58 KiB
| title | date | activity | place | city | state | country | duration | public | youtube | translations | files |
|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
| El Amado de Dios | 2005-04-08 | 2 | Bogotá D.C. | Cundinamarca | CO | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión aquí en Bogotá, Colombia; y también con ustedes a través de internet y del satélite en otras naciones.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también y nos abra las Escrituras y nos hable directamente a nuestra alma, y así nos enseñe Su Palabra y nos abra el entendimiento para comprender. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Para esta ocasión leemos en San Mateo, capítulo 3, versos 13 al 17; esto es cuando fue Cristo bautizado por Juan el Bautista. Dice:
“Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él.
Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?
Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.
Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él.
Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “EL AMADO DE DIOS.”
Nuestro amado Señor Jesucristo es el Amado de Dios, es el Mesías-Príncipe, el Hijo Primogénito de Dios, y también el Unigénito de Dios.
Por lo tanto, Él es el Amado de Dios por excelencia; pero Él tiene otros hermanos también, que son también amados por Dios.
Como el padre de familia ama a todos sus hijos, pero algunas veces se nota como que ama a alguno más que a los demás; como sucedió con Jacob, que dice la Escritura en Génesis, capítulo... vamos a ver, en el Génesis encontraremos algo aquí muy importante. Aquí vamos a ver en el Génesis, capítulo 30, versos 24 en adelante, dice:
“Y llamó su nombre José, diciendo: Añádame Jehová otro hijo (así habló Raquel cuando dio a luz a José).
Aconteció cuando Raquel hubo dado a luz a José, que Jacob dijo a Labán: Envíame, e iré a mi lugar, y a mi tierra.”
Pero ahora vamos a ver algo muy importante, cuando José tenía 17 años. Capítulo 37 del Génesis, verso 2 en adelante, dice:
“Esta es la historia de la familia de Jacob: José, siendo de edad de diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos.
Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores.
Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente.”
Y esto que Jacob sentía, ese amor que Jacob sentía por José su hijo, está reflejando el Amor de Dios hacia Jesús. De todos los hijos de Jacob, José era el amado de Jacob, lo amaba más que a todos sus hermanos.
Y de todos los hijos de Dios el amado por excelencia es nuestro amado Señor Jesucristo, ese es el amado de Dios por excelencia. Vean aquí cómo nos dice el mismo Jesucristo en el capítulo 10, verso 14 al 18, dice:
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar (Jesús daba testimonio que el Padre lo amaba).
Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.”
Y ahora, veamos aquí lo que Cristo dice acerca de nosotros, y veamos cómo es que Cristo nos ama a nosotros. Capítulo 17, verso 26 de San Juan, dice:
“Y les he dado a conocer tu nombre (eso es Cristo orando). Y les he dado a conocer tu nombre...”
Ahora, vamos a ver un poco antes, porque esta es una oración de Cristo al Padre, dice:
“Mas no ruego solamente por éstos (o sea, no solamente por los discípulos que estaban allí), sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.
Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.”
Y ahora, aquí Cristo dice: “Para que sepan que los has amado a ellos como también a mí me has amado.”
“Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.”
El Amor de Dios es eterno:
“Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste.
Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.”
El mismo Amor con el cual Dios ha amado a Jesucristo está en nosotros; por lo tanto, con el mismo Amor con que Dios amó a Jesús, Jesucristo nos ha amado a nosotros, es con el Amor de Dios; no un amor humano sino divino con el cual Jesucristo nos ama a nosotros.
Y ahora, siendo que nuestro tema es: “EL AMADO DE DIOS,” y habiendo visto que Jesucristo es el Amado de Dios por excelencia, y que todos los creyentes en Cristo son los hermanos de Jesucristo. Por lo tanto, el mismo Amor con que Dios ha amado a Jesucristo, es manifestado hacia nosotros, y con ese mismo amor Dios nos ama a nosotros a través de Jesucristo. Por eso dice la Escritura:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Y en Romanos, capítulo 5, tenemos ahí las palabras de San Pablo. Ya vimos en San Juan, capítulo 3, verso 16 que por causa de que Dios nos ha amado, nos ha dado a Jesucristo:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
O sea, que la Primera Venida de Cristo fue una manifestación del amor de Dios hacia el ser humano enviando a Su Hijo amado, para que muriera por mí en la Cruz del Calvario. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también. Vean, en Romanos, capítulo 5, verso 6 en adelante, dice:
“Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.
Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”
La muestra del Amor de Dios hacia nosotros es que Cristo murió por nosotros en la Cruz del Calvario. Dios envió a Su Hijo Jesucristo al mundo, a Su Hijo amado por Amor a nosotros, para morir por nosotros en la Cruz del Calvario:
“Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.
Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”
Por lo tanto, el sacrificio de la expiación por el pecado que se efectuaba en medio del pueblo hebreo el día diez del mes séptimo de cada año para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios; por un año duraba esa reconciliación, y al otro año tenían que volver a hacer, a efectuar el sacrificio de la expiación para ser reconciliados por un año más, porque los sacrificios de animales no son perfectos porque los animales no tienen alma, y el espíritu del animal no puede venir al creyente, porque es un espíritu animal.
Pero ahora, todo aquello era tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, lo cual era un Sacrificio que estaba prometido en el tiempo en que la manifestación del amor divino sería manifestado en medio del pueblo hebreo, enviando Dios a Su Hijo Jesucristo para morir en la Cruz del Calvario.
Jesucristo sabía que Él vino a la Tierra para morir. Por eso Él dijo: “Por eso me ama el Padre, porque Yo pongo mi vida para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.” O sea, ya desde antes de la fundación del mundo, ya Él tenía esa misión para cumplirla en cierto tiempo. O sea, que Él tenía ya esa misión.
Vean, aquí en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 18 en adelante San Pedro nos dice la forma en que nosotros hemos sido rescatados, dice:
“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros.”
