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title: 'Jesucristo nuestro descanso'
date: 2004-07-08
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city: Saltillo
state: Coahuila
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Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes aquí en la Ciudad de Saltillo, Coahuila, República Mexicana; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela mis niñas.
Para esta ocasión leeremos en el Evangelio según San Mateo, capítulo 11, versos 25 al 30 las palabras habladas por Jesucristo nuestro Salvador. Dice:
“*En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.*
*Sí, Padre, porque así te agradó.*
*Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar.*
*Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.*
*Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;*
*porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”*
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: **“JESUCRISTO NUESTRO DESCANSO.”**
Jesucristo es nuestro descanso; así como el ser humano necesita descansar su cuerpo físico, también necesita descansar su alma. El cuerpo necesita descanso y el alma necesita descanso.
El ser humano es alma viviente, por lo tanto, siendo alma viviente y siendo el ser humano creado por Dios a imagen y semejanza de Dios, el ser humano es alma, espíritu y cuerpo.
Lo más importante que el ser humano tiene es su alma, eso es lo que en realidad es la persona: alma viviente, y habita dentro del cuerpo de carne, que es una casa terrenal en donde vive, para así manifestarse en esta dimensión terrenal por una temporada, la cual Dios le ha dado para que viva aquí en la Tierra y busque el descanso de su alma, lo cual es la persona: alma viviente.
Por lo tanto, el ser humano viene a este planeta Tierra, y al nacer en la Tierra, nace en el reino de las tinieblas, porque desde que el ser humano pecó en el Huerto del Edén la raza humana cayó cautiva en el reino de las tinieblas, y ha estado viviendo en el reino de las tinieblas la raza humana, como vivió el pueblo hebreo en Egipto como esclavos. Y en Egipto el pueblo hebreo llevaba las cargas pesadas que les hacían llevar los egipcios, porque allí estaban ellos (los hebreos) como esclavos, y en cada ocasión en que nacía un hebreo allá en Egipto, nacía un esclavo en el reino del faraón.
El faraón tipifica al diablo, y el reino, el imperio del faraón tipifica el reino del diablo, el reino de las tinieblas. Y por cuanto el ser humano al pecar quedó cautivo en el reino de las tinieblas, cada ocasión en que nace un ser humano en la Tierra, ha nacido una persona, un esclavo en el reino de las tinieblas.
Por eso es que Cristo vino para libertar al ser humano del reino de las tinieblas, así como Dios libertó al pueblo hebreo por medio del Profeta Moisés, lo libertó del reino del faraón, del reino que los tenía esclavizados, y les tenían pesadas cargas sobre ellos, tenían que hacer cierta cantidad de ladrillos, y tenían que buscar ellos la paja y así por el estilo, para hacer los ladrillos, y ellos clamaban a Dios por las pesadas cargas que les tenía el farón.
Y ahora, cuando el ser humano pecó, cayó como esclavo del reino de las tinieblas y la pesada carga del pecado vino sobre el ser humano; y el ser humano ha estado en este planeta Tierra viviendo como esclavo en el reino de las tinieblas, llevando las pesadas cargas del pecado y sus consecuencias.
Pero ahora, Cristo en el Segundo Éxodo, vino en Su Primera Venida para libertar a todas esas almas de Dios del reino de las tinieblas, y llevarlos a la tierra prometida del Reino de Dios. Nos dice Colosenses, San Pablo en su carta a los Colosenses en el capítulo 1, verso 12 en adelante, dice:
“*Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz.”*
Los santos en luz, que son los hijos e hijas de Dios, esas almas de Dios tienen una herencia: la Vida eterna con toda la Creación de Dios. Por eso somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro; pero como esclavos no podemos recibir la herencia de Dios. Por lo tanto, tiene que ser libertado cada ser humano del reino de las tinieblas, y ser colocado en el Reino de Dios. Sigue diciendo:
“*...el cual* (o sea, hablando de Dios por medio de Cristo)*... el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”*
Vean, Dios por medio de Cristo nos libertó del poder, de la potestad del reino de las tinieblas, como había libertado al pueblo hebreo de la potestad, del reino del faraón, ahora Cristo en el Segundo Éxodo realiza una liberación espiritual para el alma de todo ser humano. Nos dice:
“*...el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”*
Dios nos ha trasladado al Reino de Jesucristo, el Hijo de Dios, que es un Reino eterno, en donde Cristo dice: “Mi carga es liviana, es ligera.” Él nos dice:
“*Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.*
*Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas;*
*porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.”*
Y ahora, así como necesitamos descanso para nuestro cuerpo, necesitamos recibir el descanso para nuestra alma, descansar de la carga del pecado que el diablo colocó sobre la raza humana en el reino del maligno, que es el reino de las tinieblas.
