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La prueba de vuestra Fe 2004-07-11 1 Monterrey Nuevo León MX 00:00:00 false

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica y los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela.

Para esta ocasión leemos en la carta de Santiago, en el capítulo 1, verso 1 al 8, donde dice:

Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud.

Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas,

sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.

Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.

Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.

Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra.

No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “LA PRUEBA DE VUESTRA FE.”

A través de la Escritura encontramos que todo creyente en Dios tiene fe. Dios ha dado al ser humano la bendición de que el ser humano crea; algunas personas creen positivamente, otras creen negativamente. La fe, dice el Apóstol San Pablo en Hebreos, capítulo 11, dice:

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.

Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.”

Por lo tanto, la fe tiene que tener obras porque la fe sin obras es muerta, la fe la tiene toda persona. Ahora, vean ustedes, la Escritura nos dice, aquí en Santiago, capítulo 2, verso 17; y capítulo 2, verso 26. Vamos a ver, dice:

Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.

Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.

Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.

¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?”

Y ahora, este mismo capítulo 2, verso 26, dice:

Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.”

Ahora, vean aquí cómo compara Santiago la fe y las obras de la fe, la compara con el espíritu de la persona y el cuerpo de la persona; la fe la compara con el espíritu de la persona y las obras las compara con el cuerpo de la persona; y la fe descansa en la Palabra de Dios.

Por lo tanto, así como el ser humano es alma, espíritu y cuerpo, encontramos que el alma de la fe es la Palabra de Dios, y el espíritu es la fe, y el cuerpo son las obras de la fe. Ahí tenemos el misterio de la fe. Y cuando nuestra fe está depositada en Cristo, creyendo en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, nuestra fe ha llegado a la expresión máxima, que es creer en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Y por lo tanto, la fe, vean lo que hace en nuestras vidas conforme a Hebreos, capítulo 10, verso 39, dice:

Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.”

Y ahora, la fe en Cristo permanece en nosotros y es para la preservación de nuestra alma, somos almas vivientes que vivimos en estos cuerpos físicos temporales o temporeros, pero que por la fe en Jesucristo preservamos nuestra alma para vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno, y Cristo nos dará un nuevo cuerpo físico para que vivamos con Él en Su Reino eterno, porque el cuerpo físico que tenemos no es eterno; y por consiguiente no podemos vivir con este cuerpo en el Reino eterno de Cristo cuando sea establecido en este planeta Tierra. Y tampoco podemos ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero con este cuerpo físico porque es un cuerpo temporero, mortal, corruptible y es un cuerpo que pertenece a esta dimensión terrenal.

Pero Él nos dará un cuerpo interdimencional, que puede ir a cualquier dimensión y puede estar en cualquier dimensión, y puede vivir en la dimensión eterna, porque es un cuerpo eterno, y por consiguiente nuestra alma vivirá eternamente en un cuerpo físico, glorificado y eterno como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, por la fe en Jesucristo, el Hijo de Dios. Por lo tanto, nuestra fe, dice:

Sino de los que tienen fe para preservación del alma.”

Por lo tanto, nuestra alma es lo que somos en realidad nosotros, será preservada para vivir por toda la eternidad.

Así como los primogénitos hebreos en Egipto, la noche que iban a morir todos los primogénitos en Egipto, por medio del sacrificio del cordero pascual que fue efectuado en el hogar de cada hebreo, y la sangre de ese cordero pascual aplicada en los postes y el dintel, o sea, en el marco de las puertas de sus hogares, y ese cordero fue asado en fuego y colocado dentro de los hogares hebreos, y durante la noche de la pascua fue ese cordero la comida de ellos, había sido sacrificado en la víspera de la pascua, pero en la noche de la pascua se comieron el cordero.

Y durante la noche de la pascua, la muerte estaba viniendo a todos los primogénitos en Egipto, comenzando desde el hijo primogénito del faraón hasta el hijo de los esclavos y de los presos, y de los animales también, pero en los hogares hebreos los primogénitos no murieron, fueron preservados, la vida de los primogénitos fue preservada.

El sacrificio pascual y la sangre aplicada en las puertas de los hogares fue para la preservación de la vida de los primogénitos.

Y el Sacrificio de Cristo el Cordero pascual, el Cordero de Dios, porque Cristo es nuestra pascua, fue para la preservación de los Primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, para que la segunda muerte no tenga potestad sobre los Primogénitos de Dios escogidos desde antes de la fundación del mundo.

Por lo tanto, por nuestra fe en Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario somos preservados para vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Por eso Cristo dijo:

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

¿Ven? El que no cree entonces no tiene el Sacrificio por sus pecados, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, no acepta ese Sacrificio por sus pecados y por consiguiente la vida de esa persona será temporera, no podrá vivir eternamente, solamente se conformó con una vida terrenal corta, que escasamente le puede llegar a cien años, son pocos los que pasan de cien años; y vean, se conformó con vivir solamente una vida temporera en un cuerpo temporero, en un cuerpo que se va poniendo viejo, se enferma, muere y luego deja de existir la persona en esta dimensión terrenal, va la persona, su alma, que es la persona, va en cuerpo espiritual (el espíritu de la persona), va a la quinta dimensión si no era de la fe en Cristo. Si la persona no tenía la fe en Cristo pues no puede ir al Paraíso, donde están todos los de la fe en Jesucristo nuestro Salvador.

