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El Reino de Dios 2005-03-23 2 Panamá Panamá PA 00:00:00 false

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes aquí en Ciudad Panamá, República de Panamá; es una bendición grande estar con ustedes aquí, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. También un saludo para todos los que están a través de internet o del satélite o a través de algún otro medio de comunicación en los diferentes países de la América Latina, del Caribe, de Norteamérica, de Europa, del África, y cualquier otro país.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes, y Cristo nos abra las Escrituras en esta noche, y nos abra el corazón y la mente para creer y entender Su Palabra. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Ahora, leemos la Escritura en San Mateo, capítulo 4, versos 12 al 17, donde nos dicen acerca de Cristo. Dice:

Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea;

y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí,

para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:

Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,

Camino del mar, al otro lado del Jordán,

Galilea de los gentiles;

El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz;

Y a los asentados en región de sombra de muerte,

Luz les resplandeció.

Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.”

Y luego en este mismo capítulo 4, verso 23, dice:

Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “EL REINO DE DIOS.”

El Reino de Dios tiene Sus misterios, porque así como todo Reino terrenal tiene un orden para gobernar sobre la nación o sobre el pueblo, así también el Reino de Dios tiene un Orden Celestial.

Y ahora, siendo que Dios es el Rey de toda la Creación, encontramos que Él tiene un Orden en toda la Creación, para que toda la Creación esté dirigida por Dios.

Dios tiene en el Cielo Su Trono. Y el Reino de Dios, conforme a las palabras de Cristo, va a ser establecido en este planeta Tierra. Cristo en San Mateo, capítulo 6, verso 10, nos enseñó que orando estuviéramos pidiendo el Reino de Dios. Dijo: “Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad, como en el Cielo, también en la Tierra.”

Por lo tanto, el Reino de Dios va a ser establecido en la Tierra. Cuando Cristo ya había resucitado y estaba por irse al Cielo, a la Casa de nuestro Padre Celestial, vean lo que sucedió... en Hechos, capítulo 1, verso 3 en adelante, dice:

...a quienes también, después de haber padecido , se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.

Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí.

Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.

Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?”

Aquí ellos quieren saber si Cristo va a restaurar el Reino a Israel en ese tiempo en que Cristo estaba con ellos. Este Reino es el Reino de David, el cual dejó de existir a causa de los pecados del pueblo hebreo. Pero ese Reino está prometido para ser restaurado, y ellos preguntan si ese Reino Cristo lo va a restaurar en aquellos días.

Vean, hablando la Escritura acerca de ese Reino de David, dice en Primera de Crónicas, capítulo 28, verso 5... el rey David hablando de su hijo Salomón, al cual colocaría en su trono, y por consiguiente en su reino como rey; aunque todavía David estaba vivo. Dice:

Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos ), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel.”

Y ahora, el Trono del Reino de Jehová, del Reino de Dios sobre el pueblo hebreo es el Trono de David. En medio del pueblo hebreo Dios colocó Su Reino y colocó sobre ese Reino a David, y por eso el Trono de David no es el Trono de un hombre sino el Trono de Jehová, el Trono del Reino de Jehová sobre Israel. O sea, que ése es el Reino terrenal de Dios colocado en medio del pueblo hebreo.

Y ahora, en el capítulo 29, versos 22 al 23 de Primera de Crónicas, dice:

Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.

Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel.”

Y ahora, aquí vean cómo nos dice: “Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre.”

Y ahora, el Trono de Dios terrenal sobre el pueblo hebreo, es el Trono de David. Y el Reino de Dios es ese Reino que le dio a David para con ese reino, y David sentado sobre ese Trono, que es el Trono terrenal de Dios, gobernar Dios a través del Profeta y rey David, gobernar al pueblo hebreo.

Y ahora, ése es el Reino que será restaurado al pueblo hebreo; en los días en que Jesús estaba sobre la Tierra, estaba allí en medio del pueblo ese Reino, estaba cerca el Reino de Dios para ser establecido, restaurado en medio del pueblo hebreo, pero tenían que recibir al Rey de ese Reino, que es nuestro amado Señor Jesucristo.

Y por cuanto Cristo en Su entrada triunfal fue rechazado cuando entró a Jerusalén, entonces el Reino de Dios en forma literal física no fue restaurado al pueblo hebreo.

Pero vean ustedes aquí: San Lucas, capítulo 1, las palabras del Arcángel Gabriel a la virgen María. Dice capítulo 1, verso 31 en adelante, dice el Arcángel Gabriel a la virgen María:

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”

Y ahora, es por medio de Cristo que Dios restaurará el Reino de David y Trono de David al pueblo hebreo. Cristo es el Heredero al Trono de David, y por consiguiente al Reino de David. Este Reino de David y Trono de David es el Trono de Dios terrenal y Reino de Dios terrenal, o sea, el Reino de Dios en esta Tierra gobernando sobre el pueblo hebreo.

