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El Testimonio del Cielo 2004-08-08 1 Guatemala GT 00:00:00 false

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para esta ocasión leemos en Primera de Juan: Primera de Juan, capítulo 5, donde dice desde el verso 4 en adelante, dice:

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.

¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?

Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad.

Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.

Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.

Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo.

El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.

El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Tomando el verso 7, que dice:

Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.”

Tomamos como tema: “EL TESTIMONIO DEL CIELO.”

Tres son los que dan Testimonio en el Cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y el Verbo es Jesucristo, el cual se hizo carne; el Verbo es el Hijo de Dios, o sea, que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son los que dan Testimonio en el Cielo.

EL TESTIMONIO DEL CIELO.”

Cuando Dios estuvo en medio del pueblo hebreo, Él estuvo hablando por medio de los Profetas de Dios. En Zacarías, dice en el capítulo 7, verso 11 en adelante, que el pueblo hebreo no quiso escuchar la Voz de Dios, y era Dios el que estaba hablando desde el Cielo, pero a través de Sus Profetas. Vean, dice:

Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;

y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”

Vean, era Dios, Jehová Dios por medio de Su Espíritu Santo hablando a través de los Profetas al pueblo hebreo. Por lo tanto, era nada menos que un Testimonio del Cielo, del Padre Celestial por medio de Su Espíritu Santo hablando al pueblo hebreo. Pero dice aquí que no quisieron escuchar. Por lo tanto, vino gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.

Y ahora, nos dice el Apóstol San Pablo en Hebreos, capítulo 1, verso 1 en adelante de la siguiente manera, y vamos a leer, dice:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

El Mismo Dios que habló en el Antiguo Testamento por medio de Su Espíritu Santo a través de los Profetas, ahora en el Nuevo Testamento está hablando a través de Su Hijo Jesucristo. Finalizando el Antiguo Testamento y para comenzar el Nuevo Testamento aparece Juan el Bautista y Jesús; y el Mismo que habló por medio de los Profetas, ahora está hablando por medio de Jesucristo, el Hijo de Dios.

Ahora, siendo que lo que Dios habló a través de los Profetas por Su Espíritu Santo, es nada menos que el Testimonio del Cielo, Dios, el Padre, por medio de Su Espíritu Santo dando Testimonio, tenemos entonces que entender que el pueblo estaba llamado a escuchar esa Voz del Cielo, ese Testimonio del Cielo, ese Mensaje del Cielo que estaba siendo hablado. En Éxodo, capítulo 23, verso 20 al 23, dice:

He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”

¿Dónde estaba el Nombre de Dios en el Antiguo Testamento? En Su Ángel, el Ángel de Jehová.

Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.

Porque mi Angel irá delante de ti.”

Dios hablaba por medio de Su Ángel a los Profetas, y a través de los Profetas al pueblo hebreo.

¿Y quién es el Ángel de Jehová? Es Jesucristo en Su cuerpo angelical. Por eso es que Jesucristo en una ocasión dijo palabras que estremecieron a los que lo escucharon, porque eran palabras inconcebibles a la mente humana, y no cabían en la mente de los seres humanos, solamente podían ser colocadas en el corazón del ser humano y creerlas así de todo corazón, aunque no las entendieran.

Ahora, vean lo que Cristo dijo... capítulo 8, verso 56 al 59, dice:

Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”

Y esas palabras no caben en la mente de ninguna persona, no pueden ser razonadas, pero pueden ser creídas de todo corazón y luego pueden ser entendidas. Miren lo sencillo que es todo. Él dice: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy.” O sea, que Jesucristo no vino a existir cuando nació a través de la virgen María, ya existía, dice: “Abraham vuestro padre deseó ver mi día; y lo vio, y se gozó.” Y después dice: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy.” Aún era antes que Abraham y era antes que Noé también, y era antes que Adán también; porque Jesucristo, vean ustedes quién es: algunas personas piensan que es un hombre común que apareció y nació allá en Belén de Judea, y que es un hebreo sin importancia. Pero miren en Malaquías, capítulo 3, verso 1 en adelante, dice:

He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí.”

¿Quién está enviando a Su Mensajero, a Juan el Bautista? Porque esta profecía se cumplió en Juan el Bautista como el Mensajero enviado delante del Señor para preparar el camino al Señor, y tenerle un pueblo bien apercibido, bien preparado esperando la Venida del Mesías, el cual ya estaba en la Tierra. Pero Juan no le conocía y el pueblo tampoco le conocía, pero ya estaba en la Tierra. Y Juan fue ese Mensajero precursor de la Primera Venida de Cristo.

...y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”

¿Quién vendría? El Señor, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, Elohim, y el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, en donde está el Nombre de Dios; y cuando vino era nada menos que el Verbo, que es nada menos que el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová.

El Ángel de Jehová es la imagen del Dios Viviente, es el cuerpo angelical de Dios, y la semejanza física de Dios es el cuerpo físico de Jesucristo nuestro Salvador. Dios creó al ser humano a Su imagen y a Su semejanza, por lo tanto, Dios cuando creó a Adán, lo creó a Su imagen, un hombre espiritual, un hombre con un cuerpo angelical, y fue creado varón y hembra, dice la Escritura. O sea, que en Adán estaban los dos espíritus: el espíritu masculino, y el espíritu femenino, y luego Dios le dio la semejanza física cuando del polvo de la tierra le creó un cuerpo físico de carne, y colocó Dios a Adán, que es alma viviente, con un cuerpo angelical, un cuerpo espiritual de otra dimensión, parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión, luego lo colocó dentro del cuerpo de carne, y era varón y hembra.

Y luego Dios tomó del costado de Adán (luego que colocó sueño sobre Él) e hizo una herida en su costado y sacó de su costado una costilla y le formó un cuerpo femenino, una compañera, y dentro de ese cuerpo femenino colocó el espíritu femenino que estaba en Adán, lo colocó dentro de ese cuerpo femenino, y Adán solamente quedó con el espíritu masculino. Y el cuerpo femenino que fue llamado: “Ishshah,” o “varona,” y después más adelante fue llamado: “Eva,” dentro de ese cuerpo femenino colocó el espíritu femenino; y por esa causa vino a ser Eva la compañera idónea para Adán, era carne de su carne, hueso de sus huesos, y era espíritu de su espíritu, fue sacado el espíritu de Adán, el espíritu femenino y colocado en el cuerpo femenino.

¿Y el cuerpo femenino de dónde fue sacado? De Adán también. Por eso Adán dijo: “Esto es carne de mi carne, y es hueso de mis huesos.” Así fue que Dios creó a Adán y luego le formó una compañera.

Ahora, ¿cómo fue que Dios creó a Adán y a Eva, y el Universo completo? Dice la Escritura: “En el principio creó Dios los Cielos y la Tierra.” Génesis, capítulo 1, verso 1. Y luego en Hebreos, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo.”

¿Quién es el heredero de toda la Creación? Jesucristo el Hijo de Dios.

...y por quien asimismo hizo el universo.”

¿Ven? ¿Cómo creó Dios el universo? Por medio de Su Hijo Jesucristo. ¿Ven lo sencillo que es todo? ¿Ahora pueden ver por qué Cristo dijo: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy”? ¿Ven?

...el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia.”

¿Ven? Jesucristo es la imagen de Dios, la imagen misma de la sustancia de Dios.

...y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo.”

La purificación de nuestros pecados, ¿cómo la efectuó? Por medio de Sí mismo, por medio de Su cuerpo que fue ofrecido en Sacrificio vivo en la Cruz del Calvario.

...se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”

Cristo cuando murió, fue sepultado y luego resucitó, resucitó glorificado y luego se sentó a la diestra de Dios en el Cielo, y está sentado allá como Sumo Sacerdote haciendo Intercesión con Su propia Sangre por toda persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Esas son las personas que cuando vienen a esta Tierra escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque esas son las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna, y de esas ovejas Él dijo que Él ponía Su vida por Sus ovejas, por esas ovejas del Padre.

Y Él también dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.” Y la Voz de Cristo es del Cielo, por consiguiente la Voz de Cristo, el mensaje de Cristo con el cual llama y junta a todos sus hijos de edad en edad y de siglo en siglo, es el Testimonio del Cielo, el Testimonio que Él da a Su Iglesia y a todo ser humano para darle a conocer el misterio de Su Primera Venida y el misterio de Su muerte en la Cruz del Calvario, que para los hebreos de aquel tiempo que no creían en Cristo fue una desgracia, pero para los creyentes en Cristo fue la bendición más grande, fue la bendición del Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Él tomó nuestros pecados y se hizo pecado por nosotros y por consiguiente se hizo mortal, y la paga del pecado, que es la muerte vino sobre Él, todo el juicio divino cayó sobre Jesucristo y murió. Y por eso decía: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”

Una persona que no ha recibido a Cristo está con sus pecados y por consiguiente está desamparado de Dios, toda persona quiere que Dios lo ampare, estar amparado por Dios, para lo cual necesita recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, para que Cristo con Su Sangre le limpie de todo pecado, le perdone y le limpie de todo pecado, y entonces sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtenga el nuevo nacimiento.

Así es como Cristo produce el nuevo nacimiento en la persona, por eso Cristo dijo: “El que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios.” Por lo tanto, para entrar al Reino de Dios el cual está en la esfera de la fe cristiana, está en la esfera espiritual, la persona necesita nacer de nuevo del Agua y del Espíritu.

Nacer del Agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y creer en Cristo como su único y suficiente Salvador y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y nacer del Espíritu es nacer del bautismo del Espíritu Santo, y así la persona ha obtenido el nuevo nacimiento y ha entrado al Reino eterno de Jesucristo, y por consiguiente ha entrado a la Vida eterna, ha nacido en el Reino de Cristo a una nueva vida, ¿a qué vida? A la Vida eterna.

Pues la vida que obtuvimos cuando nacimos en esta Tierra a través de nuestros padres terrenales es una vida maravillosa, y mucho hicieron nuestros padres por nosotros, pero con todo y eso no nos pudieron dar una Vida eterna, sino una vida temporera.

Pero con esta vida temporera que hemos obtenido a través de nuestros padres, la cual ha sido en la permisiva voluntad de Dios con un propósito divino, para que nosotros hagamos contacto con la Vida eterna, ¿cómo? La Vida eterna Dios la ha dado a la raza humana, y esta Vida eterna está en Jesucristo. Por lo tanto, para recibir la Vida eterna recibimos a Cristo que es la Vida eterna, y tiene la Vida eterna para darnos a nosotros esa Vida eterna, y producir así en nosotros el nuevo nacimiento.

