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El Testimonio de la Palabra 2004-12-19 1 Villahermosa Tabasco MX 00:00:00 false

Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes, y también los que están a través de internet y también a través del satélite o cualquier otro medio de comunicación como la televisión o la radio.

A todos los hermanos y amigos que están allá en Brasil, para los que están también en la Argentina, en Chile, en Paraguay, en Uruguay, en Bolivia, en el Perú, en el Ecuador, en Colombia, en Venezuela, en toda la República Mexicana, y también en la República Dominicana, en Haití y demás países de la América Latina y del Caribe, y también los que están allá en Europa y los que están en el África:

Que las bendiciones de Cristo, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes, los que están en los diferentes países, y los que están allá en Puerto Rico también. A todos los hermanos de Puerto Rico: que Dios les bendiga grandemente.

Y que Cristo, nuestro Salvador nos hable en esta ocasión, nos abra las Escrituras y nos abra el entendimiento y el corazón para creer y entender Su Palabra. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Leemos en el evangelio según San Juan, capítulo 5, versos 33 al 47, donde dice:

Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad.

Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno; mas digo esto, para que vosotros seáis salvos.

El era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz.

Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.

También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto,

ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis.

Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;

y no queréis venir a mí para que tengáis vida.

Gloria de los hombres no recibo.

Mas yo os conozco, que no tenéis amor de Dios en vosotros.

Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis.

¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?

No penséis que yo voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza.

Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.

Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Tomamos el verso 39, y de ahí sacaremos nuestro tema: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.

EL TESTIMONIO DE LA PALABRA.”

EL TESTIMONIO DE LA PALABRA,” es nuestro tema para esta ocasión.

El Testimonio de la Palabra es lo que está hablado aquí en la Palabra de Dios; y este es el testimonio que Dios ha dado a través de Sus santos Profetas por medio del Espíritu de Dios que estuvo en ellos.

Vean, para comprender bien el Testimonio de la Palabra de Dios, de la Escritura, veamos lo que nos dice Zacarías, capítulo 7, verso 11 al 12, cuando Dios estaba dando testimonio por Su Espíritu a través de los Profetas al pueblo hebreo. Dice:

Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;

y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”

Y ahora vean, Dios estuvo hablándole al pueblo hebreo, Jehová Dios estuvo hablándole al pueblo hebreo por medio de Su Espíritu Santo a través de los Profetas.

Ahora, en Hebreos, capítulo 1, también el Apóstol San Pablo nos habla de esto, y nos dice capítulo 1, verso 1 al 3, de la carta a los Hebreos, dice:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;

el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”

Y ahora, el Dios que habló por medio de los Profetas en el Antiguo Testamento, dice San Pablo: “Ahora, nos ha hablado, en estos Postreros Días, nos ha hablado por Su Hijo (o sea, por medio de nuestro amado Señor Jesucristo).”

El mismo Espíritu Santo que estuvo en los profetas del Antiguo Testamento, ahora estaba en Jesús hablándole al pueblo hebreo; por eso dice Primera de Pedro, capítulo 1, verso 10 en adelante:

Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación,

escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.”

Y ahora, el Espíritu de Cristo que estaba en los Profetas era el que anunciaba de ante mano los sufrimientos que le vendrían a Cristo el Mesías en Su Primera Venida cuando viniera en carne humana.

Cristo, el Ángel del Pacto, el cual vendría a la Tierra en carne humana, sufriría, sufriría por mí, ¿y por quién más? Por cada uno de ustedes también. Él vendría a la Tierra en carne humana para llevar a cabo la Obra de Redención.

Vean, y en el Testimonio de la Palabra, de la Escritura, que fue dado por el Espíritu de Dios acerca de los sufrimientos que le vendrían al Mesías, vean, en Isaías, capítulo 53, nos habla claramente el Espíritu Santo por medio de del Profeta Isaías los sufrimientos que le vendrían al Mesías.

Este capítulo 53 lo cumplió Jesucristo plenamente cuando Él tuvo que morir, pero en Su vida terrenal sufrió mucho. Vean, naciendo en Belén de Judea ya el rey Herodes lo quería matar. ¿Ven? Capítulo 53 de Isaías, verso 1 en adelante:

¿Quién ha creído a nuestro anuncio?¿y sobre quién se ha manifestado el brazo de Jehová?

Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.

Despreciado y desechado entre los hombres.”

¿Ven? Fue desechado, desechado por la religión hebrea, desechado por el concilio del sanedrín, desechado por el sumo sacerdote, desechado por los doctores de la ley, desechado por los sacerdotes.

Despreciado y desechado.”

Vean, fue despreciado y fue desechado.

Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos.”

¿Ven? Para el pueblo hebreo no era de estima Jesús.

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.

Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.

Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.

Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.

Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.”

¿Ven? “Cuando haya puesto Su vida en Expiación por el pecado, verá linaje.”

Y ahora, el pueblo hebreo tenía el sacrificio de la expiación por sus pecados, el sacrificio que se llevaba a cabo el día diez del mes séptimo, conforme a Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29, en donde era conocido ese día como el día del perdón, el día que Dios perdonaba el pecado del pueblo, de cada hebreo que venía a Dios arrepentido de sus pecados y reconociendo que tenía allí en el templo, ese día, un sacrificio de expiación por sus pecados, el cual el sumo sacerdote realizaba ese día diez del mes séptimo de cada año.

Y toda persona que arrepentido de sus pecados pedía perdón a Dios en ese día: obtenía el perdón de sus pecados, recibía la misericordia de Dios, y quedaba reconciliado con Dios y quedaba cubierto con la sangre de esa expiación; aunque sus pecados eran perdonados pero no eran quitados, porque la sangre de animalitos no quita el pecado, porque los animales no son perfectos por cuanto no tienen almas; no tienen alma, y por consiguiente no son perfectos.

Pero aquel sacrificio de la expiación representaba el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, que sería realizado en cierto tempo señalado por Dios.

Por lo tanto, mientras llegaba el tiempo de la Venida del Mesías y la muerte del Mesías como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, el pueblo hebreo tenía que continuar realizando el sacrificio de la expiación por el pecado, el día diez del mes séptimo de cada año, para ser reconciliados con Dios y vivir un año más. Por esa causa se efectuaba siempre el día diez del mes séptimo de cada año. Todos los años tenían que realizar este sacrificio, lo tenía que realizar el sumo sacerdote.

Pero algún día vendría el Mesías y moriría como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, y ya no se sacrificarían más animalitos por el pecado del ser humano, ni tampoco se llevaría a cabo otro Sacrificio por el pecado del ser humano, porque el Sacrificio del Mesías sería un Sacrificio Perfecto que quitaría el pecado del ser humano.

Por eso en las setenta semanas de las cuales le habló el Arcángel Gabriel al Profeta Daniel, y le mostró que setenta semanas estaban determinadas para su pueblo (para el pueblo hebreo), dice que setenta semanas se llevarían a cabo; y estas setenta semanas son setenta semanas de años que usted los multiplica, multiplica esas setenta semanas por siete, y le da ¿cuánto? Le da cuatrocientos noventa años.

Por lo tanto, cuando la semana número... las primeras siete semanas y luego las otras sesenta y dos semanas, que al sumarlas son sesenta y nueve semanas, luego de eso el Mesías estaría presente en Su Ministerio, y luego le sería quitada la vida al Mesías, después de las sesenta y nueve semanas. O sea, en la semana número setenta le sería quitada la vida al Mesías. A la mitad de esa semana número setenta murió Jesucristo en la Cruz del Calvario.

Y si para algunas personas Jesucristo no es el Mesías prometido aquí en la Profecía de Daniel y de Isaías y demás Profecías Mesiánicas, entonces tendrían que mostrar quién es entonces el Mesías prometido que apareció en la semana número setenta y murió para quitar el pecado del mundo, porque si no fue Jesús entonces fue otra persona.