La persona que no recibió a Cristo, no preservó su vida, su alma para vivir eternamente con Cristo en Su Reino, por lo tanto no podrá vivir eternamente con Cristo en Su Reino porque no tuvo su fe en Cristo. La fe viene por el oír, el oír ¿qué? El oír la Palabra de Dios.

Así es como nace la fe en el alma, en el corazón de la persona, esa fe para la preservación del alma, que es en realidad lo que es la persona, porque la persona es alma viviente, pero tiene un cuerpo espiritual llamado el espíritu de la persona y tiene un cuerpo físico de carne que es temporero.

Pero lo más importante que hay en cada uno de nosotros es nuestra alma, y esa es la que es preservada para vivir eternamente con Cristo en Su Reino cuando creemos en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Por lo tanto, tenemos fe para la preservación de nuestra alma, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.

Ahora, la Escritura dice que la fe viene por el oír, vean aquí en Romanos, capítulo 10, verso 8 en adelante, dice:

Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:

que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.

Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.

Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan;

porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique?

¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”

O sea, de los que anuncian el Evangelio de Cristo, porque Evangelio son “buenas nuevas.” El Evangelio de Cristo son las buenas nuevas de Cristo que Él vino en Su Primera Venida y murió en la Cruz del Calvario por mí. ¿Y por quién más? por cada uno de ustedes también.

Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio?

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.”

Por lo tanto, la fe nace, es creada por Dios a través de la predicación del Evangelio de Cristo.

Pero digo: ¿No han oído? Antes bien,

Por toda la tierra ha salido la voz de ellos,

Y hasta los fines de la tierra sus palabras.”

Así que la fe viene por el oír, el oír la Palabra de Dios, y las buenas nuevas de Cristo: Su Primera Venida y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario. Esas buenas nuevas han estado siendo proclamadas desde la tierra de Israel hasta lo último de la Tierra. Aquí nos dice también, dice:

Pero digo: ¿No han oído? Antes bien,

Por toda la tierra ha salido la voz de ellos,

Y hasta los fines de la tierra sus palabra.

También digo: ¿No ha conocido esto Israel? Primeramente Moisés dice:

Yo os provocaré a celos con un pueblo que no es pueblo;

Con pueblo insensato os provocaré a ira.

E Isaías dice resueltamente:

Fui hallado de los que no me buscaban;

Me manifesté a los que no preguntaban por mí.

Pero acerca de Israel dice

Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor.”

Dios ha hecho llegar las buenas nuevas del Evangelio de Cristo a un pueblo que no era pueblo, o sea, a los gentiles, a la no amada; y de en medio de los gentiles ha estado llamando un pueblo para Su Nombre, de entre los gentiles ha estado llamando individuos, los cuales han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque ha nacido la fe en Cristo en sus almas, en sus corazones al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, al escuchar las buenas nuevas de salvación y al escuchar que estamos en tiempo de salvación. Vean en Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 2, dice:

Porque dice:

En tiempo aceptable te he oído,

Y en día de salvación te he socorrido.

He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.”

Desde el día en que Cristo murió en la Cruz del Calvario comenzó el Día de salvación para todos los seres humanos; así como el día diez del mes séptimo de cada año, conforme a Levítico, capítulo 23, versos 26 en adelante, el día diez del mes séptimo era el día de la expiación, el día para la reconciliación de cada hebreo con Dios.

Pero ya no tienen el sacrificio por el pecado y no tienen el templo; pero no hay ningún problema, en el Templo que está en el Cielo está el Sacrificio por el pecado del ser humano y se abrió en el Templo Celestial el Día de la Expiación, el Día para la Reconciliación del ser humano con Dios, y ese Día delante de Dios o Tiempo, lapso de tiempo ya lleva dos mil años de la muerte de Cristo hacia acá, y todavía estamos en ese Día o Tiempo de salvación.

Todavía en el Cielo está el Sacrificio de Cristo y Su Sangre sobre el Trono de Intercesión, el Trono de Dios, y por consiguiente es Tiempo aceptable delante del Señor donde Dios acepta a toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador. Y confiesa a Cristo sus pecados, Cristo lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, y es bautizada la persona en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento, nace a una nueva vida: a la Vida eterna, y entra a un nuevo Reino: al Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, por su fe en Jesucristo nuestro Salvador.

Y por consiguiente viene a formar parte de una familia, aquí mencionada, y vamos a ver esta familia aquí, de la cual nos habla San Pablo en Gálatas y también nos habla en su carta a los Efesios; en Gálatas, capítulo 6, verso 10, vean cómo San Pablo le llama a esta Familia:

Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.”

Y ahora, toda persona creyente en Cristo nacida de nuevo pertenece a la Familia de la fe. Veamos a continuación lo que nos dice San Pablo en Efesios, capítulo 2, verso 19 al 22, dice:

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.”

Esa Familia de Dios, que son los hijos e hijas de Dios, es la Familia de la fe, es la Familia de la fe en Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador. Sigue diciendo:

Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,

en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor.”

