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| Reconcíliate con Dios hoy | 2004-08-30 | 1 | Boa Vista | Roraima | BR | 00:00:00 | false |
Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión aquí en Boa Vista, en la República del Brasil. Para esta ocasión reciban saludos de mi esposa Erica y los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela.
Para esta ocasión leemos en Segunda de Corintios, capítulo 5, versos 14 al 21, donde dice:
“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;
y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.
De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así.
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;
que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”
Tomando el verso 20 que dice: “Reconciliaos con Dios.” Nuestro tema es: “RECONCÍLIATE CON DIOS HOY.”
En el Antiguo Testamento, en Levítico, capítulo 23, verso 26 en adelante, al 29, dice:
“También habló Jehová a Moisés, diciendo:
A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.
Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.
Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”
El día diez del mes séptimo de cada año, en medio del pueblo hebreo, era el día de la expiación por los pecados del pueblo, para obtener el perdón por sus pecados, ser perdonados y ser reconciliados con Dios. Aquello era tipo y figura de un día, de un tiempo en que un Sacrificio Perfecto sería llevado a cabo para la reconciliación de todo ser humano con Dios, así como en el Antiguo Testamento ese día diez era el día de la reconciliación. Y toda persona que no venía ante la presencia de Dios afligido en su corazón por haber pecado contra Dios, y le pedía perdón a Dios por sus pecados; si no hacía eso, no quedaba reconciliado con Dios y Dios lo cortaba del pueblo, perdía el derecho a continuar viviendo.
Pero toda persona que arrepentida de sus pecados ante la presencia de Dios iba, y le pedía perdón a Dios por sus pecados, quedaba perdonado y reconciliado con Dios y vivía un año más. Un año más, porque aquel sacrificio no era perfecto, solamente era tipo y figura de un Sacrificio perfecto que iba a ser efectuado por un hombre perfecto, para el ser humano ser reconciliado con Dios, para vivir por toda la eternidad en el Reino de Dios.
Ahora, encontramos que aquel sacrificio del macho cabrío de la expiación es tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, donde Él llevó nuestros pecados porque Él se hizo pecado por nosotros y por consiguiente murió por nuestros pecados. Se hizo mortal al tomar nuestros pecados y recibió la paga del pecado que es la muerte, para que nosotros recibamos la dádiva de Dios que es Vida eterna en Cristo Jesús, para que así fuésemos reconciliados con Dios y podamos vivir eternamente en el Reino de Dios con nuestro amado Señor Jesucristo.
Cristo dijo o preguntó en San Mateo 16, versos 26 al 28:
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”
Ahora, podemos ver que Jesucristo enfatiza sobre la salvación del alma, eso es lo más importante para el ser humano: la salvación de su alma, en donde obtiene el perdón de sus pecados por medio del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, y es limpio de todo pecado por medio de la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, porque Jesucristo muriendo en la Cruz del Calvario es nuestro Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.
Ya no se requieren sacrificios de animalitos como se hacían en el Antiguo Testamento en medio del pueblo hebreo, ya eso terminó, ahora estamos bajo un Nuevo Pacto, y estamos cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.
Y estamos reconciliados con Dios todos los que hemos recibido a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y le hemos pedido perdón a Cristo por nuestros pecados (arrepentidos de nuestros pecados), Cristo nos ha perdonado y con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado.
Desde el Sacrificio de Cristo en adelante, lo que sucedía el día diez del mes séptimo de cada año en medio del pueblo hebreo en el Antiguo Testamento, ahora comenzó a suceder en el Templo Celestial, porque el Sacrifico de la Expiación por los pecados del ser humano fue hecho por un hombre perfecto: nuestro amado Señor Jesucristo, el cual tenía en Él la Sangre de Dios, la Sangre perfecta para recibir al ser humano de todos sus pecados, y colocar al ser humano en la Vida eterna y en el Reino eterno de Dios reconciliado con Dios.
La reconciliación del ser humano fue tipificada en el sacrificio de la expiación del día diez del mes séptimo de cada año, que el pueblo hebreo realizaba.