Pero no se sabe de ninguna otra persona que haya aparecido con un Ministerio Mesiánico y que haya muerto en la semana número setenta, a la mitad de la semana número setenta; solamente hay uno, y ese es Jesucristo. Él es el único que cumplió las Profecías Mesiánicas correspondientes a la Primera Venida del Mesías, y cumplió el Sacrificio de la Expiación por el pecado del ser humano, como dice aquí en Isaías, capítulo 53, verso 10:

Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado.”

¿Ven? El Mesías sería el que pondría Su vida en Expiación por el pecado, porque el sacrificio que se efectuaba el día diez del mes séptimo de cada año, era solamente el tipo y figura del Sacrificio del Mesías en la Cruz del Calvario. Dice:

Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.”

Y ahora, el Linaje que Él vería luego de la Expiación, de poner Su vida en Expiación por nuestros pecados, es el Linaje de Dios, la descendencia de Dios, los hijos e hijas de Dios que por medio del Sacrificio de Cristo obtienen el perdón de sus pecados y son limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo, y son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en ellos el nuevo nacimiento; y así nacen en el Reino de Dios, en el Reino de Cristo como hijos e hijas de Dios; y ahí tenemos el Linaje que Él vería: esos hijos e hijas de Dios naciendo a y en la vida eterna, en el Reino Eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Y ese es el fruto de la aflicción de Su alma.

Así como Él dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.” San Juan, capítulo 12, verso 24.

Vean, para un grano de trigo llevar mucho fruto, o sea, muchos granos de trigo, reproducirse en muchos granos de trigo, ese grano de trigo tiene que morir; y al morir ese grano de trigo, al ser sembrado en tierra, luego nace una plantita de trigo, que es el producto del grano de trigo que murió.

Y siendo que el grano de trigo representa a Cristo, la planta de trigo que nace representa la Iglesia del Señor Jesucristo; y así como los granos de trigo que va a tener el grano de trigo que fue sembrado en tierra, los muchos granos de trigo, el mucho fruto que va a tener, son muchos granos de trigo.

Y siendo que Cristo es el Grano de Trigo, Cristo el Hijo de Dios es el Grano de Trigo, el fruto que va a tener son muchos Granos de Trigo, muchos hijos e hijas de Dios. Ese es el fruto que Él tendrá, ese es el fruto de la aflicción de Su alma, ese es el resultado que va a obtener.

Y ahora, siendo que no podemos cosechar trigo en un árbol de mango o de naranja, o de aguacate, sino en una planta de trigo, no podemos cosechar entonces hijos e hijas de Dios fuera de la Iglesia del Señor Jesucristo, no podrán nacer fuera de la Iglesia del Señor Jesucristo los hijos e hijas de Dios, porque la Iglesia es la Planta de Trigo producto del Grano de Trigo.

Por eso es la Iglesia del Señor Jesucristo la que tiene la comisión de ir por todo el mundo predicando el Evangelio a toda criatura, “y el que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

El que creyere será salvo y nacerá en la Iglesia de Jesucristo, en esa Planta de Trigo, como un grano de trigo, como un hijo o una hija de Dios; y por consiguiente, tendrá vida eterna.

Por lo tanto, el Grano de Trigo es Cristo el Hijo del Hombre, y la Iglesia es la Planta de Trigo, y los Granos de Trigo que tendrá esa Planta de Trigo ¿quiénes son? Todos nosotros. Por lo tanto, es en la Iglesia del Señor Jesucristo que Cristo se reproduce en muchos hijos e hijas de Dios, produciendo el nuevo nacimiento en toda persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador.

Toda persona que cree en el Testimonio de la Palabra acerca de Jesucristo, toda persona que cree lo que Dios dijo por los Profetas y lo que ha dicho Dios por medio de los apóstoles y diferentes ángeles mensajeros acerca de Cristo, esas personas han recibido el Testimonio de la Palabra y han creído en Cristo como su único y suficiente Salvador, porque Dios por medio de Su Espíritu Santo ha estado hablando tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento acerca de Jesucristo. Por lo tanto, tenemos el Testimonio de la Palabra.

Eso es LA BIBLIA: el Testimonio de la Palabra de Dios para todo ser humano; es el Testimonio que Dios da por medio de Su Espíritu a través de Sus diferentes profetas y apóstoles y ángeles mensajeros de diferentes etapas de la Iglesia.

Por lo tanto, Cristo hablándonos acerca de Su Espíritu y de aquellos que lo iban a recibir, dijo en San Juan, capítulo 7, versos 37 al 39 de la siguiente manera, y vamos a leerlo tal y como está aquí. Dice Cristo:

En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.”

Y ahora, hay personas que dicen: “Yo creo en Dios a mi manera,” otros dicen: “Yo creo en Jesucristo pero a mi manera;” pero Cristo dice aquí: “El que cree en mí, como dice la Escritura.”

Hay que creer en Jesucristo como dice la Escritura, como dice la Palabra de Dios; porque la Escritura, la Palabra de Dios, es el Testimonio que Dios da acerca de Jesucristo. Por lo tanto, hay que creer en Cristo como dice la Escritura.

El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.”

Y ahora, estos ríos de agua viva es el Espíritu Santo. Dice:

Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”

¿Ven? Por lo tanto, el río de agua viva que correrá por el interior, por el vientre, por el interior de las personas que creen en Cristo como dice la Escritura, es el Bautismo del Espíritu Santo, es el Espíritu Santo en cada creyente en Cristo.

Por eso en Gálatas, capítulo 4, dice San Pablo en el capítulo 4, verso 4 al 6:

Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,

para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.

Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!

Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.”

Y ahora, por cuanto Dios envió el Espíritu de Su Hijo, el Espíritu Santo a nuestros corazones, por cuanto somos hijos e hijas de Dios, ya no somos esclavos sino que somos libres y somos hijos e hijas de Dios; hemos recibido la Adopción Espiritual, hemos creído en Cristo como nuestro Salvador, hemos lavado nuestros pecados en la Sangre de Cristo, pues Él con Su Sangre nos limpió de todo pecado; hemos sido bautizados en agua en Su Nombre y Él nos ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego; y así nos ha dado Su Espíritu y ha producido el nuevo nacimiento en nosotros. Eso es la Adopción Espiritual, donde hemos obtenido un cuerpo angelical como el cuerpo angelical de Cristo y como el cuerpo angelical de los ángeles de Dios.

Y ahora, no somos esclavos, sino hijos; y si hijos, también herederos con Dios por medio de Cristo. Somos herederos de Dios por medio de Jesucristo. Nadie puede heredar nada de Dios a menos que sea a través de Jesucristo, y nadie puede recibir la vida eterna a menos que sea a través de Jesucristo, y nadie puede llegar a Dios a menos que sea a través de Jesucristo.

Cristo dijo en San Juan, capítulo 14, verso 6: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”

Y en San Juan, capítulo 10, dice Cristo en el capítulo 10, versos 27 en adelante:

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre uno somos.”

Y ahora, Cristo, a esas ovejas que el Padre le dio para que las busque y les dé la salvación y vida eterna, vean, Cristo dice que esas ovejas oyen Su Voz, la Voz de Cristo, y le siguen. Y Cristo dice: “Yo les doy vida eterna.”

Es vida eterna lo que Cristo le da a todas las personas que escuchan Su Voz, que escuchan el Evangelio de Cristo, que es la Voz de Cristo hablándonos por medio de Su Espíritu Santo, de edad en edad, en medio de Su Iglesia.

Es en medio de la Iglesia de Jesucristo donde ha estado Cristo en Espíritu Santo hablándonos y llamándonos y colocándonos en Su Redil, en Su Iglesia, y dándonos vida eterna. Es vida eterna lo que Él nos ha dado, porque para eso fue que Él vino y murió por nosotros en la Cruz del Calvario. Vean, en San Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante, dice:

El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.”

Vean, y el testimonio que Dios ha dado acerca de Su Hijo es la Palabra de Dios, es la Palabra del Testimonio, que es la Escritura.

Dios por medio de los profetas dio testimonio de Cristo, y Dios por medio de los apóstoles dio testimonio de Cristo. Siempre Dios por medio de Su Espíritu Santo hablando a través de seres humanos.