¿Ven? Ya estaba predestinado por Dios que Jesucristo muriera como un Cordero en la Cruz del Calvario. Y todo eso por Amor ¿a quién? A mí. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también.
Por lo tanto, por Amor a los escogidos de Dios, Dios envió a Su Hijo amado: Jesucristo, para morir por nosotros en la Cruz del Calvario.
Así como en los tiempos pasados desde el Génesis en adelante, tenemos personas amadas por Dios como Adán y Eva, y Abel y Set y todos estos grandes hombres de Dios como Enoc, como Noé, como Abraham, como Moisés, como Abraham, como Isaac, como Jacob, como Moisés; también como José, el hijo de Jacob, como David, como Daniel el Profeta, del cual leemos en la Escritura las palabras del Arcángel Gabriel, en donde le dice en el capítulo *9, versos 21 en adelante, dice:
“Aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde.
Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento.
Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.”
Y ahora, cuando un Ángel le dice a una persona que es muy amada, ¿dónde es muy amada? En el Cielo por Dios y por todas las huestes celestiales, eso le hace, en el corazón, sentir algo muy hermoso; y si es un Arcángel como el Arcángel Gabriel, mucho más.
En otras ocasiones también encontramos que le apareció el Arcángel Gabriel al Profeta Daniel allá en el capítulo 10, verso 10 en adelante, dice:
“Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos.
Y me dijo: Daniel, varón muy amado.”
Ahora, esas palabras son muy hermosas cuando son escuchadas por una persona, y más cuando se las dice un Ángel como el Ángel Gabriel, uno de los Ángeles grandes del Cielo:
“Está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.
Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.”
También en este mismo capítulo 10, verso 18 en adelante, dice:
“Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció (o sea, el Arcángel Gabriel fue el que lo tocó y lo fortaleció).
Y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.
El me dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá.”
Este Arcángel tiene que ver con los cambios que hay de un imperio a otro imperio. Tuvo que ver del cambio que hubo del imperio babilónico de Nabucodonosor, al imperio Medopersa.
Y ahora, cuando tiene que efectuarse el cambio del reino o impero Medopersa al imperio de Grecia, ahora, aquí aparece. Vean, tiene que luchar con... tiene que pelear contra el príncipe que está a cargo de ese imperio Medopersa.
Es que detrás de la parte política terrenal, detrás de todo gobierno terrenal está el mundo espiritual que tiene que ver con todos los movimientos de todo reino terrenal; y aquí el mundo espiritual tiene que ver con estos imperios que fueron representados en la estatua que vio el rey Nabucodonosor, la cual tenía la cabeza de oro y que representaba a Nabucodonosor con su imperio babilónico.
Los brazos y el pecho o el pecho y los brazos eran de plata que representaba el imperio Medopersa; y el vientre y los muslos de bronce que representaba el imperio de Grecia; y las piernas de hierro que representa el imperio romano de los Césares; y luego los pies de hierro y de barro cocido que representa el reino de los gentiles o imperio de los gentiles en su etapa final.
Estos Arcángeles Gabriel y Miguel tienen que ver con esos cambios de imperio; y miren aquí, dice:
“El me dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá.
Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe.”
Y ahora vean, trabajan en el Reino de Dios en mutuo acuerdo los Arcángeles Miguel y Gabriel; y cuando Gabriel necesita una ayudita, aparece el Arcángel Miguel con Su poderoso ejército.
Y ahora, para el cambio del reino de los gentiles al Reino de Cristo, estarán ellos presentes también. Siempre que hay un cambio de gobierno, en todas las naciones, también están presentes las huestes espirituales y hay una lucha. O sea, que el Arcángel Miguel y el Arcángel Gabriel luchan para que todo sea conforme a lo que está escrito en el Libro de la Verdad. Por eso es que dice la Escritura que Dios pone reyes y quita reyes, eso está en el libro del Profeta Daniel [2:21], y en otros lugares también.
Y ahora, podemos ver una intervención del mundo espiritual para que en el mundo físico ocurran las cosas; así también es en el mundo religioso; así también es en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por eso es que Él envía Mensajeros, espíritus ministradores de otra dimensión, de la dimensión de Dios, a la Iglesia: envió los Profetas en el Antiguo Testamento, y en el Nuevo Testamento encontramos que aparece Jesús.
¿Y quién es Jesús? El Hijo Amado de Dios, el Amado de Dios.
¿Y quién es Jesús antes de aparecer en la Tierra en un cuerpo de carne? Es nada menos que el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová que le aparecía a los Profetas del Antiguo Testamento, desde Adán hasta Juan el Bautista. Por eso en el Éxodo, capítulo 23, verso 20 al 23 Dios dice hablando de Su Ángel, el Ángel de Jehová. Dice:
“He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”
Por eso cuando Moisés le preguntó al Ángel de Jehová (en quien estaba Dios, Jehová), le pregunta cuál era Su Nombre, el Ángel de Jehová le dice cuál es, y le da cuatro letras, cuatro consonantes que son: la Y, la H, la W, y la H, ahí está el Nombre de Dios.
Teólogos de diferentes grupos religiosos han tratado de tomar esas letras y añadirle otras letras para poder pronunciar ese Nombre como un nombre acá, como los nombres que nosotros pronunciamos.
Pero la pronunciación de ese Nombre la escuchó Moisés, y de seguro se la dio a conocer al sumo sacerdote Aarón su hermano. Josué de seguro también supo cuál era ese Nombre, y algunos de los Profetas probablemente supieron cuál era ese Nombre. El pueblo hebreo sabe que Dios tiene un Nombre
En Isaías, capítulo 52, verso 6, dice:
“Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.”
¿Para qué tiempo sería que el Nombre de Dios estaría manifestado en la Tierra estando Dios presente? En medio del pueblo hebreo, lo cual fue Dios presente en carne humana en la persona de Jesús.
Por eso Jesús dijo en San Juan, capítulo 5, verso 43 de la siguiente manera, y vamos a leer para que tengamos aquí el cuadro claro:
“Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis.”