Ahora, aquello fue el tipo y figura, la sombra, pero con la Primera Venida de Cristo, apareció en la Tierra el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Juan el Bautista dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.”
Jesucristo es el Macho Cabrío de la Expiación que fue sacrificado en la Cruz del Calvario por nuestros pecados, para obtener el perdón de nuestros pecados y ser reconciliados con Dios para toda la eternidad.
Cristo, cuando ascendió al Cielo, presentó Su propia Sangre en el Cielo en el Templo Celestial, por cuanto Cristo vino del Cielo, Su Sacrificio luego fue aceptado en el Cielo en el Templo Celestial.
Vean, cuando Cristo murió, el sumo sacerdote terrenal no tomó la Sangre de Cristo para entrar al lugar santísimo y esparcir con su dedo siete veces sobre el propiciatorio, porque eso era lo que el sumo sacerdote hacía con el sacrificio de un macho cabrío, eso era lo que sucedía en el templo terrenal.
Pero con el Sacrificio de Jesucristo, el Cordero de Dios y el Macho Cabrío de la Expiación del Templo y para el Templo Celestial, vean, Jesucristo mismo como Sumo Sacerdote, según el Orden de Melquisedec del Templo Celestial, no se fue al templo terrenal a colocar Su Sangre sobre el propiciatorio del templo terrenal, sino que subió al Cielo y colocó Su Sangre sobre el propiciatorio del Templo Celestial.
¿Y cuál es el propiciatorio? El Trono de Dios; y mientras en el Trono de Dios está la Sangre de Cristo, hay oportunidad para todo ser humano ser reconciliado con Dios, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, arrepentido de sus pecados y pidiéndole perdón a Cristo por sus pecados, y Cristo lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento y queda reconciliada la persona con Dios, entra al Reino de Dios, al Reino eterno de Dios, y por consiguiente ha entrado a la Vida eterna y ha obtenido el derecho de vivir eternamente con Cristo en el Reino de Dios.
Por eso es tan importante escuchar la predicación del Evangelio de Cristo. Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” [San Marcos 16:15-16]
Toda persona tiene la oportunidad de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y luego recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo nace la fe para creer en Cristo, porque la fe viene por el oír, por el oír ¿qué? La Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo.
“Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Y la persona da testimonio público de su fe en Cristo y recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, Cristo le recibe, lo perdona, con Su Sangre lo limpia de todo pecado, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, y la persona nace de nuevo, nace a una nueva vida: a la Vida eterna en un nuevo reino: en el Reino eterno de Dios, ese es el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Por eso Él mandó a predicar el Evangelio, y mandó a predicar el arrepentimiento y el perdón de los pecados en Su Nombre. En el Nombre del Señor Jesucristo se predica el arrepentimiento y el perdón de los pecados, para que así las personas arrepentidas de sus pecados, reciban a Cristo como su único y suficiente Salvador y obtengan la salvación y Vida eterna, y sean así reconciliadas con Dios.
Todo esto es para el ciclo divino del Día de salvación; así como el día diez del mes séptimo de cada año en medio del pueblo hebreo era el día de salvación, el día en que Dios perdonaba los pecados del pueblo y quedaban cubiertos con la sangre de la expiación de aquel macho cabrío, y quedaban reconciliados con Dios.
Ahora, todo eso era en la Tierra y se efectuaba en el templo terrenal; pero ahora desde la muerte de Cristo, todo ahora funciona en el Templo Celestial; y ahora, en el Templo Celestial se abrió el ciclo divino del Día de salvación, se abrió el ciclo divino del Tiempo en que Dios recibe a todo hombre que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Por lo tanto, desde la muerte de Cristo en adelante comenzó el Día de salvación. Vean, en Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 2, dice:
“Porque dice:
En tiempo aceptable te he oído,
Y en día de salvación te he socorrido.”
Aquí San Pablo está haciendo referencia al pasaje de Isaías, capítulo 49, verso 8. Sigue diciendo:
“He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.”