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”

¿Ven? Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida eterna está ¿en quién? En el Hijo de Dios, que es Jesucristo.

Por lo tanto, para toda persona recibir la vida eterna tiene que venir a los Pies de Cristo, arrepentido de sus pecados, y pedir perdón a Cristo por sus pecados, afligido en su alma por haber pecado contra Dios, y Cristo lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento.

Por eso Pedro, el Día de Pentecostés, en el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 36 en adelante, dijo:

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”

Por eso llamamos a Jesús Señor Jesucristo, porque Dios ha hecho a Jesús Señor y Cristo, porque en Cristo habitó, habita y habitará eternamente la plenitud de la Divinidad, la plenitud de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo:

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

Como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego, y obtuvieron el nuevo nacimiento.

Luego, en este mismo capítulo 2, verso 46 al 47, dice acerca de los creyentes en Cristo de aquellos días, dice:

Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,

alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”

¿Dónde es que Dios coloca, añade, los que han de ser salvos? ¿Los añade dónde? A la Iglesia, en la Iglesia, ahí son añadidos. Cada vez que coloca alguna persona, lo está añadiendo a la Iglesia del Señor Jesucristo, está produciendo Cristo el nuevo nacimiento en la persona; y la persona nace de nuevo, nace en el Reino de Cristo, el cual está en la esfera espiritual en la forma de Su Iglesia.

Por lo tanto, es en la Iglesia donde nacen todos los hijos e hijas de Dios, ahí nacen, nacen en Sion, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, porque es el Israel Celestial. Por lo tanto, así como los granos de trigo nacen en la planta de trigo, los hijos e hijas de Dios nacen en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Cristo se reproduce en hijos e hijas de Dios a través de Su Iglesia. Cristo es el Segundo Adán y la Iglesia de Jesucristo es la Segunda Eva, para tener hijos e hijas de Dios, Cristo, a través de Su Iglesia.

¿Ven lo sencillo que es todo? Y así se va formando esa Familia de Dios, esos hijos e hijas de Dios, de edad en edad, por medio de la unión de Cristo y Su Iglesia reproduciéndose en hijos e hijas de Dios; y así, Dios por medio de Cristo, creando una Nueva Raza con vida eterna, una raza de inmortales, una raza que tiene la inmortalidad del alma; y recibe la inmortalidad espiritual, que es el cuerpo angelical en el cual tiene inmortalidad, porque es un cuerpo eterno ese cuerpo angelical; y luego recibirá la inmortalidad física recibiendo un cuerpo físico, eterno, inmortal, joven y glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Y cuando tengamos ese cuerpo físico glorificado, eso será la Adopción Física, eso es la redención del cuerpo, de la cual nos habló San Pablo en Romanos, capítulo 8, verso 14 en adelante, donde dice:

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios.”

¿Ven? Los que son guiados por el Espíritu de Dios, son los que han recibido a Cristo como su Salvador y arrepentidos de sus pecados han pedido perdón a Cristo por sus pecados, Cristo los ha bautizado y han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y ha producido en ellos el nuevo nacimiento; y ahora son personas guiadas por el Espíritu de Dios, por el Espíritu Santo.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!

El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo...”

¿Ven? Somos herederos de Dios y coherederos con Cristo nuestro Salvador. A todo lo que Cristo es Heredero yo también soy heredero, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también.

Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.”

¿Ven? Vamos a ser glorificados como Cristo, que tiene un cuerpo glorificado. Como Cristo fue glorificado vamos a ser glorificados nosotros también.

Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.

Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.”

La manifestación de los hijos de Dios en cuerpos eternos, en cuerpos glorificados, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;

porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora.”

Y los terremotos que ustedes escuchan que ocurren y los temblores de tierra, y todos estos problemas de la naturaleza, y los volcanes y todas estas cosas, es la naturaleza con dolores de parto para dar a luz un mundo nuevo, para dar a luz el mundo que se usará en el Reino Milenial de Cristo, para dar a luz una tierra en la cual morará la justicia de Dios, porque el Reino de Dios estará establecido en la Tierra por Cristo nuestro Salvador, lo cual es mencionado también como el Reino de David y Trono de David.

Por lo tanto la Tierra está con dolores de parto, está clamando, está clamando por la redención, está clamando por la manifestación gloriosa de los hijos de Dios.

...Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios (¿Ven? La Creación también va a ser libertada).

Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;

y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando (¿esperando qué?) la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”

La Adopción es la redención de nuestro cuerpo, la Adopción es la transformación de nuestros cuerpos, en donde obtendremos el cuerpo eterno, el cuerpo glorificado.

Por lo tanto, cuando tengamos el cuerpo eterno y glorificado ya tendremos la Adopción Física, y por consiguiente tendremos la vida eterna física para vivir sin ponernos viejos, para vivir sin enfermarnos, para vivir sin ningún problema, ningún accidente; por ninguna cosa moriremos porque ya estaremos como inmortales físicamente también.

Actualmente tenemos vida eterna y somos inmortales en nuestra alma, y también en nuestro espíritu, el Espíritu de Cristo que hemos recibido; pero nos falta todavía la Adopción Física, que será el cuerpo nuevo que Él nos va a dar, es la redención de cuerpo.

Por esa manifestación de los hijos de Dios en cuerpos eternos y glorificados es que toda la Creación está gimiendo; porque si somos adoptados, si obtenemos la redención del cuerpo, si obtenemos nuestra Adopción, luego vendrá la redención para toda la Creación, vendrá luego esa libertad o liberación para toda la Creación, para todo el planeta Tierra con todo lo que hay en el planeta Tierra, con los árboles y los animales y así por el estilo. O sea, que toda la Creación será libertada en la libertad o liberación de los hijos de Dios.

Por lo tanto, la Creación gime a una esperando esa Adopción, esa redención del cuerpo, esa transformación nuestra para nosotros los que vivimos, y esa resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados.

Porque todas estas personas que serán adoptadas han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, creyendo en el Testimonio de la Palabra de Dios; por lo tanto, estas personas tienen el Testimonio en sí mismas, y por consiguiente han creído el Testimonio que Dios ha dado acerca de Su Hijo.

Y ahora, estas personas han asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino Eterno, y por consiguiente vivirán eternamente con Cristo en Su Reino Eterno.

Cristo murió por mí, ¿y por quién más? Por cada uno de ustedes también. Cristo murió en la Cruz del Calvario como la Expiación por nuestros pecados, lo cual había sido tipificado en el Antiguo Testamento en el sacrificio de la expiación por el pecado que el sumo sacerdote efectuaba al sacrificar el macho cabrío de la expiación, el día diez del mes séptimo de cada año, para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios.

Pero ya se efectuó el Sacrificio Perfecto, un solo Sacrificio para toda persona que vive en la Tierra, para hebreos y para gentiles también.

Por eso no hay otro Nombre bajo el Cielo, en el cual podamos ser salvos, solamente hay un Nombre, y ese Nombre es el Nombre del Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, que es nuestro amado Señor Jesucristo. Él puso Su vida en Expiación por el pecado, por el pecado nuestro, para que nosotros fuésemos libertados así de nuestros pecados, y fuésemos hechos la justicia de Dios y obtuviéramos la vida eterna.

Por eso fue que Cristo vino a la Tierra y murió en la Cruz del Calvario. Él tuvo esa comisión divina, Él mismo lo dice en San Juan, capítulo 10, versos 14 al 18. Dice:

Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,

así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas (¿ven? Él puso Su vida por mí,¿y por quién más? Por cada uno de ustedes también).

También tengo otras ovejas que no son de este redil (o sea, que no son del pueblo hebreo, son de entre los gentiles); aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”

¿Cómo van a oír la Voz de Cristo si Cristo subió al Cielo, ascendió al Cielo, y está en el Trono del Padre como Sumo Sacerdote, haciendo Intercesión con Su propia Sangre por toda persona que lo recibe como su Salvador? Vamos a escuchar Su Voz por medio del Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo que fue enviado por el Padre en el Nombre del Señor Jesucristo. Es el Espíritu de Cristo en medio de Su Iglesia, el cual habla y el cual llama y junta todas esas ovejas que el Padre le dio para que les dé vida eterna.