Y ahora, cuando Cristo entró a Jerusalén, se llenaron de gozo muchas personas, y proclamaban a Jesús como Rey.

Pero, vean ustedes lo que sucedió aquí en San Mateo, capítulo 21. Capítulo 21 cuando Cristo entró a Jerusalén, dice... esto fue cuando entró en un burrito, dice capítulo 21, verso 4 en adelante:

Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:

Decid a la hija de Sion:

He aquí, tu Rey viene a ti,

Manso, y sentado sobre una asna,

Sobre un pollino, hijo de animal de carga.

Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó;

y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima.

Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino.

Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!¡Hosanna en las alturas!”

Estas personas que iban aclamando a Jesús como Rey, vean, decían: “¡Hosanna al Hijo de David!” Reconocían a Cristo, proclamaban a Cristo como el Hijo de David, pues Cristo es un descendiente de David según la carne, porque la virgen María es descendiente del Rey David, por Natán, el hijo de David. Y José, el cual adoptó a Jesús como hijo es un descendiente de David por Salomón, el Hijo de David. Por esa línea viene José.

Por lo tanto, Jesucristo, Jesús según la carne es un descendiente de David, es venido de la tribu de Judá y de la familia, de la casa de David. Y el pueblo estaba esperando que el Reino de Dios fuera restaurado en medio del pueblo hebreo. En aquellos días el pueblo estaba a la expectativa, porque sabía que estaban viviendo en la semana número setenta de la profecía de Daniel; y por consiguiente el Mesías tenía que estar en la Tierra, y el común del pueblo reconocía que Jesús era ese Mesías.

Los líderes religiosos eran los que no estaban de acuerdo con Jesús y decían que Jesús no era el Mesías, que Jesús no era el Hijo de David, el descendiente de David que se sentaría en el Trono de David.

Ahora, dice:

Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste?

Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.”

Y ahora, el pueblo clamaba que Jesús era el Cristo, el Mesías, el Hijo de David, el Heredero al Trono de David. Pero vean, la ciudad de Jerusalén con sus líderes religiosos y políticos no aceptó que Jesús era el Hijo de David, el descendiente de David, heredero al Trono de David, para restaurar el Reino de Dios en medio del pueblo hebreo; y por consiguiente fue rechazado el Reino de Dios y se abrió una brecha allí a la mitad de la semana número setenta de la profecía de Daniel.

Y Cristo murió como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para nosotros obtener el perdón de nuestros pecados y ser limpios de todo pecado con la Sangre de Jesucristo, y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y recibir el Espíritu de Cristo, y obtener el nuevo nacimiento, y entrar al Reino de Dios en forma espiritual, porque el Reino de Dios fue rechazado, y por consiguiente físicamente no fue restaurado o establecido en la Tierra.

Pero espiritualmente ha sido establecido en medio de la raza humana en el corazón, en el alma, de cada creyente, y Cristo está ahí en el Trono del alma, del corazón de cada creyente, como Rey gobernando las vidas de todos los creyentes en Cristo.

Por lo tanto, Él es Rey acá en nuestra alma, y Su Reino está acá - Él está, ha establecido Su Reino acá en el alma, en el corazón de todos los creyentes en Él. Y todos los creyentes en Él han entrado al Reino de Dios en esa esfera espiritual, y forman parte de ese Reino de Dios.

Cristo dijo a Nicodemo en San Juan, capítulo 3, verso 1 en delante, la forma en que toda persona que quiere vivir eternamente y quiere entrar al Reino de Dios tiene que hacer; o sea, que no es una cosa para unos sí y para otros no, sino para toda persona que quiere entrar al Reino de Dios, tiene que cumplir con estos requisitos.

En San Juan, capítulo 3, verso 1 en adelante, dice:

Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo , un principal entre los judíos.

Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios (o sea, no lo puede entender, y no puede por consiguiente comprender todo el misterio del Reino de Dios).

Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”

Y ahora, para entrar al Reino de Dios el requisito es nacer de nuevo, nacer del Agua y del Espíritu.

¿Y qué significa nacer del Agua y del Espíritu para entrar al Reino de Dios? Es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, o sea, la persona ser un fruto, un resultado de la predicación del Evangelio de Cristo. Por eso Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo...”

Eso es nacer del Agua: creer en Cristo al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo. Por lo tanto, es un fruto, un resultado de la predicación del Evangelio de Cristo todos los creyentes en Cristo que lo han recibido como su único y suficiente Salvador, y han pedido perdón a Cristo por sus pecados, y Cristo los ha perdonado y con Su Sangre los ha limpiado de todo pecado, y han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Eso es nacer del Agua, de la predicación del Evangelio de Cristo.

