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|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| Los Tesoros de Dios | 2005-06-01 | 2 | Cartagena | Bolívar | CO | 00:00:00 | false |
Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Para lo cual leemos en Colosenses, capítulo 2, versos 1 al 3, donde nos dice San Pablo:
“Porque quiero que sepáis cuán gran lucha sostengo por vosotros, y por los que están en Laodicea, y por todos los que nunca han visto mi rostro;
para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo,
en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “LOS TESOROS DE DIOS.”
Los tesoros de la sabiduría y del conocimiento, están escondidos de los seres humanos, y están escondidos en Dios el Padre, y Cristo.
Por lo tanto, para poder conocer los tesoros de la sabiduría y del conocimiento, tenemos que conocer el misterio de Dios el Padre y de Cristo, porque en Dios el Padre, y Cristo, están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento. Los tesoros divinos todos nosotros los queremos.
¿Y cómo podemos obtener esos tesoros divinos? Por cuanto Dios estaba en Cristo reconciliando consigo mismo al mundo, por consiguiente todos los tesoros que están en Dios el Padre, están en Jesucristo nuestro Salvador.
Vean, aquí nos dice Cristo en San Juan, capítulo 16, verso 14, dice (hablando del Espíritu Santo)... podemos leer un poco antes, capítulo 16 de San Juan, versos 12 al 14, dice:
“Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta.”
El Espíritu Santo vendría y no hablaría por su propia cuenta:
“Sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.”
Es el Espíritu Santo el que profetiza las cosas que van a suceder:
“El me glorificará...”
O sea, que el Espíritu Santo vendría para dar a conocer, para profetizar, para dar a conocer las cosas que han de venir, para dar a conocer todas esas cosas que Cristo dijo:
“Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.
Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.
Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.”
Y ahora, todas las riquezas de Dios el Padre pertenecen a Cristo, porque Cristo es el heredero de Dios.
Por lo tanto, para poder obtener las riquezas divinas, el tesoro divino, hay una fuente a través de la cual obtener todo el tesoro de Dios.
La Vida eterna es un tesoro; si la vida física mortal pasajera es un tesoro, ¿cuánto más la Vida eterna? Y para tener la Vida eterna, que es un tesoro de Dios, hay que obtenerla a través de la Fuente del Agua de la vida.
Miren aquí en Apocalipsis, capítulo 21; toda persona ha pensado en la Vida eterna, y ha pensado: “¿Cómo podré yo obtener la Vida eterna y permanecer joven para toda la eternidad?”
Si dicen que en un país hay un monte donde hay muchos árboles, y que la persona que coma de esos árboles se pondrá joven y vivirá eternamente, estaría lleno ese bosque de personas, acabarían con esos árboles.
Si dicen que comiéndose solamente una hoja del árbol la persona se rejuvenece y vivirá eternamente, no se comería una hoja, se comería muchas hojas; diría: “Para asegurar bien que me voy a poner joven y que voy a vivir eternamente.”
Y no solamente eso, se llevaría unas pocas por si acaso para él o para su familia también. ¿Por qué? Porque eso es un tesoro, que se encuentre un árbol que produzca la Vida eterna.
Vean, aquí en Apocalipsis y también en el Génesis, nos dice que hay un árbol, dice en *Génesis, capítulo 2, verso 7 en adelante (7 al 11), dice:
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.
Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto.”
Y ahora, ahí tenemos que hay un árbol: el Árbol de la Vida en medio del Huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
Y ahora, así como hay un Árbol de la Vida, hay un árbol de ciencia del bien y del mal, que es el árbol de la muerte.
En ese mismo capítulo 2 del Génesis, verso 15 en adelante, para que tengamos el cuadro claro, dice:
“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase.
Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer;
mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.”
Y ahora, el árbol de ciencia del bien y del mal, es el árbol de la muerte; y el Árbol de la Vida es otro Árbol. Un Árbol bueno y un árbol malo, un Árbol que da Vida eterna (el Árbol de la Vida) y un árbol que produce la muerte.