Vean, para vivir en esta Tierra en esta vida terrenal, tuvimos que nacer a través de nuestros padres, y mucho hicieron por nosotros, ni siquiera son científicos, y vean, nos dieron un cuerpo físico, el cual ha sido de bendición para todos nosotros. Pero ahora para entrar a la Vida eterna, tenemos que nacer de nuevo, eso fue lo que le dijo Cristo a Nicodemo; y para nacer de nuevo tenemos que escuchar la predicación del Evangelio de Jesucristo y creer en Jesucristo de todo corazón, porque el Evangelio de Cristo lo que hace es darnos a conocer el misterio de la Primera Venida de Cristo y el misterio de la muerte de Jesucristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

El pueblo hebreo sacrificaba animales por sus pecados, el día diez del mes séptimo de cada año, sacrificaba el macho cabrío de la expiación, lo cual era el sumo sacerdote el que hacía ese sacrificio, y luego tomaba la sangre de ese macho cabrío que había sido sacrificado, la tomaba en una vasija y la llevaba luego al lugar santísimo y con su dedo esparcía siete veces sobre el propiciatorio.

El propiciatorio es la tapa del arca del pacto, la cubierta del arca del pacto, y es el Trono de Dios en el tabernáculo que construyó Moisés y en el templo que construyó el rey Salomón. En esa tapa que es el propiciatorio, estaban dos querubines de oro, uno a cada lado, y en medio de los dos querubines de oro estaba la presencia de Dios en la Luz de la Shekinah, la Luz de la Columna de Fuego, aquella misma Luz que le apareció al Profeta Moisés.

Y allí estaba Dios en ese tabernáculo terrenal en el lugar más importante que es el lugar santísimo, y en el propiciatorio que es el trono en ese tabernáculo terrenal, y ese propiciatorio tipifica el Trono de Dios en el Cielo. Por eso era que esparcía con su dedo siete veces sobre el propiciatorio, para que el pueblo que arrepentido de sus pecados pedía perdón a Dios en ese día, obtuviera el perdón de sus pecados y fueran cubiertos con la sangre de esa expiación por sus pecados para ser reconciliados con Dios por un año más. Por un año porque los sacrificios de animales no son perfectos, solamente eran el tipo y figura de un Sacrifico perfecto que vendría más adelante, el cual fue el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.

Ahora, desde la muerte de Cristo en adelante, ya no acepta Dios sacrificios de animalitos por los pecados del ser humano. Para todo ser humano: hebreos y gentiles hay un solo Sacrificio por el pecado, es el Sacrificio de la Expiación de Jesucristo en la Cruz del Calvario, y por consiguiente ahora los gentiles tienen acceso al Sacrificio de la Expiación por sus pecados que es el Sacrifico de Cristo en la Cruz del Calvario, creyendo y recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, creyendo en Su Primera Venida y en Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, creyendo en Su Nombre y recibiéndolo como su único y suficiente Salvador arrepentido de los pecados, y entonces Cristo recibe a la persona, lo perdona, con Su Sangre lo limpia de todo pecado, la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, la persona obtiene un cuerpo angelical, como el cuerpo angelical de Jesucristo nuestro Salvador, y viene a ser una nueva criatura, una nueva creación, y viene a obtener la imagen de Jesucristo, que es el cuerpo angelical, viene a ser a imagen de Jesucristo, a imagen del cuerpo angelical de Cristo, porque el cuerpo angelical de Cristo es la imagen de Dios.

Y ahora, la imagen nuestra es ese cuerpo angelical para los creyentes en Cristo, y ese cuerpo angelical por cuanto un espíritu es un cuerpo de otra dimensión, ese es el espíritu que Cristo nos da cuando nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así nacemos a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, y así queda asegurado nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno, queda asegurado en la Vida eterna nuestro futuro para vivir con Cristo por toda la eternidad.

Todo ser humano que viene a esta Tierra necesita comprender el propósito por el cual Dios lo ha enviado a vivir en esta Tierra, el propósito es el mismo que Cristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia.” Para que busque el Reino de Dios y Su justicia y nazca del Agua y del Espíritu y obtenga el nuevo nacimiento y entre al Reino de Dios.

Toda persona está llamada a buscar el Reino de Dios para entrar al Reino de Dios, y para entrar tiene que nacer de nuevo, y para nacer de nuevo, tiene que nacer del Agua y del Espíritu, o sea, de la predicación del Evangelio de Cristo y del bautismo del Espíritu Santo. Por eso Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

El que no cree se pierde la bendición de la salvación y Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno; el que no cree no quiere vivir eternamente; y tan bueno que es vivir en este cuerpo, ¿y cómo será en un cuerpo eterno y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo en Su Reino eterno? No hay palabras para expresar lo grande y glorioso que es vivir con Cristo en Su Reino eterno, y es el único Reino eterno; el reino de las tinieblas, del maligno, va a ser destruido, va a dejar de existir.

Y toda persona que no haya recibido a Cristo dejará de existir también, será condenado, es condenado y dejará de existir, porque la persona cuando nace en esta Tierra, nace en el reino de las tinieblas, porque el ser humano desde que pecó contra Dios, cayó de la Vida eterna, y entonces cayó en el reino de las tinieblas y quedó esclavizado en el reino de las tinieblas. Y para salir del reino de las tinieblas necesita un Salvador, uno que lo liberte, y ése que liberta a la persona es Jesucristo nuestro Salvador. De esto fue que habló San Pablo en Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante cuando dijo:

Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz.”

Los santos en Luz tienen una herencia: la Vida eterna, y todo lo que está en la Vida eterna, porque somos herederos de Dios y coherederos de Dios, coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro, coherederos de toda esa herencia eterna. A todo lo que Cristo es heredero, también nosotros somos coherederos con Él.

El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas.”

¿Ven? Nos ha librado de la potestad de las tinieblas, nos ha librado de la potestad del reino del las tinieblas y del príncipe de las tinieblas, que es el diablo. Así como Dios libró al pueblo hebreo allá en Egipto, lo libró del faraón y del imperio del faraón, los libertó y los llevó a la tierra prometida por medio del Profeta Moisés.

Y ahora, ¿quién libertó al pueblo hebreo? No fue Moisés, fue Dios por medio de Su Ángel, el Ángel de Jehová, el cual se manifestó en Moisés y a través de Moisés; por lo tanto, todos los milagros que vimos que Moisés hizo, el que los hizo fue el Ángel de Jehová, Dios por medio del Ángel de Jehová que estaba manifestado en Moisés.

Y el Ángel de Jehová es Jesucristo en Su cuerpo angelical. Por eso Cristo podía decir. “Antes que Abraham fuese, Yo Soy.” Porque Él es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el cual vino en carne humana y habitó en medio del pueblo hebreo, ese es el Mesías, ese es nuestro amado Señor Jesucristo: el Ángel de Jehová, por eso es el hombre más importante que ha pisado este planeta Tierra.

Cristo es el Rey no solamente del pueblo hebreo, Él es el Rey del planeta Tierra completo y de todo ser humano, y Él es el Rey también de los Cielos, porque Dios lo sentó con Él en Su Trono, y por eso Él dijo: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.” Por esa causa es que Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores. Todo poder de Dios ha sido otorgado a Jesucristo.

Alguna persona podrá pensar o decir: “¿Entonces Dios se quedó sin poder?” No. ¿Por qué? Porque Dios estaba, está y estará en Jesucristo nuestro Salvador. Cristo cuando estaba en la Tierra y hacía los milagros y predicaba, Él decía: “Yo no hablo nada de Mí mismo, sino lo que oigo al Padre hablar, eso es lo que hablo.” Y decía: “Y no hago nada de Mí mismo, el Padre que mora en mí, Él hace las obras.” ¿Ven? No era Jesús como hombre, era Dios en Jesús haciendo las obras, haciendo aquellos milagros y maravillas, era por el dedo de Dios que Jesús hacía todos esos milagros y maravillas, así como obró por medio de los Profetas del Antiguo Testamento.

Vean, aquí en Primera de Pedro (y luego continuaremos con Colosenses)... Primera de Pedro dice en el capítulo 1, verso 10 en adelante, dice:

Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación,

escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.”

¿Ven? Era el Espíritu de Cristo que estaba en los Profetas del Antiguo Testamento, el cual hablaba a través de ellos al pueblo hebreo, y el que también hacía los milagros y maravillas que vemos a través de la historia bíblica que hicieron los Profetas.

Los Profetas solamente eran los velos de carne en los cuales estaba el Espíritu de Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová. Por lo tanto, podemos ver quién es nuestro amado Señor Jesucristo, y que fue cierto que Él era antes que Abraham y antes que Adán también. Veamos aquí en Colosenses, estamos leyendo también, nos detuvimos un momento, ahora continuamos aquí, vamos a leer de nuevo el verso 13:

...el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado hijo.”

¿Ven? Hemos sido libertados del reino de las tinieblas, del reino del maligno, así como el pueblo hebreo fue libertado de faraón y su imperio, fue libertado por Dios a través del Ángel del Pacto, de Jesucristo en Su cuerpo angelical, manifestado en el Profeta Moisés, y los llevó a la tierra prometida.

Y ahora, Dios nos ha libertado por medio de Jesucristo, al Jesucristo, el Ángel del Pacto hacerse hombre, carne en esta Tierra y tomar nuestros pecados y morir en la Cruz del Calvario; con ese Sacrificio en la Cruz del Calvario Él nos ha libertado del reino de las tinieblas y nos ha colocado en Su Reino.

Y cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, se materializa en la persona todo esto que Cristo ha hecho por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también. Ya no necesitamos sacrificios de animalitos sino que todos tenemos un mismo Sacrificio (hebreos y gentiles): el Sacrificio de la Expiación de Cristo en la Cruz del Calvario por nuestros pecados, para libertarnos del reino de las tinieblas y colocarnos en Su Reino eterno y glorioso. ¿Ven?

...nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”

Hemos sido trasladados del reino de las tinieblas al Reino de Jesucristo nuestro Salvador, como Dios trasladó al pueblo hebreo de Egipto a la tierra prometida.

...en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”

No hay Redención, a menos que sea por medio del Sacrificio de Cristo y Su Sangre derramada en la Cruz del Calvario; y no hay perdón de pecados, a menos que sea a través de Jesucristo. Nadie puede perdonar nuestros pecados, excepto Jesucristo nuestro Salvador, y nadie puede limpiar nuestros pecados, a menos que sea Jesucristo con Su Sangre preciosa, que es la Sangre de Redención, la Sangre con la cual nos redime.