Es la Voz de Cristo por medio de Su Espíritu Santo en cada edad, por medio de Su Mensajero de cada edad, llamando y juntando a Sus escogidos, a Sus ovejas, en el Redil del Señor, el Redil del Buen Pastor, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

...Y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”

El Rebaño es la Iglesia del Señor Jesucristo, y el Pastor es Cristo el Buen Pastor, el Espíritu Santo en medio de Su Iglesia pastoreando a Su Iglesia, de edad en edad, por medio de los apóstoles y por medio de cada Mensajero, cada ángel mensajero que El ha enviado de edad en edad.

Y en este tiempo Cristo por medio de Su Espíritu Santo, pastoreando Sus ovejas por medio de Su Enviado correspondiente a este tiempo final del cual dice:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”

Él viene dado Testimonio de la Palabra de Dios. Así viene el Ángel del Señor Jesucristo ungido con el Espíritu Santo. El Espíritu Santo viene en el Ángel del Señor Jesucristo dando Testimonio de la Palabra de Dios; porque Cristo, vean, dijo que envía Su Ángel para dar testimonio de estas cosas en las iglesias; y por consiguiente viene con el Espíritu Santo el Ángel del Señor Jesucristo, dando testimonio de estas cosas en las Iglesias.

Vean, en San Juan, capítulo 15, verso 26 y 27, Cristo dijo:

Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.”

¿Ven? El Espíritu Santo ha venido dando testimonio de Cristo, dando testimonio por medio de la Palabra de Dios, hablando a través de los apóstoles, hablando a través de cada ángel mensajero de cada edad; y para el Día Postrero, para este tiempo final, la promesa es que el Espíritu Santo estará dando testimonio a través del Ángel del Señor Jesucristo; para eso es que ha enviado el Ángel del Señor Jesucristo.

Por lo tanto, el Testimonio de la Palabra es el Mensaje del Evangelio de Cristo que el Espíritu Santo ha estado dando a través de los apóstoles y a través de los diferentes Mensajeros que Él ha enviado.

Y para este tiempo final, en adición al Testimonio que el Espíritu Santo ha estado dando acerca de Cristo, acerca de la Primera Venida de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario como el Cordero de Dios quitando el pecado del mundo, además del Testimonio que el Espíritu Santo ha estado dando de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, también el Espíritu Santo en este tiempo final estará dando testimonio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Por lo tanto, para este tiempo final el Espíritu Santo, por medio de la Palabra de Dios, estará dando Testimonio en toda Su plenitud, está dando el doble Testimonio: el Testimonio de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y el Testimonio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Es el Espíritu Santo el Maestro de la Iglesia y de todo ser humano. Él es el que fue enviado para enseñar a la Iglesia del Señor Jesucristo. En San Juan, capítulo 14, verso 26, Cristo dijo:

Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”

¿Ven? El Padre en el Nombre de Jesucristo enviaría al Espíritu Santo; y el Espíritu Santo, por consiguiente, vendría en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Para qué? Para enseñar a los creyentes en Cristo, a la Iglesia de Jesucristo, todas las cosas, y recordarle las cosas que Cristo habló.

Por lo tanto, vean, el Espíritu Santo es el Maestro de la Iglesia del Señor Jesucristo, pero ha usado velos de carne para hablar a través de esos velos de carne y enseñarle a la Iglesia todas las cosas que la Iglesia debe conocer; ha venido dando Testimonio el Espíritu Santo de la Palabra de Dios.

Y por medio de San Pedro y por medio de los demás apóstoles y por medio de los ángeles mensajeros de cada edad, ha estado dando testimonio y ha estado enseñando a la Iglesia todas las cosas que la Iglesia necesita saber.

Y para este tiempo estará dando Testimonio el Espíritu Santo, por medio de Su Ángel Mensajero, de todas las cosas que deben suceder pronto en este tiempo final, y estará dándonos Testimonio también de lo que ya Cristo ha hablado por medio de Sus apóstoles y por medio de los profetas y por medio de los diferentes ángeles mensajeros, y estará dándonos a conocer las cosas que deben suceder en este tiempo final.

Por consiguiente, estará profetizando el Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero todas estas profecías de las cosas que deben suceder. Por eso dice Apocalipsis, capítulo 22, verso 6:

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”

Para mostrar las cosas que deben suceder pronto ¿quién ha sido comisionado? El Ángel del Señor Jesucristo. Para mostrar a la Iglesia de Jesucristo, y por consiguiente, a todo creyente en Cristo, todas las cosas que han de suceder pronto en este tiempo final, ¿quién ha sido enviado? El Ángel del Señor Jesucristo, en quien estará el Espíritu Santo manifestado y hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto.

En Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, Juan el Apóstol escuchó la Voz de Cristo como una voz de trompeta que le dijo: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”

¿Ven? Y para dar a conocer estas cosas que sucederán después de las que ya han sucedido en edades pasadas, Cristo dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”

Para dar testimonio de qué cosas? De las cosas que deben suceder pronto. Por lo tanto, el Testimonio de la Palabra es el Testimonio que reciben todos los escogidos de Dios en el tiempo que les toca vivir; y ese Testimonio de la Palabra, de la Escritura, gira alrededor de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, todo Mensajero de Dios lleno del Espíritu Santo para la edad en que Cristo lo envía, viene con el Espíritu Santo; y el Espíritu Santo viene en él dando Testimonio de estas cosas, dando Testimonio de la Palabra de Dios; y por consiguiente, con la Palabra de Dios viene dando Testimonio de Jesucristo nuestro Salvador, para que toda persona escuche el gran misterio de la Primera Venida de Jesucristo a la Tierra en carne humana, y obtenga el propósito de Su Primera Venida.

Cristo dijo: “Nadie me quita la vida, yo la pongo por mi mismo para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.” Eso está en San Juan, capítulo 10, donde estuvimos leyendo hace unos minutos atrás. Capítulo 10, verso 17 en adelante, donde dice:

Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.

Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.”

¿Ven? Él vino ya con un mandamiento divino: de poner Su vida por nosotros y luego volverla a tomar, o sea, resucitar. Y todo esto de la muerte de Cristo, vean, en San Juan, capítulo 11, verso 49 al 53, dice de San Juan:

Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada (le dijo al concilio del sanedrín, al concilio de la religión hebrea, que estaba reunido para ver qué decidían hacer con Jesús);

ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.

Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;

y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.

Así que, desde aquel día acordaron matarle.”

Y ahora, la muerte de Cristo fue, no solamente por la nación hebrea, murió por la nación hebrea, pero no solamente por la nación hebrea sino para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.

Y han estado dispersos por el mundo entero, pero vean, al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo han recibido a Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo arrepentidos de sus pecados, han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y ha producido en ellos el nuevo nacimiento, han nacido a la vida eterna en el Reino Eterno de Cristo nuestro Salvador, han nacido como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios.

Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios,” no entrará al Reino de Dios. Por lo tanto, si se requiere nacer de nuevo para entrar, pues hay que nacer de nuevo. Cristo dice:

No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”

Por lo tanto, no te maravilles de que Cristo te diga también a ti que es necesario que nazcas de nuevo: “Os es necesario... Te es necesario nacer de nuevo.” Si quieres vivir eternamente y quieres entrar al Reino de Dios tienes que nacer de nuevo.

“¿Y cómo puede hacerse esto?” preguntó Nicodemo. Pues naciendo del Agua y del Espíritu. ¿Y cómo nacemos del Agua y del Espíritu? Nacer del Agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, en donde la persona escucha la predicación del Evangelio de Cristo, en donde se le da a conocer la Primera Venida de Cristo y su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, para que el ser humano pueda obtener el perdón de sus pecados a través de Cristo.

