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La Meta de Dios 2005-04-07 1 Santa Marta Magdalena CO 00:00:00 false

Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Para lo cual leemos en la carta de San Pablo a los Romanos, en el capítulo 8, versos 28 al 34, versos 28 al 39, vamos a leer, dice:

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.

Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.

¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?

El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.

¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?

Como está escrito:

Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero.

Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.

Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,

ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “LA META DE DIOS.”

A través de la Escritura, podemos ver que Dios no obra por capricho, Dios tiene siempre una Meta en todo lo que Él hace. Cuando Él creó los Ángeles, los Querubines, los Serafines, los Arcángeles, Él tenía un propósito: que lo adoraran y le sirvieran por toda la eternidad.

Cuando Dios creó al ser humano, Dios tenía un propósito, una meta: que el hombre fuera a Su imagen y a Su semejanza.

Por consiguiente lo más cercano a Dios es el hombre, o sea, lo más que se parece a Dios es el hombre, y lo más que se parece al hombre es Dios, porque Dios creó al ser humano a Su imagen y a Su semejanza.

Encontramos que la imagen de Dios es Su cuerpo angelical, el cual es Cristo, el Ángel del Pacto en Su cuerpo angelical; por esa causa es que San Pablo en su carta a los Hebreos, en el capítulo 1, verso 1 al 3, dice:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

Ahora, aquí nos muestra San Pablo que el Dios que había hablado a través de los Profetas en el Antiguo Testamento, en los días de la Venida de Jesús, Dios estaba hablando a través de Su Hijo Jesucristo.

...a quien constituyó heredero de todo...”

El heredero de toda la Creación tiene un Nombre y Su Nombre es Señor Jesucristo; y cuando el ser humano recibe a Cristo como su Salvador, el ser humano está siendo levantado a la presencia de Dios por nuestro amado Señor Jesucristo, y Cristo no solamente es el heredero de toda la Creación, sino que también dice:

...y por quien asimismo hizo el universo.”

Dios creó el Universo por medio de Jesucristo.

¿Y cómo es posible que Dios haya creado el Universo por medio de Jesucristo si Cristo nació en Belén de Judea a través de la virgen María? Sencillo: Cristo en Su cuerpo físico nació en Belén de Judea a través de la virgen María. Pero Cristo en Su cuerpo angelical era antes de todas las cosas. Por eso aquí dice:

...y por quien asimismo hizo el universo;”

¿Cómo Dios hizo el Universo por medio de Cristo? Cristo siendo el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, a través de Cristo, el Ángel del Pacto llamado también el Verbo que era con Dios y era Dios, Dios creó todas las cosas, habló por medio de Cristo en Su cuerpo angelical.

En San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice, y vamos a leerla para que tengamos un cuadro claro de quién es Jesucristo y también comprendamos cuál es la meta de Dios:

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.”

Y ahora, por medio del Verbo Dios creó todas las cosas.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan (o sea, Juan el Bautista).

Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz,”

Para que diese testimonio ¿de qué luz? De la Luz verdadera que alumbra a todo hombre el cual es el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas.

Para que diese testimonio de la luz (o sea, del que vendría después de él), a fin de que todos creyesen por él.”

O sea, que todas las personas que escucharían el mensaje de Juan el Bautista y se serían bautizados por Juan el Bautista, estaban siendo preparados para esperar y recibir al que vendría después de Juan el Bautista y creer en Él, en el que vendría después de Juan el Bautista.

Ahora, hablando de Juan, dice:

No era él la luz (o sea, Juan el Bautista no era esa Luz verdadera que alumbra a todo hombre)... No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.”

Por eso Juan daba testimonio de Cristo la Luz del mundo que alumbra a todo hombre, dijo: “Después de mí viene un varón del cual yo no soy digno de desatar la correa de su calzado.” Esto está aquí en San Juan, capítulo 1, luego continuaremos con el pasaje que estamos leyendo.

Vamos a ver lo que nos dice aquí, cuando Juan está hablando acerca de uno que vendrá después de él, dice en el capítulo 1, verso... vamos a ver, verso 19 en adelante, del capítulo 1 de San Juan, dice:

Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?

Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo.

Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta?

Y respondió: No.

Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?

Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías.”

Eso fue en Isaías, capítulo 40, verso 3 en adelante, lo que el Profeta Isaías había dicho de la Voz de uno clamando en el desierto, y ése sería el precursor de la Primera Venida de Cristo.

Y los que habían sido enviados eran de los fariseos.

Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?

Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis.

Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.”

Y ahora, aquí Juan está dando testimonio de uno que vendría después de él.

Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.”

Y ahora, vamos a continuar leyendo aquí en el capítulo 1, pasamos al verso 9... o vimos en el verso 8:

No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.”

Vean cómo Juan el Bautista estaba dando testimonio de la Luz, del Mesías, del Cristo que vendría después de él, el cual más adelante diría: “Yo Soy la Luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas que tendrá la luz de la vida.” San Juan, capítulo 8, verso 12.

Ahora, sigue diciendo en San Juan, capítulo 1, verso 9, dice, sigue diciendo:

Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.”

O sea, el Verbo que era con Dios y que era Dios y creó todas las cosas venía a este mundo, venía a esta dimensión terrenal de seres humanos y de entre los seres humanos y entre los seres humanos para estar con los seres humanos en la forma de un hombre.

Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

A lo suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron.