Y nacer del Espíritu, eso es nacer del Espíritu Santo al recibir la persona el Espíritu Santo y así la persona ha nacido del Agua y del Espíritu y ha nacido a una nueva vida, ha nacido a la Vida eterna en el Reino de Cristo, el Reino de Dios, que es el Reino de Cristo.

Y por consiguiente la persona ha entrado al Reino de Dios, porque ha nacido del Agua y del Espíritu, ha nacido en el Reino de Dios. Así como para estar nosotros viviendo en esta vida terrenal, en estos cuerpos físicos y en este reino terrenal, tuvimos que nacer, nacimos a través de nuestros padres terrenales, porque fuimos concebidos, nuestro cuerpo físico fue concebido por nuestro padre en nuestra madre.

Y luego de nueve meses, la mayoría de nosotros, luego de nueve meses de estar en el vientre de nuestra madre nacimos. No hay ninguna persona en la tierra o que haya pasado por esta tierra que no haya nacido. Todos han nacido para poder estar aquí en este reino terrenal, que está controlado por el príncipe de las tinieblas; o sea, que nacimos en el reino de las tinieblas, y si para estar en el reino de las tinieblas, que es el reino que impera y que está sobre la raza humana, si para nacer en el reino de las tinieblas, si para estar en el reino de las tinieblas tuvimos que nacer, cuánto más para estar en el Reino de Dios.

Para entrar y ser parte del Reino de Dios tenemos que nacer de nuevo, porque el nacimiento que obtuvimos a través de nuestros padres terrenales nos colocó en el reino, pero no en el Reino de Dios, sino en el reino de las tinieblas; y ahora tenemos que ser trasladados al Reino de Dios.

Y esto sucede por medio de Cristo nuestro Salvador, el cual al recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador, y al pedirle perdón a Cristo por nuestros pecados, Él nos recibe, nos perdona, y con Su Sangre nos limpia de todo pecado, somos bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en nosotros el nuevo nacimiento; nacemos en Su Reino eterno a la Vida eterna, obtenemos un cuerpo angelical de la sexta dimensión, obtenemos un cuerpo angelical del Reino de Cristo nuestro Salvador.

Recibimos un cuerpo angelical del Reino de Luz, el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. Y así hemos sido trasladados del reino de las tinieblas al Reino de Luz, al Reino del Hijo de Dios, Jesucristo nuestro Salvador.

En Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante, dice:

Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;

el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,”

Y ahora, hemos sido librados del reino de las tinieblas, del poder de ese reino de las tinieblas, hemos sido libertados, como Dios libertó al pueblo hebreo a través del Profeta Moisés, lo libertó del reino, del imperio del faraón en Egipto, y los llevó a la tierra prometida, donde Dios estableció Su Reino terrenal con el pueblo hebreo.

Y ahora, Dios nos ha libertado del reino de las tinieblas, del poder de las tinieblas, del poder del maligno, y nos ha trasladado al Reino de Su Hijo amado, el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Todo esto por medio del nuevo nacimiento.

Y ahora, así como obtuvimos una ciudadanía terrenal al nacer en este reino terrenal, que está controlado por el Reino de las tinieblas, al nacer de nuevo somos identificados como ciudadanos celestiales, como ciudadanos del Reino de Luz, del Reino de Dios.

Vean en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, dice:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos...”

Y ahora, tenemos una doble ciudadanía: una ciudadanía terrenal de la nación donde hemos nacido, porque nacimos en la tierra físicamente. Pero por cuanto tenemos un nuevo nacimiento, somos ciudadanos de donde es ese nuevo nacimiento.

¿De dónde es el nuevo nacimiento? No es de la Tierra, es del Cielo. Por lo tanto, ahora también tenemos una ciudadanía celestial, a causa de que nacimos del Cielo en el Reino del Hijo de Dios, Jesucristo nuestro Salvador.

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos...”

Esa ciudadanía es eterna, la terrenal se acaba cuando la persona muere, y después dicen: “Fue un ciudadano.” Fue, pero ya no es. Pero en el Reino de Cristo nunca se dirá: “Fue.” Sino siempre se dirá: “Es.” Porque existiremos en el Reino de Cristo por toda la eternidad.

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”

Con ese poder que Él tiene, con el cual sujeta a Sí mismo todas las cosas, con ese poder nos va a transformar, para que seamos a Su semejanza, el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra; va a transformar nuestro cuerpo físico, y entonces vamos a tener un cuerpo transformado, glorificado y eterno, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo. Dice: “Para que sea semejante al cuerpo de la gloria Suya.” Y ahí obtendremos la semejanza de Cristo.

