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Un Mensaje Universal 2004-11-22 1 Guayaquil EC 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes aquí en Guayaquil unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y también los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela.

Para esta ocasión, aquí en Guayaquil, Ecuador, tenemos como texto bíblico San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, para leer y de ahí tomar nuestro tema para esta ocasión. Dice en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, Cristo ya resucitado hablando con Sus discípulos dice, les dice:

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “UN MENSAJE UNIVERSAL.”

Un Mensaje Universal es el Mensaje que Cristo ordenó a Sus discípulos llevar por todo el mundo.

¿Por qué el Mensaje que Cristo ordenó a Sus discípulos llevar por todo el mundo es un Mensaje Universal? Porque es un Mensaje de buenas noticias, de buenas nuevas, para todos los seres humanos. Para todos los seres humanos las buenas noticias es que Cristo, nuestro amado Salvador, vino a este planeta Tierra como el Cordero de Dios, para quitar el pecado del mundo.

En San Juan, capítulo 1, Juan el Bautista presentando a Cristo delante del pueblo, delante de los discípulos que Juan tenía, dice en el capítulo 1 de San Juan, verso 26 en adelante, dice:

Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis.

Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado.

Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.”

El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.

Este es aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era primero que yo.

Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua.”

Aquí podemos ver cómo Juan el Bautista presenta a Jesús, delante de todas las personas que estaban en aquella actividad escuchando a Juan el Bautista, les dice: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Yo no lo conocía, pero el que me mandó a bautizar, el que me mandó a bautizar, me dijo que sobre aquel sobre el cual yo viera al Espíritu Santo descender y permaneciera sobre Él, ése era Él; esa era la persona, ése era el que vendría después de mí.”

Y aquí mismo en este pasaje dice:

Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua.

También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él.

Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo.

Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.”

Y ahora, vean ustedes toda la revelación divina que Juan el Bautista tenía acerca del Mesías: sabía que el Mesías era el Hijo de Dios, sabía que el Mesías vendría después de él, sabía que el Mesías quitaría el pecado del mundo, y sabía que el Mesías bautizaría con Espíritu Santo y Fuego a todos los creyentes en Él.

Vean, porque Juan el Bautista conocía las Escrituras. Y vean, cómo aquí las Escrituras nos dicen, por ejemplo, aquí en Isaías, capítulo 53 (hablándonos acerca del Mesías) en el verso 10, dice:

Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.”

Vean, sabía que el Mesías vendría para quitar el pecado del mundo. Dice:

Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado...”

¿Ven? Sabía que el Mesías vendría para ser la Expiación por el pecado.

Por lo tanto, la muerte del Mesías sería la Expiación por los pecados del ser humano, lo cual estaba también dicho en Daniel. En el Libro de Daniel, capítulo 9, también nos dice el capítulo 9 de Daniel... esto es el Arcángel Gabriel hablándole al Profeta Daniel en el verso 24, del capítulo 9 de Daniel. Vamos un poquito antes, verso 22 en adelante, le dice:

Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento.

Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión.

Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.”

Ahora vean, setenta semanas están determinadas sobre el pueblo hebreo. Y dice: “Y sobre la Ciudad Santa (o sea, sobre Jerusalén).”

...para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado (¿quién pone fin al pecado? Jesucristo), y expiar la iniquidad...”

¿Quién es el que expía la iniquidad de Su pueblo? El Señor Jesucristo con Su Sacrificio Expiatorio en la Cruz del Calvario.

Y ahora, encontramos que el mismo Arcángel le dice a José, el marido de la virgen María, le dice en el capítulo 1, versos 18 en adelante, dice:

El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.

José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.

Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.

Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”

Vean, el Mesías que nacería a través de la virgen María, sería el que salvaría a Su pueblo de sus pecados. Por lo tanto, ninguna otra persona puede salvarme a mí o a usted de nuestros pecados, sino el que nació de la virgen María, el Hijo de Dios, Jesucristo nuestro Salvador. Y para Él poder quitar el pecado y darnos la salvación y Vida eterna, y ser Él la Expiación por nuestros pecados, tuvo que morir en la Cruz del Calvario, la muerte más terrible que un ser humano haya podido experimentar.

Pero vean, todo eso estaba en el Programa Divino. Ya Isaías, capítulo 53, había profetizado lo que sería la Primera Venida del Mesías, y los sufrimientos por los cuales pasaría. Por eso es que San Pedro nos dice en Primera de Pedro, capítulo 1, versos 10 en adelante, y vamos a leerlo para que tengamos el cuadro claro aquí. Capítulo1 de Primera de Pedro, verso 10 en adelante, dice:

Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación (o sea, la salvación a través del Mesías, de Cristo),

escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos...”

Vean, el Espíritu de Cristo que estaba en los Profetas, ahora iba a venir hecho carne, iba a crearse un cuerpo de carne, el cual creó en la virgen María, porque creó una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula, y se formó así el cuerpo de Jesús; era una obra del Espíritu Santo.

Y ahora, el Espíritu de Cristo era el que profetizaba a través de los Profetas del Antiguo Testamento todas estas cosas que iban a suceder.

...escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.”

Vean, anunció los sufrimientos por los cuales pasaría Cristo, el Mesías, en Su Primera Venida, y luego las glorias que vendrían después de esos sufrimientos; después de esos sufrimientos Él fue resucitado glorificado, y luego ascendió al Cielo y se sentó a la Diestra de Dios, se sentó en el Trono de Dios, y está allí en el Cielo, haciendo Intercesión con Su propia Sangre como el Sumo Sacerdote, según el Orden de Melquisedec allí en el Cielo, del Templo Celestial.

Ahora, hemos visto que los sufrimientos de Cristo ya estaban profetizados antes de Él llegar a la Tierra. También, vean aquí mismo en este mismo pasaje, el capítulo 1, mismo verso 18 en adelante, nos dice cómo nosotros hemos sido rescatados, rescatados del infierno y de la muerte, rescatados del reino de las tinieblas. Dice:

Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,

sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.”

¿Ven? Con la Sangre de Cristo es que hemos sido nosotros rescatados.

...como de un cordero sin mancha y sin contaminación,

ya destinado desde antes de la fundación del mundo...”

¿Ven? Ya estaba destinado Cristo como el Cordero de Dios para venir a la Tierra y morir en la Cruz del Calvario, y ser Él la Expiación por nuestros pecados.

...pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros.”