Ahora, Cristo nos liberta de esa carga, nos hace libres y nos coloca en Su Reino, para que así nuestra alma tenga descanso y así la persona sepa de dónde ha venido, sepa que es un hijo o una hija de Dios, su alma ha venido del Cielo, de Dios; y sepa el porqué está aquí en la Tierra, sepa que está aquí en la Tierra a causa de un propósito divino: para recibir su liberación, para ser libertado del reino de las tinieblas y colocado en el Reino de Jesucristo, el Hijo de Dios, y así obtener el perdón de sus pecados, ser limpio con la Sangre de Cristo de todo pecado, ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento.
Así la persona ha nacido del Agua, que es la predicación del Evangelio de Cristo; y del Espíritu, que es el Espíritu Santo; y la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, y por consiguiente ha obtenido la salvación y Vida eterna y ha asegurado su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno.
Y ahora, la persona sabe porqué vive en la Tierra, sabe el propósito por el cual vino a la Tierra: para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador y obtener el descanso para su alma, recordando que el ser humano es alma viviente.
El cuerpo físico no es usted, usted puede ver mi cuerpo pero no me está viendo a mí, porque yo soy alma viviente, pero usted está viendo la casa terrenal donde yo estoy viviendo.
Ahora, el alma es lo más importante que la persona tiene, eso es lo que es en realidad la persona: alma viviente. Dios creó al ser humano a Su imagen y a Su semejanza, Dios es el alma viviente eterna (y estaba en Jesucristo nuestro Salvador), el Padre.
Por eso Cristo decía: “Yo no hago nada de mí Mismo, el Padre que mora en mí, Él hace las obras.” Como cuando usted hace algo con sus manos, usted ve que fue su cuerpo quien lo hizo, pero no fue su cuerpo. ¿Como que no fue su cuerpo el que hizo las cosas? No, fue su alma utilizando su cuerpo. Porque cuando el alma y el espíritu de la persona salen del cuerpo, lo colocan en la funeraria y usted le dice: “Toma esta libreta,” y no mueve la mano. Le puede decir: “Habla tal cosa,” y tampoco habla. Le puede decir: “Mírame,” tampoco lo puede mirar, ¿por qué? Porque la persona ya salió de ese cuerpo, de esa casa terrenal, no está ahí, está en otra dimensión.
Si era un creyente en Cristo está en el Paraíso, donde están los Apóstoles y donde están todos los creyentes en Cristo de otras edades pasadas. Si no era un creyente en Cristo no está en el Paraíso, está donde Cristo dijo que fue llevado el hombre rico, donde nadie quiere ir. Pero el que no quiera ir a ese lugar donde fue el hombre rico, al cual se le llama el infierno, que es la quinta dimensión, entonces necesita un Salvador que lo libre, que lo salve de ese terrible lugar llamado: “el infierno.”
Y el único que puede librar la persona de ir al infierno se llama: Jesucristo; por eso es que todo ser humano necesita recibir a Jesucristo como su único y suficiente Salvador. La persona que dice: “Yo no lo necesito,” y después se muere, pues miren, cuando esté en la quinta dimensión, que es el infierno, dirá: “Necesito alguien que me saque de aquí.” Pero ya será demasiado de tarde, porque no recibió al único que lo podía librar de ir al infierno.
Por eso es que todos necesitamos recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para tener descanso en nuestra alma y estar tranquilos y decir: “Estoy viviendo en esta Tierra por una cantidad de tiempo, no sé cuántos años voy a vivir en este cuerpo terrenal. Pero he comprendido el propósito por el cual vivo en esta Tierra, que es recibir a Cristo como mi único y suficiente Salvador, y ya lo recibí y ahora tengo descanso en mi alma. Sé que si muero físicamente, si mi cuerpo físico muere, continúo viviendo en el Paraíso en el cuerpo angelical. Y cuando Cristo complete Su Iglesia en Su Segunda Venida, Él resucitará los muertos en Cristo en cuerpos nuevos, eternos, jóvenes y glorificados, y entonces Él me dará un cuerpo nuevo y me levantaré de nuevo, volveré a vivir físicamente en otra casa, en una casa glorificada, en un cuerpo glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.”