Y ahora, el Día de salvación comenzó, se abrió con la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, ese Día de salvación se abrió en el Templo Celestial para todos los seres humanos, para que toda persona en este Día de salvación, que es la Dispensación de la Gracia, todo ser humano pueda obtener la salvación de su alma:
“Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?
¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”
No hay recompensa que el ser humano pueda dar por la salvación de su alma, el precio de la salvación del alma del ser humano lo pagó Jesucristo en la Cruz del Calvario. Para Él darnos Vida eterna tuvo que morir, vean ustedes, hasta en lo natural, en las cosas de las naturaleza esto es así también.
En los vegetales y en las carnes de los animales hay vida, pero para ellos darnos la vida que tienen, tienen que morir: los vegetales y las frutas y todo tienen que morir para transmitirnos vida a nosotros. Nos comemos esas cosas y son vida para nuestro cuerpo.
Los animales para darnos su vida tienen que morir, y entonces los podemos comer, y se convierte en vida para nosotros, porque si no comemos nos vamos a morir, pero algo tiene que morir para que nosotros podamos vivir.
Y para poder vivir eternamente tuvo que morir Jesucristo el Cordero de Dios, que es también el Macho Cabrío de la Expiación, y Cristo dijo: “El que no coma mi Carne y beba mi Sangre, no tiene vida permaneciente en sí.” Por lo tanto, tenemos que comernos a Cristo, creyendo en Su Primera Venida y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario. “Porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.”
Por lo tanto, creyendo esa Palabra es que nosotros obtenemos salvación y Vida eterna, porque nos estamos comiendo a Jesucristo, el Hijo de Dios, como el Sacrifico de nuestra Expiación por nuestros pecados; o sea, que estamos por la fe comiéndonos a Cristo. No era literalmente que las personas tenían que comerse un pedazo del cuerpo de Cristo, es por la fe, por la fe es que nos comemos la Palabra de Dios, Cristo es el Verbo, la Palabra que se hizo carne, Él también dijo: “Yo Soy el Pan de vida.”
Por lo tanto, si Él es el Pan de vida tenemos que comernos a Cristo por la fe, creyendo en Él como nuestro único y suficiente Salvador, en el Tiempo aceptable delante de Dios, que es la Dispensación de la Gracia, ese es el Día de salvación, el Día dispensacional de la Gracia.
Y por consiguiente el Mensaje de Dios para este Día de salvación, el Mensaje de Dios para este Día de la Gracia, es el Mensaje de la Gracia, el mensaje del Evangelio de Cristo, que presenta a Cristo en Su Primera Venida como el Sacrificio por nuestros pecados, muriendo en la Cruz del Calvario, para nosotros ser reconciliados con Dios en este Tiempo de salvación, que es la Dispensación de la Gracia que comenzó cuando Cristo fue crucificado en la Cruz del Calvario.
Y todavía estamos en Tiempo de salvación, en Tiempo aceptable delante de Dios, donde Dios acepta a toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque todavía estamos en el Día de salvación, en la Dispensación de la Gracia.
Y cuando entre hasta el último escogido de Dios al Reino de Cristo, se terminará el Tiempo aceptable delante de Dios, se terminará el Día de salvación delante de Dios; y luego las personas que no hayan recibido a Cristo como Salvador, ya no tendrán oportunidad de hacerlo, porque ya habrá terminado el Día de salvación. Pero todavía estamos en el Día de salvación, en el Tiempo aceptable delante del Señor.
En este Tiempo aceptable delante del Señor es que yo he recibido a Cristo como mi único y suficiente Salvador, en este Día de salvación que comenzó cuando Cristo fue crucificado, y todavía estamos en ese Día de salvación, en la Dispensación de la Gracia.
¿Y quién más ha aprovechado el Día de salvación, el Tiempo aceptable delante del Señor? Pues Cristo les ha recibido en Su Reino y les ha dado Vida eterna, porque Cristo vino para buscar y salvar lo que se había perdido, por eso se abrió el Día de salvación, el Tiempo aceptable delante del Señor desde que Cristo murió en la Cruz del Calvario.