Por amor a nosotros Él fue manifestado en la Tierra, y sufrió todas esas situaciones difíciles, todos los sufrimientos que fueron profetizados que el Mesías sufriría, lo sufrió nuestro amado Señor Jesucristo.

Y ahora, en Él se cumplieron las profecías mesiánicas correspondientes a la Primera Venida de Cristo, y en Él se cumplió el Sacrifico de la Expiación por nuestros pecados. El Sacrificio Expiatorio de Cristo en la Cruz del Calvario, que fue la muerte más terrible que un ser humano podía experimentar, la experimentó nuestro amado Señor Jesucristo.

Y muchos, cuando lo vieron allí crucificado, lo injuriaban, y muchos estaban burlándose de Él; y muchos pensaron que era algo malo que le había venido, o sea, que había sido colgado en un madero, y por consiguiente era maldito. “Porque maldito es todo aquél que es colgado en un madero.” [Deuteronomio 21:23] Pero Él fue, Él se hizo maldición por nosotros, tomando nuestros pecados, y fue crucificado; y para muchos, muchas personas fue una tragedia la muerte de Cristo, fue una tragedia para Cristo y para Su familia. Pero no, fue más bien la bendición más grande que la raza humana recibió.

La raza humana recibió el Sacrificio de la Expiación por sus pecados cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario, para que todo ser humano tenga a su alcance el Sacrificio de la Expiación por sus pecados, en donde el ser humano al recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, y confesar a Cristo sus pecados, Cristo lo recibe, lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, y es justificado delante de Dios, queda como si nunca en la vida hubiese pecado.

Y luego también es bautizada la persona en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento, y así la persona entra al Reino de Dios; entra al Reino de Dios, donde entra con Vida eterna, nace a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Y así queda reconciliado con Dios el individuo, toda persona.

Vean, de esto nos habló San Pablo en Romanos, capítulo 5, versos 8 en adelante, cuando nos dice:

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”

Vean, la reconciliación del ser humano con Dios ha sido efectuada por nuestro amado Señor Jesucristo. Nadie puede ser reconciliado con Dios, a menos que sea a través de Jesucristo. Cristo dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida; y nadie viene al Padre sino por mí.” [San Juan 14:6]

Por lo tanto, nadie puede llegar a Dios y ser reconciliado con Dios y estar en Paz con Dios, a menos que sea a través de Jesucristo. Cristo dijo, hablándonos en San Juan, acerca de la Paz que Él da a los creyentes en Él, en el capítulo 14, verso 27, de San Juan, dice:

La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.”

Ahora, podemos ver que Cristo nos da la Paz. Toda persona que busca la Paz necesita a Cristo para encontrar la Paz del alma; porque la Paz de Cristo está dentro del Nuevo Pacto, dentro del Pacto de Paz, del cual la Sangre del Nuevo Pacto es la Sangre de Cristo derramada en la Cruz del Calvario.

Por eso el Nuevo Pacto es el Pacto eterno y la Sangre de Cristo es la Sangre del Pacto eterno, de lo cual San Pablo en Hebreos, capítulo 13, nos dice de la siguiente manera... Dice en Hebreos, capítulo 13, San Pablo hablándonos (capítulo 13, verso 20 al 21) dice de la siguiente manera:

Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno.”

¿Ven? La Sangre del Pacto eterno es la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo.

...os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.”

Y ahora, la Sangre del Nuevo Pacto es la Sangre de Cristo; así como la sangre del Pacto Antiguo era la sangre que Moisés llevó ante la presencia de Dios, la sangre de los machos cabríos o del macho cabrío, que fue sacrificado el día que fue dedicado el tabernáculo a Dios; y luego cada año, el día diez del mes séptimo de cada año, sacrificaban el macho cabrío de la expiación.

Vean acá en Levítico, capítulo 23, verso 26 al 29, vean aquí, dice:

También habló Jehová a Moisés, diciendo:

A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.

Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.

Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”

Vean, el día diez del mes séptimo de cada año, en medio del pueblo hebreo se llevaba a cabo la fiesta de la expiación, donde el sumo sacerdote sacrificaba el macho cabrío de la expiación por Jehová; y la sangre de ese macho cabrío, la echaba en una vasija e iba y con su dedo esparcía siete veces sobre el propiciatorio, allá en el lugar santísimo, donde estaba el arca del pacto, y donde estaba la tapa del arca del pacto, allá sobre el arca del pacto.

Y vean, todo eso estaba: el propiciatorio estaba sobre el arca del pacto, y el arca del pacto estaba en el lugar santísimo. Y mientras el sumo sacerdote esparcía con su dedo siete veces sobre el propiciatorio, el pueblo estaba clamando a Dios por Misericordia, arrepentido de sus pecados a la parte de afuera; y cuando el sumo sacerdote concluía sus labores de ese día, los que habían clamado a Dios y habían pedido perdón a Dios por sus pecados, arrepentidos de sus pecados, quedaban perdonados y quedaban cubiertos con la sangre de esa expiación, de ese animalito que había sido sacrificado.

Todo eso es tipo de la Obra Expiatoria de Cristo en la Cruz del Calvario. En palabras más claras: La esencia de aquel sacrificio del macho cabrío de la expiación, es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Por esa causa es que ya no se necesitan sacrificios de animalitos por los pecados del ser humano.

Ya tenemos un Sacrificio Perfecto y una Sangre Perfecta que fue derramada en la Cruz del Calvario, cuando Cristo fue sacrificado en la Cruz del Calvario como el Sacrifico de la Expiación por nuestros pecados. Aunque para el mundo, para los que no creían en Él, aquello era una tragedia; pero para los creyentes en Cristo ahora vemos que era una bendición lo que estaba sucediendo allí: una bendición del Cielo.

Cristo había tomado nuestros pecados y había muerto por nosotros en la Cruz del Calvario, y estaba derramando Su Sangre por nosotros en la Cruz del Calvario, con la cual Él nos ha limpiado de todo pecado y nos ha reconciliado con Dios.

Toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo y cree en Cristo como su único y suficiente Salvador y es bautizado en agua en Su Nombre, y recibe el Espíritu Santo, ha sido reconciliado con Dios, ha obtenido la Vida eterna y ha sido restaurado a la Vida eterna para vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno.

Vean, aquí en Hebreos, capítulo 9, San Pablo hablándonos acerca del Sacrificio allá que se efectuaba el día diez del mes séptimo de cada año, y mostrando que aquello era solamente el tipo y figura del Sacrificio de Cristo.