Pero la imagen la obtenemos al recibir Su Espíritu Santo, y obtener el nuevo nacimiento. Nacemos a Su imagen en el Reino de Cristo que está en la esfera espiritual; y por consiguiente al nacer a Su imagen por medio del nuevo nacimiento, al recibir Su Espíritu Santo nacemos a Su imagen y obtenemos por consiguiente, ¿qué? Un cuerpo angelical.

La imagen de Dios es Cristo en Su cuerpo angelical. Y la imagen nuestra es el cuerpo angelical. El cuerpo angelical es un cuerpo espiritual. Un espíritu es un cuerpo pero de otra dimensión; y esa es la clase de cuerpo espiritual que Él nos ha dado al producir en nosotros el nuevo nacimiento.

Así como Dios dijo en el principio, en el Génesis, capítulo 1, versos 26 al 27:

Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”

Y aquí encontramos que Dios había dicho: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.” Y acá cuando lo hace, lo hace a Su imagen; falta la semejanza física. Y ahora, la primera etapa de la creación del ser humano fue a imagen de Dios.

Y ahora, en la Iglesia del Señor Jesucristo las personas entrando al Reino eterno de Dios para vivir eternamente, reciben la primera etapa, que es ser a imagen de Jesucristo al nacer del Agua y del Espíritu y obtener el nuevo nacimiento, así nacemos a Su imagen, obtenemos el cuerpo angelical, porque el cuerpo angelical es esa imagen. Así como Adán cuando fue creado, fue creado a imagen de Dios, obtuvo un cuerpo angelical de otra dimensión.

Pero luego, vean ustedes en el capítulo 2, nos preguntamos: ¿Qué entonces de la semejanza física que Dios dijo que iba a darle al hombre, al ser humano? En el capítulo 2, verso 7, dice:

Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.”

Y ahora, Dios crea del polvo de la tierra un cuerpo físico de carne y coloca a Adán, que era a imagen de Dios, mete a Adán con su cuerpo angelical, lo mete dentro del cuerpo de carne, y viene a ser Adán alma viviente en un cuerpo físico de carne en este planeta Tierra. Ahí recibió la semejanza de Dios, ya tenía la imagen de Dios, el cuerpo angelical; y luego cuando Dios le da el cuerpo de carne creado por Dios del polvo de la Tierra, le dio la semejanza física.

Y ahora, el ser humano es a imagen y semejanza de Dios.

Y ahora, Cristo siendo el Segundo Adán, ahora Dios por medio de Cristo está creando una Nueva Raza de la cual Jesucristo es la cabeza, es el primero.

Y ahora, está creando a imagen y semejanza de Cristo esa Nueva Raza. Lo primero que nos da es la imagen, el cuerpo angelical; y así el Reino de Cristo está en una esfera espiritual. Todos los que estarán en la esfera física en el Reino Milenial de Cristo, literalmente, primero reciben la parte espiritual donde obtenemos el cuerpo angelical donde obtenemos esa imagen de Cristo y entramos al Reino de Cristo, en esa esfera espiritual en que se encuentra el Reino de Cristo.

Y la Iglesia del Señor Jesucristo tiene todos los miembros del Reino de Cristo, que van a estar en este planeta Tierra con Cristo, como Reyes y Sacerdotes.

Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo es el Reino de Cristo materializado en la forma de Su Iglesia. Es Su Reino en forma de Iglesia; porque son los miembros de Su Reino, los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo. Esas son las personas que obtienen el cuerpo angelical al nacer del Agua y del Espíritu, y entran al Reino de Dios. Esa es la forma para entrar al Reino de Dios y asegurar nuestro futuro con Cristo en Su Reino eterno.

Y luego estas son las personas que cuando Cristo complete Su Iglesia, habrá completado los miembros de Su Reino, los que serán Reyes y Sacerdotes en Su Reino con Cristo, y luego Cristo se levantará del Trono del Padre y tomará el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5 verso 1 en adelante, y lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo, y reclamará a todos aquellos que Él ha redimido con Su Sangre preciosa. A los que ya han muerto físicamente, los resucitará en cuerpos físicos glorificados y eternos, que serán a semejanza del cuerpo físico que Cristo tiene.

El cuerpo físico que Cristo tiene es un cuerpo glorificado, el cual es eterno, y el cual es joven para toda la eternidad. Representa de 18 a 21 años de edad. Esa es la edad que representa el cuerpo físico glorificado que Cristo tiene, y esa es la edad que representará el cuerpo físico, glorificado que Cristo me va a dar a mí. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también. Y esa es la semejanza física como la de Cristo nuestro Salvador, porque conforme al Programa de la Nueva Creación, en donde Dios está creando una Nueva Raza con Vida eterna, todos los que recibirán Vida eterna espiritual y los que recibirán Vida eterna física, serán a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.

