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El Embajador del Rey 2004-09-03 1 Goiânia Goiás BR 00:00:00 false

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. En esta noche no les digo que les traigo saludos de Erica, pues ella aquí está presente, por lo tanto le pido que levante su mano hacia ustedes, y les dé los saludos ella misma.

Para esta noche leemos en Segunda de Corintios, capítulo 5, versos 14 al 21, donde nos dice San Pablo:

Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;

y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.

De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;

que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.

Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”

EL EMBAJADOR DEL REY.”

Pablo dice que somos embajadores en Nombre de Cristo. Por lo tanto, nuestro tema es: “EL EMBAJADOR DEL REY.”

Dios es nuestro Rey, y Dios por medio de Cristo reina en el Universo entero. Por lo tanto, Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores, y como todos los reyes de la Tierra tienen embajadores, los cuales son enviados a diferentes naciones; y por medio de esos embajadores, cada país, cada rey a través de sus embajadores, trata con otras naciones. Y tiene en diferentes naciones lo que le llaman: “La embajada,” donde esta el embajador.

Y Jesucristo siendo el Rey de reyes y Señor de señores, tiene también embajadores que ha enviado de etapa en etapa, de edad en edad a este planeta Tierra, y tiene una embajada en este planeta Tierra.

En el Antiguo Testamento la embajada era el pueblo hebreo, y el embajador de Dios en medio del pueblo hebreo, era el Mensajero correspondiente a cada tiempo: Moisés, y también Josué, también los jueces, el Profeta Samuel (que fue el último de los Jueces y el primero de los Profetas), y luego los demás Profetas como Elías, como Eliseo, como Isaías, como Jeremías, como Ezequiel, como Daniel, y como los demás Profetas, finalizando con Juan el Bautista. Porque los Profetas de Dios, de la Dispensación de la Ley, ya terminaron; porque los Profetas de la Ley, hasta Juan profetizaron.

Por lo tanto, en la Embajada de Dios bajo la Dispensación de la Ley, hemos visto así a la ligera, quiénes fueron los embajadores de Dios, colocados en este Planeta Tierra en la embajada terrenal de Dios, el pueblo hebreo bajo la Dispensación de la Ley, el pueblo de los siervos de Dios. Hacer algo contra el pueblo hebreo, es lo mismo que cualquier persona, o cualquier nación, hacer algo contra la embajada de alguna nació; hacer algo contra esa embajada, es estar haciendo algo en contra de la nación que ha colocado esa embajada ahí.

Ahora, veamos en Éxodo, capítulo 17, nos dice... esto fue cuando Amalec, el pueblo amalecita, se levantó contra Moisés y contra el pueblo hebreo que iba por el desierto camino a la tierra prometida. Capítulo 17, verso 8 al 16 del Éxodo, dice:

Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.

Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.”

Recuerden que Moisés era el embajador de Dios, el que fue enviado por Dios con una comisión divina, y por consiguiente era el comendador o en comendador de Dios, tenía una encomienda divina para llevar a cabo en favor del pueblo hebreo. Y así como un embajador cuando tiene problemas en su embajada, porque algunas personas se levantan en contra de esa embajada y tratan de destruirla, el embajador pide ayuda a la nación que él representa. Y ahora, vean aquí:

E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.

Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.

Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro (o sea, de otro lado); así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.

Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.”

Moisés con las manos levantadas en alto recibía la ayuda del Cielo. El Embajador de Dios, en la Embajada de Dios: el pueblo hebreo, estaba pidiendo ayuda del Cielo; tipo y figura de Cristo en la Cruz del Calvario con Sus manos levantadas al Cielo, en donde recibió la ayuda divina para llevar a cabo la gran victoria en favor de toda persona escrita en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, en favor de todos los miembros de la Embajada Celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora continuamos viendo el verso 13 al 16 (ya leímos el verso 13), donde dice:

“Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.”

Y ahora, veamos el futuro de Amalec, el cual se levantó en contra de Moisés y en contra del pueblo hebreo. Pero veamos delante de Dios lo que eso significó y lo que sería el futuro de Amalec:

Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y dí a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo.”

Quedó establecido que Amalec dejaría de existir, porque peleó contra el pueblo hebreo y contra Moisés, contra el Embajador de Dios y contra la Embajada de Dios.

Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi.”

Y ahora, el verso 16, dice:

...y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Jehová, Jehová tendrá guerra con Amalec de generación en generación.”

