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Recibiendo al enviado de Jesucristo 2005-03-07 1 Tuxtla Gutiérrez Chiapas MX 00:00:00 false

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes, y también los que están en otras naciones a través de internet y del satélite, allá en Puerto Rico, y también en Venezuela, en Colombia y demás países de la América Latina y del Caribe, y en toda la República Mexicana, y también en Norteamérica, también en Europa, también allá en el África y demás naciones que están escuchando, viendo y escuchando esta actividad y la conferencia de esta ocasión.

Que Cristo, el Ángel del Pacto, les bendiga grandemente a todos, y derrame grandes bendiciones, y nos abra las Escrituras y nos enseñe Su Palabra, y abra nuestro corazón para recibir Su Palabra y creerla de todo corazón. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Para esta noche, para esta ocasión aquí en Tuxtla, Gutiérrez, Chiapas, República Mexicana, leemos en esta ocasión aquí en San Juan, capítulo 13, verso 20, donde dice:

De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “RECIBIENDO AL ENVIADO DE JESUCRISTO.”

A través de la historia bíblica del Antiguo Testamento y también del Nuevo Testamento, podemos ver las personas que fueron enviadas por Dios en el Antiguo Testamento, los cuales fueron los Profetas de Dios, y los cuales en muchas ocasiones o la mayor parte de las ocasiones, no fueron bienvenidos en medio del pueblo hebreo. Cristo dice que a muchos persiguieron y también a muchos apedrearon, a muchos mataron.

Y ahora, es importante conocer este misterio del Enviado de Jesucristo, para que en medio del cristianismo, el cristianismo y sus líderes religiosos no vayan a hacer lo que hizo el pueblo hebreo en el Antiguo Testamento.

Vean ustedes, Cristo dice que Él enviará Profetas, Él enviará diferentes Mensajeros; pero dice que a unos, algunos de ellos los van a matar. Por lo tanto, es muy importante conocer quiénes son los Mensajeros de Dios, para que así le demos la bienvenida a los Mensajeros que Dios envíe en nuestro tiempo.

La Iglesia del Señor Jesucristo, así como el pueblo hebreo en el Antiguo Testamento, así como el pueblo hebreo estaba supuesto a recibir a los Profetas que Dios enviaba, también la Iglesia del Señor Jesucristo está supuesta a recibir a todos los que Cristo envíe a Su Iglesia.

Ahora, veamos acá en Deuteronomio, capítulo 18, dice Dios hablando al Antiguo Testamento, versos 15 al 19:

Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis.”

Aquí tenemos la orden divina de escuchar al Profeta que Dios levente de en medio del pueblo, trayendo el Mensaje de Dios para el pueblo. Sigue diciendo el porqué, dice:

Conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.

Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.

Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca (y dice), y él les hablará todo lo que yo le mandare.”

¿Por qué Dios ordena que las personas escuchen al Profeta que Dios envía? Porque Dios coloca Su Palabra en la boca de ese Profeta; y por consiguiente cuando ese Profeta habla de parte de Dios, esa es la Palabra de Dios para Su pueblo, para el pueblo de Dios.

No escuchar a ese Profeta es no escuchar a Dios que ha colocado Su Palabra en la boca de ese Profeta y ha colocado Su Espíritu Santo en ese Profeta, y Dios por medio de Su Espíritu Santo está hablándole a Su pueblo, lo que Su pueblo debe escuchar, debe conocer en ese tiempo.

Vean, en el Antiguo Testamento Dios envía diferentes Profetas, y aun al gran Profeta dispensacional: Moisés, el mismo pueblo hebreo quiso apedrearlo unas cuantas veces en el desierto.

Ahora, veamos lo que dice en Zacarías, capítulo 7, verso 11 hablando acerca del pueblo hebreo que no quiso escuchar la Voz de Dios a través de Sus Profetas, dice:

Pero no quisieron escuchar...” capítulo 7, verso 11 al 12 de Zacarías:

Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;

y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”

Aquí podemos ver que Dios por medio de Su Espíritu Santo hablaba a través de los Profetas al pueblo hebreo, y el pueblo hebreo no quería escuchar la Voz de Dios.

En Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3, también San Pablo nos dice:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas.”

En este pasaje, vean, Dios habló al pueblo hebreo por medio de los Profetas:

En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo (o sea, por Jesucristo), a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

Y ahora, Dios por medio de Cristo, dice Pablo: “Ha hablado en estos postreros días.” Los postreros días son: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio; y ya en el quinto milenio Cristo estaba ya presente en Su ministerio, y Dios estaba en Cristo hablando por medio de Su Espíritu Santo a través de Cristo al pueblo hebreo.

Y así como no quisieron escuchar la Voz de Dios a través de los Profetas del Antiguo Testamento, a través de todos esos Profetas hasta Juan el Bautista, tampoco quisieron escuchar la Voz de Dios a través de Jesucristo nuestro Salvador, y pidieron la muerte de Jesucristo, y fue crucificado Cristo allá en Jerusalén por el imperio romano a petición del pueblo hebreo, principalmente a petición de los líderes religiosos del Pueblo hebreo, de los líderes de la religión hebrea, de los líderes del concilio de la religión hebrea, del concilio del sanedrín, ese concilio encabezado por el sumo sacerdote y compuesto por setenta personas más, grandes estudiosos, grandes sabios en asuntos religiosos, y vino el cumplimiento de la Venida del Mesías y rechazaron a Su Mesías.

Ahora, encontramos que el mismo Espíritu Santo que estaba en los Profetas del Antiguo Testamento, estaba en Jesucristo nuestro Salvador, hablándole al pueblo hebreo; y luego que Cristo murió, resucitó y ascendió al Cielo, subió al Cielo, el Día de Pentecostés Él envió Su Espíritu para estar con los creyentes en Él, para guiarlos a toda justicia y a toda verdad.

Por lo tanto, el Espíritu Santo ha estado en la Iglesia del Señor Jesucristo desde el Día de Pentecostés, en donde nació la Iglesia del Señor Jesucristo, y ha estado el Espíritu Santo hablando por medio de los diferentes Mensajeros que han sido enviados por Cristo a Su Iglesia.

Por lo tanto, a través de las diferentes etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo, Cristo por medio de Su Espíritu Santo ha estado hablándole a Su Iglesia, ha usado instrumentos de carne llamados Mensajeros, entre los cuales encontramos a San Pedro, el cual es un Apóstol y Profeta, tenemos las profecías del Espíritu Santo dadas a través del Apóstol San Pedro.

También tenemos al Apóstol San Pablo, Apóstol, Profeta, maestro, evangelista y pastor también; en él el Espíritu Santo operó todos los ministerios.

También tenemos los diferentes Mensajeros, los diferentes Ángeles Mensajeros que Cristo ha enviado a Su Iglesia, entre los cuales algunos de ellos fueron grandes Profetas, como el Apóstol San Pablo y también el Reverendo William Branham nacido en Norteamérica.

El Reverendo William Branham fue el Profeta precursor de la Segunda Venida de Cristo con el espíritu y virtud de Elías, así como Juan el Bautista fue el precursor de la Primera Venida de Cristo con el con espíritu y virtud de Elías.

Dios envió a Juan el Bautista el espíritu y virtud de Elías, ese Profeta estaba anunciado que sería enviado al pueblo hebreo; lo encontramos aquí en las profecías bíblicas prometido en Isaías, capítulo 40, verso 3 al 5, que dice:

Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.

Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane.

Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado.”

Esta profecía de la venida de un Profeta preparándole el camino al Señor, un Profeta clamando en el desierto, dando su Mensaje en el desierto, vean, lo tenemos aquí en Isaías, capítulo 40, verso 3 al 5:

Pero ahora, veamos lo que fue dicho en San Mateo, capítulo 3, verso 1 al 4, donde dice:

En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea,

y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.

Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo:

Voz del que clama en el desierto:

Preparad el camino del Señor,

Enderezad sus sendas.”