Ahora, aquí mismo en el Génesis, capítulo 3 dice, verso 1 en adelante, dice:
“Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo.”
¿Ven? No era un reptil, era un animal; después vino a ser un reptil con la maldición que Dios colocó sobre él:
“Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?
la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer;
pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.
Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis.”
Dios dijo: “Moriréis; el día que coman del árbol de ciencia del bien y del mal moriréis,” y la serpiente dijo: “No moriréis;” le añadió el “NO,” y por consiguiente ese “NO” que aceptó Eva le trajo la muerte.
El diablo es un mentiroso y el diablo estaba en ese animal: en la serpiente, hablando a través de la serpiente, porque la serpiente en ese tiempo era un animal que caminaba como el hombre y se parecía al hombre, pero era un gigante y hablaba, razonaba. Tenía lugar para el alma pero no tenía alma.
En ese lugar para el alma fue que el diablo se metió, y a través de la serpiente antigua se manifestó, habló y trajo el pecado a la raza humana. Luego, veamos aquí, dice:
“Sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.
Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.
Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.”
Y ahora, continuamos aquí leyendo, dice:
“Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.
Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?
Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.
Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti.”
Todo esto sucedió unos seis mil años atrás en el Huerto del Edén, y allí fue donde el ser humano perdió la Vida eterna, ese hermoso tesoro de la Vida eterna, y solamente quedó con vida temporal. Todavía el ser humano no estaba adoptado, por lo tanto, perdió la bendición del tesoro de la Vida eterna.
Luego, en el capítulo 3, verso 20 en adelante... vamos a leerlo para que tengan el cuadro claro, capítulo 3, verso 20 al 24 del Génesis, dice:
“Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes.
Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.”
Allí se realizó el sacrificio de un animalito (el mismo Dios), para dar pieles a Adán y a Eva para cubrir la desnudez de ellos:
“Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.
Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.
Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.”
Y ahora, encontramos que hay un Árbol de vida y hay un árbol de muerte: el Árbol de la Vida es Cristo, el árbol de la muerte es el diablo. Por lo tanto, encontramos que el ser humano no hizo la elección correcta y murió, entró el pecado y murió a la Vida eterna, y solamente le quedó vida temporal que a Adán se le terminó a los 930 años.
Y así también a todo ser humano que vive en la Tierra se le acaba la vida a cierta cantidad de años, porque lo que obtenemos al nacer a través de nuestros padres terrenales es vida, pero temporal. Y mucho hacen nuestros padres por nosotros.
Ahora, el Árbol de la Vida es el Árbol que toda persona quiere encontrar para comer de Él y obtener la Vida eterna, y ese Árbol es nuestro amado Señor Jesucristo.
Vean, aquí en el libro del Apocalipsis nos habla del Árbol de la Vida. Capítulo 2, verso 7 del Apocalipsis nos dice:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.”
Y ahora, toda persona desea comer del Árbol de la Vida, para asegurar su futuro eterno y vivir eternamente joven y en buena salud, y con una buena posición en el Reino de Dios.
¿Cómo podemos obtener este tesoro divino: la Vida eterna? Vean, aquí en Apocalipsis, capítulo *22, verso 12 en adelante dice:
“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.
Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.
Bienaventurados los que lavan sus ropas , para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.”
Y ahora, para poder tener derecho al Árbol de la Vida hay que lavar las ropas. ¿Qué significa esto? Porque todos queremos comer del Árbol de la Vida. En Apocalipsis, capítulo 7 nos habla de este misterio, y nos dice capítulo 7, verso 13 en adelante del Apocalipsis, dice:
“Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?
Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.”
Es por medio de la Sangre de Jesucristo que lavamos nuestras ropas, somos limpios de todo pecado; el sucio o suciedad del pecado, es quitado con la Sangre de Cristo, porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado, y quedamos justificados ante Dios sin pecado, como si nunca en la vida hubiésemos pecado.
Y ahora, es la Sangre milagrosa de Cristo la que nos limpia de todo pecado. “La Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado,” dice Primera de Juan, capítulo 1, verso 7. Por lo tanto, ya hemos visto cómo lavar nuestras vestiduras para tener derecho al Árbol de la Vida.