Y ahora, esta Familia de la fe, que es la Familia de Dios, los hijos e hijas de Dios es también un Templo Espiritual, es la Casa, la Familia de Dios, un Templo Espiritual, el cual está siendo edificado de etapa en etapa, de edad en edad, con piedras vivas, seres humanos que reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador.

...en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;

en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”

Y ahora, esta Familia de la fe, vean ustedes, es un Templo espiritual que está siendo edificado para Dios morar en ese Templo, en esa Familia en Espíritu Santo, y así todos ser a imagen y semejanza de Dios.

Por lo tanto, esta Familia de la fe es la Familia más importante que hay, no solamente en la Tierra sino en el Cielo también, es la Familia de Dios, la descendencia de Dios.

Vean lo que nos dice San Pedro en su primera carta, San Pedro en su primera carta, Primera de Pedro, capítulo 2, vamos a leer aquí lo que él nos dice acerca de esa Familia, aquí él dice unas palabras muy importantes que nosotros no podemos pasar por alto... capítulo, primera de Pedro, capítulo 2, verso 4 en adelante, dice:

Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,

vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo.”

¿Ven? Así como Cristo es una Piedra viva, que es una persona, así también nosotros como piedras vivas somos personas como Cristo, que es la Piedra del Ángulo, y nosotros somos piedras también, piedras vivas, seres humanos ¿para qué? Para ser edificados como Casa espiritual, somos una Casa espiritual en donde mora el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo.

Así como Cristo en una ocasión en San Juan, capítulo 2, verso 19 estando allá en el templo, dijo:

Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.

Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás?

Mas él hablaba del templo de su cuerpo.”

El cuerpo físico es un templo donde mora el alma de la persona. Y ahora, Cristo hablaba de su cuerpo como un templo, la Escritura dice que nosotros somos Templo de Dios, que el Espíritu de Dios mora en nosotros.

Y ahora, así como Dios estaba morando en Cristo en Su Templo humano, Cristo mora en nosotros en Espíritu Santo y somos un Templo humano espiritual de Jesucristo nuestro Salvador. Ese es un misterio grande, pero es una verdad grande conforme a las Escrituras: somos templo de Dios, y el Espíritu de Dios mora en nosotros.

Así que si somos un Templo de Dios, entonces somos miembros de la Familia de la fe. Vean, aquí la Escritura nos dice en Primera de Corintios, capítulo 3, verso 9 en adelante, dice:

Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.

Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.

Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.”

Y sigue aquí hablando de esa edificación, de ese Templo Espiritual que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Luego cuando llega al verso 16 de este mismo capítulo 3, de Primera de Corintios, dice:

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.”

Aquí podemos ver este misterio espiritual en el cual San Pablo nos muestra que somos un Templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en nosotros, por lo tanto siendo templo de Dios somos la Familia de la fe.

Ahora, vean en Hebreos, capítulo 3, también San Pablo habla aquí diciéndonos de la siguiente manera, capítulo 3, verso 5 al 6 dice:

Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;

pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.”

Y ahora la Casa de Dios, la Familia de Dios, la descendencia de Dios somos nosotros, y Dios mora en nosotros por medio de Su Espíritu y mora en la Iglesia del Señor Jesucristo que está compuesta por todos los hijos e hijas de Dios. Y por consiguiente la Iglesia de Jesucristo es el Templo Espiritual de Cristo como Cuerpo Místico de creyentes; y cada miembro de la Iglesia de Jesucristo como individuo es un Templo Espiritual en donde mora Cristo en Espíritu Santo, acá en el alma, en el alma de cada persona.

Y tanto la Iglesia del Señor Jesucristo como cada creyente en Cristo han estado siendo probados de etapa en etapa, de edad en edad, desde los días de Cristo hacia acá, en donde Él estaba con Sus discípulos; y luego desde el Día de Pentecostés hacia acá, la Iglesia del Señor Jesucristo ha estado siendo probada, ha pasado por diferentes pruebas y eso ha sido la prueba de la fe de la Iglesia de Jesucristo, la fe de la Iglesia de Jesucristo ha sido probada, y ha permanecido firme la Iglesia de Jesucristo de edad en edad manteniendo su fe en Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador.

Y cada creyente en Cristo en su vida terrenal que le toca vivir es probado y su fe es probada. Por eso Cristo dice que el que mira hacia atrás: “El que pone su mano en el arado y mira hacia atrás no es apto para el Reino de Dios.” Tenemos que siempre mantenernos firmes con nuestra fe puesta en Cristo caminando siempre adelante para la preservación de nuestra alma, para mantenernos con Cristo siempre en Su Reino y vivir con Él por toda la eternidad.

Desde el Día de Pentecostés en adelante hemos estado viviendo la etapa espiritual.

El Reino de Jesucristo está en la Tierra pero en una forma espiritual, en Su Iglesia y en el corazón, en el alma de cada creyente en Cristo.

Cristo está como Rey acá en el alma de todos nosotros, gobernando nuestra vida como Señor de nosotros; y también ha estado en Su Iglesia y está en Su Iglesia como Señor de Su Iglesia, de edad en edad manifestándose y confirmando la fe a todos los creyentes en Él; y así ha estado confirmándoles el Nuevo Pacto a Su Iglesia y a todo miembro de Su Iglesia.