Aquí, vean ustedes, tenemos en Juan el Bautista el cumplimiento de esta profecía, y encontramos en otras Escrituras del Nuevo Testamento el cumplimiento de esta profecía, y da testimonio la Escritura que esa profecía se cumplió en Juan el Bautista; por ejemplo, en San Juan, capítulo 1, verso 6 al 8, dice:

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.”

Y si Juan el Bautista fue enviado por Dios, el pueblo hebreo, el concilio de la religión hebrea, el sumo sacerdote y demás sacerdotes, y los fariseos y saduceos que eran los líderes religiosos, estaban llamados a recibir a ese enviado de Dios; pero decían de Juan el Bautista que tenía demonios y que era un loco, porque si tenía demonios, pues entonces estaba loco; por lo tanto no recibieron a Juan el Bautista.

Cristo dice de Juan a aquellos líderes religiosos: “Vino Juan, y no comía y bebía...” O sea, que no comía y bebía como las demás personas, porque Juan comía, comía miel silvestre y langostas (las langostas, los saltamontes), esa era la comida de Juan. Y ahora, no comía como las demás personas, dice Cristo: “Y dijeron: Demonios tiene. Y ahora viene el Hijo del Hombre que come y bebe, y dicen, dicen que es un hombre comilón y bebedor de vino y amigo de publicanos y pecadores.”

¿Ven? Los que no quieren recibir al Enviado de Dios siempre ponen excusas para justificar su rechazo. Pero no hay excusas delante de Dios, la contestación a ese rechazo es que son incrédulos; y Cristo hablando de esas personas les dijo: Ustedes no pueden creer en mí, porque ustedes no son de mis ovejas. Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.”

Por lo tanto, las ovejas oyen al Enviado de Dios; y para aquellos días de Juan el Bautista y de Jesús, Dios tenía dos enviados del Cielo en este planeta Tierra, los cuales eran Juan el Bautista y Jesús de Nazaret. Y encontramos que a ninguno de los dos recibió la religión hebrea, el concilio del sanedrín, los líderes religiosos que estaban como miembros de ese gran concilio de la religión hebrea.

Pero no importa que no reciban al enviado del Señor, de todos modos ese enviado del Señor sigue siendo el enviado del Señor; y Dios coloca en su boca Su Palabra; lo que Dios tiene que decirle al pueblo Él lo coloca en la boca de ese Profeta, y coloca Su Espíritu Santo en ese Profeta, y Dios por medio de Su Espíritu Santo habla a través de ese Profeta Su Palabra; y el que es de Dios, la Voz de Dios oye.

Por lo tanto, no importa que la incredulidad de las personas quiera invalidar el Programa Divino, Dios cumplirá siempre Su Programa, pese a la incredulidad que haya en las personas que rechacen a ese Enviado de Dios. Pero una cosa si sabemos: que el que es de Dios, la Voz de Dios oye; por lo tanto, los que son de Dios siempre estarán escuchando al enviado de Dios.

Y ahora, veamos aquí en San Marcos, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:

Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.

Como está escrito en Isaías el profeta:

He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz,

El cual preparará tu camino delante de ti.

Voz del que clama en el desierto:

Preparad el camino del Señor;

Enderezad sus sendas.”

Aquí San Marcos está juntando la profecía de Isaías, capítulo 40, verso 3 al 5, y la profecía de Malaquías, capítulo 1, verso 1. Esas dos profecías que hablan de la Venida del Mensajero que vendrá delante del Señor preparándole el camino. “Y luego vendrá a Su templo el Señor, el Ángel del Pacto, a quien deseáis vosotros,” dice Malaquías, capítulo 3, verso 1. Vamos a leerlo para que así lo veamos directamente de aquí, de la profecía acá del Antiguo Testamento, para que veamos cómo Dios cumplió esa profecía. Malaquías, capítulo 3, verso 1, dice:

He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”

Y ahora, hemos visto aquí en San Marcos que esas dos profecías: la de Isaías, capítulo 40, verso 3 al 5, y la de Malaquías, capítulo 3, verso 1, han sido cumplidas en Juan el Bautista, dice:

Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados.

Y salían a él toda la provincia de Judea, y todos los de Jerusalén; y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.

Y Juan estaba vestido de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre.”

¿Ven? Aquí podemos ver lo que Juan comía,

Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar encorvado la correa de su calzado.

Yo a la verdad os he bautizado con agua; pero él os bautizará con Espíritu Santo.”

Y ahora, Juan el Bautista fue el Profeta precursor enviado por Dios, para preparar al pueblo hebreo para que recibieran luego al Mesías que vendría después de Juan el Bautista. Pero ni recibieron a Juan el Bautista ni recibieron a Jesús tampoco.

Vean aquí lo que Cristo habló acerca de Juan el Bautista, aunque deshonraron a Juan hablando mal de Juan, Cristo lo honró y por consiguiente Dios el Padre honró a Juan el Bautista.

Dice Cristo en San Mateo, capítulo 11, verso 7 en adelante (de San Mateo):

Mientras ellos se iban, comenzó Jesús a decir de Juan a la gente (o sea, de Juan el Bautista): ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento?

¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? He aquí, los que llevan vestiduras delicadas, en las casas de los reyes están.

Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta.

Porque éste es de quien está escrito:

He aquí, yo envío mi mensajero delante de tu faz,

El cual preparará tu camino delante de ti.

De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.

Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan.

Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan.

Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir.”

Y ahora, nuestro amado Señor Jesucristo identifica a Juan el Bautista como el Elías que había de venir en aquellos días, aquel Elías que le prepararía el camino al Señor. También en San Mateo, capítulo 17, versos 10 en adelante, luego que Jesús descendió, bajó del Monte de la Transfiguración y sanó a una persona, a un joven, dice:

Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?

Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas.

Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos.

Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista.”

Y ahora, cuando los discípulos de Jesucristo preguntan acerca de Juan el Bautista, pues los escribas decían que era necesario que Elías viniera primero y restaurara todas las cosas. Y Jesús les dijo: “Ya Juan (o sea, Elías) a la verdad vino e hicieron de él todo lo que quisieron.”

Luego los discípulos comprendieron que Cristo les estaba hablando de Juan el Bautista, el cual vino con el Espíritu y virtud de Elías, por eso Cristo identifica a Juan el Bautista como el Elías que tenía que venir, el Elías que estaba prometido para venir en esos días preparándole el camino al Señor; si el Señor estaba allí, pues tenía que haber venido el precursor, el Elías correspondiente a aquel tiempo.

Pero muchas personas conforme a las interpretaciones humanas estaban esperando literalmente al Profeta Elías, y Elías se fue en un carro de fuego, en un platillo volador, y estaban esperando que Elías viniera de nuevo en un carro de fuego, en un platillo volador.

Pero cuando Dios promete enviar de nuevo un Profeta, envía a un Profeta y lo llama con el nombre de un Profeta que ya vino en el pasado, eso significa que Dios enviará un Profeta con un ministerio como el que tuvo aquél Profeta del pasado. O sea, que será el Espíritu Santo operando en ese nuevo Profeta el ministerio que había operado en aquel Profeta del pasado.

Por ejemplo: tenemos a Elías Tisbita, y luego de Elías Tisbita como sucesor vino Eliseo; los hijos de los Profetas cuando vieron a Eliseo que abrió el Jordán con el manto de Elías, dijeron: “El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo.” Eliseo había pedido una doble porción del espíritu que estaba en Elías. Por lo tanto, era el segundo Elías, era nada menos que Eliseo.

Y cuando Dios envió a Juan el Bautista, lo envió con el espíritu y virtud de Elías; por lo tanto, era el tercer Elías, el tercer hombre en donde Dios operaba el ministerio que había operado en Elías Tisbita.