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;”

¿Cómo son hechos hijos de Dios todos los creyentes en Cristo? Por medio de nacer de nuevo, de nacer del Agua y del Espíritu, esto es de escuchar la predicación del Evangelio de Jesucristo, nacer la fe de Cristo en el corazón, en el alma, porque la fe viene por el oír la Palabra, el Evangelio de Cristo, y con el corazón se cree para justicia, porque nace la fe de Cristo acá en el alma de la persona y cree en Cristo de todo corazón, cree en la Primera Venida de Cristo y cree en la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Y luego da testimonio público de su fe en Cristo recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, arrepentido de sus pecados y Cristo le perdona sus pecados, y con Su Sangre le limpia de todo pecado, es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento, y así la persona ha nacido del Agua y del Espíritu, ha nacido de la predicación del Evangelio de Cristo y del bautismo del Espíritu Santo, y por consiguiente la persona ha entrado al Reino de Dios, y por consiguiente la persona ha obtenido la Vida eterna. Tan simple como eso.

Esa es la forma para obtener la Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador. “Porque Dios nos ha dado Vida eterna y esta vida está en Su Hijo, en Jesucristo.”

Y para la persona obtener la Vida eterna tiene que venir a la Fuente del Agua de la Vida eterna que es Jesucristo nuestro Salvador, porque en Jesucristo es que Dios ha colocado la Vida eterna, para otorgarla a todo ser humano que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Pues la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario es nada menos que el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

En el Antiguo Testamento el pueblo hebreo efectuaba sacrificios por el pecado, los cuales efectuaba el sumo sacerdote como el sacrificio de la expiación por los pecados del pueblo del día diez del mes séptimo de cada año, en donde un macho cabrío era sacrificado por el sumo sacerdote y la sangre de ese macho cabrío era llevada al lugar santísimo, y el sumo sacerdote con su dedo esparcía sobre el propiciatorio siete veces.

El propiciatorio es la tapa del arca del pacto y es de oro puro, y tiene dos querubines de oro, uno a cada lado, y en medio de los dos querubines de oro estaba la presencia de Dios en aquella Nube de Luz o Columna de Fuego; y desde allí se manifestaba Dios en esa Columna de Fuego, la cual le había aparecido a Moisés en una zarza y ahora se encontraba en el lugar santísimo en medio de los dos querubines de oro sobre el propiciatorio.

Y ahora, encontramos que ese sacrificio de la expiación por los pecados del pueblo, para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios era tipo y figura del Sacrificio de Cristo en Su Primera Venida, era tipo de Cristo como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para que todos podamos obtener el perdón de nuestros pecados y podamos ser reconciliados con Dios y obtener la Vida eterna, reconciliados con Dios para obtener la inmortalidad, para obtener la Vida eterna en el Reino eterno de Dios, y por consiguiente entrar al Reino de Dios.

Por lo tanto, no hay otra forma en que el ser humano pueda ser reconciliado con Dios sino a través de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario. Por eso dice San Pablo en Romanos, capítulo 5, verso 6 al 11:

Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”

Vean, Cristo murió por nosotros en la Cruz del Calvario para reconciliarnos con Dios.

Y ahora, hemos recibido la reconciliación con Dios por medio de nuestro amado Señor Jesucristo. Y no hay otro sacrificio por el pecado del ser humano que Dios acepte como Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Por eso Cristo podía decir en San Juan, capítulo 14, verso 6:

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”

Por lo tanto, nadie puede llegar a Dios, a menos que sea a través de Jesucristo nuestro Salvador, el cual fue Sacrificado en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Por lo tanto, no hay otra forma en que el ser humano pueda obtener el perdón de sus pecados sino a través de nuestro amado Señor Jesucristo. Por eso Cristo dijo a Sus discípulos en San Lucas, capítulo 24, versos 46 al 48:

...y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;

y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.

Y vosotros sois testigos de estas cosas.”

Y ahora, Cristo ordena que se predique el arrepentimiento y el perdón de los pecados en Su Nombre; por eso la predicación del Evangelio de Cristo, la predicación del Evangelio de la Gracia presenta a Cristo en Su Primera Venida, y presenta la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para obtener el perdón de nuestros pecados y ser reconciliados con Dios y obtener por consiguiente la Vida eterna.

Por lo tanto, una persona puede confesarle a otra persona sus pecados, arrepentido de sus pecados, pero no obtiene el perdón de sus pecados y no es limpio de todo pecado, porque la persona no puede perdonarlo y limpiarlo de todo pecado, porque solamente hay una persona que puede escuchar nuestra confesión, y perdonar nuestros pecados, y con Su Sangre limpiarnos de todo pecado, y esa persona se llama SEÑOR JESUCRISTO.

Por eso el arrepentimiento se hace delante de nuestro amado Señor Jesucristo; se pide perdón a Cristo arrepentido de nuestros pecados, y Cristo nos perdona y con Su Sangre nos limpia de todo pecado; por lo tanto, el arrepentimiento y perdón de los pecados se predica en el Nombre del Señor Jesucristo, porque Cristo es el único que puede perdonar nuestros pecados y con Su Sangre limpiarnos de todo pecado.

Tenemos entonces un Salvador, un Redentor, tenemos entonces el Sacrificio de nuestro amado Señor Jesucristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Ya no se necesitan sacrificios de animalitos como se hacían en el Antiguo Testamento en medio del pueblo hebreo; ya el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario es perfecto, y por consiguiente Él llevó nuestros pecados y murió por nuestros pecados, para que nosotros podamos recibir la Vida eterna.

Por lo tanto, solamente a través de Jesucristo podemos obtener el perdón de nuestros pecados, ser limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo y ser reconciliados con Dios para vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno.

Ahora, continuemos leyendo aquí en el capítulo 1 de San Juan. Veamos aquí el verso 11 al 14, dice:

A lo suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron.