La Escritura en el Apocalipsis, capítulo 3, verso 14, dice que Cristo es el principio de la Creación de Dios, de esa Nueva Creación, de esa Creación con Vida eterna, de esa Raza Nueva con Vida eterna, que son los creyentes en Cristo nacidos de nuevo.

Por lo tanto, todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo han obtenido la imagen de Cristo. Somos a imagen de Dios, porque la imagen de Dios es Cristo en Su cuerpo angelical. Y seremos a semejanza física de Jesucristo, porque la semejanza física de Jesucristo es la semejanza de Dios; y por consiguiente todos seremos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.

Y luego cuando ya tengamos el cuerpo físico glorificado, porque Cristo resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos físicos, glorificados y eternos y jóvenes, que representarán de 18 a 21 años de edad, y nos aparecerán a nosotros, y podrán comer con nosotros, porque en el cuerpo glorificado se puede comer, como Cristo cuando resucitó glorificado pudo comer.

Y nosotros cuando los veamos seremos transformados y entonces también tendremos el cuerpo físico glorificado y eterno y joven.

Por lo tanto, si usted tiene más de 30, 40, ó más de 50 ó 60 años ó 70 años, no se preocupe, cuando reciba el nuevo cuerpo toda esa edad que representaba, desaparecerá, porque en el nuevo cuerpo representaremos de 18 a 21 años de edad. Esa es la edad que representará el cuerpo nuevo, glorificado y eterno que Cristo nos va a dar a nosotros; estará eternamente en la flor de la juventud. Nunca se pondrá viejo, nunca se enfermará, nunca morirá.

Por lo tanto, todas estas bendiciones están en el Reino de Dios. En el reino de las tinieblas, en el cual nacimos a través de nuestros padres terrenales, la vida es temporal, nacemos muy pequeñitos, crecemos, pasamos por la edad de bebé, luego de niños, luego de adolecentes, luego de jóvenes, luego de adultos, luego de ancianos, y después termina la vida. Así es la vida en el reino de las tinieblas, este reino terrenal.

Pero en el Reino de Cristo la vida nueva que Él da a los creyentes en Él será eterna. Por lo tanto, cuando termine nuestra vida terrenal tendremos la Vida eterna con un cuerpo eterno para vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. Con Cristo estaremos nosotros en Su Reino físico, cuando Él lo establezca en este planeta Tierra.

Pero antes de eso, cuando Cristo resucite a los muertos creyentes en Él, y nos transforme a nosotros los que vivimos, nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, al Cielo, a la Casa de nuestro Padre Celestial, para la gran Cena de las Bodas del Cordero, que durarán tres años y medio, mientras el planeta Tierra estará pasando por los juicios divinos de la gran tribulación, que durarán tres años y medio.

Y luego regresaremos con Cristo de esa gran fiesta en el Cielo, regresaremos a la Tierra con cuerpos eternos, inmortales y glorificados, y Cristo también regresará; o sea, nosotros regresaremos con Él, Él regresa con nosotros para establecer Su Reino físico en este planeta Tierra, y gobernar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Y nosotros estaremos como Reyes y Sacerdotes y Jueces en Su Reino.

Por lo tanto, somos el Gabinete de Cristo, el Gabinete del Reino de Cristo.

Por lo tanto, el poder judicial corresponde a Cristo y a los creyentes en Él nacidos de nuevo. El poder religioso sacerdotal pertenece a Cristo, porque Cristo es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial según el Orden de Melquisedec, por lo tanto, somos Sacerdotes de Dios del Orden de Melquisedec del Templo Celestial; y somos Reyes, porque Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores.

Cristo es el Rey de Paz y Rey de Justicia. Él es el Rey de reyes y Señor de señores, Él es Rey en el Cielo, en la Séptima Dimensión; Él es Rey en el Paraíso, la sexta dimensión; y Él es Rey en esta Tierra.

Por lo tanto, Él es Rey de reyes y Señor de señores, Él estará aquí en la Tierra después de la gran tribulación, en Su Reino terrenal, que será el Reino de Dios que será establecido en esta Tierra, y Él es el Rey de ese Reino de Dios, porque Él es el Heredero al Reino de David y al Trono de David. Y reinará Cristo sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.

Y nosotros reinaremos con Cristo también en ese Reino, porque a todo lo que Cristo es heredero, también nosotros somos coherederos con Él.