Y por consiguiente nuestra fe ha sido confirmada de edad en edad, nuestra fe en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. La fe ha ido creciendo - así como la fe viene, nace por el oír la Palabra de Dios, nace aquí en nuestra alma, luego la fe crece a medida que la persona va escuchando la Palabra de Dios.

Cuando usted desee que su fe crezca, ¿qué puede hacer? Escuchar más y más la Palabra de Dios; y a medida que escucha más y más la Palabra de Dios vienen más y más revelación a su alma y su fe va creciendo más y más, y algún día llegaremos a lo que dice la Escritura: a tener una fe perfecta, llegaremos al conocimiento pleno del Hijo de Dios, y por consiguiente llegaremos al conocimiento del misterio mencionado aquí en Colosenses, capítulo 2, donde nos dice San Pablo en el capítulo 2, verso 2 y 3, dice:

...para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo,

en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.”

Por lo tanto, llegaremos al conocimiento pleno del misterio de Dios el Padre, y de Jesucristo, y llegaremos a tener la fe perfecta, la fe de transformación y Rapto para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Como la predicación del Evangelio de la Gracia, que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, recibimos la fe, la revelación para obtener el perdón de nuestros pecados recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y para ser bautizados en agua en Su Nombre y para recibir Su Espíritu Santo y para obtener así el nuevo nacimiento, nacer de nuevo, nacer a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo y por consiguiente nacer en la Familia de Dios, que es la Familia de la fe, de la fe en Cristo y de la fe de Jesucristo.

Y luego con la revelación del misterio del Séptimo Sello, la revelación del misterio de la Segunda Venida de Cristo, estaremos recibiendo la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, y así nuestra fe llegará al nivel más alto a medida que escuchemos la revelación del misterio del Séptimo Sello, la revelación del misterio de la Segunda Venida de Cristo.

Por lo tanto, nuestra fe tiene que ir creciendo cada día más y más, y a medida que nuestra fe va siendo probada, va creciendo, va creciendo porque nos agarramos más de la Palabra revelada y leemos más y escuchamos más la Palabra revelada de Dios; y con la Palabra revelada de Dios que es el Alimento Espiritual para nuestra alma, nuestra fe va creciendo, nuestra fe va creciendo cada día más y más.

Y por consiguiente la obra de nuestra fe va creciendo también cada día más y más; por ejemplo siendo que el alma es la Palabra y el Espíritu es la fe, y el cuerpo son las obras, vean la Palabra, que es el alma sobre la cual se basa la fe, encontramos que a medida que viene más Palabra, entonces crece más nuestra fe, y por consiguiente trabajamos más en la Obra de Dios y crece más ¿qué? La obra de Dios y crecen más nuestras obras, y también nuestra fe es probada.

Así como cuando vienen vientos recios sobre la Tierra, los árboles que van creciendo se estremecen, pero ¿qué hacen? Luego sus raíces se ahondan más y siguen no solamente creciendo hacia arriba sino hacia abajo, o sea, siguen teniendo más fundamento.

Y el creyente en Cristo, cuando vienen las pruebas, la prueba de su fe ¿qué hace? Ahonda más sus raíces en la Palabra de Dios y luego crece más espiritualmente y por consiguiente sus obras son mayores, crecen también sus obras. Cristo nos dijo en San Juan, capítulo 5, verso 24:

De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”

Al escuchar la Palabra de Cristo obtenemos el conocimiento de Su Programa de salvación, y lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador, y obtenemos la salvación y Vida eterna, y así hemos pasado de muerte a vida, y hemos sido sacados del reino de la muerte, del reino de las tinieblas, del reino del maligno y hemos sido colocados en el Reino de vida, el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. También en San Juan, capítulo 6, versos 38 al 39, dice:

Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”

O sea, que la comisión que el Padre la ha dado a Cristo es que de todo lo que Dios le ha dado a Él no pierda nada. ¿Y qué es lo que Él le ha dado en cuanto a seres humanos? Las ovejas del Padre, por lo tanto no se va a perder ni una oveja, ni un hijo o hija de Dios de los que Dios le ha dado a Cristo para que los busque y les dé Vida eterna, Cristo dijo: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido (o sea, a todos nosotros).” San Lucas, capítulo 19, verso 10. Sigue diciendo aquí:

Sino que lo resucite en el día postrero.”

En el Programa Divino, el Plan Divino, es que creamos en Cristo y Cristo salve nuestra alma; y si nuestro cuerpo físico muere, Cristo nos resucite en el Día Postrero, en el Séptimo Milenio, en algún año del séptimo milenio, porque en el séptimo milenio es que Cristo completará Su Iglesia, se levantará del Trono del Padre, resucitará a los muertos creyentes en él, y a nosotros los que vivimos nos transformará, y después iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, que durarán tres años y medio, y después regresaremos a la Tierra con Cristo para comenzar el Reino Milenial de Cristo.