Por lo tanto, para tener derecho a comer de Cristo y a obtener la Vida eterna, tenemos que lavar nuestras vestiduras, ser limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo, ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo nos da Su Espíritu Santo, Cristo nos da el Agua de la Vida eterna, Cristo nos da el fruto de la Vida eterna, el tesoro de la Vida eterna.
Vean, también aquí en el libro del Apocalipsis, capítulo 21, verso 5 al 7, dice:
“Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.”
Y ahora, al que tenga sed de esa Agua de Vida eterna, de ese tesoro de Vida eterna, Cristo le dará de la Fuente del Agua de la Vida, de la Vida eterna.
Los conquistadores españoles cuando llegaron al continente latinoamericano, estaban buscando la Fuente del Agua de la Vida eterna, también llegaron a la Florida de Norteamérica y a otros territorios, y todavía buscando esa Fuente de Agua de Vida eterna, la Fuente de la Juventud (como le llamaban). Pero no la encontraron, pero miren, está aquí en la Biblia.
Y todo ser humano desea vivir eternamente, y por consiguiente tiene que buscar y encontrar la Fuente del Agua: la Vida eterna. Y aquí dice la Escritura:
“Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.”
Es Cristo el que da a tomar de la Fuente del Agua de la Vida eterna, para que la persona así obtenga el tesoro de la Vida eterna, porque todos los tesoros de Dios están en Jesucristo; y la única forma en que usted puede obtener los tesoros de Dios es a través de aquél donde Dios tiene todos Sus tesoros, que es nuestro amado Señor Jesucristo. Y ahora:
“Al que tuviere sed (dice Cristo), yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
El que venciere heredará todas las cosas.”
Vean, y heredará todas las cosas, todos los tesoros de Dios, porque somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro; a todo lo que Jesucristo es heredero, también nosotros somos coherederos con Él.
Él es el heredero a la Vida eterna, y nosotros somos coherederos con Él a la Vida eterna. Él es el heredero al Reino de Dios, y nosotros somos coherederos con Él al Reino de Dios. “Los mansos heredarán la Tierra, no temáis manada pequeña, porque al Padre le ha placido daros el Reino.” ¿Ven? somos coherederos con Cristo a todo lo que Cristo es heredero, a todos los tesoros divinos.
Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16 al 17, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
¿Ven? De todas estas cosas da testimonio el Ángel del Señor Jesucristo, da testimonio de Cristo, da testimonio de la Fuente del Agua de la Vida eterna, da testimonio del Agua de la Vida eterna, da testimonio de todo este Programa Divino, de todos esos tesoros divinos, para que el que quiere vivir eternamente pueda tomar de la Fuente del Agua de la Vida eterna y obtener la Vida eterna. Sigue diciendo... vamos a leerlo de nuevo:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.
Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”
Y ahora, la oportunidad y derecho a la Vida eterna lo tienen todos los seres humanos; y cuando se predica el Evangelio de Cristo, ahí está la oportunidad para todo ser humano obtener el tesoro de la Vida eterna viniendo a Cristo, en quien Dios ha colocado ese tesoro de la Vida eterna.
Dice en Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 al 13, que Dios nos ha dado vida, vida o Vida eterna, y esta vida está en Su Hijo, en Jesucristo. Y también dice el Evangelio según San Juan, en el capítulo 3 las siguientes palabras, y vamos a leerlas para que tengan el cuadro claro. Capítulo 3, verso 36 del evangelio según San Juan, dice:
“El que cree en el Hijo (o sea, el que cree en Jesucristo) tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida (o sea, no verá la Vida eterna, no obtendrá el tesoro de la Vida eterna), sino que la ira de Dios está sobre él.”
Y no queremos que la ira de Dios esté sobre nosotros, lo que queremos es la bendición de la Vida eterna, y eso se obtiene creyendo en Cristo. El que cree en el Hijo tiene Vida eterna, es que Dios ha colocado la Vida eterna en Jesucristo.