Él es la imagen del Dios invisible.”

¿Ven que Jesucristo es la imagen del Dios invisible? Jesucristo en Su cuerpo angelical es la imagen del Dios invisible, es el cuerpo angelical de Dios, es el Ángel del Pacto, es el Espíritu Santo, y también Jesucristo es la semejanza física de Dios, Jesucristo en Su cuerpo de carne, el cual ya está glorificado. Siendo que Dios creó al ser humano a Su imagen y semejanza, Dios así como el ser humano es alma, espíritu y cuerpo, Dios también es alma, espíritu y cuerpo, Dios es el alma eterna viviente. Eso es lo más grande. Cristo dijo: “El Padre mayor es que Yo.”

¿Ven? Lo más grande, lo mayor es el Padre, el alma viviente, Dios Padre, alma viviente. Así como lo más grande que usted tiene y que usted es no es el cuerpo físico, es el alma, porque usted y yo somos alma viviente, almas vivientes. Pero vivimos dentro de un cuerpo, de una casa, de un velo de carne espiritual llamado el espíritu que tenemos dentro, que es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión, y nuestra alma dentro de ese cuerpo espiritual mora en el cuerpo de carne que tenemos.

Por eso cuando muere el cuerpo de carne de una persona, no murió el alma, lo que murió fue el velo de carne, la casa terrenal. San Pablo dijo: “Si nuestra casa terrestre se deshiciere, tenemos un edificio no hecho de manos.” O sea, que tenemos el cuerpo angelical, ese cuerpo angelical de la sexta dimensión, igual al cuerpo angelical de Jesucristo lo tienen todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo. Los que no han creído en Cristo no han nacido de nuevo, y por consiguiente no tienen un cuerpo angelical de la sexta dimensión igual al cuerpo angelical de Jesucristo, tienen un espíritu, un cuerpo espiritual de otra dimensión. Y esa otra dimensión es la quinta dimensión, y la quinta dimensión es el infierno.

Por lo tanto, cuando un individuo que no es un creyente en Cristo muere, no puede ir al Paraíso para vivir donde están los Apóstoles, donde están todos los creyentes en Cristo, porque esa persona no quiso la Vida eterna y por consiguiente no quiso ir a donde van los creyentes en Cristo los cuales han recibido Vida eterna.

Por consiguiente la persona al morir tiene que ir a la quinta dimensión que es llamado el infierno, y allí queda, es una cárcel de donde no puede salir hasta después del Reino Milenial de Cristo, para ir al juicio final y ser juzgado y condenado y echado en el lago de fuego, que es la muerte segunda, porque no quiso vivir eternamente. Y si no quiso vivir eternamente, pues no va a vivir eternamente, va a dejar de existir, porque no quiso la Vida eterna que Dios da a través de Jesucristo nuestro Salvador. Vean, de esto Cristo habló cuando dijo a los que no quisieron venir a Él en San Juan, capítulo 5, verso 40, dice:

...y no queréis venir a mí para que tengáis vida.”

¿Ven? Los que no quieren venir a Cristo no quieren venir para tener vida, no quieren venir para recibir la Vida eterna; por consiguiente si no vienen a Cristo, no reciben la Vida eterna y por consiguiente no vivirán eternamente. Pero yo viviré eternamente porque yo he recibido a Cristo como mi único y suficiente Salvador. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

La bendición y privilegio más grande que una persona tiene, es recibir a Jesucristo como su único y suficiente Salvador, para que Cristo le reciba, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en la persona el nuevo nacimiento, y así le dé la Vida eterna; porque recibimos a Cristo como Salvador, para que Él nos dé Vida eterna.

Es Vida eterna lo que recibimos cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, es para recibir la Vida eterna que recibimos a Cristo; como cuando nos ofrecen un vaso de agua y tomamos el vaso de agua. ¿Para qué tomamos el vaso de agua? Para recibir el agua. Y Cristo dijo:

Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.

Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.” Eso esta en San Juan, capítulo 7, vero 37 al 39.

El Agua de Vida eterna, el Agua que salta para Vida eterna de la Fuente del Agua de la Vida eterna, la Fuente es Cristo y el Agua de la Vida eterna es el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo es ese río de agua viva que corre por el vientre de la persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, y es Agua de Vida eterna.

Así como el pueblo hebreo en el desierto tuvo sed y Dios le dijo a Moisés: “Toma tu vara y hiere la roca dos veces (esto fue allá en el territorio del Sinaí) y dará aguas para el pueblo.” Y dio aguas para el pueblo, y el pueblo tomó y sació su sed y no murió, pues el pueblo sin agua iba a morir.

Y sin el Agua del Espíritu Santo el ser humano muere, el alma del ser humano muere sin el agua del Espíritu Santo que sale de Jesucristo, la Roca, porque aquella roca tipificaba a Jesucristo; y el Agua que sale de Cristo, la Roca, es el Espíritu Santo para todo ser humano, para que tome del Agua de la Vida eterna y su alma no muera, sino que viva.

Ahora, podemos ver todos estos tipos y figuras del Antiguo Testamento como se han cumplido en Jesucristo nuestro Salvador: el Sacrificio de la expiación del macho cabrío del día diez del mes séptimo de cada año, vean, se cumplió también en el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.

El Antiguo Testamento daba Testimonio de lo que Dios iba a hacer en el Nuevo Testamento, era un Testimonio del Cielo dado por Dios el Padre, por medio de Su Ángel, el Ángel de Jehová, por medio de Cristo en Su cuerpo angelical a través de los Profetas. Así estaba testificando Dios desde el Cielo; y por eso es que luego en el Nuevo Testamento, al comienzo ahí, Cristo cita las palabras del Antiguo Testamento y hace referencia al Antiguo Testamento y dice: “Escudriñad las Escrituras porque en ellas parece que tenéis la Vida eterna, y ellas son las que dan Testimonio de mí.”

Las Escrituras dan Testimonio de nuestro amado Señor Jesucristo, y eso es un Testimonio del Cielo, es el Padre danto Testimonio acerca de Jesucristo Su Hijo amado.

También cuando Cristo fue bautizado en agua por Juan el Bautista, Dios el Padre, dio Testimonio de Jesús y dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, a Él oíd.” Dijo también en el Monte de la Transfiguración, lo identificó y dio Testimonio de Jesús cuando Juan lo bautizó. Y dio Testimonio de Jesús también en el Monte de la Transfiguración, cuando Jesús llevó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano a un monte alto y se transfiguró delante de ellos. Eso está en el capítulo 17 de San Mateo, verso 1 en adelante, y aparecieron a cada lado de Jesús, Moisés y Elías, y Cristo allí transfigurado con Su rostro como el sol, y una nube de Luz cubriéndolo, y Sus vestiduras se hicieron resplandecientes como la Luz.

Aparecieron allí Moisés y Elías, uno a cada lado, y Pedro dijo a Jesús: “Señor, bueno es que hagamos aquí, que estemos aquí, que nos quedemos aquí y hagamos aquí tres enramadas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.” Pero una Voz del Cielo desde la nube de Luz, dijo: “Este es mi Hijo amado, a Él oíd.” O sea, que la opinión de Pedro aunque parecía buena, no era la que contaba, era lo que Jesús dijera, Él era el que tenía el Mensaje de Dios para ellos, no ellos para Jesús.

Así que el Padre identificó a Cristo desde el Cielo, la Voz del Cielo, el Testimonio del Cielo dijo quién era Jesús; aunque las personas, algunas personas y los lideres religiosos decían que Jesús no era el Hijo de Dios, que Jesús era Beelzebú, que Jesús tenía demonios, que Jesús era samaritano, y así por el estilo, y que Jesús no era el Mesías. Pero el Testimonio del Cielo dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, a Él oíd.” Así dijo en el Monte de la Transfiguración, y en el momento en que fue bautizado Jesús Dios dijo: “Este es mi Hijo amado.”

Por lo tanto, si Jesús es el Hijo de Dios, entonces a Él oíd: “Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia.” Fueron las palabras de Dios el Padre danto Testimonio desde el Cielo acerca de Jesucristo Su Hijo.

El Testimonio del Cielo es lo que tiene valor para Dios y para las huestes celestiales y es lo que tiene que tener valor para nosotros: lo que Dios dice, no lo que las personas se puedan imaginar o interpretar, tenemos que ir al Testimonio del Cielo, a lo que Dios dice, y creerlo de todo corazón.

Ahora veamos, continuemos leyendo aquí en Colosenses, capítulo 1, ya leímos el verso 15, que dice.

El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación (el Primogénito de toda Creación).

Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.”

Todo fue creado, ¿por medio de quién? De Jesucristo. ¿Y para quién? Para Jesucristo. ¿Y entonces Dios no creó nada? Fue Dios en y a través de Jesucristo. Y entonces, ¿todo fue creado para Jesucristo y entonces Dios se queda sin nada? No, porque Dios está en Jesucristo en toda Su plenitud.

La plenitud de la Divinidad moró, mora y morará eternamente en Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, todo pertenece a Dios, y Dios estando en Cristo, por consiguiente todo pertenece a Jesucristo.

Por lo tanto, el lugar de morada de Dios es Jesucristo. En Cristo moró, mora y morará eternamente la plenitud de la Divinidad, la plenitud de la Deidad, la plenitud de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, y tiene un Nombre la plenitud de la Divinidad. Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen un Nombre, y ese Nombre es SEÑOR JESUCRISTO.

Por eso cuando Cristo en San Mateo, capítulo 28, versos 16 al 20 ordenó a Sus discípulos a ir por todas las naciones, e ir predicando y haciendo discípulos a todas las naciones, y dijo: “Bautizándolas en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.” Por lo tanto, el Padre tiene un Nombre, el Hijo tiene un Nombre, el Espíritu Santo tiene un Nombre.

¿Cuál es el Nombre del Hijo? Señor Jesucristo. ¿Ven? Y Dios ha hecho a Jesús Señor y Cristo, por consiguiente el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es Señor Jesucristo. Por eso cuando los discípulos estuvieron predicando y San Pedro el Día de Pentecostés en el capítulo 2 del libro de los Hechos predicó y creyeron como tres mil personas, aquí en el capítulo 2, versos 36 en adelante, donde dice:

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”

Por eso llamamos a Jesús: Señor Jesucristo, porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo. O sea, que en Jesús estaba, está y estará eternamente la plenitud de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por eso Él decía: “El Padre que mora en mí, Él hace las obras.” Y también dijo en otra ocasión: “El Espíritu del Señor está sobre mí.” ¿Ven? Así que podemos ver que la plenitud de Dios estaba en Jesús.