Y ahora, vean contra quién se levantó Amalec: contra el Trono de Dios. Así como cualquier persona o grupo de personas o nación, que se levante en contra de una embajada, se está levantando en contra del rey o presidente de la nación que colocó esa embajada en ese lugar. Y Dios colocó al pueblo hebreo en este planeta Tierra, y colocó a Moisés como el embajador de ese tiempo. Levantarse en contra del pueblo hebreo y levantarse en contra de Moisés, era levantarse en contra de Dios y el Trono de Dios; se levantó contra el Trono de Jehová. Y quien se levante contra el Trono de Dios, no tiene futuro, dejará de existir.

Ahora, encontramos que luego que el pueblo hebreo entró a la tierra prometida y fue establecido allá, luego en el tiempo de los jueces, Dios estuvo gobernando al pueblo hebreo a través de los jueces; esos hombres de Dios eran los Embajadores en la Embajada de Dios: el pueblo hebreo. Luego Dios también dio reyes al pueblo hebreo, dio un rey conforme al corazón de Dios, el cual fue el rey David. Y luego después de David vino Salomón.

Pero veamos el misterio contenido en ese reino del pueblo hebreo. Ese reino del pueblo hebreo, es muy importante, porque el pueblo hebreo, siendo la Embajada de Dios en la Tierra, pueblo terrenal compuesto por los siervos de Dios, vean ustedes lo que tenía en su medio, lo más grande que un pueblo puede tener.

En el capítulo 28 de Primera de Crónicas, verso 5, dice el rey David:

Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel.”

Y ahora, vean dónde está el Trono terrenal de Dios: en medio del pueblo hebreo, y vean dónde está el Reino terrenal de Dios: en medio del pueblo hebreo, y en ese Trono de ese Reino terrenal de Dios, se sentó David, y después se sentó el rey Salomón.

Ahora veamos en el capítulo 29, de este mismo libro de Primera de Crónicas, verso 22 y 23, cuando le dieron por segunda vez la investidura al rey Salomón (la investidura de rey), dice:

Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote.

Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel.”

Aquí nos muestra que Salomón se sentó en el Trono de Jehová en lugar de su padre David.

Ahora vean, el Trono de Dios terrenal, ¿dónde está? Aquí en la escritura dice que está en medio del pueblo hebreo, y allí está señalado el lugar de la presencia de Dios; Dios estaba reinando sobre el pueblo hebreo, gobernando el pueblo hebreo por medio del rey David, y después por medio del rey Salomón.

Estos reyes establecidos por Dios tenían que gobernar para Dios, tenía que ser Dios a través de ellos gobernando sobre el pueblo hebreo, en donde Dios colocó Su Reino. Por lo tanto, el Reino de Israel es el Reino de Jehová, de Dios sobre el planeta Tierra, y el Trono de David en Jerusalén es el Trono de Dios terrenal en este planeta Tierra, y por consiguiente el pueblo hebreo es la Embajada terrenal de Dios, es la representación terrenal del Reino de Dios, del Reino Celestial de Dios.

Por lo tanto, el pueblo hebreo representa al Reino Celestial de Dios, y al Trono Celestial de Dios lo representa el Trono de David. Eso es así en el Antiguo Testamento, y va a ser restaurado en el Reino Milenial de Cristo, porque el Reino de David y el Trono de David va a ser restaurado, y por consiguiente el pueblo hebreo volverá a ser como pueblo terrenal, la embajada terrenal de Dios.

Vean aquí en el capítulo 1 de San Lucas, el Arcángel Gabriel, el Arcángel de la revelación divina, al que siempre le he llamado: el Arcángel Profeta de la Sexta Dimensión, el que tiene acceso al Libro de la Verdad, y por consiguiente conoce la verdad de todas las cosas que sucederían en el planeta Tierra. Por eso le habló al Profeta Daniel de las cosas que iban a suceder, y le dijo al Profeta Daniel: “Yo te mostraré las cosas que están escritas en el Libro de la Verdad.” Eso está en el libro del Profeta Daniel, por el capítulo 9 y por el capítulo 10. En dos lugares habla de esto. En el capítulo 10, verso 19 al 21, dice:

Y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.

El me dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Pues ahora tengo que volver para pelear contra el príncipe de Persia; y al terminar con él, el príncipe de Grecia vendrá.

Pero yo te declararé lo que está escrito en el libro de la verdad; y ninguno me ayuda contra ellos, sino Miguel vuestro príncipe.”

Y ahora, aquí podemos ver cómo el Arcángel Gabriel le dice a Daniel que le va mostrar lo que está escrito en el Libro de la Verdad, porque el Arcángel Gabriel tiene acceso al Libro de la Verdad.