Aquí tenemos claro que Cristo vino en el Nombre de Su Padre.
¿Y quién es Jesucristo? El Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová en quien estaba el Nombre de Dios; y ahora, cuando se hace carne, se hace hombre de esta dimensión, Dios no quitó Su Nombre de Su Ángel, el Ángel del Pacto.
Ahora, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová está en un cuerpo de carne llamado “Jesús.” Y Él dice: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.” Ahí estaba el Nombre de Dios: en Jesús.
Y ahora, vamos a ver aquí un lugar, capítulo 10, verso 25 al 26 de San Juan, vamos a ver lo que nos dice aquí, ya que tengo un lugar aquí, vamos a pasar a otro lugar. Vamos a ver el 17:26 ya lo leímos, ahí dice:
“Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún.”
Y ahora, Cristo dando a conocer el Nombre de Dios allí, ¿por qué? Porque el Nombre de Dios estaba en Él. El Nombre de Dios para salvación para todo ser humano estaba allí manifestado.
Y ahora, en el libro del Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, dice Cristo: “Al que venciere, Yo le haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá fuera o nunca más saldrá de allí.” Vamos a ver cómo lo dice:
“Y nunca más saldrá de allí.”
Nunca más saldrá ¿de qué? del Templo de nuestro Dios. Y sigue diciendo... vamos a leerlo aquí para que lo tengan tal y como fue dicho por el Señor. Capítulo 3, verso 12 del Apocalipsis:
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios (o sea, que lo hará una persona importante).
Y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”
Y ahora, la buena noticia aquí es que Jesucristo dice que tiene un Nombre Nuevo; por lo tanto, la promesa que hizo Cristo que: “Les he dado a conocer tu Nombre,” la que leímos ahí en el capítulo 17:
“Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún.”
También en el capítulo 12, verso 28 dice (de San Juan):
“Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.”
Y ahora, en Jesucristo estaba el Nombre de Dios, y fue glorificado y Jesucristo fue glorificado, en quien estaba el Nombre de Dios fue glorificado.
Y ahora, para el tiempo final la promesa es que Cristo escribirá el Nombre de nuestro Dios, el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Su Nombre Nuevo.
Ahora, ¿en quién estaba en el Antiguo Testamento el Nombre de Dios? En el Ángel de Jehová, en un Ángel, el Ángel más importante de todos los Ángeles de Dios: el Ángel de Jehová, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical. Por esa causa es que Cristo en San Juan, capítulo 8, verso 56 en adelante, podía hablar en esa forma, y estaba diciendo la verdad aunque era algo inconcebible a la mente humana que un hombre hable esas palabras, porque aun en la actualidad, aun en la actualidad un hombre que hable esas palabras, para el resto de la humanidad está loco, por eso decían que Jesús estaba loco y que tenía demonios, que estaba fuera de sí.
Ahora vean, capítulo 8, verso 56 en adelante de San Juan, dice:
“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.”
Eso fue cuando Dios, Elohim visitó a Abraham el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra, y comió con Abraham. La visita de Dios, de Elohim a Abraham fue con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel, esos dos varones que aparecieron con Elohim:
“Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?”
¿Ven? Humanamente en cuanto a Su cuerpo físico lo que tenía era unos 30 años; y ahora, está diciendo que Abraham vio su día y se gozó. O sea, que está diciendo que muchos cientos de años atrás Abraham lo vio a Él, Abraham vio a Cristo, Elohim manifestado en Su Ángel, el Ángel de Jehová, y se materializó, creó un cuerpo del polvo de la tierra para Sí mismo, otro para el Arcángel Miguel, y otro para el Arcángel Gabriel; por eso pudieron comer, porque estaban materializados, era una visita celestial materializada en la forma de hombres de la Tierra.
O sea, que Abraham vio de antemano a Jesucristo, vio cómo iba a ser cuando el Ángel de Jehová, Cristo, se hiciera hombre en medio de la raza humana y fuera un descendiente de Abraham; lo vio con anticipación.
“Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo...”
O sea, cuando dice: “De cierto, de cierto os digo,” eso es confirmando que eso es la verdad:
“De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”
Y ahora, se coloca antes de Abraham también.
Pero, ¿y cómo era Cristo antes de Abraham, y quién era Jesucristo antes de Abraham? El Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová en quien estaba el Nombre de Dios; y cuando se hizo hombre en carne humana acá en la Tierra naciendo de la virgen María, estaba ahí el Nombre de Dios, porque en el Ángel de Jehová estaba, está y estará eternamente el Nombre de Dios.
El Ángel de Jehová es la imagen del Dios Viviente, y el cuerpo físico de Jesús es la semejanza física de Dios, porque en Jesús moró la plenitud de la Divinidad, esto es Padre, Hijo y Espíritu Santo, y por consiguiente Padre, Hijo y Espíritu Santo tenía un Nombre: SEÑOR JESUCRISTO.
Y ahora, ya estamos viendo quién es el Hijo amado de Dios: nuestro amado Señor Jesucristo, el amado de Dios por excelencia. Pero Jesucristo dice que tiene unos hermanos también, y con el mismo amor que Dios nos ha amado, Jesucristo nos ha amado a nosotros.
Con ese mismo Amor que Dios amó a Jesucristo, también nos ama a nosotros. Y por esa causa envió a Jesucristo, Su Hijo amado a la Tierra para que pusiera Su vida por nosotros, Él vino con ese mandamiento divino:
“Por eso me ama el padre, porque yo pongo mi vida para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.”
O sea, que Él vino a la Tierra con una misión divina: la de poner Su vida por nosotros, muriendo como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.
Y ahora, así como Dios el Padre ha amado a Su Hijo Jesucristo, Jesucristo nos ha amado a nosotros; y eso es Dios el Padre amándonos a nosotros a través de Jesucristo nuestro Salvador, porque el Amor de Dios es expresado al ser humano a través de Jesucristo:
“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él (le declaró, o sea:) le ha dado a conocer.” San Juan, capítulo 1, verso 18.