Por lo tanto, en el Reino de Dios que será establecido en la Tierra, tenemos una parte muy importante nosotros: la de ser coiguales con Cristo, ser coherederos con Cristo de ese Reino, coherederos con Cristo del Sacerdocio de ese Reino, coherederos con Cristo del poder judicial de ese Reino. A todo lo que Cristo es heredero, somos coherederos con Él.

Y por cuanto Él tiene un cuerpo angelical y también tiene un cuerpo físico glorificado, también nosotros tendremos un cuerpo angelical y un cuerpo físico glorificado. Él nos da primero el cuerpo angelical al recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador, y arrepentidos de nuestro pecados pedirle perdón a Cristo por nuestros pecados, y Él nos perdona y somos bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en nosotros el nuevo nacimiento, y así nacemos a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador; y así es como entramos al Reino de Dios. Tan simple como eso.

Eso es nacer del Agua y del Espíritu, y eso es entrar al Reino de Dios; ese es el Reino que luego será establecido en este planeta Tierra. Todos los miembros de ese Reino estarán con Cristo en este planeta Tierra en cuerpos eternos y glorificados. Ahí yo voy a estar con Cristo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Por lo tanto, buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia, y las demás cosas serán añadidas. Es importante buscar el Reino de Dios y entrar al Reino de Dios, ¿cómo? Naciendo del Agua y del Espíritu, para lo cual hay que recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

¿Cuántos ya han buscado el Reino de Dios y han entrado al Reino de Dios, han nacido del Agua y del Espíritu? Yo también.

Por lo tanto, tenemos asegurado en el Reino de Cristo, en el Reino de Dios la Vida eterna, y tenemos asegurado un lugar importante en Su Reino. La posición de Reyes, de Sacerdotes y de Jueces. Si alguno todavía no ha buscado y no ha entrado en el Reino de Dios, puede hacerlo en esta ocasión dando testimonio público de su fe en Cristo. La fe viene por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo. “Y con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación.” [Romanos 10:10]

Por lo tanto, ya ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, y ahora ya ustedes están creyendo en Cristo de todo corazón, y solamente les falta dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador, para que Él les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y sean bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y así se produzca en ustedes el nuevo nacimiento, así ustedes nazcan del Agua y del Espíritu, y entren al Reino de Dios, para que así tengan asegurado el futuro eterno con Cristo en Su Reino, en el Reino de Dios.

Si hay alguna persona que todavía no ha dado testimonio público de su fe en Cristo, no ha recibido a Cristo como vuestro Salvador, puede hacerlo en esta noche y yo estaré orando por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento, y así usted entre al Reino de Dios, y por consiguiente a la Vida eterna.

Vamos a dar unos minutos en lo que pueden pasar al frente los que darán testimonio público de su fe en Cristo, los cuales todavía no han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, pueden venir y yo estaré orando por usted en esta noche, para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento.

Puede venir y yo oraré por usted, para que Cristo le reciba en Su Reino, es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, porque es la forma establecida por Cristo para entrar al Reino de Dios.

Cristo dijo en San Mateo, capítulo 10, verso 32 en adelante... pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que Cristo le reciba en Su Reino. Cristo dijo en San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33:

A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.

Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”

El que niega a Cristo, el que no cree en Cristo y no lo recibe como su único y suficiente Salvador, Cristo lo niega delante del Padre Celestial, y por consiguiente la persona no puede entrar al Reino de Dios, y por consiguiente no puede entrar a la Vida eterna. Pero el que confiesa a Cristo públicamente como su único y suficiente Salvador, Cristo lo confiesa delante del Padre Celestial y el Padre Celestial le da la entrada al Reino eterno, y la persona obtiene la Vida eterna.

En San Juan, capítulo 13, verso 35, dice:

El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano.

El que cree en el Hijo tiene vida eterna (o sea, el que cree en Cristo tiene Vida eterna).”

Algunas personas se preguntan: “¿Y cuál es el beneficio que yo voy a recibir al creer en Cristo y recibirlo como mi Salvador?” La Vida eterna. ¿Qué otra persona le puede dar a usted la Vida eterna? No hay otra persona, la Vida eterna es exclusividad de Jesucristo, Él tiene la exclusividad.

Dios le ha dado a Jesucristo la exclusividad. Dios nos ha dado Vida eterna, y esta Vida está en Su Hijo, en Jesucristo. Dice Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 al 13. Y si la Vida eterna que Dios da a la raza humana está en Jesucristo, y no está en otras personas, sino en Jesucristo, entonces Cristo tiene la exclusividad de la Vida eterna, de la Vida de Dios, para otorgarla gratuitamente a todo aquel que lo recibe como su único y suficiente Salvador.

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida.”