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

¿Ven? Los que escucharon la predicación del Evangelio de Cristo a través de San Pedro, en quien estaba el Espíritu Santo manifestado y hablando a través de San Pedro, creyeron, y Pedro los llamó por el Espíritu Santo hablando a través de Pedro, los llamó al arrepentimiento, porque el arrepentimiento y el perdón de pecados dijo Cristo que se predicase en Su Nombre, en San Lucas, capítulo 24, versos 41 en adelante (41 al 48).

Ahora vean, Pedro los llama al arrepentimiento y luego les dice que sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, en el Nombre de Jesucristo, para perdón de pecados y recibirán el don del Espíritu Santo. Las personas tienen que creer, ser bautizadas en agua, arrepentidos de sus pecados, ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego.

¿Y por qué en el Nombre del Señor Jesucristo hay que ser bautizados? Porque ese es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, porque no hay otro nombre dado a los hombres bajo el Cielo. “No hay otro nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Dice San Pedro en el libro de los hechos, capítulo 4, verso 12.

Por lo tanto, lo mismo que aquí nos habla en el capítulo 2, verso 36 al 41 del libro de los Hechos, también nos habla en el capítulo 4 en su segundo Mensaje.

Ahora, podemos ver que no hay ninguna contradicción entre lo que Cristo dijo: “Bautizándolos en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” y lo que hicieron los Apóstoles: bautizar a la gente que creyeron en el Nombre del Señor Jesucristo, ¿por qué? Porque el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es Señor Jesucristo, porque Dios ha hecho a Jesús Señor y Cristo.

Por lo tanto, en la manifestación de la Divinidad en carne humana: Padre, Hijo y Espíritu Santo en la persona de Jesús, estaba ahí Dios el Padre, el Espíritu Santo y el Hijo: Jesús, ¿ven? y tenía un Nombre: Señor Jesucristo. Por lo tanto, el Nombre de la Divinidad: del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, es Señor Jesucristo. Por eso los Apóstoles bautizaron en el Nombre del Señor Jesucristo, y luego Dios bautizó a las personas con Espíritu Santo y Fuego y produjo en las personas el nuevo nacimiento.

Y vean una cosa: cuando los Apóstoles predicaban, enseguida bautizaban las personas que creían, como hacía Juan el Bautista y como hacía Jesús también con Sus discípulos; cuando Juan predicaba, bautizaba a las personas en agua en el mismo momento que creían. Por eso es que Juan, encontramos que se iba a predicar cerca de los ríos donde había mucha agua, para enseguida bautizar a las personas que creían. Y luego Jesús estuvo predicando y dice la Escritura en San Juan, dice que a Jesús le seguían más personas que a Juan. En el capítulo 3 de San Juan, versos 22 al 30, dice:

Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba.”

¿Ven? ¿Y por qué se bautiza a las personas enseguida que creen? Para que Cristo les bautice luego con Espíritu Santo y Fuego, porque la meta de la predicación del Evangelio de Cristo es que las personas crean, sean perdonados, sean limpiados con Su Sangre: la Sangre de Cristo de todo pecado, sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca el nuevo nacimiento en la persona.

La meta es que las personas nazcan de nuevo y entren así al Reino de Dios, al Reino de Jesucristo nuestro Salvador. La meta entonces es que obtengan la salvación y Vida eterna y entren así al Reino eterno de Jesucristo; es la Vida eterna la meta de la predicación del Evangelio de Cristo. Porque la meta de la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario es la salvación y Vida eterna para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también.

Y cuando la persona cree, pues quiere enseguida obtener la Vida eterna, quiere nacer de nuevo y quiere entrar al Reino eterno de Jesucristo, quiere nacer a la Vida eterna. Y para eso escucha la predicación del Evangelio de Cristo, cree de todo corazón porque nace la fe en su alma, en su corazón, la fe para creer en Cristo, y con el corazón cree para justicia pero con la boca hace confesión para salvación.

Cuando se hace el llamamiento y pasa al frente la persona, ahí está danto testimonio público de su fe en Cristo y está recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, y luego tiene la bendición y oportunidad de ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, que es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y entonces Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtiene la persona el nuevo nacimiento, nace en la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, así es como entra la persona al Reino de Dios: naciendo del Agua y del Espíritu.

¿Vieron lo sencillo que es todo? Por lo tanto, no podemos complicar el Programa de Dios, tenemos que dejarlo simplificado como lo simplificó nuestro amado Señor Jesucristo y los Apóstoles, así es como lo simplificó Cristo por medio de Su Espíritu Santo en medio de los Apóstoles, y por consiguiente en medio de Su Iglesia para todas las etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ahora, continuamos leyendo aquí el capítulo 3 de San Juan, ya leímos el verso 22... vamos a repetirlo, dice:

Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba.

Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas; y venían, y eran bautizados.”

¿Ven? Juan el Bautista predicaba, buscaba los lugares donde había mucha agua para enseguida que las personas escuchaban y creían arrepentidos de sus pecados, Juan enseguida los bautizaba, porque Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento. Sigue diciendo:

Porque Juan no había sido aún encarcelado.

Entonces hubo discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación.

Y vinieron a Juan y le dijeron: Rabí (o sea, maestro), mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán, de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él.”

Y ahora, venían más personas a Jesús y eran bautizadas, aunque Jesús no bautizaba sino los discípulos del Señor Jesucristo.

Y ahora, cuando le dicen a Juan así (a Juan el Bautista) quizás pensaron: “Ahora Juan se va a poner celoso, porque ahora uno de sus discípulos: Jesús, ahora a él le siguen más personas que a Juan y ahora bautiza más personas que Juan.” Pero estaba bien eso: que Jesús estuviera predicando y bautizando también.

Respondió Juan y dijo: No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo.”

¿Ven? No puede el hombre: Jesús, recibir nada si no le fuere dado del Cielo. Él no puede recibir nada, todo esto que está haciendo es del Cielo, eso Él lo ha recibido del Cielo.

Vosotros mismos me sois testigos de que dije: Yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él.

El que tiene la esposa, es el esposo; mas el amigo del esposo, que está a su lado y le oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así pues, este mi gozo está cumplido.”

¿Ven? Al escuchar a Cristo predicando y saber que Cristo está predicando, Juan el Bautista se goza de que Cristo esté predicando, se goza de la Voz de Jesucristo, que es el Esposo, el Esposo de la Iglesia y el Esposo del pueblo hebreo, aunque el pueblo hebreo lo rechazó como nación pero muchos hebreos lo recibieron.

Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.”

¿Ven? Juan el Bautista reconoció que él (Juan) y su ministerio iban decayendo, menguando, pero que Jesucristo y Su ministerio tenía que ir creciendo; por lo tanto, los seguidores de Juan estaban llamados a seguir a Jesús, porque Juan vino para preparar el camino al Señor Jesucristo, al Ángel del Pacto que vino en carne humana.

Por eso Juan decía: “El que viene tras mí es mayor que yo.” El precursor era menor, y los que lo recibieron, lo siguieron tenían luego que seguir al mayor, para poder recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento, y obtener la Vida eterna y así entrar al Reino de Dios.

Por lo tanto, Juan conocía el Programa de Dios; por eso fue que también cuando vio a Cristo al comienzo, dice: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo,” lo identificó como el Sacrificio por el pecado del ser humano. Juan sabía que Jesucristo iba a morir por los pecados del pueblo, lo presentó como el Sacrificio de la Expiación por el pecado; y nosotros lo hemos recibido como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

No hay otro Salvador, no hay otro Redentor, solamente hay uno y Su Nombre es Señor Jesucristo. La persona que quiere vivir eternamente con Cristo en Su Reino, necesita a Jesucristo, así como el que necesita tomar agua y le traen un vaso de agua, pues necesita tomar el vaso de agua para tomar el agua; y el que quiere Vida eterna, la Vida eterna Dios la colocó ¿dónde? En Jesucristo.

Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Jesucristo; por lo tanto, Jesucristo es el vaso donde está la Vida eterna, y tenemos que recibir el vaso para recibir del vaso, de la fuente, recibir la Vida eterna, Cristo es la fuente del agua de Vida eterna. De eso fue que le habló a la mujer samaritana, cuando le habló de esa fuente de agua que salta para Vida eterna, y esto dijo del Espíritu Santo, que es el Agua de la Vida eterna que está en Jesucristo, y de Él viene al creyente en Cristo. Por eso es que en Apocalipsis nos dice en el capítulo 22, verso 17:

Y el Espíritu y la Esposa (o sea, el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo) y la Esposa (la Iglesia del Señor Jesucristo) dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.”

El que quiera vivir eternamente tiene que tomar del Agua de la vida, la cual es gratuita, y el Espíritu de Cristo: el Espíritu Santo y la Esposa de Cristo, que es Su Iglesia, tiene el mismo Mensaje, tienen un Mensaje del Cielo, tienen el Testimonio del Cielo para todo ser humano. En Apocalipsis, capítulo 21, verso 5 en adelante habla también del Agua de la Vida, y dice:

Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.

Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.”

¿Ven? Al que tenga sed de la Vida eterna Cristo le dará de la fuente del agua de la Vida eterna, el que tenga sed de esa agua de Vida eterna Cristo le va a dar, y el agua es el Espíritu Santo, el agua de la Vida eterna que está en Jesucristo. Por lo tanto, el que tiene sed del Espíritu Santo para vivir eternamente, para obtener el nuevo nacimiento y vivir eternamente, viene a la fuente que es Jesucristo nuestro Salvador, y Él le da agua que salta para Vida eterna.

La mujer samaritana dijo: “Dame de esa agua.” ¿Ven? Y todo ser humano dice: “Señor Jesucristo, Tú eres la fuente del agua de la Vida eterna, dame de esa agua de Vida eterna, de esa agua que salta para Vida eterna, es una Agua Viva, es Agua Viva, Agua de Vida eterna, dame del Agua de la Vida eterna, dame de Tu Espíritu Santo.”

Para eso es que recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador: para que Él perdone nuestros pecados, con Su Sangre nos limpie de todo pecado, seamos bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo nos dé del Agua de la Vida eterna, el Espíritu Santo, y produzca en nosotros el nuevo nacimiento, así obtengamos el nacimiento a la Vida eterna y en la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

¿Vieron lo sencillo, lo simple que es todo? No necesitamos ir a la universidad, ni siquiera al primer grado de escuela, ni siquiera al jardín donde colocan a los niños de dos años, de tres años, de cuatro años y de cinco años, no necesitamos ir a estudiar para poder obtener la salvación y Vida eterna, porque es un asunto de fe en Cristo, es un asunto de dar una mirada a Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, y creer de todo corazón en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, reconociendo que Él el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados.