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

Estas son las personas que obtienen el nuevo nacimiento, nacen del Agua y del Espíritu, nacen de la predicación del Evangelio de Cristo y reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador, y son bautizados en agua en Su Nombre, obtienen el perdón de sus pecados y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en esas personas el nuevo nacimiento, han nacido del Agua y del Espíritu, y han entrado al Reino de Dios, y por consiguiente han obtenido la Vida eterna. Tan simple como eso.

Ahora, el verso 14 de este mismo capítulo de San Juan, dice:

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”

Y ahora, el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas, y que vendría al mundo, ahora se hizo carne y habitó en medio de la raza humana allá en la tierra de Israel. Apareció el Verbo que era con Dios y era Dios y que creó todas las cosas, apareció como un hombre en medio del pueblo hebreo, y Su Nombre es Señor Jesucristo. El Señor Jesucristo es el Verbo hecho carne, el Señor Jesucristo es el Ángel del Pacto hecho hombre en medio de la raza humana.

Antes de Él tener Su cuerpo de carne, Cristo tenía Su cuerpo angelical. Y por esa causa es que Jesucristo en San Juan, capítulo 8, dice estas palabras tan hermosas y tan grandes de Su pre existencia, o sea, de que existía antes de estar en Su cuerpo de carne.

Dice San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58, dice:

Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”

¿Cómo era Cristo antes de Abraham? Cristo era el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el cual le había aparecido a Adán, a Set y a los demás Patriarcas del Antiguo Testamento, también le apareció a Enoc, a Matusalén también, a Noé también; y a Noé le dijo que vendría un diluvio sobre la raza humana como juicio divino por el pecado de la raza humana, y le dijo que construyera un arca para que escapara de ese juicio divino que vendría.

Él, Cristo, el Ángel del Pacto, es nada menos que el que le aparecía a los Profetas del Antiguo Testamento; Cristo el Ángel del Pacto es aquel a través del cual Dios creó todas las cosas.

Dios no ha hecho nada ni está haciendo cosa alguna, ni hará cosa alguna, a menos que sea a través de Jesucristo nuestro Salvador; porque Él es el Verbo que era con Dios y era Dios, por el cual Dios creó todas las cosas y a través del cual Dios ha estado manifestándose tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento.

Por lo tanto, nuestro amado Señor Jesucristo es la persona más importante de la Tierra y también de los Cielos, no hay ninguna persona más importante. A través de Jesucristo es que el ser humano obtiene el perdón de sus pecados y obtiene la salvación y Vida eterna.

A través del Señor Jesucristo es que el ser humano es reconciliado con Dios, por medio del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

El propósito de la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario fue darle a la raza humana el Sacrificio Perfecto de la Expiación por nuestros pecados, para que esté al alcance de todo ser humano la salvación y Vida eterna, para que esté al alcance de todo ser humano la reconciliación del ser humano con Dios.

Por lo tanto, el pobre, el rico, el joven, el adulto, el anciano, el que ha estudiado y el que no ha estudiado, todos tienen la oportunidad de ser reconciliados con Dios a través del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. No hay otro Sacrificio por el pecado del ser humano que sea aceptado por Dios, solamente hay UNO y es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.

Por lo tanto, Dios tenía una Meta en darnos a Su Hijo unigénito, dice San Juan, capítulo 3, verso 16:

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

¿Ven? El propósito de Dios enviar a Su Hijo Jesucristo a este planeta Tierra y morir en la Cruz del Calvario fue para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga Vida eterna.

Por lo tanto, la Meta es la Vida eterna para el ser humano. La Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario tenía una meta: que todos podamos obtener la Vida eterna. Por lo tanto, dice San Juan, capítulo 3, verso 36:

El que cree en el Hijo tiene vida eterna.”

¿Cómo la persona obtiene la Vida eterna? Creyendo en el Hijo de Dios, Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador, y dando testimonio público de nuestra fe en Cristo recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador. ¿Pero qué sucede con las personas que no creen o que no quieren creer, o que no nace la fe de Cristo en sus almas para poder creer? Dice:

...pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida (el que rehúsa creer en Jesucristo como su único y suficiente Salvador no verá la Vida eterna, o sea, que la persona no vivirá eternamente con Cristo en Su Reino eterno), sino que la ira de Dios está sobre él.”

Por lo tanto, la ira de Dios está sobre todas las personas que no creen en Cristo y que no han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Pero, ¿qué está sobre los creyentes en Cristo que lo han recibido como su único y suficiente Salvador, han dado testimonio público de su fe en Cristo y han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego? La bendición que está sobre ellos es la Vida eterna. No hay otra bendición más grande que la Vida eterna.

Por lo tanto, es Vida eterna lo que hemos recibido cuando hemos recibido a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Por lo tanto, tenemos la bendición de Dios por medio de Cristo, que es la Vida eterna.

Ha sido una mirada de fe a Cristo la que nos ha dado la salvación y Vida eterna.

Como sucedía en medio del pueblo hebreo cuando estaban viajando por el desierto y las serpientes venenosas mordían a los hebreos, Dios le dijo al Profeta Moisés: “Prepara una serpiente de bronce y levántala en una vara, en un asta, y toda persona que sea mordida por serpientes venenosas, que miren la serpiente de bronce para que viva.” O sea, si la persona mordida por una serpiente venenosa - la cual por consiguiente está condenada a la muerte, pues ya tiene el veneno de muerte en él, ya esa persona no tiene escapatorias, está condenado a morir en unos minutos.