Por eso cuando el Arcángel o Ángel Gabriel le apareció al sacerdote Zacarías, el cual estaba ministrando el incienso, ofreciendo el incienso a la hora del incienso en el templo, le apareció el Ángel Gabriel al lado derecho del altar del incienso; vean aquí, veamos aquí cómo dice en San Lucas, capítulo 1, verso 8 en adelante, dice: “Aconteció...” Vamos a ver capítulo 1, verso 5 en adelante para que tengan el cuadro claro, dice:

Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.

Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.

Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.

Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,

conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor.

Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.

Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.

Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.

Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.

Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;

porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.

Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.

E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.

Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.

Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas.

Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.”

Aquí podemos ver que el Ángel o Arcángel Gabriel le da la buena noticia al sacerdote Zacarías de que su oración había sido escuchada, porque el sacerdote Zacarías desde que se casó con Elisabet estuvo orando a Dios, para que Dios le diera un hijo, y transcurrieron los años y llegaron a edad avanzada y no tenían hijo.

Pero la oración de Zacarías había sido escuchada por Dios, y aunque tardó la respuesta, la respuesta vino de parte de Dios, y fue una respuesta positiva, le dio un hijo grande, pues el Arcángel Gabriel le dijo a Zacarías que tendría un hijo y sería grande delante de Dios, sería un Profeta, que es lo más grande que hay en la Tierra.

Cuando Dios envía un Profeta a la Tierra, está enviando la clase de hombre más grande que Dios envía a vivir en este planeta Tierra; y cuando envió a Jesucristo, envió el más grande, no solamente de la Tierra, sino de los Cielos también: Cristo, el gran Profeta, el Profeta de Nazaret, el Hijo de Dios.

Y ahora, hemos visto que Juan el Bautista estaba prometido en el Antiguo Testamento, en las profecías que Dios por medio de Su Espíritu Santo había hablado a través de los Profetas.

Siempre cuando Dios envía un Mensajero, un Profeta, está prometido en la Escritura, cuando es un Profeta grande delante de Dios. Jesús también estaba prometido para venir a la Tierra, para venir en medio del pueblo hebreo, y por eso las profecías mesiánicas hablaban de Jesús, en Jesús se cumplieron todas las profecías mesiánicas correspondientes a la Primera Venida del Mesías. Y las profecías correspondientes a la Segunda Venida de Cristo también se cumplirán en este tiempo final.

Por lo tanto, siempre el enviado de Dios, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, está prometido en la Escritura y por consiguiente viene conforme a como fue prometido, cumpliendo lo que fue prometido que Dios haría a través de ese Profeta.

Por lo tanto, tenemos que tener un cuadro claro de lo que es un Enviado de Dios, para poder comprender, el misterio del Enviado de Jesucristo, porque no queremos fallar, no queremos fallar, no queremos pasar por alto al Enviado de Jesucristo del Día Postrero.

Cristo envió diferentes Mensajeros en diferentes tiempos, Él así lo había prometido, y por consiguiente así Él ha estado haciendo de etapa en etapa, Él dijo que enviaría Profetas y sabios, y también San Pablo nos habla de que Dios enviaría esos Mensajeros.

Y ahora, veamos en San Mateo, capítulo 10, verso 40 en adelante, dice:

El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.

El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá.

Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.”

La recompensa de Dios es Vida eterna. Por lo tanto, Cristo enviará no solamente a todos los miembros de Su Iglesia en este planeta Tierra llevando el Evangelio, sino que enviará también diferentes Mensajeros en los diferentes tiempos. En San Mateo, capítulo 34, dice:

Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad.”

Ahora vean, aquí Cristo dice: “Yo os envío profetas y sabios y escribas.” Y ahora, en Efesios, capítulo 4, verso 11 San Pablo dice... vamos a ver, vamos a leer un poco antes para que tengamos el cuadro claro, verso 8:

Por lo cual dice:

Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad,

Y dio dones a los hombres.”

Cristo cuando subió al Cielo llevó cautiva la cautividad y se llevó a todos los santos del Antiguo Testamento que estaban en el Seno de Abraham, los resucitó y aparecieron a muchos en la Ciudad de Jerusalén, y luego subieron con Cristo al Cielo conforme al Programa Divino.

Vean, aquí en el capítulo 27 de San Mateo, verso 51 al 53 (esto fue cuando Cristo resucitó), dice:

Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;

y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;

y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él (o sea, saliendo de los sepulcros después ¿de qué? de la resurrección de Él, de Cristo), vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos.”

Los santos del Antiguo Testamento resucitaron con Cristo y aparecieron a muchos en la Ciudad de Jerusalén, y Cristo apareció a Sus discípulos en la Ciudad de Jerusalén y también en Galilea.

Y ahora, encontramos que ahora Cristo luego de subir al Cielo con todos los santos, cuarenta días después de haber resucitado, encontramos que luego diez días más adelante de haber subido al Cielo, el Día de Pentecostés derramó Su Espíritu Santo sobre ciento veinte creyentes en Él, y dio dones a los hombres, y constituyó... vean:

Y dio dones a los hombres.

Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?”

Había descendido al infierno y después pasó al Paraíso, en el infierno les predicó a los espíritus encarcelados que fueron desobedientes en el tiempo de Noé. Eso está en Primera de Pedro, capítulo 3, verso 17 en adelante:

El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo.

Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros.”

Aquí podemos ver que en la Iglesia del Señor Jesucristo Dios constituyó, Cristo constituyó a unos Apóstoles, a otros Profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y a otros maestros para perfección de los santos, para perfección de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Así como Dios colocó en medio del pueblo hebreo, que es la Iglesia del Antiguo Testamento, la Iglesia de Dios, porque son: “Los sacados fueran,” los sacados de Egipto. “Los sacados fuera,” son la Iglesia. “La Iglesia,” significa: “Los sacados fuera.” Y fueron sacados fuera de Egipto y llevados a la tierra prometida. Y la Iglesia del Señor Jesucristo son los sacados fuera del mundo, los sacados fuera del reino de las tinieblas y colocados en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, así como Dios colocó en medio del pueblo hebreo que es el Israel terrenal, que es la Iglesia terrenal de Dios del Antiguo Testamento, Dios colocó Profetas en medio de Su Iglesia del Antiguo Testamento. También Cristo en la Iglesia del Nuevo Testamento, que está compuesta por todos los creyentes en Él nacidos de nuevo, ha colocado Profetas, también Apóstoles, también evangelistas, también pastores y también maestros.

Por lo tanto, los enviados de Dios a Su Iglesia, vean ustedes, encontramos que son Apóstoles, Profetas, evangelistas, pastores y maestros; por lo tanto, hay que tener respeto y consideración para esos ministerios que Dios ha colocado en Su Iglesia.

Cualquier persona que critique, que hable mal de un pastor o de un evangelista o de un maestro, o de un maestro de la Iglesia de Jesucristo, o de un Apóstol o de un Profeta, tendrá problemas delante de Dios.

Y ahora, “no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos, Sus Profetas.” Por lo tanto, Dios coloca en medio de Su Iglesia del Antiguo Testamento Profetas, para hablar por medio de esos Profetas. Y en el Nuevo Testamento Jesucristo coloca Profetas en medio de Su Iglesia, a los cuales viene la Palabra de Dios.

San Pedro era un Profeta y Apóstol también, y San Pablo era un Profeta y Apóstol también, tenemos las profecías de San Pedro y de San Pablo; y por medio de ellos Dios trajo la revelación divina del Evangelio de la Gracia que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo y la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Por lo tanto, “no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus Profetas.” Así también es en el Nuevo Testamento, por lo tanto, en el Nuevo Testamento Cristo ha estado enviando Profetas y sabios y escribas para la perfección de Su Iglesia, y Apóstoles y pastores y evangelistas y maestros.

Por lo tanto, tenemos ahí señalados, enviados por Dios; y cuando Dios envía un Profeta, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, Dios tiene entonces algo para hablarle a Su pueblo, en el Nuevo Testamento a Su Iglesia, y por consiguiente ese enviado está en las Escrituras, prometido.