Por lo tanto, San Pablo predicando decía: “Reconciliaos con Dios.” ¿Por qué? Porque estaban viviendo en el Tiempo aceptable, en el Día de salvación; y todavía nosotros estamos viviendo en el Tiempo aceptable, en el Día de salvación, en el día de la Dispensación de la Gracia.
Si alguna persona todavía no ha recibido a Cristo como Salvador no tiene Vida eterna, no está reconciliado con Dios, no tiene paz con Dios, está como un enemigo de Dios; pero el Mensaje es: “Reconcíliate con Dios.” Porque estamos en Tiempo aceptable para ser reconciliados con Dios, estamos en el Día de salvación, en el Día de la Dispensación de la Gracia todavía.
Por lo tanto, aprovecha este Tiempo aceptable delante del Señor, reconciliándote con Dios por medio de Jesucristo y Su Sacrificio efectuado en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados para reconciliarnos con Dios.
Solamente por medio de Jesucristo es que el ser humano puede ser reconciliado con Dios; por lo tanto si todavía no has recibido a Cristo como Salvador todavía no estás reconciliado con Dios, pero estamos en Tiempo aceptable delante de Dios, en Tiempo en que toda persona puede ser reconciliada con Dios a través de Jesucristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario. Cristo dijo:
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” [San Marcos 16:15-16]
Todos queremos ser salvos, todos queremos vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino, para lo cual tenemos que ser reconciliados con Dios por medio de Jesucristo, para lo cual recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, lo puede hacer en esta noche, para que así sea reconciliado con Dios por medio de Jesucristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, y puede pasar al frente y yo oraré por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado y lo reconcilie a usted con Dios, y reciba usted la paz de Cristo, que es la paz de Dios bajo el Nuevo Pacto, el Pacto de Paz.
Puede pasar al frente toda persona que quiera ser reconciliada con Dios, para lo cual necesita recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Recibimos a Cristo para que Cristo nos perdone y nos limpie con Su Sangre de todo pecado, y nos reconcilie con Dios y nos dé la salvación y Vida eterna, y así aseguremos nuestro lugar en la Vida eterna con Jesucristo nuestro Salvador. Pueden continuar pasando y oraré por ustedes en esta ocasión.
Estamos en Tiempo aceptable, estamos en el Día de salvación todavía, estamos todavía en la Dispensación de la Gracia, por lo tanto hay Misericordia en el Trono de Dios para toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Todavía la Sangre de Cristo está en el Trono de Intercesión en el Cielo, en el Trono de Dios, y Cristo todavía está en el Cielo como Sumo Sacerdote, haciendo Intercesión con Su propia Sangre por toda persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador.
Pueden continuar pasando para orar por ustedes en esta noche, para que Cristo les reconcilie con Dios y los restaure a la Vida eterna, ese es el propósito: la Vida eterna. Todos queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Los niños de diez años en adelante también pueden pasar para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Estamos en Tiempo aceptable delante de Dios, el Día de salvación para ser reconciliados con Dios: Reconcíliate con Dios para que Cristo te dé la salvación y Vida eterna y vivas eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno.
Todavía pueden continuar pasando las personas que faltan por pasar. Dios tiene mucho pueblo en esta Ciudad, y por consiguiente los está llamando por medio de Su Evangelio para reconciliarlos con Dios y restaurarlos a la Vida eterna.
Vamos a estar puestos en pie, y vamos a dar unos segundos en lo que pasan las demás personas que necesitan pasar para ser reconciliados con Dios.
Recuerden nuestro tema: “RECONCÍLIATE CON DIOS.” Reconciliaos hoy con Dios, hoy en la Dispensación de la Gracia que es la dispensación aceptable delante de Dios, en donde Dios acepta a toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador.
Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre; mas el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” [San Lucas 12:8-9]
Todos queremos que Cristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial como creyentes en Cristo, para eso es que lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador, y Él nos da la salvación y Vida eterna.