¿Ven? La persona que tiene a Cristo en su alma ha recibido el descanso para su alma. La persona ha recibido la bendición más grande que una persona puede recibir: la bendición de tener a Cristo dentro, y Cristo es el descanso para nuestra alma.
El día sábado, del cual Dios habló al pueblo hebreo, y les dijo que ese día lo tomaran de descanso y lo dedicaran a Dios, ese día sábado de descanso tipifica a Cristo, que es el descanso de nuestra alma; así como el sábado era para el descanso del cuerpo físico, Cristo es el descanso para nuestra alma. No hay otro descanso para nuestra alma.
Luego el sábado siendo el séptimo día, también tipifica el séptimo milenio en donde Cristo establecerá Su Reino Milenial, por lo tanto representa al Reino Milenial de Cristo en donde este planeta Tierra descansará, y todos los que habitarán en el planeta Tierra descansarán también, descansarán de las luchas que en la actualidad tienen los seres humanos.
En la actualidad ya desde el lunes tienen que madrugar para ir a trabajar, y los que viven muy lejos tienen que madrugar un poco más para tomar el autobús o el camión, o para tomar su automóvil para ir a su trabajo.
Y algunas veces se encuentran con el tráfico bastante difícil y les toma mucho tiempo llegar al trabajo, y eso es una lucha que les dura lunes, martes, miércoles, jueves y viernes, y para algunos hasta el sábado les continúa esa lucha.
En el Reino Milenial de Cristo todo será agradable, no tendremos estas luchas que tenemos en la actualidad, todo será paz, felicidad y prosperidad; y aun más, tendremos un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador; ni siquiera vamos a estar trabajando físicamente en una oficina acá terrenal, o en el campo, sino que allí estaremos como dice en la Escritura, en Apocalipsis, capítulo 20, verso 4 en adelante, dice:
“*Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.*
*Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.*
*Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.”*
O sea, que no vamos a estar allí como trabajadores de la construcción, o de la agricultura, o como oficinistas en una agencia terrenal de algún empresario o algún gobierno, sino que vamos a estar allí como el gabinete de Jesucristo y de ese Reino de Cristo, estaremos como Reyes, o sea, la posición más alta (política) en ese Reino; como Sacerdotes, la posición más alta en el campo religioso (la de Sacerdotes), y Cristo es el Sumo Sacerdote, el mayor de todos; y como Reyes, pero Cristo es el Rey mayor de todos: el Rey de reyes y Señor de señores; y como Jueces, pero Cristo es el Juez Supremo.
O sea, que estos tres poderes: el político del Reino de Cristo, de esa monarquía que será restaurada en la Tierra (la de David), y ese poder religioso del Orden de Melquisedec que es del Orden Celestial, del Templo Celestial; vean, a ese Orden del Melquisedec es que todos nosotros pertenecemos como creyentes en Cristo; por eso hemos sido hechos Reyes y Sacerdotes en ese Reino de Cristo nuestro Salvador. Vean aquí otra Escritura, donde nos dice el libro del Apocalipsis, capítulo 1, versos 5 en adelante, dice:
“*Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,*
*y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”*
Vean, Cristo, el que nos lavó de nuestros pecados con Su Sangre, nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes, Reyes y Sacerdotes de ese Reino de Dios que será establecido en este planeta Tierra. Por eso fue que Cristo enseñando a orar a Sus discípulos les enseñó a pedir la Venida del Reino de Dios, les dijo: “Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad como en el Cielo, aquí en la Tierra, también en la Tierra.” También en Apocalipsis, capítulo 5, verso 8 en adelante, dice:
“*Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;*
*y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;*
*y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”*
Aquí tenemos la promesa de la bendición que Cristo nos ha dado en Su Reino, nos ha recibido, nos ha perdonado, y con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado, y nos ha hecho Reyes y Sacerdotes en ese glorioso Reino de Dios que será establecido en la Tierra, del cual Cristo es el Rey de ese Reino, el cual se sentará en el Trono de David y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
Y nosotros estaremos con Cristo en ese Reino ocupando una posición muy, pero que muy importante, de Reyes, de Sacerdotes y de Jueces; por lo tanto el poder político, del poder político seremos Reyes, del poder religioso seremos Sacerdotes, del poder judicial seremos Jueces.