Cristo ordenó a sus discípulos predicar el arrepentimiento y el perdón de los pecados en Su Nombre, en el Nombre del Señor Jesucristo, para que todo ser humano conozca el misterio de la muerte de Cristo, que es el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, y que la persona arrepentida de sus pecados, teniendo dolor en su alma por haber pecado contra Dios, pida perdón a Dios por sus pecados y obtenga el perdón de sus pecados, y sea limpio de todo pecado con la Sangre de Jesucristo, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y Cristo le bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento.

Esa persona ha creído el Testimonio de la Escritura, el Testimonio de la Palabra de Dios, y ha nacido la fe de Cristo en su alma; eso es nacer del Agua, nacer de la predicación del Evangelio de Cristo.

Y nacer del Espíritu es recibir del Espíritu Santo, donde la persona obtiene el nuevo nacimiento y así entra al Reino de Dios. ¿Ven el porqué Cristo ordenó a sus discípulos a ir por todo el mundo predicando el Evangelio de Cristo? Y dijo:

Y el que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Tan simple como eso. Es un asunto de fe en Cristo para obtener la salvación y vida eterna, y así asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino Eterno; y es un asunto de no creer en Cristo para la persona ser condenada y ser echada en el lago de fuego, y no vivir eternamente, sino morir, dejar de existir en alma, en espíritu y cuerpo.

Pero nadie quiere dejar de existir, todos queremos vivir eternamente; y queremos vivir eternamente en una condición mejor, mejor que la que tenemos en la actualidad, y eso es lo que Cristo ha prometido para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también.

Cristo ha prometido la vida eterna, y Él nos va a dar vida eterna, y nos dará vida eterna física cuando nos dé el cuerpo eterno y glorificado y joven, y entonces viviremos en una condición física mucho mejor, con un cuerpo glorificado que nunca se pondrá viejo, un cuerpo glorificado que no tendrá limitaciones de ninguna clase.

Podremos viajar a la velocidad del pensamiento, o mucho más rápido que la velocidad del pensamiento; y podremos viajar no solamente en esta Tierra, sino a otros mundos, a otros planetas, a otras galaxias, a otros sistemas solares... Así como Cristo, cuando resucitó glorificado le aparecía a los discípulos y luego se desaparecía.

Y luego de 40 días apareciendo y desapareciendo a Sus discípulos y hablándole a Sus discípulos acerca del Reino, luego subió al Cielo, ascendió al Cielo victorioso, y una nube se lo llevó.

¿Ven? Y así pasó de esta dimensión terrenal a la dimensión celestial, a la séptima dimensión, y fue la primera ocasión en que un hombre con un cuerpo físico pero glorificado entró a la séptima dimensión, y por consiguiente, al Lugar Santísimo del Templo Celestial, y se sentó en el Trono de Dios.

Nunca antes en la historia divina, nunca antes se había sentado en el Trono de Dios un hombre con un cuerpo físico glorificado; solamente había estado allí y se había sentado allí Dios, Dios con Su cuerpo angelical.

Dios allí en Espíritu ha estado con el Título de Propiedad en Su mano, pero ahora Cristo dice que Él se sentaría con el Padre en Su Trono, se sentaría a la diestra de Dios. San Marcos, capítulo 14, verso 61 en adelante dice... Esto fue cuando el sumo sacerdote y el concilio del sanedrín estaban juzgando a Cristo. Dice:

Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?

Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.”

Vean cómo aquí Cristo ya sabía y da testimonio de que será así, de que Él va a ascender al Cielo y se va a sentar a la diestra de Dios. Esto es sentarse en el Trono de Dios, por consiguiente, así como Cristo ha hecho. Aquí está en Apocalipsis, capítulo 3, verso 20 al 21, dice:

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono (sentarse a la diestra de Dios es sentarse en el Trono de Dios).

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”

En la misma forma en que Cristo se sentó en el Trono del Padre con el Padre, cuando ascendió victorioso al Cielo, así también Cristo le dará al Vencedor, que será el Ángel del Señor Jesucristo, que se siente con Él (con Cristo) en Su Trono.

El Trono de Cristo es el Trono de David en el Reino Mesiánico Milenial, en el cual Cristo se sentará en el Trono de David, y con Él el Vencedor, que será el Ángel del Señor Jesucristo, aquel que obtendrá la victoria en el amor divino en el Día Postrero; así como Cristo venció y se sentó con el Padre en el Trono de Dios.

Y Cristo es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, donde estaba el Nombre de Dios en el Antiguo Testamento conforme al Éxodo, capítulo 23, verso 20 al 23; y por eso cuando vino el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Cristo, cuando se hizo carne y vino en medio del pueblo hebreo, dijo: “Yo he venido en Nombre de mi Padre.”

¿Ven? Y ahora, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que se hizo carne y murió por nosotros en la Cruz del Calvario para establecer el Nuevo Pacto que Dios había prometido en Jeremías, capítulo 31, verso 31 en adelante, ahora Cristo, el Ángel del Pacto, estableció el Nuevo Pacto y colocó la Sangre del Nuevo Pacto, que es Su Sangre que Él derramó en la Cruz del Calvario.

Y ahora, ha establecido un Nuevo Pacto, Cristo el Ángel del Pacto, y Él está en el Trono del Padre haciendo Intercesión por toda persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador.

Para una persona sentarse en el Trono de Dios en el Cielo, tenía que ser una persona donde estuviera el Nombre de Dios. ¿Y el Nombre de Dios estaba dónde? En el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová.

Por lo tanto, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, donde estaba el Nombre de Dios, el cual luego se hizo carne, fue el que se sentó en el Trono de Dios con Su cuerpo glorificado, en ese Trono Celestial. Por eso Él dijo: “Todo Poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.” Porque el poder de un rey lo tiene el que esté sentado ¿dónde? En el trono.

Y ahora, en la misma forma en que Cristo venció y se sentó con el Padre en Su Trono, dice: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi Trono.”

Y ahora, el Trono de Cristo es el Trono de David; el Trono del Padre es el Trono que está en el Cielo, donde Cristo se sentó. Pero ahora, Cristo en este tiempo final reclamará Su Trono, el Trono de David, y reclamará el Reino de David para establecer el Reino de Dios en la Tierra, que es el Reino de David.

Y entonces el Reino de Dios estará en la Tierra y gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Y yo estaré en ese Reino, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. ¿Por qué? Porque hemos escuchado y hemos creído el Testimonio de la Palabra, el Testimonio de la Escritura, el Testimonio de la Palabra de Dios.

Y hemos recibido a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, creyendo en el Testimonio que la Palabra de Dios da acerca de Jesucristo nuestro Salvador.

La Escritura, la Palabra de Dios, da testimonio de que Jesús, el Mesías, el Cristo, es el Hijo de Dios que vino y murió en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados. ¿Y por los pecados de quién más? Por los pecados de cada uno de ustedes también. Para así redimirnos y congregarnos en uno, en Cristo, en Su Cuerpo Místico de creyentes.

“Dios muestra Su Amor para con nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros.”

Cristo murió por nosotros. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” San Juan, capítulo 3, verso 16.

Y ahora, San Pablo en Romanos, capítulo 5, verso 6 en adelante, dice:

Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno.

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”

La muerte de Cristo fue por nosotros, fue por mí, ¿y por quién más? Por cada uno de ustedes también.

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”

Y ahora, por medio de Jesucristo es que hemos recibido la reconciliación con Dios y hemos sido restaurados a la vida eterna, porque hemos creído en el Testimonio de la Palabra de Dios que da acerca de Jesucristo nuestro Salvador, y lo hemos recibido como nuestro único y suficiente Salvador, y Él nos ha dado la vida eterna.

Él me ha dado la vida eterna a mí, porque lo recibí como mi Salvador creyendo el Testimonio de la Palabra, de la Palabra de Dios, el Testimonio que da acerca de Jesucristo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Por lo tanto, ya tenemos vida eterna acá en nuestra alma y en nuestro espíritu, y nos falta solamente el cuerpo nuevo y eterno, con vida eterna, para ser inmortales físicos o físicamente, como nuestro amado Señor Jesucristo.