Pero con una mirada de fe a la serpiente de bronce que Moisés había levantado en el desierto, la persona vivía, ocurría un milagro en la vida, en el alma, en el espíritu y en el cuerpo de la persona.

La serpiente de bronce representa el pecado ya juzgado; por consiguiente el pecado de la persona ya estaba juzgado en la serpiente de bronce, y cuando miraba la serpiente de bronce quedaba libre de su pecado, y por consiguiente libre de las consecuencias del pecado, que era la muerte.

Y por consiguiente el veneno de la serpiente venenosa que lo había mordido perdía su poder, su efecto, y la persona no moría.

En el Huerto del Edén la raza humana fue mordida por la serpiente antigua que es el diablo y Satanás, cuando a través de la serpiente engañó a Eva y trajo el pecado a la raza humana, y el veneno del pecado entró a la raza humana; y por consiguiente la raza humana murió a la Vida eterna, estando la raza humana representada en Adán y Eva.

Y ahora, la raza humana perdió la Vida eterna, y solamente le quedó vida temporal, y se le acaba a la mayor parte de las personas en la actualidad antes de los cien años, son pocos los que llegan a cien años y son pocos los que pasan de cien años; y los que llegan y pasan de cien años es con mucho trabajo, mucho trabajo para ellos y mucho trabajo para sus familiares también; pero esto es por causa de que el ser humano perdió la Vida eterna en el Huerto del Edén.

Dios le había dicho al ser humano: a Adán, que no comiera del árbol de ciencia del bien y del mal, porque el día que comiera de él, ese día moriría.

Y vean ustedes, cuando el ser humano pecó, al tomar del árbol de ciencia del bien y del mal, físicamente no murió sino que continuó viviendo, y Adán murió a los 930 años.

Ahora, ¿Dios no había dicho que el día que comiera ese día moriría y continuó viviendo hasta vivir 930 años? Tenemos que comprender que Adán no era mortal antes de pecar, estaba como un inmortal, y por consiguiente Adán podía continuar viviendo si no comían del árbol de ciencia del bien y del mal (él y Eva), pero si comían del árbol de ciencia del bien y del mal el ser humano moriría.

¿Y cómo fue que murió el día que murió si continuó viviendo y vivió 930 año? Adán murió a la Vida eterna, perdió la Vida eterna, y solamente le quedó vida temporal, que le duró 930 años. Tan simple como eso.

Y ahora, la raza humana siendo descendiente de Adán, por consiguiente viene a vivir en este planeta Tierra con vida temporal, vida corruptible, vida que en aquellos tiempos llegaba hasta novecientos y algo de años, pero que se ha ido acortando.

Y ahora la mayor parte de los seres humanos no llegan a los cien años; esto es porque el ser humano no tiene Vida eterna en su cuerpo físico, es vida temporal la que obtuvimos a través de nuestros padres terrenales como herencia de Adán, como la herencia que Adán le dejó a sus descendientes.

Pero ahora, el ser humano tiene la oportunidad de hacer contacto con el Árbol de la Vida eterna, que es Jesucristo. Cristo dijo: “Yo Soy la Luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la Vida.”

¿La Luz de qué vida? La Luz de la Vida eterna. Por lo tanto, tendrá el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo en él para así obtener la persona la Vida eterna.

Por consiguiente, toda persona que quiera obtener la Vida eterna tiene que comer del Árbol de la Vida eterna; así como el ser humano para morir a la Vida eterna comió del árbol de ciencia del bien y del mal, pero para vivir a la Vida eterna hay que comer del Árbol de la Vida eterna que es nuestro amado Señor Jesucristo. Cristo dijo: “El que come de este pan vivirá eternamente, vivirá para siempre.”

Él dijo: “Yo Soy el pan de vida.” Eso está en San Juan, capítulo 6. Por lo tanto, el Pan de Vida eterna es Jesucristo. “Para que todo aquel que de Él coma, viva eternamente.” Viva eternamente en el Reino de Cristo reconciliado con Dios.

Por lo tanto, la Meta de Dios es que todos podamos obtener la Vida eterna; para eso fue que Dios envió a Cristo a la Tierra: para que muriera en la Cruz del Calvario y pudiéramos nosotros obtener la salvación y Vida eterna.

El ser humano desea vivir eternamente, el ser humano desea vivir, por eso es que nacemos, y al nacer -seguida cuando nacimos - seguida estábamos buscando, ¿qué? Comida, estábamos buscando el lugar donde estaba el alimento para nosotros: el pecho de nuestra madre; y luego cuando ya podíamos comer o tomar jugos, y comer otras cosas, como quizás frutas o vegetales molidos, también comimos, y todo el tiempo, todos los días nos hemos pasado comiendo.

Normalmente comemos tres veces al día. Algunas de las comidas un poco más que otras, pero comemos dos ó tres veces al día; y algunas veces algunos comen hasta cuatro veces y hasta cinco veces; y si encuentran algo más de comer antes de acostarse, también vuelven a comer ¿por qué? Porque queremos vivir.

Si la persona deja de comer, ¿qué le sucede? Se va poniendo delgada, se enferma y muere; por lo tanto, tenemos que comer y también tenemos que tomar líquidos, principalmente agua, porque deseamos vivir.

En el ser humano desde que nace se encuentra el deseo de morir y el deseo de vivir, y el deseo que gobierne la vida de esa persona, el deseo que sea más fuerte ese va a producir el resultado. Cuando el niño nace, el bebé nace, si el deseo de morir es mayor que el deseo de vivir, el niño muere; pero si el deseo de vivir es mayor que el deseo de morir, pues el niño vive y luego sigue creciendo y sigue buscando las cosas que le ayudan para mantener la vida que es el alimento, y dormir.