Por lo tanto, así como en el Antiguo Testamento hubo personas amadas de Dios como Adán, como Eva, como Abel, como Set, como Enoc, como Noé, como Abraham, como Isaac, como Jacob, como José, como los patriarcas, como Moisés, como Josué, como los Profetas, también ahora en el Nuevo Testamento hay personas amadas de Dios como individuos; y así como hay un pueblo terrenal amado por Dios, que es el pueblo hebreo, del cual Dios da testimonio en Isaías y en Jeremías. Nos dice en Jeremías, capítulo 31 de la siguiente manera por el verso 3:
“Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.
Aún te edificaré, y serás edificada, oh virgen de Israel; todavía serás adornada con tus panderos, y saldrás en alegres danzas.”
Y ahora, encontramos que Dios habla de Israel, el pueblo hebreo como nación, como Su pueblo amado, y nos habla también en Isaías, capítulo 42, hablando acerca de Cristo, dice:
“He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones.”
Ahora vean, lo mismo que habla Dios para Israel, que es Israel Su hijo, el hijo de Dios como nación, el pueblo creado por Dios.
Y ahora, vean aquí lo que nos dice en Éxodo, capítulo 4, verso 22 al 23.
“Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.
Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito.”
O sea, iba a matar Dios al hijo primogénito del faraón, porque no dejaba el faraón dejar ir al pueblo hebreo, a Israel, del cual Dios dice: “Israel es mi hijo, mi primogénito.” Por lo tanto, la nación hebrea, el pueblo hebreo es el pueblo o nación primogénita de Dios terrenal, y por consiguiente Dios ama a Su hijo primogénito como nación terrenal.
Todo lo que tiene que ver con el hijo Primogénito, tiene el Amor de Dios.
Y ahora, el pueblo hebreo como nación terrenal es la nación primogénita de Dios, tiene el amor de Dios. Jesús como el Hijo Primogénito tiene el Amor de Dios: “Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.”
Y los hermanos de Jesús que son los creyentes en Cristo, son señalados en la Escritura como los escogidos, los primogénitos de Dios; por lo tanto también tienen el amor de Dios.
La Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes es el pueblo Celestial de Dios, el pueblo Celestial amado por Dios.
Y por consiguiente lo mismo que es para Cristo, lo es para la Iglesia del Señor Jesucristo y cada miembro de la Iglesia del Señor Jesucristo. Por eso somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro, somos herederos a todo lo que Cristo es heredero.
Pero no somos herederos independientes a Cristo, sino que somos herederos con Cristo, por consiguiente somos coherederos con Cristo. Si Cristo no hereda, no heredamos nosotros. Si Cristo hereda algo, lo heredamos también nosotros.
Jesucristo es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, y nosotros somos Sacerdotes de Dios también. Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores, y nosotros somos Reyes también.
Jesucristo es el Juez de toda la Tierra, es el Juez de los Cielos y de la Tierra, y nosotros somos Jueces también con Cristo, somos los miembros de la Corte Celestial. Por eso es que San Pablo dice que los santos juzgarán al mundo y aun a los ángeles (a los ángeles que pecaron contra Dios).
Por lo tanto, a todo lo que Cristo es heredero, también somos nosotros herederos. Esto de que los santos juzgarán al mundo lo dice Primera de Corintios, capítulo 6, verso 2 en adelante (verso 2 al 3).
Por lo tanto, siendo que Dios dice de Jesucristo: “Éste es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.”
¿Y quiénes son los que son hijos amados también como Jesucristo? Yo soy uno de ellos. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Vean aquí al Apóstol Pablo hablándonos de esto en Romanos, capítulo 9, verso 25 en adelante, dice:
“Como también en Oseas dice:
Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo,
Y a la no amada, amada.
Y en el lugar donde se les dijo:
Vosotros no sois pueblo mío,
Allí serán llamados hijos del Dios viviente.”
Ahí podemos ver que ahora la amada de la cual habla aquí, es la Iglesia del Señor Jesucristo, y por consiguiente los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, los amados de Dios, Amor que Dios ha expresado hacia nosotros a través de Jesucristo, el Hijo Primogénito e Hijo Unigénito de Dios y Amado de Dios.
Por lo tanto, el Amado de Dios como Hijo Unigénito es nuestro amado Señor Jesucristo, y como Primogénito de Dios también. Y el pueblo amado de Dios terrenal es el pueblo hebreo; y el pueblo Celestial, el Israel Celestial, la Jerusalén Celestial.
El Sion Celestial es la Iglesia del Señor Jesucristo, ése es el pueblo Celestial amado de Dios, al cual Dios le ha expresado Su Amor a través de Jesucristo, dándonos a Jesucristo en Sacrificio vivo como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, y así nos ha expresado Dios Su Amor hacia nosotros.
Por lo tanto, el Amor de Dios hacia nosotros es fiel y verdadero.
Y ahora, nosotros le expresamos nuestro Amor a Dios a través de Jesucristo, recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, reconociendo y aceptando Su Sacrificio en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Fue una Obra de Amor la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, de Amor por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también.
Si hablamos acerca de los diferentes Mensajeros que Cristo ha enviado a Su Iglesia, encontraremos que todos son amados de Dios, y todos los creyentes en Cristo son los Amados de Dios; y el Ángel del Señor Jesucristo es el Amado de Dios, en quien conforme a la promesa estará el Nombre escrito por Jesucristo, el Nombre de nuestro Dios, de la Ciudad de nuestro Dios, y Su Nombre Nuevo, el Nombre Nuevo de nuestro Señor.
Así como fue en un Ángel en el cual estaba el Nombre de Dios, el Ángel de Jehová, y luego se hizo carne y allí estaba el Nombre de Dios para darlo a conocer a todos los hijos de Dios, también Cristo ha tenido muchos Ángeles, como Dios tiene muchos Ángeles, pero uno de ellos era el Ángel donde estaba el Nombre de Dios: el Ángel de Jehová, que es Cristo en Su cuerpo angelical.