Y entonces el Reino de Cristo estará también en lo físico un Reino literal en donde Cristo se sentará sobre el Trono David y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, y nosotros estaremos con Él como Reyes y Sacerdotes en Su Reino; o sea, que seremos Su Gabinete de gobierno, Su Gabinete de gobierno en todas las fases de Su Gobierno, en la parte política, en la parte económica, en la parte social, en la parte religiosa, en la parte judicial, en todos esos aspectos del Reino de Cristo nosotros somos Su Gabinete, porque somos la Familia de la fe, de la fe de Cristo y de la fe en Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, tenemos aquí la promesa de una resurrección, y nosotros lo creemos de todo corazón, si nuestro cuerpo físico muere vamos a ser resucitados en un cuerpo mejor, porque todas las cosas obran para bien para los escogidos, luego de un problema viene una bendición, luego de una prueba viene una bendición; pero si permanecemos vivos seremos transformados. Sigue diciendo:

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

La voluntad de Dios es que todos tengamos Vida eterna, todos los que veamos a través de la Palabra y creamos en la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y así creemos en el Sacrificio por nuestros pecados para obtener el perdón de nuestros pecados, ser limpios con la Sangre de Cristo de todo pecado, y ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo, y obtener el nuevo nacimiento y ser así reconciliados con Dios y ser restaurados a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, el cual está hasta el momento en la fase espiritual, pero pronto va a estar también en la fase física, cuando Él establezca Su Reino en este planeta Tierra.

Por eso Cristo enseñó a Sus discípulos a orar por la Venida del Reino, cuando les dijo que oraran diciendo:

Venga tu reino.

Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.”

Eso será en el Milenio literalmente para todas las naciones, para que se haga la voluntad en todas las naciones como se hace en el Cielo. Pero actualmente desde el Día de Pentecostés en adelante la voluntad de Dios se está haciendo en la Tierra en el corazón de cada creyente en Cristo, y por consiguiente caminan conforme a la voluntad de Dios, conforme a la voluntad del Reino de Dios.

En San Juan, capítulo 11, verso 25 al 26, dice Cristo hablando a Marta, le dice:

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.

Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?

Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”

¿Y quién más cree esto? Nosotros también. Por lo tanto, “el que cree en Jesucristo aunque esté muerto vivirá.” Por lo tanto todos nuestros familiares y todos los creyentes en Cristo de edades pasadas aunque estén muertos físicamente, ellos están en el Paraíso en alma y espíritu viviendo, esperando que Cristo complete Su Iglesia para que pase por el Paraíso y los traiga a la Tierra, los resucite en cuerpos glorificados y eternos, y a nosotros los que vivimos nos transforme.

Ellos lo esperan en el Paraíso, nosotros lo esperamos aquí mientras estamos en el cuerpo físico. Eso es conforme a las promesas divinas, vean en Filipenses, ahí nos dice que esto es de esa forma, cuando dice Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, San Pablo hablando dice:

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra...”

¿Ven? Estamos esperando a nuestro amado Señor Jesucristo en Su Segunda Venida. “El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra.” Este cuerpo físico, mortal, corruptible y temporal va a ser transformado y vamos entonces a tener un cuerpo eterno y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

...para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya...”

O sea, para que sea igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, el cual está tan joven como cuando se fue, como cuando ascendió al Cielo. Y todos decimos acá en nuestra alma: “Ese es el cuerpo que yo quiero tener.” Ese es el cuerpo que yo quiero tener. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también, y tenemos aquí la promesa de que Él nos va a dar un cuerpo eterno y glorificado.

Esto es para todos los miembros de la Familia de la fe, para todos los miembros de la Familia de Dios, para todos los descendientes de Dios, los hijos e hijas de Dios, los cuales en esta Tierra pasan por diferentes pruebas y eso solamente es la prueba de vuestra fe.

Pero lo grande es el resultado, el final, vean en el capítulo 8 de Romanos, nos dice San Pablo, versos 14 en adelante, dice:

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!

El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.”

¿Ven? Padecemos juntamente con Él en las etapas de la prueba de nuestra fe, para que luego seamos juntamente con Él glorificados.

Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.”

O sea, que lo que sufrimos aquí es tan insignificante comparado con la bendición tan grande que Él nos dará, que no podemos ni quejarnos por las etapas de prueba. Tenemos que darle gracias a Dios en todo momento. Y cuando pasamos por esas etapas de la prueba de nuestra fe, orar a Cristo para que nos fortalezca y nos ayude en todo momento y que nos ayude siempre a seguir adelante todos los días de nuestra vida. “Porque el que pone su mano en el arado y mira hacia atrás, no es apto para el Reino.”

El que por algún problema suyo o de otra persona tropieza y no quiere seguir adelante caminando con Cristo en Su Reino, no es apto para el Reino de Cristo.

Hemos puesto la mano en el arado, hemos puesto nuestra fe en Cristo, y por consiguiente vamos hacia adelante con Cristo pasando a través de las diferentes pruebas de nuestra fe, pero con nuestra fe puesta siempre en Cristo y siendo fortalecidos por el Espíritu de Cristo y por Su Palabra; así como nos fortalecemos físicamente comiendo y ejercitándonos nos fortalecemos, también nos ejercitamos en la fe y comemos el Alimento Espiritual de la Palabra de Dios para estar fuertes y pasar por todas las pruebas por las cuales tengamos que pasar, las pruebas de nuestra fe.