Todo esto es porque hemos creído el Testimonio de la Palabra y lo hemos recibido como nuestro único y suficiente Salvador, y hemos asegurado nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino Eterno.

Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre; pero el que me negare delante de los hombres, yo le negaré delante de mi Padre.” San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33.

Y para que toda persona tenga la oportunidad de confesar públicamente a Cristo como su Salvador, para que Cristo lo confiese delante del Padre Celestial, Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Tan simple como eso. Para eso es que se predica el Evangelio de Cristo: para que la persona sepa a quién creer y porqué creer, para que sepa que para recibir la vida eterna hay que creer en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Ese es el propósito, la meta de la predicación del Evangelio de Cristo: la salvación y vida eterna para toda persona que cree en Cristo y lo recibe como su único y suficiente Salvador, y da testimonio público de su fe en Cristo.

Ya yo he creído y he dado testimonio público de mi fe en Cristo, lo he recibido como mi Salvador y he sido bautizado en agua en Su Nombre, y Él me ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y ha producido en mí el nuevo nacimiento y ya me ha dado la vida eterna. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también, porque hemos creído en el Testimonio de la Palabra, hemos creído en el Evangelio de Cristo, que es el Testimonio que da Dios por medio de Su Palabra acerca de Cristo y Su Primera Venida.

Si hay alguna persona que todavía no ha dado testimonio público de su fe en Cristo y no lo ha recibido como Salvador: no tiene vida eterna, todavía no ha asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino Eterno, pero quiere vivir eternamente.

Por lo tanto, hay una sola forma de vida eterna, hay una sola forma en que el ser humano puede obtener la vida eterna, y es a través de Jesucristo nuestro Salvador. No hay otra forma en que el ser humano obtenga la vida eterna.

Por lo tanto, los que todavía no han dado testimonio público de su fe en Cristo, creyendo el Testimonio de la Palabra de Dios que da acerca de Cristo, en esta ocasión pueden dar testimonio público de su fe en Cristo, pues ya escuchó la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en su alma.

O sea, por medio de la Palabra, del Testimonio de Cristo, el Evangelio de Cristo, Cristo ha creado esa fe en su alma para creer en Cristo, para creer en Él, y usted dar testimonio público de su fe en Cristo recibiéndolo como su único y suficiente Salvador.

Ya nació la fe de Cristo en su alma, y ahora ya usted sabe que cree en Cristo como su único y suficiente Salvador. Ya usted sabe porqué vino Cristo dos mil años atrás a la Tierra y porqué tuvo que morir en la Cruz del Calvario: para darnos la salvación y vida eterna. Él murió por nuestros pecados, para quitar de nosotros nuestros pecados.

Por lo tanto, ahora usted dando testimonio público de su fe en Cristo y recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador, recibe el perdón de sus pecados, es limpio con la Sangre de Cristo de todo pecado, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en usted el nuevo nacimiento; y así usted nace a la vida eterna en el Reino Eterno de Jesucristo, y así usted ha asegurado su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino Eterno.

Por lo tanto, bien puede dar testimonio público de su fe en Cristo toda persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador. Puede hacerlo en esta ocasión, puede dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador; para lo cual daremos algunos minutos para que tenga la oportunidad de venir a los Pies de Cristo, dando testimonio público de vuestra fe en Cristo y recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador.

Para ustedes que están aquí presentes en Villahermosa, Tabasco, República Mexicana, y también para ustedes que están en Brasil, en Argentina, en Paraguay, en Uruguay, en Bolivia, en el Perú, en Ecuador, en Colombia, en Venezuela, en toda la República Mexicana, y también allá en Puerto Rico, y también los que están en la República Dominicana y demás países del Caribe y de la América Latina, y también en Europa y también en el África.

También ustedes pueden venir para dar testimonio público de vuestra fe en Cristo recibiéndole como vuestro único y suficiente Salvador. Ya pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, los aquí presentes, para dar testimonio público de vuestra fe en Cristo. Y también los que están en los demás países, y también los que están en todas las demás iglesias en todos los demás países.

Todos los que están a través de internet y del satélite o de la televisión, también pueden venir a los Pies de Cristo para dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y así nazcan a la vida eterna en el Reino Eterno de Dios, que es el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, dando testimonio público de vuestra fe en Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado.

Todos ustedes quieren vivir eternamente, y ya han escuchado cómo es que tenemos que hacer para obtener la vida eterna: Recibiendo a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador obtenemos la salvación y vida eterna.

Toda persona que recibe a Cristo como Salvador creyendo en Él de todo corazón, recibe la vida eterna. Es para recibir la vida eterna que recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, pues es vida eterna lo que Cristo le da a los que lo reciben como Salvador.

Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad de Villahermosa, y en las ciudades cercanas y en toda la República Mexicana; y por consiguiente, se está llenando el Reino de Cristo de mexicanos en este tiempo final; y también de brasileiros, y también de argentinos, y también de colombianos, y también de venezolanos, y también de peruanos y también de ecuatorianos, y también de paraguayos, y también de uruguayos, y también de bolivianos.

Se está llenando el Reino de Dios de latinoamericanos y caribeños; y también de africanos, allá en el África, que están recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Y también de norteamericanos, y también de europeos; de todos los que lo reciben como su único y suficiente Salvador; de esos es que se está llenando el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Están entrando al Reino de Cristo, al Reino de Dios, millones de seres humanos, y han estado entrando desde el Día de Pentecostés.

Y ahora, en este tiempo final entrarán los últimos escogidos de Dios al Reino de Dios, al Reino de Cristo, a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y cuando se complete ese número de escogidos que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, se habrá completado la familia de Dios, se habrá completado la Iglesia del Señor Jesucristo, se habrán completado los hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios.

Ustedes están aquí presentes en esta actividad, y ustedes allá en los diferentes países que están viendo y escuchando esta actividad y esta conferencia: ustedes están escuchando y viendo esta conferencia (y ustedes aquí presentes también están) porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, y por esa causa el Espíritu de Dios les movió para estar en esta actividad, para estar escuchando y viendo esta actividad, para escuchar el Testimonio de la Palabra de Dios, escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y entender el porqué vino Cristo a la Tierra y porqué murió en la Cruz del Calvario, entender que fue por mí, ¿y por quién más? Por cada uno de ustedes también.

Él vino y murió por mí y por cada uno de ustedes también, para que nosotros recibamos la vida eterna a través de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, para lo cual lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él salve nuestra alma y nos dé la vida eterna.

Sin vida eterna ningún ser humano podrá vivir en el Reino de Cristo. Tenemos que recibir la vida eterna a través de Cristo, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino Eterno y permanecer jóvenes para toda la eternidad.

Jesucristo está tan joven como cuando Él se fue al Cielo, no se ha puesto viejo. Cuando tengamos el cuerpo nuevo y glorificado lo vamos a ver a Él también en Su cuerpo glorificado, y vamos a ver que está tan joven como cuando Él resucitó glorificado.

Por lo tanto, la bendición de la inmortalidad, de la vida eterna, Él la tiene ¿para quién? Para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también.

Es para recibir la vida eterna que damos testimonio público de nuestra fe en Cristo, y lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador.

Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo las personas que faltan por venir a los Pies de Cristo. Las personas que faltan por dar testimonio público de su fe en Cristo, pueden venir, pueden pasar al frente, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por ustedes.

También los que están en otras naciones, en otros países, y están a través de internet o del satélite o de la televisión, viendo y escuchando esta conferencia, también pueden venir al frente, pueden venir a los Pies de Cristo, pueden venir para recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por los que están aquí presentes y por los que están en las diferentes naciones, diferentes países y diferentes iglesias, viendo y escuchando esta actividad y esta conferencia.