Vean, nos dice el capítulo 9, verso 18 en adelante de Hebreos, dice San Pablo:

De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre.

Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo,

diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado.

Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio.

Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.

Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así...”

Y ahora, todo lo que Moisés roció con la sangre de machos cabríos, es solamente la figura, el tipo y figura, la sombra de las cosas celestiales; o sea, que aquello que estaba: el templo y todo lo que estaba en el templo, que fue rociado con la sangre, es solamente la representación de las cosas del Cielo, de las cosas celestiales.

Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.

Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios.”

Y ahora, así como Moisés entró al lugar santísimo con la sangre de la expiación, con la sangre del macho cabrío, y roció el libro o roció todos los vasos del ministerio, y roció al pueblo, y roció todo allí con la sangre, todo eso es tipo y figura de lo que Cristo haría como Sumo Sacerdote del Templo Celestial, con Su propia Sangre de Su propio Sacrificio efectuado en la Cruz del Calvario. Cristo es el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Por lo tanto, el sacrificio de la expiación, allá de Levíticos, capítulo 23, verso 26 al 29, era solamente el tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, y de lo que Cristo haría luego, como el sumo sacerdote entró con la sangre de la expiación, el Sumo Sacerdote del Cielo, del Templo Celestial, que es Cristo, entraría con Su propia Sangre al Cielo, se presentaría ante Dios y colocaría sobre el Trono de Dios, que es el Propiciatorio, colocaría Su Sangre.

Y mientras la Sangre de Cristo esté en el Cielo, en el Trono de Dios, en el Propiciatorio, y Cristo esté allí como Sumo Sacerdote intercediendo, Dios no puede destruir el planeta Tierra, Dios no puede destruir la humanidad, sino que la Dispensación de la Gracia está abierta para toda la humanidad.

La Dispensación de la Gracia, el Día de la Dispensación de la Gracia es el Día de Salvación para todo ser humano; la salvación de la cual Dios habló a través de los Profetas del Antiguo Testamento, y la salvación que fue representada en aquella salvación y reconciliación que recibía el pueblo hebreo el día de la expiación.

Y ahora, en el Templo Celestial, desde que Cristo murió en la Cruz del Calvario en adelante, se abrió el Día de Salvación, se abrió el Día de Redención, se abrió el Día en que la Expiación por nuestros pecados fue efectuada, y fue llevada allá la Sangre de Cristo y presentada ante Dios en el Lugar Santísimo del Templo Celestial.

Y ahora, Cristo ha estado todos estos dos mil años que han transcurrido, como Sumo Sacerdote en el Cielo, haciendo Intercesión por toda persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador .Y hoy, esta noche, todavía está en el Cielo como Sumo Sacerdote haciendo Intercesión por todos los que le reciben como su único y suficiente Salvador.

Por eso en Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 2, dice el Apóstol San Pablo:

Porque dice...” O sea, porque la Escritura dice, eso es lo que dice o a lo que se refiere San Pablo aquí, es a lo que dice Isaías, capítulo 49, verso 8, y lo cita aquí:

Porque dice:

En tiempo aceptable te he oído,

Y en día de salvación te he socorrido.

He aquí ahora el tiempo aceptable;

he aquí ahora el día de salvación.”

El Día de Salvación es la Dispensación de la Gracia, es el Tiempo aceptable delante de Dios, es el Tiempo en que Dios acepta a toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador; y queda la persona reconciliada con Dios, queda perdonada, queda limpiada de todo pecado con la Sangre de Cristo, y por consiguiente reconciliada con Dios para vivir en el Reino de Dios, con Jesucristo por toda la eternidad.

En el tiempo allá de la Ley, las personas que no se preocupaban por afligir sus almas ante Dios ese día, y pedirle perdón a Dios por sus pecados, ¿qué sucedía? No quedaban perdonados y no quedaban reconciliados con Dios. Y Dios los cortaba del pueblo, serían cortados del pueblo. Dios los quitaba, morían, porque no se arrepintieron de sus pecados y no pidieron perdón a Dios por sus pecados, arrepentidos de sus pecados y afligidos en sus almas por haber pecado contra Dios.

Por lo tanto, perdían el derecho de vivir un año más. ¿Por qué un año más? Porque los sacrificios de animales no son perfectos, solamente eran el tipo y figura del Sacrificio Perfecto de Cristo en la Cruz del Calvario.

Ahora, encontramos que en el Nuevo Testamento, toda persona que no recibe a Cristo como su Salvador, afligido de sus pecados y pidiendo perdón a Dios por sus pecados, pierde el derecho a vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno.

Vean, el que no cree y recibe a Cristo como su Salvador es el que pierde. Así como los que no se arrepentían de sus pecados y pedían perdón a Dios el día diez del mes séptimo de cada año, eran los que perdían, perdían la vida, perdían el derecho a continuar viviendo. Y el que no recibe a Cristo como su Salvador pierde el derecho a vivir eternamente, solamente vivirá una temporada aquí en la Tierra, en el cuerpo físico que tiene; y la persona ni sabe cuántos días, meses o años va a vivir en ese cuerpo, porque algunos se les acaba la vida siendo unos bebés, o siendo unos niños, o siendo unos adolescentes, o siendo unos jóvenes, o siendo ya personas adultas, o siendo ancianos. No hay una edad fija en la cual la persona terminará sus días en la Tierra.

Por lo tanto, es necesario que toda persona asegure su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno; porque si no la asegura su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, mientras vive en ésta Tierra, después ya no habrá oportunidad, habrá perdido el derecho y la oportunidad de vivir eternamente con Cristo en Su Reino; se conformó con una vida tan corta aquí en la Tierra, y no se preocupó con y de su futuro eterno, no se preocupó en lo que sería de sí mismo cuando terminara la vida temporal, la vida terrenal.

Esta vida que tenemos es temporal, es pasajera, pero nos da la oportunidad de hacer contacto con Cristo para entrar a Su Pacto eterno, y obtener la Vida eterna. Para eso fue que Cristo vino a esta Tierra: para buscar y salvar lo que se había perdido, para darnos Vida eterna. ¿Y esta vida dónde está? En Jesucristo.

Por lo tanto, toda persona necesita a Cristo para obtener el perdón de sus pecados y ser limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo, y ser reconciliado con Dios.

Todas las personas que reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y son reconciliados con Dios, y son confirmados en la Vida eterna, y no perecerán jamás. Esas son las ovejas de las cuales Cristo dijo que el Padre le dio para que las busque y les dé Vida eterna. Y dice que no perecerán jamás. Y Cristo dice: “Y Yo les doy Vida eterna.”