Y ahora, nos habla también el Arcángel Gabriel del Arcángel Miguel, el cual le ayudó en aquel tiempo, y el cual siempre le ha ayudado, y del cual el Arcángel Gabriel dice que para el tiempo final se levantará Miguel, el gran Príncipe, que está por los hijos del pueblo de Daniel, o sea, que está por los hijos de Israel, el gran Príncipe: el Arcángel Miguel. Por lo tanto, el Arcángel que está por el pueblo hebreo es el Arcángel Miguel, es el Príncipe que está sobre el pueblo hebreo.

Ahora, vean ustedes, el Arcángel Miguel con el Ejército Celestial que él tiene defiende al pueblo hebreo, porque el pueblo hebreo compuesto por los siervos de Dios, es la embajada terrenal de Dios, donde Dios colocó diferentes embajadores, diferentes Profetas. Por eso toda persona o nación que se levante contra el pueblo hebreo, tendrá problemas delante de Dios; el Arcángel Miguel con Su Ejército se levantará en contra de tales personas o tales naciones.

Por eso encontramos que en favor del pueblo hebreo, siempre hubo una protección divina; desde el mundo invisible el Arcángel Miguel con Su Hueste Celestial estuvo defendiendo al pueblo hebreo.

Ahora, cuando una persona ve que hay otra persona, o hay una nación que tiene la bendición de Dios, no debe ponerse a pelear contra esa persona o contra esa nación; más bien debe hacer amistad con ella, y decir en su corazón: “Esta persona o esta nación, tiene la bendición de Dios, por lo tanto, yo estaré con esa persona o con esa nación, y Dios me va a bendecir a mí también.”

Cristo dijo: “El que te bendijere, será bendito; mas el que te maldijere, será maldito.” Eso dijo Dios por medio de Cristo, por medio del Ángel del Pacto en el Antiguo Testamento, a Abraham, a Isaac, a Jacob, y al pueblo hebreo por consiguiente también. Por lo tanto, para recibir la bendición, entonces hay que estar brazo a brazo con el que tiene la bendición.

Ahora, hablando del Reino de Dios y del Trono de Dios, vean la promesa que hay aquí, siendo que el pueblo hebreo rechazó a Cristo en Su Primera Venida, Cristo dijo: “El Reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzcan los frutos de él.” Capítulo 21, verso 43 de San Mateo.

Ahora, leamos en San Lucas, capítulo 1, versos 30 en adelante, cuando el Arcángel Gabriel visitó a la virgen María, dice:

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”

Y ahora, el Trono de David, que es el Trono terrenal de Dios, el Trono de Dios en este planeta Tierra; ese Trono es el Trono de David. Y lleva sobre dos mil años, unos dos mil años sin que esté sentado un descendiente del rey David sobre ese Trono; por lo tanto, Dios no ha estado reinando sobre el pueblo hebreo, porque el Trono está desocupado. Pero ahora la promesa es que ese Trono será ocupado; Jesús o Jesucristo es el Heredero a ese Trono, y por consiguiente a ese Reino, el Reino de Jehová sobre el planeta Tierra.

Por eso Cristo dijo que orando pidiéramos la Venida del Reino de Dios: “Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad como en el Cielo, también en la Tierra.” Por lo tanto, eso está en el capítulo 6 de San Mateo.

Ahora, la Venida del Reino de Dios a la Tierra, será el establecimiento del Reino de Cristo en el planeta Tierra, sentándose sobre el Trono de David y siendo restaurado ese Reino de Jehová sobre este planeta Tierra. Ese era el Reino de David y Trono de David, y va ser restaurado en el planeta Tierra.

Pero ahora, entre la Primera Venida de Cristo hasta este tiempo final ha habido una brecha, ha surgido una etapa; en donde el Reino de Dios fue quitado del pueblo hebreo, porque rechazó a Cristo, y fue dado a la Iglesia del Señor Jesucristo. La Iglesia del Señor Jesucristo es el Israel Celestial, y ha estado en esta Tierra el Israel Celestial, ha estado ese Reino Celestial, el Reino de Cristo Celestial, ha estado en esta Tierra en una fase o esfera espiritual, y está compuesto ese Reino por hijos e hijas de Dios, que son los creyentes en Cristo, son los miembros del Israel Celestial.

Y el Israel Celestial, por cuanto ha recibido el Reino, fue pasado el Reino de Dios a la Iglesia de Jesucristo, desde la muerte de Cristo en adelante el Reino de Dios pasó a la Iglesia de Jesucristo; y por consiguiente la Iglesia del Señor Jesucristo es la Embajada de Dios en este planeta Tierra. Por eso Cristo dijo: “Cualquiera que diere un vaso de agua fresca a uno de estos pequeñitos, no perderá su recompensa.” [San Mateo 10:42] ¿Por qué? Porque la Iglesia de Jesucristo compuesta por los creyentes en Cristo, es la Embajada de Dios en este planeta Tierra, es la Embajada de Jesucristo, el Rey de los Cielos y de la Tierra. Él tiene una Embajada aquí en la Tierra, es Su Iglesia, y por consiguiente Él ha tenido un Embajador siempre en Su Iglesia.