El que rehúsa a creer en Cristo no verá la Vida eterna. ¿Quién es el que pierde? El que no cree en Cristo. El que no cree en Cristo pierde la oportunidad de la Vida eterna, o sea, que pierde lo más grande que puede perder una persona: la Vida eterna. Dice:

...sino que la ira de Dios está sobre él.”

La ira de Dios está sobre toda persona que no ha recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, ¿por qué? Porque los pecados de la persona están sobre la persona. Y la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es Vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Si la persona no recibe a Cristo como Salvador, está bajo la ira de Dios y dejará de existir para siempre. Pero el que recibe a Cristo como su Salvador, recibe la Vida eterna, porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es Vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro.

¿Ven? La Vida eterna usted no la puede recibir, no la puede hallar fuera de Jesucristo. Es en Cristo y a través de Cristo que puede obtener la Vida eterna todo ser humano, para lo cual la persona da testimonio público de su fe en Cristo y lo recibe como su único y suficiente Salvador.

Vean aquí en Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 en adelante, dice:

El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”

Toda persona quiere vivir eternamente, y se pregunta: “¿Habrá un árbol del cual yo pueda comer y obtener la juventud eterna, y así obtener la Vida eterna? ¿O habrá un río o un manantial que tenga agua de la cual yo pueda tomar y ser joven para toda la eternidad, obtener la Vida eterna?” Los conquistadores españoles cuando llegaron a la América, o sea, a la América Latina, y también a la parte de Norteamérica, estaban buscando una fuente de la juventud, la fuente de la juventud, y no la encontraron; porque ellos estaban buscando un río o un riachuelo o un manantial de agua, del cual ellos tomaran agua y se volvieran jóvenes y vivieran eternamente.

Pero por cuanto en el alma del ser humano, acá en el corazón, está el anhelo de vivir eternamente y de encontrar esa fuente de la juventud para vivir eternamente. ¿Saben ustedes una cosa? Por cuanto hay ese clamor en el alma de la persona, hay una Fuente de Agua de Vida eterna.

El alma del ser humano está clamando por el Agua de la Vida eterna, porque el alma del ser humano quiere vivir eternamente. Así como nuestro cuerpo físico todos los días clama por alimento, para poder continuar viviendo. Y el alma nuestra para poder continuar viviendo por toda la eternidad, necesita comer un Alimento Espiritual y tomar un Agua Espiritual.

En Apocalipsis, capítulo 21, nos dice el verso 6:

Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.”

Todo el que tenga sed de tomar del Agua de la Vida eterna, Cristo dice que le dará de la Fuente del Agua de la Vida eterna. En Apocalipsis, capítulo 22, verso 17 también dice:

Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”

Tome del Agua de la Vida eterna gratuitamente para que viva eternamente. Hay una oportunidad de vivir eternamente en un cuerpo joven, inmortal, incorruptible y glorificado: tomando de la Fuente del Agua de la Vida eterna.

¿Y dónde está y cuál es esa Fuente del Agua de la Vida eterna? En San Juan, capítulo 7, versos 37 al 39 está la respuesta:

En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.”

Cristo es la Fuente del Agua de la Vida eterna. Sigue diciendo:

El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él.”

¿Qué es el Agua de la Vida eterna que salta para Vida eterna? Es el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo, que Cristo dará a los creyentes en Él.

Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”

Y ahora, el Agua de la Vida eterna es el Espíritu Santo.

¿Y cómo vamos a recibir el Espíritu Santo? Viniendo a la Fuente del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el Agua de la Vida eterna, y Jesucristo es la Fuente del Agua de la Vida eterna, Jesucristo es la Fuente del Espíritu Santo, y Él da el Espíritu Santo a aquellos que lo reciben como su único y suficiente Salvador.

Y los que lo reciben, reciben el Agua que salta para Vida eterna, de la cual le habló Cristo a la mujer samaritana, cuando le dijo en el capítulo 4, verso 14:

Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;

mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás ; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”

Cuando la persona recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador arrepentido de sus pecados y le pide perdón a Cristo por sus pecados, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, y luego lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, la persona ha obtenido la Vida eterna, ha nacido de nuevo, ha nacido a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y ha obtenido un cuerpo angelical, un cuerpo angelical, eterno, como el cuerpo angelical de Jesucristo nuestro Salvador.

Ya la persona ha entrado al Reino de Dios, que es el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Pero todavía nos falta recibir la Vida eterna física, que será cuando Cristo a los muertos creyentes en Él los resucite en un cuerpo físico, glorificado, eterno, y a nosotros nos transforme y nos dé el cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como Su cuerpo glorificado, y entonces tendremos Vida eterna física también, para estar con Cristo en Su Reino físico, viviendo como Reyes, Sacerdotes y Jueces por toda la eternidad.