Es para recibir la Vida eterna que recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y para así ser reconciliados con Dios, porque la reconciliación del ser humano con Dios es exclusivamente a través de Jesucristo.
No hay otro que nos pueda reconciliar con Dios, solamente hay uno, y Su Nombre es: Señor Jesucristo. “Porque no hay otro nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Libro de los Hechos, capítulo 4, verso 12, son palabras del Apóstol San Pedro predicando. Por lo tanto, reconcíliate con Dios a través de Jesucristo, recibiendo a Jesucristo como Tu único y suficiente Salvador.
Todavía pueden seguir pasando las personas que faltan por pasar, y los niños también que faltan por pasar, niños de diez años en adelante, porque Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también, Él dijo: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” [San Mateo 19:14]
Dios tiene lugar en Su Reino para los niños, los jóvenes, los adultos y los ancianos también, y para los bebés también, por eso los presentamos a Cristo cuando Dios nos da los niños, aún siendo unos bebés los presentamos a Cristo para que Cristo los coloque en Su Reino, para que queden asegurados en el Reino de Cristo y por consiguiente en la Vida eterna.
Es muy importante asegurar nuestro futuro eterno ¿con quién? Con Jesucristo en Su Reino eterno, porque no hay otra cosa más importante que la Vida eterna, y esta Vida eterna está en Jesucristo, y a través de Jesucristo es que la recibimos; y todos queremos la Vida eterna, por esa causa recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él nos dé la Vida eterna.
Pueden continuar pasando las personas que faltan por pasar, porque estamos en el Tiempo aceptable delante del Señor, en el Día de salvación delante de Dios, estamos en ese Día de salvación, en la Dispensación de la Gracia. En el Trono Celestial todavía está vigente el Día de salvación, la Dispensación de la Gracia, hasta que entre hasta el último escogido de Dios al Reino de Jesucristo nuestro Salvador.
Dios tiene lugar en Su Reino para cada uno de ustedes que están aquí presentes. Ustedes están aquí presentes en esta actividad, porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, por esa causa ustedes están aquí presentes escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, y Cristo en esta noche está llamándolos. “Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón,” dice San Pablo en Hebreos, capítulo 3, verso 7; y Hebreos, capítulo 4, verso 7.
El Evangelio es la Voz de Cristo llamando a toda persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, eso es Cristo llamando a las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna, y Cristo les llama para darles Vida eterna, porque todavía estamos en el Tiempo aceptable delante del Señor, en el Día de salvación, en el Tiempo de reconciliación del ser humano con Dios a través de Jesucristo nuestro Salvador.
Reconcíliate con Dios, ¿cómo? A través de Jesucristo, recibiéndolo como tu único y suficiente Salvador, porque no hay otro Salvador, solamente hay uno, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO, Él es el único que te puede dar la salvación y Vida eterna, no hay otra persona, y Él es el único que puede perdonar tus pecados.
Por eso lo recibimos como único y suficiente Salvador, porque Él es el único Salvador, Él es el Salvador del ser humano, Él es el que salva al ser humano de sus pecados y lo reconcilia con Dios para que viva eternamente en el Reino de Dios.
Si falta alguna otra persona puede pasar. Algunas veces luego de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, y la persona creer de todo corazón en Cristo, cuando llega el momento de dar testimonio público de su fe en Cristo pasando al frente y recibiéndolo como su único y suficiente Salvador, siente algo que lo aguanta [detiene] pero en su alma desea recibir a Cristo y desea pasar al frente.
Pero la persona lo que tiene que decir es: “Yo he escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y he creído de todo corazón, nació la fe aquí en mi alma para creer en Cristo, por lo tanto yo me levanto, paso al frente y doy testimonio público de mi fe en Cristo, confieso a Jesucristo públicamente como mi único y suficiente Salvador, y lo recibo como mi único y suficiente Salvador.”