Y Cristo ha tenido muchos Ángeles Mensajeros en Su Iglesia, los cuales ha enviado, los cuales son espíritus ministradores enviados a los herederos de salvación, o sea, a los miembros de la Iglesia de Jesucristo, para traerles la Palabra revelada correspondiente a cada edad.
Y de entre todos esos espíritus ministradores, esos Ángeles Mensajeros de Cristo, uno de ellos es el Ángel del Señor Jesucristo, Cristo lo identifica como Su Ángel. Aunque los demás Ángeles Mensajeros de las siete edades también son Ángeles del Señor Jesucristo, pero son Ángeles menores porque son Ángeles Mensajeros para edades de la Iglesia.
Pero el Ángel del Señor Jesucristo es un Ángel mayor, porque es un Ángel Mensajero dispensacional para la Iglesia del Señor Jesucristo, para la etapa de la Edad de la Piedra Angular, y para todo el Reino Milenial de Cristo, y para toda la eternidad.
Así como vinieron en carne humana los Ángeles Mensajeros de cada edad, esos espíritus ministradores que estaban delante del Trono, también en el Día Postrero estará el Ángel del Señor Jesucristo en carne humana, y tendrá un misterio grande ahí dentro de él, el cual él conocerá y revelará cuando llegue el tiempo para revelarlo. Y en él estará escrito por Jesucristo mismo el Nombre de nuestro Dios, de la Ciudad de nuestro Dios, y Su Nombre Nuevo.
Ahora, ¿desde cuándo estaba el Nombre de Dios en Jesucristo? Desde antes de estar en carne humana, todo el tiempo estaba el Nombre de Dios en Jesucristo en Su cuerpo angelical.
¿Y desde cuándo estará el Nombre de Dios, de la Ciudad de nuestro Dios, y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo en el Ángel del Señor Jesucristo? Desde antes de venir a la Tierra en carne humana.
Pero él guardará ese secreto hasta que llegue el momento de darlo a conocer; y lo más seguro será cuando esté ya adoptado.
Por lo tanto, nos basta saber que ese Nombre Cristo lo colocó en él desde antes de venir a la Tierra en carne humana, tiene que ser en un Ángel del Señor Jesucristo, así como hizo el Padre: fue en un Ángel, en Su Ángel principal que Dios colocó Su Nombre, en el Ángel... [Nota - Corte de audio original]
...y Cristo no puede colocar Su Nombre en otro que no sea Su Ángel, el Ángel del Señor Jesucristo, ése como Mensajero para el Día Postrero es el Ángel amado del Señor Jesucristo, y todos los creyentes en Cristo del Día Postrero, los escogidos de Dios son los Amados del Señor Jesucristo.
Y los Ángeles Mensajeros de cada edad, fueron los Ángeles Mensajeros amados del Señor Jesucristo; y los creyentes en Cristo de edades pasadas fueron los escogidos de Dios amados por nuestro amado Señor Jesucristo, con el mismo amor con el cual el Padre amó a Jesucristo Su Hijo amado.
Y ahora, hemos visto: “EL AMADO DE DIOS.”
No solamente hay un amado, sino muchos amados de Dios, los cuales en el Reino de Dios, cada uno tiene su posición, porque en el Reino de Dios hay diferentes posiciones, hay diferentes grados, así como en la Tierra hay diferentes grados, diferentes posiciones.
No todos son el presidente de la nación, solamente uno. Pero luego hay un vicepresidente, hay senadores; pero no todos los seres que viven en esa nación, no todos son senadores, solamente un grupo elegido por el pueblo, y hay también diferentes niveles en los gobiernos.
Senadores, ¿y qué más? ¿Pero después de senadores? Representantes a la cámara. En Brasil son diputados. Y así por el estilo, diferentes niveles, diferentes posiciones, y así también es en el Reino de Dios. Por eso se habla de Arcángeles, de Ángeles, de Querubines, de Serafines, y así por el estilo.
Por eso también encontramos en el Apocalipsis que habla también del Ángel de las aguas. ¿Ven? Por lo tanto, ese Ángel es un Ángel mayor con un grupo de Ángeles que están a cargo de las aguas para el planeta Tierra.
Y el Profeta Elías y el Profeta Moisés de seguro lo conocían bien, porque el Profeta Elías ordenó que no lloviera sobre la Tierra, y no llovió. O sea, que el Ángel de las aguas con todos sus Ángeles detuvieron el suministro de agua al planeta Tierra.
Así también encontramos un Ángel que está sobre el sol, parado; y así por el estilo hay Ángeles para cada cosa; por lo tanto, Ángeles principales con un Ejército de Ángeles que trabajan en la Obra de Dios.
Cuando Dios le dio maná al pueblo hebreo, los Ángeles: el Ángel principal y los demás Ángeles que tenían que ver con el suministro de alimento, estuvieron llevando a cabo esa labor. Y cuando también les dio las aves, todo eso, vean, por ejemplo, en esta Tierra en los gobiernos hay ministros (o no sé cómo le dicen acá), de agricultura, también de las aguas (esos tienen en diferentes países un nombre).
También, hay también para lo que tiene que ver con la energía eléctrica un secretario (o no sé cómo le llaman en otros países), y así por el estilo hay diferentes líderes que tienen que ver con el suministro de las cosas para los seres humanos, colocadas por Dios esas posiciones, y hay Ángeles que tiene que ver también con la política.
Vean, el Arcángel Gabriel y el Arcángel Miguel tuvieron que ver con la política del imperio babilónico; luego el cambio del imperio babilónico al imperio Medopersa; y luego el cambio del imperio Medopersa al imperio de Grecia; y luego el cambio del imperio de Grecia al imperio romano.