Vean, aquí la Escritura que les cité hace algunos momentos de Primera de Juan, ahí claramente el Apóstol Juan da testimonio diciendo... Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 en adelante, dice:
“El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.
Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”
La Vida eterna está en Jesucristo porque Cristo es la Fuente del Agua de la Vida eterna, Cristo es el Árbol de la Vida eterna. Por lo tanto, toda persona para obtener el tesoro de la Vida eterna y la juventud eterna, necesita venir a la Fuente del Agua de la Vida eterna, necesita venir al Árbol de la Vida, que es Cristo nuestro Salvador. Sigue diciendo:
“El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”
¿Ven? El que tiene a Cristo porque lo recibió como su Salvador, tiene la Vida eterna; pero el que no tiene al Hijo: a Jesucristo, porque no lo ha recibido como Salvador, pues no tiene la Vida eterna, lo que tiene es una vida temporal que se le va a terminar en algún momento y después no sabe para dónde va.
Pero no va a ir para el Paraíso, no va a ir para el Cielo, porque para el Paraíso van los que tienen Vida eterna, los cuales la han recibido de Cristo, porque Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Jesucristo.
Y para obtener la Vida eterna hay que venir a los Pies de Cristo, recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador, para que así Él nos reciba en Su Reino, nos perdone y con Su Sangre nos limpie de todo pecado, seamos bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos bautice con Espíritu Santo y Fuego y nos dé la Vida eterna.
Y ahora, vamos a ver más claramente este tema del Agua de la Vida eterna; veamos, vamos a finalizar aquí:
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna.”
¿Quiénes son los que tienen Vida eterna? Los que creen en el Nombre del Hijo de Dios, los que han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador; el resto de los seres humanos no tiene Vida eterna, porque no han venido a la Fuente del Agua de la Vida eterna, que es nuestro amado Señor Jesucristo.
“Y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”
Y ahora, en San Juan, capítulo 4, veamos lo que Cristo dice a la mujer samaritana... capítulo 4, verso 14 dice, de San Juan:
“Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”
El Agua que Cristo da es una Fuente de Agua que salta para Vida eterna, para el ser humano vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno.
Y ahora, en el capítulo 7 de San Juan, versos 37 al 39, dice:
“En el último y gran día de la fiesta (o sea, el último y gran día de la fiesta de los tabernáculos)...
En el último y gran día de la fiesta Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”
Y ahora, el Agua que Cristo ofrece a todo ser humano, que es el Agua de la Vida eterna, es el Espíritu Santo. Es en Cristo que Dios colocó Su Espíritu Santo, es en Jesucristo, y por consiguiente Cristo es la Fuente del Espíritu Santo, la Fuente del Agua de la Vida eterna, para Cristo darle Su Espíritu Santo a toda persona que viene a Él (a Cristo), y lo recibe como su único y suficiente Salvador dando testimonio público de su fe en Cristo.
Y la persona obtiene el perdón de sus pecados, es limpio con la Sangre de Cristo de todo pecado, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, y así la persona ha nacido de nuevo, ha nacido a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, y así la persona ha asegurado su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno.
Esas son las personas que vivirán eternamente, porque han recibido el tesoro de la Vida eterna, a través de Jesucristo que es la Fuente de la Vida eterna.
Por lo tanto, todos los seres humanos necesitamos venir a Cristo, que es la Fuente del Agua de la Vida eterna, para recibir ese tesoro de la Vida eterna y obtener por lo tanto la inmortalidad de nuestra alma, y vivir eternamente con Cristo en Su Reino, en un nuevo cuerpo que Él nos va a dar, el cual será joven, inmortal, incorruptible y glorificado, como Su cuerpo glorificado; y entonces viviremos en Su Reino por toda la eternidad, y tendremos todos los tesoros de Dios a través de Jesucristo nuestro Salvador, porque somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro.
Todos los tesoros de Dios están en Jesucristo, y para obtener los tesoros de Dios, tenemos que obtenerlos a través de Jesucristo; y solamente los que reciben a Cristo, reciben los tesoros de Dios, porque los tesoros de Dios están en Jesucristo.