Vean, estos tres grandes poderes estarán allí, y nosotros pertenecemos a esos tres poderes del Reino de Cristo. Vean aquí en San Lucas las palabras que le habló el Arcángel Gabriel a la virgen María, en San Lucas, capítulo 1, verso 30 en adelante, dice:
“*Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.*
*Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.*
*Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;*
*y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”*
Por lo tanto, la elección divina de quién será el Rey de ese Reino ya fue hecha, el que ha sido elegido para ser el Rey de ese Reino es nuestro amado Señor Jesucristo, y reinará y Su Reino no tendrá fin; y entonces la Tierra tendrá paz, prosperidad y amor, amor las naciones unas con otras, no habrá guerras, sino que lo que habrá será prosperidad y Amor Divino en todas las naciones y en todas las personas que habitarán esas naciones. Pero ya esa paz estará en el alma nuestra, desde el momento en que hemos recibido a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador y nuestra alma ha recibido el descanso de Cristo, porque Jesucristo es nuestro descanso, Él es nuestro sábado.
Por lo tanto, ya en lo espiritual tenemos nuestro descanso, nuestro reposo, nuestra paz, todo bajo el Pacto de Paz, el Nuevo Pacto del cual Jesucristo es el Mediador, Él es el Sumo Sacerdote, el Abogado de ese Nuevo Pacto.
Ya no se necesitan sacerdotes o sumos sacerdotes del pacto antiguo del Antiguo Testamento, del orden de Aarón, sino que tenemos un Sumo Sacerdote del Orden de Melquisedec, del Orden Celestial del Templo Celestial, que ha traído Su paz a nuestra alma bajo el Nuevo Pacto, el Pacto de Paz, y ha traído descanso para nuestra alma.
Y ahora, descansamos sabiendo que hemos recibido la salvación y Vida eterna, y que Él con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado, porque al recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador, Él ha perdonado nuestros pecados y con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado, y hemos sido bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y ha producido en nosotros el nuevo nacimiento.
Hemos nacido a una nueva vida: a la Vida eterna, porque cuando nacimos en la Tierra por nuestros padres terrenales, nacimos a la vida, pero no fue a la Vida eterna, por eso se le acaba esa vida terrenal a los seres humanos.
Pero al recibir a Cristo, ser bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo bautizarnos con Espíritu Santo y Fuego, ha producido en nosotros el nuevo nacimiento y hemos nacido a una nueva vida: a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y ahora nuestra alma está en descanso con Vida eterna. Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16:
“*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.*
*El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”*
Tan simple como eso. Es un asunto de fe en Cristo para obtener la salvación y Vida eterna de nuestra alma, de lo que somos en realidad nosotros: alma viviente; y es un asunto de incredulidad para la persona ser condenado y perder el derecho a vivir eternamente en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador.
Por eso en San Juan, capítulo 13 Cristo, nos dice de la siguiente manera, capítulo 13, verso 13 en adelante de San Juan, dice:
“*Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.*
*Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,*
*para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.*
*Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”*
Todo aquel que cree en Cristo no se pierde, pero el que no cree se pierde, o sea, no volverá a vivir en la Tierra en un cuerpo eterno, Dios nos da la oportunidad de vivir en este cuerpo temporero para que hagamos contacto con la Vida eterna recibiendo a Cristo como nuestro Salvador.
Y si lo recibimos como Salvador, entonces Él nos da el derecho a vivir eternamente en Su Reino eterno; si no lo recibimos como Salvador, si no creemos en Él y lo recibimos, entonces perdemos el derecho y la oportunidad y bendición de vivir en el Reino de Cristo por toda la eternidad. Sigue diciendo:
“*Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.*
*Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.*
*El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”*
Es una mirada de fe a Cristo la que nos da la salvación y Vida eterna, es por una mirada de fe a Cristo, que Él nos recibe, nos perdona y con Su Sangre nos limpia de todo pecado; Él es el Pastor de nuestras almas, Él es el Buen Pastor, por eso compara a todas las personas con ovejas.