Y ahora, para este tiempo final ¿quién es el enviado del Señor Jesucristo? Es el tema que tenemos aquí para esta noche, y tenemos que ir a través de las Escrituras para saber cuál es el Enviado, quién es el Enviado del Señor Jesucristo.

Así como el Enviado máximo de Dios el Padre en el Antiguo Testamento era el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el cual le apareció al Profeta Moisés y le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” Y Moisés le preguntó cuál era Su Nombre, y Él le dijo: “Yo Soy el que soy, y dirás al pueblo: Yo Soy me envió a vosotros.”

Cuando buscamos ese Nombre: “Yo Soy,” son cuatro consonantes, las cuales son: Y H W H, ese es el Nombre dado por el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto a Moisés. Moisés escuchó ese Nombre, y por consiguiente Moisés sabía el Nombre de Dios, y por consiguiente Dios por medio de Él obró grandes maravillas.

Y ahora, en el Éxodo, capítulo 23, verso 20 al 23, dice Dios:

He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”

Y ahora, de todos los Enviados de Dios del Antiguo Testamento, el Enviado mayor fue el Ángel de Jehová, un hombre de otra dimensión, un hombre que aparecía a los Profetas de Dios en el Antiguo Testamento, un hombre que le aparecía a los jueces en el Antiguo Testamento y que le apareció también a diferentes reyes.

El rey David lo vio en una ocasión con su espada en su mano hiriendo allá en Jerusalén, trayendo muerte sobre el pueblo, porque el rey David había pecado contra Dios. También Josué lo vio como el Príncipe de los ejércitos de Jehová con la espada en su mano. Eso está en Josué, capítulo 5, verso 13 al 15.

También Moisés lo vio en algunas ocasiones, y también otros Profetas lo vieron en otras ocasiones, y también Abraham lo vio en diferentes ocasiones; era nada menos que aquel Melquisedec que le dio pan y vino a Abraham, en Génesis, capítulo 14, y también el que visitó a Abraham con dos hombres de otra dimensión, Elohim con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel.

Y Abraham los invitó a comer, y comieron con Abraham una ternera preparada con todo lo que va con una buena comida preparada para un invitado especial.

El invitado más importante que ha visitado la raza humana, estaba visitando a Abraham, era Dios materializado en un cuerpo de carne, y los Arcángeles Gabriel y Miguel materializados también en un cuerpo de carne, pues Dios les creó cuerpos físicos del polvo de la tierra para esa visita a su amigo Abraham, para poder comer con Abraham. Eso fue el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra.

Y Cristo dijo que como fue en los días de Noé y como fue en los días de Lot, que fue cuando Dios visitó a Abraham con dos varones más, que eran los Arcángeles Gabriel y Miguel, cuando visitó a Abraham, allá, vean, así como fue en esos días de Lot, en que Dios visitó a Abraham, dice Cristo: “Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste, así será el día en que el Hijo del Hombre venga.” O sea, que la Venida del Hijo del Hombre será como en los días de Noé y como en los días de Lot.

Y ahora, en los días de Noé hubo un Profeta dispensacional, ahí estaba el enviado de Dios al cual vino el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, y le reveló que venía la destrucción de la raza humana en aquel tiempo, y le mandó a construir un arca para que se salvara él y su familia y cierta cantidad de animales del campo y aves y reptiles.

Y también en los días de Lot, el día después que Dios visitó a Abraham, Dios destruyó a Sodoma y Gomorra con fuego y azufre que cayó del Cielo. Así será la Venida del Hijo del Hombre.

Cristo dijo en San Mateo, capítulo 24, versos 34 al 39, que así será la Venida del Hijo del Hombre, como en los días de Noé, que no conocieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos. Y en San Lucas, capítulo 17 dice también que será como en los días de Lot.

Y ahora, Cristo en San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28, dice:

Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre.”

¿Y cómo vendrá el Hijo del Hombre en la gloria de Su Padre? Dice:

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”

Así como vino Elohim Dios con Sus Ángeles Gabriel y Miguel para visitar a Abraham y hablarle bendición a Abraham, y luego revelarle a Abraham que había descendido porque había escuchado el clamor de Sodoma y Gomorra; y ahora había venido para juicio de Sodoma y de Gomorra, pero para bendición de Abraham y su familia.

Y la venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles será como fue la venida de Elohim con Sus Ángeles, los cuales visitaron a Abraham.

Y ahora, el Hijo del Hombre con Sus Ángeles está prometido para venir para venir a la simiente de Abraham, a la Iglesia del Señor Jesucristo y después al pueblo hebreo, porque este es el tiempo para la visita del Hijo del Hombre con Sus Ángeles a la descendencia de Abraham, a simiente de Abraham, a la Iglesia del Señor Jesucristo y luego al pueblo hebreo; porque este es el tiempo en que el juicio divino va a cer sobre la raza humana como cayó sobre Sodoma y Gomorra, y como cayó sobre el mundo antediluviano en los días de Noé.

Por eso Cristo dijo que sería como en los días de Noé y como en los días de Lot la Venida del Hijo del Hombre, y el Hijo del Hombre viene con Sus Ángeles.

Por lo tanto, estamos viviendo en un tiempo muy importante en donde todas estas promesas tienen que ser cumplidas en este tiempo final en la Iglesia del Señor Jesucristo y después en medio del pueblo hebreo; y también luego vendrá el juicio divino sobre la raza humana, el juicio de la gran tribulación donde los juicios divinos, las plagas caerán sobre la raza humana, y el reino de los gentiles será quitado y luego será establecido el Reino de Jesucristo nuestro Salvador (después de la gran tribulación).

Por lo tanto, así como Dios envió a diferentes Mensajeros a la Tierra, a través de los cuales estaba Cristo en Espíritu Santo, estaba Cristo en Espíritu Santo en esos Profetas; Dios por medio de Su Espíritu hablando al pueblo hebreo a través de esos Profetas, era Dios por medio del Ángel del Pacto manifestándose en esos Profetas y hablándole al pueblo hebreo.

Dios por medio del principal enviado, que es el Ángel de Jehová, el cual se manifestó a través de los Profetas, y luego más adelante vino en carne humana, en ese cuerpo que nació en Belén de Judea a través de la virgen María vino manifestado el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, al cual Juan el Bautista le preparó el camino.

Y ahí tenemos al Enviado máximo de Dios: el Ángel del Pacto hecho carne en medio del pueblo hebreo, era nada menos que Emanuel, que traducido es: “Dios con nosotros,” era el Verbo hecho carne conforme a San Juan, capítulo 1, verso 14, donde dice:

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”

Por lo tanto, cuando el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová se hizo carne, se hizo hombre de esta dimensión y en esta dimensión terrenal, y ese era el enviado Máximo de Dios, el cual había sido enviado en el Antiguo Testamento en cuerpo angelical, pero ahora apareció con cuerpo de carne también en medio del pueblo hebreo.

Y por eso Cristo decía: “Para que crean que el Padre me ha enviado.” Cristo decía: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.” Pues Cristo es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová que aparecía a los Profetas en el Antiguo Testamento.

Y ahora, en el Ángel de Jehová estaba el Nombre de Dios, y por eso cuando se hizo carne, Él dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.” Ahí estaba el Nombre de Dios el Padre.

En Jesucristo habitó, habita y habitará eternamente la plenitud de Dios, la plenitud de la Divinidad, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, y por consiguiente en Jesús estaba el Nombre de Dios, y por consiguiente, el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es SEÑOR JESUCRISTO, porque Dios ha hecho a Jesús Señor y Cristo. Por eso llamamos a Jesús SEÑOR JESUCRISTO.

Y ahora, podemos ver claramente la Trinidad de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo manifestado todo en un hombre llamado Jesús.

Y podemos ver por consiguiente la manifestación tan grande de la Trinidad de Dios, de la Santísima Trinidad, y podemos ver también el Nombre de la Santísima Trinidad manifestada en carne humana en Jesús. Ahí tenemos al Padre, Padre, Hijo y Espíritu Santo con un Nombre, y ese Nombre es SEÑOR JESUCRISTO.