En el tiempo de los Apóstoles el Embajador principal fue San Pedro, y los demás fueron colaboradores con él en la Embajada de Dios en la Tierra, en la Iglesia del Señor Jesucristo. Luego entre los gentiles el Embajador de la Embajada de Dios, de la Iglesia de Jesucristo, fue San Pablo, y luego Dios colocó también al lado de San Pablo muchos colaboradores que trabajaron en la Iglesia de Jesucristo; porque la Embajada de Dios en la Tierra en el Nuevo Testamento es la Iglesia del Señor Jesucristo, y ha tenido muchas personas trabajando en esa Embajada.

Por eso la Escritura dice: “Que nuestra ciudadanía está en los Cielos.” [Filipenses 3:20] Es como una persona que trabaja en una embajada, pero pertenece a su país que está en otro lugar, pero es embajador; y esas personas principales de esa embajada, pueden decir: “Mi ciudadanía no es de este país, es del país del cual es esta embajada.”

Y ahora, por cuanto la Iglesia es la Embajada de Dios, es una Embajada del Cielo colocada en este planeta Tierra, y por consiguiente somos ciudadanos celestiales: “Nuestra ciudadanía está en los Cielos, de donde también esperamos al Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria Suya.” Eso está en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21.

Y ahora, estamos viendo la Embajada de Dios y los Embajadores que ha tenido de etapa en etapa: son los Mensajeros correspondientes a cada etapa de la Iglesia, a cada edad de la Iglesia, y con él han estado las personas que han estado trabajando brazo a brazo en la Embajada de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Luego para el Día Postrero, todavía tenemos la Embajada de Dios en este planeta Tierra, es una Embajada del Cielo colocada en este planeta Tierra. Y para el Día Postrero tendrá Cristo en Su Embajada a Su Ángel, el Ángel del Señor Jesucristo, a través del cual Jesucristo estará obrando y dándonos a conocer las cosas que deben suceder pronto. Ese es el último de los Embajadores de la Embajada de Cristo, de la Iglesia del Señor Jesucristo; y con él estarán trabajando todos los escogidos de Dios del Día Postrero.

A través de esa Embajada, Cristo le hablará al pueblo hebreo también, a través de esa Embajada y el ministerio que Él tendrá en esa Embajada, que será el Embajador que tendrá la encomienda de todo el Programa Divino correspondiente al tiempo final, Cristo estará hablándole Paz a Su Iglesia y al pueblo hebreo, bajo el Pacto de Paz, que es el Nuevo Pacto, el Pacto de Cristo, en donde Él ha colocado Su Sangre, la Sangre del Nuevo Pacto es la Sangre de Jesucristo.

Y por consiguiente, así como cada Embajador de la Embajada de Dios, de la Iglesia de Jesucristo, trajo el Mensaje de Paz, fueron Mensajeros, Embajadores de Paz, también el Ángel del Señor Jesucristo, estará dando su Mensaje de Paz y Amor para todo ser humano. Eso será un Mensaje del Cielo transmitido a la humanidad a través de la Embajada de Dios, por el Embajador de Dios del Día Postrero, así como ha sucedido de etapa en etapa en medio de la Iglesia de Jesucristo.

Y ahora, estamos viviendo en el tiempo final, y por consiguiente de la Iglesia de Jesucristo, de la Embajada de Jesucristo, sale la bendición para los gentiles y para los hebreos también. Ahí es donde está la bendición de Cristo: en Su Embajada, en Su Iglesia, ahí ha estado todo el tiempo y ahí continúa.

Ahora, estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, en el tiempo en que de un momento a otro, Cristo nos dará la bendición del nuevo cuerpo, del cuerpo eterno y glorificado; esa es una promesa para todos los miembros de la Embajada de nuestro amado Señor Jesucristo. Estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos.

Vean, para este tiempo la promesa es: el Mensaje de Gran Voz de Trompeta, o Trompeta final que traerá Cristo en Espíritu Santo, por medio del Embajador que Él tendrá en Su Embajada, en Su Iglesia en este tiempo final. Él tendrá el Mensaje de Cristo, el Rey de reyes y Señor de señores, él será el Mensajero de Jesucristo para el Día Postrero.