Por lo tanto, Jesucristo es nuestro tesoro; el tesoro que Dios nos ha dado es Jesucristo; y en Él vienen todos los tesoros de Dios: la Vida eterna, la salvación y Vida eterna, y la posición de Reyes y Sacerdotes en el Reino glorioso de Cristo.
Por lo tanto, todos necesitamos a Cristo. El que no viene a Cristo, no quiere vivir eternamente, y no vivirá eternamente porque no vino a Cristo para obtener la Vida eterna.
Miren aquí en San Juan, capítulo 5, para los que no quieren venir a Cristo, dice capítulo 5, verso 40, dice Cristo:
“Y no queréis venir a mí para que tengáis vida.”
¿Ven? Los que no quieren venir a Cristo no quieren tener Vida eterna, y por consiguiente no la tendrán, porque la única forma de obtener la Vida eterna es viniendo a Cristo, recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador.
Vean, aquí también en San Juan, capítulo 3, verso 36, dice:
“El que cree en el Hijo tiene vida eterna.”
¿Ven? El que cree en Jesucristo el Hijo de Dios, tiene Vida eterna.
“Pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida.”
No verá la Vida eterna, no tiene Vida eterna y nunca vivirá eternamente:
“Sino que la ira de Dios está sobre él.”
Y por consiguiente en la ira de Dios será consumida la persona, porque será condenada en el juicio final, y será echada en el lago de fuego donde será quemado en cuerpo, espíritu y alma.
Pero nadie quiere que Dios lo eche en el lago de fuego, es que toda persona que no tenga Vida eterna dejará de existir; y el sitio donde dejará de existir es el lago de fuego. Pero para los que tienen Vida eterna, la promesa es que existirá eternamente ¿dónde? En el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Por lo tanto, Dios le ha dado libre albedrío a todo ser humano para que escoja dónde quiere ir: si no quiere vivir eternamente, pues entonces no tiene que recibir a Cristo como su Salvador, pero el que quiera vivir eternamente necesita obligatoriamente recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque Cristo es la Fuente del Agua de la Vida eterna, Cristo es la Fuente del Espíritu Santo. Y Cristo le da el Espíritu Santo a la persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador.
Vean, aquí en el libro de los Hechos, capítulo 2 San Pedro predicando el Día de Pentecostés dice (del verso 36 en adelante), dice:
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”
Por eso llamamos a Jesús: SEÑOR JESUCRISTO, porque Dios ha hecho a Jesús Señor y Cristo.
“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
¿Cómo reciben las personas el don del Espíritu Santo? Creyendo en Cristo y recibiéndole como único y suficiente Salvador arrepentidos de los pecados, y siendo bautizados en Agua en el Nombre del Señor Jesucristo, luego Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce el nuevo nacimiento en la persona.
Por esa causa fue que Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Toda persona que sea condenada por Cristo, será echada en el lago de fuego y dejará de existir en cuerpo, espíritu y alma; pero el que cree es salvo, obtiene la salvación y Vida eterna y vivirá eternamente con Cristo en Su Reino, en un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado y joven para toda la eternidad. Sigue diciendo aquí:
“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Y ahora, hemos visto que aquí San Pedro ungido por el Espíritu Santo, les dice lo que tenían que hacer: venir a los Pies de Cristo arrepentidos de sus pecados, y pedir perdón a Cristo por sus pecados y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizaría con Espíritu Santo y Fuego, y por consiguiente produciría el nuevo nacimiento y así obtendrían la salvación y Vida eterna. Tan simple como eso.
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Por lo tanto, el que no cree no vivirá eternamente; el que cree en Cristo y lo recibe como Salvador, vivirá eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno; porque el tesoro de la Vida eterna está en Jesucristo, y Él lo da, lo otorga a toda persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador.
Para que Él nos dé el tesoro de la Vida eterna es que lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador.
La Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario para muchos ha sido un misterio, para algunos la muerte de Cristo fue una tragedia grave; pero para los creyentes en Cristo fue la gracia de Dios derramada en favor de nosotros a través de Jesucristo muriendo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.