Así que todo creyente en Cristo está bien fundamentado, está fundado en Cristo y Su fe está basada en la Palabra de Cristo, la Palabra de Dios.

Esa es el alma de nuestra fe: la Palabra de Cristo, y el cuerpo de nuestra fe son las obras de nuestra fe, y nuestra fe es espíritu, es el espíritu; por lo tanto el alma de nuestra fe: la Palabra de Dios, el cuerpo de nuestra fe o el cuerpo espiritual de nuestra fe o el espíritu de nuestra fe es la fe en sí; y luego el cuerpo físico de nuestra fe son las obras de nuestra fe, lo que hacemos en el Reino de Cristo, esas son las obras de nuestra fe.

Por lo tanto, todo creyente en Cristo está firme con su fe puesta en Cristo para la preservación de su alma, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino, por eso dijo:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Tan simple como eso. Eso está en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16; y Pedro predicando su segundo mensaje en el capítulo 4, verso 12, dice, del libro de los Hechos: “Porque no hay otro nombre dado a los hombres, bajo el cielo, en el cual podamos ser salvos.”

No hay otro nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos. ¿Y cuál es ese Nombre de salvación? Señor Jesucristo.

Toda persona que ha recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, ha sido bautizado en agua en Su Nombre y Cristo le ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, ha obtenido la reconciliación con Dios, ha obtenido la salvación y Vida eterna, y por consiguiente su fe está fundada sobre la Roca, sobre Cristo nuestro Salvador; y tiene la esperanza de volver a vivir una vida física nueva en el Reino de Cristo con un cuerpo nuevo y eterno y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Dice Romanos, capítulo 5, verso 8 al 11, el Apóstol Pablo:

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.

Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”

Hemos recibido ahora la reconciliación con Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador; así como en tipo y figura allá en el Antiguo Testamento se sacrificaba el macho cabrío de la expiación el día diez del mes séptimo de cada año, para las personas, arrepentidas de sus pecados, pedir perdón a Dios y obtener el perdón y ser cubiertos con la sangre de la expiación, y ser reconciliados con Dios. Ya no hay sacrificio de un animalito, ya el Sacrificio perfecto fue efectuado por Cristo en la Cruz del Calvario, Él es nuestro Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Por eso es que para el pueblo hebreo también está prometido que se abrirá una fuente... vean acá en Zacarías, capítulo 13, dice, verso 1:

En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.”

Y esa Fuente para la purificación del pecado y de la inmundicia, esa Fuente es Cristo y esa Agua es la Sangre de Cristo que nos limpia de todo pecado. Por lo tanto, esa Fuente está prometida para ser abierta... ya fue abierta cuando murió en la Cruz del Calvario Cristo, pero el pueblo hebreo todavía como nación no han recibido a Cristo, pero como individuos millones de hebreos a través de la historia de la Iglesia han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador.

Para este tiempo final, pronto, ciento cuarenta y cuatro mil hebreos van a recibir a Cristo. Por lo tanto, estará abierta esa fuente para el pueblo hebreo muy pronto.

Ahora vean en Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante, dice:

El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.

Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.

El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.

Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna.”

Esa es la buena noticia para los creyentes en Cristo: que tenemos Vida eterna.

Y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”

Por lo tanto, toda persona que ha recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador tiene Vida eterna; por eso es que yo tengo Vida eterna; ¿y quién más? Cada uno de ustedes también, por eso es que yo estoy esperando mi transformación, estoy esperando un nuevo cuerpo glorificado que Él me dará, me transformará, y entonces tendré un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado, y seré como Cristo, o sea, tendré un cuerpo como el de Jesucristo nuestro Salvador. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también.

Si alguna persona no ha recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador todavía, no tiene esta bendición, y por consiguiente no tiene Vida eterna y no vivirá eternamente con Cristo en Su Reino, lo cual es algo terrible para la persona, pues será juzgada en el juicio final y será echada en el lago de fuego, que es la muerte segunda; pero nadie quiere un futuro tan terrible como ese.

Por lo tanto, en esta ocasión puede cambiar su futuro recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, para que su futuro sea con Cristo en Su Reino eterno, y reciba una transformación cuando Cristo resucite a los creyentes en Él y nos transforme a nosotros los que vivimos, y venga a ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, puede levantar su mano toda persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, y yo estaré orando por usted para que Cristo le reciba, le perdone y con Su Sangre lo limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y así obtenga el nuevo nacimiento, así nazca en el Reino de Cristo a y en la Vida eterna, y venga a ser parte de la Familia de la fe, venga a ser parte de esa Familia de Dios.

Por lo tanto, pueden levantar su mano y estaré orando por ustedes en esta ocasión. Pueden pasar al frente si tienen la bondad para orar por todos ustedes.

Pueden continuar pasando al frente para orar por todos ustedes, para que Cristo les recibe en Su Reino, les reciba en la Familia de la fe, en la Familia de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Pertenecer a la Familia de Dios, a la Familia de la fe, es el privilegio mas grande que una persona puede obtener en la Tierra. Así como cualquier persona puede pensar: “Me gustaría ser descendiente del rey de tal nación, y de la reina de tal nación, para ser de la familia real.” Pero no se preocupe, todos lo creyentes en Cristo nacidos de nuevo han nacido en la Familia Real, Celestial, han nacido en la Familia de Dios, son descendientes de Dios, hijos e hijas de Dios, o sea, que somos de la Realeza mayor, de la del Cielo, de la cual Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores.