Todavía vienen más personas, por lo tanto, esperaremos unos segundos en lo que llegan las personas que faltan por venir a los Pies de Cristo. Vamos a dar unos segundos. Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Tan simple como eso. Todos queremos ser salvos, nadie quiere ser condenado, todos queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino, nadie quiere ser condenado y ser echado en el lago de fuego, donde será quemado. No, todos queremos ser salvos y vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad, y tener un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y perfecto y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

Y para que eso sea posible Cristo vino y murió por mí en la Cruz del Calvario, ¿y por quién más? Por cada uno de ustedes también.

Y ahora, lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador y Él nos da el perdón de nuestros pecados, con Su Sangre nos limpia de todo pecado, perdonando nuestros pecados, y somos bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y nos da la vida eterna. Tan simple como eso.

Pero hay que hacer las cosas como está en la Palabra, como está en la Escritura, para obtener las bendiciones y vida eterna. Hay que creer en Cristo como dice la Escritura, así fue que Cristo dijo que teníamos que creer en Él.

El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”

Pero ya fue glorificado y envió el Espíritu Santo el Día de Pentecostés, y está en medio de Su Iglesia; y bautiza a cada creyente en Cristo, lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce el nuevo nacimiento en la persona.

Todavía vienen más personas de camino, por eso estamos dando unos segundos en lo que llegan todas las personas que faltan por llegar a los Pies de Cristo para dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador.

Hay más personas que quieren vivir eternamente con Cristo, y esta es la oportunidad para dar testimonio público de su fe en Cristo.

No hay decisión más importante en la vida de una persona, que recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque esa es la única decisión que coloca a la persona en la vida eterna.

Usted puede hacer muchas decisiones en su vida, y puede hacer decisiones muy importantes en su vida, como estudiar para obtener una posición y obtener un buen trabajo, lo cual es bueno... Siempre recomendamos a los jóvenes que estudien y se hagan de sus profesiones; pero esa profesión no le coloca a usted en la vida eterna.

También la persona decide luchar, trabajar para hacerse rico; y hacerse rico, esa decisión no lo coloca a usted en la vida eterna.

Vean, el hombre rico del cual Cristo habló cuando habló del hombre rico y de Lázaro el mendigo. Vean, el hombre rico había hecho su decisión de hacerse rico; se hizo rico y murió, y luego fue al infierno. ¿Ven? Porque esa decisión de hacerse rico no coloca a la persona en la vida eterna.

Cristo preguntó en San Mateo 16, versos 26 en adelante:

Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras (según sus obras).”

¿Ven? Por lo tanto, no hay otra decisión más importante para el ser humano que recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque esa es la decisión que coloca a la persona en la vida eterna con Jesucristo en Su Reino Eterno. Por eso se predica el Evangelio de Cristo en el Nombre del Señor Jesucristo, y el arrepentimiento y el perdón de pecados: para que toda persona pueda obtener la redención, pueda obtener la salvación y vida eterna, por medio de Jesucristo.

La salvación es exclusivamente a través de nuestro amado Señor Jesucristo, y la vida eterna es otorgada al ser humano exclusivamente a través de Jesucristo nuestro Salvador; porque Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en Su Hijo, en Jesucristo.

Así como cuando una persona le dice: “Te voy a dar agua porque tienes sed.” Le trae un vaso con agua y la persona le dice... Es colocado el agua en el vaso, ¿y usted va a decir: “No quiero el vaso, solamente lo que quiero es el agua.”? No. Usted toma el vaso para poder tomar el agua.

Y por cuanto el Agua de la Vida Eterna, que es el Espíritu Santo, está en Cristo (porque Dios lo colocó en Cristo, Dios colocó esa vida eterna en Cristo), para tomar el Agua de la Vida Eterna tenemos que tomar el Vaso, que es Cristo; y en ese Vaso está el Agua de la Vida Eterna, está el Espíritu Santo.

Y por consiguiente, al recibir a Cristo, estamos recibiendo la vida eterna, porque la vida eterna está en Jesucristo, Dios nos da la vida eterna en el Vaso llamado Jesucristo. Fuera de ese Vaso no hay vida eterna para ser otorgada a ninguna persona.

Es por medio de Jesucristo que Dios nos da la vida eterna. Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en Jesucristo. El que tiene al Hijo (a Jesucristo) tiene la vida (la vida eterna), el que tiene a Cristo acá porque lo recibió como su Salvador, pues tiene la vida eterna porque Cristo está acá.

Y el que no tiene a Cristo acá, pues no tiene la vida eterna; lamentablemente la persona se conformó con una vida terrenal, que es temporal, que a la mayor parte de las personas se le termina antes de los 100 años; y los que llegan a 80 y 90 años, ya llegan con bastante trabajo.

¿Ven? Por lo tanto, la vida más importante no es esta vida, es la vida eterna. Pero esta vida terrenal tiene una importancia, tiene un propósito divino, el cual todo ser humano necesita entender: Estamos aquí en la Tierra con y para un propósito divino: para que escuchemos la predicación del Evangelio de Cristo, lo recibamos como nuestro único y suficiente Salvador, seamos lavados con la Sangre de Cristo de todo pecado, seamos bautizados en agua en Su Nombre, recibamos el Espíritu de Cristo y obtengamos la vida eterna.

Tenemos esta vida terrenal y temporal para un propósito: para que hagamos contacto con Cristo recibiéndolo como nuestro Salvador, y obtengamos la vida eterna, y así confirmemos nuestro lugar en la vida eterna con Cristo en Su Reino Eterno.

Tenemos entonces que asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino Eterno. Así como usted y yo confirmamos nuestro lugar en esta vida terrenal, y aseguramos nuestro lugar en esta vida terrenal. ¿Y cómo lo hicimos? Naciendo. El que no nació, pues no aseguró su vida terrenal, no aseguró vivir en esta Tierra. Solamente los que han nacido a través de sus padres terrenales confirmaron su lugar en esta vida terrenal; aunque es temporera, pero confirmaron su lugar ¿para qué? Para luego buscar la vida eterna, ¿cómo? A través de Cristo.

¿Y cómo confirmamos nuestro lugar en la vida eterna? Así como fue necesario nacer para tener vida en esta Tierra, en esta vida terrenal, es necesario nacer de nuevo para obtener la vida eterna; nacer del Agua y del Espíritu, nacer de la predicación del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo; y así nacemos a la vida eterna en el Reino Eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Y así como obtuvimos un cuerpo físico al nacer en esta vida terrenal, y obtuvimos un cuerpo espiritual, un espíritu; también cuando nacemos de nuevo recibimos el Espíritu de Cristo, y por consiguiente obtenemos un cuerpo angelical eterno; y luego recibiremos un cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible, joven y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, lo cual es para todos aquellos que han confirmado su lugar en la vida eterna.

Todavía, si falta alguna otra persona por venir a los Pies de Cristo para dar testimonio público de su fe en Cristo, puede hacerlo en estos momentos, puede venir a los Pies de Cristo en estos momentos, arrepentido de sus pecados, para confesar a Cristo sus pecados y pedirle perdón a Cristo por sus pecados, y recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, para que Cristo les perdone, con Su Sangre les limpie de todo pecado, sean bautizados en agua en Su Nombre y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y así nazcan a la vida eterna en el Reino Eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Porque han hecho la decisión más importante de vuestra vida: la decisión de recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, la decisión que les coloca en la vida eterna con Cristo en Su Reino Eterno, la decisión que nos colocará con Cristo en Su Reino Eterno con cuerpos eternos y glorificados.

Esa es la decisión más grande que ustedes han hecho: la decisión de recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.

Todavía veo más personas que vienen de camino. Vamos a dar unos segundos en lo que llegan las personas que faltan por venir a los Pies de Cristo. Es que Dios tiene mucho pueblo aquí en Villahermosa; y como tiene mucho pueblo, los está llamando Cristo por medio de Su Espíritu Santo a través de la predicación del Evangelio de Cristo.

Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón,” dice San Pablo en Hebreos, capítulo 3, verso 7, y Hebreos, capítulo 4, verso 7 también. Cristo está llamando a Sus ovejas y está trayéndolas a Su Redil, a Su Iglesia.