Ya no se requiere que se efectúen sacrificios de animalitos por el pecado del pueblo, porque ya en Jesucristo tenemos el Sacrificio perfecto de la Expiación. Aquellos sacrificios de animalitos solamente eran el tipo y figura de ese Sacrificio Perfecto que Jesucristo en Su Primera Venida efectuaría, muriendo por nosotros en la Cruz del Calvario, donde Él llevó nuestros pecados.
Por lo tanto, ya tenemos un Salvador, tenemos un Redentor, tenemos un Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, y Jesucristo está en el Cielo con Su cuerpo físico glorificado, como Sumo Sacerdote haciendo Intercesión por nosotros con Su Sangre preciosa.
Por lo tanto, tenemos un Abogado en el Cielo para interceder por nosotros, para con Su Sangre limpiarnos de todo pecado y para restaurarnos a la Vida eterna, para reconciliarnos con Dios y poder vivir en el Reino de Dios eternamente, para también poder recibir el cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y joven para toda la eternidad, que Cristo dará a todos los muertos creyentes en Él de edades pasadas; cuando los resucite, los resucitará en un cuerpo eterno y glorificado y joven; y a nosotros los que vivimos si permanecemos vivos hasta ese momento, nos transformará y nos dará el cuerpo nuevo y eterno y joven, igual a Su cuerpo glorificado; y entonces seremos inmortales físicamente, porque tendremos también Vida eterna física en ese cuerpo nuevo que Él nos dará.
Por lo tanto, los tesoros de Dios ¿dónde están? En Jesucristo; el tesoro de la Vida eterna ¿dónde está? En Jesucristo. Toda persona que quiere vivir eternamente ya sabe cómo obtener la Vida eterna. La Fuente de la Vida eterna es Jesucristo, ahí está el tesoro de la Vida eterna.
En los diferentes países cuando se dice que hay un tesoro enterrado en algún lugar del país, usted verá la gente yendo para ese lugar, porque todos quieren encontrar ese tesoro.
Si dicen que está en el mar sumergido, usted verá los barcos y las lanchas, buscando (la gente que van en esas lanchas y en los barcos), metiéndose al agua para buscar ese tesoro. Y si así hacen con tesoros que son temporales, ¿cuánto más con el tesoro de la Vida eterna?
Tenemos que buscar y encontrar el tesoro de la Vida eterna, saber dónde está el tesoro de la Vida eterna; y ya en esta ocasión hemos descubierto dónde está el tesoro de la Vida eterna, el tesoro del Agua de la Vida eterna, el tesoro del Árbol de la Vida eterna, está ese tesoro de la Vida eterna en Jesucristo. Él dijo en San Juan, capítulo 14, verso 6:
“Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”
Usted no puede llegar a Dios sin Cristo, usted no puede llegar a Dios sin el Sacrificio de la Expiación por sus pecados, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.
Por lo tanto, sin Cristo estamos perdidos, no podemos vivir eternamente, sino que la ira de Dios está sobre nosotros. Pero con Cristo estamos salvos y con Vida eterna para vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno.
Ya yo vine a la Fuente del Agua de la Vida eterna, que es Cristo, cuando escuché la predicación del Evangelio de Cristo y lo recibí como mi único y suficiente Salvador arrepentido de mis pecados, y fui bautizado en agua en Su Nombre, y Él me bautizó con Espíritu Santo y Fuego, y produjo en mí el nuevo nacimiento, y por consiguiente me dio el Agua de la Vida eterna: el Espíritu Santo, y por consiguiente me dio la Vida eterna; y viviré eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.
Si hay alguna persona que todavía no ha tomado del Agua de la Vida eterna, no ha tomado de la Fuente que es Cristo, no ha tomado de esa Agua de Vida eterna que es el Espíritu Santo para obtener la Vida eterna, puede venir a la Fuente del Agua de la Vida eterna: a Jesucristo, recibiéndole como su único y suficiente Salvador, para que Él le dé la Vida eterna y asegure así su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno.