Y ahora, ahí tenemos al Enviado de Dios: Nuestro amado Señor Jesucristo, el Enviado más grande que Dios haya enviado al planeta Tierra, a la raza humana.

Pero ahora en el Nuevo Testamento Cristo ha enviado diferentes Mensajeros, y entre todos los Mensajeros que Él ha enviado (Ángeles Mensajeros), hay uno que es el más grande de todos ellos. Vamos a ver en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 22, verso 16, para ver quién es el Enviado de nuestro amado Señor Jesucristo a Su Iglesia:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”

Ese es el Enviado máximo, mayor, de nuestro amado Señor Jesucristo, ese es el Ángel del Señor Jesucristo.

Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”

Y en este pasaje nos dice que lo ha enviado para dar testimonio de estas cosas en las Iglesias, por lo tanto, viene enviado por Cristo dando testimonio de todas estas cosas que están profetizadas para suceder. En Apocalipsis, capítulo 22, verso 6 también nos habla de este Ángel y dice:

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”

Y ahora, nuevamente aquí hemos visto que el Dios de los Espíritu de los Profetas, el Señor... los espíritus de los Profetas son los cuerpos angelicales de los Profetas. El Dios de los espíritus de los Profetas ha enviado Su Ángel, el Dios de los Espíritu de los Profetas (el Señor) ha enviado Su Ángel, ¿para qué? Dice:

...ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”

Por lo tanto, si lo ha enviado para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto, ¿qué estará haciendo el Ángel del Señor Jesucristo en medio de la Iglesia de Jesucristo? Dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

No será un Ángel que estará inactivo sino trabajando en la obra de Jesucristo en la Iglesia del Señor Jesucristo. Este Ángel es el instrumento de Cristo; a través de Cristo, por medio de Su Espíritu Santo le habla a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto. En Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, Cristo con esa Voz como de Trompeta, dice:

Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”

La promesa es que nos mostrará las cosas que sucederán después de las que ya han sucedido. Hay que subir más arriba, a una etapa más alta de la Iglesia de Jesucristo, que es la etapa de la Edad de la Piedra Angular, donde Cristo estará dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, ¿por medio de quién? Por medio del Ángel del Señor Jesucristo enviado para dar testimonio de estas cosas en las Iglesias, para manifestar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto.

Por lo tanto, esta es la única forma establecida por Cristo para darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Este Ángel del Señor Jesucristo fue enviado a Juan el Apóstol, también Juan el Apóstol fue en espíritu en el Día del Señor. Dice Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, dice:

Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último.”

¿Quién es el Alfa y la Omega? ¿Quién es el primero y el último? Nuestro amado Señor Jesucristo. Es la Voz de nuestro amado Señor Jesucristo hablándole a Su Iglesia en el Día Postrero. El Día Postrero es el Séptimo Milenio de Adán hacia acá o Tercer Milenio de Cristo hacia acá. “Porque un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día.” Un día delante del Señor para los seres humanos es como mil años, o sea, mil años. En el Salmo 90, verso 4, ese Salmo de Moisés nos dice así; y también en Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 1.

Y ahora, los Días Postreros son el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. En los días de Jesucristo comenzó el quinto milenio cuando Cristo tenía de tres a siete años de edad, y por consiguiente comenzaron los Días Postreros delante de Dios.

Y ahora, hemos llegado al Día Postrero, al Milenio Postrero, que comenzó ya hace cinco años conforme al calendario gregoriano; y conforme al calendario profético ya lleva cerca o alrededor de treinta años que comenzó, por lo tanto, ya estamos en el Día Postrero delante de Dios.

Y para el Día Postrero es que Cristo completará Su Iglesia y resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, y nos transformará a nosotros los que vivimos, y todos tendremos un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado y joven para toda la eternidad, para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, y para vivir eternamente en ese cuerpo eterno y regresar con Cristo para el establecimiento de Su Reino Milenial, y reinar con Cristo por mil años en la Tierra, y luego por toda la eternidad.

Por lo tanto, es importante conocer estas profecías bíblicas para saber quién es el Enviado de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ya hemos visto en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6; y Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, que el Enviado del Señor Jesucristo es el Ángel del Señor Jesucristo. Ese es el Enviado de Jesucristo, el cual le dio a Juan el Apóstol la revelación del Apocalipsis.

Para el tiempo de Juan el Apóstol este Ángel del Señor Jesucristo estaba en Su cuerpo angelical, como Cristo, el Ángel del Pacto en el Antiguo Testamento, en el tiempo de los Profetas del Antiguo Testamento, en el tiempo de Abraham, de Isaac, de Jacob, de Moisés, y de todos estos Profetas estaba el Ángel de Jehová en Su cuerpo angelical, pero luego se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo y fue conocido por el Nombre de Jesús, en ese Ángel de Jehová hecho carne estaba el Nombre de Dios. Por eso el Nombre de Dios, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es SEÑOR JESUCRISTO.

Y ahora, ¿en quién Cristo colocará el Nombre de Dios? Pues Cristo ha prometido colocar el Nombre de Dios, de la Ciudad de nuestro Dios (que es la Nueva Jerusalén), y Su Nombre Nuevo, ha prometido colocarlo en el Vencedor. En Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, dice Cristo:

Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios.”

O sea, que será una persona muy importante en la Iglesia del Señor Jesucristo y en todo el Reino de Jesucristo.

Y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”

Y ahora, Cristo aquí promete escribir sobre el Vencedor el Nombre de nuestro Dios, el Nombre eterno de Dios, el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios, el Nombre de la Nueva Jerusalén (de la Jerusalén Celestial) y Su Nombre Nuevo.

Hay personas que no saben que Cristo tiene un Nombre Nuevo, pero Cristo aquí lo dijo, ese Nombre Nuevo de Cristo, y Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Nombre eterno de Dios, Cristo lo escribirá en el Vencedor .

Así como el Nombre de Dios estaba en Su Ángel, el Ángel de Jehová, y luego cuando se hizo carne (el Ángel de Jehová hecho carne), fue conocido por el Nombre de Jesús, y Él dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.”

Y ahora, el Ángel en quien Cristo escribirá el Nombre de Dios, el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios la Nueva Jerusalén y Su Nombre Nuevo, tiene que ser también en un Ángel: en el Ángel del Señor Jesucristo. Ese será el Ángel Mensajero de Cristo, el Enviado, el máximo de Jesucristo, en donde Cristo escribirá Su Nombre Nuevo, el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y Nombre eterno de Dios.

Y así como el Ángel de Jehová estuvo en medio del pueblo hebreo en cuerpo angelical todo el tiempo y después se hizo carne y apareció en medio del pueblo hebreo como un hombre, un Profeta dispensacional, todo el tiempo el Ángel de Jesucristo ha estado en medio de la Iglesia de Jesucristo, fue el Ángel que le dio a Juan el Apóstol la revelación del Apocalipsis. En el capítulo 1, dice (verso 1 al 3):

La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan.”

Y ahora, podemos ver cómo este Ángel de Jesucristo ha estado en medio de la Iglesia de Jesucristo todo el tiempo en Su cuerpo angelical.

Para este tiempo final ese Ángel estará en medio de la Iglesia de Jesucristo en carne humana, y ése será el Ángel enviado de Jesucristo a Su Iglesia para dar testimonio de estas cosas en la Iglesia del Señor Jesucristo y darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.” Apocalipsis, 22 verso 16. Y San Juan, capítulo 13, verso 20, dice:

De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió.”

¿Por qué el que recibe al que Cristo envía, recibe a Cristo? Porque Cristo viene en ese enviado en Espíritu Santo, y por consiguiente también viene Dios el Padre manifestado en ese enviado de Cristo.

Y ahora, hemos visto quién es el Enviado mayor de todos los Enviados que Cristo ha enviado a Su Iglesia, cuál es el mayor de todos.