Vean, en la carta del Apóstol Pedro, encontramos en una de ellas donde nos dice en el capítulo... Primera de Pedro, capítulo 2, verso 21 al 25, dice:
“*Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas;*
*el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente* (o sea, a Dios)*;*
*quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero.”*
O sea, que cuando Cristo murió, Él llevó allí nuestros pecados porque Él se hizo pecado por nosotros; Él no podía morir porque la causa de la muerte es el pecado, y Él no tenía pecado, pero Él se hizo pecado por nosotros tomando nuestros pecados para morir y quitar de nosotros nuestros pecados.
“*...quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.”*
Por Su herida, porque fue herido por nuestros pecados, para dar la sanidad, sanarnos de la enfermedad del pecado, quitar de nosotros el veneno del pecado.
“*Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas.”*
Vean, Cristo es el Buen Pastor, Él dijo: “Yo Soy el Buen Pastor, y el Buen Pastor Su vida da por las ovejas.” Él es nuestro Pastor, “Jehová es mi Pastor.” Y Jehová en el Nuevo Testamento es Jesucristo nuestro Salvador, porque el mismo Jehová del Antiguo Testamento es Jesucristo.
Jehová del Antiguo Testamento es Dios en Su cuerpo angelical, y Jesucristo en el Nuevo Testamento como el Buen Pastor, es la manifestación de la Divinidad en carne humana, Dios en Cristo reconciliando consigo Mismo al mundo; es Dios en Cristo pastoreando nuestras almas y dándonos el Alimento Espiritual para el alma.
Así como nuestro cuerpo físico necesita alimento para poder vivir, nuestra alma necesita también alimento, pero no le podemos dar un pedazo de pan a nuestra alma, sino que tenemos que darle el alimento correspondiente al alma.
Cristo dijo repitiendo las palabras de Deuteronomio, capítulo 8, verso 1 en adelante, Cristo repitiendo esas palabras en San Mateo, capítulo 4, verso 4, dice:
“*El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”*
Y ahora, el pan que da vida, que alimenta el alma de la persona es la Palabra de Dios, la Palabra de Cristo; por lo tanto, necesitamos alimentar nuestra alma, ¿con qué? Con la Palabra de Dios, la Palabra de Cristo. Por eso es que nos dice la Escritura en Amós de la siguiente manera; y vamos a leer ese pasaje de Amós, donde nos habla en el capítulo 8, verso 11, dice:
“*He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová.”*
El hambre más terrible es el hambre del alma, hambre de oír la Palabra de Dios para comer esa Palabra *acá* en nuestra alma, ¿cómo la comemos? Creyéndola; el que no la cree, pues no la comiendo.
Por lo tanto, toda persona necesita alimentar su cuerpo, porque sino se... va perdiendo peso, va perdiendo libras o kilos, y se va debilitando, se enferma y después se muere; y también el alma necesita alimentarse, porque si no el alma de la persona va poniéndose flaca, débil, se enferma espiritualmente y muere espiritualmente.
Por lo tanto, tenemos que dar más cuidado a nuestra alma que a nuestro cuerpo, y tenemos que alimentar nuestra alma con la Palabra de Dios, y por consiguiente nuestra alma estará en buena salud espiritual para servir a Cristo y alabar a Dios con toda nuestra alma, creyendo toda la Palabra de Dios, porque con el corazón (o sea, con el alma) se cree para justicia.
¿Y cómo viene esa fe? La fe viene por el oír la Palabra de Dios. Y cuando viene la fe al oír la Palabra de Dios, la persona cree porque con el corazón, con el alma se cree para justicia, pero con la boca se confiesa, se hace confesión para salvación.
Por eso cuando se predica la Palabra, el Evangelio de Cristo, los oyentes sienten que algo grande sucede en su alma, ¿qué es? Es que por medio de la Palabra creadora del Evangelio de Cristo está Dios creando esa fe en el corazón de las personas, y la persona sin darse cuenta dice *acá* en su alma: “Yo creo todo esto, yo creo todo eso que está siendo hablado.”
¿Ven? Se está comiendo espiritualmente ese alimento para el alma, y la persona ha descubierto que ha surgido *acá* en el alma la fe, en el alma, en el corazón. Recuerden que cuando decimos: “El corazón,” se refiere al alma; y luego la persona con el corazón, con el alma cree, dice: “Yo lo creo.”
Y cuando escucha acerca de la predicación de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario por nuestros pecados, la persona *acá* en su alma dice: “Yo lo creo.” Aunque no lo diga con la boca Dios lo está oyendo y los Ángeles de Dios también lo están escuchando, porque nuestros pensamientos del corazón hablan más fuerte que nuestras palabras.