Pero ese Mensajero no es Jesucristo, pero es el Embajador de Jesucristo, a través del cual Cristo se estará manifestando en el Día Postrero, y dándonos Su Mensaje de Gran Voz de Trompeta; esa Trompeta final que está prometida para sonar y llamar y juntar a todos los escogidos de Dios, enviará a Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta y juntará a Sus escogidos. Esa es la Trompeta que llama y junta a todos los escogidos de Dios, esa es la Trompeta del Evangelio de Cristo.

Vean, cuando hay peligro para los ciudadanos de una nación, el embajador recibe la orden del rey o del presidente de su nación, de que alerte a los ciudadanos de su nación, que están viviendo en esa otra nación, y algunas veces les dice que salgan de esa nación, porque hay peligro para esos ciudadanos; y la embajada se encarga también de ayudarlos en cualquier cosa que ellos necesiten, para que salgan antes de que el peligro venga plenamente sobre ellos.

Y para este tiempo final, los juicios divinos están por caer sobre la Tierra. Pero desde la Embajada de Cristo, la Iglesia de Jesucristo, viene el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta que nos llama y nos junta y nos prepara para salir de este planeta Tierra. ¿Salir cómo? Siendo transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; porque hay peligro en este planeta Tierra, porque los juicios divinos van a caer sobre la Tierra. Por lo tanto, Cristo va a sacar a todos los miembros de Su Iglesia, a todos los miembros de Su Embajada.

Por lo tanto, en el Mensaje de Cristo para este tiempo final, está el llamado y la preparación para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Cristo por medio de Su Embajada y de Su Embajador, está de edad en edad en este planeta Tierra dándonos Su Mensaje y llevando a cabo todas las labores aquí en la Tierra en y a través de Su Iglesia, y para este tiempo final también es así.

Ahora, Cristo siempre tiene un Embajador en Su Iglesia, como en el Antiguo Testamento siempre Dios tuvo un Embajador; ahora hay un Embajador físico, que es el Mensajero que Dios tiene en cada edad y en cada Dispensación en medio de Su Embajada, en medio de Su Iglesia. La Iglesia del Antiguo Testamento es el pueblo hebreo. La Iglesia del Nuevo Testamento es la Iglesia del Señor Jesucristo, así que vemos la Embajada del Antiguo Testamento y la Embajada del Nuevo Testamento.

Y ahora, también la Embajada de Dios: el pueblo hebreo y la Iglesia de Jesucristo, han tenido también un Embajador de otra Dimensión, han tenido Embajadores de otra Dimensión y sobre todo el Embajador principal, en el Antiguo Testamento es llamado el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical. Y luego en el Nuevo Testamento encontramos que así como Jehová Dios, nos dice en el Éxodo, capítulo 23, verso 20 al 23:

He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.”

Aquí tenemos el Embajador Celestial, el Ángel de Jehová, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”

Vean, el Nombre de Dios está en Su Ángel, el Ángel del Pacto, el Embajador Celestial. Pero ese Embajador Celestial usó velos de carne, usó Embajadores terrenales, Profetas a través de los cuales habló Su Mensaje del Cielo. Sigue diciendo el verso 22 y 23:

Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.”

Aquí podemos ver que Dios será enemigo de los enemigos de Su pueblo. ¿Ven? Dios será enemigo de los enemigos de la Embajada que Él ha colocado en la Tierra. El pueblo hebreo fue esa Embajada en el Antiguo Testamento, y en el Nuevo Testamento la Iglesia de Jesucristo es la Embajada de Dios, es la Embajada del Cielo colocada en la Tierra.

Porque mi Angel irá delante de ti...”

Y ahora vean ustedes la protección divina que hay para esa Embajada. Como toda embajada tiene una protección directamente de la nación que ha colocado esa embajada en ese país, tiene personas militares en esa embajada, para proteger esa embajada. Y Jesucristo tiene Huestes Celestiales en Su Iglesia protegiendo a Su Iglesia.

Y ahora vean, en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16 - lo mismo que leímos en el Antiguo Testamento: que Dios envió Su Ángel donde estaba Su Nombre, en la misma forma que Jehová Dios hizo en el Antiguo Testamento con Su Embajada Celestial que colocó en la Tierra: el pueblo hebreo, ahora, vean ustedes, lo que Cristo hace con Su Embajada Celestial, con Su Iglesia. Capítulo 22, verso 16 del Apocalipsis:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”

Y ahora, Jesucristo dice que ha enviado Su Ángel para dar testimonio de estas cosas en las iglesias. Ahí tenemos el enviado de Jesucristo, el Embajador de Jesucristo con la encomienda de Cristo el Rey, para dar testimonio de estas cosas en las iglesias; él es el Comendador o en Comendador de Cristo, el Comendador o en Comendador del Rey Jesucristo, el en Comendador o Embajador de Cristo para dar testimonio de estas cosas, es el Ángel del Señor Jesucristo. Por eso en Apocalipsis 22, verso 6, dice:

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel (¿a quién dice que ha enviado? A Su Ángel. Así como una nación envía a otra nación su embajador, y lo coloca ¿dónde? En su embajada), para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.