Sigue creciendo y sigue comiendo, o sea, que desde que nacemos estamos comiendo; y aún en el vientre de nuestra madre como no podíamos comer con la boca, nos fue instalado un cordón umbilical a través del cual recibimos el alimento a través de nuestra madre. Por lo tanto, nuestra vida se mantiene comiendo.

Ahora, la Vida eterna, y para obtener y tener la Vida eterna y mantener la Vida eterna tenemos que estar comiendo también, pero comiendo espiritualmente, en términos espirituales, Cristo dijo: “El que come de este pan vivirá eternamente.”

Por lo tanto, hay que comer, comernos el Pan de Vida eterna que es Cristo, creyendo en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, arrepentido de nuestros pecados y pidiéndole perdón a Cristo por nuestros pecados, y siendo bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo bautizándolos con Espíritu Santo y Fuego, y dándonos por consiguiente el nuevo nacimiento, y produciendo la Vida eterna para nosotros y en nosotros.

Y así entramos a la Vida eterna, somos restaurados a la Vida eterna, y reconciliados con Dios para vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno.

Esta es la Meta de Dios: que nosotros vivamos eternamente con Dios en Su Reino, del cual Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores, y vivamos en cuerpos eternos, inmortales, incorruptibles y glorificados, iguales al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.

Por lo tanto, la Meta de Dios ha sido tener la Familia de hijos e hijas iguales a nuestro amado Señor Jesucristo, esa es la Meta de Dios por la cual envió a Jesucristo a este planeta Tierra para morir por nosotros en la Cruz del Calvario.

Y por esa causa es que Cristo ordenó en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, diciendo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Tan simple como eso. La Meta de la predicación del Evangelio de Cristo es que la persona escuche las buenas noticias de la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Y nazca la fe de Cristo en su alma, y crea en Cristo de todo corazón y de testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como su único y suficiente Salvador, para que obtenga el perdón de sus pecados, sea limpio de todo pecado con la Sangre de Cristo, sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca el nuevo nacimiento en la persona, y la persona nazca a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Y así la persona obtenga el cuerpo angelical igual al cuerpo angelical de Jesucristo, y luego obtenga el cuerpo físico glorificado, igual al cuerpo físico glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Y entonces seamos todos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo con Vida eterna.

Por lo tanto, al recibir a Cristo como nuestro Salvador, arrepentido de nuestros pecados y ser bautizados en agua en Su Nombre, y recibir Su Espíritu Santo obtenemos la transformación interior y obtenemos el cuerpo angelical, igual al cuerpo angelical de Jesucristo llamado “el Ángel del Pacto” o “Ángel de Jehová” en el Antiguo Testamento.

Y ya tenemos la Vida eterna, nuestra alma tiene Vida eterna, y tenemos un cuerpo angelical con Vida eterna, pero nos falta la Vida eterna física, nos falta un cuerpo físico con Vida eterna, el cual Cristo nos va a dar cuando Él complete Su Iglesia, se levante del Trono del Padre, resucite a los muertos en Cristo, los creyentes en Cristo de edades pasadas que murieron, los resuciten en cuerpos nuevos, eternos, jóvenes y glorificados, igual a Su cuerpo glorificado; y luego nosotros que vivimos, cuando los veamos a ellos resucitados nos transformará, seremos transformados y entonces obtendremos así el cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y joven para toda la eternidad, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Y luego estaremos de treinta a cuarenta días aquí ya con el nuevo cuerpo glorificado, en donde habrá una manifestación plena del Poder de Dios en la manifestación de los hijos e hijas de Dios en cuerpos eternos y glorificados, y después de esa manifestación de treinta a cuarenta días en medio de Su Iglesia, luego Cristo nos llevará con Él a la Cena de las Bodas del Cordero al Cielo, a la séptima dimensión, a la Fiesta más importante que se haya llevado a cabo en el Cielo.

Esa es la fiesta más grande, más gloriosa a la cual hemos sido convidados, hemos sido invitados por medio de la predicación del Evangelio de Cristo dado por el Espíritu Santo a través de Sus diferentes Mensajeros.

Por lo tanto, el llamado es para ir a la Cena de las Bodas del Cordero, a la Casa de nuestro Padre Celestial en cuerpos eternos y glorificados que Cristo nos dará, para poder ir con Él al Cielo, a la Casa de nuestro Padre Celestial, para estar en la Cena de las Bodas del Cordero.

El que rehúsa creer en Cristo se pierde todas estas bendiciones de Dios que son otorgadas por Dios a través de Jesucristo a todos los creyentes en Cristo; por lo tanto, las bendiciones de Dios son para los creyentes en Cristo.

Por lo cual todos necesitamos recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador si deseamos las bendiciones de Dios, la bendición de la Vida eterna para vivir en el Reino de Dios por toda la eternidad con nuestro amado Señor Jesucristo.

Hay que recibir al Rey de ese Reino para poder vivir con Él en Su Reino. Por lo tanto, la Meta de Dios es que todos seamos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. Dice:

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Romanos, capítulo 8, versos 28 en adelante.

Y ahora, el propósito de Dios es que todos seamos a imagen y semejanza de Jesucristo, y vivamos eternamente con Cristo en Su Reino.

Porque a los que antes conoció...”

¿A los que qué? A los que antes conoció, ¿antes de qué? Antes de la fundación del mundo. Antes de la fundación del mundo Él nos conoció.

