristo, creo en Ti como mi único suficiente Salvador, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.
Señor Jesucristo, Te ruego perdones mis pecados y Te ruego me limpies de todo pecado con Tu Sangre preciosa, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre.
Señor Jesucristo, quiero nacer en Tu Reino eterno, quiero entrar a Tu Reino eterno, quiero vivir eternamente Contigo en Tu Reino; quiero nacer en Tu Reino como un hijo Tuyo, Señor. En Tus Manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Te lo ruego Señor Jesucristo. En Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y todos con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado!¡ La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado!¡ La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en vuestra alma, creyeron y lo recibieron como vuestro único y suficiente Salvador arrepentidos de vuestros pecados.
Y ahora ustedes me dirán: “Cristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado será salvo.’ Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de lo profundo de vuestra alma.
Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón bien pueden ser bautizados en agua en estos mismos momentos, ustedes que están aquí presentes y ustedes que están a través del internet o del satélite en las demás naciones.
Y ahora, Cristo les bautizará con Espíritu Santo y Fuego.
Que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, luego que ustedes sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
Y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus Pies y les dé también la salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Cristo viviendo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y ahora, pregunto aquí al Reverendo Ceballos si hay agua: Hay agua, hay un bautisterio. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Hay vestidores de ropas, lugar dónde cambiarse de ropa? También hay lugar donde cambiarse de ropa. ¿Y hay personas que les ayudarán también? Hay personas también que les ayudarán.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
¿Hay también ministros bautistas que les bautizarán? También hay ministros que les bautizarán, bautistas que les bautizarán. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nazcan como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Bueno, nos continuaremos viendo en estos cuerpos y cuando Cristo nos dé el nuevo cuerpo, nos continuaremos viendo por toda la eternidad.
Muchas gracias por vuestra amable atención, y dejo al Reverendo Ceballos para continuar e indicarles hacia dónde caminar para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Muchas gracias por vuestra amable atención y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo.
“LOS HIJOS DE DIOS.”