Y luego encontramos que en todos esos cambios están esos Arcángeles mayores, y también en asunto de las guerras del pueblo hebreo cuando iba por el desierto, ahí estaba el Arcángel Miguel con Su Ejército Celestial.
Por eso no era con fuerza ni con espada, sino con el Espíritu del Señor.
Por lo tanto, cuando necesitaron un refuerzo mayor, cayó del Cielo piedras grandes para - en favor del pueblo hebreo, en contra de los ejércitos contrarios.
Cuando Moisés levantaba también sus manos con la vara de Dios, la victoria se ponía a favor del pueblo hebreo y en contra de Amalec; cuando a Moisés se le cansaban los brazos y bajaba sus brazos, y por consiguiente la vara de Dios que tenía en sus manos, la batalla se ponía a favor de Amalec y en contra del pueblo hebreo.
Pero siempre hay personas que observan, y observaron allí unos buenos colaboradores de Moisés, y vieron que eso estaba sucediendo, se dieron cuenta qué era lo que pasaba, y colocaron a Moisés sobre una piedra, sentadito ahí cómodo para que estuviera cómodo; y uno se puso a un lado y el otro se puso al otro lado, y agarraron cada uno un brazo de Moisés, y Moisés con la vara en su mano, ya tenía un refuerzo ahí en sus brazos. No se le cansaban los brazos a Moisés, ¿por qué? Porque tenía allí una ayuda.
Así son de sabios y de colaboradores las personas que Dios coloca al lado de cada Mensajero que Él envía. Siempre buscan que esté lo mejor posible, lo más cómodo posible, el Mensajero; y le ayudan en todo para que pueda llevar el Mensaje hasta donde tiene que llevarlo, para que haya una gran victoria en el Amor Divino.
Y allí en aquellos momentos en esa guerra del pueblo hebreo contra Amalec, la necesidad era que Moisés tuviera sus brazos en alto con la vara de Dios; y así eso que estaba haciendo Moisés estaba haciendo el contacto con el mundo espiritual, y desde el mundo espiritual venía la victoria para el pueblo hebreo.
Por eso es que cuando en otra ocasión Josué va a luchar, a pelear en contra de Jericó, se encuentra con un hombre que tenía una espada en su mano, y le dice: “¿Eres tú de los nuestros o de los contrarios (o de los enemigos)?” Eso está en Josué, capítulo 5, verso 13 al 15. Y ese hombre le dice: “No, mas yo he venido como Príncipe de los ejércitos de Jehová.”
¿Quién era ese? El Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, era nada menos que Jesucristo en Su cuerpo angelical, como el príncipe de los Ejércitos de Jehová. Por lo tanto, ése es el Príncipe de los Ejércitos Celestiales, y también era el Príncipe que dirigía al ejército terrenal de Israel. Porque aquel ejército aunque tenía líderes militares estaban dirigidos por el Ángel de Jehová; y sobre todo Josué.
Y ahora, hemos visto que desde el mundo espiritual invisible se llevan a cabo eventos que determinan el presente y futuro de la humanidad, lo importante es estar del lado de Cristo que es el Príncipe de los ejércitos celestiales, y del lado de Cristo obtendremos la gran victoria en el Amor Divino.
Los que están del lado de Cristo son reconocidos como los amados de Dios, como individuos y la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes es la Iglesia amada de Dios.
“EL AMADO DE DIOS.”
Nuestro amado Señor Jesucristo, cada creyente en Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo y también el pueblo hebreo como nación terrenal; por eso es que todos necesitamos recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y así aceptando el Amor de Dios hacia nosotros, para que el Amor de Dios hacia nosotros se manifieste en toda Su plenitud y vengan las bendiciones del Cielo, de Dios hacia nosotros. Y Dios envía esas bendiciones a nosotros, aunque tenga que enviar Ángeles a nosotros.
Vean, el sacerdote Zacarías oró a Dios junto a su esposa, para que Dios les diera un hijo, y luego Dios después de transcurrido una cantidad de tiempo, de años, le envió la contestación a través del Arcángel Gabriel, diciéndole: “Tu oración ha sido oída, y he aquí tendrás un hijo (o sea, a través de su esposa Elisabet).”
Le trajo la contestación, la bendición, le trajo esta buena noticia, como a Daniel le envió la contestación a través del Arcángel Gabriel, el cual tiene acceso al Libro de la Verdad, el Libro que contiene los nombres de todos los amados de Dios, de todos los escogidos de Dios.
Ahora, así como en el Ángel de Jehová estaba el Nombre de Dios, antes de aparecer en la Tierra en carne humana, y así como en el Ángel de Jesucristo está el Nombre Nuevo de Jesucristo aún antes de venir a la Tierra, y Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Nombre de nuestro Dios, así también el nombre que Dios le colocó a usted y a mí desde antes de la fundación del mundo, está escrito en el Libro de la Vida del Cordero.
O sea, que cuando nosotros recibimos a Cristo como nuestro Salvador, no es que Dios nos da un nombre, sino que ya está desde antes de la fundación del mundo; como hacen algunos padres: que planifican tener hijos, y al planificar tener hijos dicen, habla el esposo y la esposa y dicen, y aún antes de casarse el joven dice: “Quiero tener tantos hijos, y ya voy a escribir por aquí el nombre que le voy a poner a mi primer hijo, y el nombre que le voy a poner a mi segundo hijo; y el nombre que le voy a poner a una hija que también quiero tener.”
Y si un ser humano puede hacer eso; y aun cuando se casa puede hablar con su esposa y planificar cuántos niños van a tener, y ya de antemano tener los nombres escritos para cuando aparezcan, cuánto más Dios que es omnisciente, omnipresente y omnipotente. Desde antes de la fundación del mundo Dios colocó nuestro nombre en el Libro de la Vida del Cordero.
En Hebreos, capítulo 12, verso 22 dice:
“Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial.”