Y Él nos perdona y con Su Sangre nos limpia de todo pecado, y somos bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en nosotros el nuevo nacimiento; y así es como nacemos en la Vida eterna, nacemos a una nueva vida: a la Vida eterna en un nuevo Reino: el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Ese es el Testimonio del Cielo que da Dios el Padre por medio del Espíritu Santo a la raza humana en este tiempo, como también lo ha hecho en siglos pasados.

EL TESTIMONIO DEL CIELO.”

Hemos visto el Testimonio del Cielo que Dios ha dado acerca de Jesucristo Su Hijo, hemos visto también el Testimonio que Dios da acerca del Espíritu Santo como el Agua de la Vida eterna y de Jesucristo como la fuente del agua de la Vida eterna, y hemos dado, hemos visto todo este Testimonio del Cielo que Dios da, porque son tres los que dan Testimonio en el Cielo: el Padre, el Verbo (que es el Hijo) y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.

Por lo tanto, el Testimonio del Padre lo tenemos aquí en la Escritura, y cuando Cristo estuvo en la Tierra, el Padre habló y dijo: “Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia.” Así habló cuando Cristo fue bautizado en agua por Juan el Bautista, y así habló cuando Cristo estuvo en el Monte de la Transfiguración; y el Padre también a través de lo que habló, a través de los Profetas, aquí está en la Escritura escrito lo que el Padre testificó acerca de Jesucristo y de la Primera Venida de Cristo.

Esas son las profecías mesiánicas de la Primera Venida de Cristo, y también en el Antiguo Testamento están las profecías de la Segunda Venida de Cristo, y en el Nuevo Testamento también están las profecías de la Segunda Venida de Cristo; y eso es el Testimonio del Cielo que da acerca de la Primera y Segunda Venida de Cristo, y da Testimonio también de los que han de creer en Cristo como su único y suficiente Salvador, diciendo que son las ovejas del Padre que han sido dadas a Cristo para que las busque y ellas escucharán Su Voz, y Él les dará Vida eterna.

Por lo tanto, de mí, Dios el Padre, y Jesucristo, el Hijo y el Espíritu Santo, han dado Testimonio, y eso es un Testimonio del Cielo. ¿Y de quién más? De cada uno de ustedes también. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo han dado Testimonio de todos nosotros; por lo tanto el Testimonio es verdadero.

Y por consiguiente toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo y cree en Cristo como su único y suficiente Salvador, confesando a Cristo sus pecados y pidiéndole perdón a Cristo por sus pecados, Cristo lo recibe, lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, y así la persona nace a una nueva vida, a la Vida eterna en un nuevo Reino, en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Todo esto es el Testimonio del Cielo que Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo dan acerca de cada uno de nosotros como creyentes en Cristo, por lo tanto es un Testimonio verdadero.

Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está ¿en quién? En Su Hijo, en Jesucristo. “El que tiene al Hijo tiene la Vida.” El que tiene ¿a quién? Al Hijo, a Jesucristo tiene la vida, porque lo ha recibido como su Salvador, y Él es la Vida eterna, por lo tanto tiene la Vida eterna acá en su alma. El que no tiene al Hijo, a Jesucristo no tiene la vida, no tiene la Vida eterna, lo que tiene solamente es una vida temporera que se le va a terminar; a la mayor parte de las personas se le termina antes de los cien años.

Por lo tanto, toda persona necesita a Cristo para obtener la Vida eterna, para cuando se le acabe la vida temporera tenga la Vida eterna para vivir con Cristo por toda la eternidad.

Ahora, continuemos aquí en Colosenses, nos habíamos detenido aquí donde dice... Colosenses, capítulo 1, verso 17, dice:

Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.”

Y ahora, Jesucristo no solamente es antes que Juan el Bautista, y no es solamente antes que Abraham, aquí dice San Pablo: “Y él es antes de todas las cosas (antes de toda la Creación).”

¿Ven la persona tan importante que es nuestro amado Señor Jesucristo? Fue por medio de Jesucristo en Su cuerpo angelical que Dios el Padre creó los Cielos y la Tierra, creó todo el Universo, creó todas esas galaxias; Dios creó por medio de Jesucristo en Su cuerpo angelical los Cielos y la Tierra, Él creó el mundo invisible: donde están los Ángeles, y el mundo visible: el Universo, todas esas galaxias con todos esos sistemas solares, y creó también el sistema solar nuestro, y creó este planeta Tierra.

Por lo tanto, Él es el heredero de toda la Creación: del mundo invisible y del mundo visible, Él es el heredero de este planeta Tierra y de todo lo que hay en este planeta Tierra, Él es la persona más grande en el Cielo y en la Tierra. ¿Y qué de Dios el Padre? Dios está en Él.

Por lo tanto, Cristo decía: “El Padre que mora en mí, Él hace las obras.” ¿Ven? Por cuanto Dios está en Jesús en toda Su plenitud, Jesucristo es la persona más grande, más importante, y en Él está la Vida eterna, Dios en Jesucristo y por medio de Jesucristo nos da la Vida eterna. Por lo tanto, todos necesitamos a Jesucristo.

...y todas las cosas en él subsisten (o sea, en Él permanecen existiendo, continúan existiendo);

y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;

por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud (o sea, habitase en Él Padre, Hijo y Espíritu Santo, eso es la plenitud de Dios, eso es la plenitud de la Deidad), y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas...”

Nadie puede ser reconciliado con Dios a menos que sea a través de Jesucristo, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

...así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.

Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado

en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él.”

Aquí podemos ver que hemos sido reconciliados a través de Jesucristo, hemos sido reconciliados con Dios a través de Jesucristo, y hemos entrado al Pacto Eterno, al Pacto de Paz, la Paz que Cristo dijo: “Mi paz os dejo, mi paz os doy, no como el mundo la da, Yo os la doy.” Esa paz el ser humano solamente la puede obtener dentro del Pacto de Paz.

Habiendo recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, habiendo sido bautizado en Su Nombre y habiendo recibido el Espíritu Santo y habiendo obtenido el nuevo nacimiento, y así ha nacido en el Reino de Cristo y así ha quedado dentro del Nuevo Pacto, del Pacto Eterno cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto toda persona necesita a Cristo, conforme al Testimonio del Cielo que Dios ha dado acerca de Jesucristo, la Vida eterna para el ser humano está en Jesucristo nuestro Salvador. Jesucristo es el Hijo de Dios, y no hay otro nombre bajo el Cielo en el cual podamos ser salvos.

Toda persona que quiere vivir eternamente en el Reino de Dios con Jesucristo, necesita a Jesucristo como su único y suficiente Salvador.

Hemos visto el Testimonio que el Padre da acerca de Su Hijo Jesucristo, y hemos visto el Testimonio que Jesucristo, el Hijo de Dios ha dado en Su Mensaje predicado aquí en la Tierra y contenido en los Evangelios, y hemos visto también el Espíritu Santo dando Testimonio, pues vean, en San Juan, capítulo 15, verso 26, dice el mismo Jesucristo:

Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.

Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.”

Y ahora, Cristo dice que el Espíritu Santo cuando venga va a dar Testimonio de Él, de Jesucristo; y el Día de Pentecostés descendió el Espíritu Santo y bautizó con Espíritu Santo y Fuego a ciento veinte creyentes en Cristo que estaban en el Aposento Alto, y produjo en ellos el nuevo nacimiento, y Pedro predicó allí el Evangelio de Cristo, porque él tenía las llaves del Reino de los Cielos, y abrió la Puerta del Reino de los Cielos con la llave de la revelación divina del Evangelio de Cristo, y reveló el misterio de la Primera Venida de Cristo, y eso era el Espíritu Santo en Pedro dando Testimonio acerca de Cristo.

Pedro estaba ungido con el Espíritu Santo, y luego continuó en los demás días predicando a Cristo hasta que Pedro murió ya anciano, era el Espíritu Santo en Pedro dando Testimonio de Cristo, y también dando Testimonio de Cristo a través de los demás Apóstoles y de los demás predicadores, y también a través de los diferentes Mensajeros que Cristo ha enviado a Su Iglesia en las diferentes edades de Su Iglesia. Eso ha sido el Testimonio del Cielo que el Espíritu Santo ha estado dando acerca de Jesucristo, el Hijo de Dios; y todavía el Espíritu Santo está dando Testimonio de Jesucristo, y eso es el Testimonio del Cielo. Por eso es que en el capítulo 14 de San Juan, verso 26, dice:

Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.”

Y eso es el Espíritu Santo dando Testimonio acerca de Jesucristo, y dando a conocer, enseñando todas las cosas, porque el único Maestro que Dios ha colocado en Su Iglesia es el Espíritu Santo, y luego ha colocado ministerios de Apóstoles, de Profetas, de evangelistas, de pastores y de maestros, ministerios que el Espíritu Santo opera en diferentes personas que han sido llamados al ministerio, para ser usados por el Espíritu Santo, y el Espíritu Santo dar Testimonio de Cristo a través de esas personas. El Espíritu Santo es el Maestro, es el guía también, y es el que da Testimonio del Cielo.

En el capítulo 16, versos 12 en adelante de San Juan, dice Cristo:

Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.”

Cristo tiene muchas cosas que decirle a los creyentes en Él, pero en aquellos días no las podían sobrellevar, pero vamos a ver cómo Él va a dar a conocer todas esas cosas.

Pero cuando venga el Espíritu de verdad (o sea, el Espíritu Santo), él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.”

El Espíritu Santo hablará todo lo que Él escuche del Padre, y hará saber todas las cosas que han de venir, todas las cosas que han de suceder, o sea, que estará revelando, profetizando.

El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.

Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.”

Aquí podemos ver que el Espíritu Santo estaría en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, guiando a la Iglesia del Señor Jesucristo y enseñándole todas las cosas que Cristo dijo que tenía que decir a Sus discípulos y a todos los creyentes en Él, y recordándole todas las cosas que Cristo habló, las cuales están en los Evangelios. Y fue el Espíritu Santo el que se manifestó y obró para que fuera, fuese escrito cada uno de los evangelios, y Él es el que tomaría de lo que es de Cristo y lo haría saber a la Iglesia del Señor Jesucristo, lo cual ha estado haciendo de etapa en etapa a través de los diferentes Mensajeros que Cristo ha enviado a Su Iglesia.