¿Ven? Ninguna otra persona puede darnos Vida eterna, solamente Jesucristo. Aquí también lo tenemos ya dicho por el Señor Jesucristo: En San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante, dice:

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,

y yo les doy vida eterna (¿ven? Nos da Vida eterna); y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre uno somos.”

Y ahora, vean lo que Cristo le da a la persona que lo recibe como Su Salvador: ¿Es qué? Vida eterna. Las personas que reciben a Cristo como su Salvador tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida; y por consiguiente Él llama a esas personas porque son las ovejas que escucharían la Voz de Cristo, el Buen Pastor; y Cristo, el Buen Pastor, está en Espíritu Santo en medio de Su pueblo en este planeta Tierra, llamando a todas Sus ovejas y congregándolas ¿dónde? En Su Redil. Su Redil es Su Iglesia.

Por eso cuando Cristo dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este Redil (o sea, que no son del Redil hebreo), las cuales también debo traer; y oirán mi Voz, y habrá un Rebaño y un Pastor.”

Y ahora, de ovejas hebreas y de ovejas gentiles Cristo está formando un Redil. La Iglesia del Señor Jesucristo está compuesta por hebreos y gentiles.

Ahora, vean aquí en Romanos, capítulo 9, versos 25 al 26, dice (25 al 27), dice:

Como también en Oseas dice:

Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo,

Y a la no amada, amada.

Y en el lugar donde se les dijo:

Vosotros no sois pueblo mío,

Allí serán llamados hijos del Dios viviente.”

Y ahora, de entre los gentiles Cristo ha estado llamando un pueblo para Su Nombre, el cual recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, arrepentido de sus pecados, Cristo lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento, y nace la persona del Agua y del Espíritu en esa forma, y nace en el Reino eterno de Dios; y por consiguiente ha obtenido la Vida eterna.

Vean lo sencillo que es obtener la Vida eterna: a través de Jesucristo nuestro Salvador. No hay otra forma en que el ser humano pueda obtener la Vida eterna. Y todo esto es lo que el Mensaje Universal del Evangelio de Cristo nos da a conocer. Eso es lo que el Mensaje Universal del Evangelio de la Gracia da a conocer al ser humano: da a conocer el misterio de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario como el Cordero de Dios sacrificado, muriendo por mí y por cada uno ¿de quién? De ustedes también.

Él es el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Ya no se necesitan sacrificios de animalitos; ya el Sacrificio Perfecto fue efectuado para la purificación de nuestros pecados, para ser purificados con la Sangre de Cristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, con mejores sacrificios que los sacrificios que el pueblo hebreo realizaba, hemos sido nosotros limpiados de todo pecado.

Por lo tanto, tenemos el Sacrificio Perfecto efectuado por Cristo en la Cruz del Calvario, y por consiguiente hemos obtenido la reconciliación con Dios.

Hemos sido reconciliados con Dios y ahora tenemos Paz para con Dios, a través de nuestro amado Señor Jesucristo. Tenemos la Paz del Nuevo Pacto. Para tener la Paz de Dios, para estar en Paz de Dios, en Paz con Dios, tenemos que estar dentro del Nuevo Pacto, y estar cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

Y por consiguiente somos identificados como personas celestiales, porque las cosas celestiales mismas serían purificadas con un mejor sacrificio que los sacrificios de los machos cabríos, que efectuaba el sumo sacerdote el día diez del mes séptimo de cada año.

Por lo tanto, en Jesucristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, se cumplieron todos los sacrificios de animalitos que el pueblo hebreo efectuaba; porque la esencia de todos esos sacrificios es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.

Y ahora, tenemos Paz con Dios a través de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario. Y por eso el Mensaje del Evangelio de la Gracia es un Mensaje Universal. Por eso Cristo dijo: “Id...” No dijo solamente a los judíos. Él dijo:

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Lamentablemente será condenado y será echado en el lago de fuego, donde dejará de existir. El lago de fuego es la segunda muerte. Y los que sean echados en el lago de fuego, morirán en alma, espíritu y cuerpo, y no volverán a vivir; porque es la segunda muerte, en donde el que sea echado en el lago de fuego, dejará de existir para siempre.

Ahora, tenemos también un Mensaje Universal prometido en el libro del Apocalipsis. En el libro del Apocalipsis encontramos las siguientes palabras de Cristo, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo. Veamos, Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante, dice:

Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.

Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;

y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.

Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.

Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,

y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más,

sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas.”

Y continúa diciendo el verso 8, ahí, ahora:

La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Vé y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.

Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.

Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.”

Y ahora, tenemos aquí la comisión de Cristo, el Ángel Fuerte, al que se come el Librito, para que profetice sobre muchos pueblos, naciones y lenguas. Juan el Apóstol tipifica a la Iglesia del Señor Jesucristo, y a los Mensajeros de la Iglesia del Señor Jesucristo, en las diferentes etapas por las cuales pasa la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, nos encontramos en el tiempo final, donde en Juan se está ahí representando todo lo que va a suceder en este tiempo final, cuando Jesucristo se levante del Trono del Padre, lo cual será cuando haya completado Su Iglesia, cuando haya llamado y juntado hasta el último de los escogidos de Dios en Su Iglesia.

Y entonces habrá Él terminado Su Obra de Intercesión, saldrá del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad y lo abrirá en el Cielo, y hará Su Obra de Reclamo, como el León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo, en donde resucitará a los muertos creyentes en Él, en cuerpos glorificados, y a nosotros los que vivimos si permanecemos vivos hasta ese momento seremos transformados, nos transformará; y entonces seremos personas eternas físicamente, inmortales físicamente, seremos personas con cuerpos glorificados, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.

Y entonces seremos personas jóvenes, que representaremos de 18 a 21 años. Todos los que son ancianos actualmente, vendrán a ser jóvenes; los que son de edad media, vendrán a ser jóvenes también; y los jóvenes, pues serán jóvenes en el nuevo cuerpo también; y los niños serán jóvenes en el nuevo cuerpo; y los muertos en Cristo, que ya, pues, no tienen el cuerpo, porque murió, serán jóvenes en el nuevo cuerpo que Cristo les dará. Y todos seremos personas con cuerpos eternos, inmortales, glorificados y jóvenes como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.