Ese es el que tiene la encomienda de parte de Jesucristo, el Rey de los Cielos y de la Tierra, para dar a conocer las cosas relacionadas al Rey, que es Jesucristo nuestro Salvador, y dar a conocer las cosas que deben suceder pronto. Ese es para el Día Postrero el Embajador de Jesucristo, el Rey de reyes y Señor de señores; Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores, y tiene una Embajada en la Tierra, esa Embajada es Su Iglesia; y tiene un Embajador en la Tierra de etapa en etapa; esos han sido los Mensajeros principales que Jesucristo ha tenido en Su Iglesia, llamados los Ángeles del Señor Jesucristo, también llamados: Las siete estrellas en la Diestra de Cristo, y también llamados: Los siete ojos que están en el Cordero.

Esos son los Embajadores de la Iglesia entre los gentiles durante las siete etapas o edades. Pero Pedro es el Embajador de la Iglesia entre los hebreos.

Y para el Día Postrero el Ángel del Señor Jesucristo, es el último de los Embajadores en medio de la Iglesia de Jesucristo. Pero ese Ángel aparece a Juan el Apóstol en un cuerpo angelical; por lo tanto siempre ha estado en medio de la Iglesia de Jesucristo en cuerpo angelical. Pero para el Día Postrero estará en cuerpo de carne con la misión divina de dar a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Y así los escogidos recibir la revelación divina de todo lo que necesitamos conocer para obtener nuestra transformación y ser llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Toda persona que ha recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador y ha sido bautizado en agua en Su Nombre, pidiéndole perdón a Cristo por sus pecados, Cristo le ha perdonado y con Su Sangre le ha limpiado de todo pecado, ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo le ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y ha producido en la persona el nuevo nacimiento, esa persona ha nacido a la Vida eterna y ha entrado por consiguiente al Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, que es el Reino de Dios; y por consiguiente la persona tiene Vida eterna.

Y ahora, ¿dónde están esas personas? Estamos presentes aquí en esta noche, agradecidos a Cristo por la bendición de llamarnos a Su Reino y colocarnos en Su Reino al recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador, nos ha colocado en Su Embajada, en Su Iglesia.

Vean, cuando hay peligro para los ciudadanos de una nación, se van a la embajada y ahí están seguros. Y estamos en la Embajada de Cristo en este planeta Tierra, en la Iglesia del Señor Jesucristo. Para entrar a una embajada, pues hay que entrar por la puerta, y la Puerta de la Embajada de Cristo es el mismo Cristo. Él dijo: “Yo Soy la Puerta, el que por Mí entrare, será salvo.” San Juan, capítulo 10, verso 9.

Por lo tanto, toda persona que ha recibido a Cristo como Salvador, ha entrado por la Puerta a la Embajada de Dios, a la Iglesia del Señor Jesucristo, y ahí está seguro.

Si hay alguna persona que todavía no ha entrado por la Puerta, que es Cristo, a la Embajada de Dios, a la Iglesia de Jesucristo, puede en esta noche entrar para recibir la salvación y Vida eterna, y estar seguros y estar sellados en el Reino de Cristo con el Espíritu de Cristo y tener la Vida eterna.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo, puede hacerlo en esta noche, y yo estaré orando por usted en esta noche, para que Cristo le reciba en Su Reino, en Su Embajada, en Su Iglesia, perdone vuestros pecados y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y obtenga el nuevo nacimiento, nazca en la Embajada de Cristo, en la Iglesia del Señor Jesucristo, en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, y así asegure su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Puede levantar su mano y puede pasar al frente, y oraré por ustedes en esta ocasión.

Vamos a dar unos minutos en lo que pasan las personas que todavía no han recibido a Cristo, pero que han escuchado y han entendido la predicación del Evangelio del Reino, y han comprendido que no hay otra forma de obtener la salvación y Vida eterna, sino a través de Jesucristo. Solamente a través de Jesucristo es que obtenemos la salvación y Vida eterna. “Porque no hay otro nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podamos ser salvos.” [Aquí hubo un corte en el audio original] “...mas el que me negare, Yo le negaré delante de mi Padre.”