Y en Apocalipsis, capítulo 1; y en el capítulo 22, nos habla cosas muy importantes aquí, que estarían siendo manifestadas en la Iglesia del Señor Jesucristo. Él dice en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16 al 17:

Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”

Y ahora, aquí Jesús dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”

Por lo tanto el Ángel del Señor Jesucristo es enviado a la Iglesia del Señor Jesucristo por el mismo Jesucristo para dar Testimonio de estas cosas, de estas cosas que deben suceder.

Por lo tanto, este Ángel Mensajero, que es un Profeta, el cual en el tiempo de Juan el Apóstol estaba en cuerpo espiritual, cuerpo angelical, y le dio a Juan la revelación del Apocalipsis, para el tiempo final estará en medio de la Iglesia de Jesucristo en cuerpo humano dándonos a conocer todas estas cosas, y así estaremos recibiendo un Mensaje, un Testimonio del Cielo, será el Testimonio del Espíritu Santo a través del Ángel del Señor Jesucristo, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

En Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, Cristo también da Testimonio de Su Ángel; vean, Jesucristo, el Hijo de Dios dando Testimonio de Su Ángel, y eso es un Testimonio del Cielo, dice, capítulo 22, verso 6:

Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”

¿A quién ha enviado Jesucristo para mostrar, para dar a conocer, para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto? A Su Ángel. El Ángel del Señor Jesucristo es el enviado por Jesucristo con el Testimonio del Cielo, el Mensaje del Cielo, para dar a conocer las cosas que deben suceder pronto en el Programa Divino. Por eso es que en Apocalipsis, capítulo 1, verso 1 al 3, dice:

La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan.”

¿Por medio de quién Jesucristo, Dios, ha dado a conocer y ha enviado esa revelación de Jesucristo para dar a conocer las cosas que deben suceder pronto? Por medio de Su Ángel, el Ángel del Señor Jesucristo.

...que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.

Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.”

Ahora, son bienaventurados los que leen, los que oyen y leen las palabras de esta profecía que trae el Ángel del Señor Jesucristo enviado por el Señor Jesucristo. Este Ángel (como les dije) en el tiempo de Juan estaba en espíritu, en un cuerpo espiritual. Un cuerpo espiritual o un espíritu, es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión.

Así como Dios en el Antiguo Testamento dice que ha enviado a Su Ángel, ahora Jesucristo en el Nuevo Testamento dice: “Yo Jesús he enviado mi Ángel.” Así que en la misma forma en que Dios obró en el Antiguo Testamento por medio de Su Ángel, ahora está obrando por medio de un Ángel en el Nuevo Testamento, al cual Él envía con la revelación de Jesucristo de todas las cosas que deben suceder pronto. Y son bienaventurados los que leen y los que oyen las palabras de esta profecía que trae el Ángel del Señor Jesucristo, porque eso es un Mensaje, un Testimonio del Cielo dado por Cristo a través de Su Espíritu Santo en el Ángel del Señor Jesucristo.

Y ahora, en el capítulo 13 de San Juan, verso 20, dice:

De cierto, de cierto os digo: El que recibe al que yo enviare, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió (o sea, al Padre; porque en el enviado que Cristo envía a Su Iglesia viene Cristo en Espíritu Santo manifestado, así como en Jesús el Hijo de Dios, y el Ángel del Pacto que Dios envió ¿estaba quién? El Padre).”

Ahora, hemos visto el Testimonio del Cielo que el Padre dio a través de los Profetas del Antiguo Testamento acerca de Jesucristo. Por eso Cristo decía que los Salmos y los Profetas hablaron de ellas: “Escudriñad las Escrituras, porque en ellas parece que tenéis la Vida eterna, y ellas son las que dan Testimonio de mí.” Por eso Cristo decía siempre: “El Padre da Testimonio de mí.”

Y luego cuando Jesús daba Testimonio Él decía que no era Él solo, Él decía: “El Padre y Yo.” Porque Él decía que Él no estaba solo sino que el Padre estaba con Él, y por lo tanto el Testimonio que Jesucristo estaba dando era el Testimonio del Padre, lo que el Padre decía acerca de Jesús era lo que Jesús le decía a la gente.

Por lo tanto, Jesucristo podía decir: “Si ustedes creyeran a Moisés, ustedes creerían en mí, porque de mí habló Moisés.” ¿Ven? Lo mismo podrá decir el Ángel del Señor Jesucristo en el Día Postrero: Si ustedes creen a Jesús creerán en mí, porque de mí habló Jesús. Jesús dijo: “Yo Jesús he enviado mi Ángel para dar Testimonio de estas cosas en las iglesias.”

¿Ven? Es Jesucristo el que dio Testimonio de Su Ángel, y eso es un Testimonio del Cielo; y el Ángel cuando esté dando Testimonio de sí mismo, no estará solo dando Testimonio, sino que Jesucristo estará con Él dando Testimonio porque él estará diciendo lo que Jesucristo dijo de él, estará dando Testimonio de lo que Cristo dijo de él, y ese es un Testimonio del Cielo, y estará dando Testimonio de todos los escogidos del Día Postrero, y eso es un Testimonio verdadero, porque es el Testimonio del Cielo para todos los hijos e hijas de Dios del Día Postrero.

EL TESTIMONIO DEL CIELO.”

Eso es lo que la Voz de Dios habla de edad en edad y de dispensación en dispensación.

Ahora, en Hebreos, capítulo 12, verso 18 en adelante, dice:

Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar (o sea, no os habéis acercado al Monte Sinaí), y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad.”

Cuando Dios estaba hablando allí, dando los diez mandamientos en el Monte Sinaí, estaba encendido en Fuego divino el monte, también hubo oscuridad y una tempestad.

...al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba (¿ven? Ahí está la Voz de Dios) y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más,

porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo;

y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando;

sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,

a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos.”

¿Y cuál es la congregación de los Primogénitos? La Iglesia del Señor Jesucristo.

...a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos,

a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.

Mirad que no desechéis al que habla.”

Ahora, escuchen: “Mirad que no desechéis al que habla.”

¿Y quién es el que habla en el Cielo? El Espíritu Santo. Porque son tres los que dan Testimonio en el Cielo: el Padre, el Verbo (que es el Hijo) y el Espíritu Santo, y estos tres son uno, y por consiguiente el mismo Testimonio que da el Padre lo da el Hijo Jesucristo y lo da el Espíritu Santo, y luego lo da la Iglesia del Señor Jesucristo a todos los creyentes y al mundo entero.

Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos.”

Y el que amonesta desde los Cielos es el Espíritu Santo. Y Él ha estado amonestando desde el Cielo, trayendo un Testimonio desde el Cielo, trayendo un mensaje desde el Cielo a través de los Apóstoles y a través de Sus diferentes Ángeles Mensajeros de diferentes edades, y para el Día Postrero a través del Ángel del Señor Jesucristo.

La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo.

Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles.

Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia;

porque nuestro Dios es fuego consumidor.”

Y ahora, la misma Voz que ha estado desde el Génesis hasta los días de Jesús hablando a través de los Profetas y a través de Jesús, luego del Día de Pentecostés en adelante ha estado hablando a través de los Apóstoles y a través de los diferentes Mensajeros que Cristo ha enviado a Su Iglesia, y para el Día Postrero a través del Ángel del Señor Jesucristo.

Pero ese Ángel del Señor Jesucristo ha estado todo el tiempo en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo en cuerpo angelical, pero para el Día Postrero estará en cuerpo físico con el Testimonio del Cielo del Día Postrero, con el Testimonio del Cielo, el mensaje del Cielo en medio de la Iglesia de Jesucristo, para la Iglesia de Jesucristo y para el mundo entero.

Por lo tanto, la Voz del Cielo, la Voz del Espíritu Santo dando Testimonio de etapa en etapa, ha estado hablándole a los seres humanos con un Testimonio, un Mensaje del Cielo, un Mensaje Celestial, que es el Evangelio de Jesucristo nuestro Salvador. Y para el Día Postrero el Ángel del Señor Jesucristo viene con el mensaje del Cielo, el Testimonio del Cielo del Evangelio de la Gracia, y con el Testimonio del Cielo del Evangelio del Reino, dando Testimonio de estas cosas en las iglesias, y dando a conocer todas las cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.

Por lo tanto, siendo que la Iglesia del Señor Jesucristo ha tenido el Testimonio del Cielo, el Testimonio del Espíritu Santo hablándole a Su Iglesia, y llamando y juntando a los escogidos de Dios de edad en edad, para este tiempo final con el Testimonio del Cielo, del Evangelio de Jesucristo hablándonos el Espíritu Santo, y con el Testimonio del Cielo del Evangelio del Reino, están siendo llamados los escogidos de este tiempo final.

Y toda persona que está escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero escucha este Testimonio del Cielo, la Voz del Cielo, la Voz del Espíritu Santo llamándolo y colocándolo en el Redil del Señor, como una oveja del Señor Jesucristo.

Y yo he escuchado este Testimonio del Cielo, la Voz del Cielo, la Voz del Espíritu Santo, el Espíritu Santo dando Testimonio del Cielo, dando el Mensaje del Cielo, yo he escuchado Su Mensaje, Su Testimonio y he recibido a Cristo como mi único y suficiente Salvador, he sido bautizado en agua en Su Nombre, Él me ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y me ha dado el nuevo nacimiento, y me ha dado la Vida eterna y me ha colocado en Su Reino eterno. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también, porque han escuchado la Voz del Cielo, la Voz del Espíritu Santo dando Testimonio desde el Cielo, dando Testimonio de Jesucristo, dando a conocer el misterio de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario.

Si alguna persona todavía no ha escuchado la Voz del Espíritu Santo dando Testimonio del Cielo acerca de Jesucristo, si oyes hoy Su Voz no endurezcas tu corazón, has estado escuchando la Voz del Cielo, el Testimonio del Cielo. En Hebreos, capítulo 3, verso 7, dice:

Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz,

No endurezcáis vuestros corazones.”

En el capítulo 4, verso 7 de Hebreos, también dice:

Otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo:

Si oyereis hoy su voz,

No endurezcáis vuestros corazones.”

Cuando se escucha la predicación del Evangelio de Cristo se está escuchando la Voz de Dios, la Voz del Espíritu Santo, la Voz del Cielo, y la persona no puede endurecer su corazón, sino que tiene que abrir su corazón para que la fe de Cristo nazca ahí en su corazón, y crea en Cristo como su único y suficiente Salvador, y dé testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo públicamente como su único y suficiente Salvador. Y así Cristo le recibe, le perdona y con Su Sangre le limpia de todo pecado, y entonces es bautizado por un ministro en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza, lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, nace a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y así ha asegurado su futuro eterno en la Vida eterna, en el Reino eterno de Jesucristo.