Jesucristo está tan joven como cuando se fue al Cielo, porque en el cuerpo glorificado la persona no se pone vieja; es un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible, es un cuerpo interdimensional. Por eso cuando Cristo resucitó podía aparecer a Sus discípulos y desaparecer, y podía entrar donde ellos estaban con las puertas cerradas sin que nadie le abriera la puerta, ¿por qué? Porque es un cuerpo glorificado, un cuerpo interdimensional, es la clase de cuerpo más glorioso que hay. Y esa es la clase de cuerpo que Él ha prometido para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también.

Por lo tanto, en ese tipo de cuerpo glorificado, esa misma clase de cuerpo glorificado que Cristo tiene, lo tendré yo y lo tendrá, ¿quién más? Cada uno de ustedes también.

Por lo tanto, en el Mensaje que está aquí señalado para ser dado para todo pueblo, nación, lengua y reyes, estará siendo dado a conocer todo lo que ha de acontecer en este tiempo final.

Por eso para el que recibirá este Título de Propiedad de parte de Cristo, Cristo lo tomará en el Cielo, el Libro de los Siete Sellos, que es el Libro, el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, es el Libro de la Vida del Cordero, donde están escritos los nombres de todos los creyentes en Cristo, de todos los escogidos de Dios, de todos los predestinados de Dios, de todos los que formarían la Iglesia del Señor Jesucristo. Es el Libro de la Redención y el Título de Propiedad de toda la Creación. Ese Título de Propiedad lo tuvo Adán, lo perdió cuando pecó, y regresó a la Diestra de Dios; y luego ha permanecido en la Diestra de Dios.

Y ahora, Cristo en el Día Postrero, cuando haya completado Su Iglesia, cuando haya terminado Su Obra de Intercesión en el Cielo, lo tomará, lo abrirá en el Cielo, lo traerá a la Tierra y lo entregará a un hombre en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y ese hombre será el primer hombre y único hombre que se habrá comido ese Título de Propiedad, porque es traído para que se lo coma; es el Título de Propiedad, es la Palabra.

Por lo tanto, para este tiempo final, luego que ese Título sea entregado a ese hombre, y se lo coma, tiene la comisión divina de predicar, de profetizar. Dice:

Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.”

Y ese Mensaje profético es el segundo Mensaje Universal, ese es el Evangelio del Reino que será predicado a todas las naciones; y entonces vendrá el fin, del cual habló Cristo en San Mateo, capítulo 24. Y vamos a leer ese pasaje para que tengamos el cuadro claro de lo que Cristo dijo. San Mateo, capítulo 24, verso 13 al 14, dice:

Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.”

Juan el Bautista y Jesús predicaron el Evangelio del Reino; pero luego que fue rechazado en Su Entrada Triunfal a Jerusalén, y fue crucificado luego, se detuvo la predicación del Evangelio del Reino, y el Día de Pentecostés comenzó a predicarse el Evangelio de la Gracia.

Y ya tenemos dos mil años de predicación del Evangelio de la Gracia. Pero el Evangelio del Reino gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo, así como el Evangelio de la Gracia gira alrededor de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, como Cordero de Dios. El Evangelio del Reino gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Y este Mensaje del Evangelio del Reino que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo es un Mensaje Universal para ser predicado a todo pueblo, nación, y lengua y reyes.

Por eso en Apocalipsis, capítulo 11, verso 1 en adelante, encontramos que los ministerios de los dos Olivos, de los dos Candeleros, de los dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios, traen un Mensaje profético para la raza humana, es el Mensaje del Evangelio del Reino, es el segundo Mensaje Universal para la raza humana, en donde todas las cosas que han suceder en este planeta Tierra estarán reveladas en ese Mensaje: tanto las bendiciones divinas, como los juicios divinos también que han de venir sobre la raza humana.

Por esa causa es que Cristo en Apocalipsis, capítulo 4, con esa Voz de trompeta, dice:

Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”

¿Y cómo nos va a dar Cristo a conocer las cosas que han de suceder después de las que ya han sucedido durante estos dos mil años de Gracia que hemos tenido desde Cristo hasta este tiempo? Pues las cosas que han de suceder pronto en este tiempo final, las dará a conocer en la misma forma que ha dado a conocer las cosas que ha dado a conocer en tiempos pasados.

¿Cómo Él dio a conocer las cosas en tiempos pasados? Por medio de Su Espíritu Santo a través de los Profetas.

Por lo tanto, para este tiempo final tendrá un instrumento Cristo aquí en la Tierra, para darnos a conocer todas esas cosas que deben suceder pronto.

En Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, está la respuesta. Dice:

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”

Para mostrar las cosas que deben suceder pronto, ¿a quién ha enviado? A Su Ángel. Ese Ángel del Señor Jesucristo es un Profeta, el cual en el tiempo de Juan el Apóstol estaba en cuerpo angelical. Juan lo vio en cuerpo angelical. Ese Ángel del Señor Jesucristo para este tiempo final estará en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo en carne humana, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

Así como el Ángel de Jehová, que estaba en el Antiguo Testamento en cuerpo angelical, cuerpo teofánico angelical, y hablaba a los Profetas y a través de los Profetas al pueblo hebreo, luego estuvo en carne humana y fue conocido por el nombre de Jesús.

Jesucristo es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto. Por esa causa es que Cristo podía decir en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58:

Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”

¿Ven? ¿Cómo era Jesucristo antes de Abraham? Jesucristo era nada menos que el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, y Él era en cuerpo angelical, hablándole al pueblo hebreo a través de los Profetas. Pero luego siendo Jesucristo el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Verbo, el Verbo se hizo carne y habitó en medio de la raza humana, y fue conocido por el nombre de Jesús. ¿Ven lo sencillo que es todo?

Y ahora, así como Jehová en el Antiguo Testamento dice que ha enviado Su Ángel para guiar al pueblo hebreo - eso está en el libro del Éxodo, capítulo 23, verso 20. Dice:

He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.

Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.

Porque mi Angel irá delante de ti.”

Y ahora, este Ángel, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, luego vino en carne humana en medio del pueblo hebreo. El pueblo hebreo es la Iglesia de Dios del Antiguo Testamento. Porque Iglesia es: “Los sacados fuera,” los que fueron sacados de Egipto. Y la Iglesia del Nuevo Testamento son los sacados fuera del mundo, los sacados fuera del reino de las tinieblas, que son los creyentes en Cristo.