Así como el Ángel de Jehová, que es Cristo en Su cuerpo angelical, el cual es el Ángel del Pacto, estuvo en medio del pueblo hebreo, estuvo en medio de la raza humana desde Adán hasta Juan el Bautista, estuvo en Su cuerpo angelical ministrando y luego se hizo carne y continuó ministrando; este Ángel del Señor Jesucristo ha estado en medio de la Iglesia de Jesucristo todo el tiempo en Su cuerpo espiritual, Su cuerpo angelical, y ha estado ministrando. A Juan le ministró la Palabra profética apocalíptica en símbolos, y apareció también a otros Apóstoles de nuestro amado Señor Jesucristo.

Este Ángel no solamente ha estado en el Nuevo Testamento sino que ha estado también en el Antiguo Testamento, ha estado con Cristo el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová; con el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová ha estado este Ángel de Jesucristo todo el tiempo.

Y ahora, para este tiempo final podemos ver que este Ángel que Cristo ha enviado a Su Iglesia, el cual le dio la revelación Apocalíptica a Juan el Apóstol, para este tiempo final estará en carne humana dando testimonio de estas cosas en todas las Iglesias, dando testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final, o sea, que estará con un mensaje profético profetizando de todas estas cosas que han de suceder en este tiempo final, conforme a como está profetizado en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento.

Por lo tanto, él vendrá con la Palabra de Cristo en su boca hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto, y dándonos la revelación divina, y así dándonos la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, dándonos la revelación para ser transformados y raptados con Cristo e ir a la Cena de las Bodas del Cordero con Jesucristo nuestro Salvador.

¿Quién es el Enviado de Jesucristo? El Ángel del Señor Jesucristo, y lo conoceremos cuando lo veamos dando testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, lo veremos ¿dónde? En la Iglesia del Señor Jesucristo, y Cristo le estará usando grandemente, y por medio de Su Ángel Jesucristo estará manifestado llamando y juntando a Sus escogidos de este tiempo final.

Y así estarán escuchando la Voz de Cristo el Buen Pastor, las ovejas de Cristo el Buen Pastor, y las ovejas de Cristo el Buen Pastor oyen la Voz de Cristo el Buen Pastor. Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.”

Ya hemos visto a través de quién estará Cristo el Buen Pastor hablándonos y llamando y juntando a todas Sus ovejas en este tiempo final.

Por lo tanto, ya hemos visto a través de las Escrituras quién es el Enviado de nuestro amado Señor Jesucristo.

Y NOSOTROS DE TODO CORAZÓN Y CON AMOR DIVINO LE DECIMOS: BIENVENIDO A LA IGLESIA DEL SEÑOR JESUCRISTO, BIENVENIDO A LA IGLESIA DEL SEÑOR JESUCRISTO EN LA ETAPA DE LA EDAD DE LA PIEDRA ANGULAR, QUE ES LA EDAD QUE ESTÁ VIGENTE EN LA IGLESIA DEL SEÑOR JESUCRISTO.

Y QUE NOS HABLE TODAS LAS COSAS QUE DEBEN SUCEDER PRONTO, NOS DÉ LA REVELACIÓN DE TODAS ESAS COSAS, Y NOS DÉ LA FE DE RAPTO, NOS DÉ LA REVELACIÓN PARA SER TRANSFORMADOS Y RAPTADOS Y PARA IR CON CRISTO A LA CENA DE LAS BODAS DEL CORDERO.

Y ahora, yo le he dado la bienvenida al Enviado de nuestro amado Señor Jesucristo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Por lo tanto, Cristo úsalo grandemente en medio de Tu Iglesia y háblanos por medio de él todas estas cosas que deben suceder pronto.

Señor Jesucristo, danos a conocer todo lo que debemos conocer en este tiempo final, háblanos a través de Tu Enviado, a través de Tu Ángel Mensajero, y nosotros escucharemos y Te seguiremos todos los días de nuestra vida. ¡Oh, Señor Jesucristo! Salvador nuestro, háblanos, ábrenos las Escrituras a través de Tu Ángel Mensajero.

Señor Jesucristo, por medio de Tu Espíritu Santo a través de Tu Ángel Mensajero ábrenos las profecías bíblicas correspondientes a este tiempo final, y ábrenos también el entendimiento para poder entender, y ábrenos el corazón para recibir Tu Palabra, toda Tu Palabra revelada, y para recibir a Tu Enviado, recibirlo de todo corazón, y por consiguiente estar recibiéndote a Ti, que estarás manifestado en Tu Ángel Mensajero, porque el que recibe al que Tú has enviado, el que recibe a Tu Enviado, Te recibe a Ti, porque Tú vienes manifestado en Tu enviado en Espíritu Santo.

Por lo tanto, Señor Jesucristo, damos la bienvenida a Tu Enviado y a Ti, que vienes en Tu Enviado. Señor Jesucristo, háblanos siempre, ábrenos Tu Palabra y enseñanos todas las cosas que deben suceder pronto, y confírmanos en Tu fe, y afírmanos en Tu fe.

Y, Señor Jesucristo, a los que todavía no han venido a Tus pies, háblales directamente a sus corazones, a sus almas, y tráelos a Tus Pies, y dales la Vida eterna, dales la Vida eterna, la salvación y Vida eterna, para que vivan eternamente contigo en Tu Reino.

Señor Jesucristo, Te lo ruego todo en Tu Nombre Eterno y glorioso. Amén y amén.

Y ahora, le hemos dado la bienvenida a Cristo y a Su Ángel, y ahora ya todos los que han recibido a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, le hemos dado también la bienvenida a Cristo y Su Ángel.

Y si alguno no ha recibido a Cristo como su Salvador, no tiene todavía Vida eterna. “El que cree en Jesucristo, el Hijo de Dios, tiene Vida eterna.” Esto lo dice aquí en San Juan, capítulo 3, verso 36, donde dice:

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida.”

Vean, el que cree en el Hijo tiene la Vida eterna, es Vida eterna lo que tiene el que cree en Cristo. Pero dice:

Pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”

Y ahora, el que rehúsa creer en Cristo como su único y suficiente Salvador no verá la vida, la Vida eterna no la verá, no vivirá eternamente, por consiguiente dejará de existir, será echado en el lago de fuego y quemado en alma, espíritu y cuerpo.

Pero nadie quiere ser echado en el lago de fuego donde va a ser echado el diablo para ser quemado, y sus ángeles también van a ser echados en el lago de fuego, los ángeles del diablo van a ser quemados, y todos aquellos que rehúsan creer en Cristo también van a ser echados en el lago de fuego y van a ser quemados.

Pero no queremos ser quemados, queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Por lo tanto, todos los que han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador no van a ser quemados, no van a ser echados en el lago de fuego para ser quemamos, van a vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad, luego van a estar con Cristo en Su Reino viviendo por toda la eternidad, y será allí con Cristo, será Rey, será Sacerdote y Juez también. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. “Porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado.” Primera de Juan, capítulo 1, verso 7; y también nos dice en Apocalipsis, capítulo 1, verso 5 al 6, dice:

...y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,

y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”

Y ahora, aquí tenemos que hay una multitud de personas que han sido lavadas de todo pecado con la Sangre de Cristo, y han sido hechos para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes, y van a reinar con Cristo por el Milenio y por toda la eternidad.

En Apocalipsis, capítulo 5, verso 9 en adelante, dice:

...y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;

y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”

Vamos a reinar sobre la Tierra en ese Reino Milenial de Cristo por mil años y luego por toda la eternidad. En Apocalipsis, capítulo 20, versos 4 al 6, dice de la siguiente manera:

Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.

Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.

Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.”

