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Saludo a las damas 2004-09-11 1 São Paulo São Paulo BR 00:00:00 false

Muy buenas noches, amables hermanas presentes, y los hermanos también que están presentes; es una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para saludarles y pedirle a Cristo Sus bendiciones sobre cada una de ustedes:

Que Jesucristo, el Ángel del Pacto, les bendiga, y les use grandemente en Su Obra en este tiempo final, como usó a aquellas hermanas que estuvieron con Jesucristo trabajando en la Obra de Dios, en los días de Jesucristo en Su ministerio terrenal, y también igual a todas las hermanas que han trabajado en la Obra de Cristo en edades pasadas, en el tiempo de los Apóstoles y de cada Ángel Mensajero; y también igual a las que trabajaron en el Antiguo Testamento, en el Programa Divino; que así les bendiga y les use a ustedes grandemente en forma multiplicada. En el Nombre del Señor Jesucristo. Y les bendiga espiritualmente y materialmente también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Estamos viviendo en un tiempo muy glorioso, en donde la Obra de Dios correspondiente a nuestro tiempo es la más importante; porque es la Obra que Cristo lleva a cabo bajo la Lluvia Temprana y Tardía; y eso corresponde a la Edad de la Piedra Angular, que es nuestra edad, a donde Cristo nos ha llamado y nos ha colocado en Su Cuerpo Místico de creyentes, en donde hay oportunidad de trabajo en la Obra de Cristo, para hombres, para niños, y para hermanas también. Todos tienen oportunidad para trabajar en la Obra de Cristo, y así hacer tesoros en el Cielo, en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador; tesoros que vamos a disfrutar en el Reino Milenial y por toda la eternidad.

Algunas veces nos preguntamos: “¿Qué yo tendré en el Reino de Cristo?” Pues esa pregunta la hicieron los discípulos del Señor Jesucristo en el capítulo 19 de San Mateo, y Él les dijo... capítulo 19, versos 28 en adelante... aun el verso 27 para que tengamos el cuadro claro. Esto fue después que Cristo habló al joven rico, y le dijo que vendiera todo lo que tenía... vamos a ver... verso 21, dice:

Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.

Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones (Cristo le estaba dando la fórmula de cómo transferir esas riquezas terrenales que estaban en el reino terrenal, transferirlas al Reino de Cristo, al Reino de Dios, para tenerlas por toda la eternidad).

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos.

Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.

Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?

Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible

(Y ahora aquí va la pregunta de San Pedro, que es la misma pregunta que toda persona se ha hecho: “¿Qué yo tendré en el Reino de Cristo?”).

Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos?

Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.”

El Trono de Gloria de Cristo es el Trono de David, el Trono del Reino de Dios terrenal, es el Reino de David, que será restaurado; y el Trono de David es el Trono al cual Jesucristo es Heredero. De ese Trono fue que habló el Arcángel Gabriel a la virgen María, y le dijo a la virgen María que el Hijo que ella iba a tener sería llamado: Hijo de Dios; y Dios le daría el Trono de David, y se sentaría sobre ese Trono y reinaría para siempre. Ese es el Trono terrenal de Jesucristo.

Pero el Trono de Dios Celestial está en el Cielo, y en ese Trono está Cristo, pero Él tiene un Trono terrenal, que es el Trono de David, para reinar sobre ese Trono, sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.

Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.”

En adición a la Vida eterna, vean ustedes, Dios le dará en forma multiplicada una bendición, tendrá más de lo que tuvo en la Tierra. Eso será en el Reino de Jesucristo, en el Reino Milenial. Por lo tanto, mientras más hacemos para Cristo, más tendremos en el Reino Milenial de Cristo.

Cristo dijo: “Haced tesoros, ¿dónde? En el Cielo.” ¿Y cómo vamos a hacer tesoros? Trabajando en la Obra de Cristo, así almacenamos tesoros en el Cielo, en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Es como cuando tenemos una cuenta de ahorros en el banco, ¿cómo almacenamos ahorros? ¿Cómo hacemos un tesoro ahí? Pues colocando ahí dinero. ¿Y cómo hacemos tesoros en el Reino de Cristo? Colocando ahí nuestra labor, y también la parte económica.

Trabajando en la Obra de Cristo es que almacenamos tesoros en el Reino de Cristo, los cuales serán recompensados, Cristo dará a cada uno conforme a Sus obras. Él viene para recompensar a cada uno según sea Su Obra. Por lo tanto, si la obra es pequeña, la recompensa es pequeña. San Pablo dijo: “El que escasamente siembra, escasamente cosechará. Pero el que siembra abundantemente, abundantemente cosechará.” [Segunda de Corintios 2:6]

Si una persona siembra semilla y siembra poca, pues no va a esperar cosechar como el que sembró mucha semilla. Cada persona cosecha de acuerdo a como haya sembrado. “Nuestro trabajo en el Señor no es en vano.” Dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, verso 58. Porque nuestro trabajo en el Señor no es en vano, ¿por qué? “Porque Cristo recompensará a cada uno según sea su obra.”

Por lo tanto, trabajemos en la Obra de Cristo y cosecharemos en el Reino de Cristo, recibiremos la recompensa por las labores que hayamos realizado en la Obra de Cristo. Toda persona ha deseado ser rica, ha deseado ser multimillonaria; y en el Reino de Cristo está la oportunidad: ahí está la oportunidad para ser más ricos que los ricos más grandes de este planeta Tierra, para ser ricos en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, y disfrutar esa riqueza, esa bendición en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, hay que hacer una cosa, y esa es la que queremos hacer para ser ricos en el Reino de Cristo; y lo que tenemos que hacer es trabajar. El que quiere cosechar, tiene que trabajar, tiene que sembrar para luego cosechar; y así es para nosotros también. Por lo tanto, trabajemos en el Reino de Cristo, que a su tiempo recibiremos la recompensa de parte de Jesucristo nuestro Salvador; y trabajemos con amor. Con y por Amor Divino, y con fe, hagamos todas las labores correspondientes en el Reino de Cristo.

Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de cómo hacer riquezas, tesoros, en el Reino de los Cielos. Cristo dijo: “Haced tesoros, ¿dónde? En los Cielos.” Es el lugar del cual también Cristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia.” Y luego que lo hemos buscado, lo hemos encontrado y hemos entrado a Él, entonces lo próximo es hacer tesoros ahí en el Reino de Cristo.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre los varones también, sobre mí también, y sobre todos los hijos e hijas de Dios. En el Nombre del Señor Jesucristo; y que nos use grandemente en Su Obra en este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y dejo nuevamente con nosotros al misionero, Reverendo, Miguel Bermúdez Marín para continuar.

PALABRAS DE SALUDO A LAS DAMAS.”