Y ahora, Cristo dice en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”

Y ahora, así como el enviado de Jehová en el Antiguo Testamento era ¿quién? El Ángel de Jehová, el cual luego de estar manifestado a través de los Profetas y hablarle al pueblo hebreo por los Profetas, luego apareció en carne humana. El Verbo se hizo carne, el Verbo vino en medio de la raza humana; el Verbo a través del cual Dios creó todas las cosas se hizo hombre, se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo, y llevó a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario.

Y ahora en el Nuevo Testamento Jesús dice:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”

Así como Jehová tuvo Su Ángel, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, el cual envió y a través del cual se manifestaba Dios, ahora Cristo en el Nuevo Testamento tiene Su Ángel, el Ángel de Jesucristo, a través del cual Cristo se manifiesta; y ese Ángel es el enviado a la Iglesia del Señor Jesucristo; estaba en el tiempo de los Apóstoles, es el que le dio la revelación a Juan del Apocalipsis.

Y en Apocalipsis, capítulo 1, verso 1 en adelante (1 al 3), dice:

La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan.”

¿Ven? La revelación de Jesucristo es a través de Su Ángel, vino a través de Su Ángel a Juan el Apóstol. Por eso fue que Juan quiso adorar al Ángel de Jesucristo. Pero el Ángel no se lo permitió, porque ese Ángel de Jesucristo es un Profeta, el cual estaba en cuerpo angelical, en espíritu. Un espíritu es un cuerpo pero de otra dimensión, parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión, es un cuerpo espiritual.

Y ese Ángel del Señor Jesucristo estaba en su cuerpo angelical, su cuerpo espiritual en el tiempo de los Apóstoles, en el tiempo de Juan el Apóstol, y le dio a Juan la revelación del Apocalipsis.

Pero ahora, para el tiempo final, ese Ángel que ha estado en medio de la Iglesia de Jesucristo todo el tiempo, el Ángel de Jesucristo, para este tiempo final - así como Cristo, el Ángel del Pacto que estuvo en medio del pueblo hebreo todo el tiempo, luego apareció en carne humana en medio del pueblo hebreo, se hizo hombre, se hizo carne, y habló Dios por medio de Él.

Para el Día Postrero, el Ángel del Señor Jesucristo estará en carne humana en medio de la Iglesia de Jesucristo, y Jesucristo estará hablando por medio de él todas estas cosas que deben suceder pronto.

Cristo estará hablando con esa Gran Voz de Trompeta, esa Trompeta Final, esa Gran Voz de Trompeta, con la cual son llamados y juntados todos los escogidos de Dios, conforme a San Mateo, capítulo 24, verso 31. La Gran Voz de Trompeta, la Trompeta final, la Voz de Cristo, los Siete Truenos, la Voz de Cristo hablando consecutivamente por medio de Su Ángel Mensajero en el Día Postrero, y llamando y juntando a todos los escogidos, y dándoles a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

Por lo tanto, Jesucristo estará dándonos Su Mensaje Universal correspondiente al Día Postrero, el Mensaje del Evangelio del Reino. Cristo continuará predicando el Evangelio del Reino que comenzó a predicar cuando estuvo aquí en la Tierra, lo continúa en este tiempo final a través de Su Ángel, y nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.

Por lo tanto, el Ángel del Señor Jesucristo estará en la Tierra en carne humana, y tendrá los dos Mensajes Universales: el Evangelio de la Gracia y el Evangelio del Reino. Esos son los dos Mensajes Universales que están prometidos para la raza humana.

Y ya llevamos dos mil años con la predicación del Mensaje Universal del Evangelio de Cristo, del Evangelio de la Gracia, que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, como el Cordero de Dios muriendo por todos nosotros, como la Expiación por nuestros pecados.

Yo he recibido el Mensaje del Evangelio de la Gracia, el Mensaje Universal del Evangelio de la Gracia, y he obtenido la salvación de mi alma, he sido trasladado del reino de las tinieblas al Reino de Cristo, el Reino de Luz, y Él me ha dado la salvación y Vida eterna. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también; y me dará la transformación de mi cuerpo muy pronto. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también. Me dará un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.

Esta bendición y promesa es para todos ustedes también, para toda persona que escucha primeramente el Mensaje Universal del Evangelio de la Gracia, del Evangelio de Cristo, y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario; y lo cree de todo corazón y recibe a Cristo públicamente como su único y suficiente Salvador, dando testimonio público de su fe en Cristo. Y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce el nuevo nacimiento en la persona, y la persona entra al Reino de Dios.

Luego con el Mensaje del Evangelio Universal del Reino de Dios, recibimos la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, recibiendo un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.

Todavía yo no lo he recibido pero lo voy a recibir; todavía estoy en este cuerpo de carne, pero muy pronto voy a estar en el cuerpo físico glorificado, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Porque esa bendición no es solamente para mí, es para todos los creyentes en Cristo, para todas las personas que escuchan la predicación universal, escuchan la predicación del Mensaje Universal del Evangelio de Cristo, y luego escuchan la predicación del Mensaje Universal del Evangelio del Reino.

Para esas personas es la bendición completa de las dos porciones: reciben la primera porción: el nuevo nacimiento, donde reciben el Espíritu Santo y obtienen el nuevo nacimiento, y obtienen el cuerpo angelical; y luego recibirán la segunda porción, que es el cuerpo físico glorificado; y entonces tendremos las dos porciones, y estaremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. Y eso es la Adopción de cada uno de nosotros como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios.

Está la Adopción espiritual y luego viene la Adopción física, que es nuestra transformación, que es el tener el cuerpo nuevo, eterno y glorificado.

UN MENSAJE UNIVERSAL.”

Ahora, hemos visto que el Evangelio de la Gracia es un Mensaje Universal. Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Es un Mensaje para todo ser humano de todos los tiempos. Y luego el otro Mensaje Universal es el Evangelio del Reino para ser predicado a todo ser humano para que tenga, reciba la fe para ser transformado y llevado con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Ese Mensaje gira alrededor del Séptimo Sello, de la Segunda Venida de Cristo. Pero antes de recibir nuestra transformación física tenemos que recibir la trasformación espiritual, para lo cual necesitamos escuchar el Mensaje Universal del Evangelio de la Gracia, y recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

¿Cuántos ya han escuchado el Mensaje Universal del Evangelio de Cristo y han dado testimonio público de su fe en Cristo? Todos nosotros. Y hemos obtenido la salvación y Vida eterna, hemos sido bautizados en agua en Su Nombre y Él nos ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y ha producido en nosotros el nuevo nacimiento; ya tenemos Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, en esta noche ha escuchado la predicación del Mensaje Universal del Evangelio de Cristo, y la fe de Cristo ha nacido en vuestro corazón. Porque la fe viene por el oír ¿el oír qué? La Palabra de Dios, el Evangelio Universal de Cristo. “Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” [Romanos 10:10] Con la boca la persona confiesa a Cristo como su único y suficiente Salvador, para obtener la salvación y Vida eterna.