Todos queremos vivir con Él por toda la eternidad en ese Reino glorioso que Él establecerá en este planeta Tierra. Por lo tanto, recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador para que Él produzca ese nacimiento en la Familia Real, en la Familia Real del Cielo, porque esa es la Familia eterna, son los descendientes de Dios, hijos e hijas de Dios.

Recuerden que “hijos” son descendientes de su padre, y los hijos e hijas de Dios, pues son descendientes de Dios, de vuestro padre Celestial, por eso le llamamos a Dios: “Padre nuestro,” porque somos descendientes de Él.

Nuestra alma ha venido de Dios y por esa causa es que Dios envió a Jesucristo para que buscara todos esos hijos e hijas de Dios, y nos diera Vida eterna. Por eso el Hijo del Hombre, Cristo, vino a buscar y salvar lo que se había perdido.

Vean, en el capítulo 11 de San Juan, verso 52, dice, 51 y 52, dice:

Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;

y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.”

Y ahora, somos congregados en uno, en Cristo y Su Cuerpo Místico que es Su Iglesia, porque la Iglesia es el Cuerpo Místico de Jesucristo. Cristo vino para congregar en uno a los hijos e hijas de Dios que estaban dispersos. Él está llamando y juntando a todos Sus escogidos.

Por eso es que cuando usted ha escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, notó que creyó ¿qué fue eso? La fe nació por medio de oír la Palabra de Dios, fue creada en su alma la fe para creer en Cristo como su único y suficiente Salvador. “Porque la fe viene por el oír la Palabra, y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa, se hace confesión, para salvación.”

Ustedes vienen porque ya creyeron, creyeron mientras estaban escuchando la Palabra, y aquí lo que hacen es confesar públicamente, dar testimonio públicamente, de su fe en Cristo, o sea, confesar públicamente a Jesucristo como vuestro único y suficiente Salvador. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre.” Por lo tanto, ustedes están seguros de que Cristo los va a confesar delante de vuestro padre Celestial, porque ustedes están confesando a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador.

También dijo: “Mas el que me negare, yo también le negaré delante de mi Padre.” Pero no queremos que Cristo nos niegue delante de nuestro Padre Celestial sino que nos confiese delante de nuestro padre Celestial como creyentes en Él, en Cristo. Y nuestro Padre Celestial entonces dirá: “Que entren a mi Reino.”

Estamos dando unos segundos en lo que pasan las demás personas que faltan por pasar, pueden pasar los que faltan por pasar y los niños de diez años en adelante también pueden pasar para recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, y ser bautizados en agua en el Nombre de nuestro amado Señor Jesucristo; Cristo dijo:

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”

También el Día de Pentecostés cuando Pedro predicó en el capítulo 2, dijo de la siguiente manera... capítulo 2, verso 36 en adelante, dice:

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”

Por eso es que llamamos a Jesús SEÑOR JESU-CRISTO, porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo, porque en Jesús estaba, está y estará la plenitud de Dios, la plenitud de la Divinidad; el Padre estaba en Jesús, Él decía que “las obras que yo hago no las hago de mí mismo, el Padre que mora en mí Él hace las obras.” Y también Él dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres.” En Jesús estaba la plenitud de Dios, la plenitud de la Divinidad, esto es: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y por consiguiente tenía un Nombre, el cual es Señor Jesucristo.

Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

Como tres mil personas creyeron y fueron bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, creyeron ¿por qué? Porque escucharon la predicación del Evangelio de Cristo, y la fe viene por el oír la predicación del Evangelio de Cristo. Y ustedes han creído porque han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo.

Todavía estamos dando unos segundos, vamos a estar puestos en pie, y si falta alguna otra persona puede pasar inmediatamente y ya vamos a orar por las personas que han pasado para dar testimonio público de su fe en Jesucristo nuestro Salvador. Todavía vienen más personas de camino que también desean vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno.

La decisión más grande y más importante que un ser humano hace es la de recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque esa es la única decisión que coloca a la persona en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno.

Lo más importante para el ser humano es la vida; pero más que esta vida terrenal, la Vida eterna, porque esta vida terrenal se nos acaba a cierta cantidad de años, y nadie sabe cuándo se le va a terminar la vida; a unos se les termina siendo unos niños, a otros siendo jovencitos, a otros siendo ya personas adultas y a otros siendo ya ancianos.

Por lo tanto, necesitamos una vida que no se nos acabe y esa es la Vida eterna, y por consiguiente necesitamos nacer a esa vida, necesitamos nacer de nuevo, de lo cual le habló Cristo a Nicodemo; y Cristo es el que produce ese nuevo nacimiento en la vida de toda persona que lo recibe como su único y suficiente Salvador, y confiesa a Cristo sus pecados, Cristo lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y efectúa el nuevo nacimiento en la persona, nace a una nueva vida, a la Vida eterna.