Aquí tenemos la promesa grande para los creyentes en Cristo, para aquellos que han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, y han dado testimonio público de su fe en Cristo, y lo han recibido como su único y suficiente Salvador. Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16:

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Nadie quiere ser condenado, todos quieren ser salvos y quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino por el Milenio y por toda la eternidad. Por lo tanto, la única forma establecida para obtener la Vida eterna y vivir con Cristo por toda la eternidad es creyendo en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

¿Ven? ¿Ven por qué Cristo vino a la Tierra? ¿Ven por qué Dios nos ha dado a Jesucristo para venir en Su Primera Venida y morir por nosotros en la Cruz del Calvario? Para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga Vida eterna.

Toda persona que quiere vivir eternamente, necesita creer en Jesucristo como su único y suficiente Salvador. Por lo tanto, ya yo he creído en Cristo y por consiguiente he recibido la Vida eterna. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también; por lo tanto viviremos con Cristo por toda la eternidad.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, pues no tiene Vida eterna, pero en esta noche puede obtener la Vida eterna ¿cómo? Recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador. Por consiguiente daré unos minutos para que puedan dar testimonio público de su fe en Cristo, los que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador.

La fe viene por el oír la Palabra de Dios, y ya ustedes han escuchado la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo siendo predicado, y ha nacido la fe de Cristo en vuestro corazón, porque la fe viene por el oír la Palabra, y con el corazón se cree para justicia. Ya ustedes están en Cristo, ya ustedes están creyendo en el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por sus pecados, y ahora con la boca se confiesa para salvación, dice la Escritura.

Ahora, ha llegado el momento para dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador, y así confesando públicamente a Cristo como nuestro Salvador, porque con la boca se confiesa para salvación.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, pueden venir para dar testimonio público de vuestra fe en Cristo recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre.”

Cristo lo confesará como un creyente en Él que ha sido perdonado por Cristo, y lavado con la Sangre de Cristo y ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y el Padre le dará la bienvenida al Reino, al Reino eterno y entrará al Reino de Dios, Cristo le bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y por consiguiente se producirá en la persona el nuevo nacimiento, y nacerá en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Así es como se entra al Reino de Dios: naciendo del Agua y del Espíritu, naciendo de la predicación del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo.

Por lo tanto, esta es una noche muy importante, muy especial, la noche más importante para cada uno de ustedes que están viniendo a los pies de Cristo dando testimonio público de vuestra fe en Cristo para recibirlo como vuestro único y suficiente Salvador.

También los que están en otras naciones a través de internet, o del satélite o de la radio, pueden pasar al frente para así dar testimonio público de su fe en Cristo, y recibirlo como su único y suficiente Salvador. Y los que están a través de la radio escuchando pueden acercarse a la radio que ustedes tienen, escuchando esta conferencia, y pueden colocar su mano sobre la radio en señal de que ustedes están viniendo a los Pies de Cristo. Y yo oraré por todos ustedes, los que están a través de la radio o a través de internet o del satélite en las diferentes naciones, y también por ustedes los que están viniendo a los pies de Cristo aquí en la Tuxtla, Gutiérrez, Chiapas, República mexicana.

Vamos a continuar viniendo a los Pies de Cristo los que están aquí presentes en esta actividad y los que están también en otras naciones escuchando esta conferencia, y también los que están en toda la República mexicana a través de la radio, de internet o del satélite.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y así Cristo les dé la salvación y Vida eterna, y entren al Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Todavía continúan viniendo más personas a los Pies de Cristo, porque Cristo tiene mucho pueblo en esta ciudad en Tuxtla, Gutiérrez, Chiapas República mexicana.

Por lo tanto, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, y los niños de diez años en adelante también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, porque Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis porque de los tales es el Reino de los Cielos.” Por lo tanto, los niños tienen también lugar en el Reino de Cristo.

Pueden continuar viniendo también los niños de diez años en adelante para recibir a Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado.

Es un asunto de fe en Cristo, de creer en Cristo de todo corazón para obtener el perdón de nuestros pecados, ser limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo y ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir el Espíritu Santo y obtener la Vida eterna. ¿Vieron lo sencillo que es todo? Es un asunto de fe en Cristo.

Y para el ser humano perderse y ser echado en el lago de fuego y ser quemado en alma, espíritu y cuerpo, es un asunto de incredulidad a Cristo. No creer en Cristo significa que la persona dejará de existir, que la persona no tiene derecho a vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y por consiguiente se perderá en el lago de fuego y será quemado en cuerpo, espíritu y alma.

Pero nadie quiere ser echado en el lago de fuego, nadie quiere ser quemado en el lago de fuego, todos queremos vivir eternamente y ya Dios nos ha permitido ver, comprender cómo obtener la Vida eterna: es a través de nuestro amado Señor Jesucristo, porque Dios nos ha dado Vida eterna y esta vida está en Su Hijo. “El que tiene al Hijo tiene la vida, la Vida eterna.” Eso está en Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante.

Dios por medio de Jesucristo nos ha reconciliado y nos ha dado la Vida eterna. Todo es a través de Jesucristo nuestro Salvador, porque Él el Hijo de Dios, y Él vino a la Tierra y murió como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para que todos nosotros podamos tener el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, y obtener el perdón de nuestros pecados, y ser limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo, la Sangre de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, y ser reconciliados con Dios, y ser restaurados al Reino de Dios y por consiguiente a la Vida eterna.

La Vida eterna, el ser humano no la puede recibir, a menos que sea a través de Jesucristo, el ser humano lo que tiene es vida temporal que se le termina antes de los cien años a la mayor parte de las personas.

Tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en la Vida eterna, tenemos que obtener la Vida eterna para poder vivir eternamente con Cristo en Su Reino y solamente la podemos obtener a través de Jesucristo nuestro Salvador. El que cree en el Hijo de Dios tiene la Vida eterna; el que no cree en Jesucristo, el Hijo de Dios, el que se rehúsa a creer en el Hijo de Dios no verá la vida, no verá la Vida eterna.” Eso está en San Juan, capítulo 3, versos 34 al 36.

Por lo tanto, todos queremos vivir eternamente y por consiguiente todos recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

“No hay otro nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos, solamente hay un Nombre y ese Nombre es Señor Jesucristo.” Por lo tanto, recibimos al Señor Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador, y Él nos perdona y con Su Sangre nos limpia de todo pecado, y somos bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y nos da la Vida eterna.

Por lo tanto, si se nos acaba esta vida terrenal no tenemos ningún problema, vamos al Paraíso a vivir donde están los Apóstoles del Señor en cuerpos angelicales, y luego cuando Cristo complete Su Iglesia, luego Él se levantará del Trono del Padre, resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, y a nosotros nos transformará y nos dará el cuerpo glorificado, el cuerpo eterno, un cuerpo con Vida eterna, un cuerpo inmortal incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador y joven para toda la eternidad.

Ese es el futuro de todos los creyentes en Cristo. Por eso es tan importante recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para así asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno.

Lo más importante para el ser humano es la vida; si esta vida terrenal es tan importante para muchas personas, cuánto más la Vida eterna, la Vida eterna es la más importante, y la Vida eterna solamente Cristo es el único que la puede dar a la persona, al ser humano, y la da exclusivamente a aquellos que le reciben como su único y suficiente Salvador.

Los que rehúsan creer en Cristo, recibirlo como su Salvador no verán la Vida eterna, no recibirán la Vida eterna y por consiguiente no vivirán eternamente con Cristo en Su Reino.

Pero todos nosotros queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y por esa causa venimos a los Pies de Cristo reconociéndolo y recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él nos dé el perdón de nuestros pecados y con Su Sangre nos limpie de todo pecado, y seamos bautizados en agua en Su Nombre y Él nos bautice con Espíritu Santo y Fuego y nos dé la Vida eterna; por consiguiente la meta es recibir la Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador.

Venimos a los Pies de Cristo para que Él nos dé la Vida eterna.

Si todavía falta alguna persona por venir a los pies de Cristo en esta noche aquí en Tuxtla, Gutiérrez, Chiapas República mexicana, puede venir, pues ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta noche.