Hemos visto cómo asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Hemos visto cómo entrar al Reino de Dios, para así vivir eternamente en el Reino de Dios. Ese es el único Reino que existe y existirá por toda la eternidad.

El reino de las tinieblas va a ser destruido y va a dejar de existir, pero el Reino de Cristo existirá por toda la eternidad.

Por eso es necesario nacer de nuevo, del Agua y del Espíritu, para así nacer en el Reino de Dios, entrar al Reino de Dios y obtener la Vida eterna.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que faltan por venir. Y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene lugar para los niños en Su Reino. Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión.

Cuando se predica el Evangelio de Cristo y se le da la oportunidad a las personas para que vengan a los Pies de Cristo, hay personas que son tímidas y les da temor y les da también timidez de pasar al frente para recibir a Cristo como su Salvador, porque piensan que lo van a estar mirando, y eso los hace sentirse tímidos, y se aguantan [detienen] y no pasan al frente.

Pero usted quiere vivir eternamente y no puede ser tímido para recibir a Cristo, para que Cristo le dé la Vida eterna. Si nunca viene a Cristo, nunca recibirá la Vida eterna; y por consiguiente nunca vivirá eternamente.

Por lo tanto, deje la timidez a un lado y diga: “Yo quiero vivir eternamente y yo he escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y creo en Cristo de todo corazón. Por lo tanto, yo doy testimonio público de mi fe en Cristo, paso al frente y lo recibo como mi único y suficiente Salvador, para que Cristo me dé la Vida eterna.” Porque el propósito de recibir a Cristo y el propósito de la predicación del Evangelio de Cristo es para que la persona obtenga la Vida eterna en el Reino eterno de Dios, para que así la persona entre al Reino de Dios. Ese es el Reino que va a ser establecido en este planeta Tierra físicamente, y ahí estarán los que hayan entrado al Reino de Dios, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Si falta todavía alguna persona, puede venir para que quede incluida en esta oración que haré por los que están viniendo a los Pies de Cristo. También en las demás naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, pueden continuar viniendo para dar testimonio público de vuestra fe en Cristo y recibirlo como vuestro único y suficiente Salvador.

Vamos ya a orar por todas las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, y vamos a orar y repitan conmigo esta oración; los que están en otras naciones también repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, vengo a Ti habiendo escuchado la predicación de Tu Evangelio. Señor Jesucristo, ha nacido Tu fe en mi alma, en mi corazón, y doy testimonio público de que creo en Ti, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados.

Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador y Te ruego tengas Misericordia de mí. Señor Jesucristo, Te recibo como mi único y suficiente Salvador.

Señor Jesucristo, salva mi alma, Te lo ruego. En Tus Manos encomiendo mi alma, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino eterno, quiero entrar a Tu Reino eterno, quiero nacer a la Vida eterna.

Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma. Salva mi alma, Señor Jesucristo, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y Amén.

Y todos con nuestras manos levantas a Cristo al Cielo, decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y Amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Tan simple como eso. Ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, la fe de Cristo nació en vuestros corazones, creyeron y lo recibieron como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, porque Él dijo: El que creyere y fuere bautizado, será salvo. Quiero cumplir el mandato de Cristo completo, quiero identificarme con Su muerte, sepultura y resurrección.”

Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro sumerge en las aguas bautismales a la persona, está eso tipificando que el viejo hombre que murió está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales está representando que la persona está resucitando a una nueva vida, como una nueva persona a una nueva vida, a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo esta misma noche.

Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y que les acompañe todos los días de vuestra vida, y les bendiga y prospere espiritualmente y materialmente también, y les use grandemente en Su Obra en este tiempo final; y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus Pies también, y les dé la salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes en Su Reino eterno, viviendo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y Amén.

Y ahora, pregunto aquí al Reverendo Carlos Elizondo si hay agua: Hay agua, hay bautisterios. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Hay vestidores de ropa, lugar dónde cambiarse de ropas? También hay vestidores de ropas. ¿Hay personas que les ayudarán también? Hay personas que les ayudarán también para ustedes llegar al lugar de los vestidores, y cambiarse de ropa, colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y ellos cuidarán también de vuestras ropas en lo que ustedes serán bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, luego que ustedes sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y luego regresarán a los vestidores, se cambiarán de nuevo de ropa, se colocarán las ropas de ustedes que estarán secas, y luego regresarán a sus hogares gozosos y agradecidos a Cristo por la salvación de vuestra alma.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y dejo nuevamente al Reverendo Carlos Elizondo para continuar e indicarles hacia dónde pasar los caballeros y hacia dónde pasar las damas, para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre de Señor Jesucristo.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos ustedes. Amén.

Con nosotros el Reverendo Carlos.

EL REINO DE DIOS.”