Los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.”

También a los niños de diez años hacia abajo los presentamos a Cristo, para que Cristo los reciba en Su Reino, para que así estén asegurados para vivir eternamente con Cristo en Su Reino Eterno.

Los padres siempre dicen: “Yo amo mucho a mi hijo o a mi hija, o a mis hijos (si tienen muchos);” y cuando nacen y son bebés, le dicen acariciándolos: “Yo te amo mucho, yo te quiero mucho.”

Pues si lo quiere mucho, lo más grande que usted puede hacer por sus bebés, por sus hijos, es llevarlos a los Pies de Jesucristo para que Cristo les reciba en Su Reino y les dé la vida eterna.

Esa es la expresión máxima del amor de los padres hacia los hijos. No hay otra expresión más alta que llevar a sus hijos a los Pies de Jesucristo, para que Cristo les dé la salvación y vida eterna, para que Cristo los reciba en Su Reino.

Así como no hay expresión mayor de Dios hacia el ser humano que Cristo. Nos dio a Cristo para que Él muriera por nosotros en la Cruz del Calvario, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. ¿Por qué?

Porque de tal manera amó Dios al mundo.”

¿Ven? Esa es la expresión máxima del Amor de Dios hacia el ser humano: que nos ha dado a Su Hijo Unigénito para que todo aquel que en Él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.

Y nosotros hemos sido impactados por el Amor de Dios hacia nosotros al darnos a Jesucristo, y Él nos aceptado el Amor de Dios expresado a través de Cristo; porque la persona, cuando recibe el Amor de Dios, ¿qué ha recibido? Ha recibido a Cristo.

Al recibir el Amor de Dios se recibe a Cristo, que es la expresión máxima del Amor de Dios hacia el ser humano. Por lo tanto, ustedes están recibiendo el Amor de Dios expresado en Jesucristo, al venir dando testimonio público de vuestra fe en Cristo, para recibirlo como vuestro único y suficiente Salvador.

Vamos ya a orar por las personas que han pasado. Si falta todavía alguna persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir.

Algunas veces hay personas que son tímidas, y luego de escuchar y creer de todo corazón, cuando les toca el momento de dar testimonio público de su fe en Cristo, como son tímidos y les da así timidez y se avergüenzan de que los vean pasando al frente, se aguantan.

Pero para recibir a Cristo y recibir la vida eterna a través de Cristo, no podemos ser tímidos, no podemos avergonzarnos de Cristo. Tenemos que, con sencillez de corazón y arrepentidos de nuestros pecados, venir a los Pies de Cristo para recibirlo como vuestro único y suficiente Salvador.

Cristo no se avergüenza de las personas que públicamente dan testimonio público de su fe en Él. Él dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre; pero el que me negare delante de los hombres, yo le negaré delante de mi Padre.”

¿Ven? Es un asunto de vida o muerte, es un asunto de salvación o de condenación. No confesar públicamente a Cristo como nuestro Salvador, no recibirlo como nuestro Salvador, no creer en Él como nuestro Salvador, significa que Cristo nos negará delante de nuestro Padre Celestial, y por consiguiente Dios no nos dará la vida eterna.

Pero si lo confesamos públicamente como nuestro Salvador, Él dijo: “El que me confesare, el que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre.”

Por lo tanto, es un asunto de vida eterna confesar a Cristo públicamente como nuestro único y suficiente Salvador; y eso es visto desde el Cielo, y Cristo desde el Cielo hace intercesión por nosotros, con Su propia Sangre nos limpia de todo pecado y nos presenta ante Dios sin pecados; y por consiguiente, nos da Dios por medio de Cristo la vida eterna. ¿Ven? Y entramos al Reino de Dios.

Todavía si falta alguna persona por venir a los Pies de Cristo para dar testimonio público de su fe en Cristo, puede hacerlo, y ya estaremos orando por todos los que han venido a los pies de Cristo.

También los que están en otras naciones a través de internet o a través del satélite o a través de la televisión, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo.

Y ya vamos a orar por los que han venido dando testimonio público de su fe en Cristo. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, vamos a cerrar nuestros ojos y vamos a repetir esta oración que haré por ustedes.

Señor Jesucristo, vengo a Ti creyendo en Ti de todo corazón, creyendo en Tu Primera Venida y creyendo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados.

Ya he escuchado la predicación de Tu Evangelio y nació en mí, en mi alma, en mi corazón, Tu fe. Creo en Ti de todo corazón, y doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.

Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador, Te ruego perdones mis pecados y Te ruego me limpies con Tu Sangre de todo pecado, y Te ruego me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento.

Quiero nacer en Tu Reino, quiero nacer a la vida eterna para vivir Contigo por toda la eternidad. Por lo tanto, Te ruego me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y así produzcas en mí el nuevo nacimiento, así yo nazca del Agua y del Espíritu en Tu Reino Eterno y Glorioso.

Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma. Salva mi alma, Señor Jesucristo, Te lo ruego. En Tu Nombre Eterno y Glorioso, Señor Jesucristo, Te lo ruego. Amén y amén.

Y todos decimos: ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, por cuanto ustedes han creído el Testimonio de la Palabra de Dios que Él da acerca de Jesucristo nuestro Salvador, como nuestro único y suficiente Salvador, y lo hemos recibido como nuestro único y suficiente Salvador.

Ha sido predicado el Evangelio de Cristo como Cristo ordenó cuando dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”

Y ustedes escucharon, han creído y han recibido a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, porque “con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.”

Ustedes me dirán: “Todavía me falta algo, me falta ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y deseo ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar en agua en el Nombre del Señor Jesucristo?” Es la pregunta de vuestra alma, de vuestro corazón.

Por cuanto ustedes han creído en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, de todo corazón, y lo han recibido como vuestro Salvador dando testimonio público de vuestra fe en Cristo, bien pueden ser bautizados en agua, bien pueden ser bautizados en agua hoy mismo en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nazcan en el Reino Eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus Pies y les dé la salvación y vida eterna, para que estén con ustedes en el Reino Eterno de Jesucristo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y ahora, pregunto al Rvdo. Andrés Cruz Gallego si hay agua. Hay agua, hay bautisterios en ambos lados, aquí en la plataforma, y también, allá también hay bautisterios.

¿Hay vestidores de ropa también? Hay vestidores de ropa. ¿También hay ropas bautismales? También. ¿Hay personas que les ayudarán? Hay también personas que les ayudarán para ir al lugar donde se cambiarán de ropas, se pondrán ropas bautismales para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y también cuidarán de vuestras ropas en lo que ustedes serán bautizados en agua.

Y luego regresarán y se cambiarán de ropas de nuevo, y se pondrán las ropas de ustedes para regresar a sus hogares gozosos y agradecidos a Cristo por la salvación de vuestra alma.

También hay ministros que estarán llevando a cabo lo bautismos en agua, en el Nombre del Señor Jesucristo, de todos ustedes.

Y en el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. La persona, al recibir a Cristo muere al mundo, ha muerto al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, eso tipológicamente significa que la persona está siendo sepultada, como Cristo fue sepultado.

Y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales, eso significa, tipifica, que la persona ha resucitado a una nueva vida, a la vida eterna, con Jesucristo en Su Reino Eterno para vivir con Cristo en Su Reino y servirle todos los días de su vida.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua hoy mismo, en el Nombre del Señor Jesucristo; y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos, y les acompañe todos los días de vuestra vida terrenal; y nos continuaremos viendo, ya sea en este cuerpo físico que tenemos o en el nuevo cuerpo cuando Cristo nos dé el cuerpo glorificado y eterno.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos. Con nosotros nuevamente el Rvdo. Andrés Cruz Gallego para indicarles hacia dónde caminar las damas para cambiarse de ropas, para colocarse las ropas bautismales, y hacia dónde caminar los caballeros para colocarse las ropas bautismales.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

EL TESTIMONIO DE LA PALABRA.”