No a la Jerusalén terrenal sino a la Jerusalén Celestial:
“A la compañía de muchos millares de ángeles,
a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos.”
¿Ven? La congregación de los Primogénitos que están inscritos en los Cielos, son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo que están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo. Por eso Cristo como el Buen Pastor podía decir que Él llama Sus ovejas por su nombre, y Él dijo que Él buscaría Sus ovejas, Él dijo:
“También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.” San Juan, capítulo 10, verso 14 al 16.
Por lo tanto, Cristo podía decir: “El que es de Dios, la Voz de Dios oye.” O sea, que usted es de Dios desde antes de venir a este planeta Tierra. Por eso Cristo dijo en San Juan, capítulo 10, verso 14 en adelante:
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas (aunque no hayan aparecido en la Tierra en carne humana en el tiempo de Jesús, ya Él las conocía)... y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”
Y aquí en el mismo capítulo 10, verso 3 dice:
“A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca.”
Dios es el Buen Pastor, dice el Salmo 23: “Jehová es mi pastor.” Dice el salmista.
Y ahora, estando Dios en Jesús, ahora Dios en Jesús es el buen pastor. Por eso Cristo decía: “Yo Soy el Buen Pastor.” Y ahora, estas ovejas que el Padre le dio a Cristo, vean, aquí en San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante, y aún antes para que vean aquí que hay ovejas que pertenecen a Jesucristo, y hay ovejas que no son de Cristo. Dice en el capítulo 10, verso 22 en adelante de San Juan:
“Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno,
y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.
Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;
pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.”
Y ahora, Cristo dice a esas personas: “Ustedes no creen porque ustedes no son de mis ovejas.” Por eso el que es de Dios, la Voz de Dios oye: “Mis ovejas (dice), mis ovejas oyen mi Voz y Yo las conozco y me siguen, y Yo les doy Vida eterna.”
¿Quiénes son los que reciben Vida eterna? Las ovejas de Jesucristo que el Padre le ha dado, Cristo dijo en San Lucas, capítulo 19, verso 10:
“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
Y en San Mateo, capítulo 18, versos 11 en adelante Cristo habla de esto mismo, y compara esas personas con ovejas, dice:
“Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.
¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?
Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.
Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.”
No es la voluntad de nuestro Padre Celestial que se pierda una de esas ovejas del Padre, por eso le son dadas a Cristo para que las busque y les dé salvación y Vida eterna; por lo tanto, esas son las ovejas del Padre. Todos aquellos que oyen la Voz de Cristo y siguen a Cristo, dice:
“Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás.”
O sea, vivirán entonces eternamente:
“Ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre uno somos.”
Y ahora, estas ovejas de Cristo son las ovejas del Padre que le fueron dadas a Cristo para que las busque y les dé Vida eterna, esas son las personas que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, esas son las personas que se interesan por estar en los lugares donde se predica el Evangelio de Cristo.
Y esas son las personas que atentamente escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, y por consiguiente están escuchando la Voz de Cristo, la Voz de Cristo en Espíritu Santo hablando a través del predicador, del Mensajero correspondiente a ese tiempo.
Y oyen la Voz de Cristo el buen pastor, por medio de Su Espíritu Santo en el Mensajero que Él tiene para ese tiempo, y nace la fe Cristo acá en el alma, creen en Cristo de todo corazón y dan testimonio público de su fe en Cristo, creyendo en la Primera Venida de Cristo y creyendo en la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario como la Expiación por nuestros pecados.
Y dan testimonio público de su fe en Cristo, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo. “Y con el corazón se cree para justicia y con la boca se confiesa para salvación.” [Romanos 10:10]
Por lo tanto, confiesan públicamente a Cristo como su único y suficiente Salvador, y así dan testimonio público de su fe en Cristo, y Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre que está en los Cielos.”
Y por consiguiente Cristo confiesa a esa persona como una de las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna, una de esas ovejas que escucharon y creyeron en Cristo, y lo recibieron como su único y suficiente Salvador.
Pero también hay ahí personas de las cuales Cristo dijo: “Ustedes no pueden creer, ustedes no pueden creer porque no sois de mis ovejas como ya os he dicho.” Así que en este planeta Tierra en todos los tiempos habrían personas que creerían y personas que no creerían en Cristo, porque los que no son de las ovejas del Padre que le fueron dadas a Cristo para que les dé salvación y Vida eterna, pues no creerán.
Pero los que son ovejas representadas en las ovejas del Padre, que le fueron dadas a Cristo, escucharán la Voz de Cristo, la predicación del Evangelio de Cristo, y creerán en Cristo como su único y suficiente Salvador.
Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo, creí en Cristo, lo recibí como mi único y suficiente Salvador. ¿Y quién más? cada uno de ustedes también, ¿por qué? ¿Por qué yo creí y he recibido a Cristo? Porque soy uno de las ovejas de Cristo, ¿y por qué ustedes creyeron y siguen a Cristo? Porque son de las ovejas de Cristo que el Padre le dio para que les dé Vida eterna.
Si hay alguna persona que no ha dado testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como su único y suficiente Salvador, pero ha escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y ha creído de todo corazón. ¿Por qué ha creído? Porque su nombre está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida y es una de las ovejas del Padre dadas a Cristo para que le dé Vida eterna.
Por lo tanto, la razón por la cual usted está aquí presente o está a través de internet o del satélite, en el auditorio o en la Iglesia donde se encuentra, o en el lugar público donde se encuentra escuchando esta conferencia, esta predicación del Evangelio de Cristo, la razón es porque usted está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida; y por eso usted ha estado escuchando y ha nacido la fe de Cristo acá en su alma y usted está creyendo en Cristo como su único y suficiente Salvador, y usted está creyendo en la muerte de Cristo como el Sacrificio de la Expiación por sus pecados.
Ahora, tiene la oportunidad, privilegio y bendición de dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador, para lo cual daré unos minutos en lo que usted puede venir al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo, y recibirlo como vuestro único y suficiente Salvador.