Porque a los que antes conoció, también los predestinó...”

Por lo tanto, somos predestinados por Dios ¿para qué?

...también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo.”

¿Ven? Esa es la Meta.

Hemos sido predestinados para ser conforme a la imagen del Hijo de Dios, a la imagen de Jesucristo; hemos sido predestinados por Dios para tener un cuerpo angelical; el cuerpo angelical de Cristo es la imagen de Dios, y el cuerpo angelical nuestro es la imagen de Jesucristo.

Y ahora, nuestro cuerpo angelical es a imagen de Jesucristo, es como el cuerpo angelical de Jesucristo.

...para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.”

Y ahora, nos presenta aquí San Pablo como hermanos de nuestro amado Señor Jesucristo. Por eso en Hebreos, capítulo 2 San Pablo dice, recitando la Escritura:

Anunciaré a mis hermanos tu nombre,

En medio de la congregación te alabaré.”

Y otra vez dice San Pablo en Hebreos, capítulo *12 citando esta promesa divina. Vamos a leerlo aquí, capítulo 12, verso 10, en adelante dice:

Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria.”

O sea, llevar muchos hijos ¿a dónde? A la Gloria. Cristo nos lleva a la gloria cuando lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador, porque esa es la meta de Dios: que Cristo nos lleve a la Gloria.

Que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.

Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos.”

Cristo no se avergüenza de llamarme “hermano,” y no se avergüenza Cristo de llamarlo a cada uno de ustedes “hermano” o “hermana.” Y nosotros no nos avergonzamos de Cristo de llamarlo “nuestro Hermano Mayor.” Él es nuestro Hermano Mayor. Sigue diciendo:

...por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,

diciendo:

Anunciaré a mis hermanos tu nombre,

En medio de la congregación te alabaré.

Y otra vez:

Yo confiaré en él.

Y de nuevo:

He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.

Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,

y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.

Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.

Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.”

¿Ven? Cristo por medio de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario expió nuestros pecados, y está en el Cielo, en el Trono Celestial, en el Lugar Santísimo como Sumo Sacerdote haciendo intercesión con Su propia Sangre por toda persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador.

Todas las personas que lo reciben como su único y suficiente Salvador están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida.

Usted que me escucha en estos momentos aquí en San Marta, República de Colombia; y ustedes que me escuchan en otras naciones a través de internet o del satélite, o de la televisión o de la radio, también ustedes están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida, y por esa causa es que Dios les ha guiado para estar en esta actividad escuchando la predicación del Evangelio de Cristo.

Por lo tanto, si oyes hoy Su Voz y la has estado escuchando, no endurezcas tu corazón, abre tu corazón porque Cristo quiere entrar a tu corazón, a tu alma para darte la salvación y Vida eterna, para que puedas vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno.

Yo ya he escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma, creí en Cristo como mi único y suficiente Salvador, lo recibí como mi único y suficiente Salvador dando testimonio público de mi fe en Cristo, fui bautizado en agua en Su Nombre y Él me bautizó con Espíritu Santo y Fuego y me dio el nuevo nacimiento, y me dio la Vida eterna, y me colocó en Su Reino eterno, entré a Su Reino. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Si hay alguna persona que todavía no ha entrado al Reino de Dios porque no ha nacido de nuevo por causa de que no ha recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, y desea vivir eternamente, ya usted ha escuchado cómo obtener la Vida eterna: a través de Jesucristo nuestro Salvador.

Ya la fe de Cristo ha nacido en vuestra alma. “Porque la fe viene por el oír la Palabra (el Evangelio de Cristo).” “Y con el corazón se cree para justicia.” Por lo tanto, ya usted está creyendo en Cristo, usted está creyendo en la Primera Venida de Cristo y en la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por sus pecados. “Y con la boca se confiesa para salvación.”

Y ahora, le corresponde la bendición grande de usted dar testimonio público de su fe en Cristo recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador; lo cual es la bendición más grande que un ser humano tiene aquí en la Tierra, tiene la bendición de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y creer en su alma, y recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento, y usted nazca en el Reino eterno de Cristo, entre al Reino de Cristo y por consiguiente obtenga la Vida eterna, y así usted tenga asegurado su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno.

Tenemos que asegurar nuestro futuro eterno. ¿Y cómo lo podemos asegurar? ¿Tenemos que ir a alguna casa de seguros para comprar un seguro para así tener asegurada la Vida eterna? No hay ninguna compañía de seguros que le asegure a usted la Vida eterna, solamente hay una persona que nos asegura la Vida eterna, y esa persona es nuestro amado Señor Jesucristo.

Cristo dijo: “El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”

Por lo tanto, Cristo es nuestro seguro a la Vida eterna. Cristo es el que nos asegura que viviremos eternamente con Él en Su Reino eterno. Ninguna otra persona le puede asegurar a usted la Vida eterna.

Por lo tanto, toda persona que quiera asegurar su futuro eterno con Cristo en la Vida eterna, lo recibe como su único y suficiente Salvador, creyendo en Su Primera Venida y creyendo en Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Por lo tanto, toda persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, ya ha escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, ha nacido la fe de Cristo en su alma, ya está creyendo en Cristo como su único y suficiente Salvador.

Y ahora, tiene la oportunidad, privilegio y bendición de dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador, y yo estaré orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino.

Por lo tanto, pueden venir a los Pies de Cristo en esta mañana, en estos momentos, ustedes que se encuentran aquí en Santa Marta, República de Colombia; y también los que se encuentran en otras naciones escuchando a través de internet o del satélite allá en vuestras congregaciones o en diferentes auditorios o lugares públicos escuchando en esta ocasión esta predicación del Evangelio de Cristo.