Y la persona luego es bautizada en agua en el Nombre del Señor, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento, ha nacido la persona del Agua, la predicación del Evangelio de Cristo, y del Espíritu, del Espíritu Santo; y así ha obtenido la Vida eterna, ha entrado en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Si hay alguna persona entre nosotros que todavía no ha recibido a Cristo, ya la fe de Cristo ha nacido en su alma, en su corazón, ya está creyendo en Cristo como su Salvador, por lo tanto, tiene la oportunidad en estos momentos de venir a los pies de Cristo, de pasar al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador.

Ustedes también, los que están a través de internet o a través del satélite, pueden en éstos momentos pasar al frente, venir a los pies de Cristo, recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador. Ustedes que están en otras naciones, en otros países, pueden también venir a recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.

Pueden continuar viniendo, pasando, ustedes aquí en Guayaquil, Ecuador, y también ustedes allá en Brasil, en Argentina, en Paraguay, en Bolivia, en Perú, en México; también ustedes allá en Guatemala, en El Salvador; también ustedes allá en Honduras, ustedes también allá en Costa Rica; ustedes también allá en Panamá, ustedes también en los diferentes lugares de Centroamérica y Suramérica; también ustedes allá en Puerto Rico, y en Venezuela y en diferentes lugares allá en Colombia también; y demás países de la América Latina y el Caribe.

Y también ustedes allá en el África, también ustedes pueden recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador en estos momentos, pueden venir al frente para recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, y así dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y así nazcan a una nueva vida, a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, en todos los países que están viendo y escuchando esta conferencia, pueden también recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador. Pueden continuar viniendo, pueden continuar pasando al frente para recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador. Hoy es el Día de Salvación, hoy es el Día de Salvación para toda persona que recibe a Cristo como Su Salvador, hoy es el tiempo aceptable delante del Señor, HOY, porque todavía estamos en el Día de la Dispensación de la Gracia; estamos ya al final, pero todavía hay tiempo para salvación y Vida eterna para toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre; pero el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” [San Lucas 12:8-9] Tan simple como eso.

Por lo tanto, es la cosa más sencilla obtener la salvación y Vida eterna: recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. La parte difícil la hizo Cristo: muriendo por nosotros en la Cruz del Calvario. Él pagó el precio de nuestra salvación.

Pero ahora gratuitamente Él nos da la salvación y Vida eterna; recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él nos dé la Vida eterna. Porque la Vida eterna Dios nos la ha dado, y esa Vida eterna está ¿en quién? En Jesucristo nuestro Salvador. Pueden continuar viniendo, los niños de diez años en adelante también pueden venir para recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.

Mientras esperamos a que lleguen los que vienen de camino vamos a leer este pasaje de Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 en adelante, dice:

El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.

El que tiene al Hijo, tiene la vida...”

¿Ven? El que tiene al Hijo, a Jesucristo acá, porque ha creído y lo ha recibido como su Salvador. El que tiene al Hijo, ¿qué tiene? La Vida, la Vida eterna.

El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.” ¿Ven? El que no tiene al Hijo de Dios acá, porque no ha creído en Él y no lo ha recibido como Salvador, entonces no tiene la Vida eterna, lo que tiene es una vida temporera que se le va a terminar en algún momento. Y si no avanza y echa mano de la Vida eterna, recibiendo a Cristo como Salvador, si se le acaba la vida terrenal y no ha recibido a Cristo, no podrá vivir eternamente con Cristo en Su Reino, porque no ha recibido al Rey del Reino eterno, en el cual está la Vida eterna. Dice:

Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna.”

Los que creen en el Nombre del Hijo de Dios, de Jesucristo, y lo reciben como su Salvador, tienen Vida eterna; porque Cristo nos da la Vida eterna, nos ha dado la Vida eterna.

...y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”

Por lo tanto, todos necesitamos a Cristo, para que Él nos dé la Vida eterna; porque Dios nos ha dado la Vida eterna y esta Vida está ¿dónde? En Jesucristo, el Hijo de Dios.

Por lo tanto, tenemos que recibir al Vaso donde está la Vida eterna, a Jesucristo, donde Dios ha colocado la Vida eterna para todo ser humano que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador. Él es la Fuente del Agua de la Vida eterna. Por eso Él en Apocalipsis, capítulo 21 nos dice, en el verso 6:

Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.”

De la Fuente del Agua de la Vida eterna Cristo nos da a todos los que lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador. Por eso también en Apocalipsis 22, verso 17, dice:

Y el Espíritu y la Esposa dicen...”

¿Ven? El Espíritu Santo y la Esposa, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, ¿cómo dicen? Dicen:

Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”

¿Ven? Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Él nos da del Agua de la Vida eterna, Él nos da el Espíritu Santo, y así produce el nuevo nacimiento y nos otorga gratuitamente la Vida eterna.

Por lo tanto, todos necesitamos recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él nos dé la Vida eterna. Es un asunto entonces de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Todavía vienen más personas. Vamos a dar unos segundos en lo que pasan todas las personas que faltan por venir a los pies de Cristo, por venir para dar testimonio público de su fe en Cristo, para que Cristo les dé la salvación y Vida eterna.

Los niños también de diez años en adelante pueden venir para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Vamos a estar puestos en pie. Mientras esperamos las personas que faltan por venir, pueden continuar viniendo para que queden incluídos en esta oración, que estaré haciendo por todos los que han venido a los pies de Cristo, para dar testimonio público de su fe en Cristo.

Todavía vienen mas personas de camino que quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno, y han visto a través de la predicación del Mensaje Universal del Evangelio de Cristo, que hay oportunidad para obtener la salvación y Vida eterna, y vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno, con un cuerpo eterno, inmortal, joven y glorificado, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.

Y esa oportunidad no la podemos dejar pasar. Si dejamos pasar esa oportunidad, se nos habrá escapado la Vida eterna a nosotros. Pablo le decía a Timoteo: “Echa mano de la Vida eterna.” [Primera de Timoteo 6:12]

¿Cómo echamos mano de la Vida eterna? Recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, porque la Vida eterna está en Jesucristo.