Todos queremos que Cristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial, todos queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno. Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16:

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Tan simple como eso. Es un asunto de creer en Cristo para ser salvo y entrar al Reino de Dios y recibir la Vida eterna. Toda persona puede recibir la Vida eterna a través de Jesucristo; solamente a través de Jesucristo es que podemos recibir la Vida eterna. Todos queremos vivir eternamente.

Si vivir en estos cuerpos físicos es tan bueno, cómo será en un cuerpo eterno y joven para toda la eternidad. Va a ser algo maravilloso cuando Él nos dé el cuerpo eterno, seremos iguales a Él, un cuerpo glorificado como el Cuerpo glorificado que tiene Jesucristo; así será cuando Él nos dé el nuevo cuerpo, y cuando resucite a los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y eternos, cuerpos que nunca se pondrán viejos, que nunca se enfermarán, que nunca morirán, cuerpos jóvenes para toda la eternidad, cuerpos que representarán de 18 a 21 años de edad, cuerpos que estarán en la flor de la juventud por toda la eternidad. Eso es lo que Cristo tiene para mí. ¿Y para quién más? Para ustedes también.

Todavía estamos dando unos segundos en lo que pasan las personas que faltan por pasar. Es que Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad de Goiânia, y por consiguiente les está llamando en esta ocasión, les está llamando para bendecirles, para perdonar sus pecados y con Su Sangre limpiarles de todo pecado, y para que sean bautizados en agua en Su Nombre, en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo bautizarlos con Espíritu Santo y Fuego, y darles el nuevo nacimiento, y colocarlos en Su Embajada, en Su Iglesia con Vida eterna.

Es Vida eterna lo que recibimos cuando recibimos a Cristo, recibimos a Cristo, porque queremos que Él nos dé la Vida eterna. No hay otra persona que pueda darle a usted o a mí la Vida eterna, solamente hay Uno, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Por eso lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador: para que nos dé la Vida eterna; porque queremos vivir por toda la eternidad en Su Reino eterno y glorioso.

Recuerden que Cristo es el Heredero al Reino de Dios y al Trono de Dios en la Tierra, que es el Trono de David. Ya Cristo heredó el Trono Celestial y está sentado en el Trono Celestial, pero Él también es el Heredero al Trono terrenal, al Trono de David y al Reino de David, a ese Reino terrenal, donde vamos a estar con Jesucristo reinando como reyes y como sacerdotes y jueces, y ahí es donde vamos a tener la posición importante de nuestra vida, en el Reino de Cristo.

Mientras estamos aquí en la Tierra, somos reyes espirituales y sacerdotes espirituales. Pero por cuanto estamos en estos cuerpos físicos, no tenemos una posición muy importante físicamente en esta Tierra; porque estos reinos terrenales no son de Dios, son del maligno; pero Cristo los va a heredar, y por consiguiente nos va a colocar en posiciones bien importantes; pero todavía falta un poquito de tiempo en lo que Cristo recibe los reinos de este mundo.

La humanidad ha estado esclavizada en el reino de las tinieblas, que ha estado gobernando los reinos terrenales. Pero Cristo va a heredar todos los reinos y va a gobernar desde el Trono de David allá en Jerusalén. Jerusalén será la capital del mundo, y el Trono será el Trono de David; y el Reino será el Reino de Dios en la Tierra.

Por eso Cristo dijo que orando pidiéramos la Venida del Reino de Dios. Y todos decimos: “¡En ese Reino yo quiero estar!” Y para estar, pues recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Esa es la forma para asegurar nuestro futuro en el Reino de Cristo y para vivir con Él en Su Reino por toda la eternidad.

Todavía pueden continuar pasando los que faltan por pasar. Los niños de 10 años en adelante también pueden pasar; porque Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” [San Lucas 18:16]

Vamos a estar puestos en pie. Si falta alguna otra persona por pasar, puede hacerlo inmediatamente para que quede incluida en esta oración que haré por todas las personas que han pasado. Unos segundos en lo que pasa cualquier otra persona que falta por pasar; pues algunas veces las personas, alguna persona ha escuchado, ha creído, pero cuando le toca pasar al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo se aguanta, algo lo aguanta [detiene]. Pero tiene que decir: “Yo he creído en Cristo como mi único y suficiente Salvador, por lo tanto paso al frente y doy testimonio público de mi fe en Cristo.” Y ya la persona ha obtenido la victoria.

La fe viene por el oír, por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo; y con el corazón se cree para justicia. La persona cree con el alma, con el corazón. Pero se confiesa, hace confesión pública de su fe en Cristo con la boca, confiesa públicamente a Cristo como su único y suficiente Salvador, para que Cristo le reciba, le perdone, y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y obtenga el nuevo nacimiento, y nazca en el Reino eterno de Jesucristo, y obtenga así la salvación y Vida eterna, y así su alma tenga Vida eterna, y tenga la esperanza de volver a vivir en el Reino de Cristo, que será establecido en este planeta Tierra, y ahí viviremos con nuevos cuerpos, cuerpos eternos y glorificados.