Por consiguiente, cuando se le acaba la vida terrenal a la persona, no tiene ningún problema porque tiene la Vida eterna, la cual nunca se le va a terminar.

Por eso es que hay que asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en la Vida eterna en Su Reino eterno. Y para eso es que vivimos en este planeta Tierra, ése es el propósito principal de nuestra existencia en este planeta Tierra.

Por eso es que cuando ustedes pensaban acerca de qué es la vida de ustedes aquí en la tierra, pensaban y decían: “No puede ser que ni vida aquí en la Tierra sea solamente comer, dormir, trabajar; comer, dormir, trabajar, y así por el estilo, y después morir.” Como que eso no tiene sentido, pues no hay ningún sentido en eso.

El propósito real de la vida nuestra en la Tierra es que hagamos contacto con la Vida eterna, que es Cristo, que comamos del Árbol de la Vida, que es Cristo, recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para así confirmar nuestro lugar en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, y entonces sí que le encontramos sentido a nuestra vida terrenal: cuando conocemos el propósito por el cual estamos en esta Tierra, y entonces nos agarramos de Cristo y nos mantenemos sirviéndole todos los días de nuestra vida; porque ese es el propósito principal de nuestra vida aquí en la Tierra, las demás cosas son las añadiduras de la vida.

Por lo tanto, conociendo el propósito principal nuestro, y recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, se va esa situación que la humanidad tiene, que es esa condición de angustia existencial, porque no saben de dónde han venido, algunos todavía piensan que han venido del mono, pero no es así; el ser humano vino de Dios, y se descarrió; pero Cristo vino para reconciliar al ser humano con Dios y restaurarlo a la Vida eterna. Por lo tanto lo más importante para nosotros es la Vida eterna, y esta Vida eterna está en Jesucristo nuestro Salvador.

Así como cuando usted dice que tiene sed, y le traen agua, se la traen en un vaso o en una botella, y usted para poder tomar esa agua, toma el vaso, porque ahí está el agua que necesita, y la toma. Y la Vida eterna todo ser humano la desea, pero viene en un vaso llamado Señor Jesucristo. Dios nos ha dado Vida eterna y esta vida está en Su Hijo Jesucristo, por eso hay que tomar, recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador para obtener la salvación y Vida eterna.

Por eso es que se da la oportunidad a las personas que reciban a Cristo como su único y suficiente Salvador, para que tomen del Agua de la Vida eterna.

Todavía continúan pasando más personas que quieren vivir eternamente y han comprendido que a través de Cristo es que se recibe la Vida eterna.

Si hay alguna otra persona puede pasar y ya vamos a orar por las personas que han pasado. Unos segundos y ya oraremos por todos, es que Dios tiene mucho pueblo aquí en Monterrey y ciudades cercanas, y en toda la República Mexicana. Por eso se le da la oportunidad y el tiempo para que lleguen todos a los pies de Jesucristo nuestro Salvador para recibir la salvación y Vida eterna.

Es Vida eterna lo que recibimos de parte de Cristo cuando lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador; y para eso es que lo recibimos como nuestro Salvador: para recibir la Vida eterna, porque no hay otro lugar ni otra persona en donde esté la Vida eterna para ser otorgada al ser humano, solamente es en Jesucristo nuestro Salvador, Él es el Árbol de la Vida, y Él es la Fuente del Agua de la Vida eterna.

Vamos ya a orar por todas las personas que han pasado. Vamos a inclinar nuestros rostros. Repitan conmigo esta oración todos los que han pasado:

Señor Jesucristo, vengo a Ti en estos momentos creyendo de todo corazón en Ti como mi único y suficiente Salvador; creo en Tu Primera Venida y en Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario. Señor Jesucristo, reconozco que Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario es el Sacrificio por mis pecados; reconozco que Tú eres el único que puedes perdonar mis pecados y limpiarme con Tu Sangre de todo pecado y reconciliarme con Dios.

Señor Jesucristo, en estos momentos doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.

Señor Jesucristo, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento; quiero nacer en Tu Reino para vivir contigo por toda la eternidad.

En Tus manos encomiendo mi alma, Señor Jesucristo, salva mi alma, te lo ruego. En Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo, Te ruego todas estas cosas. Amén y amén.

Ahora repitan conmigo: La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.

Cristo les ha recibido en Su Reino. Cristo ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Ustedes me dirán: “Ya hemos escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y hemos creído en Cristo de todo corazón, pero todavía me falta algo, y es ser bautizado en agua en Su Nombre. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído de todo corazón en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo hoy mismo.

Pregunto al Rvdo. Epifanio López si hay agua: Hay agua, hay bautisterios a ambos lados. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también y hay lugar dónde cambiarse de ropas también; por lo tanto bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo hoy mismo.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio del Evangelio de Cristo.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y Cristo produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y les coloque en Su Reino eterno, y a sus familiares los traiga también a Sus pies, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.

Bueno, muchas gracias por vuestra amable atención, y dejo nuevamente al Rvdo. Epifanio López, para continuar e indicarles hacia dónde caminar para cambiarse de ropas y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

LA PRUEBA DE VUESTRA FE.”