También los que faltan por venir a los Pies de Cristo, que están a través de la radio escuchando y los que faltan por venir a los Pies de Cristo en otras naciones, y en toda la República mexicana, que están escuchando a través de internet o del satélite, y viendo esta actividad, pueden venir a los Pies de Cristo los que faltan por venir a los Pies de Cristo, para que queden todos incluidos en esta oración que estaré haciendo por las personas que están viniendo a los Pies de Cristo aquí en Tuxtla, Gutiérrez, Chiapas, República mexicana.

Vamos a estar puestos en pie en estos momentos, para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta noche. Si falta alguna persona puede venir inmediatamente.

Algunas veces hay personas que son tímidas, y cuando les toca dar testimonio público de su fe en Cristo, son tímidos y no se atreven pasar al frente, porque les da timidez que los vean pasar al frente, pero para recibir a Cristo y obtener la Vida eterna no podemos ser tímidos, tenemos que ser valientes y tenemos que reconocer a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Esa es la única forma en que podemos obtener la Vida eterna. Por lo tanto, deje la timidez a un lado y levántese y pase al frente, y diga: “Yo quiero vivir eternamente con Cristo, y doy testimonio público de mi fe en Cristo pasando al frente y recibiendo a Cristo como mi único y suficiente Salvador.”

También ustedes que están en otras naciones, los que han sido tímidos para pasar, pasen al frente para que den testimonio público de su fe en Cristo recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, para que Cristo les dé la Vida eterna.

Si todavía falta alguno puede venir, ya vamos a orar por las personas que han pasado al frente aquí en Tuxtla, Gutiérrez, Chiapas, República mexicana, y por los que han venido a los pies de Cristo también en otras naciones.

Vamos ya a orar por todos, con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo. Si falta todavía alguna persona, recuerde que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Y nosotros tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Cristo nuestro Salvador, porque después que la persona muere, después que se le terminen los días aquí en la Tierra, ya no hay oportunidad de decir: “Ahora yo creo en Cristo, Cristo yo te quiero recibir como mi Salvador.” No, el lugar para recibir a Cristo como Salvador es aquí en el planeta Tierra, mientras estamos viviendo en estos cuerpos mortales; y mientras se predica el Evangelio de Cristo y se hace el llamado para que reciban a Cristo como su único y suficiente Salvador, y den testimonio público de su fe en Cristo, y confiesan a Cristo públicamente como su único y suficiente Salvador. Cristo dijo: “El que me confiese delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre.”

Por lo tanto, es necesario confesar a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador.

Todavía si falta alguna persona, recuerden que cuando se le acaben los días terrenales, cuando se le acabe su vida terrenal, si no ha recibido a Cristo no puede ir al Cielo, no puede ir al Paraíso donde están los Apóstoles. Y por consiguiente al lugar que irá será al lugar que fue el hombre rico, que no se ocupó ni se preocupó por la salvación de su alma. Ocupaos de vuestra salvación con temor y temblor.

Cristo dijo: “Yo les enseñaré a quien ustedes deben temer.” San Mateo, capítulo 10, verso 28, dice:

Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.”

Tenemos que temer a Dios y creer en Cristo, y recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador, porque Dios nos ha dado a Su Hijo Jesucristo, para que nosotros podamos obtener a través de Cristo la salvación y Vida eterna. Ese es el Don Divino dado a la raza humana, para que la raza humana pueda obtener la salvación y Vida eterna, y vivir eternamente en el Reino de Dios. Es la Dádiva de Dios: Jesucristo, para que nos dé la salvación y Vida eterna.

La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos, capítulo 6, verso 23).

Por lo tanto, la Dádiva de Dios es Vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

El que quiere recibir la Vida eterna, tiene que por obligación recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Por lo tanto, la salvación y Vida eterna está disponible para toda persona que quiera vivir eternamente y reciba a Cristo como su único y suficiente Salvador, tiene que tener el deseo de vivir eternamente, para así recibir a Cristo para que le dé la Vida eterna.

Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Jesucristo nuestro Salvador, vamos todos a estar puestos en pie.

Recuerden que la decisión más grande que una persona hace es una sola: recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Esa es la decisión única que coloca al ser humano en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Por lo tanto, ustedes están haciendo la decisión más grande de su vida: recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, la decisión que los colocará con Cristo en Su Reino eterno.

Vamos ya todos puestos en pie a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo aquí en Tuxtla, Gutiérrez, Chiapas, República Mexicana, y también en las demás naciones de la América Latina, del Caribe, de Norteamérica, de Europa, del África, y demás naciones que están escuchando esta conferencia en esta ocasión.

Vamos ya a orar por todos los que han venido a los Pies de Cristo, vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo, vamos a cerrar nuestros ojos y vamos a orar, y repitan conmigo esta oración. Todos puestos en pie, nuestras manos levantadas a Cristo al Cielo y vuestros ojos cerrados, repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, he escuchado la predicación de Tu Evangelio y he creído en Ti, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario, como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados.

Y, Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador y reconozco que necesito un Salvador que me perdone y me limpie de todo pecado, y me dé la salvación y Vida eterna; y yo Te reconozco a Ti como el único y suficiente Salvador de mi alma, por consiguiente doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.

Señor Jesucristo, Te ruego perdones mis pecados, y Te ruego me limpies de todo pecado con Tu Sangre preciosa, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y produzcas en mí el nuevo nacimiento.

Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Señor Jesucristo, Te lo ruego, quiero vivir contigo eternamente, quiero vivir contigo en Tu Reino. En Tus manos encomiendo mi alma. Te lo ruego todo, Señor Jesucristo. En Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y ahora, todos con nuestras manos levantadas al Cielo, decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, por cuanto ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo, y nació la fe de Cristo en vuestra alma, vuestro corazón, y dieron testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador.

Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Ustedes han creído en Cristo, lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, porque Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo, quiero cumplir el mandamiento de Cristo completo. ¿Cuándo me pueden bautizar en agua en el Nombre del Señor Jesucristo?” Es la pregunta de ustedes acá en vuestra alma. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo esta misma noche, en estos mismos momentos.

Y que Cristo, el Ángel del Pacto, les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus Pies, y les dé la salvación y Vida eterna. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y ahora, pregunto al ministro aquí, le pido que se acerque aquí, le pregunto al Reverendo aquí, al Reverendo José Jiménez Hernández, si hay agua: Hay agua, hay bautisterios aquí, a este lado hay tres y a este lado hay tres más, son seis bautisterios.

¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales en ambos lados. ¿Hay vestidores también? Hay vestidores también donde ustedes pueden cambiarse de ropa, colocarse las ropas bautismales, y dejar las ropas de ustedes allí guardada. ¿Habrá personas también que cuidarán de la ropa de ellos? Habrá personas que les ayudará y que también cuidarán de vuestras ropas. ¿Y hay personas también, ministros que les bautizarán? Hay ministros también que les bautizarán, están allá en el área de los bautisterios.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo esta misma noche en esta misma ocasión, ustedes los que están aquí presentes y los que están también en otras naciones a través de internet o a través del satélite, y los que están a través de la radio pueden asistir al lugar donde se reúnen las personas que están aquí presentes, a las iglesias que están aquí representadas, en donde les bautizarán en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo los que están aquí presentes y los que están en las diferentes naciones, para lo cual dejo al Reverendo José Jiménez Hernández para que les indique hacia dónde caminar las damas y hacia dónde caminar los caballeros para cambiarse de ropas, colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y también los ministros que están en las diferentes naciones, pueden pasar al frente también para que les indiquen (el ministro a cargo en cada país que han estado con esta transmisión), puede pasar al frente para que les indique también a las personas que han recibido a Cristo hacia dónde caminar para cambiarse de ropas, colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego a ustedes también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y ahora con nosotros el Reverendo José Jiménez Hernández para continuar.

Que Dios les bendiga y les guarde, y pasen todos muy buenas noches.

RECIBIENDO AL ENVIADO DE JESUCRISTO.”