Si la persona no asegura con Cristo su futuro eterno, no volverá a vivir, perdió la oportunidad de volver a vivir, de vivir eternamente, porque se conformó con la vida temporera, terrenal, que solamente es de menos de cien años en la actualidad.

¿Por qué conformarse con cien años o menos, cuando podemos vivir eternamente con Cristo en Su Reino? Cuando termine nuestra vida terrenal, que es temporera, tenemos Vida eterna, todos los que hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador; los que no lo han recibido solamente tuvieron vida temporera y en algún momento se les va a terminar; y cuando se les termine, si no tienen Vida eterna, no podrán vivir eternamente, serán juzgados en el juicio final, condenados por incrédulos, por no creer en Cristo, y echados en el lago de fuego que es la segunda muerte, y dejarán de existir, porque no quisieron vivir eternamente, sabiendo que podían vivir eternamente, y sabiendo que esto lo podían obtener recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Ninguna persona le podrá echar la culpa a Cristo, Cristo le dio la oportunidad. Por lo tanto, la culpa la tendrá ¿quién? La misma persona que no quiso a Cristo, no quiso que Cristo le diera Vida eterna. Para la persona recibir Vida eterna y vivir eternamente en el Reino de Dios, tiene que venir a Cristo.

Miren, aquí Cristo lo dice en el capítulo 5, verso 40 de San Juan. Para los que no quieren venir a Cristo, miren lo que Cristo dice: dice que es que no quieren tener Vida eterna. Vean:

...y no queréis venir a mí para que tengáis vida.”

Capítulo 5, verso 40. Vamos a leerlo de nuevo:

...y no queréis venir a mí para que tengáis vida.

Esa Vida es la Vida eterna. Las personas que no quieren venir a Cristo, no quieren venir a Cristo porque no quieren tener Vida eterna. Es como las personas que no quieren sentarse a la mesa para que les pongan un plato de comida, porque no quieren comer. Pero el que quiere comer pregunta: “¿Dónde me tengo que sentar para que me traigan la comida? Porque yo quiero comer, porque yo quiero que ese alimento se convierta en vida para mi cuerpo.” Si la persona deja de comer, en algún momento deja de vivir, se va poniendo delgado, flaco, magro y después se muere. Pero el que quiere vivir, come.

Ahora, todo el que quiere vivir eternamente, recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, y lo tiene que hacer mientras está viviendo en el cuerpo de carne. Y como uno no sabe cuándo se le va terminar la vida terrenal, tiene que hacerlo lo más pronto posible, para asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.

Si falta alguna otra persona, puede pasar, ya oraremos por todos los que han pasado al frente. Vamos a inclinar nuestros rostros para orar, vamos a levantar nuestras manos a Cristo, y repitan conmigo esta oración:

Señor Jesucristo, vengo a Ti creyendo en Ti de todo corazón; creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario, creo que Tu muerte en la Cruz del Calvario es el Sacrificio de la Expiación por mis pecados.

Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti; creo en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Señor Jesucristo, salva mi alma, Te lo ruego, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautizame con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer en Tu Reino, quiero recibir la Vida eterna, quiero vivir contigo por toda la eternidad.

Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Señor Jesucristo. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.

Repitan conmigo, con nuestras manos levantadas al Cielo: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.

Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Ustedes me dirán: “Ya he creído en Cristo de todo corazón y lo he recibido como mi único y suficiente Salvador, pero todavía me falta ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto han creído de todo corazón en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo hoy mismo, esta misma noche.

Pregunto al Reverendo Salomón Cunha si hay agua: ¿Hay agua? Hay agua. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Hay vestidores, lugar donde cambiarse de ropas? Hay también. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo esta misma noche.

Y que Jesucristo, nuestro Salvador, les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y a los familiares de ustedes, Cristo los traiga también a Sus pies, y les dé salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes viviendo eternamente con Cristo en Su Reino.

Ha sido para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “EL EMBAJADOR DEL REY,” o sea, el Embajador de Jesucristo, el Rey de los Cielos y de la Tierra.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo.

Dejo al Reverendo Salomón Cunha con ustedes nuevamente, para indicarles hacia dónde caminar los niños y las damas y los caballeros, para cambiarse de ropas, y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, nuestro Salvador.

Vamos a pedirle al Reverendo Salomón Cunha pase acá para continuar.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos.

EL EMBAJADOR DEL REY.”