Y yo estaré orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y pueda ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, y así usted nazca del Agua y del Espíritu y entre al Reino de Dios, porque el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios. Y todos queremos entrar al Reino de Dios, para lo cual tenemos que nacer del Agua y del Espíritu.
Nacer del Agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, y nacer del Espíritu es nacer del Espíritu Santo, ser bautizado con Espíritu Santo y Fuego por nuestro amado Señor Jesucristo, y así obtenemos el nuevo nacimiento y por consiguiente hemos nacido en el Reino de Cristo, hemos entrado al Reino de Cristo por medio del nuevo nacimiento.
Este es el momento para ustedes que están a través de internet o del satélite en otras naciones, dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, recibiéndole como vuestro único y suficiente Salvador, para lo cual pueden pasar al frente allá donde ustedes se encuentran, para que queden incluidos en esta oración que haré por todas las personas que aquí vengan a recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador.
También los que están aquí presentes, pueden venir a los Pies de Cristo si no lo han hecho, si no lo habían recibido como su único y suficiente Salvador, lo pueden hacer en estos momentos y así dar testimonio público de su fe en Cristo. Y yo oraré por ustedes para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego. Pueden pasar aquí al frente para orar por ustedes en esta ocasión.
También los niños de diez años en adelante pueden venir a los pies de Cristo también. Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también, Él dijo: “Dejad a los niños venir a mi, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”
Por lo tanto, Cristo tiene lugar para los niños, para los jóvenes, para los adultos, para los ancianos, para toda persona que escucha la predicación de Su Evangelio de Cristo, y nace la fe de Cristo en su alma, y cree de todo corazón en Cristo y lo recibe como su único y suficiente Salvador.
Todavía pueden venir a los Pies de Cristo los que faltan por venir a los pies de Cristo aquí en Bogotá, Colombia, y también en las demás naciones de la América Latina, del Caribe, de Norteamérica, del Canadá, de Europa, del Japón, del África y demás naciones. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo nuestro Salvador.
Vamos a estar puestos en pie para orar; los que están en otras naciones también pueden estar puestos en pie para orar, y haré una sencilla oración por ustedes y ustedes repetirán esta oración a medida que yo la esté haciendo.
Vamos a levantar nuestras manos a Cristo, al Cielo. todavía si falta alguna persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir.
Algunas veces hay personas que son tímidas y les da timidez y vergüenza pasar al frente porque piensan, piensan que los van a estar viendo y se avergüenzan. Pero no nos podemos avergonzar de Cristo, porque si nos avergonzamos de Él, Él dice: “El que se avergonzare de mi delante de los hombres, yo me avergonzaré de él delante de mi Padre que está en los Cielos.” San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33. Pero dice:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.”
Y eso es lo que queremos: que Él nos confiese delante de nuestro Padre Celestial como creyentes en Él. Pueden continuar viniendo para que queden incluidos en esta oración. Con nuestras manos levantadas a Cristo al Cielo, nuestros ojos cerrados repitan conmigo esta oración:
Señor Jesucristo, he escuchado la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi alma, en mi corazón; creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados, y doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, reconociendo que soy pecador y necesito un Salvador.
Señor Jesucristo, salva mi alma, Te lo ruego, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer en Tu Reino eterno, quiero obtener la Vida eterna y Tú tienes la Vida eterna para mí.
Señor Jesucristo, quiero nacer en la Vida eterna y a la Vida eterna.
Señor Jesucristo, Ten Misericordia de mí. En Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma Te lo ruego. En Tu Nombre eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y todos con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, a ustedes que han recibido a Cristo aquí en Bogotá, Colombia, y a ustedes que han recibido a Cristo allá en la nación, en el país donde se encuentren en estos momentos. Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16.
Ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y creyeron y recibieron a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, y ustedes me dirán: “Pero todavía me falta ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, pues quiero cumplir el mandato de Cristo lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de ustedes.
Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en estos mismos momentos, ustedes que están presentes aquí en Bogotá, Colombia, y los que están en las diferentes naciones escuchando esta conferencia, esta predicación del Evangelio de Cristo, ustedes que han recibido a Cristo como Salvador, bien pueden ser bautizados también en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en la nación, en el país donde ustedes se encuentren.
Pregunto aquí: “Si hay agua, hay bautisterio? Hay bautisterio. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Hay ministro para bautizarlos en agua? También hay un ministro para bautizarles en agua. ¿Hay lugar dónde cambiarse de ropas, hay ropas bautismales y vestidores de ropa? También hay ropas bautismales y vestidores de ropas aquí y también donde ustedes se encuentran en las diferentes naciones. ¿Y personas que les ayudarán también? Personas también que les ayudarán, por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en estos mismos momentos.
Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y a vuestros familiares también Cristo los traiga a Sus Pies y les dé la salvación y Vida eterna para que estén con ustedes en el Reino eterno de Cristo por toda la eternidad.
En el bautismo en agua la persona que ha recibido a Cristo ha muerto al mundo, y luego cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales está sepultando ese viejo hombre o esa vieja mujer que murió al mundo. Cuando una persona muere hay que sepultarla. Y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales, la persona está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, conscientes de lo que representa el bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Por lo tanto, también representamos la muerte, sepultura y resurrección de Cristo al ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y que Dios les bendiga y les guarde y les guíe todos los días de vuestra vida, y les cuide de todos los peligros y les prospere espiritualmente y materialmente también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Dejo al Reverendo Camilo Montoya Reyes para continuar, y que así les indique hacia dónde caminar a los que han recibido a Cristo como Salvador, para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y dejo también en las diferentes naciones al ministro a cargo, para que les indique hacia dónde caminar las personas que han recibido a Cristo como Salvador, para cambiarse de ropas, y colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Con nosotros el Reverendo Camilo Montoya Reyes para continuar.
Dios les bendiga y les guarde a todos.
“EL AMADO DE DIOS.”