Quizás nuestras palabras cuando hablamos no lleguen de aquí a la otra ciudad o a la otra calle, pero los pensamientos de nuestra alma, de nuestro corazón llegan al Cielo, y son registrados en el Cielo, escritos, grabados los pensamientos de nuestro corazón.
Y Dios escucha lo que usted en su alma está diciendo, cuando usted dice - escucha la predicación del Evangelio de Cristo, que Él murió por nosotros en la Cruz del Calvario y usted en su alma dice: “Yo lo creo.” Eso Dios lo escucha allá, y los Ángeles también, y eso cuenta delante de Dios.
Con el corazón se cree para justicia, y cree porque ha escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, porque la fe viene por el oír la Palabra, y luego con la boca hace confesión pública de su fe en Cristo, recibiendo a Cristo públicamente como su único y suficiente Salvador.
Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre y delante de Sus Ángeles; mas el que me negare, Yo le negaré delante de mi Padre.” Todos queremos que Cristo nos confiese delante de Dios como creyentes en Cristo.
Nadie quiere que Cristo diga delante del Padre Celestial: “Éste no es un creyente en mi, éste es un incrédulo.” Por lo tanto, el Padre no le dará entrada a Su Reino, y tampoco vivirá eternamente con Cristo en Su Reino.
Pero todos queremos vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad, para lo cual al escuchar la Palabra del Evangelio de Cristo nace en nuestra alma la fe para creer en Cristo, y creemos *acá* en nuestra alma, porque con el corazón se cree para justicia. Y luego se le da la oportunidad a las personas para que esa fe en Cristo que tienen ahí, con la cual han creído en Cristo como su único y suficiente Salvador, testifiquen públicamente, den testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo públicamente como su único y suficiente Salvador.
Ya yo creí y dí testimonio público de mi fe en Cristo, recibiéndolo como mi único y suficiente Salvador. ¿Y quién más? cada uno de ustedes también, y por consiguiente hemos asegurado nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno, y tenemos Su paz, la paz de Cristo *acá* en nuestra alma, la paz que Él da bajo el Nuevo Pacto al alma de todo ser humano, y tenemos también Su descanso. Nuestra alma está descansando ¿en quién? En Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, nuestra alma descansa con la fe puesta en Jesucristo nuestro Salvador.
Si hay alguna persona que todavía no tiene el descanso de su alma, no ha descansado en Cristo (su alma), puede en esta ocasión recibir el descanso de su alma, ¿cómo? Recibiendo al descanso que se llama: nuestro amado Señor Jesucristo, Él es nuestro descanso, cuando lo recibimos hemos encontrado el descanso de nuestra alma, y así descansa nuestra alma en Jesucristo nuestro Salvador.
Por lo tanto, puede levantar su mano y yo estaré orando por usted para que Cristo le reciba, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y le dé la paz y el descanso a su alma, y viva feliz en el Reino de Cristo, sirviendo a Cristo como su único y suficiente Salvador:
“*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.*
*El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”*
Todos queremos ser salvos y vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y disfrutar así de todas las bendiciones de Dios en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. El alma suya necesita ese descanso, necesita a Cristo, que es nuestro descanso, y así nuestra alma descansa en los brazos de nuestro amado Salvador Jesucristo.
Pueden levantar su mano y yo estaré orando por usted, pueden también pasar al frente y oraré por ustedes para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado.
No les llamo para que crean, ya ustedes creyeron, llamo a todos los que han escuchado y han creído de todo corazón en Cristo como su único y suficiente Salvador, para que den testimonio público de vuestra fe en Cristo, para que confiesen públicamente a Jesucristo como vuestro único y suficiente Salvador, y yo estaré orando por usted en esta ocasión.
Vamos a dar unos minutos, pueden *aquí*, pueden venir al frente, pueden continuar pasando para orar por ustedes para que Cristo les dé el descanso del alma y la paz que Cristo da bajo el Pacto de Paz, el Nuevo Pacto.
Todos necesitamos a Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador, para recibir el descanso de nuestra alma. Pueden continuar pasando los que faltan. Vamos a dar unos minutos en lo que pasan todos los que desean recibir el descanso de su alma, recibir a Cristo, que es nuestro descanso de nuestra alma.