Mientras el ser humano vive en la Tierra es que tiene que asegurar su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno, viniendo a Cristo, viniendo a los Pies de Cristo, recibiéndole como su único y suficiente Salvador.
Para eso fue que Cristo ordenó ir por todo el mundo predicando el Evangelio: para que toda persona supiera cómo obtener la Vida eterna:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Todos queremos ser salvos y vivir eternamente con Cristo en Su Reino, por lo cual hemos recibido a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y Él nos ha dado la Vida eterna, ese tesoro tan glorioso.
Si hay alguno que todavía no ha dado testimonio público de su fe en Cristo, que todavía no ha venido a los Pies de Cristo, puede hacerlo en estos momentos, y yo oraré por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en Su Nombre, y Él le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento, y así usted obtenga la Vida eterna y tenga asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.
Vamos a dar unos minutos en lo que vienen ustedes que no habían dado testimonio público de su fe en Cristo, para que así puedan dar testimonio público de su fe en Cristo, y recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.
Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos.” Eso está en San Mateo, capítulo 10, verso 32:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.
Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”
Si lo negamos (a Cristo) delante de los hombres, si no lo recibimos como Salvador, Él nos niega delante del Padre Celestial; pero si lo recibimos como nuestro Salvador, públicamente dando testimonio público de nuestra fe en Cristo, Él nos confiesa delante del Padre Celestial.
Todos queremos que Cristo nos confiese delante de Su Padre Celestial, porque todos queremos la Vida eterna, el tesoro de la Vida eterna; y por cuanto todos los tesoros de Dios están en Cristo, queremos ese tesoro de la Vida eterna, y con ese tesoro obtendremos todos los demás tesoros divinos, porque en Cristo están todos los tesoros de Dios.
Dios tiene mucho pueblo aquí en esta Ciudad de Barranquilla, y los está llamando para darles el Agua de la Vida eterna, para darles la Vida eterna.
Por lo tanto, has escuchado hoy la Voz de Dios. “Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón,” dice San Pablo en Hebreos, capítulo 3, verso 7; y Hebreos, capítulo 4, verso 7.
“La fe viene por el oír la Palabra, la Palabra de Dios; y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” [Romanos 10:10]
Ya la fe de Cristo nació en vuestro corazón, en vuestra alma, y usted está creyendo en Cristo, y ahora, le ha tocado la oportunidad, privilegio y bendición, de dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como vuestro único y suficiente Salvador, porque con la boca se confiesa para salvación.
Cristo dijo: “Y cualquiera que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos.”
Por lo tanto, tenemos la oportunidad de dar testimonio público de nuestra fe en Cristo, confesándolo públicamente como nuestro único y suficiente Salvador para que Él nos dé la Vida eterna, y vivamos eternamente con Cristo en Su Reino eterno.
También los que están en otras naciones a través de internet o del satélite o de algún otro medio de comunicación, pueden también continuar viniendo a los Pies de Cristo para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y puedan ser bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.
También los niños de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, pues ya tienen conocimiento del bien y del mal, y necesitan arrepentirse de sus pecados para que Cristo les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado.
Todavía están viniendo más personas a los Pies de Cristo, que quieren vivir eternamente como ustedes, y vamos a dar unos segundos en lo que vienen las personas que faltan por venir.
Y también en las demás naciones que están a través de internet, del satélite o de algún otro medio de comunicación, pueden también continuar viniendo a los Pies de Cristo allá donde ustedes se encuentran en los diferentes auditorios o en diferentes iglesias donde ustedes se encuentran, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por toda las personas que están viniendo a los Pies de Cristo para recibirlo como su único y suficiente Salvador.
Si hay alguna persona que es tímida, y le da timidez y vergüenza de que lo vean pasar al frente, recuerden que Cristo dijo: “Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, Yo le también le negaré delante de mi Padre que está en los Cielos.” Por lo tanto, no lo podemos negar porque Él entonces nos negaría a nosotros.
En San Marcos, capítulo 8, verso 38, dice:
“Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.”