Y así puede dormir tranquilo, sabiendo que ya su futuro eterno está asegurado con Cristo en Su Reino eterno, ya tiene Vida eterna, ya tomó del Agua de la Vida eterna, de la Fuente, que es Jesucristo nuestro Salvador. Recibimos a Cristo para tomar del Agua de la Vida eterna y obtener así la Vida eterna.

Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo no tiene Vida eterna, pero ya ha escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y ha nacido en su alma, en su corazón la fe en Cristo, para creer en Cristo, porque con el corazón se cree para justicia luego que ha escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Jesucristo, y entonces la persona cree en su corazón y luego le toca dar testimonio público de su fe en Cristo, porque con la boca se hace confesión para salvación, y confiesa públicamente a Cristo como su único y suficiente Salvador, y así da testimonio público de su fe en Cristo, y Cristo le recibe en Su Reino y le da Vida eterna.

¿Cuántos ya han escuchado la Voz del Cielo, el Testimonio del Cielo y han recibido a Cristo como Salvador? Todos nosotros. Por lo tanto, ya tenemos Vida eterna, ya hemos asegurado nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno.

Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? (Dice Cristo en San Mateo 16, versos 26 al 28).

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”

Por lo tanto, lo más importante es la salvación del alma, porque eso es lo que somos nosotros: almas vivientes. Por lo tanto, tenemos que asegurar la Vida eterna en y para nuestra alma, para lo que en realidad somos nosotros: almas vivientes, y Él nos dará luego un nuevo cuerpo eterno, porque con este no podemos vivir eternamente.

Yo necesito un nuevo cuerpo y usted también, y el único que dará ese cuerpo nuevo es Jesucristo nuestro Salvador, y lo dará a todos aquellos que lo han recibido como su único y suficiente Salvador.

Todos queremos un cuerpo eterno para vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno, será un cuerpo glorificado y eterno como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y será joven para toda la eternidad. En ese cuerpo nunca nos saldrán arrugas ni canas, pasarán los milenios y pasarán los millones de años y siempre estaremos jóvenes como nuestro amado Señor Jesucristo.

Cuando Cristo resucitó Sus discípulos no lo conocían porque resucitó glorificado, y un cuerpo glorificado representa de 18 a 21 años de edad, y Cristo está tan joven como cuando ascendió al Cielo; cuando lo veamos de nuevo (lo cual será cuando Él nos dé el cuerpo nuevo), lo veremos tan joven como cuando Él ascendió al Cielo, lo veremos como de 18 a 21 años de edad, y luego nos veremos nosotros en el espejo y diremos: “Pero si yo también estoy joven, represento de 18 a 21 años de edad.”

Todos seremos como nuestro hermano mayor: Jesucristo, porque Él es nuestro hermano mayor. Por lo tanto, esa es la bendición que Él tiene para todos nosotros: Vida eterna, para lo cual nos dará un cuerpo eterno, para vivir nosotros como almas vivientes dentro de un cuerpo eterno.

Y si vivir en estos cuerpos físicos es algo tan grande, tan hermoso y maravilloso, ¿cómo será en un cuerpo nuevo, joven y eterno, como el cuerpo glorificado de Cristo? Más bien decimos: “Ese es el cuerpo que yo necesito, ese es el que yo necesito.” ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también, para poder vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y ese es el que Él me va a dar a mí. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también.

El que no ha recibido a Cristo como Salvador no tiene esta esperanza, no tiene esperanza de volver a vivir, de vivir de nuevo en un nuevo cuerpo y eterno, la persona se ha conformado con vivir un lapso de tiempo tan corto, que en la mayor parte de las ocasiones es de cien años, o menos de cien años para la mayor parte de las personas. Pero no podemos conformarnos con una vida tan corta cuando Cristo nos ofrece una Vida eterna en un cuerpo eterno.

Por lo tanto, los que todavía no han recibido a Cristo, pueden pasar para recibirlo para que Cristo les dé salvación y Vida eterna y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nazcan en la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.

Pueden continuar pasando todos los que tienen sed del Agua de la Vida eterna, pueden pasar para tomar del Agua de la Vida eterna, tomar de Cristo, tomar del Espíritu Santo, de Cristo para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Es Vida eterna lo que Cristo nos da cuando lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador. Por lo tanto, todos los que quieren Vida eterna y todavía no han recibido a Cristo, pasen al frente y estaré orando por todos ustedes para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y así obtengan la Vida eterna, así obtengan lo que tanto anhelan ustedes en su alma: la Vida eterna.

La Vida eterna es lo más grande que hay, es lo más grande que Dios tiene para el ser humano. No hay otra cosa más importante para el ser humano que la Vida eterna.

Si esta vida terrenal es importante, ¿cuánto más la Vida eterna? Y no hay decisión más grande que un ser humano puede hacer en su vida, que la decisión de recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque esa es la decisión que coloca a la persona en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Vean, la decisión de una persona comer no lo coloca en la Vida eterna, la decisión de una persona de - la decisión de trabajar no coloca la persona en la Vida eterna, la decisión de estudiar en la universidad no coloca a la persona en la Vida eterna. Pero la decisión de recibir a Cristo como Salvador coloca a la persona en la Vida eterna para vivir con Cristo la eternidad. Por eso esa es la decisión más grande que un ser humano puede hacer en su vida, esa es la decisión que yo hice en mi vida y es la decisión más grande que yo he hecho en mi vida.

¿Y quién más ha hecho esa decisión? Cada uno de ustedes también, y ustedes en esta ocasión también.

Siempre que llega el momento de dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, algunas personas luego de haber escuchado y creído se aguantan, algo los aguanta, pero ya han creído en su alma y lo que tienen que decir es: “Yo quiero vivir eternamente con Cristo en Su Reino, yo quiero la Vida eterna.” Y se levantan, pasan al frente y así dan testimonio público de su fe en Cristo, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Pues es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. No podemos dejar pasar la oportunidad tan hermosa de obtener la Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador.

Cuando la persona ya termina sus días en la Tierra ya no tiene oportunidad de decir: “Yo quiero ahora recibir a Cristo como Salvador.” Ya se le acabó el tiempo. Por eso mientras tenemos tiempo aquí en la Tierra, tenemos que hacer la decisión más grande de vuestra vida, que es recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Desde el Día de Pentecostés en adelante, la Dispensación del Reino se abrió completamente, y ese es el tiempo aceptable delante del Señor. El Día agradable o año agradable delante del Señor, es el día de salvación para todo ser humano que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Vean, San Pablo en Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 2, dice:

Porque dice:

En tiempo aceptable te he oído,

Y en día de salvación te he socorrido.

He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.”

Es la Dispensación de la Gracia que todavía está vigente, y Cristo está en el Trono del Padre como Sumo Sacerdote haciendo Intercesión con Su propia Sangre, por toda persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador, por lo tanto este es el día de salvación, el tiempo de salvación.

Todavía estamos en el tiempo de salvación para todo ser humano que escucha la predicación del Evangelio de Cristo y nace en su alma, en su corazón la fe en Cristo y cree en Cristo como su Salvador, y luego da testimonio público de su fe en Cristo y Cristo lo recibe en Su Reino, porque es el tiempo aceptable delante de Dios, el tiempo en que Dios acepta a toda persona que recibe a Cristo como su Salvador, y es reconciliada la persona con Dios, para vivir en el Reino de Dios por toda la eternidad.

Así es como aseguramos nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, en la Vida eterna. Pueden continuar pasando, estamos esperando por los que vienen de camino, porque hay muchos más como ustedes que quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino por toda la eternidad.

Y a través de la predicación del Evangelio de Cristo han visto que hay la oportunidad de salvación y Vida eterna para vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, en la Vida eterna.

Todavía vienen más personas que desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino y estamos esperando que lleguen, porque así como ustedes quieren vivir eternamente, ellos también desean vivir eternamente. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre; mas el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.”

El que le da la espalda a Cristo y no lo recibe como Salvador, Cristo le dará la espalda delante de nuestro Padre Celestial, lo negará, dirá: “Éste no es un creyente en mí, éste no me recibió como Salvador, por lo tanto, los pecados de éste están en él todavía, yo no los limpié con mi Sangre porque no me recibió como Salvador.”

Las personas que reciben a Cristo como Salvador son perdonados por Cristo, sus pecados son perdonados y son limpiados con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Cristo es el único que puede perdonar nuestros pecados y el único que puede limpiarnos de todo pecado, ¿con qué? Con Su Sangre.

Usted no puede ir a un supermercado o a una farmacia, y decir: “Quiero un blanqueador que limpie mis pecados.” No lo hay acá en la Tierra. El único blanqueador, el único que limpia a la persona de todo pecado es la Sangre de Jesucristo, y por consiguiente necesitamos recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él con Su Sangre nos limpie de todo pecado. Apocalipsis, capítulo 1, verso 5 en adelante, dice:

...y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre.”

¿Con qué nos lavó de nuestros pecados? Con Su Sangre.

...y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”

Vean, nos ha lavado de nuestros pecados con Su Sangre, y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes en Su Reino: el Reino de Dios.

En el Reino de Cristo somos Reyes, Sacerdotes y Jueces, y cuando Cristo establezca Su Reino literalmente en la Tierra estaremos como Reyes, como Sacerdotes y Jueces ocupando la posición más importante que seres humanos pueden ocupar en el Reino de Jesucristo.

A todo lo que Cristo es heredero somos herederos con Él o coherederos con Él. Él es el Sumo Sacerdote y nosotros somos Sacerdotes con Cristo en el Reino de Dios, y Él es Rey, el Rey máximo o el Rey mayor, el Rey de reyes y Señor de señores, el Rey de los Cielos y de la Tierra y nosotros somos Reyes con Él. Él es el Juez de los vivos y de los muertos y nosotros somos Jueces también con Él. “Porque los santos juzgarán al mundo y aun a los ángeles.” Dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 2 y capítulo 6; en el capítulo 6 de Primera de Corintios es que San Pablo habla de este misterio, y dice, verso 2:

¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas?

¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?”

Vean, no solamente los creyentes en Cristo, los miembros de la Iglesia de Jesucristo van a juzgar al mundo sino a los ángeles también, a los ángeles que se rebelaron en contra de Dios, los ángeles que con el diablo se rebelaron en contra de Dios, van a ser juzgados por Cristo y Su Iglesia, por Cristo y los creyentes en Cristo.

Ahora, hemos visto la bendición tan grande que hay para todos los creyentes en Cristo. Y no podemos perder esta bendición tan grande que Él tiene para todos nosotros.