Pueden también ustedes que están en otras naciones venir a los Pies de Cristo en estos momentos pasando al frente para que queden incluídos en esta oración que haré por las personas que aquí estarán recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador.

También aquí ya pueden venir a los Pies de Cristo en estos momentos, para que queden incluídos en esta oración que haré por todas las personas que estarán recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, porque ya tienen conciencia del bien y del mal, y necesitan arrepentirse de sus pecados, para que Cristo les perdone, y con Su Sangre les limpie de todo pecado.

Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” Por lo tanto, hay lugar en el Reino de los Cielos para los niños, para los jóvenes, para los adultos y para los ancianos también.

Por lo tanto, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo dando así testimonio público de vuestra fe en Cristo, para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y así ustedes entren al Reino de Cristo, y obtengan así por consiguiente la Vida eterna.

Recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador para que Él nos dé la Vida eterna. No hay otra persona que nos pueda dar la Vida eterna.

Cristo es la Fuente del Agua de la Vida eterna. Los conquistadores españoles estaban buscando la Fuente de la Juventud, y buscaban los riachuelos, y buscaban los manantiales para tomar del agua de esos manantiales, para ver si se ponían jóvenes y así obtenían la juventud; pero no encontraron la fuente de la juventud, porque la Fuente de la Juventud es nuestro amado Señor Jesucristo.

El que encuentra a Cristo y recibe a Cristo como su Salvador, ha encontrado la Fuente de la Juventud, para vivir eternamente con Cristo en un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Todavía pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo todos los que han escuchado y han creído, ha nacido la fe de Cristo en sus almas y desean vivir eternamente con Cristo.

Tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo nuestro Salvador, mientras estamos vivos aquí en la Tierra, después que se nos acabe el tiempo aquí en la Tierra, ya no hay oportunidad para decir: “Señor Jesucristo, yo te recibo como mi Salvador.”

Es aquí en la Tierra mientras estamos en estos cuerpos mortales que tenemos la oportunidad de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, creer en Cristo y recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él nos dé el perdón de nuestros pecados y nos dé la salvación y Vida eterna; por lo tanto, es aquí en este planeta Tierra que tenemos la oportunidad de salvación y Vida eterna.

San Pablo, en Segunda de Corintios, hablándonos del Día de salvación, nos dice en Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 2:

Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.”

El Día de salvación, la Dispensación de la Gracia, el Día de la Dispensación de la Gracia que comenzó desde la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario en adelante, todavía está vigente y por consiguiente todavía estamos en el tiempo aceptable delante de Dios, en el tiempo en que Dios acepta a toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, Dios lo acepta en Su Reino y le da la entrada a Su Reino eterno.

Este es el Día de salvación, el Día de la Dispensación de la Gracia que comenzó desde que Cristo murió en la Cruz del Calvario, y todavía estamos en el Día de Salvación.

En el Templo Celestial se abrió el Día de Salvación, el Día aceptable delante del Señor, desde que Cristo murió en la Cruz del Calvario; y Cristo está en el Trono de Dios, en el lugar de intercesión haciendo intercesión con Su propia Sangre como Sumo Sacerdote por toda persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador, para perdonar sus pecados y con Su Sangre limpiarlo de todo pecado y reconciliarlo con Dios.

Todavía hay oportunidad para obtener la salvación y Vida eterna, todavía estamos en el Día de Salvación, en el Día aceptable delante del Señor.

Por lo tanto, tenemos que aprovechar esta oportunidad y bendición que tenemos de vivir en el Día aceptable delante del Señor, en el Día de salvación para obtener la salvación de nuestra alma, y así asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, para vivir con Él para toda la eternidad.

Cristo dijo en San Mateo, capítulo 10, de la siguiente manera, para todos los que creen en Él y también para los que no creen en Él. Dice San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33:

A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.”

Y todos queremos que Cristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial como creyentes en Él, en Cristo, como personas que hemos creído en Su Primera Venida y en Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para poder nosotros llegar a Dios. Cristo dijo:

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” San Juan, capítulo 14, verso 6.

Y ahora, todos queremos que Cristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial, para que nos dé la entrada al Reino eterno.

¿Y qué será de aquellos que no creen en Cristo? Dice:

Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”

Por lo tanto, el que niegue a Cristo, el que no cree en Cristo, el que no recibe a Cristo como Salvador, Cristo lo niega delante del Padre Celestial, y el Padre Celestial no le da entrada al Reino eterno, no puede entrar al Reino eterno y no puede vivir con Dios eternamente, no puede ser reconciliado con Dios ¿por qué? Porque no creyó en Cristo y no lo recibió como su único y suficiente Salvador, no dio testimonio público de su fe en Cristo, lo negó delante de los hombres.

Pero el que confiesa a Cristo delante de los hombres como su único y suficiente Salvador, Cristo lo confiesa delante del Padre Celestial y el Padre Celestial le da la salvación y Vida eterna, el Padre Celestial le da la entrada al Reino eterno, para que viva eternamente con Cristo en Su Reino eterno.

Y todos queremos vivir eternamente, todos queremos vivir con Cristo en Su Reino eterno, jóvenes en cuerpos eternos y glorificados como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.

Por lo tanto, esa es la Meta de Dios: que nosotros podamos vivir eternamente con Cristo en Su Reino en cuerpos inmortales, eternos, glorificados, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

La Meta es que todos seamos a imagen y semejanza de Cristo, y vivamos eternamente con Cristo en Su Reino eterno, esa es la Meta de Dios.