Y ahora, el que se avergüenza de Cristo y de sus palabras, Cristo se avergonzará de esa tal persona en Su Segunda Venida, cuando venga con Sus Ángeles de gloria.
Por lo tanto, no podemos avergonzarnos de Cristo, Cristo no se avergonzó de nosotros para tomar nuestros pecados y morir por nosotros en la Cruz del Calvario.
Por lo tanto, nosotros no nos avergonzamos de Cristo, damos testimonio público de nuestra fe en Cristo recibiéndole como nuestro único y suficiente Salvador.
Por lo tanto, si hubo alguna persona tímida que no se atrevía a pasar porque le dio timidez o vergüenza, diga de todo corazón: “Yo he escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe Cristo en mi alma, creo en Cristo, creí en Cristo y por consiguiente me levanto y paso al frente y doy testimonio público de mi fe en Cristo, y lo recibo como mi único y suficiente Salvador.”
Vamos a estar puestos en pie y vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión.
Si falta todavía alguna persona, puede venir; y si falta alguna persona allá en los diferentes países de la América Latina, del Caribe, de Norteamérica, del Canadá, de Europa, del África, del Japón y demás naciones, pueden también venir a los Pies de Cristo los que faltan por venir.
Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, porque desean vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino, desean el tesoro: la Vida eterna.
Vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo, vamos a orar; los que están en otras naciones también, que han pasado dando testimonio público de su fe en Cristo, y han pasado al frente para recibir a Cristo como Salvador, también con sus manos levantadas a Cristo al Cielo, y ahora, con nuestros ojos cerrados repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, vengo a Ti habiendo escuchado la predicación de Tu Evangelio, ha nacido Tu fe en mi corazón, creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados. Creo en Ti de todo corazón, reconozco que soy pecador y reconozco que necesito un Salvador, y reconozco que Tú eres mi único y suficiente Salvador, y doy testimonio público y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.
Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador y Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego y produzcas en mí el nuevo nacimiento, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre.
Señor Jesucristo, en Tus Manos encomiendo mi alma, salva mi alma Señor Jesucristo, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y ahora, con nuestras manos levantadas a Cristo al Cielo, todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestra alma, y creyeron y dieron testimonio público de vuestra fe en Cristo, recibiéndole como vuestro único y suficiente Salvador. Él dijo:
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”
Ustedes han creído y ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible, quiero cumplir el mandato de Cristo completo lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestra alma.
Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en estos mismos momentos, para lo cual pregunto al ministro si hay agua.
Reverendo Emilio Arias: ¿Hay agua? Hay agua, hay bautisterios. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Hay ministros que les bautizarán? Hay ministros también que les bautizarán, bautistas, ministros, o sea, los que bautizan se les llama “bautistas;” como Juan el bautista, se le llamaba “bautista,” porque bautizaba, sumergía las personas en agua.
Y ahora, ¿hay también ropas bautismales? Hay ropas bautismales también. ¿Hay personas que les ayudarán? Hay personas que les ayudarán también. ¿Hay lugar dónde colocarse las ropas bautismales, o sea, vestidores? También hay lugar. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre Señor Jesucristo.
Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo.
Y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus Pies y les dé la salvación y Vida eterna también, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Cristo viviendo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.
Ha sido un privilegio para mí estar con ustedes, dándoles testimonio de: “LOS TESOROS DE DIOS.”
Y el más grande es la Vida eterna, y está en Jesucristo. Por lo tanto, Cristo es nuestro tesoro, donde está el tesoro de la Vida eterna.
Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen recibiendo las bendiciones de Cristo, continúen pasando un día lleno de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Y nos continuaremos viendo en otras ocasiones en estos cuerpos físicos mortales, y cuando tengamos el cuerpo eterno, nos continuaremos viendo en el Reino Milenial de Cristo y por toda la eternidad.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos.
Dejo con ustedes al Reverendo Emilio Arias para continuar e indicarles hacia dónde caminar las damas y hacia dónde caminar los caballeros, para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Dios les continúe bendiciendo a todos.
Con nosotros el Reverendo Emilio Arias para continuar.
“LOS TESOROS DE DIOS.”