Eso está dando testimonio público de su fe en Cristo, está confesando a Cristo públicamente, y Cristo lo confiesa delante de nuestro Padre Celestial como un creyente que lo ha recibido como su único y suficiente Salvador, y Cristo reconcilia a la persona con Dios y lo coloca en el Reino eterno de Dios, lo coloca en la Vida eterna.
Es Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, recibimos a Cristo para que Él nos dé la Vida eterna; en ningún otro lugar podemos encontrar la Vida eterna, y en ninguna otra persona, solamente en nuestro amado Señor Jesucristo.
Si falta alguna persona puede pasar inmediatamente para que quede incluida en esta oración que estaré haciendo por usted. Vamos a estar listos para orar por las personas que han pasado. Si falta alguna persona puede pasar inmediatamente para que quede incluida en esta oración que he de hacer por todas las personas que han pasado al frente.
Unos segundos y ya oraremos. Recuerde que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como Salvador, ya Cristo le habló a usted en su alma, y ya usted tiene fe y está creyendo en Cristo, pero le falta dar testimonio público de su fe en Jesucristo.
“RECONCÍLIATE CON DIOS.” Ese ha sido nuestro tema de esta ocasión, y hemos visto cómo reconciliarnos con Dios: a través de Jesucristo nuestro Salvador, recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador.
Vamos a orar por todas las personas que han pasado. Si falta alguna persona todavía por pasar, puede pasar al frente. Vamos a estar listos, y vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo, con nuestros ojos cerrados y repitan conmigo esta oración las personas que han pasado. Repitan conmigo:
Señor Jesucristo, he escuchado la predicación de Tu Evangelio y ha nacido en mi alma la fe para creer en Ti, creo en Ti, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados.
Señor Jesucristo, públicamente doy testimonio de mi fe en Ti, y Te recibo en estos momentos como mi único y suficiente Salvador. Señor Jesucristo, salva mi alma Te lo ruego, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado.
Señor Jesucristo, reconcíliame con Dios, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma Te lo ruego Señor Jesucristo, quiero vivir en Tu Reino por toda la eternidad, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego, Te ruego produzcas en mi el nuevo nacimiento, quiero nacer en Tu Reino a la Vida eterna.
En Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma y reconcíliame con Dios ¡Oh Señor Jesucristo! Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén y amén.
Y ahora, con nuestras manos levantadas al Cielo, repitan conmigo: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.
El Señor Jesucristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados, y les bautizará con Espíritu Santo y Fuego y les reconciliará con Dios.
Ustedes han creído de todo corazón en Cristo, y ahora me preguntarán: “¿Y cuándo me pueden bautizar en agua en el Nombre del Señor Jesucristo? Pues Cristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ Quiero cumplir el mandato de Cristo completo, quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo como Él lo dijo.” Por cuanto han creído de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua esta misma noche.
Pregunto al ministro: ¿Hay agua? Hay agua me dice el Reverendo Israel. ¿Hay ropas bautismales? Hay también ropas bautismales. ¿Hay lugar dónde cambiarse de ropas? Hay también lugar donde cambiarse de ropas. Por lo tanto bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, en donde ustedes se identificarán con Jesucristo en Su muerte, sepultura y resurrección.
Cuando el ministro sumerge a la persona en agua, está sumergiendo a una persona que murió al mundo y por consiguiente es sepultado en las aguas bautismales. Y luego cuando lo levanta de las aguas bautismales, eso tipifica que la persona se está levantando, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador; y así usted se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección en el bautismo en agua.
Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y que Jesucristo también traiga a sus familiares al conocimiento de la verdad, y Cristo salve a vuestros familiares para que estén con ustedes en el Reino eterno de Jesucristo por toda la eternidad.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: “RECONCÍLIATE CON DIOS HOY,” a través ¿de quién? De Jesucristo nuestro Salvador.
Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Con nosotros el Reverendo Israel para continuar y decirles hacia dónde caminar las damas, y hacia dónde caminar los caballeros para cambiarse de ropas y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Que el Señor Jesucristo les bendiga y les guarde, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Con nosotros el Reverendo Israel.
“RECONCÍLIATE CON DIOS HOY.”