“**JESUCRISTO NUESTRO DESCANSO.”**
Y así descansará nuestra alma segura en Cristo, sabiendo que vivirá eternamente en Su Reino y que recibirá un cuerpo nuevo y eterno, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
Continuamos esperando por los que faltan por pasar, y mientras esperamos, veamos lo que dijo San Pedro en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 2:
“*...elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo.”*
Hemos sido elegidos para ser rociados con la Sangre ¿de quién? De Jesucristo nuestro Salvador, para así ser limpios de todo pecado y tener descanso en nuestra alma. Y en Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante, dice:
“*El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.*
*Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”*
Toda persona quiere la Vida eterna, quiere vivir eternamente, pero esta vida esta ¿en quién? En Jesucristo, el Hijo de Dios, por consiguiente hay que recibir a Jesucristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida, recibiendo a Cristo estamos recibiendo la vida *acá* en nuestra alma, para nuestra alma vivir eternamente en el Reino de Dios. Así es como aseguramos nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno:
“*El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”*
Vean, el que tiene al Hijo de Dios, tiene ¿qué vida? La Vida eterna; el que no tiene al Hijo de Dios, a Jesucristo, porque no lo ha recibido en su alma, no tiene la vida, tiene una vida temporal o temporera, que se le va a terminar en algún momento, pero la Vida eterna no la tiene, porque la Vida eterna está en Jesucristo. Para tener una persona la Vida eterna, tiene que tener a Jesucristo en su alma, en su corazón, porque Jesucristo es la Vida eterna:
“*Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna.”*
Esta es la buena noticia para los creyentes en Cristo: que tenemos Vida eterna.
“*...y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”*
Unos segundos más y ya oraremos por todos ustedes que han pasado al frente. Los niños de diez años en adelante también pueden pasar para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, y toda otra persona que falte por pasar, puede pasar para que quede incluida en esta oración que haré por todos ustedes.
Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han pasado. Si falta alguna puede pasar al frente para que Cristo le reciba, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y pueda ser bautizada en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, y así nazca en el Reino eterno de Cristo a la Vida eterna, y así tenga el descanso de su alma y tenga también la paz de su alma, la cual Cristo da a todo aquel que lo recibe como su único y suficiente Salvador, esa es la paz del Nuevo Pacto. En el Nuevo Pacto es que está esa paz.
Todavía si falta alguna otra persona, puede pasar. Asegure su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, y como único lo podemos asegurar es recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Algunas veces en algunas personas hay una lucha interior, desean recibir a Cristo y desean pasar porque ya escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y creyeron en sus corazones, y algo los aguanta a no pasar al frente.
Pero lo que la persona tiene que hacer es decir: “Yo he escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, y he creído en Cristo como mi único y suficiente Salvador, y me levanto y doy testimonio público de mi fe en Cristo recibiéndolo como mi único y suficiente Salvador.” Y se acabó la lucha y usted ha obtenido la victoria.
Unos segundos y ya oraremos por los que han pasado. Recuerden, Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre; mas el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.”
El que le dé la espalda a Cristo, Cristo le dará la espalda delante de nuestro Padre Celestial y no lo va a confesar como un creyente en Cristo y por consiguiente no tendrá el derecho a la Vida eterna la persona.
Pero todo el que le confiesa como su único y suficiente Salvador, Cristo le confesará delante de nuestro Padre Celestial y obtiene la bendición de la salvación y Vida eterna, y obtiene el descanso para su alma, sabe de dónde vino y porqué, sabe dónde está aquí en el planeta Tierra y porqué está aquí, y sabe a dónde va después que termine esta vida temporera.
Ya estamos casi listos para orar; los que falten por pasar pueden pasar. Recuerden que recibir a Cristo es asunto de Vida eterna, el que se beneficia es la persona; el que no le recibe a Cristo como Salvador pierde esa bendición.
Las personas solamente pueden hacer una cosa frente a la predicación del Evangelio de Cristo: o recibirlo para recibir la salvación y Vida eterna, o no recibirlo para ser condenados y no tener derecho a vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
¿Ven? Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, esa es la decisión más grande que un ser humano hace en este planeta Tierra: recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, es la decisión que le coloca en el Reino de Cristo con Vida eterna.
Ninguna otra decisión le coloca en la Vida eterna, solamente la decisión de recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Lo más importante por consiguiente es la Vida eterna. Si esta vida terrenal es importante, billones y billones de veces más importante es la Vida eterna. No hay número con el cual o con los cuales podamos señalar la importancia de la Vida eterna.