Es como cuando nos traen un vaso de agua y nos dicen: “Aquí te traigo el agua que has pedido, toma el agua, recibe el agua.” Pero para recibir el agua usted no dice: “Échamela aquí en las manos.” Usted agarra el vaso donde está el agua, y ahí está recibiendo el agua para tomar el agua que usted necesita. Y para usted tomar el Agua de la Vida eterna, el Espíritu Santo, usted tiene que recibir el Vaso donde está el Agua, y el Vaso es Jesucristo. En Jesucristo está el Espíritu Santo, y Él es el que da el Espíritu Santo a todos los creyentes en Él.

Por lo tanto, hay que recibir al Vaso, que es Jesucristo, donde está el Agua de la Vida eterna. Él es la Fuente del Agua de la Vida eterna.

Vamos ya a orar por las personas que han pasado. Si falta todavía alguna persona por venir a los pies de Cristo, puede hacerlo en estos momentos. Ya vamos a orar por todas las personas que han venido a Cristo en esta noche, dando testimonio público de su fe en Jesucristo nuestro Salvador.

Recuerden que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Usted no sabe qué será de su vida después que usted muere. Pero Cristo sí sabe, y por consiguiente Cristo llevará a todos los creyentes en Él al Paraíso, cuando mueren físicamente. Y si permanecemos vivos hasta Su Segunda Venida, Cristo nos transformará cuando resucite a los muertos creyentes en Él. Siendo que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo, tenemos que tomar completamente en serio el llamado de Cristo.

Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen; y Yo las llamo por Su Nombre.” Y Él les está llamando en esta noche, a las ovejas que todavía no estaban en el Redil del Señor.

San Pablo en Hebreos, capítulo 3, verso 7; y Hebreos, capítulo 4, verso 7, dice: “Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón.”

No podemos endurecer el corazón cuando escuchamos la Voz de Cristo, la Voz del Evangelio de Cristo hablándonos directamente a nuestra alma, sino abrir el corazón y decir “Cristo, entra a mi alma, a mi corazón, salva mi alma, Señor Jesucristo, quiero vivir contigo eternamente en Tu Reino.” Y Cristo salva su alma, entra a su alma, y le da la salvación y Vida eterna.

Vamos todos a estar puestos en pie, vamos a cerrar nuestros ojos y vamos a levantar nuestras manos al Cielo, y vamos a orar. Si todavía falta alguna persona puede venir para que quede incluida en esta oración.

Vamos ya a levantar nuestras manos y vamos a orar, y repitan conmigo esta oración las personas que han pasado, que han venido a Cristo dando testimonio de su fe en Cristo. Repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, vengo a Ti creyendo en Ti de todo corazón, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario, creo que Tú has muerto en la Cruz del Calvario, como el Sacrificio de la Expiación de mis pecados.

Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador, Señor Jesucristo, Ten Misericordia de mí. Creo en Ti y doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.

Señor Jesucristo, salva mi alma, Te lo ruego, perdona mis pecados, y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautizame con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer en Tu Reino eterno, a la Vida eterna, quiero vivir contigo por toda la eternidad. Salva mi alma, Señor Jesucristo, Te lo ruego. En Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.

Con nuestras manos levantadas al Cielo decimos: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Pues Él dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

También - eso está en San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16 - y en San Lucas, capítulo 24, nos dice Cristo (versos 41 al 48), ahí está donde Cristo dijo: “Era necesario que se cumpliese lo dicho por los Profetas en la Ley, en los Profetas y los Salmos, y era necesario que el Cristo padeciese, padeciera y resucitara al tercer día.”

Vamos a leerlo aquí tal y como está aquí en San Lucas, dice:

Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.

Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras;

y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.

Y vosotros sois testigos de estas cosas.”

Y ahora, en el Evangelio de Cristo, que es el Mensaje Universal para todo ser humano, se predica en el Evangelio: el arrepentimiento y el perdón de los pecados en el Nombre del Señor Jesucristo; porque nos arrepentimos de nuestros pecados delante de Cristo, recibiéndolo como nuestro Salvador, y obtenemos el perdón de los pecados de parte de Cristo.

Cristo es el único que puede salvar nuestra alma, y el único que puede perdonar nuestros pecados, y el único que nos puede limpiar con Su Sangre de todo pecado. Y Él lo ha hecho con ustedes y conmigo. Él dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” (San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16).

Ya ustedes han creído de todo corazón, pero me dirán: “Pero todavía me falta ser bautizado, porque Cristo dijo: El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Y me preguntarán: “ ¿cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído de todo corazón en Cristo bien pueden ser bautizados esta misma noche en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo ha muerto al mundo Y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, lo está sepultando espiritualmente. Esa es la tipología. Es tipo y figura de la sepultura de Cristo. Y cuando el ministro lo levanta de las aguas bautismales, la persona está resucitando a nueva Vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Así como Cristo resucitó al tercer día. ¿Ven?

Por lo tanto, nos identificamos con Jesucristo en Su muerte, sepultura y resurrección, cuando somos bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Bien pueden ser bautizados esta misma noche en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, por cuanto vosotros habéis creído en Cristo de todo corazón, y lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador.

Pregunto al Pastor, al Reverendo Leonardo Navarrete si: ¿Hay agua aquí? Hay agua, hay bautisterios. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Hay lugares dónde cambiarse de ropas? Hay vestidores también. ¿Hay personas que les ayudarán? También hay personas que les ayudarán, y también cuidarán de vuestras ropas, para que así ustedes puedan ser bautizados en agua con las ropas bautismales, y luego se cambiarán de ropas de nuevo, y se pondrán la ropa de ustedes, para regresar a sus hogares gozosos y agradecidos a Cristo por la salvación de vuestra alma.

Así que Dios les bendiga y les guarde a todos, y les bautice con Espíritu Santo y Fuego, luego de que ustedes sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Y luego a vuestros familiares, Cristo los traiga a Sus pies, y les dé la salvación y Vida eterna, para que estén también con ustedes en el Reino eterno de Jesucristo, viviendo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de: “UN MENSAJE UNIVERSAL:” El Evangelio de la Gracia y el Evangelio del Reino.

Que Dios les bendiga, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

Dejo con ustedes al Reverendo, el pastor Leonardo Navarrete, para indicarles hacia dónde caminar: hacia dónde caminar las damas y hacia dónde caminar los caballeros, para cambiarse de ropas, colocarse las ropas bautismales, y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

UN MENSAJE UNIVERSAL.”