Todavía continúan pasando más personas, los niños de diez años en adelante también pueden pasar para recibir a Cristo como Salvador, porque Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Pueden continuar pasando, pues Dios tiene mucho pueblo aquí en Ciudad Guatemala y también en toda la República de Guatemala.

La Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Reino de Dios en la esfera espiritual, en la esfera en la cual se está manifestando el Reino de Dios, y también el Reino de Dios está acá en el alma, en el corazón de cada creyente en Cristo donde está Cristo como Rey y Señor gobernando nuestra vida.

Ahora, toda persona que quiere entrar al Reino de Dios ya ha escuchado cómo se entra al Reino de Dios: el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios. Pero ustedes quieren entrar al Reino de Dios y están dando testimonio público aquí de vuestra fe en Cristo, recibiendo a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.

Pueden continuar pasando las personas que faltan por pasar. Recuerden que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Vamos a dar unos segundos, vamos a estar todos puestos en pie para orar por las personas que han pasado, y vamos a dar unos segundos en lo que pasan las personas que faltan por pasar que quieren asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, quieren asegurar su alma en la Vida eterna, quieren tener Vida eterna para vivir con Cristo por toda la eternidad.

Todavía hay más personas que faltan por pasar; estamos dando estos segundos para que así ustedes puedan pasar (los que faltan por pasar), para así asegurar vuestro futuro eterno con Cristo en la Vida eterna.

El único que nos puede asegurar nuestro futuro eterno en la Vida eterna se llama Señor Jesucristo. No hay otro que le pueda asegurar a usted que usted va a vivir eternamente, no hay otra persona, solamente hay uno, y se llama SEÑOR JESUCRISTO. Cristo dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

Todos queremos ser salvos, por lo tanto todos creemos y lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador y somos bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, para así Cristo bautizarnos con Espíritu Santo y Fuego, y asegurarnos nuestro futuro eterno en Su Reino eterno, en la Vida eterna, y así estar gozosos, felices y seguros de que viviremos eternamente con Cristo en Su Reino.

Unos segundos y ya oraremos por los que han pasado; los que faltan por pasar pueden pasar inmediatamente y ya oraremos por las personas que han pasado. Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, escucha el Testimonio del Cielo y recibe a Cristo como tu único y suficiente Salvador, abre tu corazón para que Cristo entre a Tu corazón, a tu alma, y gobierne tu vida como Señor de tu vida, y así el Reino de Dios esté ahí en tu corazón.

Todavía vienen más personas que han escuchado y han creído, y ahora ha llegado el momento de dar testimonio público de vuestra fe en Cristo. “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre; mas el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” Pero todos queremos que Cristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial, como creyentes en Jesucristo que lo hemos recibido como nuestro único y suficiente Salvador. Todos queremos entrar al Reino de Dios para vivir por toda la eternidad.

EL TESTIMONIO DEL CIELO.”

Eso es el Testimonio que el Espíritu Santo ha estado dando en la Dispensación de la Gracia, ese es el Testimonio del Cielo, la predicación del Evangelio de Jesucristo nuestro Salvador, y ha sido el Espíritu Santo hablando desde el Cielo a través de los diferentes Apóstoles y Profetas y diferentes Mensajeros que Él ha enviado a Su Iglesia.

Todavía faltan más personas por pasar, pueden pasar para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo por ustedes en esta ocasión. Recuerden que lo más importante es la Vida eterna, y tenemos que asegurarla con Jesucristo en Su Reino eterno, pues Él es el único que nos puede asegurar la Vida eterna.

Vamos ya a orar por las personas que han pasado. Veo que vienen más personas de camino, vamos ya a orar por las personas que han pasado, vamos... todavía vienen más personas también de este lado; es que Dios tiene mucho pueblo en la República de Guatemala, y como Dios tiene mucho pueblo está llamándolos en este tiempo final.

Todavía continúan pasando más personas que quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y han visto que la única forma para vivir eternamente es recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, y no podemos esperar que se nos acabe la vida temporera sin haber recibido la Vida eterna. Tenemos que asegurar la Vida eterna mientras vivimos en este cuerpo temporero o temporal.

Todavía vienen pasando más personas, es que Dios tiene mucho pueblo en la República de Guatemala; por eso es que han pasado y siguen pasando más personas. Así que el Reino Milenial de Cristo va a estar lleno de personas de Guatemala, y también de toda la América Latina y el Caribe. Por lo tanto, podemos decir: Vamos a llenar el Reino de Cristo con personas de Guatemala y de otras naciones de la América Latina, se está llenando el Reino de Dios.

Los últimos escogidos de Dios del Reino de Dios son los que Él está llamando en este tiempo final, y cuando se complete ese número, entonces Cristo se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo, resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y nos transformará a nosotros los que vivimos si permanecemos vivos hasta ese momento. Pero si alguno se va adelante, si parte la persona, si muere su cuerpo físico, pues no se preocupen, lo esperamos acá en un cuerpo nuevo cuando resucite.

Así que estamos seguros en Jesucristo y en Su Reino y en la Vida eterna, porque lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador. Continúan pasando más personas que quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Pueden continuar pasando para asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Recuerden que el propósito de la vida de todos nosotros en este planeta Tierra es que recibamos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que así recibamos la Vida eterna y entremos al Reino eterno de Jesucristo, y así aseguremos nuestro futuro eterno en la Vida eterna.

Todavía hay más personas, vamos ya a orar por las personas que han pasado. Pueden pasar inmediatamente los que faltan para que queden incluídos, pues ustedes han venido a esta actividad porque Dios en Su Misericordia les ha traído, les ha guiado a estar aquí para escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y crear en vuestras almas, en vuestros corazones, la fe en Cristo para creer en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, para así recibirlo públicamente como vuestro único y suficiente Salvador.

Ese ha sido el propósito de ustedes estar aquí presentes en esta ocasión. Así que ha sido Dios por medio de Su Espíritu Santo el que los ha traído para estar y escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, para que ustedes reciban la salvación y Vida eterna y entren al Reino de Jesucristo nuestro Salvador.

Recuerden que todo tiene un propósito: el propósito de estar aquí (ustedes que no habían recibido a Cristo), es de parte de Dios: que escuchen, crean y reciban a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Vamos ya a orar por las personas que han pasado, todos puestos en pie y nuestros rostros inclinados, nuestros ojos cerrados, y vamos a orar, y repitan conmigo esta oración las personas que han pasado al frente. Repitan conmigo esta oración, vamos a levantar nuestras manos a Cristo, nuestras manos al Cielo. Repitan conmigo:

Señor Jesucristo, he escuchado la predicación de Tu Evangelio y he creído de todo corazón en Ti, en Tu Primera Venida y en Tu Sacrificio Expiatorio en la Cruz del Calvario.

Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo públicamente como mi único y suficiente Salvador.

Señor Jesucristo, Te ruego perdones mis pecados y Te ruego me limpies con Tu Sangre de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento; quiero nacer de nuevo, quiero nacer a la Vida eterna, quiero nacer en Tu Reino eterno, quiero vivir contigo por toda la eternidad.

Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma Señor Jesucristo, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y ahora, repitan conmigo, con vuestras manos levantadas al Cielo: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.

Cristo les ha recibido en Su Reino, les ha perdonado y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Por cuanto ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y han creído en Él de todo corazón como vuestro único y suficiente Salvador, y lo han recibido como su único y suficiente Salvador. Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”

Ustedes me dirán: “Todavía me falta ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Cuándo me pueden bautizar? Porque Cristo dijo: El que creyere y fuere bautizado, será salvo. Y yo quiero cumplir el mandato de Jesucristo completo.” Por cuanto ustedes han creído de todo corazón; bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo hoy mismo, en donde ustedes se identificarán con Jesucristo en Su muerte, Su sepultura y Su resurrección.

Ustedes han muerto al mundo, y por consiguiente van a ser bautizados en agua por un ministro; y cuando el ministro los sumerja en las aguas bautismales, eso estará tipificando la sepultura del viejo hombre que murió al recibir a Cristo como su Salvador; y cuando el ministro lo levante de las aguas bautismales, eso estará representando que usted está resucitando o ha resucitado a una nueva Vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, así como Cristo murió, fue sepultado y luego resucitó a la Vida eterna para nunca más morir, para vivir eternamente en ese cuerpo glorificado y eterno.

Y nosotros espiritualmente resucitamos a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno para vivir con Él por toda la eternidad; y en cuanto al cuerpo eterno Él nos lo va a dar cuando complete Su Iglesia, nos va a dar un cuerpo eterno, joven e inmortal y glorificado como Su cuerpo glorificado.

Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo hoy mismo. Pregunto aquí al ministro, al Rvdo. Esteban Colón si hay agua, si hay bautisterios: hay bautisterios para grandes y para pequeños, esto es para adultos y niños, para adultos y niños. ¿Y hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también allá. ¿Hay vestidores también? hay vestidores también, ¿Hay toallas también? Hay vestidores para damas y para caballeros, ¿y también personas que le ayudarán? ¿Y les ayudarán también para cuidar la ropa también? Le van a ayudar también; y se cambiarán ustedes de ropa, se pondrán las ropas bautismales, serán bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y luego se cambiarán de nuevo de ropa, se pondrán sus ropas secas y regresarán a sus hogares gozosos y agradecidos a Jesucristo por la salvación de vuestra alma.

Así que bien pueden ser bautizados hoy mismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, para cumplir así el mandato de Cristo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “EL TESTIMONIO DEL CIELO.”

Eso es lo que hemos escuchado en esta ocasión: “EL TESTIMONIO DEL CIELO.” El Evangelio de Jesucristo nuestro Salvador, y ese es el Testimonio del Espíritu Santo para mí y para cada uno de ustedes también, y para toda la Iglesia del Señor Jesucristo, y para todo ser humano.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “EL TESTIMONIO DEL CIELO.”

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, y Jesucristo nuestro Salvador (luego que sean bautizados en agua en Su Nombre) les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.

Y también Jesucristo traiga a Sus pies, a los pies de Jesucristo a todos sus familiares, para que reciban a Cristo y reciban la salvación y Vida eterna, y estén con ustedes en el Reino eterno de Jesucristo viviendo por toda la eternidad cuando Cristo establezca Su Reino eterno en la Tierra. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Dejo nuevamente con nosotros al Rvdo. Esteban Colón para indicarles hacia dónde caminar para cambiarse de ropas, colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Que el Señor Jesucristo nuestro Salvador les bendiga, les guarde y les cuide a todos. Amén.

EL TESTIMONIO DEL CIELO.”