Todavía pueden continuar viniendo las personas que faltan por venir a los Pies de Cristo, pues ya Cristo les habló a vuestras almas, a vuestros corazones, y ya nació la fe de Cristo en vuestras almas y por consiguiente ya tienen la fe de Cristo en vuestros corazones, ya están creyendo en Cristo, están creyendo en la Primera Venida de Cristo y están creyendo en la muerte de Cristo como el Sacrificio de la Expiación por sus pecados.

Por lo tanto, ahora les ha tocado el momento y bendición de dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador.

Los que faltan por venir, pueden venir, los que están aquí en Santa Marta, República de Colombia, y los que están también en diferentes países de la América Latina, del Caribe, de Norteamérica, del Canadá, de Europa, de Japón, del África y demás naciones, pueden venir, continuar viniendo a los Pies de Cristo los que están en otras naciones también, para que queden incluídos en esta oración que estaré haciendo por todas las personas que están viniendo a los Pies de Cristo en esta mañana, en estos momentos.

Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Jesucristo nuestro Salvador.

Algunas veces hay personas que luego de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y creer en Cristo, luego cuando llega el momento de dar testimonio público de su fe en Cristo, son tímidos y no se atreven pasar al frente, para recibir a Cristo porque piensan que lo van a estar mirando, y les da vergüenza y les da timidez, pero Cristo dijo: “El que se avergonzare de mí delante de los hombres, Yo me avergonzaré de él delante de mi Padre que está en los Cielos.”

Por lo tanto, no se avergüence de Cristo delante de la gente, venga a los Pies de Cristo dando testimonio público de vuestra fe en Cristo; para recibir a Cristo y obtener por consiguiente la salvación y Vida eterna no nos podemos avergonzar de Cristo, no podemos ser tímidos, tenemos que ser personas realistas, conscientes de que necesitamos recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él nos dé la salvación y Vida eterna, porque queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Por lo tanto, levántese y pase al frente, y diga: “Yo quiero vivir eternamente con Cristo en Su Reino, por lo tanto, doy testimonio público de mi fe en Cristo y lo recibo como mi único y suficiente Salvador.”

Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguna persona todavía por venir, puede venir y también los que están en otras naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, los que faltan por venir, para que queden incluídos en esta oración que estaré haciendo por todas las personas que están viniendo a los Pies de Cristo en estos momentos aquí en Santa Marta, República de Colombia.

Vamos a orar ya por todas las personas que han venido a los Pies de Cristo, aquí en Santa Marta, República de Colombia y por los que han venido a los Pies de Cristo en otras naciones.

Vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, vamos a cerrar nuestros ojos, los que están aquí presentes y los que están en otras naciones también, y repitan conmigo esta oración que haré por ustedes, que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos.

Señor Jesucristo, vengo a Ti creyendo en Ti de todo corazón, he escuchado la predicación de Tu Evangelio y ha nacido Tu fe en mi corazón, en mi alma; creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados; y reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, y Te reconozco a Ti como mi único y suficiente Salvador.

Señor Jesucristo, creo en Ti de todo corazón y doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.

Señor Jesucristo, salva mi alma, Te lo ruego. Perdona mis pecados, y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego, y Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino eterno, quiero nacer a la Vida eterna, quiero vivir contigo por toda la eternidad.

Señor Jesucristo, bautízame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y así produzcas en mí el nuevo nacimiento.

Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, y Te ruego salves mi alma. Te lo ruego, en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y todos con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado!

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, por cuanto ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y creyeron en Cristo de todo corazón, y le recibieron como vuestro único y suficiente Salvador.

Ustedes me dirán: “Todavía me falta una cosa, Cristo dijo: El que creyere y fuere bautizado, será salvo. Yo quiero cumplir el mandato de Cristo completo, quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta de ustedes. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Y a vuestros familiares, Cristo los traiga a Sus Pies, y les dé la salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes viviendo eternamente en el Reino de Cristo. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Ahora, pregunto aquí al Reverendo Carlos Pérez si hay agua: Hay agua, hay bautisterios. ¿Hay ropas bautismales también? Hay también ropas bautismales. ¿Hay también vestidores de ropa, lugar dónde colocarse las ropas bautismales? También hay vestidores donde ustedes se cambiarán de ropa, se colocarán las ropas bautismales para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿También hay personas que les ayudarán? También hay personas que les ayudarán y personas que cuidarán de vuestras ropas también.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en estos mismos momentos aquí en Santa Marta, República de Colombia, y también los que están en otras naciones a través de internet o del satélite o de la televisión, escuchando esta conferencia, la predicación del Evangelio de Cristo, y habiendo recibido a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.

También ustedes que recibieron a Cristo en otras naciones pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo ahí donde ustedes se encuentran, donde también hay bautisterios, hay ropas bautismales, hay vestidores de ropas y personas que les ayudarán, y ministros que les bautizarán en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y entren al Reino Eterno de Dios. En el Nombre el Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y ahora, en los diferentes países que están conectados con esta actividad, dejo al Reverendo a cargo en cada país, para que continúe y les indique hacia dónde caminar a las personas para cambiarse de ropa y colocarse las ropas bautismales, y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y aquí en Santa Marta, República de Colombia dejo al Reverendo Carlos Pérez, para que les indique hacia dónde caminar para cambiarse de ropas, colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y que Cristo les bendiga y les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y entren al Reino de Dios. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención; y con nosotros nuevamente el Reverendo Carlos Pérez para continuar.

Dios les bendiga a todos.

LA META DE DIOS.”