Es un asunto de vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. Pero cada persona tiene el libre albedrío para decir si quiere vivir eternamente o no quiere vivir, Dios ha colocado delante del ser humano la vida y la muerte, y la persona escoge; si no escoge la vida, pues luego tiene que saber que automáticamente no vivirá eternamente, será juzgada, condenada y echada ¿dónde? En el lago de fuego, que es la segunda muerte.
Pero nadie quiere ir para ese lugar, todos queremos ir para el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, para lo cual recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para eso es que recibimos a Cristo: para que Él nos dé la Vida eterna, porque Él es el que tiene la Vida eterna.
Es a través de Jesucristo que Dios nos da Vida eterna. “Porque no hay otro nombre bajo el Cielo, dado a los hombres en que podamos ser salvos.” Dice San Pedro en el libro de los Hechos, capítulo 4, verso 12.
Por lo tanto, todos necesitamos a Jesucristo para poder vivir eternamente. Sin Cristo no hay Vida eterna, con Cristo hay Vida eterna para todos los que le reciben como su único y suficiente Salvador, y hay descanso para nuestra alma, y así estamos seguros de que viviremos por toda la eternidad.
Ya vamos a orar por las personas que han pasado. Si falta todavía alguna persona, pase inmediatamente para que quede incluida en esta oración.
Recuerden: ustedes no saben cuántos días todavía les quedan para vivir en el cuerpo físico, y antes de terminar la vida en el cuerpo físico, usted tiene que haber asegurado su futuro eterno recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador. Si se va sin asegurar su futuro eterno, pues no tiene futuro, no vivirá eternamente con Cristo en Su Reino eterno, se perdió la bendición más grande; pero todos actuamos sabiamente recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, es una mirada de fe la que nos coloca en la Vida eterna, pero esa mirada de fe la damos a Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador.
Vamos ya a orar por las personas que han pasado. Vamos a inclinar nuestros rostros para orar. Repitan conmigo esta oración las personas que han pasado:
***Señor Jesucristo, ante Tu presencia vengo en estos momentos reconociendo que Tú eres el único y suficiente Salvador, he escuchado la predicación de Tu Evangelio y creo en Tu Primera Venida y en Tu muerte en la Cruz del Calvario llevando allí mis pecados. Reconozco que Tú has muerto por mi en la Cruz del Calvario, y reconozco que Tú eres mi único Salvador.***
***Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador, te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego cuando yo sea bautizado en agua en Tu Nombre.***
***Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en ti, y te recibo en estos momentos como mi único y suficiente Salvador.***
***Señor Jesucristo, salva mi alma te lo ruego, en Tus manos encomiendo mi alma, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino.***
***Señor Jesucristo, te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén y amén.***
Y ahora repitan conmigo: **La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.**
Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado.
Ustedes me dirán: “He creído en Jesucristo de todo corazón, pero todavía me falta algo que Él dijo que yo tenía que hacer, cuando Él dijo: El que creyere y fuere bautizado, será salvo. Ya he creído y me falta ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Cuándo me pueden bautizar en agua en el Nombre del Señor Jesucristo?” Es la pregunta que hay en vuestras almas.
Por cuanto ustedes han creído de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo hoy mismo. Pregunto aquí al Rvdo., al ministro si hay agua: ¿hay agua? ¿Hay bautisterios? Hay agua, hay bautisterios. ¿Y también hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales también.
Por lo tanto, bien pueden ser bautizados hoy mismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo para cumplir así completamente el mandato de Cristo: “El que creyere (y ya ustedes han creído) y fuere bautizado, será salvo.” Les falta ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautizará con Espíritu Santo y Fuego y producirá en ustedes el nuevo nacimiento, y así tendrán el descanso del alma y la paz del alma, que es la paz de Jesucristo nuestro Salvador.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: **“JESUCRISTO NUESTRO DESCANSO.”**
Que Dios les bendiga y les guarde, y muchas gracias por vuestra amable atención. Dejo nuevamente al ministro, el Rvdo. aquí, al pastor Ángel Tenorio para indicarles dónde están las ropas bautismales y los lugares para cambiarse de ropa y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
Que Dios les bendiga y les guarde; y con nosotros el Rvdo. Ángel Tenorio para continuar.
“**JESUCRISTO NUESTRO DESCANSO.”**